RAMON BADARACCO
MIS DIEZ
POEMAS DE AMOR
Y
UN SONETO
DISPERSO.
CUMANA 2012
Autor: Tulio Ramón
Badaracco Rivero
Que firma Ramón
Badaracco
Título de la obra:
DIEZ POEMAS DE AMOR
Y UN SONETO DISPERSO
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la
cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail
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POEMA UNO
Por qué
razón el viento
Ancla mi
voz
Por qué
siempre es tarde
Y la luz apaga
Mi poca
sed.
Por qué
hay calor
En las
madrugadas
Y no
siento mis manos
Crispadas
bajo las sábanas.
Por qué
presiento en mi boca
La
extraña humedad
De la
luna.
Por qué
recurro
A ti.
POEMA DOS
Buscar
tu nombre en la hierba
Para
encender un lucero
La
palabra, cuando amanece
Estalla
en luz en las aguas del río
El navío
se convierte en enjambre de fuego
Al tocar
en la blanca arena
¡Oh mi
nombre! Que vaga y perece
Como la
gaviota que corta el viento.
Abrázame
ahora, con tus brazos míos
Y me
sentiré más fuerte
Indágame
entre algas, en las cuadernas
Del
viejo navío.
Ayúdame
a flotar con canciones
Y tu
vieja guitarra.
Acércate
a mí que vengo cansado
Solo
para oírte, escudriñarte
Para
verte y tocarte también
Como
tallo, como leño ardiendo
En ti
conmigo en ti.
POEMA TRES
Amada,
cuanta distancia vamos andando
Recuerdas
el valle de las grandes rocas
Y Versalles, las antiguas rampas y las puertas
Era otro
tiempo
Los
caballos entraban a palacio.
Pero tú
y yo, amor mío, todo era nuestro
Caminar
en aquel bosque
Juntos
caminado, sin ataduras,
Sin
soltarnos
Aquel
río hondo, y tu pie inseguro
Cada vez
que sueño resuelvo el enigma
Entre la
niebla húmeda.
Viajar
en grandes navíos entre nubes
El miedo
se resuelve amándonos
Mientras
queda colgada la duda.
Cuanto
camino andado…
Hay
tantas preguntas…
Por qué
del carbón brota una lágrima…
Todo
queda cerca en el Gran Boulevard
POEMA CUATRO
Alma mía
tan mía y amada
Cantemos
en aras virtuales
Ilumina
mi rostro al mirarme
Tu
sonrisa de rosa y de amor
Tu
sonrisa de perla y marfil
Y tus
labios de pétalos tibios
Prendas
que busco y ansío
En mi
loco deseo de ti.
No
quiero la luna florida
Las
gotas los hilos de plata
Lo mío
es el beso sagrado y
La unión
de tu cuerpo
Porque
al cielo no van los que aman
Si no
han sido ungidos por Dios.
POEMA CINCO
Puedo
rescatar
De las
palabras
Tu
ausencia
Y tú
nombre
Y
recorrer con ellos
Las cosas
donde yo existo
Puedo
recordar
En la
noche
Tus ojos
inmensos
Mirándome
desorbitados
Puedo
recordar
Mi
propia angustia
Al
sentirte lejana,
Dolorosamente
lejana
Partir
sin pensar en el regreso
Caminar
bajo la bruma
Bajo los
copos blancos
Al lado
de los esqueletos
Partir
de lo mío
Y de lo
tuyo
Del
eterno presente
Al
pasado que vive
Adiós,
recostada al espacio
Pegada a
mis ojos
Anudada
en mi garganta
Y en
cada onda
Adiós
besada
En mis
sollozos
Buscada
en mis lágrimas
Y en el
eterno
Regresar
de las olas.
POEMA
SEIS
Al
atardecer
Cuando
la luna se disipa
Entre
sombras evanescentes
Cuando
florecen los cactus
Cuando
se iluminan
Los
cendales del viento
Allí
estás
Al
atardecer
Estirada
como sombra
Sobre
la magia incandescente
De
la arena y el mar
Tomando de mis labios
De
mi cuerpo
La
fuerza mágica
El
dolor y el llanto
Allí
estás
Al
atardecer
Caracolas
en tu pelo
Sucia
de algas
Tocada
de arenas
Salpicada
de sal
Confundida
de alientos
Allí
estás
Al
atardecer
Desde
tu dedo
Recorriendo
tu piel
Sin
una palabra
Sin
una queja
En
el tardo bostezo de la sombra
En
el solo suspiro de la luna
En
el único latido de la ola
Allí
estás
Al
atardecer
Sin
aves, sin testigos
Sobre
la duna estéril
Con
la gracia de la
Palabra
libélula
Sinuosa
como raíz de mangle
Viva
de nacencias
Allí
estás
Al
atardecer
Como
vuelo de gaviotas
Hacia
ignotos enclaves
Salpicada
de sal
Confundida
de alientos
Hasta
perderte
Hasta
perdernos
Hasta
siempre
Allí
estás
POEMA SIETE
La noche
De cálidos augurios
Entre mis manos
Y a oscuras
Recibí el fuego sagrado
Tu vida la poseí
Desde entonces.
Y creo,
Pasará la eternidad
Y aun sostendré
Entre las mías
Tus manos
Como fósiles blancos.
No ha pasado mucho tiempo…
No ha girado tanto
La panza circular, y
Estoy anclado en el iris de tus ojos.
Frágil y más fuerte
Que el acero,
Grande y pequeña
Como la eternidad
Sumisa como
La esclavitud.
Ahora sé que estoy
Entre los vivos
Pero no sé si estaré
Entre los muertos
Por que tu alma
Se ha encarnado
En mis dos abismos
Para que cada parte tuya
Se acerque a mis
Costados sangrantes
Y quede allí petrificada
Como costra dolorida
Pero dulce
Como esclava enamorada.
POEMA OCHO
“Durmiendo
mi corazón
velaba
Y sentía
la voz de mi amada
que
llamaba
Ábre amada
mía,
hermosa
mía, mi paloma,
que mi
cabeza está
llena de
rocío”.
Te vi y te
ame en sueños
regando margaritas…
Escucha mi
plegaria
dulce
amiga
Y tú desparramabas
azahares
Mientras
el gorjeo del turpial,
Rey de las
parras
te arrullaba
¡Oh que
dulce sueño!
POEMA NUEVE
Amada
No merezco
El amor que me has dado
Tanto tiempo
No he jugado limpio contigo
Pero a mi modo
Te he amado tanto
Y he estado
Y has estado en mis ojos
En mi cuerpo
En mis entrañas
Tanto tiempo
Tanto tiempo en mí y yo en ti
Juntos uno solo
Juntos tú y yo
Siempre tú y yo
Cada vez que abro los ojos
Es un estado de estar unidos
Como una escultura
Una escultura de Fidias
No es cuestión de tiempo
Es la perfección del amor
Estoy en tus ojos perfecto
Hay un grado de amor
Que no se corrompe
No hay manera de golpearlo
De torcerlo
Es inmaterial
No obedece a leyes
A la temporalidad
Pasan los años y es más sólido
Como un poema de Homero
No hay un solo movimiento
Sino en ese sentido
Tu cuerpo es mi cuerpo
Cuerpo de Cristo
Somos tres cuerpos sólidos
POEMA DIEZ
Tenías veinte años
Airosa paseabas por la plaza
Tú figura helena
Gacela en celo
Alción en vuelo
Dabas vueltas a la derecha
Mirabas sin mirar
Tus cabellos de miel
Sobre tus hombros
Una cohorte de mirones
Te devoraba
Sin embargo
Era indudable
Yo era el preferido
De tus ojos.
Al principio entre los dos,
Sólo fue el silencio
El código secreto
El movimiento
Pasear por el parque
Tus ojos los míos
Tus manos mis manos
Las primeras palabras
Florecieron de ansias
Los recuerdos
Los desencuentros
La misma mudez
De los que se aman
Sin saber sin indagar
Hay un instante
Sin decirnos nada
Y el corazón palpita
Y se escucha
Y vuelve el silencio
Y nos apretamos las manos
Y se aprietan nuestros cuerpos
Y ya no sabemos quién es quien
Y ya no importa la vida
Y ya no importa la muerte
Y nos dijimos todo
En la mudez del viento
Desde aquel instante
Me hundí en tus ojos
Y el calor de tus manos
Cobijaron mi cuerpo
Y no hay noche
Y no hay amanecer
Y no hay un instante
Sin que te sienta dentro
Como un carbón encendido
Queriéndote como te quiero
Que es quererte por entero
Como si fueras yo mismo
Como si fueras mi cuerpo
Y tengo un aliento
Y tengo tantas ganas
De hacer el amor contigo
Como aquella mañana
De aquel domingo definitivo
Que solo recuerda el tiempo.
Fue una fiesta increíble
Y no invitamos a nadie
Ni los dioses ni la fama
Lo supieron jamás
Era un domingo de campo
Te vestiste de blanco
Sabías que te esperaba
Y tú cerraste los ojos
Y
te rendiste
Y
dijiste soy tuya
Y yo te dije soy tuyo
El amor no tiene espera
Hubo lágrimas, hubo risas
Palabras entrecortadas
Recriminaciones, protestas
Pero entre tanto caían
Tus vestidos en la grama…
Y tu cuerpo desvestido…
¡Oh Dios! …
De este amor sin quejas
Han brotado los azahares
Es un jardín hermoso
Donde tú eres mi jardinera
Y yo soy tu jardinero
Los frutos se multiplicaron
Son de distintos sabores
Pero todos son brotes fuertes
Como el apamate del frente
Semillas en la buena tierra
De las campiñas de oriente
Abonadas con el alma
Con paz y amor cristiano
Son benditos del Señor
Que siempre estuvo presente.
Lo que puedo decirte después
De tantos años contigo, amor
Es que nunca podré pagar
Por todo lo que me diste:
El perfume de tu vida,
La tranquilidad de tus quitas
Tus celos, tus consuelos
Tus modos, tus caricias
Tu constancia, tu fe
Tú entrega, tu fuerza
Y tu indestructible belleza
Que has compartido conmigo
Sin guardarte nada
Con la más absoluta devoción
Con una pasión sin igual
Porque he compartido solo con Dios
Todos estos años de amarte
Mi Diana amada
SONETO DISPERSO
El parque, los encuentros,
Las noches aquellas
Distraída, de rosa vestías
Azabaches tus ojos
Tu cintura se quebraba
Apretada en las querellas
Bella andaluza enjoyada
Míos tus labios rojos
Turbado caminaba
Te vi, me detuve en la esquina
Apreté el cigarrillo hasta
Quemarme de placer
Sensible, tu perfume
Me seduce, me domina
Tus pasos se hicieron lluvia
Aurora, amanecer te amaba.
Apreté
las manos de tu amiga
Lo entendió todo
Me sonrió, lo supe desde entonces
Camino largo
Sufrir el dolor de la ausencia
El rayo, la noche y yo
En el cruce de esa plaza
Solitaria se quedó tu modo
Amapolas y guaruras
Disecadas del andar amargo
Vuelo de cucaracheros
Hojarasca lejana, solo yo.
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