domingo, 11 de diciembre de 2016

EL INQUIETO DON BLAS BRUZUAL


RAMÓN BADARACCO









EL INQUIETO
DON  B L A S  B R U Z U A L        















Cumaná 2002










Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Copyright T. Ramón Badaracco R.
Primera edición 1997
1500 ejemplares
Hecho el depósito de ley
Título original:  EL INQUIETO DON BLAS BRUZUAL  
Primera edición
Puede ser reproducido total o parcialmente.
Diseño de la cubierta  T. R. B. R.
Ilustración de la cubierta  T. R. B. R.
Impreso en Cumaná
academia.sucre@gmail.com 
Tlf. 0293-5145-753
Cel. 0416-8114-374














         De la investigación heráldica de la familia Bruzual, que puso en mis manos el Dr. Andrés Suels Bruzual, se puede afirmar que Don Blas Bruzual y Veloz, hijo de Don Antonio Bruzual y Beaumont y Margarita Veloz, nació en Cumaná. Aunque nuestros viejos cronistas no lo tienen por tal; sólo sabíamos de él que fundó, en 1835, la Cátedra de matemáticas en el Colegio Nacional de Cumaná, y mudó de Barcelona para esta ciudad su periódico “El Republicano”, cuyo primer número salió el 29 de junio de 1847.

         Blas Bruzual fue un aventurero fanático, se inició en las filas del Ejército Libertador bajo las órdenes directas del General Páez en las operaciones del sitio de Puerto Cabello, en donde recibió una honrosa herida poco antes de la toma de la plaza del Batallón Primero de Antioquia, con el grado de Subteniente de la Tercera Compañía. En 1830, en Valencia, figura entre los oficiales de la Brigada formada por los  Batallones Anzoátegui y Junín que declaran estar dispuestos a “sostener la dignidad de Venezuela en su augusta Representación Nacional”. En 1831, asiste en Caracas a los cursos de Cajigal y Acevedo en la Academia Militar de matemáticas recién creada, donde tiene por compañeros a Rafael María Baralt, Olegario Meneses, Manuel María Urbaneja y Juan Aguerrevere. Entra en 1832, en contacto con el integro republicano Tomás Lander, el patriarca del liberalismo venezolano. En 1834, Bruzual se traslada a Cumaná, con Don Andrés Level de Goda, y



se dedica a la enseñanza; entonces con su amigo Gutiérrez Coll y del músico Pedro Elías Gutiérrez, autor del himno popular “Alma
Llanera”; redacta la “Revista Oriental”. Poco dura esa etapa, pues al estallar en 1835 la revolución llamada “Las Reformas”, Bruzual se adhiere a ella con entusiasmo. Vencidos los reformistas, es expulsado de Venezuela.

         Halla asilo en la Nueva Granada bajo la protección del General José María Obando, alzado en armas contra el gobierno de Herrán. Derrotado Obando es reducido a prisión en Bogotá pero logra fugarse, y a través de la cordillera marcha a reunirse nuevamente con Obando, que se encontraba en Popayán. Obando lo nombra jefe del Estado Mayor General del Ejército del Sur, con el grado de Coronel. Pero la revolución fracasa, y Bruzual tiene que abandonar el país; pasa a Guayaquil, y de allí sigue a Costa Rica en donde presta servicio militar por algún tiempo. Regresa al suelo nativo en 1843, se establece en Barcelona, en donde inicia el año siguiente la publicación del semanario El Republicano, que habrá de perdurar, con diversos avatares en cuento a la residencia, hasta octubre de 1852.

         Blas Bruzual, es ante todo un gran periodista, defiende con inteligencia y energía los principios de la oposición liberal. Lanzado de lleno a la lucha política, sostiene fogosas polémicas tanto en el plano local como en el ámbito nacional, y contribuye a la creación de la agrupación Liberal de Barcelona, que funciona bajo el título de “Sociedad Promovedora”. Se dedica también a la enseñanza de las matemáticas rivalidades de carácter profesional, que vienen a unirse a las divergencias políticas, le enfrentan públicamente, a fines de 1845, con el Doctor Nicanor Bolet Peraza, Vicerrector del Colegio Nacional de Barcelona y miembro conspicuo del partido denominado “Oligarca”, en las afueras de la ciudad, ante un nutrido grupo de curiosos y los alumnos del Colegio Nacional en batalla, con la Bandera Nacional desplegada en medio de varias banderolas, Bruzual y Bolet se entregan en una curiosa confrontación, provisto aquél de un teodolito



y éste de un octante: se trata de demostrar cuál de estos instrumentos es más apropiado para proceder a una triangulación al terreno.
Después de varias demostraciones, los adversarios se retiran convencidos cada uno de que ha  logrado la victoria en esa confrontación que en verdad es poco común en los anales de la política venezolana.

         Otros aumentos eclipsan el desafío del teodolito y el octante. La campaña para las elecciones presidenciales de 1846 presentado a sus conciudadanos el nombre del General José Gregorio Monagas para la Vicepresidente de la República, se lanza esta vez de lleno a sostener el mismo candidato para la primera Magistratura. Desde las columnas del Republicano el futuro Libertador de los esclavos es presentado como el hombre más apropiado dadas las circunstancias para desempeñar la Presidencia de Venezuela durante el período 1847-1851. Para defender esta tesis, Bruzual ha de combatir con la pluma a los llamados oligarcas, quienes lanzan la candidatura del hermano J. Tadeo Monagas, quien como es sabido, resulta triunfante; pero Bruzual también debe enfrentarse a sus correligionarios liberales de Caracas, cuyo vocero más destacado es El Patriota de Felipe Larrazábal, empeñados en elevar hasta la Primera Magistratura a Antonio Leocadio  Guzmán.

         Mientras El Republicano difunde su prédica doctrinaria con un lenguaje de altura, El Rebenque, periódico satírico cuyo nombre es ya como un latigazo a los personajes del partido conservador, quienes se defienden y contraatacan con no menor virulencia desde las columnas de “El Piloto” y “La Lumbrera”. Según el primer estudioso de la prensa Barcelonesa, José Bernardo Gómez Uzcátegui (en su Crónica del Periodismo en Barcelona, 1834 a 1895, publicada en el “Diario de Caracas” del 1, 17, 18 y 22 de abril de 1895), Blas Bruzual era uno de los “muchos colaboradores” de El Rebenque. Dato que no he podido confirmar documentalmente, pero que no tendría nada de extraño, pues se trataría de un caso similar al de Antonio Leocadio Guzmán con


“El Venezolano” y “El Relámpago” en la Caracas de los años 1843-1844.
         El triunfo de J. Tadeo Monagas, el proceso seguido contra Guzmán, su condena y la conmutación de la pena, los sucesos del 24 de enero de 1848, el fracaso de las insurrecciones acaudilladas por Páez, son eslabones en la cadena que van afirmando más y más el predominio autocrático del caudillo oriental, Blas Bruzual, que al principio ha permanecido a la expectativa, acaba por sumarse a la nueva situación, en 1848 desempeña durante cinco meses la Gobernación de la recién creada provincia de Calabozo (Guárico). Por enero de 1849, el Congreso le designa Consejero de Gobierno. Hacia esa época sostiene en El Republicano que aparece en Caracas una virulenta campaña contra el General Mariño a quien acusa de fomentar el militarismo en el país. Esto da lugar a un altercado entre el periodista y el joven hijo del General Eusebio Mariño, también choca Bruzual a mediados de 1849, cuando desempeña interinamente la Gobernación de Caracas, con su antecesor en este cargo, Marcelino de La Plaza. Luego, es poco la que de él sabemos al suspenderse la publicación de El Republicano, Bruzual parece haber abandonado el periodismo, por lo menos como actividad continua, En 1833 participa en la revolución contra su antiguo ídolo, José Gregorio Monagas, la cual fracasa a causa del terremoto que destruye a Cumaná. Bruzual es reducido a prisión, pero a poco es liberado al mismo tiempo que el General Santiago Mariño y Jacinto Gutiérrez, en agosto de 1859, cuando el Presidente Julián Castro es depuesto en Caracas, los desorientados vencedores acuden en busca de consejo a Bruzual, quien les sugiere aventurar el carácter popular del movimiento no se le oye durante los años de la guerra larga, coadyuve al triunfo de la causa federal, Falcón lo nombra, en julio de 1863, Consejero de Estado.

         Poco después, el nuevo régimen lo designa Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de la Unión Norteamericana que preside Abraham Lincol, en septiembre de 1863 viaja a los Estados Unidos, entonces en plena guerra de secesión entre sus instrucciones figura la de ofrecer al Gobierno de Washington un contingente de



oficiales y soldados de caballería venezolanos a fin de que luchen al lado de los de la unión contra los Confederales o de ser necesario contra los ejércitos franceses y españoles que están apoyando en México al Emperador Maximiliano, el gobierno de Falcón promueve una alianza continental incluyendo a los Estados Unidos contra cualquier intervención europea en América. Pero, al llegar a Washington, Bruzual se encuentra con la desagradable sorpresa de que aquel Gobierno en lucha dentro de su propia casa con una “revolución” retrasa con firme cortesía el reconocimiento del régimen del Mariscal Falcón, porque lo considera a su vez fruto de una “revolución”, en 1864 se produce el reconocimiento, y Bruzual entra a desempeñar oficialmente sus funciones. La oferta de ayuda militar no es aceptada en cuanto a la alianza continental…“se tomará en consideración”, alrededor de este proyecto, el diplomático venezolano desarrolla una intensa actividad, también promueve la publicación en Nueva York de un periódico en español. En abril de 1865 presenta las condolencias del gobierno de Venezuela por el asesinato de Lincoln; en julio de ese mismo año, sugiere la convocatoria de una Confederación Postal Internacional, y en mayo de 1867 interviene en las gestiones para la creación de una nueva línea de vapores entre Nueva York y los puertos Venezolanos, todo esto, y mucho más, lo relata Benjamín A. Franklin en su excelente monografía Venezuela y los Estados Unidos (1810-1888).

         En julio y agosto de 1868, Blas Bruzual continuaba ejerciendo sus funciones diplomáticas en el Norte, y hacía esfuerzos para disuadir al Gobierno de los Estados Unidos de reconocer a J. Tadeo Monagas y demás caudillos de la “Revolución Azul” alzados contra el sucesor de Falcón, General Manuel Ezequiel Bruzual. Los “Azules” habían entrado a sangre y fuego en Caracas, y el General Bruzual, que resistía en Puerto Cabello, recibió una grave herida y fue a morir a la isla de Curazao el 15 de agosto. Era, según Frankel, hijo de Blas Bruzual. Según Francisco González Guinán (Historia Contemporánea de Venezuela, IX, p. 155), Blas era sitio.



         En todo caso, la carrera de Blas Bruzual se acerca también a su fin. Ha entrado en la fase final de su vida, sus días de gloria están ya lejos; aquellos en los que pasaba de la cárcel a la jefatura de un Estado Mayor. O aquellos, sobre todo, que le vieron contribuir a darle a la prensa de la Provincia Venezolana un lustre y un vigor ideológico que en nada desmerecían al lado de la prensa capitalina. Los años cuarenta del pasado siglo fueron, en efecto, una época de oro del periodismo doctrinario en el interior del país, como lo demuestran, para mencionar sólo algunos: El independiente de Barquisimeto, El Patriota de Valencia, El Manzanares de Cumaná, en este grupo, ocupa lugar destacado El Republicano de Barcelona.
 
         El Republicano vio la luz el 22 de mayo de 1844, le servían de epígrafe unas palabras de Bolívar: “El alma de un servo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad”. Tenía frecuencia semanal. Hasta el Nº 97, de 20 de febrero de 1846, se editó en Barcelona los números 98 a 104 (Marzo de 1846) se publicaron en Caracas, a donde se había dirigido Bruzual en el momento culminante de la campaña pre-eleccionaria. Luego, regreso a Barcelona, y allí continuó apareciendo El Republicano desde el Nº 105, de 15 de abril, hasta el Nº 133 de 12 de octubre de 1846, cuando se suspendió temporalmente por haber sido expulsado su redactor de Barcelona; Bruzual se avecindó en Cumaná, y allí reinició la publicación del periódico, cuyo Nº 134 llevaba la fecha 29 de junio de 1847, y databa del “primer año del desconcierto de la oligarquía”, su epígrafe decía ahora: “Sé muy bien la suerte que les espera a los defensores de los derechos del hombre si los opresores llegan a dominar la tierra; pero sufriré gustoso las cadenas de la muerte, si se me impusiere por defender la libertad civil y política de mi patria” Blas Bruzual”. Más tarde, a fines de ese mismo año los comienzos del siguiente, Bruzual se estableció en Caracas, en donde El Republicano continuo publicándose hasta que cesó definitivamente, fue un periódico ambulante, tan íntimamente vinculado a la persona de su redactor-editor, que podía seguir a éste sin dificultades en sus desplazamientos. Caso curioso en los anales del periodismo



venezolano. Se dice, también que fue El Republicano el primer periódico que publicó caricaturas en Venezuela, durante su primera época en Barcelona, alcanzó gran difusión en todo el país, si hemos de juzgar por la larga lista de agendas que Bruzual colocaba a la cabeza del título, en la cual figuraban más de cuarenta ciudades y pueblos de Venezuela, desde Acarigua a Yare, el nombre de la señora Merced Bruzual, madre del periodista, se mencionaba como agente en Caracas.

         La efectividad en la práctica del principio alternativo; la reducción, el interés del dinero al 6% anual; el establecimiento de una moneda nacional; la modificación de la ley del 10 de abril de 1834 sobre la libertad de contratos; la reestructuración del Poder Judicial, y la plena rehabilitación de los militares que habían participado en la Revolución de las Reformas; tales eran los “Principios Políticos” que declaraba El Republicano, en su número 1, estar dispuesto a sostener, en realidad, más que políticos, la mayoría de tales objetivos eran de carácter económico, pero sólo podrían lograrse, en opinión de Bruzual compartida por muchos en Venezuela con un cambio radical del equipo gobernante esto se le da entonces tanta importancia al llamado “Principio Alternativo”, primero de los enunciados por Bruzual en su declaración.

         Para este volumen se han seleccionado algunos de los más notables editoriales de El Republicano durante los años 1844 a 1846,escritos por Bruzual, en ellos se enfrenta doctrinariamente a Soublette, a Páez y a los estamentos económicos-sociales que ellos representan. Polemiza también, como se ha dicho antes, con los liberales caraqueños que en 1846 auspician la candidatura presidencial de Antonio Leocadio Guzmán, el conjunto constituye una valiosa síntesis de la oposición liberal en el Oriente de Venezuela, tal como la entendía y predicaba Blas Bruzual desde las columnas de aquel gran periódico de Provincia que complace repetirlo nada tenía que envidiarle a los de Caracas.





         Vivía retirado de toda actividad pública cuando el Presidente Guzmán Blanco le concedió el 1º de febrero de 1881 una pensión de 400 bolívares mensuales en recompensa de sus importantes servicios a la causa liberal de Venezuela, el 9 de marzo de 1885 ya había muerto pues ese día el Presidente Crespo envío un mensaje al Congreso pidiendo los honores del Panteón Nacional para Bruzual, que le fueron acordados el día 16. 

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