RAMÓN BADARACCO
FRAY
BARTOLOMÉ
DE LAS CASAS
CUMANÁ 1997
Autor:
Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma
Ramón Badaracco
Título de
la obra: FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
Diseño de
la cubierta R. B.
Ilustración
de la cubierta R. B.
Depósito
legal
Impreso en
Cumaná
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academia.sucre@gmail.com
Cel.
0416-8114374
BARTOLOME DE LAS CASAS
En aquesta sazón que voy diciendo,
Hubo por estas partes y regiones
Un clérigo bendito, reverendo,
Testigo de muy grandes sinrazones;
A quien Dios levantó, según entiendo,
Por favorecedor de estas naciones;
Bartolomé Casaus se decía,
Padre desta moderna monarquía;
Cuyo nombre merece ser eterno
Y no cubrirse con oscuro velo,
Pues procuró de dar tan buen gobierno
A los conquistadores de este suelo,
Que sacó muchas almas del infierno
A
la contemplación del alto cielo.
Aqueste
pareció tal cual lo pinto
Ante
la majestad de Carlos Quinto.
………………………………………..
El fue quien descubrió la gran solapa
De
males hechos en aquesta gente
Defensa
fuerte, protector y capa
De
los bárbaros indios de Occidente;
Siendo
después obispo de Chiapa,
Acabó
su carrera santamente;
Y
en indias el protervo y el sencillo
Tienen
justa razón en bendecillo.
JUAN DE CASTELLANOS. (35)
PERFIL
BIOGRAFICO DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
Este bienhechor de la humanidad nació en Sevilla
el 11 de setiembre de 1484 (fecha probable), del matrimonio de Don Pedro de Las Casas y de Doña Isabel Sosa,
ambos de ascendencia judía. Tenía 8 años cuando los Reyes Católicos liberan
Granada, unifican el imperio y expulsan a los judíos. La familia de Bartolomé
no sufrió los rigores de la diáspora porque sus padres se habían convertido al
cristianismo muchos años antes de estos acontecimientos. Sus estudios
correspondientes a la primaria los hizo en
la escuela de la
Catedral de San Miguel
y el bachillerato o latín en la
academia, ambos en Sevilla. Escribió varias obras, que aun son herméticas, y
que son imprescindibles para una mejor comprensión de su tiempo: La Destrucción de las
Indias”, publicada en 1552; “Historia de las Indias” que vino a publicarse en
1875; “Apologética - Historia de las Indias” que viene a publicarse en 1909;
“De Único Vocationis Modo” el último en publicarse en 1975.
Al parecer, el padre de Bartolomé, acompañó a
Colón en su segundo viaje al Continente Americano y económicamente le fue bien,
o simplemente su carácter aventurero le señaló ese camino, por eso lo
encontramos con su hijo en la expedición, que parte de Sevilla, bajo el mando
de Francisco de Bobadilla, el 13 de febrero de 1502 y llega a Santo Domingo el
15 de abril de ese mismo año.
En esa época los colonizadores españoles en las
islas caribeñas, sometían a los indios por la fuerza; la conquista se convierte
en una guerra a muerte, sobre todo desde que se descubren las minas de oro en
Santo Domingo. Bartolomé es un joven “con mucho futuro” y Ponce de León, le asigna
un repartimiento en Concepción de la
Vega ; entre tanto Ovando persigue, somete y sacrifica a los
indígenas, y muy a su pesar Bartolomé participa en esos crueles sucesos. En
1506 Las Casas viaja a Roma, recibe allí, las órdenes Mayores, regresa a Santo
Domingo, investido de sacerdote, y se
establece en la provincia de Cibao.
Ovando es destituido por su salvajismo y Diego
Colon, hijo del Almirante Cristóbal Colón, es designado Virrey de las tierras
descubiertas en el Nuevo Mundo.
En 1510 llega a Santo Domingo la Orden Dominica
con Pedro de Córdoba a la cabeza. Se percatan de la guerra injustificada que
imponen a los colonizadores a los indígenas y se baten contra ellos desde el
púlpito. La predica de los dominicos se esparce como pólvora encendida y
Bartolomé se acerca a ellos, conoce a Pedro de Córdoba, a Montesinos, Berlanga,
etc. y
los escucha, ellos le hablan de su propia fe.
Sin embargo
Bartolomé continúa su mismo derrotero, se une a la expedición que va a la isla
de Cuba, con el cargo de Capellán, bajo el mando de Diego Velásquez de Cuellar. Participa en
actos de insólita crueldad como la matanza de Canoabo, donde asesinan toda una
tribu y a la princesa Anacaona. Este episodio lo llena de espanto y es una de
las páginas más angustiosas que le toca escribir. A finales de 1512, renuncia a todos sus
privilegios, devuelve sus esclavos e inicia su apostolado en el pueblo de
Trinidad, fundado por Velásquez, donde
predica a los soldados, asqueado de aquella política implacable, de la que
participaba, contra un pueblo
indefenso.
Bartolomé, que ya conocía a Pedro de Córdoba, se
traslada a la isla y ciudad de Santo Domingo,
y llega, precisamente, el día en que el dominico sale con una expedición
para Tierra Firme, en continuación
de su proyecto pacifista. Sin embargo,
Dios está de su lado, la expedición tiene que volver a tierra como hemos dicho
antes, y Bartolomé tiene la satisfacción de entrevistarse con Pedro y narrarle,
con lujo de detalles, buena parte de su
vida, sus reflexiones y su determinación de dedicar todas sus fuerzas a la
defensa y protección de los indígenas.
En 1515, a los 31 años, Bartolomé se va a España con Antonio de
Montesinos y mediante la intersección del Arzobispo de Sevilla y fray Tomás de
Matienzo, se entrevista con Fernando el
Católico, el 23 de diciembre de ese año, un mes antes de la muerte del Monarca,
por lo cual sus esperanzas y su diligencia resultaron de poco provecho.
Pero de mucho deben haber valido los trabajos y las denuncias de estos espíritus elevados, porque quedó en la Regencia del Imperio, el
Cardenal Cisneros, que lo primero que hizo fue destituir a Fonseca y a Lope Conchillos, e incauta los tesoros de la Casa de la Contratación de
Sevilla, de donde se mantenían los pillos; y nombra una comisión para que estudie las propuestas de Las Casas,
contenidas en un largo memorial,
presentado a los cardenales Adriano y Cisneros, en marzo de 1516.
EL
MEMORIAL DE LAS CASAS
Las
Casas propuso dos clases de remedio, unos generales para todas las
colonias; y otros para algunas colonias
en particular. Vamos a ver solo una síntesis de los generales de donde se verá
toda su doctrina y su empresa.
Generales:
1.- que se ordene suspender el régimen de
encomiendas que se aplica en las colonias.-
2.- Que se
mande constituir a los indios en comunidades en las cuales convivan indios y
españoles y trabajen por igual, tanto en el campo como en las minas, se pague
el quinto real y se repartan el producto en
provecho de todos.
3.- Que se
mande ir a cada villa o ciudad, 40
labradores según la disposición de cada lugar, con sus mujeres e hijos de
cuantos en estos reinos hay sobrados, y
que den a cada uno 5 indios con sus
mujeres e hijos, para que sean compañeros de trabajo.
4.- Que se mande pregonar estas medidas y se llame
a los indios para que trabajen en paz con los españoles.
5.- Que mande a poner en cada villa un sacerdote,
celoso de Dios, que cuide de los indios
e imponga justicia sin restricciones de ninguna índole.
6.- Que no
se envíen otras autoridades que puedan alterar el orden establecido por ese único juez.
7.- Que no
se nombren para ejercer de jueces a ninguno de los que hasta ahora a tenido que
ver con la justicia en las islas.
8.- Que
ninguno de los de Castilla tenga nada que ver con los indios de las islas.
9.- Que
se deroguen las leyes promulgadas por cuanto no se tomó el parecer de los que
viven en las indias, sin embargo las últimas cuatro leyes que los
favorecen que son justas y santas, las
mande guardar.
10.- Que
las penas de los peones que echan los españoles por sus delitos, que suelen
pagar los indios, que no las echen, y que si las echaren sean los peones españoles a quien se lo paguen los tales delincuentes.
11.- Que
su alteza no tenga indios señalados ni por señalar e las comunidades ni parte alguna, porque no
haya ocasión de corromperse, porque alegando muchos el servicio de su Alteza,
en ello tienen excusa para forzar el trabajo de los indios, y con ello su
muerte segura.
12.- Que
no sea admitido clérigo sino fuere letrado, para enseñanza de los indios; y que
no se mande nunca uno solo sino dos, para ver de confesarse y no dar misas en
pecado.
13.- Que
no se permita sacar indios de un sitio para enviarlos a otro bajo ningún
pretexto, sino que los de cada isla estén en ella para su mejor protección.
14,- Que
mande a publicar las obras del Dr. Palacios Rubio y el maestro Matías de Paz, para que se sepa
como los indios son hombres libres y han de ser tratados como libres. (36)
De este memorial podemos deducir la calidad humana
de Bartolomé de Las Casas, y comprender mejor su lucha por la libertad de los
indígenas americanos. Son varios los memoriales que envía Las Casas a Cisneros
en 1516, de ese mismo tenor, después de la muerte de Fernando el Católico; y en
1518 se los envía también al Emperador
Carlos V, a quien le dice: “Ha ya dos años y medio que ando en esta corte” y más adelante le
dice “Ha diez y seis años que en
aquellas tierras estoy”, lo que confirma paso a paso nuestra investigación.
En 1519 Las Casas propone al Canciller, la
capitulación de la Tierra
Firme , que es un documento fundamental, para entender la obra
del Protector de los Indios.
De la capitulación, por ser un texto muy largo,
hemos resumido algunos aspectos:
En la introducción dice Las Casas “Lo primero que supliqué
a vuesa Señoría, que se considere, el otorgamiento de mil leguas de tierras, que por ellas daría cincuenta mil
ducados de renta a los tres años, a los
seis años daría cien mil, etc.; y me comprometía a hacer diez pueblos de cristianos. El Consejo de Indias redujo
las mil leguas a 600 y trastornó todo el planteamiento.
Otras consideraciones de Las Casas dentro del
texto:
1.- que en las tierras que se le señalaron no hay
oro, sino en las provincias del Cenú y Santa Marta, que no entran en su jurisdicción;
2.- que se
le negó la costa de las perlas que esta en Paria, con lo cual estuvo conforme,
pese al daño que sufría el negocio;
3.- que los
cristianos que llevará a Tierra
Firme, deben ser hidalgos caballeros y
personas de merecimiento, que van a trabajar en comunas y poner los gastos de su propio peculio, y
van a sacrificar sus vidas por amor de Cristo.
4.- que es necesario que los frailes dominicos y
franciscanos, le ayuden con lo que tenga
que llevar y por hacer, con los indios de su cargo, porque tienen mucho crédito
(esta es una de las muchas razones que tuvo Bartolomé para venir a Cumaná), por
lo cual “le conviene ir a desembarcar
allí, porque toda la otra gente de la otra tierra está muy alterada e muy
dañada de los escándalos que los cristianos han puesto, e desde allí de la dicha Paria, tengo de comenzar a hacer las paces con toda otra gente”.
5.- que se
le otorgue la provincia del Cenú, donde había oro, y que se le dio a Lope de
Sosa, y el cual a su modo de ver era incompetente para manejarla “E querer
poner esta provincia del Cenú en aquella
aventura de perderse, estorbarme a mi
que ya no la remedie e la gane para su alteza, paréceme que de ninguna
manera se debía de consentir”. (37)
SINTESIS
DE LA PROPUESTA DE
LAS CASAS
1.- que se
me otorgue la provincia del Cenú entre las tierras que se me señalen, que con
ello remediaré lo de las gentes que vengan conmigo; que para el caso de que no
se me otorgue la provincia, que se parta y se me den 20 o 30 leguas por la
costa de la mar, e que se le prohíba escandalizar entre los indios.
2.- que los
límites sean desde el río Dulce, que está arriba de Paria hacia el Oriente,
porque entren los religiosos que allí están, e yo me vaya a desembarcar allí,
porque ellos lo desean tanto como yo, e
con ellos y con los religiosos que tengo que llevar tengo de hacer mucho mas que con todos los seglares.
3.- Si no
se me concede la provincia del Cenú, mande quitar los 50 mil ducados y los diez
pueblos que había de hacer. Pero termina diciendo: “De todas maneras “soy contento que se quite o
ponga o modere, como más e mejor al servicio de Dios e de S. M. pareciere”
(38).
Leyendo
estos documentos se conoce mejor a
Bartolomé de Las Casas, que de todas las cosas que se ha dicho o se puedan
decir de él.
El 16 de setiembre de 1516 el Cardenal Cisneros,
regente del Imperio, nombra a Las Casas
“Procurador de los Indios”, en el Nuevo Mundo, lo inicia una lucha
palaciega entre la poderosa Orden de Los Jerónimos y Las Casas.
El Clérigo vuelve a Santo Domingo con su empresa y
no puede hacer nada con los Jerónimos, pues estos tienen un criterio distinto y
apoyan a los colonizadores con los cuales tienen jugosos negocios. El comercio de esclavos se acrecienta, las
entradas y “rescates” de tratantes como
Juan Bono, Ojeda, etc., en tierras prohibidas, inclusive en Cumaná,
Maracapana y Chiribichí, santuario de
Pedro de Córdoba.
En abril de 1517, llega el Supervisor Don Alonso Zuazo. Las Casas somete estos
crímenes a su autoridad, y los dominicos presentan un memorial, redactado por
fray Bernardo de Santo Domingo, en el cual se hace relación de todas las
expediciones esclavistas; enumera los crímenes contra los indígenas de la forma
más cruda, las violaciones a las Leyes,
la falta de los jueces en juzgar a los delincuentes y la culpabilidad de los jerónimos, directa e
indirectamente.
Ante la poca efectividad de la justicia en Santo
Domingo, Las Casas vuelve a España y a la Corte, con cartas de los dominicos;
pero los Jerónimos se le habían adelantado, logrando socavar la fe y la voluntad de Cisneros mediante probanzas
levantadas en las islas contra Las
Casas, que es destituido; sin embargo Las Casas logra entrevistarlo antes
de su muerte acaecida el 8 de noviembre
de 1517. Se traslada a Valladolid, para recibir al joven monarca, Carlos V de España y I de Alemania, que llega el 13 de
noviembre de ese mismo año. Bartolomé
obtuvo audiencia del Consejo de Indias,
leyó un memorial el 11 de diciembre de 1517, en el informaba e imponía de todas sus observaciones,
peticiones y proposiciones sobre las provincias del Nuevo Mundo. El memorial fue rechazado, pero al parecer
este percance era parte de su plan, para llegar directamente el Monarca.
Los picardos tienen contacto con Guillermo de
Croy, conocido como el Alter Rex, al
cual le hacen ver lo importante que puede ser que Bartolomé se entreviste con
el Rey, porque se conocía que la corte
del Carlos V no se llevaba muy bien con los españoles. Por allí fue la sagacidad de Las Casas, el memorial
que presenta ante Carlos V es a favor del reino y contra la codicia de los
españoles de indias. Pronto se vio el ascenso de Las Casas, de burlado pasó a
burlador, los asuntos de los españoles de indias no prosperaban se les volteó
la brújula.
Interviene en varios negocios que perjudicaban a
la Corona y los resuelve sabiamente, y ello le vale otro ascenso. Sin embargo, empinado como estaba cometió el error de su vida, le dio el visto bueno a la trata de esclavos
negros, cuando fue consultado sobre este delicado asunto, inducido por su amor a los indios o llevado
por la cultura esclavista de la época, error inexcusable para quien entregó su
vida por la libertad y dignidad de los indios.
A principios de 1519 Las Casas recibió carta de
Pedro de Córdoba denunciado a los jerónimos de horrendos crímenes por omisión,
a la vez que relata las incursiones de los esclavistas en los pueblos fundados
por él y los franciscanos en la costa de las perlas; también le dice que trate
de obtener una concesión de 100 leguas o más en esta costa, incluida Cumaná
donde españoles no entren.
Las Casas
recibió una braza que le quemaba el cuerpo y el alma, por ello se enfrenta
al poderoso obispo Fonseca y después de
muchos meses de enfrentamiento en las cortes y consejos reales, logra vencerlo
por la intermediación del Cardenal Adriano, que aboga por la conquista pacifica
y evangélica de la tierra firme, según predicaban Pedro de Córdoba y Las Casas; y Carlos I
firma la Capitulación
de La Coruña
el 15 de mayo de 1520, mediante la cual
se le conceden a Las Casas 260 leguas de tierras en la región del río de Cumaná,
entre Paria y Santa Marta para el servicio de dominicos y franciscanos,
con énfasis en que en esas tierras no habrá encomiendas, encomenderos ni otros tipo
de intervenciones; ni entrarán conquistadores o colonos sin la autorización de
Las Casas.
En diciembre de ese año parte su expedición con
rumbo a la isla de Borinquen desde el puerto de
Sanlúcar de Barrameda, lo acompañan 120 colonos y un grupo de frailes
entre los cuales estaba el infatigable fray Vicent. La expedición llegó al
puerto de San Germán en la isla de Puerto Rico.
En La
Historia de Las Indias, encontramos este pasaje: “Tornando a
nuestro negocio del Clérigo, diéronle
luego dos navíos en esta ciudad y puerto de Santo Domingo, ambos bien amarinerados y cargados de vinos, aceite
y vinagre, y mucha cantidad de quesos de
las Canarias y muchas otras cosas
y municiones, y licencia para tomar en la isla de la Mona , mil y cien cargas de
pan casabi de lo que el Rey allí tenía…”
(39)
LAS CASAS
EN CUMANA
Las Casas desembarca a fines julio o principios de agosto de 1521 en el
puerto del río Cumaná, Puerto de Las Perlas, donde tenían, hacía más de 6 años,
los franciscos tenían una misión y un monasterio; ubicados a la distancia
de un tiro de ballesta desde la orilla
del mar, en aquella costa virgen más conocida por el nombre de “Costa de las Perlas” como gustaba llamarla
al mismo fraile Las Casas. El es el
primero que les da este nombre, al parecer para inflamar la codicia de los
flamencos de Carlos I.
En esa época ese nombre se reducía a las costas
cercanas a la isla de Cubagua y Cumaná, y tal vez las 15 leguas de que habla
Gonzalo de Ocampo, pero poco tiempo después, con ese mismo nombre, se conoce
toda la costa que va desde Paria hasta el Golfo de Venezuela. La Corona se había reservado
este extenso territorio desde la disputa con el Almirante Cristóbal Colón y
ahora se la entregaba al más apropiado después de Pedro de Córdoba, Bartolomé
de Las Casas.
Cuando surge Las Casas, toda la costa de las
perlas está convulsionada y Gonzalo de Ocampo la sometía a sangre y fuego.
Había comenzado a formar un pueblo media legua del río Cumaná arriba entrando
por la desembocadura principal al que llamó Villa de Toledo. Girolano Benzzoni,
el notable autor de Historia del Nuevo Mundo, publicado en 1565, que estuvo en
Cumaná en 1541, lo corrobora, dice que Gonzalo de Ocampo “Mandó a construir 25
casas a orillas del río y llamó este pueblo Villa de Toledo”, (40) también
puede observarse en el mapa de 1601, que reproducimos en esta obra. Noten que dice a “a orillas del río”, debe
entenderse y él estuvo aquí, en la orilla del río Cumaná, media legua del río
arriba como lo dice Las Casas, a buen entendedor pocas palabras bastan. Muchos
cronistas inclusive cumaneses, ubican la Villa de Toledo, en diferentes sitios.
Todo hace pensar que Las Casas se encuentra con
Ocampo en esta Villa de Toledo, sin embargo hay razones fundadas para creer que
Las Casas esperó a Gonzalo de Ocampo en Puerto Rico; así se desprende de una
carta firmada por Antonio de Gama, a S. M. que lo dice: “En 8 del presente
llegó a San Germán una armada que el Almirante (Diego Colón) y jueces envían a Paria a castigar los que mataron los frailes.
Bartolomé de Las Casas, capellán de V. M., llegó en este medio tiempo, con el
despacho para poblar dicha provincia y sus comarcas. Háyase muy confuso. San
Juan, 15 de febrero de 1521” .
(41)
La armada de Ocampo, que fue autorizada por la Real Audiencia de
Santo Domingo el 14 noviembre de
1520, llegó al Puerto de San Germán el
8 de febrero de 1521, en el mismo mes que lo hace la expedición de Las Casas,
que partió de Sanlúcar en diciembre de 1520. Una barco de aquellos tiempos,
tardaba desde cualquier puerto de España, hasta Puerto Rico, Santo Domingo o
Cuba, un promedio de 40 días, y por lo
tanto, si la expedición de Ocampo, llegó
al puerto de San Germán el 8 de febrero, si es posible el encuentro de Las Casas y Ocampo en ese
puerto, como afirman muchos historiadores y cronistas; y luego de la
entrevista, Ocampo partió hacia el
pueblo de Maracapana para iniciar su campaña de terror.
Las Casas
es recibido en Nueva Córdoba por
los franciscanos el 15 de agosto de 1521, con muestras de alegría, cantando el
“Te Deum Laudamus”: “Benedictus qui venit in domine Domine”, según texto del
mismo Las Casas, en el cual agrega: “Tenían una casa y monasterio de madera y
paja y una muy buena huerta adonde había naranjos de maravillosas naranjas (un
naranjo tarda seis o siete años en
producir frutos) y un pedazo de viña y hortalizas y melones muy finos y otras
cosas agradables; todo esto habían puesto
y edificado los religiosos de la misma orden que fueron al principio,
cuando el padre Pedro de Córdoba con sus dominicos como en el Capitulo 54 de la parte II, queda declarado. Estaba esta
casa y esta huerta a un tiro de
ballesta de la costa del mar, junto a la
ribera del río que llama Cumaná, de donde aquella tierra se nombra Cumaná”.
(42)
Este texto no tiene desperdicio, confirma en todo
lo que hemos venido exponiendo. En la desembocadura del río Cumaná por el Golfo
de Cariaco, donde ya existía “Puerto de Las Perlas”, en el sitio llamado
Los Cerritos, encontró Bartolomé de Las Casas la misión de los Franciscanos que
trajo Pedro de Córdoba, hacia 6 o 7 años, o sea entre 1513 y 1514; tenían una
casa grande y un monasterio, y por supuesto ese monasterio no solo era para
holgar los frailes sino que servían a una comunidad heterogénea, que dio
comienzo a la primera ciudad fundada por españoles en América.
El detalle de los naranjos que tardaban en
producir frutos, 6 o 7 años –por supuesto,
en aquellos tiempos- es muy
significativo para el cálculo de la
fecha de los primeros asentamientos.
Bartolomé
de Las Casas se asienta cerca de la misión, construye una casa grande, el dice
como una “atarazana”, es decir, un galpón de dos aguas de barro y paja -bahareque- con techos de caña –lata-, amarrada con bejuco –mamure- y
hojas de palmera –carata, moriche, etc-,
que usaban los indios para construir
sus bohíos o churuatas. Construcciones livianas y antisísmicas, que muy
pronto los españoles aprendieron a construir y mejorar.
Todo marchaba, pese a las circunstancias, en las
misiones dominicas y franciscanas de Cumaná y Chiribichí (Chiribiche para Pedro
de Córdoba); la iglesia y la escuela, funcionaban como puede comprobarse
cronológicamente en las Cédulas Reales despachadas para atenderlas. En 1516
envían misioneros de refuerzo, desde España; y en 1519 envían 20 misioneros más
para Cumaná, la diócesis era prácticamente un hecho; también mandan ornamentos para cinco iglesias, y se
proveían zapatos, camisas y mantas para los estudiantes; con todo ello crecía y
fortalecía el asentamiento. En 1516 ordenan que se les pague salarios y en 1519 se nombra el obispo de Paria con sede en
Cumaná, porque aun Nueva Cádiz no era ni siquiera pueblo y se ordenan
ornamentos para las cinco iglesias de la diócesis; en 1523 se nombra veedor de
rescates y veedor de la armada “como solían”;
de ese mismo año son las cédulas de Castellón, y hasta 1591 hay cédulas
para el convento de la
Nueva Córdoba y las iglesias de Cumaná, porque los dos
pueblos crecieron juntos hasta que se fundieron en uno solo, la Cumaná de Diego Fernández
de Serpa de 1569; todo esta probado,
todo ello consta con sello real, es
indubitable. A los que no lo entienden les queda el derecho de pataleo y el
sofisma, muy bueno para lograr esquivar los hechos y las escrituras. Las relaciones entre las dos culturas
funcionaba, los jefes de familias enviaron a sus hijos a la escuela y aprendían
la religión católica. Los indios también enseñaron a los españoles muchas cosas
del Nuevo Mundo: fabricar casabe, que fue un elemento indispensable para
expedicionar, y la arepa, el mejor pan
americano; les enseñaron su idioma, el uso de sus armas, la caza y la pesca,
los frutos, las platas comestibles, la fabricación de los utensilios
para el hogar, y sobre todo las plantas medicinales. Ellos entre tanto
aprendieron a vestirse, calzarse, comer
alimentos europeos, la religión, y pese a que eran buenos constructores de
barcos, aprendieron las técnicas europeas, que eran más avanzadas.
Las Casas no llegó solo a la misión, sino con
muchos colonos y protección militar bajo
el mando de Soto, decidido a conquistar Tierra Firme; y con bastante poder,
como puede colegirse del trabajo que adelantó en el tiempo que estuvo en Cumaná, ya que no solo
construyó su casa sino que emprendió o continuó la construcción del fuerte de Santa Cruz de la Vista , en la boca del río
Cumaná, con bloques de piedra, de las
canteras explotadas en Araya. Debemos meditar sobre el trabajo que ello
significó, aunque Las Casas no lo comenta.
El y mucha gente trabajaron en
ese proyecto, a menos que fuese mandado
por el Rey directamente, lo que
resultaría muy raro, ya que estaba comprometido a hacerlo. Las canteras, al
parecer, estaban en producción desde 1504. La explotación de las canteras de
Araya ya eran viejas cuando llegó Las Casas a Cumaná; y así, sin magia, podemos
entender, porque algunos historiadores
obvian estos detalles, sobre la construcción
del fuerte; una mole de piedra como aparece en el dibujo de Castellón,
en la boca del río, cuyo propósito
principal era proteger al pueblo de
Cumaná y al de la Nueva Cádiz , cuyo poder
aumentaba en forma vertiginosa, y
competía ventajosamente con el pueblo de
Pedro de Córdoba, unido a los franciscanos de Garceto, que se quedaron en
Cumaná y que siempre estuvieron bajo su mando.
Siempre fue
importante el fuerte, para
proteger a los negociantes de Nueva
Cádiz, que venían en busca de sal y el preciado líquido, entre ellos Castellón,
sin el cual Cubagua se moría porque es una tierra yerma, y el agua de Cumaná
era de muy buena calidad; no creo, como
afirman algunos historiadores, que los de Cubagua se opusieron a la
construcción del fuerte, porque ellos eran los beneficiados, y fue un
comerciante de la Nueva
Cádiz , Jácome Castellón, quien lo concluye y se lleva todo el
mérito. El padre Álvaro Huerga, en su obra citada, refiriéndose a Las Casas,
nos dice: “No logró poner el ramo en lo alto de la torre”, es decir no pudo
terminarla, y da a entender que la inició y casi la concluyó, y agrega: “A poco
de llegar esperanzado y esforzado, la fortuna le volvió la espalda, todo le
rodaba mal, por culpa de los perleros y
rescatadores; iba y venía, no daba paz a
los pies y a la pluma, reclamaba a unos y a otros, con las reales cédulas en las manos. Pero nadie le hacía caso. Decidió ir a Santo
Domingo en busca del respaldo de los representantes de la Corona , y dejó como
lugarteniente a Francisco de Soto, al mando de su empresa. Y estando aun en
Cubagua, atareado en buscar apoyo, los indios arrasaron la atarazana del
clérigo y el convento de los franciscanos: en una canoa que tenían en el estero de la huerta huyeron los
religiosos, a excepción de uno, fray Dionisio, que los indios mataron a
macanazos; Francisco de Soto, herido por una flecha envenenada, muere también”
(43).
El Padre Huerga, como buen español, se burla del
fracaso de Las Casas, y lo refiere a sus críticos: López de Gómara y Fernández
de Oviedo, que también se burlaron de él, por las mismas razones nacionalistas;
pero de la obra de la que no pueden hacer sorna, y es la más grande que
cronista alguno ha dejado; de ese castillo para la investigación, no dicen nada
los críticos de Las Casas; la obra
monumental que escribe, y que es el
estudio pormenorizado de las naciones indígenas, testimonio que legó a la
humanidad, porque no solo se ocupó de historiar la crueldad de los españoles en
la conquista, sino que se ocupó de toda
la cultura indígena con la minuciosidad que solo un sabio inspirado como él
podía penetrar. En cualquiera de los
tomos de sus Opúsculos, Cartas y memoriales; en La Historia de las Indias;
sus estudios sobre la
Isla Española , México,
la provincia de Paria: sus animales,
hierbas y plantas; sus
habitantes, su gobierno, alimentación,
trabajos y cultivos, etc. Sus obras son hoy en día imprescindibles para
entender y estudiar la etnohistoria americana.
Las Casas, después de sus luchas en Cumaná, triste y endeudado, va a Santo
Domingo y se recoge en el convento de sus amigos los Dominicos, viste su hábito y permanece con ellos hasta 1526, cuando se traslada a Puerto de
Plata, en la misma isla, donde construye
una iglesia e inicia la escritura de su obra la “Historia de las Indias”.
Muere Pedro de Córdoba en mayo de 1525, víspera de santa Catherina, y lo sucede
en el mando su compañero de siempre fray
Tomás de Berlanga, que obtuvo en 1530 la autonomía de la Orden en el Nuevo Mundo, con
todos los conventos fundados por ellos en las islas y en la tierra firme.
Domingo de
Betanzos en México, en un convento formado por él, recibió novicios indígenas
por vez primera en América, en lo cual tuvo éxito, sin embargo había una gran
corrupción en el trato para los indios, y los pocos frailes comprometidos que
habían en México, no podían controlar la corrupción de frailes, Oidores y demás autoridades, que
permitían el trafico de esclavos; fue
entonces que los obispos de México y Tlascala,
Juan de Zumárraga y Julián Garcés decidieron llamar a Bartolomé de Las Casas para reformar y corregir los
desafueros de aquellas autoridades y frailes.
Bartolomé inicia su campaña de saneamiento; somete a los delincuentes,
apresa muchas autoridades y frailes, los somete a juicio y logra normalizar la
situación.
A Fray Tomás de Berlanga, Vicario de los Dominicos,
lo nombran obispo de Panamá, y envía adelante a Bartolomé y otros dominicos, que pierden el rumbo y
paran en Nicaragua. Allí después de mucho trabajo, Bartolomé expone al
Gobernador Rodrigo de Contreras, la idea de atravesar el istmo de Panamá, a través
del río Desaguadero y la laguna de Nicaragua, o sea nada menos que el Canal de Panamá; sin
embargo este Gobernador no solo lo excluye de la expedición preparada al
efecto, sino que lo persigue, y tiene que huir y refugiarse en Guatemala, donde
el obispo Don Francisco de Marroquin, lo
nombra Protector de los Indios en 1536, y en 1537 lo deja encargado de su
diócesis cuando es promovido a obispo en
México.
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