martes, 4 de octubre de 2016

POEMAS ÍNTIMOS



RAMÓN BADARACCO







POEMAS ÍNTIMOS














CUMANA 201





























Autor: Ramón Badaracco
Tulio Ramón Badaracco Rivero
POEMAS ÍNTIMOS
Copyright Ramón Badaracco- 2014
Primera edición 1997
1500 ejemplares
Hecho el depósito de ley
Primera edición
Derechos reservados.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
tlf. 0416-811-4374 



















CANTO AL DIVINO MAESTRO

EN LA CRUZ ESCONDIDA ESTABA
TU DIVINIDAD ESCONDIDA
POETA DEL AMOR
DONDE NADIE LO PRESENTIA
UN HUMILDE MADERO TE SERVIA
PARA ANUNCIARTE CUAL DIVINO ERAS
POCOS ADVI5TIERON TU GLORIA EN ELLA
CUAL ERA  DE TU SUERTE EL ENIGMA
TU MUERTE EN LA CRUZ
ERA AFRENTA PARA EL INFAME MORTAL
MAS PARA TI FUE LA MUERTE INFAME
EL SOPORTE DE TU ETERNA GLORIA
EL PAN QUE ERA ALIMENTO DEL COMÚN
DESDE EL RICO AVARIENTO HASTA EL MENDIGO
LO VOLVISTE AL COMUN PARA EL MUNDO
TRASFORMADOI EN TU CUERPO
Y ESE PAN BENDITO QUE LLEVA TU CUERPO  REDENTOR
AL COMUN SALVA DEL ABISMO DE LA MUERTE
Y DEL OSCURO TUNEL DE ETERNA SOLEDAD
CON TU SANGRE Y TU CUERPO
NOS LLEVAS A VIVIR ETERNAMENTE
¡OH BENDITO JESUS DE NAZARETH!
QUE NOS ABRES LAS PUERTAS DEL CIELO
CON SOLO LAS PALABRAS
¡PERDONAME SENOR!
¡PERDONA MIS CULPAS SOY UN PECADOR


TE TENGO PRISIONERA


En el milagro del río,
El molino y el cerezo

Te sentí mi prisionera…

En mis pupilas,
En el cántaro rubí
Quebrado en la cintura
De la negra;
En el golpe de agua tibia
Más allá de la acequia,
Del parral y el nido;
En el canto tempranero
De la paraulata,
El vocerío, el aljibe
Y el olor a estiércol
Llegando a los corales…

Te sentí mi prisionera…

Desde mi nacimiento,
Te tengo prisionera
En mis pupilas…
Tú sabes que fui goloso,
Y en tu seno bebí
Todo lo que ahora te prolonga…

Te tengo prisionera
Bajo las uvas y almendrones;
En todo tejado,
En el musgo de los rincones,
En cada grito
Que pronuncia tu nombre,
En cada gesto
Que te devuelve intacta.




EL RETRATO

De tu amor,
Del juego infantil
Y los gritos…
Solo queda
Este retrato raído.

Del camino infinito,
Hasta llegar al cerro
Lleno de pájaros y abrojos;
De la placita,
De los muchachos
Jugando policía librado…
De los trompos
Y las chinas;
De tus amigos,
De la tertulia,
Las mecedoras y el portón;
De tu risa,  del traje de lino inglés,
Y el sombrero diplomático…

Solo queda este retrato raído.

Ahora quiero penetrar en él
Volando en el tiempo…
Rescatar de la imagen
La vida que encierra…
Volver a reír
Con tu risa.
Y aprender tu palabra…
Desandar tus mismos pasos…
Hoy solo soy un recuerdo,
Que pronto se ha ido todo…
Y en mis manos vacías
Tan solo queda ¡Padre mío!…
Este retrato raído…






SIMON BOLIVAR


Estoy dentro de ti
Con las manos abiertas…
Aferrados tengo a mis dedos
Anillos de oro y diamante.
A mi lado,
Un cirio encendido
Un libro abierto.
Una espada sangrante,
Y tu voz inaudible.

A lo lejos,
Una mujer de rodillas
Levanta polvaredas…
La contemplé al subir
Por picachos elevados
De copas gélidas;
Y luego, sacrificarse
Con una daga blanca
Que hundió en su pecho
Y se desplomó sin lamentos…

Desde la cumbre,
La vi rebotar
Contra las rocas
Hasta hundirse
En el magno Río;
Y un grito salvaje
Brotó de su garganta…

La muchedumbre respondió
Con un susurro ahogado
Que aún conservo
Entre papeles viejos…

Desde aquel día el anciano
De barba blanca
Me señala una
Ruta desconocida….

Simón Bolívar
Escondido estoy dentro de ti
Con las manos abiertas
Y tengo aferrados
En mis dedos
Anillos de oro y diamante…

A lo lejos
Un niño sonríe,
Lo vi correr
Hacia una escalera
Interminable
Perseguido por perros feroces.

Fue devorado en su madriguera
Y su sangre corrió a raudales…

Más tarde brotaron flores
De palidez extraña.

Tu voz se hizo audible…
En medio de agónicos nombres
Hablabas de libertad…

De tu pelo encanecido
y tus ojos hundidos
Brotaban lenguas de fuego…
Un estoico soldado
Después de saludar
Te cortó la cabeza
De un solo tajo
Y la tiró sobre el torbellino;
Pero ella flotaba
Y podía verse de tiempo en tiempo…

Simón Bolívar
Estoy presente
Dentro de ti,
Con mis manos cerradas…

He dejado en un rincón
Los anillos y toda la sangre…
Levantaré la espada,
Robaré tu voz…
Y ordenaré a los hombres
Que marchen a mi lado
Descalzos y en silencio…




LAS SOMBRAS

Yo me sentí
Impelido
En una sabana ilimitada
De horizontes cálidos…
Iba a la grupa
De un potro
Hecho de vientos…
El espejismo
Me mostraba prados verdes
Y ríos desparramados
De quietud melancólica…
Yo deseaba  calmar
La sed que me abrazaba;
Sentía en mis entrañas dolientes,
el agónico
Llamado de la muerte
Y perdí el sentido.

Frente a mí
Se levantaba las sombras…
Y entré en la recóndita
Convicción del suceso…
Eran Sucre y Bolívar
Que hablaban
En presencia
Del Supremo Hacedor
Que los conjuraba…

Bolívar recordaba
El destino providencial
Que puso en su camino
Al egregio guerrero…
Con voz temblorosa
Pero firme, le dijo:
¿Recuerdas hijo mío,
Aquel día en que decidí
Llamarte, que vinieras
Pronto a mi lado?

Sí repuso el Mariscal…
Te había escrito
Muchas veces pidiendo
Ese privilegio…

Tardé mucho en llamarte
-contestó Bolívar-
Me hubieras ahorrado
Tantos sacrificios,
Tantos sufrimientos...
Tu solo me diste
Satisfacciones y honores
Con tus hechos…
Con tu inteligencia
Valor y actividad…
Dignificaste al soldado.
Sin ti yo no sería nada
Contigo lo soy todo.
Somos uno en el pensamiento
Uno en la acción
Y uno en la gloria...

Sucre –sentenció-
Tú lo dices…
Soy un soldado…
Cumplí con mi deber…
Mi brazo no hizo otra cosa
Que aceptar
Y cumplir tus órdenes...

Yo me sentí elevado
Sobre la llanura árida…
Distinguía confusamente
Los límites de la tierra…
Desde las costas cálidas
Hasta las cumbres
De las más altas
Y gélidas montañas.

Se presentaron ante mí
Los terribles desfiladeros…
Vi las tropas
En su penoso ascenso
Y la sangre
Y los cuerpos destrozados
Por la metralla...

Estaba sobre el Chimborazo…
Estaba en Ayacucho...
Detrás de mí la sombra
Fantasmal del Aconcagua.

Fije la mirada
Sobre un grupo de corceles
Que avanzaban….
Era Bolívar el Libertador en Pasto,

Socorría al valiente Pedro León Torres.

Luego miré al Sur
Córdova y La Mar avanzaban…
Sucre estaba solo
Sobre las inconquistables
Cumbre del Cotopaxi…
Había salvado
Los horribles acantilados.

Más allá la silueta del Virrey
En el Condorcunca…
Gesticulaba, levantaba
El bastón de mando y gritaba...
¡Allá está Córdova
¡Y Jacinto Lara!
¡Por la derecha Santa Cruz!
¡Y Sucre, corcel indómito,
Por el centro!
¡Y Morales, La Mar y Calderón,
Y Diego Ibarra!..


Estaban en el combate
De toda América...
Valdés, Carratalá, Monet,
Villalobos y La Serna,
Campeones de España,
De la España inmortal...

Y el grito de Sucre
¡Soldados...
De los esfuerzos de hoy
Pende la suerte
De América del Sur!...

Ahora estaban en Zepita
Era el momento de cruzar
Otra vez, el Desaguadero...
El lago se extendía a mis pies...
En una quietud de cisnes
De brumas impenetrables.

Bolívar habló de nuevo:
No hijo mío,
Eres más que un soldado…
Eres el espíritu del deber,
Del patriotismo y la honestidad…
Comprendiste el significado
De la libertad de Colombia
Para preservar la libertad
De tu propio pueblo…
Supiste donde estaba
El centro del poder
Y donde cortar para obtener
Ese privilegio…
Tú eres el hijo
Que deseaba y nunca tuve...

Entonces Sucre
Se arrodilló y le preguntó:
¿Padre mío
Es por eso que
Entre tantos capitanes
Que sirvieron a tu lado
Me diste tanta gloria?

Bolívar inmutable
Respondió:
No, hijo mío,
Tú lo ganaste…
Reúnes mi genio
Con la sabiduría de Soublette
El bondadoso carácter de Briceño
El talento de Santander
Y la actividad de Salom.
Ayacucho es tu obra…
Y es la cumbre
De la gloria Americana
Tú lo hiciste
Tú eres el libertador del Perú.

Señor, exclamó Sucre...
Es solo una batalla,
Tú eres el espíritu
De la libertad…
No puedo rivalizar contigo
Soy un soldado…




EL INMORTAL.
\
                        Un águila fuerte de coraje                       
y roja color sangre;
Rápida y solemne,
atravesó de luz las tinieblas.
Los que no levantaron los ojos
no la vieron nunca.
Se abrió paso
entre imposibles
murallas olímpicas.
Quebró de fantasías,
el sueño de los impostores insultantes.
Acarició retoños marchitos,
 y su mano poderosa,
Comprobó que los sueños,
son nudos en la garganta
Hay un vacío de luz
que invade a los que viven de rodillas
Hay un silencio perpetuo
 que cobija la cobardía
Tigres de papel
que incitan espíritus perversos
Se esconden tras colaboradores
dispuestos a humillarse
Recogen migajas tras las puertas
de madrigueras insolentes
Luego festejan en lupanares
todo el estiércol esparcido
Hay sol fuerte y poderoso
tras el águila vengadora
También equilibrado   perdón
en su voz que se multiplica
Un murmullo que lo inunda todo
como sombra mansa
Ajeno a lo tangible
es una sabiduría misteriosa
que todo lo une
Y al final un cántico angélico
como eco que lo proclama…
Es él el Inmortal,
el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.


EL GUERRILLERO

Domingo Montes
el guerrillero
Va cantando en  avanzada
Y en la espada
Lleva inscrita
La enseña
De la tierra amada.

Tengo la esperanza
De anochecer y vencer
En el postigo lento de la tarde
Va derramando la luna
Y aparece el lucero

Desnudos, apartando leños
Y lirios de agua
Chispas en sus espaldas
Y en la mano avara el cuchillo
Rema y acicatea sobre
La piel húmeda del río

A lo lejos
Los soldados en vigilia
Atisban los muros
Inconquistables
Inquiriendo en cada movimiento
En cada gesto

Burlando bajo las matas
Y sombras amigas
Deslizándose entre
Lodazales y bejucos
Acechando la muerte
Domingo Montes  y
sus invictos avanzan

Los músculos henchidos
Se aferran a los nudos
En fila, cuchillos
Entre los dientes.
Silencio de sapos
Y grillos, y
La oscuridad de
Lejanas estrellas
Contra las siluetas
De los cerros y las copas
Informales de los
Latales y los guamos.

Lentamente
Se acercan al castillo
Ya se escuchan
Las voces  y las risas

Una música insomne
Distrae al vigía
El puente levadizo
Muerde la roca granítica
La gran puerta semeja
Un dragón dormido

La daga se clavo
Justo en la nuca
Apenas se sitio el golpe
Sobre la tersura líquida
Los hombres se deslizan
Por el acantilado
La fiesta derrama
Ayees lastimeros

Domingo Montes
Va el primero
Carga sobre sus hombros
El descuido y la molicie

La inmensa puerta
Cedió un palmo
Y por la rendija de luz
Se escapó el poder de la fortaleza

En el postigo lento
De la tarde va
Derramando la luna
Arden como hachos los luceros
Y las siluetas se pierden
Con toda la pólvora.




ELIZABETH SCHON

Canto virginal
Lleno de melodías
Delicadas
Tu voz de pájaro albo
Recién nacido
Tu voz de pájaro en el aire
Que quiere construir su nido
Con luz de las estrellas.
En los arcanos
Encontraste la palabra
Viene a ti de milenios
Mucho antes de los Vedas
De los Druidas y los mayas.
En las murallas ciclópeas
De la antigua Grecia:
En Tirinto, Argos y Micenas,
La esculpiste en signos;
Y así mismo la tomaste
Del viento, de la piedra
Del prana y el mar.
Pusiste fuego en el papiro
 La rescataste del rayo
O la chispa sagrada del volcán
Fuiste a los umbrales
De la sagrada Lhassa,
Sumergiste tu cuerpo
En los  ríos sagrados
Consultaste a los augures
Del templo de Artemisa
He allí porque tu canto
Se renueva en
Incesante Aparecer.



ORACION A PIEDRA


Olor a sangre
Y sepulcros abiertos:
Hambre y muerte…
Apacienta mis rebaños.

Guerra…
Bombas atómicas,
Submarinos en los polos,
Campos de concentración,
Hornos crematorios,
Injurias, crímenes…

Apacienta mis rebaños

Miseria
Dolor, lágrimas,
Niños huérfanos,
Persecución, exilio,
Degradación, esclavitud,
Guerras apocalípticas…

Apacienta mis rebaños…

Y en cada rincón yermo
Siembra un grano de maíz…
Y en cada rama un trino…
Y en cada charco del camino, un lirio








CANCION A SERGE


Serge ¿dónde vas con tu lotha?
Tu viajas descalzo sannyasin,
Tú viajas descalzo y desnudo,
Tu guerrua apenas cubre tu piel,
Eres como el loto en el jardín
Eres como el loto en la tierra pura
Del monte Kailas.
Caminas del desierto a la montaña
Hundiste tu lotha en los siete ríos
Bebiste del agua espiritual
Y ya no tendrás más sed.
Conociste a Jesús
Conociste a Patanjali
Y desde entonces
No se cansa
Tú planta sagrada, sannyasin
Caminas, caminas al Kailas
En la noche cobijado por las estrellas
Tierra dura, húmeda, fresca, suave
Al Kailas, al Kailas
En el Niyama purificaste tu cuerpo
Hasta la identificación Kármica
Samadhi, Samadhi
Serge, desde el Himalaya
Trajiste a los Andes una palabra nueva
Como el águila solitaria
Que busca en la cumbre
Para hacer su nido
Trajiste a Krishna dormido
Lo robaste en Brindaban
Más allá de las antiguas montañas
De ritos y mensajes
Viajas en el tiempo
Mensajero indetenible
De la sabiduría más antigua, Paramahansa
Serge, en el ashram tus manos
Tus manos milagrosas imitaron al Señor
Allí bebiste agua con la Samaritana
¡Abre las puertas Jerusalén!
Hablaste siempre con la voz hosca
De los antiguos dioses

Hasta las piedras gravarán tu nombre
Y entonces habrá pájaros espantados
Y se rasgarán las cortinas en los templos
Serge, el amor te fue dado desde entonces
Y en amor vivirá eternamente tu palabra
El hombre ensalzará tu nombre
Y vivirás por siempre en

Pax


MAHATMA GANDHY


Ni una gota de sangre
Pero tampoco lágrimas…

Caminaré hasta el Himalaya
Allí colocaré mi bandera.

En el corazón de  cada hombre
Prenderé claveles
En una orgía sin nombre
Agitaré pañuelos blancos
Desde un monte de olivos
Repetiré sermones y parábolas
Pero eso si…
Ni una gota de sangre
Pero tampoco lágrimas.

Robaré un puñado de sal
Y todos podrán hacerlo
Cuando esté lista la conciencia
Y los hombres desarmados
Cuando haya multitudes quietas
En caminos sin fronteras.

Cuando una bala inocente
Haga raíces en mí
Y entregue mi cuerpo a la buena tierra
De las cenizas surgirá un ejército
Que enarbolará claveles
Pañuelos y palomas
Pero eso si…
Ni una gota de sangre
Pero tampoco lágrimas.


LA SANTA MAESTRA.

Bella la maestra
con sus palabras de amor,
Nos enseña cada día
cada hora la lección:
Todos los alumnos
devotos la escuchamos,
Veneramos su sabia elocuencia,
su intención.

Cada consejo de  ella
es como  un evangelio de Juan.

Nosotros somos como Jesús niño
 perdido en el templo;
Nuestro espíritu se eleva,
 se enriquece con su ejemplo.
Somos  árboles
sembrados en el suelo fértil de Canaán.
Dulce maestra de divino acento,
de inmaculada presencia:

¿Eres acaso un ángel del Señor
enviado para alumbrarnos
Cuando en camino largo
se agotan nuestras  pocas fuerzas?

Sabemos que el mismo Dios
es la palabra, que en tus labios
Se convierte en el  pan eterno,
 inagotable de la sabiduría.

La palabra es  maná 
en tus oraciones
!Maestra amada!
Llena nuestros corazones,
 con tu fe.  Danos siempre de tu  pan.





Puerto Cabello es libre


¡Oh frágil tristeza!...
¡Ho Bendito mar tras la refriega!...
Bello de auroras adormecido
Cuando el cañón rompió tu silencio
Del azul marino terso y sublime…

El León de Payara cauto y solemne
Llamó a Bermúdez tras larga espera
¡Oh mar de Puerto Cabello!...
¡Cuán bravío fuiste entonces
De rojo vestido!...

El Ayax de caballero andante
Fue llamado al grito
Del ángel de la guerra.

No pudo resistir Caracas
Su arrogante embate
Y cayó en Carabobo
El león imperial cuyas banderas
Lucían izadas en los
Cuatro confines del mundo.

Si arrogante fue
El que rindió a Caracas
Para que brillara la luz de Carabobo
Más lo fue en Puerto Cabello
Donde al caminar sobre sus aguas
Y volar sobre sus almenas
Rompió el silencio
Que anidaban las gargantas de
Millones de los hijos de América.

El imperio no se rindió todavía

Allá estaban sus alzados capitanes
Latorre, Morales y Calzada
Tres leones de la Madre España
Dispuesto a morir por su divisa.
Venían de festejar en tres combates.

Bolívar esperaba penitente, y de pronto
¡Puerto Cabello es libre!...
Gritó el Libertador desde Colombia.






El martirio de LEONOR GUERRA

Leonor Guerra
Leonor Guerra
Leonor Guerra
Mi grito golpea las murallas
Del castillo de Santa María de la Cabeza
y el eco se escucha y vuela
y cobra vida y se eterniza
en el llanto del poeta
en la queja del patriota
en las armas de los guerreros 

Vengan cumaneses a beber la sangre
De Leonor Guerra
El que bebe su sangre no morirá nunca

Cuando lloro a Leonor Guerra
Me convierto en bandera
Y me dan ganas de morir como ella  


ORAN POR LA PAZ.


Dime camarada
Podemos creer lo que entona el clarín…
El pueblo alborozado levanta los brazos
Y anuncia  el himno triunfal.
La espada de Bolívar…
La comuna lo repite blandiendo  banderas
Como heroicos sables del triunfal  Junín.

Hasta  los pájaros trinan, los ricos collares
De bellos engarces de hilos de oro;
Y la fantasía de  esclavos libertos
Celebra, con sones frenéticos, bailes y tambores;
Dando como un hecho la honrosa victoria,
Contra el fiero imperio que todo domina,
Como en la colonia impuso, el imperio español.

Nuestro pueblo entona  cantares de gesta
De la  patria amanecida, la   Patria América;
Donde todos juntos caminamos unidos,
Con un solo credo, un solo himno y una misma voz;
Y hasta los niños patriotas repiten
Los cantos de estos pueblos libres.
Es nuestra proclama, en la primavera de la unidad,
Lo pidió Bolívar en su testamento.
Uníos, uníos, o la anarquía os devorará.

Ahora mismo unidos están nuestros líderes
Enfrentan batallas de una forma extraña
Ya no son las balas  solo son  banderas
Es un conversatorio de poderes,  sueños y palabras.
Los truenos no son bombas,  son papeles, amenazas,
Son rebaños numerosos de hombres libres
Que esperan en silencio, y oran por la paz.


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