RAMÓN BADARACCO
LA GRAN BATALLA DE CARABOBO
CUMANÁ 2009
Autor:
Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma
Ramón Badaracco
Título de
la obra:
LA GRAN
BATALLA DE CARABOBO
Diseño de
la cubierta R. B.
Ilustración
de la cubierta R. B.
Depósito
legal
Impreso en
Cumaná
cronista40@hotmail
.com
academia.sucre@gmail.com
ANTECEDENTTES
Armisticio entre patriotas y realistas.
Al inicio de 1820, hubo un hecho exógeno de gran
significado para la revolución hispanoamericana, un movimiento
revolucionario cívico-militar en España, dirigido por el comandante Rafael
Riego y Don Antonio Quiroga, derroca a Fernando VII, derogan su constitución, y
proceden a restituir la humana y avanzada constitución de Cádiz de 1812.
Esta situación hace que el militarmente
golpeado Morillo, se vea obligado a proponer un armisticio, y un diálogo
personal con el Libertador.
El 26 de noviembre de 1820, se firma un acuerdo de Armisticio y Tratado de Regulación de Guerra, entre patriotas y realistas, mediante el cual se suspenden las acciones militares por seis meses; Tratado éste que fue ratificado en entrevista del día siguiente 27, entre Bolívar y Morillo.
El 26 de noviembre de 1820, se firma un acuerdo de Armisticio y Tratado de Regulación de Guerra, entre patriotas y realistas, mediante el cual se suspenden las acciones militares por seis meses; Tratado éste que fue ratificado en entrevista del día siguiente 27, entre Bolívar y Morillo.
Este acuerdo, indudablemente favorece los planes del
Libertador, con miras a la liberación de Venezuela. Bolívar ha logrado reunir,
sin contratiempos, el más grande y eficiente de los ejércitos de la Venezuela
independentista.
Aprovechó el Libertador, en estrecha colaboración con el
general Sucre, esta paz, para organizar la gran Campaña de Carabobo, por la
seguridad que le ofrecía la Guayana, además del dinero enviado por Santander,
la colaboración y empeño de Páez, en adiestrar mejor sus cuerpos en Apure; y el
estímulo y la orientación de los oficiales ingleses. Había capacitado por vez
primera, con mejor disciplina y nuevos métodos, el ejército que iba a cerrar la
etapa comenzada años atrás.
Descontento del ejército realista.
Por otra parte, La Torre y sus tenientes, ante Morillo,
se quejan de no haber recibido apoyo suficiente; no sólo de España, sino de la
región ocupada en Venezuela por las armas españolas.
Sin embargo, el jefe realista
dispone, a comienzos de 1821, de un poderoso ejército; pero, la figura de
Morillo, capaz como militar e implacable como enemigo, tenía un concepto rudo
del mando: esta era la imagen que tenían los pueblos del soldado español.
España no envió a América a un
militar superior a Morillo. Tal vez pensó que siendo Venezuela un perpetuo
campo de batalla, enviaba al país a un hombre que había luchado tercamente en
la guerra de Independencia de España, contra las tropas napoleónicas, y es ante
este hombre disciplinado y terrible, a quién Bolívar tiene que combatir en
condiciones de inferioridad.
También tenemos a Morales, que ha
vivido 14 años en Venezuela, es canario, y representa la mentalidad de aquellos
isleños que vieron perdidas sus haciendas en 1811, al surgir la República.
Entre Morillo y La Torre no hubo
armonía, pues aquel desaprueba el indulto que dictara éste en Nueva
Granada. Morales tenía más conocimientos del país, dada su larga estancia en
él. Se ha dicho que llegó muy joven a Venezuela y que, ocupado, como Boves, en
asuntos de comercio, viajaron continuamente por todo el llano del Guárico hasta
el Guarapiche. Morillo conocía la capacidad de La Torre en menesteres de
guerra, pues lo vio en la Península.
Así las cosas,
se desencadenan los enfrentamientos, pero solo vamos a ver
LA BATALLA
A las 11 de la
mañana de ese memorable 24 de junio se dio inicio en las sabanas de Carabobo,
la cruenta batalla que sellaría por siempre la independencia de Venezuela.
El Ejército
patriota a las órdenes de Simón Bolívar había iniciado su avance desde
Tinaquillo en horas de la madrugada. Después de atravesar la serranía de Las
Dos Hermanas se hallaba en sus alturas observando el dispositivo realista Desde
la colina de Buena Vista Bolívar, subido en el techo de una vieja casa,
contemplaba como el mariscal de campo Miguel de La Torre, Comandante del
Ejército realista había dispuesto sobre el terreno las tropas que enfrentaría a
los republicanos. Una disposición perfectamente escalonada con el mejor de sus
batallones El Valencey, como punta de lanza que enfrentaría con suma ventaja a
las que les opusiera el Libertador.
De Bolívar
actuar en ese sentido, sencillamente estaría llevando su Ejército al suicidio
Después de
conferenciar con sus comandantes de divisiones general José Antonio Páez de la
Primera, el general Manuel Cedeño de la Segunda y el coronel Ambrosio Plaza de
la Tercera, Bolívar les explica el plan de ataque.
Este consistía
en que la División de Páez atacara el flanco derecho del enemigo que estaba más
desprotegido. La División de Cedeño seguiría a la Primera División y la
División de Plaza por el frente fijaría al enemigo sin entrar en combate Con
este plan Bolívar atacaría a La Torre prácticamente por la reserva de éste que
era el lugar más vulnerable y evitaba a su vez un ataque frontal que lucía más
favorable a los realistas
Páez se dirigió
con su División por la Pica de la Mona, guiado por el baqueano Febres, para
continuar luego sobre unas quebradas y riachuelos, que sólo permitían el avance
de un hombre a la vez y entrar a las sabanas para presentar combate
Seis batallones
realistas y tres grupos de caballería descansados y en las mejores posiciones
se enfrentarían a las tropas republicanas Cuando las tropas de Páez trataban de
entrar a la sabana empezó el fuego de la artillería realista. El primero que
entró en batalla fue el batallón Bravos de Apure atacado por el poderoso
batallón realista “Burgos”, que era la reserva de La Torre.
Ante el ataque
sorpresivo y mortífero los “Bravos de Apure” se repliegan con muchas bajas y entonces
el Libertador que está encima de la acción ordena a los ingleses que ataquen arriesgándolo
todo y los ingleses se interpone entre los Bravos de Apure y los realistas El
batallón de Cazadores Británicos se inmola es ametrallado a quemarropa. Cae su
comandante el coronel Tomás Farriar y tres comandantes más, hasta que toma el
mando el mayor Minchin y resiste heroicamente la arremetida del Barbastro que
ha auxiliado al Burgos Entonces Bolívar pendiente de todos los movimientos de
sus hombres ordena a todas las tropas
bajo su mando el ataque por todos los
flacos del ejército español y nuevamente del Bravos de Apure que se ha
reorganizado, apoyado con dos compañías con Páez al frente y reforzado con el
batallón de Tiradores de la Segunda División, a orden del teniente coronel de
las Heras en una acción sin precedentes toman el control de la batalla
Las acciones
que parecían impotentes se han equilibrado cuando el Bravos de Apure ataca al
Burgos y las compañías de Tiradores lo hacen al Barbastro
En este momento
de la batalla La Torre ordena el contraataque con el Príncipe, el Infante y Hostalrich,
pero los patriotas vienen incontenibles arrollando, y destrozan al Burgos, y
ante tal descalabro se rinden el Barbastro y el Infante, pero La Torre con su imponente
caballería quiere cambiar el destino incierto de la batalla. La caballería
realista ataca, pero aparece en escena la caballería de Páez a las órdenes del
intrépido capitán Juan Bravo que recibe catorce heridas. La Torre ordena que
ataque la caballería Lanceros del Rey, pero ésta huye vergonzosamente al ver
que entra en acción la caballería del coronel Cornelio Muñoz, que sigue
implacablemente atacando a los realistas que empiezan a retroceder……………El
batallón del Valencey, que hasta ese momento no ha tenido actuación alguna,
empieza a reorganizar a los dispersos y a retroceder ordenadamente. La División
de Plaza entra ahora en acción, pero su heroico comandante muere en el campo de
batalla. Igualmente sucede con Cedeño, quien, al intentar perseguir a los
realistas, cayó muerto como debía morir el bravo de los bravos de Colombia………….
Bolívar que
para este momento ya estaba en el campo de batalla ordena que 500 soldados de
los Granaderos y del Rifles, montados en las grupas de los caballos persigan y
destrocen al enemigo que huía hacia Valencia. La persecución se detiene en Valencia
después de seis horas de marchas forzadas por parte de la infantería realista.
Ha llegado la noche y se detiene la persecución. Los realistas continúan hacia
Puerto Cabello donde se atrincheran. La batalla concluyó después de una hora de
encarnizada lucha y de seis horas de persecución……………Seis mil trescientos
hombres del ejército patriota derrotaron a cinco mil del ejército realista para
sellar definitivamente la libertad de Venezuela.
*Presidente Sociedad Bolivariana de Venezuela.
La Batalla de Carabobo, es la suma
de todos los heroísmos, toda la experiencia acumulada por el genio de Bolívar;
fue planificada por Bolívar y Sucre, no se debe olvidar este detalle. El acontecimiento histórico más importante, y
digno del genio del Libertador, de la historia de Venezuela es, sin duda
alguna, la "Batalla de Carabobo", la cual sirvió para sellar nuestra
independencia, y propender a la liberación del resto de América, después de
once años de sacrificios y muertes.
Todo estudio de esta campaña
extraordinaria, debe incluir las distracciones de Urdaneta, Carrillo y
Bermúdez, y sobre todo este último, el Ayax venezolano, que con 1500 aguerridos
orientales, tomó Caracas, menguó el ejército real, enfrentó a Pereira, que lo duplicaba en
fuerzas, y lo zarandeó por todo el norte de la provincia alejándolo de su
destino, cual era reforzar a La Torre;
y logró dividir aquel ejército de
15 mil hombres, que ha podido llevar el Mariscal Latorre, al campo de Batalla
en Carabobo.
Los antecedentes que dieron como
resultado esta batalla, se iniciaron cuando el Libertador Simón Bolívar,
en Angostura, planificó la campaña, que dirigiría contra el virreinato de la
Nueva Granada, con el fin de liberarla.
En 1819, desde la Guayana libre,
Bolívar al frente del Ejército Libertador, se pone en marcha en la más atrevida
campaña de la Historia de América. Atraviesa los Andes por le páramo de Pisba,
superando el paso de Aníbal por los Alpes.
Ésta fabulosa aventura militar
culmina en las batallas de Gámeza, donde Bolívar derrota al coronel Barreiro. Bolívar
persigue a Barreiro y lo vuelve a derrotar en Pantano de Vargas. Esta batalla resultó difícil para los hombres al mando
de Bolívar, que estuvieron cerca de la derrota, ya que el ejército se
encontraba agotado y desorganizado, tras el difícil ascenso al páramo de Pisba. Sin embargo, el ataque por el flanco del
destacamento de la legión británica, al mando del coronel James Rooke, y una oportuna carga de caballería de los lanceros del coronel Juan José Rondón, recién llegados al campo de batalla, revirtieron la situación. Rooke, resultó gravemente
herido en el ataque y fallecería algunos días después. Posterior a este ataque,
las tropas realistas huyeron a los Molinos de Bonza; y Boyacá, donde vence a los realistas. Sobre todo,
ésta, Boyacá, donde sella la independencia del Virreinato de la Nueva
Granada.
Terminada esta campaña, con la
entrada triunfal en Bogotá, la capital imperial, el Libertador entrega el
gobierno al General Santander, que supo en todo momento estar a la altura de
las exigencias de aquella increíble hazaña.
Y Bolívar regresa a calmar a sus impacientes capitanes en Angostura,
donde no lo creían triunfador.
Allí Bolívar propone al Congreso, la
creación de una sola República con el nombre de Colombia. El 17 de diciembre de
1819 se hacía realidad este sueño y esta aspiración de Bolívar, al dictaminar
al Congreso su creación.
En febrero de 1821, se reanuda la
lucha en territorio venezolano. Bolívar ordena a todos los ejércitos patriotas
que se concentren en las regiones centrales del país.
En junio, Bolívar acampa en Tinaquillo con un
ejército de 6.500 soldados. Páez, Cedeño y Plaza, están al frente de las Divisiones,
y son sus principales jefes.
Los realistas, con fuerzas
menguadas, ya están en el campo de batalla, y aunque esperan refuerzos, solo
presentan en número no más de 5.000 tropas, dirigidas por el General La Torre, y
se encuentran con la moral muy baja.
Geografía de la Batalla
La región donde se libra la batalla de Carabobo es una
pequeña llanura bordeada al norte y al oeste por numerosas colinas y cerros, que
da al suroeste de la ciudad de Valencia, por supuesto en territorio de la
provincia de Venezuela. Al norte de este sitio van las quebradas de ¨Las
Manzanas¨ y la de ¨Carabobo¨, que da nombre el campo: baja de la montaña al
lado de la Colina del Chaparral.
Bolívar define la estrategia del ataque:
El Libertador planifica la reunión de su ejército, con
el de Páez y el de Urdaneta, en el centro del país. En un mes se movilizan
las tropas hasta San Carlos. En total se concentran 6.500 hombres provistos de
armamento, cabalgaduras y provisiones.
El General José Francisco Bermúdez, debe atacar
Caracas, para impedir que las tropas, a cuyo mando está el coronel Pereira, uno
de los mejores capitanes de España; se incorporen al ejército de La Torre.
El ejército
republicano subía del sur, desde San Carlos, a buscar al enemigo, que ya estaba
en Carabobo, aguardándolo, en los angostos y tortuosos desfiladeros, que hacían
imposible la entrada del ejército patriota. Prácticamente como una emboscada.
Todo esto lo apreció el Libertador desde la altura de
Buenavista, que domina el panorama, y consideró que era suicida atacar de
frente al enemigo, tal como lo había pensado La Torre, esperando los refuerzo,
y se creía fuera de peligro.
En vista de esta disposición, Bolívar, organiza sus
divisiones, y da órdenes precisas y sublimes, se trataba de libertar la Patria,
y cualquier tributo, era necesario.
Bajo su batuta,
con mano poderos, la vanguardia avanza y se apodera de los altos de ¨Buenavista¨
amaneciendo el 24. El Alto de Buenavista dista más o menos una legua de
Carabobo.
Desde tal
sitio, dice Briceño Méndez:
“observamos que el enemigo estaba preparado al combate
y nos esperaba formado en seis fuertes columnas de infantería y tres de
caballería, situadas de manera que mutuamente se sostenían para impedir nuestra
salida a la llanura". Briceño Méndez agrega: " El camino
estrecho que llevábamos no permitía otro frente que, para desfilar, y el
enemigo no solamente defendía la salida al llano, sino que
dominaba perfectamente el desfiladero con su artillería, con una columna
de infantería que cubría la salida y dos que la franqueaban por derecha e
izquierda".
Bolívar se da cuenta de lo imposible del ataque frontal,
y de que precisamente, la ocupación de la llanura fue una medida de previsión
del Mariscal español para obligar a su contrario a combatir como él quería.
Aquello alteraba la norma común del Libertador de obligar siempre al
enemigo a la lucha, pero en las condiciones que él imponía.
El Libertador ordenó una entrada muy peligrosa, pero necesaria.
Era una maniobra envolvente, que cumplirían Páez, Cedeño, Fariar y Rondón.
Páez, en su división lleva a los Bravos de Apure, al
Batallón Británico y 1.000 jinetes. Cedeño, al frente de la segunda división
comanda al Tiradores, (dirigida por el teniente coronel Ludwig Flegel), y
Vargas (teniente coronel Antonio Gravete), a lo que se sumaba un escuadrón de
caballería.
La tercera bajo las órdenes del coronel Ambrosio Plaza
y constituida por 4 batallones. El de Rifles a cargo del teniente coronel
Arturo Sandes, Granaderos al mando del coronel Francisco Paula Vélez, Vencedor
de Boyacá dirigida por el coronel Juan Uslar, y Anzoátegui: comandada por el
coronel José M. Arguidegui; completando este orden, con el regimiento de
caballería.
Las fuerzas republicanas sumaban en total 6500
hombres.
Del lado Realista:
La Torre, después de las maniobras, que en plano
nacional cumplen Bermúdez, que avanzó desde Cumaná, entretiene a Pereira y a Morales,
impide el envío de refuerzos a La Torre, y avanza hasta La Victoria, desordenando
y desanimando a los españoles.
Y la diversión de Urdaneta, que, en su travesía
coriana, con Carrillo y Reyes Vargas, avanza hacia San Felipe, y fue a
concentrarse en San Carlos, dejando en Tinaquillo, un pequeño cuerpo de
vigilancia.
A medida que el jefe español, debe atender estos movimientos,
cede terreno; y permite apresurar la marcha y el ataque del ejército
republicano.
Bolívar ha quitado toda iniciativa a La Torre, colocándolo
a la defensiva, desde que éste, ordenó abandonar a Guanare, lo que permitió la
entrada de los patriotas, a San Carlos. Perdiendo, desde luego, el impulso y
decisión en el proyectado ataque, que aspiraba llevar a cabo contra el
Libertador.
¿Tenía acaso La
Torre, capacidad, después de perder la mitad de sus fuerzas, para ordenar a las
fuerzas que quedaban bajo su mando, que fueron al principio, alrededor de 15
mil hombres, para atacar a los patriotas?
Sus subalternos son hombres que han luchado en
Venezuela, que conocen su geografía, sus costumbres. De ellos el más respetable
es Pereira, y a éste deja Morales en Caracas para que atienda a Bermúdez. Se
cometen dos errores atribuidos al Mariscal de campo:
1.- Ausencia de Pereira en el campo de Carabobo
2.- Distracción de más de tres batallones para
combatir al jefe oriental y al jefe andino. ¨Además, era sabido que
Pereira valía más que Morales¨.
Entre tanto, El Libertador, dispone que el ejército
marche por la izquierda para envolver al enemigo por su derecha, maniobra que
La Torre no esperaba. Este había confiado en que Bolívar atacaría siguiendo la
ruta de ¨Buenavista, zona en la cual la caballería es nula¨, por lo abrupto del
terreno. En jefe Realista, dadas las circunstancias, consideró fácil la
victoria. Por eso organizó y distribuyó sus batallones en la llanura, en espera
de una situación que sólo él había creado. El ejército realista contaba, más o
menos, 5.000 hombres, alrededor de la mitad eran venezolanos, pero toda aquella
fuerza, estaba bien preparada, experimentada y de primera. Era un enemigo a
temer.
OTRA VISIÓN DE LA BATALLA
Después de una campaña magnifica, a
la cual concurrieron tropas de todo el territorio nacional, el día 24 de junio
de 1821, ya están los ejércitos, frete a frente, en el Campo de Carabobo, en el
estado Carabobo, donde hoy existe un extenso, hermoso y bien cuidado Parque, y
un monumento extraordinario, que conmemora la célebre batalla. Aquella batalla
libertadora donde se inmortalizaron aquellos batallones patriotas,
especialmente: ‘’Bravos de Apure’’ y ‘’La Legión Británica’’, donde se inmolaron centenares de venezolanos de ambos
bandos, como Cedeño, Plaza y Negro Primero, brilló con toda magestad el general
José Antonio Páez, y se cubrió de gloria el Padre de la Patria, Simón Bolívar
el Libertador, que justificó el título que le iban cantando todos los pueblos del mundo, y cuya gloria crece ¨cómo
la sombra cuando el sol declina¨.
La Batalla fue encarnizada y cruel;
pero la victoria sobre los realistas selló definitivamente la independencia de
Venezuela. El triunfo en Carabobo se debió al valor de todos los patriotas.
Sin duda alguna, esta Batalla
representa un hecho sin precedentes en la lucha por la independencia de nuestro
país.
DESARROLLO DE
LA
BATALLA
Ese domingo 24 de junio de 1821, se enfrentaron, a las 12 del mediodía, 4.000 realistas contra 6.000 patriotas; pero apenas la mitad de los efectivos pudo participar en la batalla, que culminó en cuestión de una hora.
Me parece bien que se diga que la
división de Páez con sus llaneros y la Legión Británica fueron tal vez los
factores principales de la contienda, pero debe reconocerse que todos los que
participaron triunfaron, por la magistral conducción del Libertador.
Los coroneles Plaza y Cedeño,
murieron cumpliendo sus órdenes, por su impetuosidad, persiguiendo los despojos
del Batallón Valencey, que se escapaba casi intacto protegiendo al General La
Torre y a sus oficiales, que abandonaron el campo de batalla; el Valencey fue
conducido magistralmente por el General Tomás García, cuando ya la batalla
estaba decidida.
Al General Mariño jefe del Estado
Mayor, en todo momento cumplió con sus deberes; el Coronel Pedro Briceño
Méndez, responsable de la logística, trabajó sin descanso.
Los llaneros de Páez marchan bajo
fuego enemigo por la Pica de la Mona. Eran desfiladeros que en ciertos sitios
no permitían más de uno en fondo. Las divisiones empiezan a cumplir la
acción envolvente ante el asombro de La Torre, que no apreció la importancia
del ataque por la derecha. Así que tiene que desplazar violentamente al
Burgos, el cual, con un fuego nutrido y poderoso, hace retroceder a los Bravos
de Apure. Pero seguidamente, EL Libertador, ordena otra maniobra, interviene el
Batallón Británico, en una acción suicida, donde sus capitanes sacrifican sus
vidas, lo que permite que los Bravos de Apure se recuperen.
Cuando el batallón de la Reina avanza
para complementar al Burgos, ya la situación de los realistas se ha ido
agravando, pues Cedeño ha penetrado a la llanura, y una compañía del
Tiradores, actuaba en su apoyo, los reales ya estaban derrotados.
Hay un momento en que La Torre logra
alinear cuatro batallones, ante el avance republicano, pero los destacamentos
realistas resultan impotentes para resistir la violencia de la caballería
llanera, que se crece en medio del campo.
El Libertador, en medio del campo,
los acicatea, con palabras de fuego, y el mismo combate a su lado. Caen ante
los muros de fuego, caen centenares y capitanes de la talla de Plaza, Cedeño,
José Julián Mellado, teniente Pedro Camejo, Scott, Bruno.
Todos ellos no fueron más que
expresión de una virtud colectiva y sin nombre que ofrendó la libertad ese día.
La Torre mira acercarse la derrota, y algunos cuerpos del ¨Lanceros del Rey¨,
en vez de acatar la orden de incorporarse al combate, huyen en desbandada. El
ejército realista en Carabobo, según información de Córdoba, tuvo de pérdida,
entre muertos, extraviados y prisioneros, lo siguiente: 2 jefes, 43 capitanes,
77 subalternos y 2.785 individuos de tropa. Las pérdidas de los patriotas no se
contaron, pero debieron ser alrededor de 200 muertos y heridos, según señala Bolívar
en su comunicación al Presidente del Congreso. Libre ya Venezuela, a pesar de
las fuerzas realista que huyeron y se fortalecieron en Puerto Cabello, el
Libertador se traslada a Caracas, acompañado de Páez.
La ciudad seguía con sus edificios y
casas en escombros debido al sismo de 1812 y así iba a continuar por 40 o 50
años más. Había sido la matriz milagrosa que dio a Rodríguez, a Miranda, a
Bolívar, y no había tenido tiempo sino para sufrir y esperar.
Libre ya Venezuela, a pesar de las
fuerzas realista que huyeron a Puerto Cabello, el Libertador se traslada a
Caracas acompañado de Páez.
Al triunfo de Carabobo le sucede la rendición de La
Guaira, con la capitulación del realista Pereira, la toma de Cumaná y la
capitulación de Cartagena. A mediados de 1823 quedan libres las provincias de
Coro y Maracaibo; en noviembre del mismo año Páez con la cooperación y el valor
de Bermúdez ocupa Puerto Cabello, última plaza realista en Venezuela.
El Libertador va a organizar ahora el ejército del
sur. Desde Trujillo, se dirige al general José de San Martín y le dice que su
primer pensamiento cuando vio el triunfo en Carabobo fue para él, el Perú y su
Ejército Libertador y que nada le será tan grato como ir al Perú. Más o menos
en iguales términos se dirigió también al Director de Chile. La idea de
Bolívar, anunciada años atrás en Jamaica, cobra cuerpo ahora, máxime que
él consideró siempre que su patria era la América y que donde hubiese pueblos
irredentos, tenía que ir a libertarlos.
Después que Pereira bate a Bermúdez en El Calvario y
le obliga a retirarse hasta más allá de Guarenas, queda dueño de Caracas; más,
atento al resultado de lo que de un momento a otro iba a decidirse en Carabobo,
de lo cual tenía mejor información que Bermúdez y Soublette; entonces, se
retira con sus fuerzas y aguarda entre Caracas y La Guaira.
Bermúdez, continuando su estrategia, piensa dirigirse
al llano en solicitud de Monagas y Zaraza para continuar la guerra.
Enterado Pereira del resultado de Carabobo, ambuló por el litoral buscando
una salida hacia Puerto Cabello, o un barco que le llevase a este puerto.
Bolívar envió en su persecución a los coroneles:
Manrique, Silva, Arguidegui, Ibarra y otros. Con fecha 1° de julio le dirigió una
comunicación en la cual le ofrecía capitulación honrosa, reiterándole a la vez
los sentimientos de filantropía y liberalidad que animaban al Gobierno. Bolívar
le dijo, además: "Cuando un oficial ha llenado como U. S. sus deberes aún
más allá de lo justo, es una loca temeridad no ceder a las leyes imperiosas e
irresistibles de la fuerza y de la necesidad". Pereira responde y Bolívar
le envía las bases de la capitulación. Bolívar acepta las modificaciones que
hace el jefe realista y le dice que debe ir un oficial a hablar con él acerca
del cumplimiento del pacto "en la inteligencia de que en el término de dos
horas debe ser ocupada la plaza por las armas de Colombia". Finalmente,
Pereira es conducido a Puerto Cabello después de firmar la capitulación.
Según Lecuna muere en este puerto de fiebre amarilla.
Hay consenso favorable en torno a la figura de este honesto militar que combate
fieramente por su bandera y capitula cuando no podía hacer otra cosa. De los
700 hombres que mandaba, 200 regresaron con él a Puerto Cabello. Había perdido
alrededor de 1.500. Con fecha 6 de julio, el Mariscal La Torre dijo a Bolívar
lo siguiente:
"Excmo. Señor: Ha llegado a mí noticia que por V.
E. han sido tratados con toda consideración los individuos del ejército de mi
mando que han tenido la desgracia de ser prisioneros de guerra. Doy a V. E. las
debidas gracias por este rasgo de humanidad, que me hace disminuir el
sentimiento de la suerte de dichos individuos; esperando que continuará V. E.
de este modo dando pruebas nada equívocas de que hace renacer las virtudes
sociales que habían desaparecido por el enardecimiento de las pasiones que han
desolado estos fértiles países".
Todavía habrá guerra en la zona de Coro y Maracaibo y
Páez tomará el Castillo de Puerto Cabello en noviembre de 1823, cerrando para
siempre el proceso de la emancipación política, al mismo tiempo que
Bolívar se dispone a eliminar de traidores el cuadro político del Perú, donde
la oligarquía limeña deseaba la independencia sin combatir contra España.
Carta de La Torre a Bolívar.
Cuartel de Puerto Cabello, 6 de julio de 1821.
O'Leary, M.D., XVIII, 368.
La más honda y noble manifestación que surge después
del triunfo de Carabobo, se debe al Libertador. Desde Valencia se dirige al
Presidente del Congreso de la Gran Colombia y le expone que la sabiduría de tal
cuerpo está de acuerdo con las leyes existentes en favor de la manumisión y que
ese favor pudo extender su beneficencia sobre los futuros colombianos que son
recibidos en cuna cruel y salvaje. "Los hijos de los esclavos que en
adelante hayan de nacer en Colombia, continúa, deben ser libres, porque esos
seres no pertenecen más que a Dios y a sus padres, y ni Dios ni sus padres los
quieren infelices". El Congreso pues, debe decretar la libertad absoluta
de los que nazcan en territorio de la República "conciliándose los
derechos posesivos, los derechos políticos y los derechos naturales". Tal
solicitud la hacía Bolívar como "recompensa de la Batalla de Carabobo,
ganada por el Ejército Libertador, cuya sangre ha corrido por la libertad".
Tal aspiración de Bolívar no era nueva, pues desde su
Cuartel General de Carúpano, el 2 de junio de 1816, decretó la libertad
absoluta de los esclavos y el deber de todo hombre, desde los 14 hasta los 60
años, es el de presentarse en su distrito para su alistamiento en
las banderas de la República. Con fecha 6 de julio, en proclama a los
habitantes de la provincia de Caracas, dijo elocuentemente: "La
naturaleza, la justicia y la política, piden la emancipación de los esclavos:
de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán
ciudadanos" y el 16 de julio de 1818, desde Angostura, en nota al
Presidente de la Alta Corte de justicia, le reiteraba y enumeraba a la vez su
decisión en pro de la libertad de los esclavos y las oportunidades en que
la había decretado y le decía al final: "Nadie ignora en Venezuela que la
esclavitud está extinguida entre nosotros".
Parte de la Batalla de Carabobo
Al Excelentísimo señor Vicepresidente de Colombia.
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la
República de Colombia. Reunidas las divisiones del Ejército Libertador en los
campos de Tinaquillo el 23, marchamos ayer por la mañana sobre el Cuartel
General enemigo situado en Carabobo, en el orden siguiente: La primera
división, compuesta del bravo batallón británico, del Bravo de Apure
y 1.500 caballos a las órdenes del señor general Páez. La segunda, compuesta de
la segunda brigada de La Guardia con los batallones Tiradores, Boyacá y
Vargas, y el Escuadrón Sagrado a las órdenes del señor general
Cedeño. La tercera, compuesta de la primera brigada de La Guardia con los batallones Rifles,
Granaderos, Vencedor de Boyacá, Anzoátegui y el regimiento de caballería
del intrépido coronel Rondón, a las órdenes del señor coronel
Plaza. Nuestra marcha por los montes y desfiladeros que nos separaban del
campo enemigo fue rápida y ordenada.
A las 11 de la mañana desfilamos por nuestra izquierda
al frente del ejército enemigo bajo sus fuegos; atravesamos un riachuelo, que
sólo daba frente para un hombre, a presencia de un ejército que bien colocado
en una altura inaccesible y plana, nos dominaba y nos cruzaba con todos sus
fuegos. EL bizarro general Páez a la cabeza de los dos batallones de su
división y del regimiento de caballería del valiente coronel Muñoz, marchó con
tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora toda él fue
envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de estas
tropas. El batallón británico mandado por el benemérito coronel Farriar pudo
aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de oficiales.
La conducta del general Páez, en la última y en la más
gloriosa victoria de Colombia lo ha hecho acreedor al último rango en la
milicia, y yo, en nombre del Congreso, le he ofrecido en el campo de batalla el
empleo de General en Jefe de ejército. De la segunda división no entró en
acción más que una parte del batallón de Tiradores de La Guardia que manda el
benemérito comandante Heras. Pero su general, desesperado de no poder entrar en
la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra
una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que merecía
terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La República ha
perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra; ninguno más
valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo las cenizas
de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los honores de un
triunfo solemne.
Igual dolor sufre la República con la muerte del
intrepidísimo coronel Plaza que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se
precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El coronel Plaza es acreedor a
las lágrimas de Colombia y a que el Congreso le conceda los honores de un
heroísmo eminente. Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros jefes y
oficiales en perseguirlo fue tal que tuvimos una gran pérdida en esta alta
clase del ejército. El boletín dará el nombre de estos ilustres. El ejército
español pasaba de seis mil hombres, compuesto de todo lo mejor de las
expediciones pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos
hombres habrán entrado hoy a Puerto Cabello.
El Ejército Libertador tenía igual fuerza que el
enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido la batalla. Nuestra
pérdida no es sino dolorosa: apenas 200 muertos y heridos. El coronel Rangel,
que hizo como siempre prodigios, ha marchado hoy a establecer la línea contra
Puerto Cabello. Acepte el Congreso Soberano en nombre de los bravos que tengo
la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y más
hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla. Tengo el honor
de ser con la más alta consideración, de V. E. atento, humilde servidor.
OPINIONES.
Venezuela alcanzó su definitiva independencia en 1821,
con la Batalla de Carabobo, analizada y preparada durante el Armisticio, por
Bolívar y Sucre, después de una prolongada y cruenta guerra, nació como parte
de Colombia, proyecto político unitario de Simón Bolívar, conformado
este proyecto, por Venezuela, Ecuador y la Nueva Granada, que ocupaban el área territorial
que incluía también a la actual república de Panamá.
Años antes, se había logrado un
importante avance cuando la República de Colombia había sido oficialmente
reconocida, firmándose un armisticio, en noviembre de 1820, que permitió
reorganizarse a las fuerzas revolucionarias.
Es importante
señalar, que, durante la guerra de Independencia de Venezuela, entre 1811
y 1823 se libraron 80 batallas (incluyendo algunas libradas en la actual
Colombia), con el resultado que todos conocemos.
-De las 80 batallas, 50 fueron ganadas por los
patriotas, 28 por los realistas y hubo dos tablas.
-El tamaño promedio del ejército
patriota fue de 1.885 hombres; con un máximo de 5.000, reunidos por Francisco
de Miranda en 1812 y 6.500 con Simón Bolívar en 1821 para la Batalla
de Carabobo.
-El mínimo fue utilizado por Juan Bautista Arismendi (el esposo de Luisa Cáceres) en la Batalla de Juan Griego, 50 hombres...
-El mínimo fue utilizado por Juan Bautista Arismendi (el esposo de Luisa Cáceres) en la Batalla de Juan Griego, 50 hombres...
-El ejército realista tuvo mayor
tamaño promedio, 2.830 hombres.
-El mayor ejército fue de 8.000 comandado por José Tomás Boves en la Batalla de La Puerta, donde derrotó a Bolívar y a Mariño en 1814.
-El más pequeño fue de 200 hombres, utilizados en una batalla en Guiria, en 1813, contra Mariño.
-El mayor ejército fue de 8.000 comandado por José Tomás Boves en la Batalla de La Puerta, donde derrotó a Bolívar y a Mariño en 1814.
-El más pequeño fue de 200 hombres, utilizados en una batalla en Guiria, en 1813, contra Mariño.
-La batalla más grande es la de Urica
donde interviene un total de 11.200 soldados, 7.000 realistas al mando de Boves
y Morales y 4.200 patriotas, al mando de José Félix Ribas y José Francisco
Bermúdez. Esta batalla terminó con el triunfo de los realistas, pero se ganó mucho
con la muerte del general en campaña, Don José Tomas Boves.
-La mayor diferencia ocurre cuando
el General José Antonio Páez se enfrenta con 150 llaneros a 6.000 realistas
comandados por Morillo... ¡y lo derrotan! Con el famoso grito de: “!
¡Vuelvan caras carajos!".
-Entre los realistas, el jefe más
importante fue el General Don José Tomás Boves, quien libró 11 batallas,
con 7 triunfos y 4 derrotas. Luego Francisco Tomás Morales (4 y 3) y Domingo
Monteverde, también con 4 triunfos y 3 derrotas.
-De los 31 comandantes patriotas, 7
tenían el nombre de José: José Félix Ribas. José Foco. Bermúdez, José Antonio
Páez, José A. Padilla, José R. Guevara, José Sarda y Antonio José de Sucre.
Además de los terribles José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales. Como nota
curiosa final, mientras que ejércitos de dos o tres mil hombres libraban
furiosas batallas en estas tierras, en Europa se enfrentaba Napoleón con el
resto de los países comandando, por ejemplo, en Austerita a 70.000hombres
contra los 90.000 de los emperadores austríaco y ruso; y en 1812 constituyó un
ejército de 450.000 soldados (si, cuatrocientos cincuenta mil) para invadir
Rusia.
Reseña Histórica del Estado Carabobo
Está situado en la región centro norte costera, entre
las Cordilleras de la Costa y del Interior, atravesadas por la quebrada de
Carabobo. Limita con los estados de Guárico y Cojedes al sur, con Yaracuy al
oeste, con Aragua al este, y al norte, con el Caribe. Las batallas de Carabobo
de 1814 y 1821 ganadas por Simón Bolívar a los españoles en las
luchas por la independencia otorgan al estado un importante significado
histórico.
La capital Valencia, se fundó en 1555 por Alonso Díaz
Moreno, con el nombre de Nueva Valencia del Rey, en remembranza de la ciudad
homónima del Mediterráneo español, como base de avanzada hacia la conquista del
interior del país y valles intramontanos, actuó como centro regional desde el
que se redistribuían los excedentes agrícolas. Su participación fue importante
dentro del movimiento independentista en el siglo XIX, registrándose en sus
proximidades la batalla de Carabobo, decisiva para asegurar la independencia de
Venezuela. Sirvió brevemente como capital del país en 1812, 1830 y 1858.
Con la primera división territorial de la República en 1811, pasó a formar
parte de la Provincia de Caracas y con la ley de División Político Territorial
de 1824, es segregada dela provincia de Caracas una nueva provincia con el
nombre de Carabobo.
Luego de sucesivos cambios en su jurisdicción
político-administrativa, en el año de 1917 se realiza la última reforma que
lleva al estado Carabobo a su configuración actual. Según la Ley de División
Político Territorial de 1994, el estado Carabobo está dividido en catorce (14)
municipios, y treinta y ocho (38) parroquias. Los nombres actuales de estos municipios
y parroquias los pueden ver en nomenclador de centros poblados de OCEI.
Otros puntos de interés son el antiguo convento de las Carmelitas y la plaza e
iglesia de la Candelaria, construida por habitantes de origen canario en 1782;
Guácara, Se originó en 1624 como pueblo de indios denominado San Agustín de
Guácara; Guigue, se fundó en 1724 como el poblado Nuestra Señora del Rosario de
Fuente: Casa de Nariño. Autor: Ricardo Acevedo
Bernal (1867-1930).
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El día 24 de junio de 1821 tiene
lugar en el Campo de Carabobo, donde hoy existe un hermoso monumento que la
conmemora, la célebre batalla. En ella se inmortalizaron los batallones
Apure y británico, inmolaron sus vidas Cedeño, Plaza y el Negro Primero, y el
llanero por excelencia, Páez, se cubrirá de gloria. La Batalla fue encarnizada
y cruel; pero la victoria sobre los realistas selló definitivamente la
independencia de Venezuela. El triunfo en Carabobo se debió al valor de todos los
patriotas; pero sobre todo a la genial astucia y valor de Páez y sus llaneros.
Sin duda alguna esta Batalla representa un hecho sin precedente en la lucha por
la independencia de nuestro país
BATALLA DE CARABOBO (tomada de internet con algunas
glosas mías)
Geografía de la Batalla
La región donde se libra la batalla de Carabobo es una
pequeña llanura bordeada al norte y al oeste por numerosas colinas y cerros, al
suroeste de la ciudad de Valencia, en Venezuela. Al norte va la quebrada de Las
Manzanas y la de Carabobo, que da nombre el campo, baja de la montaña al lado
de la Colina del Chaparral.
Bolívar define la estrategia de ataque
El Libertador con el general Antonio José de Sucre,
siendo su ministro de Marina y Guerra, planifica la Gran Batalla de Carabobo,
busca y logra la reunión de su ejército con los de Páez y Urdaneta en el centro
del país, ordena las tácticas que lideran Carrillo, Urdaneta y Bermúdez.
En total se concentran 6.500 hombres provistos de
armamento, cabalgaduras y provisiones. El General José Francisco Bermúdez debe
atacar Caracas para impedir la unión de las tropas realistas. El ejército
republicano subía del sur y la defensa realista en los angostos y tortuosos
desfiladeros, hacía imposible la entrada. Todo esto lo apreció el Libertador
desde la altura de Buenavista, que domina el panorama, y consideró que era
suicida atacar en esta forma al experto general La Torre. Ante la disposición
de Bolívar de organizar el ejército en divisiones, la vanguardia avanza y se
apodera de Buenavista amaneciendo el 24. El Alto de Buenavista dista más o menos
una legua de Carabobo. Desde tal sitio, dice Briceño Méndez:
“observamos que el enemigo estaba preparado al
combate y nos esperaba formado en seis fuertes columnas de infantería y tres de
caballería, situadas de manera que mutuamente se sostenían para impedir nuestra
salida a la llanura". Briceño Méndez agrega: " El camino
estrecho que llevábamos no permitía otro frente que, para desfilar, y el
enemigo no solamente defendía la salida al llano, sino que
dominaba perfectamente el desfiladero con su artillería, con una columna
de infantería que cubría la salida y dos que la franqueaban por derecha e
izquierda".
Bolívar se da cuenta de lo imposible del ataque
frontal y que precisamente, la ocupación de la llanura fue una medida de
previsión del Mariscal español para obligar a su contrario a combatir como él
quería. Aquello alteraba la norma común del Libertador de obligar siempre
al enemigo a la lucha, pero en las condiciones que él imponía. Entonces la
maniobra envolvente la cumplirían Páez, Cedeño, Feriar y Rondón. Páez, con su
división lleva a los Bravos de Apure, y al Batallón Británico con 1.000
jinetes. Cedeño, al frente de la segunda división, comanda al Tiradores,
(dirigida por el teniente coronel Ludwig Flojel), y Vargas (teniente coronel
Antonio Gravete), a lo que se sumaba un escuadrón de caballería.
La tercera división bajo las órdenes del coronel
Ambrosio Plaza, constituida por 4 batallones: el ¨Rifles¨ a cargo del teniente
coronel Arturo Sandes; Granaderos, al mando del coronel Francisco de Paula Vélez;
Vencedor de Boyacá, dirigida por el coronel Juan Uslar; y Anzoátegui, comandada
por el coronel José M. Arguidegui; completado todo esto por un regimiento de
caballería. Las fuerzas republicanas sumaban en total 6.500 hombres.
ESTRATEGIA
Después de la maniobra envolvente, ordenada por el Libertador,
que en plano nacional cumplen Bermúdez, desde Barlovento; que toma Caracas, y
avance hasta La Victoria; Urdaneta, que avance sobre Coro y en su travesía se
una con Carrillo y Reyes Vargas, se mueva hacia San Felipe. De tal suerte, fue todo
concentrándose en la llanura de Carabobo, dejando en Tinaquillo un pequeño
cuerpo de vigilancia.
A medida que el jefe español cede
terreno, Bolívar prieta el cerco, y apresura su marcha acercándose al enemigo, con
el ejército republicano. A esta altura, ya en Cojedes, punto de encuentro de
toda la campaña, el Libertador ha quitado toda iniciativa a La Torre; esto viene
ocurriendo desde que el Jefe español, ordena abandonar a Guanare; perdiendo,
desde luego, impulso y decisión, en el proyectado ataque que aspiraba llevar a
cabo contra el Libertador.
En verdad ¿Tenía acaso La Torre, capacidad para
enfrentar, con las fuerzas bajo su mando, de alrededor de 10 o 15 mil hombres
al principio de la campaña, al ejército patriota, con lo que quedaba de su
ejército?
Ciertamente, La Torre, nunca pensó en la derrota,
para el momento de la batalla contaba con la disciplina, con el poder de sus
armas y provisiones, y sobre todo con sus subalternos, hombres que han luchado
14 años en Venezuela, que conocen su geografía, sus costumbres, y saben que el
enemigo no es despreciable.
Si embargo de aquellos el más respetable era Pereira,
y a éste lo deja Morales en Caracas, para que atienda a Bermúdez.
Comete, además, dos errores graves el Mariscal de
Campo La Torre, antes de la batalla, a saber:
1.- Pasa por alto la ausencia de Pereira, en el campo
de Carabobo
2.- Ordena la distracción de tres batallones para
combatir al jefe oriental y al jefe andino.
¨Era sabido que Pereira valía más que Morales¨.
Entre tanto, el Libertador, en el campo de batalla,
ejecuta limpiamente, otra maniobra envolvente, en un ámbito del campo de
Carabobo: dispone que el ejército marche por la izquierda para envolver al
enemigo por su derecha; maniobra que La Torre no esperaba. Este había confiado
en que Bolívar lo atacaría siguiendo la ruta de Buenavista, zona en la cual la
caballería es nula, por lo abrupto del terreno.
Si se daba esta
coyuntura, el jefe realista consideró fácil la victoria; por eso organizó y
distribuyó sus batallones en la llanura, en espera de una situación que
esperaba, y él había pensado. Cuando se inicia la batalla, el ejército realista
contaba de más o menos 5.000 hombres, poco más de la mitad de lo que hubiese
podido tener, si se hubiese mantenido firme en sus linderos.
La Batalla
El domingo 24 de junio de 1821, se enfrentaron, a las 12 del mediodía, el Mariscal Latorre con 4.079 realistas, contra el Libertador, al frente de 6.500 patriotas.
Apenas la mitad de los efectivos de ambos bandos, pudo
participar en la batalla. La división de Páez reforzada por los batallones
ingleses, inició el ataque, los llaneros y la Legión Británica, haciendo
prodigios de valor avanzaron por corredores imposibles, hasta penetrar bajo
fuego incesante hasta la llanura de Carabobo, llevándose por delante al Burgos.
Generalizada la batalla en varios frentes, Bolívar en
todas partes, con Mariño, como jefe del Estado Mayor, Pedro Briceño Méndez,
responsable de la logística, los llaneros de Páez, haciendo maravillas en el
campo de batalla, al igual que hicieron marchando insolentes, despreciando al enemigo,
bajo fuego incesante por la Pica de la Mona, que eran desfiladeros que en
ciertos sitios no permitían pasar más de uno en fondo, y los desbandaron.
Revisemos, las
divisiones patriotas empiezan a cumplir la acción envolvente ante el
asombro de La Torre, que no apreció la importancia del ataque por la
derecha. Así que tiene que desplazar violentamente al Burgos, el cual, con un
fuego nutrido y poderoso, hace retroceder a los Bravos de Apure. Pero
seguidamente interviene el Batallón Británico, que se inmola e inmortaliza para
salvar la batalla, que permite que el los Bravos de Apure se recuperen y
cumplan el plan del Libertador.
Ante tales sucesos, La Torre ordena avanzar al
batallón de la Reina, sin embargo, para ese momento, la situación de los
realistas se ha ido agravando; pues la División de Cedeño, también ha
penetrado a la llanura, apoyado con la compañía del Tiradores, que le abrió el
camino. Sin embargo, La Torre logra alinear cuatro batallones, para contener el
avance patriota, y no pudo.
Los destacamentos realistas resultan impotentes para
resistir el avance de las fuerzas patriotas.
La Torre mira acercarse la derrota, y algunos cuerpos
del Lanceros del Rey, en vez de acatar la orden de incorporarse al combate,
huyen al azar. La Torre los ve incrédulo, su ejército se desvanecía.
El ejército realista en Carabobo, según información de
Córdoba, tuvo de pérdida, entre muertos, extraviados y prisioneros, lo
siguiente: 2 jefes, 43 capitanes, 77 subalternos y 2.785 individuos de tropa.
Las pérdidas de los patriotas no se contaron, pero debieron ser alrededor de
200 muertos y heridos, según señala Bolívar en su comunicación al
Presidente del Congreso.
Caen combatiendo ante los muros de fuego del enemigo,
soldados de la talla de Plaza, Cedeño, José Julián Mellado, Pedro Camejo,
Scott, Bruno, Farriar. Todos ellos no fueron más que expresión de una virtud
colectiva y sin nombre que ofrendó la libertad ese día.
Lo que siguió a la Batalla
Libre ya Venezuela, pero a pesar de
que las fuerzas realistas abandonaron el Campo de Carabobo, se reforzaron en
Puerto Cabello. El Libertador se mueve con sus fuerzas hacia Caracas,
acompañado de Páez y otros oficiales.
La ciudad seguía con sus casas en
escombros debido al sismo de 1812 y así iba a continuar por 40 o 50 años más.
Había sido la matriz milagrosa que dio a Bello, a Rodríguez, a Miranda, a
Bolívar, y no había tenido tiempo sino para sufrir y esperar.
Al triunfo de Carabobo le sucede la
rendición de La Guaira, con la capitulación del realista Pereira, la toma de
Cumaná y la capitulación de Cartagena. A mediados de 1823 quedan libres las
provincias de Coro y Maracaibo; en noviembre del mismo año Páez ocupa Puerto
Cabello, última plaza realista en Venezuela.
El Libertador va a organizar ahora
el Ejército del Sur, desde Trujillo, se dirige al general José de San Martín y
le dice que su primer pensamiento cuando se dio el triunfo en Carabobo fue para
él, el Perú y su Ejército Libertador, y que nada le será tan grato como ir al
Perú. Más o menos en iguales términos se dirigió también al Director de Chile.
La idea de Bolívar, anunciada años atrás en Jamaica, cobra cuerpo ahora,
máxime que él consideró siempre que su patria era la América y que donde
hubiese pueblos irredentos, tenía que ir a libertarlos.
Después que Pereira bate a Bermúdez
en El Calvario, y le obliga a retirarse hasta más allá de Guarenas, queda dueño
de Caracas. Más atento al resultado de lo que de un momento a otro iba a
decidirse, de lo cual tenía mejor información que Bermúdez y Soublette, aguarda
entre Caracas y La Guaira. Estos pensaban dirigirse al llano en solicitud de
Monagas y Zaraza para continuar la guerra. Enterado Pereira del resultado
de Carabobo, ambuló por el litoral buscando una salida hacia Puerto
Cabello o un barco que también le llevase a este puerto.
Bolívar envió en su persecución a
Manrique, a Silva, a Arguidegui, a Ibarra. Con fecha 1° de julio le dirigió una
comunicación en la cual le ofrecía capitulación honrosa, reiterándole a la vez
los sentimientos de filantropía y liberalidad que animaban al Gobierno. Bolívar
le dijo, además: "Cuando un oficial ha llenado como U. S. sus deberes aún
más allá de lo justo, es una loca temeridad no ceder a las leyes imperiosas e
irresistibles de la fuerza y de la necesidad". Pereira responde y Bolívar
le envía las bases de la capitulación. Bolívar acepta las modificaciones que
hace el jefe realista y le dice que debe ir un oficial a hablar con él acerca
del cumplimiento del pacto "en la inteligencia de que en el término de dos
horas debe ser ocupada la plaza por las armas de Colombia". Finalmente,
Pereira es conducido a Puerto Cabello después de firmar la capitulación.
Según Lecuna muere en este puerto de
fiebre amarilla. Hay consenso favorable en torno a la figura de este honesto
militar que combate fieramente por su bandera y capitula cuando no podía hacer
otra cosa. De los 700 hombres que mandaba, 200 regresaron con él a Puerto
Cabello. Había perdido alrededor de 1.500. Con fecha 6 de julio, el Mariscal La
Torre dijo a Bolívar lo siguiente:
"Excmo.
Señor: Ha llegado a mí noticia que por V. E. han sido tratados con toda
consideración los individuos del ejército de mi mando que han tenido la
desgracia de ser prisioneros de guerra. Doy a V. E. las debidas gracias por
este rasgo de humanidad, que me hace disminuir el sentimiento de la suerte
de dichos individuos; esperando que continuará V. E. de este modo dando pruebas
nada equívocas de que hace renacer las virtudes sociales que habían
desaparecido por el enardecimiento de las pasiones que han desolado estos
fértiles países".
Todavía habrá guerra en la zona de
Coro y Maracaibo y Páez con Bermúdez tomará el Castillo de Puerto Cabello en
noviembre de 1823, cerrando para siempre el proceso de la
emancipación política, al mismo tiempo que Bolívar se dispone a eliminar
de traidores el cuadro político del Perú, donde la oligarquía limeña deseaba la
independencia sin combatir contra España.
Carta de La Torre a Bolívar.
Cuartel de Puerto Cabello, 6 de
julio de 1821. O'Leary, M.D., XVIII, 368.
La más honda y noble manifestación
que surge después del triunfo de Carabobo, se debe al Libertador. Desde
Valencia se dirige al Presidente del Congreso de la Gran Colombia y le expone
que la sabiduría de tal cuerpo está de acuerdo con las leyes existentes en
favor de la manumisión y que ese favor pudo extender su beneficencia sobre los
futuros colombianos que son recibidos en cuna cruel y salvaje. "Los hijos
de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia, continúa, deben ser
libres, porque esos seres no pertenecen más que a Dios y a sus padres, y ni
Dios ni sus padres los quieren infelices". El Congreso pues, debe decretar
la libertad absoluta de los que nazcan en territorio de la República
"conciliándose los derechos posesivos, los derechos políticos y los
derechos naturales". Tal solicitud la hacía Bolívar como "recompensa
de la Batalla de Carabobo, ganada por el Ejército Libertador, cuya sangre ha corrido
por la libertad".
Tal aspiración de Bolívar no era nueva, pues desde su
Cuartel General de Carúpano, el 2 de junio de 1816, decretó la libertad
absoluta de los esclavos y el deber de todo hombre, desde los 14 hasta los 60
años, es el de presentarse en su distrito para su alistamiento en
las banderas de la República. Con fecha 6 de julio, en proclama a los
habitantes de la provincia de Caracas, dijo elocuentemente: "La
naturaleza, la justicia y la política, piden la emancipación de los esclavos:
de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán
ciudadanos" y el 16 de julio de 1818, desde Angostura, en nota al
Presidente de la Alta Corte de justicia, le reiteraba y enumeraba a la vez su
decisión en pro de la libertad de los esclavos y las oportunidades en que
la había decretado y le decía al final: "Nadie ignora en Venezuela que la
esclavitud está extinguida entre nosotros".
Parte de la Batalla de Carabobo
Al Excelentísimo señor
Vicepresidente de Colombia. Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria
el nacimiento político de la República de Colombia. Reunidas las divisiones del
Ejército Libertador en los campos de Tinaquillo el 23, marchamos ayer por la
mañana sobre el Cuartel General enemigo situado en Carabobo, en el orden
siguiente: La primera división, compuesta del bravo batallón británico,
del Bravo de Apure y 1.500 caballos a las órdenes del señor general Páez.
La segunda, compuesta de la segunda brigada de La Guardia con los batallones
Tiradores, Boyacá y Vargas, y el Escuadrón Sagrado a las órdenes del
señor general Cedeño. La tercera, compuesta de la primera brigada de La
Guardia con los batallones Rifles, Granaderos, Vencedor de
Boyacá, Anzoátegui y el regimiento de caballería del intrépido coronel
Rondón, a las órdenes del señor coronel Plaza. Nuestra marcha por los
montes y desfiladeros que nos separaban del campo enemigo fue rápida y
ordenada.
A las 11 de la mañana desfilamos por nuestra
izquierda al frente del ejército enemigo bajo sus fuegos; atravesamos un
riachuelo, que sólo daba frente para un hombre, a presencia de un ejército que
bien colocado en una altura inaccesible y plana, nos dominaba y nos cruzaba con
todos sus fuegos. EL bizarro general Páez a la cabeza de los dos batallones de
su división y del regimiento de caballería del valiente coronel Muñoz, marchó
con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora toda él fue
envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de estas
tropas. El batallón británico mandado por el benemérito coronel Farriar pudo
aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de oficiales.
La conducta del general Páez, en la
última y en la más gloriosa victoria de Colombia lo ha hecho acreedor al último
rango en la milicia, y yo, en nombre del Congreso, le he ofrecido en el campo
de batalla el empleo de General en Jefe de ejército. De la segunda división no
entró en acción más que una parte del batallón de Tiradores de La Guardia que
manda el benemérito comandante Heras. Pero su general, desesperado de no poder
entrar en la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo
contra una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que
merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La
República ha perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra;
ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo
las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los
honores de un triunfo solemne.
Igual dolor sufre la República con la muerte del
intrepidísimo coronel Plaza que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se
precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El coronel Plaza es acreedor a
las lágrimas de Colombia y a que el Congreso le conceda los honores de un
heroísmo eminente. Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros jefes y
oficiales en perseguirlo fue tal que tuvimos una gran pérdida en esta alta
clase del ejército. El boletín dará el nombre de estos ilustres. El ejército
español pasaba de seis mil hombres, compuesto de todo lo mejor de las
expediciones pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos
hombres habrán entrado hoy a Puerto Cabello.
El Ejército Libertador tenía igual
fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido la
batalla. Nuestra pérdida no es sino dolorosa: 200 muertos y heridos. El coronel
Rangel, que hizo como siempre prodigios, ha marchado hoy a establecer la línea
contra Puerto Cabello. Acepte el Congreso Soberano en nombre de los bravos que
tengo la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y
más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla. Tengo el
honor de ser con la más alta consideración, de V. E. atento, humilde servidor.
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