RAMÓN BADARACCO
MARCO TULIO
Y
HUMBERTO GUEVARA
CUMANA 2016
Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título de la obra:
MARCO
TULIO Y HUMBERTO GUEVARA
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail
MI PADRE.
Mi padre fue un gran padre de familia de
estilo clásico, hizo una pareja con mi madre, a la que amaba intensamente, para sentirme orgulloso, igual que todos mis
hermanos; y yo llegaría a agregar, modelo nuestro y para esta ciudad; también fue un hombre de muy buena estatura (m.1.77),
buenmozo, hermoso de cuerpo y
alma, intelectual, pulcro, de extensa cultura, atildado, de amena conversación
salpicada de anécdotas, cristiano practicante, fino poeta, buen orador, cronista,
sencillo, amistoso, participativo, en su juventud fue parrandero, tocaba
muy bien el cuatro, componía y cantaba,
amaba a su pueblo, fue alumno
excelente y amigo del maestro Silverio
González Varela, a quien llamaba Silverito;
lector empedernido de todo cuanto caía en sus manos.
El sabio Dr. Antonio Minguet Letteron,
su devoto amigo, lo visitaba todas las tardes, decía que él no necesitaba
comprar libros, porque Marco Tulio los compraba todos y se los prestaba. Recibía periódicos y revistas de muchas
partes del mundo, compraba y coleccionaba cuanto papel caía en sus manos,
copiaba y atesoraba los versos de los poetas cumaneses; se los entregó al poeta Alfredo Armas
Alfonso, este hizo una selección, me imagino que autorizada, no solo como curador sino que Papá lo aceptó, pero que en cierto
sentido no le gustó, como me lo dijo a mí, porque desechó muchos poemas que si
no eran de su agrado, o por ahorrar, o por la causa que fuera, le restaron
sentido a su búsqueda y esos textos se perdieron; sin embargo si no hubiese
sido por el poeta, nunca se hubiese publicado su obra.
En cuanto a periodismo y poesía, él fue mecenas de los poetas y escritores de la
generación de oro de Cumaná; mantenía comunicación permanente con ellos, los
animaba, y los obligaba a escribir; estuvo
siempre bien informado de sus
trabajos, puedo decir, al día en todo lo
relacionado con la vida y la obra de los escritores de su generación; mantuvo
correspondencia con casi todos los periodistas y poetas hispanoamericanos de su
tiempo y promovió muchas competencias florales;
envió textos a Rubén Darío, y
este los publicó en París, mantuvo correspondencia con José Antonio Ramos Sucre, y con el ginebrino
George Obraian Messerly, a quien conoció
aquí en Cumaná, durante 50 años
mantuvieron esa relación por correspondencia, y por fin un día decidió ir a
Ginebra a saludarlo, y yo que viví el suceso sé cuanta amistad había entre
aquellos dos caballeros de singular sabiduría, como fueron, entre otros: Ramón David León, Luis Teófilo Núñez, Marco
Aurelio Rodríguez, Jesús Antonio (JA) Cova, Antonio Ramón Moreno Cova, Andrés Eloy Blanco, J. A. Ramos Sucre, amigo
de su familia y compadre de su hermano Luis; con José María Milá de La Roca Díaz , mi padre contaba
todo lo que tuvo que hacer para publicarle su novela LALITA, por entregas semanales, que recogía por debajo de la puerta del claustro,
porque no se dejaba ver; y de Salmerón
Acosta, Moleiro, Paz Castillo, Gerbasi,
etc.
Escribía versos con facilidad, dominaba
la rima y la métrica; leía en inglés, francés e italiano. Fue maestro de inglés
y escribió una gramática inglesa para enseñar a sus alumnos; se distraía
traduciendo a los poetas franceses e
ingleses, en especial a Henry Wadsworth Longfellow. En su juventud cantaba y tocaba el cuatro con
bastante gracia. Disparaba muy bien el revólver, participó en varias
escaramuzas con el grado de Coronel. Fue registrador subalterno por muchos
años, y dejó escritos el “Manual del Registrador” y una copiosa jurisprudencia,
que no publicó y que conservo originales.
Mi padre fue animador de la cultura en
Cumaná durante toda su vida. Participó activamente en los eventos de la vida
social y política de su tiempo en Cumaná, con absoluto despego y honestidad.
Fue un hombre de palabra, galante, atildado, un gran ciudadano de reconocida
solvencia moral. Fue sin duda un gran hombre. Junto con su primo hermano el Dr.
Domingo Badaracco Bermúdez, que en cierta forma fue su guía, ejerció en buena
parte el rectorado de la generación de oro de Cumaná, desde el club “Surge et
Ambula” y la revista “Broches de Flores”, trabajo que continuó después en sus
periódicos “El Heraldo Oriental”, “El Disco” y “El Sucre”, desde los cuales
convocó a los intelectuales cumaneses para la renovación cultural necesaria en
época de crisis bajo la dictadura de Gómez.
Conocía a todos los escritores de su época y se interesaba por sus
trabajos como amigo y maestro. Fue un verdadero héroe civil.
Pero mi padre fue un cruzado en el
periodismo cumanés, fue periodista por sobre todas las demás cosas que hizo en
su larga vida y utilizó su pluma como un arma en beneficio de la cultura y del
progreso y de esa manera entregó su vida a su pueblo; para él cada necesidad de
Cumaná era una batalla, a la cual se entregaba con pasión desbordante.
Se inició en 1898, a los 15 años, en el
semanario de oposición “El Látigo”, de los estudiantes: Pedro Arcia, Fortunato
Serra Rodríguez, Pedro Guerra, Pedro Golindano y Manuel de Jesús Álvarez. Este
periódico se editaba en una imprenta que tenían oculta en la cisterna del
castillo de San Antonio, que en aquella época estaba abandonado y en ruinas. En
1902 se une con el poeta Rafael Bautista Bruzual López, y editan “El Porvenir”;
en 1903, como el mismo dice, fue fundador y redactor de “Broches de Flores”
donde se dieron cita los intelectuales cumaneses para competir con “El Cojo
Ilustrado”; en 1907, fundó la revista “Pléyades” con el poeta Juan Miguel
Alarcón; en 1909, se une con Joaquín Silva Díaz y el poeta Andrés Eloy de la Rosa , y editan “La Voz de Sucre”, y
“Triquitraque”; en este mismo año edita
“El Heraldo Oriental”; en 1911, con José Antonio Moreno Cova, edita la revista
“Ritmo de Ideas”; en 1921, con José Vicente Rodríguez Valdivieso, edita “El
Disco” (este es el principal periódico de Cumaná, que abre sus páginas
a la publicidad comercial), y en 1924, con el mismo socio edita “El
Sucre”, periódico moderno que produjo buenos dividendos y se mantuvo hasta
después de 1937, y fue acogido con simpatía
en casi todo el oriente venezolano.
Como alumno del maestro Silverio
González Várela, perteneció a la generación de oro de este pueblo; amigo y
editor de Juan Miguel Alarcón, Cruz
María Salmerón Acosta, Humberto Guevara, Dionisio López Orihuela, Julio y Ramón
Madriz, José María Milá de La
Roca Díaz , Ramón David León, Mario Castro Díaz, Norberto
Salaya, Ramón Suárez, Rafael Bruzual López, Miguel y Pedro Aristeguieta Sucre,
Luis Álvarez Marcano, Rondón Sotillo, Alejandro Villanueva, Luis Beltrán
Sanabria, los hermanos Arcia, Juan José Acuña, Luis Teófilo Núñez, Jesús
Antonio Cova, Ramón Moreno Cova, Salvador
Córdova, Humberto Guevara, los hermanos Silva Díaz, los Damas Blanco, los Espín
Rivero, Federico Madriz Otero, Santos Erminy Arismendi, Luisa del Valle Silva, Tin Fernández, Julio
Zerpa, Domingo Antón, Emilio, Mauricio, Francisco José, Santos Emilio Berrizbeitia; Juan José Acuña,
Laureano Frontado, Antonio Machado, Antonio Minguet Letteron, Luis Teófilo
Núñez, Dionisio López Orihuela, Andrés Eloy Blanco, Luis y José Antonio Ramos
Sucre, Pedro Elías y Francisco de Paula Aristeguieta, Antonio Machado, y tantos de su intimidad, que resulta prolijo
enumerarlos.
Mi padre se sembró para siempre en Cumaná, amo este pueblo,
escribió su historia, leyó todo lo que escribió Bartolomé de las Casas, y
descubrió por qué Arístides Rojas la llamo Primogénita de América, su trabajo
al respecto le valió para ser nombrado Miembro Correspondiente de la Academia
Nacional de la Historia, por el estado Sucre.
También es lo que se refleja en su poesía, en sus campañas periodísticas
y sus editoriales. Dejó para nuestra historia, como dice Alberto Sanabria,
“Fuego de Blanca Luz”, antología de poetas cumaneses publicada por la UDO , bajo la curatoría del
escritor Alfredo Armas Alfonso; también nos dejó un poemario inédito escrito a
los 19 años; sus investigaciones sobre la Primogénita del
Continente Americano, publicadas en 1924, que le valieron para ser nombrado
individuo correspondiente a la
Academia de la Historia. Sus editoriales, algunos discursos
publicados por diversas instituciones,
poesía dispersa en nuestros periódicos y revistas, bajo seudónimos: C. O. Quelin, A. R. LEQUIN, Jim, Otilio Murac, V. N. Zolano, MTB, y otros; su crítica literaria, sus opiniones sobre
diversos temas, sus editoriales, sus impecables discursos, sus campañas; y en
fin, su sabiduría que se desborda en los periódicos que publicó y conservo en colecciones, sobre todo El Heraldo Oriental”, “El Disco” y “El Sucre”
que se editaban desde 1908 hasta más allá de 1935. Allí brilla y brillará por
siempre su magisterio, su calidad humana y su formación humanística
PAPA
Y LA IMPRENTA. La Imprenta fue la verdadera pasión de papá. El taller, los
tipos, el papel, la rotativa. La primera
que llegó a Cumaná, la trajo de Trinidad don Manuel José de Ribas, y en es
imprenta se imprimió “El Patriota Venezolano”, que ya se publicaba en la isla
de Trinidad desde 1792, cuando esa isla estaba bajo la jurisdicción de la
Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, para colocarse de primera en la
cronología histórica del periodismo venezolano.
En esa imprenta también se editaron “El Patriota Cumanés” en 1811, y “La
Gaceta de Cumaná” en 1812. Después otros
empresarios y periodistas cumaneses entraron en la competencia, sus nombres
brillan con luz propia en esa hermosa lid de la cultura, allí están los nombres
de Don Pedro Cova, que luego se traslada a Guayana, y es considerado en
Upata, casi como el padre de esa ciudad,
donde por méritos muy bien ganados fue llevado a la Presidencia del Estado
Bolívar y se le rinde tributo y veneración, al igual que al coronel y maestro
José Silverio González, de relevantes méritos en el periodismo y la
educación, que también gobernó en
Guayana, y fue el maestro de la una generación
laureada. Es un caso similar al de don Antonio María Martínez, que llevó
su imprenta para Carúpano después del terremoto de 1853, y en ella se
imprimieron varios de los periódicos más afortunados de esa ciudad. Don Juan
Milá instaló su taller a fines del siglo XIX. Este taller pasó a poder de don
José Encarnación Martínez, después de Ángel Félix Serra, después la adquirió
Don Federico Madriz Otero, el cual se la deja a don Ramón David León, con el
cual formo mi padre una sociedad, y, por último, a Ramón David, le quedó corta
Cumaná, y viajó a Caracas, entonces le vendió su parte y su chara a papá.
En Caracas, Ramón David,
entró a formar parte del grupo de Cumaneses, que crearon el gran movimiento
editorial de Caracas, los grandes diarios de Venezuela: “El Independiente” de
Pedro José Rojas, “El Republicano” de Blas Bruzual, “El Nacional”, de Enrique
Otero Vizcarrondo y Miguel Otero Silva; “El “Universal”, de Andrés Mata y Luis
Teófilo Núñez, y “La Esfera” de Ramón David León; y podemos agregar que el
genio de Andrés Eloy y Ramos Sucre, los alentaban.
MARCO
TULIO BADARACCO BERMÚDEZ, según sus contemporáneos:
Para lo cual nos valdremos
de dos de sus contemporáneos:
Marco Tulio visto por don Ramón
David León.
Ese
valor multisapiente de Cumaná, que fue Don Ramón David León, autor de la letra
del himno de Estado Sucre, poeta, narratista, periodista de renombre, diplomático, hombre público, culto,
sobresaliente, y sobre todo amigo de mi padre, “su alter ego”, como lo llamaba,
hizo una sutil semblanza de papá, el 8 de mayo de 1970, con motivo del primer
aniversario de su desaparición física, con la cual inicio este trabajo, dijo
entre otras cosas, esa vez:
“Por una de esas amistades juveniles que
al correr de los años se hacen tan fuertes como los lazos de la sangre, me
unieron a Marco Tulio Badaracco estrechos vínculos espirituales, mutuas aficiones
literarias y poéticas, noviciados periodísticos y un constante intercambio
intelectual. En cuantos fueron esos temas coincidíamos o no en simpatías y
repulsas, lo mismo que en asuntos políticos criollos y en apreciaciones de
historia nacional. Podíamos discrepar de opinión para medirlos y pensarlos,
pero siempre dentro de un ambiente efusivamente fraterno. Su conservatismo
desprovisto de tendencias oligárquicas tenía básicos puntos de contacto con mi
liberalismo desnudo de demagogia.
Tocante a cuestiones de la región
oriental, a problemas cumaneses, abundábamos en conceptos para emitir juicios
en los cuales ocurría a veces que estuviésemos en franco descuerdo. Dan fe de todo ello ocasionales comentarios
publicados en voceros que aquí fundé. Al aludir hoy a ese grato panorama evoco
con honda melancolía venturosos tiempos idos, pero constantemente añorados.
Marco Tulio sabía frenar apasionados ímpetus míos desviándolos hacia caminos de
reflexión y ecuanimidad. Era un mentor sesudo y ponderado que compartía tan
afectuoso cometido con Domingo Badaracco Bermúdez, el amable filósofo, generoso
médico de todos los pobres de Cumaná cuya sapiencia iba a la par de su
altruismo. Junto con ambos era espontáneos asesores cordiales en dicha misión
Federico Madriz Otero, Antonio Rafael Machado, Emilio Berrizbeitia, Mario
Castro Díaz, Antonio Minguet Letterón, y Norberto Salaya. Hoy, hermanados
todavía más por la muerte yacen todos en este mismo camposanto. Tan solo falto yo en la nómina…”
“Marco Tulio Badaracco hizo suya la
sencilla e intencionada síntesis bolivariana de lo que constituye la verdadera
gloria “ser bueno y ser útil”. De ahí que no hubiese problema colectivo,
necesidad pública, desacuerdo local por cuya solución favorable no abogara.
Personificó una avizora y tenaz solicitud amistosa en el ánimo de cuantos
fueron gobernantes del Estado Sucre tanto en lejanas épocas como en las
actuales. Vivió e continúa actitud alerta para abogar en pro de todo lo que
contribuyera al adelanto material del medio nativo, en provecho de los
moradores de la ciudad y en bien de las poblaciones del interior.
Infortunadamente no le cupo en suerte gobernar la región: habría sido un
magistrado cabal.”
¡Qué bien conoció Ramón David a mi
padre!
c) Marco Tulio visto por don Alberto Sanabria,
Cronista Oficial de Cumaná.
Otro
gran amigo de mi padre, primer Cronista Oficial de Cumaná, escribió un perfil
muy considerado sobre él, dice que:
” …Desde muy joven figuró Marco Tulio
Badaracco como escritor de fina y elegante prosa. En su juventud publicó
hermosos versos y era cultivador de nuestra historia. Muchos discursos y
conferencias fueron pronunciados en memorables días y ocasiones solemnes por
este ilustre cumanés.
Desde nuestros años juveniles nos unió a
Marco Tulio Badaracco una cordial y sincera amistad. No solo habíamos visto la
primera luz en la amada tierra cumanesa, sino que éramos ambos de la parroquia
de Santa Inés, y particularmente del barrio de San Francisco, la parte más antigua
de la ciudad primogénita.
Marco Tulio Badaracco tuvo como maestro
de letras, a su primo hermano Domingo Badaracco Bermúdez, sabio humanista y
filantrópico galeno. El Dr. Badaracco Bermúdez fue también nuestro maestro en
disciplinas literarias, y ahora recordamos que desde los días del bachillerato
nos hacía leer los clásicos españoles y también amados libros, especialmente
“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, obra que había estudiado tanto
el talentoso escritor y médico.
Bajo la sabia rectoría del inolvidable
maestro Dr. José Silverio González Varela, en el histórico Colegio Nacional de
Cumaná, alcanzó Marco Tulio Badaracco el título de bachiller en Filosofía.
Hace poco tiempo publicó Marco Tulio una
obra de interés literario, intitulada “Antología de Poetas Cumaneses (Fuego de Blanca
Luz)”, y entonces le dedicamos una crónica, comentando dicho libro, el cual fue
editado por la
Extensión Cultural de la Universidad de
Oriente.
Era compañero nuestro en la Academia Nacional
de la Historia ,
donde como individuos Correspondientes, representábamos a nuestro querido Estado
Sucre. Cuando el muy apreciado amigo
Doctor Luis Teófilo Núñez, ocupó por breve tiempo la Presidencia del Estado
Sucre, fue creado “El Centro Histórico Sucrense”, y tanto Marco Tulio como el
que esta línea escribe, fuimos de sus miembros fundadores, y allí trabajamos
con señalado interés por la historia de la ciudad mayor del Oriente Venezolano;
desgraciadamente, con el cambio político de aquella época, tuvo corta vida este
centro, que se inició bajo tan civilizadores auspicios.
Comenzó Marco Tulio Badaracco, siendo
muy joven, con un periodiquito, que en unión del brillante escritor y jurista
Doctor Rafael Bruzual, redactaron en la vieja tierra cumanesa; llevaba por
título ese vocero, el poético nombre de “Alba”.
Al correr del tiempo fundó tan querido coterráneo varios periódicos y
revistas, como “Sucre”, “El Radio” y otros más.
Compartió con el notable poeta cumanés Juan Miguel Alarcón, la dirección
de la famosa revista “Pléyades”.
La revista “Broches de Flores”, órgano
del club “Surge Et Ambula”, que en Cumaná formó una verdadera generación
literaria, de la cual surgieron destacados valores en las ciencias, las letras
y las artes, contó a Marco Tulio entre sus principales colaboradores. No hace mucho tiempo, cuando comentábamos la
dolorosa muerte del notable médico Doctor Salvador Córdova, decíamos que solo
quedaban tres de los fundadores de la inolvidable revista mencionada: Don Marco
Tulio Badaracco, el Dr. Luis Teófilo Núñez y Don Joaquín Silva Díaz. Ahora son
dos los sobrevivientes de aquella brillante etapa cultural de nuestra tierra
cumanesa.
Evocamos con nostalgia nuestras
conversaciones con Domingo Badaracco Bermúdez, y con Marco Tulio, en aquella
vieja casona de la plaza de San Francisco, cerca de la eterna poesía del
Manzanares y frente a hermosos y corpulentos árboles, donde nació nuestro amor
por las letras y por toda actividad cultural” (fin de la cita).
También publicó Alberto Sanabria un
trabajo sobre la obra de mi padre, la antología de poetas cumaneses: “Fuego de
Blanca Luz”, publicado en el Universal, Caracas. Febrero de 1968.
“Con cariñosa dedicatoria nos ha enviado
nuestro viejo y querido coterráneo Don Marco Tulio Badaracco, la Antología
Poética de Cumaná, que, en fina edición, acaba de publicar la “Editorial
Universitaria de Oriente”. Lleva dicha antología como verdadero título “Fuego
de Blanca Luz”, tomado de hermoso poema de nuestro cordial paisano el profesor
Dionisio López Orihuela.
Más de ciento cincuenta páginas contiene
la interesante publicación, que mucho nos ha complacido y la cual comentamos
con señalado placer. Ella recoge el nombre y la obra, aunque sea en breve
muestra, de tantos poetas cumaneses, muchos desaparecidos y algunos vivos, que
supieron arrancar a su lira dulces y evocadoras rimas.
Desde los días coloniales de Cumaná
semillero fecundo de escritores, poetas y oradores. Después de la guerra de la
independencia, en la cual tuvo señalada figuración la ciudad del “Manzanares”,
dejando a la posteridad una brillante nómina de guerreros, con Sucre a la
cabeza, dejó también una luminosa pléyade de civilizadores, que supieron honrar
a la Patria ,
unos con sus impecables versos o sus sonoras prosas, y otros con su elocuente y
tribunicio verbo; no faltaron artistas de renombre que hicieron de la música un
verdadero culto.
Entre esa legión de poetas cumaneses
tenemos que recordar a don Jacinto Gutiérrez Coll y al Dr. Miguel Sánchez
Pesquera quienes fueron los que trajeron a Venezuela, la escuela parnasiana; y
en tiempos modernos, al gran aeda, Andrés Eloy Blanco, y al doloroso bardo Cruz
Salmerón Acosta, quienes con sus versos llenos de belleza y de armonía, ha
cantado en delicadas estrofas los más hermosos motivos y los más hondos
recuerdos.
Don Marco Tulio Badaracco, compilador de
la Antología Poética
Cumaná, desde los muy lejanos días de su juventud, ha sido incansable luchador
por la cultura. Él fue de os fundadores del recordado “club Surge et Ambula”,
que tuvo por órgano la magnífica revista “Broches de Flores” que constituyó en
la capital del Estado Sucre una verdadera generación literaria.
En reciente página que dedicamos a
nuestro inolvidable amigo el doctor Salvador Córdoba, con motivo de su dolorosa
muerte, decíamos que él, junto con el Dr. Luis Teófilo Núñez, don Marco Tulio
Badaracco y don Joaquín Silva Díaz, eran los únicos que quedaban de aquella
brillante legión literaria cumanesa. Numerosas revistas y periódicos han
contado unas veces con la dirección y otras con la continua colaboración de
Marco Tulio Badaracco. Versos, prosa, crónicas periodísticas, discursos, en
gran cantidad han salido de la pluma, siempre fresca de este brillante escritor
cumanés quien todavía a los ochenta y cuatro años de edad, escribe como en los
mejores tiempos de su vida intelectual.
La tarea realizada por Marco Tulio
Badaracco ha sido ardua, pues en Cumaná debido en gran parte al terrible
terremoto de 1929, se perdieron valiosos archivos y colecciones de revistas y
periódicos. Comprendemos que faltan muchos hijos de la tierra cumanesa, que
también escribieron versos, unos de larga obra y otros accidentalmente, pero,
por las razones que apuntamos, no fue posible que figuraran en la citada
Antología. Si lamentamos que no apareciera el nombre glorioso de Don José
Silverio González, quien, a la vez de notable y sabio educador, entre sus
actividades culturales tuvo la de cultivar la poesía, y son célebres sus Himnos
y Canciones Patrióticas, como “Los Milicianos”, “El Barquero”, “A Cuba”, “En
Honor de la Virgen
del Carmen”, y tantos otros, que encontraron la magnífica música de don José María
Gómez Cardiel y de otros artistas. En
conversaciones con nuestro inolvidable amigo don Salvador Llamozas, siempre el
gran artista cumanés, recordaba los himnos de Don José Silverio González.
Más de setenta firmas poéticas adornan
el bello trabajo antológico y por ser grande el número no puedo mencionarlos a todos,
pero si los recordamos de la manera más cordial.
Para Marco Tulio Badaracco, a quien nos
une una antigua y cordial amistad, tenemos hoy nuestra más sincera palabra de
felicitación, junto con nuestros votos porque siga muchos años más cultivando
las letras, para las cuales ha tenido siempre amor y devoción.” Fin de la cita.
HUMBERTO GUEVARA.
El poeta satírico Humberto
Guevara, como hemos dicho, se inicia en el periodismo Cumanés con Marco Tulio
Badaracco, en El Iris (1912), y culmina en los bisemanarios ¨El Disco¨ y
¨SUCRE¨, (1923 -1937). En sus páginas
puede observarse, que mi padre firmaba sus pitorreos con el seudónimo Jim y
Humberto era Satán o el Barón de Escarpia. Ellos dos crearon toda una época en
la ciudad, de buen periodismo, de poesías y alegres guachafitas.
El poeta Ramón Ordaz, a quien
se lo di a conocer, se apasionó por ese personaje, y recopiló casi toda su
producción, e hizo un examen crítico sobre el poeta Humberto Guevara, “misterioso
personaje de la Cumaná de antier”, desarrollado dentro de sus circunstancias,
como diría Ortega y Gasset, y lo ubica en la introducción de su obra “VOCES DE
PRIMAVERA”, que es la antología biográfica de la obra poética de Humberto, y
dice:
“La segunda mitad del siglo XIX en Cumaná estuvo
signada por hechos como el haber sido escenario de inesperados desastres
naturales, el sismo de 1853, siniestro que devastó a la población y redujo a
polvo la mayor parte de sus edificaciones; y por acontecimientos como los que
tuvieron lugar al proclamarse la guerra federal –frustrada por la hora fatídica
del terremoto- acaudillada por el sabio tribuno, columna de honra y gloria del
Gran Partido Liberal, doctor Estanislao Rendón”; hechos que, al iniciarse en
serio la Guerra Federal en 1859, empezaría a borrar la estela de gloria de la
Cumaná de entones. La diáspora de sus mejores talentos fue la consecuencia más
inmediata. Los Gutiérrez – el General Jacinto Gutiérrez Martínez Alemán y su
familia, entre ellos el poeta Jacinto Gutiérrez Coll y el músico Pedro Elías
Gutiérrez Hart- Los Llamozas –el
inspirado músico Salvador Llamozas-, los Level de Goda–Don Andrés Level de Goda
y sus Hijos-, los hermanos Arcia, los Sánchez Pesquera, los Saluzzo, los
Beauperthuy, y muchas otras familias emprendieron el camino de la emigración y
la ciudad, desolada, contemplaba su infausta suerte entre las ruinas y el
languidecer del espíritu que la encumbraba”…
“Como
compensación y respuesta al fatum de adversidad, las últimas tres décadas del
siglo concentran en Cumaná un nuevo centro de luz, luz germinal, que se
materializara con el advenimiento de una sólida y castiza generación, la que,
entrando el siglo XX daría pruebas encomiásticas de un renacimiento cultural.
Los nombres siguientes son un índice revelador: Juan Arcia (1872), José María
Milá de la Roca Díaz (1872) Pedro Elías Aristeguieta Rojas (1888) Juan Miguel
Alarcón (1887) Andrés Eloy de La Rosa (1888), Ramón David León (1888) José
Antonio Ramos Sucre (1890) Rosa Alarcón (1890), Diego Córdova (1892), Humberto
Guevara (1892) Juan José Acuña (1888) Marco Tulio Badaracco (1883), Dionisio
López Orihuela (1893), Ramón Suarez (1894), José Agustín Fernández (1895),
Andrés Eloy Blanco (1896). Esta pléyade, -así titularon Marco Tulio Badaracco y
Juan Miguel Alarcón una revista literaria en 1908, hizo posible el Ave Fénix de
la ciudad; benefactores, la mayoría, de los conocimientos que se impartían en
el Colegio nacional de Cumaná, hoy Liceo Antonio José de Sucre”.
Nota nuestra. - Yo agregaría
a los maestros de esa generación a:
Silverio González Varela. Domingo Badaracco Bermúdez y Marco Tulio
Badaracco, sobre todo éste, sin el cual Humberto no hubiese publicado nunca sus
trabajos, pues como puede advertirse en sus versos y en sus entrevistas,
siempre trabajaron juntos.
Y agrega: “Con ellos se
reponía la tradición intelectual, la que ahora se proyectaba con claras
ambiciones hacia la conquista espiritual de un siglo XX incierto, turbulento,
con ímpetus incestuosos en la ficticia demarcación realidad/irrealidad
alrededor de las ascuas de un eterno conflicto.
Nota nuestra: Indudablemente Ramón Ordaz se refiere a
la obra de Luis Level de Goda: Historia Contemporánea de Venezuela –Política y
Militar -1858-1886- que es una historia testimonial a la cual se la han
tributado comentario favorable en todos los tiempos. El General en Jefe Luis
Level de Goda, fue Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia,
Presidente del Congreso Nacional, Ministro Plenipotenciario en Francia, Jefe
Revolucionario de la Federación en la cual participó activamente al lado de
Zamora y Falcón. Su relato del asesinato de Zamora y la batalla de Santa Inés
son insuperables. Fin de la nota.
Cuando ocurre su muerte el 9
de diciembre de 1920, días más tarde el Periódico “Prometeo” reseña con
términos elogiosos la vida política y militar del General Guevara:
“Era un narrador ameno y verídico, pero con criterio
independiente, ajeno de prejuicios, con miras analíticas que más lo acercan a
nuestros días que a aquellos otros en que se conceptuaba irrespetuoso poner de
manifiesto los desaciertos militares y políticos de nuestros padres
libertadores”
Este guerrero de excepción,
que desempeñó altos cargos representativos en la administración pública,
conversador ameno, hombre cordial que estimulaba, asimismo, a los jóvenes
escritores de entonces, no nos cabe la menor duda de que puso extremos cuidados
y atenciones en la formación y educación de sus hijos Arturo y Humberto son la
evidencia de lo que afirmamos El Dr.,
Arturo Guevara publicó un voluminoso estudio siquiátrico social sobre don Simón
Rodríguez titulado Espejo de Justicia y
dejo inédito un estudio pico-patológico sobre El Libertador.
Viene muy a cuento, lo que contaba mi padre Marco
Tulio Badaracco Bermúdez, del matrimonio de general Guevara: decía mi padre que
el General conoció a la señora Coraspe en los cañamelares de Cumanacoa,
silvestre y bella cual sus espigas doradas por el sol; y cual pasó en la obra
“Pigmalión” de George Bernard Shaw, que la tomó de Publio Ovidio (43 a.m.),
pero con un final más feliz; se dedicó a enseñarla hasta convertirla en una verdadera
protagonista de la sociedad cumanesa, donde solía dar conciertos de piano, sobre
todo interpretando piezas del repertorio infinito de Mozart, el preferido de
aquella época de oro de la cultura de nuestro pueblo. Por supuesto que el General tiene también
mucho que ver con la educación exquisita de sus hijos Humberto y Arturo. El primero, superior poeta, único en su
estilo. El segundo, impecable médico, individuo de Número de la Academia
Nacional de la Lengua, su discurso de incorporación es un modelo ineludible,
para el estudio de nuestra lengua; y su obra sobre Simón Rodríguez, es fuente
permanente para una mejor comprensión del gran maestro del Libertador.
Dice Ramón Ordaz: “Compartió Humberto con quienes
forjaron la última gloria intelectual de Cumaná. Sobresalir ente las figuras estelares de las
primeras décadas del siglo merece la distinción: iniciaba su periplo la leyenda
de Azul de Manicuare. Andrés Eloy transitaba laureado por el Olimpo español.
Ramos Sucre publicaba sus “rarezas” poéticas en “Ritmo e Ideas, Pléyades, El
Universal, Élite, Billiken”, las que alcanzarían renombre y aceptación
definitiva en nuestros días. Pedro Elías Aristeguieta después de su “Tromba” y
algunos corridos, trocaría la pluma por las armas, Juan José Acuña, cumplido su
noviciado periodístico en “El Iris”, que auspiciaba la Sociedad de la Santa
Cruz de la Unión, invitaría a los intelectuales de Cumaná a su Renacimiento. Su
coetáneo y parigual en la empresa periodística, Marco Tulio Badaracco, es digno
de mejor reconocimiento. Para el gremio de periodistas locales no existe, y nos
lo explicamos porque la ignorancia en Tales –no de Mileto- es supina. Las
escusas, como siempre, para esa excepción que no supera los dígitos de la
cuenta regresiva. Pléyades, El Disco, Sucre, “Fuego de Blanca Luz”, primer
intento antológico de la poesía sucrense se lo debemos a él.
Nota nuestra: Así es, pero también debo decir que
mi padre fue toda su vida el periodista de Cumaná, se inició en 1898, a los 15
años, en el semanario de oposición “El Látigo”, con los estudiantes: Pedro
Arcia, Fortunato Serra Rodríguez, Pedro Guerra, Pedro Golindano y Manuel de
Jesús Álvarez. Este periódico se editaba en una imprenta que tenían oculta en
la cisterna del castillo de San Antonio, que en aquella época estaba abandonado
y en ruinas. En 1902 se une con el poeta Rafael Bautista Bruzual López, y
editan “El Porvenir”; en 1903, como el mismo, fue fundador y redactor de
“Broches de Flores” donde se dieron cita los intelectuales cumaneses para
competir con “El Cojo Ilustrado”; en 1907, fundó la revista “Pléyades” con el
poeta Juan Miguel Alarcón; en 1909, se une con Joaquín Silva Díaz y el poeta
Andrés Eloy de la Rosa, y editan “La Voz de Sucre”, y “Triquitraque”; en este mismo año edita “El Heraldo Oriental”
con Ramón David León y el Dr. Domingo Badaracco; en 1911, con José Antonio Moreno
Cova, edita la revista “Ritmo e Ideas”; en 1921, con José Vicente Rodríguez
Valdivieso, edita el bisemanario “El Disco” (el
periódico más importante de
Cumaná, que abre sus páginas a la publicidad comercial), y en 1924, con el
mismo socio edita “El Sucre”, periódico moderno que produjo buenos dividendos y
se mantuvo hasta después de 1937, y fue acogido con simpatía en casi todo el oriente venezolano. En todos
estos periódicos brilló el genio de Humberto Guevara, que siempre estuvo al
lado de mi padre. Los dos hicieron entrevistas geniales, que publicaré por
separado. Fin de la Nota.
“En 1920 muere el lírico mayor de la poesía cumanesa del siglo XIX Miguel
Sánchez Pesquera, y nueva savia emerge del relevo. Un maestro, un guía de
generaciones, el Dr. Domingo Badaracco Bermúdez, registra, pulsa la estética de
su tiempo. Palabras suyas despidieron en el cementerio de Cumaná al solitario
de la Torre de Timón. Juan Freites escribe su sonado soneto a Lucia. Joaquín
Silva Díaz triunfa en Europa por su ejecución al piano y sus composiciones
musicales. Alguien lo compara con Albéniz. Olvidados quedaban sus exvotos
líricos, un tibio asomo por el soneto. José Agustín, su hermano daba a conocer
con más empeño en Billiken, Cultura y Progreso, otras publicaciones, sus
poemas. El poeta Ramón Suárez, bohemio, descuidado, imprecante mestizo, con la
casta conciencia del olvido, cantó los arpegios del piano de Teresa, cual
incipiente Espronceda. Juan Miguel Alarcón, festejado por Jacinto Fombona
Pachano y Marco Tulio Badaracco, permanece fiel, imperturbable en el castillo
dieciochesco de donde recicló su poesía. Juan Arcia, bíblico y profano, recrea
a su manera el libro de los libros y ensaya una experiencia minimalista con el
soneto. Un alto representante de las letras nacionales, Manuel Díaz Rodríguez,
llega a ocupar la Presidencia del Estado. Un hermano de Ángel Miguel Queremel,
escritor también, Pedro Miguel Queremel, desempeñará la Secretaría General de
Gobierno. Un sismo y la invasión de “El Falque” tiñen trágicamente la década
del 20. Algo reverbera en la oscuridad. Un nauta aventado desde Caracas por la
revuelta estudiantil de 1928, regresa a su tierra natal. El escritor José
Salazar Domínguez arribará con su navío y con nuevos bríos para la ruptura
literaria. Abordaron esta navegación Domingo Antón y Mario Gómez, poetas
menores. Aquiles Certad, Diego Córdova
y Andrés Eloy de La Rosa emprendían el camino del exilio interior y exterior.
Certad viviría una experiencia con los cófrades de viernes. La editorial Losada de Buenos Aires publicará sus
TERRITORIOS DEL SUEÑO. Córdova en la
orilla opuesta al Gomesismo junto con Andrés Eloy Blanco, sin soslayar su
entorno provinciano y nacional, hará labor de patria en el extranjero. Uruguay
lo vinculará a la poesía de Juana de Ibarboroug. México coronará su gesta
diplomática. José Agustín Fernández, epígono de un modernismo tardío, deshojará
el árbol de la poesía con inocultable pasión por la que llamó Ciudad Luminosa
Un sacerdote ejemplar de origen catalán, vendrá a Cumaná tras las huellas
catequísticas de Monseñor Sixto Sosa: José María Pibernat, clérigo que dejaría
una huella inolvidable, una enseñanza y una obra que no poco encontronazo tuvo
con el Satán del poeta Guevara. De lo citado, no podemos soslayar que algunos poetas cayeron en el pecado
venial del servilismo al régimen de turno, circunstancia lamentable, nos pesa
decirlo, a la que no escapó la industria de Humberto Guevara. Decir que
Humberto Guevara derrochó su talento en Cumaná y que, tal vez, pagó el precio
del “quedado”, es muy probable que dé lugar a vaguedades o necedades. Afincarse
en su tierra, hilar historias con el color local, remontar y transcribir la
trama del pasado inmediato, tejer el poema al ritmo de las circunstancias jocosas
del diario acontecer, amar lo cotidiano como amar a una mujer llamada Olimpia,
musa de la rosa, espejismo de lo eterno y de lo efímero son muestras más que
suficientes para excusar altibajos, siempre que detrás no haya página
arrancable que haga peso e incline la balanza hacia lo indeseable.
Humberto apenas alcanzó el bachillerato,
lo que fue suficiente para su formación intelectual y su conocimiento posterior
de los clásicos de la literatura. Quienes compartieron con él destacan su
refinamiento: “Como la mayoría de los poetas –Señala Julio Zerpa- fue un
desposeído; pero sabía ser rico con sus pequeños estipendios. Su mesa era de
gourmet. Sabía hablar y comer en francés. En su casa todo habla de buen gusto”
(4). Un cronista de la época al reseñar
su muerte daba muestras de su cercanía y admiración: “Solía a veces tocar el
piano, pues le gustaba la música y su maestro predilecto fue Mozart” (5). Si
incurrió en una que otra cursilería –que poeta no ha flaqueado ante ella diría
el venerado Rubén – es debilidad excusable. El hecho de nombrar a Marcos Pérez
Jiménez en un poema que admiramos, la “Salutación “al celebérrimo Simón
Rodríguez, no consigue nuestro acuerdo, pero entendemos esa fidelidad del poeta
a la fecha patriótica cuando Pérez Jiménez repatrió los restos de Samuel
Robinson, con motivo del centenario de su deceso en Amotape. Este gesto llenaba
de orgullo a quienes jamás
proscribieron su enseñanza. Recordemos también que Arturo, su hermano, había
escrito un enjundioso libro sobre Simón Rodríguez, lo que dice cuanto era el
respeto y admiración que se le guardaba al maestro en la familia
Guevara-Coraspe. Es bueno precisar, además, que en 1954 ocurre la muerte
inesperada de Humberto, año en que se aprecia una mayor producción y
publicación de su obra en periódicos, revistas y hojas sueltas que editaba en
la Editorial Renacimiento. Para entonces desempeñaba el humilde cargo de
Inspector del Trabajo en los estados Sucre y Nueva Esparta. Sus Contemporáneos
hablaban de la incógnita, pero en los
sabios lectores estaba presente la figura imponente, enigmática y tórrida de
Humberto, esa singular especie de hombre que en una Cumaná todavía recoleta
paseaba de un extremo a otro la flor del verso en el ojal. Al ritmo de su paso
de gigante exhalaba el perfume del poema con un conservadurismo y un apego a
las formas clásicas, sin caer en obsolescencia o anacronismo en los temas que
trataba. La incógnita que rodeaba su figura estaba signada por el hecho de que
muy excepcionalmente publicó con la rúbrica que lo identificaba como ciudadano
del orbe. Por el contrario, popularizó los seudónimos Héctor Galán, El Barón de
Escarpia, y Satán, sin que en ningún caso podamos hablar de heteronimia,
entendida ésta por la modernidad como la creación de personalidades poéticas,
en virtud de la multiplicidad síquica, o mejor, de la división del sujeto que
caracteriza al hombre contemporáneo, Si bien conservó el nombre de Héctor Galán
para los temas netamente líricos, para la anécdota amorosa; el Barón de
Scarpia -personaje de la Tosca, de
Vitoriano Sardou, pieza teatral representada con éxito por una compañía
española a comienzos de siglo en Cumaná-
clava el aguijón en la estampa histórica y
la tradición; mientras que Satán hilvana un discurso humorístico,
cáustico, después de explorar con sutileza en las costumbres y hechos
anecdóticos del acontecer de su época; para ello, tal como precisa José Agustín
Fernández:
“Pulsa el estro con
orgullo, ardor y entusiasmo, lo mismo en la estrofa lírica, épica, romántica y
descriptiva, que, en el verso caballeresco, galante, digno de aristocráticos
salones, en el festivo, satírico y humorístico o en la copla cordial, oportuna
y picaresca”.
Como forma clásica, Humberto
Guevara privilegió el soneto bajo la patente del hidalgo nombre de Héctor
Galán, y las estrofas largas de libre extensión, para los poemas que firmaba El
Barón de Escarpia y Satán. Con inteligencia recurrió muchas veces a la parodia,
a la ironía, a la sátira; en fin, a un acendrado humorismo y al canto épico que
conseguimos, incluso, en Héctor Galán. Valiéndose de una versatilidad que pone
en juego con el verso, acompañado de un decoroso y prístino castellano,
Humberto Guevara narra, echa cuentos, plasma la crónica lírica de un tiempo
nostálgico y nos entrega una obra excelsa y digna al lado de quienes fueron sus
contemporáneos.
A propósito de lo que
calificaríamos como su oficio mayor, la veta humorística que lo distingue del
resto de sus contemporáneos, tendríamos que señalar algunos aspectos
fundamentales para la mejor comprensión de su obra. En las palabras que le
dedica en su última morada, el poeta Julio Zerpa destaca que se le tenía por
retraído e insensible, y añade: “… la ojeriza que le tienen algunos porque
ignoran que hay afabilidad y ternura bajo los fuertes rasgos de su rostro y bajo
su piel de nuez seca, tostada por el sol del trópico” (7). Convenimos en esto,
como salimos en defensa de otros testimonios que lo muestran afable, cordial,
mordaz. Esa dualidad es comprensible y justa en un poeta de su estirpe.
Caracterización que cuadra con la que estimaba una verdad como un templo
Francisco Pimentel, cuando citaba en su “Manual del perfecto humorista” la
frase de Frank Brown: “Una producción humorística es tanto mejor cuando más se
acerca a la seriedad”. A Humberto le cupo compartir la época de oro del
humorismo venezolano. No cabe desestimar que Humberto, como Aquiles Nazoa (Lancero),
rindiera tributo de admiración al Jobo Pimentel y siguiera al pie de la letra
los conceptos que sobre el humorismo ofreciera en su “Manual…”, los que, por su
extensión, no nos privaremos de citar para conocimiento de los lectores.
VEÁMOSLOS ACTUAR JUNTOS.
Marco Tulio y Humberto, formaron un equipo formidable
y sin antecedente en el periodismo cumanés:
INTERVIÚ CON EL CÉLEBRE Dr. PIERRE BOUGRAT
Dado el interés despertado en la República por el
arribo del Dr. Bougrat a las playas orientales, nos hemos apresurado a
entrevistarle para proporcionar a nuestros lectores una referencia de sus
propios labios, de los sucesos que desde su proceso hasta ahora señalan su
vida. Gustoso se prestó el culto médico a nuestro deseo y así damos publicidad
a la interviú en esta misma edición de ¨Sucre¨.
¿Cuál fue la causa de su proceso – Que condena le fue
aplicada desde su principio? ¿A qué
punto fue destinado para presidio?
---La célebre frase ¨Calumniad, calumniad, que de la
calumnia siempre algo queda…¨ no ha sido nunca más verdadera que en mi caso.
Estoy asombrado al leer la prensa del país de encontrar intacta la leyenda que
se formó alrededor del proceso y que fue destruida completamente en el curso en
los debates.
El Tribunal instructor, en efecto, después de haber
examinado todos los hechos, renuncio absolutamente a todas las acusaciones
estúpidas que habían sido levantadas contra mí y me reprochó únicamente el
hecho siguiente: A fines de mayo del año
1925 se encontró en mi casa el cadáver de un individuo desaparecido poco tiempo
antes. El día de su desaparición, este individuo, llevaba consigo una suma de
más o menos ocho mil quinientos francos.
Al ser yo interrogado, declaré que dicho individuo era
un amigo mío desde muy atrás al que asistía como médico desde algún tiempo y
que el día de su desaparición había venido a ponerse una inyección intravenosa
de 606 a las 9 de la mañana. Que en la tarde d ese mismo día como a las tres
más o menos lo vi volver, como alocado, diciéndome que le habían robado una
suma que le había sido confiada ora verme con un amigo de ambos que pudiera
facilitarme el completo de la cantidad. Cuando regresé al cabo de media hora,
encontré a mi desgraciado amigo muerto en mi gabinete de consultas. Alocado a
mi vez convencido de que se me achacará la desaparición de la suma oculté el
cadáver. Y es esto exacta y simplemente, todo lo que la acusación ha podio
inculparme. En cuanto a mi situación pecuniaria en el momento del suceso he
podido fácilmente comprobar en el curso de los debates, que era satisfactoria.
Es completamente falso que colegas míos hayan declarado haber algo de
irresponsabilidad en mis actos, pues, ha sido lo contrario ya que a petición
mía fui examinado por tres especialistas que han confirmado que yo estaba
enteramente sano de mis facultades mentales. Es igualmente falso que los
expertos que examinaron el cadáver aseguraron que hubiese habido equivocación
de mi parte, puesto que asentaron ¨Que ningún veneno de ninguna especie se
encontró en las vísceras¨ del muerto; que solamente aparecía la dosis de 606
que yo decía haber inyectado aquella mañana y que la muerte podría atribuirse
tan solo a mala disposición del enfermo aquel día, tal vez a consecuencia de
alguna comida mal digerida o muy reciente. A pesar de esta deposición hecha por
dos afamados profesores por su ciencia y por ser ambos miembros del instituto
de Francia, fui condenado a trabajos forzados a perpetuidad y enviado a la
Guayana francesa en el mes de abril de este mismo año.
¿Le fue conservado a Ud., su título al
condenarlo?
Cosa absolutamente excepcional, mi título de doctor en
medicina no me fue quitado, actualmente aún condenado, soy siempre en Francia ¨Le
docteur Bougrat¨.
¿Quién fue su defensor y que notoriedad tiene
en Francia? ¿Qué esperanza tiene Ud., de la revisión de su proceso?
Más nunca espero una revisión de mi proceso. MI abogado, Mr.
Stefni-Mart. n., que es mi amigo, no ha
temido en toda mi causa proclamar muy en alto mi inocencia, y lo ha hecho de
tal manera y con tanta energía que ha sido expulsado del foro de Marsella y se
ha establecido últimamente en Paris, no abandona mi causa y continuará luchando
hasta alcanzar el triunfo de la verdad.
¿En donde estudió Ud., sus estudios médicos
Quienes fueron sus profesores?
– Primero en la facultad de Lyon, y después e la de París. El Lyon
donde hice mis estudios hasta la guerra, mis profesores fueron principalmente
los doctores Tixier, Berard, Devic, Mouisset, Delore, Pehu. Etc. Etc.
¿Bajo el mando de que jefes militó en la
guerra? ¿En dónde fue herido?
– Hice toda la guerra, como médico de
batallón, es decir, en la línea de fuego. Fui herido seis veces y siempre fui voluntario
en las fuerzas de ataque. Esto me valió seis citaciones de honor y Francia me
recompensó con varias condecoraciones y la Cruz de la Legión de Honor. Los
principales jefes con quienes tuve el honor de servir fueron los generales
Mangim, Guilaumat, Freydemberg; y los que luego fueron Mariscales: Petain y
Franchet D´ Esperney
¿En
qué año estaba Ud., en Salónica?
– Fue en 1917 que salí para el frente de
Salónica. Estuve allí hasta junio de 1918. Fecha en la cual fui gravemente
herido en Serbia. Repatriado en Francia en agosto de ese mismo año me
encontraba todavía en el Hospital cuando la firma del armisticio.
¿Cómo
fue su evasión? ¿De qué punto se evadió? ¿Cuantos se evadieron con Ud?
– Desde mi sentencia he dicho siempre: soy
inocente, no permaneceré en el presidio, moriré o seré libre. Desde mi llegada
a San Lorenzo de Maroni (Guayana francesa) me puse a preparar mi evasión.
Estaba empleado como médico del hospital de San Lorenzo y necesité sin embargo
de cuatro meses para alistarlo todo. El 30 de agosto de 1928, me evadía del
hospital en compañía de otros dos compañeros de presidio y en la selva nos
juntamos con otros cinco
más que habíanse fugado cuatro días antes
para ultimar los preparativos, y al fin en la madrugada del 1º de setiembre nos
hicimos a la mar. Durante los cinco o seis primeros días todo marchó bien.
Después una tempestad nos arrojó a la costa, en la Guayana inglesa, haciéndonos
grandes averías. Creo necesario decir que navegábamos en una pequeña curiara indígena
de siete metros de largo por uno y treinta de ancho: Nos fue preciso quedarnos
tres días en la playa para reparar los daños. Tres días más tarde, una nueva y
más fuerte tempestad de 30 horas nos arroja una segunda vez sobre la costa en
las bocas sur del Orinoco. Allí necesitamos otros tres días de reparaciones.
Vueltos a partir el 13 de setiembre, nuestro viaje no fue sino una lucha
contínua y agotadora contra las olas embravecidas con una barca ya casi
completamente destruida y con provisiones que se agotaban. El 17 en la noche no
nos quedaba ya alimento y estábamos frente a Trinidad y como sabíamos que si
abordábamos en esa isla nos enviarían de nuevo a Guayana decidimos continuar
con riesgo de perecer, hasta que el 21 de setiembre por la madrugada absolutamente
extenuados, sin nada de comer desde cuatro días y sin beber desde treinta horas
tocamos a una playa entre Irapa y Soro.
¿A
qué debe Ud., la acogida y aprecio del pueblo de Irapa? ¿Qué curaciones hizo allá?
-Es un francés un corso establecido
en Irapa quien me reconoció a mi llegada. Irapa, sin médico desde mucho tiempo
sufría de una doble epidemia de viruelas y de tosferina, y debo creer que mis
cuidados a los muchos enfermos fueron noblemente apreciados por los habitantes
de Irapa ya que, como Ud., bien lo sabe ellos han hecho todo esfuerzo para
conservarme entre ellos.
¿Qué
proyecto tiene Ud., para el porvenir?
-Trabajar y ayudar así a mi
abogado en obtener la revisión de mi proceso; no tanto por mi sino por mi padre
y mi hija. Es esto cuanto persigo y cuanto deseo. Agrego además que esto será
la mejor manera de probar a los venezolanos que me han dispensado tan hidalga acogida,
que soy digno de los nobles esfuerzos que hacen para ayudar a rehabilitarme.
¿Qué dato, desconocido hasta ahora y de bastante interés tiene Ud., que
desee hacer conocer?
-Que le diga yo alguna cosa
nueva sobre mi asunto? Imposible. Toda mi vida fue revelada, publicada y no
creo que haya quedado detalle que pueda interesar la curiosidad de mis contemporáneos.
¿Qué desea Ud., que diga la prensa en su favor?
-Lo que yo deseo que diga la
prensa en mi favor ¡La Verdad! Bien sé que la verdad es muy difícil de
descubrir en casos como el mío, pero al menos que me atiendan a este ruego que
los que quieren continuar viendo en mi un culpable a pesar de la evidencia,
Recuerden lo que fue mi pasado… No es posible que un hombre que tenga el pasado
militar que yo tengo, sea un hombre pervertido. Que me dejen rehacer mi vida,
porque aun admitiendo un momento de locura mi pasado responde de mi porvenir, y
si soy inocente como mi abogado y muchos otros lo afirman, que no se me impida
trabajar valerosamente en mi rehabilitación repitiendo al cabo de tres años,
hechos inexactos a los que han renunciado hasta los mismos que sostenían la
acusación contra mí.
LOS PITORREOS DE MARCO TULIO.
PASATIEMPO
Es noticia ya
corriente
Entre la pícara
gente,
Una cosa singular,
Que no daña ni
encocora,
Porque advierto
desde ahora:
No es motivo de
rabiar.
El memorable tres
de los corrientes,
Con motivo de los
hidroaviones,
Aunque tanto fue
el bululú de gentes,
Un notable
episodio de bufones
Detalle resultó
sobresaliente;
Dos árbitros,
señores del buen gusto,
Sin saber dónde
aprietan los zapatos,
Ni donde leva la
existencia el gato,
Firmes y
resueltos, nada de susto,
Manifestaron al
piloto,
Vivos deseos de
volar,
En el germánico
coroto…
El musiú, receloso
de la caña,
Y aunque notose en
él, malicia o maña,
A preparar comenzó
los hidroaviones,
Incontinente los
temblores
De un frío glacial
cundió e los huesos
De los dos pobres
“gentleman” de moda,
Por eso el musiú,
en español novel
“Beber vigorona Whisky and soda”
Escribió sonriendo
en un papel.
1923
PASATIEMPO
Con dos gentiles
damas de este mundo
Elegante y social
de Cumaná
Sostuve un tema,
sobre el cual me fundo
Para decir, que no
es tan vagabundo
Quien adora a las
damas, de verdad.
Es tan grato el
rencor de una mujer,
Por la propia
dulzura que ella encierra,
Que hasta el mismo
infierno en recia guerra
Con el demonio
pelearía
Y en honor a las
damas, yo vencer
Al mismo diablo
lograría.
Con tanta
ingenuidad, una de ellas
Así me preguntó:
“Por qué ha de
usar el Disco tiranía
Promoviendo de las
damas sus querellas
¿Sin la piedad del
hombre ni de Dios?
-Tiranía! Eso nunca, señorita;
Los señores de El
Disco son amables
Con la fea y la
bonita;
Y cuando en la
sección de “Inaceptables”
Lanzar quieren su
chinita---
Son consejos, nada
más,
Advertencia de
chismes perdonables
Por tratarse del
bien de Cumaná.
192
PASATIEMPO
De esta urbe un
notorio comerciante,
Cuyo nombre me
callo por discreto,
Revelome un
secreto,
Y de manera tal,
asaz picante,
Que sin mala
intención refiero el cuento.
No habrá porque
alarmarse, mis lectores;
Es un chisme sin
dolo ni aspaviento,
Pues son viejos compinches los autores,
Y de viejos
petuches comerciantes
Se trata de Don
“Z”,
El de abdomen
crecido, altisonante,
Anchos botines,
blusa y franeleta,
Astutos
espejuelos, y sin usar tirantes,
Aguántese quien
hiera su lanceta.
Compraba este
señor en el mercado
-serían ya las
seis de la mañana-
Una sola empanada
de a centavo,
Que en presencia
de todos con cuidado
En el bolso de la
paltó guardara.
Cómo alguien con
maña preguntara:
¿A tanta prole
desayuno tanto?
“En la mesa coloco
la empanada”
-el pródigo señor
le respondió-
“luego voy con mi
esposa al desayuno,
y entre los dos, y
sin disgusto alguno
Quien agarre
primero la empanada,
Pues a ese le
tocó”.
1923
PASATIEMPO
La novedad de una
ocurrencia,
De las que no
suceden con frecuencia,
Es otro tema, de
los hebdomadarios
Que con diversos
comentarios
En ascuas tiene la
ciudad:
Uno es macabro: el
del infanticidio
Con degüello y
brutal ferocidad;
¡Horrible
infanticidio! Muy horrible
¡Sin que quepa
decirse nada más!
El otro es
Baco-joco: el suicidio
Común, de dos
buenos muchachos,
Quienes hartos del
brandy -es increíble-
Y después de un
hervido suculento,
Concibieron un
triste pensamiento:
El chiste, no muy
bueno de morir.
Y pensando en el
ojo más opaco
De la calva señora
calavera,
Su propia muerte
dieron a escribir;
Pero las gracias
del amigo Baco,
Quine no juega
chuscadas a la muerte,
Tuvieron, señores,
tan triste suerte
Que hasta el brío
probado de Aguilera
Se resintió por
vez primera.
Suscrita por
señores respetables
Doctores,
comerciantes y choferes
La
auto-invitación,
Toda la población,
Se preparó a los
misereres.
¿Quién no caer con
tales memoriales
Que la tal
rogatoria contenía,
Si hasta estaba
señalado el día,
y hora del
entierro, el cementerio?
Pero se les quebró
el serrucho,
Como quebrar se
puede a muchos
Porque los
auto-muertos comensales
Tuvieron nueva
vida en el pulguero…
1923
PASATIEMPO
De aquella la
dulce languidez divina
De los hermosos
ojos de la heroína
De este cuento sencillo,
que os voy a echar
-que la niña, de
cierto, ya lo adivina-
y del místico
anhelo con que fascina,
su perdón espero
si yo he de pecar:
Eran las cuatro en
punto de la mañana,
Conforme al anciano reloj de la iglesia,
Cuya campanada,
locuaz y traviesa
Del sueño
despierta a la neo espartana…
Salta ésta del
lecho, apresuradamente,
¿Por qué tan
inquieta? ¿Por qué tan de prisa?
Pregunta curioso
el lector imprudente;
Porque en la
ternura de un amor ferviente,
A las seis debía,
quizás en la misa
Cumplir su promesa
por el novio ausente…
Sencilla se hizo
su toilette la dama,
Y cosa muy rara,
que hasta el vigorón
Usar olvidara, la Crema de Perla,
Polisoir, y liga,
también el creyón.
Con dos amiguitas
se fue para el templo,
Cuales tres
vestales parecían ellas:
Trinidad de
ensueño, luminar de estrella
Eran sus ojos, y
de piedad ejemplo…
Ahora ya sigue,
con toda prudencia
El chisme que
digo, si no, me reviento;
Refiérolo en
verso, con toda decencia.
Por Júpiter
Tronante, que no es un invento:
Se viste la joven,
quizás distraída,
Con el traje al
revés –el caso es de pena;
Y haciendo la cosa
aún más divertida,
En vez de llevar
el bendito rosario,
De orol o de plata
se llevó una cadena…
El cura oficiante
cerró su breviario;
Por fin las amigas
después de salir,
Ya fuera del
templo pudieron reír…
Para colmo mayor
de tantos errores,
Revelar vino el
sol de aquella mañana
Ante los ojos de
los espectadores:
Ver que dos medias
de diversos colores
Mal puestas
llevaba la neo-espartana…
Aunque tales
cositas son perdonables
Siempre serian de
las inaceptables
Que El Disco
castiga, como es natural.
PASATIEMPO
Ya es cosa muy
juzgada en esta tierra,
Que aquí toda
troupe teatral fracasa,
Aunque venga del
Japón o de Pompeya,
De Himalaya, los
Alpes o Tarpeya;
Pues tenemos para
el bombo, calabaza,
Y, cataplum… cada quien para su casa.
Es pues visto que
esta tierra no es propicia
Ni para dramas,
maromas o comedias;
Si no viene
preparado con malicia
El artista aquí
encuentra su tragedia.
¿Pero cuál la
malicia debe ser?
Sin pensarlo mucho
tiempo es muy sencillo;
Dar gratis las
funciones, pues un cuartillo
Que reclame por
entrada, es para ver
Su esperanza de
bohemio perecer.
De equilibristas
la patria está repleta,
De cómicos, no se
diga, mucho más,
Abundan fieras y
payasos, el veleta
Es difícil
encontrarlo pues jamás
Probar puede el
mondongo o la chuleta…
1923
La primara poesía publicada por Humberto Guevara en “El Disco”
BAJO LAS SOMBRAS DE
LAS ÁGUILAS
Napoleón en campaña. La
Emperatriz de Francia
No por él está triste en la alcoba imperial.
El aguilucho duerme el sueño de la infancia
Aplicando sus labios al seno maternal.
Por qué la de Habsburgo depone su arrogancia
y solloza entre tanto estrépito triunfal?
Piensa en Shommbrum acaso o ve por nigromancia
Otro Luis XVII el Duque de Reishtadt?
Un
chambelán le anuncia la visita esperada;
Ella
enjuga sus lágrimas; yergue su porte
serio;
La altivez de la raza refulge en su mirada.
Y penetran solemnes: Soult, Masena, Moncey…
Los viejos Mariscales, las
glorias del imperio,
con un beso del Cesar para el pequeño Rey.
Humberto en los pitorreos
Versos Perversos
Como Don Marcos el Redactor en Jefe
Es en la urbanidad exagerado
Se opone a que el más tonto mequetrefe
Resulte pellizcado
En su bisemanario versallezco
Por consiguiente, yo que a nadie pesco
Exento de pecado
Me veré precisado
A escribir laudatoria croniquillas
Tan prendadas están de su hermosura
Que habría muchas ninfas lacrimosas
A ser verídica mi conjetura
Ese gran escritor cree su figura
Un poquito más bella que sus prosas
Lo que no perdono es que prohíba
La colaboración que le he mandado
Y por esta razón no se exhiba
Lo que al lector tal vez le habría gustado
En desagravio de lo cual produzco
Un par de estrofas (que según deduzco)
Escribió algún poeta rencoroso
Que en los últimos días
Por hablar tonterías
Padeció un lanzamiento ignominioso
He aquí los versitos en cuestión
Marco Tulio no escribe Qué tendrá Marco Tulio
Defraudado en su empresa como el
pequeño Julio
Acaso no le importa ser algún día escritor
Marco tuvo una chara hoy es dueño de imprenta
E ignora a ciencia cierta los deseos que sustenta
Y pasa de lo bueno para todo deudor
Frisa con los 40 y tiene algunos reales
y vestido de gala se le cree un señorón
Marco Tulio consigue Marco Tulio no siente
Marco Tulio si fuera algún día presidente
Sería el hombre más godo de esta población
2.
A pesar de la hostil filosofía
De ciertos consabidos señorones.
(que guardan su cerebro en su
alcancía)
´EL DISCO¨ cuenta ya cinco ediciones
Precisamente, antier, dos candidatos,
Tenidos por prudentes,
No fueron muy decentes
Al decir que no eran literatos
Para inscribirse como suscritores.
¡Bien sospechaba yo dos mentecatos
a los tales señores!
Alguien opina que no es bueno, el título,
cayendo de tal modo en el ridículo;
pues lo que hace a un periódico importante
no es el que ostente un nombre rimbombante,
sino que inserte siempre un buen artículo.
Otros censuran que los Directores
Por vanidad, por miedo o por descuido,
No aparecen con nombres y apellidos
Para satisfacer a los lectores
¿No es en verdad el público travieso,
cuando cualquier macaco,
sabe muy bien que los que están es eso
son el Dr. Rodríguez Valdivieso
y el señor MaroTulio Badaracco?
En fin, inconvenientes de esa clase
no harán que este periódico fracase
en su intención de circular a diario:
y veremos a mucho indiferente
Ir a la redacción, humildemente,
a suplicar un suelto estrafalario
para que en otra parte lo crean gente.
Humberto en la anécdota.
Cumaná es una ciudad de hermosos ritos. Unos han sido
olvidados, otros existen y otros se van creando con el devenir. Uno de estos
ritos extinguidos, lo constituía la ronda en la Plaza Bolívar. Todas las
tardes, y especialmente los domingos, durante la retreta, los caballeros y las
damas iban a dar vueltas a la Plaza Bolívar. En un hermoso ritual, las damas
daban vuelas a la izquierda y los caballeros a la derecha. Allí se producía,
bajo la intensidad de las miradas, la discreción de los gestos, la velocidad de
los pasos, toda la trama de la amistad y
el amor. La Plaza Bolívar era el lugar de cita de los conocidos y enamorados.
Se lucían entonces, las mejores galas, se escuchaban los más dulces y audaces
piropos; se observaba el candor de las niñas, la coquetería de la mujer, la
galantería del caballero; el rubor y la sonrisa conquistadora, la señal
invisible para la cita; el beso disimulado pero apasionado, el beso imposible
del enamorado desconocido o burlado; el adiós del que no tiene esperanza y la
alegría del triunfador. Nuestra Plaza
Bolívar era algo más que un santuario patriota, era el corazón abierto de la
ciudad.
Durante el
día servía de tribuna para la charla filosófica, para el encuentro de los
intelectuales, para las transacciones mercantiles, para la discusión política y tantas otras
cosas importantes en la vida de nuestro
pueblo. Precisamente en este marco viene el recuerdo del poeta Humberto
Guevara. Este extraordinario cumanés, escritor de fina ironía, que firmaba con
famosos seudónimos, como “Barón de Escarpia, Satán, Héctor Galán”, tema siempre
de acaloradas discusiones, escribió
páginas hermosas de elevado numen en el periodismo de nuestra ciudad, por lo
cual saboreó el almíbar y los laureles
de la gloria.
Este
intelectual de vasta cultura, agudo ingenio, de pluma penetrante como estilete, de repentismos oportunos, de
métrica intachable, se encontró, cierto día,
con sus amigos Marcel Patrolín, francés que adoptó nuestra nacionalidad
e idiosincrasia, Humberto Dáscoli, malogrado hermano del ilustre senador cumanés
Dr. Carlos Dáscoli; don Arturo Torres, don Luis Salvador Bruzual y don
Francisco Pérez, que charlaban con el
Dr. Pierre Bougrat, famoso escapista de la colonia penitenciaria francesa, el
temible penal de “Cayena”. Bougrat venía
precedido de fama mundial, era un sabio médico, cuyo caso ha sido comparado con el del Capitán Dreyfus.
Cumaná lo acogió con simpatía y casó en Margarita con una cumanesa de nuestra
parentela.
Humberto se
acercó a los contertulios; fue recibido alegremente, y después de los saludos
de rigor, lo presentaron con el eminente galeno. Como era costumbre continuaron la misma
conversación que mantenían; Humberto, informado debidamente, se integró al
grupo. Hablaban de París. Del París de Bougrat, que muy bien conocían Marcel Patrolín
y Humberto Dáscoli. El poeta los escuchaba embelesado, y de repente comenzó a
hablar de París en perfecto francés. ¡De la antigua Lutecia!.., de su historia,
de los poetas, pintores, políticos; de las callejas: Montparnasse, el barrio
latino, Montmartre, los Campos Elíseos, el Gran Boulevard, los bosques de
Bolonia, El Sena, La Isla de San Luis,
el Louvre, los ventorrillos del
Sagrado Corazón, el Lido, el Molino Rojo; también habló de Víctor Hugo, Dumas,
Zolá, Balzac, Baudelaire, Valery, Ezrra Paund, Monet, Renoir, Cezanne,
Dominique Ingres, Francois Boucher, Delacroix, Corot, etc. y decía: “En la
calle del Pavo Real, había un café con
una trastienda a la cual no se
permitía el paso sino a los personajes más importantes de la Revolución, y cuando la Revolución
estaba amenazada por todas partes, se
produjo una reunión entre Dantón,
Robespierre, y Marat. Al parecer,
alguien escuchó tras la puerta, parte de la acalorada discusión. Robespierre
decía, que los enemigos de la
Revolución se encontraban dentro de
Francia, y argumentaba, elocuentemente, con nombres y señales; Dantón,
aprovechó un paréntesis para
recriminarlo y argumentar, que los
enemigos de la Revolución estaban en el
exterior, que en ese instante se organizaban una coalición contra Francia,
apadrinada por Inglaterra y Prusia. Y, entonces Marat, se levantó colérico, y
dijo: Los enemigos de la Revolución se
encuentran en los cafés de Paris. En el café Choiseul, se reúnen los jacobinos;
en el café Pantín se reúnen los realistas, en el Rende Vouz, se complota contra
la Guardia; en el Teatro se defiende a Voltaire y en la Rotonda están contra
todos. Allí sé está minando la Revolución.
Horas
después se despidió Humberto Guevara, se alejó con su paso imperial, su flor
roja en el ojal, su sombrero diplomático,
y su inigualable sonrisa.
Entonces,
Bougrat se dirigió a Marcel, y le preguntó:
¿Cuánto tiempo vivió ese señor en Paris?
¡Nunca! –fue la lacónica respuesta.
¡Ese hombre conoce a París mejor que yo!- observó
Bougrat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario