lunes, 3 de octubre de 2016

PEDRO DE CÓRDOBA Y EL CACIQUE CAWANÁ




RAMÓN BADARACCO








PEDRO DE CÓRDOBA
Y EL
CACIQUE KAWANÁ











Cumaná, 2015









Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título de la obra: Detalles de la fundación de Cumana

Diseño de la cubierta  R. B.
Ilustración de la cubierta  R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná

cronista40@hotmail .com
academia.sucre@gmail.com
Cel. 0416-8114374



















INTRIOTO

El hecho histórico de establecer la fundación de Cumaná en 1515,  es muy significativo,  aunque sabemos que ya el pueblo como tal existía desde años atrás de tal suerte que muchos otros pueblos lo reclaman: Panamá y Veracruz en 1519, y otros que desaparecieron por muchos años, como Nombre de Dios y Santa María de la Antigua que han vuelto a la vida; por eso,  la fundación de Cumaná,  ha sido negada o tergiversada, en detrimento de nuestra  historia, y muchos cumaneses desprevenidos han caído en el juego contra nuestros intereses históricos y por ignorancia; por eso tenemos el deber de poner los puntos sobre la ies y rescatar los hechos y las pruebas  para nuestra historia, utilizando los mismos argumentos de los que nos despojan.

La historia de la fundación de Cumaná es  distinta a la de otras ciudades del País y del mundo, pues está íntimamente ligada al proceso evangelizador y humanista preconizado y ejecutado por Fray Pedro de Córdoba y su experiencia civilizadora.

Este gran maestro de la cultura, organizó varias expediciones para lograr su propósito de impetrar  su orden religiosa en la tierra firme del Nuevo Continente  e intenta fundar y funda la primera misión en tierra firme en el puerto de Cumaná, que ya se conocía con el nombre de Puerto de Perlas  y así cambiar el sistema de conquista inhumano que se desarrollaba en las islas del Caribe por el de la evangelización, la conquista pacífica y evangélica del espíritu con la palabra de Cristo y bajo el patrocinio del Rey Fernando el Católico,  con un pacto de convivencia con los indígenas Kaimas, del cacique Kawaná catequizado por el mismo Pedro de Córdoba, y llevado a Santo Domingo donde fue adoctrinado y bautizado  con el nombre de Don Alonso.  

La historia de Cumaná de esos primeros tiempos es muy rica desde todo punto de vista, no solo por el hecho simple de la fundación de derecho porque ya existía de hecho  del primer pueblo del Imperio Español en América, sino por la trascendencia histórica y universal que adquiere ese hecho en Cumaná, y el humanismo y filosofía que trasciende. Eso podemos apreciarlo cuando, en los últimos tiempos, historiadores de la talla de Juan Manzano Manzano, Demetrio Ramos, Enrique Otte, Vicente Rubio, Ricardo Castillo Hidalgo, Hermann González Oropeza, Lino Gómez Canedo, Álvaro Huerga, Guillermo Morón y otros, han incidido en estos hechos fundacionales pero con notables errores y confusiones imperdonables. .      

Del trato de los españoles para con los indígenas y la defensa que hace Pedro de Córdoba en las cortes, nace toda una filosofía de negación y afirmación. Las Casas, Vitoria, Suarez y decenas de ilustrados filósofos en las cortes y universidades, y los reyes promulgan  leyes y cedulas reales, los políticos discurren, nacen las leyendas negras y doradas y el monumento de las leyes de indias.

Se escriben libros importantísimos, se discute sobre la dignidad de los indígenas, intervienen los obispos y hasta el Papa. Todo eso lo desencadena un hombre llamado Pedro de Córdoba, y un pueblo llamado Cumaná.

En el proceso fundacional de la ciudad de Cumaná, tenemos que aceptar que ocurrieron hechos notables que aún no han sido tratados con rigor científico, o bien interpretados por los geo-historiadores, lo que ha servido para crear dudas en relación con el hilo histórico de la ciudad. Es natural que exista confusión en los nombres de los caciques, los ríos, los reinos, pueblos, naciones indígenas, etc. por ejemplo el nombre del rio Chiribichii de Cumaná y el río Chiribiche de Santa Fe; el nombre del cacique Cawaná, que quiere decir “Gran Río”, y la palabra Cumana, que quiere decir frijol.

Otros pormenores que debemos dilucidar y tienen mayor importancia es el de los fundadores, personajes que enriquecen nuestra historia y no la desvirtúan, como nos lo hacen creer.

Se nos quiere obligar a aceptar a Gonzalo de Ocampo, un personaje que asesinó a muchos caciques y padres de familia, y nos lo venden como fundador. Todos sabemos que fundó un campamento, al cual llamó “Villa de Toledo”, muy lejos de Nueva Córdoba y duró menos de un mes. Otros optan por Castellón, porque fue un importante hombre de negocios que vino a pacificar a los indígenas levantados contra los españoles de la isla de Las Perlas y lo logró en un pacto con el cacique Tacar, bautizado Don Diego.

Otro hito es “Isla de las Perlas”, donde se construía el fuerte de Santa Cruz de La Vista, y eso no tenía nada que ver con La Nueva Córdoba la misión que crecía y se enriquecía protegida por el Imperio que no permitía que nadie entrara a la misión sin el permiso de Pedro de Córdoba y por eso crecía en paz y seguridad  como podemos verla dentro de la empalizada que construyó en derredor, el mismo Castellón después del terremoto de 1530 que no la destruyó porque después del terrible terremoto que asoló el Puerto de Las Perlas Castellón terminó el fuerte de Santa Cruz de la Vista y reconstruyó la ciudad.    

Los otros personajes que con diferentes títulos llegan a nuestro territorio ocupan lugares separados y a veces muy lejanos de la Misión de los dominicos y franciscanos como es el caso de Gonzalo de Ocampo que entrando por la boca principal del rio se ubica a media legua rio arriba tal vea donde después llegó Fernández de Serpa.  

Muy tarde  llega Fray Francisco de Montesinos, 1562,  que no pasa de la desembocadura del rio Tacar donde estaba el campamento de Francisco Fajardo y allí se establece en el campamento de Fajardo, a orillas del río Tacar y allí levanta su célebre acta constituyendo del primer Cabildo de la ciudad, en esos tiempos, a una distancia lejana, creo que 4 leguas de la Nueva Córdoba, que esplendía como puede apreciarse en dibujos de 1600 y descrita en el expediente de la muerte del conquistador nacido en Cumaná como lo dice el mismo en el acta de Montesinos el capitán cumanés Francisco Fajardo todo un príncipe del reino de los Tiaos de la ciudad de Guaravera el cacicazgo de Charaima padre de Isabel la madre de Fajardo  que fue sentenciado a muerte en la Alcaldía de Cumaná por haber reclutado tropas que estaban protegidas por el Imperio y su cadáver arrastrado por sus calles y expuesto en la Plaza Mayor de Nueva Córdoba

LOS FUNDADORES

Pedro de Córdova y Kawaná

Cada día que pasa y es estudiado apasionadamente,  resaltan más claras las figuras de Kawaná y del padre Pedro de Córdoba.  

Veamos primero la figura de Pedro de Córdova  reconocido como el maestro de Bartolomé de Las Casas - Pedro y las Casas algo así como Sócrates y Platón.

La vida y acción de Pedro de Córdoba está unida a la del obispo de Chiapas,  Bartolomé de Las Casas o Casuas. El notable historiador don Demetrio Ramos, dice: “La autoridad que para Las Casas  tenía el P. Córdoba se nos revela  en la aceptación de un especial  magisterio  con el que su personalidad queda dibujada en la del clérigo” . 

Dice Bartolomé de Las Casas que Fray Domingo de Mendoza, hermano de fray García de Loaiza, arzobispo de Sevilla y cardenal Presidente del Consejo de Indias, seleccionó a Pedro de Córdoba para que lo sustituyera en el mando de la avanzada dominica que vendría al Nuevo Mundo, y con él, tres sacerdotes muy calificados que emprenderían  la empresa de sembrar la orden dominica  en la capital de la risueña Quisqueya,  la Española, sede del imperio en América.  Quisqueya, la isla descubierta por Colón el 5 de diciembre de 1492, a la cual llamó “La Española”, segunda isla en extensión territorial, de las Antillas mayores  del  océano atlántico,  mar que conocemos como  mar Caribe o de las Antillas, sufrió como ningún otro lugar el impacto de la conquista.  La isla inmensamente poblada en aquellos tiempos  mide 1575 Km. cuadrados -hoy conforma el territorio de dos repúblicas,   la República Dominicana  y la Republica de Haití- se dividía en muchos reinos aborígenes perfectamente definidos por Las Casas, como luego veremos.

 Pedro de Córdoba, fue un sacerdote  a quien Dios Nuestro Señor dotó de muchos dones,  gracias corporales y espirituales, que  fue elegido para una misión administrativa, si se quiere, pero él la convirtió en una empresa sin igual.  Los que lo conocían nunca imaginaron que podría lograrlo, tenía el inconveniente de sufrir  un continuo dolor de cabeza que le impedía, en cierto grado, algunas actividades, por ello  Las Casas dice:

“Y lo que se moderó en el estudio, acrecentolo en el rigor de la austeridad y penitencia  todo el tiempo de su vida, cada y cuando las enfermedades le dieron lugar”(2).
Fue excelente predicador, ejemplo dentro del sacerdocio en  virtud y  penitencia, que lo elevaron siempre entre sus compañeros y feligreses.
Agrega Las Casas: “Tiénese por cierto que salió de esta vida tan limpio  como su madre lo parió” (3).
Estudio en el colegio  “San Esteban” de Salamanca, y probablemente, como dice  Hernann González Oropeza, fue “formado espiritualmente por fray Juan Hurtado de Mendoza” (4), el formidable maestre de Salamanca;  y se perfeccionó en Santo Tomás de Ávila, la casa mayor de la “Cristiandad” para ese entonces. Fue compañero de estudios de Antonio de Montesino, Tomás de Berlanga, Domingo de Betanzos, y otros ilustres prelados, que luego fueron los seleccionados para acompañarlo en la empresa evangelizadora de América; esto por si solo basta para considerar las dotes que adornaban a este insigne conquistador del espíritu, cuya labor ilumina la terrible experiencia humana de la conquista del Continente, y disipa, aunque sea un poco, las oscuras nubes que denigran de la noble y heroica raza hispana.

         A este hombre extraordinario encomendaron los dominicos y el superior Fray Domingo de Mendoza, para que le ayudase a realizar o proseguir la empresa fundacional en el Nuevo Continente; igualmente convocó a otros religiosos para que lo acompañaran, entre ellos al famoso Fray Antón de Montesinos y al padre Fray Bernardo de Santo Domingo “poco o nada experto en las cosas de este mundo, pero entendido en las espirituales, muy letrado y devoto y gran religioso”.

         Fray Pedro de Córdoba, hizo varias expediciones para fundar y gobernar las misiones de  Cumaná y Santa Fe;  el Vicario de las Indias, el hombre más importante después de Colón, venido al Continente a principios del siglo XVI, autorizado para fundar las primeras misiones en la tierra firme, como lo dicen los cronistas y el más importante de todos, Bartolomé de Las Casas (Biblioteca de Autores Españoles. Obras Escogidas. Tomo XVVI. Pág. 133).

Dice Las Casas que, en las Islas, Santo Domingo y Cuba,  Pedro de Córdoba, se da cuenta de la forma inhumana y despiadada como se realiza la conquista, y sabe que esta misma forma será trasladada al Continente, por ello pide al rey Fernando El Católico, que le dé licencia para trasladar su Orden a tierra firme, e inventa “La conquista pacífica y evangélica de la tierra firme”; y el Rey mandó que se le dieran los despachos a su voluntad. Los dominicos fueron los primeros misioneros que llegaron al Puerto de Las Perlas, Cumaná, entre 1513 y 1514.         

Toda esta historia está debidamente corroborada por  cédulas reales, cartas, crónicas, y un asiento del 14 de junio de 1.510” (inserto en los Documentos Americanos del archivo de protocolos de Sevilla, Siglo XVI. Madrid 1.935, p. 20). Consta que los ilustres padres dominicos disponían entonces lo relativo a su viaje a la isla española. Dice el asiento: “libro del año 1.510, Oficio: IV. Libro III. Escribanía: Manuel Segura. Folios: 1.812. Fecha 14 de junio. Asunto: Fray Domingo de Mendoza, fraile profeso de la Orden de los Predicadores del Sr. Santo Domingo, Vicario de los Frailes de Dicha Orden, que han de residir en la Isla Española, Indias, islas y Tierra Firme, en su propio nombre y en el del R. P. Fray Pedro de Córdoba, vicario de las indias, y por, virtud de las cartas y licencias que tiene el R. P. Fray Agustín Funes, Provincial de dicha Orden en los Reinos de España y del dicho R. P. Pedro de Córdoba, nombrado procurador al doctor Juan de Hojeda, físico, vecino de Sevilla en la collación de Santa María Magdalena, para que cumpla lo contendido en las citadas cartas y licencias”.


LOS ABORÍGENES DE LA PROVINCIA DE NUEVA ANDALUCIA.

Según los cronistas de Indias, y los frailes aragoneses, especialmente José de Ateca, -1739- Agustín de Frías -1660- y fray Francisco de Tauste, 1678- se refieren a Los Chaimas, como la etnia más numerosa de la Provincia de Nueva Andalucía. De ellos decía fr. José de Ateca, 1739- que formaban una nación “belicosa, altiva, soberbia y numerosa mucho,  y sin embargo las misiones antiguas y modernas, que han formado los misioneros capuchinos en esta provincia de Cumaná desde 1653, son de ésta nación”.

         Los Coacas del valle de Cumanacoa, forman otra etnia importante, de carácter fuerte, agrupados  en las misiones de   San Lorenzo Mártir, San Antonio de Capayacuar, San Juan Bautista, y San Fernando Rey, para las mismas fechas.

Los Parias y Arecunas –caribes-, que al principio -1498- habían sido muy numerosas en el Este de la provincia,  cuando llegaron los misioneros aragoneses y los Cronistas de Indias -1739-,  habían huido hacia el Sur, hacia la Guayana. Con ellos no se pudo formar misiones ni pueblos en los primeros  tiempos.  Poco después Fr. Lorenzo de Zaragoza, en 1696, envía carta al gobernador de Cumaná, dice que esta etnia estaba libre de Encomienda por los servicios prestados a ellos y a las autoridades españolas”. Los pocos caciques que quedaban fueron cristianizados. 

Los Guaraunos del Delta del Orinoco, cuya lengua era desconocida por los misioneros, apenas pudieron formar una misión con ellos unidos a los chaimas.  Fr. José de Ateca, manifestaba que esta etnia abundaba en la zona ya dicha, en la isla de Antica, Guarapiche y Golfo Triste, que así llamaban los españoles al Golfo de Paria. Etnia que era de trato fácil y familiar.

El primero que calculó el número de indios de la provincia de  Cumaná, fue  Fr. Sebastián de Mahón, en un Memorial de 1696 a las autoridades de Santo Domingo, donde afirmó que habían 50 mil indios varones, y agregaba, que otros afirmaban que pasaban del millón.

Por mi parte afirmo que los Chaimas de Cumaná, etnia muy numerosa a la llegada de los españoles, huyeron hacia el interior, acosados por las migraciones Arahuacas y Guaiqueríes, que pactaron con los españoles, y que entraron a las costas de Cumaná en oleadas a mediados del siglo XVI.  Es muy difícil saber cuántos indígenas poblaban estas tierras antes de la llegada de los conquistadores.

Según el mejor cronista de esta provincia Fr. José Antonio Ramos Martínez, en su Historia de Cumaná y la Nueva Andalucía, las etnias más importantes de la provincia de Cumaná en esos años iniciales, eran: Chaimas, Coacas, Tagares,  Guaraunos, Chaimagotos, Onas, Cumanagotos, Chacopatas, Pariagotos, Tapacuares, Caribes, Aruacas o Arawacos, Guaikeríes, Cacheimes, Chacachacares, y otros.  Los Guaikeríes racialmente son los mismos caribes, arecunas  y arawacos.

Los misioneros capuchinos fundaron, con  base en la etnia Chaima, 45 pueblos, construyeron sus iglesias  y evangelizaron 100 mil indígenas, en 150 años. 

Los caciques  más destacados de la provincia de Cumaná, eran: Cumaná, bautizado Alonso, Tacar bautizado Diego, Caicuire, llamado Caigüire,  Maturín, Uricuar, Sacana, Nicoto, Güaipata, Querecrepe, Chacopata, Macatoa, Cüarica, Querepana, Omegüa, Charaima, padre de la cacica Isabel, madre de Francisco Fajardo; el imponderable Cayaurima, Toronoima, llamado Gil González, Maraguey, Cariaco, Cucay, Cuserú, Chacomar, Güaramentar, Juan Cavare, Manoa, Mayucarí, Maicana, Querepana, Tiricura,  Queneriqueima, Tucubera, Uriapari, Zapata, Paria y el caribe Ocapra.
Nota para mi, pasó por alto al cacique Cawaná, por cierto el más importante, tanto que la ciudad  le debe  su nombre y su gloria.

Las obras que debemos consultar para un mejor estudio de este tema sobre los primeros tiempos, son: “Misión de los Religiosos Capuchinos”, de Francisco de Tauste, publicado el 25 de agosto de 1678. Otra obra importante es “Por la Venezuela Indígena de Ayer y de Hoy, de Fr. Nicolás de Olot, Otra es “Los Primeros Historiadores”, y “Misión de los Capuchinos en Cumaná”  de  Fr. Buenaventura de Carrocera. Otra, relacionado con las lenguas, “Venezuela Precoloniana”, de Bartolomé Tavera Acosta. 



EL CACIQUE KAWANÁ.


         El Cacique Kawaná -Don Alonso para los españoles. Los hispanos no podían llamarlo Rey y por eso le dieron el Don;  fue el cumanés más importante de los primeros tiempos de la conquista. Entra a la historia como  protagonista del primer desencuentro de las dos culturas.  Me interesé en él, desde que leí la obra de don Juan Manzano M. “Colón descubrió América del Sur en 1494”, en esta obra, nos cuenta como el Cacique de Cumaná, recibió a los españoles y encargó a su hijo, para que los atendiera.

Este indígena extraordinario, es el que recibe a los que venían a Cumaná desde 1494 y tal vez antes si consideramos la incógnita que nos dejó Bartolomé de Las Casas, cuando dice que:  “venían al Puerto de Perlas” en busca de agua, maíz, casabe, tabaco, pescado salado,  y perlas, que las había en abundancia, como nos lo cuenta también  Girolano Benzzoni;  y el Cacique se dio a conocer como un hombre sabio, trabajador porque era el mayor constructor de barcos entre la indiada; justo y magnánimo, que se dio cuenta de lo importante que era la educación de los niños, y permitió la fundación  de  un pueblo de extranjeros, y la construcción de los templos, y el mismo envió a sus niños  y a los de otros caciques y familias importantes, a esa  escuela fundada por los misioneros dominicos y franciscanos en el inicio de la transculturización.

El  primer encuentro de los españoles con el cacique Kawaná,  ocurrió el 23 de diciembre de 1493 (Esta fecha la da el Ing. Víctor Silva Bermúdez, el cual hizo el cálculo tomando en cuenta el tiempo ignorado de la travesía, desde la salida de un punto en Santo Domingo hasta la desembocadura del río Cumaná y su regreso.  Veamos como lo cuenta Juan Manzano M., glosando a Bartolomé de Las Casas y a Ángelo Trevisan. 

“El veneciano, nos dice que los expedicionarios, saliendo de la Española, navegaron primero con rumbo Oeste “hacia la tierra cercana llamada Cuba; con orden precisa de dirigirse después hacia el Sur y Sudeste, hasta alcanzar un lugar, donde, según los informes que poseía el Almirante, existía un rico vivero de ostras perlíferas. Tras doce días de navegación, las cinco carabelas arribaron a un puerto muy bueno. A su llegada, se aproximaron a los navíos españoles dos canoas indígenas, con seis pescadores, los cuales mostraban claramente en sus semblantes la alegría y contento por la visita de los recién llegados,   dando la impresión de que estos hubiesen estado otras veces allí  (Como se fosseno stati altre volte li -Trevisán).

¿Qué paraje era este donde recalaron las carabelas españolas?  Se pregunta Manzano. Escuchemos a Gómara. “El Señor de Cumaná, que así llamaban aquella tierra  y río, envió a rogar al Capitán de la flota que dembarcase y sería bien recibido”.

Si aquella tierra, como dice Gómara, era la de Cumaná: el puerto muy bueno  -de la relación de Trevisan -  donde fondearon los navíos españoles, tenía que ser necesariamente el gran golfo de Cariaco, de catorce leguas de fondo, a cuya entrada  se encontraba el río de Cumaná, que daba nombre a toda la provincia”. 

Juan Manzano M., Trevisán y Girolano Benzzoni, también nos cuentan cómo llegó Colón al puerto de Cumaná, y como los indígenas los recibieron y subieron a las naves y se admiraron de las “gúmenas “y demás cosas de sus naves, y el Cacique del pueblo, que los recibió,  los acogió, y les dio casa y comida, y “holgó” mucho con ellos. Lo que significa que era todo un Señor, un Jefe venerado y respetado por su pueblo, y que además los conocía.

  Era costumbre de los hispanos llamar la tierra con el nombre de su Cacique, así fue por ejemplo con “Urabá” de Darién, y desde entonces llamaron a ese puerto “Urabá”.  Además percibo un error en la pronunciación y escritura actual de los nombres de Cumaná que debe ser KAWANÁ, como  en el del río Chiribichii, que debe ser KIRIBIKI, como lo percibe y explica Bartolomé Tavera Acosta.

Pedro de Córdoba, fundador de las misiones dominicas de Cumaná y Santa Fe, escribe el nombre del río de Santa Fe, CHIRIBICHE, y seguramente lo pronunciaba Kiribike. La “K” se escribía “CH”, según Tavera Acosta, como hemos dicho antes.
 
Los cronistas e historiadores confunden, y logran confundir,  los nombres de los ríos de Cumaná y Santa Fe, y por eso tienen problemas en la ubicación de los hechos de esas dos misiones.   Muchos historiadores y cronistas que “arriman leña para su costal”, le restan a Cumaná un montón de años de su verdadero nacimiento, por esta razón. Pero luego la historia no les da, es decir lo confunden todo.  


Tanto fue su crédito que los españoles dieron al Cacique, que lo invitaron a Santo Domingo, y él fue con ellos, y aprendió rudimentos del idioma y de su religión, y lo bautizaron con el nombre de  Alonso, y se ganó el Don en muy poco tiempo. Era todo un “Pater familia”, un jefe digno y noble.
 
Del libro de Vicente Rubio O. P. “Los Primeros Mártires dominicos de América”, tomo esta nota: “El cacique Don Alonso, que era el reyezuelo del lugar, los recibió con gran respeto y cordialidad, incluso les hizo una choza o “bohío”. Otra mención hace Reginaldo Montesinos: “No en balde hacía poco que aquel cacique “había venido a la isla Española con una nao que por allí (el litoral venezolano)  había pasado y tornáronlo cristiano, y estuvo en nuestro convento en la isla Española”.

Entendemos que pasó un buen tiempo en el convento de los dominicos, donde aprendió a tratar a los castellanos. Cuando estos vinieron a Cumaná en 1513, seguramente lo acordaron, y él  los recibió y los ubicó en un lugar estratégico, cerca de Los Cerritos, médanos protectores, de arenas blancas frente al mar, playa de Ostia la llamaron, cerca también, la desembocadura del rio por el golfo de Cariaco, una isleta, a un tiro de ballesta desde la orilla del mar; mas allá las cumbres del Pan de Azúcar.

Los Cerritos, médanos, que los había en nuestras playas, yo tuve el privilegio de conocer los de San Luis, que estaban allí hasta hace poco tiempo, iguales a los de Paraguaná en el estado Falcón; aquellos quedaban en la desembocadura del río Chiribichií, -la última luenga, como dice Las Casas-, y lo corrobora el sabio Bartolomé Tavera Acosta, que así se llamaba nuestro río en el idioma Caribe o Chotomaimu -como lo denomina Mark de Civrieux-.

Allí se establecieron los misioneros y desarrollaron la misión y la escuela, en el puerto que comenzó a poblarse en 1504, era conocido como “Puerto de Perlas”, luego “Misión de Córdoba”, después “Nueva Córdoba”; se puede decir que esta ciudad, embrión de “Cumaná”, es en buena parte obra del Cacique.

Los misioneros de 1514, se ufanaban que podían, bajo su protección, entrar en la tierra firme más de 8 leguas sin ningún obstáculo, seguramente era todo el territorio del reino de Alonso.

Alonso y su familia fueron secuestrados en setiembre u octubre de  1514, -esta fecha la he calculado porque los indígenas los sentenciaron a muerte y esperaron 4 lunas para ajusticiarlos y porque Pedro de Córdoba, regresó a Cumaná el 10 de febrero de 1515, a saber de los misioneros y supo que los habían sacrificado. Alonso y su familia fueron secuestrados  por una armada española bajo el mando de  Gómez de Rivera; al parecer, pereció en Santo Domingo, como afirma Las Casas, prisionero o tratando de rescatar a su mujer,  familiares y sirvientes, que habían sido vendidos como esclavos. Muchos historiadores vienen estudiando a este recio personaje de los primeros tiempos de la conquista.

         Bartolomé de Las Casas dice que los caciques de Cumaná se distinguían por el número de barcos que poseían, eran buenos constructores de barcos, por lo tanto Alonso de Cumaná, era el más rico y poderoso de la Costa de Las Perlas: “Que por allí se pescaban cerca”, Cristóbal Colón, dixit. 


EL RAPTO DE CAWANÁ o DON ALONSO Y SU FAMILIA. VISTO POR DON VICENTE RUBIO. Con algunas glosas mías.

El acucioso investigador e historiador don Vicente Rubio, en relación con la captura de Alonso y familia, nos da los siguientes datos y argumentos:

“Todo se inició en una conjura en Santo Domingo”, veamos: 

“El 5 de agosto de 1514 era convocada una reunión en casa del Licdo. Marcelo de Villalobos, uno de los tres jueces de Apelación (12). Once personas más asistieron a ella: El Lcdo. Juan Ortiz de Matienzo, colega de Villalobos.  Gil González Dávila, contador de la Isla. Juan de Ampiés, factor de la misma. Pedro de Ledesma, secretario de la Real Audiencia.  Cristóbal Sánchez Colchero, naviero. Juan de León, vecino de Santo Domingo. Gómez de Ribera, ídem (13).  Diego Caballero, ídem (13 bis). Bartolomé Palacios. Ídem (14).  Diego Bernal, ídem. Y Juan Fernández de las Varas (15), el cual se hizo representar por un tercero.

 Entre todos acordaron organizar una expedición o “armada” “contra los caribes de las islas cercanas”; éste razonamiento equivalía a “ir a la cacería de indios”.  Nada importaba que los nativos cazados fuesen en verdad “caribes” (antropófagos según les convenía)   enemigos de indios “guatiaos”, como de los colonos hispanos; al volver de la cacería y a la hora de declarar su mercancía humana ante las autoridades del puerto de Santo Domingo… “Siempre los armadores  hacían pasar a todos sus aborígenes apresados como “caribes” sabiendo que así la ley les amparaba”.

Constituida por aquellos individuos la expedición, “gastos y beneficios se repartían por partes iguales entre los doce socios.  Tomarían parte dos naves pertenecientes a dos de los socios: el navío “Latino” de Cristóbal Sánchez Colchero y el barco de Palacios.  Juan de León fue nombrado capitán de la armada; Pedro de Ledesma y Diego Caballero, recibieron el encargo de proveer y despacharla…

         Aportaron capitales, además de los socios de la empresa, el repartidor de los indios de la Española: Rodrigo de Alburquerque, que poco después sería nombrado alcalde mayor de la isla, y el procurador de Santo Domingo Juan García Caballero.  Probablemente también invirtió capital en la empresa el tercer oidor, Lucas Vázquez de Aillón, pariente de la mujer  de Gómez de Ribera; éste último fue  nombrado veedor de la amada… La expedición se dirigió primero a la isla de San Vicente, donde tras saltar  a tierra, el capitán Juan de León y el naviero y maestro de su nave,  Cristóbal Sánchez Colchero, fueron matados por los indios.  Muertos dos de los jefes de la expedición, asumió el mando de la armada Gómez de Ribera. Ordenó tomar rumbo a “Puerto de las Perlas”, donde rescataron perlas de los indígenas y también se dedicaron a pescarlas.
 
Siguiendo su camino “la costa abajo”, cogieron cautivo en la provincia de “Portugal” (17), tierra de “guatiaos”, a un cacique de paz, don Alonso con 18 personas. La traída de los indígenas a la Española sería motivo de revelar públicamente, por primera vez, las ambiciones desmedidas de los empresarios antillanos”
Desde aquí se apartan del relato de Bartolomé de Las Casas, que para mí es el propósito de este libro, burlar a Las Casas, porque lo consideran un enemigo de España. Entonces hablan de Portugal por Pertigalete, y del rio Chriviche, como lo escribe Pedro de Córdoba, que es el de Santa Fe; y de esa confusión vienen todos sus errores, no saben ni entienden que el río de Cumaná se llama Chiribichii, la última luenga, igual o perecido al de Santa Fe, pero con una pequeña diferencia, la “ i ” final alargada, pero es el “Cawaná” o sea el gran rio del reino de Alonso “Cawaná Chiribichií”.

Y es en la desembocadura del rio Chiribichií donde están los misioneros dominicos de Pedro de Córdoba en 1514, donde son raptados Don Alonso su mujer y 17 familiares o personal de servicio del cacique. Y es de este rapto de donde viene toda la historia de aquel evento, que da a conocer a Cumaná en la Corte del Rey Fernando el Católico, y de ese rapto que proviene el interés de Las Casas, de Vitoria y de Suarez por Cumaná, que se impregna la filosofía humanitaria de aquellos tiempos. No podemos perder ese hito histórico, del cual se han ocupado tantos cronistas de indias e historiadores y hasta el Vaticano.  

 Pero en interés de la historia veamos como continúa Vicente Rubio este pasaje.

“En esta página del historiador Enrique Otte estamos de acuerdo con él en lo que se refiere a la armada organizada en Santo Domingo el 5 de agosto de 1514 para ir a saltear indios. Estamos igualmente de acuerdo con él en que, muertos en la isla de San Vicente los dos jefes de la expedición (Juan de León y Cristóbal Sánchez Colchero), asumió el mando de la armada Gómez de Ribera, que es a quien Bartolomé de Las Casas, sin nombrarlo responsabiliza del posterior desastre ocurrido . Pero no estamos de acuerdo en que a  la “Costa de las Perlas”, Cumaná, Paria o provincia de “Portugal” o de Maracapana, como algunos la llamaban, llegasen dos barcos; el relato coetáneo de Reginaldo Montesino habla solo de un navío. Quizá el otro barco  -el de los dos jefes muertos en San Vicente- fue incendiado por los nativos de aquella isla, o quizá quedó  destruido por la “broma”  -comején- o tal vez regresó a la Española  para dar noticia  sobre el triste final de sus patronos. Tampoco estamos de acuerdo con Las Casas en que ahora cogieran cautivo “a un cacique de paz, don Alonso con 18 personas”, a pesar de que esto mismo repite Otte (20). Reginaldo Montesino únicamente habla de que solo fue presa “la mujer del dicho cacique” y diecisiete criados y criadas de su casa”.

”Tocante al cacique, Montesinos expresa que cuando los dos misioneros dominicos, Fernández de Córdoba y el hermano Garcés, aportaron al valle de Chiribichí.
“…hallaron un señor que se llamaba Alonso, el cual días pasados avía   venido a la isla Española con una nao que tte  Otte por allí avía pasado y tornárolo  christiano, y estovo en nuestro convento en la isla Española”.

Montesinos no se confunde él está diciendo la verdad porque Alonso es el cacique de Cumaná del valle de Chiribichii, porque el cacique de Santa Fe es Maraguey, y el de Maracapana es Gil González.  Vicente Rubio es el que tuerce la historia al confundir el nombre de los ríos y las fechas, porque Santa Fe fue fundada después, del rapto, en noviembre de 1515, cuando vuelve Pedro de Córdoba con la tercera expedición; y estos sucesos, el rapto de Alonso y su familia, se produjeron en septiembre de 1514,  y es fácil calcularlo pasando cuatro o cinco meses, que concedieron los indígenas para devolver a su jefe y sus familiares; y  porque Pedro de Córdoba, vuelve  a Cumaná en febrero de 1515 a buscar a los frailes rehenes, y ya habían sido sacrificados.

Don Vicente continúa su interpretación de aquella historia, veamos:
“De modo que, según la versión de R. Montesino, el cacique de Chiribichí, don Alonso, ya era conocido de los frailes que marcharon al litoral venezolano a estudiar el terreno mejor para plantar allí el futuro  centro de evangelización pacífica (junio -julio 1514);  ese mismo cacique había vivido hacia abril o mayo de 1514 en el monasterio  de los predicadores  de la ciudad de Santo Domingo. Cómo y con quién vino hasta aquí  y cuando regresó a sus nativos lares, no lo hemos podido averiguar todavía de modo preciso,  aunque pensamos que su vuelta a Chiribichí debió tener lugar entre mayo –junio de 1514 (21)”. 

Ahora bien, para esta fecha Pedro de Córdoba con sus misioneros no había llegado a Santa Fe, y sus enviados el padre Francisco Fernández de Córdoba y el lego Juan Garcés, se habían ganado la amistad de los indígenas y podían recorrer hasta 8 leguas dentro del reino de Alonso, y buscaron y encontraron el lugar apartado “donde españoles no hubieran…” para el asiento definitivo de la misión de Pedro de Córdoba, y así fue que escogieron el reino de Maraguey o sea Santa Fe de Chiribiche, que tiene un rio pequeño, que no tiene las riquezas del puerto de Cumaná: las perlas, la sal, las piedra de Araya, las mujeres, la mano de obra, etc. cuyo río tiene un nombre parecido al de Cumaná, Pedro de Córdoba en sus cartas  lo nombra “Chiribiche”

 Pero como es muy interesante el relato veamos como lo continúa Vicente Rubio:
“Tornando al hilo de nuestra narración diremos que cierto día de las postrimerías de agosto de 1514 apareció por el sitio donde el par de misioneros dominicos se encontraban, una nao cuyo capitán, nuestro ya conocido Gómez de Ribera, y su tripulación parecían animados de bondadosos propósitos de saludar a los dos frailes  y de realizar algún trueque  o rescate  con los aborígenes; ocultaba Gómez de Ribera, sin embargo, el siniestro propósito de cazar sorpresivamente algunos naturales  de aquella región  para trasportarlos a Santo Domingo  y aquí venderlos como esclavos  so pretexto de que eran “caribes”.

 “Ocurrió que cuando la esposa del cacique Alonso quiso ver la embarcación, rodeada por una comitiva de diecisiete personas de su tribu, el capitán de la nao, tan pronto hubieron penetrado  los curiosos nativos en el barco, mandó en secreto recoger anclas e izar las velas, y con aquella carga humana, tan traidoramente cazada, enfiló proa hacia Santo Domingo, a donde llegaría  después de una travesía normal de siete u ocho días (22).  se llamaba don Alonso, o que los frailes le habían puesto ese nombre, o otros españoles  porque los indios son amigos e codiciosos de tener nombre de cristianos e luego lo piden  que se lo den, aun antes que sepan nada para ser bautizados. Así que engañan al dicho don Alonso para que entrase al navío con su mujer e otras ciertas personas, y que les harían allá fiesta.  Finalmente que entraron 17 personas con el Señor y su mujer, con confianza que los religiosos estaban en su tierra y que los españoles por ellos no harían alguna maldad porque de otra manera no se fiaban de ellos.  Entrados los indios en el navío, alzan las velas los traidores  e viénense a La Española  y véndelos por esclavos”.
        
 “En la urbe del Ozama los jueces de apelación y demás socios suyos se repartieron entre si la mercancía clandestinamente, quedándose con la mejor parte el  Lcdo. Marcelo de Villalobos”.

Pero según el testimonio de Fr. Reginaldo, el capitán Gómez de Ribera no capturó al cacique Alonso, sino a su esposa y a diez y siete servidores de ella.  Es una lástima que este estudio este parcializado y preconcebido y jamás superará al de Bartolomé de Las Casas, que si dice la verdad del rapto de Alonso, de su personalidad, de su reino, y del martirio de Alonso y su mujer y su familia y agrega que todo se lo contaron los indios los actores de la tragedia de Alonso, el gran caique de Cumaná. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario