RAMÓN BADARACCO
POEMAS ONIRÍCOS
CUMANA 2000
TRES
POEMAS A LA LUNA
DE ENERO
Hurgo el sentimiento
De la Sibila triste
Sus ojos
llenos de luciérnagas
Asómbrense
En el recodo
Del
serpenteante río
Huyó de
vagas alucinaciones
La seguí,
libando ambrosia
En nenúfares
imaginarios
Al cabo de
un tiempo
Su cuerpo
emergió
Con la
fuerza de la tormenta
Bajaba
alocada
Y de sus
cabellos
Brotaban
margaritas
Fue
entonces,
Cuando traté
de atraparla
Pero mi red
se deshizo
Y solo, el
agua bautismal
Quedó en la
mudez del tiempo.
LIED
A la luz
plenilunar,
Entre rocas
Dormías como
Orfeo
Cautivabas
Luceros y
serpientes
En derredor
Los sátiros
revoloteaban
La blonda cabellera
Enredada
entre guijarros
Tu piel
destellaba
Lunas
fértiles
De repente
Estremeciose
la floresta
Y al son de
mil cítaras
Imaginarias
Iniciose la
profana danza
Uno a uno vi
tus atavíos
Desprenderse
El cuerpo
sonámbulo
Cual lirio
Mostró su
candidez
En el
esplendor
Lívido y
tenue
Euridice
temprana y callada.
DREAM
En aquel instante
Fuiste Diana
Como te amó
Françoise
Boucher
El aliento
Marginal del
alba
Decoraba tu
piel
De
fantasías.
Miríadas
De colgadas
diademas
En la
perfumada alfombra
De castores
ruantes
Abastecían
de reclamos
El decorado
almacigo.
Testarudo
Abrí con mis
manos
El postigo
de luz
Que nos
vencía.
No quise
imitar
A la cruel
Europa
Y en erótico
arrebato
Intenso y
dulce
Me
entregaste
Al más
penetrante dolor
El inefable
Y perseguido
nirvana.
En el
degradado paraje
A raudales
Penetró
luciente la mañana
Y donde
incólume
Vestías el
plumaje esparcido
Del mítico
nido
Quedé solo
Alucinado y
lívido.
¡Oh luz
eterna, que en ti solamente resides,
Que sola te
comprendes, y que siendo por ti
A la vez
inteligente y entendida, te amas y
Te complaces
en ti misma!.
Aquel de tus
círculos, que parecía proceder
De ti como
el rayo reflejado procede del rayo
Directo,
cuando mis ojos lo contemplaron en torno,
parcióme que
dentro de si con su propio color
representaba
nuestra efigie, por lo cual mi vista
estaba fija
atentamente en él.
Dante.
PESADILLA EN CHICHENIZA
Corría entre
acantilados
Una luz
mortecina
Entenebrecía
Las columnas
derruidas
Del templo
En la
penumbra
Se iluminaba
La pálida
faz
De una
figura hermética
Azotada por
la ventisca
De pronto
Su voz
retumbó
En la
oscuridad
Un frío
glacial
Recorrió mi
cuerpo
No recuerdo
En qué
momento caí
Me arrastré
temeroso
Y sangrante
Humillado
por mi cobardía
Entreabrí
los ojos
Alucinado
En mi mano
sostenía
Un rayo
divino
Que me
quemaba
Todo comenzó
a danzar
En derredor
De un altar
surgió
Un coro
angélico
Las vestales
se movían
Voluptuosas
Apenas
cubiertas
Por cendales
vaporosos
Los hechizos
Materializados
Buscaban
cavernas
Entonces
admití el privilegio
Entre todos
los mortales
Escuché el
himno
De mis
progenitores.
Mis exequias
Habían
terminado.
EL SECRETO
El pontífice
universal
Cerró el
arca
De los
paladines templarios
Un vaho de
incienso
Llenó el
recinto
Labor omnia vincit improbus.
El mensajero
Presentó el
papiro
Solemnemente
Escrito en latín
Y leyó
Hasta la
aurora
Se repitió
In
crescendo.
Cada palabra
Tocaba
levemente
A los santos
varones
Tono en
aumento
Mientras el
aura
Iluminaba
los rostros
De
apariencia extraña
El pontífice
Mostró ante
los feligreses
El escudo
divino
Y secreto.
Cada signo,
tatuado ahora
En el
espíritu
Hacía
augusta su presencia
Su voz
asumió
La majestad
profética
De los
antiguos augures
Y reveló
Ante los
atónitos caballeros,
El texto
original
Solo
inteligible
Por los
elegidos:
Páter
Noster...
ORACION
A PIEDRA
Olor a
sangre
Y sepulcros
abiertos
Hambre y
muerte
Apacienta
mis rebaños.
Guerra
Bombas
atómicas
Submarinos
en los polos
Campos de
concentración
Hornos
crematorios
Injurias,
crímenes
Apacienta
mis rebaños
Miseria
Dolor,
lágrimas
Niños
huérfanos
Persecución,
exilio
Degradación,
esclavitud
Guerras apocalípticas
Apacienta
mis rebaños
Y en cada
rincón yermo
Siembra un
grano de trigo
Y en cada
rama un trino
Y en cada
charco
Del camino,
un lirio
FLORECERAN ROSAS
Otra vez
florecerán
Rosas en mis
heridas.
En la noche
pesadilla
Maldeciré
luceros
En cada
hombre frío
Contaré
ausencias
Y en cada
retoño
Buscaré mi
regreso.
Ganaré a
cada grano
De trigo una
sonrisa pura
Mi sangre no
tocará
Una sola
huella
Marcharé y
brindaré
En la mesa,
donde una mujer
Esté
buscando dolores
En el campo
de batalla.
No quiero
soldados
Forrados de
hojalata
Que digan
una oración
De perros
inflamados.
Yo quiero
una mujer
Con un libro
en la mano
Una vela
encendida
Una débil
sonrisa
Que cubra
mis ojos
Con un
pañuelo blanco
Y otra vez
florecerán
Rosas en mis
heridas
CONVERSANDO
CON LA RANA
Cuando me
acerqué a la mesa
En la
terraza del hotel
Eran dos
ojos vidriosos
De una rana
verde
Gorda y
chata.
Era una rana
hippy
Peluda y
desgreñada
Tenía puesto
sombrero
Y una
corbata manchada
Que le
llegaba a los pies
Era una rana
intelectual
Que amaba la
filosofía
De repente
me miró
Y comenzó a
parlotear
Croac, croac, croac...
Quedé
estupefacto.
Mirando a lo
lejos
Sus ojos
vidriosos
Perdidos y
tristes
Dijo con serenidad:
Incapaces de
morir
Los
cangrejos cruzan
Las
carreteras, y luego
Sus
esqueletos azules
Desaparecen
sin dejar rastro…
Las anémonas
en fila
Cubre de
miel
El alambre
oxidado
De la cerca,
y el río
Besa
dulcemente el madero
Olvidado del
leñador.
Aquel pájaro
negro
Se desliza
entre moléculas
Rutilantes e
inconexas
¡Oh grade e
insondable misterio!...
Croac, croac, croac..
Señora rana…
Señora rana…
Usted razona
muy bien
¿De dónde
viene su sabiduría?
Es que soy
analfabeta
Mi abuelo me
dijo
Lee todo
libro que encuentres
Así
aprenderás todas las mentiras
Que
escriben los hombres de ingenio
Nos hemos
enseñado tantas mentiras
Que ya no es
posible
Separarlas
de la verdad
Y si lo
hiciéramos
Crearíamos
el caos
Por eso es
mejor aceptar
Lo falso y repudiar
lo verdadero.
Croac, croac, croac...
Luego otra
vez
La mirada
perdida
Y su
monólogo taciturno:
Esta
bacteria crece dentro de mí
Hasta
hacerse gigante
para la
pascua cenará conmigo
Y gritará
hasta que mi garganta
Enmudezca
para siempre
Yo me aliento
con ellas
Y terminan
comiéndome
En la tarde
el sol no se oculta
Esta fijo,
con su solo ojo amarillo
Y marca un
día menos
Para el
señor Ford, son más.
Croac, croac, croac....
La rana dio
un salto
Y cayó en el
estanque
Todo quedó
en silencio
Y la luna,
reflejó sobre las ondas
Su luz
amarilloverdeplata
Todas las
estrellas juntas
Caben ahora
en mi puño cerrado
Es mi
fuerza, sin embargo
Recuerdo la
bacteria
¡Tan
pequeña!
Croac, croac, croac...
DEL LIBRO DE LAS PARABOLAS
I
La noche
Espejo de luciérnagas
Resbala en mi cuerpo
La silueta de la gaviota
Buscando mi aliento inmortal
Revives en la aurora
Anidas y te reproduces
En un átomo de claridad
En la bucólica aldea
Solo encontré parásitos
Caracolas carcomidas
Y huevos de tortugas ciclópeas
Emergí del mar
Te vi con toda lucidez
En tu tranquilidad de algas
Suspendido el ritmo
Besando los restos
Del naufragio
Ahora en la noche
Escucho voces antiguas
II
Al borde del delirio
Caminé y recogí las rosas
Nunca vi las alondras
Y al subir la montaña
Renací en todos los trinos.
El aire puro y el sendero eran
Para detenerse
Nuca pensé
En lo
profundo del abismo
Por entonces
nada podía unirnos
Qué sentimiento
Inundó
mi espíritu
y el llanto
solo el llanto
Ahora, de regreso
Te devuelvo la palabra
La queja ha quedado
Enredada en las raíces
De todo pasado
Si, estoy sembrado
Como la ceiba
Aspiro, la metamorfosis
Y la orquídea.
III
En todas las palabras
Encontré un significado
Misterioso
Y en el recuerdo onírico
Que atormenta al sabio
Intérprete de huesos,
Rastros de trilobites
Tortugas ciclópeas
Estratos calcificados.
Detrás de la conciencia
Hay una explosión
De átomos atrincherados
A veces he pensado en la guerra
Y creo en ella, como
En un monstruo japonés
Que me divierte
Pienso en mi regreso
Y en mis lágrimas.
IV
Indagué en el pasado
de toda piedra
sus lados verticales
semejan agujas
incrustadas
en el pasado
que me grita y
dialoga conmigo.
Puedo leer las edades
todos los arcanos
gravados como una cinta
y repasarlos así
desde la previda cámbrica
dormida y somnolienta
Escuché las trompetas
De Marte
Advertí la pesadilla
Dolorosa y alucinante
Los fantasmas se sumergen
En éxtasis incomparable
Y lujuriante.
No puedo dejar de sentir
La tristeza Einsteniana
Por el hongo de fuego
Los mil millones
de años del cactus
y mi propio camino olvidado,
porque no me gusta estar
entre perros rabiosos
si no en los espacios luminosos
en la tarde y el tiempo
cuando danzan las estrellas
V
Aún tienes
los brazos robustos…
Por la noche
Te acurrucas lastimada
Sobre cada grieta…
La cuadriga se alza
Dejando atrás un surco,
La aridez de la contienda.
La noche te atormenta
Y en mi queda un lamento
De niño acobardado.
Regué de sangre tu lecho,
Se armó sola la ballesta…
luché, me defendí
Hasta el cansancio.
La noche me dejó exhausto
Jugaste con mi garganta
Tuve ganas de gritar
Sentí miedo
Y busqué refugio
En el pasado…
Solo siento
El galope desbocado
Y la sombra de siempre
Que se macha lentamente.
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