RAMÓN BADARACCO
CAMPAÑAS PERIODÍSTICAS DE MARCO TULIO BADARACCO B. POR EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO.
TOMO II
CUMANA 1995
Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco
Titulo original: CAMPAÑAS PERIODISTICAS
DE MARCO TULIO BADARACCO BERMÚDEZ
TOMO II
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
Cronista40@hotmail .com
Cel. 0416-8114374
CONTINUACIÓN DE CAMPAÑAS PERIODISTICAS DE MARCO
TULIO BADARACCO. QUE HEMOS DIVIDIDO EN
DOS TOMOS PARA FACILIAR SU ESTUDIO.
En el No. 36 publica un trabajo del historiador peruano Gregorio Lozano.
BOLIVAR Y SUCRE, EL CENTENARIO DE LA BATALLA DE AYACUCHO Y LA MADRE PATRIA.
La gloriosa
batalla de Ayacucho fue el término de la larga serie de episodios asombrosos,
principiados en el descubrimiento, conquista y dominación de España y
terminados en las faldas heladas del Condurcunca.
Allí el Gran Mariscal de Ayacucho
don Antonio José de Sucre, hizo soberanas a las cinco hijas del Libertador
Simón Bolívar, y con esa llave de oro esmaltada con piedras preciosas aseguró
la libertad de un continente; por esa razón lo que hizo España y lo hicieron
Bolívar y Sucre, no representa en su finalidad, ideas antagónicas, lo segundo
fue desarrollo lógico de lo primero.
Bien puede sonreír desde su tumba el
Libertador Simón Bolívar, en quien reaparecieron por herencia las cualidades de
los antiguos héroes españoles y el que supo compendiar en si, las grandezas de
la nación soberana en cuyos dominios no se ponía el sol.
Nuestra independencia tiene mucho de
parecido ala expulsión que hizo Isabel la Católica reina de Granada
en los dominios del suelo español a los moros, después de haber sido dominada
por ellos ocho siglos y medio.
Una de las demostraciones de la
encarnizada contienda de la independencia fue en la que luchaban brava y terriblemente la madre con los hijos,
el león con sus leopardos americanos, la misma raza, la misma sangre, los
mismos instintos, el mismo heroísmo, la misma cultura, aspiraciones y
esperanzas sin que hasta hoy haya quien apostrofe a su origen y envidie otra
raza, no siendo sino algunos infelices apóstatas que no conocen la historia y
no saben discernir lo bueno de lo malo, ni lo profundo de lo superficial. No
todos los hombres han analizado y comprendido la libertad; pero todos los hombres
la sienten dentro de si y la aman y la veneran como una emanación de Dios; bien
que el hombre la ame, la adore, es preciso algo más; es necesario que la
conozca para que la respete, la sirva y la santifique. La libertad como el sol,
como la luz, es para el hombre, para una familia, para un pueblo, para una
raza, para una nación, es para el mundo entero, es para todos los que pueblan
el planeta.
El Perú y la antigua Colombia que son hoy
enteramente libres, como resultado de sus heroicos esfuerzos para la
independencia, están constituidos bajo el amparo del cristianismo, les toca
desempañar un gran papel en el drama del mundo, poniéndose al nivel de las que
más figuran.
Poseedoras estas cinco naciones de
todo clima y de toda latitud, inmensas por su extensión, ricas por sus
incalculables tesoros, animadas de una inspiración sublime, por la lozana
heroicidad de sus luchas por
constituirse, felices en la contemplación de su porvenir, fuertes para todo por
el valor de sus hijos, grandes por predestinación divina, son un sol en el
cenit del universo, un puerto de esperanza y de fe para todos los náufragos de
las sociedades europeas, las que hoy contemplamos quebrantadas y confusas, y de
las que van arribando hacia nosotros con capitales o sin ellos, hora por hora,
instante por instante, unos en pos de otros, demandándonos el pan de la paz y
el estancamiento de sus lágrimas. Llenando tan importante destino vendremos a
completar así la gran evolución que ha ido efectuando la civilización que va
ensayando la humanidad; y cuando en el solemne día Dios extienda su mano
poderoso sobre el Universo para apagar la luz
y terminar la era de nuestra existencia, nosotros, nuestros países, le
ofrecerán generaciones de hombrees libres, quienes habían respetado los
arrebatos con que el Creador ha ennoblecido el género humano en el Padre
Universal , y ello será un testimonio de que el Perú, Ecuador, Venezuela,
Colombia y Bolivia, supieron ser libres
ejecutores de la justicia y sin haber expoliado a nadie por la ambición o envidiar
un pedazo de su manto.
Ayacucho es el más glorioso campo de
batalla de ambas Américas, y allí existen tumbas con reliquias sagradas de
nuestros próceres, por cuya razón es muy natural que nuestra Madre España mande
su embajada a unirse a nuestra patriótica romería e ir juntos a humedecer con
lágrimas aquellos lugares de eterna memoria y de grandioso heroísmo.
No podemos prescindir de recordar la
proclama del Gran Mariscal, el que estimuló a su ejército con las siguientes y
sentenciosas palabras: “De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur” así como
las voces de mando del joven General José María Córdova: “Armas a discreción
y paso de vencedores”.
Este centenario simboliza no solo la
gratitud eterna de un continente, sino el principio de la inalterable éra de la
nueva civilización y del progreso, que marchan a pasos agigantados, así como
desaparecerá aquel cargo ampuloso y
hueco de los tres siglos de esclavitud e
ignorancia y de las cadenas opresoras,
cuyo punto me permito esclarecer por la lealtad y la justicia.
España trajo de sus dominios todo
cuanto en esa época se ponía en practica y se inventaba en Europa, fundó
muchísimas poblaciones con suntuosas capitales y majestuosos templos, conventos
de ambos sexos, universidades, planteles de educación, grandes bibliotecas,
casas de beneficencia y de asilos y hospitales, orfelinatos, municipalidades,
correos, escuelas, observatorios astronómicos, teatros y toda clase de estudios
científicos; en cuanto a las vías de
comunicación, puentes y caminos y todo cuanto aun existe y excita las fuerzas
de la imaginación, y eleva el espíritu a contemplar y a enumerar los hombres
prominentes, orgullo y prez de nuestras
naciones, así como la infinidad de poetas, de oradores civiles y sagrados, de
historiadores, que entre muchos figura un contemporáneo nuestro el señor
general don José Manuel Restrepo, cuyas obras son solicitadas en Europa con
especial ahínco.
Si no hubiera existido tanta
grandeza, tanta majestad, tanta valía, la independencia no habría tenido el
sublime mérito que tiene, porque no habría sido la libertad para unos abyectos
esclavos labradores de minas, nosotros nos avergonzaríamos de descender de ese
origen, y el Libertador Simón Bolívar, educado en los nobles de Bergara, con
Fernando VII, a quien jugando le botó la gorra de un pelotazo, no habría sido
el gigante de un gigante continente, que puesto en la balanza pesa tanto como
él con sus bosques, cordilleras, campos, volcanes y no habríamos tenido el
esclarecido número de padres el patria cuyo nombre resplandecen en las páginas
de la historia.
En este mismo número, publica una novedad en
Cumaná, veamos:
FUNCIONES DE ENGANCHE.
Con este título, la empresa
Cumaná Film, ha adoptado un nuevo sistema de atractivo para sus notables
funciones del Cien Bar La
Glaciere.
Consiste sencillamente en que
cualquier caballero al comprar su billete de entrada adquiere, a la vez, el
derecho de llevar consigo una dama.
Con películas de cartel,
señaladas por la prensa universal como súper creaciones del arte mudo, y las
condiciones de entrada al espectáculo ya expresadas, es de esperarse que las
noches del Cine Bar sean verdaderos sitios de “rendez vous” de todo buen
cumanés amante de la cultura y de la belleza.
También en este ejemplar publica
TRAS-PUNTE.
Crónica para el “SUCRE”.
En el IRIS,
periódico de esta localidad, hemos visto en su última edición la nómina de las
bellezas cumanesas en el certamen que promovió esa dirección en honor del
Centenario de Ayacucho. Nota por demás sonora y cultural para la patria de
Sucre, cuya índole va a complementar en los estudios de las fiestas el derroche
de luz de nuestras mujeres y el delicado poema que sintetiza la más valiosa
joya de nuestro lar glorioso. Ahora, a las mil maravillas y sin ninguna
intención que vaya a malgastar tiempo en habladurías de esquina, el cronista
que suscribe, se toma la confianza de decir a los triunfadores y triunfantes el
motivo de mi crónica que emerge de una verdad, como un capricho de este
proverbio que dice:
Dad al cesar lo
que es del ídem… y que a manera de ser las cosas, el valor de todo buen
patriota en su integridad personal debe ser …. y como en Cumana jamás se dice
una verdad por miedo de una mismo, yo me tomo la humildad de decirlas al oído.
Es el caso, que
con motivo de nuestro Certamen de Belleza el público se ha metido el entusiasmo
por los codos de que en Caracas la América Pictures de Norte América, ha querido
premiar a la mujer venezolana, con una magnitud que ninguna otra nación se le
ha ocurrido, quizá por orgullo de raza o por la poca iniciativa comercial y
económica. En todas las provincias de Venezuela como en Caracas la capital
bullen los comentarios, pues las condiciones del concurso es tan solo votar por
la mujer más bella de Venezuela. Cabe aquí, que es de índole regional y donde
toda venezolana puede concurrir con el mayor número de votos, y así probar por
medio de la supremacía física y escultural de su forma el valor intrínseco de
su belleza divina y triunfal. Ahora, me pregunto yo, y preguntaría a mis
paisanos sin ninguna intención a zaherir
susceptibilidades- ¿si es verdad, que una de nuestras bellas mujeres
podría competir con las mujeres bellas de Caracas? En Cumana como en las demás provincias, las
mujeres, carecen de ese espíritu estético de la mujer caraqueña, porque en la
mujer caraqueña se encuentra ese trío armonioso que diviniza nuestra patria,
ese esplendor asequible de la raza y el carácter de una mujer nueva hecha para
todos los encantos. Ella es le conjunto donde se adivina la sonrisa y el
resplandor de muchos soles que con naturalizan en la forma la herencia de la
flora de un país civilizado.
La mujer
caraqueña tiene de todo, menos de ser venezolanas; en ella brilla el capricho
de las grandes naturalezas despectivas, la sonora hidalguía y soltura del alma
española; la taciturnidad estatuaria del carácter ingles; el espíritu
cadencioso rojo de sangre de la purísima como un poematico sentimiento de todas
las cosas ideales. La mujer caraqueña, en una palabra, por sobre todo lo
entendido en admiración, es lo que hoy representa, el alma de Venezuela o lo
que es la mujer venezolana ante las demás mujeres europeas del gran mundo
social. De allí, que este es el motivo de mi crónica y de poner al tanto a
nuestro juventud de las cosas inadvertidas, darles a comprender que es un
absurdo esto de las votaciones para el Certamen de la American Pictures
pues han debido darse cuenta, por la prensa capitalina, con el número 20 de
septiembre del “Universal”, la nómina de las diez mujeres más bellas de
Caracas, saliendo triunfante en votaciones con 37.307 la divina Elena
Vinckelman, quién será exhibida en gelatina; y los dollares, como las glorias
que Dios se la guarde y San Pedro con algo más le abra la puerta de todas las
admiraciones.
Domingo
Antón
En el No. 37 abre sus páginas con un perfil
biográfico de Mariscal SUCRE, del maestro Silverio González Varela.
ANTONIO JOSE SUCRE
Fruto feliz del primer matrimonio
del Coronel Don Vicente Sucre y Doña
Maria Manuela de Alcalá, nacido en la ciudad de Cumaná el 3 de febrero
de 1795, fue Don Antonio José de Sucre. Desde 1810 empezó a darse a
conocer en la guerra de emancipación; y
con espléndidos timbres de su carrera bélica la batalla de Pichincha en 1822 y la que, el 9 de diciembre 1824 presentó en
el célebre campo donde conquistó el
dictado de Gran Mariscal de Ayacucho
Los hombres grandes de Colombia
cometieron errores y faltas más o menos graves, que nada tienen de extraño,
porque es bien sabido que el error abraza en su imperio a toda la especie
humana. De esos grandes hombres en la primera línea, el Gran Mariscal de
Ayacucho Antonio José de Sucre, pudiera citarse como una excepción. Parece que
ese gran carácter no plegó jamás; que ese corazón nobilísimo no respiró sino
por la Patria. Que no tuvieron cabida en
él ni la ambición ni la envidia, ni ninguna otra pasión malévola.
La gloriosa carrera militar de Sucre
termino en la gloriosa acción del Portete de Turquí; terminó dejando el nombre
del guerrero marcado con los sellos del valor, de la habilidad y de la
clemencia. Esta noble carrera se hizo siempre en los campos de batalla en que
no fueron combatidos sino enemigos de la Independencia , o
enemigos exteriores que invadieron el territorio que Sucre debía defender.
Aquella espada jamás fue desenvainada
para trastornar gobiernos bien o
mal establecidos: jamás para defender quiméricos proyectos; jamás para sostener
guerras civiles, ni hacer correr la sangre de los conciudadanos. ¡Cuan pocos generales
americanos han dejado, en sus hechos, documentos tan solemnes para que la
historia les presente como modelos del ciudadano armado en servicio y beneficio
de su Patria!
Preclaro sin duda es Sucre por sus
virtudes cívicas, dotes administrativas, triunfos marciales y sentimientos
democráticos. Siendo Presidente de la República de Bolivia, se casó por poder en Quito
en 20 de abril de 1828 con la
Marquesa de Solanda Doña Mariana Carcelén y Larrea. Murió
asesinado infamemente en la montaña de Berruecos la mañana del 4 de junio de
1830: dejó una hija llamada Teresa, que le sobrevivió poco tiempo y su viuda se unió en matrimonio con el
mentado patriota General Isidoro Barriga, natural de Bogotá vencedor en Carabobo,
Junín y Ayacucho, y muerto en Quito el
29 de mayo de 1850.
También naturales de Cumaná y
servidores decididos de la causa republicana eran los siguientes hermanos del
Mariscal, a saber:
FRANCISCO SUCRE, que después de
ocupada por los patriotas la plaza de
dicha ciudad, el 2 de agosto de 1813 fue recomendado al ejercito con especial
distinción por el General Santiago Mariño, peleó en junio de 1817 en Cariaco,
cayó allí prisionero y presto lo fusilaron a los 15 años de edad, por dura
disposición del General Pablo Morillo-
PEDRO SUCRE, que nació en 1793
obtuvo de la Junta Revolucionaria
de Cumaná el grado de Subteniente en 1810, acompaño al General Mariño en la
campaña de 1813, y bajo el mando de este mismo caudillo combatió en 1814 en Bocachica, el Arao, Carabobo y La Puerta , donde fue hecho
prisionero y, ya ascendido a Capitán, pasado igualmente por las armas en la
plaza de la Victoria.
JOSE JERÓNIMO SUCRE, que nació en 1791; se incorporó en 1813 al
ejército del General Mariño; en marzo de 1826 alcanzó del gobierno de Colombia
el grado de Coronel, desempeñó entre otros cargos, el de diputado provincial de
Cumaná en 1837 ye el de senador por esta misma provincia en 1846; recibió de Bolívar, Mariño y
Bermúdez, muestras de honrosa estima y falleció en la Asunción , capital de Margarita,
el 17 de octubre de 1854 a
consecuencia del cólera morbo, cuando era secretario del General Francisco
Esteban Gómez, gobernador entonces de dicha isla en esa época provincia; y por
último,
JOSE MARIA
SUCRE, vecino de Barcelona, casado con Ana Josefa Hernández, y muerto en 1855
en la ciudad de Cumaná, siendo Coronel de la República.
Con respecto a
DON VICENTE SUCRE, padre del Mariscal, era hijo del Coronel Don Antonio de
Sucre y Doña Teresa Urbaneja, nació en 1761 en la ciudad de Cumaná, donde, siendo
comandante del Cuerpo de Nobles Húsares de Fernando VII, reconoció el
movimiento iniciado por la
Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810. Figuró luego
como miembro del Poder Ejecutivo de la Provincia y como Jefe de la Expedición de dieciocho
buques y mil hombres, que salió del puerto de Cumaná en Junio de 1810 para someter a Barcelona que se había
rebelado contra el nuevo gobierno. Ocupó sin resistencia a Píritu: teniendo
allí conocimiento de la
Capitulación de San Mateo determinó regresar a Cumaná y al tiempo de efectuarlo embarcándose con su
gente, perdió algunos hombres de caballería
por haberle embestido de improviso una partida realista comandada del
canario Francisco Tomás Morales. En esta última ciudad continuó Don Vicente
Sucre sirviendo a la
República , hasta Diciembre del postrer año citado que fue
remitido preso a las bóvedas de la
Guaira por el comandante español Francisco Javier Cerveriz;
viose libre de prisión por la entrada triunfal de Bolívar a Caracas en agosto
del año siguiente; y a fines de 1815 residía con su familia en la colonia
inglesa de Trinidad, de donde tornó a Venezuela, pues e 1817 era gobernador de las fortalezas de la Antigua Guayana y comandante
militar del departamento del Bajo Orinoco. Con el grado de Coronel falleció en
Cumaná en junio de 1824.
En el No. 38, Marco Tulio, le corrige la plana a
Domingo Antón, y escribe LOA.
La belleza es
un sentimiento que pudiéramos llamar abstracto y que no admite definición
absoluta ni podría encerrarse en líneas matemáticas. Es como un atributo de la naturaleza, que
según la teoría de Darwin, tiende necesariamente a ella en todas sus
manifestaciones.
No podría encerrarse en líneas
matemáticas ni en definiciones absolutas, porque ello, hasta cierto punto,
sería limitar, estrechar, la concepción humana y el concepto de lo bello en el
mundo y entre los hombres, varía hasta lo infinito. Cada latitud puede decirse
guarda un ideal preferido de la belleza y en la apreciación de cada ser
conciente vive una forma distinta de esta virtud…
Esto en sentido general y para todas
las manifestaciones de la vida, que si
nos referimos a la belleza femenina, entonces la diversidad de tipos cambia con
cada mente de hombre y hasta de cada mujer…
En el No. 39, SUCRE, engalana sus páginas con un
artículo de Jorge Luciani, escrito en Caracas, en junio de 1924. Veamos:
EL DESPRENDIMIENTO Y LA MAGNANIMIDAD DE SUCRE.
Admiro
En el Gran Mariscal de Ayacucho a una de las más altas cumbres
Del arte
militar, reverencio a Sucre, hombre privado, al paradigma de las virtudes
domésticas, si el diplomático, lo veo muy grande; si al magistrado, íntegro; si
al amigo, circunspecto y leal. Patriota genuino y de visión amplísima; en su
cerebro esclarecido no halló albergue jamás el ideal de la patria chica. Como
Jefe desplegó carácter: subalterno, tributó el respeto debido a la jerarquía,
sin vergonzosas complacencias y haciendo
valer cuando fue preciso, con
firme modestia, sus gloriosos merecimientos. Pero sobre ese cúmulo de eminentes
cualidades brillaron en todo instante dos virtudes inmarcesibles: su
desprendimiento y su magnanimidad.
En 1820, designado en unión de Briceño Méndez y de José Gabriel Pérez,
para celebrar con los españoles el tratado de regularización de la guerra
comienza a irradiar gloria su grandeza de alma, “Este Tratado, dirá Bolívar un
lustro después, es digno del alma de Sucre, la benignidad, la clemencia, el
genio de la beneficencia lo dictaron: el será eterno como el más bello
monumento de la piedad aplicada a la guerra: el será eterno como el nombre del
vencedor de Ayacucho.
Así durante toda la guerra hasta
que, en Ayacucho, sella espléndidamente la independencia sur americana,
brindando con hidalguía sin par a los heroicos vencidos, una capitulación por
todo extremo generosa.
Creada la República de Bolivia,
Sucre fue elegido Presidente vitalicio, pero solo por dos años aceptó y ejerció
tan elevado cargo. No tardó mucho en ser
víctima de un atentado criminal, Valentín Matos, que así se llamaba el asesino,
fue condenado de acuerdo con las leyes al último suplicio. Sentencia justa si
la hay. Con todo Sucre le salva la vida, conmutándole la pena por destierro. Ni
a esto se limitó, sino que le suministró dinero para el viaje y a poco le
suspendió el destierro. Trascurre breve tiempo cuando por obra de instigaciones
peruanas nuevamente asorda el espacio ruido de armas. El Gran Mariscal es
herido. Restablecido el orden público, que una invasión peruana había vuelto a
interrumpir, el ilustre cumanés se aleja de Bolivia, no sin antes decir con
noble orgullo: “En medio de los partidos que se agitaron quince años, y de la desolación del país, no he hecho
gemir a ningún boliviano, ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa:
he rescatado del suplicio porción de infelices condenados por la ley, y he
señalado mi gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad. Se me culpará
acaso de que esta condescendencia es el
origen de mis mismas heridas pero estoy contento de ellas si mis sucesores con
igual lenidad acostumbra al pueblo boliviano a conducirse por las leyes, sin
que sea necesario el estrépito de las bayonetas y esté permanentemente
amenazada la vida del hombre y acechada la libertad…
Todavía convaleciente de sus
heridas, tiene lugar la invasión del territorio de Colombia por tropas del
gobierno peruano. Invasión injustificable. Sucre es nombrado prior jefe del
ejército colombiano, su segundo es el General Flores. Son 8000 los peruanos,
4000 los colombianos- El Gran Mariscal destroza
a los adversarios en Turquí. Y entonces, quien podía estar justamente
resentido de la perfidia peruana a la par que envanecido con la victoria,
propone a los vencidos las mismas estipulaciones que vanidosamente rechazaron
cuando se disponían a la lid. ¿Qué saben las almas vulgares de esta sublime
voluptuosidad? Sucre exclama lacónicamente: “La justicia de Colombia es la
misma antes y después de la victoria” Expresión incomparablemente bella, que
tiene la diuturnidad del mármol y la sonoridad de un himno a la justicia;
palabras que retumbarán siempre, bajo el firmamento de la América libre, al través
de ciudades, bosques y desiertos, por encima de fronteras y montañas. , como
fianza segura de redención y ejemplo de magnanimidad.
Presidente del “Congreso Admirable”
(1830) fue encargado con otros ciudadanos eminentes para tratar con los
comisionados de Venezuela sobre el
porvenir de la Gran Colombia. Alejado Bolívar del poder, y enfermo además,
era el Gran Mariscal la más conspicua personalidad, militar y política de la República , y la opinión
le miraba como el sucesor probable del Libertador. Sin embargo en las
entrevistas con los comisionados de Páez –Sucre dio una vez más pruebas de su
desinterés republicano proponiendo que: “Se admitiese y sostuviera la base de
que todos los Generales en Jefe, y los de otra graduación que hubieran sido
presidentes o vicepresidentes, ministros, consejeros de estado y jefes
superiores en cualquiera de los estados de la futura federación , se tuvieran
por excluidos de los dos más elevados puestos de la administración ejecutiva
guante un largo y determinado período”. Esta proposición fue negada: ¡era
natural!
Aquel enorme paladín de la libertad
era verdaderamente “el más digno de los generales de Colombia”.
En el mismo número recoge un poema del poeta JOSE
OLIVEIRA dedicado a Marco Tulio Badaracco, como se acostumbraba en aquellos
tiempos de heroísmo y poesía.
SUCRE
El blasón de la Patria.
El caballero
Glorioso sin mancilla ni baldón;
Juntaba en la pericia del guerrero
La virtud salvadora del perdón.
Un himno a la verdad fue su grandeza,
Hermano de la
Diosa Libertad.
Tenía en los combates la entereza,
Fuera de los combates la bondad.
Del valor de los héroes de la
Ilíada
Fué imitación gloriosa su valor.
Su vida una epopeya consumada,
Su nobleza una página de honor.
Tanto creció su cumbre, que la gloria,
Sumisamente enamorada de él,
Coronó su titánica victoria
Con la más verde rama de laurel.
Hasta el Hado, celoso de su fama,
Mirando en el legítimo rival,
En el calvario de Berruecos llama
A la Traición ,
que da muerte inmortal.
En la misma primera pagina, en el marco de
NOTICIAS, “Sucre” publica, relacionado también con su Campaña, IMPORTANTE DECRETO.
El General Juan Vicente Gómez,
Presidente Constitucional de la
República de Venezuela, ha dictado un importante Decreto por
el cual se crea una estampilla postal
conmemorativa del Primer Centenario de la batalla de Ayacucho, para el franqueo
de la correspondencia del interior y del exterior.
Dicha estampilla de forma rectangular de 23 por 36 milímetros , de
color azul oscuro y del valor de 25 céntimos. En la parte superior llevará el
lema “Correo de Venezuela” y las fechas 1824 y 1924, e la parte media
las efigies del Libertador y el Gran mariscal de Ayacucho y la indicación del
valor de la estampilla y en la parte
inferior entrelazados por una cinta con la leyenda: “Centenario de la Batalla de Ayacucho, un
lema del Estado Venezuela y una corona que lleva en el centro el gorro frigio símbolo de la libertad.
Y otra Noticia. “La poetisa Marta
Carvallo Arvelo, obtuvo el premio en el Certamen promovido por “Paz y
Labor” de Maracay, en homenaje a la
excelsa madre del Gran Mariscal de
Ayacucho.
Accésit María de Betancourt
Figueredo, Menciones honoríficas: Trina Márquez, Mina de Rodríguez Lucena,
Josefina de Guevara Blohm y Marí García
de Fernández Machado.
Concurrieron 20 hermosos sonetos de
poetisas venezolanas.
Nota la poetisa
Trina Márquez, que recibió mención honorífica, es cumanesa y desarrolló todo su
arte en Cumaná.
En el mismo No. 39, con un gran titular, “SUCRE”
publica el Acuerdo de la Sociedad “Santa Cruz de La Unión” y lo festeja así: “Nos es muy placentero
insertar en nuestras columnas el patriótico Acuerdo de la Sociedad “Santa Cruz
de la Unión”, sobre la participación que tomará esta progresista y filantrópica
Asociación en el Centenario de la Inmortal Batalla de Ayacucho.
LA SOCIEDAD “SANTA CRUZ DE LA UNION”
CONSIDERANDO:
Que el 9 de diciembre próximo se cumple el primer centenario de la inmortal
Batalla de Ayacucho, el triunfo más brillante que alcanzaron las armas
republicanas, bajo las órdenes del ilustre Cumanés Antonio José de Sucre, restituyendo
gloriosamente a la vida del derecho a multitud de pueblos.
CONSIDERANDO:
Que rendir culto de admiración a los campeones de la libertad, es un sagrado
deber de los pueblos libres, y que Cumaná, la cuna afortunada del Gran Mariscal
de Ayacucho, se apresta pomposamente a conmemorar tan gloriosa efemérides, y
que a ella en primer término, le corresponde tomar parte del entusiasmo público
que se tributará a la “Gloria más pura de Hispano América”:
CONSIDERANDO:
Que la Sociedad
“Santa Cruz de la Unión ” inspirada siempre en el noble ideal de
fraternidad y patria, queriendo
participar del regocijo general que
anima a los habitantes de esta tierra benemérita, ha resuelto contribuir de una
manera patriótica , a los hermosos festejos
que en honor a la memoria inmaculada del “Redentor de los hijos del Sol”
se han de celebrar en esta ciudad.
ACUARDA
Articulo 1º.-
Expóngase a la veneración pública en el Salón de Sesiones, el retrato que posee
la Sociedad ,
del Gran Mariscal de Ayacucho, adornado con las banderas de los países
bolivarianos.
Artículo 2º.-
Celébrese con toda pompa y solemnidad una sesión extraordinaria, con motivo de
rendir homenaje patriótico a la memoria venerada del perínclito General Antonio
José de Sucre, vencedor de Pichincha. En este acto llevará la palabra de orden
el Presidente de la
Sociedad.
Artículo 3º.-
Distribúyase el número de gala de El Iris, edición ráfica, contentiva de 48
páginas, simpática ofrenda que la “Sociedad Santa Cruz de la Unión ” ofrece a la ciudad de
Cumaná como recuerdo auténtico de las fiestas centenarias.
Artículo 4º.-
Ofréndense sendas coronas de inmortales ante los monumentos públicos, por la Sociedad “Santa Cruz de la Unión ” y la escuela nocturna para niños pobres del
mismo nombre.
Artículo 5º.-
Llámese “Tipografía Ayacucho” la imprenta adquirida por la Sociedad , en
conmemoración de la clásica fecha americana y en honor al primer
centenario de la gloriosa Batalla de
Ayacucho.
Artículo 6º.-
Procédase a caligrafiar artísticamente el presente Acuerdo y colóquese en el
Salón de Sesiones, como un recuerdo de la participación de esta Sociedad en la fecha magna que con orgullo celebrarán los países
libertados, a que tanto contribuyó con sus virtudes cívicas el General de
corazón más noble que registra la historia militar de las naciones.
Artículo 7.-
Permanezca izado durante las fiestas centenarias el Pabellón de Gala de la Corporación.
Artículo 8º.-
Este Acuerdo será cumplido en todas sus partes y los gastos que ocasione serán
costeados por el Tesoro de la
Sociedad.
Dado en el Salón de Sesiones de la Sociedad “Santa Cruz de la Unión ”, en Cumaná, a los 8
días del mes de noviembre de mil novecientos veinticuatro.
El Presidente, Juan José Acuña.- El
1º y 2º Vicepresidentes, José M. Forjonel y Rafael R. Rodríguez; El Fiscal,
Rafael R Caldera,- El Tesorero, Juan Sanabria S.,- El Subtesorero, Rafael
Badaracco,- El Secretario de Actas, Pedro C. Fernández,- El Secretario de
Correspondencia, F. Mariano,- El Subsecretario, José C. Oliveira,- El
Bibliotecario y Adjunto, Alberto Sanabria e Ignacio Rodríguez Mejía,-
Hospitalario y adjunto, Ubaldo Figueroa y Heraclio Duran.
En el No. 40, publica una extraordinaria crónica
del maestro Silverio González Varela, veamos:
¿QUIEN HIRIO A MORILLO?
Ansioso de
cortar la retirada al ejército de Bolívar, llegó Morillo con el suyo a Cagua el
15 de marzo de 1818 en la mañana. Allí supo con sorpresa que las huestes de la
patria se habían adelantado. Descansó breve tiempo: se puso de nuevo en marcha hacia Cura; entró
en esta villa con su ejército formado en tres columnas de ataque y solo halló
300 hombres que después de algunos tiros, se retiraron y dieron pronto al
Libertador la noticia de que los realistas lo perseguían con la mayor
actividad.
En el acto dispuso el jefe
republicano que desfilaran el parque, los equipajes y la infantería para Semen o La puerta: a la
retaguardia iba la artillería que protegían dos compañías de fusileros del
batallón Barlovento y la brigada de caballería del Teniente Coronel Jenaro
Vásquez, que se distinguió en esa Campaña por su pericia y valor.
Al rayar el día 16 se situó Bolívar
en La Puerta, a las márgenes de la quebrada de Semen, resolvió luego presentar
batalla en aquel lugar y tomó en consecuencia las posiciones que juzgaba
convenientes: a poco trabóse, pues, la lucha reñidísima en la que salieron
vencidos los defensores de la República y sufrieron también los realistas
perdidas considerables.
Al concluirse la pelea recibió
Morillo una lanzada por lo cual ordenó enseguida que se e trasladase ala Villa
de Cura y últimamente a la ciudad de Valencia donde como no resultase mortal la
herida se restableció por completo.
¿Quién el
patriota que en semejante acción de armas hirió al General Pablo Morillo? Feliciano Montenegro. Tomo IV, página 291, de
su Iconografía General, dice que asegura ser el bravo General Jenaro Vásquez
quien dio el lanzazo en Semen al General Pablo Morillo.
José Manuel Restrepo. Tomo Segundo
de su Historia de la Revolución de Colombia,
página 452, se expresa así: al terminarse la batalla fue herido el General
Morillo por una lanzada que le diera un soldado patriota al pasar cera de una
mata de cují y le atravesó el vientre.
El General José Antonio Páez en su
Autobiografía, tomo primero, pagina 198,
llamada número 10, hablando de Morillo, asienta: en la batalla de Semen lo
hirió con un lanzazo el entonces capitán Juan Pablo Farfán.
O’Leary en sus memorias Tomo
Primero, Narración, capítulo vigésimo primero, pagina 461, refiriéndose a la
acción de Semen escribe esto: “En la persecución, Morillo recibió un lanzazo de
un soldado de caballería y perdió varios oficiales.
El General Rafael Urdaneta en sus
memorias, página 187, dice: “Morillo recibió una herida de un lancero a pié,
que sin duda fue el de los Vásquez, por más que muchos se hayan atribuido la
gloria de habérsela dado. Se sabe por el mismo Morillo que la herida fue
recibida así como se ha dicho y que el hombre que lo hirió murió allí mismo a
sablazos por su Estado Mayor”.
El Dr. Felipe Larrazabal, en La Vida de Bolívar, Tomo
Primero, página 524, hablando de la batalla de Semen dice: “Al terminar aquella
tan reñida acción, un soldado patriota, que estaba agazapado en una mata de
cují, tiró a Morillo un lanzazo, y le atravesó el vientre de parte a parte.
Torrente escribe que “pereció aquel despechado, dividido de un sablazo por el
mismo Morillo. De esto se vanagloriaba el propio General en Madrid en 1837;
pero es falso”.
Finalmente, el Doctor Francisco
González Guinán, en la Historia
Contemporánea de Venezuela, tomo quinto, página 246, tratando
de las festividades del 5 de julio de 1811 en Caracas, en 1852, cuando era
presidente de la República
el General José Gregorio Monagas, refiere lo que se copia a continuación: “El
Presiente se retiró a su residencia particular acompañado d gran séquito, al
cual obsequió galantemente; haciendo varias personas uso de la palabra. El
señor Esteban Herrera recordó en la ocasión la parte activa que tomara el 16 de
marzo de 1818 en la batalla de la quebrada de Semén el entonces Comandante José
Gregorio Monagas, que en persona acometió al General en Jefe del Ejercito
español, Pablo Morillo y logró causarle una rave herida, recuero que el
concurso aplaudió con entusiasmo”
En vista de los testimonios
anteriores, cuya discrepancia es palmaria no puede por tanto saberse a punto
fijo quién fue el patriota que hirió el 16 de marzo de 1818 en la batalla de
Semen o La Puerta , campo que fue
siempre funesto a los sostenedores de la emancipación de Venezuela. En el salió
derrotado el 3 de febrero de 1814 el indomable Campo Elías, y Boves recibió una
herida de gravedad. En él también el 15 de junio de 1814 sufrieron terrible
derrota Bolívar y Mariño, y el batallón 1º de Cumaná, con su jefe el valiente
barcelonés Antonio María Freites, y formado en cuadro para resistir a la
numerosa caballería que lo rodeaba, sucumbió con heroísmo.
En este último día aciago murieron
en La Puerta, defendiendo la causa de la Independencia los capitanes cumaneses
Mateo Abreu Colón y Ortiz, abuelo materno de nuestra madre, Esteban Alén
Martínez, Francisco Escalante, Manuel Antonio López de Arjona y Juan Martínez
de Gordón, y los oficiales: Carlos Vallenilla Guerra, Juan Antonio Jiménez, los
hermanos Pedro María, Pedro Miguel y Miguel Antonio López de Arjona, Pedro
Pérez, Antonio Rivero, los hermanos Pero y Jesús Salvet, Ignacio Certad, José
Gabriel Salmerón, y muchos otros cumaneses cuyos nombres ignoramos. Allí cayó
prisionero el teniente coronel Pedro Sucre, hermano del Gran mariscal y fue
luego fusilado por orden de Boves en la plaza de la Victoria.
A la batalla de Semen debió el
General Pablo Morillo el título de Marques de La Puerta , que le confirió el
Rey de España.
José Silverio González Varela.
En el mismo
número y enmarcado, publica un épico soneto de JUA E. LAMEDA.
SUCRE
Ni Aníbal, ni Cesar, ni Bonaparte
Vencieron nunca con igual destreza
Ejercito enemigo, ni nobleza
Cual la de Sucre, viose en otra parte.
Su táctica es la concepción del arte
De vencer sin asolar de tristeza
A la tierra. Es olímpico de belleza
Ayacucho, más que un campo de Marte.
Ser parece como un girón de cielo
Desprendido; es oro y azul y grana
El estandarte victorioso; el vuelo
Suspende el cóndor al ver la galana
Acometida que estremece el suelo,
Sembrando el espanto entre la hueste hispana.
En el mismo número, ocupando el espacio del
editorial, publica el programa, que habrá de cumplir el Ejecutivo del Estado
Sucre, de los actos del Centenario, a saber:
PROGRAMA DEL
CENTENARIO
Copiado
textualmente.
Hemos tenido el
gran placer de recibir un ejemplar del bello folleto contentivo del programa,
elaborado por la Junta Organizadora
de los Festejos con la aprobación del Ejecutivo del Estado, para la
conmemoración de la gloriosa efemérides de la inmortal Batalla de Ayacucho, y
nos es grato insertar los números correspondientes al 9 de diciembre, día de la
heroica acción de armas.
DIA 9
A las 8 a . m.- Te Deum en la Santa Iglesia Catedral. Punto
de reunión. Casa de Gobierno.
A las 9, 30 a . m. Sesión solemne del
ilustre Concejo Municipal del Distrito. En este acto se distribuirá, en edición
de lujo, obsequio del Ejecutivo del Estado a la Municipalidad del
Distrito Sucre, la Carta
dirigida por el Gran Mariscal de Ayacucho a la ilustre Municipalidad de Cumaná,
donándole la corona y la pluma que le regalaron la ciudad y el Colegio de
Cochabamba
A las 10 30 a . m. Recepción oficial en la Casa de Gobierno, acto en el
cual el Presidente del Estado recibirá las felicitaciones de estilo, a las que
contestará a nombre del Primer Magistrado, el Secretario General de Gobierno,
Doctor Pedro Miguel Queremel.
A las 4 p. m.
Ofrenda ante la Estatua
del Gran Mariscal de Ayacucho. Punto de reunión. Casa de Gobierno.
A las 5
p.m. Acto en el Monumento que construye
la “Sociedad Patriótica Ayacucho”.
De 7, 30 a 8, 30 p. m. Concierto en la Plaza Ayacucho.
A las 9 p.
m. Celebración de los Segundos Juegos
Florales, organizado por el Comité Directivo de la “Sociedad Patriótica
Ayacucho. Este acto se ejecutará en el teatro “José Silverio González”
En el mismo número, dada la importancia que había
adquirido el béisbol en Cumaná, incluye el acuerdo tomado por “SUCRE BASSE BALL
CLUB”
SUCRE BASSE BALL CLUB
CONSIDERANDO
Que el próximo
9 de diciembre se cumple el primer
centenario de la Batalla
de Ayacucho, que selló la independencia de la América del Sur:
ACUERDA
1º.- Celébrese
solemnemente la inauguración de este centro en los días 6 y 7 conforme al
programa que se elaborará oportunamente.
2º.- Desígnase
uno de los miembros para que en nombre del Centro ofrende ante la estatua del
eminente héroe cumanés una corona de flores naturales el día y hora propicio de
acuerdo con el programa del Ejecutivo del Estado
4º.- El
Pabellón de nuestra Patria, permanecerá izado en el terreno del Club, los días
del 6 al 13 de diciembre de 1924.
Dado en la sala de sesiones del
“Sucre Bass Ball Club”, el día 15 de noviembre de 1924.
El
Presidente
Eugenio Suárez M.
El
Secretario Ramón Fuentes
Zerpa
EN EL No 41, ya Cumana vibra de emoción, todo esta
preparado y organizado para la magna fecha, “SUCRE” abre sus paginas emocionado
recogiendo lo mejor de del desarrollo de los acontecimientos, en la primera
pagina publica dos sonetos que envidiaría el gran Rubén, con la firma de Paco
Damas Blanco.
SUCRE
La virtud en su frente reverbera
Y el amor a la patria en su memoria…
En los rojos eriales de la historia
Es un blanco jazmín de primavera.
D tal suerte Bolívar le venera
Que deponiendo su ambición de gloria
Con el comparte la final victoria
De Ayacucho al confiarle la bandera.
Más el guerrero, por sus altos dones
No aspirando acopiar tantos blasones
En la sangrienta y dolorosa vía
De la bandera en el azul celaje
Solo recoge el férvido homenaje
De siete estrellas que el Creador le envía.
BERMUDEZ
Al General R. Reyes Gordón.
Cíclope o desertor de extraño mundo…
Nos refiere la épica leyenda,
Que aun bajo el fuego de infernal contienda
Su acero es rayo de esplendor fecundo.
Caracas contemplole, furibundo,
Cuando al huir de su guerrera tienda,
¡Recibe en la derrota rara ofrenda!...
De extraña dama de “aguijón inmundo”.
Tan rara ofrenda al paladín irrita,
Y del palacio do dama habita
Con su espada inmortal cifra la puerta,
Y al volver grupa a la contraria gente,
Arrogante y sublime aquel valiente,
Exclama con honor: ¡Para la vuelta!
En la misma primera pagina publica “PROXIMO
CENTENARIO” de Ali Ramírez.
Van a cumplirse
cien años en que el segundo y más joven de nuestros libertadores rompió con su
espada el 9 de diciembre de 1824 en el
campo de Ayacucho el último eslabón de la cadena ignominiosa de la esclavitud.
Cien años en que por los cielos luminosos de cinco repúblicas vientos cargados
del eco de mil clarines triunfales mecieron armoniosas, las banderas de la
libertad.
Pocas serán las
ciudades de todo el Universo que les quepa la alta gloria de Caracas y Cumaná
cunas del Libertador Simón Bolívar y del Mariscal de Ayacucho Antonio José de
Sucre. Y es en estos días de intenso fervor
Patriótico que aparecen en mi corazón en lágrimas de dolor la triste
muerte de estos dos grandes hombres Simón Bolívar agonizando solitario en un
lecho miserable en “Santa Marta” con el corazón destrozado por los dardos de la
ingratitud y el noble Sucre cayendo en
tierra con una sonrisa de perdón en los labios el 4 de junio de 1830 al paso de
balas cobardes en las tristemente celebres “Montañas de Berruecos”
Oh crueldad del
destino que ha hecho siempre de las grandes plumas como de las espadas mas gloriosas nombres de
cruz.
En el mismo número, publica el Boletín No. 3 de la
Sociedad Patriótica Ayacucho.
BOLETIN NUMERO 3.
Cercano ya el 9
de DICIEMBRE, fecha conmemorativa del Primer Centenario de la Batalla de Ayacucho, y
atenta la Sociedad Patriótica
a los dictados del honor para con Sucre y la ciudad hidalga y procera que tiene
la gloria de ver en él a su hijo más ilustre, el Gran Comité Directivo de la Sociedad , ha elaborado, como su contingente para
las fiestas centenarias el programa que se expresa a continuación:
Día 7.- A las 10 a . m.- En el Teatro José Silverio González” Se
efectuará el sorteo de la rifa del facsímil, en oro y perlas, de la pluma que
regaló el Colegio de Cochabamba al Gran Mariscal de Ayacucho, y que el héroe
destinó a su ciudad natal por el órgano de su muy Ilustre Ayuntamiento. Música
y fuegos de artificio.
Día 9.- A las 4
p. m.- Ofrenda del Gran Comité
Directivo ante la estatua del Gran Mariscal, en la plaza de Ayacucho de esta
ciudad. Consistirá la ofrenda en una lujosa y artística corona de inmortales.
Llevará la palabra en este acto el Señor Don Emilio Berrizbeitia.
A las 5 p.
m. Solemne acto en el Templo a Sucre que
levanta la Sociedad Patriótica.
Una unidad de la Marina
de Guerra, según lo ha dispuesto el Gobierno Nacional, tributará honores en ese
momento a la gloria del memorable día en que Sucre selló la emancipación del
Continente. Llevará la palabra de orden el señor Doctor D. Badaracco Bermúdez.
A las 9 p. m. Celebración de los Segundos Juegos Florales de Cumaná, en el
Teatro Jose Silverio González, los cuales ha organizado lujosamente el Gran
Comité Directivo de la Sociedad. Para
esta civilizadora Fiesta circulará un programa especial.
Día 12.- A las 8 p. m.- Sesión solemne del Gran Comité Directivo en
el salón Municipal. Llevará la palabra de orden el señor Doctor Paco Damas
Blanco. En esta sesión se distribuirá entre los asistentes el trabajo histórico
“Orígenes del Gran Mariscal de Ayacucho”, por el distinguido académico Don
Felipe Francia
Invitamos para estos patrióticos
festejos a los Poderes Públicos, a las Corporaciones y Gremios y a los
habitantes de esta ciudad, a fin de que todos los actos consagrados a la gloria
del 9 de Diciembre, así los del Ejecutivo del Estado como los de las
Corporaciones que hayan elaborado programas especiales, resulten exponentes
magníficos de la cultura y patriotismo de la histórica ciudad cuna del Gran
Mariscal de Ayacucho.
Cumaná, 18 de noviembre de 1924.
Firman: El
Presidente, Dr. Delfín Ponce Córdova; el 1º, Vicepresidente Dr. Luis Eliso
Silva Díaz: el 2º Vicepresidente, Emilio Berrizbeitia; el Recetario General,
Dr. Domingo Badaracco Bermúdez; los Secretarios de Correspondencia: Alberto
Sanabria, Octavio Rafael Neri, J. V. Rodríguez Valdivieso, Paco Damas Blanco, y Humberto Guevara; el Secretario de Actas,
Don Federico Madriz Otero; el Sub- Secretario de Actas R. Reyes Gordon; el
Tesorero, Manuel M. Fuentes; el Sub Tesorero, Enrique S. Berrizbeitia; Vocales:
José Silverio González Varela, Rafael Velásquez, Simón Núñez Ortiz, Bartolomé
Milá de La Roca ,
H. J. Rafael Rojas, Miguel Aristeguieta Sucre; Andrés A. Bruzual, J. M. Urosa
Ortiz, Luís Ramos Sucre; Archivero, Pedro Elías Marcano.
El No. 42, “SUCRE”, continúa su campaña y publica
un magnífico trabajo de M. Silva Medina.
LA TRASCENDENCIA DE AYACUCHO.
A LA
GLORIA DE SUCRE. Los resultados del
descubrimiento habían sido contradictorios con la predestinación de la América a ser el mundo de la Libertad para el
equilibrio de los Continentes. El despotismo del antiguo encontró en el nuevo,
en ves de un contrapeso, un asiento más. La más poderosa de las monarquías
absolutas de la Europa ,
la invicta España, a título de auxiliar del descubridor, incorporó por la
conquista a sus dominios el nuevo suelo, desde Anahuac hasta la Tierra del Fuego y lo
colonizó bajo un régimen, tan opresor que hasta hacían exclusivo de la
metrópoli, la comunicación y el comercio del exterior con las colonias.
Pero
como aquella ley es de cumplimiento necesario, lo mismo en el orden moral que
en el orden físico, el pueblo colonial formado a través de tres siglos, de la
mezcla de conquistadores y colonizadores con la raza autóctona, proclamó la
independencia para implantar las instituciones libres y dejar reivindicado, por
resumido, el carácter exclusivo de raza americana, que correspondía a su
primitiva, por su relación con el suelo, sobre le cual apareció. Esa fue la
gran revolución, por sus alcances la más trascendental de cuantas registra la Historia , que estalló en
Sur América, con la suerte atrevidamente echada por la ilustre Caracas, en su
clásica jornada cívica del 19 de abril de 1810, la que tanto preparó como
impulsó irrevocablemente la ruptura con la dominación española a la del lado
acá de los mares.
El arranque de patriótica altivez de
Salias, arrebatando a Emparan la insignia de su autoridad, no podía responder
mejor a su resolución como preconcebida, ni ser más explicable en momentos como
aquellos, del más enérgico despertar del espíritu público, y en los cuales la
vida del Ávila imponía tanta elevación de audacia como de pensamiento.
No menos que invencible parecía el
hispano poderío, que acababa de hacer sentir en Bailén, al dominador de la Europa , el peso todavía de
su pujanza de los tiempos de San Quintín y de Lepanto; pero en América lo
contrarrestaba el titán del numen y la acción, Bolívar el irresistible, que
todo en hombres y cosas lo hacía surgir al servicio de sus planes, el ejército
de Venezuela siempre por base, en tres lustros de campañas de eterna celebridad
del Orinoco al Potosí, hasta que el primero de sus tenientes, el ínclito
General Antonio José de Sucre, manejando en el Perú la espada que había
centelleado en Pichincha, y Libertado al Ecuador, dio término a la colosal
contienda por la Batalla
de Ayacucho, con la que dejó consagrada la patria de los Incas como tierra
también de otro Sol: el de la libertad que del famoso campo se elevó
esplendente a iluminar los horizontes de una hermosísima porción de nuestro
hemisferio.
No en vano había prestado Bolívar a
Sucre, por segunda vez, su rayo de Júpiter de Colombia, que dice el cantor de
Junín, Ayacucho realizo el magnifico ideal del equilibrio del Universo porque
sus resultados se extendieron a la independencia de todas las regiones
americanas subyugadas por España, y completaron así el Nuevo Mundo como asiento
de los principios políticos opuestos a los del antiguo. Estaba cumplido el alto
fin providencial para el que, al imán del genio de Colón había la América surgido milagrosa
de las densas nieblas de los Océanos.
Maravillosa transformación, los
hijos de Hispanoamérica pasaron de la servidumbre al goce de los derechos del
hombre, con una patria de la cual tener el más alto orgullo y cuya imagen lleva
a todas partes en el pensamiento y en el corazón; y los países redimidos se
convirtieron de colo+nias en naciones
soberanas bajo la república, con sus mares abiertos a todas las banderas para
el intercambio de ideas y productos con el resto del globo y tiene elevado su
propio desenvolvimiento al más alto grado en solo una centuria: que si en ellos
el despotismo colonial era estéril por estacionario y sombrío, la libertad ha
sido fecunda por altiva y luminosa.
No se detendrán todavía las
consecuencias de la memorable Batalla de Ayacucho. Ellas acabaran por impulsar
a la independencia a las porciones insulares hispano-americanas que aun están
bajo extranjera dominación, y mucho tiene porque interesar al mundo el porvenir
de Hispano América, cuando ella añada esa unidad de soberanía, a tantos
elementos de poderío continental como desarrolla, por los avances de su
democracia bien atendida, y su posesión de mares como el Atlántico y el
Pacífico, de ríos como el Orinoco, el Plata y el Amazonas, y de regiones de
montañas, llanuras, selvas y bosques los más opulentos del planeta.
Ese porvenir será el del apoteosis de la
gloria de Sucre en su máxima grandeza que de siglo en siglo irá siguiendo a
Bolívar en histórica figura, el campeón cumanés, Gran Mariscal de Ayacucho,
tiene la inmortalidad en la infinita trascendencia de su célebre victoria, el
amor y la gratitud de las generaciones americanas, y una musa en su destino.
Nobilísima predestinación la tuya,
egregia Cumaná: de las tierras no insulares que Colón buscaba fueron tus
serenas playas las primeras que se ofrecieron a las anhelantes miradas del
Descubridor, y de tus senos salió el redentor en Ayacucho de ese continente a
los trescientos años de la esclavitud en que luego cayó el sagrado suelo.
Apréstate a celebrar el primer
centenario del suceso inmortal. Todo lo tienes en grandeza y alegría para la insólita fiesta: en
grandeza, los recuerdos de tu histórico esplendor y tu posesión del bronce y preciosos trofeos
y galardones del famoso adalid: en alegría, ahí están creándote placido
ambiente, tu espacio con su diáfana claridad, tu golfo con sus prismáticas
ondas, tu río con los rumores de sus corrientes, tus palmas con su columpio
encantador. Nunca como en ocasiones semejantes debes parecer tal como te cumple
ostentarte siempre: ufana de ser el afortunado suelo de la patria sobre el cual
se levanta la cuna de Sucre: delirante de gloria bajo el dosel de laureles que
te forman los del héroe: orgullosa de que él hubiese tenido reflejados en su
numen los fulgores de tu cielo, que de cierto hicieron más luminosas sus
inspiraciones, para triunfar en el Perú del ejército español más numeroso, más
aguerrido y mejor mandado de cuantos presentaron batalla en América.
M. Silva Medina.
En el mismo número publica el veredicto del
concurso de poesías, veamos:
VEREDICTO DEL JURADO
Concurso de la
“SOCIEDAD PATRIOTICA AYACUCHO” de Cumaná.
El día 7 de los
corrientes se reunieron en las oficinas de “El Heraldo” los señores F. Jiménez Arráiz, A. J. Calcaño Herrera,
Eduardo Carreño y Luis Churión, los cuales con el señor Sergio Medina, quien no
pudo concurrir por hallarse desempeñando un cargo oficial en la capital del
Estado Aragua, forman el Jurado del Certamen de Poesías de la “Sociedad
Patriótica Ayacucho” de la ciudad de
Cumaná.
El señor Luís Churión, debido a su partida
para Lima, como Secretario de la Embajada
Venezolana , dejó sus votos firmados en manos del señor A. J. Calcaño Herrera; los tres jurados
restantes: señores Jiménez Arráiz, Calcaño Herrera y Carreño, después de
examinar las composiciones enviadas y vistos los votos del señor Churión creen
de justicia dictar el siguiente veredicto:
“De acuerdo con las bases del
Concurso, que se nos encomienda fallar y que van de seguidas: 1º.- Poesía
lírica: Metro libre. No debe pasar d cien versos.
Premio: Flor
Natural, Rosa de Oro y derecho a elegir la Reina del Torneo. 2º- Poesía épica: Tema: “Canto
a la Batalla
de Ayacucho,” Metro libre. No debe pasar de ciento cincuenta versos: Premio;
Gardenia de Oro. 3º- Sonetos: Tema. “Vida de Sucre.” Premio: Violeta de Oro e
inscripción del soneto en mármol, para ser colocado en sitio histórico de la
ciudad de Cumaná.
Leímos y analizamos las 37 poesías líricas,
los 15 poemas épicos y los 62 sonetos enviados. Visto el escaso mérito de los
sonetos creemos que ninguno es merecedor de galardón por lo tanto declaramos
desierto este concurso. Examinadas las
37 poesías líricas encontramos acreedora al premio respectivo la que se titula
“Poema Primaveral” y tiene por lema “Gratia Plena”.
Analizados los 15 poemas épicos
fallamos en pro y otorgamos el premio a la que se titula “Canto a la Batalla de Ayacucho” y
tiene por lema “Patria Fecunda” Ahora bien encontrando entre las 14 poesías restantes de esta especie una,
titulada “Batalla de Ayacucho” y que tiene por lema “Pro Patria” en la cual
concurren excelencias y méritos que la hacen acreedora a una Mención Especial del Jurado, le otorga bajo la forma
de accésit el premio que estaba destinado al soneto.
Caracas 21 de diciembre de 1924.
(Fdo) E. Jiménez Arráiz, A. J.
Calcaño Herrera, Eduardo Carreño, Luís Churión
En la misma
pagina, “SUCRE” se ilumina al dar la bienvenida al Poeta más amado de
Venezuela, Andrés Eloy Blanco.
BIENVENIDA.
Nos complacemos
en dar nuestra deferente bienvenida al
señor Doctor Andrés Eloy Blanco quien se encuentra entre nosotros huésped muy
distinguido para las fiestas centenarias de esta capital su lar nativo. La Sociedad Patriótica
Ayacucho hizo invitación pública para que todos concurriesen a dar la
bienvenida al Cantor de España que tan
alto ha sabido poner el nombre de
nuestra Patria Venezuela y el de Cumaná,
allá en el solar de nuestra raza y del
sonoro idioma castellano.
El pueblo cumanés ha sabido ser
noble como en toda ocasión y demuéstrale al poeta que le quiere y sabe apreciar
su gallardo esfuerzo y agradecerle su inmenso triunfo.
En el mismo
número publica en la sección NOTICIAS, sucesos relativos en Caracas y
Lima-Perú, veamos:
El Centro de
estudiantes de Caracas, tomando en consideración que el próximo 9 de diciembre
se cumple el primer centenario de la
Batalla de Ayacucho y que es deber de la juventud estudiantil
y finalidad especial de este Centro asociarse a toda manifestación cultural en
homenaje a nuestros libertadores ha acordado trasladarse en cuerpo, el día 9 de
diciembre a las 4 de la tarde al Panteón Nacional y depositar sendas coronas ante los
monumentos del Libertador y del Gran mariscal de Ayacucho.
En este acto llevará la palabra el
Br. Rafael Angarita Arvelo.
Celebrará una sesión solemne que se
regirá por programa especial. En este acto llevará la palabra el Br. Jacinto
Bombona P.
Enviará un mensaje de congratulación
a las asociaciones de estudiantes de los países bolivarianos. Imprimirá un
número extraordinario de la revista del Centro de estudiantes de derecho de
Caracas. Abrirá un concurso sobre un tema jurídico entre los estudiantes de
ciencias políticas de la republica.
Invitará para los actos,
anteriormente expresados, a los estudiantes de todas las facultades de la Ilustre Universidad
Central de Venezuela.
NOTICIAS DE LIMA.
Dicen que el Ministro de Venezuela Excelentísimo Señor Villanueva Mata, visitó el día
6 al Sr, Presidente de la
República del Perú, quien lo recibió en audiencia pública, y
puso en sus manos una composición musical escrita por el eminente profesor
venezolano Sr. Pedro Elías Gutiérrez (1), titulado “Poema sinfónico Militar”
dedicado la conmemoración de la Batalla de Ayacucho y cuyo
autor la ha obsequiado al Perú en la persona de su Presidente.
El Señor Gutiérrez es un gran amigo
de aquella República y en el deseo que le anima
de contribuir por su parte al esplendor de las fiestas del Centenario de
Ayacucho, ofrece la indicada composición la cual será ejecutada en esas
fiestas por la Banda de Músicos del Regimiento “Guardia Republicana”
(1) A Pedro
Elías Gutiérrez Hart, autor de “Alma Llanera”, hijo del General Jacinto
Gutiérrez Martínez Alemán, debe tenérsele como una gloria del talento musical
de Cumaná, lo mismo que a su hermano, en su especialidad, el gran poeta Jacinto
Gutiérrez Coll, porque toda su familia es cumanesa de tradición. Rodríguez
Bruzual, Salvador Llamosas, Joaquín Silva Días y él, son cuatro soles de la
música cumanesa y venezolana.
En el mismo número publica el veredicto del
concurso de poesías, veamos:
VEREDICTO DEL
JURADO
Concurso de la
“SOCIEDAD PATRIOTICA AYACUCHO” de Cumaná.
El día 7 de los
corrientes se reunieron en las oficinas de “El Heraldo” los señores F. Jiménez Arráiz, A. J. Calcaño Herrera,
Eduardo Carreño y Luis Churión, los cuales con el señor Sergio Medina, quien no
pudo concurrir por hallarse desempeñando un cargo oficial en la capital del Estado
Aragua, forman el Jurado del Certamen de Poesías de la “Sociedad Patriótica
Ayacucho” de la ciudad de Cumaná.
El señor Luís Churión, debido a su partida
para Lima, como Secretario de la Embajada
Venezolana , dejó sus votos firmados en manos del señor A. J. Calcaño Herrera; los tres jurados
restantes: señores Jiménez Arráiz, Calcaño Herrera y Carreño, después de
examinar las composiciones enviadas y vistos los votos del señor Churión creen
de justicia dictar el siguiente veredicto:
“De acuerdo con las bases del
Concurso, que se nos encomienda fallar y que van de seguidas: 1º.- Poesía
lírica: Metro libre. No debe pasar d cien versos.
Premio: Flor
Natural, Rosa de Oro y derecho a elegir la Reina del Torneo. 2º- Poesía épica: Tema: “Canto
a la Batalla
de Ayacucho,” Metro libre. No debe pasar de ciento cincuenta versos: Premio;
Gardenia de Oro. 3º- Sonetos: Tema. “Vida de Sucre.” Premio: Violeta de Oro e
inscripción del soneto en mármol, para ser colocado en sitio histórico de la
ciudad de Cumaná.
En el No. 43, “SUCRE” orna su primera pagina con dos imprescindibles
trabajos, uno del maestro Silverio González Varela y otro del historiador Pedro
Elías Marcano.
9 DE DICIEMBRE
Se prescinde de
los rezagados con el cabecilla Cisneros en Venezuela y del refugio de los
sublevados que fue el Callao, residuos ambos de fuerzas españolas, permanecidas
e armas después del 9 de diciembre de
1824 , puede afirmarse que la batalla de Ayacucho desarraigo hasta de sus mas
añejas afirmaciones, el dominio colonial e América. Es de merecida justicia,
pues, que a esta fecha, intáctil en el pujante esplendor centenario de la más
táctica y gentil batalla de la
Independencia , se la celebre con la pompa, el júbilo y la
universalidad que le vemos revestir en estos momentos.
El Perú, en cuyo territorio tuvo
lugar aquel heroico y definitivo triunfo de las armas libertadoras, se extrema
en magnificencia para conmemorar la trascendental efeméride; Venezuela, cuna
del héroe de la jornada bélica y de cien paladines que ardidos de fe audaces
bajo la égida victoriosa del pabellón mirandino bajaron hasta el fortunoso
rincón incaico a rubricar la más gallarda y elocuente estancia del inmenso
poema de fuego y sangre del que surgió la libertad americana. Colombia,
Ecuador, Bolivia contribuyen a la apoteosis entusiastas y fraternales, el
Continente entero parece alzarse en actitud de reverencia para rendir preces al
Dios Omnipotente eternamente propicio a latiera fecunda y virgen de Colón, en
este día memorable pedestal el más alto sobre el que se irgue el esfuerzo y la
gloria de la estirpe.
Y es feliz esta oportunidad para
saludar nosotros con efusión patriótica
a los habitantes del Estado que lleva el glorioso nombre del ínclito Sucre, de
presentar a la vez el homenaje de nuestras respetuosas congratulaciones al jefe egregio del País, Benemérito General
Juan Vicente Gómez que habiendo tenido la noble satisfacción de celebrar con
cívica pompa el Centenario del 19 de abril
de 1810, el del 5 de julio de 1811, el 24 de junio de 1821, celebra hoy
al frente de los destinos de su Patria heroica, el de la jornada grandiosa que
en Territorio peruano decidió el 9 de diciembre de 1824, la emancipación de Sur
América, uniendo así, de manera indestructible, su nombre ya inmortal en las páginas
mas brillantes de la historia de Venezuela, a los recuerdos más preciados de la Patria Venezolana ; al
Presidente constitucional de esta entidad Federativa, General Juan Alberto
Ramírez, modesto ciudadano a quien ha cabido la honra de presidir la celebración
del Centenario de Ayacucho en la tierra del héroe epónimo, al primer
Vicepresidente de la Nación General
José Vicente Gómez, al doctor Pedro Miguel Queremel, inteligente colaborador en
la Secretaría General
de Gobierno, al Concejo Municipal de este Distrito.
José Silverio González Varela
LA CASA DONDE NACIÓ SUCRE.
En
el No. 43, ‘’SUCRE” publica la versión del Dr. Miguel Aristeguieta Sucre, sobre
la Casa donde
Nació el Mariscal, vemos
“Cuando
se hicieron las primeras gestiones con el objeto de saberse cuál era la casa en que había nacido Sucre, para
conservarla como una reliquia histórica,
su padre el Coronel Don Vicente Sucre, la segunda esposa de este y sus hijos del primer matrimonio, de los cuales era
Sucre el séptimo, ya no existían. Aguasanta, María Josefa y Magdalena, fueron
mártires de la independencia; y Pedro, Vicente, Carlos y Francisco, fecundaron
con su sangre el árbol de la Libertad. Jerónimo , más afortunado que todos
ellos, murió en Margarita después de la magna guerra con el grado de Coronel de
la República ,
ganado en los campos de batalla y como siempre, al servicio de la Patria , pues ejercía la Secretaría General
de Gobierno en la Isla.
Los
hijos del segundo matrimonio, únicos que sobrevivían, informaron: que por referencias de la familia y de los
ancianos de la época, sabía que su padre habitó en sus primeras nupcias, en
esta ciudad de Cumaná, tres casas de su legítima propiedad, situadas en la
parroquia Santa Inés, pero que no podían decir
con certeza en cual de ellas había nacido Sucre.
Estas
casas estaban situadas así: una en San Francisco, por la Luneta ; otra en
la calle del Medio, hoy calle
Bolívar, cerca de la iglesia parroquial, actualmente nuestra Santa Iglesia Catedral y la tercera en la
calle de Belén, hoy Montes.
Ninguna
de estas casas existe; cayeron
derrumbadas por nuestros sacudimientos sísmicos, como así mismo la que
habitó don Vicente en sus segundas
nupcias, situada en la calle La Marina , hoy calle de
Bermúdez, en la parroquia Altagracia.
Además
de las cuatro ya mencionadas Don Vicente
tenía otras casas, sólo se conserva una
situada en la calle Larga, hoy de Sucre, en la parroquia de Santa Inés.
Mi
abuelo materno, que era el mayor de los hijos del segundo matrimonio, así como
estos y algunos ancianos de entonces,
supervivientes del tiempo heroico, se inclinaban a creer que Sucre había nacido en la casa de la calle de Belén.
La
duda esta vigente, pero bajo el punto de vista
del interés histórico, y para que se conserve debidamente la tradición,
deben ponerse inscripciones conmemorativas en los lugares donde estaban dichas
casas, porque puede suceder que la buena suerte nos depare en nuestros archivos,
o bien en los de España el valioso hallazgo de un censo o de cualquier otro
documento público que venga a cuento y de luz suficiente para esclarecer la
verdad”.
En una nota al pie de la crónica, dice que la casa de la Luneta estaba ubicada de
Sur a Norte, la primera casa de la derecha, lo que también coincide con la casa
parroquial de la iglesia de Santa Inés.
En el mismo número “SUCRE’’ publica el texto del discurso de Marco Tulio
Badaracco Bermúdez, pronunciado ante el retrato del Gran Mariscal, en el Club
Cumaná.
No debía faltar
el homenaje de este Club, constituido por un grupo distinguido de la Sociedad Cumanesa
al egregio cumanés de preclara estirpe, el caballero Sucre. El que preside
nuestra gloria que como un Dios penante guarda nuestra leyenda, inbuyéndola de
generosidad y heroísmo, es de justicia que en esta gran fecha centenaria,
reciba aquí también el tributo de veneración que todos le debemos.
Acaso sea yo el de menos aptitudes
para cumplir este intento; pero cuando todo pensamiento es en este instante a
manera de turíbulo que da su mirra más ideal y parece prosternares de
admiración ante el héroe, cuando cada corazón acelera su latido para amar la
memoria del paladín inmaculado, cuando vemos cada pupila de mujer embellecerse,
hacerse más cálida y fulgente para envolver en su éxtasis a la efigie gallarda,
gloriosa y mártir del triunfador en Ayacucho, puedo confiar en que mi tarea
será fácil y que nuestra admiración, unida, supla las deficiencias de mi
inelocuente decir.
Para la época de la colonia, al
margen ya la guerra emancipadora, era Cumaná una ciudad floreciente, encanto de
cuantos la visitaron. Bien lo pregonan así sus ruinas, que muchas nos cuentan
del rango, comodidad y esplendidez de las nobles familias que las erigieron y habitaron.
Esta madre fecunda, que así podría titularse Cumaná, fue a manera de surco en
donde se arrojó la simiente para el cultivo de la multitud de distinguidos
hogares que hoy pueblan la
República. Casi la totalidad de los proceros apellidos que en
la actualidad son gala de la sociedad venezolana tienen entronque en esta
ciudad o podría comprobarse que de aquí han surgido.
Un viajero francés calcula que
Cumaná tenía para el año 1750 que él la visitó, alrededor de diez mil almas,
contados únicamente los españoles, los extranjeros y los descendientes de
ambos, ya que para esa oportunidad no constituían población los esclavos ni los
indios. En alguna parte hemos leído que el número de catalanes se elevaba a los miles y que en la
espantosa masacre que fue la
Guerra a Muerte, perecieron los más y emigró el resto.
Era Cumaná una población activa, laboriosa,
emprendedora. Su situación privilegiada, abierta hacia todos los horizontes,
propicia a recibir de las diversas direcciones del mundo cuantas luces quisieron
llegar, la hizo apta, desde su fundación, para colocarse brevemente a la altura
de cuantas ideas renuevan continuamente el ideal humano. De esta suerte el
cumanés fue entonces, un tipo de individuo avanzado en sus anhelos, dispuesto a
aceptar sin reservas y conscientemente, cualquier tendencia que envolviera en si un propósito de renovación
social, de libertad o de progreso.
Había aquí industrias prósperas, el
azul de tonalidades diversas de nuestro cielo parecía hacerse tangible y
beneficioso en esa hierbecilla fecunda que se denomina añil los naranjos
odoraban nuestros campos, el cocotero mecía sus cimeras por encima de la sabana verdeante, con mayor
pompa, gallardía y frescura que lo hace ahora. Humboldt el sabio inmortal que
llevó tan hondo en su corazón hacia los países civilizados el nombre de Venezuela y con ella el de
Cumaná, primera tierra que pisó en América en su viaje directo desde España,
nos ha dejado una descripción feliz de
la impresión que recibió al tomar puerto
y divisar la cortina de palmeras que bordean el Manzanares. Este hombre
universal, de universales y profundos conocimientos, encontró aquí personas
ilustradas con quienes departir sin sonreír con malicia por el criterio
disparatado de sus interlocutores, de quienes recogió multitud de observaciones
que enriquecen sus obras.
Dice Michelet que la historia es una
resurrección y así sería en efecto si
del fondo del pasado, de debajo de los
vetustos escombros, pudiésemos desenterrar los movimientos, los ensueños, los proyectos
varoniles, las intenciones de nuestros antepasados y ofrecer rediviva la actuación que
correspondió a cada uno de ellos en los días genésicos de nuestra libertad y en
la faena cruenta de erigir la soberanía con la conquista de la Independencia Nacional.
Veríamos entonces resurrecta a Cumaná y gloriosa como nunca en esta ocasión en
que se rinde homenaje de veneración al
más hidalgo de sus hijos.
En este medio ambiente que he
querido bosquejar sucintamente, nació en Cumaná, Antonio José de Sucre, séptimo
hijo de Don Vicente de Sucre y doña María Manuela de Alcalá. Sus primeros años
corrieron, sin duda, como la de muchos rapazuelos que pululaban en esta urbe
privilegiada por la
Madre Fecundidad. Correrías en los campos, natación en el río
Manzanares, expediciones a las riveras marinas que circundan esta región,
llamada alguna vez pomposamente: La Nueva Andalucía.
Los primeros estudios de Sucre
cursaron en la Escuela
de Ingeniería del Colegio sito en el barrio de San Francisco. A los quince años
de su edad se le encuentra en Barcelona. Haciendo sus primeros servicios
militares. Algún historiador y el Libertador mismo lo sitúan al lado de
Miranda, como oficial distinguido, cuando el
desastre de Valencia.
No hay un desmayo en su misión de
Libertador, no desdice un solo momento del amor a su Patria y su consagración a
la causa de América. De los tenientes de Bolívar fue Sucre el que mejor supo valorar el ideal máximo de aquel cerebro
de maravillas, y por esa cabal apreciación fue el más leal, el de mayor pujanza
y de más estupendos éxitos en la Guerra Emancipadora.
La expedición de Chacachacare, en el
año del 13, lo cuanta entre sus promotores. Para el año 16, viniendo de
Trinidad, naufraga sobre el piélago del Paria, y a punto estuvo de que pereciera
con él en las furiosas Bocas del Dragón colombiano el soldado que dio a nuestra
guerra libertadora el toque de excelencia, el ejemplo más asombroso de
serenidad en el vaivén de la tormenta y de
piedad humana en la llamarada sangrienta de las pasiones. Cual nuevo
Cesar sobre liviano esquife prueba fortuna y se salva, se salva para bien de la
humanidad, porque es a él, a su magnanimidad mil veces puesto a prueba, a quien
se debe la primera palabra de perdón en Trujillo y quien va a fijar luego la capitulación
de Ayacucho que es albura de ala sobre negror de garra.
El
sitio de Cartagena donde está indoblegable la valentía de Bermúdez, lo tiene
entre sus tenientes estratégicos, y donde quiera que el cañón español abre una
brecha allí comparece la figura de águila de este predestinado, esbelta y ágil,
oponiéndole su genialidad militar como poderosa valla.
Sale en Arauca al encuentro del
Libertador y es allí el primer tropieza en que la diplomacia de pinceladas
supremas del futuro Mariscal gana su
primer accésit … Ante la dignidad herida del imberbe adalid, Bolívar doblega su
acritud, rectifica, adivina el genio y le confía la delicada misión de comprar elementos de guerra en las
Antillas. De modo satisfactorio ejecuta su comisión y queda desde luego ligado
a la mente del semidiós para las grandes trayectorias que había de
recorrer.
Ido al Sur en la misión delicada de
incluir Guayaquil a la
Gran Colombia , su acierto, su seducción personal, su tacto
político, le gana al minuto las más adversas voluntades y la feraz región queda
de hecho como era justicia que así fuese, inclusa al Ecuador. Y fue allí
Pichincha la que revela al militar de escuela en las altas estribaciones
andinas, que dio liberación a Quito y preparó la expedición y el peldaño de Junín.
Enviado al Perú se destaca y
desenvuelve allá en el tumulto de los partidos, por encima de las intrigas y
los odios, su magnífica personalidad. Realiza prodigios de civil estrategia la
férrea ductilidad de su carácter y se sobrepone y destruye la urdimbre de
felonías de los enemigos de la libertad y de la soberanía de América. ”Preparad
el comino del Señor, enderezad sus sendas…”
Y así fue él, nuevo Bautista, quien trilló la vía de sucesos inmortales
que había de recorrer Bolívar, entre loores de los que aprendían entonces a ir
sin cadenas por las calles embanderadas con la enseña de Miranda, el Precursor.
Confiádole que le fué el Ejército
del Sur, verifica la campaña del Perú, perfecta en sus trazos y gana la batalla
Ayacucho, éxito éste que quizá otro que no él, hubiese mancillado con venganzas
exterminadoras, pero que él levantó a la más dignificante gloria humana,
concediendo la
Capitulación que se llamó Tratado de Quinúa
Un glorificador de Sucre, el Dr. Sherwell
dice: ”Ayacucho tiene un significado más comprensivo: es el último capítulo de
las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del
principio de que América pertenece a sus hijos
y que a sus hijos solamente toca
determinar cuáles han de ser sus destinos”
Todo en Sucre es armónico: Su
perfil, su mirada, su carácter, como que
su persona compartiera y reflejara la serenidad inmensa de su elevado espíritu.
Raros son los ejemplos de hombres que con la actuación guerrera de Sucre hayan
logrado como él tener en cada momento la plena posesión de sí mismos. Desde
niño su voz se impone en los Concejos por los aciertos y sabiduría de sus
opiniones así se le ve pensar en Ayacucho solamente en los reclamos de la bondad, en Tarquí en los reclamos de la
justicia y en Chuquisaca cuando doce
hermosas quieren arrastrar su carroza,
surge inmediatamente el gentil- hombre y
coloca la espada vencedora en cien combates
para que sea conducida por las
albas manos proceras, ya que él se juzga
indigno de tan extremoso y divino
homenaje.
Gentilísimas damas: El denodado Sucre, este tipo de selección de
la estirpe américo-española, enigma histórico que aún está por estudiar en su
carácter y en su genio, el militar severo de indoblegable voluntad, tuvo dos
grandes pasiones que aparecen en
multitud de instantes de su preclara existencia: fueron ellas, su amor por
Cumaná y su amor a una mujer… Su amor a Cumaná constituido de sus tiernos
recuerdos de la infancia, del cariño al lar nativo en donde muchos de los
suyos fueron mártires del culto a la Patria ; y el amor a aquella
ingrata mujer ante quien rindió ferviente y galante sus preseas, su
personalidad, su fama esplendorosa, su vida toda serenidad, toda consagración
al deber, a los reclamos de sus hermanos de opresión y a la emancipación y
grandeza de América.
En el mismo número publica el discurso del Dr. Pedro Miguel Queremel,
Secretario General de Gobierno, en el acto de la Recepción Oficial del día 9 de
Diciembre en la Casa de Gobierno.
Señores:
De la manera más complacida acoge el
ciudadano President4e del Estado, las cordiales y patrióticas congratulaciones
que con motivo de la gloriosa que la
América toda conmemora hoy, le acaban de ser presentadas; y
es tanto más grande su complacencia, cuanto que todas esas palabras
congratulatorias, todas esas voces de entusiasmo patriótico, todos esos
sinceros parabienes, que él agradece
desde lo más intimo de sju corazón, constituyen como un grandioso haz de
espiritual simbolismo, que declina ante su Jefe el Benemérito Gral. Juan
Vicente Gómez, quien ferviente admirador de las glorias nacionales, ha
decretado estas festividades, de las cuales se conservarán por siempre
gratos e imperecederos recuerdos. Porque
la jornada de Ayacucho esw de aquellas que dejaran un surco muy hondo en los
inmensos dominios de la
Historia , es de aquellas que e medida que avanzan los
tiempos, se interna más y más en la conciencia de los pueblos, y por lo tanto
el rastro de gloria que va dejando se prolonga hasta culminar en los cielos
infinitos de la posteridad.
Orgullosa debe encontrarse esta
ciudad, Primogénita del Continente y henchido debe sentir su corazón de intenso
júbilo, porque su hijo predilecto, Antonio José de Sucre, al alejarse de estos
lares, llevándose incrustado en la sangre, como un acicate el ardor de sus
cálidas brisas, y como un aguijón en su espíritu de soñador, el delicioso recuerdo
de los cocoteros cumaneses; al alejarse de estos lares, adolecente, imberbe
aún, perfilándose ya en su persona, la gallarda y sugestiva de joven Héroe
cortejado por las deidades de la
Gloria , surcó mares, recorrió llanuras, escaló cumbres
enhiestas, bordeó abismos, escaló montañas, siempre de combate en combate, de
hazaña en hazaña y ya cargado de laureles como conducido por el Destino, como
llevado por la gran mano de Dios, hincó su planta en el sitio que por siempre
había de quedar enlazado con su nombre, y donde un definitivo centellazo de su
genio de guerrero incomparable había de levantar el más colosal monumento que
erigirse pueda a la libertad de un pueblo.
Que de cosas se agolpan en la mente
del pensador al imaginarse el magnífico cuadro!
Casi le parece a uno ver al gran protagonista de la enorme obra épica
señalar a cada quien la acción guerrera que le tocaba desempeñar en la
memorable batalla, cual si se complaciera en distribuir él mismo a todos
aquellos bravos luchadores, los nobles gestos heroicos que cada uno debía
aportar al magno cuadro epopéyico, donde él, artista supremo, dejaba caer los admirables retoques de su
genio previsor. Y es entonces, Señores, cuando la imaginación del pensador, avivada por los sentimientos
del patriotismo, casi oye el estruendo del rayo de la guerra al producir la más
grandiosa explosión de heroísmo que pueda concebirse; y el galopar de los
corceles que corren, corren, como impacientes por coronar una altura, casi
locos, ebrios de triunfos ellos también, y las banderas flotando en los
espacios cual si fuesen las alas de la gloria que quisieran coronar en el
heroico campo; y el ruido de tambores que ensordecen el ambiente, ese ambiente
sagrado de los campos de batalla donde se defienden las libertades y por sobre
todo eso una espada haciendo visos en los rayos del sol. Blandida en lo alto
gigantea cual si quisiera inscribir en
la inmensa cúpula de los cielos el nombre mil veces glorioso de Ayacucho.
A nombre pues del Presidente del
Estado, doy las más expresivas y cumplidas gracias a todos los que se han
servido presentarle sus felicitaciones, y a toda esta honorable concurrencia
que le ha dado brillo y realce a este acto.
En el mismo número “SUCRE” publica RESEÑA DE LAS FIESTAS DEL CENTENARIO DE
LA BATALLA DE AYACUCHO EN CUMANA.
Con
general entusiasmo se iniciaron en Cumaná las fiestas del Centenario de
Ayacucho bajo la influencia trascendental de una valiosa noticia. El 4 de
diciembre al mediodía, varias personas de significación de esta ciudad y también
el que esto escribe recibieron comunicación telegráfica del General José
Alberto Ramírez de haber coronado con todo éxito, en ese día, la obra de la
carretera Cumaná-Cumanacoa que sintetiza el mayor anhelo de estas regiones desde tiempo inmemorial, La
noticia fue rauda en sus jubilosos efectos. Cumaná se sintió conmovida y
agradecida al hombre providente que rige los destinos nacionales y al esforzado
y probo magistrado regional, que hizo suyo el interés de este pueblo. Que supo
apreciar el valor real de ese trabajo y que a su frente dio el ejemplo de
ahínco de constancia y de fe en su término, para esta gloriosa oportunidad.
DIA 6.
A
las 6 a .
m. - Alzó su vuelo en salutación
patriótica, la estrellada y patriótica bandera de la Patria en la Casa de Gobierno, sobre el
vibrar del Himno Nacional, y desplegó en tricromía como un iris de victoria.
A
los 8.30 a .
m.- Celebrose misa solemne en la Catedral de Cumaná en
memoria de los defensores de la
Patria , los conquistadores de la nacionalidad caídos
heroicamente en los campos de batalla. En este acto dijo una oración patriótica
el inteligente Pbro. Arenas por la cual comentó la significación cristiana y
nobilísima de aquellas honras a la santa memoria de los caídos, no solo en
Ayacucho sino en los mil campos de batalla de la Independencia.
DIA 6.
A
las 6 a .
m. - Alzó su vuelo en salutación
patriótica, la estrellada y patriótica bandera de la Patria en la Casa de Gobierno, sobre el
vibrar del Himno Nacional, y desplegó en tricromía como un iris de victoria.
A
los 8.30 a .
m.- Celebrose misa solemne en la Catedral de Cumaná en
memoria de los defensores de la
Patria , los conquistadores de la nacionalidad caídos
heroicamente en los campos de batalla. En este acto dijo una oración patriótica
el inteligente Pbro. Arenas por la cual comentó la significación cristiana y
nobilísima de aquellas honras a la santa memoria de los caídos, no solo en
Ayacucho sino en los mil campos de batalla de la Independencia.
DIA 7.
A las 6
a . m. – Es izada la bandera nacional en la casa de Gobierno y surge de cada morada
a exornar sus respectivos frentes, rientes y heroicos.
A
las 9 a .
m. – Verificose en el importante Colegio de Nuestra Señora de la Consolación un
importante acto en el que tomaron parta las numerosas educandas con que ya
cuenta ese plantel. Fue inaugurado un retrato del Gran mariscal de Ayacucho, se
bendijeron los ornamentos sagrados traídos de España. Se ofreció al culto la
capilla instalada en el recinto con exposición del Santísimo Sacramento. Se
inauguró este acto con la palabra fácil y elocuente del sabio padre Arenas.
Varios alumnos hicieron gratas recitaciones y dijo un bellísimo discurso el
inteligente niño Candiales Guerra.
A
las 10 de la mañana, con numeroso concurso que rebosaba el local del Teatro
José Silverio González, tuvo efecto la rifa del facsímil de oro y perlas de la
pluma donada por el Mariscal Antonio José de Sucre a la Municipalidad de
Cumaná en donde se conserva y venera. Fue favorecido por la suerte el Número 806
serie 1.
Cunde
súbita una grata noticia la llegada del crucero nacional de guerra “Mariscal
Sucre” que conduce a esta ciudad a la Delegación que ha de llevar en esta capital y
ante el gobierno del Estado la representación del Ejecutivo Federal a las Fiestas
Centenarias.
A las 4 p. m. se inauguró un artístico Kiosco en la
plaza de Ayacucho, expresamente construido para la banda del Estado. Llevó la
palabra el Sr. Presidente del Concejo Municipal.
Desde
temprano, por la tarde, acuden ciudadanos a Puerto Sucre, anunciada como ha
sido para esta noche la llegada del buque de Guerra. Una comisión del Ejecutivo
del Estado compuesta por los ciudadanos: doctor Pedro Miguel Queremel, Dr. Juan
Bautista Figalo y Coronel A. Ortega Gómez, recibieron en el Puerto a los
señores delegados. Como a las 8 p. m. hace entrada en la ciudad el desfile de
autos conduciendo a los enviados
Señores: doctor Carlos Aristimuño, Dr. Luis Teófilo Núñez; Coronel Luis
Bruzual Bermúdez, representantes; y Dr. Luis Enrique Mármol, Federico León,
agregados como secretarios. Fue la delegada a la casa de familia del General
Juan Alberto Ramírez, Presidente del
Estado, en donde les obsequiaron con una copa de champaña y se departió
gratamente. De allí fueron conducidos
los Delegados y su séquito hasta la morada que ya se les tenía destinada.
En
la misma tarde tuvo lugar un conmovedor desfile. Desde la sala Consistorial
fueron conducidas la corona y la pluma de oro, donada por el Gran Mariscal de
Ayacucho a la
Municipalidad de Cumaná, hasta el sitio donde se levanta el
monumento Antonio José de Sucre. Sobre bordado cojín
fueron colocados los trofeos y llevados por la
núbil Carmen Lucía Forjonel, a quien
servían de séquito lujosamente trajeadas las niñas Luisa Madrid Sucre, Carmen
Teodosia Moreno Otaola, Mercedes Sevillano y Gloria Salazar. En este acto y
sobre el conmemorativo monumento, llevó la palabra el Señor Rafael Ángel
Salazar, en patrióticos y nobles conceptos.
Por la noche hubo un suntuoso concierto
en la Plaza de
Ayacucho, por la banda Gómez de este Estado. La plaza donde se erige el bronce
del ínclito adalid, pareció estrecha para dar cabida a la multitud entusiasta
que se agolpaba en sus hermosas avenidas.
DIA 8.
A
más de las festividades patrióticas en este día súmase en él la fiesta
religiosa de la
Purísima Virgen. Fue pues una lujosa romería de nuestras
gentiles damas a la
Iglesia Catedral en donde celebrábase la misa solemne con
sermón del ilustrado Pbro. Arenas.
Luego
de la salida de este acto de tributo al Omnipotente, Verificose el desfile de
los Colegios y Escuelas y la ciudadanía hacia el monumento al Padre de la Patria. En este acto de
ofrendas florales llevó la palabra el señor Rafael Escobar Lara, quien se
produjo en bella y vibrante peroración
entusiastamente aplaudida.
Por
la noche tocose retreta en la
Plaza Ayacucho , desbordante de júbilo. Señalose esta noche
por la inauguración, en el Club Cumaná, en la sala de honor, de un valioso
retrato del Gran Mariscal de Ayacucho. El discurso inaugural fue confiado por
la directiva al señor Marco Tulio Badaracco. Luego de la inauguración sigiose
un suntuosa baile. Asistieron a esta fiesta social el Presidente del Estado y
familia, el Secretario General de Gobierno y familia, la Delegación del
Ejecutivo Federal, y cuanto de más distinguido cuenta la sociedad cumanesa en
damas y caballeros. Se bailó hasta horas avanzadas y se gozó de la más intensa
y amable cordialidad.
DIA 9.
Cumpliose
en este día un siglo de haberse liberado por el héroe cumanés ANTONIO JOSE DE
SUCRE, la gloriosa Batalla de Ayacucho, cuya memoración ha dado motivo a estos
ruidosos festivales que hinchan de emoción patriótica a toda Hispano América.
Al sonar las 6 de la tarde en la
Catedral rompió el Himno Nacional en la Casa de Gobierno para izar la
bandera de la Patria ,
y apercibiose la ciudadanía, en su vivo tráfico para los festivales. A las 8 a . m. y con lucida y número
la concurrencia celebrase un Te Deum, en la iglesia Catedral en acción de
gracias por la prosperidad de la
República y a los manes sagrados de nuestros héroes. Tuvo la
palabra felizmente en este acto el Pbro. Arenas. Terminada la ceremonia dispuso
Monseñor Obispo Sixto Sosa, la repartición de la importante alocución que
dirige a los fieles con motivo del centenario.
A las
9 a . m.
celebramos una sesión extraordinaria, en el Salón Municipal del Distrito y se
distribuyó en ese acto la edición de lujo, obsequio del Ejecutivo Regional a la Municipalidad , de la
carta dirigida por el Gran Mariscal de Ayacucho a esa Ilustre Corporación
donándole la Corona y La
Pluma de oro con que la ciudad y el Cole3gio de Cochabamba lo
agraciaron después del triunfo de Ayacucho. Llevaron la palabra en este acto el
Dr. Luis Daniel Beauperthuy, Presidente de la Corporación , General
R. Reyes Gordon, Vicepresidente, Arístides Álvarez, Sindico Procurador
Municipal y el Señor Amadeo Blanco,
quien ofreció a nombre del señor Antonio María Ramos, patriota ciudadano, un
cuadro al Oleo, reproducción del Tovar y Tovar en el Salón Elíptico de Caracas,
representativo del instante en que Sucre firma la capitulación de Ayacucho.
Este inmenso y notable oleo, se exhibe, como nueva reliquia en el salón del
Concejo Municipal.
A las 10 a . m. tuvo lugar la Recepción Oficial
en la Casa de
Gobierno y allí recibió el ciudadano Presidente del Estado, General Juan Alberto Ramírez, las
congratulaciones que con motivo de la clásica efeméride le fueron presentadas
por las demás autoridades, por Monseñor Obispo, Sixto Sosa, por los gremios,
corporaciones, delegados de los Estados y de los Distritos. Brindose una copa
de champaña y el inteligente Doctor Pedro Miguel Queremel dijo de la
significación del día, de la gloria que él guarda para nuestra Patria, del
fervor que el jefe de la Causa Rehabilitadora General Juan Vicente Gómez
tiene para el inmaculado Sucre y a nombre del General Presidente del Estado
dejo elocuentemente contestadas las distintas felicitaciones. Reproducimos las
palabras del doctor Queremel:
Llegó
la hora de las ofrendas ante la estatua ecuestre del Mariscal en la Plaza de Ayacucho. Del buque
Mariscal surto en la bahía, baja una fuerza naval dirigida por la banda de
abordo. Del Castillo San Antonio otro cuerpo del ejército baja así mismo en
dirección a la plaza y en dos alas ambas tropas se alinearon de frente a la
estatua haciendo vía al Ejecutivo y su
inmensa comitiva en la que había representación de todos los poderes públicos,
de todas las corporaciones, gremios, sociedades, clubes, ciudades, distritos &.
El Coronel M. A. Lollet Márquez, comenzó el acto oferente, leyendo al pie del
monumento las proclamas de Sucre al ejército, momentos antes de comenzar la
acción: Continuó en el orden siguiente Dr. Aristimuño Coll, Jefe de la Delegación Federal ,
el Coronel Luis B. Bruzual Bermúdez, como representante del Ejército
Nacional y en representación del
Inspector General del Ejercito General José Vicente Gómez; el Doctor Queremel
en representación del Ejecutivo del Estado , el Doctor Luis Teófilo Núñez, en
representación del Estado Aragua; Doctor Paco Damas Blanco, en representación
del Estado Guárico; Dr. Ibarra, por Anzoátegui y Falcón; Coronel A. Ortega
Gómez, por Nueva Esparta.
Síguese
las ofrendas de los distritos del Estado: por los distritos Bermúdez y Ribero y
por la Nueva York
and Bermúdez Company y The Bermúdez Co.
Doctor Juan Bautista Figalo; por el distrito Benítez, R. Vásquez H. por Arismendi, Dr. Antonio Minguet
Leteron. Dr. Paco Damas Blanco por Mejía y Mariño; por Montes, Dr. Luis Daniel
Beauperthuy, por la
Municipalidad del Distrito Sucre, don Emilio Berrizbeitia,
por el Club Cumaná, y muchos más
representantes y particulares que se escapan a nuestro recuerdo.
Una
de las ofrendas más valiosas por su significación y trascendencia para Cumaná
fue la depositada al pie del monumento al Mariscal de Ayacucho por el
historiógrafo coterráneo Sr. Don Pedro Elías Marcano, consistente de un libro
bellamente impreso contentivo del CONSECTARIO DE CUMANA. Usó por vez primera
este dictado, refiriéndose a los jefes de familias cumanesas, el Arcediano Antonio Patricio de Alcalá, y ya
se adivina que es un compuesto derivado de secta. La obra de Marcano resume el
entronque de las familias cumanesas desde la fundación y comprende los trabajos
de Alcalá hasta 1700 con notas adicionales del padre José Antonio Ramos
Martínez, y se continua por el honorable
compatriota desde el mencionado año hasta 1850. Lo felicitamos muy
sinceramente.
Puso
punto final a estas patrióticas ofrendas el brillante y patriótico discurso
altamente elogioso para Cumaná, del señor Enrique D’Sola, representante del
Estado Carabobo. Sentimos no insertar su pieza oratoria por no haber querido
dejárnosla a tal efecto. Este acto fue severo en su solemnidad y concurrieron a
él a más de los altos representantes de Gobierno, gremios, sociedades, etc.,
etc., una multitud bulliciosa que colmaba el amplio cuadrado de Ayacucho.
A
las 6 p. m. pronunciaba el doctor Domingo Badaracco Bermúdez, su conceptuoso y
atildado discurso inaugural al pie del soberbio monumento que frente a Pichincha
se erige al Gran Mariscal de Ayacucho. Allí estuvo la multitud emocionada
aplaudiendo ruidosamente al orador.
Al
descender la bandera de la
Patria dejáronse oír las estampidas del cañón en la fortaleza
de San Antonio y del Crucero Mariscal
Sucre tributando sus honores a la fecha inmortal.
De
las 7,30 comenzó la retreta extraordinaria de la Plaza de Ayacucho y fue como
un derroche de genialidad en los fuegos de artificio de ese acto.
A
las 8 p. m. comenzaron los segundos Juegos Florales de Cumaná: brillantez de
concurrencia, pompa en el decorado, juventud, sana alegría, exultación de
patriotismo… El teatro es algo como un palacio de Aladino, la espiritualidad
bulle y parece vivir hasta en las cosas inanimadas…
El
Señor Presidente de la
Sociedad Patriótica Ayacucho, declara inaugurados los Juegos
Florales y da la palabra al Secretario de esa Sociedad para la lectura de los
veredictos de Caracas. El Señor Octavio R. Neri, en representación del Señor
Jesús Marcano Villanueva, quien fue el triunfador en la composición Lirica con
su verso Canto a la primavera, elige la
reina del torneo y pronuncia su voto por
la gentil, bella y aristocrática señorita Josefina Ponce Zabala hija del señor
Presidente de la
Sociedad Patriótica. Una comisión de cultos caballeros sale
en solicitud de su Majestad que a poco hace su entrada en el teatro. Viene
precedida de lindos pajecillos que son los niñitos: Armando Arias, Ligia
Figallo, Omaira Silva, Rosa Elena Hoffman, y la preceden honorables damas de
honor en las personas de las distinguidas y encantadoras señoritas Lolita
Bruzual, Mercedes Madriz, Luisa Dolores Beauperthuy, Carlota Badaracco y Ada de
La Rosa.
Ya
en el proscenio ocupan sus respectivos puestos. Su Majestad en tanto recibe
delirantes ovación de la concurrencia y la pleitesía de su precios sequito.
El
Señor Neri toma su asentimiento y da lectura a la poesía lírica entre grandes
aplausos. Recibe la flor natural. Alberto Sanabria, la Gardenia de Oro, premio
de la poesía épica, en representación de su autor Valmore Rodríguez. Santos
Emilio Berrizbeitia, la violeta de oro, premio del accésit a la poesía épica de
Udón Pérez. Julio Madriz, el clavel de oro, premio a la leyenda Patria de
Rafael Díaz Flores.
Confía
al fin la palabra el Señor Presidente, al ciudadano Dr. R. Marcano Rodríguez,
mantenedor de tan señorial festejo. Al aparecer recibe un prolongado aplauso y
hecho el silencio comenzó su brillante, castizo y noble discurso que fue
interrumpido en multitud de momentos por la impaciencia del público para
tributar su elogio al ilustrado orador. Sus generosos encomios a esta noble
ciudad, el recuento gratuito que hizo de sus prohombres, la recordación de sus
méritos, quedan en nuestros corazones como un perenne exponente de nuestra
gratitud al hidalgo orador.
Terminados
los juegos florales, un numeroso grupo de concurrentes acudió a la morada del
Dr. Ponce Córdova, hombre bien quisto en esta ciudad, por su condición de probo
ciudadano, de sabio y humanitario galeno y de componente distinguido de esta sociedad.
Iniciose un lucido baile que duro hasta altas horas de la noche, y
brindose el champaña.
DIA 10.
Tuvo
efecto en este día a las 10 de la mañana, la inauguración del puente Avendaño
sobre el paso de Bebedero. Un magnífico desfile de automóviles condujo a ese
sitio al Ciudadano Presidente del Estado, General Ju8an Alberto Ramírez, y al
Secretario General, Dr. Pedro Miguel Queremel, Monseñor Sixto Sosa, Obispo de la Diócesis de Cumaná,
Presidente del Concejo Municipal, Dr. Luis Daniel Beauperthuy, al Jefe Civil del Distrito Sucre, al Jefe de
las Fuerzas Nacionales, empleados del Ejecutivo del Estado y gran número de
ciudadanos y de gentilísimas damas.
Llevó la palabra en el acto inaugural el inteligente secretario privado
del Presidente del Estado, el
Coronel A. Ortega Gómez. Cumplido este
acto oficial se dirigió el concurso a la valiosa finca del General Ramírez para
una fiesta campestre que se prolongó hasta las 4 de la tarde. Una muchedumbre
de todas las clases sociales asistió a esta fiesta en la que todo estuvo en
abundancia y atentamente servido. Hizo el brindis en este obsequio particular
del General Ramírez, el inteligente Dr. Pedro Miguel Queremel con acertados y
luminosos conceptos sobre el sitio y el día. Contestó el Pbro. Arenas quién
dijo como estaba allí demostrado cuanto vale y cuanto espera Cumaná del
esfuerzo personal agrícola, siempre que toda empresa de esta naturaleza se haga en la forma moderna en que la ha
emprendido el Jefe del Estado.
A las 5
p. m. tuvo efecto una visita de los Poderes del Estado Públicos
representantes aquí acreditados y
sociedad al vapor Mariscal Sucre, en donde fue culta y espléndidamente
agasajada por el bravo comandante Andrade y todo el activo y caballeroso
personal de esa hermosa nave. Esta fiesta se prolongo hasta las 9 de la noche.
Por
la noche Verificose la retreta en la
Plaza de Ayacucho y una proyección cinematográfica en el
contiguo parque del mismo nombre.
DIA 11.
Señálese
este día trascendental por siempre ya para esta ciudad y el Distrito Montes por
la inauguración de la carretera Cumaná – Cumanacoa. A las 7 de la mañana partió
desde la Plaza
de Ayacucho el cortejo. A su frete iban tres camiones conduciendo la bandera
del Estado y luego seguía una prolongada fila de automóviles. En el cerro de la Línea , el inteligente
escritor Luis Teófilo Núñez, miembro de la delegación del Ejecutivo Federal a
las fiestas centenarias de esta ciudad declara en nombre del Gobierno Nacional
inaugurada la vía carretera y suena allí abajo el aplauso de gratitud de todo
un pueblo el nombre simbólico, como campeón de la grandeza Patria, del
benemérito jefe del País, General Juan Vicente Gómez. Parte el cortejo que va
deteniéndose en el tránsito, en cada uno de los sitios del heroico trabajo de esa
vía, campamentos de los esforzados trabajadores. Se tomaron varias vistas
fotográficas de diversos puntos de la carretera. La llegada a Cumanacoa fue a
las doce del día. Bajo el pomposo samán que se levanta orgulloso en la plaza de
aquella ciudad, el Dr. Queremel dijo que la importante obra de la carretera
Cumaná Cumanacoa, era un exponente brillante de la labor de progreso implantada
en el País, por el benemérito General Juan Vicente Gómez y así mismo del
constante esfuerzo del General Presidente del Estado, el General Juan Alberto
Ramírez. Que las obras públicas eran
monumentos que los Magistrados se erigían así mismos en la gratitud de los
pueblos. Verificose luego un solemne Te Deum para dar gracias al Todopoderoso
por la feliz realización de la obra magnífica. Sigiose una sesión
extraordinaria en el Concejo Municipal, tomaron allí la palabra el Señor
Ricardo Márquez Moreno y alumnas de planteles educacionistas del aquel
Distrito. También expresó sus sentimientos de agradecimiento, como hijo de
Cumanacoa, por los beneficios que aquel pueblo recibía del Benemérito Jefe del
País, con la terminación de la carretera, Dr. J. E. Mariña. El General Ramírez,
Presidente Constitucional del Estado, en breves frases dio las gracias y se
congratuló con todos por el memorable suceso y la llegada sin tropiezos a
Cumanacoa. El día transcurrió en festejos y por la tarde, al regreso, en el
Municipio Arenas, se dijeron oficios religiosos en el notable templo colonial
de aquella población. Terminados estos,
en la Plaza , tomó
la palabra el señor Jefe Civil, para expresar sus felicitaciones al Presidente
del Estado a nombre del pueblo agradecido, y el señor Rafael Ángel Salazar con
el mismo objeto.
A las 8.30 de la noche fue la
entrada del regreso del Magistrado regional y su numerosa comitiva a esta ciudad en la que fue recibido con
muestras entusiastas del contentamiento público por la valiosa y anhelada
inauguración. El desfile de automóviles entre aclamaciones y fjuegos artificiales
dio un paseo triunfal por las principales calles de la ciudad regiamente
iluminadas.
A las 9 p. m. Verificose en la bahía
de Puerto Sucre el simulacro de la acción naval librada en el golfo de Santa Fe
a principios de la
Guerra Emancipadora , por los valientes Capitán de Navío
Francisco Javier Gutiérrez, hijo de Cumaná, y, mártir de la Patria ; y el pundonoroso
realista Capitán de Navío José Guerrero, impertérrito defensor de su causa.
Este simulacro fue felizmente llevado a efecto y los contendores saludaron en
su entusiasta acometida al mariscal Sucre, surto en la bahía.
DIA 12.
A las 9 a . m. Concurrieron al Parque
Ayacucho las numerosas alumnas de los diferentes planteles educacionistas de
esta capital. Tomáronse allí varias vistas y otras ante la estatua del Gran
Mariscal. Dirigiose luego el desfile hacia la plaza Pichincha en donde se erige
también un busto de Sucre y llevó la palabra el señor Juan José Acuña,
Presidente de la Sociedad
de La Cruz de La Unión , en frases vibrantes y
entusiastas.
Por la tarde a invitación del Club Cumaná,
efectuose en este selecto centro de cultura y sociabilidad un hermoso acto con
motivo de ofrecerles un obsequio a la gentil reina de los Juegos Florales y sus
aristocráticas damas de honor. Se dio cita allí cuanto de más distinguido tiene
la sociedad cumanesa y asistieron así mismo el General Ramírez y su honorable
familia, el Dr. Queremel su señora e hija, los señores delegados del Ejecutivo
Federal y demás representantes a las fiestas centenarias en Cumaná.
A las 8 p. m. llevose a efecto la Sección Solemne de
la Sociedad
Patriótica Ayacucho en el salón Municipal de este Distrito.
El motivo fue presentar cuentas de dos años de actuación de esa Sociedad las
que fueron bien acogidas por el público. Entre las obras emprendidas por esa
Sociedad esta el monumento a Sucre, que después de la carretera será la obra
mas perdurable realizada para estye Centenario en Cumaná. Llevó la palabra el
Dr. Paco Damas Blanco, quien fue ruidosamente aplaudido.
DIA 13.
A las 9 a . m. de éste día, Dirigiose
numeroso concurso de ciudadanos en acompañamiento del ciudadano Presidente del
Estado, Delegados del Ejecutivo Federal, Secretario General y demás
representantes a la
Plaza Bermúdez en donde se alza el busto del intrépido y
bravo General José Francisco Bermúdez ante el cual se verificaron ofrendas
florales, tomó la palabra en este acto el Dr. Pedro Miguel Queremel
A las 11 a . m. el Señor Federico
León del personal de la
Delegación del
Ejecutivo Federal, ofreció a nombre de ésta un obsequio al pueblo en el Parque
Ayacucho.
A las 5 p. m. tuvo lugar el
civilizador acto de plantar el roble del Centenario en el Parque Ayacucho en
donde se expresó con su atildado decir el inteligente Dr. Juan Bautista
Fígallo. Será perdurable en Cumaná éste árbol símbolo viviente de la fecha gloriosa que se conmemora.
Luego del concierto en Ayacucho, a
las 8 p. m. se verificó el espléndido sarao con que la delegación del Ejecutivo
Federal obsequió al gobierno, a la Sociedad , a la Sociedad Patriótica
Ayacucho, como una manifestación de sus gratas impresiones y de su complacencia por las múltiples
atenciones de que han sido objeto en esta ciudad siempre hidalga y a la altura de sus grandes deberes.
DIA 14. DOMINGO.
En la mañana de este día un grupo de
amigos invitó a los Señores Delegados del Ejecutivo Federal a un lunch en
Caigüire, el asoleado y bello balneario de esta ciudad, en donde se departió
amablemente.
A la 1 p. m. el General Rafael
Volcán Jefe del Batallón Bermúdez que guarnece este Estado, obsequió con un
almuerzo al Presidente del Estado, Secretario General, a los Señores Delegados
y a varios de sus amigos.
A las 4 p. m. los honorables y
cultos Representantes del Ejecutivo Federal en esta ciudad ofrecieron un té
danzante a nuestra sociedad. Se bailó hasta las 9 p. m. y hubo exquisitos y
repetidos brindis.
A las 10 p. m. se verificó el
recital del alto poeta Andrés Eloy Blanco. El Teatro estuvo brillantemente
concurrido y al levantarse el telón
apareció el escenario decorado suntuosamente. En medio de este cuadro de
arte y magnificencia apareció el Señor Dr. Luis Enrique Mármol quien por una
amable cortesía quiso el poeta que hiciese la presentación aquí en su propia
tierra. Las palabras de Mármol fueron fraternales halagüeñas para el
patriotismo cumanés y muy gratas de oír.
Cumpliendo el programa pareció luego
el poeta que agradeció una delirante ovación y así fue delirante en toda su
elocuente, musical recitación, conmoviendo hasta las lágrimas a los asistentes.
Tiene el poeta un bello decir y su voz de tonos mates va imponiéndose con sugestión irresistible hasta levantar
alta admiración en todos.
En el mismo Número publico una nota en “SOCIALES,”
que se refiere la poeta Andrés Eloy Blanco. Dice:
De regreso de Barcelona, adonde
fuera a dar un recital, por el que entendemos fue cordialmente ovacionado, se
encuentra nuevamente entre nosotros el genial poeta Andrés Eloy Blanco a quien
saludamos. También presentamos nuestra bienvenida a su padre el Dr. Luis Felipe
Blanco y a sus hermanas Lola y María Blanco Meaño.
En el mismo Número 43 se publica el discurso del
Dr. DOMINGO BADARACCO BERMUDEZ, en el acto de inauguración de la parte
terminada del monumento al Gran mariscal
de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1924, en Cumaná. Veamos:
Cumple
hoy en parte sus miras la SOCIEDAD PATRIOTICA , al exhibir, como número
selecto de las fiestas del Centenario la aporción de trabajo realizada; y se
promete para dentro de poco la inauguración definitiva de la obra, tal como
ésta ha sido ideada por el feliz ingenio de artistas nacionales.
Frente
al mar antillano sobre cuyas olas rodó un día, náufrago, nuestro héroe epónimo,
cuando cruzado de la Libertad
se encaminaba doliente al predio nativo, cercano a la histórica fortaleza de
San Antonio cuyo muros encierran tantas leyendas de redención y de martirio;
arrancado del propio sitio en donde otro gran oriental, épico adalid de la
independencia, campeón de alto relieve en los fasos del heroísmo, terminó su
gloriosa vida y en serena contemplación al infinito, se alzará en breve, a
manera de atalaya, la artística pirámide, que dirá a los postreros como esa
flor de epopeya que se llamó Sucre, cuyo nombre llena en estos momentos el ámbito
inmenso de la
América Hispana , ya
tiene, en el suelo que arrullo su cuna , el monumento que la veneración y el
cariño del ilustre pueblo cumanés ha consagrado a sus hechos inmortales.
Plumas
doctas han relatado en páginas de arte, de verdad y de justicia, la vida
militar y política de aquel primado de
la gloria, que sin más émulo que el Libertador, ni otro escudo que la bandera
de la Patria, realizó con las invictas falanges colombianas esa carrera de
prodigios que, como recio huracán de gloria, se fue de triunfo en triunfo por
las enhiestas cumbres de los Andes hasta el Potosí lejano, llevando en su mente
de guerrero al igual del Padre de Colombia, no el ideal restricto de la
liberación de unos pocos pueblos, sino la visión radiante de la América grande
y una, faz a faz de esa otra América, formidable modelo de Libertad y fuerza.
Pensadores
profundos han elogiado su capacidad maravillosa de estadista, creador de
pueblos y el mayor colaborador de Bolívar en esta obra de genio. Militares de
escuela han estudiado sus planos de batalla, llevados al papel en horas
turbulentas, en plena campaña. Artistas soberanos han fijado en el lienzo, en
el mármol y en el bronce esa fisonomía austera que parece como animada por un
espíritu doliente. Inspirados portaliras han descrito en estrofas que son
flores de antología, poéticos gestos de su vida galante, escenas triunfantes de
su vida de guerrero, o el lúgubre momento de su caída fatal. Su
correspondencia, sus proclamas de guerra, sus mensajes, todo ha sido examinado
a la luz de un nuevo criterio histórico, el cual va directamente al fondo de
los hechos, para extraer de él en toda su pureza la verdad y dejar sin valor
alguno los prejuicios y las leyendas… Y volviendo, y revolviendo al héroe como
un fino diamante de impecables contornos, cada
lado del Mariscal egregio emite brillo firme y sereno, que denuncia en
su estructura la unidad real más perfecta.
Analizando
esa vida, que el plomo de Berruecos tronchó en flor, no es seguramente el
heroísmo del gran cumanés lo que más nos arrebata, como no lo son tampoco su
pericia indiscutida ni su sabiduría en el consejo: muchos de sus compañeros de
armas poseían en grado eminente algunos de tan valiosos atributos. Lo que
arroba el ánimo en la contemplación de esa vida, es armonía perfecta de
facultades, aquella lealtad caballeresca, aquella serenidad de juicio que ni en
el pánico de las derrotas ni en la embriaguez de la gloria de los grades
triunfos, ni en los altos Senados que le tocó presidir lo abandonaron jamás. Si
no tenía el don profético del genio, concedido solo al Libertador, en cambio
penetraba fácilmente en el campo tenebroso de la realidad, hecho infranqueable
por las ambiciones en lucha; y con su valor extraordinario el profundo
conocimiento de su arte, y aquella piedad suya, que “no parecía humana”, sabia sobreponerse a los sucesos y arrancar la victoria de los brazos mismos
de la anarquía o el crimen.
Su
modestia sin igual, que no era en él flor de estudio sino prensa ingénita, como
lo fue también su delicadeza, aquella delicadeza de Sucre que tanto
impacientaba al Libertador , lo llevó
en más de una ocasión a conceptuarse insuficiente para asumir la dirección de
alguna vasta empresa militar; pero la disciplina, el amor a la Patria , su fe completa en
el genio de Bolívar y en el entusiasmo y valor de los soldados de Colombia, le
imponían como mandamiento categórico aceptar el mando y triunfar ¡Y Siempre
triunfaba! “Él hombre de la fortuna en
la guerra”, fue llamado en sus días.
Si
para penetrar mejor a ese hombre ilustre “Conjunto de hombres” como de
Alcibíades dijo Platón, pasáramos a considerarlo en la triple faz con que se
yergue su figura en la historia de la revolución, veríamos que Sucre guerrero
se equipara en grandeza con Sucre diplomático y Sucre Magistrado. De un valor
legendario son testimonio las difíciles circunstancias que tuvo que vencer en
los principios de su carrera, junto con lo héroes orientales que, al mando de
Mariño, formaron la expedición del año trece. Y en ese grupo, digno de eterna
fama, “Sucre siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su
inteligencia y por su valor”.
En
los célebres campos de Maturín y Cumaná se encontraba de ordinario al lado de
los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando ejércitos contrarios
con tres a o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras
fuerzas” Son palabras del Libertador. ¿A quién que conozca la historia patria
puede sorprender el imponderable arrojo personal de Sucre cuando la
insurrección de Chuquisaca?
Sobre
su tumba bien pudiera gravarse parafraseando para encuadrarlo en campo
americano, el epitafio que para sí compuso el mayor trágico de la eterna
Grecia: “Aquí esta Sucre. Los lúgubres llanos de La Puerta , Aragua y Urica, las
triunfales alturas de Riobamba, Pichincha y Ayacucho, y el español altivo de indómito coraje, dirán si fue valiente.
¡Ellos lo vieron!
Pero
aun así, la inscripción quedaría incompleta, porque ese carácter alcanzó para
la causa de la Patria
tantas victorias con la bondad y la clemencia como con su espada libertadora.
Diplomático su nombre fulgura al pie de tratados que son prendas del decoro
humano y que en aquellos días difíciles contribuyeron eficazmente a detener las
hondas calamidades engendradas por la guerra.
Su
actuación en Bolivia al frente del poder fue la tarea de u8n cíclope. Débiles
medios para hacerse respetar daba la Constitución bolivariana al Ejecutivo, como lo
confiesa el mismo Sucre, y eso en medio en que ambiciones y rivalidades vivían
en perpetuo acecho. Admirable es ver, sin embargo, como pudo el Gran
Mariscal llevar el orden a todos los
ramos de la administración y de “aquella porción de hombres divididos entre
asesinos y víctimas, entre esclavos y tiranos, devorados por los enconos y
sedientos de venganza, forma un gran pueblo con leyes propias y señalar su
gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad”.
Tan
bien conocía Bolívar la férrea contextura de ese carácter y su absoluta
consagración a la causa de la
Independencia que en plena guerra civil, antes de Tarquí, le
escribe aquellas palabras “Todos mis poderes, buenos y malos, los delego en Ud.
Haga Ud. la guerra, haga Ud. la
Paz ; salve o pierda el Sur. Ud. es el árbitro de sus destinos
y en Ud. he confiado todas mis esperanzas”.
Culminó
su desprendimiento del mando en el Congreso Admirable, donde hizo esfuerzos
supremos para sostener la unidad colombiana, ensueño heroico del Libertador,
fracasado ya de hecho por la fuerza de la opinión separatista en las tres
repúblicas y para el cual Senado formuló Sucre su célebre propuesta, que era
como un llamamiento a las fuerzas pensantes de los pueblos recién libertados
para que se encaminaran por vías civiles a regir sus destinos soberanos. Utopía
para entonces, pero que de todos modos revela un criterio amplio y un valor cívico a toda prueba.
Gran
ciudadano del mundo, brillante caballero de la democracia, a lo largo de esa
vida se agita un afán constante de orden, de cultura, de cordialidad, fuerzas
estas que después de Ayacucho toman en
Sucre toda la persistencia de una obsesión
“Más patriota que ambicioso”, como le escribe a Flores, pensando siempre
en Quito y Cumaná, en la familia y los amigos lejanos, quiere retirarse de la
escena pública a llevar vida modesta de filósofo, y no emplear más su espada
sino cuando haya algún peligro de invasión exterior. Pero era vacilante la vida
de los pueblos recién venidos a la libertad, y muy alta la talla de aquel
guerrero, para imaginar siquiera que pudiera desprenderse del ejercito a
sembrar coles, como Diocleciano, en el rincón de un huerto, o a lamentarse
desde lejos del bien perdido como una doliente figura del Romancero. Hijo de la
guerra debía morir combatiendo, y cayó al fin, en miserable emboscada, el
patricio benemérito en toda la plenitud de su grandeza. ¡Afortunado fue en su
muerte! Ese astro de primera magnitud en
el cielo de América, no llegó a conocer la soledad glacial del ocaso; no
presenció la ruina de Colombia ni sufrió las mordeduras. Llenas de hiel y
cieno, que aceleraron el fin del Padre de la Patria. Afortunado
fue en su muerte, pues como ya se ha dicho, y lo comprueban los anales del
mundo, sobrevivir a su gloria es la mayor desgracia de un hombre ilustre.
Hoy las cinco repúblicas que tanto
contribuyó a libertar, y con ellas las demás naciones de Hispano América,
unidas como en sus grades días nacionales, y protegidas por la ideal bandera de
aquella como República continental que concibió Bolívar, celebran con el más
intenso júbilo la gloria del 9 de Diciembre, y la del capitán egregio, vencedor
en esa jornada. Unidas como en sus grades días nacionales, tienden los brazos a
la ciudad procera, ilustre entre las ilustres del Continente, la que recibió en
su seno los primeros gérmenes de aquella civilización mediterránea traída por los iberos y que, siglos más tarde
había de dar al Nuevo Mundo el varón privilegiado que afianzó su libertad en Ayacucho. En
fantástica teoría parécenos ver a esas naciones acercarse a este monumento y
bendecir el nombre de Sucre y asi mismo nos parece que llegaran hasta nosotros
en las ondas del aire como un eco lejano de aquellos días de gloria, las
palabras proféticas del Padre de la
Patria “La generaciones venideras esperan la victoria de
Ayacucho para bendecir y contemplarla sentada en el trono de la libertad,
dictando a los americanos el ejercicio
de sus derechos y el sagrado imperio de la naturaleza”.
Esta fiesta, Señores, elevado exponente de
patriotismo y cultura, no volverá para nosotros; pero la magnificencia de ella,
los recuerdos que evoca, la gloria que exalta, la idea que representa, todo lo
que en la religión de la Patria
constituye el culto heroico de los pueblos vivirá en lo íntimo de nuestro ser,
con la vida perdurable que llevan en si los acontecimientos trascendentes. Y en
tan solemne momento rindamos a nuestro héroe epónimo el más vivo homenaje de
gratitud: recordemos siempre cumaneses, sea cual fuere el puesto que la ciega
fortuna nos asigne, alto o mediocre, desesperado o triunfal, recordemos siempre
para honrarnos imitándolo, que ese espíritu selecto, de méritos auténticos y
esclarecidas virtudes, no olvidó nunca ni aun en la cumbre del poder y de la
gloria, a su tierra cumanesa. A ella consagró en todas las etapas de su agitada
vida los recuerdos más acendrados, y para ella se quitó de las sienes y alejó
de su mano la corona y la pluma de oro y perlas con que el Perú, ya libre,
entre otros ricos presentes, exteriorizó su afecto al “redentor de los hijos
del sol”.
Y para que nuestro homenaje sea digno coronamiento
de esta apoteosis al valor, a la constancia y al mérito, hagamos al Padre de
Ayacucho la ofrenda más valiosa que puede tributarle un pueblo ilustre: la de
sostener y exaltar hasta lo heroico la patria que quisieron para nosotros, y
así nos la legaron nuestros padres
libertadores la Patria
que quiso Sucre> libre, altiva y amable. La Patria libre, tal como en
símbolo viviente está representada en el caballo volador de su escudo; la Patria altiva, como el
samán de sus llanuras majestuosas; la
Patria amable como los fértiles oasis, llenos de pompa y de
verdor que sonríen al pie de sus abruptas cordilleras.
Señores: honroso encargo que me ha encomendado la
sociedad organizadora de esta fiesta, y que cumplo con la mayor voluntad, es el
de felicitar patrióticamente y dar las más cumplidas gracias al Señor
Presidente Constitucional del Estado, General Juan Alberto Ramírez, por haber
dispuesto en todo el territorio de su mando, la celebración solemne de estas
fiestas centenarias, y concedido a la Sociedad , en el Programa Oficial, los números
especiales que ella solicitó para contribuir al esplendor de esta apoteosis. Al
honrar a Sucre en esta fecha clásica de la gloria americana, y en la propia
cuna del héroe, ha conquistado el General Ramírez título valioso al respeto y consideración de los cumaneses. Hace
extensiva la
Sociedad Patriótica la expresión de su agradecimiento al
Señor Secretario General de Gobierno, Doctor Pedro Miguel Queremel, brillante
sostenedor de esta actualidad política; a la Ilustre Municipalidad
del Distrito, al Ilustrísimo Señor Obispo Dr. Sixto Sosa, y al respetable clero
de la Diócesis ;
a los señores Delegados del Gobierno Nacional y de los Estados de la Unión , a la prensa; a los
institutos de enseñanza; a las gentiles hijas de Cumaná, conmovedor encanto de
esta tierra soñadora, y en fin al pueblo cumanés aquí presente, abnegado
siempre y heroico como en los magnos días de la lucha emancipadora; porque
todos nos han estimulado en el propósito de formar con el gobierno regional, en
estos días de verdadero regocijo, una como larga fiesta de familia, modesta y
bella, como fue modesta y bella la vida para Sucre.
Y suben respetuosamente los votos de gratitud de la Sociedad Patriótica
hasta el señor Presidente Constitucional de la República , Benemérito
General Juan Vicente Gómez; porque este gran ciudadano ha rendido en todo
tiempo los más espontáneos elogios al
vencedor en Pichincha y honrado la gran memoria del héroe con ricas obras de
arte y utilidad pública diseminadas en el vasto territorio nacional. Al amparo
del fuerte gobierno del General Gómez, ha habido en el país como un
florecimiento de actividades debido a la paz sólida y al trabajo redentor, que
son las fuerzas de su fecunda administración. Esa paz prolongada como no
habíamos presenciado otra igual, al anular las antiguas banderías turbadoras
del respeto público ha creado la unión efectiva de la gran familia venezolana.
Y durante ese largo período de progreso y de orden, hemos visto realizarse
actos como el presente, que son notas triunfales de civismo, y orgullo de buena
ley para el fuerte conductor de la nueva Venezuela.
Señores todos.
En nombre de la Sociedad Patriótica
Ayacucho, gracias de nuevo. He terminado.
En este número extraordinario, En este número se le dedica una página completa
a la poesía del Dr. Pedro Aristeguieta Sucre, veamos:
TIERRA
A Colón.
Dirigiendo Colón veleras naves
Sale de España a descubrir un mundo
Y navega en el piélago profundo
En pleno estío con peligros graves.
Más un día otoñal con rayos suaves
Hiere la luz el punto tremebundo
Y el sabio genovés, genio fecundo
Ve el sol de América y marinas aves.
Laurel de vencedor sus sienes ciñe:
Que no distante ya, de encantos llena,
La ansiada perla que su gloria encierra,
Lejana sombra el horizonte tiñe,
Y con acento triunfador resuena
La voz de un español que grita tierra!
5 de julio de 1811
A Bolívar
En la cumbre del Ávila famoso
El Cóndor rey del Ande, pára el vuelo:
Que amaneciendo en el dormido cielo
Despertó al fértil valle un sol glorioso,
Y los Padres Conscriptos, sin reposo
Vuelan a sus curules, con anhelo
De emancipar de España al patrio suelo.
Toda Caracas arde en alborozo:
Es el 5 de julio: erizada
Tiene el león Ibero la melena
Mas brillan lampos de fulgente espada.
Y como el rayo en tempestad deshecha
Rompe la libertad, férrea cadena
¡Génesis de la Patria. Salve fecha!
(1)
AYACUCHO
A Sucre
De la gloria americana y la obra de Sucre.
Presenta en Ayacucho al León Ibero,
El Cóndor de los Andes gran batalla,
Y bregan dos ejércitos de talla
Colombiano Peruano es el primero (2)
Y el segundo español, o extranjero,
Glorioso es el combate: la metralla
Hiende el heroico campo, donde estalla,
Y enciende la sangre del guerrero.
¿Y quién ha de vencer? Dejando el llano
Con el arrojo del valor triunfante
Trepa el León inexpugnable altura,
Mas superando al heroísmo hispano,
Vuela el bravo Cóndor, y en breve instante
Baja el león vencido a la llanura.
ELOGIO PATRIOTICO A LA BATALLA DE AYACUCHO
Homenaje a todos los ínclitos héroes e ilustres
próceres
De la independencia de Sur América.
“La
América del Sur está cubierta con los trofeos
De vuestro valor, pero Ayacucho semejante al
Chimborazo levanta su cabeza erguida sobre todo”.
Bolívar.
Tú, como el Chimborazo, sobre todo,
Levantas Ayacucho, la cabeza.
Pues es tu gloria en la epopeya inmensa
Vencen tus armas de un hidalgo modo
Al formidable ejército del Godo
Y libertando al Inca tu proeza
Te encumbra el triunfo y brilla tu grandeza
En ambos mundos sin mancilla y lodo.
¡Oh lid gloriosa, paz de un Continente!
Cuando oímos conciertos, memorando
Tu insólita victoria, una extraña
Sonata de Ultramar vibra en la mente:
Son las harpas homéricas loando
A los héroes de América y España. (3)
CENTENARIO DE AYACUCHO
A mi patria Cumaná, cuna del vencedor en Ayacucho.
¿Por qué esta el nuevo mundo embanderado,
Y sus himnos patrióticos resuenan?
¿Por qué los fuegos de artificio suenan?
El Cóndor aletea alborozado,
Y se yergue de gloria coronado?
¿Por qué los pueblos de trofeos llenan
Y con bellos laureles encadenan
El joven Continente libertado?
En el célebre campo de Ayacucho,
Con aureos rayos de su luz gloriosa
Radia el sol del Perú, de honor plenario,
Y en todo el día el regocijo es mucho:
De la campal batalla el Centenario.
(1) El 19 de abril de 1810 fue el precursor del 5 de
julio de 1811, día este en que realmente amaneció por primera vez en el cielo
de Caracas el glorioso sol de la libertad.
(2) El Ejército Colombiano formado por los ejércitos de
las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, que se unieron para
constituir la Gran
República de Colombia.
(3) Ambos ejércitos se disputaron la victoria
combatiendo con denuedo y
Heroísmo.
Homero canta las glorias de Aquiles, vencedor, y las de Héctor, vencido,
condenado éste por disposición de los Dioses del Olimpo, a ser arrastrado atado
al carro triunfal del héroe de Troya. Así mismo las arpas homéricas loan a los
héroes vencedores y vencidos, después
de la batalla de Ayacucho. La sangre del Cid brotó en güelfos y gibelinos,
porque la disposición del Dios de la justicia, la madre España, vencedora en
Bailén y Zaragoza, debía ser vencida en Ayacucho por sus propios hijos, para
que la América
fuera libre.
En el mismo número 43 publica “SUCRE” la alocución del ilustrísimo y
reverendísimo Doctor Sixto Sosa, Obispo de Cumaná, a los fieles de la ciudad y
de la Diócesis con motivo de la celebración del Centenario de la Batalla de
Ayacucho. 9 de Diciembre de 1024.
Amados hijos
Cumplimos
a placer con los dictados de la religión y del patriotismo al dejar oír nuestra
humilde voz entre las entusiastas aclamaciones que resuenan por los aires desde
el Mar Caribe hasta el Pilcomayo y desde las bocas del Orinoco hasta el
pacífico, en loor del héroe que hace un siglo coronó su carrera militar con la
victoria de Ayacucho, epílogo de la emancipación americana.
Escogidos por el Altísimo para
dirigir y apacentar una porción de su Grey con las luces indeficientes de su
doctrina y los salubérrimos pastos de su moral inmaculada, plácenos sobremanera
festejar al bizarro Mariscal que, si frente al Libertador es segundo en lauros
de guerra, a todos los Capitanes de la Epopeya Magna , aventaja en virtudes religiosas,
que son y serán siempre, las prensas más seguras de la inmortalidad.
Habiendo por otra parte la
benevolencia de la
Silla Apostólica de amistoso acuerdo con el Gobierno
Nacional, creado recientemente la
Diócesis de Cumaná, como si la providencia por órgano de su
Santa Iglesia, decidiera galardonar con distinción tan alta a una ciudad donde
señoreó un catolicismo neto desde los
albores del dominio colonial, donde además toda nobleza tuvo asiento, la más
franca hospitalidad fue añeja costumbre y una cortesía natural, por lo
cristiana, habitó, aun en los hijos del pueblo; quisiéramos que siendo Antonio
José de Sucre un hijo preclaro de esta Capital
constituyese no solo el objeto de patrióticos obsequios, sino también de
emulación en aquellas virtudes de que es el más excelso ejemplar.
Oradores y escritores de renombre
deleitarán nuestro espíritu relevando con las galanuras del verbo en esta casa
solariega del buen decir, los hechos culminantes de una vida tronchada
prematuramente, no por las miasmas de la orgía, ni por los vapores asfixiantes
de la ambición, como la de los más insignes
paladines que ostentan el mundo
macedonio y romano, sino por la integridad, labor pacificadora y abnegado
civismo, que suscitaron la maléfica envidia de unos ruines fratricidas, que al
dejar exánime los despojos mortales del amable sacrificado, nos legaron su alma
piadosa, activa, conciliadora, para que continuemos la empresa que él tan
sólidamente cimentó.
RELIGION. “Si el señor no levanta la
casa trabajan en vano los que la edifican” (Ps.126-1) nos dice el inspirado salmista.
Conviene recordar a los fieles
verdades axiomáticas de innegable actualidad. Hoy que a raíz de un cataclismo
mundial nunca visto se nota entre los intelectuales de todos los pueblos la tendencia de practicar una revisión de todos los valores consagrados
por la historia.
Tronos
multiseculares como los de los Romanof, Hohensollern, y Hapsburgo acaban de
hundirse en el polvo; semiculturas estáticas en los más prolíficos semilleros
de la humanidad (China e Indostán) sacuden su milenaria modorra. Las religiones
acristianas van quedando descartadas por el reformismo contemporáneo, incapaces
de resistir la piqueta demoledora de la crítica; sectas y sismas del
cristianismo vacilan, apenas les falta el apoyo y subsidio oficial; solo la
religión Católica Apostólica, Romana, de los santos Pedro y Pablo, de Colón e
Isabel, Bolívar y Sucre, de nuestra vasta obra de misiones, primer germen
civilizador de nuestras tierras, de nuestra Constitución fundamental, de la Jerarquía gobernante y
de todas nuestras clases sociales, milenaria y cada día más pujante,
tradicional y progresista, como la misma verdad y Amor increado que personifica
y expande por sobre el haz de la tierra, pobre, sin banca ni territorio y
dispensadora de millones entre los lisiados de la guerra, las viudas y
huérfanos, salvadora de millares de niños hambrientos en el corazón de Rusia,
que victimaba a sus ministros; excluida del Consejo de las Naciones y
legisladora de las normas de paz y justicia y caridad, fuera de las cuales los
tratados y convenios de los pueblos tienen un valor muy efímero; sin
contribuciones forzosas entre sus miembros y fundadora de escuelas, academias y universidades; sin
influencia política y restauradora de las naciones que a través de indecibles
martirios conservaron incólume el tesoro de su fe y por esto como galardón del
cielo se ven hoy levantadas de su postración
al libre dominio de sus nacionales destinos.
¿Quién no recuerda en la trascendencia del
momento histórico la máxima del Maestro?: Buscad ante todo el reino de Dios y
su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.
El lema del
nuevo reino proclamado por su Fundador es el de “Gloria a Dios en las alturas y
paz a los hombres de buena voluntad”--- Paz con Dios por la conformidad con sus
santa ley, paz consigo mismo por la incesante lucha y consiguiente victoria del
fiel soldado de Cristo sobre las propias pasiones que tratan de perturbarla,
paz con las personas investidas de autoridad por obediencia cordial y
respetuosa al que nos manda en nombre del altísimo del cual deriva todo poder,
paz con el extranjero, con el disidente, con el mismo enemigo, por reconocernos
todos miembros de una gran familia cuyo padre es Dios y cuya Redención obró al
precio de su Sangre nuestro hermano Jesucristo.
El Sumo
Pont’[ifice que felizmente gobierna la Iglesia , acaba de adoptar la misma divisa del
Señor, cuyo Vicario visible es, al anunciar al mundo fiel como suprema
aspiración de su papado “La paz de Cristo en el reino de Cristo”.
Obligados
estamos a colaborar sincera y resueltamente al establecimiento del reinado de
esta paz que únicamente de Cristo por su oráculo viviente, el Papa, nos puede
venir.
“Bienaventurados los pacíficos,
porque serán llamados hijos de Dios” de aquel Dios que saludaba a sus discípulos
con las palabras “La paz sea con
vosotros”, que hizo don de ella al publicano, a Zaqueo, a Magdalena penitente,
a Pedro arrepentido, al ladrón en la cruz, que le ofreció al mismísimo Judas
con la salutación de amigo al recibir el beso traidor, a sus propios verdugos,
rogando por ellos al Padre.
Fruto del Espíritu Santo brilla como
preciosa joya en los hijos de Dios, que responden con caridad al odio, con
humilde silencio al insulto y ledicencia, con generoso perdón a la calumnia.
En la furiosa campaña inspirada por
ardientes “filias y fobias” en los dos numerosos bandos, en que se dividió
recientemente gran parte de la humanidad, sin temor a los dicterios de la
pasión cegada por el odio, se interpuso siempre la voz de Roma invitando a los
contendientes a la reconciliación, a la deposición de sus querellas ante un
tribunal imparcial, a la fraternidad de las naciones por el arbitraje con
sanciones y penas para los agresores, principios que tardíamente toman en
consideración los delegados de los pueblos
después de haber desoído las prudentes y sabias admoniciones de Benedicto XV
enderezadas a los poderes públicos.
Por singular y amorosa providencia
que inspiró a nuestro gobierno una prudente neutralidad hacia los Beligerantes,
hemos salido casi indemnes de una guerra sin igual, que durante un quinquenio,
devoró millones de jóvenes existencias,
y puso a multitud de naciones al borde de la bancarrota.
Para mayor ventura igual beneficio
quedó prácticamente deparado a todas las Repúblicas Ibero Americanas, hermanas
nuestras queridísimas como si Dios Nuestro Señor se hubiese complacido en
reservar la mayor porción de la Joven América como asilo de seguridad donde todos
los hombres sordos a las pérfidas insinuaciones de odios homicidas, pudiesen
sentar sus pacíficos reales y labrar tranquilamente su porvenir explotando las
riquezas con que el Creador tan
muníficamente las dotó.
Parece cernerse todavía sobre ella, el espíritu
cristiano y por ende caballeresco del Gran mariscal para quien la guerra aún en ambiente de especial rudeza y en amarga
privación de indispensables elementos, nunca tuvo como fin menguados intereses
de preponderancia, mercantilismo o personales rencillas, sino la simple solemne
afirmación de la capacidad patria para l;abnrar su bienestar sin extrañas
injerencias; ideal elevado que en su alma novilísia siempre se concilió con la
compasión, olvido de las injurias y asistencia generosa al hermano más que
enemigo vencido.
TRABAJO: Los favores que el cielo nos acaba de
prodigar reclaman de nuestra gratitud afectuosa correspondencia.
La atmósfera de paz que disfrutamos,
debe ser un estímulo y perenne despertador del trabajo que la debe hacer
fecunda..
Así en los dominios de la gracia
como de la naturaleza todo adelanto requiere de nosotros un despliegue de
facultades y energía que en último resultado manifiestan una colaboración
humana en la obra divina, que invisiblemente y por múltiples medios dirige los
seres todos al cumplimiento de sus
fines.
Trabaja el primer hombre inocente
sin sentir cansancio un Edén de exquisitas flores y sabrosos frutos; culpable
arrancará a la tierra con fatigas inauditas un bocado de pan, que le disputarán
intemperies, parásitos mil, abrojos y guijarros.
Jesucristo en una edad en que el
trabajo mecánico era exclusivo de los parias o ilotas, lo ejercitará para
santificarlo en su forma más envilecida por ilógicos convencionalismos,
dedicándose no breve tiempo, sino el mejor y más prolongado de su existencia
hasta cumplir los treinta años, a las rudas
tareas de un taller, alternadas probablemente con el laboreo de los campos y
modestos quehaceres domésticos.
Hombres de incansable actividad
fueron los que escogió para formar su Colegio Apostólico. Las piadosas mujeres
que le seguían en sus laboriosas peregrinaciones andaban atareadas en servirle a Él y a sus numerosos Discípulos.
El gran Apóstol de los Gentiles
portento de actividad, después de pasarse días y noches casi insomnes,
evangelizando el Reino de Dios, todavía encontraba una hora libre, que dedicaba
a la confección de tiendas de campaña, con cuyo producto subvenía a sus parcas
necesidades, y mientras defendía el derecho de vivir del altar en pro de los
que al altar servían, renunciaba él personalmente al privilegio para cumplir al
pie de la letra la sentencia del Maestro “gratuitamente dispensad lo que de
balde recibisteis”
Un alma encendida en caridad como la
suya por los necesitados era inflexible con los holgazanes, hasta señalarles
tan sin ambages el castigo condigno… si alguien se resiste a trabajar que no
coma” (II T hes, 3-10)
Los campeones de la vida
contemplativa en los desiertos de Siria, Arabia y Egipto, alternaban el trabajo con la oración.
“Ora et labora” fue la divisa del
Patriarca de Occidente, San Benito, cuyos monasterios fueron durante siglos
encantadoras casas de cultura religiosa y profana en un inmenso campo asolado
por tanto señores de horca y cuchillo. Aquellas abadías era catedrales y
hospederías, escuelas y granjas agrícolas, conservatorios de música,
bibliotecas, asilos de los perseguidos, plateles de todas las bellas artes,
ciudades prontas a la defensa contra la piratería o invasiones de la Media Luna …
Precisó el advenimiento de una edad
emponzoñada por doctrinas disolventes y vergonzosas inmoralidades unas y otras
propaladas y practicadas en antros tenebrosos de donde aun en nuestros mismo
días parten los más insidiosos ataques contra nuestra sacrosanta Religión para
que cundiera la pérfida especia de la “holganza de los monasterios”.
Los discípulos de Voltaire en sus
conventículos secretos han organizado en todas las naciones católicas las
expropiaciones más indignas que registra la historia con el nombre de
“desamortización” Fieles a la máxima de aquel maestro de iniquidad “calumnia que algo queda” han tramado
campañas contra los religiosos pintándolos como estancadores de la riqueza
pública destinada a circular. Tentando la codicia de agiotistas, que nunca
faltan, encumbrando a medianías escépticas y adormeciendo a las turbas con los
tópicos de libertad, progreso, etc., se han incautado de la herencia piadosa
del huérfano, de la viuda, del anciano hasta acabar con el haber de la iglesia
y del culto para amordazar por el hambre a los predicadores del Evangelio que
execran de corazón.
NCORDIA. ……pontáneo de la vida….y ali….. piritu
(parte rota) de trabajo sufrido gozosamente
como pena y rehabilitación a la vez, ha sido siempre entre los fieles
servidores de Cristo el amor a la unión.
Recomendación
reiterada del Divino Maestro en la víspera de su muerte fue que sus discípulos
fuesen uno a semejanza de Él y su Padre,
Que la plegaria omnipotente de
Cristo en los instantes más solemnes de su carrera mortal fue eficaz, nos lo
comprueba el autor de los actos de los Apóstoles al descubrirnos a los
primitivos cristianos como formado ”Un solo corazón y una sola alma”
“”En Dios vivimos, nos movemos y
existimos”. Cristo es nuestra cabeza, los fieles somos miembros de su cuerpo.
Si la cabeza como trono de la inteligencia y asiento de los sentidos, que le
trasmiten las percepciones del mundo externo, es el centro director de todo el
cuerpo, cuyos miembros dóciles le obedecen, así los hombres todos son invitados
a sujetarse voluntariamente a la ley amorosa de su salvador, a compadecerse mutuamente
sus imperfecciones y defectos; de la misma manera que a la dolencia del más ínfimo de los miembros
acuden todos los otros solícitos a remediarlo
a reparar el desgaste inherente a nuestra naturaleza mortal tomando un
alimento sobresustancial y una bebida
que no saborean ni los ángeles del
cielo, el mismo cuerpo y sangre de Cristo en el banquete eucarístico, principio
de la vida divina en el hombre peregrino, destinado a fructificar en una
existencia más allá de la tumba, que Cristo nuestro modelo y sustento, holló
vencedor de la muerte en sí como en el último día de los tiempos lo será
también en nosotros.
Ideas y sentimientos tan sublimes,
que nunca ni por asomo cupieron en la fantasía de los forjadores del Olimpo
pagano; realidades tan prodigiosas que los cimentan indestructiblemente, desde
la primera promesa del Mesías en el Paraíso Perdido hasta la despedida de
Cristo de quinientos miembros de su iglesia naciente en la última jornada de su
convivencia con los hombres y fiesta de su Ascensión a los cielos, profecías y
milagros evidentes que solicitarán, mientras el mundo exista, el obsequio
racional de todo entendimiento no eclipsado por el vaho, de bajas
concupiscencias y darán un rotundo mentís a los vanos sofismas de una
incredulidad aviesa y pertinaz, debían crear forzosamente entre los discípulos
de Cristo tan firme vinculación de creencias, inquebrantable adhesión de
voluntades y santos afectos, que fuesen para ellos, hombres espirituales, el
mejor antídoto contra las iras, riñas, disensiones y sectas, que el Apóstol
enumera entre las obras de la carne.
Combatirla sin tregua en nosotros
ahogando las peligrosas concupiscencias de la soberbia, ambición y sensualidad;
raíces de todas las discordias, constituye una protesta y un preventivo contra
la bajeza que inutilizó un brazo del Mariscal en Chuquisaca y contra la felonía
que consumó su sacrificio en Berruecos.
Bastante sangre de hermanos ha
corrido por los campos de Venezuela. Si la Providencia lo
permitió como pena por la tan inicuamente derramada en el Abel de nuestra
Independencia, apláquese de una vez para siempre su enojo, recibiéndola como
expiación. Que nosotros todos, al recuerdo de aquella tan inocente como cara
víctima, sellaremos las paces en aras de la religión sacrosanta y llevada de
firme propósito de reconstruir con labor unánime y perseverante, tanta ruina
locamente causada.
Tan levantado debe ser
el móvil de nuestros festejos en honor del incomparable Cumanés, arrullada en
su cuna por las suaves brisas de nuestros mares, sostenido por el macizo de los
Andes de pedestal, en las jornadas desde su zenit glorioso, entrañablemente
querido por cinco repúblicas, que lo proclaman Padre, benjamín de la Religión , héroe del
trabajo, factor de progreso, que le hace arrinconar el acero de la guerra para
empuñar el arado pacífico, Caballero sin Tacha y cruzado del ideal ante quien
reverente se inclina la humanidad entera.
Hermanos en
Cristo.
En las últimas páginas del
Extraordinario, para cerrar con broche de oro,
publica un trabajo del gran poeta Joaquín de Olmedo PROPATRIA dedicado a la América Bolivariana, en el Primer Centenario de la Batalla
de Ayacucho.
”Una sola debe ser la Patria de todos los Americanos…
Bolívar
Carta al Director Supremo de Buenos Aires.
111 Con los de Ayacucho, terminan los festejos
centenarios de las grandes batallas de la libertad del mundo Bolivariano, en el
primer siglo de la emancipación de Sur América.
Y ya que en todos ellos hemos
glorificado con efusión patriótica a nuestros Libertadores hagámonos
merecedores de su magna obra, conservando dignamente la Patria y la Libertad que nos legaron.
Para lograrlo, tratemos con energía
y perseverancia de que reine siempre entre nosotros una paz perpetua y
verdadera.
Romana, por lo aparentemente
difícil, parece ser la obra, pero realmente no lo es.
Tenemos un mismo padre, pertenecemos
a una misma raza, profesamos una misma religión, y hablamos un mismo idioma.
Con tan estrechos lazos juremos una misma Constitución, y las repúblicas
bolivarianas, perlas de un mismo collar, serán, si bien se piensa, una misma
Patria, al pie del Ande altivo.
Así unidas, cada una de ellas
seguirá siendo autonómicas, pero todas juntas obedecerán simultáneamente, según
el Canon Constitucional a unas mismas leyes, enérgicas, armónicas y sabias;
fuerza de atracción que en la eterna gira del tiempo, las sostendrá
perpetuamente en la órbita te la paz, en torno al Sol de la Libertad.
Nuestros padres vencieron porque
fueron patriotas, activos y valientes. Nosotros venceremos porque seremos
patriotas, cultos y obedientes.
Sucre en la acción de Riobamba,
precursora de la batalla de Pichincha, viendo las ventajas que tenía la
caballería realista sobre la nuestra, se dirige a los jefes de los escuadrones
de dragones y granaderos a Caballo, y les dice: ”Ustedes disputan todos los
días el valor de cada uno de los cuerpos que están a vuestras órdenes, ha
llegado el momento de probar cual sea el más esforzado. La caballería española
está allí formada en batalla y aguardando el combate. ¿Quién de ustedes pide
arremeterla el primero?
A poco, venezolanos, neogranadinos,
(hoy Colombianos), ecuatorianos, peruanos, argentinos y chilenos, en brega heroica con los vencedores en Bailen
y Zaragoza, se disputan los laureles del triunfo, y en breve instante, la
insigne, aguerrida, disciplinada y bien equipada caballería española, sede el
campo a los cruzados de la libertad, cuyo harapos oculta el manto de gloria con
que los cubre la victoria.
Gauchos y llaneros dieron pruebas
inequívocas de su legendario valor, y triúnfate la República en el antiguo
Reino de Quito, el Chimborazo, Coloso de los Andes, según el poeta “que cantó a
Junín, precursora de Ayacucho, “”inclinó su frente para saludar el paso del
Vencedor””.
Pero a los cruzados de la paz y
unión bolivariana no los hará triunfar el estímulo de ser los más valientes,
sino el de ser los más obedientes; porque la obediencia a la ley sostiene y
defiende debidamente el derecho, y triunfando la razón y la justicia; por sobre
todo poder humano, llegaremos con paso victorioso a la radiosa cumbre de nuestras
patrióticas aspiraciones: La solución de la aparentemente difícil problema de
la paz, unión y estabilidad de la
Patria.
Entonces, a nuestros hermanos de
América, y a nuestros amigos de Europa, les será interesante nuestra alianza; y
viendo el mundo que la paz a multiplicado sobremanera nuestras energías; que
somos fuertes; que podemos erguirnos como el más fuerte, y que somos hermanos y
amigos de los más fuertes, podemos estar seguros de que no habrá un Filipo que
nos oprima ni un Alejandro que nos invada.
Si Demóstenes hubiera sido latino de
los nuestros, hubiera ”esgrimido el
hierro de los Persas tan temido, contra el astuto macedón”, y Grecia hubiera
triunfado; porque en la gran raza hispanoamericana no es rara la conjunción del
valor con la elocuencia.
El genio de Colombia subyuga en la
tribuna, enardece en el perlamento y en el combate inflama. Bolívar con su obra
llena el mundo.
Olmedo.
En el ”Extraordinario” se
agregan unas reflexiones finales del Dr. Pedro Aristeguieta Sucre, veamos.
Conservemos compatriotas,
conservemos con honor y gloria la obra
titánica de nuestro Libertador.
No olvidemos que la pasión humana
suele convertir los grandes elementos de la civilización y del progreso en
instrumentos de destrucción o ruina.
En la última guerra Europea, que
infundió pavor al mundo entero, los aeroplanos patentizaron con horror “”La
máquinas destructoras en forma de langostas”” mencionadas en el apocalipsis.
¡Unión bolivarianos!, paz y unión
bolivarianos, la estabilidad de la
Patria lo reclama.
Nuestros padres se unificaron en la
guerra para hacerse fuertes y coronar victoriosamente su obra. Unifiquémonos
también nosotros en la paz para hacernos aún más fuertes y coronar
brillantemente la nuestra.
La unión es la más preciosa ofrenda
que podemos presentarle a la patria en este primer centenario de la batalla de
Ayacucho.
Apenas consolidado el triunfo de la
libertad en todo el Ande, con la insólita victoria alcanzada en esta gran
batalla, nació Bolivia, fruto de la emancipación del país de los Incas y
creación feliz del padre de Colombia.
Quiera el Dios de las naciones que
para los festejos centenarios de la fundación de aquella República, clausura de
nuestros centenarios gloriosos, la idea de la unión, aconsejada calurosamente por el Libertador en
la plenitud de su gloria a todos los americanos, haya cristalizado en nuestra
América bolivariana a fin de que apagado el fuego de nuestras pasiones y
confesados y perdonados nuestros pecados políticos, coloquemos en el altar de
la patria el Libro de la Ley ,
y poniendo en él nuestras purificadas manos, con una sonrisa filial para la Madre España , juremos
en no lejano día la gran Constitución bolivariana, cuya obediencia absoluta nos
mantendrá a todos perpetuamente en la
órbita de la paz en torno al Sol de la Libertad.
Así vinculándonos la raza, la
religión, el idioma y la ley, y respirando a todo pulmón el aire libre de la Patria libre, sostendremos
con honor nustra vida republicana y la gloriosa existencia del Mundo
Bolivariano.
Pedro
Aristeguieta Sucre
La honrosa capitulación de Ayacucho
nos reconcilió gloriosamente con la Madre Patria.
Viva América. Viva España.
Y por último el
“Extraordinario” cierra la edición con
una carta del Maestro Silverio González Varela, al cual, unido a su padre don
Silverio González, debe Cumaná, en gran parte, aquella generación de
intelectuales y profesionales de las diversas corrientes científicas de la
época de oro de esta tierra de apasionados héroes civiles y militares. Veamos:
PARA
MARCO-TULIO BADARACCO.
Cuando Bolívar, en 1813, sobre el carro de la victoria y con
la bandera tricolor, venía desde Nueva Granada a libertar el suelo Patrio; en
grupo exiguo de osados paladines, se lanzaron también desde el árido pendón que
baten aguas de Patria, a redimir el yugo hispano las comarcas orientales de
Venezuela.
En esa pléyade brillante de
Libertadores de Oriente, a una con varios otros que obtuvieron pres y fama,
aparecían Mariño, cuya presencia anunció en Bocachica con estampido triunfal el
cañón de la República ;
Bermúdez, que en 1814 blandió acero fulminante contra Morales y sus huestes en
la plaza de Maturín, y se mostró después, nuevo Alcides en la sitiada Cartagena
con heroísmo sin igual; Valdés, que sobre los riscos del ensangrentado Bomboná,
al brillar de plena luna, oyó el acento de Bolívar aclamarle vencedor; Armario,
que del seno de la gran familia democrática, que tiene abolengo virtuoso y
títulos esclarecidos, se elevó, por los nobles y propios méritos, a la
honorífica altura de insigne procerato; y Piar, que en el campo de San Félix,
irguióse cual un gigante, cuya figura se refleja con
esplendores de gloria en la soberbia corriente del caudaloso Orinoco
A grupo tan audaz uniose temprano
Sucre que, salvado de un naufragio en 1816, continuó enseguida lidiando con
incansable constancia hasta remotos climas, y se ostentó al fin ceñido en
laurel inmarcesible allá donde resplandece con su diadema de fuego el ardoroso
Pichincha: numen supremo le guiaba en su
carrera de triunfos; y los héroes que en oriente, cuando los días primeros de
la guerra de separación, le vieron joven, modesto y desconocido todavía, se
descubren ante él en el Olimpo de la
Patria , porque sobre el Condurcunca apareció transfigurado,
con alteza incomparable, en estratega eximio, y heraldo, el más sublime, de la
gran causa americana.
LOS PREMIOS DE LOS JUEGOS FLORALES DE 1924
Primer premio. Publicado en el Numero 53 de SUCRE.
Poema
Primaveral. Lema Gratia Plena’.
Autor: Jesús
Marcano Villanueva (1)
Poema Lírico
que mereció la Flor natural y la Rosa de Oro de los Segundos Juegos Florales de
Cumaná.
Oye tú, primavera, de los ojos gandules,
De la boca de besos y los sueños azules
Y tus áureos cabellos cual poema de sol:
¿Por qué diste a mi pena tu sabor de alegría,
Si tú sabes, hermosa, que la melancolía
Del poeta, en la vida, es la nota mejor?
II
En mi cárcel de abismo tremolaba mi verso
Cual bandera de oro, sobre el dolor perverso,
A la hora en que muere la piedad de la luz,
Y embebido en mi pena por los largos caminos
Deshojaba la rosa de mis crueles destinos
Y me echaba en la senda con mis brazos en cruz
Fui bohemio en la noche florecida de estrellas;
fuí poeta que supe adorar las querellas
y en la bola del mundo circuló mi cantar…
Mi verso fue una espina y en la rosa nevada
Y las aves del bosque me obsequiaron por
Cada rima lánguida un trino, bajo la luz solar.
En la rueda gigante de un molino sonoro
Mi verso fue a posarse como un pájaro de oro
Bajo el pálido ensueño de una tarde otoñal,
Y mi dulce Quijote, coronado de besos,
En el nombre del Cielo liberóme los presos
Que encerrados tenía un amargo ideal.
Y una fresca mañana, ¡Oh! rubia primavera,
Cuando triste marchaba con la cruz de la espera
Por el largo sendero que transita el dolor,
En el lampo de rosa de la lírica aurora
Saludé tu armonía, y viniste cantora
A encerrarte en mi abismo como un canto de amor.
¡Oh! mi estrella, mi musa, mi mañana
florida,
Dulce cuerda en la lira sonora de mi vida,
Alondra que salpicas de ritmos el dolor:
El poeta que nunca doblegara la frente
A tus pies se arrodilla y mirando al Oriente
Lanza al cielo la rima cual si fuera una flor.
¡Bienvenida la estrella de mi noche encantada!
La que alumbra el sendero de la noche esperada
La que trajo a mi vida la celeste canción!
Melancolía madre! perdona si te olvido,
Y tú, amor soñado, escóndete en el nido
Que urdió, cuando surgiste, mi eterno corazón.
III
Y vino con un beso en la flor de su boca,
Libó toda mi vida como una abeja loca,
Pasó por mi existencia con ansias de placer;
Se me dio como el cauce al amor del riachuelo
Y nunca vi más bello el corazón del cielo
Que cuando ella venía a endorarme el ayer.
Bella como una flor y alta como una estrella,
Presintieron las senda el fulgor de
su huella,
Fue águila y paloma como el azul triunfal;
Fue el ritmo del Eterno sobre el dolor del mundo
Y voló derramando en mi abismo profundo
Todo el fuego divino de su sueño inmortal.
La gracia le cantaba, la gloria le veía,
Mi vida en la epopeya de su forma se abría,
Onfalia surgió en ella y Hércules en mí;
Hilé el fino milagro de sus cabellos de oro
Y “entrenando” mi verso para el triunfo sonoro,
Las voces de su aurora dentro la
sombra oí
Y viajé de su mano por todos los caminos,
Las aves prolongaban en nosotros sus trinos,
Cuando yo la besaba la noche era un clamor
Y al ella responderme con su boca florida,
Pasaba Dios entonces por la luz de mi vida
Convirtiendo en un iris el divino blancor.
¡Ah! ¡Mi Ella tan rubia como el
primer lucero!
¡Oh! La fibra armoniosa de mi cantar
procero
Pentélico poema que talló mi cincel:
Fuiste y eres el nervio de luz para mi lira
Y bañada de gracia en la noche suspira
Mi arma por la tuya, debajo de un laurel
¡Bienvenida mujer! Que me enjoyaste un ala,
Yo voy a mi futuro por tu cuerpo en escala,
Lira hecha de soles por la inquietud
de Amor…
La noche está encantada…Aquí tienes la estrella
Que arrebaté a los cielos para tu boca bella
Donde juntan sus labios nuestras vidas en flor.
(1) Jesús Marcano Villanueva, poeta margariteño nacido
el 8 de noviembre de 1892. Murió en Caracas el 8 de noviembre de 1943. Recibió otros premios, con sus poemas: “El
Sermón del Numen”, y “Canto a Matasiete”. Publicó un solo libro “El Corazón que
Sabe Amar”.
SEGUNDO PREMIO DE POESIA
Poema épico, publicado en el No. 45, que mereció La Gardenia de Oro en los
segundos juegos florales de Cumaná.
CANTO A LA BATALLA DE AYACUCHO,
del poeta de Maracaibo, Valmore Rodríguez
(1)
Más rojo que la sangre que en las venas ardía,
El Sol, al pie del Ande, se despertó aquel día
Entre un furor de dianas y voces de cañón,
Abierto estaba el campo para la lid cruenta
Y agitaba las almas una larga tormenta
Fulgurante de odios, loca de redención.
¡Ayacucho!... batido por indolente brisa,
El iris de Colombia la ilustre se divisa
A cuya sombra acampan seguros de vencer,
Las legiones que traen fatigada la Historia ,
Fatigado el destino, fatigada la gloria
Con la carga de lauros que segaran doquier.
Al frente sobre el agrio Condercanqui, regaña
A sus héroes ilusos el pabellón de España,
Abatidos cien veces en terco batallar
Valdés acaso escuche la voz del trapo amado
Dentro de su conciencia, más calla: es un soldado
Y al fatal signo oblígase de morir o triunfar.
Ya se escuchan los golpes de la muerte gloriosa.
El Sol, padre del Inca, como una inmensa rosa
De sangre mana largo sobre el campo en tremor…
Súbito de la cumbre desciende un mensajero
Y hasta el patriota llégase.
Bien habla en el guerrero
La voz del sentimiento, clara como el honor.
Breves momentos luego colombianos soldados
Y soldados de España se estrechan, embargados
De honda emoción, las manos, del valle sobre el plan;
La amistad y la sangre ligan los corazones
Con lazo estrecho. Abrásense los ínclitos varones
Y luego a confundirse con sus legiones van.
Y la voz del Destino creció definitiva
Sobre las dianas locas y la bulla
festiva
De las escaramuzas de las noches
sin luz.
A su ritmo seguro se empinó el
Ande ingente
Y, por ver la palestra, desarrugó
la frente
De neblinas de Apolo bañaba en el
trasluz.
Con mirada de águila que el
entusiasmo quema
El Héroe de Pichincha, en la hora
suprema,
Recorre el campo lleno de juvenil
ardor.
Su voz recuerda glorias, los
ánimos enciende,
Y en un grito coloso que a las
montañas asciende
El recuerdo levanta del Gran
Libertador.
Después, frente a sus bravos,
conciso y fulgurante
Su proclama de guerra talla como
un diamante
Y la ruta señala que laureles os
dará.
Los corazones laten con erguida prestancia
Y se copia en los rostros tal
ardor y arrogancia
Que quien míralos piensa que han
combatido ya…
Sobre la cima, en tanto, la
hispana gente mira
El valle atentamente… Pero la
sacra ira
Del viejo Sol Incaico desdibuja
el confín…
Se hace duro el silencio que en
el ambiente impera
Y el ánimo se inquieta, bajo la
larga espera,
Hasta que ”En Marcha” dice la voz
de mando, al fin
Y a descender empiezan las
huestes castellanas
Por la difícil cuesta, cataratas
humanas
Que al mar de la tragedia
destinara el Azar;
Ya sobre el valle fórmanse los
fieros batallones,
Montan sus baterías, descogen sus
pendones
Y oír dejan su recia música
militar.
Más el héroe que vela los pasos
invasores
Con rapidez expone sus bravos
tiradores
A la enemiga astucia que amenaza,
mortal,
Empéñase la brega, vuelan los
proyectiles
Y a compás de los bronces mil de
nuestros viriles
De los pechos se exhalan en grito
torrencial.
Sobre Lamar que, alerta con sus
bravos vigila
Valdés se precipita, sus
guerrillas enfila
Al tiempo que sus cuatro cañones
deja hablar,
Sangre republicana fecundan la
llanura
En el fragor insólito que acrece
la bravura
De las tropas homéricas regidas
por Lamar.
Y ahora sobre Córdova, Rubín con
más infantes
Se estrella pobre iluso
es romper esa malla que Córdova tejió…
Sobre el revuelto campo sus vidas
van rindiendo
-Bajo las recias cargas, entre el
fragor horrendo-
Los valientes de España que la
guerra nutrió.
Más feliz en su empresa Valdés,
corazón fuerte
En las filas que alienta Lamar
siembra la muerte,
Despedaza y arrolla con titánico
ardor.
Lamar frente al desastre que el
destino promete,
No se inmuta, refuerza sus
flancos y arremete
Con la calma serena de un viejo
gladiador.
¿Donde está el Héroe en tanto,
cuyo grito de guerra
Enardeció las almas y estremeció la tierra,
Trasfigurado, como Jesús en el Tabor?
Sereno el continente, pasea su mirada
Por el valle que asorda la lucha encarnizada,
Igual que en las alturas, avisado, el cóndor.
Frente a Lamar que oía y Monet que combina
Se yergue, iluminado por la lumbre repentina
Y el plan definitivo traza sin vacilar.
Sobre Monet a Córdova, con sus bravos envía
Mientras azuza a Miller con su caballería
Y nuevo contingente pone bajo Lamar.
En el álgido instante, respirando coraje
Córdoba se desmonta de su potro salvaje
Y a sus pies le da muerte con fiera inspiración.
Después bizarramente levanta el acero,
Grítale a sus valientes, trazando el derrotero:
“Paso de vencedores, armas a discreción.”
Con un tremor humano, mira el vecino cerro
Adelantarse, ciega, la avalancha de hierro
Que sembró muerte y pánico en Pichincha y Junín.
En vano a contenerla cargan los escuadrones
Y vomitan metralla los rugientes cañones
Por sus cien bocas ígneas que asordan el confín.
Banderas que flamean, voces de mando, hendidos
Cráneos que ruedan, gritos de entusiasmo y gemidos…
Tal la escena sin nombre, sangrienta, en confusión
La muerte se pasea triunfal y enloquecida,
Pero bajo los cascos de su corcel, la vida
De un Continente apunta como en germinación.
Ved cual luchan los bravos de América,
delante
De la muerte: allí vate con empuje arrogante
A jinete sin miedo el Pichincha, y allá
Por donde ronca el trueno feroz de la metralla
El Caracas resiste y empéñase y estalla,
Y acá rompe el Voltígeros y arrolla el Bogotá.
Sobre Lamar y Córdova, Canterac amontona
Infantes y jinetes su previsión abona
De victoria y fortuna la sabia veleidad…
Más el Héroe que vela burla las recias cargas
Azuzando sus Húsares y el Vencedor y el Vargas…
Hueste que un soplo guía de gloria y libertad!
Lamar en tanto pugna con las con las falanges duras
De Valdez. Disparados por las agrias alturas
A vislumbrarse empiezan guerreros en pavor…
Son soldados de España que ante el empuje fuerte
Se olvidan de sus glorias. Dan la espalda a la muerte
Y huyen como impelidos por un soplo de horror.
Blande su lanza Silva, fiero y ensangrentado,
Miller embiste; arrolla Córdova. Denodado
Laserna lucha, anima su tropa en confusión,
Más en vano y, herido, ríndese dignamente
Frente al total derrumbe de su quimera, y frente
A la América
libre, bañada en redención:
Que ya Lamar y Lara, con el esfuerzo unido,
Son dueños del reducto postrero; que, vencido,
Valdez rindió su espada, cual se rinde un león;
Que en fuga atropellada por cumbres impropicias
Vuelan acuchilladas las últimas milicias
De Castilla, sin armas, sin gloria, sin pendón…
¡Loemos a los héroes de la brillante hazaña!
¡Loemos a los héroes, en cuya noble entraña
La libertad ardiera como un claro fanal!
Y, sobre el brillo magno de laureles y palmas,
A lomos de los siglos se elevan nuestras almas
Proclamando las glorias del alto Mariscal.
(1) Valmore Rodríguez, nació en San Félix- Estado
Bolívar- el 11-04-1900 y murió en Chile el 10-07-1955. Se le tiene como Zuliano porque su vida y
obra se desarrollaron en allí. Periodista y político de gran relevancia.
TERCER PREMIO DE POESIA EPICA
Publicado en el No. 47.
BATALLA DE
AYACUCHO. El jurado de poesía de los segundos juego florales de Cumaná, acordó
a este canto la Violeta de Oro como accésit al Tema Épico. Lema PRO PATRIA.
Fue otorgado a Udón Pérez (1)
No estaba allí el maestro…
Más el claro discípulo que diestro
Se abrevó en las lecciones del milagroso Augur
Inebrió en sus soldados con el heroico vino
De una frase: ”De Vuestro esfuerzo
De hoy pende el destino futuro
De la América
del Sur”
Luego por los alfoces
De la montaña en sol, ecos veloces
Multiplicaron otra nunca oída expresión
PASO DE VENCEDORES. ARMAS A DISCRECIÓN
Y fueron esas voces,
Rodando por el valle, rebotando en la sierra,
Un par de dados arrojados
Sobre el tapete rojo de la guerra.
Eran aquellos dados
Avatares de aquellos que un día labró ”El Loco
De Casacoima” orillas del trágico Orinoco;
Y que por él y sus soldados
Con destreza jugados
En la cumbre, en el llano, en el escobo,…
Le ganaron a España en Boyacá,
Le ganaron a España en Carabobo,
Le ganaron a España en Bomboná,
Riobamba y Pichincha, tres naciones
Que en su cetro lucían, igual que tres florones.
Eran aquellos dados, avatares
De aquellos que en la mesa de Junín
-circuida por ojos ansiosos, a millares,
Por ojos inultos de los incaicos lares-
Jugó, triunfando al fin
En peligroso albur
Contra la reyedad
El Ganador de Pueblos, el ínclito Tahúr
A quien amaestró la
Libertad.
¡DE VUESTROS ESFUERZOS DE HOY PENDE
EL DESTINO FUTURO DE LA
AMERICA DEL SUR!.
¡PASO DE VENCEDORES! ¡ARMAS A DISCRECIÓN!
Al soplo de esas bocas, que era un soplo divino,
El discípulo egregio y sus osados
Compañeros de armas, sin escudo ni almete,
Echaron a rodar en el tapete
Purpureo de la guerra, los dos vibrantes dados.
El campo de Ayacucho sugería el tablero
De un extenso ajedrez: a sus escaques,
prontas a bélicos ataques.
prontas a bélicos ataques.
Descienden ya las piezas del ibero;
Que las de Sucre aguardan en el linde frontero
Apercibidas a tremendos jaques
Soldados de Castilla, como negros peones,
Y soldados de América, como peones blancos,
En contrapuestas direcciones
Se mueven por el centro, se mueven por los flancos;
Expertos oficiales de los bandos hostiles
Exploran la llanura con movimientos francos,
Con rapidez de alfiles;
Los aguerridos jefes, como piezas
De a caballo, en sus potros que dan inmensos trancos,
Salvan las rústicas malezas,
Saltan sobre los barrancos,
Y cada quien apresurado corre
Allá donde se inicia la pelea,
Los peones azuzan y los acorre:
Y es cada cuerpo, móvil torre
En cuya cima su pendón flamea.
Defienden a Fernando,
Amparan a su Rey, los de Castilla;
La libertad, la reina sin mancilla
Tiene el amor del otro bando.
Todo rival con entusiasmo ciego
Quiere alcanzar en el combate
Al otro prez del juego;
Y con el vivo afán del mate
Buscan los campeones
Llevar el desconcierto
Al enemigo campo, y en el tablero abierto.
Orden combinaciones
Múltiples y sutiles, parecidas
A las que dan las fichas de un dominó, movidas
Por jugador experto.
Atruenan los fusiles
Y sus mil proyectiles
Recorren el espacio en fatal proyectoria
Con la vivez inquieta
Con que en la rueda giratoria
La esfera de marfil de la ruleta.
Y cada globo que la artillería
En deslumbrante llamarada roja,
De su broncíneo vientre arroja
Con pertinaz porfía,
Trae el recuerdo la pelota
Que en Aranjuez un día
Bolívar lanza, aún adolescente
Y, cual nuncio fatídico, rebota
Del príncipe de Asturias en la frente.
Los guerreros, ardidos de coraje,
Con la visión del triunfo en las pupilas,
las armas en los puños, nunca hartas
De herir y de matar, entre las filas
De contrarios se meten, con ímpetu salvaje,
Y se entremezclan cual las cartas
De una baraja doble, que intranquilas
Van y vienen en rápido baraje.
Sembrando estrago y miedo
Las bayonetas de los batallones
Manejadas con bárbaro denuedo
Sangre chorrean, como en amplio ruedo
Los puntiagudos espolones
De cien y cien reñidos gallos;
Y a sus golpes crueles
Que son mortales fallos
Cuelgan, -purpureaos arambeles-
Vísceras de hombres y caballos,
Como los que en el coso, bajo las armas pares
De los fieros cornúpetos, brotan de los ijares
De toreadores y corceles.
Después, ¡el triunfo! Como
Los bridones que sienten chasquear en su lomo
La fusta, y se desalan bajo la diestra mano
Por el entendido plan del hipódromo;
O como en el romano
Circo, las célebres cuadrigas
Que vencía Nerón; tal del hispano
Urgido por las lanzas enemigas
Escapan los jinetes por las agrias laderas
Y tras ellos las tropas, dispersas, sin destino,
Saltando con terror en el camino
Las inútiles armas, las vencidas banderas.
Después… dando al olvido
¡Oh Sucre! De tus armas la fiera,
Tiendes con noble gentileza
Amiga mano al contendor vencido,
Y alzando la cabeza
Al cielo en luz, mientras tu pie se afinca
Sobre el glorioso llano,
Ves que la sombra plácida del Inca
La cien te ciñe con laurel temprano
Y oyes su acento, cuyo son rotundo
Ensalzando a Bolívar, Libertador de un mundo
Repite por el valle y la montaña
Dios bendiga a los héroes del sublime Tabor
Que le ganó a España
Y allá dentro de la entraña
De los héroes sublimes del sublime Tahúr
Hubo la voz profética del milagroso Augur:
-Devolvedle a la España
(1)
Udón Pérez, nació en Maracaibo en 1871 y murió en 1926. Reconocido como el
más notable de los poetas del Zulia. Durante su vida recibió más de 50 lauros
poéticos, incluyendo “la
Violeta de Oro”. Entre sus obras más conocidas están: Gajes
de la paz y Lira Triste. También es autor de la letra del Himno del Estado
Zulia. Con sus letras llenó de orgullo al Zulia y a Venezuela.
Publicado en
No. 46 de SUCRE. Otro premio de poesía
lo mereció Don José Oliveira, otorgado por el periódico “EL CORREO”, que tituló
“CANTO A MI BANDERA”.
INTROITO
Alma de mi Patria! Enseña
Tricolor: Bandera mía,
Mi numen al verte sueña
Poesía!
Corazón! Canta su gloria
Llama al Dios de la victoria
En tu auxilio! Invoca al genio
De Bolívar; que la Musa
De de la luz de su ingenio
Para que brote profusa
La inspiración, y su gesta
Enzalases, por siempre enhiesta
¡Oh la de mis patrios lares
Honra y prez! ¡Bandera mía!
El numen de mis cantares
Sueña, al pie de tus altares,
Poesía.
I
GUALDA
Las llanuras infinitas de mi Patria son doradas,
De mis playas, que se extienden bajo el ocaso solar,
Que vibraron al empuje del fragor de las cruzadas,
Y bebieron compasivas tanta sangre derramada
En el épico bautismo libertario de mi lar.
Las llanuras de mis playas! Siempre libres, siempre airosas,
Donde corre desbocado el indómito corcel
Cual Pegaso que se bebe las distancias luminosas.
Las llanuras coronadas por las crestas majestuosas
De los Andes, que parecen de centauros en tropel.
Mis llanuras son de oro! A los céfiros vernales
La campiña se engalana con la espiga del maíz;
En las suaves estaciones del verano los trigales
Son el triunfo de la flora; y en los ratos invernales
Inundadas refulgecen con aurífero matiz.
Mis llanuras son el gualda que fulgura en mi Bandera,
Como aurora, como nimbo, como cauda, como sol.
Amarillo de mis playas siempre libres. ¡Oh, primavera,
Franja gualda! que a mi numen
ilusorio pareciera
Todo el campo americano convertida en girasol.
Yo te canto, franja altiva! En tus pliegues tremolantes,
Vive incógnita mi Patria; el infiel jamás la ve,
Está oculta a sus miradas; pero en todos los instantes
Yo la miro grande, hermosa, con los ojos anhelantes
De mi alma, que rebosa patriotismo, amor y fé.
Yo te canto, flor dorada de los cármenes de Marte,
Aureola del Olimpo, que difundes claridad.
Yo te canto, sacro lampo del primor de mi estandarte;
Hoy los sones triunfadores de min lira vengo a darte.
Yo te canto cabellera de la Diosa Libertad.
II AZUL
El azul reverberante de la franja de turquesa,
Ese mar impetuoso, que no tiene nunca fin,
Que acaricia de mis playas la triunfal naturaleza,
Ese líquido vibrante, diapasón de la grandeza,
Irisado por las brumas vagarosas del confín.
Ese mar azul que ostenta mi Bandera con orgullo
Es el piélago fecundo, el Atlántico creador,,
El gran lago, que se queja en monótono murmullo
En las tardes, cuando Vésper romantiza un capullo
Y en las noches, reflejando de los astros el fulgor.
¡Es mi piélago sonoro! En la paz de sus rumores
Canto un himno de victoria a la gloria del Pendón.
En él flotan como islas siete fúlgidos primores,
Siete estrellas, siete ninfas, siete perlas, siete flores,
Siete olímpicas sirenas. ¡Simbolismo de la Unión !
En la mano que nos tiende nuestra vieja Madre España.
La que prontos estrechamos con amor noble y filial,
Mano franca, mano hidalga, mano amiga que no engaña.
Oceano que nos liga para siempre con la Entraña
Y que nunca nos separa ¡Fuerte lazo fraternal
Salve ¡Franja milagrosa que nos une (Vasto puente)
Sobre el rojo te destacas cual celaje de zafir,
Yo te miro serpentina, abatida suavemente
Por la brisa, que desliza por tus ondas su corriente
Cual suspiro de la Gloria ,
que te fuera a bendecir.
Yo te rindo de mi canto el poético homenaje.
Salve franja salpicada por estrellas. Salve, azul
Banda ufana de mi Enseña redentora, rico gaje
De mundial magnificencia. Onduloso cortinaje
Tachonado de diamantes. Salve, piélago de tul.
III ROJO
Y ese rojo, que sangriento se destaca como una
Profusión de mariposas encendidas de rubí,
Esa púrpura es de España, generosa cual ninguna,
Que vertió toda la sangre de sus venas en la cuna
De la América
engendrada tras el piélago turquí.
Sangre pródiga y ardiente de la heroica Madre nuestra,
Que en el Nuevo Continente su vigor multiplicó,
Sangre pura de la Arteria ,
sin igual en la palestra,
Sangre roja, palpitante de prodigios en la diestra,
Sangre heroica, que triunfante todo el Orbe conquistó.
Fue en antaño cuando altivos los pendo0nes de Castilla
Tremolaron paternales de la
América en la faz.
Agitáronse sus alas –escarlata maravilla-
Con las brisas tropicales, en el éter sin mancilla
De mis cielos azulados por el iris de la paz.
Y al regreso a las riveras castellanas, los pendones
Nos dejaron de sus alas una pluma roja, que es
La tercera franja libre, que presentan las naciones
Colombianas en la gloria eternal de los girones
De sus ínclitas vaderas ¡Rojo manto cordobés.
¡Oh, la España
de mi insignia! ¡Oh, mi banda purpurina!
Triunfadora por la tierra la llevó el Gran Capitán,
Banda roja que en las manos del Cid pueblos mil domina
Y al empuje de Pelayo con su égida fascina
Las legiones invasoras del peligro musulmán.
¡Oh, la España
de iris! Sangre roja de energía,
Que la Entraña
con prolijo, maternal amor nos da,
¡Yo te canto, rojo emblema! ¡Yo te canto sangre mía!
Yo te doy el homenaje de mi hispana melodía.
¡Oh, la España
de mi franja, que gloriosa siempre está.
JOSE
OLIVEIRA
Nota para investigadores: Coloqué los premios saltándome algunos
números de la colección, como podrán ver, del orden de fechas de la publicación
que veníamos respetando, obviamente de la Colección de SUCRE,
En el No. 44, “SUCRE” publica el discurso del
Concejal General Rafael Reyes Gordon, Presidente del Concejo Municipal del
Distrito Sucre del Estado Sucre. Veamos:
RESPETABLE CONCURRENCIA
En el día y
hora en que se cumple la primera Centuria de la Batalla de Ayacucho se
reúne en sesión extraordinaria y solemne el Concejo Municipal del Distrito
Sucre del Estado Sucre para ofrendar en nombre del pueblo cumanés al insigne
compatriota que sello la independencia de la América Austral , el oro
purísimo del afecto y de la gratitud y las obras de civismo y de progreso
material y moral realizadas e esos cien
años de libertad y de practicas
republicanas.
Y para que la ofrenda sea más digna
del héroe y de su fama, prestigian con su presencia este acto los Delegados del
Ejecutivo Nacional. Los Poderes Públicos del Estado, los Representantes de
varias de las Entidades Políticas de la República , los Jefes y oficiales de la Guarnición de la plaza
y de la nave de guerra Mariscal Sucre, los Ministros del Altar presididos por el Ilustrísimo Obispo
Diocesano, los miembros de la Sociedad
Patriótica Ayacucho y los habitantes de la ciudad primada del
Continente.
Ayacucho es la batalla más trascendental del
Nuevo Mundo.
El Libertador con esa precisión con
que sabía apreciar y dirigir los servicios y aptitudes de los hombres de la Independencia , la
importancia de los hechos de la guerra, y el gobierno y administración de los
pueblos que libertaba la calificó
“cumbre de la gloria americana”
Y a medida que pasa el tiempo y se
estudian los anales épicos de otros pueblos, crece la convicción de que en las
luchas por la libertad no existe una batalla que pueda compararse a la de
Ayacucho.
Y esas marchas y contramarchas del
León de Iberia por la
Cordillera de los Andes acosado por sus cachorros en demanda de la emancipación, ponían de
manifiesto una vez más la pujanza de la raza, de esa raza conquistadora y altiva cuya sangre llevamos
aquí en el corazón, y la que se ha derramado co orgullo de toda empresa grade,
y en los ocho siglos de guerra contra el agareno invasor, hasta constituir la
nacionalidad insojuzgable, donde el sol de la gloria no tiene ocaso, y que hoy por la franca y
cordial iniciativa del Augusto Soberano
don Alfonso XIII. Acrecienta su vitalidad y poderío con el acercamiento de
todos los pueblos de origen español.
En esa acción de guerra que puso
término al dominio político de España en América se derramó la sangre
estrictamente necesaria para alcanzar la victoria y el vencedor, militar de 29
años de edad, tan pronto se extinguieron el fragor de las descargas de la
fusilería y los toques de diana que anunciaban el triunfo, recogió los heridos
de ambos combatientes y habilitó hospitales para su asistencia; hizo enterrar
los muertos; sobre el mismo campo de la
pelea accedió a la capitulación
propuesta por le Comandante del Ejercito derrotado, y concedió con elle al
Virrey del Perú y a los Generales y Oficiales vencidos y prisioneros de guerra,
el derecho de portar sus armas, de residir en el Psis con plenas garantías o de
regresar a la patria en buques y con recursos proporcionados por el Gobierno de
la República.
Proceder sin antecedentes en las
luchas armadas, tanto más encomiable
cuanto que, en los campamentos de la guerra se endurece el corazón del
hombre y huye de él la piedad, se relajan las costumbres sociales, se odian de
muerte los contendientes y la inteligencia, regalo de Dios que multiplica y
embellece las honestas faenas de la vida, detiene su potencia creadora de maravillas y se contrae únicamente a arbitrar los medios para triunfar.
ESO ES LA GUERRA
Y allí está muy reciente la
conflagración de los pueblos más
poderosos de la tierra con sus estragos ruinosos y sus episodios dantescos; y
están también las conferencias para la paz
en las que se prefirió el “voe victis”
de Breno a la magnanimidad del vencedor de Ayacucho.
Y oh, la ruindad de las pasiones
humanas, como se embriagan de maldad
para herir a mansalva la vida de los hombres más meritorios.
El amigo querido de Bolívar y su
lugarteniente en la campaña del Perú, cuya lealtad y subordinación tan solo
podría disputárselas Urdaneta; el negociador de los Tratados de Armisticio y
Regularización de la Guerra; el triunfador en Pichincha; el que aseguró en Ayacucho
la independencia de la América Española
y en Tarquí la soberanía de la Gran Colombia; el magistrado de Bolivia;
el Presidente del Congreso Admirable, que siempre atento a los reclamos de la
Patria procura convencer de sus errores,
a los a los separatistas venezolanos. El más virtuoso de los Libertadores y el
más candoroso de los hombres de su tiempo, muere asesinado en una montaña
Y perpetrado el delito por Apolinar
Morillo, Andrés Rodríguez, Juan Cuzco y Juan Gregorio Rodríguez, Morillo
entrega a cada uno de sus cómplices la cantidad de cien pesos, precio que se
estimó en los conciliábulos del crimen la noble vida del Abel Americano.
Acribillado a balazos quedó el héroe
en la montaña; y la vindicta pública tan brutalmente ofendida, esperó en vano
el desagravio.
Pero como la obra del mal también
tiene su epílogo; a los pocos días, uno de esos hombres sin escrúpulos de
conciencia, Jesús Eraso, el bandolero de
Salto del Río Mayo, auxiliador de los asesinos, envenena a los dos Rodríguez y
a Juan Cuzco
Por temor a que
pudieran comprometerle, y doce años más tarde
es fusilado en Bogotá Apolinar Morillo.
De esa manera murieron los
ejecutores del crimen de Berruecos, y los que armaron los brazos de los
homicidas, esos que burlaron la sanción penal escapándose por las encrucijadas
de la impunidad, los ha denunciado la historia y castigados severamente la
posteridad.
SEGUNDO PREMIO DE NARRATIVA
De EDUARDO PICON
LARES
“LA CAJA DE
RAPÉ DE SUCRE”,
PREMIADA CON EL
CLAVEL DE PLATA, como accésit en el concurso de cuentos,
LA CAJA DE RAPÉ DE
SUCRE
Cierto es, y en ello fija su atención muy
cuidadosamente la ciencia inagotable de la historia, que todos los hechos que
se producen en torno de las figuras de
los grandes hombres, por triviales que sean, siempre arrojan sobre ellos
ciertos resplandores de grandeza o ciertas sombras de pequeñez que, al correr
los tiempos, vienen a formar parte de todo lo interesante de su alta
constitución psicológica; y como se
trata de un detalle trivial aún inédito, que quizá pueda tener algún interés
para muchos, porque pone de manifiesto, una vez más la exquisita cultura y la
talla señorial del extraordinario vencedor de Ayacucho, me he creído en el
deber de sacarlo a relucir en estos d;ias de patrióticos festejos, en que se
celebra en todo el Continente Americano, de manera insólita, el Centenario de
la nunca bien ponderada jornada de armas
que selló la independencia de
América.
Que
el General Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, tenía la costumbre
de absorber rapé, y que se gozaba con él deleite peregrino de estornudar que
produce el polvillo irritante, es cosa que no admite dudas; y que gastaba un
lujo asiático en lo que se refiere a las cajas en que lo guardaba y llevaba
siempre consigo, es cuestión rigurosamente histórica.
Cuando
el Libertador llegó a Mérida de paso para Trujillo, nada menos que a conquistar
los inmarcesibles laureles del “Tratado de Regularización de la Guerra”;
laureles más gloriosos que los de Carabobo y de Junín, le acompañaban, como de
todos es sabido, el General Sucre, Pedro Briceño Méndez y José Gabriel Pérez,
esa trinidad milagrosa que después de una labor intensa y delicada , dejó
escapar de sus manos, la paloma mensajera del inmortal documento que sintetiza,
ampliamente, los principios más elevados de la paz bíblica, de la caridad
cristiana y del derecho humano más equitativo y justiciero.
Bolívar
entró en Mérida el día 2 de octubre de 1820, y la ciudad de Los Caballeros,
vestida con sus mejores arreos de fiesta, como en 1813, le hizo un recibimiento
pomposo, digno de ella y del famoso personaje a quien lo tributaba. Las
campanas echaron a vuelo sus lenguas de bronce, un gentío inmenso llenaba las
calles y plazas, que aparecían embanderadas con el iris de la Patria y
adornadas con arcos triunfales, y en todos los semblantes se marcaba
ostensiblemente la alegría de la libertad y la devoción por el héroe de las
conquistas leyendarias. Todavía hay aquí quien recuerde, por referencias, que
al desembarcar la cabalgata en la plaza principal, a cuya cabeza venía el
Hombre de América una ensordecedora aclamación seguida de una estrepitosa salva
de aplausos colmó los aires y que el caraqueño feliz correspondió a la cálida demostración con uno
de aquellos gestos suyos, tan geniales, que le hicieron destacarse siempre con
relieves magistrales.
En
la noche del mismo día, el Libertador y su Estado Mayor fueron obsequiados con
un espléndido banquete en la casa de Don Juan de Dios Médez, hermano del
Arzobispo Méndez y primo hermano de Pedro Briceño Méndez. Noche inolvidable
aquella, pues en el hogar de los esposos Méndez
Díaz, se dio cita cuanto de aristocrático y valioso tenia la linajuda
sociedad merideña de la colonia. El Libertador, Sucre Briseño Méndez, Pérez
Rangel y Paredes, ocuparon puestos de honor en la mesa, que se sirvió de manera
exquisita, y en medio del más desbordante entusiasmo y de la intimidad más fraterna, hablose
animadamente de las glorias venezolanas, del propósito pacificador que llevaba
Bolívar en su mente, de los esfuerzos meritísimos de los merideños en la lucha
magna y del porvenir brillante de la Patria.
El banquete terminó en medio de la más franca cordialidad, y al toque de
ánimas, empezaron a despedirse los concurrentes, cuyas siluetas, al internarse
por las calles oscuras y cubiertas de niebla, precedidas del tradicional
farolillo de vejiga, a buen seguro que parecerían como medrosos fantasmas de
ultratumba.
Al
día siguiente por la mañana, Pedro Briceño Méndez le manifestó al General Sucre
que iba a despedirse de sus parientes y que el Libertador lo había comisionado
para que lo hiciese también en su nombre; y el cumanés, cuya educación y
gentileza tenía vibraciones cristalinas, le significó a su amigo y camarada el
deseo de acompañarlo en su cometido.
Juntos
los dos se encaminaron a la casa del señor Méndez, que es la señalada hoy con el número 12 en la calle de Lazo.
Llamaron a la puerta… Una esclava salió a recibirlos y los mandó pasar adelante
mientras iba a llamar a los señores. Briceño Méndez y Sucre se quedaron de
pie en el corredor de la entrada,
admirando, según refería una vieja criada de la casa de los Méndez, una
enredadera de campánulas azules que sombreaba el patio y que hacía muy fresca y
agradable sombra.
-Adelante,
adelante. Muy buenos días. –Murmuraron Don Juan de Dios y Doña Magdalena cuando
vieron a los jóvenes militares.
Por
aquí nomás. Estamos ya de viaje. Venimos a despedirnos – Contestó el
circunspecto Ministro de Guerra de
Bolívar.
Pero
pasad un momento ¿Es que tenéis mucha prisa? Repuso Don Juan de Dios.
Es tarde. No tenemos tiempo –Replicaron ellos. Y
Briceño Méndez, después de cumplir su comisión, se adelantó para abrazar a sus
parientes y decirles adiós. Lo mismo hizo Sucre, con aquella cultura suya que
encantaba a todos los que le trataban; más cuando fue a tenderle la mano a Doña
Magdalena, como si se hubiese olvidado de algo, la retiró repentinamente, y
metiéndose en el bolsillo interior de su dormán sacó una caja de rapé y
articuló: Señora: hubiera querido hacer a usted un presente digno de su
persona, no solamente por corresponder a la benévola acogida de que hemos sido
objeto por parte de tan distinguidos elementos sociales, sino por la noble
amistad que ustedes me han inspirado; pero por la premura del tiempo y lo
excepcional de las circunstancias, no he podido lograr mi propósito. Sírvase,
señora mía, aceptar mi caja de rapé, ya que he podido observar que usted lo
acostumbra como yo, y recuerde siempre al usarla a un sincero y respetuoso
amigo Antonio José de Sucre.
BIBLIOGRAFIA.
HEMEROTECA DE
MARCO TULIO BADARACCO BERMUDEZ.
INDICE
Pags.
2.- DISCURSO
DEL GENERAL RAFAEL REYES GORDON
4.- LOS PREMIOS
DE LOS JUEGOS FLORALES DE 1924
Primer premio.
Publicado en el Numero 53 del bisemanario “SUCRE”.
Poema
Primaveral. Lema Gratia Plena’.
Autor: Jesús
Marcano Villanueva (1)
Poema Lírico
que mereció la Flor natural y la Rosa de Oro de los Segundos Juegos Florales de
Cumaná.
7.- SEGUNDO
PREMIO DE POESIA
Poema épico, publicado en el No.
45, que mereció La Gardenia de Oro en los segundos juegos florales de Cumaná.
CANTO A LA BATALLA DE AYACUCHO,
del poeta de Maracaibo, Valmore
Rodríguez (1)
12.- TERCER PREMIO DE POESIA
EPICA
Publicado en el No. 47.
BATALLA DE
AYACUCHO. El jurado de poesía de los segundos juego florales de Cumaná, acordó
a este canto la Violeta de Oro como accésit al Tema Épico.
Lema PRO PATRIA.
Fue otorgado a Udón Pérez (1)
17.- Publicado en No. 46 de SUCRE.
Otro premio de poesía lo mereció Don José Oliveira, otorgado por el
periódico “EL CORREO”, que tituló “CANTO A MI BANDERA”.
INTROITO
21.- PRIMER
PREMIO DE NARRATIVA
De Rafael Díaz
Flores
“LA LEYENDA DE UN CAÑON”, PREMIADA CON EL CLAVEL DE ORO.
28.- SEGUNDO PREMIO DE NARRATIVA
De EDUARDO PICON
LARES
“LA CAJA DE RAPÉ DE SUCRE”,
PREMIADA CON EL CLAVEL DE PLATA, como accésit en el
concurso de cuentos,
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