RAMÓN BADARACCO
JUAN MIGUEL ALARCÓN
EL ÚLTIMO ROMÁNTICO
CUMANÁ 2005
Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco
Su libro JUAN MIGUEL ALARCÓN -EL ÚLTIMO
ROMANTICO
Copyright Ramón Badaracco. 2012
Primera edición 2009
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EL POETA DE LAS RIMAS DE ORO
JUAN MIGUEL ALARCÓN M
El
poeta Juan Miguel Alarcón nació el 29 de septiembre de 1882. Sus rimas de oro
siguen frescas y fragantes como azahares al viento. De él dice Jacinto Fombona
Pachano:
“Llevó
existencia de bohemio, pero en ella se condujo siempre a lo señor. Acaso fue el
último ejemplar de aquel grupo de escritores nuestros, actualizados por
Baudelaire, que cultivaban entre paraísos artificiales, jardines de
anecdotarios y Decarmerones. Así fueron Emiliano Hernández, Mario Torres
Rodríguez y Jesús Semprún”.
Los
padres de Juan Miguel Alarcón fueron Don Andrés Alarcón, maestro de varias
generaciones y Carmelita Meaño, fue precisamente en su escuela donde cursó la
primaria, y luego bajo la rectoría del maestro Silverio González Varela, en el
Colegio Federal, y estudió gramática y latín bajo el magisterio del Dr. Domingo
Badaracco; se graduó de Bachiller en Filosofía, que era un equipaje suficiente
en esa época, para viajar por el mundo en tren de primera clase.
Mi
padre dice al respecto: “Cursó estudios secundarios en el Colegio Federal de
Cumaná, bajo el rigor y sabiduría del Rector José Silverio González Varela, de
dura disciplina en la clase, hasta obligar la atención del alumno,
indispensable al mejor aprendizaje: Latín, griego, francés, castellano, física,
álgebra, geometría, agrimensura, filosofía, cosmografía, retórica y otras
materias que formaban el programa del curso de humanidades en los años 1900 a
1904, cuando recibimos la borla del bachillerato”.
Juan Miguel y mi padre participaron juntos en la fundación y redacción
de periódicos y revistas. Inicia su carrera periodística, a los 18 años como
redactor en el semanario “Alba”, compartiendo labores con Pedro Arcia, Manuel
de Jesús Álvarez y Fortunato Serra Rodríguez. Luego está entre los promotores
del club de intelectuales
“Surge et Ambula”, del cual era Secretario General el Dr. Domingo
Badaracco Bermúdez, y mi padre el principal animador. En este club se
atrincheraron los intelectuales cumaneses de aquella generación y publicaron la
revista “Broches de Flores” – que constituye un hito en la historia cultural de
Cumaná; fue la alborada, el toque de Diana, después de la terrible guerra mal
llamada “Libertadora”, que sólo ofreció a nuestro pueblo, hambre y muerte.
Cuando dejó de imprimirse esta magnífica producción, que competía con el “Cojo
Ilustrado”, el poeta Alarcón, romántico empedernido, pero pesimista en sumo
grado, se sintió golpeado en el espíritu y aunque continuó colaborando con
otras publicaciones y edita la revista “Pléyades”, decide irse de Cumaná.
Juan Miguel Alarcón fue eternizado en su libro “La Fuente de Castalia”,
publicado en 1954, con prólogo, selección de textos, y empeño de su amigo desde la infancia J. A. Cova, con
la magistral introducción de Jacinto Fombona Pachano; y epílogo de su compañero
de andanzas en el campo editorial, mi padre
Marco Tulio Badaracco Bermúdez. De este libro, dice Pascual Venegas
Filardo:
“La
Fuente de Castalia permite apreciar de conjunto las tendencias líricas, la
temática preferida, las huellas de algunas influencias en sus creaciones. Por
la fecha de su nacimiento, Juan Miguel Alarcón, comenzó a escribir sus poemas
cuando ejercía su reinado la rica orfebrería del lenguaje rubendariano. De
allí, que en algunos de sus cantos se advierte el influjo de este colorido de
Darío. Pero sin duda sabía liberarse de esa corriente para darnos poemas donde
se hace presente su propia vena de
poeta. Unas veces, se nos aparece como cantor que rinde loa a la epopeya, y en
otras la nota romántica, el inevitable tono amoroso, aflora en su poesía”.
Esta
es la presentación de Juan Miguel Alarcón en estricto lenguaje académico, en el
cual se le conoce; pero aquella personalidad orgullosa, romántica y
participativa que promovió tantos eventos artístico-culturales en ésta su
tierruca, tiene también mucho de anecdótica. Veamos:
Mi
padre contaba, que Juan Miguel Alarcón pasó mucho tiempo fuera de Cumaná
disfrutando su vida bohemia y después como diplomático. Cuando partió para
Caracas era un joven distinguido, bien preparado, buen orador, de estatura más
que mediana, muy delgado, atildado y hermoso, que se había ganado la simpatía
general de su pueblo. Cuando regresó, muchos años después, vino muy gordo,
abatido y desaliñado. En su casa paterna aún vivía Tomasa, una mujer que había
sido su segunda madre. Juan Miguel se bajó trabajosamente del automóvil, entró
a la casa paterna, y allí estaba ella esperándolo. Al verlo, al punto rompió a
llorar… y le dijo:
-¡Juan Miguel… mijito!.. ¡Estás gordo como un cochino!
Juan Miguel la tomó entre sus brazos y sollozando, atinó decirle:
-¡No seas prosaica Tomasa!... dime: ¡Estás gordo como Honorato de
Balzac!
Y esta otra:
Contaba el poeta Luis Yépez, que una hermosa tarde caraqueña, cuando
libaban unos traguito de aguardiente, el poeta Juan Miguel Alarcón, leyó un
soneto dedicado al Gran Mariscal. Entonces el poeta Juan Santaella, se levantó
e improvisó un elogioso discurso sobre el soneto. A medida que hablaba, Juan
Miguel enrojecía, y con aire angustiado, le dijo al poeta Santaella:
¡Querido Juan, te lo suplico, no lo eches a perder!
Santaella se indignó,
se pasó las manos por sobre solapa del paltó, infló el pecho, y ripostó
¿De tan mala arcilla es ese soneto?
Pasaron algunos días de este incidente, y se encontraron nuevamente
Luis Yépez y Juan Miguel, entonces este susurró al oído de Yépez:
Me desagradó la osadía de ese poeta menor… Pero ya pasó todo.
Considero
suficiente estas anécdotas, para que se advierta la cumanecidad de aquella
hermosa personalidad, que nunca cambió su estilo ni negoció su gentilicio.
Poeta Cumanés por excelencia, y otro constructor de la escuela poética de
Cumaná, en su dimensión humana; poeta
universal por el don de la palabra y la escritura. Le debemos el bronce
ejemplificador en “El Paseo de los Poetas”, donde deben darse la mano los mil
nombres que ha consagrado la fama.
Transcribo
para mis lectores el soneto “Ayacucho”, “publicado el 4 de enero de 1933, en el
número 801 del bisemanario Sucre”, que
no aparece en su libro “La Fuente de Castalia”.
AYACUCHO
Dijo en su orgullo el César: - “¿logra ponerse acaso el
sol en los dominios que me legó el Señor…?
La Eternidad empuja los siglos paso a paso,
como acatando el dicho del fiero Emperador.
Y el sol languidecía: América, su vaso
de claridad y fuerza, de virtud y amor,
crispándose en sus cruces miraba el triste ocaso,
de aquella luz que al Inca lo exalta en su fervor
Tres siglos… Pero surge de la extensión airada
-el rayo de Bolívar vibrándole en la espada-
un hombre a quien los triunfos escoltan en tropel.
Y el Sol, ante el asombro del fulgurante día
de Sucre en Ayacucho, como el cenit subía,
agrandó la pupila, para fijarla en Él.
Miguel
Ángel Mudarra, dice: ‘’Cumaná tiene en Juan Miguel Alarcón a uno de sus poetas
límpidos y sinceros, de consumada inspiración lírica. También unía a sus
condiciones poéticas sus dotes de oratoria, s fiel como cultivada memoria y su
extraordinaria facilidad de charlista.
Cuando
aparecieron sus producciones líricas llamó la atención y se le saludó como un
auténtico poeta como un fino lírida, no solo de su patria venezolana sino en
varios países americanos, muy en especial acaparó la atención y el favor del
público continental sus famosas “Rimas de Oro”. Cuéntese que José Santos
Chocano y Francisco Villaespesa celebraban jubilosos los poemas épicos y
galantes del ilustre bardo cumanés’’.
Fernando
Paz Castillo dice al referirse a Juan Miguel Alarcón: “De la vieja y noble
ciudad del Manzanares, ciudad de calles silenciosas y de uvas maduras sobre las
cercas de recios árboles tropicales, con mucho de Andalucía en el habla, en el
espíritu y en las costumbres, puso entonces, con su palabra juvenil, una
emoción fresca. Y esto basta para que su fama perdure. El tiempo no puede
permanecer indiferente ante ningún gesto renovador. Aún el más pequeño
significa un gran sacrificio tal es la resistencia de la rutina a toda novedad
en arte.
Fombona
pachano dice de Juan Miguel: “Eran sus tiempo optimistas. Confiaba en sí mismo,
todo lo esperaba de sus versos: fortuna, amor y gloria. Qué candorosa
ingenuidad la de aquel hombre-niño, quinta esencia de los lirismos, para
supeditar las miradas y las actividades del mundo a una sola entidad superior:
el poeta…”
Vamos a sentir su estro
en el soneto:
CRUZ
En su lánguida calle
se dan cita
un sol, una canción,
un florilegio,
Cuando por la mañana,
vestidita
de negro se dirige
hacia el colegio.
Ego sun vía, ceritas
et vita,
podría decirnos con
su voz de arpegio,
como Jesús, pues todo
resucita
ante su poderoso
sortilegio.
Verla es soñar con
todo lo exhala:
perfuma y esplendor,
cántico, ala,
Jardín, ternura,
adoración, consuelo…
Y nadie olvida ante
su faz de santa
que el lunar de su
angélica garganta
es un celaje que
atraviesa un cielo!
El 30 de
diciembre de 1932 murió en esta ciudad de Cumaná el poeta Juan Miguel Alarcón
Meaño. En el bisemanario “Sucre”, mi padre Marco Tulio Badaracco Bermúdez, su
socio en periódicos y revistas, y gran amigo del poeta, escribió:
“de Alarcón pudiera decirse, con toda verdad, ha muerto el último romántico”, aplicándole la frase que es ya
lugar común en la literatura universal: pero él es su ideal, en su producción
poética, en sus manías, en sus lecturas predilectas, en su apasionamiento
unilateral. ¡Cuántas veces!, por una mujer, en su manera insólita de confrontar
la vida, fue por entero un romántico… Y es allí seguramente de donde emanaba la
belleza de sus versos en los que sabía dejar siempre el toque sentimental, el
quid divinum de los antiguos, para hacerlos inmortales”.
En Cumaná, Juan Miguel, bajo el tutelaje del Dr. Domingo Badaracco
Bermúdez, gran maestro de literatura de aquella generación, don Federico Madriz
Otero, quijote de la imprenta; y unido a Marco Tulio Badaracco Bermúdez, talentoso
y eficiente periodista, fue personaje fundamental en la edad de oro de la
poesía cumanesa. La
escuela poética de
Cumaná, fue la cantera más alta de la poesía castellana universal de esa época,
con Andrés Eloy, Ramos Sucre, Tin Fernández, J. M. Rondón Sotillo, Humberto
Guevara, Cruz María Salmerón Acosta, José María Milá de La Roca Díaz, y otros
que acapararon todos los premios en los cuales participaron. En todas
partes los poetas
cumaneses mostraron la calidad de su estro: Marco Antonio Saluzzo, Sánchez
Pesquera, Jacinto Gutiérrez Coll, Agustín Silva Díaz, Diego Córdoba, Ramón
David León, Dionisio López Orihuela, Juan E. Arcia, Andrés Bruzual López, y
Alejandro Fernández García, laureado también en los Juegos Florales de Caracas
de 1938, y últimamente Luis Beltrán Mago, laureado en las Islas Canarias; y
pare usted de contar. La escuela de Cumaná desbordó el rio de sus
talentos.
No podemos dar por terminado este breve perfil del poeta sin darles a
ustedes su bello poema que titula
UNA CARTA A
MARGARITA.
Tu fino pliego
azul, con tus sinceros
testimonio de
amor, pone en mi vida
lo que sobre
la noche ennegrecida
riega el vivo
temblor de los luceros.
Iba yo por los
trágicos senderos
de la
desolación, sin una egida
que me salvara
de la acometida
cobarde de los
áspides arteros.
Pero esa carta
tuya, como un ramo
del jardín del
amor, con su “te amo”
electriza esta
vida que flaquea…
Ante ella miro
con desdén las lidias
y todas las
ridículas perfidias
de la rústica
gente de la aldea.
Porque mira,
Margot, no te imaginas
lo que es
vivir así… Verse en el duro
trance de
andarse por un trecho obscuro…
Y tan lejos de
ti, sin tus divinas
miradas!
Transitar por entre espinas
y sentir que a
su lúgubre conjuro
la suerte
siempre nos opone un muro
que nunca vemos
convertido en ruinas.
¡La gloria del
amor… es para tantos!
En mi esa
gloria se reduce a cantos
Donde todos
los ímpetus son vanos.
No saben que
prefiere mi amargura.
A las hojas
del mirto, la blancura
De su flor,
que es un símbolo en tus manos
¿Tu mar? ¿Tu
cielo? Los verás un día…
¿Para qué esa
nostalgia que me enflora
el alma, como
mustia trepadora
sobre la
solitaria celosía…?
Tiene la
sugestiva fantasía
todas las
vaguedades de la hora
de la tarde en
tu tierra encantadora…
¡Aquella
tierra, como tú, tan mía!
Aquí hallábame
a solas con mi hastío;
nada pudo el
despecho en torno mío
lanzó su tras
contra mis quimeras.
Sé muy
bendita, porque tú mitigas
mis duelos, y
trasformas las ortigas
En la airosa
altivez de las palmeras.
No es
sentimentalismo de leyenda
éste que por
mi espíritu revuela
como un caer
de pétalos y vela
rondando como
un águila tu tienda.
Mi amor es de
mi trópico y anhela
por tanto,
darte de su fuerza en prenda
toda mi vida
como justa ofrenda,
a la vez que
forjarse una novela.
Muy real, en
que mires estampado
Que todo tiene
por igual su lado
De sombra y de
fulgor: risa y cielo;
Dr. Badaracco, me permito escribirle desde Argentina. Mi nombre es María José Acuña Beláustegui, vivi en Cumaná muchos años, muchas veces pasé por la Casa del poeta Juan Miguel Alarcón. Yo escribo poesía y me gusta difundir a los grandes poetas del mundo y sobre todo a los poetas venezolanos. ¿Tendría Ud. disponible una foto o una imagen del poeta Alarcón? Una vez más, le agradezco su gentileza. Muchos saludos desde Luján, Argentina.
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