domingo, 9 de octubre de 2016

ELOGIO A LUIS BELTRÁN MAGO

RAMÓN BADARACCO









ELOGIO A LUS BELTRAN MAGO














CUMANÁ, 2014












Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco
Su libro ELOGIO A LUS BELTRAN MAGO
Copyright Ramón Badaracco.  2012
Primera edición 2009
Correo y cel.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail.com
0416-8114374
0293-5145753












PALABRAS LAUDATORIAS.

Ante todo, como amigo de toda la vida del poeta LUIS BELTRAN MAGO, con mayúsculas, me uno a este homenaje que se le rinde a él y a su ´primer libro, y saludo, al formidable aeda, que empuña, y levanta hoy la antorcha que dejó encendida, en la tierra de Cervantes, el genial poeta de Giraluna.
  
Luis Beltrán, en nombre del pueblo de José Antonio Ramos Sucre, cuya poesía sirve para calibrar la sabiduría, como un Hermes Trimegisto con sus 22 arcanos, doy testimonio por mí y por el pueblo que represento, y te reconozco como el más inspirado poeta de habla hispana, heredero legitimo del sitial que dejó vacante el excelso poeta Andrés Eloy Blanco, gloria inmarcesible de tu mismo pueblo.

Cumaná sigue contigo dejando constancia de la cantera más alta de la poesía de la lengua castellana. Contigo se unen en el nuevo Olimpo, los discípulos de Cristóbal de Quesada, maestro del príncipe de la poesía, y revives la epifanía de Andrés Eloy, donde se escuchan las voces de aquellos iluminados que encontraron en la palabra, como Juan el evangelista, el principio de todas las cosas.

En nombre de aquellos portaliras y sobresalientes  cumaneses laureados en distintos torneos, y digo sus nombres, para que resuenen en el espacio tiempo, y llegue hasta ellos mismos, el eco que dejó su magisterio: José Antonio Ramos Sucre, Andrés Eloy Blanco, Humberto Guevara, José Agustín Fernández, José Manuel Rondón Sotillo, Alejandro Fernández García; y otros que no compitieron pero dejaron sus huellas para la eternidad en el firmamento eterno de la fama: Jerónimo Ramos, Silverio González Varela, Manuel Norberto Vetancourt, Jacinto Gutiérrez Coll, Miguel Sánchez Pesquera, Vicente Coronado, Alejandro Villanueva, Andrés Eloy de la Rosa, Marco Antonio Saluzzo, Juan Arcia, Cruz María Salmerón Acosta, Marco Tulio Badaracco, María de Alvarado,  José María Milá de La Roca Díaz, Juan Miguel Alarcón, Pedro Elías Marcano,  Humberto Guevara, Rosa Alarcón Blanco, Inés Arias, Ramón Suárez, Ramón David León, Agustín Silva Díaz, Diego Córdova, Dionisio López Orihuela, Julio Zerpa, Aquiles Certad, Pedro Elías Aristeguieta, Rafael José Gómez, Santos Barrios, José Miguel Aguilera Miranda,  y de la actualidad, Ramón Ordaz, Celso Medina, Nelson Guzmán, Fortunato Malán, Silene Sanabria, Luis Enrique Gómez Torres, Elianne Torres, Santiago Pedroarenas, Eduardo Gasca, José Carvajal, Rómulo Calderón Torres, Natividad Jiménez, Carlos Rodríguez, Hernán Sucre, Argenis Osorio, Arnoldo Alvarado Josefina Urváez, Jesús Torres Rivero, Humberto Ramos. Son muchos más, y pido disculpas por las omisiones.   


               
Señores…

Hablar de Luis Beltrán Mago en Cumaná, es francamente coloquial. No diré nada de su Curriculum, sus ejecutorias, sus triunfos en el campo de Agramante, porque está dicho entre ese manojo de cayenas cumanesas de distintos colores y perfumes, que tienen ustedes en las manos, que lo convierten en el producto más acabado de la Escuela poética de Cumaná de los últimos tiempos. Y esto no lo digo como una retrechería de un Cumanés, sino que esta avalado por un jurado de la madre de la lengua, jurado igual al que alertó al mundo hispánico en 1923, cuando puso la corona de laureles en la frente del incomparable Andrés Eloy Blanco, el poeta de Giraluna y el Canto a los Hijos. 

Más bien voy a recordar lo que dice mi padre, cuando le tocó hablar en Cumaná de  aquel poeta que embriago el Olimpo de la poesía:   Marco Tulio,  dijo entonces de la poesía y los poetas… y… tal vez alguna sonrisa indiscreta me castigue por repetitivo, porque algo de eso dije en mi discurso en el  acto de presentación, por la ilustre carupanera Dra. Hildegard Rondón, del libro antológico del poeta José Manuel Rondón Sotillo, su padre; otro cumanés que llevó triunfal el producto refinado de la  “Escuela de Cumaná” a una cumbre lírica en la patria de San Martín y Jorge Luis Borges, y que es lo mismo que decir:  la cantera más nutrida de la poesía castellana, para comprobar su calidad a la luz de los grandes maestros de la lengua.

Marco Tulio dice “La poesía es la máxima construcción de la palabra, en ella adquiere su armonía y resonancia. David, el lírico por excelencia, se dirige en salmos al Creador; el Corán que es la palabra revelada por Dios a Mahoma, se escribió en versos, y como decía el profeta del Islam: “Yo no soy poeta, el Corán no es obra mía, son las palabras de Alá, que resuenan por mi boca”... “Salomón el hijo de David, dueño de la sabiduría infinita, también fue un inspirado divino, y el Cantar de los Cantares, el idilio sagrado, con la inextinguible fragancia de sus versos, traspasa el tiempo y nos entrega, la perfección de la palabra que en San Juan de La Cruz, es la imagen y encarnación de Dios”.

En este Canto de Amor por Cumaná, premiado, por supuesto, porque es una alta manifestación del amor por un pueblo, tal vez desconocido por los jurados de allende el mar; escrito con la sencillez del amante; por el escriba, que, fulminado por el rayo divino, el mismo que tocó a Salomón, cuando se declara a la novia en el “Cantar de los Cantares”; pero en este caso, ésta dulce novia no es Dios, es su ciudad que a la vez es su doncella que se mira sobre “el espejo y la luna” …

Desde hace 500 años esta novia ha sido cantada, ensalzada por hombres y mujeres de razas bravías, tenaces en el hacer del barro los diamantes del idioma, aquí, nuestros maestros dominicos y franciscanos, nos trajeron las oraciones, canticos, música y poesía y germinó la simiente encontrando buena tierra para sus raíces.  La fragua de la imaginación inició la creación de las formas, puliéndola en el buril de su paisaje, de su aprendizaje donde anidó la metáfora y alcanzó la perfección de la que habló el Príncipe de los Poetas.

Vino un fraile, Pedro de Córdoba, poeta del amor, clavó una cruz en sitio insólito, Playa de Ostia, un médano a la orilla del mar y el rio… Chiribichií… como si hubiese prendido un faro de luz inextinguible. Desde ese instante una nueva voz penetró en el corazón de nuestro pueblo… y aquellos hombres que recibieron la palabra, como Adán, recibieron también el beso de Dios.

Vinieron entonces muchos maestros, que además de sabiduría regaron la nuestra con su sangre; trajeron la lengua y la religión; trajeron libros, música, cantos, y el espíritu del crucificado, para enseñarnos otra forma de amar… y otra forma de entender la realidad, diferenciar el bien y el mal. Construyeron templos para la cátedra de Cristo, y su palabra fue la fuente primaria de la poesía.     

         Cristóbal de Quesada, el maestro, su tiempo en Cumaná corresponde a la edad del perfeccionamiento y de la genialidad cumanesa; el arte de esa época tiene ya una proyección universal, se que a muchos no les va a gustar que se diga esto, pero resulta que no soy yo el que lo dice, es Andrés Bello, el producto de aquella circunstancia: Cumaná tenía los mejores maestros; y no es por casualidad que sea la misma época de Fr. Antonio Patricio de Alcalá, Maria Alcalá de la Guerra, Gómez Cardiel,  Blas de Rivera, Bartolomé Bello, Andrés Level Allen y su hijo Andrés Level de Goda, de Carlos del Pozo Sucre, Pitor Löfling y Alejandro de Humboldt… y… no podía faltar el epígono, Antonio José de Sucre, el producto, la esencia,  acero templado como hoja toledana.  Es también la época prerrevolucionaria; y la Cumaná guerrera, capital de una importante provincia del imperio español, cuyos capitanes generales se distinguían por su cultura y rango; quien podía imaginar que esa espada redentora derrotaría al imperio más poderoso de la tierra: ¡Quién pude disminuir ese prodigio…! Aun no lo tienen muy claro…

Desde 1733, en que arriba el marqués de Preux, don Carlos Francisco de Sucre y Pardo, y su formidable familia, vive la comunidad cumanesa una verdadera revolución cultural: se inician las clases superiores de filosofía, llegan viajeros como Pitor Löfling, que se aloja en la casa de un humilde sabio cumanés don José Sánchez y Alcalá, y pasa 10 años de estudios y experiencias y logros, que en otra parte no hubiese podido obtener.  Para acercarse a aquel mundo que se abría ante sus ojos, se necesitaban los mejores maestros; y 10 años de estudios bajo su tutoría, y el sabio no quería irse; pero el embrujo de Guayana se lo llevó, y en esa casa quedó toda su sabiduría, que luego le serviría a Humboldt y a Vargas; porque es el tiempo del Dr. José María Vargas, de Bartolomé Bello, del coronel don Juan de Pineda, que abre las puertas de la escuela superior de matemáticas, donde estudió Sucre; y es el tiempo de Blas de Rivera, que inicia los estudios superiores de filosofía; de Maria Alcalá de la Guerra, que se ocupa de los niños pobres; de Antonio Patricio de Alcalá, que se ocupa de los enfermos, y Don Vicente Sucre y García, que se ocupa de la libertad. 

 Nuestro pueblo se empinaba para tocar las puertas alzadas de la sabiduría y del producto podemos dar fe.        

Podríamos hacer en estén plan, toda la historia de la poesía Cumanesa, como lo intentó Marco Tulio, con la ayuda del poeta Armas Alfonso, y publicaron “Fuego de Blanca Luz”, una antología con 74 poetas de la Escuela de Cumaná; pero lo vamos a abreviar, con solo mencionar algunos nombres de poetas glorificados: Andrés Eloy, Ramos Sucre, Cruz Maria Salmerón, Humberto Guevara, Rondón Sotillo, Tin Fernández y Luis Beltrán Mago. Entonces llamaría al son de trompetas, a los adelantados: Andrés Eloy, el magno de la metáfora; a  Ramos Sucre, el genio de la poesía, que nos lleva como  Hermes a descubrir la sabiduría en  22 arcanos; a Cruz María, que nos enseño a llorar; a Humberto Guevara, el magno de la ironía, que nos enseñó a reír;  a Tin Fernández, que nos mostró lo bello de ser pobre,  Rondón Sotillo, modelo de nuestra escuela,  que nos mostró como la poesía puede unir a nuestros pueblos;  y Luis Beltrán Mago, la síntesis de la sabiduría y la poesía de la Escuela de Cumaná. Su poesía es una declaración de amor a su ciudad, a su pueblo…

OIGAMOSLO:

Hoy es domingo y va mi corazón
a conversar
con la ciudad que en mi respira, la Cumaná
de mis afectos y a quien amo
Con voz de playa y mar y oleaje.

La ciudad está allí
levantada
sobre el pedestal de los
tiempos
diciéndole a los siglos
que está viva.


LA CIUDAD Y EL AMOR

La ciudad está allí.
Cerca del mar sus ojos
Para mirarse sobre el espejo
Y la luna.
Sencillamente dormida
A la falda del cerro
Colorado.
Partida en dos por el látigo gris
del agua dulce que el Manzanares
vierte hacia el Caribe.
La ciudad es un símbolo.
Alguna vez el hombre, la simiente,
La luz,
Lo eterno y lo infinito
hubo de defenderla.

Hace de esto más de mil quinientos anos
y aún no habíamos nacido
en el alma del indio.
La ciudad alisaba sus crenchas de azabache
y el río que es una cinta
blanca
donde como en requiebros
van navegando
cantas,
muchas veces de noche se desviste
de sombras
y al percibir de la luna
el silencio,
sueña sueños sin tiempo.
Se alimenta de siglos y recorre
el espacio
de la canta y el canto.
Sueña por sus orillas la ciudad
marinera.
La ciudad Mariscala se olvidó
Se olvidó de la sombra
y una orquesta de cielos, de nubes
y recuerdos
toca un vals
que estremece la sangre,
Sublimiza hasta el yo
y prende en los oídos del abuelo
y el niño.
(El indio alzó sus arcos para enflechar
su nombre
Y dijo Cumaná que es una vieja linda
que no se muere nunca.)
La ciudad se recuesta de su mar
y sus olas,
corre a tientas por playas, por lagunas
y arenas.
Conversa con el pez, con la lumbre
y el pan,
riega huertas y escribe, sobre
su Pan de Azúcar
un canto a la memoria,
a su antigua nobleza,
a su héroe y sus poetas.
Talla en la madrugada de la sabana
abierta
estatuas que recuerdan su linaje
y su luz.
Entonces llega el tiempo de la brisa
y el canto
a escuchar los nombres
de la inmortalidad.
Andrés Eloy sereno,
vivo,
sediento hasta beberse toda
la inmensidad
que va de su palabra hasta
la libertad.
Cruz Salmerón dolido sentado
Frente al mar
hurgando en las entrañas
de su propia piedad.
Humberto que es la chispa
Y el humor
Julio Zerpa vital
Rafael José dormido
En su propia bondad.
Dionisio comulgando en la noche
Del vino
Junto a la poesía más allá
De las horas.
Juan Miguel Alarcón bondad serena
La bohemia y el vino consagrado
A la serenidad comprometida.
A José Agustín la paz.
Todos están cantándole
A la Madre ahora.
Todos besan sus manos y las cubre
De estrellas
Y no hay temblor que hiera
Ni terremoto infame.
No hay tempestad que pueda derribar
Sus estatuas
Y esta la catedral de sus bellas
mujeres
Tiernas como brisa como el amor
Amantes
Y está el Mariscal con su Berrueco
al hombro
y su bondad haciéndole cosquillas
al costado
Yo nací entre sus predios
Por sus espacios
Acaricié a la luna dormida en los faldones
Del aljibe casero donde estaba
mi Madre

Yo sentí los arpegios de su voz
Como un trino.
Averigüe en sus manos
La presencia del día y supe
De lo hermoso que era mirar
Su llanto
Allí estuvo su amor cantándole
A la tierra
Allí está su llanto satisfaciendo
Su alma
Y fueron tres los llantos Mi madre
Tierra
Con su voz de siglos
Mi Madre hermosa con su voz
de armiño
Y yo, el poeta dialogando de amor
con mis dos madres,
sentí el hechizo de los tres
recuerdos.

Recostada en el tiempo la ciudad
es un símbolo.



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