RAMÓN BADARACCO
EL INQUIETO
DON B L A S B R U Z U A L
Cumaná 2002
Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Copyright T. Ramón Badaracco R.
Primera edición 1997
1500 ejemplares
Hecho el depósito de ley
Título original: EL INQUIETO DON BLAS BRUZUAL
Primera edición
Puede ser reproducido total o parcialmente.
Diseño de la cubierta T. R. B. R.
Ilustración de la cubierta T. R. B. R.
Impreso en Cumaná
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De la investigación heráldica de la
familia Bruzual, que puso en mis manos el Dr. Andrés Suels Bruzual, se puede
afirmar que Don Blas Bruzual y Veloz, hijo de Don Antonio Bruzual y Beaumont y
Margarita Veloz, nació en Cumaná. Aunque nuestros viejos cronistas no lo tienen
por tal; sólo sabíamos de él que fundó, en 1835, la Cátedra de matemáticas en
el Colegio Nacional de Cumaná, y mudó de Barcelona para esta ciudad su
periódico “El Republicano”, cuyo primer número salió el 29 de junio de 1847.
Blas Bruzual fue un aventurero
fanático, se inició en las filas del Ejército Libertador bajo las órdenes
directas del General Páez en las operaciones del sitio de Puerto Cabello, en
donde recibió una honrosa herida poco antes de la toma de la plaza del Batallón
Primero de Antioquia, con el grado de Subteniente de la Tercera Compañía. En
1830, en Valencia, figura entre los oficiales de la Brigada formada por
los Batallones Anzoátegui y Junín que
declaran estar dispuestos a “sostener la dignidad de Venezuela en su augusta
Representación Nacional”. En 1831, asiste en Caracas a los cursos de Cajigal y
Acevedo en la Academia Militar de matemáticas recién creada, donde tiene por
compañeros a Rafael María Baralt, Olegario Meneses, Manuel María Urbaneja y
Juan Aguerrevere. Entra en 1832, en contacto con el integro republicano Tomás
Lander, el patriarca del liberalismo venezolano. En 1834, Bruzual se traslada a
Cumaná, con Don Andrés Level de Goda, y
se
dedica a la enseñanza; entonces con su amigo Gutiérrez Coll y del músico Pedro
Elías Gutiérrez, autor del himno popular “Alma
Llanera”;
redacta la “Revista Oriental”. Poco dura esa etapa, pues al estallar en 1835 la
revolución llamada “Las Reformas”, Bruzual se adhiere a ella con entusiasmo.
Vencidos los reformistas, es expulsado de Venezuela.
Halla asilo en la Nueva Granada bajo la
protección del General José María Obando, alzado en armas contra el gobierno de
Herrán. Derrotado Obando es reducido a prisión en Bogotá pero logra fugarse, y
a través de la cordillera marcha a reunirse nuevamente con Obando, que se
encontraba en Popayán. Obando lo nombra jefe del Estado Mayor General del
Ejército del Sur, con el grado de Coronel. Pero la revolución fracasa, y
Bruzual tiene que abandonar el país; pasa a Guayaquil, y de allí sigue a Costa
Rica en donde presta servicio militar por algún tiempo. Regresa al suelo nativo
en 1843, se establece en Barcelona, en donde inicia el año siguiente la
publicación del semanario El Republicano, que habrá de perdurar, con diversos
avatares en cuento a la residencia, hasta octubre de 1852.
Blas Bruzual, es ante todo un gran
periodista, defiende con inteligencia y energía los principios de la oposición
liberal. Lanzado de lleno a la lucha política, sostiene fogosas polémicas tanto
en el plano local como en el ámbito nacional, y contribuye a la creación de la
agrupación Liberal de Barcelona, que funciona bajo el título de “Sociedad
Promovedora”. Se dedica también a la enseñanza de las matemáticas rivalidades
de carácter profesional, que vienen a unirse a las divergencias políticas, le
enfrentan públicamente, a fines de 1845, con el Doctor Nicanor Bolet Peraza,
Vicerrector del Colegio Nacional de Barcelona y miembro conspicuo del partido
denominado “Oligarca”, en las afueras de la ciudad, ante un nutrido grupo de
curiosos y los alumnos del Colegio Nacional en batalla, con la Bandera Nacional
desplegada en medio de varias banderolas, Bruzual y Bolet se entregan en una
curiosa confrontación, provisto aquél de un teodolito
y éste
de un octante: se trata de demostrar cuál de estos instrumentos es más
apropiado para proceder a una triangulación al terreno.
Después
de varias demostraciones, los adversarios se retiran convencidos cada uno de
que ha logrado la victoria en esa
confrontación que en verdad es poco común en los anales de la política
venezolana.
Otros aumentos eclipsan el desafío del
teodolito y el octante. La campaña para las elecciones presidenciales de 1846
presentado a sus conciudadanos el nombre del General José Gregorio Monagas para
la Vicepresidente de la República, se lanza esta vez de lleno a sostener el
mismo candidato para la primera Magistratura. Desde las columnas del
Republicano el futuro Libertador de los esclavos es presentado como el hombre
más apropiado dadas las circunstancias para desempeñar la Presidencia de
Venezuela durante el período 1847-1851. Para defender esta tesis, Bruzual ha de
combatir con la pluma a los llamados oligarcas, quienes lanzan la candidatura
del hermano J. Tadeo Monagas, quien como es sabido, resulta triunfante; pero
Bruzual también debe enfrentarse a sus correligionarios liberales de Caracas,
cuyo vocero más destacado es El Patriota de Felipe Larrazábal, empeñados en
elevar hasta la Primera Magistratura a Antonio Leocadio Guzmán.
Mientras El Republicano difunde su
prédica doctrinaria con un lenguaje de altura, El Rebenque, periódico satírico
cuyo nombre es ya como un latigazo a los personajes del partido conservador,
quienes se defienden y contraatacan con no menor virulencia desde las columnas
de “El Piloto” y “La Lumbrera”. Según el primer estudioso de la prensa
Barcelonesa, José Bernardo Gómez Uzcátegui (en su Crónica del Periodismo en
Barcelona, 1834 a 1895, publicada en el “Diario de Caracas” del 1, 17, 18 y 22
de abril de 1895), Blas Bruzual era uno de los “muchos colaboradores” de El
Rebenque. Dato que no he podido confirmar documentalmente, pero que no tendría
nada de extraño, pues se trataría de un caso similar al de Antonio Leocadio
Guzmán con
“El
Venezolano” y “El Relámpago” en la Caracas de los años 1843-1844.
El triunfo de J. Tadeo Monagas, el
proceso seguido contra Guzmán, su condena y la conmutación de la pena, los
sucesos del 24 de enero de 1848, el fracaso de las insurrecciones acaudilladas
por Páez, son eslabones en la cadena que van afirmando más y más el predominio
autocrático del caudillo oriental, Blas Bruzual, que al principio ha permanecido
a la expectativa, acaba por sumarse a la nueva situación, en 1848 desempeña
durante cinco meses la Gobernación de la recién creada provincia de Calabozo
(Guárico). Por enero de 1849, el Congreso le designa Consejero de Gobierno.
Hacia esa época sostiene en El Republicano que aparece en Caracas una virulenta
campaña contra el General Mariño a quien acusa de fomentar el militarismo en el
país. Esto da lugar a un altercado entre el periodista y el joven hijo del
General Eusebio Mariño, también choca Bruzual a mediados de 1849, cuando
desempeña interinamente la Gobernación de Caracas, con su antecesor en este
cargo, Marcelino de La Plaza. Luego, es poco la que de él sabemos al
suspenderse la publicación de El Republicano, Bruzual parece haber abandonado
el periodismo, por lo menos como actividad continua, En 1833 participa en la
revolución contra su antiguo ídolo, José Gregorio Monagas, la cual fracasa a
causa del terremoto que destruye a Cumaná. Bruzual es reducido a prisión, pero
a poco es liberado al mismo tiempo que el General Santiago Mariño y Jacinto
Gutiérrez, en agosto de 1859, cuando el Presidente Julián Castro es depuesto en
Caracas, los desorientados vencedores acuden en busca de consejo a Bruzual,
quien les sugiere aventurar el carácter popular del movimiento no se le oye
durante los años de la guerra larga, coadyuve al triunfo de la causa federal,
Falcón lo nombra, en julio de 1863, Consejero de Estado.
Poco después, el nuevo régimen lo
designa Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de la Unión Norteamericana
que preside Abraham Lincol, en septiembre de 1863 viaja a los Estados Unidos,
entonces en plena guerra de secesión entre sus instrucciones figura la de
ofrecer al Gobierno de Washington un contingente de
oficiales
y soldados de caballería venezolanos a fin de que luchen al lado de los de la
unión contra los Confederales o de ser necesario contra los ejércitos franceses
y españoles que están apoyando en México al Emperador Maximiliano, el gobierno
de Falcón promueve una alianza continental incluyendo a los Estados Unidos
contra cualquier intervención europea en América. Pero, al llegar a Washington,
Bruzual se encuentra con la desagradable sorpresa de que aquel Gobierno en
lucha dentro de su propia casa con una “revolución” retrasa con firme cortesía
el reconocimiento del régimen del Mariscal Falcón, porque lo considera a su vez
fruto de una “revolución”, en 1864 se produce el reconocimiento, y Bruzual
entra a desempeñar oficialmente sus funciones. La oferta de ayuda militar no es
aceptada en cuanto a la alianza continental…“se tomará en consideración”,
alrededor de este proyecto, el diplomático venezolano desarrolla una intensa
actividad, también promueve la publicación en Nueva York de un periódico en
español. En abril de 1865 presenta las condolencias del gobierno de Venezuela
por el asesinato de Lincoln; en julio de ese mismo año, sugiere la convocatoria
de una Confederación Postal Internacional, y en mayo de 1867 interviene en las
gestiones para la creación de una nueva línea de vapores entre Nueva York y los
puertos Venezolanos, todo esto, y mucho más, lo relata Benjamín A. Franklin en
su excelente monografía Venezuela y los Estados Unidos (1810-1888).
En julio y agosto de 1868, Blas Bruzual
continuaba ejerciendo sus funciones diplomáticas en el Norte, y hacía esfuerzos
para disuadir al Gobierno de los Estados Unidos de reconocer a J. Tadeo Monagas
y demás caudillos de la “Revolución Azul” alzados contra el sucesor de Falcón,
General Manuel Ezequiel Bruzual. Los “Azules” habían entrado a sangre y fuego
en Caracas, y el General Bruzual, que resistía en Puerto Cabello, recibió una
grave herida y fue a morir a la isla de Curazao el 15 de agosto. Era, según
Frankel, hijo de Blas Bruzual. Según Francisco González Guinán (Historia Contemporánea
de Venezuela, IX, p. 155), Blas era sitio.
En todo caso, la carrera de Blas
Bruzual se acerca también a su fin. Ha entrado en la fase final de su vida, sus
días de gloria están ya lejos; aquellos en los que pasaba de la cárcel a la
jefatura de un Estado Mayor. O aquellos, sobre todo, que le vieron contribuir a
darle a la prensa de la Provincia Venezolana un lustre y un vigor ideológico
que en nada desmerecían al lado de la prensa capitalina. Los años cuarenta del
pasado siglo fueron, en efecto, una época de oro del periodismo doctrinario en
el interior del país, como lo demuestran, para mencionar sólo algunos: El
independiente de Barquisimeto, El Patriota de Valencia, El Manzanares de
Cumaná, en este grupo, ocupa lugar destacado El Republicano de Barcelona.
El Republicano vio la luz el 22 de mayo
de 1844, le servían de epígrafe unas palabras de Bolívar: “El alma de un servo
rara vez alcanza a apreciar la sana libertad”. Tenía frecuencia semanal. Hasta
el Nº 97, de 20 de febrero de 1846, se editó en Barcelona los números 98 a 104
(Marzo de 1846) se publicaron en Caracas, a donde se había dirigido Bruzual en
el momento culminante de la campaña pre-eleccionaria. Luego, regreso a
Barcelona, y allí continuó apareciendo El Republicano desde el Nº 105, de 15 de
abril, hasta el Nº 133 de 12 de octubre de 1846, cuando se suspendió
temporalmente por haber sido expulsado su redactor de Barcelona; Bruzual se
avecindó en Cumaná, y allí reinició la publicación del periódico, cuyo Nº 134
llevaba la fecha 29 de junio de 1847, y databa del “primer año del desconcierto
de la oligarquía”, su epígrafe decía ahora: “Sé muy bien la suerte que les
espera a los defensores de los derechos del hombre si los opresores llegan a
dominar la tierra; pero sufriré gustoso las cadenas de la muerte, si se me
impusiere por defender la libertad civil y política de mi patria” Blas
Bruzual”. Más tarde, a fines de ese mismo año los comienzos del siguiente,
Bruzual se estableció en Caracas, en donde El Republicano continuo publicándose
hasta que cesó definitivamente, fue un periódico ambulante, tan íntimamente
vinculado a la persona de su redactor-editor, que podía seguir a éste sin
dificultades en sus desplazamientos. Caso curioso en los anales del periodismo
venezolano.
Se dice, también que fue El Republicano el primer periódico que publicó
caricaturas en Venezuela, durante su primera época en Barcelona, alcanzó gran
difusión en todo el país, si hemos de juzgar por la larga lista de agendas que
Bruzual colocaba a la cabeza del título, en la cual figuraban más de cuarenta
ciudades y pueblos de Venezuela, desde Acarigua a Yare, el nombre de la señora
Merced Bruzual, madre del periodista, se mencionaba como agente en Caracas.
La efectividad en la práctica del
principio alternativo; la reducción, el interés del dinero al 6% anual; el
establecimiento de una moneda nacional; la modificación de la ley del 10 de
abril de 1834 sobre la libertad de contratos; la reestructuración del Poder
Judicial, y la plena rehabilitación de los militares que habían participado en
la Revolución de las Reformas; tales eran los “Principios Políticos” que
declaraba El Republicano, en su número 1, estar dispuesto a sostener, en
realidad, más que políticos, la mayoría de tales objetivos eran de carácter
económico, pero sólo podrían lograrse, en opinión de Bruzual compartida por
muchos en Venezuela con un cambio radical del equipo gobernante esto se le da
entonces tanta importancia al llamado “Principio Alternativo”, primero de los
enunciados por Bruzual en su declaración.
Para este volumen se han seleccionado
algunos de los más notables editoriales de El Republicano durante los años 1844
a 1846,escritos por Bruzual, en ellos se enfrenta doctrinariamente a Soublette,
a Páez y a los estamentos económicos-sociales que ellos representan. Polemiza
también, como se ha dicho antes, con los liberales caraqueños que en 1846
auspician la candidatura presidencial de Antonio Leocadio Guzmán, el conjunto
constituye una valiosa síntesis de la oposición liberal en el Oriente de
Venezuela, tal como la entendía y predicaba Blas Bruzual desde las columnas de
aquel gran periódico de Provincia que complace repetirlo nada tenía que
envidiarle a los de Caracas.
Vivía retirado de toda actividad
pública cuando el Presidente Guzmán Blanco le concedió el 1º de febrero de 1881
una pensión de 400 bolívares mensuales en recompensa de sus importantes
servicios a la causa liberal de Venezuela, el 9 de marzo de 1885 ya había
muerto pues ese día el Presidente Crespo envío un mensaje al Congreso pidiendo
los honores del Panteón Nacional para Bruzual, que le fueron acordados el día
16.
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