viernes, 14 de octubre de 2016

CAMPAÑAS PERIODÍSTICAS. TOMO II


RAMÓN BADARACCO







CAMPAÑAS PERIODÍSTICAS DE MARCO TULIO BADARACCO B.  POR EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO.

TOMO II







CUMANA 1995




Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco

Titulo original: CAMPAÑAS PERIODISTICAS
DE MARCO TULIO BADARACCO BERMÚDEZ
TOMO II

Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
Cronista40@hotmail .com
Cel. 0416-8114374


























CONTINUACIÓN DE CAMPAÑAS PERIODISTICAS DE MARCO TULIO BADARACCO.  QUE HEMOS DIVIDIDO EN DOS TOMOS PARA FACILIAR SU ESTUDIO.




En el No. 36 publica un trabajo del historiador  peruano Gregorio Lozano.

BOLIVAR Y SUCRE, EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO  Y LA MADRE PATRIA.

La gloriosa batalla de Ayacucho fue el término de la larga serie de episodios asombrosos, principiados en el descubrimiento, conquista y dominación de España y terminados en las faldas heladas del Condurcunca.
           
            Allí el Gran Mariscal de Ayacucho don Antonio José de Sucre, hizo soberanas a las cinco hijas del Libertador Simón Bolívar, y con esa llave de oro esmaltada con piedras preciosas aseguró la libertad de un continente; por esa razón lo que hizo España y lo hicieron Bolívar y Sucre, no representa en su finalidad, ideas antagónicas, lo segundo fue desarrollo lógico de lo primero.

            Bien puede sonreír desde su tumba el Libertador Simón Bolívar, en quien reaparecieron por herencia las cualidades de los antiguos héroes españoles y el que supo compendiar en si, las grandezas de la nación soberana en cuyos dominios no se ponía el sol.

            Nuestra independencia tiene mucho de parecido  ala expulsión que hizo Isabel la Católica reina de Granada en los dominios del suelo español a los moros, después de haber sido dominada por ellos ocho siglos y medio.

            Una de las demostraciones de la encarnizada contienda de la independencia fue en la que luchaban  brava y terriblemente la madre con los hijos, el león con sus leopardos americanos, la misma raza, la misma sangre, los mismos instintos, el mismo heroísmo, la misma cultura, aspiraciones y esperanzas sin que hasta hoy haya quien apostrofe a su origen y envidie otra raza, no siendo sino algunos infelices apóstatas que no conocen la historia y no saben discernir lo bueno de lo malo, ni lo profundo de lo superficial. No todos los hombres han analizado y comprendido la libertad; pero todos los hombres la sienten dentro de si y la aman y la veneran como una emanación de Dios; bien que el hombre la ame, la adore, es preciso algo más; es necesario que la conozca para que la respete, la sirva y la santifique. La libertad como el sol, como la luz, es para el hombre, para una familia, para un pueblo, para una raza, para una nación, es para el mundo entero, es para todos los que pueblan el planeta.

             El Perú y la antigua Colombia que son hoy enteramente libres, como resultado de sus heroicos esfuerzos para la independencia, están constituidos bajo el amparo del cristianismo, les toca desempañar un gran papel en el drama del mundo, poniéndose al nivel de las que más figuran.

            Poseedoras estas cinco naciones de todo clima y de toda latitud, inmensas por su extensión, ricas por sus incalculables tesoros, animadas de una inspiración sublime, por la lozana heroicidad  de sus luchas por constituirse, felices en la contemplación de su porvenir, fuertes para todo por el valor de sus hijos, grandes por predestinación divina, son un sol en el cenit del universo, un puerto de esperanza y de fe para todos los náufragos de las sociedades europeas, las que hoy contemplamos quebrantadas y confusas, y de las que van arribando hacia nosotros con capitales o sin ellos, hora por hora, instante por instante, unos en pos de otros, demandándonos el pan de la paz y el estancamiento de sus lágrimas. Llenando tan importante destino vendremos a completar así la gran evolución que ha ido efectuando la civilización que va ensayando la humanidad; y cuando en el solemne día Dios extienda su mano poderoso sobre el Universo para apagar la luz  y terminar la era de nuestra existencia, nosotros, nuestros países, le ofrecerán generaciones de hombrees libres, quienes habían respetado los arrebatos con que el Creador ha ennoblecido el género humano en el Padre Universal , y ello será un testimonio de que el Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia y Bolivia,  supieron ser libres ejecutores de la justicia y sin haber expoliado a nadie por la ambición o envidiar un pedazo de su manto.  

            Ayacucho es el más glorioso campo de batalla de ambas Américas, y allí existen tumbas con reliquias sagradas de nuestros próceres, por cuya razón es muy natural que nuestra Madre España mande su embajada a unirse a nuestra patriótica romería e ir juntos a humedecer con lágrimas aquellos lugares de eterna memoria y de grandioso heroísmo.

            No podemos prescindir de recordar la proclama del Gran Mariscal, el que estimuló a su ejército con las siguientes y sentenciosas palabras: “De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur” así como las voces de mando del joven General José María Córdova: “Armas a discreción y  paso de vencedores”.

            Este centenario simboliza no solo la gratitud eterna de un continente, sino el principio de la inalterable éra de la nueva civilización y del progreso, que marchan a pasos agigantados, así como desaparecerá aquel  cargo ampuloso y hueco de los tres siglos  de esclavitud e ignorancia y de las cadenas opresoras,  cuyo punto me permito esclarecer por la lealtad y la justicia.

            España trajo de sus dominios todo cuanto en esa época se ponía en practica y se inventaba en Europa, fundó muchísimas poblaciones con suntuosas capitales y majestuosos templos, conventos de ambos sexos, universidades, planteles de educación, grandes bibliotecas, casas de beneficencia y de asilos y hospitales, orfelinatos, municipalidades, correos, escuelas, observatorios astronómicos, teatros y toda clase de estudios científicos;  en cuanto a las vías de comunicación, puentes y caminos y todo cuanto aun existe y excita las fuerzas de la imaginación, y eleva el espíritu a contemplar y a enumerar los hombres prominentes, orgullo y prez  de nuestras naciones, así como la infinidad de poetas, de oradores civiles y sagrados, de historiadores, que entre muchos figura un contemporáneo nuestro el señor general don José Manuel Restrepo, cuyas obras son solicitadas en Europa con especial ahínco.

            Si no hubiera existido tanta grandeza, tanta majestad, tanta valía, la independencia no habría tenido el sublime mérito que tiene, porque no habría sido la libertad para unos abyectos esclavos labradores de minas, nosotros nos avergonzaríamos de descender de ese origen, y el Libertador Simón Bolívar, educado en los nobles de Bergara, con Fernando VII, a quien jugando le botó la gorra de un pelotazo, no habría sido el gigante de un gigante continente, que puesto en la balanza pesa tanto como él con sus bosques, cordilleras, campos, volcanes y no habríamos tenido el esclarecido número de padres el patria cuyo nombre resplandecen en las páginas de la historia.


En este mismo número, publica una novedad en Cumaná, veamos:


FUNCIONES DE ENGANCHE.

Con este título, la empresa Cumaná Film, ha adoptado un nuevo sistema de atractivo para sus notables funciones del Cien Bar La Glaciere.
Consiste sencillamente en que cualquier caballero al comprar su billete de entrada adquiere, a la vez, el derecho de llevar consigo una dama.
Con películas de cartel, señaladas por la prensa universal como súper creaciones del arte mudo, y las condiciones de entrada al espectáculo ya expresadas, es de esperarse que las noches del Cine Bar sean verdaderos sitios de “rendez vous” de todo buen cumanés amante de la cultura y de la belleza. 


También en este ejemplar publica

TRAS-PUNTE. Crónica para el “SUCRE”.


En el IRIS, periódico de esta localidad, hemos visto en su última edición la nómina de las bellezas cumanesas en el certamen que promovió esa dirección en honor del Centenario de Ayacucho. Nota por demás sonora y cultural para la patria de Sucre, cuya índole va a complementar en los estudios de las fiestas el derroche de luz de nuestras mujeres y el delicado poema que sintetiza la más valiosa joya de nuestro lar glorioso. Ahora, a las mil maravillas y sin ninguna intención que vaya a malgastar tiempo en habladurías de esquina, el cronista que suscribe, se toma la confianza de decir a los triunfadores y triunfantes el motivo de mi crónica que emerge de una verdad, como un capricho de este proverbio que dice:

Dad al cesar lo que es del ídem… y que a manera de ser las cosas, el valor de todo buen patriota en su integridad personal debe ser …. y como en Cumana jamás se dice una verdad por miedo de una mismo, yo me tomo la humildad de decirlas al oído.

Es el caso, que con motivo de nuestro Certamen de Belleza el público se ha metido el entusiasmo por los codos de que en Caracas la América Pictures de Norte América, ha querido premiar a la mujer venezolana, con una magnitud que ninguna otra nación se le ha ocurrido, quizá por orgullo de raza o por la poca iniciativa comercial y económica. En todas las provincias de Venezuela como en Caracas la capital bullen los comentarios, pues las condiciones del concurso es tan solo votar por la mujer más bella de Venezuela. Cabe aquí, que es de índole regional y donde toda venezolana puede concurrir con el mayor número de votos, y así probar por medio de la supremacía física y escultural de su forma el valor intrínseco de su belleza divina y triunfal. Ahora, me pregunto yo, y preguntaría a mis paisanos sin ninguna intención a zaherir  susceptibilidades- ¿si es verdad, que una de nuestras bellas mujeres podría competir con las mujeres bellas de Caracas?  En Cumana como en las demás provincias, las mujeres, carecen de ese espíritu estético de la mujer caraqueña, porque en la mujer caraqueña se encuentra ese trío armonioso que diviniza nuestra patria, ese esplendor asequible de la raza y el carácter de una mujer nueva hecha para todos los encantos. Ella es le conjunto donde se adivina la sonrisa y el resplandor de muchos soles que con naturalizan en la forma la herencia de la flora de un país civilizado.

La mujer caraqueña tiene de todo, menos de ser venezolanas; en ella brilla el capricho de las grandes naturalezas despectivas, la sonora hidalguía y soltura del alma española; la taciturnidad estatuaria del carácter ingles; el espíritu cadencioso rojo de sangre de la purísima como un poematico sentimiento de todas las cosas ideales. La mujer caraqueña, en una palabra, por sobre todo lo entendido en admiración, es lo que hoy representa, el alma de Venezuela o lo que es la mujer venezolana ante las demás mujeres europeas del gran mundo social. De allí, que este es el motivo de mi crónica y de poner al tanto a nuestro juventud de las cosas inadvertidas, darles a comprender que es un absurdo esto de las votaciones para el Certamen de la American Pictures pues han debido darse cuenta, por la prensa capitalina, con el número 20 de septiembre del “Universal”, la nómina de las diez mujeres más bellas de Caracas, saliendo triunfante en votaciones con 37.307 la divina Elena Vinckelman, quién será exhibida en gelatina; y los dollares, como las glorias que Dios se la guarde y San Pedro con algo más le abra la puerta de todas las admiraciones.

                                   Domingo Antón


En el No. 37 abre sus páginas con un perfil biográfico de Mariscal SUCRE, del maestro Silverio González Varela.

ANTONIO JOSE SUCRE

            Fruto feliz del primer matrimonio del Coronel Don Vicente Sucre y Doña  Maria Manuela de Alcalá, nacido en la ciudad de Cumaná el 3 de febrero de 1795, fue Don Antonio José de Sucre. Desde 1810 empezó a darse a conocer  en la guerra de emancipación; y con espléndidos timbres de su carrera bélica la batalla de Pichincha en 1822  y la que, el 9 de diciembre 1824 presentó en el célebre campo  donde conquistó el dictado de Gran Mariscal de Ayacucho  
           
            Los hombres grandes de Colombia cometieron errores y faltas más o menos graves, que nada tienen de extraño, porque es bien sabido que el error abraza en su imperio a toda la especie humana. De esos grandes hombres en la primera línea, el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, pudiera citarse como una excepción. Parece que ese gran carácter no plegó jamás; que ese corazón nobilísimo no respiró sino por la Patria.  Que no tuvieron cabida en él ni la ambición ni la envidia, ni ninguna otra pasión malévola.

            La gloriosa carrera militar de Sucre termino en la gloriosa acción del Portete de Turquí; terminó dejando el nombre del guerrero marcado con los sellos del valor, de la habilidad y de la clemencia. Esta noble carrera se hizo siempre en los campos de batalla en que no fueron combatidos sino enemigos  de la Independencia, o enemigos exteriores que invadieron el territorio que Sucre debía defender. Aquella espada jamás fue desenvainada  para trastornar gobiernos  bien o mal establecidos: jamás para defender quiméricos proyectos; jamás para sostener guerras civiles, ni hacer correr la sangre de los conciudadanos. ¡Cuan pocos generales americanos han dejado, en sus hechos, documentos tan solemnes para que la historia les presente como modelos del ciudadano armado en servicio y beneficio de su Patria!

            Preclaro sin duda es Sucre por sus virtudes cívicas, dotes administrativas, triunfos marciales y sentimientos democráticos. Siendo Presidente de la República de Bolivia, se casó por poder en Quito en 20 de abril de 1828 con la Marquesa de Solanda Doña Mariana Carcelén y Larrea. Murió asesinado infamemente en la montaña de Berruecos la mañana del 4 de junio de 1830: dejó una hija llamada Teresa, que le sobrevivió poco tiempo  y su viuda se unió en matrimonio con el mentado patriota General Isidoro Barriga, natural de Bogotá vencedor en Carabobo, Junín y Ayacucho, y muerto en Quito  el 29 de mayo de 1850.      

            También naturales de Cumaná y servidores decididos de la causa republicana eran los siguientes hermanos del Mariscal, a saber:

            FRANCISCO SUCRE, que después de ocupada por los patriotas la plaza  de dicha ciudad, el 2 de agosto de 1813 fue recomendado al ejercito con especial distinción por el General Santiago Mariño, peleó en junio de 1817 en Cariaco, cayó allí prisionero y presto lo fusilaron a los 15 años de edad, por dura disposición del General Pablo Morillo-

            PEDRO SUCRE, que nació en 1793 obtuvo de la Junta Revolucionaria de Cumaná el grado de Subteniente en 1810, acompaño al General Mariño en la campaña de 1813, y bajo el mando de este mismo caudillo combatió en 1814  en Bocachica, el Arao, Carabobo y La Puerta, donde fue hecho prisionero y, ya ascendido a Capitán, pasado igualmente por las armas en la plaza de la Victoria.

            JOSE JERÓNIMO SUCRE,  que nació en 1791; se incorporó en 1813 al ejército del General Mariño; en marzo de 1826 alcanzó del gobierno de Colombia el grado de Coronel, desempeñó entre otros cargos, el de diputado provincial de Cumaná en 1837 ye el de senador por esta misma provincia  en 1846; recibió de Bolívar, Mariño y Bermúdez, muestras de honrosa estima y falleció en la Asunción, capital de Margarita, el 17 de octubre de 1854 a consecuencia del cólera morbo, cuando era secretario del General Francisco Esteban Gómez, gobernador entonces de dicha isla en esa época provincia; y por último,

JOSE MARIA SUCRE, vecino de Barcelona, casado con Ana Josefa Hernández, y muerto en 1855 en la ciudad de Cumaná, siendo Coronel de la República.

Con respecto a DON VICENTE SUCRE, padre del Mariscal, era hijo del Coronel Don Antonio de Sucre y Doña Teresa Urbaneja, nació en 1761 en la ciudad de Cumaná, donde, siendo comandante del Cuerpo de Nobles Húsares de Fernando VII, reconoció el movimiento iniciado por la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810. Figuró luego como miembro del Poder Ejecutivo de la Provincia y como Jefe de la Expedición de dieciocho buques y mil hombres, que salió del puerto de Cumaná en Junio de 1810  para someter a Barcelona que se había rebelado contra el nuevo gobierno. Ocupó sin resistencia a Píritu: teniendo allí conocimiento de la Capitulación de San Mateo determinó regresar a Cumaná  y al tiempo de efectuarlo embarcándose con su gente, perdió algunos hombres de caballería  por haberle embestido de improviso una partida realista comandada del canario Francisco Tomás Morales. En esta última ciudad continuó Don Vicente Sucre sirviendo a la República, hasta Diciembre del postrer año citado que fue remitido preso a las bóvedas de la Guaira por el comandante español Francisco Javier Cerveriz; viose libre de prisión por la entrada triunfal de Bolívar a Caracas en agosto del año siguiente; y a fines de 1815 residía con su familia en la colonia inglesa de Trinidad, de donde tornó a Venezuela, pues e 1817  era gobernador de las fortalezas de la Antigua Guayana y comandante militar del departamento del Bajo Orinoco. Con el grado de Coronel falleció en Cumaná en junio de 1824.

  
En el No. 38, Marco Tulio, le corrige la plana a Domingo Antón, y escribe LOA.


La belleza es un sentimiento que pudiéramos llamar abstracto y que no admite definición absoluta ni podría encerrarse en líneas matemáticas.  Es como un atributo de la naturaleza, que según la teoría de Darwin, tiende necesariamente a ella en todas sus manifestaciones.

            No podría encerrarse en líneas matemáticas ni en definiciones absolutas, porque ello, hasta cierto punto, sería limitar, estrechar, la concepción humana y el concepto de lo bello en el mundo y entre los hombres, varía hasta lo infinito. Cada latitud puede decirse guarda un ideal preferido de la belleza y en la apreciación de cada ser conciente vive una forma distinta de esta virtud…

            Esto en sentido general y para todas las manifestaciones  de la vida, que si nos referimos a la belleza femenina, entonces la diversidad de tipos cambia con cada mente de hombre y hasta de cada mujer… 

             

En el No. 39, SUCRE, engalana sus páginas con un artículo de Jorge Luciani, escrito en Caracas, en junio de 1924. Veamos:

EL DESPRENDIMIENTO Y LA MAGNANIMIDAD DE SUCRE.

            Admiro En el Gran Mariscal de Ayacucho a una de las más altas cumbres
Del arte militar, reverencio a Sucre, hombre privado, al paradigma de las virtudes domésticas, si el diplomático, lo veo muy grande; si al magistrado, íntegro; si al amigo, circunspecto y leal. Patriota genuino y de visión amplísima; en su cerebro esclarecido no halló albergue jamás el ideal de la patria chica. Como Jefe desplegó carácter: subalterno, tributó el respeto debido a la jerarquía, sin vergonzosas complacencias y haciendo  valer  cuando fue preciso, con firme modestia, sus gloriosos merecimientos. Pero sobre ese cúmulo de eminentes cualidades brillaron en todo instante dos virtudes inmarcesibles: su desprendimiento y su magnanimidad.

               En 1820, designado en unión de Briceño Méndez y de José Gabriel Pérez, para celebrar con los españoles el tratado de regularización de la guerra comienza a irradiar gloria su grandeza de alma, “Este Tratado, dirá Bolívar un lustro después, es digno del alma de Sucre, la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron: el será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra: el será eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho.

            Así durante toda la guerra hasta que, en Ayacucho, sella espléndidamente la independencia sur americana, brindando con hidalguía sin par a los heroicos vencidos, una capitulación por todo extremo generosa.


            Creada la República de Bolivia, Sucre fue elegido Presidente vitalicio, pero solo por dos años aceptó y ejerció tan elevado cargo.  No tardó mucho en ser víctima de un atentado criminal, Valentín Matos, que así se llamaba el asesino, fue condenado de acuerdo con las leyes al último suplicio. Sentencia justa si la hay. Con todo Sucre le salva la vida, conmutándole la pena por destierro. Ni a esto se limitó, sino que le suministró dinero para el viaje y a poco le suspendió el destierro. Trascurre breve tiempo cuando por obra de instigaciones peruanas nuevamente asorda el espacio ruido de armas. El Gran Mariscal es herido. Restablecido el orden público, que una invasión peruana había vuelto a interrumpir, el ilustre cumanés se aleja de Bolivia, no sin antes decir con noble orgullo: “En medio de los partidos que se agitaron quince años,  y de la desolación del país, no he hecho gemir a ningún boliviano, ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa: he rescatado del suplicio porción de infelices condenados por la ley, y he señalado mi gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad. Se me culpará acaso de que esta condescendencia  es el origen de mis mismas heridas pero estoy contento de ellas si mis sucesores con igual lenidad acostumbra al pueblo boliviano a conducirse por las leyes, sin que sea necesario el estrépito de las bayonetas y esté permanentemente amenazada la vida del hombre y acechada la libertad…

            Todavía convaleciente de sus heridas, tiene lugar la invasión del territorio de Colombia por tropas del gobierno peruano. Invasión injustificable. Sucre es nombrado prior jefe del ejército colombiano, su segundo es el General Flores. Son 8000 los peruanos, 4000 los colombianos- El Gran Mariscal destroza  a los adversarios en Turquí. Y entonces, quien podía estar justamente resentido de la perfidia peruana a la par que envanecido con la victoria, propone a los vencidos las mismas estipulaciones que vanidosamente rechazaron cuando se disponían a la lid. ¿Qué saben las almas vulgares de esta sublime voluptuosidad? Sucre exclama lacónicamente: “La justicia de Colombia es la misma antes y después de la victoria” Expresión incomparablemente bella, que tiene la diuturnidad del mármol y la sonoridad de un himno a la justicia; palabras que retumbarán siempre, bajo el firmamento de la América libre, al través de ciudades, bosques y desiertos, por encima de fronteras y montañas. , como fianza segura de redención y ejemplo de magnanimidad.

            Presidente del “Congreso Admirable” (1830) fue encargado con otros ciudadanos eminentes para tratar con los comisionados de Venezuela  sobre el porvenir de la Gran Colombia.  Alejado Bolívar del poder, y enfermo además, era el Gran Mariscal la más conspicua personalidad, militar y política de la República, y la opinión le miraba como el sucesor probable del Libertador. Sin embargo en las entrevistas con los comisionados de Páez –Sucre dio una vez más pruebas de su desinterés republicano proponiendo que: “Se admitiese y sostuviera la base de que todos los Generales en Jefe, y los de otra graduación que hubieran sido presidentes o vicepresidentes, ministros, consejeros de estado y jefes superiores en cualquiera de los estados de la futura federación , se tuvieran por excluidos de los dos más elevados puestos de la administración ejecutiva guante un largo y determinado período”. Esta proposición fue negada: ¡era natural!

            Aquel enorme paladín de la libertad era verdaderamente “el más digno de los generales de Colombia”.  


En el mismo número recoge un poema del poeta JOSE OLIVEIRA dedicado a Marco Tulio Badaracco, como se acostumbraba en aquellos tiempos de heroísmo y poesía.

SUCRE

El blasón de la Patria. El caballero
Glorioso sin mancilla ni baldón;
Juntaba en la pericia del guerrero
La virtud salvadora del perdón.

Un himno a la verdad fue su grandeza,
Hermano de la Diosa Libertad.
Tenía en los combates la entereza,
Fuera de los combates la bondad.

Del valor de los héroes de la Ilíada
Fué imitación gloriosa su valor.
Su vida una epopeya consumada,
Su nobleza una página de honor.

Tanto creció su cumbre, que la gloria,
Sumisamente enamorada de él,
Coronó su titánica victoria
Con la más verde rama de laurel.

Hasta el Hado, celoso de su fama,
Mirando en el legítimo rival,
En el calvario de Berruecos llama
A la Traición, que da muerte inmortal.



En la misma primera pagina, en el marco de NOTICIAS, “Sucre” publica, relacionado también con su Campaña,  IMPORTANTE DECRETO.

            El General Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional de la República de Venezuela, ha dictado un importante Decreto por el cual se crea  una estampilla postal conmemorativa del Primer Centenario de la batalla de Ayacucho, para el franqueo de la correspondencia del interior y del exterior.

            Dicha estampilla  de forma rectangular de 23 por 36 milímetros, de color azul oscuro y del valor de 25 céntimos. En la parte superior llevará el lema  “Correo de Venezuela”  y las fechas 1824 y 1924, e la parte media las efigies del Libertador y el Gran mariscal de Ayacucho y la indicación del valor  de la estampilla y en la parte inferior entrelazados por una cinta con la leyenda: “Centenario de la Batalla de Ayacucho, un lema del Estado Venezuela y una corona que lleva en el centro  el gorro frigio símbolo de la libertad. 

            Y otra Noticia. “La poetisa Marta Carvallo Arvelo, obtuvo el premio en el Certamen promovido por “Paz y Labor”  de Maracay, en homenaje a la excelsa  madre del Gran Mariscal de Ayacucho.
            Accésit María de Betancourt Figueredo, Menciones honoríficas: Trina Márquez, Mina de Rodríguez Lucena, Josefina de Guevara Blohm  y Marí García de Fernández Machado.
            Concurrieron 20 hermosos sonetos de poetisas venezolanas.

Nota la poetisa Trina Márquez, que recibió mención honorífica, es cumanesa y desarrolló todo su arte en Cumaná. 



En el mismo No. 39, con un gran titular, “SUCRE” publica el Acuerdo de la Sociedad “Santa Cruz de La Unión”  y lo festeja así: “Nos es muy placentero insertar en nuestras columnas el patriótico Acuerdo de la Sociedad “Santa Cruz de la Unión”, sobre la participación que tomará esta progresista y filantrópica Asociación en el Centenario de la Inmortal Batalla de Ayacucho.

LA SOCIEDAD “SANTA CRUZ DE LA UNION”

CONSIDERANDO: Que el 9 de diciembre próximo se cumple el primer centenario de la inmortal Batalla de Ayacucho, el triunfo más brillante que alcanzaron las armas republicanas, bajo las órdenes del ilustre Cumanés  Antonio José de Sucre, restituyendo gloriosamente a la vida del derecho a multitud de pueblos.

CONSIDERANDO: Que rendir culto de admiración a los campeones de la libertad, es un sagrado deber de los pueblos libres, y que Cumaná, la cuna afortunada del Gran Mariscal de Ayacucho, se apresta pomposamente a conmemorar tan gloriosa efemérides, y que a ella en primer término, le corresponde tomar parte del entusiasmo público que se tributará a la “Gloria más pura de Hispano América”:

CONSIDERANDO: Que la Sociedad “Santa Cruz de la Unión”  inspirada siempre en el noble ideal de fraternidad y patria,  queriendo participar  del regocijo general que anima a los habitantes de esta tierra benemérita, ha resuelto contribuir de una manera patriótica , a los hermosos festejos  que en honor a la memoria inmaculada del “Redentor de los hijos del Sol” se han de celebrar en esta ciudad.  

ACUARDA

Articulo 1º.- Expóngase a la veneración pública en el Salón de Sesiones, el retrato que posee la Sociedad, del Gran Mariscal de Ayacucho, adornado con las banderas de los países bolivarianos.

Artículo 2º.- Celébrese con toda pompa y solemnidad una sesión extraordinaria, con motivo de rendir homenaje patriótico a la memoria venerada del perínclito General Antonio José de Sucre, vencedor de Pichincha. En este acto llevará la palabra de orden el Presidente de la Sociedad.

Artículo 3º.- Distribúyase el número de gala de El Iris, edición ráfica, contentiva de 48 páginas, simpática ofrenda que la “Sociedad Santa Cruz de la Unión” ofrece a la ciudad de Cumaná como recuerdo auténtico de las fiestas centenarias.

Artículo 4º.- Ofréndense sendas coronas de inmortales ante los monumentos públicos, por la Sociedad “Santa Cruz de la Unión”  y la escuela nocturna para niños pobres del mismo nombre.
           
Artículo 5º.- Llámese “Tipografía Ayacucho” la imprenta adquirida por la Sociedad, en conmemoración de la clásica fecha americana y en honor al primer centenario  de la gloriosa Batalla de Ayacucho.

Artículo 6º.- Procédase a caligrafiar artísticamente el presente Acuerdo y colóquese en el Salón de Sesiones, como un recuerdo de la participación   de esta Sociedad en la fecha magna  que con orgullo celebrarán los países libertados, a que tanto contribuyó con sus virtudes cívicas el General de corazón más noble que registra la historia militar de las naciones.

Artículo 7.- Permanezca izado durante las fiestas centenarias el Pabellón de Gala de la Corporación.
Artículo 8º.- Este Acuerdo será cumplido en todas sus partes y los gastos que ocasione serán costeados por el Tesoro de la Sociedad.

            Dado en el Salón de Sesiones de la Sociedad “Santa Cruz de la Unión”, en Cumaná, a los 8 días del mes de noviembre de mil novecientos veinticuatro.

            El Presidente, Juan José Acuña.- El 1º y 2º Vicepresidentes, José M. Forjonel y Rafael R. Rodríguez; El Fiscal, Rafael R Caldera,- El Tesorero, Juan Sanabria S.,- El Subtesorero, Rafael Badaracco,- El Secretario de Actas, Pedro C. Fernández,- El Secretario de Correspondencia, F. Mariano,- El Subsecretario, José C. Oliveira,- El Bibliotecario y Adjunto, Alberto Sanabria e Ignacio Rodríguez Mejía,- Hospitalario y adjunto, Ubaldo Figueroa y Heraclio Duran. 


En el No. 40, publica una extraordinaria crónica del maestro Silverio González Varela, veamos: 

¿QUIEN HIRIO A MORILLO?

Ansioso de cortar la retirada al ejército de Bolívar, llegó Morillo con el suyo a Cagua el 15 de marzo de 1818 en la mañana. Allí supo con sorpresa que las huestes de la patria se habían adelantado. Descansó breve tiempo:  se puso de nuevo en marcha hacia Cura; entró en esta villa con su ejército formado en tres columnas de ataque y solo halló 300 hombres que después de algunos tiros, se retiraron y dieron pronto al Libertador la noticia de que los realistas lo perseguían con la mayor actividad.

            En el acto dispuso el jefe republicano que desfilaran el parque, los equipajes y la  infantería para Semen o La puerta: a la retaguardia iba la artillería que protegían dos compañías de fusileros del batallón Barlovento y la brigada de caballería del Teniente Coronel Jenaro Vásquez, que se distinguió en esa Campaña por su pericia y valor.

            Al rayar el día 16 se situó Bolívar en La Puerta, a las márgenes de la quebrada de Semen, resolvió luego presentar batalla en aquel lugar y tomó en consecuencia las posiciones que juzgaba convenientes: a poco trabóse, pues, la lucha reñidísima en la que salieron vencidos los defensores de la República y sufrieron también los realistas perdidas considerables.

            Al concluirse la pelea recibió Morillo una lanzada por lo cual ordenó enseguida que se e trasladase ala Villa de Cura y últimamente a la ciudad de Valencia donde como no resultase mortal la herida se restableció por completo.

¿Quién el patriota que en semejante acción de armas hirió al General Pablo Morillo?  Feliciano Montenegro. Tomo IV, página 291, de su Iconografía General, dice que asegura ser el bravo General Jenaro Vásquez quien dio el lanzazo en Semen al General Pablo Morillo.

            José Manuel Restrepo. Tomo Segundo de su Historia  de la Revolución de Colombia, página 452, se expresa así: al terminarse la batalla fue herido el General Morillo por una lanzada que le diera un soldado patriota al pasar cera de una mata de cují y le atravesó el vientre. 

            El General José Antonio Páez en su Autobiografía, tomo primero, pagina  198, llamada número 10, hablando de Morillo, asienta: en la batalla de Semen lo hirió con un lanzazo el entonces capitán Juan Pablo Farfán.

            O’Leary en sus memorias Tomo Primero, Narración, capítulo vigésimo primero, pagina 461, refiriéndose a la acción de Semen escribe esto: “En la persecución, Morillo recibió un lanzazo de un soldado de caballería y perdió varios oficiales. 

            El General Rafael Urdaneta en sus memorias, página 187, dice: “Morillo recibió una herida de un lancero a pié, que sin duda fue el de los Vásquez, por más que muchos se hayan atribuido la gloria de habérsela dado. Se sabe por el mismo Morillo que la herida fue recibida así como se ha dicho y que el hombre que lo hirió murió allí mismo a sablazos por su Estado Mayor”.

            El Dr. Felipe Larrazabal, en La Vida de Bolívar, Tomo Primero, página 524, hablando de la batalla de Semen dice: “Al terminar aquella tan reñida acción, un soldado patriota, que estaba agazapado en una mata de cují, tiró a Morillo un lanzazo, y le atravesó el vientre de parte a parte. Torrente escribe que “pereció aquel despechado, dividido de un sablazo por el mismo Morillo. De esto se vanagloriaba el propio General en Madrid en 1837; pero es falso”.

            Finalmente, el Doctor Francisco González Guinán, en la Historia Contemporánea de Venezuela, tomo quinto, página 246, tratando de las festividades del 5 de julio de 1811 en Caracas, en 1852, cuando era presidente de la República el General José Gregorio Monagas, refiere lo que se copia a continuación: “El Presiente se retiró a su residencia particular acompañado d gran séquito, al cual obsequió galantemente; haciendo varias personas uso de la palabra. El señor Esteban Herrera recordó en la ocasión la parte activa que tomara el 16 de marzo de 1818 en la batalla de la quebrada de Semén el entonces Comandante José Gregorio Monagas, que en persona acometió al General en Jefe del Ejercito español, Pablo Morillo y logró causarle una rave herida, recuero que el concurso aplaudió con entusiasmo”

            En vista de los testimonios anteriores, cuya discrepancia es palmaria no puede por tanto saberse a punto fijo quién fue el patriota que hirió el 16 de marzo de 1818 en la batalla de Semen  o La Puerta, campo que fue siempre funesto a los sostenedores de la emancipación de Venezuela. En el salió derrotado el 3 de febrero de 1814 el indomable Campo Elías, y Boves recibió una herida de gravedad. En él también el 15 de junio de 1814 sufrieron terrible derrota Bolívar y Mariño, y el batallón 1º de Cumaná, con su jefe el valiente barcelonés Antonio María Freites, y formado en cuadro para resistir a la numerosa caballería que lo rodeaba, sucumbió con heroísmo.

            En este último día aciago murieron en La Puerta, defendiendo la causa de la Independencia los capitanes cumaneses Mateo Abreu Colón y Ortiz, abuelo materno de nuestra madre, Esteban Alén Martínez, Francisco Escalante, Manuel Antonio López de Arjona y Juan Martínez de Gordón, y los oficiales: Carlos Vallenilla Guerra, Juan Antonio Jiménez, los hermanos Pedro María, Pedro Miguel y Miguel Antonio López de Arjona, Pedro Pérez, Antonio Rivero, los hermanos Pero y Jesús Salvet, Ignacio Certad, José Gabriel Salmerón, y muchos otros cumaneses cuyos nombres ignoramos. Allí cayó prisionero el teniente coronel Pedro Sucre, hermano del Gran mariscal y fue luego fusilado por orden de Boves en la plaza de la Victoria.

            A la batalla de Semen debió el General Pablo Morillo el título de Marques de La Puerta, que le confirió el Rey de España.

                                                                               José Silverio González Varela.    


En el mismo número y enmarcado, publica un épico soneto de JUA E. LAMEDA.




SUCRE

Ni Aníbal, ni Cesar, ni Bonaparte
Vencieron nunca con igual destreza
Ejercito enemigo, ni nobleza
Cual la de Sucre, viose en otra parte.

Su táctica es la concepción del arte
De vencer sin asolar de tristeza
A la tierra. Es olímpico de belleza
Ayacucho, más que un campo de Marte.

Ser parece como un girón de cielo
Desprendido; es oro y azul y grana
El estandarte victorioso; el vuelo

Suspende el cóndor al ver la galana
Acometida que estremece el suelo,
Sembrando el espanto entre la hueste hispana.



En el mismo número, ocupando el espacio del editorial, publica el programa, que habrá de cumplir el Ejecutivo del Estado Sucre, de los actos del Centenario, a saber:



PROGRAMA DEL CENTENARIO
Copiado textualmente.

Hemos tenido el gran placer de recibir un ejemplar del bello folleto contentivo del programa, elaborado por la Junta Organizadora de los Festejos con la aprobación del Ejecutivo del Estado, para la conmemoración de la gloriosa efemérides de la inmortal Batalla de Ayacucho, y nos es grato insertar los números correspondientes al 9 de diciembre, día de la heroica acción de armas.

DIA 9  

A las 8 a. m.- Te Deum en la Santa Iglesia Catedral. Punto de reunión. Casa de Gobierno.

A las 9, 30 a. m. Sesión solemne del ilustre Concejo Municipal del Distrito. En este acto se distribuirá, en edición de lujo, obsequio del Ejecutivo del Estado a la Municipalidad del Distrito Sucre, la Carta dirigida por el Gran Mariscal de Ayacucho a la ilustre Municipalidad de Cumaná, donándole la corona y la pluma que le regalaron la ciudad y el Colegio de Cochabamba   

A las 10 30 a. m.  Recepción oficial en la Casa de Gobierno, acto en el cual el Presidente del Estado recibirá las felicitaciones de estilo, a las que contestará a nombre del Primer Magistrado, el Secretario General de Gobierno, Doctor Pedro Miguel Queremel.

A las 4 p. m. Ofrenda ante la Estatua del Gran Mariscal de Ayacucho. Punto de reunión. Casa de Gobierno.

A las 5 p.m.  Acto en el Monumento que construye la “Sociedad Patriótica Ayacucho”. 

De 7, 30 a 8, 30 p. m.  Concierto en la Plaza Ayacucho.

A las 9 p. m.  Celebración de los Segundos Juegos Florales, organizado por el Comité Directivo de la “Sociedad Patriótica Ayacucho. Este acto se ejecutará en el teatro “José Silverio González”


En el mismo número, dada la importancia que había adquirido el béisbol en Cumaná, incluye el acuerdo tomado por “SUCRE BASSE BALL CLUB”


SUCRE BASSE BALL CLUB

La Junta Directiva del “Sucre Basse Ball Club” en el deseo de rendir un homenaje a la memoria inmaculada del Gran Mariscal Antonio José de Sucre,

CONSIDERANDO

Que el próximo 9 de diciembre  se cumple el primer centenario de la Batalla de Ayacucho, que selló la independencia de la América del Sur:

ACUERDA

1º.- Celébrese solemnemente la inauguración de este centro en los días 6 y 7 conforme al programa que se elaborará oportunamente.

2º.- Desígnase uno de los miembros para que en nombre del Centro ofrende ante la estatua del eminente héroe cumanés una corona de flores naturales el día y hora propicio de acuerdo con el programa del Ejecutivo del Estado

4º.- El Pabellón de nuestra Patria, permanecerá izado en el terreno del Club, los días del 6 al 13 de diciembre de 1924.

            Dado en la sala de sesiones del “Sucre Bass Ball Club”, el día 15 de noviembre de 1924.

                                    El Presidente
                                                                         Eugenio Suárez M.

                                     El Secretario              Ramón Fuentes Zerpa


EN EL No 41, ya Cumana vibra de emoción, todo esta preparado y organizado para la magna fecha, “SUCRE” abre sus paginas emocionado recogiendo lo mejor de del desarrollo de los acontecimientos, en la primera pagina publica dos sonetos que envidiaría el gran Rubén, con la firma de Paco Damas Blanco.

SUCRE

La virtud en su frente reverbera
Y el amor a la patria en su memoria…
En los rojos eriales de la historia
Es un blanco jazmín de primavera.

D tal suerte Bolívar le venera
Que deponiendo su ambición de gloria
Con el comparte la final victoria
De Ayacucho al confiarle la bandera.

Más el guerrero, por sus altos dones
No aspirando acopiar tantos blasones
En la sangrienta  y dolorosa vía

De la bandera en el azul celaje
Solo recoge el férvido homenaje
De siete estrellas que el Creador le envía.


BERMUDEZ

Al General R. Reyes Gordón.


Cíclope o desertor de extraño mundo…
Nos refiere la épica leyenda,
Que aun bajo el fuego de infernal contienda
Su acero es rayo de esplendor fecundo.

Caracas contemplole, furibundo,
Cuando al huir de su guerrera tienda,
¡Recibe en la derrota rara ofrenda!...
De extraña dama de “aguijón inmundo”.

Tan rara ofrenda al paladín irrita,
Y del palacio do dama habita
Con su espada inmortal cifra la puerta,


Y al volver grupa a la contraria gente,
Arrogante y sublime aquel valiente,
Exclama con honor:  ¡Para la vuelta!




En la misma primera pagina publica “PROXIMO CENTENARIO”  de Ali Ramírez.

Van a cumplirse cien años en que el segundo y más joven de nuestros libertadores rompió con su espada el 9 de diciembre de 1824  en el campo de Ayacucho el último eslabón de la cadena ignominiosa de la esclavitud. Cien años en que por los cielos luminosos de cinco repúblicas vientos cargados del eco de mil clarines triunfales mecieron armoniosas, las banderas de la libertad.

La Batalla de Ayacucho es el broche más bello e incomparable de las guerras de nuestra independencia. A los pies de Sucre cañones y fusiles, todo un gran ejército con las armas a discreción  y el Virrey Lacerna  en un gesto gallardo  descubriéndose ante el héroe joven.

Pocas serán las ciudades de todo el Universo que les quepa la alta gloria de Caracas y Cumaná cunas del Libertador Simón Bolívar y del Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Y es en estos días de intenso fervor  Patriótico que aparecen en mi corazón en lágrimas de dolor la triste muerte de estos dos grandes hombres Simón Bolívar agonizando solitario en un lecho miserable en “Santa Marta” con el corazón destrozado por los dardos de la ingratitud  y el noble Sucre cayendo en tierra con una sonrisa de perdón en los labios el 4 de junio de 1830 al paso de balas cobardes en las tristemente celebres “Montañas de Berruecos”
Oh crueldad del destino que ha hecho siempre de las grandes plumas  como de las espadas mas gloriosas nombres de cruz. 



En el mismo número, publica el Boletín No. 3 de la Sociedad Patriótica Ayacucho.

BOLETIN NUMERO 3.

Cercano ya el 9 de DICIEMBRE, fecha conmemorativa del Primer Centenario de la Batalla de Ayacucho, y atenta la Sociedad Patriótica a los dictados del honor para con Sucre y la ciudad hidalga y procera que tiene la gloria de ver en él a su hijo más ilustre, el Gran Comité Directivo  de la Sociedad, ha elaborado, como su contingente para las fiestas centenarias el programa que se expresa a continuación:

Día 7.- A las 10 a. m.-  En el Teatro José Silverio González” Se efectuará el sorteo de la rifa del facsímil, en oro y perlas, de la pluma que regaló el Colegio de Cochabamba al Gran Mariscal de Ayacucho, y que el héroe destinó a su ciudad natal por el órgano de su muy Ilustre Ayuntamiento. Música y fuegos de artificio.

Día 9.- A las 4 p. m.-   Ofrenda del Gran Comité Directivo ante la estatua del Gran Mariscal, en la plaza de Ayacucho de esta ciudad. Consistirá la ofrenda en una lujosa y artística corona de inmortales. Llevará la palabra en este acto el Señor Don Emilio Berrizbeitia.

A las 5 p. m.  Solemne acto en el Templo a Sucre que levanta la Sociedad Patriótica. Una unidad de la Marina de Guerra, según lo ha dispuesto el Gobierno Nacional, tributará honores en ese momento a la gloria del memorable día en que Sucre selló la emancipación del Continente. Llevará la palabra de orden el señor Doctor D. Badaracco Bermúdez. A las 9 p. m. Celebración de los Segundos Juegos Florales de Cumaná, en el Teatro Jose Silverio González, los cuales ha organizado lujosamente el Gran Comité Directivo de la Sociedad. Para esta civilizadora Fiesta circulará un programa especial.       

Día 12.-  A las 8 p. m.-  Sesión solemne del Gran Comité Directivo en el salón Municipal. Llevará la palabra de orden el señor Doctor Paco Damas Blanco. En esta sesión se distribuirá entre los asistentes el trabajo histórico “Orígenes del Gran Mariscal de Ayacucho”, por el distinguido académico Don Felipe Francia
            Invitamos para estos patrióticos festejos a los Poderes Públicos, a las Corporaciones y Gremios y a los habitantes de esta ciudad, a fin de que todos los actos consagrados a la gloria del 9 de Diciembre, así los del Ejecutivo del Estado como los de las Corporaciones que hayan elaborado programas especiales, resulten exponentes magníficos de la cultura y patriotismo de la histórica ciudad cuna del Gran Mariscal de Ayacucho.

            Cumaná, 18 de noviembre de 1924.

Firman: El Presidente, Dr. Delfín Ponce Córdova; el 1º, Vicepresidente Dr. Luis Eliso Silva Díaz: el 2º Vicepresidente, Emilio Berrizbeitia; el Recetario General, Dr. Domingo Badaracco Bermúdez; los Secretarios de Correspondencia: Alberto Sanabria, Octavio Rafael Neri, J. V. Rodríguez Valdivieso, Paco Damas Blanco,  y Humberto Guevara; el Secretario de Actas, Don Federico Madriz Otero; el Sub- Secretario de Actas R. Reyes Gordon; el Tesorero, Manuel M. Fuentes; el Sub Tesorero, Enrique S. Berrizbeitia; Vocales: José Silverio González Varela, Rafael Velásquez, Simón Núñez Ortiz, Bartolomé Milá de La Roca, H. J. Rafael Rojas, Miguel Aristeguieta Sucre; Andrés A. Bruzual, J. M. Urosa Ortiz, Luís Ramos Sucre; Archivero, Pedro Elías Marcano.



El No. 42, “SUCRE”, continúa su campaña y publica un magnífico trabajo de M. Silva Medina.

LA TRASCENDENCIA DE AYACUCHO.

A LA GLORIA DE SUCRE. Los resultados del descubrimiento habían sido contradictorios con la predestinación de la América a ser el mundo de la Libertad para el equilibrio de los Continentes. El despotismo del antiguo encontró en el nuevo, en ves de un contrapeso, un asiento más. La más poderosa de las monarquías absolutas de la Europa, la invicta España, a título de auxiliar del descubridor, incorporó por la conquista a sus dominios el nuevo suelo, desde Anahuac hasta la Tierra del Fuego y lo colonizó bajo un régimen, tan opresor que hasta hacían exclusivo de la metrópoli, la comunicación y el comercio del exterior con las colonias. 

            Pero como aquella ley es de cumplimiento necesario, lo mismo en el orden moral que en el orden físico, el pueblo colonial formado a través de tres siglos, de la mezcla de conquistadores y colonizadores con la raza autóctona, proclamó la independencia para implantar las instituciones libres y dejar reivindicado, por resumido, el carácter exclusivo de raza americana, que correspondía a su primitiva, por su relación con el suelo, sobre le cual apareció. Esa fue la gran revolución, por sus alcances la más trascendental de cuantas registra la Historia, que estalló en Sur América, con la suerte atrevidamente echada por la ilustre Caracas, en su clásica jornada cívica del 19 de abril de 1810, la que tanto preparó como impulsó irrevocablemente la ruptura con la dominación española a la del lado acá de los mares.

            El arranque de patriótica altivez de Salias, arrebatando a Emparan la insignia de su autoridad, no podía responder mejor a su resolución como preconcebida, ni ser más explicable en momentos como aquellos, del más enérgico despertar del espíritu público, y en los cuales la vida del Ávila imponía tanta elevación de audacia como de pensamiento. 

            No menos que invencible parecía el hispano poderío, que acababa de hacer sentir en Bailén, al dominador de la Europa, el peso todavía de su pujanza de los tiempos de San Quintín y de Lepanto; pero en América lo contrarrestaba el titán del numen y la acción, Bolívar el irresistible, que todo en hombres y cosas lo hacía surgir al servicio de sus planes, el ejército de Venezuela siempre por base, en tres lustros de campañas de eterna celebridad del Orinoco al Potosí, hasta que el primero de sus tenientes, el ínclito General Antonio José de Sucre, manejando en el Perú la espada que había centelleado en Pichincha, y Libertado al Ecuador, dio término a la colosal contienda por la Batalla de Ayacucho, con la que dejó consagrada la patria de los Incas como tierra también de otro Sol: el de la libertad que del famoso campo se elevó esplendente a iluminar los horizontes de una hermosísima porción de nuestro hemisferio.


            No en vano había prestado Bolívar a Sucre, por segunda vez, su rayo de Júpiter de Colombia, que dice el cantor de Junín, Ayacucho realizo el magnifico ideal del equilibrio del Universo porque sus resultados se extendieron a la independencia de todas las regiones americanas subyugadas por España, y completaron así el Nuevo Mundo como asiento de los principios políticos opuestos a los del antiguo. Estaba cumplido el alto fin providencial para el que, al imán del genio de Colón había la América surgido milagrosa de las  densas nieblas de los Océanos.

            Maravillosa transformación, los hijos de Hispanoamérica pasaron de la servidumbre al goce de los derechos del hombre, con una patria de la cual tener el más alto orgullo y cuya imagen lleva a todas partes en el pensamiento y en el corazón; y los países redimidos se convirtieron de colo+nias  en naciones soberanas bajo la república, con sus mares abiertos a todas las banderas para el intercambio de ideas y productos con el resto del globo y tiene elevado su propio desenvolvimiento al más alto grado en solo una centuria: que si en ellos el despotismo colonial era estéril por estacionario y sombrío, la libertad ha sido fecunda por altiva y luminosa.

            No se detendrán todavía las consecuencias de la memorable Batalla de Ayacucho. Ellas acabaran por impulsar a la independencia a las porciones insulares hispano-americanas que aun están bajo extranjera dominación, y mucho tiene porque interesar al mundo el porvenir de Hispano América, cuando ella añada esa unidad de soberanía, a tantos elementos de poderío continental como desarrolla, por los avances de su democracia bien atendida, y su posesión de mares como el Atlántico y el Pacífico, de ríos como el Orinoco, el Plata y el Amazonas, y de regiones de montañas, llanuras, selvas y bosques los más opulentos del planeta.
             
             Ese porvenir será el del apoteosis de la gloria de Sucre en su máxima grandeza que de siglo en siglo irá siguiendo a Bolívar en histórica figura, el campeón cumanés, Gran Mariscal de Ayacucho, tiene la inmortalidad en la infinita trascendencia de su célebre victoria, el amor y la gratitud de las generaciones americanas, y una musa en su destino.

            Nobilísima predestinación la tuya, egregia Cumaná: de las tierras no insulares que Colón buscaba fueron tus serenas playas las primeras que se ofrecieron a las anhelantes miradas del Descubridor, y de tus senos salió el redentor en Ayacucho de ese continente a los trescientos años de la esclavitud en que luego cayó el sagrado suelo.

            Apréstate a celebrar el primer centenario del suceso inmortal. Todo lo tienes en grandeza  y alegría para la insólita fiesta: en grandeza, los recuerdos de tu histórico esplendor  y tu posesión del bronce y preciosos trofeos y galardones del famoso adalid: en alegría, ahí están creándote placido ambiente, tu espacio con su diáfana claridad, tu golfo con sus prismáticas ondas, tu río con los rumores de sus corrientes, tus palmas con su columpio encantador. Nunca como en ocasiones semejantes debes parecer tal como te cumple ostentarte siempre: ufana de ser el afortunado suelo de la patria sobre el cual se levanta la cuna de Sucre: delirante de gloria bajo el dosel de laureles que te forman los del héroe: orgullosa de que él hubiese tenido reflejados en su numen los fulgores de tu cielo, que de cierto hicieron más luminosas sus inspiraciones, para triunfar en el Perú del ejército español más numeroso, más aguerrido y mejor mandado de cuantos presentaron batalla en América.

                                                                                                           M. Silva Medina.     



En el mismo número publica el veredicto del concurso de poesías, veamos:



VEREDICTO DEL JURADO

Concurso de la “SOCIEDAD PATRIOTICA AYACUCHO” de Cumaná.

El día 7 de los corrientes se reunieron en las oficinas de “El Heraldo” los señores  F. Jiménez Arráiz, A. J. Calcaño Herrera, Eduardo Carreño y Luis Churión, los cuales con el señor Sergio Medina, quien no pudo concurrir por hallarse desempeñando un cargo oficial en la capital del Estado Aragua, forman el Jurado del Certamen de Poesías de la “Sociedad Patriótica Ayacucho”  de la ciudad de Cumaná.

             El señor Luís Churión, debido a su partida para Lima, como Secretario de la Embajada Venezolana, dejó sus votos firmados en manos del señor  A. J. Calcaño Herrera; los tres jurados restantes: señores Jiménez Arráiz, Calcaño Herrera y Carreño, después de examinar las composiciones enviadas y vistos los votos del señor Churión creen de justicia dictar el siguiente veredicto:

            “De acuerdo con las bases del Concurso, que se nos encomienda fallar y que van de seguidas: 1º.- Poesía lírica: Metro libre. No debe pasar d cien versos.
Premio: Flor Natural, Rosa de Oro y derecho a elegir la Reina del Torneo. 2º- Poesía épica: Tema: “Canto a la Batalla de Ayacucho,” Metro libre. No debe pasar de ciento cincuenta versos: Premio; Gardenia de Oro. 3º- Sonetos: Tema. “Vida de Sucre.” Premio: Violeta de Oro e inscripción del soneto en mármol, para ser colocado en sitio histórico de la ciudad de Cumaná.
            Leímos y analizamos las 37 poesías líricas, los 15 poemas épicos y los 62 sonetos enviados. Visto el escaso mérito de los sonetos creemos que ninguno es merecedor de galardón por lo tanto declaramos desierto este concurso.  Examinadas las 37 poesías líricas encontramos acreedora al premio respectivo la que se titula “Poema Primaveral” y tiene por lema “Gratia Plena”.

            Analizados los 15 poemas épicos fallamos en pro y otorgamos el premio a la que se titula “Canto a la Batalla de Ayacucho” y tiene por lema “Patria Fecunda” Ahora bien encontrando entre  las 14 poesías restantes de esta especie una, titulada “Batalla de Ayacucho” y que tiene por lema “Pro Patria” en la cual concurren excelencias y méritos que la hacen acreedora a una Mención  Especial del Jurado, le otorga bajo la forma de accésit el premio que estaba destinado al soneto.

            Caracas 21 de diciembre de 1924.

            (Fdo) E. Jiménez Arráiz, A. J. Calcaño Herrera, Eduardo Carreño, Luís Churión



En la misma pagina, “SUCRE” se ilumina al dar la bienvenida al Poeta más amado de Venezuela, Andrés Eloy Blanco.

BIENVENIDA.

Nos complacemos en dar nuestra deferente bienvenida  al señor Doctor Andrés Eloy Blanco quien se encuentra entre nosotros huésped muy distinguido para las fiestas centenarias de esta capital su lar nativo. La Sociedad Patriótica Ayacucho hizo invitación pública para que todos concurriesen a dar la bienvenida al Cantor de España  que tan alto ha sabido poner  el nombre de nuestra Patria Venezuela  y el de Cumaná, allá en el solar de nuestra raza  y del sonoro idioma castellano.

            El pueblo cumanés ha sabido ser noble como en toda ocasión y demuéstrale al poeta que le quiere y sabe apreciar su gallardo esfuerzo y agradecerle su inmenso triunfo.


En el mismo número publica en la sección NOTICIAS, sucesos relativos en Caracas y Lima-Perú, veamos:

El Centro de estudiantes de Caracas, tomando en consideración que el próximo 9 de diciembre se cumple el primer centenario de la Batalla de Ayacucho y que es deber de la juventud estudiantil y finalidad especial de este Centro asociarse a toda manifestación cultural en homenaje a nuestros libertadores ha acordado trasladarse en cuerpo, el día 9 de diciembre a las 4 de la tarde al Panteón Nacional  y depositar sendas coronas ante los monumentos del Libertador y del Gran mariscal de Ayacucho.

            En este acto llevará la palabra el Br. Rafael Angarita Arvelo.

            Celebrará una sesión solemne que se regirá por programa especial. En este acto llevará la palabra el Br. Jacinto Bombona P. 

            Enviará un mensaje de congratulación a las asociaciones de estudiantes de los países bolivarianos. Imprimirá un número extraordinario de la revista del Centro de estudiantes de derecho de Caracas. Abrirá un concurso sobre un tema jurídico entre los estudiantes de ciencias políticas de la republica.

            Invitará para los actos, anteriormente expresados, a los estudiantes de todas las facultades de la Ilustre Universidad Central de Venezuela.
           
NOTICIAS DE LIMA.

Dicen que el Ministro de Venezuela Excelentísimo Señor Villanueva Mata, visitó el día 6 al Sr, Presidente de la República del Perú, quien lo recibió en audiencia pública, y puso en sus manos una composición musical escrita por el eminente profesor venezolano Sr. Pedro Elías Gutiérrez (1), titulado “Poema sinfónico Militar” dedicado  la conmemoración de la Batalla de Ayacucho y cuyo autor la ha obsequiado al Perú en la persona de su Presidente.

            El Señor Gutiérrez es un gran amigo de aquella República y en el deseo que le anima  de contribuir por su parte al esplendor de las fiestas del Centenario de Ayacucho, ofrece la indicada composición la cual será ejecutada en esas fiestas  por la Banda de Músicos  del Regimiento “Guardia Republicana”

(1) A Pedro Elías Gutiérrez Hart, autor de “Alma Llanera”, hijo del General Jacinto Gutiérrez Martínez Alemán, debe tenérsele como una gloria del talento musical de Cumaná, lo mismo que a su hermano, en su especialidad, el gran poeta Jacinto Gutiérrez Coll, porque toda su familia es cumanesa de tradición. Rodríguez Bruzual, Salvador Llamosas, Joaquín Silva Días y él, son cuatro soles de la música cumanesa y venezolana.   


En el mismo número publica el veredicto del concurso de poesías, veamos:




VEREDICTO DEL JURADO

Concurso de la “SOCIEDAD PATRIOTICA AYACUCHO” de Cumaná.

El día 7 de los corrientes se reunieron en las oficinas de “El Heraldo” los señores  F. Jiménez Arráiz, A. J. Calcaño Herrera, Eduardo Carreño y Luis Churión, los cuales con el señor Sergio Medina, quien no pudo concurrir por hallarse desempeñando un cargo oficial en la capital del Estado Aragua, forman el Jurado del Certamen de Poesías de la “Sociedad Patriótica Ayacucho”  de la ciudad de Cumaná.

             El señor Luís Churión, debido a su partida para Lima, como Secretario de la Embajada Venezolana, dejó sus votos firmados en manos del señor  A. J. Calcaño Herrera; los tres jurados restantes: señores Jiménez Arráiz, Calcaño Herrera y Carreño, después de examinar las composiciones enviadas y vistos los votos del señor Churión creen de justicia dictar el siguiente veredicto:

            “De acuerdo con las bases del Concurso, que se nos encomienda fallar y que van de seguidas: 1º.- Poesía lírica: Metro libre. No debe pasar d cien versos.
Premio: Flor Natural, Rosa de Oro y derecho a elegir la Reina del Torneo. 2º- Poesía épica: Tema: “Canto a la Batalla de Ayacucho,” Metro libre. No debe pasar de ciento cincuenta versos: Premio; Gardenia de Oro. 3º- Sonetos: Tema. “Vida de Sucre.” Premio: Violeta de Oro e inscripción del soneto en mármol, para ser colocado en sitio histórico de la ciudad de Cumaná.



En el No. 43, “SUCRE” orna su  primera pagina con dos imprescindibles trabajos, uno del maestro Silverio González Varela y otro del historiador Pedro Elías Marcano.

9 DE DICIEMBRE 

Se prescinde de los rezagados con el cabecilla Cisneros en Venezuela y del refugio de los sublevados que fue el Callao, residuos ambos de fuerzas españolas, permanecidas e armas después del 9 de diciembre  de 1824 , puede afirmarse que la batalla de Ayacucho desarraigo hasta de sus mas añejas afirmaciones, el dominio colonial e América. Es de merecida justicia, pues, que a esta fecha, intáctil en el pujante esplendor centenario de la más táctica y gentil batalla de la Independencia, se la celebre con la pompa, el júbilo y la universalidad que le vemos revestir en estos momentos.

            El Perú, en cuyo territorio tuvo lugar aquel heroico y definitivo triunfo de las armas libertadoras, se extrema en magnificencia para conmemorar la trascendental efeméride; Venezuela, cuna del héroe de la jornada bélica y de cien paladines que ardidos de fe audaces bajo la égida victoriosa del pabellón mirandino bajaron hasta el fortunoso rincón incaico a rubricar la más gallarda y elocuente estancia del inmenso poema de fuego y sangre del que surgió la libertad americana. Colombia, Ecuador, Bolivia contribuyen a la apoteosis entusiastas y fraternales, el Continente entero parece alzarse en actitud de reverencia para rendir preces al Dios Omnipotente eternamente propicio a latiera fecunda y virgen de Colón, en este día memorable pedestal el más alto sobre el que se irgue el esfuerzo y la gloria de la estirpe.

             
            Y es feliz esta oportunidad para saludar nosotros  con efusión patriótica a los habitantes del Estado que lleva el glorioso nombre del ínclito Sucre, de presentar a la vez el homenaje de nuestras respetuosas congratulaciones  al jefe egregio del País, Benemérito General Juan Vicente Gómez que habiendo tenido la noble satisfacción de celebrar con cívica pompa el Centenario del 19 de abril  de 1810, el del 5 de julio de 1811, el 24 de junio de 1821, celebra hoy al frente de los destinos de su Patria heroica, el de la jornada grandiosa que en Territorio peruano decidió el 9 de diciembre de 1824, la emancipación de Sur América, uniendo así, de manera indestructible, su nombre ya inmortal en las páginas mas brillantes de la historia de Venezuela, a los recuerdos más preciados  de la Patria Venezolana; al Presidente constitucional de esta entidad Federativa, General Juan Alberto Ramírez, modesto ciudadano a quien ha cabido la honra de presidir la celebración del Centenario de Ayacucho en la tierra del héroe epónimo, al primer Vicepresidente de la Nación General José Vicente Gómez, al doctor Pedro Miguel Queremel, inteligente colaborador en la Secretaría General de Gobierno, al Concejo Municipal de este Distrito. 

                                                                                 José Silverio González Varela





LA CASA DONDE NACIÓ SUCRE.


            En el No. 43, ‘’SUCRE” publica la versión del Dr. Miguel Aristeguieta Sucre, sobre la Casa donde Nació el Mariscal, vemos

            “Cuando se hicieron las primeras gestiones con el objeto de  saberse cuál era la casa  en que había nacido Sucre, para conservarla  como una reliquia histórica, su padre el Coronel Don Vicente Sucre, la segunda esposa  de este y sus hijos  del primer matrimonio, de los cuales era Sucre el séptimo, ya no existían. Aguasanta, María Josefa y Magdalena, fueron mártires de la independencia; y Pedro, Vicente, Carlos y Francisco, fecundaron con su sangre el árbol de la Libertad. Jerónimo, más afortunado que todos ellos, murió en Margarita después de la magna guerra con el grado de Coronel de la República, ganado en los campos de batalla y como siempre, al servicio de la Patria, pues ejercía la Secretaría General de Gobierno en la Isla.
            Los hijos del segundo matrimonio, únicos que sobrevivían, informaron:   que por referencias de la familia y de los ancianos de la época, sabía que su padre habitó en sus primeras nupcias, en esta ciudad de Cumaná, tres casas de su legítima propiedad, situadas en la parroquia Santa Inés, pero que no podían decir  con certeza en cual de ellas había nacido Sucre.
            Estas casas estaban situadas así: una en San Francisco, por la Luneta;  otra en  la calle del Medio, hoy  calle Bolívar, cerca de la iglesia parroquial, actualmente nuestra  Santa Iglesia Catedral y la tercera en la calle de Belén, hoy Montes.
            Ninguna de estas casas existe; cayeron  derrumbadas por nuestros sacudimientos sísmicos, como así mismo la que habitó  don Vicente en sus segundas nupcias, situada en la calle  La Marina, hoy calle de Bermúdez, en la parroquia Altagracia.
            Además de las cuatro  ya mencionadas Don Vicente tenía  otras casas, sólo se conserva una situada en la calle Larga, hoy de Sucre, en la parroquia de Santa Inés. 

            Mi abuelo materno, que era el mayor de los hijos del segundo matrimonio, así como estos  y algunos ancianos de entonces, supervivientes del tiempo heroico, se inclinaban a creer que Sucre había nacido  en la casa de la calle de Belén.
            La duda esta vigente, pero bajo el punto de vista  del interés histórico, y para que se conserve debidamente la tradición, deben ponerse inscripciones conmemorativas en los lugares donde estaban dichas casas, porque puede suceder que la buena suerte nos depare en nuestros archivos, o bien en los de España el valioso hallazgo de un censo o de cualquier otro documento público que venga a cuento y de luz suficiente para esclarecer la verdad”.

En una nota al pie de  la crónica, dice que la casa de la Luneta estaba ubicada de Sur a Norte, la primera casa de la derecha, lo que también coincide con la casa parroquial de la iglesia de Santa Inés.


En el mismo número “SUCRE’’ publica el texto del discurso de Marco Tulio Badaracco Bermúdez, pronunciado ante el retrato del Gran Mariscal, en el Club Cumaná.

No debía faltar el homenaje de este Club, constituido por un grupo distinguido de la Sociedad Cumanesa al egregio cumanés de preclara estirpe, el caballero Sucre. El que preside nuestra gloria que como un Dios penante guarda nuestra leyenda, inbuyéndola de generosidad y heroísmo, es de justicia que en esta gran fecha centenaria, reciba aquí también el tributo de veneración que todos le debemos.

            Acaso sea yo el de menos aptitudes para cumplir este intento; pero cuando todo pensamiento es en este instante a manera de turíbulo que da su mirra más ideal y parece prosternares de admiración ante el héroe, cuando cada corazón acelera su latido para amar la memoria del paladín inmaculado, cuando vemos cada pupila de mujer embellecerse, hacerse más cálida y fulgente para envolver en su éxtasis a la efigie gallarda, gloriosa y mártir del triunfador en Ayacucho, puedo confiar en que mi tarea será fácil y que nuestra admiración, unida, supla las deficiencias de mi inelocuente  decir.

            Para la época de la colonia, al margen ya la guerra emancipadora, era Cumaná una ciudad floreciente, encanto de cuantos la visitaron. Bien lo pregonan así sus ruinas, que muchas nos cuentan del rango, comodidad y esplendidez de las nobles familias que las erigieron y habitaron. Esta madre fecunda, que así podría titularse Cumaná, fue a manera de surco en donde se arrojó la simiente para el cultivo de la multitud de distinguidos hogares que hoy pueblan la República. Casi la totalidad de los proceros apellidos que en la actualidad son gala de la sociedad venezolana tienen entronque en esta ciudad o podría comprobarse que de aquí han surgido.

            Un viajero francés calcula que Cumaná tenía para el año 1750 que él la visitó, alrededor de diez mil almas, contados únicamente los españoles, los extranjeros y los descendientes de ambos, ya que para esa oportunidad no constituían población los esclavos ni los indios. En alguna parte hemos leído que el número de  catalanes se elevaba a los miles y que en la espantosa masacre que fue la Guerra a Muerte, perecieron los más y emigró el resto.

            Era Cumaná  una población activa, laboriosa, emprendedora. Su situación privilegiada, abierta hacia todos los horizontes, propicia a recibir de las diversas direcciones del mundo cuantas luces quisieron llegar, la hizo apta, desde su fundación, para colocarse brevemente a la altura de cuantas ideas renuevan continuamente el ideal humano. De esta suerte el cumanés fue entonces, un tipo de individuo avanzado en sus anhelos, dispuesto a aceptar sin reservas y conscientemente, cualquier tendencia que  envolviera en si un propósito de renovación social, de libertad o de progreso.

            Había aquí industrias prósperas, el azul de tonalidades diversas de nuestro cielo parecía hacerse tangible y beneficioso en esa hierbecilla fecunda que se denomina añil los naranjos odoraban nuestros campos, el cocotero mecía sus cimeras  por encima de la sabana verdeante, con mayor pompa, gallardía y frescura que lo hace ahora. Humboldt el sabio inmortal que llevó tan hondo en su corazón hacia los países civilizados  el nombre de Venezuela y con ella el de Cumaná, primera tierra que pisó en América en su viaje directo desde España, nos ha dejado una descripción  feliz de la impresión que recibió al tomar puerto  y divisar la cortina de palmeras que bordean el Manzanares. Este hombre universal, de universales y profundos conocimientos, encontró aquí personas ilustradas con quienes departir sin sonreír con malicia por el criterio disparatado de sus interlocutores, de quienes recogió multitud de observaciones que enriquecen sus obras.  

            Dice Michelet que la historia es una resurrección  y así sería en efecto si del fondo del  pasado, de debajo de los vetustos escombros, pudiésemos desenterrar los movimientos, los ensueños, los proyectos varoniles, las intenciones de nuestros antepasados  y ofrecer rediviva la actuación que correspondió a cada uno de ellos en los días genésicos de nuestra libertad y en la faena cruenta de erigir la soberanía con la conquista de la Independencia Nacional. Veríamos entonces resurrecta a Cumaná y gloriosa como nunca en esta ocasión en que se rinde homenaje  de veneración al más hidalgo de sus hijos. 

            En este medio ambiente que he querido bosquejar sucintamente, nació en Cumaná, Antonio José de Sucre, séptimo hijo de Don Vicente de Sucre y doña María Manuela de Alcalá. Sus primeros años corrieron, sin duda, como la de muchos rapazuelos que pululaban en esta urbe privilegiada por la Madre Fecundidad. Correrías en los campos, natación en el río Manzanares, expediciones a las riveras marinas que circundan esta región, llamada alguna vez pomposamente: La Nueva Andalucía.

            Los primeros estudios de Sucre cursaron en la Escuela de Ingeniería del Colegio sito en el barrio de San Francisco. A los quince años de su edad se le encuentra en Barcelona. Haciendo sus primeros servicios militares. Algún historiador y el Libertador mismo lo sitúan al lado de Miranda, como oficial distinguido, cuando el  desastre de Valencia.

            No hay un desmayo en su misión de Libertador, no desdice un solo momento del amor a su Patria y su consagración a la causa de América. De los tenientes de Bolívar  fue Sucre el que mejor  supo valorar el ideal máximo de aquel cerebro de maravillas, y por esa cabal apreciación fue el más leal, el de mayor pujanza y de más estupendos éxitos en la Guerra Emancipadora.

            La expedición de Chacachacare, en el año del 13, lo cuanta entre sus promotores. Para el año 16, viniendo de Trinidad, naufraga sobre el piélago del Paria, y a punto estuvo de que pereciera con él en las furiosas Bocas del Dragón colombiano el soldado que dio a nuestra guerra libertadora el toque de excelencia, el ejemplo más asombroso de serenidad en el vaivén de la tormenta y de  piedad humana en la llamarada sangrienta de las pasiones. Cual nuevo Cesar sobre liviano esquife prueba fortuna y se salva, se salva para bien de la humanidad, porque es a él, a su magnanimidad mil veces puesto a prueba, a quien se debe la primera palabra de perdón en Trujillo y quien va a fijar luego la capitulación de Ayacucho que es albura de ala sobre negror de garra. 

            El sitio de Cartagena donde está indoblegable la valentía de Bermúdez, lo tiene entre sus tenientes estratégicos, y donde quiera que el cañón español abre una brecha allí comparece la figura de águila de este predestinado, esbelta y ágil, oponiéndole su genialidad militar como poderosa valla.

            Sale en Arauca al encuentro del Libertador y es allí el primer tropieza en que la diplomacia de pinceladas supremas del futuro Mariscal  gana su primer accésit … Ante la dignidad herida del imberbe adalid, Bolívar doblega su acritud, rectifica, adivina el genio y le confía la delicada misión  de comprar elementos de guerra en las Antillas. De modo satisfactorio ejecuta su comisión y queda desde luego ligado a la mente del  semidiós  para las grandes trayectorias que había de recorrer.
            Ido al Sur en la misión delicada de incluir Guayaquil a la Gran Colombia, su acierto, su seducción personal, su tacto político, le gana al minuto las más adversas voluntades y la feraz región queda de hecho como era justicia que así fuese, inclusa al Ecuador. Y fue allí Pichincha la que revela al militar de escuela en las altas estribaciones andinas, que dio liberación a Quito y preparó la expedición y el peldaño de Junín.

            Enviado al Perú se destaca y desenvuelve allá en el tumulto de los partidos, por encima de las intrigas y los odios, su magnífica personalidad. Realiza prodigios de civil estrategia la férrea ductilidad de su carácter y se sobrepone y destruye la urdimbre de felonías de los enemigos de la libertad y de la soberanía de América. ”Preparad el comino del Señor, enderezad sus sendas…”  Y así fue él, nuevo Bautista, quien trilló la vía de sucesos inmortales que había de recorrer Bolívar, entre loores de los que aprendían entonces a ir sin cadenas por las calles embanderadas con la enseña de Miranda, el Precursor.

            Confiádole que le fué el Ejército del Sur, verifica la campaña del Perú, perfecta en sus trazos y gana la batalla Ayacucho, éxito éste que quizá otro que no él, hubiese mancillado con venganzas exterminadoras, pero que él levantó a la más dignificante gloria humana, concediendo la Capitulación que se llamó Tratado de Quinúa

La Batalla de Ayacucho  señores libra a la América del tutelaje colonial y si es cierto que la Madre Patria trajo al Continente su idioma, su religión, sus costumbres, sus instituciones, sus ideales, su heroísmo,  todo cuanto poseía de grade  y civilizado, no es menos cierto que no hay bien para el hombre como la libertad ni honra para los pueblos  como la soberanía.

             Un glorificador de Sucre, el Dr. Sherwell dice: ”Ayacucho tiene un significado más comprensivo: es el último capítulo de las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del principio de que América pertenece a sus hijos  y que a sus hijos solamente  toca determinar cuáles han de ser sus destinos”
 
            Todo en Sucre es armónico: Su perfil, su mirada, su carácter,  como que su persona compartiera y reflejara la serenidad inmensa de su elevado espíritu. Raros son los ejemplos de hombres que con la actuación guerrera de Sucre hayan logrado como él tener en cada momento la plena posesión de sí mismos. Desde niño su voz se impone en los Concejos por los aciertos y sabiduría de sus opiniones así se le ve pensar en Ayacucho solamente en los reclamos  de la bondad, en Tarquí en los reclamos de la justicia  y en Chuquisaca cuando doce hermosas quieren arrastrar  su carroza, surge inmediatamente el gentil- hombre  y coloca la espada vencedora en cien combates  para que sea conducida  por las albas manos proceras,  ya que él se juzga indigno  de tan extremoso y divino homenaje.

            Gentilísimas damas:  El denodado Sucre, este tipo de selección de la estirpe américo-española, enigma histórico que aún está por estudiar en su carácter y en su genio, el militar severo de indoblegable voluntad, tuvo dos grandes pasiones  que aparecen en multitud de instantes de su preclara existencia: fueron ellas, su amor por Cumaná y su amor a una mujer… Su amor a Cumaná constituido de sus tiernos recuerdos de la infancia, del cariño al lar nativo en donde muchos de los suyos  fueron mártires del culto a la Patria; y el amor a aquella ingrata mujer ante quien rindió ferviente y galante sus preseas, su personalidad, su fama esplendorosa, su vida toda serenidad, toda consagración al deber, a los reclamos de sus hermanos de opresión y a la emancipación y grandeza de América.

            La Junta Directiva del Club Cumaná me ha honrado al confiarme la palabra para que yo sea quien lleve su representación en este acto solemne. Declaro pues, señores,  inaugurado el retrato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en este sitio de honor del Club Cumana.  Señores…



En el mismo número publica el discurso del Dr. Pedro Miguel Queremel, Secretario General de Gobierno, en el acto de la Recepción Oficial del día 9 de Diciembre en la Casa de Gobierno.

Señores:

            De la manera más complacida acoge el ciudadano President4e del Estado, las cordiales y patrióticas congratulaciones que con motivo de la gloriosa que la América toda conmemora hoy, le acaban de ser presentadas; y es tanto más grande su complacencia, cuanto que todas esas palabras congratulatorias, todas esas voces de entusiasmo patriótico, todos esos sinceros parabienes, que él agradece  desde lo más intimo de sju corazón, constituyen como un grandioso haz de espiritual simbolismo, que declina ante su Jefe el Benemérito Gral. Juan Vicente Gómez, quien ferviente admirador de las glorias nacionales, ha decretado estas festividades, de las cuales se conservarán por siempre gratos  e imperecederos recuerdos. Porque la jornada de Ayacucho esw de aquellas que dejaran un surco muy hondo en los inmensos dominios de la Historia, es de aquellas que e medida que avanzan los tiempos, se interna más y más en la conciencia de los pueblos, y por lo tanto el rastro de gloria que va dejando se prolonga hasta culminar en los cielos infinitos de la posteridad.

            Orgullosa debe encontrarse esta ciudad, Primogénita del Continente y henchido debe sentir su corazón de intenso júbilo, porque su hijo predilecto, Antonio José de Sucre, al alejarse de estos lares, llevándose incrustado en la sangre, como un acicate el ardor de sus cálidas brisas, y como un aguijón en su espíritu de soñador, el delicioso recuerdo de los cocoteros cumaneses; al alejarse de estos lares, adolecente, imberbe aún, perfilándose ya en su persona, la gallarda y sugestiva de joven Héroe cortejado por las deidades de la Gloria, surcó mares, recorrió llanuras, escaló cumbres enhiestas, bordeó abismos, escaló montañas, siempre de combate en combate, de hazaña en hazaña y ya cargado de laureles como conducido por el Destino, como llevado por la gran mano de Dios, hincó su planta en el sitio que por siempre había de quedar enlazado con su nombre, y donde un definitivo centellazo de su genio de guerrero incomparable había de levantar el más colosal monumento que erigirse pueda a la libertad de un pueblo.

            Que de cosas se agolpan en la mente del pensador al imaginarse el magnífico cuadro!  Casi le parece a uno ver al gran protagonista de la enorme obra épica señalar a cada quien la acción guerrera que le tocaba desempeñar en la memorable batalla, cual si se complaciera en distribuir él mismo a todos aquellos bravos luchadores, los nobles gestos heroicos que cada uno debía aportar al magno cuadro epopéyico, donde él, artista supremo,  dejaba caer los admirables retoques de su genio previsor. Y es entonces, Señores, cuando la imaginación  del pensador, avivada por los sentimientos del patriotismo, casi oye el estruendo del rayo de la guerra al producir la más grandiosa explosión de heroísmo que pueda concebirse; y el galopar de los corceles que corren, corren, como impacientes por coronar una altura, casi locos, ebrios de triunfos ellos también, y las banderas flotando en los espacios cual si fuesen las alas de la gloria que quisieran coronar en el heroico campo; y el ruido de tambores que ensordecen el ambiente, ese ambiente sagrado de los campos de batalla donde se defienden las libertades y por sobre todo eso una espada haciendo visos en los rayos del sol. Blandida en lo alto gigantea cual si quisiera inscribir  en la inmensa cúpula de los cielos el nombre mil veces glorioso de Ayacucho.  

            A nombre pues del Presidente del Estado, doy las más expresivas y cumplidas gracias a todos los que se han servido presentarle sus felicitaciones, y a toda esta honorable concurrencia que le ha dado brillo y realce a este acto.




En el mismo número “SUCRE” publica RESEÑA DE LAS FIESTAS DEL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO EN CUMANA.

            Con general entusiasmo se iniciaron en Cumaná las fiestas del Centenario de Ayacucho bajo la influencia trascendental de una valiosa noticia. El 4 de diciembre al mediodía, varias personas de significación de esta ciudad y también el que esto escribe recibieron comunicación telegráfica del General José Alberto Ramírez de haber coronado con todo éxito, en ese día, la obra de la carretera Cumaná-Cumanacoa que sintetiza el mayor anhelo  de estas regiones desde tiempo inmemorial, La noticia fue rauda en sus jubilosos efectos. Cumaná se sintió conmovida y agradecida al hombre providente que rige los destinos nacionales y al esforzado y probo magistrado regional, que hizo suyo el interés de este pueblo. Que supo apreciar el valor real de ese trabajo y que a su frente dio el ejemplo de ahínco de constancia y de fe en su término, para esta gloriosa oportunidad.



DIA 6.

            A las 6 a. m. -  Alzó su vuelo en salutación patriótica, la estrellada y patriótica bandera de la Patria en la Casa de Gobierno, sobre el vibrar del Himno Nacional, y desplegó en tricromía como un iris de victoria.

            A los 8.30 a. m.-  Celebrose misa solemne en la Catedral de Cumaná en memoria de los defensores de la Patria, los conquistadores de la nacionalidad caídos heroicamente en los campos de batalla. En este acto dijo una oración patriótica el inteligente Pbro. Arenas por la cual comentó la significación cristiana y nobilísima de aquellas honras a la santa memoria de los caídos, no solo en Ayacucho sino en los mil campos de batalla de la Independencia.    




DIA 6.

            A las 6 a. m. -  Alzó su vuelo en salutación patriótica, la estrellada y patriótica bandera de la Patria en la Casa de Gobierno, sobre el vibrar del Himno Nacional, y desplegó en tricromía como un iris de victoria.

            A los 8.30 a. m.-  Celebrose misa solemne en la Catedral de Cumaná en memoria de los defensores de la Patria, los conquistadores de la nacionalidad caídos heroicamente en los campos de batalla. En este acto dijo una oración patriótica el inteligente Pbro. Arenas por la cual comentó la significación cristiana y nobilísima de aquellas honras a la santa memoria de los caídos, no solo en Ayacucho sino en los mil campos de batalla de la Independencia.    

DIA 7.

A las 6 a. m. – Es izada la bandera nacional  en la casa de Gobierno y surge de cada morada a exornar sus respectivos frentes, rientes y heroicos.

            A las 9 a. m. – Verificose en el importante Colegio de Nuestra Señora de la Consolación un importante acto en el que tomaron parta las numerosas educandas con que ya cuenta ese plantel. Fue inaugurado un retrato del Gran mariscal de Ayacucho, se bendijeron los ornamentos sagrados traídos de España. Se ofreció al culto la capilla instalada en el recinto con exposición del Santísimo Sacramento. Se inauguró este acto con la palabra fácil y elocuente del sabio padre Arenas. Varios alumnos hicieron gratas recitaciones y dijo un bellísimo discurso el inteligente niño Candiales Guerra.

            A las 10 de la mañana, con numeroso concurso que rebosaba el local del Teatro José Silverio González, tuvo efecto la rifa del facsímil de oro y perlas de la pluma donada por el Mariscal Antonio José de Sucre a la Municipalidad de Cumaná en donde se conserva y venera. Fue favorecido por la suerte el Número 806 serie 1.

            Cunde súbita una grata noticia la llegada del crucero nacional de guerra “Mariscal Sucre” que conduce a esta ciudad a la Delegación que ha de llevar en esta capital y ante el gobierno del Estado la representación del Ejecutivo Federal a las Fiestas Centenarias.

A las 4 p. m. se inauguró un artístico Kiosco en la plaza de Ayacucho, expresamente construido para la banda del Estado. Llevó la palabra el Sr. Presidente del Concejo Municipal.

            Desde temprano, por la tarde, acuden ciudadanos a Puerto Sucre, anunciada como ha sido para esta noche la llegada del buque de Guerra. Una comisión del Ejecutivo del Estado compuesta por los ciudadanos: doctor Pedro Miguel Queremel, Dr. Juan Bautista Figalo y Coronel A. Ortega Gómez, recibieron en el Puerto a los señores delegados. Como a las 8 p. m. hace entrada en la ciudad el desfile de autos conduciendo a los enviados  Señores: doctor Carlos Aristimuño, Dr. Luis Teófilo Núñez; Coronel Luis Bruzual Bermúdez, representantes; y Dr. Luis Enrique Mármol, Federico León, agregados como secretarios. Fue la delegada a la casa de familia del General Juan  Alberto Ramírez, Presidente del Estado, en donde les obsequiaron con una copa de champaña y se departió gratamente.  De allí fueron conducidos los Delegados y su séquito hasta la morada que ya se les tenía destinada.
             
            En la misma tarde tuvo lugar un conmovedor desfile. Desde la sala Consistorial fueron conducidas la corona y la pluma de oro, donada por el Gran Mariscal de Ayacucho a la Municipalidad de Cumaná, hasta el sitio donde se levanta el monumento Antonio José de Sucre. Sobre bordado cojín
fueron colocados los trofeos y llevados por la núbil  Carmen Lucía Forjonel, a quien servían de séquito lujosamente trajeadas las niñas Luisa Madrid Sucre, Carmen Teodosia Moreno Otaola, Mercedes Sevillano y Gloria Salazar. En este acto y sobre el conmemorativo monumento, llevó la palabra el Señor Rafael Ángel Salazar, en patrióticos y nobles conceptos.

            Por la noche hubo un suntuoso concierto en la Plaza de Ayacucho, por la banda Gómez de este Estado. La plaza donde se erige el bronce del ínclito adalid, pareció estrecha para dar cabida a la multitud entusiasta que se agolpaba en sus hermosas avenidas.


DIA 8.

            A más de las festividades patrióticas en este día súmase en él la fiesta religiosa de la Purísima Virgen. Fue pues una lujosa romería de nuestras gentiles damas a la Iglesia Catedral en donde celebrábase la misa solemne con sermón del ilustrado Pbro. Arenas. 

            Luego de la salida de este acto de tributo al Omnipotente, Verificose el desfile de los Colegios y Escuelas y la ciudadanía hacia el monumento al Padre de la Patria. En este acto de ofrendas florales llevó la palabra el señor Rafael Escobar Lara, quien se produjo en bella y  vibrante peroración entusiastamente aplaudida.

            Por la noche tocose retreta en la Plaza Ayacucho, desbordante de júbilo. Señalose esta noche por la inauguración, en el Club Cumaná, en la sala de honor, de un valioso retrato del Gran Mariscal de Ayacucho. El discurso inaugural fue confiado por la directiva al señor Marco Tulio Badaracco. Luego de la inauguración sigiose un suntuosa baile. Asistieron a esta fiesta social el Presidente del Estado y familia, el Secretario General de Gobierno y familia, la Delegación del Ejecutivo Federal, y cuanto de más distinguido cuenta la sociedad cumanesa en damas y caballeros. Se bailó hasta horas avanzadas y se gozó de la más intensa y amable cordialidad.

DIA 9.
           
            Cumpliose en este día un siglo de haberse liberado por el héroe cumanés ANTONIO JOSE DE SUCRE, la gloriosa Batalla de Ayacucho, cuya memoración ha dado motivo a estos ruidosos festivales que hinchan de emoción patriótica a toda Hispano América. Al sonar las 6 de la tarde en la Catedral rompió el Himno Nacional en la Casa de Gobierno para izar la bandera de la Patria, y apercibiose la ciudadanía, en su vivo tráfico para los festivales. A las 8 a. m. y con lucida y número la concurrencia celebrase un Te Deum, en la iglesia Catedral en acción de gracias por la prosperidad de la República y a los manes sagrados de nuestros héroes. Tuvo la palabra felizmente en este acto el Pbro. Arenas. Terminada la ceremonia dispuso Monseñor Obispo Sixto Sosa, la repartición de la importante alocución que dirige a los fieles con motivo del centenario.

            A las 9 a. m. celebramos una sesión extraordinaria, en el Salón Municipal del Distrito y se distribuyó en ese acto la edición de lujo, obsequio del Ejecutivo Regional a la Municipalidad, de la carta dirigida por el Gran Mariscal de Ayacucho a esa Ilustre Corporación donándole la Corona  y La Pluma de oro con que la ciudad y el Cole3gio de Cochabamba lo agraciaron después del triunfo de Ayacucho. Llevaron la palabra en este acto el Dr. Luis Daniel Beauperthuy, Presidente de la Corporación, General R. Reyes Gordon, Vicepresidente, Arístides Álvarez, Sindico Procurador Municipal  y el Señor Amadeo Blanco, quien ofreció a nombre del señor Antonio María Ramos, patriota ciudadano, un cuadro al Oleo, reproducción del Tovar y Tovar en el Salón Elíptico de Caracas, representativo del instante en que Sucre firma la capitulación de Ayacucho. Este inmenso y notable oleo, se exhibe, como nueva reliquia en el salón del Concejo Municipal.   


            A las 10 a. m.  tuvo lugar la Recepción Oficial en la Casa de Gobierno y allí recibió el ciudadano Presidente del Estado,  General Juan Alberto Ramírez, las congratulaciones que con motivo de la clásica efeméride le fueron presentadas por las demás autoridades, por Monseñor Obispo, Sixto Sosa, por los gremios, corporaciones, delegados de los Estados y de los Distritos. Brindose una copa de champaña y el inteligente Doctor Pedro Miguel Queremel dijo de la significación del día, de la gloria que él guarda para nuestra Patria, del fervor que el jefe de la Causa Rehabilitadora General Juan Vicente Gómez tiene para el inmaculado Sucre y a nombre del General Presidente del Estado dejo elocuentemente contestadas las distintas felicitaciones. Reproducimos las palabras del doctor Queremel:

            Llegó la hora de las ofrendas ante la estatua ecuestre del Mariscal en la Plaza de Ayacucho. Del buque Mariscal surto en la bahía, baja una fuerza naval dirigida por la banda de abordo. Del Castillo San Antonio otro cuerpo del ejército baja así mismo en dirección a la plaza y en dos alas ambas tropas se alinearon de frente a la estatua haciendo vía al Ejecutivo  y su inmensa comitiva en la que había representación de todos los poderes públicos, de todas las corporaciones, gremios, sociedades, clubes, ciudades, distritos &. El Coronel M. A. Lollet Márquez, comenzó el acto oferente, leyendo al pie del monumento las proclamas de Sucre al ejército, momentos antes de comenzar la acción: Continuó en el orden siguiente Dr. Aristimuño Coll, Jefe de la Delegación Federal, el Coronel Luis B. Bruzual Bermúdez, como representante del Ejército Nacional  y en representación del Inspector General del Ejercito General José Vicente Gómez; el Doctor Queremel en representación del Ejecutivo del Estado , el Doctor Luis Teófilo Núñez, en representación del Estado Aragua; Doctor Paco Damas Blanco, en representación del Estado Guárico; Dr. Ibarra, por Anzoátegui y Falcón; Coronel A. Ortega Gómez, por Nueva Esparta.

            Síguese las ofrendas de los distritos del Estado: por los distritos Bermúdez y Ribero y por la Nueva York and Bermúdez Company y The Bermúdez Co.  Doctor Juan Bautista Figalo; por el distrito Benítez, R. Vásquez  H. por Arismendi, Dr. Antonio Minguet Leteron. Dr. Paco Damas Blanco por Mejía y Mariño; por Montes, Dr. Luis Daniel Beauperthuy, por la Municipalidad del Distrito Sucre, don Emilio Berrizbeitia, por el Club Cumaná,  y muchos más representantes y particulares que se escapan a nuestro recuerdo.

            Una de las ofrendas más valiosas por su significación y trascendencia para Cumaná fue la depositada al pie del monumento al Mariscal de Ayacucho por el historiógrafo coterráneo Sr. Don Pedro Elías Marcano, consistente de un libro bellamente impreso contentivo del CONSECTARIO DE CUMANA. Usó por vez primera este dictado, refiriéndose a los jefes de familias cumanesas,  el Arcediano Antonio Patricio de Alcalá, y ya se adivina que es un compuesto derivado de secta. La obra de Marcano resume el entronque de las familias cumanesas desde la fundación y comprende los trabajos de Alcalá hasta 1700 con notas adicionales del padre José Antonio Ramos Martínez,  y se continua por el honorable compatriota desde el mencionado año hasta 1850. Lo felicitamos muy sinceramente.

            Puso punto final a estas patrióticas ofrendas el brillante y patriótico discurso altamente elogioso para Cumaná, del señor Enrique D’Sola, representante del Estado Carabobo. Sentimos no insertar su pieza oratoria por no haber querido dejárnosla a tal efecto. Este acto fue severo en su solemnidad y concurrieron a él a más de los altos representantes de Gobierno, gremios, sociedades, etc., etc., una multitud bulliciosa que colmaba el amplio cuadrado de Ayacucho. 
             
            A las 6 p. m. pronunciaba el doctor Domingo Badaracco Bermúdez, su conceptuoso y atildado discurso inaugural al pie del soberbio monumento que frente a Pichincha se erige al Gran Mariscal de Ayacucho. Allí estuvo la multitud emocionada aplaudiendo ruidosamente al orador.

            Al descender la bandera de la Patria dejáronse oír las estampidas del cañón en la fortaleza de San Antonio  y del Crucero Mariscal Sucre tributando sus honores a la fecha inmortal.

            De las 7,30 comenzó la retreta extraordinaria de la Plaza de Ayacucho y fue como un derroche de genialidad en los fuegos de artificio de ese acto.

            A las 8 p. m. comenzaron los segundos Juegos Florales de Cumaná: brillantez de concurrencia, pompa en el decorado, juventud, sana alegría, exultación de patriotismo… El teatro es algo como un palacio de Aladino, la espiritualidad bulle y parece vivir hasta en las cosas inanimadas…
            El Señor Presidente de la Sociedad Patriótica Ayacucho, declara inaugurados los Juegos Florales y da la palabra al Secretario de esa Sociedad para la lectura de los veredictos de Caracas. El Señor Octavio R. Neri, en representación del Señor Jesús Marcano Villanueva, quien fue el triunfador en la composición Lirica con su verso Canto a la primavera, elige  la reina del torneo y pronuncia  su voto por la gentil, bella y aristocrática señorita Josefina Ponce Zabala hija del señor Presidente de la Sociedad Patriótica. Una comisión de cultos caballeros sale en solicitud de su Majestad que a poco hace su entrada en el teatro. Viene precedida de lindos pajecillos que son los niñitos: Armando Arias, Ligia Figallo, Omaira Silva, Rosa Elena Hoffman, y la preceden honorables damas de honor en las personas de las distinguidas y encantadoras señoritas Lolita Bruzual, Mercedes Madriz, Luisa Dolores Beauperthuy, Carlota Badaracco y Ada de La Rosa.

            Ya en el proscenio ocupan sus respectivos puestos. Su Majestad en tanto recibe delirantes ovación de la concurrencia y la pleitesía de su precios sequito.

            El Señor Neri toma su asentimiento y da lectura a la poesía lírica entre grandes aplausos. Recibe la flor natural. Alberto Sanabria, la Gardenia de Oro, premio de la poesía épica, en representación de su autor Valmore Rodríguez. Santos Emilio Berrizbeitia, la violeta de oro, premio del accésit a la poesía épica de Udón Pérez. Julio Madriz, el clavel de oro, premio a la leyenda Patria de Rafael Díaz Flores.

            Confía al fin la palabra el Señor Presidente, al ciudadano Dr. R. Marcano Rodríguez, mantenedor de tan señorial festejo. Al aparecer recibe un prolongado aplauso y hecho el silencio comenzó su brillante, castizo y noble discurso que fue interrumpido en multitud de momentos por la impaciencia del público para tributar su elogio al ilustrado orador. Sus generosos encomios a esta noble ciudad, el recuento gratuito que hizo de sus prohombres, la recordación de sus méritos, quedan en nuestros corazones como un perenne exponente de nuestra gratitud al hidalgo orador.

            Terminados los juegos florales, un numeroso grupo de concurrentes acudió a la morada del Dr. Ponce Córdova, hombre bien quisto en esta ciudad, por su condición de probo ciudadano, de sabio y humanitario galeno y de componente distinguido de esta sociedad. Iniciose un lucido baile que duro hasta altas horas de la noche, y brindose  el champaña.   

           
DIA 10. 

            Tuvo efecto en este día a las 10 de la mañana, la inauguración del puente Avendaño sobre el paso de Bebedero. Un magnífico desfile de automóviles condujo a ese sitio al Ciudadano Presidente del Estado, General Ju8an Alberto Ramírez, y al Secretario General, Dr. Pedro Miguel Queremel, Monseñor Sixto Sosa, Obispo de la Diócesis de Cumaná, Presidente del Concejo Municipal, Dr. Luis Daniel Beauperthuy,  al Jefe Civil del Distrito Sucre, al Jefe de las Fuerzas Nacionales, empleados del Ejecutivo del Estado y gran número de ciudadanos y de gentilísimas damas.  Llevó la palabra en el acto inaugural el inteligente secretario privado del Presidente del Estado,  el Coronel  A. Ortega Gómez. Cumplido este acto oficial se dirigió el concurso a la valiosa finca del General Ramírez para una fiesta campestre que se prolongó hasta las 4 de la tarde. Una muchedumbre de todas las clases sociales asistió a esta fiesta en la que todo estuvo en abundancia y atentamente servido. Hizo el brindis en este obsequio particular del  General Ramírez, el inteligente  Dr. Pedro Miguel Queremel con acertados y luminosos conceptos sobre el sitio y el día. Contestó el Pbro. Arenas quién dijo como estaba allí demostrado cuanto vale y cuanto espera Cumaná del esfuerzo personal agrícola, siempre que toda empresa  de esta naturaleza  se haga en la forma moderna en que la ha emprendido el Jefe del Estado.

             A  las 5 p. m. tuvo efecto una visita de los Poderes del Estado Públicos representantes  aquí acreditados y sociedad al vapor Mariscal Sucre, en donde fue culta y espléndidamente agasajada por el bravo comandante Andrade y todo el activo y caballeroso personal de esa hermosa nave. Esta fiesta se prolongo hasta las 9 de la noche.

            Por la noche Verificose la retreta en la Plaza de Ayacucho y una proyección cinematográfica en el contiguo parque del mismo nombre.


DIA 11.

            Señálese este día trascendental por siempre ya para esta ciudad y el Distrito Montes por la inauguración de la carretera Cumaná – Cumanacoa. A las 7 de la mañana partió desde la Plaza de Ayacucho el cortejo. A su frete iban tres camiones conduciendo la bandera del Estado y luego seguía una prolongada fila de automóviles. En el cerro de la Línea, el inteligente escritor Luis Teófilo Núñez, miembro de la delegación del Ejecutivo Federal a las fiestas centenarias de esta ciudad declara en nombre del Gobierno Nacional inaugurada la vía carretera y suena allí abajo el aplauso de gratitud de todo un pueblo el nombre simbólico, como campeón de la grandeza Patria, del benemérito jefe del País, General Juan Vicente Gómez. Parte el cortejo que va deteniéndose en el tránsito, en cada uno de los sitios del heroico trabajo de esa vía, campamentos de los esforzados trabajadores. Se tomaron varias vistas fotográficas de diversos puntos de la carretera. La llegada a Cumanacoa fue a las doce del día. Bajo el pomposo samán que se levanta orgulloso en la plaza de aquella ciudad, el Dr. Queremel dijo que la importante obra de la carretera Cumaná Cumanacoa, era un exponente brillante de la labor de progreso implantada en el País, por el benemérito General Juan Vicente Gómez y así mismo del constante esfuerzo del General Presidente del Estado, el General Juan Alberto Ramírez.  Que las obras públicas eran monumentos que los Magistrados se erigían así mismos en la gratitud de los pueblos. Verificose luego un solemne Te Deum para dar gracias al Todopoderoso por la feliz realización de la obra magnífica. Sigiose una sesión extraordinaria en el Concejo Municipal, tomaron allí la palabra el Señor Ricardo Márquez Moreno y alumnas de planteles educacionistas del aquel Distrito. También expresó sus sentimientos de agradecimiento, como hijo de Cumanacoa, por los beneficios que aquel pueblo recibía del Benemérito Jefe del País, con la terminación de la carretera, Dr. J. E. Mariña. El General Ramírez, Presidente Constitucional del Estado, en breves frases dio las gracias y se congratuló con todos por el memorable suceso y la llegada sin tropiezos a Cumanacoa. El día transcurrió en festejos y por la tarde, al regreso, en el Municipio Arenas, se dijeron oficios religiosos en el notable templo colonial de  aquella población. Terminados estos, en la Plaza, tomó la palabra el señor Jefe Civil, para expresar sus felicitaciones al Presidente del Estado a nombre del pueblo agradecido, y el señor Rafael Ángel Salazar con el mismo objeto. 

            A las 8.30 de la noche fue la entrada del regreso del Magistrado regional y su numerosa comitiva  a esta ciudad en la que fue recibido con muestras entusiastas del contentamiento público por la valiosa y anhelada inauguración. El desfile de automóviles entre aclamaciones y fjuegos artificiales dio un paseo triunfal por las principales calles de la ciudad regiamente iluminadas.

            A las 9 p. m. Verificose en la bahía de Puerto Sucre el simulacro de la acción naval librada en el golfo de Santa Fe a principios de la Guerra Emancipadora, por los valientes Capitán de Navío Francisco Javier Gutiérrez, hijo de Cumaná, y, mártir de la Patria; y el pundonoroso realista Capitán de Navío José Guerrero, impertérrito defensor de su causa. Este simulacro fue felizmente llevado a efecto y los contendores saludaron en su entusiasta acometida al mariscal Sucre, surto en la bahía.

           
DIA 12.

            A las 9 a. m. Concurrieron al Parque Ayacucho las numerosas alumnas de los diferentes planteles educacionistas de esta capital. Tomáronse allí varias vistas y otras ante la estatua del Gran Mariscal. Dirigiose luego el desfile hacia la plaza Pichincha en donde se erige también un busto de Sucre y llevó la palabra el señor Juan José Acuña, Presidente de la Sociedad de La Cruz de La Unión, en frases vibrantes y entusiastas. 

            Por la tarde a invitación del Club Cumaná, efectuose en este selecto centro de cultura y sociabilidad un hermoso acto con motivo de ofrecerles un obsequio a la gentil reina de los Juegos Florales y sus aristocráticas damas de honor. Se dio cita allí cuanto de más distinguido tiene la sociedad cumanesa y asistieron así mismo el General Ramírez y su honorable familia, el Dr. Queremel su señora e hija, los señores delegados del Ejecutivo Federal y demás representantes a las fiestas centenarias en Cumaná.

            A las 8 p. m. llevose a efecto la Sección Solemne de la Sociedad Patriótica Ayacucho en el salón Municipal de este Distrito. El motivo fue presentar cuentas de dos años de actuación de esa Sociedad las que fueron bien acogidas por el público. Entre las obras emprendidas por esa Sociedad esta el monumento a Sucre, que después de la carretera será la obra mas perdurable realizada para estye Centenario en Cumaná. Llevó la palabra el Dr. Paco Damas Blanco, quien fue ruidosamente aplaudido.

            DIA 13.

            A las 9 a. m. de éste día, Dirigiose numeroso concurso de ciudadanos en acompañamiento del ciudadano Presidente del Estado, Delegados del Ejecutivo Federal, Secretario General y demás representantes a la Plaza Bermúdez en donde se alza el busto del intrépido y bravo General José Francisco Bermúdez ante el cual se verificaron ofrendas florales, tomó la palabra en este acto el Dr. Pedro Miguel Queremel

            A las 11 a. m. el Señor Federico León del personal de la Delegación  del Ejecutivo Federal, ofreció a nombre de ésta un obsequio al pueblo en el Parque Ayacucho.

            A las 5 p. m. tuvo lugar el civilizador acto de plantar el roble del Centenario en el Parque Ayacucho en donde se expresó con su atildado decir el inteligente Dr. Juan Bautista Fígallo. Será perdurable en Cumaná éste árbol símbolo viviente  de la fecha gloriosa que se conmemora.

            Luego del concierto en Ayacucho, a las 8 p. m. se verificó el espléndido sarao con que la delegación del Ejecutivo Federal  obsequió al gobierno, a la Sociedad, a la Sociedad Patriótica Ayacucho, como una manifestación de sus gratas impresiones  y de su complacencia por las múltiples atenciones de que han sido objeto en esta ciudad siempre hidalga  y a la altura de sus grandes deberes.

DIA 14. DOMINGO.

            En la mañana de este día un grupo de amigos invitó a los Señores Delegados del Ejecutivo Federal a un lunch en Caigüire, el asoleado y bello balneario de esta ciudad, en donde se departió amablemente.

            A la 1 p. m. el General Rafael Volcán Jefe del Batallón Bermúdez que guarnece este Estado, obsequió con un almuerzo al Presidente del Estado, Secretario General, a los Señores Delegados y a varios de sus amigos.
            A las 4 p. m. los honorables y cultos Representantes del Ejecutivo Federal en esta ciudad ofrecieron un té danzante a nuestra sociedad. Se bailó hasta las 9 p. m. y hubo exquisitos y repetidos brindis.

            A las 10 p. m. se verificó el recital del alto poeta Andrés Eloy Blanco. El Teatro estuvo brillantemente concurrido y al levantarse el telón  apareció el escenario decorado suntuosamente. En medio de este cuadro de arte y magnificencia apareció el Señor Dr. Luis Enrique Mármol quien por una amable cortesía quiso el poeta que hiciese la presentación aquí en su propia tierra. Las palabras de Mármol fueron fraternales halagüeñas para el patriotismo cumanés y muy gratas de oír.
            Cumpliendo el programa pareció luego el poeta que agradeció una delirante ovación y así fue delirante en toda su elocuente, musical recitación, conmoviendo hasta las lágrimas a los asistentes. Tiene el poeta un bello decir y su voz de tonos mates va imponiéndose   con sugestión irresistible hasta levantar alta admiración en todos. 

En el mismo Número publico una nota en “SOCIALES,” que se refiere la poeta Andrés Eloy Blanco. Dice:

            De regreso de Barcelona, adonde fuera a dar un recital, por el que entendemos fue cordialmente ovacionado, se encuentra nuevamente entre nosotros el genial poeta Andrés Eloy Blanco a quien saludamos. También presentamos nuestra bienvenida a su padre el Dr. Luis Felipe Blanco y a sus hermanas Lola y María Blanco Meaño.

En el mismo Número 43 se publica el discurso del Dr. DOMINGO BADARACCO BERMUDEZ, en el acto de inauguración de la parte terminada del  monumento al Gran mariscal de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1924, en Cumaná. Veamos:

La Sociedad Patriótica Ayacucho, en nombre de la cual me cabe la honra de dirigiros la palabra, dispuso en solemne acuerdo  construir este monumento, donde guardar las reliq1uias históricas del Gran Mariscal Antonio José de Sucre o que a él se refieran; y consecuente con tal propósito dio principio a la obra, bien en el convencimiento, por lo breve del tiempo de n o poder llevarla a término para este día aniversario de aquel otro en que el hijo más ilustre de Cumaná, al frente del Ejército Libertador, selló la emancipación del Continente, en la más trascendental función de armas que se haya librado en él.

            Cumple hoy en parte sus miras la SOCIEDAD PATRIOTICA, al exhibir, como número selecto de las fiestas del Centenario la aporción de trabajo realizada; y se promete para dentro de poco la inauguración definitiva de la obra, tal como ésta ha sido ideada por el feliz ingenio de artistas nacionales.

            Frente al mar antillano sobre cuyas olas rodó un día, náufrago, nuestro héroe epónimo, cuando cruzado de la Libertad se encaminaba doliente al predio nativo, cercano a la histórica fortaleza de San Antonio cuyo muros encierran tantas leyendas de redención y de martirio; arrancado del propio sitio en donde otro gran oriental, épico adalid de la independencia, campeón de alto relieve en los fasos del heroísmo, terminó su gloriosa vida y en serena contemplación al infinito, se alzará en breve, a manera de atalaya, la artística pirámide, que dirá a los postreros como esa flor de epopeya que se llamó Sucre, cuyo nombre llena en estos momentos el ámbito inmenso de la América  Hispana, ya tiene, en el suelo que arrullo su cuna , el monumento que la veneración y el cariño del ilustre pueblo cumanés ha consagrado a sus hechos inmortales.

            Plumas doctas han relatado en páginas de arte, de verdad y de justicia, la vida militar y política de aquel primado  de la gloria, que sin más émulo que el Libertador, ni otro escudo que la bandera de la Patria, realizó con las invictas falanges colombianas esa carrera de prodigios que, como recio huracán de gloria, se fue de triunfo en triunfo por las enhiestas cumbres de los Andes hasta el Potosí lejano, llevando en su mente de guerrero al igual del Padre de Colombia, no el ideal restricto de la liberación de unos pocos pueblos, sino la visión radiante de la América grande y una, faz a faz de esa otra América, formidable modelo de Libertad y fuerza.

            Pensadores profundos han elogiado su capacidad maravillosa de estadista, creador de pueblos y el mayor colaborador de Bolívar en esta obra de genio. Militares de escuela han estudiado sus planos de batalla, llevados al papel en horas turbulentas, en plena campaña. Artistas soberanos han fijado en el lienzo, en el mármol y en el bronce esa fisonomía austera que parece como animada por un espíritu doliente. Inspirados portaliras han descrito en estrofas que son flores de antología, poéticos gestos de su vida galante, escenas triunfantes de su vida de guerrero, o el lúgubre momento de su caída fatal. Su correspondencia, sus proclamas de guerra, sus mensajes, todo ha sido examinado a la luz de un nuevo criterio histórico, el cual va directamente al fondo de los hechos, para extraer de él en toda su pureza la verdad y dejar sin valor alguno los prejuicios y las leyendas… Y volviendo, y revolviendo al héroe como un fino diamante de impecables contornos, cada  lado del Mariscal egregio emite brillo firme y sereno, que denuncia en su estructura la unidad real más perfecta.

            Analizando esa vida, que el plomo de Berruecos tronchó en flor, no es seguramente el heroísmo del gran cumanés lo que más nos arrebata, como no lo son tampoco su pericia indiscutida ni su sabiduría en el consejo: muchos de sus compañeros de armas poseían en grado eminente algunos de tan valiosos atributos. Lo que arroba el ánimo en la contemplación de esa vida, es armonía perfecta de facultades, aquella lealtad caballeresca, aquella serenidad de juicio que ni en el pánico de las derrotas ni en la embriaguez de la gloria de los grades triunfos, ni en los altos Senados que le tocó presidir lo abandonaron jamás. Si no tenía el don profético del genio, concedido solo al Libertador, en cambio penetraba fácilmente en el campo tenebroso de la realidad, hecho infranqueable por las ambiciones en lucha; y con su valor extraordinario el profundo conocimiento de su arte, y aquella piedad suya, que “no parecía humana”,  sabia sobreponerse a los sucesos  y arrancar la victoria de los brazos mismos de la anarquía o el crimen.

            Su modestia sin igual, que no era en él flor de estudio sino prensa ingénita, como lo fue también su delicadeza, aquella delicadeza de Sucre que tanto impacientaba al Libertador    , lo llevó en más de una ocasión a conceptuarse insuficiente para asumir la dirección de alguna vasta empresa militar; pero la disciplina, el amor a la Patria, su fe completa en el genio de Bolívar y en el entusiasmo y valor de los soldados de Colombia, le imponían como mandamiento categórico aceptar el mando y triunfar ¡Y Siempre triunfaba!  “Él hombre de la fortuna en la guerra”, fue llamado en sus días.

            Si para penetrar mejor a ese hombre ilustre “Conjunto de hombres” como de Alcibíades dijo Platón, pasáramos a considerarlo en la triple faz con que se yergue su figura en la historia de la revolución, veríamos que Sucre guerrero se equipara en grandeza con Sucre diplomático y Sucre Magistrado. De un valor legendario son testimonio las difíciles circunstancias que tuvo que vencer en los principios de su carrera, junto con lo héroes orientales que, al mando de Mariño, formaron la expedición del año trece. Y en ese grupo, digno de eterna fama, “Sucre siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su inteligencia y por su valor”.
           
            En los célebres campos de Maturín y Cumaná se encontraba de ordinario al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios con tres a o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras fuerzas” Son palabras del Libertador. ¿A quién que conozca la historia patria puede sorprender el imponderable arrojo personal de Sucre cuando la insurrección de Chuquisaca?

            Sobre su tumba bien pudiera gravarse parafraseando para encuadrarlo en campo americano, el epitafio que para sí compuso el mayor trágico de la eterna Grecia: “Aquí esta Sucre. Los lúgubres llanos de La Puerta, Aragua y Urica, las triunfales alturas de Riobamba, Pichincha y Ayacucho, y el español altivo  de indómito coraje, dirán si fue valiente. ¡Ellos lo vieron!

           
            Pero aun así, la inscripción quedaría incompleta, porque ese carácter alcanzó para la causa de la Patria tantas victorias con la bondad y la clemencia como con su espada libertadora. Diplomático su nombre fulgura al pie de tratados que son prendas del decoro humano y que en aquellos días difíciles contribuyeron eficazmente a detener las hondas calamidades engendradas por la guerra.

            Su actuación en Bolivia al frente del poder fue la tarea de u8n cíclope. Débiles medios para hacerse respetar daba la Constitución bolivariana al Ejecutivo, como lo confiesa el mismo Sucre, y eso en medio en que ambiciones y rivalidades vivían en perpetuo acecho. Admirable es ver, sin embargo, como pudo el Gran Mariscal  llevar el orden a todos los ramos de la administración y de “aquella porción de hombres divididos entre asesinos y víctimas, entre esclavos y tiranos, devorados por los enconos y sedientos de venganza, forma un gran pueblo con leyes propias y señalar su gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad”.

            Tan bien conocía Bolívar la férrea contextura de ese carácter y su absoluta consagración a la causa de la Independencia que en plena guerra civil, antes de Tarquí, le escribe aquellas palabras “Todos mis poderes, buenos y malos, los delego en Ud. Haga Ud. la guerra, haga Ud. la Paz; salve o pierda el Sur. Ud. es el árbitro de sus destinos y en Ud. he confiado todas mis esperanzas”. 

            Culminó su desprendimiento del mando en el Congreso Admirable, donde hizo esfuerzos supremos para sostener la unidad colombiana, ensueño heroico del Libertador, fracasado ya de hecho por la fuerza de la opinión separatista en las tres repúblicas y para el cual Senado formuló Sucre su célebre propuesta, que era como un llamamiento a las fuerzas pensantes de los pueblos recién libertados para que se encaminaran por vías civiles a regir sus destinos soberanos. Utopía para entonces, pero que de todos modos revela un criterio amplio  y un valor cívico a toda prueba.

            Gran ciudadano del mundo, brillante caballero de la democracia, a lo largo de esa vida se agita un afán constante de orden, de cultura, de cordialidad, fuerzas estas  que después de Ayacucho toman en Sucre toda la persistencia de una obsesión  “Más patriota que ambicioso”, como le escribe a Flores, pensando siempre en Quito y Cumaná, en la familia y los amigos lejanos, quiere retirarse de la escena pública a llevar vida modesta de filósofo, y no emplear más su espada sino cuando haya algún peligro de invasión exterior. Pero era vacilante la vida de los pueblos recién venidos a la libertad, y muy alta la talla de aquel guerrero, para imaginar siquiera que pudiera desprenderse del ejercito a sembrar coles, como Diocleciano, en el rincón de un huerto, o a lamentarse desde lejos del bien perdido como una doliente figura del Romancero. Hijo de la guerra debía morir combatiendo, y cayó al fin, en miserable emboscada, el patricio benemérito en toda la plenitud de su grandeza. ¡Afortunado fue en su muerte! Ese  astro de primera magnitud en el cielo de América, no llegó a conocer la soledad glacial del ocaso; no presenció la ruina de Colombia ni sufrió las mordeduras. Llenas de hiel y cieno, que aceleraron el fin del Padre de la Patria. Afortunado fue en su muerte, pues como ya se ha dicho, y lo comprueban los anales del mundo, sobrevivir a su gloria es la mayor desgracia de un hombre ilustre.

            Hoy las cinco repúblicas que tanto contribuyó a libertar, y con ellas las demás naciones de Hispano América, unidas como en sus grades días nacionales, y protegidas por la ideal bandera de aquella como República continental que concibió Bolívar, celebran con el más intenso júbilo la gloria del 9 de Diciembre, y la del capitán egregio, vencedor en esa jornada. Unidas como en sus grades días nacionales, tienden los brazos a la ciudad procera, ilustre entre las ilustres del Continente, la que recibió en su seno los primeros gérmenes de aquella civilización mediterránea  traída por los iberos y que, siglos más tarde había de dar al Nuevo Mundo el varón privilegiado  que afianzó su libertad en Ayacucho. En fantástica teoría parécenos ver a esas naciones acercarse a este monumento y bendecir el nombre de Sucre y asi mismo nos parece que llegaran hasta nosotros en las ondas del aire como un eco lejano de aquellos días de gloria, las palabras proféticas del Padre de la Patria “La generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecir y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos  el ejercicio de sus derechos y el sagrado imperio de la naturaleza”.


Esta fiesta, Señores, elevado exponente de patriotismo y cultura, no volverá para nosotros; pero la magnificencia de ella, los recuerdos que evoca, la gloria que exalta, la idea que representa, todo lo que en la religión de la Patria constituye el culto heroico de los pueblos vivirá en lo íntimo de nuestro ser, con la vida perdurable que llevan en si los acontecimientos trascendentes. Y en tan solemne momento rindamos a nuestro héroe epónimo el más vivo homenaje de gratitud: recordemos siempre cumaneses, sea cual fuere el puesto que la ciega fortuna nos asigne, alto o mediocre, desesperado o triunfal, recordemos siempre para honrarnos imitándolo, que ese espíritu selecto, de méritos auténticos y esclarecidas virtudes, no olvidó nunca ni aun en la cumbre del poder y de la gloria, a su tierra cumanesa. A ella consagró en todas las etapas de su agitada vida los recuerdos más acendrados, y para ella se quitó de las sienes y alejó de su mano la corona y la pluma de oro y perlas con que el Perú, ya libre, entre otros ricos presentes, exteriorizó su afecto al “redentor de los hijos del sol”.

Y para que nuestro homenaje sea digno coronamiento de esta apoteosis al valor, a la constancia y al mérito, hagamos al Padre de Ayacucho la ofrenda más valiosa que puede tributarle un pueblo ilustre: la de sostener y exaltar hasta lo heroico la patria que quisieron para nosotros, y así nos la legaron nuestros padres  libertadores la Patria que quiso Sucre> libre, altiva y amable. La Patria libre, tal como en símbolo viviente está representada en el caballo volador de su escudo; la Patria altiva, como el samán de sus llanuras majestuosas; la Patria amable como los fértiles oasis, llenos de pompa y de verdor que sonríen al pie de sus abruptas cordilleras.

Señores: honroso encargo que me ha encomendado la sociedad organizadora de esta fiesta, y que cumplo con la mayor voluntad, es el de felicitar patrióticamente y dar las más cumplidas gracias al Señor Presidente Constitucional del Estado, General Juan Alberto Ramírez, por haber dispuesto en todo el territorio de su mando, la celebración solemne de estas fiestas centenarias, y concedido a la Sociedad, en el Programa Oficial, los números especiales que ella solicitó para contribuir al esplendor de esta apoteosis. Al honrar a Sucre en esta fecha clásica de la gloria americana, y en la propia cuna del héroe, ha conquistado el General Ramírez título valioso al respeto  y consideración de los cumaneses. Hace extensiva la Sociedad Patriótica la expresión de su agradecimiento al Señor Secretario General de Gobierno, Doctor Pedro Miguel Queremel, brillante sostenedor de esta actualidad política; a la Ilustre Municipalidad del Distrito, al Ilustrísimo Señor Obispo Dr. Sixto Sosa, y al respetable clero de la Diócesis; a los señores Delegados del Gobierno Nacional y de los Estados de la Unión, a la prensa; a los institutos de enseñanza; a las gentiles hijas de Cumaná, conmovedor encanto de esta tierra soñadora, y en fin al pueblo cumanés aquí presente, abnegado siempre y heroico como en los magnos días de la lucha emancipadora; porque todos nos han estimulado en el propósito de formar con el gobierno regional, en estos días de verdadero regocijo, una como larga fiesta de familia, modesta y bella, como fue modesta y bella la vida para Sucre.

Y suben respetuosamente los votos de gratitud  de la Sociedad Patriótica hasta el señor Presidente Constitucional de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez; porque este gran ciudadano ha rendido en todo tiempo los más espontáneos elogios  al vencedor en Pichincha y honrado la gran memoria del héroe con ricas obras de arte y utilidad pública diseminadas en el vasto territorio nacional. Al amparo del fuerte gobierno del General Gómez, ha habido en el país como un florecimiento de actividades debido a la paz sólida y al trabajo redentor, que son las fuerzas de su fecunda administración. Esa paz prolongada como no habíamos presenciado otra igual, al anular las antiguas banderías turbadoras del respeto público ha creado la unión efectiva de la gran familia venezolana. Y durante ese largo período de progreso y de orden, hemos visto realizarse actos como el presente, que son notas triunfales de civismo, y orgullo de buena ley para el fuerte conductor de la nueva Venezuela.

Señores todos.

En nombre de la Sociedad Patriótica Ayacucho, gracias de nuevo. He terminado.



En este número extraordinario, En este número se le dedica una página completa a la poesía del Dr. Pedro Aristeguieta Sucre, veamos:


TIERRA

A Colón.

Dirigiendo Colón veleras naves
Sale de España a descubrir un mundo
Y navega en el piélago profundo
En pleno estío con peligros graves.

Más un día otoñal con rayos suaves
Hiere la luz el punto tremebundo
Y el sabio genovés, genio fecundo
Ve el sol de América y marinas aves.

Laurel de vencedor sus sienes ciñe:
Que no distante ya, de encantos llena,
La ansiada perla que su gloria encierra,

Lejana sombra el horizonte tiñe,
Y con acento triunfador resuena
La voz de un español que grita tierra!



5 de julio de 1811

A Bolívar

En la cumbre del Ávila famoso
El Cóndor rey del Ande, pára el vuelo:
Que amaneciendo en el dormido cielo
Despertó al fértil valle un sol glorioso,

Y los Padres Conscriptos, sin reposo
Vuelan a sus curules, con anhelo
De emancipar de España al patrio suelo.
Toda Caracas arde en alborozo:

Es el 5 de julio: erizada
Tiene el león Ibero la melena
Mas brillan lampos de fulgente espada.

Y como el rayo en tempestad deshecha
Rompe la libertad, férrea cadena
¡Génesis de la Patria. Salve fecha! (1)


AYACUCHO

A Sucre
La Batalla de Ayacucho es la cumbre
De la gloria americana y la obra de Sucre.


Presenta en Ayacucho al León Ibero,
El Cóndor de los Andes gran batalla,
Y bregan dos ejércitos de talla
Colombiano Peruano es el primero (2)

Y el segundo español, o extranjero,
Glorioso es el combate: la metralla
Hiende el heroico campo, donde estalla,
Y enciende la sangre del guerrero.

¿Y quién ha de vencer? Dejando el llano
Con el arrojo del valor triunfante
Trepa el León inexpugnable altura,

Mas superando al heroísmo hispano,
Vuela el bravo Cóndor, y en breve instante
Baja el león vencido a la llanura.




ELOGIO PATRIOTICO A LA BATALLA DE AYACUCHO
Homenaje a todos los ínclitos héroes e ilustres próceres
De la independencia de Sur América.

La América del Sur está cubierta con los trofeos
De vuestro valor, pero Ayacucho semejante al
Chimborazo levanta su cabeza erguida sobre todo”.
Bolívar.

Tú, como el Chimborazo, sobre todo,
Levantas Ayacucho, la cabeza.
Pues es tu gloria en la epopeya inmensa
Vencen tus armas de un hidalgo modo

Al formidable ejército del Godo
Y libertando al Inca tu proeza
Te encumbra el triunfo y brilla tu grandeza
En ambos mundos sin mancilla y lodo.

¡Oh lid gloriosa, paz de un Continente!
Cuando oímos conciertos, memorando
Tu insólita victoria, una extraña

Sonata de Ultramar vibra en la mente:
Son las harpas homéricas loando
A los héroes de América y España. (3)


CENTENARIO DE AYACUCHO

A mi patria Cumaná, cuna del vencedor en Ayacucho.


¿Por qué esta el nuevo mundo embanderado,
Y sus himnos patrióticos resuenan?
¿Por qué los fuegos de artificio suenan?
El Cóndor aletea alborozado,

Y se yergue de gloria coronado?
¿Por qué los pueblos de trofeos llenan
Y con bellos laureles encadenan
El joven Continente libertado?

En el célebre campo de Ayacucho,
Con aureos rayos de su luz gloriosa
Radia el sol del Perú, de honor plenario,

Y en todo el día el regocijo es mucho:
La América festeja victoriosa
De la campal batalla el Centenario.


(1)   El 19 de abril de 1810 fue el precursor del 5 de julio de 1811, día este en que realmente amaneció por primera vez en el cielo de Caracas el glorioso sol de la libertad.

(2)   El Ejército Colombiano formado por los ejércitos de las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, que se unieron para constituir la Gran República de Colombia.

(3)   Ambos ejércitos se disputaron la victoria combatiendo con denuedo y   
Heroísmo. Homero canta las glorias de Aquiles, vencedor, y las de Héctor, vencido, condenado éste por disposición de los Dioses del Olimpo, a ser arrastrado atado al carro triunfal del héroe de Troya. Así mismo las arpas homéricas loan a los héroes vencedores y vencidos, después de la batalla de Ayacucho. La sangre del Cid brotó en güelfos y gibelinos, porque la disposición del Dios de la justicia, la madre España, vencedora en Bailén y Zaragoza, debía ser vencida en Ayacucho por sus propios hijos, para que la América fuera libre. 


En el mismo número 43 publica “SUCRE” la alocución del ilustrísimo y reverendísimo Doctor Sixto Sosa, Obispo de Cumaná, a los fieles de la ciudad y de la Diócesis con motivo de la celebración del Centenario de la Batalla de Ayacucho. 9 de Diciembre de 1024.


Amados hijos

            Cumplimos a placer con los dictados de la religión y del patriotismo al dejar oír nuestra humilde voz entre las entusiastas aclamaciones que resuenan por los aires desde el Mar Caribe hasta el Pilcomayo y desde las bocas del Orinoco hasta el pacífico, en loor del héroe que hace un siglo coronó su carrera militar con la victoria de Ayacucho, epílogo de la emancipación americana. 

            Escogidos por el Altísimo para dirigir y apacentar una porción de su Grey con las luces indeficientes de su doctrina y los salubérrimos pastos de su moral inmaculada, plácenos sobremanera festejar al bizarro Mariscal que, si frente al Libertador es segundo en lauros de guerra, a todos los Capitanes de la Epopeya Magna, aventaja en virtudes religiosas, que son y serán siempre, las prensas más seguras de la inmortalidad.

            Habiendo por otra parte la benevolencia de la Silla Apostólica de amistoso acuerdo con el Gobierno Nacional, creado recientemente la Diócesis de Cumaná, como si la providencia por órgano de su Santa Iglesia, decidiera galardonar con distinción tan alta a una ciudad donde señoreó  un catolicismo neto desde los albores del dominio colonial, donde además toda nobleza tuvo asiento, la más franca hospitalidad fue añeja costumbre y una cortesía natural, por lo cristiana, habitó, aun en los hijos del pueblo; quisiéramos que siendo Antonio José de Sucre un hijo preclaro de esta Capital  constituyese no solo el objeto de patrióticos obsequios, sino también de emulación en aquellas virtudes de que es el más excelso ejemplar. 

            Oradores y escritores de renombre deleitarán nuestro espíritu relevando con las galanuras del verbo en esta casa solariega del buen decir, los hechos culminantes de una vida tronchada prematuramente, no por las miasmas de la orgía, ni por los vapores asfixiantes de la ambición, como la de los más insignes  paladines que ostentan  el mundo macedonio y romano, sino por la integridad, labor pacificadora y abnegado civismo, que suscitaron la maléfica envidia de unos ruines fratricidas, que al dejar exánime  los despojos mortales  del amable sacrificado, nos legaron su alma piadosa, activa, conciliadora, para que continuemos la empresa que él tan sólidamente cimentó.

            RELIGION. “Si el señor no levanta la casa trabajan en vano los que la edifican” (Ps.126-1)  nos dice el inspirado salmista.

            Conviene recordar a los fieles verdades axiomáticas de innegable actualidad. Hoy que a raíz de un cataclismo mundial nunca visto se nota entre los intelectuales de todos los pueblos  la tendencia de practicar  una revisión de todos los valores consagrados por la historia.


Tronos multiseculares como los de los Romanof, Hohensollern, y Hapsburgo acaban de hundirse en el polvo; semiculturas estáticas en los más prolíficos semilleros de la humanidad (China e Indostán) sacuden su milenaria modorra. Las religiones acristianas van quedando descartadas por el reformismo contemporáneo, incapaces de resistir la piqueta demoledora de la crítica; sectas y sismas del cristianismo vacilan, apenas les falta el apoyo y subsidio oficial; solo la religión Católica Apostólica, Romana, de los santos Pedro y Pablo, de Colón e Isabel, Bolívar y Sucre, de nuestra vasta obra de misiones, primer germen civilizador de nuestras tierras, de nuestra Constitución fundamental, de la Jerarquía gobernante y de todas nuestras clases sociales, milenaria y cada día más pujante, tradicional y progresista, como la misma verdad y Amor increado que personifica y expande por sobre el haz de la tierra, pobre, sin banca ni territorio y dispensadora de millones entre los lisiados de la guerra, las viudas y huérfanos, salvadora de millares de niños hambrientos en el corazón de Rusia, que victimaba a sus ministros; excluida del Consejo de las Naciones y legisladora de las normas de paz y justicia y caridad, fuera de las cuales los tratados y convenios de los pueblos tienen un valor muy efímero; sin contribuciones forzosas entre sus miembros y fundadora  de escuelas, academias y universidades; sin influencia política y restauradora de las naciones que a través de indecibles martirios conservaron incólume el tesoro de su fe y por esto como galardón del cielo se ven hoy levantadas de su postración  al libre dominio de sus nacionales destinos.

  ¿Quién no recuerda en la trascendencia del momento histórico la máxima del Maestro?: Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.

El lema del nuevo reino proclamado por su Fundador es el de “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad”--- Paz con Dios por la conformidad con sus santa ley, paz consigo mismo por la incesante lucha y consiguiente victoria del fiel soldado de Cristo sobre las propias pasiones que tratan de perturbarla, paz con las personas investidas de autoridad por obediencia cordial y respetuosa al que nos manda en nombre del altísimo del cual deriva todo poder, paz con el extranjero, con el disidente, con el mismo enemigo, por reconocernos todos miembros de una gran familia cuyo padre es Dios y cuya Redención obró al precio de su Sangre nuestro hermano Jesucristo.

El Sumo Pont’[ifice que felizmente gobierna la Iglesia, acaba de adoptar la misma divisa del Señor, cuyo Vicario visible es, al anunciar al mundo fiel como suprema aspiración de su papado “La paz de Cristo en el reino de Cristo”.

Obligados estamos a colaborar sincera y resueltamente al establecimiento del reinado de esta paz que únicamente de Cristo por su oráculo viviente, el Papa, nos puede venir. 

            “Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios” de aquel Dios que saludaba a sus discípulos con las palabras  “La paz sea con vosotros”, que hizo don de ella al publicano, a Zaqueo, a Magdalena penitente, a Pedro arrepentido, al ladrón en la cruz, que le ofreció al mismísimo Judas con la salutación de amigo al recibir el beso traidor, a sus propios verdugos, rogando por ellos al Padre.

            Fruto del Espíritu Santo brilla como preciosa joya en los hijos de Dios, que responden con caridad al odio, con humilde silencio al insulto y ledicencia, con generoso perdón a la calumnia.

            En la furiosa campaña inspirada por ardientes “filias y fobias” en los dos numerosos bandos, en que se dividió recientemente gran parte de la humanidad, sin temor a los dicterios de la pasión cegada por el odio, se interpuso siempre la voz de Roma invitando a los contendientes a la reconciliación, a la deposición de sus querellas ante un tribunal imparcial, a la fraternidad de las naciones por el arbitraje con sanciones y penas para los agresores, principios que tardíamente toman en consideración los delegados  de los pueblos después de haber desoído las prudentes y sabias admoniciones de Benedicto XV enderezadas a los poderes públicos.

            Por singular y amorosa providencia que inspiró a nuestro gobierno una prudente neutralidad hacia los Beligerantes, hemos salido casi indemnes de una guerra sin igual, que durante un quinquenio, devoró millones de jóvenes existencias,  y puso a multitud de naciones al borde de la bancarrota.

            Para mayor ventura igual beneficio quedó prácticamente deparado a todas las Repúblicas Ibero Americanas, hermanas nuestras queridísimas como si Dios Nuestro Señor se hubiese complacido en reservar la mayor porción de la Joven América como asilo de seguridad donde todos los hombres sordos a las pérfidas insinuaciones de odios homicidas, pudiesen sentar sus pacíficos reales y labrar tranquilamente su porvenir explotando las riquezas  con que el Creador tan muníficamente las dotó.

            Parece  cernerse todavía sobre ella, el espíritu cristiano y por ende caballeresco del Gran mariscal para quien la guerra aún  en ambiente de especial rudeza y en amarga privación de indispensables elementos, nunca tuvo como fin menguados intereses de preponderancia, mercantilismo o personales rencillas, sino la simple solemne afirmación de la capacidad patria para l;abnrar su bienestar sin extrañas injerencias; ideal elevado que en su alma novilísia siempre se concilió con la compasión, olvido de las injurias y asistencia generosa al hermano más que enemigo vencido.

             
            TRABAJO:  Los favores que el cielo nos acaba de prodigar reclaman de nuestra gratitud afectuosa correspondencia.

            La atmósfera de paz que disfrutamos, debe ser un estímulo y perenne despertador del trabajo que la debe hacer fecunda..

            Así en los dominios de la gracia como de la naturaleza todo adelanto requiere de nosotros un despliegue de facultades y energía que en último resultado manifiestan una colaboración humana en la obra divina, que invisiblemente y por múltiples medios dirige los seres  todos al cumplimiento de sus fines.

            Trabaja el primer hombre inocente sin sentir cansancio un Edén de exquisitas flores y sabrosos frutos; culpable arrancará a la tierra con fatigas inauditas un bocado de pan, que le disputarán intemperies, parásitos mil, abrojos y guijarros.

            Jesucristo en una edad en que el trabajo mecánico era exclusivo de los parias o ilotas, lo ejercitará para santificarlo en su forma más envilecida por ilógicos convencionalismos, dedicándose no breve tiempo, sino el mejor y más prolongado de su existencia hasta cumplir  los treinta años, a las rudas tareas de un taller, alternadas probablemente con el laboreo de los campos y modestos quehaceres domésticos.

            Hombres de incansable actividad fueron los que escogió para formar su Colegio Apostólico. Las piadosas mujeres que le seguían en sus laboriosas peregrinaciones andaban atareadas en  servirle a Él y a sus numerosos Discípulos.

            El gran Apóstol de los Gentiles portento de actividad, después de pasarse días y noches casi insomnes, evangelizando el Reino de Dios, todavía encontraba una hora libre, que dedicaba a la confección de tiendas de campaña, con cuyo producto subvenía a sus parcas necesidades, y mientras defendía el derecho de vivir del altar en pro de los que al altar servían, renunciaba él personalmente al privilegio para cumplir al pie de la letra la sentencia del Maestro “gratuitamente dispensad lo que de balde recibisteis”  
           
            Un alma encendida en caridad como la suya por los necesitados era inflexible con los holgazanes, hasta señalarles tan sin ambages el castigo condigno… si alguien se resiste a trabajar que no coma” (II T hes, 3-10)

            Los campeones de la vida contemplativa en los desiertos de Siria, Arabia y Egipto,  alternaban el trabajo con la oración.
             
          “Ora et labora” fue la divisa del Patriarca de Occidente, San Benito, cuyos monasterios fueron durante siglos encantadoras casas de cultura religiosa y profana en un inmenso campo asolado por tanto señores de horca y cuchillo. Aquellas abadías era catedrales y hospederías, escuelas y granjas agrícolas, conservatorios de música, bibliotecas, asilos de los perseguidos, plateles de todas las bellas artes, ciudades prontas a la defensa contra la piratería o invasiones de la Media Luna

            Precisó el advenimiento de una edad emponzoñada por doctrinas disolventes y vergonzosas inmoralidades unas y otras propaladas y practicadas en antros tenebrosos de donde aun en nuestros mismo días parten los más insidiosos ataques contra nuestra sacrosanta Religión para que cundiera la pérfida especia de la “holganza de los monasterios”.

            Los discípulos de Voltaire en sus conventículos secretos han organizado en todas las naciones católicas las expropiaciones más indignas que registra la historia con el nombre de “desamortización” Fieles a la máxima de aquel maestro de iniquidad  “calumnia que algo queda” han tramado campañas contra los religiosos pintándolos como estancadores de la riqueza pública destinada a circular. Tentando la codicia de agiotistas, que nunca faltan, encumbrando a medianías escépticas y adormeciendo a las turbas con los tópicos de libertad, progreso, etc., se han incautado de la herencia piadosa del huérfano, de la viuda, del anciano hasta acabar con el haber de la iglesia y del culto para amordazar por el hambre a los predicadores del Evangelio que execran de corazón.

NCORDIA. ……pontáneo de la vida….y ali….. piritu (parte rota) de trabajo sufrido gozosamente  como pena y rehabilitación a la vez, ha sido siempre entre los fieles servidores de Cristo el amor a la unión.

            Recomendación reiterada del Divino Maestro en la víspera de su muerte fue que sus discípulos fuesen uno a semejanza de Él  y su Padre,

            Que la plegaria omnipotente de Cristo en los instantes más solemnes de su carrera mortal fue eficaz, nos lo comprueba el autor de los actos de los Apóstoles al descubrirnos a los primitivos cristianos como formado ”Un solo corazón y una sola alma”           

            “”En Dios vivimos, nos movemos y existimos”. Cristo es nuestra cabeza, los fieles somos miembros de su cuerpo. Si la cabeza como trono de la inteligencia y asiento de los sentidos, que le trasmiten las percepciones del mundo externo, es el centro director de todo el cuerpo, cuyos miembros dóciles le obedecen, así los hombres todos son invitados a sujetarse voluntariamente a la ley amorosa de su salvador, a compadecerse mutuamente sus imperfecciones y defectos; de la misma manera que  a la dolencia del más ínfimo de los miembros acuden todos los otros solícitos a remediarlo  a reparar el desgaste inherente a nuestra naturaleza mortal tomando un alimento sobresustancial  y una bebida que no saborean  ni los ángeles del cielo, el mismo cuerpo y sangre de Cristo en el banquete eucarístico, principio de la vida divina en el hombre peregrino, destinado a fructificar en una existencia más allá de la tumba, que Cristo nuestro modelo y sustento, holló vencedor de la muerte en sí como en el último día de los tiempos lo será también en nosotros.

            Ideas y sentimientos tan sublimes, que nunca ni por asomo cupieron en la fantasía de los forjadores del Olimpo pagano; realidades tan prodigiosas que los cimentan indestructiblemente, desde la primera promesa del Mesías en el Paraíso Perdido hasta la despedida de Cristo de quinientos miembros de su iglesia naciente en la última jornada de su convivencia con los hombres y fiesta de su Ascensión a los cielos, profecías y milagros evidentes que solicitarán, mientras el mundo exista, el obsequio racional de todo entendimiento no eclipsado por el vaho, de bajas concupiscencias y darán un rotundo mentís a los vanos sofismas de una incredulidad aviesa y pertinaz, debían crear forzosamente entre los discípulos de Cristo tan firme vinculación de creencias, inquebrantable adhesión de voluntades y santos afectos, que fuesen para ellos, hombres espirituales, el mejor antídoto contra las iras, riñas, disensiones y sectas, que el Apóstol enumera entre las obras de la carne.

            Combatirla sin tregua en nosotros ahogando las peligrosas concupiscencias de la soberbia, ambición y sensualidad; raíces de todas las discordias, constituye una protesta y un preventivo contra la bajeza que inutilizó un brazo del Mariscal en Chuquisaca y contra la felonía que consumó  su sacrificio en Berruecos.

            Bastante sangre de hermanos ha corrido por los campos de Venezuela. Si la Providencia lo permitió como pena por la tan inicuamente derramada en el Abel de nuestra Independencia, apláquese de una vez para siempre su enojo, recibiéndola como expiación. Que nosotros todos, al recuerdo de aquella tan inocente como cara víctima, sellaremos las paces en aras de la religión sacrosanta y llevada de firme propósito de reconstruir con labor unánime y perseverante, tanta ruina locamente causada.

                        Tan levantado debe ser el móvil de nuestros festejos en honor del incomparable Cumanés, arrullada en su cuna por las suaves brisas de nuestros mares, sostenido por el macizo de los Andes de pedestal, en las jornadas desde su zenit glorioso, entrañablemente querido por cinco repúblicas, que lo proclaman Padre,  benjamín de la Religión, héroe del trabajo, factor de progreso, que le hace arrinconar el acero de la guerra para empuñar el arado pacífico, Caballero sin Tacha y cruzado del ideal ante quien reverente se inclina la humanidad entera. 

Hermanos en Cristo.


            En las últimas páginas del Extraordinario, para cerrar con broche de oro,  publica un trabajo del gran poeta Joaquín de Olmedo PROPATRIA dedicado a la América Bolivariana, en el Primer Centenario de la Batalla de Ayacucho.


            ”Una sola debe ser la Patria de todos los Americanos…
               La América así unida podrá llamarse la reina de las naciones”
                                                                                                              Bolívar
               Carta al Director Supremo de Buenos Aires.


111      Con los de Ayacucho, terminan los festejos centenarios de las grandes batallas de la libertad del mundo Bolivariano, en el primer siglo de la emancipación de Sur América.

            Y ya que en todos ellos hemos glorificado con efusión patriótica a nuestros Libertadores hagámonos merecedores de su magna obra, conservando dignamente la Patria y la Libertad que nos legaron.

            Para lograrlo, tratemos con energía y perseverancia de que reine siempre entre nosotros una paz perpetua y verdadera.

            Romana, por lo aparentemente difícil, parece ser la obra, pero realmente no lo es.

            Tenemos un mismo padre, pertenecemos a una misma raza, profesamos una misma religión, y hablamos un mismo idioma. Con tan estrechos lazos juremos una misma Constitución, y las repúblicas bolivarianas, perlas de un mismo collar, serán, si bien se piensa, una misma Patria, al pie del Ande altivo.

            Así unidas, cada una de ellas seguirá siendo autonómicas, pero todas juntas obedecerán simultáneamente, según el Canon Constitucional a unas mismas leyes, enérgicas, armónicas y sabias; fuerza de atracción que en la eterna gira del tiempo, las sostendrá perpetuamente en la órbita te la paz, en torno al Sol de la Libertad.

            Nuestros padres vencieron porque fueron patriotas, activos y valientes. Nosotros venceremos porque seremos patriotas, cultos y obedientes.

            Sucre en la acción de Riobamba, precursora de la batalla de Pichincha, viendo las ventajas que tenía la caballería realista sobre la nuestra, se dirige a los jefes de los escuadrones de dragones y granaderos a Caballo, y les dice: ”Ustedes disputan todos los días el valor de cada uno de los cuerpos que están a vuestras órdenes, ha llegado el momento de probar cual sea el más esforzado. La caballería española está allí formada en batalla y aguardando el combate. ¿Quién de ustedes pide arremeterla el primero?

            A poco, venezolanos, neogranadinos, (hoy Colombianos), ecuatorianos, peruanos, argentinos y chilenos,  en brega heroica con los vencedores en Bailen y Zaragoza, se disputan los laureles del triunfo, y en breve instante, la insigne, aguerrida, disciplinada y bien equipada caballería española, sede el campo a los cruzados de la libertad, cuyo harapos oculta el manto de gloria con que los cubre la victoria.

            Gauchos y llaneros dieron pruebas inequívocas de su legendario valor, y triúnfate la República en el antiguo Reino de Quito, el Chimborazo, Coloso de los Andes, según el poeta “que cantó a Junín, precursora de Ayacucho, “”inclinó su frente para saludar el paso del Vencedor””.

            Pero a los cruzados de la paz y unión bolivariana no los hará triunfar el estímulo de ser los más valientes, sino el de ser los más obedientes; porque la obediencia a la ley sostiene y defiende debidamente el derecho, y triunfando la razón y la justicia; por sobre todo poder humano, llegaremos con paso victorioso a la radiosa cumbre de nuestras patrióticas aspiraciones: La solución de la aparentemente difícil problema de la paz, unión y estabilidad de la Patria.

            Entonces, a nuestros hermanos de América, y a nuestros amigos de Europa, les será interesante nuestra alianza; y viendo el mundo que la paz a multiplicado sobremanera nuestras energías; que somos fuertes; que podemos erguirnos como el más fuerte, y que somos hermanos y amigos de los más fuertes, podemos estar seguros de que no habrá un Filipo que nos oprima ni un Alejandro que nos invada.

            Si Demóstenes hubiera sido latino de los nuestros, hubiera  ”esgrimido el hierro de los Persas tan temido, contra el astuto macedón”, y Grecia hubiera triunfado; porque en la gran raza hispanoamericana no es rara la conjunción del valor con la elocuencia.

            El genio de Colombia subyuga en la tribuna, enardece en el perlamento y en el combate inflama. Bolívar con su obra llena el mundo.

                                                                                                           Olmedo.
           


            En el ”Extraordinario” se agregan unas reflexiones finales del Dr. Pedro Aristeguieta Sucre, veamos.

            Conservemos compatriotas, conservemos con honor y gloria  la obra titánica de nuestro Libertador.

            No olvidemos que la pasión humana suele convertir los grandes elementos de la civilización y del progreso en instrumentos de destrucción o ruina.

            En la última guerra Europea, que infundió pavor al mundo entero, los aeroplanos patentizaron con horror “”La máquinas destructoras en forma de langostas”” mencionadas en el apocalipsis.

            ¡Unión bolivarianos!, paz y unión bolivarianos, la estabilidad de la Patria lo reclama.

            Nuestros padres se unificaron en la guerra para hacerse fuertes y coronar victoriosamente su obra. Unifiquémonos también nosotros en la paz para hacernos aún más fuertes y coronar brillantemente la nuestra. 

            La unión es la más preciosa ofrenda que podemos presentarle a la patria en este primer centenario de la batalla de Ayacucho.

            Apenas consolidado el triunfo de la libertad en todo el Ande, con la insólita victoria alcanzada en esta gran batalla, nació Bolivia, fruto de la emancipación del país de los Incas y creación feliz del padre de Colombia.

            Quiera el Dios de las naciones que para los festejos centenarios de la fundación de aquella República, clausura de nuestros centenarios gloriosos, la idea de la unión,  aconsejada calurosamente por el Libertador en la plenitud de su gloria a todos los americanos, haya cristalizado en nuestra América bolivariana a fin de que apagado el fuego de nuestras pasiones y confesados y perdonados nuestros pecados políticos, coloquemos en el altar de la patria el Libro de la Ley, y poniendo en él nuestras purificadas manos, con una sonrisa filial para la Madre España, juremos en no lejano día la gran Constitución bolivariana, cuya obediencia absoluta nos mantendrá a todos perpetuamente  en la órbita de la paz en torno al Sol de la Libertad.

            Así vinculándonos la raza, la religión, el idioma y la ley, y respirando a todo pulmón  el aire libre de la Patria libre, sostendremos con honor nustra vida republicana y la gloriosa existencia del Mundo Bolivariano.

Pedro Aristeguieta Sucre

            La honrosa capitulación de Ayacucho nos reconcilió gloriosamente con la Madre Patria.  Viva América. Viva España.


            Y por último el “Extraordinario”  cierra la edición con una carta del Maestro Silverio González Varela, al cual, unido a su padre don Silverio González,  debe  Cumaná, en gran parte, aquella generación de intelectuales y profesionales de las diversas corrientes científicas de la época de oro de esta tierra de apasionados héroes civiles y militares. Veamos:  


PARA MARCO-TULIO BADARACCO.


            Cuando Bolívar,  en 1813, sobre el carro de la victoria y con la bandera tricolor, venía desde Nueva Granada a libertar el suelo Patrio; en grupo exiguo de osados paladines, se lanzaron también desde el árido pendón que baten aguas de Patria, a redimir el yugo hispano las comarcas orientales de Venezuela.

            En esa pléyade brillante de Libertadores de Oriente, a una con varios otros que obtuvieron pres y fama, aparecían Mariño, cuya presencia anunció en Bocachica con estampido triunfal el cañón de la República; Bermúdez, que en 1814 blandió acero fulminante contra Morales y sus huestes en la plaza de Maturín, y se mostró después, nuevo Alcides en la sitiada Cartagena con heroísmo sin igual; Valdés, que sobre los riscos del ensangrentado Bomboná, al brillar de plena luna, oyó el acento de Bolívar aclamarle vencedor; Armario, que del seno de la gran familia democrática, que tiene abolengo virtuoso y títulos esclarecidos, se elevó, por los nobles y propios méritos, a la honorífica altura de insigne procerato; y Piar, que en el campo de San Félix, irguióse  cual  un gigante, cuya figura se refleja con esplendores de gloria en la soberbia corriente del caudaloso Orinoco

            A grupo tan audaz uniose temprano Sucre que, salvado de un naufragio en 1816, continuó enseguida lidiando con incansable constancia hasta remotos climas, y se ostentó al fin ceñido en laurel inmarcesible allá donde resplandece con su diadema de fuego el ardoroso Pichincha: numen supremo le  guiaba en su carrera de triunfos; y los héroes que en oriente, cuando los días primeros de la guerra de separación, le vieron joven, modesto y desconocido todavía, se descubren ante él en el Olimpo de la Patria, porque sobre el Condurcunca apareció transfigurado, con alteza incomparable, en estratega eximio, y heraldo, el más sublime, de la gran causa americana.


LOS PREMIOS DE LOS JUEGOS FLORALES DE 1924

Primer premio. Publicado en el Numero 53 de SUCRE.

Poema Primaveral. Lema Gratia Plena’.
Autor: Jesús Marcano Villanueva (1)

Poema Lírico que mereció la Flor natural y la Rosa de Oro de los Segundos Juegos Florales de Cumaná.

Oye tú, primavera, de los ojos gandules,
De la boca de besos y los sueños azules
Y tus áureos cabellos cual poema de sol:
¿Por qué diste a mi pena tu sabor de alegría,
Si tú sabes, hermosa, que la melancolía
Del poeta, en la vida, es la nota mejor?

II
En mi cárcel de abismo tremolaba mi verso
Cual bandera de oro, sobre el dolor perverso,
A la hora en que muere la piedad de la luz,
Y embebido en mi pena por los largos caminos
Deshojaba la rosa de mis crueles destinos
Y me echaba en la senda con mis brazos en cruz
Fui bohemio en la noche florecida de estrellas;
fuí poeta que supe adorar las querellas
y en la bola del mundo circuló mi cantar…
Mi verso fue una espina y en la rosa nevada
Y las aves del bosque me obsequiaron por
Cada rima lánguida un trino, bajo la luz solar.

En la rueda gigante de un molino sonoro
Mi verso fue a posarse como un pájaro de oro
Bajo el pálido ensueño de una tarde otoñal,
Y mi dulce Quijote, coronado de besos,
En el nombre del Cielo liberóme los presos
Que encerrados tenía un amargo ideal.

Y una fresca mañana, ¡Oh! rubia primavera,
Cuando triste marchaba con la cruz de la espera
Por el largo sendero que transita el dolor,
En el lampo de rosa de la lírica aurora
Saludé tu armonía, y viniste cantora
A encerrarte en mi abismo como un canto de amor.

¡Oh!  mi estrella, mi musa, mi mañana florida,
Dulce cuerda en la lira sonora de mi vida,
Alondra que salpicas de ritmos el dolor:
El poeta que nunca doblegara la frente
A tus pies se arrodilla y mirando al Oriente
Lanza al cielo la rima cual si fuera una flor.

¡Bienvenida la estrella de mi noche encantada!
La que alumbra el sendero de la noche esperada
La que trajo a mi vida la celeste canción!
Melancolía madre! perdona si te olvido,
Y tú, amor soñado, escóndete en el nido
Que urdió, cuando surgiste, mi eterno corazón.

III
Y vino con un beso en la flor de su boca,
Libó toda mi vida como una abeja loca,
Pasó por mi existencia con ansias de placer;
Se me dio como el cauce al amor del riachuelo
Y nunca vi más bello el corazón del cielo
Que cuando ella venía a endorarme el ayer.

Bella como una flor y alta como una estrella,
Presintieron  las senda el fulgor de su huella,
Fue águila y paloma como el azul triunfal;
Fue el ritmo del Eterno sobre el dolor del mundo
Y voló derramando en mi abismo profundo
Todo el fuego divino de su sueño inmortal.

La gracia le cantaba, la gloria le veía,
Mi vida en la epopeya de su forma se abría,
Onfalia surgió en ella y Hércules en mí;
Hilé el fino milagro de sus cabellos de oro
Y “entrenando” mi verso para el triunfo sonoro,
Las voces de su aurora dentro  la sombra oí

Y viajé de su mano por todos los caminos,
Las aves prolongaban en nosotros sus trinos,
Cuando yo la besaba la noche era un clamor
Y al ella responderme con su boca florida,

Pasaba Dios entonces por la luz de mi vida
Convirtiendo en un iris el divino blancor.

¡Ah!  ¡Mi Ella tan rubia como el primer lucero!
¡Oh!  La fibra armoniosa de mi cantar procero
Pentélico poema que talló mi cincel:
Fuiste y eres el nervio de luz para mi lira
Y bañada de gracia en la noche suspira
Mi arma por la tuya, debajo de un laurel

¡Bienvenida mujer! Que me enjoyaste un ala,
Yo voy a mi futuro por tu cuerpo en escala,
Lira  hecha de soles por la inquietud de Amor…
La noche está encantada…Aquí tienes la estrella
Que arrebaté a los cielos para tu boca bella
Donde juntan sus labios nuestras vidas en flor.

(1)   Jesús Marcano Villanueva, poeta margariteño nacido el 8 de noviembre de 1892. Murió en Caracas el 8 de noviembre de 1943.  Recibió otros premios, con sus poemas: “El Sermón del Numen”, y “Canto a Matasiete”. Publicó un solo libro “El Corazón que Sabe Amar”. 





SEGUNDO PREMIO DE POESIA

Poema épico, publicado en el No. 45, que mereció La Gardenia de Oro en los segundos juegos florales de Cumaná.

CANTO A LA BATALLA DE AYACUCHO, del poeta  de Maracaibo, Valmore Rodríguez (1)

Más rojo que la sangre que en las venas ardía,
El Sol, al pie del Ande, se despertó aquel día
Entre un furor de dianas y voces de cañón,
Abierto estaba el campo para la lid cruenta
Y agitaba las almas una larga tormenta
Fulgurante de odios, loca de redención.
¡Ayacucho!... batido por indolente brisa,
El iris de Colombia la ilustre se divisa
A cuya sombra acampan seguros de vencer,
Las legiones que traen fatigada la Historia,
Fatigado el destino, fatigada la gloria
Con la carga de lauros que segaran doquier.

Al frente sobre el agrio Condercanqui, regaña
A sus héroes ilusos el pabellón de España,
Abatidos cien veces en terco batallar
Valdés acaso escuche la voz del trapo amado
Dentro de su conciencia, más calla: es un soldado
Y al fatal signo oblígase de morir o triunfar.

Ya se escuchan los golpes de la muerte gloriosa.
El Sol, padre del Inca, como una inmensa rosa
De sangre mana largo sobre el campo en tremor…
Súbito de la cumbre desciende un mensajero
Y hasta el patriota llégase.
Bien habla en el guerrero
La voz del sentimiento, clara como el honor.

Breves momentos luego colombianos soldados
Y soldados de España se estrechan, embargados
De honda emoción, las manos, del valle sobre el plan;
La amistad y la sangre ligan los corazones
Con lazo estrecho. Abrásense los ínclitos varones
Y luego a confundirse con sus legiones van.

Y la voz del Destino creció definitiva
Sobre las dianas locas y la bulla festiva
De las escaramuzas de las noches sin luz.
A su ritmo seguro se empinó el Ande ingente
Y, por ver la palestra, desarrugó la frente
De neblinas de Apolo bañaba en el trasluz.

Con mirada de águila que el entusiasmo quema
El Héroe de Pichincha, en la hora suprema,
Recorre el campo lleno de juvenil ardor.
Su voz recuerda glorias, los ánimos enciende,
Y en un grito coloso que a las montañas asciende
El recuerdo levanta del Gran Libertador.

Después, frente a sus bravos, conciso y fulgurante
Su proclama de guerra talla como un diamante
Y la ruta señala que laureles os dará.
Los corazones laten con erguida prestancia
Y se copia en los rostros tal ardor y arrogancia
Que quien míralos piensa que han combatido ya…

Sobre la cima, en tanto, la hispana gente mira
El valle atentamente… Pero la sacra ira
Del viejo Sol Incaico desdibuja el confín…
Se hace duro el silencio que en el ambiente impera
Y el ánimo se inquieta, bajo la larga espera,
Hasta que ”En Marcha” dice la voz de mando, al fin

Y a descender empiezan las huestes castellanas
Por la difícil cuesta, cataratas humanas
Que al mar de la tragedia destinara el Azar;
Ya sobre el valle fórmanse los fieros batallones,
Montan sus baterías, descogen sus pendones
Y oír dejan su recia música militar.

Más el héroe que vela los pasos invasores
Con rapidez expone sus bravos tiradores
A la enemiga astucia que amenaza, mortal,
Empéñase la brega, vuelan los proyectiles
Y a compás de los bronces mil de nuestros viriles
De los pechos se exhalan en grito torrencial.

Sobre Lamar que, alerta con sus bravos vigila
Valdés se precipita, sus guerrillas enfila
Al tiempo que sus cuatro cañones deja hablar,
Sangre republicana fecundan la llanura
En el fragor insólito que acrece la bravura
De las tropas homéricas regidas por Lamar.

Y ahora sobre Córdova, Rubín con más infantes
Se estrella pobre iluso


es romper esa malla que Córdova tejió…
Sobre el revuelto campo sus vidas van rindiendo
-Bajo las recias cargas, entre el fragor horrendo-
Los valientes de España que la guerra nutrió.

Más feliz en su empresa Valdés, corazón fuerte
En las filas que alienta Lamar siembra la muerte,
Despedaza y arrolla con titánico ardor.
Lamar frente al desastre que el destino promete,
No se inmuta, refuerza sus flancos y arremete
Con la calma serena de un viejo gladiador.

¿Donde está el Héroe en tanto, cuyo grito de guerra
Enardeció las almas y estremeció la tierra,
Trasfigurado, como Jesús en el Tabor?
Sereno el continente, pasea su mirada
Por el valle que asorda la lucha encarnizada,
Igual que en las alturas, avisado, el cóndor.

Frente a Lamar que oía y Monet que combina
Se yergue, iluminado por la lumbre repentina
Y el plan definitivo traza sin vacilar.
Sobre Monet a Córdova, con sus bravos envía
Mientras azuza a Miller con su caballería
Y nuevo contingente pone bajo Lamar.

En el álgido instante, respirando coraje
Córdoba se desmonta de su potro salvaje
Y a sus pies le da muerte con fiera inspiración.
Después bizarramente levanta el acero,
Grítale a sus valientes, trazando el derrotero:
“Paso de vencedores, armas a discreción.”

Con un tremor humano, mira el vecino cerro
Adelantarse, ciega, la avalancha de hierro
Que sembró muerte y pánico en Pichincha y Junín.
En vano a contenerla cargan los escuadrones
Y vomitan metralla los rugientes cañones
Por sus cien bocas ígneas que asordan el confín.

Banderas que flamean, voces de mando, hendidos
Cráneos que ruedan, gritos de entusiasmo y gemidos…
Tal la escena sin nombre, sangrienta, en confusión
La muerte se pasea triunfal y enloquecida,
Pero bajo los cascos de su corcel, la vida
De un Continente apunta como en germinación.

Ved cual  luchan los bravos de América, delante
De la muerte: allí vate con empuje arrogante
A jinete sin miedo el Pichincha, y allá
Por donde ronca el trueno feroz de la metralla
El Caracas resiste y empéñase y estalla,
Y acá rompe el Voltígeros y arrolla el Bogotá.

Sobre Lamar y Córdova, Canterac amontona
Infantes y jinetes su previsión abona
De victoria y fortuna la sabia veleidad…
Más el Héroe que vela burla las recias cargas
Azuzando sus Húsares y el Vencedor y el Vargas…
Hueste que un soplo guía de gloria y libertad!

Lamar en tanto pugna con las con las falanges duras
De Valdez. Disparados por las agrias alturas
A vislumbrarse empiezan guerreros en pavor…
Son soldados de España que ante el empuje fuerte
Se olvidan de sus glorias. Dan la espalda a la muerte
Y huyen como impelidos por un soplo de horror.

Blande su lanza Silva, fiero y ensangrentado,
Miller embiste; arrolla Córdova. Denodado
Laserna lucha, anima su tropa en confusión,
Más en vano y, herido, ríndese dignamente
Frente al total derrumbe de su quimera, y frente
A la América libre, bañada en redención:

Que ya Lamar y Lara, con el esfuerzo unido,
Son dueños del reducto postrero; que, vencido,
Valdez rindió su espada, cual se rinde un león;
Que en fuga atropellada por cumbres impropicias
Vuelan acuchilladas las últimas milicias
De Castilla, sin armas, sin gloria, sin pendón…

¡Loemos a los héroes de la brillante hazaña!
¡Loemos a los héroes, en cuya noble entraña
La libertad ardiera como un claro fanal!
Y, sobre el brillo magno de laureles y palmas,
A lomos de los siglos se elevan nuestras almas
Proclamando las glorias del alto Mariscal.

(1)   Valmore Rodríguez, nació en San Félix- Estado Bolívar- el 11-04-1900 y murió en Chile el 10-07-1955.  Se le tiene como Zuliano porque su vida y obra se desarrollaron en allí. Periodista y político de gran relevancia. 



TERCER PREMIO DE POESIA EPICA

Publicado en el No. 47.

BATALLA DE AYACUCHO. El jurado de poesía de los segundos juego florales de Cumaná, acordó a este canto la Violeta de Oro como accésit al Tema Épico. Lema PRO PATRIA.

Fue otorgado a Udón Pérez (1)

No estaba allí el maestro…
Más el claro discípulo que diestro
Se abrevó en las lecciones del milagroso Augur
Inebrió en sus soldados con el heroico vino
De una frase: ”De Vuestro esfuerzo
De hoy pende el destino futuro
De la América del Sur”

Luego por los alfoces
De la montaña en sol, ecos veloces
Multiplicaron otra nunca oída expresión
PASO DE VENCEDORES. ARMAS A DISCRECIÓN
Y fueron esas voces,
Rodando por el valle, rebotando en la sierra,
Un par de dados arrojados
Sobre el tapete rojo de la guerra.

Eran aquellos dados
Avatares de aquellos que un día labró ”El Loco
De Casacoima” orillas del trágico Orinoco;
Y que por él y sus soldados
Con destreza jugados
En la cumbre, en el llano, en el escobo,…
Le ganaron a España en Boyacá,
Le ganaron a España en Carabobo,
Le ganaron a España en Bomboná,
Riobamba y Pichincha, tres naciones
Que en su cetro lucían, igual que tres florones.
Eran aquellos dados, avatares
De aquellos que en la mesa de Junín
-circuida por ojos ansiosos, a millares,
Por ojos inultos de los incaicos lares-
Jugó, triunfando al fin
En peligroso albur
Contra la reyedad
El Ganador de Pueblos, el ínclito Tahúr
A quien amaestró la Libertad.

¡DE VUESTROS ESFUERZOS DE HOY PENDE
EL DESTINO FUTURO DE LA AMERICA DEL SUR!.
¡PASO DE VENCEDORES! ¡ARMAS A DISCRECIÓN!

Al soplo de esas bocas, que era un soplo divino,
El discípulo egregio y sus osados
Compañeros de armas, sin escudo ni almete,
Echaron a rodar en el tapete
Purpureo de la guerra, los dos vibrantes dados.

El campo de Ayacucho sugería el tablero
De un extenso ajedrez: a sus escaques,
prontas a bélicos ataques.
Descienden ya las piezas  del ibero;
Que las de Sucre aguardan en el linde frontero
Apercibidas a tremendos jaques
Soldados de Castilla, como negros peones,
Y soldados de América, como peones blancos,
En contrapuestas direcciones
Se mueven por el centro, se mueven por los flancos;
Expertos oficiales de los bandos hostiles
Exploran la llanura con movimientos francos,
Con rapidez de alfiles;
Los aguerridos jefes, como piezas
De a caballo, en sus potros que dan inmensos trancos,
Salvan las rústicas malezas,
Saltan sobre los barrancos,
Y cada quien apresurado corre
Allá donde se inicia la pelea,
Los peones azuzan y los acorre:
Y es cada cuerpo, móvil torre
En cuya cima su pendón flamea.

Defienden a Fernando,
Amparan a su Rey, los de Castilla;
La libertad, la reina sin mancilla
Tiene el amor del otro bando.
Todo rival con entusiasmo ciego
Quiere alcanzar en el combate
Al otro prez del juego;
Y con el vivo afán del mate
Buscan los campeones
Llevar el desconcierto
Al enemigo campo, y en el tablero abierto.
Orden combinaciones
Múltiples y sutiles, parecidas
A las que dan las fichas de un dominó, movidas
Por jugador experto.

Atruenan los fusiles
Y sus mil proyectiles
Recorren el espacio en fatal proyectoria
Con la vivez inquieta
Con que en la rueda giratoria
La esfera de marfil de la ruleta.
Y cada globo que la artillería
En deslumbrante llamarada roja,
De su broncíneo vientre arroja
Con pertinaz porfía,
Trae el recuerdo la pelota
Que en Aranjuez un día
Bolívar lanza, aún adolescente
Y, cual nuncio fatídico, rebota
Del príncipe de Asturias en la frente.

Los guerreros, ardidos de coraje,
Con la visión del triunfo en las pupilas,
las armas en los puños, nunca hartas
De herir y de matar, entre las filas
De contrarios se meten, con ímpetu salvaje,
Y se entremezclan cual las cartas
De una baraja doble, que intranquilas
Van y vienen en rápido baraje.
Sembrando estrago y miedo
Las bayonetas de los batallones
Manejadas con bárbaro denuedo
Sangre chorrean, como en amplio ruedo
Los puntiagudos espolones
De cien y cien reñidos gallos;
Y a sus golpes crueles
Que son mortales fallos
Cuelgan, -purpureaos arambeles-
Vísceras de hombres y caballos,
Como los que en el coso, bajo las armas pares
De los fieros cornúpetos, brotan de los ijares
De toreadores y corceles.

Después, ¡el triunfo! Como
Los bridones que sienten chasquear en su lomo
La fusta, y se desalan bajo la diestra mano
Por el entendido plan del hipódromo;
O como en el romano
Circo, las célebres cuadrigas
Que vencía Nerón; tal del hispano
Urgido por las lanzas enemigas
Escapan los jinetes por las agrias laderas
Y tras ellos las tropas, dispersas, sin destino,
Saltando con terror en el camino
Las inútiles armas, las vencidas banderas.

Después… dando al olvido
¡Oh Sucre! De tus armas la fiera,
Tiendes con noble gentileza
Amiga mano al contendor vencido,
Y alzando la cabeza
Al cielo en luz, mientras tu pie se afinca
Sobre el glorioso llano,
Ves que la sombra plácida del Inca
La cien te ciñe con laurel temprano
Y oyes su acento, cuyo son rotundo
Ensalzando a Bolívar, Libertador de un mundo
Repite por el valle y la montaña
Dios bendiga a los héroes del sublime Tabor
Que le ganó a España
La América del Sur!…

Y allá dentro de la entraña
De los héroes sublimes del sublime Tahúr
Hubo la voz profética del milagroso Augur:
-Devolvedle a la España
La América del Sur!...


(1)               Udón Pérez, nació en Maracaibo en 1871 y murió en 1926. Reconocido como el más notable de los poetas del Zulia. Durante su vida recibió más de 50 lauros poéticos, incluyendo “la Violeta de Oro”. Entre sus obras más conocidas están: Gajes de la paz y Lira Triste. También es autor de la letra del Himno del Estado Zulia. Con sus letras llenó de orgullo al Zulia y a Venezuela.

Publicado en No. 46 de SUCRE.  Otro premio de poesía lo mereció Don José Oliveira, otorgado por el periódico “EL CORREO”, que tituló “CANTO A MI BANDERA”.

INTROITO

Alma de mi Patria! Enseña
Tricolor: Bandera mía,
Mi numen al verte sueña
Poesía!
Corazón! Canta su gloria
Llama al Dios de la victoria
En tu auxilio! Invoca al genio
De Bolívar; que la Musa
De de la luz de su ingenio
Para que brote profusa
La inspiración, y su gesta
Enzalases, por siempre enhiesta
¡Oh la de mis patrios lares
Honra y prez! ¡Bandera mía!
El numen de mis cantares
Sueña, al pie de tus altares,
Poesía.



I

GUALDA

Las llanuras infinitas de mi Patria son doradas,
De mis playas, que se extienden bajo el ocaso solar,
Que vibraron al empuje del fragor de las cruzadas,
Y bebieron compasivas tanta sangre derramada
En el épico bautismo libertario de mi lar.

Las llanuras de mis playas! Siempre libres, siempre airosas,
Donde corre desbocado el indómito corcel
Cual Pegaso que se bebe las distancias luminosas.
Las llanuras coronadas por las crestas majestuosas
De los Andes, que parecen de centauros en tropel.

Mis llanuras son de oro! A los céfiros vernales
La campiña se engalana con la espiga del maíz;
En las suaves estaciones del verano los trigales
Son el triunfo de la flora; y en los ratos invernales
Inundadas refulgecen con aurífero matiz.

Mis llanuras son el gualda que fulgura en mi Bandera,
Como aurora, como nimbo, como cauda, como sol.
Amarillo de mis playas siempre libres. ¡Oh, primavera,
Franja gualda!  que a mi numen ilusorio pareciera
Todo el campo americano convertida en girasol.

Yo te canto, franja altiva! En tus pliegues tremolantes,
Vive incógnita mi Patria; el infiel jamás la ve,
Está oculta a sus miradas; pero en todos los instantes
Yo la miro grande, hermosa, con los ojos anhelantes
De mi alma, que rebosa patriotismo, amor y fé.

Yo te canto, flor dorada de los cármenes de Marte,
Aureola del Olimpo, que difundes claridad.
Yo te canto, sacro lampo del primor de mi estandarte;
Hoy los sones triunfadores de min lira vengo a darte.
Yo te canto cabellera de la Diosa Libertad.



II  AZUL


El azul reverberante de la franja de turquesa,
Ese mar impetuoso, que no tiene nunca fin,
Que acaricia de mis playas la triunfal naturaleza,
Ese líquido vibrante, diapasón de la grandeza,
Irisado por las brumas vagarosas del confín.

Ese mar azul que ostenta mi Bandera con orgullo
Es el piélago fecundo, el Atlántico creador,,
El gran lago, que se queja en monótono murmullo
En las tardes, cuando Vésper romantiza un capullo
Y en las noches, reflejando de los astros el fulgor.

¡Es mi piélago sonoro! En la paz de sus rumores
Canto un himno de victoria a la gloria del Pendón.
En él flotan como islas siete fúlgidos primores,
Siete estrellas, siete ninfas, siete perlas, siete flores,
Siete olímpicas sirenas. ¡Simbolismo de la Unión!

En la mano que nos tiende nuestra vieja Madre España.
La que prontos estrechamos con amor noble y filial,
Mano franca, mano hidalga, mano amiga que no engaña.
Oceano que nos liga para siempre con la Entraña
Y que nunca nos separa ¡Fuerte lazo fraternal

Salve ¡Franja milagrosa que nos une (Vasto puente)
Sobre el rojo te destacas cual celaje de zafir,
Yo te miro serpentina, abatida suavemente
Por la brisa, que desliza por tus ondas su corriente
Cual suspiro de la Gloria, que te fuera a bendecir.

Yo te rindo de mi canto el poético homenaje.
Salve franja salpicada por estrellas. Salve, azul
Banda ufana de mi Enseña redentora, rico gaje
De mundial magnificencia. Onduloso cortinaje
Tachonado de diamantes. Salve, piélago de tul.


III ROJO

Y ese rojo, que sangriento se destaca como una
Profusión de mariposas encendidas de rubí,
Esa púrpura es de España, generosa cual ninguna,
Que vertió toda la sangre de sus venas en la cuna
De la América engendrada tras el piélago turquí.

Sangre pródiga y ardiente de la heroica Madre nuestra,
Que en el Nuevo Continente su vigor multiplicó,
Sangre pura de la Arteria, sin igual en la palestra,
Sangre roja, palpitante de prodigios en la diestra,
Sangre heroica, que triunfante todo el Orbe conquistó.

Fue en antaño cuando altivos los pendo0nes de Castilla
Tremolaron paternales de la América en la faz.
Agitáronse sus alas –escarlata maravilla-
Con las brisas tropicales, en el éter sin mancilla
De mis cielos azulados por el iris de la paz.

Y al regreso a las riveras castellanas, los pendones
Nos dejaron de sus alas una pluma roja, que es
La tercera franja libre, que presentan las naciones
Colombianas en la gloria eternal de los girones
De sus ínclitas vaderas ¡Rojo manto cordobés.

¡Oh, la España de mi insignia! ¡Oh, mi banda purpurina!
Triunfadora por la tierra la llevó el Gran Capitán,
Banda roja que en las manos del Cid pueblos mil domina
Y al empuje de Pelayo con su égida fascina
Las legiones invasoras del peligro musulmán.

¡Oh, la España de iris! Sangre roja de energía,
Que la Entraña con prolijo, maternal amor nos da,
¡Yo te canto, rojo emblema! ¡Yo te canto sangre mía!
Yo te doy el homenaje de mi hispana melodía.
¡Oh, la España de mi franja, que gloriosa siempre está.


                                                                                  JOSE OLIVEIRA



Nota para investigadores:  Coloqué los premios saltándome algunos números de la colección, como podrán ver, del orden de fechas de la publicación que veníamos respetando, obviamente de la Colección de SUCRE, 

En el No. 44, “SUCRE” publica el discurso del Concejal General Rafael Reyes Gordon, Presidente del Concejo Municipal del Distrito Sucre del Estado Sucre. Veamos:


RESPETABLE CONCURRENCIA

En el día y hora en que se cumple la primera Centuria de la Batalla de Ayacucho se reúne en sesión extraordinaria y solemne el Concejo Municipal del Distrito Sucre del Estado Sucre para ofrendar en nombre del pueblo cumanés al insigne compatriota que sello la independencia de la América Austral, el oro purísimo del afecto y de la gratitud y las obras de civismo y de progreso material y moral  realizadas e esos cien años de libertad y de practicas  republicanas.

            Y para que la ofrenda sea más digna del héroe y de su fama, prestigian con su presencia este acto los Delegados del Ejecutivo Nacional. Los Poderes Públicos del Estado, los Representantes de varias de las Entidades Políticas de la República, los Jefes y oficiales de la Guarnición de la plaza y de la nave de guerra Mariscal Sucre, los Ministros del Altar  presididos por el Ilustrísimo Obispo Diocesano, los miembros de la Sociedad Patriótica Ayacucho y los habitantes de la ciudad primada del Continente.

             Ayacucho es la batalla más trascendental del Nuevo Mundo.

            El Libertador con esa precisión con que sabía apreciar y dirigir los servicios y aptitudes de los hombres de la Independencia, la importancia de los hechos de la guerra, y el gobierno y administración de los pueblos que libertaba  la calificó “cumbre de la gloria americana”

            Y a medida que pasa el tiempo y se estudian los anales épicos de otros pueblos, crece la convicción de que en las luchas por la libertad no existe una batalla que pueda compararse a la de Ayacucho.

            Y esas marchas y contramarchas del León de Iberia por la Cordillera de los Andes acosado por sus cachorros  en demanda de la emancipación, ponían de manifiesto una vez más la pujanza de la raza, de esa raza  conquistadora y altiva cuya sangre llevamos aquí en el corazón, y la que se ha derramado co orgullo de toda empresa grade, y en los ocho siglos de guerra contra el agareno invasor, hasta constituir la nacionalidad insojuzgable, donde el sol de la gloria  no tiene ocaso, y que hoy por la franca y cordial iniciativa  del Augusto Soberano don Alfonso XIII. Acrecienta su vitalidad y poderío con el acercamiento de todos los pueblos de origen español.
           
            En esa acción de guerra que puso término al dominio político de España en América se derramó la sangre estrictamente necesaria para alcanzar la victoria y el vencedor, militar de 29 años de edad, tan pronto se extinguieron el fragor de las descargas de la fusilería y los toques de diana que anunciaban el triunfo, recogió los heridos de ambos combatientes y habilitó hospitales para su asistencia; hizo enterrar los muertos; sobre el mismo campo  de la pelea accedió  a la capitulación propuesta por le Comandante del Ejercito derrotado, y concedió con elle al Virrey del Perú y a los Generales y Oficiales vencidos y prisioneros de guerra, el derecho de portar sus armas, de residir en el Psis con plenas garantías o de regresar a la patria en buques y con recursos proporcionados por el Gobierno de la República.

            Proceder sin antecedentes en las luchas armadas, tanto más encomiable  cuanto que, en los campamentos de la guerra se endurece el corazón del hombre y huye de él la piedad, se relajan las costumbres sociales, se odian de muerte los contendientes y la inteligencia, regalo de Dios que multiplica y embellece las honestas faenas de la vida, detiene su potencia creadora de maravillas  y se contrae únicamente  a arbitrar los medios para triunfar.

ESO ES LA GUERRA

            Y allí está muy reciente la conflagración  de los pueblos más poderosos de la tierra con sus estragos ruinosos y sus episodios dantescos; y están también las conferencias para la paz  en las que se prefirió el “voe victis”  de Breno a la magnanimidad del vencedor de Ayacucho.

            Y oh, la ruindad de las pasiones humanas,  como se embriagan de maldad para herir a mansalva la vida de los hombres más meritorios.

            El amigo querido de Bolívar y su lugarteniente en la campaña del Perú, cuya lealtad y subordinación tan solo podría disputárselas Urdaneta; el negociador de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra; el triunfador en Pichincha; el que aseguró en Ayacucho la independencia de la América Española  y en Tarquí la soberanía de la Gran Colombia; el magistrado de Bolivia; el Presidente del Congreso Admirable, que siempre atento a los reclamos de la Patria  procura convencer de sus errores, a los a los separatistas venezolanos. El más virtuoso de los Libertadores y el más candoroso de los hombres de su tiempo, muere asesinado en una montaña

            Y perpetrado el delito por Apolinar Morillo, Andrés Rodríguez, Juan Cuzco y Juan Gregorio Rodríguez, Morillo entrega a cada uno de sus cómplices la cantidad de cien pesos, precio que se estimó en los conciliábulos del crimen la noble vida del Abel Americano.

            Acribillado a balazos quedó el héroe en la montaña; y la vindicta pública tan brutalmente ofendida, esperó en vano el desagravio.

            Pero como la obra del mal también tiene su epílogo; a los pocos días, uno de esos hombres sin escrúpulos de conciencia, Jesús Eraso,  el bandolero de Salto del Río Mayo, auxiliador de los asesinos, envenena a los dos Rodríguez y a Juan Cuzco
Por temor a que pudieran comprometerle, y doce años más tarde  es fusilado en Bogotá Apolinar Morillo.

            De esa manera murieron los ejecutores del crimen de Berruecos, y los que armaron los brazos de los homicidas, esos que burlaron la sanción penal escapándose por las encrucijadas de la impunidad, los ha denunciado la historia y castigados severamente la posteridad.

             




SEGUNDO PREMIO DE NARRATIVA


De EDUARDO PICON LARES



“LA CAJA DE RAPÉ DE SUCRE”, 
PREMIADA CON EL CLAVEL DE PLATA, como accésit en el concurso de cuentos, 

LA CAJA DE RAPÉ DE  SUCRE
Cierto es, y en ello fija su atención muy cuidadosamente la ciencia inagotable de la historia, que todos los hechos que se producen en torno de las figuras  de los grandes hombres, por triviales que sean, siempre arrojan sobre ellos ciertos resplandores de grandeza o ciertas sombras de pequeñez que, al correr los tiempos, vienen a formar parte de todo lo interesante de su alta constitución psicológica;  y como se trata de un detalle trivial aún inédito, que quizá pueda tener algún interés para muchos, porque pone de manifiesto, una vez más la exquisita cultura y la talla señorial del extraordinario vencedor de Ayacucho, me he creído en el deber de sacarlo a relucir en estos d;ias de patrióticos festejos, en que se celebra en todo el Continente Americano, de manera insólita, el Centenario de la nunca bien ponderada jornada de armas  que selló la independencia  de América.

            Que el General Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, tenía la costumbre de absorber rapé, y que se gozaba con él deleite peregrino de estornudar que produce el polvillo irritante, es cosa que no admite dudas; y que gastaba un lujo asiático en lo que se refiere a las cajas en que lo guardaba y llevaba siempre consigo, es cuestión rigurosamente histórica.
            Cuando el Libertador llegó a Mérida de paso para Trujillo, nada menos que a conquistar los inmarcesibles laureles del “Tratado de Regularización de la Guerra”; laureles más gloriosos que los de Carabobo y de Junín, le acompañaban, como de todos es sabido, el General Sucre, Pedro Briceño Méndez y José Gabriel Pérez, esa trinidad milagrosa que después de una labor intensa y delicada , dejó escapar de sus manos, la paloma mensajera del inmortal documento que sintetiza, ampliamente, los principios más elevados de la paz bíblica, de la caridad cristiana y del derecho humano más equitativo y justiciero.
            Bolívar entró en Mérida el día 2 de octubre de 1820, y la ciudad de Los Caballeros, vestida con sus mejores arreos de fiesta, como en 1813, le hizo un recibimiento pomposo, digno de ella y del famoso personaje a quien lo tributaba. Las campanas echaron a vuelo sus lenguas de bronce, un gentío inmenso llenaba las calles y plazas, que aparecían embanderadas con el iris de la Patria y adornadas con arcos triunfales, y en todos los semblantes se marcaba ostensiblemente la alegría de la libertad y la devoción por el héroe de las conquistas leyendarias. Todavía hay aquí quien recuerde, por referencias, que al desembarcar la cabalgata en la plaza principal, a cuya cabeza venía el Hombre de América una ensordecedora aclamación seguida de una estrepitosa salva de aplausos colmó los aires y que el caraqueño feliz  correspondió a la cálida demostración con uno de aquellos gestos suyos, tan geniales, que le hicieron destacarse siempre con relieves magistrales.
            En la noche del mismo día, el Libertador y su Estado Mayor fueron obsequiados con un espléndido banquete en la casa de Don Juan de Dios Médez, hermano del Arzobispo Méndez y primo hermano de Pedro Briceño Méndez. Noche inolvidable aquella, pues en el hogar de los esposos Méndez  Díaz, se dio cita cuanto de aristocrático y valioso tenia la linajuda sociedad merideña de la colonia. El Libertador, Sucre Briseño Méndez, Pérez Rangel y Paredes, ocuparon puestos de honor en la mesa, que se sirvió de manera exquisita, y en medio del más desbordante entusiasmo  y de la intimidad más fraterna, hablose animadamente de las glorias venezolanas, del propósito pacificador que llevaba Bolívar en su mente, de los esfuerzos meritísimos de los merideños en la lucha magna y del porvenir brillante de la Patria.   El banquete terminó en medio de la más franca cordialidad, y al toque de ánimas, empezaron a despedirse los concurrentes, cuyas siluetas, al internarse por las calles oscuras y cubiertas de niebla, precedidas del tradicional farolillo de vejiga, a buen seguro que parecerían como medrosos fantasmas de ultratumba.
            Al día siguiente por la mañana, Pedro Briceño Méndez le manifestó al General Sucre que iba a despedirse de sus parientes y que el Libertador lo había comisionado para que lo hiciese también en su nombre; y el cumanés, cuya educación y gentileza tenía vibraciones cristalinas, le significó a su amigo y camarada el deseo de acompañarlo en su cometido.
            Juntos los dos se encaminaron a la casa del señor Méndez, que es la señalada  hoy con el número 12 en la calle de Lazo. Llamaron a la puerta… Una esclava salió a recibirlos y los mandó pasar adelante mientras iba a llamar a los señores. Briceño Méndez y Sucre se quedaron de pie  en el corredor de la entrada, admirando, según refería una vieja criada de la casa de los Méndez, una enredadera de campánulas azules que sombreaba el patio y que hacía muy fresca y agradable sombra.
            -Adelante, adelante. Muy buenos días. –Murmuraron Don Juan de Dios y Doña Magdalena cuando vieron a los jóvenes militares.
            Por aquí nomás. Estamos ya de viaje. Venimos a despedirnos – Contestó el circunspecto  Ministro de Guerra de Bolívar.
            Pero pasad un momento ¿Es que tenéis mucha prisa? Repuso Don Juan de Dios.
Es tarde. No tenemos tiempo –Replicaron ellos. Y Briceño Méndez, después de cumplir su comisión, se adelantó para abrazar a sus parientes y decirles adiós. Lo mismo hizo Sucre, con aquella cultura suya que encantaba a todos los que le trataban; más cuando fue a tenderle la mano a Doña Magdalena, como si se hubiese olvidado de algo, la retiró repentinamente, y metiéndose en el bolsillo interior de su dormán sacó una caja de rapé y articuló: Señora: hubiera querido hacer a usted un presente digno de su persona, no solamente por corresponder a la benévola acogida de que hemos sido objeto por parte de tan distinguidos elementos sociales, sino por la noble amistad que ustedes me han inspirado; pero por la premura del tiempo y lo excepcional de las circunstancias, no he podido lograr mi propósito. Sírvase, señora mía, aceptar mi caja de rapé, ya que he podido observar que usted lo acostumbra como yo, y recuerde siempre al usarla a un sincero y respetuoso amigo Antonio José de Sucre.    






BIBLIOGRAFIA.
HEMEROTECA DE MARCO TULIO BADARACCO BERMUDEZ.


INDICE

Pags.

2.- DISCURSO DEL GENERAL RAFAEL REYES GORDON 

4.- LOS PREMIOS DE LOS JUEGOS FLORALES DE 1924
Primer premio. Publicado en el Numero 53 del bisemanario “SUCRE”.
Poema Primaveral. Lema Gratia Plena’.
Autor: Jesús Marcano Villanueva (1)
Poema Lírico que mereció la Flor natural y la Rosa de Oro de los Segundos Juegos Florales de Cumaná.
7.- SEGUNDO PREMIO DE POESIA
Poema épico, publicado en el No. 45, que mereció La Gardenia de Oro en los segundos juegos florales de Cumaná.
CANTO A LA BATALLA DE AYACUCHO, del poeta  de Maracaibo, Valmore Rodríguez (1)
12.- TERCER PREMIO DE POESIA EPICA
Publicado en el No. 47.
BATALLA DE AYACUCHO. El jurado de poesía de los segundos juego florales de Cumaná, acordó a este canto la Violeta de Oro como accésit al Tema Épico.
Lema PRO PATRIA.
Fue otorgado a Udón Pérez (1)
17.- Publicado en No. 46 de  SUCRE.  Otro premio de poesía lo mereció Don José Oliveira, otorgado por el periódico “EL CORREO”, que tituló “CANTO A MI BANDERA”.
INTROITO
21.- PRIMER PREMIO DE NARRATIVA
De Rafael Díaz Flores
“LA LEYENDA DE UN CAÑON”,  PREMIADA CON EL CLAVEL DE ORO.
28.-  SEGUNDO PREMIO DE NARRATIVA
De EDUARDO PICON LARES
“LA CAJA DE RAPÉ DE SUCRE”, 
PREMIADA CON EL CLAVEL DE PLATA, como accésit en el concurso de cuentos, 



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