miércoles, 12 de octubre de 2016

CRÓNICAS ORIGINARIAS






RAMÓN BADARACCO














CRONICAS ORIGINARIAS
















CUMANÁ 2012












Autor: Ramón Badaracco
(Dr. Tulio Ramón Badaracco Rivero).
Copyright Ramón Badaracco 2013.
Primera edición
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Título original: CRONICAS ORIGINARIAS
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LA PROVINCIA DE CUMANÁ O NUEVA ANDALUCÍA.


El Estado Sucre formó parte geográfica y políticamente, como parte del Imperio Español, de la Provincia española de Nueva Andalucía, cuyo territorio abarcaba o llegó a abarcar lo que son hoy los estados Nueva Esparta, la república de Trinidad y Tobago, el estado Monagas, el estado Amacuro, el estado Anzoátegui, y el estado Bolívar, incluyendo el territorio Esequivo en reclamación, un poco más de un millón de kilómetros cuadrados; y Cumaná fue en varias ocasiones su flamante capital. En este trabajo inicial tomaremos siempre en cuenta todo ese territorio.

En los albores de la celebración de los 500 años de la fundación de Cumaná, tomando como base la impetración de las órdenes religiosas dominicas y franciscanas en su territorio, lo que significó la imposición de una nueva cultura y la formación de una nueva raza, consideramos propicia la oportunidad para hacer un recuento de los cambios que sufrió a través del tiempo su régimen político y su aplicación en el territorio.
1494-1498. Colon, sus hermanos –Bartolomé y Diego-, establecen el primer contacto con el territorio de lo que es hoy la Republica de Venezuela y especialmente con la provincia de Nueva Andalucía.

1499. Veamos en 1499 Alonso de Ojeda, Américo Vespucio y Juan de la Cosa recorren las costas de Paria y le dan el nombre de Nueva Andalucía. Es el primer navegante que sigue las huellas de Colón.

15004.- El Rey Fernando el católico ordena la construcción de un fuerte en la desembocadura del rio de Cumaná.

1513. Fray Pedro de Córdoba, Vicario de Las Indias y primer gobernador de Cumaná, acreditado por cédulas reales del 10 de junio de 1513, envía desde La Española, isla de Santo Domingo, la primera expedición fundante de misioneros dominicos que se instalan en el puerto de Cumaná.

1513 a 14, Fray Francisco Fernández de Córdoba, oficia en Cumaná, la primera misa en la tierra firme americana.

1514. 21 de agosto. Una expedición corsaria al mando de Gómez de Rivera, llega al Puerto de Las Perlas, someten al cacique Cawaná, bautizado Don Alonso, a sus familiares y sirvientes, y los venden en Santo Domingo como esclavos. Este hecho ha causado una conmoción en el imperio español tan grande que aún se discute y sigue siendo noticia en la historia y en la filosofía.   



1515.- Pedro de Córdoba, primer gobernador de Cumaná, al frente de misioneros dominicos y franciscanos, unido a los indígenas Kaimas, funda una misión y una escuela, con lo que se da inicio a la ciudad de Nueva Córdoba, de donde se desarrolló la ciudad de Cumaná.
   
1515. Otro hecho histórico fue el martirio de los misioneros que quedaron como rehenes. En enero de 1515, fueron sacrificados los misioneros Francisco Fernández de Córdoba y Juan Garcés, porque Pedro de Córdoba no llego a Tiempo para salvarlos.

            1515. Fecha oficial de la fundación de Cumaná, 27 de noviembre de 1515, aceptada por el Concejo Municipal de Cumaná, propuesta por el Dr. José Mercedes Gómez, en Ordenanza de 1962, y ratificada por Ramón Badaracco, y otras personalidades, en Ordenanza de 2002.

1521. El capitán Gonzalo de Ocampo, una especie de vengador, entra a sangre y fuego en el territorio de lo que vino a ser la provincia de Cumaná.  

 No podemos negar que, en una parte del territorio no muy bien definida, construyó 21 casas de palmas y le dio el nombre de Villa de Toledo, a la cual los regentes le dieron mucha importancia, ya que no podían nombrar capital al pueblo de misiones por especial prohibición del Imperio. Muchos historiadores sin ningún conocimiento de la historia de nuestro pueblo lo califican de fundador de Cumaná, sin tomar en cuenta la existencia de Puerto de Perlas y la pujante Nueva Córdoba, que congregaba una gran población indígena, y que en esos días era la sede del primer obispado de América, y lucia su Puerto de Perlas, los monasterios y templos con más de 12 misioneros de muchas partes del mundo y su escuela para niños indígenas.   

1521. Llega en diciembre a Cumaná una expedición bajo el mando de Fray Bartolomé de Las Casas, que entró en nuestra historia desde que firma con los Reyes Católicos la capitulación de 19 de junio de 1520. En su obra “Historia de las Indias” narra su entrada por el río, llega a la misión de



1569. El 13 de octubre de ese año, llega Diego Fernandes de Serpa a Cumaná, fue nombrado por Felipe II, Capitán General y Gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía, que se extiende del río Unare hasta la península de Paria y desde allí hasta los confines del río Esquivo. No incluía las islas.

En 1586-1595, gobernando don Francisco de Vides, se agregaron al territorio de la provincia de Nueva Andalucía, que se extendía desde el río Unare hasta el sur del Orinoco, las islas de Trinidad, Granada y Tobago.



La integración de la Provincia.

            A partir de 1504 por Puerto de Perlas –Cumaná-  con Per Alonso Niño y los Señores de Canoa, se inicia el poblamiento y la expansión de Cumaná. Girolano Benzoni, narra como se pescaban las perlas en Cumaná en 1541. En 1514 se establecen en Puerto de Perlas –Cumaná-  las misiones Dominicas, y en 1515, los misioneros franciscanos A partir de 1538 por el puerto entran todas las expediciones colonizadoras que entraban a la provincia de Nueva Andalucía. Guillermo Morón publica las listas de pobladores que entraban por el puerto de Cumana.   Castillo Hidalgo publica las estadísticas financieras de la floreciente capital de la provincia de Nueva Andalucía a partir de 1584.

Con el transcurso del tiempo, la provincia empieza a englobar administrativa y militarmente a casi todo el Oriente de Venezuela, incluyendo a la Nueva Barcelona, provincia de los Cumanagotos, en vista de lo cual a su titular se le denomina, a partir del siglo XVII, de la siguiente manera: Gobernador y Capitán General de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y San Cristóbal de los Cumanagotos. Además, era corriente que ejerciera también el cargo de Alcaide de la Fuerza (es decir, el fuerte) de Santiago de Arroyo de las Salinas de Araya.

También se le incorporó lo que se llamaba la gobernación de Paria, otorgada en Madrid el 20 de mayo de 1530 a Diego de Ordaz por el emperador Carlos V y cuyos límites eran 200 leguas desde la boca del Marañón hasta Maracapana; es decir, desde la boca del Amazonas hasta Paria. Aquí encontró un fuerte construido por el gobernador de Trinidad, Antonio Sedeño. Ordaz ocupó la fortaleza, bautizándola con el nombre de Villa de San Miguel de Paria, y dotándola de alcaldes y regidores, lo que la convertiría en punto de partida de las expediciones que entraron al Orinoco, hasta su desaparición hacia 1535.

En 1568 se consolidó todo el territorio de la provincia de Nueva Andalucía. Estas épocas tuvieron lugar interminables litigios y enfrentamientos por la jurisdicción de esta región entre Trinidad, Paria y Cubagua, hasta que, en 1568, con el nombramiento y Capitulación con Diego Fernández de Serpa, toda esta región pasó a constituir la provincia de la Nueva Andalucía. Con ese nombre, mas tarde fue incorporada a la Capitanía General de Venezuela, cuando fue creada en 1777.

Cumaná y todo lo que se llamaba Tierra Firme estuvo bajo la subordinación, en el terreno judicial, de la Audiencia de Santo Domingo y en lo eclesiástico a Puerto Rico. Pero, al crearse la Audiencia de Caracas en 1786, Cumaná dejó de estar subordinada a Santo Domingo y lo fue ahora de la Real Audiencia de la Capitanía General de Venezuela.

Cumaná en el proceso independentista.

            El movimiento independentista de 1810 sorprende a la provincia oriental con dimensiones tan extensas que englobaban a los hoy estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En efecto, el 27 de abril de 1810, a raíz de los sucesos de Caracas, se constituyó un nuevo gobierno en Cumaná, ejercido por la Junta Provincial que había destituido al gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía, Eusebio Escudero, y con los siguientes límites: al N y E, el golfo Triste y el océano Atlántico, al S, la provincia de Guayana con la ribera N del río Orinoco, al O la provincia de Caracas, separada de ella por el río Unare. Tenía la provincia para ese momento 4 ciudades: Barcelona, Cumaná, Cariaco y Píritu, 6 pueblos de españoles y más de 100 pueblos de doctrina y misiones. Como se ve, incluía a los hoy estados Anzoátegui, Monagas y Sucre.

LA SEPARACION DE BARCELONA.

El 9 de mayo de 1810, la Junta Provincial constituida en Barcelona El 27 de abril de 1810, solicitó a la Junta Suprema de Caracas que el distrito Barcelona, también llamado de Cumanagotos, fuese reconocido como provincia, y así se hizo.

Luego de declararse provincia autónoma, los diputados de Cumaná al Congreso Nacional, Francisco Javier de Maíz, José Gabriel de Alcalá, Juan Bermúdez y Mariano de la Cova, firmaron el acta de la independencia del 5 de julio de 1811, como formando parte de las Provincias Unidas de Venezuela; sin embargo, muy pronto, volvió a quedar sometida al Imperio Español, por la victoriosa campaña del jefe realista Domingo de Monteverde, en 1812.

Entonces, los líderes patriotas orientales se refugian en la isla de Trinidad donde organizaron la resistencia. El 11 de enero de 1813, atacaron desde el islote de Chacachacare, en el golfo de Paria, donde los Mariños tenían propiedades, aunque bajo la jurisdicción inglesa; allí se reúne un grupo de patriotas, 45 para ser más exactos, comandados por Santiago Mariño, y firman un acta donde acuerdan formar una expedición a la costa firme; dice el acta:

   “Violada por el jefe español D. Domingo Monteverde la capitulación que celebró con el ilustre general Miranda, el 25 de julio de 1812; y considerando que las garantías que se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en cadalsos, cárceles,  persecuciones y secuestros, que el mismo general Miranda ha sido víctima de la perfidia de su adversario; y, en fin, que la sociedad se halla herida de muerte, cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunido en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña la magnánima señora doña Concepción Mariño, y congregados en consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa patria de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación que el tirano Monteverde y su terremoto le arrebataron. Mutuamente nos empeñamos nuestra palabra de caballeros de vencer o morir en tan gloriosa empresa; y de este compromiso ponemos a Dios y a nuestras espadas por testigo. Nombramos jefe Supremo con plenitud de facultades al coronel Santiago Mariño. El presidente de la Junta: Santiago Mariño. El secretario: Francisco Azcue. El secretario: José Francisco Bermúdez. El secretario: Manuel Piar. El secretario: Manuel Valdés”.

Entre los expedicionarios figuran, además, Bernardo Bermúdez, los hermanos José Maria y Antonio José de Sucre, Juan Bautista Videau y varios hombres de color de las Antillas. En total, 45 hombres.

Se embarcaron esa misma noche hacia Güiria, iniciando la campaña patriota. El 13 de enero se apoderaron de ella, y Bermúdez toma Irapa, el día 15. Mariño, desde su cuartel general de Güiria, fecha sus comunicaciones como “el Año I de la Independencia Colombiana”, es decir, de Hispanoamérica.

El 2 de febrero José Bernardo Bermúdez se apodera de Maturín. En junio, Mariño obliga a los realistas a levantar el bloqueo de Güiria. El general Juan Bautista Arismendi libera la isla de Margarita y envía a Mariño armas y municiones. El ejército de Mariño pone sitio a Cumaná a fines de julio. El 19 de agosto Mariño toma la ciudad de Barcelona. El oriente de Venezuela está libre y Mariño se apresta a coordinar sus esfuerzos con los de Simón Bolívar, que el 6 de agosto de 1813 había entrado en Caracas a consecuencia de su victoriosa Campaña Admirable.

Viene, entonces, la reacción española acaudillada por José Tomás Boves. Cumaná vuelve al redil extranjero. Las fuerzas patriotas caen en la anarquía, se dividen, queda disuelto el mando único, Bolívar es hecho preso en Carúpano por orden de sus propios compañeros de lucha, y casi todos los jefes patriotas terminan por emigrar a las Antillas en 1814.

Luego de la nueva expedición patriota, que sale de Haití, conocida como las expedición de “Los Callos de San Luis” Cumaná y todo el Oriente venezolano se convierten en el principal teatro de operaciones de la guerra de Independencia,  donde destacan Vicente Sucre, Mariño, los hermanos Bermúdez, Sucre, Arismendi, Piar, Azcue, Andrés Rojas, los Monagas, Anzoátegui, Barreto, Ribero, Villarroel, Peñaloza, Parejo, Román, los hermanos Freites, Zaraza, Antonio Díaz, Garban, Carrera, Villapol, Brión, MacGregor,  etc. etc. etc.  

 El 28 de mayo de 1817, se reúne el Congreso Nacional en Cariaco, y declara la creación del estado Cumaná, con Santiago Mariño como presidente y Luis Brión como capitán general. Pero, el 10 de junio los realistas tomaron Cariaco y, además, Simón Bolívar desconoció la autoridad de Mariño y nombró a Bermúdez comandante general de la provincia de Cumaná.

El 17 de diciembre de 1819, el Congreso de Angostura ratificó la condición de provincia para Cumaná. 

El 2 de octubre de 1821, el Congreso reunido en Cúcuta proclamó la Ley de Organización Territorial de la República de Colombia, en cuyo artículo 1º se declara la provincia de Cumaná como una de las que integran el departamento del Orinoco, y constituida por los cantones Cariaco, Carúpano, Cumaná, Cumanacoa, Aragua, Güiria, Maturín y Río Caribe.

El 18 de abril de 1826, el Congreso de Bogotá decretó la creación del departamento Maturín con las provincias de Barcelona, Cumaná y Margarita, con capital en Cumaná, separándolas del departamento Orinoco.
                           

La República luego de la disolución de la Gran Colombia.

            En 1830, al separarse Venezuela de Colombia, Cumaná quedó como provincia, constituida por los cantones de Aragua, Barrancas, Cariaco, Carúpano, Güiria, Maturín y Río Caribe. Ocupaba entonces 1.463 leguas en el territorio que corresponde hoy a los estados Monagas, Sucre y parte de Anzoátegui. En 1853, a causa del terremoto y de la participación de la ciudad en el movimiento revolucionario contra los Monagas, Cumaná es despojada de la condición de capital de la provincia, hasta diciembre de 1854. Cumaná tenía entones 85.728 h.

La Ley de División Territorial del 23 de abril de 1856 creó la provincia de Maturín separándola de la de Cumaná, quedando ésta formada por los cantones Cariaco, Cumaná, Cumanacoa, Carúpano, Güiria y Río Caribe.

            Por la ley del 28 de abril de 1856, que establece la división político territorio de la república, y antes del triunfo de la Federación, se crea la provincia de Cumaná, que se compone de los cantones: Cumaná, Cumanacoa, Cariaco, Carúpano, Río Caribe y Güiria. 

El 14 de agosto de 1859, cuando el comandante Mateo Plaza proclamó la Federación en Cumaná, surge nuevamente la idea de crear el estado Cumaná y se solicita su inclusión como uno de los estados federales de Venezuela.

El 19 de mayo de 1863, el general federalista José Eusebio Acosta tomó la ciudad de Cumaná y la proclamó estado, auto designándose presidente. Pocos meses después, el 27 de diciembre, se le cambió el nombre por el de estado Nueva Andalucía, aunque la denominación anterior se seguiría usando indistintamente, hasta que con la Constitución del 22 de abril de 1864 quedó sancionada la denominación de estado Cumaná.

El 1 de diciembre siguiente desapareció este rótulo, al crearse el estado Nueva Andalucía, pero volvió a quedar vigente “Cumaná” el 12 de mayo de 1869.

Para 1871 estaba constituido por 6 departamentos: Arismendi, Bermúdez, Güiria, Montes, Rivero y Sucre, con su capital en Cumaná; este territorio se mantuvo así hasta el 3 de septiembre del año siguiente cuando el departamento Güiria fue transformado en el territorio federal Mariño. Su creación obedeció al peligro de invasiones desde la isla de Trinidad que supuso el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, y también como medio de controlar mejor el movimiento de la aduana de Güiria, por la que salía la producción de café y cacao de Paria. Este territorio federal limitaba al Norte, con la serranía de Paria; al Sur, con el golfo del mismo nombre, desde el caño Aruca hasta el promontorio de Paria, y al Oeste, con el curso del caño Aruca. En 1873 tenía 6.705 habitantes repartidos en 4 poblaciones: Güiria, la capital del territorio federal, Irapa, Soro y Yoco. En mayo de 1873 el Congreso Nacional acordó, sin embargo, su eliminación, de modo que, en marzo de 1875, por decreto del Ejecutivo Nacional, pasó a ser el departamento Mariño del estado Cumaná. Así, el Estado, estuvo constituido por los departamentos de Arismendi, Benítez, Bermúdez, Mariño, Montes, Rivero y Sucre, con una extensión de 11.397,12 km2 y una población de 78.459 habitantes.

El 27 de abril de 1881, Cumaná pasó a formar parte del estado de Oriente, compuesto, además, por Barcelona y Maturín, de acuerdo con la nueva Constitución de 1881, llamada «Constitución Suiza», y que agrupó a todos los 20 estados en nueve grandes entidades o provincias.

Más tarde, por acuerdo de la Legislatura regional, Oriente cambió su nombre por el de Gran Estado Bermúdez, dividido en distritos. De mayo a septiembre de 1881 la capital provisional del Gran Estado de Oriente o Bermúdez fue Urica y su primer presidente el general Pedro Vallenilla. Posteriormente, la capital pasó a ser la ciudad de Barcelona hasta 1901. Los límites del estado eran: al Norte, el mar de las Antillas, desde Boca de Uchire hasta el promontorio de Paria; al Sur, el río Orinoco, desde la desembocadura del río Suata hasta el nacimiento del caño Macareo; al Este, el golfo de Paria, desde el promontorio de Paria hasta la desembocadura en el golfo, del caño Bagre; y al Oeste, el Estado Miranda, desde Boca de Uchire hasta el río Unare. La superficie de su territorio era de 81.304,45 km2 y su población de 257.867 habitantes.

Las constituciones del 16 de abril de 1891 y del 21 de junio de 1893 conservaron la división territorial del país en las 9 grandes entidades.

El 9 de diciembre de 1898 la Legislatura del Gran Estado Bermúdez, decretó la disolución del mismo, en atención a la solicitud de separación hecha por algunas de sus secciones; confirmada en la Ley de Autonomía de los Estados, del 27 de abril de 1899. De esta manera, Barcelona recuperó su categoría de estado y recibió el mismo nombre; la capital provisional fue la ciudad de Barcelona. Las secciones Cumaná y Maturín, por no contar con la población requerida, continuaron unidas en un solo Estado con el nombre de Sucre, y por capital, fue designada la población de San Antonio de Maturín. El presidente de la República, Ignacio Andrade, nombró presidente provisional del estado Barcelona al general Manuel Guzmán Álvarez, y del Estado Sucre, al general Nicolás Rolando. La Asamblea Nacional Constituyente, reunida en Caracas, sancionó el 29 de marzo de 1901 una nueva Constitución que restableció los 20 estados que la Carta Magna de 1864 declaró independientes y unidos para formar Nación, con el nombre de Estados Unidos de Venezuela. Poco después de la derrota de la Revolución Libertadora, el Congreso Constituyente reunido en Caracas, derogó la Constitución de 1901 y promulgó otra el 27 de abril de 1904 ordenando la reducción de los 20 estados a 13; entre ellos figuraba nuevamente el estado Bermúdez, al cual se le asignó como capital la ciudad de Cumaná, y quedó constituido por los distritos Acosta, Aragua, Arismendi, Benítez, Bermúdez, Bolívar, Bruzual, Cajigal, Cedeño, Freites, Libertad, Mejías, Monagas, Montes, Peñalver, Piar, Rivero, Sucre y Zamora. Estos 13 estados se mantuvieron hasta el 5 de agosto de 1909 cuando por mandato constitucional se restableció la división territorial de 1864 y el estado Bermúdez desapareció definitivamente para dar lugar al actual estado Sucre.

 

Para este año 2005, por la nueva ley de división político territorial de la República Bolivariana de Venezuela, el estado Sucre, está comprendido dentro de los linderos que siguen: NORTE, con el mar Caribe; por el SUR, con el estado Anzoátegui desde el cerro el Escarpado  hasta el cerro El Diablo, en el punto donde nace el río Amana, y con el estado Monagas, desde este punto hasta el nacimiento del río San Juan, desde donde continúa en línea variable  que sigue el curso de este río aguas abajo hasta su desembocadura en la barra de Maturín, en el golfo de Paria. Por el ESTE, con la República de Trinidad, golfo de Paria de por medio; y por el OESTE, con el Estrado Anzoátegui y el golfo de Cariaco.  

            Por la ley del 28 de abril de 1856, que establece la división político territorio de la república, y antes del triunfo de la Federación, se crea la provincia de Cumaná, que se compone de los cantones: Cumaná, Cumanacoa, Cariaco, Carúpano, Río Caribe y Güiria.
 
Para el año 2005, por la nueva ley de división político territorial de la República Bolivariana de Venezuela, el Estado Sucre, está comprendido dentro de los linderos que siguen: NORTE, con el mar Caribe; por el SUR, con el estado Anzoátegui desde el cerro el Escarpado  hasta el cerro El Diablo, en el punto donde nace el río Amana, y con el estado Monagas, desde este punto hasta el nacimiento del río San Juan, desde donde continúa en línea variable  que sigue el curso de este río aguas abajo hasta su desembocadura en la barra de Maturín, en el golfo de Paria. Por el ESTE, con la Republica de Trinidad, golfo de Paria de por medio; y por el OESTE, con el Estrado Anzoátegui y el golfo de Cariaco.
  
Está dividido en quince municipios: Andrés Eloy Blanco (Casanay), Andrés Mata (San José de Areocuar), Arismendi (Río Caribe), Benítez (El Pilar), Bermúdez (Carúpano), Bolívar (Marigüitar), Cajigal (Yaguaraparo), Cruz Salmerón Acosta (Araya), Libertador (Tunapuy), Mariño (Irapa), Mejía (San Antonio del Golfo), Montes (Cumanacoa), Ribero (Cariaco),   Sucre (Cumaná), Valdez (Guiria); y su capital es la ciudad de Cumaná, la Patria chica del Gran Mariscal de Ayacucho, y .la primera ciudad fundada y desarrollada por el Imperio Español en la tierra firme del continente americano.







Los Caciques prehispánicos mexicanos.

Tenemos mucho que ver con el gran imperio mexicano, por eso traemos a manera de introducción a este trabajo, la cronología real mexicana.

La importancia de los mexicanos como raza migratoria y pobladora podemos apreciarla en su historia, veamos sus primeros reyes:

ACAMAPIETLI: Primer Rey, es el más antiguo conocido de los mexicanos. Elegido cuando se establecieron en la laguna de México, rodeados de tribus guerreras. Este Rey supo manejar la diplomacia. Casó en primeras nupcias con la princesa Alcolmietli del reino de Cohuetlitlán; y en segundas nupcias con Tezcatlamiahutl, hija del señor de Tetepanco, con quien procreó tres hijos. Gobernó exitosamente 22 años. Fue tributario del rey de Acapulco. Se ganó el respeto de su pueblo.

HUITZIZIHUITL. Hijo de Acamapietli, le sucedió en el trono, no por derecho hereditario sino elegido por los ancianos, un poder senatorial de los mexicanos. Casó con la hija del Rey todopoderoso de Acapulco, la princesa Ayanhzihuatl, y siguiendo las máximas de su padre, tuvo una segunda esposa, Miahuaxochitl, hija del Rey de Cuauhnahuac, el poderoso Texcacahualtzin, con lo cual logró la unión de los tres reinos. Nombró Capitán General de sus ejércitos a su hermano Cuatlecohualtzin, con lo que ganó su confianza. Reinó también como su padre 22 años de mucha prosperidad, para el nuevo poder de México. Sufrió la muerte de su pequeño hijo Acolnahuactl, asesinado por el envidioso Maxtla cuñado del Rey.    
  
CHIMALPOPOCA. Sucedió en el trono a su hermano, que también sufrió la arrogancia y desprecios de Maxtla, para entonces emperador de Acapulco, que también raptó y violó a una de sus esposas preferidas. El Rey en venganza le envió un huipil de nequen y unas enaguas mal tejidas, dándole a entender que más le convenía un traje de mujer que el arco y las flechas. Este drama trajo como consecuencia una guerra terrible en la cual el malvado Maxtla llevo la mejor parte, y estando a punto de prender al Rey Chimalpopoca, éste ofrendó su vida junto con sus hombres de confianza, en rito sagrado y en medio de un gran festín, pero en sacrificio al Dios Huitzilopucthtli.

IZCOHUATL. - Hijo legitimado de ACAMAPIETLI, que asciende al trono a los 46 años; elegido por los ancianos, porque habia sido Capitán General de los ejércitos mexicanos, y se destacó como un gran capitán por su valentía. Gobernó con prudencia y moderación, e hizo feliz a su pueblo. Fue un Jefe victorioso, que vengo las afrentas a su pueblo destruyendo al imperio de los Tapanecas de Acapulco, en una batalla en la que murió el gran enemigo Maxtla. Este terrible enemigo, que logró vencer a sus hermanos, viéndose derrotado y abandonado por su ejército, se encerró en un baño llamado Temascal, donde lo acorralaron y mataron a palos. Viéndose aclamado Izcohuatl, después de aquella victoria, impensada, se dedicó a construir grandes monumentos, él fue el constructor del templo del ídolo Chihuacohuatl, que traduce La Culebra Emplumada. Tambien construyó el templo del Dios mayor de México, el más famoso Huitzilopucthtli. El Rey Izcohuatl murió poco tiempo despues de terminar esta obra.   

MOCTECUHZUMA. Primero de este nombre, que quiere decir en la lengua mexicana “hombre sañudo”. También se le conoce con el nombre de Ilhuicamina, que quiere decir “Hombre que tira flechas al cielo”. Era capitán general del ejército cuando fue elegido Rey, por sus méritos y su valor sobresaliente. Su primer cuidado fue terminar de construir los templos a sus dioses; y también construyó en México un templo al Demonio, en un barrio de la ciudad que se llamó Huitznahuac.  Creó un gran imperio venciendo en muchas batallas, derrotando a sus enemigos que lo rodeaban por todas partes; entones conquistando otras provincias, donde también construyó templos al demonio, esas ciudades conquistadas fueron: Chalco, Tlatelolco, Cohuixca, Oztomantlaca, Cuezalteca, Ichatezipanteca, y Teojahualcas; allí dejó su huella este Rey.
De vuelta de esta campaña, rindió honores al Gran Dios Huitzilopucthtli, adornándole con los despojos de sus victorias; y volvió a salir en guerra contra las fuerzas de Huilapanecas, a las cuales derrotó; y también derrotó y conquistó a los de Cuauhteopan y Tzumpahuacan, que se rindieron y prestaron servidumbre.
Pasaron nueve años de paz en México, pero vino una gran inundación sobre la ciudad imperial, la ciudad imperial amenazaba hundirse; entonces consultó al sabio Rey Tezcuco, y siguiendo sus instrucciones hizo el albardón que rodeaba la ciudad cuando entraron en ella los españoles.
A esta desgracia sucedió un hambre terrible y la rebelión de Chalco y otras provincias, que tuvieron siempre en movimiento a este soberano, a las cuales sometió a su vasallaje; fue largo su reinado, 29 años, y murió en paz, coronado por todas las victorias y campañas para la fortaleza del Imperio, y con el aprecio de su pueblo, y dando sabias disposiciones para la elección de su sucesor.

AXAYACATL. Era el apitan General del Ejercito de Moctecuhzuma, y por su valor y méritos fue nombrado por el Senado Mexicano Emperador y heredero del esplendor del imperio. Venció y sometió a los Tlatelolco y demás reyes y señores. Quedó cojo en una batalla contra los Otomíes del reino de Xiquipilco, pero eso no fue nunca un impedimento para el ejercicio pleno del poder. Se le conoció siempre por su valentía, en los combates se dice que siempre fue el primero en los peligros y el último en retirarse. Inclinado más a la inhumanidad que a la clemencia. Murió reconocido como un gran rey. 

TIZOC.  A la muerte de Axayacatil, lo sucedió en el trono su hermano mayor, Tizoc, que era el jefe del ejército; sin embargo, no fue tan guerrero ni animoso como su hermano, sin embargo, mantuvo la guerra contra los del reino de Tlacotepec, y obtuvo una resonante victoria. Supo mantener la paz en su reino y el culto a los dioses, en ese sentido mejoró el templo de Huitzilopochtli, sin embargo, no pudo disfrutar su obra pues murió a los tres años de su reinado. Murió de hechizos que le hizo dar Tchotlala, señor de Iztapalapan, por medio de unas mujeres, y no por sus vasallos que lo veían afeminado, como dice el historiador Acosta, pues de ser así no hubiesen hecho pesquisa y castigo de los culpables como sucedió.

AHUIZOTL. Hermano de Tizoc. Como él también fue Jefe del Ejército. Terminó la construcción del templo de Huitzilopucthtli, hizo la guerra contra los Mazahuas que se habían rebelado, los venció y sometió. Tambien hizo la guerra contra los Tziuhcoacas y Tapanecas de la provincia de Jalisco, reservando los prisioneros de estas campañas y los de Tlacupan para sacrificarlos en las celebraciones del templo, cuyo número es de 72.000. En el cuarto año de su reinado padeció México un terrible terremoto y la inundación de la ciudad. Para contener las aguas hizo construir otro albardón que dividía las aguas salobres de las dulces; luego quiso traer las aguas de Huizilopuchco, y como Tuzumacin se opuso advirtiéndole que se inundaría México, como en efecto sucedió, lo hizo asesinar. Ahuizotl conquistó todo México y parte de Centroamérica. Desabrió las canteras de piedras de Tezontli con lo cual engrandeció los templos y los edificios de la ciudad. Gobernó 18 años con la reputación de ser el más grande monarca del Imperio Mexicano.      

MOCTECUHZUMA. Decimo Rey y segundo de ese nombre. Hijo del rey AXAYACATL. Fue nombrado para que siguiera la obra de su antecesor según la fama que tenía. Era un hombre severo, reposado y sabio, Vivía en el templo de Huitzilopucthtli, hombre de pocas palabras, cuando hablaba en el senado causaba admiración.  
Se mantenía ordinariamente en una gran sala o calpul en el templo donde era sacerdote y pasaba muchas horas meditando. Cuando le dieron la noticia de su nombramiento estaba barriendo el templo, de allí salió con su ejército a castigar la provincia de Atlixco que se había revelado. Desde ese día cambio, descubrió su altivez e hipocresía.  Declaró la guerra a Tlaxcala, en cuya guerra tuvo siempre mal suceso. Durante su reinado renovó la targea por donde se conducía el agua a la ciudad fortificando y aumentando la calzada. Tuvo continuas guerras y dominó muchas provincias y aumentó los límites del imperio hacia el sur. Era respetado y temido en todas partes. Tenía 18 años en el poder cuando supo la amenaza que significaban los españoles de Hernán Cortes. Recibió a Cortes con benignidad, y murió de una pedrada al salir al balcón del palacio a pedirle al pueblo que dejasen las armas.    


CUITLAHUATZIN. Mal llamado Guatimozin por los historiadores españoles, hermano de Cuitlahuatzin, electo mientras estaban en guerra con los españoles. Fue capturado cuando salía de la ciudad atascado en la laguna con numerosas embarcaciones, condenado a morir por Hernán Cortés, perdió el reino que se rindió al nuevo orden. Así fue el último emperador del imperio Azteca.


EL DESCUBRIMIENTO DE CAWANÁ.


      Veamos cómo nos cuenta el erudito historiador español Juan Manzano Manzano, el descubrimiento de Cumaná.

      Vamos ya a ocuparnos, con especial atención, de la Relación de Ángelo Trevisán, teniendo siempre a la vista la versión de López de Gómara, ya conocida por nosotros.

      El veneciano nos dice que los expedicionarios, saliendo de la española, navegaron primero con rumbo Oeste (“hacia la tierra cercana llamada Cuba”); con orden precisa de dirigirse después hacia el sur y sudeste, hasta alcanzar un lugar, donde, según los informes que poseía el Almirante, existía un rico vivero de ostras perlíferas. Tras doce días de navegación, las cinco carabelas arribaron a un puerto muy bueno. A su llegada, se aproximaron a los navíos españoles dos canoas indígenas, con seis pescadores, los cuales mostraban claramente en sus semblantes la alegría y contento por la visita de los recién llegados, dando la impresión de que estos hubiesen estado otras veces allí (“COMO SE FOSSENO STATI ALTRE VOLTE LI”).

      Los indios recibieron a los españoles con la natural satisfacción de los que vuelven a encontrarse con unos viejos amigos, de los que guardaban un gratísimo recuerdo, y por ello, desde el primer momento, los obsequiaron con pescado fresco del que acababan de coger. En toda aquella costa habia muchos hombres, mujeres y niños que hacían señales expresivas de su deseo de llegar a las naves.

      La anterior frase de Trevisán (“como se fosseno stati altre volte li”) parece aludir a una anterior visita de hombres blancos a aquel lugar. Cuando en líneas anteriores Trevisán nos dijo que los expedicionarios habían recibido orden del Almirante de navegar, con rumbos sur y sudeste, hacia cierto lugar, donde según los informes que él tenía, existía un rico vivero de ostras perlíferas, podríamos pensar que los informes colombinos procedían de los indígenas de la española (algunos de los cuales llevaban como guías e intérpretes en los navíos). Sin embargo, ahora comprobamos que sus noticias muy bien podían proceder de gentes europeas que en años anteriores habían arribado a aquellas lejanas playas.

      ¿Qué paraje era este dónde recalaron las carabelas españolas? Escuchemos a Gómara: El señor de Cumaná, que ansí llamaban aquella tierra y río, envió a rogar al capitán de la flota que desembarcase y sería bien recibido”

      Si aquella tierra –como dice Gómara- era la de Cumaná, el puerto muy bueno –de la Relación de Trevisan- donde fondearon los navíos, tenía que ser necesariamente el gran golfo de Cariaco, de catorce leguas de fondo, a cuya entrada se encontraba el río Cumaná, que daba nombra a toda la provincia.

      Cumaná era una rica región perlífera. Nos dice Trevisan que en aquel lugar los nativos recogían perlas en gran cantidad. Con cestos especiales, provistos de peso y pendientes de cuerdas, descendían al fondo del mar y pescaban allí las ostras que les servían de alimento, y de ellas arrancaban las perlas; pero como carecían de instrumentos adecuados para perforarlas, perdían y estropeaban muchas. Eran verdaderas perlas orientales, muy bellas. Los nativos las cambiaban fácilmente a los recién llegados por cascabeles y otras baratijas.

      Aceptando la amable invitación del cacique de aquella región –hecha por un hijo de éste que había ido a las carabelas- el capitán español envió a tierra algunos marineros para que visitaran la hermosa aldea del reyezuelo, compuesta de unas doscientas casas y distante tres leguas de la costa. La casa del cacique era “redonda” dividida en dos piezas. En una de ellas, el dueño obsequió espléndidamente a sus huéspedes con majares de la tierra y con agradables vinos elaborados con jugos de frutas.
      Concluido el convite, los españoles fueron trasladados a otra sala, donde, sentadas en el suelo, se hallaban unas hermosas muchachas, vestidas decentemente con telas de algodón de varios colores, que les cubrían el cuerpo por debajo de la cintura. Todas ellas portaban en el cuello, brazos y orejas ricas sartas de perlas y otros adornos.

      ¿Qué otras particularidades ofrecían, además, las muchachas indígenas del cacique de Cumaná? Una muy reveladora para nosotros. Según Gómara, estas jóvenes cumanesas eran “amorosas, y, para ir desnudas, blancas, y para ser indias, discretas”

      ¡Asombrosa combinación!, exclama Morison.

      Poca sorpresa nos causa a nosotros la anterior noticia del cronista, si la relacionamos con la que nos proporciona el mismo historiador sobre las costumbres de los cumaneses y con la muy probable anterior visita a la región de otros hombres blancos.
       
Después de leer la obra de ese gran historiador español, don Juan Manzano Manzano, “Colón descubrió América del Sur en 1994, y Colón y su secreto” donde prueba con documentos y conclusiones irrebatibles, que el sitio al cual llegó el nauta, fue el pueblo de Cumaná, como lo relata Ángelo Trevisan; yo he dedicado muchos día en investigar al nauta desconocido que llegó al pueblo Kaima en la desembocadura del río Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas, y después encontré en el libro “Historia de las indias” de Fray Bartolomé de Las Casas, su versión de los hechos, en el capitulo XIV, que se refiere al caso del nauta, imaginamos que Las Casas adaptó el relato a su conveniencia, copiamos textualmente:

CAPITULO XIV.

“El cual contiene una opinión que a los principios en esta isla española teníamos, que Cristóbal Colón fue avisado de un piloto que con gran tormenta vino a parar forzado a esta isla, para prueba de lo cual se ponen dos argumentos que hacen la dicha opinión aparente, aunque se concluye como cosa dudosa. Pónense también ejemplos antiguos de haberse descubierto tierras, acaso, por la fuerza de las tormentas.  

Resta concluir esta materia de los motivos que Cristóbal Colón tuvo para ofrecerse á descubrir estas indias, con referir una vulgar opinión que hobo en los tiempos pasados, que tenía ó sonaba ser la causa más eficaz de su final determinación, la que se dirá en el presente capítulo, la cual yo no afirmo, porque en la verdad fueron tantas y tales razones y ejemplos que para ello Dios le ofreció, como ha parecido, que pocas de ellas, cuanto más todas juntas, le pudieron bastar y sobrar para con eficacia á ello inducirlo; con todo eso quiero escribir aquí lo que comúnmente en aquellos tiempos se decía y creía y lo que yo entonces alcancé, como estuviese presente en estas tierras, de aquellos principios harto propincuo. Era muy común á todos los que entonces en esta española isla vivíamos, no solamente los que el primer viaje con el Almirante mismo y á Cristóbal Colón á poblar en ella vinieron, entre los cuales hobo algunos de los que se la ayudaron á descubrir, pero también a los que desde á pocos días á ella venimos, platicarse y decirse que la causa por la cual el dicho Almirante se movió a querer venir a descubrir estas Indias se le originó por esta vía. Díjose, que una carabela ó navío que había salido de un puerto de España (no me acuerdo haber oído señalar el que fuese, aunque creo que del reino de Portugal se decía) y que iba cargada de mercaderías para Flandes ó Inglaterra, ó para los tractos que por aquellos tiempos se tenían, la cual, corriendo terrible tormenta y arrebatada de la violencia e ímpetu della, vino diz que, a parar a estas islas y que aquesta fué la primara que las descubrió. 

Que esto acaeciese ansí, algunos argumentos para mostrarlos hay: el uno es, que a los que de aquellos tiempos somos venidos, á los principios, era común, como dije, tráctarlo y practicarlo como por cosa cierta, lo cual creo que se derivaría de alguno o de algunos que lo supiesen, o por ventura quien de boca del mismo Almirante ó en todo ó en parte ó por alguno palabra oyese; el segundo es, que entre otras cosas antiguas, de que tuvimos relación los que fuimos al primer descubrimiento de la tierra y población de la isla de Cuba  (como cuanto della, si Dios quisiere, hablaremos, se dirá) fue una de esta, que los indios vecinos de aquella tuvieron ó tenían de haber llegado á esta isla Española otros hombres blancos y barbados como nosotros, antes que nosotros no muchos años. Esto pudieron saber los indios vecinos de Cuba, por que como no diste más de diez ocho leguas la una de la otra de punta a punta cada día se comunicaban en sus barquillos o canoas, mayormente que Cuba sabemos, sin duda, que se pobló y poblaba de esta española. Que el dicho navío pudiese con tormenta deshecha (como la llaman los marineros y las suele hacer por estos mares) llegar a esta isla sin tardar mucho tiempo, y sin faltarles las viandas y sin otra dificultad, fuera del peligro que llevaban de poderse finalmente perder, nadie se maraville, porque un navío con grande tormenta corre 100 leguas, por pocas y bajas velas que lleve entre día y noche, y á árbol seco, como dicen los marineros, que es sin velas, con solo el viento que cogen las jarcias y másteles y cuerpo de la nao, acaece andar en veinticuatro horas 30 y 40 y 50 leguas, mayormente habiendo grandes corrientes, como las hay por estas partes; y el mismo Almirante dice,           que en el viaje que descubrió a la tierra firme hacia Paria, anduvo con poco viento  desde hora de misa hasta completas 65 leguas, por las grandes corrientes que lo llevaban: así que no fue maravilla que, en diez o quince días y quizá en más, aquellos corriesen 1000  leguas, mayormente si el ímpetu del viento Boreal o Norte les tomó cerca ó en paraje de Bretaña ó de Inglaterra ó de Flandes.

Tampoco es de maravillar que ansí arrebatasen los vientos impetuosos aquel navío y lo llevasen por fuerza tantas leguas… y los otros navíos que salieron de Cádiz y arrebatados de la tormenta anduvieron tanto forzados por el mar Océano hasta que vieron las hierbas de que abajo se hará, placiendo a Dios, larga mención; desta misma manera se descubrió la isla de Puerto Sancto, como abajo diremos. Así que habiendo descubierto aquellos por estas tierras, si ansí fue tornándose para España vinieron a parar destrozados; sacados los que, por los grandes trabajos y hambre y enfermedades, murieron en el camino, los que restaron, que fueron pocos y enfermos, diz que vinieron a la isla de madera, donde también fenecieron todos.

El piloto del dicho navío, ó por amistad que antes tuviese con Cristóbal Colón, ó porqué como andaba solícito y curioso sobre este negocio, quiso inquirir dél la causa y el lugar de donde venía, porque algo se le debía traslucir por secreto que quisiesen los que venían tenerlo, mayormente viniendo todos tan maltratados, ó porque por piedad de verlo tan necesitado el Colón recoger y abrigarlo quisiese, hobo, finalmente de venir a ser  y curado y abrigado en su casa, donde al cabo diz que murió; el cual, en reconocimiento de la amistad vieja ó aquellas buenas y caritativas obras, viendo que se quería morir descubrió a Cristóbal Colón todo que les había acontecido y diole los rumbos y caminos que habían llevado y traído, por la carta de marear y por las alturas, y el paraje donde esta isla, dejaba o había hallado, lo cual todo traía por esripto.

Esto es lo que se dijo y tuvo por opinión, y lo que, entre nosotros, los de aquel tiempo y en aquellos días comúnmente, como ya dije, se platicaba y tenía por cierto, y lo que, diz que, eficazmente movió como a cosa no dudosa á Cristóbal Colón.

Pero en la verdad, como tantos y tales argumentos y testimonios y razones naturales hobiese, como arriba hemos referido, que le pudieron con eficacia mover, y muchos menos de los dichos fuesen bastantes, bien podemos pasar por esto y creerlo ó dejarlo de creer, puesto que pudo ser que Nuestro Señor lo uno y lo otro les trajese a las manos, como para efectuar obra tan soberana que por medio dél, con la rectísima y eficacísima voluntad de su beneplácito, determinaba ser. Esto, al menos, me parece que sin alguna duda podemos creer: que, ó por esta oasión, ó por las otras, ó por parte dellas, ó por todas juntas, cuando él se determinó, tan cierto iba de descubrir lo que descubrió, y hallar lo que halló, como si dentro de una cámara, con su propia llave, lo tuviera.

LOS ABORÍGENES DE LA PROVINCIA

DE NUEVA ANDALUCIA O CUMANÁ.

      Muchas son las crónicas que se han escrito sobre los habitantes precolonianos de la tierra firme en lo que fue la provincia de Nueva Andalucía; pero muy pocos han utilizado el conocimiento directo de los misioneros dominicos, franciscanos y especialmente los capuchinos aragoneses de Cumaná. Este breve trabajo sale al encuentro de ellos.

Según los cronistas de Indias, los frailes aragoneses, y particularmente los frailes: José de Ateca -1639, Agustín de Frías -1660- Francisco de Tauste, 1678-  que se refieren a Los Chaimas-caribes – se pronuncia Kaimas –Los españoles de esa época escribían el sonido “k” con la letra “ch”-, la etnia más numerosa de la Provincia de Nueva Andalucía. De ellos decía el padre Ateca, 1739, que formaban una nación “belicosa, altiva, soberbia y numerosa mucho, y sin embargo las misiones antiguas y modernas, que han formado los misioneros capuchinos en esta provincia de Cumaná desde 1653, son de ésta nación”.

      De los Coacas, del valle de Cumanacoa, dicen que forman otra etnia importante, de carácter fuerte, agrupados en las misiones de   San Lorenzo Mártir de Caranapuey, San Antonio de Capayacuar, San Juan Bautista, y San Fernando de Cuturuntar, para las mismas fechas.

De los Parias y Arekunas, que al principio -1498- habían sido muy numerosas en el Este de la provincia, para 1736 cuando llegó Fr. Francisco de Torres, y funda Irapa con 50 familias españolas; y llegaron los demás misioneros aragoneses, y los Cronistas de Indias, los indígenas habían huido hacia el Sur, hacia la Guayana; por ejemplo, los Arekunas, después de la muerte del cacique Maturín, como veremos más adelante. Sin embargo, muchas familias Chaima-Caribes, orientales se quedaron y formaron pueblos con los misioneros despues de 100 años de guerra; sobre todo con los franceses.  Estos Chaimas, y su lengua –que Mark de Civrieux, llama Chotomaimu- según Francisco de Tauste,  era común a todos los pueblos orientales menos a los Guaraunos -Con estos indígenas no se formaron misiones  en los primeros  tiempos- En 1696,  Fr. Lorenzo de Zaragoza, desde Güiria, envía carta al gobernador de Cumaná, y dice que estas etnias estaban libres de Encomienda por los servicios prestados a ellos y a las autoridades españolas; se refiere por supuesto  a los Arekunas, educados por los franceses.  

Los Guaraunos muy numerosos, en el Delta del Orinoco, cuya lengua era desconocida por los misioneros, apenas pudieron formar una misión con ellos unidos a los Chaimas.  Fr. José de Ateca, manifestaba que esta etnia abundaba en la zona ya dicha y en Antica, Guarapiche y Golfo Triste, que así llamaban los españoles al Golfo de Paria. Eran de trato fácil y familiar.

Esta zona oriental era muy poblada, el primero que calculó el número de indios de Cumaná, y al que podemos dar más crédito, fue Fr. Sebastián de Mahón, en un Memorial de 1696 a las autoridades de Santo Domingo, donde afirmó que había 50 mil indios varones en la zona, y agregaba, …” que otros afirmaban que pasaban del millón”.

Por mi parte, después de analizar los restos de aquella formidable cultura, puedo afirmar, primero que todos nuestros pueblos originarios hablaban una misma lengua, tal como lo analiza el padre Francisco de Tauste; segundo que la letra “CH” sustituyo el sonido “K” por lo cual cada vez que encontremos un nombre escrito con la letra “CH” tenemos que pronunciarlo “K”; y tercero,  que los Chaimas, huyeron de las costas orientales hacia el interior, por el avance de las migraciones Arawacas y Guaiqueríes, y el horror a los hispanos; que entraron por las costas de Cumaná, con armas desconocidas y los caballos; los indígenas entraron en tierra firme en oleadas, a mediados del siglo XVI, como lo dice el sabio cronista Pbro. José Antonio Ramos Martínez.  Es muy difícil saber cuántos indígenas poblaban estas tierras antes de la llegada de los conquistadores. Colón y Las Casas dicen que estas zonas del oriente venezolano, eran “poblantísimas”, es decir, muy pobladas.

Según José Antonio Ramos Martínez, en su Historia de la Provincia de Cumaná y la Nueva Andalucía, y don Bartolomé Tavera Acosta, las etnias más importantes de la dicha provincia de Cumaná, en esos años iniciales, eran: Chaimas, Tiaos, Coacas, Tagares, Guaraunos, Chaimagotos, Onas, Cumanagotos, Chacopatas, Pariagotos, Tapacuares, Caribes, Aruacas o Arawacos, Guaikeríes, Cacheimes, Chacachacares.
 
El padre Berja agrega otras tribus: Chaparros, Tiguetigues, Farautes, Caribes Chamaiguas, Azaguas, Tapíes, Cores.  No nombra a los Tiaos y Arekunas, que veremos más adelante.

Los misioneros capuchinos fundaron, con base en la etnia Chaima, 45 pueblos, construyeron sus iglesias y evangelizaron 100 mil indígenas, en 150 años. 

Los caciques  más destacados de la provincia de Cumaná, eran: La cacica Yasoarayta, tenida y respetada como una verdadera reina, por todos los caciques de estas naciones, que le rendían tributo; el cacique Cawana, Cawaná  o Cumaná, cristianizado en Santo Domingo y bautizado con el nombre de  Alonso,  el más afamado de los primeros tiempos;  primer contacto de los europeos con los habitantes del cacicazgo extendido en las márgenes del río Chiribichii;  Tacar bautizado Diego, Caicuire, llamado Caigüire,  Pasamonte, Maturín, cuyo nombre se le dio a la capital del Estado Monagas;  Sacana, Nicoto, Güaipata, Querecrepe, Chacopata, Macatoa, Cüarica, Querepana, Omegüa, el imponderable Cayuarima, invencible cacique de los chacopatas y cumanagotos; el terrible Toronoima, bautizado con el nombre de  Gil González, asesinado vilmente por Gonzalo de Ocampo; Maragüey, líder del levantamiento tagare de 1521, victima también de Gonzalo de Ocampo;  Cariaco, Cucuy, Cuserú, Chacomar, Güaramentar, Juan Cavare, Manoa, Mayucarí, Maicana, Querepana, Tiricura,  Queneriqueima, Tucubera, Uriapari, Zapata, Paria, Uricuar, Cunaguara; el Moro que adoptó el nombre de  Naricagua, cacique de los Arecunas, (tenía barbas), era un desertor moro al servicio de los españoles, trajo a Margarita una expedición Arawaca, y firmó un pacto de amistad con los españoles; el Caribe Ocapra, y el gran cacique Charaima, abuelo de la cacica Isabel, madre de Francisco Fajardo, probablemente nació en Guaravera-Cariaco, la ciudad más importante del cacicazgo de los Tiaos.

Por nuevas investigaciones sabemos que los caciques Tiaos, más conocidos de Tarabacoa, Marigüitar y Cachamaure, son: Anezabón, Guacamaya, Cunaguaro, Gravielejo, Manareyma, Alonsico, Macoram y Goaracapa, todos ellos bajo la jefatura de la cacica Yasoarayta. En Cariaco podemos mencionar a los caciques de los Tiaos: Macanicagoa, Canamero, Camayacoa, Cabocaburi, Niaoto, Paracagone, Guatoro y el más conocido, Charaima abuelo de la cacica Isabel, madre de Francisco Fajardo.

La Cacica Yasoarayta, era considerada y venerada como una verdadera diosa de todas las naciones caribes y especialmente de los Tiaos, que le prestaban ciega obediencia, sobre todo los caciques principales y sus familias. Tenía sus dominios en las montañas y cuevas de Guácharo, sus sirvientes eran más de diez mil hombres de las tribus caribes arawacas, considerados guerreros invencibles por su formación; sus colaboradores principales eran los piachas y sus discípulos, que mantenían su poder.  En las mañanas, la cacica se bañaba desnuda en los ríos que salen de las cuevas; entonces permitía a uno de los caciques que se bañara con ella para emparejarse y concebir. Cada dos años debía parir un hijo varón, las hembras eran sacrificadas para evitar una nueva sucesión femenina. Todos los años los caciques de todas las tribus tributarias, se reunían viajaban hasta la capital Guaravera, de la nación Tiao, para venerar a su reina, entonces tenían fiestas que duraban muchos días con sus noches, en esas fiestas competían los campeones de los batallones caribes para nombrar un líder de cada batallón, al que llamaban ditaino. Tenía que ser el más valiente y el más diestro. Los demás se batían en riñas, bailaban, bebían hasta embriagarse y quedar sin sentido, al son de los tambores y la música y las maderas, es de notar que había cantantes que improvisaban versos y hermosas melodías, pero lo más notable eran las borracheras. Se mataban en peleas secundarias sin darles la menor importancia.    
 
En el valle de Cumanacoa, que nos suena que es una palabra de los Coacas, el valle de los Coacas, y que también es territorio de los apotomios, de los caciques Miarica, Temenuepa y Topotupana.   

En la provincia de Barcelona las naciones más conocidas eran: Caricamana, Píritus, Chacopatas, Cumanagotos, Tigrechires, Guantar, Guayacamo, Querequerepes, los palenques de Barutima y Araras. Territorios estos de los Cumanagotos, Caribes o Kariñas, Chaimas blancos y negros. Sus caciques más importantes fueron: Caguare, Toronoima, Maraguey, y el invencible Kayaurima.   

Según Tavera Acosta, los misioneros que escribieron sobre la lengua de esta zona, son principalmente: Manuel de Yangues, Matías Ruiz Blanco, Diego de Tapia, y Francisco de Tauste. No cita a José de Ateca ni Agustín de Frías.  Según este sabio carupanero, por las raíces de la lengua que hablaban, que se extendía según Francisco de Tauste, hasta la laguna de Tacarigua, las montañas del Güaraira Repano y Guayana; había influencia   Arekuna, sinónimo de Caribe, que habitan en el alto Cuyuní y sabanas de Camarata, que en tiempos remotos habitaron en la parte oriental, actualmente el Estado Sucre; además de los Kaimas-Kumanagotos, etc. 

Las obras que debemos consultar para un mejor estudio de este tema sobre los primeros tiempos, son: “Misión de los Religiosos Capuchinos”, de Francisco de Tauste, publicado el 25 de agosto de 1678. Otra obra importante es “Por la Venezuela Indígena de Ayer y de Hoy, de Fr. Nicolás de Olot, Otra es “Los Primeros Historiadores”, y sobre todo “Misión de los Capuchinos en Cumaná” de Fr. Buenaventura de Carrocera. Otra, relacionado con las lenguas, “Venezuela Precoloniana”, de Bartolomé Tavera Acosta. 
Fr. Francisco de Tauste escribió otras obras, tales como “Relaciones” escrita en Río Negro, 1670. Publicada en Sevilla en 1918, y el célebre diccionario Chaima. 

Al parecer tanto los Arekunas, Kaimas, Tiaos, Tagares, Cumanagotos, Guaiqueríes y Arawacos, eran Caribes sedentarios, hablaban la misma lengua y tenían las mismas costumbres, eran tanto física como lingüísticamente, una misma familia.



L A S   I N D I A S   B L a N C a S

            Juan Manzano Manzano, en su obra “Colón descubrió América del Sur en 1494”, y basado sobre todo, en la relación del veneciano Ángelo Trevisán, conocida con el título de “Recolecta Colombina” publicada en la obra de Manzano; en las décadas del Mundo Nuevo, de Pedro Mártir de Anglería, y abundante bibliografía, afirma que el Almirante ordenó una expedición de 5 carabelas en la segunda quincena de diciembre de 1493, partiendo de la costa norte de  Española con rumbo a Cuba, que al llegar al Cabo de San Nicolás fueron al sureste para llegar a las costas perlíferas de Cumaná.

            Trevisán dice que luego de 12 días de navegación las carabelas llegaron a un muy buen puerto, donde fueron recibidos por dos canoas indígenas con 6 pescadores, los cuales daban señales de alegrarse “Como se fosgeno statu altre volte li”, como si los expedicionarios ya hubiesen estado allí. Esto significa, según ellos, que indudablemente, aún antes habían llegado expedicionarios a Cumaná.

Juan Manzano Manzano, se pregunta: ¿Qué paraje era este dónde recalaron las carabelas? Entonces acude a Gómara cuando dice; “El Señor de Cumaná, que así llamaban aquella tierra y río, envió a rogar al capitán de la flota que desembarcase y sería bien recibido”. En el puerto de Cumaná, dice Trevisán, los indígenas recogían perlas en gran cantidad con cestos especiales provistos de peso, bajaban a las profundidades para recoger las ostras que les servían de alimento y de allí recogían las perlas que despertaron la codicia de los españoles.

            Así llegó aquella expedición a Cumaná en 1494, y bajaron los marineros al poblado, que tenía unas doscientas churuatas, bohíos, invitados por el hijo del Cacique, y los marineros fueron agasajados con manjares de esta tierra, luego pasaron a un salón donde, sentadas en el suelo, estaban hermosas muchachas vestidas con tela de algodón que las cubrían sólo por debajo de la cintura, y adornaban sus cuellos y sus brazos con sartas de hermosísimas perlas; pero esto no era lo más importante, estas indígenas eran blancas y amorosas, se portaban como sí ya conocieran a los expedicionarios.

Manzano Manzano comenta, que sí las muchachas del Cacique de Cumaná eran más blancas que el resto de los indígenas, bien podrían ser hijas de antiguos expedicionarios; y agrega, que los marinos seguramente fueron alojados en sus casas, y los indígenas les ofrecieron sus mujeres, como era costumbre de aquel pueblo.

Además, agrega, que sí alguna duda existiera sobre estos viajes de Colón a la tierra firme y sobre todo a los placeres perlíferos de Cumaná, bastaría con hacer una comparación entre la relación hecha por Trevisán con la del viaje de Peralonso Niño y Cristóbal Guerra en 1499, pues fácilmente se puede advertir que se trata de la misma región de Cumaná, aunque Peralonso dijese que había ido a Curiana, que efectivamente visitó, pero el gran rescate de perlas lo hizo en Cubagua y sobre todo en Cumaná.

Ahora bien, Gómara es el único de los Cronistas de Indias que tomó en cuenta estas expediciones a las costas de las perlas; pero, como señala Manzano Manzano; cometió el error de considerarlas un episodio más de la tercera expedición colombina de 1498.

Pasaron muchos años desde que los marineros de Colón convivieron con los indios de Cumaná, y naturalmente dejaron sus descendientes, los indios blancos, de que hablan los cronistas y eso constituye una prueba irrefutable del descubrimiento de Cumaná en 1494 como lo afirma Manzano Manzano.

Con esto no quiero restarle el protagonismo que tiene y merece el pueblo de Macuro, donde toca Colón el 5 de agosto de 1498, que celebraremos en esta única oportunidad; pero los hechos históricos terminan por descubrirse e imponerse. Si acaso no fue el mismo Almirante el que entró a Cumaná en sus viajes cortos, si fue por orden suya, y tal vez su hijo o su hermano Bartolomé. 




EL CACIQUE KAWANÁ.



            El Cacique Kawaná -Don Alonso para los españoles. Los hispanos no podían llamarlo Rey y por eso le dieron el Don; fue el cumanés más importante de los primeros tiempos de la conquista. Entra a la historia como protagonista del primer desencuentro de las dos culturas.  Me interesé en él, desde que leí la obra de don Juan Manzano Manzano “Colón descubrió América del Sur en 1494”, en esta obra, nos cuenta como el Cacique de Cumaná, recibió a los españoles y encargó a su hijo, para que los atendiera.

Este indígena extraordinario, es el que recibe a los que venían a Cumaná desde 1494 y tal vez antes si consideramos la incógnita que nos dejó Bartolomé de Las Casas, cuando dice que:  “venían al Puerto de Perlas” en busca de agua, maíz, casabe, tabaco, pescado salado,  y perlas, que las había en abundancia, como nos lo cuenta también  Girolano Benzzoni;  y el Cacique se dio a conocer como un hombre sabio, trabajador por que era el mayor constructor de barcos entre la indiada; justo y magnánimo, que se dio cuenta de lo importante que era la educación de los niños, y permitió la fundación  de  un pueblo de extranjeros, y la construcción de los templos, y el mismo envió a sus niños  y a los de otros caciques y familias importantes, a esa  escuela fundada por los misioneros dominicos y franciscanos en el inicio de la transculturización.

El primer encuentro de los españoles con el cacique Kawaná, ocurrió el 23 de diciembre de 1493 (Esta fecha la da el Ing. Víctor Silva Bermúdez, el cual hizo el cálculo tomando en cuenta el tiempo ignorado de la travesía, desde la salida de un punto en Santo Domingo hasta la desembocadura del río Cumaná y su regreso.  Veamos como lo cuenta Juan Manzano Manzano, glosando a Bartolomé de Las Casas y a Ángelo Trevisan. 

“El veneciano, nos dice que los expedicionarios, saliendo de la española, navegaron primero con rumbo Oeste “hacia la tierra cercana llamada Cuba; con orden precisa de dirigirse después hacia el Sur y Sudeste, hasta alcanzar un lugar, donde, según los informes que poseía el Almirante, existía un rico vivero de ostras perlíferas. Tras doce días de navegación, las cinco carabelas arribaron a un puerto muy bueno. A su llegada, se aproximaron a los navíos españoles dos canoas indígenas, con seis pescadores, los cuales mostraban claramente en sus semblantes la alegría y contento por la visita de los recién llegados, dando la impresión de que estos hubiesen estado otras veces allí (Como se fosseno stati altre volte li -Trevisán).

¿Qué paraje era este dónde recalaron las carabelas españolas?  Se pregunta Manzano. Escuchemos a Gómara. “El Señor de Cumaná, que así llamaban aquella tierra y río, envió a rogar al Capitán de la flota que dembarcase y sería bien recibido”.

Si aquella tierra, como dice Gómara, era la de Cumaná: el puerto muy bueno -de la relación de Trevisan -  donde fondearon los navíos españoles, tenía que ser necesariamente el gran golfo de Cariaco, de catorce leguas de fondo, a cuya entrada se encontraba el río de Cumaná, que daba nombre a toda la provincia”. 

Manzano Manzano, Trevisan y Girolano Benzzoni, también nos cuentan cómo llegó Colón al puerto de Cumaná, y como los indígenas los recibieron y subieron a las naves y se admiraron de las “gúmenas “y demás cosas de sus naves, y el Cacique del pueblo, que los recibió, los acogió, y les dio casa y comida, y “holgó” mucho con ellos. Lo que significa que era todo un Señor, un Jefe venerado y respetado por su pueblo, y que además los conocía.

  Era costumbre de los hispanos llamar la tierra con el nombre de su Cacique, así fue por ejemplo con “Urabá” de Darién, y desde entonces llamaron a ese puerto “Urabá”.  Además, percibo un error en la pronunciación y escritura actual de los nombres de Cumaná que debe ser KAWANÁ, como en el del río Chiribichii, que debe ser KIRIBIKI, como lo percibe y explica Bartolomé Tavera Acosta.

Pedro de Córdoba, fundador de las misiones dominicas de Cumaná y Santa Fe, escribe el nombre del río de Santa Fe, CHIRIBICHE, y seguramente lo pronunciaba Kiribike. La “K” se escribía “CH”, según Tavera Acosta, como hemos dicho antes.
 
Los cronistas e historiadores confunden, y logran confundir, los nombres de los ríos de Cumaná y Santa Fe, y por eso tienen problemas en la ubicación de los hechos de esas dos misiones.   Muchos historiadores y cronistas que “arriman leña para su costal”, le restan a Cumaná un montón de años de su verdadero nacimiento, por esta razón. Pero luego la historia no les da, es decir lo confunden todo.  


Tanto fue su crédito que los españoles dieron al Cacique, que lo invitaron a Santo Domingo, y él fue con ellos, y aprendió rudimentos del idioma y de su religión, y lo bautizaron con el nombre de Alonso, y se ganó el Don en muy poco tiempo. Era todo un “Pater familia”, un jefe digno y noble.
 
Del libro de Vicente Rubio O. P. “Los Primeros Mártires dominicos de América”, tomo esta nota: “El cacique Don Alonso, que era el reyezuelo del lugar, los recibió con gran respeto y cordialidad, incluso les hizo una choza o “bohío”. Otra mención hace Reginaldo Montesinos: “No en balde hacía poco que aquel cacique “había venido a la isla española con una nao que por allí (el litoral venezolano) había pasado y tornáronlo cristiano, y estuvo en nuestro convento en la isla española”.

Entendemos que pasó un buen tiempo en el convento de los dominicos, donde aprendió a tratar a los castellanos. Cuando estos vinieron a Cumaná en 1513, seguramente lo acordaron, y él los recibió y los ubicó en un lugar estratégico, cerca de Los Cerritos, médanos protectores, de arenas blancas frente al mar, playa de Ostia la llamaron, cerca también, la desembocadura del rio por el golfo de Cariaco, una isleta, a un tiro de ballesta desde la orilla del mar; mas allá las cumbres del Pan de Azúcar.

Los Cerritos, médanos, que los había en nuestras playas, yo tuve el privilegio de conocer los de San Luis, que estaban allí hasta hace poco tiempo, iguales a los de Paraguaná en el estado Falcón; aquellos quedaban en la desembocadura del río Chiribichií, -la última luenga, como dice Las Casas-, y lo corrobora el sabio Bartolomé Tavera Acosta, que así se llamaba nuestro río en el idioma Caribe o Chotomaimu -como lo denomina Mark de Civrieux-.

Allí se establecieron los misioneros y desarrollaron la misión y la escuela, en el puerto que comenzó a poblarse en 1504, era conocido como “Puerto de Perlas”, luego “Misión de Córdoba”, después “Nueva Córdoba”; se puede decir que esta ciudad, embrión de “Cumaná”, es en buena parte obra del Cacique.

Los misioneros de 1514, se ufanaban que podían, bajo su protección, entrar en la tierra firme más de 8 leguas sin ningún obstáculo, seguramente era todo el territorio del reino de Alonso.

Alonso y su familia fueron secuestrados en setiembre u octubre de 1514, -esta fecha la he calculado porque los indígenas los sentenciaron a muerte y esperaron 4 lunas para ajusticiarlos y porque Pedro de Córdoba, regresó a Cumaná el 10 de febrero de 1515, a saber, de los misioneros y supo que los habían sacrificado. Alonso y su familia fueron secuestrados por una armada española bajo el mando de Gómez de Rivera; al parecer, pereció en Santo Domingo, como afirma Las Casas, prisionero o tratando de rescatar a su mujer, familiares y sirvientes, que habían sido vendidos como esclavos. Muchos historiadores vienen estudiando a este recio personaje de los primeros tiempos de la conquista.

            Bartolomé de Las Casas dice que los caciques de Cumaná se distinguían por el número de barcos que poseían, eran buenos constructores de barcos, por lo tanto, Alonso de Cumaná, era el más rico y poderoso de la Costa de Las Perlas: “Que por allí se pescaban cerca”, Cristóbal Colón, dixit. 


EL RAPTO DE CAWANÁ o DON ALONSO Y SU FAMILIA. VISTO POR DON VICENTE RUBIO. Con algunas glosas mías.

El acucioso investigador e historiador don Vicente Rubio, en relación con la captura de Alonso y familia, nos da los siguientes datos y argumentos:

“Todo se inició en una conjura en Santo Domingo”, veamos: 

“El 5 de agosto de 1514 era convocada una reunión en casa del Licdo. Marcelo de Villalobos, uno de los tres jueces de Apelación (12). Once personas más asistieron a ella: El Lcdo. Juan Ortiz de Matienzo, colega de Villalobos.  Gil González Dávila, contador de la Isla. Juan de Ampiés, factor de la misma. Pedro de Ledesma, secretario de la Real Audiencia.  Cristóbal Sánchez Colchero, naviero. Juan de León, vecino de Santo Domingo. Gómez de Ribera, ídem (13).  Diego Caballero, ídem (13 bis). Bartolomé Palacios. Ídem (14).  Diego Bernal, ídem. Y Juan Fernández de las Varas (15), el cual se hizo representar por un tercero.

 Entre todos acordaron organizar una expedición o “armada” “contra los caribes de las islas cercanas”; éste razonamiento equivalía a “ir a la cacería de indios”.  Nada importaba que los nativos cazados fuesen en verdad “caribes” (antropófagos según les convenía) enemigos de indios “guatiaos”, como de los colonos hispanos; al volver de la cacería y a la hora de declarar su mercancía humana ante las autoridades del puerto de Santo Domingo… “Siempre los armadores hacían pasar a todos sus aborígenes apresados como “caribes” sabiendo que así la ley les amparaba”.

Constituida por aquellos individuos la expedición, “gastos y beneficios se repartían por partes iguales entre los doce socios.  Tomarían parte dos naves pertenecientes a dos de los socios: el navío “Latino” de Cristóbal Sánchez Colchero y el barco de Palacios.  Juan de León fue nombrado capitán de la armada; Pedro de Ledesma y Diego Caballero, recibieron el encargo de proveer y despacharla…

            Aportaron capitales, además de los socios de la empresa, el repartidor de los indios de la española, Rodrigo de Alburquerque, que poco después sería nombrado alcalde mayor de la isla, y el procurador de Santo Domingo Juan García Caballero.  Probablemente también invirtió capital en la empresa el tercer oidor, Lucas Vázquez de Aillón, pariente de la mujer de Gómez de Ribera; éste último fue nombrado veedor de la amada… La expedición se dirigió primero a la isla de San Vicente, donde tras saltar a tierra, el capitán Juan de León y el naviero y maestro de su nave, Cristóbal Sánchez Colchero, fueron matados por los indios.  Muertos dos de los jefes de la expedición, asumió el mando de la armada Gómez de Ribera. Ordenó tomar rumbo a “Puerto de las Perlas”, donde rescataron perlas de los indígenas y también se dedicaron a pescarlas.
 
Siguiendo su camino “la costa abajo”, cogieron cautivo en la provincia de “Portugal” (17), tierra de “guatiaos”, a un cacique de paz, don Alonso con 18 personas. La traída de los indígenas a la española sería motivo de revelar públicamente, por primera vez, las ambiciones desmedidas de los empresarios antillanos”
Desde aquí se apartan del relato de Bartolomé de Las Casas, que para mí es el propósito de este libro, burlar a Las Casas, porque lo consideran un enemigo de España. Entonces hablan de Portugal por Pertigalete, y del rio Chriviche, como lo escribe Pedro de Córdoba, que es el de Santa Fe; y de esa confusión vienen todos sus errores, no saben ni entienden que el río de Cumaná se llama Chiribichii, la última luenga, igual o perecido al de Santa Fe, pero con una pequeña diferencia, la “i” final alargada, pero es el “Cawaná” o sea el gran rio del reino de Alonso “Cawaná Chiribichií”.

Y es en la desembocadura del rio Chiribichií donde están los misioneros dominicos de Pedro de Córdoba en 1514, donde son raptados Don Alonso su mujer y 17 familiares o personal de servicio del cacique. Y es de este rapto de donde viene toda la historia de aquel evento, que da a conocer a Cumaná en la Corte del Rey Fernando el católico, y de ese rapto que proviene el interés de Las Casas, de Vitoria y de Suarez por Cumaná, que se impregna la filosofía humanitaria de aquellos tiempos. No podemos perder ese hito histórico, del cual se han ocupado tantos cronistas de indias e historiadores y hasta el Vaticano.  

 Pero en interés de la historia veamos como continúa Vicente Rubio este pasaje.

“En esta página del historiador Enrique Otte estamos de acuerdo con él en lo que se refiere a la armada organizada en Santo Domingo el 5 de agosto de 1514 para ir a saltear indios. Estamos igualmente de acuerdo con él en que, muertos en la isla de San Vicente los dos jefes de la expedición (Juan de León y Cristóbal Sánchez Colchero), asumió el mando de la armada Gómez de Ribera, que es a quien Bartolomé de Las Casas, sin nombrarlo responsabiliza del posterior desastre ocurrido. Pero no estamos de acuerdo en que a la “Costa de las Perlas”, Cumaná, Paria o provincia de “Portugal” o de Maracapana, como algunos la llamaban, llegasen dos barcos; el relato coetáneo de Reginaldo Montesino habla solo de un navío. Quizá el otro barco -el de los dos jefes muertos en San Vicente- fue incendiado por los nativos de aquella isla, o quizá quedó destruido por la “broma” -comején- o tal vez regresó a la española para dar noticia sobre el triste final de sus patronos. Tampoco estamos de acuerdo con Las Casas en que ahora cogieran cautivo “a un cacique de paz, don Alonso con 18 personas”, a pesar de que esto mismo repite Otte (20). Reginaldo Montesino únicamente habla de que solo fue presa “la mujer del dicho cacique” y diecisiete criados y criadas de su casa”.

” Tocante al cacique, Montesinos expresa que cuando los dos misioneros dominicos, Fernández de Córdoba y el hermano Garcés, aportaron al valle de Chiribichí.
“…hallaron un señor que se llamaba Alonso, el cual días pasados avía   venido a la isla española con una nao que tte  Otte por allí avía pasado y tornáronlo christiano, y estovo en nuestro convento en la isla española”.

Montesinos no se confunde él está diciendo la verdad porque Alonso es el cacique de Cumaná del valle de Chiribichii, porque el cacique de Santa Fe es Maraguey, y el de Maracapana es Gil González.  Vicente Rubio es el que tuerce la historia al confundir el nombre de los ríos y las fechas, porque Santa Fe fue fundada después, del rapto, en noviembre de 1515, cuando vuelve Pedro de Córdoba con la tercera expedición; y estos sucesos, el rapto de Alonso y su familia, se produjeron en septiembre de 1514,  y es fácil calcularlo pasando cuatro o cinco meses, que concedieron los indígenas para devolver a su jefe y sus familiares; y  porque Pedro de Córdoba, vuelve  a Cumaná en febrero de 1515 a buscar a los frailes rehenes, y ya habían sido sacrificados.

Don Vicente continúa su interpretación de aquella historia, veamos:
“De modo que, según la versión de R. Montesino, el cacique de Chiribichí, don Alonso, ya era conocido de los frailes que marcharon al litoral venezolano a estudiar el terreno mejor para plantar allí el futuro centro de evangelización pacífica (junio -julio 1514); ese mismo cacique había vivido hacia abril o mayo de 1514 en el monasterio de los predicadores de la ciudad de Santo Domingo. Cómo y con quién vino hasta aquí y cuando regresó a sus nativos lares, no lo hemos podido averiguar todavía de modo preciso, aunque pensamos que su vuelta a Chiribichí debió tener lugar entre mayo –junio de 1514 (21)”.  

Ahora bien, para esta fecha Pedro de Córdoba con sus misioneros no había llegado a Santa Fe, y sus enviados el padre Francisco Fernández de Córdoba y el lego Juan Garcés, se habían ganado la amistad de los indígenas y podían recorrer hasta 8 leguas dentro del reino de Alonso, y buscaron y encontraron el lugar apartado “donde españoles no hubieran…” para el asiento definitivo de la misión de Pedro de Córdoba, y así fue que escogieron el reino de Maraguey o sea Santa Fe de Chiribiche, que tiene un rio pequeño, que no tiene las riquezas del puerto de Cumaná: las perlas, la sal, las piedra de Araya, las mujeres, la mano de obra, etc. cuyo río tiene un nombre parecido al de Cumaná, Pedro de Córdoba en sus cartas  lo nombra “Chiribiche”

 Pero como es muy interesante el relato veamos como lo continúa Vicente Rubio:
“Tornando al hilo de nuestra narración diremos que cierto día de las postrimerías de agosto de 1514 apareció por el sitio donde el par de misioneros dominicos se encontraban, una nao cuyo capitán, nuestro ya conocido Gómez de Ribera, y su tripulación parecían animados de bondadosos propósitos de saludar a los dos frailes  y de realizar algún trueque  o rescate  con los aborígenes; ocultaba Gómez de Ribera, sin embargo, el siniestro propósito de cazar sorpresivamente algunos naturales  de aquella región  para trasportarlos a Santo Domingo  y aquí venderlos como esclavos  so pretexto de que eran “caribes”.

 “Ocurrió que cuando la esposa del cacique Alonso quiso ver la embarcación, rodeada por una comitiva de diecisiete personas de su tribu, el capitán de la nao, tan pronto hubieron penetrado los curiosos nativos en el barco, mandó en secreto recoger anclas e izar las velas, y con aquella carga humana, tan traidoramente cazada, enfiló proa hacia Santo Domingo, a donde llegaría después de una travesía normal de siete u ocho días (22).  se llamaba don Alonso, o que los frailes le habían puesto ese nombre, u otros españoles porque los indios son amigos e codiciosos de tener nombre de cristianos e luego lo piden que se lo den, aun antes que sepan nada para ser bautizados. Así que engañan al dicho don Alonso para que entrase al navío con su mujer e otras ciertas personas, y que les harían allá fiesta.  Finalmente, que entraron 17 personas con el Señor y su mujer, con confianza que los religiosos estaban en su tierra y que los españoles por ellos no harían alguna maldad porque de otra manera no se fiaban de ellos.  Entrados los indios en el navío, alzan las velas los traidores e viénense a La Española y véndelos por esclavos”.
           
 “En la urbe del Ozama los jueces de apelación y demás socios suyos se repartieron entre si la mercancía clandestinamente, quedándose con la mejor parte el Lcdo. Marcelo de Villalobos”.

Pero según el testimonio de Fr. Reginaldo, el capitán Gómez de Ribera no capturó al cacique Alonso, sino a su esposa y a diez y siete servidores de ella.  Es una lástima que este estudio este parcializado y preconcebido y jamás superará al de Bartolomé de Las Casas, que, si dice la verdad del rapto de Alonso, de su personalidad, de su reino, y del martirio de Alonso y su mujer y su familia y agrega que todo se lo contaron lo indios los actores de la tragedia de Alonso, el gran caique de Cumaná. 



LA REBELIÓN DE TORONOIMA Y MARAGUEY.


El padre Bartolomé de Las Casas, llamado el Protector de los indios, en su obra “Historia de Las Indias” (1), da su versión de la rebelión en 1521, del cacique de Maracapana, el indómito, sabio y valiente Toronoima, al cual los españoles habían bautizado con el nombre de Gil González cuando estuvo en Quisqueya (2), isla de Santo Domingo o La Española, donde residían para esa época, los poderes reales. Al parecer muchos caciques de la costa oriental fueron llevados a Santo Domingo, como el cacique Cawaná bautizado Alonso, y era tratado como rey, el Don se le dio como atributo de su personalidad: “Don Alonso” 

Las Casas, arribó a la isla de Puerto Rico en 1521, probablemente el 15 de febrero (3),  dotado de poderes reales que le confirió la Regencia en el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, y se enteró de las novedades del alzamiento de los indios caribe-tagares que poblaban un reino en las costas de Tierra Firme,  en Chiripichi (4), Pedro de Córdoba, al fundar la misión, lo llamó “Chiribiche de Santa Fe”, y para la fecha de la rebelión, con permiso del Cacique,  habían construido una iglesia y una casa, y se dedicaban a la enseñanza de los indios, a los cuales les enseñaban religión y también a sembrar y pescar con redes, así las cosas, cuando surgieron, como solían hacer,  unos  españoles que se dedicaban al comercio de esclavos. 

Esta partida esclavista iba  bajo el mando de un tal Alonso de Ojeda, homónimo del conquistador,  habían armado un navío para “rescatar”  o sea,  capturar indios; dice Las Casas:  “corrían  la costa que llamaban Tierra Firme, visitando los pueblos indígenas, buscando indios  para llevarlos a Quisqueya y venderlos como esclavos, venían del Oeste hacia el Este barriendo las costas,  hasta llegar a Chiribiche (Santa Fe), tierra del cacique Maraguey, donde estaba la misión de predicadores de Pedro de Córdoba.  

Los misioneros recibieron a los expedicionarios de Alonso de Ojeda, el impostor, y a su tripulación con ingenua alegría. Dice Las Casas que Ojeda preguntó por el cacique y este se presentó. Lo interrogó: ¿Dónde están los indios que comen carne humana?   Eso bastó para que el indio herido en su amor propio, se marchara protestando. Ojeda se dio cuenta de que no iba a poder hacer sus tropelías en ese pueblo, por estar amparados por los misioneros, y se marchó con rumbo a Maracapana, el reino de Toronoima, al cual los españoles bautizaron, como hemos dicho en La Española, con el nombre de Gil González, donde estuvo algún tiempo, y se ganó el respeto y la amistad de muchos de ellos, sobre todo de los frailes.

Ojeda se entendió con Toronoima, le compró 50 cargas de maíz.  Pidió a los indios que se los llevaran a los barcos que les pagaría el acarreo con vinos españoles, a los cuales eran aficionados.  Cuenta Las Casas que una vez en la playa, los españoles sacaron las espadas, mataron a varios indios y a los demás se los llevaron a los barcos.

Al otro día Ojeda volvió al pueblo de Toronoima, como si nada hubiese pasado, pero allí lo estaba esperando el Cacique con sus guerreros emboscados, los cuales, a una orden del Cacique, atacaron sin importarles las armas que llevaban los españoles, ni el riesgo que corrían, y le dieron muerte al tal Ojeda, y a seis más de sus compañeros, y los otros esclavistas pudieron fugarse milagrosamente, iniciándose así en la tierra virgen americana, la guerra de resistencia indígena.      Enseguida “se apellidó la tierra”, dice Las Casas, es decir sonaron las maderas por toda la serranía, comunicando el suceso. Esto supone el conocimiento de una especie de código con el cual se comunicaban los indígenas.

El 19 de septiembre de 1520, estando los indígenas en pie de guerra, arriba a las costas de la provincia de Cumaná una expedición de tratantes de esclavos, bajo el mando del Capitán Hernando Ibáñez, y caen en una emboscada ejecutada por Maraguey y Toronoima, estos caciques convocaron a todos los caciques indígenas de sus reinos.

Bartolomé de Las Casas dice “se apellidó la tierra” con ello quería decir que las maderas sonaron a muerte y aquellos hombres suscribieron el primer acto de guerra contra los invasores, continuó así la resistencia indígena, luego miles de aborígenes en los reinos de los Chaimas, Tagares y Cumanagotos, levantados en armas defenderían su territorio contra elementos de guerra desiguales; en esta acción en el valle del Chiripiche,  mueren decenas de indígenas pero también rinden sus vidas el Capitán Ibáñez y todos sus hombres, en el fiero combate.  


La guerra continuó, todos los caciques se unieron para defender su tierra, su civilización de 14 mil años, se iniciaba la primera guerra contra “los conquistadores” en el continente americano, y otra expedición de 46 hombres, bajo el mando de los capitanes Villafañe y Gregorio Ocaña, con el mismo propósito de “resgatar” indios, también fue derrotada, es íntegramente sacrificada en otra batalla planificada y ejecutada por los mismos caciques, después de terribles y dramáticos combates.

Estos heroicos caciques fueron ejecutados, pero sus huestes nunca fueron derrotadas, Cayaurima los aglutina y los convierte en un ejército indomable que mantuvo la resistencia por más de cien años.

El 19 de septiembre de ese mismo año, estando los indígenas en pie de guerra, sin percatarse del suceso arriba una expedición de tratantes de esclavos, bajo el mando del Capitán Hernando Ibáñez, y caen en una emboscada ejecutada por Maraguey y Toronoima, estos caciques convocaron a todos los caciques de la costa. 


Bartolomé de Las Casas dice “se apellidó la tierra” con ello quería decir que las maderas sonaron a muerte y los expedicionarios sufrieron una dramática derrota, en un acto de guerra contra invasores, podría considerarse esta acción como el  inició de la resistencia indígena, luego miles de aborígenes en los reinos caribes, de los  Chaimas, Tagares y Cumanagotos, se levantarían en armas, defenderían su territorio contra elementos de guerra desiguales; en esta acción en el valle del Chiripiche,  mueren decenas de indígenas pero también rinden sus vidas el Capitán Ibáñez y todos sus hombres, en el fiero combate. 


La guerra continuó, y otra expedición de 46 hombres, bajo el mando de los capitanes Villafañe y Gregorio Ocaña, con el mismo propósito, es íntegramente sacrificada en otra batalla planificada y ejecutada por los mismos caciques, después de terribles y dramáticos combates. Estos heroicos caciques fueron ejecutados, pero sus huestes nunca fueron derrotadas, Cayaurima los aglutina y los convierte en un ejército indomable que mantuvo la resistencia por más de cien años. 

Notas.
1.- Bartolomé de Las Casas.  Historia de las Indias. Editora Nacional, S. A.  México. D. F. 1951.
2.-    Quisqueya, nombre originario de la Isla de Santo Domingo,
3.- Dato de Don Vicente Rubio, en su obra “Los primeros mártires dominicos de América”
4.- Chiripichi, Chiripiche, Chiribichií, Chichiripichi, Chichiribiche, esta palabra de la lengua Caribe, ha sido usado por diferentes autores en diferentes formas creando confusión entre los cronistas. Es indudable que el río de Santa Fe se llama Chiripiche, porque es el nombre que usa Pedro de Córdoba, y el río de Cumaná, se llama Chribichií, la última luenga, como dice Las Casas. Pichi o bichi quiere decir río, ver Tavera Acosta. Venezuela Precoloniana. Pág. 22. 
Nota. Uso la palabra “indio(s)” porque es la usada por Las Casas, entiéndase aborigen.




BARTOLOME DE LAS CASAS Y NUESTROS INDIGENAS.


Fray Bartolomé de Las Casas es el cronista más autorizado para hablar de nuestros indígenas precolonianos, porque convivio con ellos toda su vida, por ello vamos a reproducir sus escritos de su obra “Apologética Historia” de la colección Biblioteca de Autores Españoles, estudio crítico por Juan Pérez de Tudela. Ediciones Atlas. Madrid 1958. (Págs.372-375), Veamos:

            Las de Paria, pues, Cumaná y Chiribichi y por allí abajo, a lo que tenemos entendido, tenían las siguientes: cuanto a la gobernación, esta era de uno, como de las otras partes habemos dicho, porque en cada pueblo gobernaba un señor, y quizá en una provincia principal, señor uno era. La manera de gobierno en particular, ni las leyes con que se regían, aunque algún tiempo estuve en aquella tierra, no lo procuré, aunque pudiera. Todos andaban desnudos, metidas solamente sus vergüenzas en unas calabacitas, o encogidas dentro de las barrigas, por las atar con ciertos hilos como de otros se dijo. Las mujeres también cubiertas con las medias faldillas de algodón de que ya tratamos arriba. Cortábanse los cabellos hasta el medio de las orejas y por hermosura se horadaban las orejas y las narices, donde ponían ciertas piezas de oro, o hechas de las hostias de las perlas, que más que el oro las precia.   



MATURÍN: EL GUERRERO.

LA MUERTE DEL CACIQUE Y LA FUNDACIÓN DE MATURÍN.



En esos tiempos gobernaba en la provincia de Nueva Andalucía, Don José Francisco Carreño, 1717-1720. Sucedió en el cargo a don Mateo Ruiz del Mazo, 1711-1715.  A Carreño le tocó emprender la conquista del formidable y esperanzador río Guarapiche, lo que significaba la apertura de los fértiles llanos del centro de la provincia.
Nos guiaremos, en esto, por las crónicas que nos dejó Fr. Buenaventura de Carrocera.

Era Gobernador y Capitán General de la Provincia de Nueva Andalucía, como dijimos,  Don José Francisco Carreño, cuando más de 20 caciques Arekunas de la península de Paria, entre los cuales podemos mencionar a Yasoaraita la reina de todos los caciques, el famoso guerrero Uricuar y  Aguacaima,  Poye, Atirana, Macareina, Ocapra, todos bajo el mando del formidable Maturín,  unidos a los invasores franceses, trataron de  liquidar el intento  de colonización del territorio bañado por el formidable río Guarapiche, y los prometedores llanos de Maturín;  y  se consideraba muy grave, el inminente ataque a la estratégica misión de San Francisco, cuya noticia  produjo en Cumaná  un terrible desconcierto y más grave aun, la deserción anunciada de los  misioneros y sus habitantes, todo ello era caótico. Levantar aquella misión había costado mucho esfuerzo, un levantamiento de los Caribes, era muy grave, un caso de vida o muerte. La formidable nación Arekuna Caribe sonaba las maderas de guerra, unida a los invasores franceses, como se había comprobado en los sucesos que pasamos a reseñar.

Hacía más de 50 años la nación Arekunas –Caribe- unida a misioneros franceses de Martinica, se oponían a la colonización en esa zona pariana; y no les interesaba la cristianización emprendida por misioneros capuchinos de Cumaná. Entonces iniciaron acciones de guerra,  atacaron el hato de ganado de don Francisco Blanco, el 9 de diciembre de 1718, ubicado en el valle de  Aragua, a orillas del Guarapiche,  cercano de la misión  de San Francisco de Chacaraguar; y,  después de dar muerte a 11 vaqueros se dirigieron a la misión de San Félix de Cantalicio, en el valle de Ropopan, muy cerca del hato destruido,  ubicada entre los ríos Guarapiche y  Guantar,  que saquearon y le prendieron fuego; lo propio hicieron en San Miguel, cada vez más cerca de la importante misión de San Francisco, matando y dispersando a sus habitantes. El esfuerzo civilizador que inició el padre Francisco de Tauste en 1664, se perdía irremediablemente. Era un descalabro de la empresa colonizadora. 

 Esta misión de San Francisco de Chacaraguar, fue fundada por Fr. Francisco de Tauste en 1664, y refundada en 1690 por Buenaventura de Malvenda. 

Don José Francisco Carreño, decidió enfrentarlos. Organizó una expedición y se puso al frente de ella, entrado por el río Guarapiche, penetrando a la región de los llanos donde acampó en el valle del río Amana.  

Veamos como lo cuenta Buenaventura de Carrocera en su obra “Misión de los Capuchinos en Cumaná”, Tomo I, pág. 256.

“Ante estos hechos Carreño tuvo que decidirse por organizar una expedición de castigo contra los caribes, marchando personalmente al frente de ella hasta la llanura de Amana. En el sitio que posteriormente se llamaría de Maturín, se trabó personal combate entre el indio caique que llevaba ese nombre – de quien al parecer tomó la denominación aquel lugar- y uno de los capitanes de la expedición, a quien el P. Caulín denomina Arrioja. “Maturín –dice el citado historiador- salió al encuentro del capitán Arrioja, y puesto en tono de batalla, se mantuvo peleando a bala y flecha contra los españoles hasta morir de un balazo con que le quitó la vida uno de ellos” Aparte de eso, otros varios caiques fueron muertos o apresados por la gente de Carreño, pues, teniendo en cuenta la descripción que el P. Caulín hace de esta entrada de Carreño, en esa batalla tomaron parte varios caciques que demostraron su valor en la pelea y que no sucumbieron ni se entregaron fácilmente”.     

En ese sitio se presentó el indómito cacique Maturín, con 20 caciques más, entre los cuales se encontraba la reina de todos los caiques Yasoaraita y Ocapra, Aguacaima, Poye, Atirama, Macairena, Cunaguaro, y sus huestes; y retó a los invasores de Carreño.

 Veamos como lo vemos nosotros: El campamento de Carreño en Amana, fue atacado por las fuerzas Arekunas –caribes- comandadas por 20 caciques arekunas, y franceses de Martinica.

Después de muchas horas de batalla, el cacique Maturín, retó a un duelo personal al Gobernador J. F. Carreño, el cual aceptó el reto con la condición de que el perdedor abandonara el territorio. Carreño seleccionó para enfrentar a Maturín al fuerte y valiente capitán Arrioja.

Las dos fuerzas contendientes se dividieron en dos bandos. Arrioja por parte de los españoles y Maturín por los arekunas. Se enfrentaron los dos campeones en lucha a muerte, y se mantuvieron peleando, dice el cronista, “a bala y flecha” hasta que un certero disparó terminó con la vida del heroico Cacique Maturín.  El combate fue el 25 de febrero de 1719; y fue tan importante la contienda, que los misioneros marcaron el sitio donde cayó Maturín, para que la misión y el pueblo que fuesen a levantar, en esos pródigos llanos, tuviese asiento en el mismo sitio en que derramó su sangre el formidable Cacique Maturín.

Aparte de eso dice el cronista, que varios caciques fueron víctimas de las balas de los colonizadores; otros fueron apresados, es el caso de Cunaguaro, el cual fue enviado prisionero al Castillo de Araya. Por cierto, que este cacique tal vez fue Ditaína un capitán del batallón de Cunaguaros, y su nombre no era ese, sino que fue identificado como miembro de ese batallón.

Es sabido que los caribes, preparaban sus batallones de acuerdo a las habilidades de sus miembros, así había batallones de cunaguaros, monos, caimanes, tortugas, pájaros, etc., cada uno formado con las habilidades de esos animales. Maturín era el campeón de los Arekunas, su formación pasó por el entrenamiento de todos los batallones: fue cunaguaro, mono, caimán, águila, fue arquero y conocía todos los secretos de su tribu; Arrioja, ya estaba vencido, aprovechó un momento de lucimiento del guerrero para matarlo de un disparo. Carreño le había dicho: “Tienes que matarlo o tendremos que abandonar el territorio para siempre”. 

Las ditaínas o ditainos eran invencibles, estaban entrenados para desviar las flechas mediante pequeños escudos de cuero que colocaban en sus muñecas y en los tobillos, iban siempre delante y sus órdenes eran inapelables, las daban con silbidos de diferentes tonalidades. Maturín no sabía que un disparo no se podía detener. No tenía la malicia de los europeos por eso fue la víctima propiciatoria. 

Se puede decir desde el punto de vista de los españoles, que Carreño fue el pacificador del territorio y por tanto de los llanos de Maturín, como lo dice el rector de los capuchinos Fr. Felipe Martínez, en 1723, y el propio Carreño, en Acta Notariada participa a la Corte en 1718, sobre los pueblos pacificados y visitados por él: San Fernando, que tenía 72 familias; San Lorenzo, 134; San Miguel, 57; Santa María, 120; Santa Cruz de Cumaná, 44; Santa Ana, 164;  y, San Juan de Cotúa, 73; y sobre la fundación de San Félix También escribió a la Corte, sobre el procedimiento seguido, conjuntamente con el Rector de los Capuchinos, Fr. Felipe Martínez,  a nombrar los Corregidores e imponer tributos a los indios.

Sin embargo, Maturín se fundó mucho después de estos sucesos, más adelante en 1760, pero eso si, en el sitio donde murió el Cacique Maturín. La misión de Maturín y por lo tanto la ciudad de Maturín, tuvo su verdadero comienzo el 7 de diciembre de 1760 cuando los capuchinos aragoneses bajo el mando de Fr. Lucas de Zaragoza, sembraron una cruz, en el mismo lugar donde derramó su sangre el cacique Maturín, y allí mismo construyeron la primera iglesia de su misión, como ha sido aceptado por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.

GUARABERA –CARIACO-, CENTRO DE LA CULTURA TIAO,


Los Tiaos tenían el centro del poder de su reino, en Cariaco, su capital se llamaba Guarabera, la tierra o valle de la erepa -maíz- el reino de los Tiaos-Caribes, que se extendía por todo el litoral, de lo que es hoy la parte oriental del Estado Sucre, las islas de Margarita y Trinidad, el estado Monagas, el Orinoco y toda la Guayana. 

Antropólogos, como Luis Adonis Romero, han encontrado restos de su magnífica artesanía y habla de una búsqueda más activa. Personalmente le regalé una colección de ocho muñecas encontradas en la laguna de Campoma.  Los españoles, solo encontraron los restos de esa cultura, y su capital pudo haber sido destruida por un terrible cataclismo hace muchos siglos.

Los etno historiadores no dicen nada de esta nación que alguna vez ocupó casi toda la costa oriental de Venezuela y la isla de Trinidad en el valle del río Cawo, dejando solo raíces de su idioma, restos de artesanía y costumbres, que, los etnohistoriadores han tratado de identificar. Otros investigadores como Miguel Acosta Saignes, orientan sus estudios a través de la lengua, simplificando el problema, y usan generalmente el término “Caribe”, para identificarlos por su lengua; pero el investigador Bartolomé Tavera Acosta, al estudiar las lenguas del oriente venezolano, y presentar sus distintos vocabularios, encontró raíces del idioma universal: el sanscrito. 

Fr. Francisco de Tauste,  que escribió el diccionario chaima español, y dice que es el idioma más extendido en la zona, no particularizó; y Marc de Civrieux lo condensa y lo llama Chotomaimu –“choto” pueblo y “maimu” lengua-; tal vez, digo yo, este idioma entronca todas las lenguas anteriores y milenarias, de aquel vasto territorio, que llegaba según dice Tauste, desde Paria hasta el lago de Valencia y se interna por la Guayana: pero ninguno ha logrado penetrar e identificar a aquella nación poderosa  que se menciona tantas veces en nuestra etno historia.

Ya es muy difícil, ubicar las distintas naciones que poblaban el territorio que hoy ocupa Venezuela, y menos a través de las lenguas que hablaban aquellos primitivos habitantes, es mejor hacerlo zonificándolos como lo hacían los cronistas de indias, buscando en los documentos, investigaciones y cartas de aquellos tiempos.

Lo que sabemos de la nación Tiao o Siao, es muy importante, y vamos a su encuentro según el relato que hace Ricardo Ignacio Castillo Hidalgo, en su obra “Asentamiento Español y Articulación Interétnica en Cumaná (1560-1620).

El habla de la expedición que hace Fr. Francisco de Villacorta por las tierras que dan al golfo y a la región de Cariaco en 1533, hace alusión a la nación de los Tiaos de la provincia de Cariaco, cuyos caciques, en ese tiempo, eran Macanoicagoa, Canamero, Camayacoa y Cabucaburi. Este reino habia sido invadido por orden de Jerónimo de Ortal, cuando era gobernador del Golfo de Paria, y dos traficantes conocidos como don Juan de Guillen y don Sebastián de Villena. En esa expedición también intervino Girolano Benzzoni, autor de la Historia del Nuevo Mondo, el cual dejó un relato pintoresco de la cacería de indios capitaneada por Ortal. 

Se dice en un informe de Sebastián de Villena, que después del   atropello de Ortal contra los Tiaos, los caciques y las familias de estos indígenas se habían refugiado en Margarita, y, sus jefes fueron ahorcados cuando pretendieron regresar a sus tierras. Esta nación se distinguió por su valor, eran guerreros, hombres fuertes y valientes, que acompañaron a Fajardo en sus expediciones de 1561 y 62, contra los indómitos Teques y Caracas. Fajardo el gran capitán cumanés, hijo de la cacica Isabel, que era de esa nación, y también lo siguieron en sus incursiones para fundar pueblos en aquellos valles de Caracas, los dominios de Guaicaipuró, donde fueron derrotados y expulsados. En esos combates murió la cacica Isabel, nieta del Cacique Charaima del reino de los Tiaos.


A esta nación se refiere el pirata expedicionario y escritor Walter Raleigh, cuando abordó y fue derrotado por don Francisco de Vides, en las costas de Cumaná en 1595.  Él refiere que un cacique Tiao que llevaba de piloto, le dijo que las llanuras al norte del Orinoco eran las llanuras de Sayma (Chaima). Raleigh dice que en esas llanuras habitaban algunas naciones principales, primero estaban los saymas, después los wikiri (caribes), y después los aroras (Aruacos o Arawacos), no menciona a los Tiaos, lo que puede significar que ya no habitaban en esos territorios; pero si los menciona en Trinidad, aunque los llama los Iaos. Tambien los menciona en Guayana, Mr. Lawrence Keymis. Uno de sus caciques le informó que salieron de su territorio cuando un gobernador español les quemó sus casas y mató sus jefes. Hablan del río Morugua donde habitaban en el valle del Carinicuao, pero no lo hemos podido identificar. Los Tiaos fueron un pueblo poderoso y, como ellos mismos lo dicen, antiguamente eran dueños de todo el territorio de la costa marina incluyendo la isla de Trinidad.

Los españoles se apoderaron de sus territorios y ellos optaron por retirarse, era una costumbre de aquellos pueblos cuando eran derrotados; pero un jefe Tiao, además se quejaba de que un español trató de quitarle su mejor esposa. Este detalle parece que era imperdonable y vergonzoso.

De los Tiaos, para la última década del 1500, casi no quedaban indígenas adultos, se habían reducido, según esa versión, a 95 guerreros, casi a la impotencia. Cuando llega Walter Raleigh -1595- con su expedición corsaria, y gobernaba el tirano don Francisco de Vides en Cumaná, habían desaparecido como nación, y ahora no pueden ser reconocidos por su idioma como pretendían, es decir, no podemos reconstruir su historia por esa vía,  ya que en toda esta provincia se hablaba una misma lengua compuesta por raíces arekuna-caribes, cumanagotas y Chaimas, como lo prueba Tavera Acosta en su obra “Venezuela Precoloniana”; y, Francisco de Tauste, etc., de tal suerte que los traductores y “lenguas”, que traían  los españoles de Santo Domingo, se entendían perfectamente con todos ellos, en esa lengua, único idioma que hablaban que era el chaima o chotomaimu como lo llama Marc. Prueba de ello es que las oraciones, el catecismo y las misas, estaban escritas en esa lengua, en la que escribe Pedro de Córdoba y Francisco de Tauste, etc. Tenemos que confesar que nunca podremos saber nada de aquella cultura de los Tiaos que dominaron por muchos siglos en toda la zona oriental de Venezuela.

Solo conocemos estos datos de esa Nación, cuyo centro de poder era Cariaco; más lo que dicen algunos cronistas y viajeros, y un vecino de Margarita que los menciona cuando acudieron al llamado de Fajardo para defender a la Isla del salvajismo del Tirano Aguirre.

Puede ser que Luis Adonis Romero, Sanoja Obediente, etc.; y otros estudiosos digan algo más de este extraordinario pueblo.


NARICAGUA -EL MORO. - El año de 1544 una flota de más de 50 navíos Arawacos desembarcaron en la isla de Margarita bajo el mando de un español al cual identificaron como El Moro.

Ese año, las pocas familias del pueblo y puerto de Pampatar, se preparaban para defenderse de una muerte segura y terrible, tenían noticias de que hacia ellos iba una expedición de indios temibles conocidos como Caribes-Arawacos o Aruacos.

Cuando llegó la expedición de 50  barcos y 500 guerreros, se dieron cuenta de que toda defensa sería inútil, esperaron le muerte orando de rodillas con su pastor el padre Francisco de Villacorta;  pero los guerreros caribes no desembarcaron en son de guerra como ellos pensaban; del primer barco que arribó saltó a tierra un hombre alto y corpulento, de piel oscura y rasgos africanos, que levantó la mano para que sus guerreros permanecieran en sus puesto; y, avanzó caminando serenamente hacia el pueblo. Desde ese lado se adelantó el sacerdote, Francisco de Villacorta, que llevaba la bandera del Imperio. El Cacique Moro se le presentó, le dijo que él era español, y venían en son de paz; que sus Caciques y sus guerreros querían entenderse con los españoles.

Este Moro resultó ser un andaluz de la expedición de los hermanos Silva, que fueron ajusticiados por Gil González Dávila, por haber violado a una dama portuguesa, en la provincia de Guiria. El Moro, según contó Villacorta, salvó la vida gracias a una partida de Arawacos que merodeaba cerca, y lo acogieron como amigo por haber sido y estar herido gravemente.  Cuando llegó a las costas de la isla, al frente de esa expedición Arawacas de más de cincuenta barcos y 500 hombres de guerra, se encontró con los españoles, que hacia más de doce años no los veía y muchos de ellos fueron compañeros suyos, para él fue un milagro.

Venía en son de paz, había llegado su momento, por eso propuso la paz. Así lo hicieron y él les contó brevemente su vida entre los Arawacos: “estos indios son mis hermanos, me salvaron la vida, me dieron una buena mujer hija de su cacique, sanaron mis heridas, dieronme de comer y una buena choza, luego me nombraron ditaíno, o sea capitán de un batallón, no sin antes entrenarme en el arte de la guerra, que ellos practican, así fui de caimán a mono, de pájaro a jaguar, y en todo supere a mis instructores, hasta que alcancé el grado que tengo entre los jefes mayores de la tribu. Nunca he sido más feliz en mi vida”.

“Los señores principales cuando voy de visita me entregan una de sus hijas para que me sirva. He tenido el privilegio de recibir a los jefes de muchas naciones del Orinoco, los cuales hacen fiestas en mi honor. Tengo fama entre ellos de gran guerrero” 

Dice el Cronista Gonzalo Fernandes de Oviedo y Valdés, que: “Por medio de este morisco se comenzó la amistad de los Aruacas con estas dos islas nuestras, porque antes ni se entendían, ni se allegaban ni desembarcaban en ellas”.

El Moro les habló del Orinoco, de sus territorios, de sus naciones; de la fertilidad de sus tierras, de la grandísima riqueza de oro que había, pero que los Arawacos no hacían caso de ella, no les importaba. Tambien les habló el Moro de un pueblo de españoles casados con mujeres indias, que hicieron amistad con ellos, este es un pueblo de madera tan vez de los 300 españoles que se perdieron de la expedición de Ordaz en la costa del Marañón en el año de 1532, de ese pueblo de españoles pedidos en un ramal de Orinoco, da noticias Francisco de Orellana. Este pueblo de españoles está cerca de grandes poblaciones indígenas de las márgenes del río, pero no pueden evadirse porque no tiene caballos ni herramientas para fabricar barcos.

Dice el cronista que el Moro se quedó en Margarita bajo la promesa de volver en la próxima expedición de los caribes. “Y después, a los 4 meses, tornaron 40 navíos estando los españoles en grandes penurias por haber faltado las lluvias. Entonces el Moro ordenó a los Caribes que volvieran por mantenimiento para los cristianos, pues eran sus amigos. Así lo hicieron los Caribes arawacos, y fueron a sus tierras, dos veces, a 200 leguas de la Isla; y trajeron 600 cargas de casabe, pescados y carnes de cacería para remediar el hambre de aquellos colonos; y el Moro se comprometió a proveer la isla y de hacer perpetua amistad con la comunidad Arawacas, y además de ofrecerles las tierras del Orinoco y sus inmensas riquezas.

El Moro, algún tiempo después, volvió a sus tribus Arawuacas del Orinoco donde vivió muchos años y dejó una familia numerosa en varias mujeres, se dejó crecer la barba y fue muy conocido con el nombre del gran cacique Naricagua. Era casi obligatorio para los marinos, pasar por la casa de este gran cacique en la confluencia del Caroní. 

Así fue el comienzo de los Arawacos en Margarita y Cumaná, a los cuales bautizaron Guaiqueríes.


Yasoarayta LA REINA DE TODOS LOS CACIQUES.



La Casica Yasoarayta, bella como el lirio recién nacido, reina y diosa de los caribes Tiaos. La hija de Maquire, el cacique Chaima Caribe, que se convirtió en pájaro y subió a la silla de la sierra, el Turemaquire, para que su pueblo no lo olvidara.

Era morena, de mediana estatura, delgada y flexible como una palmera, fuerte como el guayacán, dulce y frágil como la espiga de maíz. Superó a todos los Ditainos en inteligencia y en los juegos de guerra de los batallones caribes; fue elegida, respetada y hasta venerada, como Gran Cacica de todas las naciones caribes del Oriente. 
Tenía el centro del poder,  de su reino, en Cariaco, su capital se llamaba Guarabera,  la tierra o valle de la erepa -maíz- el reino de los Tiaos-Caribes, que se extendía por todo el litoral,  de lo que es hoy la parte oriental del Estado Sucre,  las islas de Margarita y  Trinidad, el estado Monagas, el Orinoco y toda la Guayana;  era considerada y venerada como una verdadera diosa de todas esas naciones al norte y sur del Orinoco, que le prestaban ciega obediencia, sobre todo los caciques principales y sus numerosas familias, que eran capaces de sacrificarle sus hijos en sus ritos sagrados.
Tenía  su retiro o su templo en las montañas y cuevas de Guácharo, donde solo ella y sus piaches podían entrar;  su guardia personal estaba formada por un ejército de diez mil individuos, entre hombres y mujeres –las amazonas-, preferiblemente de las tribus caribes arawacas sedentarias, que habitaban al Este del Oriente, consideradas invencibles por su disciplina y formación; además de todos los ejércitos de sus súbditos, que ella podía llamar si era necesario, y a cuyas fuerzas presidía en las batallas desde un trono llevado por sus sirvientes, que algunos historiadores dicen que pasaban de un millón de guerreros, caribes arahuacos y tiaos. 
Se conservan los nombres de los últimos caciques de esa poderosa nación: Macanicagoa, Canamero, Camayacoa, Cabocaburi, Nicoto, Paracagone, Guatoro y el más conocido, Charaima abuelo de la cacica Isabel, madre de Francisco Fajardo.
Los colaboradores inmediatos de Yasoarayta eran los piachas y discípulos, que ejecutaba los ritos sagrados que ella presidía, y los sacrificios; ellos mantenían su poder. Sembraban y veneraban el Erepa –Maíz- a cuya planta le dedicaban las fiestas de la cosecha. 
Cada dos años, la cacica se bañaba desnuda en los ríos que salen de las cuevas; Yasoarayta siempre estaba desnuda pero no se dejaba ver, y nadie se atrevía a espiarla bajo pena de muerte; cuando se bañaba en los ríos que salen de la Cueva, permitía a uno de los caciques, ditainos campeones, que se bañara con ella para emparejarse y concebir. Esto lo hacía ritualmente bailando y cantando entre sus doncellas preferidas, dentro de los diez días del período de la menstruación, bajaba al río, escogía a uno de los campeones, se emparejaba con él, le permitía todo cuanto el varón deseara y lo estimulaba para que disfrutara de su cuerpo todas las veces que quisiera.  Ella debía parir un hijo varón, las hembras eran sacrificadas para evitar una nueva sucesión femenina, y, sobre todo, para evitarle los dolores del parto, lo que consideraba un sacrificio inútil.  
Todos los años los caciques de todas las tribus tributarias, se reunían frente a la Cueva del Guácharo, viajaban hasta Guarabera, para venerar a su reina, entonces tenían fiestas, juegos y competencias, que duraban muchos días con sus noches; en esas fiestas se enfrentaban los mejores atletas de los batallones, para escoger un líder de cada batallón, al que llamaban Ditaino. Tenía que ser el más valiente y el más diestro. Los demás se emborrachaban, bailaban al son de la música y las maderas hasta caer exhaustos, es de notar que había cantantes que improvisaban versos y hermosas melodías, pero lo más notable eran las borracheras y las peleas, se mataban para demostrar sus habilidades. Eran costumbres milenarias. Había batallones de hombres caimanes, hombres cunaguaros, hombres monos; estos aprendían las habilidades de esos animales para el combate. Los Ditainos llevaban pequeños escudos de cuero que colocaban en los tobillos y en las muñecas, con los cuales esquivaban las flechas. Eran invencibles. Conocían todos los secretos del combate y les apasionaba la lucha cuerpo a cuerpo.
  Los españoles nunca tuvieron acceso a esta noble reina del imperio de los Tiaos, solo algunas noticias de ella se reflejan en las crónicas. Se piensa que la reina Yasoarayta, después de la muerte del gran cacique Maturín y muchos otros jefes, y la rendición de otros, huyó con su pueblo y sus ejércitos hacia los confines de la Guayana, y aun, restos de su poder se encuentran en las montañas donde nace el gran río Cuyuní. 

Humboldt y Rómulo Gallegos, los mencionan. Gallegos dice en su novela Canaima: “Las primeras noticias acerca de aquellos panoramas le habían llegado a Cristóbal de Ureña hacia los quince años.

De vuelta a Caracas, por vacaciones, uno de sus tíos, que era jefe del resguardo del puerto de San Félix, llevó un preciso chinchorro tejido por los indios “Arecunas” del alto Caroní, un moriche del delta del Orinoco muy cantaor y un pichón de minero de los bosques del Cuyuní, pájaro salvaje que, según la leyenda, no canta sino donde hay yacimientos auríferos, de lo cual le viene el nombre”.



EL LIGNUM CRUCIS DE CASANAY.

            Este precioso relicario, hecho con una astilla de la Cruz en que fue crucificado el Señor, fue regalado por la marquesa de Aytona a la primitiva iglesia de Casanay. La Marquesa a su vez la recibió de su padre, el poderoso Conde de Medellín, que a su vez la hubo de las manos del Santo Padre Clemente X. Casanay fue el centro de peregrinación más importante de toda Venezuela. Todos los años durante la Semana Mayor, de todas partes venían a Casanay para adorar al Señor, en el sitio de mayor convocatoria que existía en aquellos tiempos en este país, el sagrado “Lignum Crucis”, su signo más doloroso.

Nos dice el padre Buenaventura de Carrocera, que en el valle de Payacuar, tierra de la nación caribe de los Tiaos,  construyó la primera iglesia en 1681,  el predicador apostólico de la orden dominica,  de la provincia de Cataluña-España, Fr. Nicolás de Olot, esforzado misionero que fue muy bien recibido por los Tiaos, con quienes construyó la primera iglesia de esa misión, y trabajó intensamente por la doctrina de Cristo, y pudo mantener la misión hasta 1689, en que la mudó para el sitio de Amanita, que consideró más apropiada por la bondad de sus tierras y la abundancia de sus ríos. Para ello trabajó, el noble sacerdote, incansablemente, con la ayuda de los caciques principales, entre los cuales podemos mencionar a: Macanicagoa, Canamero, Camayacoa, Cabocaburi, Nicoto, Paracagone, Guatoro y el más conocido, Charaima, abuelo de la cacica Isabel, madre de Francisco Fajardo; sin dejar de mencionar al misionero aragonés Fr. Juan de Cariñena, que se quedó a cargo de la misión.
Esta misión permaneció activa hasta 1693, porque los indígenas la abandonaron en ese año, cansados por el mal trato de los españoles que iban a sus tierras a raptar mujeres y robar sus productos; en fin, debido a los malos tratos de los españoles.
Años después en 1694, volvieron los indios a la misión y convinieron  con los misioneros en mudarse para el valle de Casanay, donde se sentían más seguros; reedificaron su iglesia, mejoraron sus cultivos, sus ganaderías y prosperaron; juntos crearon una verdadera comunidad cristiana, que  adquirió fama y prestigio; y esta vez, con la colaboración del aragonés, Fr. Domingo de Villel, hombre docto y bueno, que fue un verdadero maestro,  e hizo todo lo que tenía que hacer para la unidad y progreso del cristianismo como un gran apóstol, como en verdad lo fue, lo que fue reconocido en todo el territorio que le tocó administrar,  manteniendo admirablemente la misión hasta su muerte en 1698.
Para esta fecha la misión había avanzado mucho, su producción era muy significativa, entonces la administración pasó el misionero aragonés Buenaventura de Maluenda, otro apóstol, que estuvo también hasta su muerte en Casanay en 1704.
Después se encargó de la misión, Fr. Juan de Cariñena, que estuvo hasta 1707, a este lo sucedió Fr. José de Aranda, que se mantuvo hasta 1713, fecha en que se erigió en Doctrina. Luego de cierto periodo revirtió la doctrina y se nombró al padre Fr. Juan de Santa Cruz, que es el último sacerdote que menciona Fr. Buenaventura de Carrocera.
   
Por muchos años, hasta la Independencia, el Lignum Crucis, fue adorado en Casanay y en toda la provincia de Nueva Andalucía.  la Semana Santa de Casanay tuvo repercusión en todas partes; se formaban grandes y esforzadas peregrinaciones en diferentes puntos de la gran provincia. Los cristianos iban de romería hasta Casanay para adorar la Santa Reliquia y ganar indulgencias. Casanay pasó a ser una ciudad sagrada, a la que se iba por todos los caminos, cual una Santiago americana. Estas cosas movieron a los Papas a tomar muy en cuenta a las iglesias de esta Provincia.

Dice Fr. José Antonio Ramos Martínez, que las iglesias de la Provincia de Nueva Andalucía, “fueron tan favorecidas de los Santos Pontífices que algunas de ellos les concedieron el privilegio de poder ganarse en ellas, las mismas indulgencias que se ganan visitando las iglesias de Roma”.



NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE ARICAGUA.

Fundada en 1692 por misioneros aragoneses. Las veces que he ido al pueblo de Aricagua, en el cual se asentó Manuel Badaracco con mi tía Ester, me asombro ante la majestuosidad de las ruinas de su templo. Muchas veces me he preguntado: ¿Por qué razón nadie se ha preocupado por reconstruirlo? Pero ésta no es la razón de éste trabajo, después ya veremos.

Alejandro de Humboldt, cuando subió al Turimiquire en 1799, con sentido poético, escribió: “La perspectiva de que se goza desde el Turimiquire es de las más extensas y pintorescas. De la cima hasta el océano   se descubren sierras de montes altos que se dirigen paralelamente de Este a Oeste y que limitan valles longitudinales. Como estos últimos están cortados en ángulo recto por una infinidad de zanjoncillos que han abierto los torrentes, resulta de ello que los eslabones laterales se han transformado en otras tantas filas de cabezas, ora redondeadas, ora piramidales. La pendiente general del terreno es bastante suave hasta el imposible: en adelante, las escarpaduras se hacen muy empinadas y continúan hasta la rivera del golfo de Cariaco. Este hacinamiento de montes recuerda en su forma los eslabones del Jura, y el único llano que presenta es el valle de Cumanacoa. Créese ver el fondo de un embudo donde se distingue, entre boscajes de árboles esparcidos, la aldea india de Aricagua”. 

Me imagino al genial viajero observando con el catalejo, desde la cima del Ture-Maquire, el templo de Aricagua en pleno esplendor, con su blanco campanario, como quien mira, desde lejos, una paloma empollando en su nido.

El padre José Antonio Ramos Martínez, sabio cronista, dice que ésta iglesia de Aricagua, de estilo dórico. ¡Aun se pueden apreciar sus columnas! Fue reconstruida durante el gobierno de Emparan, o sea, entre 1792 y 1803, al igual de las demás de ese maravilloso valle de Cumanacoa; y que antes era una iglesia de bajareque muy reducida, construida por el Capitán Luis de Salas, entre 1650 y 1670. En 1734 estaba servida por el padre Raimundo Ramón Romero, y seguramente, desde mucho antes los misioneros aragoneses, que avanzaron por el valle de Cumanacoa desde 1658, bajo el mando de Lorenzo de Magallón y sus compañeros: Lorenzo de Belmonte, Agustín de Frías, José de Carabantes, Francisco de Tauste y el lego Tomás de Torres, también la sirvieron; y,  seguramente en principio fueron de paja, como todas las demás, en esos años, pero luego asistidas por los aragoneses se construyeron de cal y canto, como podemos apreciarlo en sus ruinas; y la sirvieron con toda seguridad, pero no tenemos estos datos confirmatorios de parte de los cronistas de la época. Pero esas ruinas venerables son las mismas que Humboldt en 1799, decía, que parecían plantaciones inglesas, cuyas ruinas conocemos.
 
La iglesia de Aricagua, y las demás del valle de Cumanacoa, fueron destruidas por los españoles en 1817, por orden del Gobernador español don Tomás de Cires, para que no cayeran en manos de los patriotas.  No todas han tenido la suerte de ser reconstruidas para Gloria de Dios y de las comunidades.
  
Esta misión llegó a su apogeo en enero de 1707 cuando fue erigida en Doctrina, para su mejor administración, o sea para ser administrada por el gobierno de la Provincia de Nueva Andalucía, siendo Gobernador y Capitán General de la Provincia Don Alberto Bertodano.
Este era un hombre de carácter hosco y arbitrario, fue reducido a prisión por su sucesor Mateo Ruiz del Mazo, ante las denuncias del Ayuntamiento. Sabemos, que este gobernador fue muy duro con las misiones y los misioneros. Dicen las crónicas recogidas por fray Cayetano de Carrocera, que el impase con los misioneros aragoneses y los encomenderos, se inició porque abusó, al vender por 1000 pesos, la casa que ocupaban los padres capuchinos en Cumaná, aunque este dinero lo empleó en la construcción de un hospicio en la misma ciudad.

Para 1784, siendo Gobernador y Capitán General de la Provincia de Nueva Andalucía, Don Antonio Pereda, los pueblos de Arenas y Aricagua, contribuían con la Real Corona con cuatro pesos y seis reales anuales, según el censo y el informe de Don Luis de Chávez. La misión tenía en esos tiempos: su iglesia con su escuela episcopal, 65 casas, 72 familias, para un total de 352 habitantes. Era la más importante de las misiones pasadas a Doctrina.

El Templo de Aricagua es una verdadera joya del arte colonial. Podemos ver parte de sus ruinas en la fotografía. 

Sus curas rectores fueron:
Fr. Raimundo Ramón Romero:  1734 - 1747
                        Fr. José Antonio de Isasi, 1747-1772
                        Fr. Manuel Antonio García 1772- 1774
                        Fr. Juan José Canales 1774-1780
                        Fr. Pedro José Gómez 1780-1781
                        Fr. Francisco Rodríguez 1781-1792
                        Fr. Carlos Geraldo de Silva 1792-1798
                        Fr. José María Márquez. 1898-1804

Este último sacerdote fue un mártir de la Patria, a quien Cerveriz, envió a la cárcel de la Guaira con Fr. Andrés Antonio Callejón y otros patriotas. Se incorporó al ejército libertador de Mariño en 1813.



LA RIQUEZA VEGETAL DE LA PROVINIA DE NUEVA ANDALUCÍA.


En este tema científico no nos queda más remedio que utilizar el mismo lenguaje de sus estudiosos y por supuesto vamos a repetir a la letra el catálogo de fray Antonio de Caulin, que imaginamos es el mismo del padre Las Casas y de Pitor Löfling, y Humboldt que seguramente al igual que Humboldt, encontró en Cumaná. Veamos

Tamarindo. - En Cumaná era muy abundante, pero en cualquier otra parte de Oriente se da este árbol, cuyo origen es africano y también de la India Oriental, de donde la llevaron los portugueses al Brasil; y, los españoles la trajeron de las islas Filipinas, primero a México y después al resto de América.

El tamarindo es un árbol grande, frondoso y muy productivo. Normalmente florece en el mes de agosto. Sus frutos son vainas oblongas cubiertas por una cáscara que al madurar es quebradiza o frágil.  Dentro de las vainas están las semillas cubiertas por pulpa de sabor acido, pero agradable. Con el fruto del tamarindo es de usos múltiples se fabrican conservas, dulces, jugos y helados de esquicito sabor. Tiene propiedades curativas. Se recomienda su uso en caso de cólera, en las calenturas altas, contra la ictericia, la acidez, el dolor de estomago y como suave laxante.

Canela de Tocuyo o Tuoruco.  Es una especie de laurel, abundante en las cabeceras del río Uchire. Al árbol se le conoce como una especie de laurel, era muy abundante en los bosques del Tocuyo. Crece vertical, muy alto, derecho y delgado, sin ramazón. La corteza es muy solicitada para problemas estomacales, y para las parturientas.

El Guayacán, es un árbol fuerte que fue muy abundante en los bosques orientales, de madera muy dura solicitada por los armadores. Los indígenas lo usaban en infusiones para limpiar los riñones; para la hidropesía y la gota; para tratar dolores reumáticos, sanar el catarro, las hinchazones; se usaba el cocimiento de la corteza con mucho acierto.

El Merey, su nombre científico es “anacardo occidental”, muy común en todo oriente. Es un árbol fuerte que soporta muy bien el verano. Su fruto, de hermoso colorido, es usado mediante el proceso de cocción con miel de papelón, para hacer exquisitas conservas; y produce una almendra tan estimada por su sabor como las nueces. El aceite de estas almendras es muy solicitado en la industria aeronáutica.

El Drago, es un árbol de gran tamaño, del cual se saca la Sangre de Drago, muy popular por su uso como astringente en los casos de hemorragias, piorreas y diarreas.

El Cañafistulo, es un árbol de gran tamaño. Sus frutos son vainas de dos y tres cuartas de largo, de las cuales se saca la Flor de Casia o pulpa de Casia. Hay una especie que se llama Cañafístula, muy hedionda, cuyas vainas son mucho más gruesas.  En tiempos pretéritos se usaban en medicina como laxante y hasta para curara la gonorrea mezclada con trementina.

El Mara, árbol de gran tamaño, que en Cumaná los indígenas llamaban “Cucheme”, mientras los yerbateros lo llaman “Palo de Incienso” y otros “Indio Desnudo”, con cuyo nombre es más conocido. La corteza es de color verdoso y de ella se desprenden una telita como de cebolla de color rojo. Se le extrae una resina de muy buen olor que tiene fama de haber sido usada en las iglesias como incienso.

El Guaruchi, de los indígenas pasó a llamarse “” Fruta de Burro”, su fruto consiste unas vainitas que despues de secas parecen pasas largas de olor aromático, que tienen uso entre los yerbateros contra las picaduras de culebra y contra las lombrices. 

El Corozo, es una palma cubierta de espinas, produce una especie de vino, que además de usarse como tal, también se usa para tratar a las mujeres que o salen preñadas. Se corta la palma del Corozo, se abre una concavidad en la planta por la cual se destila el jugo, o vino como lo llaman por su sabor, que puede ser tomado de inmediato como refresco, pero que en 24 horas fermenta y ya es de verdad un vino, y mientras más tiempo pasa más fuerte se vuelve y entones emborracha, que es como lo toman los nativos en sus fiestas. El corozo también produce una fruta que sustituye al pan de trigo.


El Bosua, es un árbol común en esta provincia, muy pequeño. Se usa para teñir la ropa de un color amarillo. Las ramas hervidas de este árbol, sirve para curar las afecciones de los ojos, principalmente la ceguera

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