martes, 27 de diciembre de 2016

LA FUNDACIÓN DE CUMANÁ

 




Ramón Badaracco




LA FUNDACION DE CUMANÁ PRIMOGÉNITA DE AMÉRICA


CUMANÁ 2014.























 

 

 

 

 





Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero.
Que firma Ramón Badaracco
Prólogo:  MARIO TORREALBA LOSSI
Copyright Ramón Badaracco 2013

Primera edición 1995

Titulo original: 
LA FUNDACIÓN DE CUMANÁ -PRIMOGÉNITA DE AMÉRICA.

Puede ser reproducido total o parcialmente.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
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A manera de crónica, doy a luz una serie de acontecimientos cronológicos de la historia de Cumaná, primera ciudad fundada por el Imperio Español en el Continente americano, cada uno de estos acontecimientos puede ser investigado, y hacer historia con ellos

Palabras del sabio maestro Mario Torrealba Lossi.


La primogénita de Tierra Firme en donde Ramón Badaracco Rivero viese la primera luz en el año 1932, habría de pasar por las idénticas vicisitudes que les han acontecido a otras ciudades y pueblos tanto en Venezuela como del continente iberoamericano. Por más que hayan investigado los historiadores, jamás habrían de precisar la fecha exacta cuando ocurrieron ciertos doblamientos, pues, en el caso cumanagoto la resistencia de los aborígenes hizo que cada intento quedara frustrado. La tendencia de los indígenas siempre pugnó por defender la soberanía de su suelo. Igual de lo que aconteciera con Caracas y otras urbes del continente, los primeros años de existencia hubieron de transcurrir entre la incertidumbre que se mueve entre el ser y el no ser. Se trata como un forcejeo –pugilato- en donde el conquistador y el conquistado miden fuerzas. El primero para doblegar la voluntad del agredido y el segundo para repeler, con todas las maneras y modos posibles, los intentos de dominio del intruso.

Durante los albores de Cumaná –según cuenta el padre Las Casas- la penetración de la conquista hispánica hubo de lograrse mediante la parsimoniosa estrategia que pusieron en práctica los franciscanos y los dominicos. Estos, en vez de usar lanza y arcabuz, prefirieron la vía de la persuasión que se logra mediante una nueva modalidad para concebir el universo que estaba más allá de aquellas almas tildadas de semi salvajes. Los curas y frailes llegados con el conquistador del siglo XVI se empeñaron en usar el lavado de cerebro, que les dio frutos óptimos. Todavía la iglesia esta empeñada en cristianizar a lo poco de cuanto queda de esas etnias tan elogiadas por Cristóbal Colón en sus cartas. Fueron pueblos dotados de todas las gracias concebidas por la voluntad del Supremo Creador.

En una de las crónicas iniciales de su libro, Badaracco se muestra partidario de que Cumaná pudo haber nacido entre noviembre y diciembre de 1515 o enero y febrero de 1516. Ni más temprano ni más tarde. Por tales razones, se comprenderá cómo debieron transcurrir varios lustros para que el pendón castellano se aviniera con unas tribus que, aparentemente pacíficas, no pocas veces tuvieron que revelarse en contra del tratamiento esclavizante y despiadado de los indios, determinado por la explotación perlífera en Cubagua. Enrique Bernardo Núñez se refiere a vuelo de pájaro, en su tan celebrada novela insular, a aquellos oscuros tiempos cuando los nativos del lar cumanés sufrieron las embestidas y el inhumano tratamiento generado por la Colonia.

Al pensar en los orígenes y evolución de Cumaná, uno los asocia con otros, como los de Bogotá, Coro, Caracas, Buenos Aires, Montevideo, Quito y muchos otros que están cercanos, merodeando en una como reciente orilla del contexto de las tradiciones. ¡Más, podremos decir lo mismo de París, de la cual no sabemos si es cierto que su origen estuvo en la bifurcación citadina del Sena! ¿Qué se sabe o se presume de su partida de nacimiento? Y yendo más al fondo, ¿no ocurre igual con Roma, Jerusalén, Sodoma y Ninive y acá en México con Tenotchitlán, la que, según la extraordinaria obra del contemporáneo Benítez, ya para la llegada de Hernán Cortés, esa urbe azteca, más poblada que la Sevilla de entonces, no precisaba la memoria de su milenario pasado! Si existen dudas sobre hechos recientes referidos a hombres y pueblos, ¿qué no acontecerá con relación a las verdades y fantasías que nos cuenta Plinio el Joven, con motivo de la destrucción inesperada de Pompeya y de Herculano, si él fue testigo, de excepción, como cronista accidental de aquella catástrofe!

Terminamos, en fin, felicitando a nuestro amigo RAMON BADARACCO RIVERO, competente cronista de Cumaná, por ese conjunto de breves ensayos de la pequeña historia, que él llama, como con cierta gracia Tierra de Frijoles. Sin pujos de erudita sabiduría el amigo cumanés, bolivariano y admirador desde la infancia de los mejores hombres que le ha dado el Estado Sucre a Venezuela y al mundo, nos regala una obra de invalorables méritos.

Nos lo imaginamos, como en la croniquilla inicial de su libro, gritando alborozado: “¡Qué linda está Cumaná, ¡qué linda! ¡El parque Ayacucho, ¡el Castillo de San Antonio y el Museo, vuelven a ser nuestro orgullo! Y concluye: “¡Ojalá que estas ideas sirvan para la reflexión y no para equívocas interpretaciones! ¡Nuestro pueblo debe ser lo primero en la escala de valores, y eso significa que todos tenemos que ayudar en el campo donde nos desempeñemos para lograr la mayor suma de la felicidad, como aspiraba nuestro padre el Libertador”

                                     MARIO TORREALBA LOSSI
                                                      
  

Para conocer el territorio que ocupaba el reino del cacique CAWANÁ, palabra Arawaca que quiere decir ¨gran río¨, y es el nombre que escucharon por vez primera los conquistadores al llegar al puerto de Cumaná, analicemos la crónica escrita por Lope de Las Varillas.   

Relación que hizo Lope de Las Varillas, de la expedición de Diego Fernández de Serpa.
Llegó el Gobernador el 13 de octubre al puerto de Cumaná, donde aquella noche desembarcó con todos sus capitanes, dejando uno en la armada, a quien encomendó aquella noche la guarda de ella, y para que otro día, con toda la gente en orden de guerra, entrase en los bohíos de la población.
Bajaron de aquellos valles y montañas siete u ocho caciques a saber que gente y navíos eran los que habían surgido y tomado tierra, a quien el Gobernador recibió bien y satisfizo de lo que preguntaban. Holgaron de ver nuestro orden y traje, porque, aunque habia allí cristianos mestizos, vestían lienzo, trajeron de presente al Gobernador mucho maíz y otras provisiones.
Tomóse otro día muestra de la gente, y hallose 280 hombres de guerra y pobladores, casados todos, con sus armas. Desembarcáronse el día siguiente las mujeres y niños con su ropa, trazóse la iglesia, plaza y calles, para que por su orden todos en ella se acomodasen de alojamiento.
Poblóse en 8 días la Nueva Córdoba de más de 150 casas, cubiertas de paja o cañas; despacháronse indios lenguas a los caciques comarcanos para que les amonestasen y viniesen a ver al Gobernador y trajesen comida para sus gentes; vinieron muchos a la amistad y obediencia de los cristianos, y otros hubo que por entonces no. Al cabo de algunos días los pilotos y marineros pidieron sus salarios y licencia para irse; consignósele la paga en sal y pescado en las salinas de Araya, de la cual fueron contentos, por la ganancia que de ello en Sancto Domingo se les seguía. 
 Envió el Gobernador a las dichas salinas y pesquería un capitán con 12 soldados y 4 caciques con 300 indios; metiéronse en 8 días en 3 navíos más de 4000 fanegas de sal y más de 2000 arrobas de pescado seco, lo cual en este tiempo con mucha facilidad se pescó, sin lo que fresco comían más de 350 personas que a la carga de dichos navíos asistían.
Vinieron el Gobernador con sus capitanes a ver la grandeza y abundancia desta hacienda; tomóse posesión della en nombre de la ciudad de la Nueva Córdoba, y eso por cierto respeto. Estando allí, se trató de lo que se debía hacer para que no se perdiese tiempo; resolvióse por el Gobernador y los capitanes en que, antes de que la muchedumbre de la gente acabase la comida que había en la población y comarca, fuesen capitanes con gente la tierra adentro a dos efectos; para entretener los soldados, y para calar y tentar la tierra y que de ella enviasen bastimentos a la ciudad, en el cual efecto no estuviesen más de 40 días.
Dióse orden a otro capitán para que se aprestase con brevedad para ir a la provincia de los Aruacas con una instrucción de lo que en aquella tierra había de hacer. Cometióse al yerro del Gobernador fuese a la isla Margarita y tratase con los vecinos della diesen ganados, yeguas y caballos a los pobladores de la nueva Córdoba, por los precios y como en la dicha isla se compraban y vendían; y para esto se les notificó una cédula y provisión desde Real Consejo de Indias, lo cual obedecieron muy al revés de lo que al servicio de S. M. convenía y en la dicha provisión se les mandaba. Vuelto el Gobernador a la nueva Córdoba, partió della el capitán Pedro de Ayala con 132 hombres, con instrucción de seguir siempre la vuelta de Levante, rivera del Golfo de Cariaco, y que trajese consigo los indios que de paz le recibiesen y llevó rescates y cosas que dalles. Volvió en el término dicho, e hizo relación de haber hallado tierra trabajosa de andar y fragosa, y por eso habia tenido necesidad de calzados. Esto causó una guía, no queriendo llevar la gente por parte llana, poblada y bastecida, a causa de que no fuesen por lo bohíos de un su pariente y amigo de quien pretendía tener interés. Con todas las separaciones que la dicha guía hizo, hallaron buena tierra, muy cultivada de grandes labranzas de maíz, yuca, batatas, auyamas, aunque no en sazón de cosecha, vieron muchos ríos y grandes sabanas donde hallaron y mataron venados y váquiras: hay en esta tierra gallinas en abundancia
Dábanles los indios algún oro por bonetes, cuchillos y anzuelos; traían todas las indias perlas; hay una cacica que tiene una cinta dellas, que la aprecian en más de 1500 ducados.
Trajo este dicho capitán consigo desta entrada dos indios principales, muy viejos, con sus mujeres y hijos, que es la mayor señal de paz que pueden dar, los cuales dijeron haber en su tierra é comarca  en la falda de la sierra muchas poblaciones y que vivían junto a un agua grande, y que éstos tenían muchos caracuríes y águilas, y que venían a su tierra  deste a tomar sal,  y por ella le daban indias esclavas, las cuales traían de un río donde los moradores eran caribes, con quien tenían siempre guerra.
Entendióse ser este río de Amana, que confina con el golfo de Paria, donde estuvo perdido un navío de Pedro de Silva doce días hasta que la marea y corriente le hecho fuera; entra este golfo la tierra adentro 14 leguas. Partió el capitán Francisco de Alava de la Nueva Córdoba, como estaba acordado, con 74 soldados; mandose le guiasen la vuelta del Sur y que atravesasen la montaña llamada el Bergantín; diósele rescate para atraer los indios a el trato y comercio de los cristianos; padecieron en la montaña gran necesidad de calzado, de lo cual avisaron al Gobernador: proveyósele de algunos cueros de vaca para hacer abarcas. Volvieron a los 40 días; trajo el capitán relación de tierra fragosa, pero fértil de los bastimentos necesarios; dijo que en lo alto de la montaña era llano como media legua, donde habitaban mucha cantidad de indios, cuyos principales los convidaron con sus personas, súbditos y mujeres e hijos, y que irían con él a la guerra de los caribes, para cuyo objeto estaban los dichos indios unidos y apercibidos. No salió el capitán a lo que se le pedía, por no estar fiado ser sana la intención con que esto se le ofrecía: diole por excusa estar su gente fatigada y algunos malatos. Dijo había los soldados hallado en casa de un cacique, que se llama Guantar, una flecha de oro, y una calabaza de caracuríes y águilas, y que todo lo había restituido a los indios cuya era, sin tomalles cosa alguna, por no exceder de la instrucción que llevaba. Dijeron los soldados habían hallado en casa de este dicho cacique un haripo en que él hace su pan, todo de oro, y una piedra verde de un jeme de largo y dos dedos de ancho y que en parte está clara y trasparente como esmeralda, y en la otra turbia y cuajada; tomóse información y hallóse en esto verdad, pero no se pudo averiguar quién viese volver lo susodicho a los indios. Quiso este dicho cacique Guantar ver al gobernador, y así trajo consigo otro principal llamado Orease, hombre guerrero y temido en sus comarcas; trajo cuatro indias caribes para que sirviesen al gobernador y a los cristianos, los cuales alabaron toda aquella tierra por muy fértil y buena; vieron desde lo alto dela montaña, los llanos cuanto les alcanzaba la vista y en ella muchos humos y de noche fuegos.
Decíanles los indios que había grades poblaciones, y que de allí traían las águilas de oro que tenían; daban fácilmente por una camisa vieja valor de más de diez pesos. Yo vi un águila de oro de 22 kilates, que pesó 7 pesos, y me juraron ser rescatada por un cascabel. En esta tierra traen los indios las narices y orejas y labios horadados, y a su usanza cosas de oro en ellas.
 En este tiempo el Gobernador dió orden en los vecinos que habían de quedar en la Nueva Córdoba, nombróse un Teniente y un Vicario, Alcaldes, Regidores, y otros oficiales a la república convenientes, repartiéronles los indios desde la cabezada del golfo de Cariaco y valle de Tagachire hasta el valle de Maracapana y río Neverí, que serán 36 leguas de largo y 14 de ancho; señalóseles la tierra, así para labranza como para pastos de ganado propios y concejiles.
En este tiempo fue el Alférez general a la isla Margarita a proveerse de caballos; de allí escribió una carta al Gobernador, en que le avisaba haber llegado Juan Ponce de León a la Trinidad, y que esta nueva le habían dado indios Aruacas, que con provisión y comidas eran venidos a aquella isla. Otrosí le escribió habían llegado dos navíos franceses a tratar y contratar con los vecinos de aquella isla, como lo tienen por ordinaria costumbre, los cuales franceses dijeron habían estado quince días en el río Yuriapari, con dos chalupas, rescatando cajas de hachas y mucha cantidad de cuchillos y tonterías por águilas y caracuríes de oro fino y oro bajo y que habían jurado venir otro año apercibidos de los dichos rescates para sacar de aquel rio más de 50.000 pesos; dijeron habelles dado los indios en el tiempo que con ellos trataron, muchas frutas y cantidad de carne de venado y váquiras.
Con esta carta dio el Gobernador priesa al Capitán que había de partir a los Aruacas como le era mandado, y estuvo a punto dello, con dos piraguas de armada por si topase a caribes, y proveído de muchas hachas  y otros rescates con que traer a los indios a la amistad y conocimiento del Gobernador y gente que en la Nueva Córdoba había poblado; de todo lo cual ya los indios Aruacas tenían noticia por aviso de los vecinos de la Margarita, de donde en este tiempo llegó Joan de Salas a servir en la jornada y entrada de Guayana, mostrando que por las noticias grandes que los indios della daban y por la facilidad que tendrían en hallarla, deseaba gastar su tiempo en acompañar al Gobernador, el cual por selle grato  a la voluntad que parescía tener, le mandó que fuese con cierta cantidad de gente a reconocer la tierra y comarca del río Neverí. Y de ahí a pocos días partió el Gobernador  con el resto del campo en seguimiento de los que  al dicho rio y provincia de Maracapana habían ido; ordenóse al Capitán Francisco Martínez que, con cierta parte de gente y con los vecinos que habían de poblar la nueva ciudad de Santiago, quedase rosando un cerro para que luego comenzasen los dichos  vecinos a hacer sus casas; y el Gobernador, con todo lo demás, partió a visitar las provincias de Píritu, Cumanagoto, y Chacopata,  distrito que debía de ser de la dicha ciudad.
Hiciéronle los caciques y principales de aquellas tierras muchos regalos, basteciendo a toda la gente de lo que había menester de mantenimientos para ellos y sus caballos, dieron de presente al Gobernador muchos caracuríes, hamacas y algodón hilado; también dieron de todas estas cosas al capitán Joan de Salas, por el conocimiento que con él tenían.


230 AÑOS DESPUÉS, CUMANÁ VISTA POR HUMBOLDT.



‘’Habíamos llegado al fondeadero, frente a la embocadura del río Chiribichií o Manzanares, el 16 de julio, al despuntar el día; mas no pudimos desembarcar sino muy tarde de la mañana, porque estábamos obligados a aguardar la visita de los oficiales del puerto.
Se fijaban nuestras miradas en los grupos de cocoteros que ribeteaban la costa, cuyos troncos de más de sesenta pies de altura dominaban el paisaje. La planicie estaba cubierta de conjuntos de Casias, Cápparis, y de esas Mimosas arborescentes que, semejantes al pino de Italia, extienden sus brazos en forma de quitasol. Las hojas pinadas de las palmeras se destacaban sobre el azul del cielo, cuya pureza ningún vestigio de vapores enturbiaba. Subía el sol rápidamente hacia el zenit. Difundíase una luz deslumbradora por el aire, por colinas blanquísimas tapizadas de nopales cilíndricos, y por un mar siempre sesgado, cuyas riberas están pobladas de alcatraces (1), de Garzas y Flamencos. Lo brillante del día, el vigor de los colores vegetales, la forma de las plantas, el variado plumaje de las aves, todo anunciaba el carácter prominente de la naturaleza en las regiones ecuatoriales.
La ciudad de Cumaná, capital de la Nueva Andalucía, dista una milla del embarcadero o de la batería de la Boca, cerca de la cual bajamos a tierra, después de haber pasado el alfaque del Manzanares. Hubimos de recorrer una vasta llanura, el Salado que separa el arrabal de los Guaiqueríes de las costas del mar. Aumentábase el calor excesivo de la atmósfera con la reverberación del suelo desnudo en parte de vegetación. El termómetro centígrado, hundido en la arena blanca subía a 37.7 grados centígrados. En las pequeñas charcas de agua salada se sostenía en 30.5 grados, bien que el calor del océano en su superficie es generalmente de 25.2 a 26.3 grados en el puerto de Cumaná (2). La primera planta que recogimos en el continente de la América, fue la Avicennia tomentosa (Mangle prieto), que en este lugar apenas alcanza dos pies de altura. Este arbusto, el Sesúvium, la Gonfrena amarilla y los nopales cubren los terrenos impregnados de muriato de sosa; a este pequeño número pertenecen vegetales que viven en sociedad, como el brezo de Europa, y que en la zona tórrida solo se encuentran en las riberas del mar y en las altiplanicies elevadas de los Andes (3). La Avicennia de Cumaná se distingue por otra particularidad no menos notable; es el ejemplo de una planta común a las playas de América meridional y a las costas del malabar.   

INTRODUCCIÓN


El puerto de Cumaná toca la leyenda, es la historia del nauta que cuenta Bartolomé de Las Casas, y repite Juan Manzano Manzano, Es el puerto de que hablan Ángelo Trevisan y López de Gómara, Cumaná es leyenda e historia, es el lugar sagrado de los primeros mártires cristianos, y tal vez de la primera misa.

Todos los pueblos tienen derecho de escribir su historia; es decir no necesitan que vengan a escribirla historiadores de otros pueblos, sobre todo aquellos interesados en menoscabarla, en cambiarla, en beneficio de la historia de sus pueblos. Nuestra historia ha sido hecha y escrita por dos santos maestros: Bartolomé de Las Casas y Pedro de Córdoba, con eso nos basta.

Cumaná fue la primera ciudad fundada y desarrollada por el Imperio Español en el Continente Colombino. La primera en el continente donde un pueblo indígena, los Kaimas, aceptaron unirse a los colonizadores españoles, para formar una ciudad. El primero en toda América, porque en otros sitios anteriores a Cumaná, se intentó la misma conquista que se llevó a cabo en las islas del Caribe. 

Esta es nuestra verdad histórica y así debe ser respetada y promovida; no pensamos en restarle méritos a ningún pueblo de Venezuela ni de América, pero la historia es la historia, y es inmutable cuando está probada con documentos y bendecida por testigos fehacientes, y obedece a reglas, aunque se preste a interpretaciones y equívocos más o menos justificables.

La historia de la formación del pueblo de Cumaná, constituido por la tribu Kaima Caribe y. los misioneros de Pedro de Córdoba, fue ignorada por cronistas e historiadores, debido a la prohibición establecida en la Cedula Real del 3-09-1516 que establece: ‘’Para que en cuanto a la voluntad de su Alteza fuere, ninguno vaya ni pase a la costa de las perlas donde están los dominicos- La reina y el rey. (Se copia más adelante).

Cumaná o Puerto de Perlas, en la isla de la desembocadura del río se inició mucho antes de la llegada de los dominicos al puerto de la desembocadura del rio Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas (Pago. 81, Tomo I, de su Historia de las Indias) y lo repite el sabio carupanero Bartolomé Tavera Acosta, con pequeños errores de escritura en esta palabra, en su obra “Historia de Carúpano” páginas 31 y 37: donde dice:

 “Cuando sus primeras incursiones en tierra firme en la vecindad del río Chiripichi o Chiribichi, cuyo nombre cambiaron los españoles por el de Manzanares”; y en la 37, lo repite, también con error, como todos los demás que lo han mencionado, por ser difícil de precisar por el oído, cuando dice:

 “En la península pide al Rey la conquista y población de Guayana y Caura, lo que le fue concedido. En 1569 funda Cumaná a orillas del río Chiripiche el 24 de noviembre…”

Ya era un pueblo también antes de iniciarse la construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista, que se construyó por necesidad de proteger a los pobladores españoles y de otras nacionalidades, que concurrieron a explotar la riqueza perlera en sus mares como lo dice Cesar Lodeiros, nada menos que los Señores de Canoa, que pagaban el quinto real.   Mi amigo el científico Prof. César Lodeiros Seijo, en su libro “La madre perla Pinctada imbricata,” que aún no ha publicado. Después de hablar con datos muy precisos sobre la explotación de las perlas, resalta la importancia de la explotación de perlas en el siglo XVI, dice: “En un principio las perlas de Pinctada imbricata fueron obtenidos por la vía de intercambio y trueques por diversos objetos, lo cual pudo haber perdurado hasta que la explotación de ostras perlíferas y de indios expertos buceadores fue organizada y normada por los españoles y con ello una mayor producción de perlas…

 Y me pregunto yo ¿Dónde estaban los indios Kaimas? Porque en Cubagua ni en Margarita los habia. Por supuesto que los indios estaban en Cumaná, y todos esos historiadores y cronistas que se hacen los que no saben, si saben que los conquistadores no podían formar pueblo sin indios, sin iglesia, sin mujeres, sin mano de obra, ni explotar perlas, ni pescar grandes cardúmenes para su alimentación, ni explotar la piedra de Araya, ni negociar el maíz, el casabe, los caracuríes, y esas minucias, que ellos ambicionaban, que solo encontraban en su pueblo amigo de Cumaná.      

El fuerte se construyó no para proteger el agua para Cubagua, isla desierta en esos tiempos; cuando se ordenó su construcción en 1504, cuando se hizo imperativa, pero es verdad, su construcción se tardó a despecho del Rey, hasta 1520.

El cronista margariteño Verni Salazar, en su obra Aproximación a la biografía del Capitán de Navío Antonio Díaz, nos dice: ‘’A principios de 1513 los jueces escribieron al Rey que no han encontrado una persona dispuesta a emprender la población de Cubagua, Fernando les contesta que sigan ocupándose del asunto y que él también buscará interesados en Castilla.

Al establecerse el rescate regular de las perlas en Cubagua, según afirma Gonzalo Fernández de Oviedo, ‘’Para 1517 había españoles, aunque pocos, por lo que se infiere que es definitivamente en este año cuando se comienza con la explotación perlífera en Cubagua.

Muchos son los historiadores que citan a Margarita como si fuese un puerto o un pueblo, no se dan cuenta de su dimensión, entre ellos Ricardo Castillo Hidalgo.

También dice el ilustre cronista del Municipio Antonio Díaz, que el asiento y hato que poseyó Don Marcelo de Villalobos en Margarita, en el Vallle de San Juan, que es sin duda el primer establecimiento español en Margarita.  Y anota: ‘’’Este Valle de San Juan que ya para 1525 se había convertido en hato como lo relata Pablo Ojer en su libro “La Formación del Oriente Venezolano’’

A mí me gusta hablar del largo proceso fundacional de Cumaná, por  tantos hechos que lo ilustran, ya que su poblamiento se inició  1504 con la Cédula de construcción del fuerte,  que tardó,  porque antes hubo de encontrarse las canteras de piedra de Araya; pero desde esa fecha vinieron a Cumaná desde Santo Domingo, los expedicionarios que hicieron posible la construcción del fuerte que vemos en los dibujos de Castellón,  a explorar y a  iniciar su explotación de las canteras, a enseñar a los indios el duro trabajo,  y esa es la fecha en que se inició la población por españoles del puerto de Cumaná, que ya estaba poblado por los Kaimas caribes, ahí construían sus barcos, como lo cuanta Las Casas.   

Sin embargo, nosotros nos conformamos con historiar desde la impetración de las misiones dominicas y franciscanas, por seguir a nuestros padres, que vinieron a poblar con indios y por cierto que el cacicazgo de Cawaná, era ‘’POBLANTISIMO’’ como lo dicen Trevisan. López de Gómara, Colón, y describe López de Las varillas; entre otros.  

Por ser poblantísima y ser un reino, o cacicazgo, se fundó la primera escuela en tierra firme del continente, y se inicia el proceso de transculturización y fusión de culturas, y por tener tanta información trascendente; y porque en ese enclave se inicio el milagro que he llamado “El Beso de Dios”, la fusión de las dos grandes culturas: la cultura occidental y cristiana y la cultura del Nuevo Mundo, dos culturas milenarias, sintetizadas en una escuela. La impetración de las misiones dominicas y franciscanas en 1515, hicieron ese milagro; y alrededor de las cuales creció la ciudad de Nueva Córdoba.  El Cawaná, que quiere decir “gran río” de donde indudablemente vine el nombre de Cumaná; palabra del idioma chotomaimu. Cawaná Kiribikií, el gran río Kiribikií –pronunciación Kaima-  de esta provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, que fue la primera ciudad que fundó y desarrolló el Imperio Español en el continente americano.   

Veamos cómo nos lo cuentan los regentes de España, antes de que Carlos Primero ocupara el trono y se valiera por si mismo.  Porque el Rey Fernando, que murió en enero de 1516, y Carlos I era menor de edad, los Regentes nos cuentan cómo se inicio la fundación o poblamiento de Cumaná en el Puerto de Las Perlas, aunque el Rey Fernando ya había ordenado construir un fuerte en ese paraje primigenio, desde 1504; veamos:

Cédula Real, fechada en Madrid, l3 de septiembre de 1516, donde se deja constancia de la consumación de la expedición:

“Por cuanto el Rey, nuestro señor, que haya gloria, deseando que los indios de la Costa de  las Perlas, que es la provincia de Cumaná, que se declara desde Cariaco hasta Cuquibacoa, que es en tierra firme, fuesen los indios criados  y enseñados en las cosas de nuestra santa fe católica, mandó hacer todas las diligencias necesarias y porque pareció  que lo más conveniente y provechoso, era enviar personas religiosas y de muy buena vida a predicar y enseñar a los dichos indios sin otra gente ni manera de fuerza alguna, y para que lo susodicho se pudiese poner   en  obra,  habló con el devoto padre Alonso de Loaiza, provincial que a la sazón era de la Orden de Santo Domingo, y con su acuerdo y parecer y mandamiento, y por voluntad del devoto fray Pedro de Córdoba, vicario de dicha Orden en la Isla Española, que aceptó de pasar en persona con algunos religiosos de su Orden a la dicha Costa y Provincia  de las Perlas a procurar doctrinar y enseñar las cosas de la fe a los indios de ella, y viendo el dicho Rey, la voluntad y celo con que dicho fray Pedro de Córdoba se movía para ir a lo dicho, mandó al Almirante y jueces y oficiales de la dicha isla Española que diesen  al dicho fray Pedro de Córdoba  una nao en que fuesen él y los frailes que consigo llevase, y que mandasen a los maestres y marineros de tal navío que los llevasen a la parte y lugar que dicho  fray Pedro de Córdoba les señalase en la Tierra firme y les diesen los mantenimientos  que hubiese menester y ciertos indios para lenguas, cuales el dicho fray Pedro de Córdoba escogiese en la dicha isla Española, y que dende un año que el dicho fray Pedro  y los otros frailes fuesen llagados a la dicha tierra firme, el dicho Almirante y jueces y oficiales  tuviesen a cargo  y cuidado de enviar a saber de ellos, y que mandasen a la persona que fuese a saber de ellos que trajesen uno o dos frailes acá, para que informasen de todo lo que  en dicha tierra y provincia y Costa de las Perlas hubiesen hallado y sabido”. El Rey.

A manera de crónica, doy a luz una serie de acontecimientos cronológicos de la historia de Cumaná, primera ciudad fundada por el Imperio Español en el Continente americano, cada uno de estos acontecimientos puede ser investigado, y hacer historia con ellos.

PUERTO DE LAS PERLAS.

El primer nombre con el que se conoció la ciudad de Cumaná, y el pueblo de Kaimas Caribes que lo habitaban como nos lo cuenta Ángelo Trevisán, y desde entonces fue “Puerto de Las Perlas”, nombre con el cual lo dio a conocer Per Alonso Niño, cuando arribó a  Cumaná en 1498, y desde esa fecha llegaron a Cumaná los señores de canoa, o negociantes y explotadores de placeres de perlas en diversas partes del mundo, entre los más importantes se mencionan a: Don Gaspar de Antúnez, don Antón de Valenzuela, fray Manuel de Catalá, don Martín de Olano, y decenas de Señores de Canoa que formaron familia en la Nueva Córdoba, y enriquecieron a la Corona Española de los primeros tiempos. Margarita y Cubagua en esos tiempos eran islas totalmente despobladas. Los señores de Canoa pescaban en sus aguas, pero tenían sus casas en Nueva Córdoba. La primera casa que se construye en Cubagua, con piedras de Araya, data de 1525.

El formidable investigador Don Demetrio Ramos, identifica Puerto de perlas en su obra “La Fundación de Venezuela Ampiés y Coro” Dice en la pág. 148:
“Viniendo de la Isla Española para estas partes casi en el paraje de la isla que se dice de la Mona, encontré una carabela que venía de la dicha costa y de la isleta de las Perlas, de la cual tomando lengua, dijo que dejaba levantados los indios de toda la dicha costa y de la isleta de las perlas, y que habían muerto los frailes Franciscos y es a donde el dicho Casas se había retirado, del cual me dijeron que habían más de 40 días que no parescía, por donde yo creo ser muerto: y dijo más, que dicha isleta de las Perlas quedaba a mucho peligro de perderse por donde hay mucha necesidad que acerca de todo lo sobredicho vuestra magestad mande facer presta ispidición. Relación de Miguel de Castellanos. Contador de la Tierra firme de paria.     

Mucho más claro aparece Puerto de Perlas en esa Representación del Contador Real, Miguel de Castellanos, que acompañó a fray Bartolomé de las Casas en la Isla de Las Perlas, veamos:
“Relación que yo, Miguel de Castellanos, di a vuesa magestad de la ida que fui con el licenciado Bartolomé de Las Casas, a la costa de Paria.”
Fui de contador de vuesa majestad con ochenta mil maravedís. Vi que el dicho licenciado a causa de no tener aquella facultad que le convenía para conseguir lo que asentó, hizo otra nueva contratación y asiento con el Almirante y jueces y oficiales de la isla española para que por cierto tiempo tuviera a su cargo la armada que habían enviado a dicha costa, y se hiciesen ciertas partes lo que por su industria se hubiese. Llegado a dicha costa, vi que ni pudo conseguir lo uno ni lo otro, por no llevar aquella orden y forma que debía conforme al primer asiento, y por le desamparar y desobedecer los soldados de la armada, y serle también algo contrario el lugarteniente del Almirante que está en la Isla de Las perlas, ante el cual el dicho licenciado yo vi pasó ciertos actos de protestaciones sobre la jurisdicción de la dicha costa, porque se nombraba juez así de la costa como de la dicha isleta de Cubagua, contra las facultades que Casas llevaba de vuestra Majestad. Aunque hay cierta confusión en este texto, se sabe que Las Casas, estaba en el puerto de Cumaná con los dominicos y franciscanos. Continúa como veremos:

“Yo vine por la española llevando carta de Casas, en que pedía socorro al Almirante y jueces, pues la dicha armada y todos lo había dejado, visto que nada le enviaban, me vine para vuesa majestad.

Por lo que he visto conozco que a vuesa majestad se seguiría gran provecho así de la costa como de la isleta, que a partes dista cuatro leguas y a partes ocho, enviado gobernador con Jurisdicción civil y criminal, y haciendo fortaleza en el puerto de Cumaná a la punta del río. A causa de no haber esto proveído” …     


Veamos ahora como menciona Reginaldo Montesinos, a Puerto de Perlas, en su carta a la Regencia.

“Que el Rey Católico dio licencia y lo mandó y ovo  por bien y pagó la costa para ello, para que fuesen algunos  de sus frailes  a predicar desde esta isla la Española a tierra firme, y el mandó a dos frailes  que fuesen a ver aquella tierra   en una nao que se partió para allá, los cuales aportaron al puerto de Las Perlas, y desde allí entraron en tierra por ocho leguas a un valle que llaman Chiribichi (es el nombre carina del rio de Cumaná), en el que hallaron a un señor que se llamaba Alonso, el cual los días pasados había venido a la isla Española  con una nao que allí había pasado  y tornáronlo cristiano  y estuvo en nuestro convento en la isla Española”. Tomado del Libro de don Vicente Rubio: “Los Primeros Mártires dominicos de la tierra firme”.

Con el nombre del río Chiribichií, se inicia la torcida y gran confusión de los cronistas en relación con el sitio al que arribaron los misioneros. Pedro de Córdoba llama a Santa Fe, Santa Fe de Chiribiche, que es distinto a Chiribichi, Aunque el término tiene los dos componentes “Chiri” o “Chirito”, y “bichi” o “pichi, que quiere decir río; pero el de Cumaná era el Cawaná, que quiere decir “gran rio”, Las Casas dice que el de Cumaná, es Chiribichií, la ultima luenga.  Bichi quiere decir río según Bartolomé Tavera Acosta. También dice que la “che” sonaba “k”, o sea kiribikií.  Cawaná, quiere decir en la lengua Caribe, “gran río” y ese debe ser el origen del nombre de Cumaná. -Cawaná Kiribiki, en el lenguaje chotomaimu, como lo llama Mar de Civrieux. Tavera dice que los indios pronuncian ‘’Kaima’’.

Cumaná la primera ciudad fundada por el Imperio Español en el Continente Americano.


CUMANA la ciudad “Marinera y Mariscala” de Diego Córdoba y Andrés Eloy, tiene muchos secretos que debemos develar, y uno de esos secretos es su propia fundación y desarrollo, que está unido al proyecto más humano y glorioso de la España aventurera de la conquista.


Fr. Pedro de Córdoba, inventó el proyecto de Conquista pacífica y evangélica de la Tierra firme, fue su filosofía, y lo inició en la desembocadura del río Cawaná- Chiribichií, la última luenga (repito bichi quiere decir río en lengua chaima-caribi) hoy, el río en parte su llama Cumaná y en parte Manzanares.  

Este proyecto fue aceptado por los Reyes Católicos e impuesto después en todo el Continente.

La palabra Cumana, sin acento, según Tavera Acosta y otros lingüistas, quiere decir ‘’frijol’’, pero el mismo dice que “Cawaná”, quiere decir gran río; los españoles pronunciaban los nombres como los escuchaban o les parecía escuchar, y a nuestros indígenas no les importaba mucho; es lo más probable que la palabra indígena que escucharon antes del nombre del río fue “Cawaná”. Lo mismo pasa con el término Kiribikií, nombre indígena de nuestro río, que lo escribieron Chiribichií, y pasó a la historia con esa pronunciación. El sonido” lo escribían “ch”, según el sabio Tavera Acosta. 

FRAY PEDRO DE CORDOBA.  

La Cumaná misionera no nació como otras ciudades, fue el centro de un anhelo inigualable e impensable en aquellos tiempos.  Tendrían que leer “Historia de las Indias” de Bartolomé de Las Casas para entender lo que quiero decir, en este corto espacio de tiempo.  

En forma sucinta y siguiendo a este historiador, y a todos los demás que han escrito sobre Pedro de Córdoba. Hice un seguimiento de este personaje luminoso de los primeros tiempos de la Conquista de América. Punto omega de la fundación de Cumaná.  

Según sus biógrafos, fue un sacerdote a quien Dios Nuestro Señor dotó de muchos dones, gracias corporales y espirituales, que fue elegido para una misión administrativa en Santo Domingo, si se quiere, pero él la convirtió en una empresa sin igual.

Fue excelente predicador, ejemplo dentro del sacerdocio en virtud y penitencia, que lo elevaron siempre entre sus compañeros y feligreses. Estudio en el colegio “Santisteban” de Salamanca, y probablemente, como dice Hernann González Oropeza, fue “formado espiritualmente por fray Juan Hurtado de Mendoza”, el formidable maestre de Salamanca; y se perfeccionó en Santo Tomás de Ávila, la casa mayor de la “Cristiandad” para ese entonces. El historiador don Demetrio Ramos, dice: “La autoridad que para Las Casas tenía el P. Córdoba se nos revela en la aceptación de un especial magisterio con el que su personalidad queda dibujada en la del clérigo”.

Bartolomé de Las Casas

Capellán de S. M. Carlos I. Poblador de Cumaná entre 1517-1523, o sea seis años, principal cronista de los años iníciales de la fundación, afirma que la situación encontrada por Pedro y los dominicos en las islas, especialmente en La Española, era dramática y   terrible, prácticamente los conquistadores exterminaron a los indios de la forma más salvaje que se pueda imaginar.  

Pedro quería un nuevo mundo donde reinara el amor, donde no se permitiera la casería humana, donde imperara la justicia, la dignidad y la ley.

La acción de Pedro de Córdoba, podemos analizarla a través de varios documentos indubitables, el primero es la carta que envía el Rey Fernando el católico, al “Visorey” en La Española, veamos:  

1.- Cedula del 13 de mayo de 1513. El Rey: Don Diego Colón nuestro Almirante Visorey, etc., “Yo hablé acá con el venerable y devoto  padre fray Alonso  de Loayza,  provincial de la Orden de Santo Domingo, e con acuerdo e parecer e mandamiento, por mucho zelo  que el devoto padre fray Pedro de Córdoba, vicario de la dicha Orden en esa dicha isla  (la Española), tiene de servir a Nuestro Señor  a aceptado  ir,  e va con determinación de pasar él  en persona con algunos de su Orden  a la dicha Tierra firme e procurar de doctrinar  e enseñar las cosas  de Nuestra Santa fe a los indios della” 1512.  

2.- Cédula de 10 de junio de 1513, “El Rey. Oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla. Porque el devoto  fray Pedro de Córdoba, vicario de Santo Domingo de la isla Española, va a la dicha isla con voluntad de pasar a la Tierra Firme a llevar consigo  los más religiosos que  pudiera, como por el despacho  que para ello lleva veréis, el cual se ha de asentar en los libros de esa dicha casa, pero ende yo vos mando que deis al dicho fray Pedro de Córdoba a los frailes que consigo llevare, que sean  fasta el número de 15  el pasaje e mantenimiento  que oviere menester fasta llegar a la dicha isla Española,  y así mismo daréis al dicho fray Pedro e a los dichos frailes que consigo llevare hasta dicho número de 15,  las almocalas e mantas que hubieren menester para e que duerman, asimismo los aréis dar o señalar  dos personas seglares, para que los sirvan por la mar  fasta llegar a la dicha isla Española, como lo soléis acer  y proveer  otras veces que os e enviado  e mandar lo susodicho, etc.

Cédula Real de 28 de mayo de 1513, que entregó Pedro de Córdoba al Almirante Don Diego Colon, que dice:

 “El Rey. Don Diego Colón, nuestro Almirante Visorey, etc. a nuestros jueces e oficiales, etc. Ya sabéis como el devoto padre fray Pedro de Córdoba, vicario del Orden de Santo Domingo en la Española, va con cierto número de frailes a tierra firme, y (en) el despacho que para su ida se les dio vos mandé que dentro de un año después que fuesen idos embiásedes a saber dellos,  y que truxiesen dos frailes para me informar de lo que allá se supiese, como más largo en el despacho que para lo susodicho mandé dar se contiene; e porque al tiempo que fueren a saber de los dichos frailes ternán necesidad de alguna harina para hacer  hostias e vino para decir misa, yo vos mando que cuando enbiáredes a saber dellos, les enviéis diez arrobas de vino, e otras diez de harina muy cernida, e les deis pasaje e flete por ellas fasta que se lo entregar  a los dichos frailes que allá estubieren, e mando al nuestro tesorero que es o fuere que de cualquier maravedíes o oro de su cargo compre lo susodicho que con carta de pago  de las personas que lo llevaren  que con esta mi cédula mando que les sea recibido en quenta lo que lo susodicho costare sin otro recaudo alguno, e mando que se tome la razón desde mi cédula, etc. fechada en Valladolid, a XXVIII días del mes de mayo de mil quinientos treze. Yo El Rey. Por mandado de su Alteza, Lope Conchillos, señalada del Obispo.  


Pedro de Córdoba el verdadero fundador de Cumaná.  


Pedro, empeñó su vida en su obra fundacional,  hizo tres expediciones al puerto de Perlas en tierra firme, muchos viajes a España y entre las islas y tierra firme,  construyó casas, monasterios, escuelas, aprendió el idioma de los indígenas, escribió para ellos libros sagrados, ejerció la defensa de los indios en todas las instancias,  fue un defensor honesto, un hombre ejemplar, un maestro y logró fundar las primeras misiones dominicas y franciscanas en Cumaná y Santa Fe, origen de nuestros primeros pueblos mestizos en la tierra firme.

La primera expedición de 1513 organizada por Pedro de Córdoba, y ordenada por el Rey Fernando el católico, estuvo formada solo por dominicos, bajo el mando de Antón de Montesinos, mano derecha de Pedro; el fraile Fr. Francisco Fernandes de Córdoba, el lego Juan Garcés y sus colaboradores, lenguas y sirvientes; salió de Santo Domingo a fines de 1513, arribando al puerto de Cumaná, en pocos días.  

En junio de 1519, Francisco del Castillo, declaró haber sido el piloto de la nave que llevó a los dos dominicos, y Juan Fernández, piloto de una carabela dijo que había ayudado en ello (cfr. E. Otte, Las Perlas del Caribe, ob. Cit. p. 125. nota 610) Los indios del cacique Cumaná, a quien ya conocían, los recibieron, según se supo, con alegría y les dieron de comer y beber, y los ubicaron en un lugar seguro, que ya se conocía como Puerto de Las Perlas, en la desembocadura del río Chiribichií, hoy Manzanares, donde los perleros y otros expedicionarios se surtían de agua, indígenas para el trabajo, mujeres y alimentos para llevar a las islas de Cubagua y Margarita.

Establecidos los misioneros construyeron con ayuda del cacique y su gente, sus casas, y dos iglesias de madera y palmas, donde también iniciaron una escuela a la cual, muy pronto asistieron hasta 40 niños, de acuerdo con los cronistas, cédulas y los suministros reales.

Lamentablemente una expedición de un esclavista, capitaneada por Gómez de Rivera, emboscó y capturó al cacique Cumaná con su familia y sus criados, y los vendió como esclavos en Santo Domingo, sin que los frailes pudiesen hacer nada, por lo cual, los indios en represalia sacrificaron a los frailes rehenes, y el proyecto sufrió un serio descalabro, pero no terminó allí.  




Pedro de Córdoba no se amilanó con el martirio de los frailes, ni la osadía de los españoles, que violaban las leyes reales; y, con los de su orden rescató a casi todos los indios, en lucha desigual con las autoridades de la Española, cómplices, y los devolvieron a su tierra y, en febrero de 1515,  volvió a Cumaná y dejó, como dice Vicente Rubio, con pruebas contundentes, a otros misioneros bajo el mando de Fr. Luis de Castro, en el mismo sitio del sacrificio, en el Puerto de Las Perlas, que fue el primer nombre que tuvo el primer asiento de españoles en la tierra firme, en la desembocadura del río Chiribichií o Cumaná,  como aparece en medallones y dibujos del siglo XVI. que reproducimos para mejor testimonio, vean el puerto de Las Perlas con su inmensa cruz, y las dos iglesias, y fuerte de Santa Cruz de La Vista antes y después del terremoto de 1530.







LAS PINTURAS DE JACOME CASTELLÓN

Dibujos del puerto de La Nueva Córdoba y ruinas del fuerte de Santa Cruz de La Vista. Se pueden observar las laderas del cerro Pan de Azúcar, que le sirven de referencia.


Ilustración 7. El fuerte de Santa Cruz de la Vista, que luce la torre construida por Bartolomé de Las Casas y presentadas por Castellón como si él la hubiese construido. La construcción de la inmensa estructura mostraba los signos del tiempo, el Fuerte se inicio en vida de Fernando el Católico, que murió en enero de 1516. A su lado pueden observarse casas de la Nueva Córdoba.  A lo lejos pueden verse el cerro Pan de Azúcar. Las ruinas de este fuerte aun pueden verse bajo las aguas del Golfo de Cariaco. Es la ubicación, el testimonio irrenunciable de la primogenitura de Cumaná. La primera ciudad fundada y construida por el Imperio Español en el Continente Americano.



Ilustración 8. Ruinas del fuerte de Santa Cruz de la Vista. El pueblo de Nueva Córdoba en Los Cerritos protegido por la muralla construida por Jácome Castellón.  Este pueblo, que es el inicio de Cumaná, y su puerto sobre el río, se empezó a formar desde que Per Alonso Niño, en 1499, descubrió Las Perlas encargadas por el Visorey, Cristóbal Colón, y la noticia trastorno el buen juicio de los perleros. ¿No es acaso una prueba suficiente de su existencia? ¿Hay algún otro pueblo de esos tiempos que pueda mostrar algo semejante?   



Estos dos dibujos fueron hechos por orden de Jácome Castellón, antes y después del terremoto de 1530. Dentro de la empalizada puede verse el pueblo de Nueva Córdoba, Fácilmente puede comprobarse que la ciudad estaba ubicada en la desembocadura del rio en el Golfo de Cariaco, tomando en consideración las laderas del cerro “Pan de Azúcar”, hacia donde se extendía.  

Afirma, don Vicente Rubio con pruebas irrefutables, que Pedro fue a buscar a los dominicos rehenes a Puerto de Perlas, en febrero de 1515, y supo que los habían sacrificado, pero nunca abandonó la misión, dejó a los sustitutos: lo dice el sabio investigador Don Vicente Rubio. Veamos:  

“Tengo para mí que eran Fr. Tomás de Toro y tres o cuatro dominicos más, cuyos nombres ignoramos, los cuales marcharon allá con el P. Pedro de Córdoba en fecha posterior al 10 de febrero de 1515, a fin de indagar la suerte que habían corrido el P. Fernández de Córdoba y el hermano Garcés.  A estos se agregarían luego los dos o tres que más tarde arribaron allí para devolver a los indios liberados de su cautiverio”. 

Es decir que al frente de la misión dominica de Puerto de Perlas quedaron por lo menos cinco misioneros, y estos construyeron la iglesia y el monasterio que luego aparecen en los mapas, medallones y documentos, cartas y soportes de reparaciones que reposan en el Archivo de Indias.  No podemos ni siquiera imaginar que la Corona iba a mandar arquitectos y materiales desde España para reparar construcciones de barro. Tanto la fortaleza como las iglesias de los dominicos y franciscanos fueron construidos de cal y canto, como aparecen en el plano de la Nueva Córdoba y en el medallón de 1601; por eso se explotaban las canteras de Araya, donde trabajaban hasta 300 indígenas. Con la piedra tallada de Araya se construyeron las iglesias, fuertes y casas principales de Cumaná, Nueva Cádiz, tierra firme y en las islas del Caribe. Fueron reconstruidas por Castellón según lo dice el Rey Carlos Primero en la Cedula Real que concede a Castellón.  

“Los dominicos que “quedaron en aquella costa”, como dijo Fernando el Católico en su carta  del 2 de agosto  de 1515, aparte de inquirir por todas las vías quien o quienes  habían sacrificado  a sus dos hermanos misioneros,  se dedicaron a la ardua labor de sosegar a los nativos, convivir mansamente con ellos e indagar los sitios  más adecuados para que en aquellas mismas latitudes  volviera a reanudarse  el soñado ensayo  de evangelización pacífica con un buen contingente  de frailes predicadores  y franciscanos reformados, traídos todos de La Española”.   

Esta es la verdadera historia. Meses más tarde después de fortalecer la misión de Cumaná con nuevos misioneros, llega Pedro a Santa Fe de Chiribiche. Todo esto indica que pese a estos sucesos la continuidad de la misión no fue abandonada desde 1513, corrigiendo lo que dicen la mayor parte de los cronistas venezolanos. 

Estos mismos dominicos y franciscanos reciben a Castellón, Gonzalo de Ocampo, a Fr. Bartolomé de Las Casas en 1521 o sea como lo dice Ocampo seis años después y a Fr. Francisco de Montesinos, con tañido de campanas, en 1562;  más tarde  mudarán sus conventos e iglesias, a partir de 1654 media legua río arriba, en el llano de Cumaná, donde completó su desarrolló la ciudad, como es evidente, y pueden estudiar cientos de mapas, pinturas  y evidencias, pocas ciudades tienen tantos testimonios e historias formidables como esta procera ciudad de Santa Inés de Cumaná. Su historia llena de hechos heroicos, de hechos culturales y épicos, cantados por los mejores historiadores y poetas no se perderá en el olvido, al cual nos quieren obligar.    


LA ACCIDENTADA SEGUNDA EXPEDICIÓN FUNDANTE

 Cuenta Las Casas, que, en julio del año de 1515, se trasladó de Cuba, donde residía, a la ciudad de Santo Domingo en La Española, para rendir cuentas al “egregio” padre Pedro de Córdoba, y se encontró que se había embarcado en un navío con otros religiosos de su orden y también religiosos de Picardía, con Juan Garceto a la cabeza, para ir a predicar a los indígenas de tierra firme. Pero sucedió que, encontrándose en alta mar, con riesgo de sus vidas, una gran tormenta los obligó a volver al puerto. Se conoce como el Huracán de San Laureano.   

Debo considerar que, en esta segunda expedición, aunque frustrada, tuvo resultado propiciatorio, ya que se encontraron en Santo Domingo Bartolomé de Las Casas y Pedro de Córdoba, los líderes jurados e indiscutibles de la conquista evangélica y pacífica de la tierra firme.

Esta Segunda expedición demuestra que los franciscanos venían bajo el mando de Pedro de Córdoba.

LA TERCERA EXPEDICIÓN. -

Veamos el texto original de la Tercera Expedición Fundante, que trae Bartolomé de Las Casas en su obra tantas veces citada, dice así:

“Salidos de aquesta isla el padre dicho y el clérigo –Montesinos y Las Casas- el padre fray Pedro de Córdoba prosiguió su viaje –al parecer se refiere al mes de setiembre de 1515, pero en la Ordenanza de la Municipalidad de Cumaná, se estableció el 27 de noviembre de ese año-  para tierra firme con cuatro o cinco religiosos de su orden, muy buenos sacerdotes, y un fraile lego, también con los de San Francisco, los cuales puestos en tierra firme, a la puna de Araya, cuasi frontero de La Margarita, desembarcároslos con todo su hato y dejároslos allí los marineros. Los franciscanos y dominicos hicieron muchas y muy afectuosas oraciones y ayunos y disciplinas, para que nuestro Señor les alumbrase donde pararían o asentarían; y finalmente, los franciscanos asentaron en el pueblo de Cumaná, la última aguda, y los dominicos fueron a asentar diez leguas abajo, al pueblo de Chiribichí, la penúltima luenga, a la cual nombramos Santa Fe”.  

Este texto lo he considerado, junto con la Cedula Real de septiembre de 1516,  como la primera Acta de Fundación de Cumaná, puesto que reúnen todos los elementos narrativos de la fundación de un pueblo español en el Nuevo Mundo, como la hacían los cronistas de indias y él mismo; se puede comparar con textos similares de fundaciones de otros pueblos, como Santa María del Antigua, Nombre de Dios, Coro, Santo Domingo, La Habana, Panamá y Veracruz, etc. la única diferencia que se podría alegar, en estos textos fundacionales,  está en el estilo o método de redacción, unos lo hacían por el pretendido derecho de conquista y otros por el derecho a la evangelización cristiana, cual fue la fundación misional más utilizado en la tierra firme americana.
   
De estos textos, podemos colegir que Pedro, siguiendo su proyecto, parte de Santo Domingo,  en el mes de noviembre de 1515, normalmente tardaban 9 días en ese trayecto, en una nave – capitaneada por Juan Hernández de Cimeta, que así lo testificó, según el acucioso historiador patrio  Hernann González Oropesa; en la cual viajaron dominicos y franciscanos actuando conjunta, fraternal y solidariamente, en seguimiento del proyecto y bajo el mando espiritual de Pedro, obligado a fundar pueblos, a iniciar el proceso evangelizador en la tierra firme.   

Las Casas dice que dejó a los franciscanos en Araya bajo el mando de Juan Garceto, lo que no me parece lógico, aunque es una opinión generalizada, y es posible porque en Puerto de Perlas estaban sus dominicos ya instalados, como hemos visto, sin embargo, soy de la opinión

y creo que es lo más probable, que los haya dejado confortablemente establecidos en Cumaná, Puerto de Las Perlas, donde estaban los misioneros dominicos. Se trata de dos órdenes distintas con sus propios gobiernos, es posible pensar que durante algún tiempo estuvieron juntas, pero podemos comprobar que ambas misiones funcionaron separadas. Pedro ya se había establecido bajo la protección del Cacique Cumaná, a quien conocía porque estuvo en su convento en Santo Domingo, no le fue difícil impetrar su proyecto; definitivamente los dejó instalados con todo su hato, para construir una casa y una iglesia, por cierto, un equipaje impresionante de acuerdo con lo embarcado en Sevilla; y con órdenes muy precisas para la conducción de la misión que estaba bajo su gobierno; se puede admitir, de acuerdo con documentos investigados por Vicente Rubio,  que estos franciscanos vinieron a reforzar a los misioneros dominicos, y que sustituyeron a los compañeros sacrificados de la primera expedición de 1513, pero todo hace pensar que trabajaron cada orden en forma separada, y en Cumaná siempre estuvieron los dominicos y franciscanos separados históricamente, eso podemos comprobar en los planos y en sus ejecutorias; el mismo Vicente Rubio prueba con toda clase de datos, que otros dominicos vinieron  con Pedro de Córdoba en febrero de 1515 a sustituir e investigar la muerte de sus compañeros, y por supuesto se quedaron y fueron reforzados como hemos dicho, al frente de la misión que nunca abandonó a Cumaná.   

Pero bien, siguiendo el relato de Las Casas:  Pedro deja a Juan Garceto con los franciscos en Cumaná en 1515, probablemente en Punta Araya,  “frontero con La Margarita”,  que luego fueron a parar,  definitivamente, en el pueblo de Cumaná;  no deja de ser importante que Las Casas diga en el pueblo de Cumaná, porque en efecto ya Cumaná era un puerto importante donde estaban los perleros, Los señores de Canoa, que explotaban grades placeres de perlas en las islas de Margarita, Cubagua y en la península de Araya, que no tenían ningún puerto, ni nada para sostenerse. En Cumaná había aun pueblo “poblantisimo” como dice el clérigo, Puerto de Perlas, un reino o cacicazgo, rico y trabajador, organizado, constructores de barcos, productores de yuca y maíz, buenos marineros y pescadores, como dice Las Casas; y amigo “guatiaos”, lo que significaba mano de obra, mujeres, alimentos; como decían los españoles La primera casa que se construye en Cubagua data de 1520 y mucho más tarde en Margarita.

Pedro continúa su expedición, con los otros dominicos, para fundar otra misión, hasta Chiribiche ese año de 1515 o el año siguiente (biche también quiere decir río). Pedro, en sus cartas lo llama Chiribiche, en ningún documento del fundador aparece Chiripichi y allí comienza la confusión de los cronistas), y bautiza la misión con el nombre de Santa Fe de Chiribiche, que fue su consigna su aspiración, “donde españoles no fueran”,  su filosofía era esa, fundar  misiones  con los aborígenes,  para adoctrinarlos y  expandir la doctrina de Cristo en toda América; fue su segunda misión, Santa Fe, lejos, a diez leguas de Puerto de Perlas,  donde españoles no fueran. Santa Fe de Chiribiche, sin perlas ni nada que pudiesen ambicionar, donde reinaba Maraguey, de la familia de Cawaná,   que los acepta, y donde asienta su segunda misión de predicadores en 1515;  y continúa  la evangelización y procede a la construcción de otro monasterio, lo deja en perfecta paz y vuelve a Santo Domingo desde donde la defiende del acoso de los esclavistas; y  de la vida de ese monasterio se conservan hasta sus anécdotas de santidad;  pero tiene que marcharse por sus compromisos como Vicario de la Orden Dominica en el Nuevo Mundo, y deja encargado de la misión a fray Diego de Velásquez, como en Cumaná dejó a Luis De Toro y a Garceto, al frente de su obra; pero no por ser el Vicario de Indias con sede en esa ciudad, abandonó sus misiones en tierra firme, el mantuvo su patrocinio y autoridad sobre estos asentamientos hasta su muerte, como puede advertirse en sus cartas.

José Mercedes Gómez, Cronista de Cumaná hasta 1994, en su opúsculo “Orígenes de la Ciudad de Cumaná, dice: “Al Parecer pacíficamente trascurrieron los años. Para el año de 1516 había nueve frailes, incluyendo al superior Fr. Juan Garceto y funcionaba por lo menos
una escuela con unos 50 alumnos indígenas”.  Es el embrión de la ciudad de Cumaná.


Sobre Pedro de Córdoba tienen puesta la vista en la actualidad muchos historiadores, investigadores y teólogos. Pueden buscar el Libro reciente de Fr. Vicente Rubio, que se denomina “Los Primeros Mártires Dominicos de América”, que lamentablemente confunde las fechas, los nombres y los sitios, pero por lo demás, es una magnífica investigación que deja ciertas claves que sirven para aclarar todas las dudas que se puedan tener de aquellos días iniciales sobre todo del trabajo de Pedro de Córdoba, en Tierra Firme.   

El hecho histórico de establecer la fundación de Cumaná en 1515,  es muy significativo,  de tal suerte que muchos otros pueblos lo reclaman: Panamá y Veracruz en 1519, y otros pueblos que desaparecieron por muchos años, y han vuelto a la vida;   por eso,  la fundación de Cumaná,  ha sido negada o tergiversada, en detrimento de nuestra  historia, y muchos cumaneses desprevenidos han caído en el juego contra nuestros intereses; por eso tenemos el deber de rescatar esos hechos para la  historia de nuestro pueblo, utilizando los mismos argumentos de los que nos despojan. Además, la historia de Cumaná de esos primeros tiempos es muy rica desde todo punto de vista, no solo por el hecho simple de la fundación del primer pueblo del Imperio Español en América, sino por la trascendencia histórica y filosófica de ese hecho. Del trato de los españoles para con los indígenas y la defensa que hace Pedro de Córdoba, en las cortes, nace toda una filosofía que defienden: Las Casas, Vitoria, Suarez y decenas de ilustrados filósofos. Nacen las leyendas negras y doradas y las leyes de indias. Se escriben libros importantísimos, se discute sobre la dignidad de los indígenas, intervienen los reyes, obispos y hasta los papas y las universidades. Todo eso lo desencadena un hombre llamado Pedro de Córdoba, y Cumaná fue su idea y su testamento.  Como ejemplo trascribo en mi libro “Los Fundadores de Cumaná” el catecismo que Pedro de Córdoba escribió para los indígenas en su lengua originaria La lengua de los Arawacos que se extendió por todo el continente y que el sabio investigador Marc de Civrieux llama Chotomaimu.    

Los que niegan la antigüedad de Cumaná de antes y despues de 1515,  se fundamentan en los errores que cometen los cronistas de Indias sobre el nombre de los ríos de Santa Fe, que Pedro de Córdoba, su fundador, llama Chiribiche, como aparece en sus cartas transcritas en mi libro ya mencionado; y el nombre del río Chiribichií, “la última luenga”  como lo dice Bartolomé de Las Casas (1), y el gran historiador  e investigador, Bartolomé Tavera Acosta (2), que es el nombre propio del río de Cumaná, “el Cawaná Chiribichií”, o sea “Cawaná”, que quiere decir  gran río, y Chiribichií, río de pájaros “Chiri Chiritos Colibríes”; entonces muchos  de los acontecimientos y  la ubicación de los misioneros dominicos y franciscanos, y el rapto del cacique Alonso, etc., que sucedieron en Cumaná, como lo narra Las Casas y otros, cronistas,  en la desembocadura del gran rio –Cawaná Chiribichi-  tal vez para ridiculizar a Las Casas, los ubican en Santa Fe (1515), para restarle méritos al santo de los indios porque Santa Fe para ellos no tiene ninguna importancia porque ese asentamiento duró muy poco tiempo; y se fundó dos años despues que la misión de Cumaná (1513). Alrededor del rapto hay toda una documentación, un expediente que contiene la defensa que hizo Pedro de Córdoba y que escribe Las Casas, eso no puede ocultarse.   

Ese cuento de que Cumaná fue abandonada, que primero fue Maracapana y Santa Fe, u otros parajes, son historias fugaces, en tanto en cuanto las misiones iban fortaleciéndose en Puerto de Perlas luego Nueva Córdoba, hasta el punto de convertirse en sede apostólica en 1519, con orden real de construir cinco iglesias más; y la historia se encarga de justificar.  Este pueblo que está hecho de historia grande trascendente y heroica; y los historiadores y cronistas no tienen otra cosa que hacer que no sea estudiarla y trasmitirla como lo hacen siempre.  

Todos los pueblos tienen el derecho de escribir su historia. En nuestro caso, sobran las pruebas de la fundación y la permanencia, a través de los siglos, de esta ciudad procera y muchas veces mártir, y otras mil veces heroica y trascendente. Es nuestra historia y si a historiadores de otros pueblos le interesa lo consideramos un honor Solo debo recordarles a los historiadores venezolanos que, cuando ocurrieron los primeros eventos de 1513, Pedro de Córdoba no había fundado la misión de Santa Fe de Chiribiche, que se inició en 1515, sobre este hecho están contestes todos los cronistas e historiadores y los documentos reales. Lo único, que me choca y en lo que difiero, es ese empeño, de muchos cronistas e historiadores actuales, disidentes, de trasladar los hechos iniciales de la fundación de Cumaná, a Santa Fe, Maracapana, Cubagua o Margarita.  Los datos que tenemos, de las investigaciones que hemos hecho, podemos afirmar que las expediciones dominicas señaladas, arribaban a Puerto de Perlas, y al poco tiempo los misioneros; podían recorrer hasta 8 leguas dentro del territorio de Cawaná o Alonso -el reino de Cawaná- en santa paz; en ese reino de Cawaná (repito, quiere decir río grande), donde estaban seguros; y esa fue la primera gran empresa de España, la más gloriosa y santa y beneficiosa la de las primeras pesquerías de perlas;

Porque aquí, a nuestro Puerto de Perlas, llegaban todas las expediciones que venían de España y los señores de Canoa, se establecieron en nuestro puerto; en Cubagua y Margarita no había ningún puerto, ningún pueblo español, solo los placeres de Perlas.

Per Alonso Niño se llevó 49 marcos de perlas para España, desde Puerto de Perlas, y se desató la codicia, de los perleros.  Girolano Benzzoni, pintó una fase de la pesca de perlas en Cumaná en 1541, de este puerto se pagaron los primeros derechos de almojarifazgo, a la Corona el Quinto Real; de aquí partían hacia los placeres, y luego venían a tierra firme donde estaban las misiones, las iglesias, y donde tenían sus casas y negocios, así se formó la Nueva Córdoba y de aquí partían a otros rumbos. Guillermo Morón nos trae las listas de pasajeros que desembarcaban por ese puerto desde 1538, pero eso acontecía desde mucho antes porque por ese puerto entraban al territorio del continente todas las expediciones que venían de santo Domingo. 

Montesinos convoca al pueblo con repiques de campanas de cinco iglesias construidas por orden de Fernando el Católico, y ya la Nueva Córdoba era sede apostólica desde 1519, y para esa fecha se estaba construyendo el fuerte de Santa Cruz de La Vista, y si no es así debe ser que apareció milagrosamente la mole sobre la cual Las Casas y Castellón construyeron la parte superior, que vulgarmente llaman torre o torrecita, lo que desmiente la pintura y las ruinas que aún existen, y pueden apreciarse  en los dibujos, de Jácome Castellón.    

 Ricardo Castillo Hidalgo, se ve obligado a reconocer que entre 1504 y 1506, cuando el Rey permite el rescate de esclavos, en su obra citada, dice: “Esa autorización, como es lógico, serviría para impulsar armadas esclavistas hacia las zonas señaladas, pero, mientras tanto el “rescate” continuaba en Cumaná, y en general en toda la costa de las perlas, etc.”

Acaso puede negarse que con Juan Garceto y sus franciscos, se establecieron a un tiro de ballesta tomado desde la orilla de la playa,   en el maravilloso delta que formaba el río Chiribichií, Cumaná o Cawaná, con sus compañeros picardos y de otras nacionalidades: fray Juan Flamigi (flamenco), fray Ricardo Gani de Manupresa (inglés), fray Jacobo Hermigi, fray Ramgio de Faulx, fray Jacobo Escoto (escocés), fray Juan de Guadalajara, y fray Nicolás Desiderio, que continúan el trabajo iniciado por sus predecesores mártires y  sus sustitutos dominicos con Fr. Luis de Toro, que refundan  la escuela para los niños indígenas, construyen un monasterio, reconstruyen una iglesia que había sido destruida por los indios, e inician y terminan otra iglesia, todo ello bien documentado, y puede verse en dibujos y planos de esa época; además tenemos soportes de los trabajos de reparación que se hacían  en ellos.  

Desde la fundación de la misión de 1513 nunca abandonaron los misioneros a Cumaná, y su misión dio frutos, ya que su puerto creció hasta convertirse en la capital de la provincia de Paria primero y después de Nueva Andalucía, con el nombre de Nueva Córdoba y luego Cumaná, y fue sede del primer obispado de América. Ningún otro pueblo de esa época tiene la documentación que tiene Cumaná.

El Rey Carlos I,  autorizaba a la Casa de Contratación en mayo de 1519  y le decía: “Hemos mandado proveer además de las dos iglesias y casa de San Francisco  que están en la costa de Cumaná, que es la de tierra firme del mar-océano, se edifiquen otras cinco iglesias y casas en aquella costa, en que se celebre el culto divino y que puedan morar cuatro religiosos de dicha orden y debían proveerse escuelas; iglesias y conventos de todos los materiales y útiles, necesarios para la enseñanza  al culto y al trabajo agrícola”. Esas cinco iglesias se construyeron y aparecen en planos de la ciudad desde tiempo inmemorial.

Muchos historiadores y cronistas niegan hasta la existencia de Nueva Córdoba, destruida por piratas franceses cuyos archivos fueron rescatados por Fr. Antonio Patricio de Alcalá, quien los reprodujo en el “Consectario de la Ciudad de Cumaná”. En este sentido cabe recordar que, en la Capitulación con Diego Fernández de Serpa, quedó asentado que: La capital de este gobierno “Debía ser la ciudad de Nueva Córdoba”, de ese embrión quedan documentos infinitos, planos, relaciones, cartas, y pinturas. No hacen falta más pruebas. 

Nosotros tenemos más pruebas, publicadas en mis libros, del poblamiento e historia de Cumana, reunidas en la “La fundación de Cumaná”, “Cronología de la fundación de Cumaná”, “Historia de la Iglesia Católica de Cumaná” “Gobernadores Coloniales de Cumaná” ‘’Crónicas Originarias’’ “Cumaná y Coro” “Memoria Histórica de Cumaná’’ y otros libros y ensayos. con los cuales pretendo completar la historia de mi pueblo desde su descubrimiento, hasta nuestros días, incluyendo terremotos, guerras, y mucho de su cultura. Toda la historia de Cumaná, a través de sus personajes. cada acontecimiento, cada hecho trascendente; cada viajero que pisó su suelo, cada pirata que atacó su pueblo, cada ataque indígena, cada hijo notable, cada sacerdote o misionero que se quedó entre nosotros, o escribió o investigó, toda es su historia.

Cumaná es Primogénita desde que Colón la descubrió en 1494 y fue conocida con el nombre de Puerto de Las Perlas; es una parte de larga historia, de mitos y leyendas que la rodean. El nauta salvado del naufragio que cuenta su historia a Colón; Las perlas que fueron la primera riqueza que explotó España en América; el rapto del cacique y su familia; la intervención de grandes filósofos como Las Casas, Vitoria y Suarez; el martirio de los dominicos; el juicio contra Colón La riqueza; el nombramiento del primer obispo;  la muerte de Fajardo; la resistencia indígena; los crímenes de Gonzalo de Ocampo, las construcciones de Castellón, el terremoto de 1530; la riqueza perlera: Dice el Prof. Lodeiros, “…estimamos la cuantificación del siglo XVI con la producción, en solo 27 años equivalentes a 11.326.230 perlas de 1 g (5 quilates) lo cual supondría una explotación de 45.304,92 millones de ostras 11.326.230 x 4.000,oo equivalentes a 1,36 millones de toneladas (1 ostra con perla 30g)  lo que daría un promedio  en 27 años  de 50.370,70 t/año.  

Que no había perlas en Cumana, dicen algunos investigadores de la historia, veamos como lo cuenta Ángelo Trevisan, cuando arribó a su puerto en 1494.

Cumaná era una rica región perlífera, nos dice Trevisan, que en aquel lugar los nativos recogían perlas en gran cantidad. Con cestos especiales, provistos de peso y pendientes de cuerdas, descendían al fondo del mar y pescaban allí las ostras que les servían de alimento, y de ellas arrancaban las perlas; pero como carecían de instrumentos adecuados para perforarlas, perdían y estropeaban muchas. Eran verdaderas perlas orientales, muy bellas. Los nativos las cambiaban fácilmente a los recién llegados por cascabeles y otras baratijas.

Yo le pregunto a estos historiadores que niegan nuestra historia: ¿Con que personal se trabajaba y donde vivían? y ¿Por qué Cumaná tiene tanta historia? Y ¿Porque esos pueblos alternativos desaparecieron?  

Con nuestras perlas inundó España a Europa, servían como dinero en las transacciones mercantiles: llenaban las canoas, se hicieron célebres los Señores, de tal suerte que, por esos tiempos, Cumaná fue el puerto más importante del Nuevo Mundo, son significativos los diálogos entre Pedro Barbirio, nuestro flamante primer Obispo, y el sapientísimo Erasmo de Róterdam. Eso no puede pasar desapercibido. El mismo Guillermo Morón, da cuenta de los navíos que arribaron a Cumaná, y trascribe en su Historia de Venezuela, los nombres de todos los pasajeros que desembarcaron por su puerto desde 1538.  

Cumaná no fue fundada por Gonzalo de Ocampo en 1521, como pretenden obligarnos a creer algunos desapercibidos, que luego no vacilan en llamarla Primogénita; sin tomar en cuenta que Panamá y Veracruz se fundaron en1519, y aspiran ese galardón; y no la fundó  porque ya existía y estaba en pleno esplendor Puerto de Perlas y las misiones de Pedro de Córdoba, en la desembocadura del río Cumaná, por el Golfo de Cariaco; orgullosa, bella y alabada por todos los que la visitaban, y pueden ustedes ver en los dibujos y planos de la época; y ya blasonaban sus habitantes que no encontraban ni escatimaban alabanzas de sus bondades, en planos y alegorías y en  sus peticiones a los Reyes de España.

Gonzalo de Ocampo hizo un campamento militar media legua río Cumaná arriba, y lo llamó Nueva Toledo; construyó 20 o 30 casas, fue otro escalón en el proceso de la fundación, indudablemente forma parte de la historia heroica de Cumaná; lo mismo que Bartolomé de Las Casas, que construyó gran parte del fuerte de Santa Cruz de La Vista, y se instaló con los dominicos en las misiones de Puerto de Perlas, o sea, el incipiente pueblo de Cumaná. Gonzalo de Ocampo, al llegar Bartolomé de Las Casas, y presentarle los despachos reales de su capitulación con la Corona, tuvo que abandonar su empresa fundacional, y el campamento que había iniciado. Pueden ver la ubicación de ese campamento en el dibujo del año 1601, del Gobernador Suarez de Amaya. Y Castellón, que es también otro escalón del proceso fundacional, y tendría muchos más méritos que Ocampo, ya que el reconstruyó el pueblo y terminó la construcción del fuerte de Santa Cruz de la Vista y lo presentó al Rey Carlos I y fue nombrado su Alcalde y, por ende, Jefe de Las Fuerzas Reales y del pueblo, que puede verse en las pinturas que el mismo ordenó hacer antes y después del terremoto de 1530.  

De ese pueblo salían y entraban todas las expediciones de colonos y guerreros de esos tiempos. El nombre de Nueva Córdoba viene de Misión de Pedro de Córdoba, que a la vez es el nombre que sucede a Puerto de Perlas; su pujanza puede apreciarse en las pinturas de Castellón de ese mismo tiempo, y las otras que inserté en este corto ensayo.


EL RAPTO DE CAWANÁ.  

Abundando en este tema, debo aclarar que: El Cacique de Cumaná, Cawaná, y su puerto se hicieron famosos en 1514 cuando el cacique y su familia fueron raptados, vendidos en Santo Domingo como esclavos, y los dominicos, con Pedro de Córdoba a la cabeza, reclamaron en todas las instancias, la devolución de los indígenas; veamos algo de la última investigación realizada por don Vicente Rubio, sobre la expedición esclavista, estos datos:   

“Santo Domingo. El 5 de agosto de 1514 era convocada una reunión en casa del Licdo. Marcelo de Villalobos, uno de los tres jueces de Apelación. Once personas más asistieron a ella: El Lcdo. Juan Ortiz de Matienzo, colega de Villalobos.  Gil González Dávila, contador de la Isla. Juan de Ampiés, factor de la misma. Pedro de Ledesma, secretario de la Real Audiencia.  Cristóbal Sánchez Colchero, naviero. Juan de León, vecino de Santo Domingo. Gómez de Ribera, ídem.  Diego Caballero, ídem. Bartolomé Palacios. Ídem.  Diego Bernal, ídem. Y Juan Fernández de las Varas, el cual se hizo representar por un tercero”.

“Entre todos acordaron organizar una expedición o “armada” contra los caribes de las islas cercanas. Esta expresión equivalía: “ir a caza de indios”.  Nada importaba que los nativos cazados fuesen en verdad “caribes” (antropófagos y enemigos tanto de indios pertenecientes a otras tribus como de los colonos hispanos) o “guatiaos” (indios de paz y amigos de los españoles). Al volver de la cacería y a la hora de declarar su mercancía humana ante las autoridades del puerto de Santo Domingo, siempre los armadores hacían pasar a todos sus aborígenes apresados como “caribes” sabiendo que así la ley les amparaba (16).

Constituida por aquellos doce individuos la expedición, “gastos y beneficios se repartían por partes iguales entre los doce socios.  Tomarían parte dos naves pertenecientes a dos de los socios: el navío “Latino” de Cristóbal Sánchez Colchero y el barco de Palacios.  Juan de León fue nombrado capitán de la armada, y Pedro de Ledesma y Diego Caballero recibieron el encargo de proveer y despacharla…


“Aportaron capitales, además de los socios de la empresa, el repartidor de los indios de la española, Rodrigo de Alburquerque, que poco después sería nombrado alcalde mayor de la isla, y el procurador de Santo Domingo Juan García Caballero.  Probablemente también invirtió capital en la empresa el tercer oidor, Lucas Vázquez de Aillón, pariente de la mujer de Gómez de Ribera; éste último fue nombrado veedor de la amada… La expedición se dirigió primero a la isla de San Vicente, donde tras saltar a tierra, el capitán Juan de León y el naviero y maestro de su nave, Cristóbal Sánchez Colchero, fueron matados por los indios.  Muertos dos de los jefes de la expedición, asumió el mando de la armada Gómez de Ribera. Ordenó tomar rumbo a “las perlas”, donde rescataron perlas de los indígenas y también se dedicaron a pescarlas.


 Cuando Ocampo vino aquí a reducir a los indígenas mediante engaños, construyó el campamento de 21 casas y le dio el nombre de La Villa de Toledo, donde lo visitó Bartolomé de Las Casas, y dijo: “Ni que lo llame Sevilla, lo habitaran los indígenas”, y donde estaban los indígenas, eso podemos apreciarlo en el Acta de Montesinos, de 1562, que convocó al pueblo para nombrar su ayuntamiento, con el tañido de las campanas de los templos de Nueva Córdoba, templos de los cuales Antonio Patricio de Alcalá, rescató los libros de matrimonios y bautizos, que hoy podemos apreciar en El Consectario de la Ciudad de Cumaná, libro genético de nuestro pueblo. Para aquellos que desconocen la reconstrucción de los templos de dominicos y franciscanos, basta con que lean el Acta por la cual el rey Carlos Primero nombra alcalde a Jácome Castellón.  

En el Acta de Montesinos, donde no estaban todos los habitantes,   están familias españolas y los  representantes de los indígenas con sus familias, se calcula que vivían en Cumana más de 20.000 indígenas, Humboldt los calculó en 15.000 en 1799, digan si eso no es un pueblo populoso, Humboldt dijo que Cumaná era tres veces más poblado que Veracruz;  en todos los mapas desde el siglo XVII se ven los cinco templos de Cumaná, y allí, cuando llegó Montesinos en 1562 habia por lo menos dos iglesias servidas, que siempre han estado y estaban los templos y monasterios y la ciudad. Ustedes, investigadores independientes, pueden leer el expediente de la muerte de Fajardo, que fue juzgado en el edificio del cabildo, y su cadáver fue arrastrado por las calles del pueblo y colgado en su plaza mayor.

Los que ignoran estos hechos se basan en los dichos de algunos viajeros que no encontraron el rumbo hasta la Nueva Córdoba, y su ignorancia manifiesta queda al descubierto en el crecimiento indetenible de nuestra ciudad. Cumaná la Primogénita de América.  La Nueva Córdoba, fue una ciudad populosa, como puede verse en sus mapas y dibujos; incitó la codicia de las naciones y nacionales europeos. En 1542 los holandeses ocuparon las salinas de Araya y las explotaron hasta 1622, cuando se inició la construcción del Castillo de Santiago de Arroyo de Araya; a partir de ese hecho La Nueva Córdoba quedó en la ruta de los Corsarios, el primero que la saqueó fue John Awaquins, en 1568, luego nos saqueó, pero fue derrotado y salvo milagrosamente la vida, el afamado pirata Walter Raleigh en 1595. La Nueva Córdoba y las Salinas de Araya, también fueron atacadas en 1576 por el Corsario Inglés Peter Barker, que robó sal en Araya, pero fue rechazado en Nueva Córdoba. Amias Preston, afamado filibustero, obliga a los habitantes de la Nueva Córdoba a pagarle una fuerte suma de dinero, y también atacó las salinas de Araya donde roba grandes cantidades de sal. En 1602 vuelven los ingleses esta vez bajo el mando de Williams Parker, también es rechazado. En 1606, el Gobierno Español envió una armada de 18 buques de guerra a custodiar el pueblo de Nueva Córdoba y las Salinas de Araya. En 1622 el Capitán General de Cumaná, don Diego de Arroyo y Daza obtuvo una contundente victoria contra 104 naves de guerra de los invasores holandeses. Ese mismo año se inició la construcción del fuerte de de Santiago de Arroyo de Araya, y se fundó el pueblo de Araya bajo la advocación de Nuestra Señora de Las Aguas Santas.

La ciudad fue atacada, demolida por las fuerzas humanas y la naturaleza, pero la obra civilizadora nunca cesó, para probarlo tenemos esta hermosa realidad que nunca fue abatida por completo. Cumaná, como el ave Fénix, vuelve a la vida después de cada tragedia. Phoenicoperus: nuestra ciudad es la esperanza de su pueblo y la esperanza no morirá nunca. 




 


CRONOLOGÍA DEL DESCUBRIMIENTO
Y POBLAMIENTO DE CUMANÁ


Pretendemos probar con estos hechos históricos, admitidos por todos los historiadores que conozco, el desarrollo de la ciudad de Kawaná –Cumaná-, la capital de la Provincia de Nueva Andalucía, más conocida por Provincia de Cumaná. La palabrea Cumaná viene de la palabra del idioma Arawaco – Carina, “Kawaná” que quiere decir “gran río”, idioma que Mark de Civrieux llama “Chotomaimu” –de “choto”, pueblo y “maimu”, lengua-. De ninguna manera puede venir de Cumana, (sin acento) que quiere decir “frijol”, ni el cacique Kawaná, puede llamarse “frijol” como pretenden algunos lingüistas. ¡Imagínense…! mis queridos lectores, que al cacique Kawaná, el más destacado de su tiempo, lo hubiesen llamado frijol o frijolito.

1484.- El puerto de Cumaná toca la leyenda, es la historia del nauta que cuenta Bartolomé de Las Casas, en La Historia de Las Indias, que repite Juan Manzano Manzano, en su obra “Colón descubrió América del Sur en 1494, y es en verdad el puerto de que hablan Ángelo Trevisan, López de Gómara, y el Inca Garcilaso de la Vega, que cuenta con lujo de detalles esa expedición, nunca bien investigada, de Alonso Sánchez de Huelva, que era un marino bien conocido, dueño de un navío con el cual navegaba entre las Islas Canarias, la isla “Madera” y “España, cargado de mercancías. Una gran tormenta lo arrastró hasta las costas del Nuevo Mundo probablemente el año de 1484. De los 17 hombres que lo acompañaban no regresaron más de cinco (5) que se refugiaron en la casa de Cristóbal Colón, conocido como sabio marino, en la misma isla de Madera, al cual le contaron los pormenores de la travesía; después de ellos, todos los cronistas de indias y expedicionarios que siguen la ruta de Colón, arriban a Cumaná, por eso Manzano Manzano, concluye, que fue al puerto de Cumaná y no a Santo Domingo, donde llegaron esas expediciones, y ya no sabemos si es leyenda o historia. Cumaná, también es el lugar sagrado de los primeros mártires cristianos, y tal vez de la primera misa.
Yo quiero agregar a esta historia porque nadie lo ha mencionado, que el hecho de que el cacique de Cumaná haya escogido el nombre Alonso en la pila del bautismo, no puede ser un hecho casual sino que el cacique de Cumaná lo escogió como homenaje a su amigo el capitán Alonso Sánchez de Huelva, el cual pasó mucho tiempo reparando su barco, ayudado por el cacique y su pobladores, en el territorio del cacique y es más;  muchos de sus marineros se quedaron en Cumaná y formaron familia; y enseñaron muchas cosas de las cuales solo el pueblo de Cumaná pudo disfrutar, como hacer vinos tintos y blancos y construir mejores barcos como nos lo cuentan:  Ángelo Trevisán, Bartolomé de Las Casas, López de Gómara y Juan Manzano Manzano. 

1494. Cumaná también  fue visitada por expediciones españolas enviadas desde Santo Domingo por el Almirante Cristóbal Colón, los  poco conocidos “Viajes Cortos” como nos lo cuenta Ángelo Trevisán, y pueden consultar sobre este suceso: a López de Gómara, Mártir de Anglería, también en “Historia del Nuevo Mundo” de Girolano Benzzoni; y sobre todo la famosa e importantísima crónica de Ángelo Trevisán, publicada, en texto original, por Don Juan Manzano Manzano, en sus  obras: ¨Colon descubrió América del Sur en 1494¨, y ¨Colón y su secreto, y centenares de documentos, planos, dibujos, mapas del Archivo de Indias, y obras recientes de Ricardo Castillo Hidalgo y Vicente Rubio. Viniendo a ser Cumaná y no Macuro, el primer puerto de América continental, visitado por europeos; y de esta manera, también se inicia el mestizaje, el cristianismo y la escolaridad en América del Sur.

Desde que los Colones descubrieron perlas en el golfo de Cariaco, la actividad de su puerto no decayó. Durante el reinado de Fernando el Católico, el puerto de Cumaná se conoció con el nombre de “Puerto de Las Perlas o Puerto de Perlas”, también se llamó a su territorio indistintamente “Paria” y “Tierra Firme”.

Todo este oscuro y confuso acontecimiento, al comienzo del despertar del Continente Incognito, lo viene a explicar Bartolomé de Las Casas, ese genial sacerdote que dedica su vida al estudio de la vida y los hechos de los habitantes originarios del Nuevo Continente. Los miles de años de la cultura de nuestra civilización, encuentran en él, su intérprete, su defensor, historiador y defensor; podemos decir que nadie más autorizado que él, para desentrañar los misterios de aquella aventura humana.

Y por haber perlas en Margarita, Cubagua y Cumaná, toda la costa que se iba descubriendo a partir de 1499, recibió también el nombre de Costa de las Perlas, y Cumaná como puerto principal del pueblo Kaima Caribe, donde se establecieron los primeros expedicionarios y compradores de perlas, se le llamó Puerto de Perlas.

Per Alonso Niño, que vino con Colón en su tercer viaje y conoció la riqueza perlífera de aquellos mares, se asoció con los ricos mercaderes sevillano, los hermanos don Luis y Cristóbal Guerra. Esta expedición parte de Sanlúcar de Barrameda y llegan al mismo Puerto de la Península de Paria, donde atracó la expedición de Ojeda, 15 días antes. A los pocos días viajan a Cumaná por la vía de Cubagua y Margarita. En Cumaná reciben de manos del cacique Kawaná, las perlas que había encargado Bartolomé Colón, cuando desembarcó en nuestro puerto en 1494.

Per Alonso Niño y sus expedicionarios también obtienen noticias de las Salinas de Araya, y las visitan antes de partir para Santo Domingo.

En vista de la importancia del descubrimiento de las perlas en aquella zona, que el rey Fernando recibió de Per Alonso Niño, ordenó la construcción del Fuerte de Santa Cruz de La Vista.

Las pinturas de Castellón delatan las formidables estructuras del fuerte de Santa Cruz de La Vista, que aun se pueden ver bajo las aguas del golfo de Cariaco, y en su parte superior del dibujo, la torre construida por Bartolomé de Las Casas, e inaugurada por Castellón con toda la pompa de esa época. Se me ocurre pensar, que para construir la mole inferior del fuerte, se requirió una verdadera movilización de materiales desde Araya, y  personal capacitado desde Santo Domingo, como nunca lo habían hecho los españoles de aquellos tiempos; para ello fue preciso iniciar la explotación de la piedra de Araya, las canteras de piedra ciclópea, que es otro escalón al cual no se refieren estos historiadores que se alejan de Cumaná, y yo me pregunto: ¿Qué dirían si estuviesen estas ruinas en otro sitio  de los favorecidos por los historiadores, en relación con la primogenitura?  Porque ya tienen un gran problema con el inicio de la explotación de las perlas, en su afán por desconocer su descubrimiento y explotación en Cumaná, desde que fue descubierto el escrito de Trevisán. Los nuevos historiadores hablan de Margarita y Cubagua, como si en esas islas hubiese para esos tiempos algún puerto habitado o algún pueblo, ellos sabes que en la isla de Margarita existía para 1517 un hato fomentado por Marcelo de Villalobos en el Valle de San Juan; y en ese mismo año se establecieron algunos españoles en Cubagua, pero ya Puerto de Perlas era una ciudad sobre todo por la población indígena, “poblantísimo” La figura de Don Alonso copa la escena.

Con la piedra de Araya se fundó la primera empresa de construcción del continente, los bloques extraídos de sus canteras sirvieron para construir en todo el Caribe, incluyendo la Nueva Cádiz. Contra estos hechos no vale el desprecio que muestran los historiadores de la vieja provincia de Venezuela y del mundo por la provincia de Cumaná.

Hagamos pues el recorrido por alguno hechos relevantes del desarrollo de Cumaná, la capital de la provincia de Nueva Andalucía.   

1499. Alonso de Ojeda, que viajo con Colón en su segundo viaje, unido con Américo Vespucio y Juan de la Cosa, surgen en Cumaná, con las cartas de navegación de Colón que le habia dado el obispo Juan de Fonseca.  Saliendo de Puerto de Palos, en mayo de 1499; recorren las costas orientales de Tierra Firme y le dan el nombre de Nueva Andalucía. Llega como Bartolomé Colón al Puerto de las Perlas, en el golfo de Cariaco. Es el primer navegante que sigue las huellas de Colón. 

1499. A mediados de año, lo hacen también Per Alonso Niño y Cristóbal Guerra, con el mismo derrotero, descubren las Salinas de Araya, y recogen en Cubagua y Cumaná, 47 libras de perlas que llevan a España y luego sirven a los Reyes Católicos en su juicio contra el ligur. Después de este descubrimiento vienen a Cumaná los buscadores de perlas y se le da el nombre de Puerto de Las Perlas, a un desembarcadero o puerto, ubicado en una isleta, en la desembocadura del río Chirbichií, -debe pronunciarse “Kiribikií”, la última luenga. La construcción del fuerte de Santa Cruz de la Vista desde 1504, la sal, el agua, las pesquerías, el casabe, el maíz, las mujeres, la mano de obra, los barcos, son otros atractivos del Puerto de Las Perlas.

1513. Fray Pedro de Córdoba, Vicario de Las Indias, acreditado por cédulas reales del 10 de Junio de 1513, envía desde La Española, isla de Santo Domingo, para el Puerto de las Perlas, que ya era conocido como la tierra del cacique Cumaná, la primera expedición fundante y autorizada por el Rey Fernando el Católico y por el Papa,  para la América continental, de que se tenga conocimiento, con el objeto de iniciar la conquista evangélica y pacífica de la Tierra Firme, como la había pactado Pedro de Córdoba.  Esta expedición tuvo que seguir el único rumbo conocido en ese tiempo, establecido por Cristóbal Colón, que era la vía de las perlas hasta la desembocadura del río Cumaná por el golfo de Cariaco. El primero de septiembre de 1513 según Bartolomé de Las Casas, otros autores la ubican en 1514; Fray Pedro de Córdova, Vicario de las Indias, envía desde La Española, una expedición conjunta con los franciscos, bajo el mando del dominico Fray Antón de Montesinos; Fray Francisco de Córdoba, según Las Casas,  era franciscano, recientemente se dice que era dominico –Vicente Rubio-;  y el lego Juan Garcés;  para fundar la primera misión en tierra firme americana (suceso narrado en cédula real de 3-09-1516). Montesinos no pudo continuar en la expedición por haberse enfermado, y se quedó en la isla de Puerto Rico. Afirma Las Casas que, en septiembre de 1513, otros que, en 1514, arribaron a nuestra tierra los primeros misioneros, y permanecieron en el Puerto de Las Perlas, bajo la protección del cacique Kawaná –Don Alonso para los españoles-  creando las bases de la primera misión en tierra firme. Estos dos religiosos fueron sacrificados por los indígenas en venganza por las tropelías cometidas por corsarios españoles, que secuestraron al cacique Don Alonso y a sus familiares para venderlos como esclavos. El cacique Cumaná fue bautizado en Santo Domingo con el nombre de Alonso.
Nota. - En junio de 1519, Francisco del Castillo, declaró haber sido el piloto de la nave que llevó a los dos dominicos, y Juan Fernández, piloto de una carabela dijo que había ayudado en ello (cfr. E. Otte, “Las Perlas del Caribe”, p. 125. nota 610)

1513 a 14, Fray Francisco Fernández   de Córdoba, oficia en Cumaná, la primera misa en la tierra firme americana. Hecho este admitido por la Iglesia Católica. Además, está dentro de la lógica, porque era la obligación de Fray Francisco, y venía suficientemente dotado para ello, según la cédula real del 10 de junio de ese mismo año, que ordenaba que fuera provisto de todo lo necesario para dar misas. Es muy posible que Francisco oficiara la primera misa en la tierra firme el mismo día que pisó tierra cumanesa, en1513 o 14, y luego las continuó oficiando hasta su muerte en 1515. No sabemos de otro sacerdote a quien se le haya atribuido, y así lo sostendremos hasta que se alegue y se documente con cedula real u otro documento relevante, como en este caso.

1514. Por orden de Fray Pedro de Córdoba, Vicario de las Indias, los misioneros: Fray Francisco Fernández de Córdoba y el lego Juan Garcés, inician la construcción del primer convento y la primera escuela en la tierra firme, en la antigua desembocadura del río Chiribichí o Cumaná -como fue bautizado por los españoles desde un principio- en el sitio de los Cerritos que se conoce actualmente como “Los Castillitos” en el Barbudo – Cumaná. Esta escuela dio inicio al pueblo de Córdoba en la orilla del río “Chiribichií, la última luenga”, Cumaná nació de esa escuela, por ella se reunieron los indios con los sacerdotes y se poblaron. La zona era “poblantisima”, según afirma Las Casas.  

1514. 21 de agosto. Una expedición corsaria al mando de Gómez de Rivera, llega al Puerto de Las Perlas, se hospedan por varios días en la misión de Córdoba y Garcés, ubicada en la desembocadura del río Chiribichii o río Cumaná; seducen al cacique bautizado con el nombre de Alonso, y lo invitan, en unión de sus familiares y sirvientes, a conocer sus barcos; ya en ellos, los indígenas son sometidos, encadenados y encerrados en las bodegas, y los maleantes parten hacia la española, donde los venden como esclavos. Estos hechos alcanzan notoriedad y trascendencia, han sido narrados en muchas formas, hay expedientes judiciales, testimonios, mucha correspondencia, sobre este hecho que marca de manera dramática los primeros días de la conquista pacifica de la tierra firme, y, por ende, del plan de Córdoba.

El cacique Alonso de Cumaná, de la etnia Cribe kaima, conocía a los españoles y a la Isla de Santo Domingo, fue llevado, probablemente, en uno de los viajes cortos de Colón; debemos recordar que Alonso recibió a los Colones en tres oportunidades, y estuvo en el convento de los dominicos, conoció a Pedro de Córdoba y al lego Juan Garcés, que hablaban su lengua, e hizo amistad con ellos. 


La expedición corsaria fue organizada el 5 de agosto de 1514 se reunieron en la casa del Lcdo. Marcelo de Villalobos, en Santo Domingo, personas, entre los cuales estaban: el Lcdo. Juan Ortiz de Matienzo, colega de Villalobos;  Gil González Dávila, contador de la Isla; Juan de Ampiés, factor de la misma; Pedro de Ledesma, secretario de la Real Audiencia;  Cristóbal Sánchez Colchero, naviero; Juan de León, vecino de Santo Domingo; Gómez de Ribera, ídem (13);  Diego Caballero, ídem (13 bis); Bartolomé Palacios, ídem (14);  Diego Bernal, ídem; y Juan Fernández de las Varas (15), el cual se hizo representar  por un tercero”.

1515. Martirio de los misioneros. De acuerdo con mis cálculos la sentencia de los misioneros se cumplió a finales de  Enero de 1515, porque Pedro de Córdoba llegó al Puerto de Las Perlas a saber de ellos, a principios de febrero de 1515,  porque la expedición de Gómez de Rivera, llegó al Puerto de Las Perlas, entre finales de septiembre y octubre de 1514, fecha deducida;  además los asaltantes pasaron varios días en la misión de Córdoba, de acuerdo al relato de Las Casas; y,  con toda seguridad los indígenas cumplieron el plazo de cuatro lunas, que concedieron, como  él lo dice.   

Con esta acción de la justicia indígena, se inicia la heroica resistencia de los indios chaimas de Cumaná, comandados por el cacique Orteguita, que cumplía órdenes de la tribu, amotinada contra los misioneros que alegaban su inocencia, pero ya habían sido sentenciados a muerte.

Pedro de Córdoba viajó al Puerto de las Perlas, en febrero de 1515 para conocer la suerte de los rehenes y llevar nuevos misioneros. Dice Vicente Rubio: “Tengo para mí que eran Fr. Luis y Tomás de Toro, y tres o cuatro dominicos más, cuyos nombres ignoramos, los cuales marcharon allá con el P. Pedro de Córdoba en fecha posterior al 10 de febrero de 1515, a fin de indagar la suerte que habían corrido el P. Francisco Fernández de Córdoba y el hermano Garcés.  A estos se agregarían luego los dos o tres que más tarde arribaron allí para devolver a los indios liberados de su cautiverio”.  Lo que quiere decir que la misión dominica de Cumaná se estableció y prosperó. Construyeron un monasterio que podemos observar en el medallón de 1600, como podemos ver en la reproducción que va en los anexos. No hemos podido conseguir la historia de los dominicos de Cumaná del siglo XVI.

El secuestro del cacique Cumaná, conmueve los cimientos del imperio, se levanta un expediente contra las autoridades de Santo Domingo, los dominicos ponen en tela de juicio la autoridad del Rey Fernando; envían a fray Antón de Montesinos a la Corte, y el mismo Pedro de Córdoba, se traslada a defender a los indígenas en la corte; logran rescatar a muchos cautivos, pero no pueden hacer nada por el cacique Cumaná y su mujer.  De estos sucesos, Bartolomé de Las Casas, escribe la crónica más dramática de los inicios de la evangelización americana. Las Casas dice que tuvo conocimiento de estos hechos, narrados por los propios protagonistas en Cumaná. Todo este suceso consta en expedientes y cartas en los archivos de Santo Domingo y en Sevilla; y muchos libros se han escrito alrededor de estos hechos. 

1515. Fracaso de la segunda expedición fundante de Fray Pedro de Córdoba a la provincia de tierra firme. Tomado de Historia de las Indias. Las Casas viaja de Cuba a Santo Domingo para entrevistarse con Pedro de Córdoba. Llegó en el momento en que Pedro de Córdoba expedicionaba a Cumaná, y una tormenta lo obligó a volver a puerto. Éste tropiezo, sin embargo, permitió que se entrevistaran los dos grandes hombres y conciliaran sus esfuerzos a favor de los indígenas. En esta segunda expedición, iban con Pedro los misioneros Picardos y su vicario Johan Garceto. De esta expedición no hablan los historiadores que confunden los hechos fundantes porque los desconocen o no les interesan. En el conocimiento de Pedro de Córdoba y la secuencia de las tres expediciones a Cumaná, ésta la clave de sus equivocaciones.

Nota. - Bartolomé de Las Casas, Capellán de S. M. Carlos I. Poblador de Cumaná 1517-1523. Vol. II. Sevilla. 1960. p. 673.

1515. El 27 de noviembre  de ese año, fecha aceptada por el Concejo Municipal de Cumaná,  propuesta por el cronista Dr. José Mercedes Gómez, correspondiente a la segunda  expedición fundante, de Pedro de Córdoba, al Puerto de Las Perlas, -ese año de 1515-, se consolida  la misión dominica y nace la franciscana de Juan Garceto, en la tierra firme americana, a un tiro de ballesta desde la orilla de la playa, en la desembocadura del río Chiribichii o Cumaná, por el golfo de Cariaco, que dan inicio a la ciudad de Nueva Córdoba. Las dos misiones aparecen juntas en el plano y en el medallón de 1600, que va en los anexos.

Los hechos. - Pedro de Córdoba, repuesto de su fracasada segunda expedición, organiza la tercera con los mismos protagonistas. Según Las Casas, parte de la expedición desde Santo Domingo, con misioneros franciscanos de Picardía y misioneros dominicos españoles. Los de Picardía se asientan en Cumaná, bajo el mando de Johan Garceto; y los dominicos en Santa Fe de Chiripichí, segunda misión fundada por Pedro de Córdoba, que deja bajo el mando de Fr. Pedro de Ortiz. Estas expediciones para Cumaná, seguían la ruta establecida en los mapas de Colón, navegaban hacia el sudeste, hacia las islas de Cuba y Puerto Rico, luego navegaban hacia el sur y sureste hasta que divisaban las costas de Araya y las alturas del Bergantín, luego entraban al golfo de Cariaco y al río Cumaná. Era el mismo trayecto indicado por Colón en sus viajes cortos a la tierra firme; no había otro rumbo conocido en esos tiempos. Desde Cumaná se organizaban las otras expediciones, los navíos avanzaban sobre la costa de Maracapana, Santa fe y Pozuelo. Los Franciscanos, picardos y de otras nacionalidades, de acuerdo con nuestro itinerario, han debido llegar a Cumaná en el mes de octubre de 1515.

Los primeros frailes que conformaron  la misión de Cumaná, por los dominicos, son: Fr. Francisco Fernández de Córdoba, con el lego Juan Garcés,  Tomás de Toro, y tres o cuatro cuyos nombres no se han revelado, y por  los franciscanos que fueron con Juan Garceto, picardos y de otras nacionalidades, son: fray Juan Flamigi (flamenco), fray Ricardo Gani de Manupresa (inglés), fray Jacobo Hermigi, fray Ramgio de Faulx, fray Jacobo Escoto (escocés), fray Juan de Guadalajara, y fray Nicolás Desiderio, que continúan el trabajo iniciado por sus predecesores mártires; refundan  la escuela para los niños indígenas, construyen un monasterio, reconstruyen una iglesia que había sido destruida por los indios, e inician y terminan otra iglesia, todo ello puede verse en dibujos y planos de esa época.

1519.  El Rey Carlos I,  autoriza a la Casa de Contratación en mayo de 1519  y le dice: “Hemos mandado proveer que además de las dos iglesias y casa de San Francisco  que están en la costa de Cumaná, que es la de tierra firme del mar-océano, se edifiquen otras cinco iglesias y casas en aquella costa, en que se celebre el culto divino y que puedan morar cuatro religiosos de dicha orden y debían proveerse escuelas; iglesias y conventos de todos los materiales y útiles, necesarios para la enseñanza  al culto y al trabajo agrícola”.


1519.  Para este año ya los misioneros dominicos y franciscanos, habían construido dos iglesias y sus casas, había siete frailes y 40 alumnos indígenas, todo lo cual consta en Cedula real del 7 de mayo de 1519.   Cumaná fue entonces Sede Apostólica de la Diócesis de Paria. Fue elevada por el Papa a Diócesis y nombra su primer obispo a Pier Barbié, llamado por los españoles Pedro Barbirio. Lamentablemente los ataques indígenas impidieron que se consolidara la Diócesis. Este obispo fue muy conocido por su amistad con Erasmo de Róterdam.

1520. El 19 de septiembre, estando los indígenas en pie de guerra, arriba a las costas de la provincia de Cumaná una expedición de tratantes de esclavos, bajo el mando del Capitán Hernando Ibáñez, y caen en una emboscada ejecutada por Maraguey y Toronoima, estos caciques convocaron todos los caciques indígenas de sus reinos. Bartolomé de Las Casas dice “se apellidó la tierra” con ello quería decir que las maderas sonaron a muerte y aquellos hombres suscribieron el primer acto de guerra contra los invasores, se inició así la resistencia indígena, luego miles de aborígenes en los reinos de los Chaimas, Tagares y Cumanagotos, levantados en armas defenderían su territorio contra elementos de guerra desiguales; en esta acción en el valle del Chiripiche,  mueren decenas de indígenas pero también rinden sus vidas el Capitán Ibáñez y todos sus hombres, en el fiero combate.

1520. La guerra continuó, y otra expedición de 46 hombres, bajo el mando de los capitanes Villafañe y Gregorio Ocaña, con el mismo propósito, es íntegramente sacrificada en otra batalla planificada y ejecutada por los mismos caciques, después de terribles y dramáticos combates. Estos heroicos caciques fueron ejecutados, pero sus huestes nunca fueron derrotadas, Cayaurima los aglutina y los convierte en un ejército indomable que mantuvo la resistencia por más de cien años. 

1521. La audiencia de Santo Domingo, alarmada por estos sucesos, envió a Cumaná, una expedición punitiva de seis naves de guerra y 240 hombres fuertemente armados bajo el mando del Capitán Gonzalo de Ocampo, para derrotar y castigar a los indígenas. Entró a sangre y fuego por Maracapana, donde derrota al valiente cacique de los Tagares, Toronoima llamado Gil González, el cual pereció en una trampa, una lucha a cuchillo, bajo las aguas de Pertigalete. Luego la expedición pasó a la Nueva Córdoba, muchos indios que fueron a recibirlos como tantas veces lo habían hecho, fueron atrapados y ajusticiados en emboscadas, dentro de las mismas embarcaciones, luego colgaban los cuerpos en los palos de los barcos para aterrorizar a los indígenas.

Gonzalo de Ocampo, ese mismo año de 1521, fundó un pueblo dentro de los límites del pueblo indígena de Cumaná, al que llamó Villa de Toledo, donde construyó un fuerte y 25 casas, existen mapas de la época que lo ubican en el centro actual de la ciudad de Cumaná.

El pueblo chaima de Cumaná, dice Ángelo Trevisán, tenía doscientos bohíos o churuatas y una población aproximada de l5 mil habitantes, estaba ubicado a media legua río arriba, desde la desembocadura del río Chiribichii, nombre indígena o Cumaná; por cierto, en el centro actual de Cumaná. Gonzalo de Ocampo estuvo en la Villa de Toledo hasta que llegó Fray Bartolomé de Las Casas en agosto de 1521, enseguida partió con su expedición cargada de esclavos, casabe, maíz, pescado salado y perlas, que luego vendió en Santo Domingo para justificar y pagar los gastos de la expedición. Gonzalo de Ocampo complotó contra Bartolomé de Las Casas, aunque éste lo niega en su historia, y lo despojó de gran parte de los colonos que trajo el fraile. No es justo que a este bárbaro lo tengan algunos historiadores y desprevenidos, por fundador de Cumaná. Nuestro pueblo altivo es una realidad mágica fundado por fray Pedro de Córdoba, un santo maestro.   

1521, en diciembre, llega a Puerto de Perlas, en la desembocadura del río, la Isla de Cumaná, una expedición bajo el mando de Fray Bartolomé de Las Casas, que entró en nuestra historia desde que firma con los Reyes Católicos la capitulación de 19 de junio de 1520. En su obra “Historia de las Indias” narra su entrada por el río, llega a la misión de los dominicos y franciscanos, cuyo vicario era Johan Garceto, y fue recibido por los frailes cantando el Te Deum Ludamos: “Benedictus qui veni in nomine Domini”. Era un pueblo pacífico de indígenas y españoles, protegidos por él Imperio desde el reinado de Fernando el Católico al cual no se podía ir sin previo permiso. Bartolomé inicia o continúa la construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista, y también construye una casa grande “como una atarazana” al lado de la misión. Para 1521, la Nueva Córdoba ya era un pueblo, ya era un pueblo, el enclave más importante en la tierra firme; tenía además de la población indígena, dos iglesias, el fuerte de Gonzalo de Ocampo con sus 25 casas habitadas por españoles, la “Villa de Toledo”, visitada por Benzzoni en 1541, su monasterio en la desembocadura del río, el fuerte iniciado o continuado por Las Casas, la escuela para los niños indígenas y también tenían parcelas en las cuales se cultivaban uvas, melones y naranjas. Por cierto, Guillermo Morón, publica en su historia de Venezuela, las listas de colonos españoles que arribaban al puerto de Cumaná, lo que da a entender que en esos tiempos el único puerto confiable era Cumaná.

1521. La traición de Francisco de Soto. Las Casas desesperado por la situación creada por las constantes incursiones de naves españolas que se dedicaban a “resgatar” indígenas para venderlos como esclavos, decide ir hasta Santo Domingo para hacer valer sus derechos en tierra firme, dejando encargado de sus bienes al Capitán Francisco de Soto, con dos navíos, la tripulación y muy bien pertrechados. Soto desobedeciendo las órdenes del fraile se dedica al comercio de esclavos. Los indígenas, bajo el mando del Cacique Tacar llamado Diego, y Caicuire, probablemente hijo del cacique Cumaná, se amotinan y atacan las misiones dominicas y franciscanas, que para ese momento contaban con numerosos pobladores y nueve sacerdotes. Los indios lo destruyeron todo; en el asalto a las misiones murió Fray Dionisio, que no pudo embarcarse y se escondió en la huerta, al parecer sacrificado por un indio cristianizado llamado Ortega u Orteguilla. El traidor Francisco de Soto, que había logrado embarcarse hacia Araya, tocado por un dardo emponzoñado con el mortífero Curare, también murió. Tenemos que decir que Bartolomé de Las Casas al igual que Pedro de Córdoba, fue un valiente defensor de la causa indígena.

1521. Los indígenas cumaneses, después de tomar las misiones de Cumaná, en cientos de curiaras, bajo el mando de indígenas formidables, como: Tacar bautizado Diego, Caicuire, llamado Caigüire, Sacana, Nicoto, Güaipata, Querecrepe, Chacopata, Macatoa, Cüarica, Querepana, Omegüa y Charaima, padre de la cacica Isabel, la madre de Francisco Fajardo, invaden la Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua, la toman y destruyen todo cuanto había en la floreciente ciudad de las perlas.

La toma de Cumana y Cubagua por los Caribes Chaimas en 1521, señalaba el triunfo de la resistencia indígena en la historia del heroico pueblo cumanés, producto del mestizaje de razas bravías e indomables.

Nota. - Las etnias más importantes de la provincia de Cumaná en esos años, eran: Chaimas, Coacas, Tagares, Tiaos, Chaimagotos, Onas, Cumanagotos, Chacopatas, Pariagotos, Tapacuares, Caribes, Aruacas o Arawacos, Cacheimes y Chacachacares. Los caciques  más destacados de la provincia de Cumaná, eran: Yasoaraita la cacica de todos los caciques,  Cumaná, bautizado Alonso, Tacar bautizado Diego, Caicuire, llamado Caigüire,  Sacana, Nicoto, Güaipata, Querecrepe, Chacopata, Macatoa, Cüarica, Querepana, Omegüa, Charaima, padre o abuelo de la cacica Isabel, la madre de Francisco Fajardo; y, de otras etnias o naciones: el imponderable Cayuarima, Toronoima, llamado Gil González, Maragüey, Cariaco, Cucuy, Cuserú, Chacomar, Güaramentar, Juan Cavare, Manoa, Mayucarí, Maicana, Querepana, Tiricura,  Queneriqueima, Tucubera, Uriapari, Zapata y Paria.

1521. A finales de este año, ya las misiones del pueblo de Córdoba,  habían sido reconstruidas, y el emperador Carlos V erige la Provincia, a la cual le da el nombre con el cual la había bautizado Ojeda,  Nueva Andalucía,  le da por capital a la Villa de Toledo, de la cual dice Bartolomé de Las Casas “Ni que la nombre Sevilla, la habitarán los indios”,  pero ya florecían las misiones con el nombre de pueblo de Córdoba, tenía dos iglesias y una escuela para niños, ubicadas  en la desembocadura del río, le nombra obispo y manda construir cinco iglesias más.  Pasó mucho tiempo antes de que se mudara la Nueva Córdoba para el llano de Cumaná, que ocupaba la villa de Ocampo.

1522. Debido al estado de guerra en que se encontraban los indígenas de la provincia de Nueva Andalucía, con todos los caciques armados y preparados para la guerra, ocupando las mejores posiciones en las costas; la audiencia de Santo Domingo, envía otra expedición punitiva compuesta por 60 hombres de guerra, bien pertrechados bajo el mando de Jácome Castellón Suárez, con sus famosos subalternos el teniente Villacorta y Pedro de Isasga. Castellón o Giácomo Castiglione, es un hombre rico y poderoso de la Nueva Cádiz, que se dedica a la explotación de las salinas de Araya y sobre todo a la trata de esclavos; viene provisto de mosquetes y caballos, que pisan por primera vez la tierra firme. La resistencia indígena, sobre todo los Chaimas de Cumaná, abandonan las costas y se internan en las selvas, pero quedan los pobladores indefensos, sobre todo ancianos, mujeres y niños y uno que otro cacique y guatiaos.  Castellón se ceba en esos pobladores, los somete a sangre y fuego. Con armas terribles fácilmente logra la victoria pírrica, luego conviene en una alianza con el cacique Tacar, llamado Don Diego, seguramente hermano de Cumaná, llamado Alonso, que permanecía cautivo en Santo Domingo. Diego que se había refugiado en Mochima, firma la paz con Castellón para evitar más derramamiento de sangre, y se dedica con Castellón, a la reconstrucción de las misiones dominicas y franciscanas de la desembocadura del Chiribichii. Castellón le da el nombre al pueblo formado con las misiones, de Nueva Córdoba, en testimonio y homenaje a fray Pedro de Córdoba, su verdadero fundador, que había muerto en Santo Domingo.

1523. Castellón inicia la reconstrucción de la fortaleza abandonada por Las Casas en la desembocadura del río Cumaná por el golfo de Cariaco, para ello trajo de Santo Domingo y Cubagua el personal necesario. López de Gómara dice que “Perdía mucho el Rey con perderse Cumaná porque cesaba la pesca y trato de las perlas de Cubagua”; y entonces Castellón hizo aquí, el papel de pacificador.

1528. El emperador Carlos V, concede Escudo de armas a Jácome Castellón, con las siguientes características: Sobre campo verde, la silueta de la fortaleza donde se destaca la torre. En campo lateral derecho, el río Cumaná, y al pie un yugo de oro, como símbolo del dominio sobre la provincia y sobre las cabezas de cuatro capitanes principales, a los cuales ajustició a los pies de la fortaleza. A los lados en orladura, ocho llaves de plata en campo rojo, que sugieren la autoridad del Alcalde. Castellón obtiene fundando prestigio ante el Rey, su éxito queda demostrado con el envío a la corona en perlas, del equivalente a 200 mil pesos en oro. Castellón gobernó la provincia de Nueva Andalucía por 10 años.

1530. Primer terremoto en Cumaná el 1ro de septiembre de ese año. Siendo Jácome Castellón, gobernador de la provincia de Nueva Andalucía se produjo el primer movimiento telúrico que tengamos noticias y desde que llegaron los españoles a nuestro suelo. Según Las Casas, el propio Jácome Castellón lo describe en toda su crudeza. El mar se levantó 20 pies sobre su nivel ordinario y arrasó el fuerte y la misión. Castellón construye otro fuerte en la parte más alta de los cerritos que bordean la desembocadura del río, protegiendo con una gran empalizada y permanece dos años más en Nueva Córdoba, que empieza a extenderse por ambos márgenes del río.

1530. El emperador Carlos V, decreta la abolición de la esclavitud de los indígenas que se resistieron a la conquista.

153l. El l6 de marzo de ese año, el Teniente Mayor Gil González con l50 hombres, tomó la ciudad de Nueva Córdoba, cumpliendo órdenes del Capitán Don Diego de Ordaz, que, con el título de Gobernador y Capitán General de las tierras por él conquistadas, expedicionó con tres naves bien pertrechadas, sobre la península de Paria y Cumaná.

1531. Jácome Castellón, con la colaboración de las fuerzas de Nueva Cádiz, derrota al Teniente Mayor Gil González, lo apresa y lo expulsa de la ciudad con los hombres que le quedaron.

1531. Carlos V, deroga la ley que permitía la esclavitud de la etnia Caribe.

1531. Don Diego de Ordaz, con 4 piraguas, tripuladas por 20 españoles y algunos indígenas, incursiona sobre la ciudad de Nueva Córdoba, entrando por el río Cumaná. Tratan de asaltar la fortaleza, y son derrotados por Castellón quien apresa a Ordaz y envía a Nueva Cádiz, de donde lo remiten a España. Don Diego de Ordaz, en trágicas circunstancias, muere envenenado en la travesía...

1531. Jácome Castellón construye otro fuerte protegido por una extensa cerca de buena madera, abundante en los manglares de la zona, está cerca protectora, rodeaba todo el poblado y la misión, e intenta reconstruir el fuerte que ahora formaba una isla en la desembocadura del río, pero el gobierno de Nueva Cádiz le negó ayuda y los recursos necesarios para la obra. Existen dibujos de la fortaleza antes y después del terremoto de 1530, atribuidas a Castellón.

1533. En marzo de este año, el Emperador Carlos V, cede a las peticiones de la Nueva Cádiz, y somete a su jurisdicción la provincia de Nueva Andalucía, pese a las protestas de Castellón y de los habitantes de Cumaná.

1534. La provincia de Nueva Andalucía padece una terrible sequía y un calor abrasador. Fue un fenómeno continental, similar al que ha sido bautizado recientemente como El Niño. Sin embargo, en la Historia de Venezuela de Guillermo Morón, se publican las listas de colonos que arribaban al puerto de Cumaná, desde 1534.

1542. En una expedición bajo el mando del gobernador de Margarita, Don Pedro de Herrera y Jerónimo de Ortal, llega a Cumaná el investigador e historiador Girolano Benzzoni, que hace una esquemática descripción de nuestro pueblo en su “Historia del Nuevo Mundo”, obra publicada en Venecia en 1565. Da testimonio del fuerte de madera construido por Castellón después del terremoto que había destruido por completo el primer fuerte de cal y canto, de que tanto se ufanaba el conquistador. También da noticias de la Villa de Toledo, fundada por Gonzalo de Ocampo, de la cual quedaban algunas casas, y de la pesca de perlas en el golfo de Cariaco.

1542. Los holandeses, con una poderosa flota, se apoderan de la península de Araya, explotan sus salinas, y se dedican al comercio con las islas de las Antillas que habían caído bajo su poder. Gobernaron en Araya hasta 1622.

1562.  Fray Francisco de Montesinos, que es recibido en alguna parte del; territorio de Cumaná, a mi entender en el campamento de Fajardo en la desembocadura del rio Tacar. El primero de febrero de ese mismo año e instala el primer ayuntamiento cumanés, de que se tenga noticia.

Nombra primer Alcalde de la ciudad de la Nueva Córdoba a Don Bartolomé López. Alguacil Mayor a Don Andrés del Valle; Regidores a Don Martín Sánchez y Don Juan del Valle. Procurador Don Hernán González. Tesorero Don Francisco Fajardo, el hijo de la cacica Isabel; Secretario, don Hernán López. Entre estos nombres que saltan a las páginas de la historia, están el de don Andrés del Valle, primer amerindio cumanés electo para un cargo oficial en América continental, y el de Don Francisco Fajardo, héroe legendario que dice ser natural de Cumaná.

Todos estos fundadores ya estaban casados, tenían casa y familia en la Nueva Córdoba. Ricardo Ignacio Castillo Hidalgo, en su obra “Asentamiento Español y articulación interétnica en Cumaná”, no toma en cuenta las iglesias, las misiones ni a los misioneros que vivían en la Nueva Córdoba.

El padre Alexander Castro, si lo investigó en el Archivo de Indias, y trajo datos de las reparaciones que hicieron en esas iglesias en los tiempos de Castellón, son las iglesias que aparecen en el medallón de 1600. 

1562. La Audiencia de Santo Domingo destituye a Fray Francisco de Montesino y nombran justicia mayor de Cumaná, a Don Alonso Cobos.

1564. Muerte de Fajardo. El Capitán Don Francisco Fajardo, mestizo hijo de la india Isabel, nieto del cacique Charaima, se había destacado en la conquista del Valle de los Caracas. Sus hazañas legendarias animaban todas las conversaciones del asiento colonial, y el Justicia Mayor Alonso Cobos lo envidiaba. En ese aciago año, acampaba Fajardo con sus fuerzas a orillas del río Tacar o Bordones. Cobos con astucia lo atrajo a Cumaná, lo apresó y después de torturarlo despiadadamente lo asesino con sus propias manos y expuso su cadáver al escarnio público en la plaza de la ciudad. Al conocer la noticia del asesinato de Fajardo, los margariteños, bajo el mando de Pedro de Vielma, asaltan la Nueva Córdoba, o Cumaná, hacen prisionero al Justicia Mayor Alonso Cobos, lo conducen a Margarita y después de ser juzgado en apelación en Santo Domingo, lo someten a la misma muerte que le dio a Fajardo, arrastrado por caballos y luego colgado en la plaza pública. En el expediente de la muerte de Fajardo hay una descripción del pueblo de la Nueva Córdoba.

1565.  El pirata John Hawkins, con una poderosa flota invade las costas de Cumaná, pero fracasan en el acoso de la ciudad de la Nueva Córdoba, toman las salinas de Araya, que estaban en poder de los holandeses, y escapan con sus barcos cargados de sal.

1569. El 13 de octubre de ese año, llega Diego Fernandes de Serpa a Cumaná, fue nombrado por Felipe II, Capitán General y Gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía, que se extiende del río Unare hasta la península de Paria y desde allí hasta los confines del río Esquivo. Don Diego Fernández de Serpa organiza la ciudad, nombra dos Alcaldes: Germán López de Pedroza y Juan Rangel; ordena la construcción de la iglesia matriz y 150 casas en el llano de Cumaná, y levanta el acta de refundación, en la cual se le da el nombre definitivo de Santa Inés de Cumaná. El intrépido conquistador muere en una emboscada preparada por su subalterno, el desertor Joan de Salas, junto con el cacique cumanagoto Francisco el Viejo, cuando intentaba recorrer los infinitos horizontes de su gobierno. Serpa muere en la Sabana de Cotoperí, al parecer, en lucha a muerte con el intrépido indio Zacarías.

21 de enero de 1572, un ataque indígena, probablemente Caribes, toman la ciudad de Cumaná, pero el pueblo se salva milagrosamente, el pueblo le da el mérito a Santa Inés, la cual es elevada a Patrona de la Ciudad. Su historia como patrona de Cumaná se hunde en sus orígenes. Hay una antigua carta dirigida al Monarca Español Don Felipe II, por el Presidente y Oidores de la Real Audiencia de Santo Domingo, de fecha 2 de abril de 1572 en la cual le comunican los acontecimientos ocurridos en Cumaná, capital de la Provincia de la Nueva Andalucía, que tienen que ver con nuestra Patrona. En efecto, el 21 de enero de 1572, aniversario del martirio de Inés, 600 aguerridos indígenas atacan al pueblo de Cumaná. Los alcaldes ordinarios, entre ellos Juan Rengel Durán, asumen el mando en ausencia del gobernador, Garci Fernández de Serpa. Dividen el pueblo en cuarteles, y delegan mando en los más experimentados soldados; congregan a las mujeres, niños y ancianos en la iglesia matriz, porque era el lugar más seguro y afrontan el asalto.

Tres días duró el asalto, tres días  de lucha, de hechos heroicos de parte y parte, pero los invasores son numerosos y agresivos, los defensores ven menguadas sus fuerzas, la lucha se hace cada vez más terrible; Juan Rengel Durán, el guía, el capitán de los colonos, muere en el campo de batalla; los indígenas han salvado las defensas y obstáculos, llegan a las puertas de la iglesia, donde sólo oyen los cánticos de las mujeres y los niños, y entonces, respetuosos del heroísmo de aquellos pobladores ordenan la retirada. ¡Milagro! Grita el pueblo congregado.

Nota importante. La familia de Juan Rangel Sanguino, compuesta por él, su mujer María Durán, su suegro Esteban García, cuatro hijas entre 18 y 22 años, y un hijo de 9, llegaban a Cumaná en 1569, en la expedición que había organizado Diego Fernández de Zerpa para la colonización del territorio de la  Nueva Andalucía que le había sido adjudicado a este conquistador.
El matrimonio compuesto por Juan Rangel Sanguino y María Durán, habían nacido respectivamente en 1526 y 1528, y contrajeron matrimonio en Acebuchal (Badajoz), de donde eran originarios, en 1547. Mientras María fallecía durante la travesía del Atlántico, Juan moría en 1572 en Cumaná, donde era alcalde, cuando en una batalla sostenida con los indios, una flecha acabó con su vida. Y aunque sus hijos quedaban a la deriva en aquellas inhóspitas tierras, sabrían capear temporales y salir adelante envueltos en las circunstancias que el tiempo les deparaba.
Los hijos de este matrimonio salieron adelante en la lucha con el elemento indígena y los diversos problemas que confrontaban y presentaban las nuevas ciudades del territorio americano, que se iban poblando con los que llegaban en las sucesivas expediciones. Su hija mayor, María había nacido en Acebuchal en 1548, y a la edad de 15 años se casaba en el pueblo con un tal Rodrigo Macías, que posiblemente se quedara en España, porque nada se dice de su venida a Venezuela.
Le seguía Marina, que nació en 1549 también en Acebuchal, esta ya casó en Cumaná con Andrés Arduín en 1570 y tuvieron cinco hijos. El tal Arduín era descendiente de una familia francesa, y entre los cinco hijos que tuvieron, una de ellas llamada María Arduín Rangel, casó con Pablo de Lizaso y fueron los sextos abuelos del Mariscal Antonio José de Sucre.
Otra de las hijas, Juana Catalina, también nacida en Acebuchal en 1550, casada en Cumaná en 1580 con Francisco Medina de Centeno, quien era de Trujillo(Cáceres) y tuvieron dos hijos.
La última de las hijas, Leonor, nacida también en Acebuchal en 1565, casada en Cumaná en 1586 con Alonso Hernández de Serpa, hijo del adelantado Diego Hernández de Serpa (con el que la familia había venido a Venezuela). Este matrimonio tuvo 3 hijos.
El último en casarse fue el único varón, Juan Esteban Rangel Durán, nacido también en Acebuchal en 1560, quien con 12 años cuando atacaron los indios en la batalla donde murió su padre, supo defenderse con decisión y valentía. Se casó en 1588 con una tal Juana Gómez, de Extremadura y tuvieron tres hijos.
Todos ellos se quedaron en la ciudad de Cumaná.

1574.- Asume la gobernación de Cumaná Garci Fernandes de Serpa. Sustituye en el gobierno de la provincia a Adriano Padilla, que había sido nombrado por el Ayuntamiento.         De las noticias que hemos reunido, sabemos que este gobernador heredó los derechos de su padre, tal como se estableció en la Capitulación de Felipe II con Diego Fernández de Serpa. Logró la estabilidad del poblado, atrayendo a muchos colonos. El presbítero Antonio Patricio de Alcalá, muy autorizado por ser quien hizo la investigación de la primera parte del “Consectario de Cumaná”, afirma que este Garci Fernández era sobrino y no hijo de Fernández de Serpa. Después de la muerte de Garci Fernández, en 1584, ejercen el poder dos interinos: don Pedro Pérez de Almazán y don Felipe Torrellas de Linares, nombrados por el Ayuntamiento Cumanés, de los cuales no tenemos ninguna información, sin embargo, podemos asegurar que durante su gobierno continuó la obra colonizadora, y por lo tanto el establecimiento y consolidación de muchas instituciones. En la Nueva Andalucía florecían iglesias y monasterios, solo en Cumaná, sabemos de la existencia de cinco iglesias por las cédulas reales que indican la asistencia del Rey a esas iglesias y monasterios en toda la provincia.  
            Es importante señalar que el puerto de la Nueva Córdoba, en esos años era muy activo, según Guillermo Morón, por él entraron todas las expediciones que vinieron de España y Santo Domingo a la Tierra Firme, a partir de 1538 y se conservan las listas de ingreso de los colonos por el puerto de Nueva Córdoba.
            En el Consectario se dice que su hijo Alonso Fernández de Serpa casó con Leonor Rengel en primeras nupcias, y en segunda con María Cervantes, de ambas hubo descendencia. Don Alonso murió en Cumaná en 1636.

1576.-  El célebre capitán Barker, con una poderosa flota pirata, intenta tomar la ciudad de Nueva Córdoba, pero es rechazado, y al igual que John Hawkins, surge en Araya y se va con sus barcos repletos de sal.

1591.  La provincia de Nueva Andalucía es agregada al Virreinato de Nueva Granada.

 1585-1586. A la muerte de Garci Fernández de Serpa, se produjo un vacío de poder, Cumaná padecía, por falta de gobierno legítimo, el pueblo estaba disperso y a punto de disolución. El gobierno pasó a diferentes personalidades, pero desasistidas del poder real. Entonces se puso el caso ante la Audiencia de Santo Domingo, la cual se decidió por Rodrigo Núñez de Lobo, Caballero de la Orden de Santiago de origen portugués, inició su gobierno en 1588. Resistió la oposición de los criollos y españoles de Cumaná, hasta que fue sustituido por don Pedro Pérez de Almazán, alcalde con carácter de gobernador interino, nombrado por el Cabildo, antes de terminar, don Rodrigo, su primer año de gobierno. Ramos Martínez, menciona que, durante su gestión, Cristóbal Cobos, abogado hijo de Alonso Cobos, que se consideraba con derechos hereditarios, inicio la conquista del territorio de los cumanagotos por mandado de Luis de Rojas, gobernador de la provincia de Venezuela, y dio principio a la fundación del pueblo de Apaicuare, que fue después agregado a San Cristóbal, iniciado por Serpa, que fue después Barcelona.

FRANCISCO DE VIDES. 1586-1595 Este personaje llega a Cumaná investido no solo como gobernador de la provincia de Nueva Andalucía, sino como capitán conquistador con jurisdicción en el vasto territorio que se extiende desde el río Uchire hasta el Marañón, incluyendo las islas de Trinidad, Granada y Tobago. Para ejercer el cargo partió de Sevilla con un ejército y dos navíos: Nuestra Señora de Rosario y Nuestra Señora de la Concepción, generosamente apertrechados, con los cuales llega a Cumaná en 1592. Ejerció el cargo sangrienta y dictatorialmente, por 10 años; esclavizó asesinó y persiguió centenares de indígenas, hasta que denunciado fue llevado a España, donde fue juzgado y encarcelado.

1591. el pirata Walter Raleigh invade la Nueva Córdoba.  Finalizando el siglo XVI, en 1591, fue atacada la ciudad, por Sir Walter Raleigh, célebre entre los piratas del Caribe, gozaba de reconocida fama como salteador de pueblos costeños.

Luego de intentar apoderarse de Guayana, y colonizar para el imperio inglés, toda la extensa región que baña el Orinoco y el Esequivo, con miras a la búsqueda del mítico Dorado, Raleigh, que ya había tenido que abandonar su proyecto de Guayana, incursionó en Trinidad, y asaltó su capital, San José de Oruña, haciendo preso al Gobernador, Don Antonio de Berrios; y decidió atacar a Cumaná.

El 24 de julio se acerca al puerto y desembarca un destacamento de 210 hombres, en chalupas y bateles. Ante la invasión las milicias y fuerzas regladas se repliegan. Francisco de Vides está al frente, la lucha es encarnizada. El pueblo es sometido al saqueo y al fuego, pero la resistencia no decae ni un momento. El invasor ve morir al capitán Galfielde y al oficial Grenville, sobrino de Raleigh. El presuntuoso pirata, derrotado, abandona la ciudad, se rinde, pero negocia la rendición con la entrega del gobernador Berríos en canje de prisioneros.

Orgulloso Vides, de su victoria, da cuenta al Monarca: “Hoy viernes 30 de este mes, se ha hecho a la vela el inglés. Lleva la vuelta de Macanao. Dícese va a Inglaterra y no tan bien parado como quisiera” …

No le hemos sacado provecho a esta anécdota universal.

1595. Amias Preston, célebre pirata inglés, al igual que Barker y Hawkins, intenta tomar la Nueva Córdoba, se conforma con llenar sus barcos de sal.

En abril de 1654 piratas franceses destruyeron la vieja ciudad de Nueva Córdoba, en ataque brutal, hiriendo y matando a casi todos sus pobladores, en medio de tenaz resistencia. Asaltaron los conventos dominicos y franciscanos y la iglesia matriz, la saquearon y destruyeron totalmente, sin embargo, muchos años despues el padre Antonio Patricio de Alcalá pudo salvar algunos archivos con los cuales dio inicio al Cosectario y dejo testimonio de los defensores que rindieron sus vidas en defensa de su pueblo, veamos.  


“Por hallarse constando en dichos libros parroquiales, que por el mes de abril de mil seiscientos cincuenta y cuatro asaltó de improviso a la ciudad el enemigo francés, y en su expulsión y defensa murieron los siguientes: Antonio de Borja Puigarron, casado con Juana de La Cruz Gutiérrez. Francisco Hernández casado con María Perdomo. Melchor de los Reyes, casado con Juana de los Ángeles de la Portilla. Manuel Salgado, hombre soltero. Gil Guina, soldado veterano. Diego Uriarte Zabala, casado con doña Juana Mejía. Juan Giménez, mulato. Andrés Ramírez, casado con Juana Vásquez. Don Manuel de Brizuela, hijo de Gobernador de la Provincia. Don Pedro Merchán que, como Maestre de Campo, aunque de 80 años de edad, mandaba y gobernaba la gente para la defensa.

Prosigue la lista de muertos en combate: Alférez Juan Ortiz de Aguilera, casado con doña Gracia, hija del Capitán Alonso Vellorino. Don Pedro Ortiz de Sandoval Carriosa, de la isla de Santo Domingo, casado con doña María, hija de Mateo Rendón. Don Gaspar Sánchez de Torres, aragonés, casado con doña María García de Urbaneja, hija de José Urbaneja. Don Juan de las Mariñas, casado con doña Juana Mejía, hija de Francisco Mejía, de Caracas. Don Francisco Orpín, casado con doña Felipa de Villafaña, hija de Gaspar Villafaña. Pedro Millán, casado con doña Melchora Gutiérrez de Navia, hija de Luis de Navia.  Jacob Alem, casado con doña Ana Preneleta hija de Juan Preneleta. Oficial de la fábrica de Araya –Se refiere al Fuerte de Santiago de Arroyo de Araya- Don Diego Torrico, casado con doña Leonor, hija de Simón Calderón. Gerónimo Saez Castillejos, casado con doña María, hija de Fabián Golindano. Juan Ponce de León, casado con doña Isabel María Giménez de Isasi. Alonso Romero Lovaton casado con doña Ana María Solano. Pedro García Salvatierra, casado con doña María Roman. Andrés González de Acuña –que fue presbítero- casado antes con Laureana García. Don Juan de Mendoza y Sandoval, hijo de don Martín Gobernador de la isla de Trinidad, casado con doña Bernardina Vallejos, hija de don Francisco Vallejos. Cristóbal Fernández Carrasco, casado con doña Clara Monroy. Don Juan de Guzmán, casado con doña Luisa de Lugo, hermana de don Evaristo, e hija de don Luis de Lugo. (Según las noticias genealógicas de la familia Martínez de Gordon, don Evaristo de Lugo era hijo de don Hilario de Lugo). NOTA. Que, en el año de 1657, peleando por desalojar de la costa a los invasores franceses, murieron: el capitán Diego Rondón, casado con doña Ana Martínez Amigo. El alférez don Antonio de Abreu, casado con doña Juana Colom. Y Manuel George, soltero.    
  
Esta página jamás comentada, por los que han tratado de ocultar siempre la historia de la vieja Cumaná, la Nueva Córdoba, que es el testimonio de los valientes pobladores de la Nueva Córdoba, muertos en la trágica invasión de los piratas asesinos, rescatando de las ruinas de la antigua ciudad por el sacerdote insigne Antonio Patricio de Alcalá, para que los escrutadores de estas páginas sagradas les presten atención y recuerden su sacrificio. 


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