Ramón Badaracco
CUMANÁ LA CIUDAD DE ORO
CUMANÁ
2015.
Autor: Dr. Tulio Ramón Badaracco Rivero
quien firma Ramón Badaracco
Copyright Ramón Badaracco 2015.
Primera edición
Puede ser reproducido total o parcialmente.
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Ilustración de la cubierta
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Le dedico este libro y mi poema al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías,
líder del proceso del nuevo socialismo revolucionario mundial. Que el Divino
Maestro lo tenga a su lado.
EL INMORTAL.
Un nuevo avatar
sacrificado con novedosa tecnología
águila fuerte de coraje
roja color sangre
rápida y solemne
atravesó de luz las tinieblas
los que no levantaron los ojos
no lo vieron nunca
se abrió paso entre
imposibles murallas olímpicas
quebró de fantasías el sueño
de los impostores insultantes
acarició retoños marchitos
y su mano poderosa
comprobó que los sueños
son nudos en la garganta
hay un vacío de luz que invade
a los que viven de rodillas
hay un silencio perpetuo
que cobija la cobardía
tigres de papel
que incitan espíritus perversos
se esconden tras colaboradores
dispuestos a humillarse
recogen migajas tras las puertas
de madrigueras insolentes
luego festejan en lupanares
todo el estiércol esparcido
hay sol fuerte y poderoso
tras el águila vengadora
también equilibrado
perdón en su voz que se
multiplica
un murmullo que lo inunda todo
como sombra mansa
ajeno a lo tangible es una sabiduría
misteriosa que todo lo une
y al final un cantico angélico
como eco que lo proclama
es él el Inmortal,
el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
INTRODUCCIÓN
El puerto de Cumaná
toca la leyenda, pero es la historia del nauta que cuenta Bartolomé de Las
Casas, en Historia de Las Indias, que repite Juan Manzano, en su obra “Colón
descubrió América del Sur en 1494, y es en verdad el puerto de que hablan
Ángelo Trevisan, López de Gómara, y Garcilaso de la Vega, que cuenta con lujo
de detalles esa expedición, nunca bien investigada, de Alonso Sánchez de
Huelva, que era un marino bien conocido, dueño de un navío con el cual navegaba
entre las Islas Canarias, la isla “Madera” y “España, cargado de mercancías.
Una gran tormenta lo arrastró hasta las costas del Nuevo Mundo probablemente el
año de 1484. De los 17 hombres que lo acompañaban no regresaron más de cinco
(5) que se refugiaron en la casa de Cristóbal Colón, conocido como sabio
marino, en la misma isla de Madera, al cual le contaron los pormenores de la
travesía; después de ellos, todos los cronistas de indias y expedicionarios que
siguen la ruta de Colón, arriban a Cumaná, por eso Manzano, concluye, que fue
al puerto de Cumaná y no a Santo Domingo, donde llegaron esas expediciones, y
ya no sabemos si es leyenda o historia. Cumaná, también es el lugar sagrado de
los primeros mártires cristianos, y tal vez de la primera misa.
Yo quiero agregar a
esta historia porque nadie lo ha mencionado, que el hecho de que el cacique de
Cumaná haya escogido el nombre Alonso en la pila del bautismo, no puede ser un
hecho casual sino que el cacique de Cumaná lo escogió como homenaje a su amigo
el capitán Alonso Sánchez de Huelva el cual pasó mucho tiempo reparando su
barco ayudado por el cacique y su pobladores en el territorio del cacique y es
más, muchos de sus marineros se quedaron en Cumaná y formaron familia; y
enseñaron muchas cosas de las cuales solo el pueblo de Cumaná pudo disfrutar como
hacer vinos tintos y blancos y construir mejores barcos como nos lo
cuentan: Ángelo Trevisán, Bartolomé de
Las Casas, López de Gómara y Juan Manzano.
Todos los pueblos
tienen derecho de escribir su historia; es decir no necesitamos que vengan a
escribirla historiadores de otros pueblos, sobre todo aquellos interesados en
menoscabarla, en cambiarla, en beneficio de la historia de sus pueblos. Nuestra
historia de la fundación ha sido hecha y escrita por dos santos maestros:
Bartolomé de Las Casas y Pedro de Córdoba, con eso nos basta, ellos ni mienten
ni se equivocan, vivieron aquí.
Por todo ello
afirmamos, que Cumaná fue la primera ciudad fundada cumpliendo los extremos de
la ley, y desarrollada por el Imperio Español en el Continente Colombino. La
primera en el continente donde un pueblo indígena, los Kaimas, con el cacique
Cawaná, y el misionero Pedro de Córdoba, pactaron y aceptaron unirse a los
colonizadores españoles, para formar una ciudad. El primero en toda América,
porque en otros sitios anteriores a Cumaná, se intentó la misma conquista que
se llevó a cabo en las islas del Caribe, una conquista sangrienta y
esclavizadora.
Esta es nuestra
verdad histórica y así debe ser respetada y promovida; no pensamos en restarle
méritos a ningún pueblo de Venezuela ni de América, pero la historia es la
historia, y es inmutable cuando está probada con documentos y bendecida por
testigos fehacientes, y obedece a reglas, aunque se preste a interpretaciones y
equívocos más o menos justificables.
La historia de la
formación del pueblo de Cumaná, constituido por los indígenas de la tribu Kaima
Caribe, del Cacique Cawaná, y los misioneros dominicos y franciscanos de Pedro
de Córdoba, la servidumbre, la protección militar, los obreros especializados
españoles, que se emplearon para la construcción del fuerte de Santa Cruz de La
Vista, y. el descubrimiento y la
explotación de la Sal y las perlas, y la construcción de los templos que ordenó
construir el Rey Fernando, etc. y los señores de canoa, con muchas familias españolas dedicadas a la explotación
de perlas, que ya estaban radicadas en Puerto de Perlas, más toda aquella gente
que fue ignorada por cronistas e historiadores, debido a la prohibición
establecida por La Regencia, en la Cedula Real del 3-09-1516 que establece:
‘’Para que en cuanto a la voluntad de su Alteza fuere, ninguno vaya ni pase a
la costa de las perlas donde están los dominicos- La reina y el rey. (Se copia
más adelante).
Cumaná o Puerto de
Perlas, en la isla de la desembocadura del río se inició mucho antes de la
llegada de los dominicos al puerto de la desembocadura del rio Chiribichií, la
última luenga, como dice Las Casas (Pág. 81, Tomo I, de su Historia de las
Indias) y lo repite el sabio carupanero Bartolomé Tavera Acosta, con pequeños
errores de escritura en esta palabra, en su obra “Historia de Carúpano” páginas
31 y 37: donde dice:
“Cuando sus primeras incursiones en tierra
firme en la vecindad del río Chiripichi o Chiribichi, cuyo nombre cambiaron los
españoles por el de Manzanares”; y en la 37, lo repite, también con error, como
todos los demás que lo han mencionado, por ser difícil de precisar por el oído,
cuando dice:
“En la península pide al Rey la conquista y
población de Guayana y Caura, lo que le fue concedido. En 1569 funda Cumaná a
orillas del río Chiripiche el 24 de noviembre…”
Cumaná ya era un pueblo también antes de iniciarse la construcción del fuerte de
Santa Cruz de La Vista, que se construyó por necesidad de proteger a los
pobladores españoles y de otras nacionalidades, que concurrieron a explotar la
riqueza perlera en sus mares, como lo dice el científico galardonado, Dr. Cesar
Lodeiros Feijó, poblada nada menos que por los Señores de Canoa, que pagaban el
quinto real.
Pero hay un empeño en
trastocar los hechos, no sé con qué propósito. Y me pregunto yo ¿Dónde estaban
los indios Kaimas? Porque en Cubagua ni en Margarita los había. ¿O es que acaso
por esos tiempos existía en Cubagua un puerto poblado que se les ha escapado a
los cronistas de la antigua provincia de Venezuela? (¿Existía acaso, por estos
contornos un Paraíso como Cumaná, o más atractivo aún, con indígenas amigos y
colaboradores que yo desconozca? Por
supuesto que los indios estaban en Cumaná, y todos esos historiadores y
cronistas que se hacen los que no saben, si saben que los conquistadores no
podían formar pueblos sin indios, sin iglesia, sin mujeres, sin agua, sin mano
de obra; ni explotar perlas, ni pescar grandes cardúmenes para su alimentación,
ni explotar la piedra de Araya, ni negociar el maíz, el casabe, los caracuríes,
y esas minucias, que ellos ambicionaban, que solo encontraban en su pueblo
amigo de Cumaná.
El fuerte se
construyó no para proteger el agua para Cubagua, isla desierta en esos tiempos;
cuando se ordenó su construcción en 1504, cuando se hizo imperativa, pero es verdad,
su construcción se tardó a despecho del Rey, hasta 1520.
El cronista
margariteño Verni Salazar, en su obra Aproximación a la biografía del Capitán
de Navío Antonio Díaz, nos dice: ‘’A principios de 1513 los jueces escribieron
al Rey que no han encontrado una persona dispuesta a emprender la población de
Cubagua, Fernando les contesta que sigan ocupándose del asunto y que él también
buscará interesados en Castilla.
Al establecerse el
rescate regular de las perlas en Cubagua, según afirma Gonzalo Fernández de
Oviedo, ‘’Para 1517 había españoles, aunque pocos, por lo que se infiere que es
definitivamente en este año cuando se comienza con la explotación perlífera en
Cubagua y ya en el golfo de Cariaco estaba las granjas perleras, y traían
esclavos negros para explotarlas, según reconoce Ricardo Castillo Hidalgo, y no
tenían interés en ir hasta Cubagua.
Muchos son los
historiadores que citan a Margarita como si fuese un puerto o un pueblo, no se
dan cuenta de su dimensión, entre ellos Ricardo Castillo Hidalgo. Los Señores
de Canoa eran los dueños de todos los placeres de perlas de nuestros mares
cercanos a Cumaná, ellos llenaban sus grandes barcos y volvían con sus
cargamentos al puerto no se escapaban como hicieron después que decidieron
mudarse para Cubagua en 1521.
También dice el
ilustre cronista del Municipio Antonio Díaz, que el asiento y hato que poseyó
Don Marcelo de Villalobos en Margarita, en el Valle de San Juan, que es sin
duda el primer establecimiento español en Margarita. Y anota: ‘’’Este Valle de San Juan que ya
para 1525 se había convertido en hato como lo relata Pablo Ojer en su libro “La
Formación del Oriente Venezolano’’
La fundación de
Cumaná la han convertido en una tela de araña, porque no leen a Bartolomé de
Las Casas, a Pedro de Córdoba, a Manzano, Por eso a mí me gusta hablar del largo proceso
fundacional de Cumaná, para integrar a todos esos personajes y sus hechos, que
lo ilustran, ya que su poblamiento se inició
1504, con la Cédula de construcción del fuerte de Santa Cruz de La
Vista, y el trajín de los arquitectos, especialistas y obreros, que tardó, es cierto, porque antes hubo de encontrarse
las canteras de piedra de Araya, organizar su explotación y contratación de la
mano de obra Kaima, que al principio fue asalariada; que hicieron posible la
construcción del fuerte que vemos en los dibujos de Castellón, y esa es la fecha en que se inició la
población por españoles del puerto de Cumaná, que ya estaba poblado por los
Kaimas caribes, del gran Cacique Cawaná, Don Alonso, que debe ser considerado
como un fundador, conocido porque ahí construía sus barcos, como lo cuenta Las
Casas. Él era el mayor constructor de barcos de su reino.
Sin embargo, nosotros
estamos obligados por las ordenanzas municipales de Cumaná (1962 y 2004) y las
Cédulas Reales para Pedro de Córdoba, a conformamos con historiar desde la
impetración de las misiones dominicas y franciscanas, por seguir a nuestros
padres, que vinieron a poblar con indios y por cierto que el cacicazgo de
Cawaná, era ‘’POBLANTISIMO’’ como lo dicen Trevisan, López de Gómara, Colón, y
describe López de Las Varillas; entre otros.
Por ser poblantísima
y ser un reino, o cacicazgo, se fundó la primera escuela en tierra firme del
continente, y se inicia el proceso de transculturización y fusión de culturas,
sobre todo por el idioma, porque es sabido que la conquista de un país por otro
implica una influencia recíproca, ya que ambos hacen aportes de sus elementos
culturales, pero la cultura de los conquistadores es más intensa, como sucedió entre
Grecia y la misma España, cuando quedaron sometidas al poder de Roma. Podemos
observar ese cruce de culturas, de Grecia a España y de Roma sobre ambas. Es un
fenómeno natural de la antigüedad, que se sucede sin que se determinen las causas,
pero si sus efectos.
Ahora bien, por tener
tanta información trascendente; y porque en ese enclave se inició el milagro
que he llamado “El Beso de Dios”, la fusión de las dos grandes culturas: la cultura
occidental y cristiana y la cultura del Nuevo Mundo, dos culturas milenarias,
sintetizadas en una escuela. La impetración de las misiones dominicas y
franciscanas en 1515, hicieron ese milagro; y alrededor de las cuales creció la
ciudad de Nueva Córdoba. El Cawaná, que
quiere decir “gran río” de donde indudablemente vine el nombre de Cumaná;
palabra del idioma Chotomaimu, o sea el más utilizado. Cawaná Kiribikií, el
gran río Kiribikií –pronunciación Kaima-
de esta provincia española de Nueva Andalucía o Cumaná, que fue la
primera ciudad que fundó y desarrolló el Imperio Español en el continente
americano. Ciudad Sagrada, a la cual no se accedía fácilmente.
Veamos cómo nos lo
cuentan los regentes de España, antes de que Carlos Primero ocupara el trono y
se valiera por sí mismo. Porque el Rey
Fernando, que murió en enero de 1516, y Carlos I era menor de edad, los
Regentes nos cuentan cómo se inició la fundación o poblamiento de Cumaná en el
Puerto de Las Perlas, aunque el Rey Fernando ya había ordenado construir un
fuerte en ese paraje primigenio, desde 1504; veamos:
Cédula Real, fechada
en Madrid, l3 de septiembre de 1516, donde se deja constancia de la consumación
de la expedición:
“Por cuanto el Rey,
nuestro señor, que haya gloria, deseando que los indios de la Costa de las Perlas, que es la provincia de Cumaná,
que se declara desde Cariaco hasta Cuquibacoa, que es en tierra firme, fuesen
los indios criados y enseñados en las
cosas de nuestra santa fe católica, mandó hacer todas las diligencias
necesarias y porque pareció que lo más
conveniente y provechoso, era enviar personas religiosas y de muy buena vida a
predicar y enseñar a los dichos indios sin otra gente ni manera de fuerza
alguna, y para que lo susodicho se pudiese poner en obra, habló con el devoto padre Alonso de Loaiza,
provincial que a la sazón era de la Orden de Santo Domingo, y con su acuerdo y
parecer y mandamiento, y por voluntad del devoto fray Pedro de Córdoba, vicario
de dicha Orden en la Isla Española, que aceptó de pasar en persona con algunos
religiosos de su Orden a la
dicha Costa y Provincia de las Perlas a
procurar doctrinar y enseñar las cosas de la fe a los indios de ella, y viendo
el dicho Rey, la voluntad y celo con que dicho fray Pedro de Córdoba se movía
para ir a lo dicho, mandó al Almirante y jueces y oficiales de la dicha isla
Española que diesen al dicho fray Pedro
de Córdoba una nao en que fuesen él y
los frailes que consigo llevase, y que mandasen a los maestres y marineros de
tal navío que los llevasen a la parte y lugar que dicho fray Pedro de Córdoba les señalase en la
Tierra firme y les diesen los mantenimientos
que hubiese menester y ciertos indios para lenguas, cuales el dicho fray
Pedro de Córdoba escogiese en la dicha isla Española, y que dende un año que el
dicho fray Pedro y los otros frailes
fuesen llagados a la dicha tierra firme, el dicho Almirante y jueces y
oficiales tuviesen a cargo y cuidado de enviar a saber de ellos, y que
mandasen a la persona que fuese a saber de ellos que trajesen uno o dos frailes
acá, para que informasen de todo lo que
en dicha tierra y provincia y Costa de las Perlas hubiesen hallado y
sabido”. El Rey.
PUERTO DE LAS PERLAS.
El primer nombre con
el que se conoció la ciudad de Cumaná, y el pueblo de Kaimas Caribes que lo
habitaban como nos lo cuenta Ángelo Trevisán, y desde entonces fue “Puerto de
Las Perlas”, puerto habilitado en la Isla llamada Isla de Las Perlas ubicada en
la desembocadura del río Chiribichií, hoy Manzanares, en su desembocadura por el
Golfo de Cariaco, nombre con el cual lo dio a conocer Per Alonso Niño, cuando
arribó a Cumaná en 1498, esta isla ha
sido confundida por cronistas copistas con la isla de Cubagua que para esos
tiempos era una isla muy rica en perlas pero deshabitada; y desde esa fecha
llegaron a Cumaná los Señores de Canoa, o negociantes y explotadores de
placeres de perlas, en diversas partes del mundo; entre los más importantes se
mencionan a: Don Gaspar de Antúnez, don Antón de Valenzuela, fray Manuel de
Catalá, don Martín de Olano, y decenas de Señores de Canoa que formaron familia
en la Nueva Córdoba, y enriquecieron a la Corona Española de los primeros
tiempos. Margarita y Cubagua en esos tiempos eran islas totalmente despobladas.
Los señores de Canoa pescaban en sus aguas, pero tenían sus casas en Nueva
Córdoba. La primera casa que se construye en Cubagua, con piedras de Araya,
data de 1525.
El formidable
investigador Don Demetrio Ramos, identifica Puerto de Perlas en su obra “La
Fundación de Venezuela Ampiés y Coro” Dice en la pág. 148:
“Viniendo de la Isla
Española para estas partes casi en el paraje de la isla que se dice de la Mona,
encontré una carabela que venía de la dicha costa y de la isleta de las Perlas,
de la cual tomando lengua, dijo que dejaba levantados los indios de toda la
dicha costa y de la isleta de las perlas, y que habían muerto los frailes
Franciscos y es a donde el dicho Casas se había retirado, del cual me dijeron
que habían más de 40 días que no parescía, por donde yo creo ser muerto: y dijo
más, que dicha isleta de las Perlas quedaba a mucho peligro de perderse por
donde hay mucha necesidad que acerca de todo lo sobredicho vuestra magestad
mande facer presta ispidición. Relación de Miguel de Castellanos. Contador de
la Tierra firme de Paria.
Mucho más claro
aparece Puerto de Perlas en esa Representación del Contador Real, Miguel de Castellanos,
que acompañó a fray Bartolomé de las Casas en la Isla de Las Perlas, veamos:
“Relación que yo,
Miguel de Castellanos, di a vuesa magestad de la ida que fui con el licenciado
Bartolomé de Las Casas, a la costa de Paria.”
Fui de contador de
vuesa majestad con ochenta mil maravedís. Vi que el dicho licenciado a causa de
no tener aquella facultad que le convenía para conseguir lo que asentó, hizo
otra nueva contratación y asiento con el Almirante y jueces y oficiales de la
isla española para que por cierto tiempo tuviera a su cargo la armada que
habían enviado a dicha costa, y se hiciesen ciertas partes lo que por su
industria se hubiese. Llegado a dicha costa, vi que ni pudo conseguir lo uno ni
lo otro, por no llevar aquella orden y forma que debía conforme al primer
asiento, y por le desamparar y desobedecer los soldados de la armada, y serle
también algo contrario el lugarteniente del Almirante que está en la Isla de
Las perlas, ante el cual el dicho licenciado yo vi pasó ciertos actos de
protestaciones sobre la jurisdicción de la dicha costa, porque se nombraba juez
así de la costa como de la dicha isleta de Cubagua, contra las facultades que Casas
llevaba de vuestra Majestad. -Aunque hay cierta confusión en este texto, se
sabe que Las Casas, estaba en el puerto de Cumaná con los dominicos y
franciscanos- Continúa como veremos:
“Yo vine por la española
llevando carta de Casas, en que pedía socorro al Almirante y jueces, pues la
dicha armada y todos lo habían dejado, visto que nada le enviaban, me vine para
vuesa majestad.
Por lo que he visto
conozco que a vuesa majestad se seguiría gran provecho así de la costa como de
la isleta, que a partes dista cuatro leguas y a partes ocho, enviado gobernador
con Jurisdicción civil y criminal, y haciendo fortaleza en el puerto de Cumaná
a la punta del río. A causa de no haber esto proveído” …
Veamos ahora como
menciona Reginaldo Montesinos, a Puerto de Perlas, en su carta a la Regencia,
carta con la cual escribe su polémico libro don Vicente Rubio: “Los Primeros Mártires dominicos de la tierra
firme”.
“Que
el Rey Católico dio licencia y lo mandó y ovo
por bien y pagó la costa para ello, para que fuesen algunos de sus frailes a predicar desde esta isla la Española a
tierra firme, y él mandó a dos frailes
que fuesen a ver aquella tierra
en una nao que se partió para allá, los cuales aportaron al puerto de
Las Perlas, y desde allí entraron en tierra por ocho leguas a un valle que
llaman Chiribichi (es el nombre carina del rio de Cumaná), en el que hallaron a
un señor que se llamaba Alonso, el cual los días pasados había venido a la isla
Española con una nao que allí había
pasado y tornáronlo cristiano y estuvo en nuestro convento en la isla
Española”. Tomado del Libro de don Vicente Rubio: “Los Primeros Mártires
dominicos de la tierra firme”.
Con
el nombre del río Chiribichií, se inicia la torcida y gran confusión de los
cronistas en relación con el sitio al que arribaron los misioneros. Pedro de
Córdoba llama a Santa Fe, Santa Fe de Chiribiche, que es distinto a Chiribichi,
Aunque el término tiene los dos componentes “Chiri” o “Chiritos”, y “bichi” o “pichi,
que quiere decir río; pero el nombre de Cumaná, era el Cawaná, nombre del
cacique, que quiere decir “gran rio”, Las Casas dice que el de Cumaná, es
Chiribichií, la última luenga. Bichi
quiere decir río según Bartolomé Tavera Acosta; que también dice que la letra
“che” suena “k”, o sea kiribikií.
Cawaná, quiere decir en la lengua Caribe, “gran río” y ese debe ser el
origen del nombre de Cumaná. -Cawaná Kiribike, en el lenguaje chotomaimu, como
lo llama Mar de Civrieux. Tavera dice que los indios pronuncian ‘’Kaima’’.
CUMANÁ LA
PRIMERA CIUDAD
Cumaná la primera ciudad fundada por el Imperio
Español en el Continente Americano.
CUMANA la ciudad
“Marinera y Mariscala” de Diego Córdoba y Andrés Eloy, tiene muchos secretos
que debemos develar, y uno de esos secretos es su propia fundación y desarrollo,
que está unido al proyecto más humano y glorioso de la España aventurera de la
conquista.
Fr. Pedro de Córdoba,
que nunca debe confundirse con la canalla española que vino al nuevo
continente, es el autor del proyecto de Conquista pacífica y evangélica de la
Tierra firme, fue su filosofía por la cual entrego su vida; y lo inició en la
desembocadura del río Cawaná- Chiribichií, la última luenga. (Ver pág. 81 de
“La Historia de Las Indias”. (Ob. Cit.)
Este proyecto fue
aceptado por los Reyes Católicos e impuesto después en todo el Continente.
La palabra Cumana,
sin acento, según Tavera Acosta y otros lingüistas, quiere decir ‘’frijol’’,
pero el mismo dice que “Cawaná”, quiere decir gran río; los españoles
pronunciaban los nombres como los escuchaban o les parecía escuchar, y a
nuestros indígenas no les importaba mucho; es lo más probable que la palabra
indígena que escucharon antes del nombre del río fue “Cawaná”. Lo mismo pasa
con el término Kiribikií, pronunciación del nombre indígena de nuestro río, que
lo escribieron Chiribichií, y pasó a la historia con esa pronunciación. El sonido”
k” lo escribían con “ch”, según el sabio Tavera Acosta y así es.
FRAY PEDRO DE CORDOBA.
La Cumaná misionera
no nació como otras ciudades, fue el centro de un anhelo inigualable e
impensable en aquellos tiempos. Tendrían
que leer “Historia de las Indias” de Bartolomé de Las Casas para entender lo
que quiero decir, en este corto espacio de tiempo.
En forma sucinta y
siguiendo a este historiador, y a todos los demás que han escrito sobre Pedro
de Córdoba. Hice un seguimiento de este personaje luminoso de los primeros
tiempos de la Conquista de América. Punto omega de la fundación de Cumaná.
Según sus biógrafos,
fue un sacerdote a quien Dios Nuestro Señor dotó de muchos dones, gracias
corporales y espirituales, que fue elegido para una misión administrativa en
Santo Domingo, si se quiere, pero él la convirtió en una empresa sin igual.
Fue excelente
predicador, ejemplo dentro del sacerdocio en virtud y penitencia, que lo
elevaron siempre entre sus compañeros y feligreses. Estudio en el colegio “Santisteban”
de Salamanca, y probablemente, como dice Hernann González Oropeza, fue “formado
espiritualmente por fray Juan Hurtado de Mendoza”, el formidable maestre de Salamanca;
y se perfeccionó en Santo Tomás de Ávila, la casa mayor de la “Cristiandad”
para ese entonces. El historiador don Demetrio Ramos, dice: “La autoridad que
para Las Casas tenía el P. Córdoba se nos revela en la aceptación de un especial
magisterio con el que su personalidad queda dibujada en la del clérigo”.
Bartolomé de Las Casas
Capellán
de S. M. Carlos I. Poblador de Cumaná entre 1517-1523, o sea seis años,
principal cronista de los años iníciales de la fundación, afirma que la situación encontrada por Pedro y los dominicos
en las islas, especialmente en La Española, era dramática y terrible, prácticamente los conquistadores
exterminaron a los indios de la forma más salvaje que se pueda imaginar.
Pedro quería un nuevo mundo donde reinara el amor,
donde no se permitiera la cacería humana, donde imperara la justicia, la
dignidad y la ley.
La acción de Pedro de
Córdoba, podemos analizarla a través de varios documentos indubitables, el
primero es la carta que envía el Rey Fernando el católico, al “Visorey” en La
Española, veamos:
1.- Cedula del 13
de mayo de 1513. El Rey: Don Diego Colón nuestro Almirante Visorey, etc.,
“Yo hablé acá con el venerable y devoto
padre fray Alonso de Loayza, provincial de la Orden de Santo Domingo, e
con acuerdo e parecer e mandamiento, por mucho zelo que el devoto padre fray Pedro de Córdoba,
vicario de la dicha Orden en esa dicha isla
(la Española), tiene de servir a Nuestro Señor a aceptado
ir, e va con determinación de
pasar él en persona con algunos de su
Orden a la dicha Tierra firme e procurar
de doctrinar e enseñar las cosas de Nuestra Santa fe a los indios della” 1512.
2.- Cédula de 10 de junio de 1513, “El Rey. Oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla. Porque el
devoto fray Pedro de Córdoba, vicario de
Santo Domingo de la isla Española, va a la dicha isla con voluntad de pasar a
la Tierra Firme a llevar consigo los más
religiosos que pudiera, como por el
despacho que para ello lleva veréis, el
cual se ha de asentar en los libros de esa dicha casa, pero ende yo vos mando
que deis al dicho fray Pedro de Córdoba a los frailes que consigo llevare, que
sean fasta el número de 15 el pasaje e mantenimiento que oviere menester fasta llegar a la dicha
isla Española, y así mismo daréis al
dicho fray Pedro e a los dichos frailes que consigo llevare hasta dicho número
de 15, las almocalas e mantas que
hubieren menester para e que duerman, asimismo los aréis dar o señalar dos personas seglares, para que los sirvan
por la mar fasta llegar a la dicha isla
Española, como lo soléis acer y
proveer otras veces que os e
enviado e mandar lo susodicho, etc.
Cédula Real de 28 de mayo de 1513, que entregó Pedro de Córdoba al Almirante Don Diego Colon, que dice:
“El Rey. Don Diego Colón, nuestro Almirante
Visorey, etc. a nuestros jueces e oficiales, etc. Ya sabéis como el devoto
padre fray Pedro de Córdoba, vicario del Orden de Santo Domingo en la Española,
va con cierto número de frailes a tierra firme, y (en) el despacho que para su
ida se les dio vos mandé que dentro de un año después que fuesen idos
embiásedes a saber dellos, y que
truxiesen dos frailes para me informar de lo que allá se supiese, como más
largo en el despacho que para lo susodicho mandé dar se contiene; e porque al
tiempo que fueren a saber de los dichos frailes ternán necesidad de alguna
harina para hacer hostias e vino para
decir misa, yo vos mando que cuando enbiáredes a saber dellos, les enviéis diez
arrobas de vino, e otras diez de harina muy cernida, e les deis pasaje e flete
por ellas fasta que se lo entregar a los
dichos frailes que allá estubieren, e mando al nuestro tesorero que es o fuere
que de cualquier maravedíes o oro de su cargo compre lo susodicho que con carta
de pago de las personas que lo llevaren que con esta mi cédula mando que les sea
recibido en quenta lo que lo susodicho costare sin otro recaudo alguno, e mando
que se tome la razón desde mi cédula, etc. fechada en Valladolid, a XXVIII días
del mes de mayo de mil quinientos treze. Yo El Rey. Por mandado de su Alteza,
Lope Conchillos, señalada del Obispo.
EL FUNDADOR DE CUMANÁ
Cumaná. La
Primogénita de América, fue fundada por Fray Pedro de Córdoba y el cacique
Cawaná, bautizado Don Alonso. El cual fue llevado a Santo Domingo, donde fue
bautizado y educado en el cristianismo.
Pedro, empeñó su vida
en su obra fundacional, hizo tres
expediciones y tantos viajes al puerto de Perlas en tierra firme, muchos viajes
a España y entre las islas y tierra firme,
construyó casas, monasterios, escuelas, aprendió el idioma de los
indígenas, escribió para ellos libros sagrados, ejerció la defensa de los
indios en todas las instancias; fue un
defensor honesto, un hombre ejemplar, un maestro y logró fundar las primeras
misiones dominicas y franciscanas en Cumaná y Santa Fe, origen de nuestros
primeros pueblos mestizos en la tierra firme.
La
primera expedición de 1513 organizada por Pedro de Córdoba, y ordenada por el
Rey Fernando el católico, estuvo formada solo por dominicos, bajo el mando de
Antón de Montesinos, mano derecha de Pedro; el fraile Fr. Francisco Fernández
de Córdoba, el lego Juan Garcés y sus colaboradores, lenguas y sirvientes;
salió de Santo Domingo a fines de 1513, arribando al puerto de Cumaná, en pocos
días.
En
junio de 1519, Francisco del Castillo, declaró haber sido el piloto de la nave
que llevó a los dos dominicos, y Juan Fernández, piloto de una carabela dijo
que había ayudado en ello (cfr. E. Otte, Las Perlas del Caribe, ob. Cit. p.
125. nota 610) Los indios del cacique
Cumaná, a quien ya conocían, los recibieron, según se supo, con alegría y les
dieron de comer y beber, y los ubicaron en un lugar seguro, que ya se conocía
como Puerto de Las Perlas, en la desembocadura del río Chiribichií, hoy
Manzanares, donde los perleros y otros expedicionarios se surtían de agua,
indígenas para el trabajo, mujeres y alimentos para llevar a las islas de
Cubagua y Margarita.
Establecidos los
misioneros construyeron con ayuda del cacique y su gente, sus casas, y dos
iglesias de madera y palmas, donde también iniciaron una escuela a la cual, muy
pronto asistieron hasta 40 niños, de acuerdo con los cronistas, cédulas y los
suministros reales.
Lamentablemente una
expedición de un esclavista, capitaneada por Gómez de Rivera, emboscó y capturó
al cacique Cumaná con su familia y sus criados, y los vendió como esclavos en
Santo Domingo, sin que los frailes pudiesen hacer nada, por lo cual, los indios
en represalia sacrificaron a los frailes rehenes, y el proyecto sufrió un serio
descalabro, pero no terminó allí.
Pedro
de Córdoba no se amilanó con el martirio de los frailes, ni la osadía de los
españoles, que violaban las leyes reales; y, con los de su orden rescató a casi
todos los indios, en lucha desigual con las autoridades de la Española,
cómplices, y los devolvieron a su tierra y, en febrero de 1515, volvió a Cumaná y dejó, como dice Vicente
Rubio, con pruebas contundentes, a otros misioneros bajo el mando de Fr. Luis
de Castro, en el mismo sitio del sacrificio, en el Puerto de Las Perlas, que
fue el primer nombre que tuvo el primer asiento de españoles en la tierra
firme, en la desembocadura del río Chiribichií o Cumaná, como aparece en medallones y dibujos del
siglo XVI. que reproducimos para mejor testimonio, vean el puerto de Las Perlas
con su inmensa cruz, y las dos iglesias, y fuerte de Santa Cruz de La Vista
antes y después del terremoto de 1530.
LAS PINTURAS DE JACOME CASTELLÓN
Dibujos
del puerto de La Nueva Córdoba y ruinas del fuerte de Santa Cruz de La Vista.
Se pueden observar las laderas del cerro Pan de Azúcar, que le sirven de
referencia. Lamento que el Blog no salgan las fotografías ni los dibujos.
Estos dos dibujos fueron hechos por orden de
Jácome Castellón, antes y después del terremoto de 1530. Dentro de la empalizada
puede verse el pueblo de Nueva Córdoba, Fácilmente puede comprobarse que la
ciudad estaba ubicada en la desembocadura del rio en el Golfo de Cariaco,
tomando en consideración las laderas del cerro “Pan de Azúcar”, hacia donde se
extendía.
LOS PRIMEROS VIAJES A LA TERRA FIRME
Afirma,
don Vicente Rubio con pruebas irrefutables, que Pedro fue a buscar a los
dominicos rehenes, a Puerto de Perlas, en febrero de 1515, y supo que los habían
sacrificado, pero nunca abandonó la misión, dejó a los sustitutos: dice Vicente
Rubio:
“Tengo
para mí que eran Fr. Tomás de Toro y tres o cuatro dominicos más, cuyos nombres
ignoramos, los cuales marcharon allá con el P. Pedro de Córdoba en fecha
posterior al 10 de febrero de 1515,
a fin de indagar la suerte que habían corrido el P.
Fernández de Córdoba y el hermano Garcés.
A estos se agregarían luego los dos o tres que más tarde arribaron allí
para devolver a los indios liberados de su cautiverio”. Es decir que al frente de la misión dominica
de Puerto de Perlas quedaron por lo menos cinco misioneros, y estos
construyeron la iglesia y el monasterio que luego aparecen en los mapas, medallones
y documentos, cartas y soportes de reparaciones que reposan en el Archivo de
Indias. No podemos ni siquiera imaginar
que la Corona iba a mandar arquitectos y materiales desde España para reparar
construcciones de barro. Tanto la fortaleza como las iglesias de los dominicos
y franciscanos fueron construidos de cal y canto, como aparecen en el plano de
la Nueva Córdoba y en el medallón de 1601; por eso se explotaban las canteras
de Araya, donde trabajaban hasta 300 indígenas. Con la piedra tallada de Araya
se construyeron las iglesias, fuertes y casas principales de Cumaná, Nueva
Cádiz, tierra firme y en las islas del Caribe. Fueron reconstruidas por
Castellón según lo dice el Rey Carlos Primero en la Cedula Real que concede a
Castellón.
“Los
dominicos que “quedaron en aquella costa”, como dijo Fernando el Católico en su
carta del 2 de agosto de 1515, aparte de inquirir por todas las
vías quien o quienes habían
sacrificado a sus dos hermanos
misioneros, se dedicaron a la ardua
labor de sosegar a los nativos, convivir mansamente con ellos e indagar los
sitios más adecuados para que en
aquellas mismas latitudes volviera a reanudarse el soñado ensayo de evangelización pacífica con un buen
contingente de frailes predicadores y franciscanos reformados, traídos todos de
La Española”.
Esta
es la verdadera historia. En noviembre de 1515, después de fortalecer la misión
de Cumaná que florecía, como lo atestigua Las Casas, y avanzaba con nuevos misioneros;
llega Pedro de Córdoba a Santa Fe de Chiribiche. Todo esto indica la
continuidad de la misión de Cumaná desde 1513, corrigiendo lo que dicen la
mayor parte de los cronistas venezolanos.
Estos
mismos dominicos y franciscanos reciben a Castellón, a Gonzalo de Ocampo, a Fr.
Bartolomé de Las Casas, todos en 1521, y mucho más tarde a Fr. Francisco de
Montesinos, con tañido de campanas, en 1562, y a Diego Fernández de Serpa, en
1569, pero fíjense bien, todos ellos llegaron al territorio de Cumaná, pero no
entraron a la Nueva Córdoba; lean el acta de Serpa, en la cual dice que la
Nueva Córdoba seguirá siento la capital. La Nueva Córdoba era la ciudad sagrada
y estaba vedada para ellos. Tanto Gonzalo de Ocampo como Serpa aves de paso,
fundaron sus propios pueblos, más bien campamentos, cercanos a la Nueva
Córdoba, y Montesinos no pasó del campamento de Fajardo en la desembocadura del
río Tacar.
Fue
mucho más tarde que mudarán sus conventos e iglesias, a las faldas del Pan de
Azúcar, buscando una mejor ubicación y protección, eso fue a partir de 1621,
media legua rilo arriba, en el llano de Cumaná, donde se desarrolló la ciudad,
como es evidente y puede verse en los mapas que cursan, y pueden estudiar
cientos de mapas, pinturas y evidencias, pocas ciudades tienen tantos
testimonios e historias formidables como esta procera ciudad de Santa Inés de
Cumaná. Su historia llena de hechos heroicos, de hechos culturales y épicos,
cantados por los mejores historiadores y poetas no se perderá en el olvido, al
cual nos quieren obligar algunos influyentes escritores de historia, muchos de
ellos porque nunca han estudiado la historia de Cumaná, no saben nada de Pedro
de Córdoba como tampoco les interesa saber nada de la procera ciudad del
Mariscal, cuya ignorancia lo ofende.
SEGUNDA EXPEDICIÓN DE PEDRO DE CÓRDOBA.
Cuenta Las Casas, que, en julio del año de
1515, se trasladó de Cuba, donde residía, a la ciudad de Santo Domingo en La
Española, para rendir cuentas al “egregio” padre Pedro de Córdoba, y se encontró
que se había embarcado en un navío con otros religiosos de su orden y también
religiosos de Picardía, con Juan Garceto a la cabeza, para ir a predicar a los
indígenas de tierra firme. Pero sucedió que, encontrándose en alta mar, con
riesgo de sus vidas, una gran tormenta los obligó a volver al puerto. Se conoce
como el Huracán de San Laureano.
Debo considerar que,
en esta segunda expedición, aunque frustrada, tuvo resultado propiciatorio, ya
que se encontraron en Santo Domingo Bartolomé de Las Casas y Pedro de Córdoba,
los líderes jurados e indiscutibles de la conquista evangélica y pacífica de la
tierra firme.
Esta Segunda
expedición, frustrada, demuestra que los franciscanos venían bajo el mando de
Pedro de Córdoba.
TERCERA EXPEDICIÓN FUNDANTE. -
Veamos el texto
original de la Tercera Expedición Fundante, que trae Bartolomé de Las Casas en
su obra tantas veces citada, dice así:
“Salidos de aquista
isla el padre dicho y el clérigo –Montesinos y Las Casas- el padre fray Pedro
de Córdoba prosiguió su viaje –al parecer se refiere al mes de setiembre de
1515, pero en la Ordenanza de la Municipalidad de Cumaná, se estableció el 27
de noviembre de ese año- para tierra
firme con cuatro o cinco religiosos de su orden, muy buenos sacerdotes, y un
fraile lego, también con los de San Francisco, los cuales puestos en tierra
firme, a la puna de Araya, cuasi frontero de La Margarita, desembarcároslos con
todo su hato y dejároslos allí los marineros. Los franciscanos y dominicos
hicieron muchas y muy afectuosas oraciones y ayunos y disciplinas, para que
nuestro Señor les alumbrase donde pararían o asentarían; y finalmente, los
franciscanos asentaron en el pueblo de Cumaná, la última aguda, y los dominicos
fueron a asentar diez leguas abajo, al pueblo de Chiribichí, la penúltima
luenga, a la cual nombramos Santa Fe”.
CONCLUCIONES
Este texto lo he considerado, junto con la Cedula
Real de septiembre de 1516, como la
primera Acta de Fundación de Cumaná, puesto que reúnen todos los elementos
narrativos de la fundación de un pueblo español en el Nuevo Mundo, como la
hacían los cronistas de indias y él mismo; se puede comparar con textos
similares de fundaciones de otros pueblos, como Santa María del Antigua, Nombre
de Dios, Coro, Santo Domingo, La Habana, Panamá y Veracruz, etc. la única
diferencia que se podría alegar, en estos textos fundacionales, está en el estilo o método de redacción, unos
lo hacían por el pretendido derecho de conquista y otros por el derecho a la
evangelización cristiana, cual fue la fundación misional más utilizado en la
tierra firme americana.
De estos textos,
podemos colegir que Pedro, siguiendo su proyecto, parte de Santo Domingo, en el mes de noviembre de 1515, normalmente
tardaban 9 días en ese trayecto, en una nave – capitaneada por Juan Hernández
de Cimeta, que así lo testificó, según el acucioso historiador patrio Hernann González Oropesa; en la cual viajaron
dominicos y franciscanos actuando conjunta, fraternal y solidariamente, en
seguimiento del proyecto y bajo el mando espiritual de Pedro, obligado a fundar
pueblos, a iniciar el proceso evangelizador en la tierra firme.
Las Casas dice que
dejó a los franciscanos en Araya bajo el mando de Juan Garceto, lo que no me
parece lógico, aunque es una opinión generalizada, y es posible porque en
Puerto de Perlas estaban sus dominicos ya instalados, como hemos visto, sin embargo,
soy de la opinión y creo que es lo más probable, que los haya dejado confortablemente
establecidos en Cumaná, Puerto de Las Perlas, donde estaban los misioneros
dominicos. Se trata de dos órdenes distintas con sus propios gobiernos, es
posible pensar que durante algún tiempo estuvieron juntas, pero podemos
comprobar que ambas misiones funcionaron separadas. Pedro ya se había
establecido bajo la protección del Cacique Cumaná, a quien conocía porque
estuvo en su convento en Santo Domingo, no le fue difícil impetrar su proyecto;
definitivamente los dejó instalados con todo su hato, para construir una casa y
una iglesia, por cierto, un equipaje impresionante de acuerdo con lo embarcado
en Sevilla; y con órdenes muy precisas para la conducción de la misión que
estaba bajo su gobierno; se puede admitir, de acuerdo con documentos investigados
por Vicente Rubio, que estos
franciscanos vinieron a reforzar a los misioneros dominicos, y que sustituyeron
a los compañeros sacrificados de la primera expedición de 1513, pero todo hace
pensar que trabajaron cada orden en forma separada, y en Cumaná siempre
estuvieron los dominicos y franciscanos separados históricamente, eso podemos
comprobar en los planos y en sus ejecutorias; el mismo Vicente Rubio prueba con
toda clase de datos, que otros dominicos vinieron con Pedro de Córdoba en febrero de 1515 a sustituir e
investigar la muerte de sus compañeros, y por supuesto se quedaron y fueron
reforzados como hemos dicho, al frente de la misión que nunca abandonó a
Cumaná.
Pero
bien, siguiendo el relato de Las Casas:
Pedro deja a Juan Garceto con los franciscos en Cumaná en 1515,
probablemente en Punta Araya, “frontero
con La Margarita”, que luego fueron a
parar, definitivamente, en el pueblo de
Cumaná; no deja de ser importante que
Las Casas diga en el pueblo de Cumaná, porque en efecto ya Cumaná era un puerto
importante donde estaban los perleros, Los señores de Canoa, que explotaban
grades placeres de perlas en las islas de Margarita, Cubagua y en la península
de Araya, que no tenían ningún puerto, ni nada para sostenerse. En Cumaná había
aun pueblo “poblantísima” como dice el clérigo, Puerto de Perlas, un reino o
cacicazgo, rico y trabajador, organizado, constructores de barcos, productores
de yuca y maíz, buenos marineros y pescadores, como dice Las Casas; y amigo
“guatiaos”, lo que significaba mano de obra, mujeres, alimentos; como decían
los españoles La primera casa que se construye en Cubagua data de 1520 y mucho más
tarde en Margarita.
Pedro
continúa su expedición, con los otros dominicos, para fundar otra misión, hasta
Chiribiche ese año de 1515 (biche también quiere decir río). Pedro, en sus
cartas lo llama Chiribiche, en ningún documento del fundador aparece Chiripichi
y allí comienza la confusión de los cronistas), y bautiza la misión con el
nombre de Santa Fe de Chiribiche, que fue su consigna su aspiración, “donde
españoles no fueran”, su filosofía era
esa, fundar misiones con los aborígenes, para adoctrinarlos y expandir la doctrina de Cristo en toda
América; fue su segunda misión, Santa Fe, lejos, a diez leguas de Puerto de Perlas, donde españoles no fueran. Santa Fe de
Chiribiche, sin perlas ni nada que pudiesen ambicionar, donde reinaba Maraguey,
de la familia de Cawaná, que los
acepta, y donde asienta su segunda misión de predicadores en 1515; y continúa
la evangelización y procede a la construcción de otro monasterio, lo
deja en perfecta paz y vuelve a Santo Domingo desde donde la defiende del acoso
de los esclavistas; y de la vida de ese
monasterio se conservan hasta sus anécdotas de santidad; pero tiene que marcharse por sus compromisos
como Vicario de la Orden Dominica en el Nuevo Mundo, y deja encargado de la
misión a fray Diego de Velásquez, como en Cumaná dejó a Luis De Toro y a
Garceto, al frente de su obra; pero no por ser el Vicario de Indias con sede en
esa ciudad, abandonó sus misiones en tierra firme, el mantuvo su patrocinio y
autoridad sobre estos asentamientos hasta su muerte, como puede advertirse en
sus cartas.
José Mercedes Gómez,
Cronista de Cumaná hasta 1994, en su opúsculo “Orígenes de la Ciudad de Cumaná,
dice: “Al Parecer pacíficamente trascurrieron los años. Para el año de 1516
había nueve frailes, incluyendo al superior Fr. Juan Garceto y funcionaba por
lo menos una escuela con unos 50 alumnos indígenas”. Es el embrión de la ciudad de Cumaná.
Por supuesto además
de los conventos y las iglesias ordenadas por Fernando el Católico donde había
nueve sacerdotes y el pueblo indígena que no debía ser de por lo menos quince
mil indígenas Chaimas (se pronuncia Kaimas)
Sobre Pedro de
Córdoba tienen puesta la vista en la actualidad muchos historiadores,
investigadores y teólogos. Pueden buscar el Libro reciente de Fr. Vicente
Rubio, que se denomina “Los Primeros Mártires Dominicos de América”, que
lamentablemente confunde las fechas, los nombres y los sitios, pero por lo
demás, es una magnífica investigación que deja ciertas claves que sirven para
aclarar todas las dudas que se puedan tener de aquellos días iniciales sobre
todo del trabajo de Pedro de Córdoba, en Tierra Firme.
El hecho histórico de establecer la fundación de
Cumaná en 1515, es muy
significativo, de tal suerte que muchos
otros pueblos lo reclaman: Panamá y Veracruz en 1519, y otros pueblos que
desaparecieron por muchos años, y han vuelto a la vida; por eso,
la fundación de Cumaná, ha sido
negada o tergiversada, en detrimento de nuestra
historia, y muchos cumaneses desprevenidos han caído en el juego contra
nuestros intereses; por eso tenemos el deber de rescatar esos hechos para
la historia de nuestro pueblo,
utilizando los mismos argumentos de los que nos despojan. Además, la historia
de Cumaná de esos primeros tiempos es muy rica desde todo punto de vista, no
solo por el hecho simple de la fundación del primer pueblo del Imperio Español
en América, sino por la trascendencia histórica y filosófica de ese hecho. Del
trato de los españoles para con los indígenas y la defensa que hace Pedro de
Córdoba, en las cortes, nace toda una filosofía que defienden: Las Casas,
Vitoria, Suarez y decenas de ilustrados filósofos. Nacen las leyendas negras y
doradas y las leyes de indias. Se escriben libros importantísimos, se discute
sobre la dignidad de los indígenas, intervienen los reyes, obispos y hasta los
papas y las universidades. Todo eso lo desencadena un hombre llamado Pedro de
Córdoba, y Cumaná fue su idea y su testamento.
Como ejemplo trascribo en mi libro “Los Fundadores de Cumaná” el
catecismo que Pedro de Córdoba escribió para los indígenas en lengua
originaria.
Los que niegan la antigüedad de Cumaná de antes y
después de 1515, se fundamentan en los
errores que cometen los cronistas de Indias sobre el nombre de los ríos de
Santa Fe, que Pedro de Córdoba, su fundador, llama Chiribiche, como aparece en
sus cartas transcritas en mi libro ya mencionado; y el nombre del río Chiribichi,
como lo llama Bartolomé de Las Casas, y el gran historiador e investigador, Bartolomé Tavera Acosta, que
es el nombre propio del río de Cumaná, “el Cawaná Chiribichií”, o sea “Cawaná”,
que quiere decir gran río, y
Chiribichií, río de pájaros “Chiritos”; entonces muchos de los acontecimientos y la ubicación de los misioneros dominicos y
franciscanos, y el rapto del cacique Alonso, etc., que sucedieron en Cumaná,
como lo narra Las Casas y otros, cronistas,
en la desembocadura del gran rio –Cawaná Chiribichi- tal vez para ridiculizar a Las Casas, los
ubican en santa Fe (1515), que para ellos no tiene ninguna importancia porque
ese asentamiento duró muy poco tiempo; y se fundó dos años después que la
misión de Cumana (1513). Alrededor del rapto hay toda una documentación, un
expediente que contiene la defensa que hizo Pedro de Córdoba y que escribe Las
Casas, y eso no puede ocultarse.
Ese cuento de que Cumaná fue abandonada, que primero
fue Maracapana y Santa Fe, u otros parajes, son historias fugaces, en tanto en
cuanto las misiones iban fortaleciéndose en Puerto de Perlas, que luego fue
Nueva Córdoba, hasta el punto de convertirse en sede apostólica en 1519, con
orden real de construir cinco iglesias más; y la historia se encarga de
justificar. Este pueblo que está hecho de historia grande y heroica; y los
historiadores y cronistas no tienen otra cosa que hacer que no sea estudiarla y
trasmitirla como lo hacen siempre.
Confieso que no me importa que otros pueblos se
nutran con nuestros infinitos caudales históricos. Todos los pueblos tienen el
derecho de escribir su historia. En nuestro caso, sobran las pruebas de la
fundación y la permanencia, a través de los siglos, de esta ciudad procera y
muchas veces mártir, y otras mil veces heroica y trascendente. Solo debo recordarles a los historiadores
venezolanos que, cuando ocurrieron los primeros eventos, de 1513, Pedro de
Córdoba no había fundado la misión de Santa Fe de Chiribiche, que se inició en
noviembre de 1515, sobre este hecho están contestes todos los cronistas e
historiadores. Lo único, que me choca y en lo que difiero, es ese empeño, de
muchos cronistas e historiadores actuales, disidentes, de trasladar los hechos iniciales de la
fundación de Cumaná, a Santa Fe, Maracapana, Cubagua o Margarita, Los datos que tenemos, de las
investigaciones que hemos hecho, podemos afirmar que las expediciones dominicas
señaladas, arribaban a Puerto de Perlas, y al poco tiempo los misioneros;
podían recorrer hasta 8 leguas dentro del territorio de Alonso -el reino de
Cawaná- en santa paz; en ese reino de Cawaná (repito, quiere decir río grande),
donde estaban seguros; esa fue la
primera gran empresa de España, y de las primeras pesquerías de perlas; aquí, a
nuestro Puerto de Perlas, llegaban todas
las ||expediciones y los señores de Canoa, se establecieron aquí; en
Cubagua y Margarita no había ningún
puerto, ningún pueblo español, solo los placeres de Perlas. Per Alonso Niño se
llevó 49 marcos de perlas para España, desde Puerto de Perlas, y se desató la codicia,
de los perleros. Girolano Benzzoni, lo
vio y pintó una fase de la pesca en Cumaná en 1541, de este puerto se pagaron
los primeros derechos de almojarifazgo, a la Corona; de aquí partían hacia los
placeres, y luego venían a tierra firme donde estaban las misiones, las
iglesias, y donde tenían sus casas y negocios, así se formó la Nueva Córdoba y
de aquí partían a otros rumbos. Guillermo Morón nos trae las listas de
pasajeros que desembarcaban por ese puerto desde 1538, pero eso acontecía desde
mucho antes porque por ese puerto entraban al territorio del continente todas
las expediciones que venían de santo Domingo.
Montesinos convoca al pueblo con repiques de campanas de cinco iglesias
construidas por orden de Fernando el Católico, y ya la Nueva Córdoba era sede
apostólica desde 1519, y para esa fecha se estaba construyendo el fuerte de
Santa Cruz de La Vista, y si no es así debe ser que apareció milagrosamente la
mole sobre la cual Las Casas y Castellón construyeron la parte superior, que
vulgarmente llaman torre o torrecita, lo que desmiente la pintura y las ruinas
que un existen, y como puede verse en
los dibujos, de Jácome Castellón.
Ricardo
Castillo Hidalgo, se ve obligado a reconocer que entre 1504 y 1506, cuando el
Rey permite el rescate de esclavos, en su obra citada, dice: “Esa autorización,
como es lógico, serviría para impulsar armadas esclavistas hacia las zonas
señaladas, pero, mientras tanto el “rescate” continuaba en Cumaná, y en general
en toda la costa de las perlas, etc.”
Acaso puede negarse que con Juan Garceto y sus franciscos, se establecieron a un tiro de ballesta
tomado desde la orilla de la playa, en
el maravilloso delta que formaba el río Chiribichií, Cumaná o Cawaná, con sus
compañeros picardos y de otras nacionalidades: fray Juan Fleming (flamenco),
fray Ricardo Gani de Manupresa (inglés), fray Jacobo Hermigi, fray Ramgio de
Faulx, fray Jacobo Escoto (escocés), fray Juan de Guadalajara, y fray Nicolás
Desiderio, que continúan el trabajo iniciado por sus predecesores mártires
y sus sustitutos dominicos con Fr. Luis
de Toro, que refundan la escuela para
los niños indígenas, construyen un monasterio, reconstruyen una iglesia que
había sido destruida por los indios, e inician y terminan otra iglesia, todo
ello bien documentado, y puede verse en dibujos y planos de esa época; además
tenemos soportes de los trabajos de reparación que se hacían en ellos.
Desde
la fundación de la misión de 1513 nunca abandonaron los misioneros a Cumaná, y
su misión dio frutos, ya que su puerto creció hasta convertirse en la capital
de la provincia de Paria primero y después de Nueva Andalucía, con el nombre de
Nueva Córdoba y luego Cumaná, y fue sede del primer obispado de América. Ningún
otro pueblo de esa época tiene la documentación que tiene Cumaná.
El Rey Carlos I, autorizaba a la Casa de Contratación en mayo
de 1519 y le decía: “Hemos mandado
proveer además de las dos iglesias y casa de San Francisco que están en la costa de Cumaná, que es la de
tierra firme del mar-océano, se edifiquen otras cinco iglesias y casas en
aquella costa, en que se celebre el culto divino y que puedan morar cuatro
religiosos de dicha orden y debían proveerse escuelas; iglesias y conventos de
todos los materiales y útiles, necesarios para la enseñanza al culto y al trabajo agrícola”. Esas cinco
iglesias se construyeron y aparecen en planos de la ciudad desde tiempo
inmemorial.
Muchos
historiadores y cronistas niegan hasta la existencia de Nueva Córdoba,
destruida por piratas franceses en 1654, cuyos archivos fueron rescatados por
Fr. Antonio Patricio de Alcalá, quien los reprodujo en el “Consectario de la
Ciudad de Cumaná”. En este sentido cabe recordar que, en la Capitulación con
Diego Fernández de Serpa, quedó asentado que: La capital de este gobierno “Debía
ser la ciudad de Nueva Córdoba”, de ese embrión quedan documentos infinitos,
planos, relaciones, cartas, y pinturas. Las personas blancas que la habitaban y
el rey establecía en la Cedula Real que otorgaba Escudo de Armas a Castellón,
que la ciudad estaba poblada por una cuarta parte de hombres blancos y tres
partes de indígenas No hacen falta más pruebas.
Nuca se ha calculado bien la población indígena, solo tenemos el término
“poblantísima” acuñado por Las Casas, igualmente sabemos que este acucioso
fraile dice que en la provi8ncia había pueblos de más de diez mil casas. En la
relación de López de las Varillas, podemos apreciar los numerosos caciques que
señala.
Nosotros
tenemos más, publicadas en mis libros, del poblamiento e historia de Cumana,
reunidas en la “La fundación de Cumaná”, “Cronología de la fundación de
Cumaná”, “Historia de la Iglesia Católica de Cumaná” y “Gobernadores Coloniales
de Cumaná” “Cumaná y Coro “y otros libros con los cuales pretendo completar la
historia de mi pueblo desde su descubrimiento, hasta nuestros días, incluyendo
terremotos, guerras, y mucho de su cultura.
Toda
la historia de Cumaná, cada acontecimiento, cada hecho trascendente; cada
viajero que pisó su suelo, cada pirata que atacó su pueblo, cada ataque indígena,
cada hijo notable, cada sacerdote o misionero que se quedó entre nosotros, o
escribió o investigó, toda es su historia.
Cumaná
es Primogénita desde que Colón la descubrió en 1494 y fue conocida con el
nombre de Puerto de Las Perlas; es una parte de larga historia, de mitos y
leyendas que la rodean. El nauta salvado del naufragio que cuenta su historia a
Colón; Las perlas que fueron la primera riqueza que explotó España en América;
el rapto del cacique y su familia; la intervención de grandes filósofos como
Las Casas, Vitoria y Suarez; el martirio de los dominicos; el juicio contra
Colón La riqueza; el nombramiento del primer obispo; la muerte de Fajardo; la resistencia
indígena; los crímenes de Gonzalo de Ocampo, las construcciones de Castellón,
el terremoto de 1530; la riqueza perlera: Dice el Prof. Lodeiros, “…estimamos
la cuantificación del siglo XVI con la producción, en solo 27 años equivalentes
a 11.326.230 perlas de 1 g (5 quilates) lo cual supondría una explotación de
45.304,92 millones de ostras 11.326.230 x 4.000,oo equivalentes a 1,36 millones
de toneladas (1 ostra con perla 30g) lo
que daría un promedio en 27 años de 50.370,70 t/año.
Que
no había perlas en Cumaná, dicen algunos investigadores de la historia, veamos
como lo cuenta Ángelo Trevisan, cuando arribó a su puerto en 1494. Cumaná era
una rica región perlífera, nos dice Trevisan, y Benzoni cuenta que en aquel
lugar los nativos recogían perlas en gran cantidad. Con cestos especiales y los
pinta, provistos de peso y pendientes de cuerdas, descendían al fondo del mar y
pescaban allí las ostras que les servían de alimento, y de ellas arrancaban las
perlas; pero como carecían de instrumentos adecuados para perforarlas, perdían
y estropeaban muchas. Eran verdaderas perlas orientales, muy bellas. Los
nativos las cambiaban fácilmente a los recién llegados por cascabeles y otras
baratijas.
Yo
le pregunto a estos historiadores que niegan nuestra historia: ¿Con que
personal se trabajaba y donde vivían? y ¿Por qué Cumaná tiene tanta historia? Y
¿Porque esos pueblos alternativos desaparecieron?
Con
nuestras perlas inundó España a Europa, servían como dinero en las
transacciones mercantiles: llenaban las canoas, se hicieron célebres los
Señores, de tal suerte que, por esos tiempos, Cumaná fue el puerto más
importante del Nuevo Mundo, son significativos los diálogos entre Pedro
Barbirio, nuestro flamante primer Obispo, y el sapientísimo Erasmo de Róterdam.
Eso no puede pasar desapercibido. El mismo Guillermo Morón, da cuenta de los
navíos que arribaron a Cumaná, y trascribe en su Historia de Venezuela, los
nombres de todos los pasajeros que desembarcaron por su puerto desde 1538.
Cumaná
no fue fundada por Gonzalo de Ocampo en 1521, como pretenden obligarnos a creer
algunos desapercibidos, que luego no vacilan en llamarla Primogénita; sin tomar en cuenta que Panamá y
Veracruz se fundaron en 1519, y aspiran ese galardón; y no la fundó porque ya existía y estaba en pleno esplendor
Puerto de Perlas y las misiones de Pedro de Córdoba, en la desembocadura del
río Cumaná, por el Golfo de Cariaco; orgullosa, bella y alabada por todos los
que la visitaban, y pueden ustedes ver en los dibujos y planos de la época; y
ya blasonaban sus habitantes que no encontraban ni escatimaban alabanzas de sus
bondades, en planos y alegorías y en sus
peticiones a los Reyes de España.
Gonzalo
de Ocampo hizo un campamento militar donde después se desarrolló el barrio de
San Francisco, media legua río Cumaná arriba, y lo llamó Nueva Toledo;
construyó 20 o 30 casas, fue otro escalón en el proceso de la fundación,
indudablemente forma parte de la historia heroica de Cumaná; lo mismo que
Bartolomé de Las Casas, que construyó gran parte del fuerte de Santa Cruz de La
Vista, y se instaló con los dominicos en las misiones de Puerto de Perlas, o
sea, el incipiente pueblo de Cumaná. Gonzalo de Ocampo, al llegar Bartolomé de
Las Casas, y presentarle los despachos reales de su capitulación con la Corona,
tuvo que abandonar su empresa fundacional, y el campamento que había iniciado.
Pueden ver la ubicación de ese campamento en el dibujo del año 1601, del
Gobernador Suarez de Amaya. Y Castellón, que es también otro escalón del
proceso fundacional, y tendría muchos más méritos que Ocampo, ya que el
reconstruyó el pueblo, terminó la construcción del fuerte de Santa Cruz de la
Vista, lo presentó al Rey Carlos I y fue nombrado su Alcalde y, por ende, Jefe
de Las Fuerzas Reales y del pueblo, que puede verse al detalle, rodeado por la
gran empalizada protectora, en las pinturas que el mismo ordenó hacer antes y
después del terremoto de 1530.
De
ese pueblo salían y entraban todas las expediciones de colonos y guerreros de
esos tiempos. El nombre de Nueva Córdoba viene de Misión de Pedro de Córdoba,
que a la vez es el nombre que sucede a Puerto de Perlas; su pujanza puede
apreciarse en las pinturas de Castellón de ese mismo tiempo, y sus familias
aparecen en el Consectario de la Ciudad de Cumaná, en la parte escrita por fray
Antonio Patricio de Alcalá, y las otras que inserté en este corto ensayo.
En Cumaná Pedro de Córdoba inició su apostolado con
éxito para 1518 se creó la Diócesis de Paria y Cumaná fue la sede apostólica
porque no existía en Paria ningún otro pueblo con las condiciones para tales
efectos veamos como lo cuanta Hernann González Oropeza
“Entre
1513 y 1521,
Dominicos y Franciscanos y luego fray Bartolomé de las Casas, lucharon por
realizar la evangelización en la forma más apostólica y pacífica que pudiera soñarse. Este ideal apostólico ha sido reseñado una y
otra vez.
No vamos a detenernos en recordarlo.
Lo hemos aludido para destacar que es
dentro de este contexto, cuando nació el primer Obispado de Venezuela con el nombre de
Diócesis de Paria. Los orígenes de la iglesia venezolana,
tienen que
buscarse en el Oriente de nuestra nación, aún en lo que respecta al nacimiento
de la jerarquía eclesiástica; pero conviene anotar que estas primeras misiones
evangélicas de Dominicos y Franciscanos a este Oriente venezolano,
llegaron con facultades
papales especialmente pedidos a la Santa Sede, sin que mediara ninguna dependencia
eclesiástica de Santo Domingo o de Puerto Rico.
Nació
este Obispado con este nombre aborigen de Paria, recogido por el mismo Cristóbal Colón de los
mismos labios indígenas en la hora auroral del descubrimiento Encontrándose
entre Trinidad y el Orinoco,
escribe, “vino mucha gente y me dijeron como llamaban a esta tierra Paria”.
El topónimo persevera entre los
siguientes viajeros, y lo retienen los simples marinos que declaran en el “Pleito de
los Colones”. Si bien al comienzo solo
se designan como “Paria” a las tierras planas que hacen frente a la Isla de
Trinidad para formar el golfo que hoy conserva igual nombre; poco a poco el
topónimo ascendió hasta abarcar el área montañosa del noreste.
Se han conservado las Cédulas Reales
por las que se dio comienzo a este Obispado de Paria Dos cartas de Carlos I al
Papa León X y a su Embajador en Roma y otras dos a sendos Cardenales de Curia y
que están fechadas todas el 17 de mayo de 1520, urgen la provisión de Don Pedro Barbirio para
el Obispado de Paria pero en ambas se alude a una petición previa para la
erección de una “Iglesia Catedral en la Provincia de Paria que es en la tierra
firme del mar océano” De esta
anterior si bien desconocemos su texto y fecha exacta Podemos datarla hacia
finales de 1518 (4).”
EL RAPTO DE
CAWANÁ.
Abundando
en este tema, debo aclarar que: El Cacique de Cumaná, Cawaná, y su puerto se
hicieron famosos en 1514 cuando el cacique y su familia fueron raptados,
vendidos en Santo Domingo como esclavos, y los dominicos, con Pedro de Córdoba
a la cabeza, reclamaron en todas las instancias, la devolución de los
indígenas; veamos algo de la última investigación realizada por don Vicente Rubio,
sobre la expedición, estos datos:
“Santo
Domingo. El 5 de agosto de 1514 era convocada una reunión en casa del Licdo.
Marcelo de Villalobos, uno de los tres jueces de Apelación. Once personas más
asistieron a ella: El Lcdo. Juan Ortiz de Matienzo, colega de Villalobos. Gil González Dávila, contador de la Isla.
Juan de Ampiés, factor de la misma. Pedro de Ledesma, secretario de la Real
Audiencia. Cristóbal Sánchez Colchero,
naviero. Juan de León, vecino de Santo Domingo. Gómez de Ribera, ídem. Diego Caballero, ídem. Bartolomé Palacios. Ídem. Diego Bernal, ídem. Y Juan Fernández de las
Varas, el cual se hizo representar por un tercero”.
“Entre
todos acordaron organizar una expedición o “armada” contra los caribes de las
islas cercanas. Esta expresión equivalía: “ir a caza de indios”. Nada importaba que los nativos cazados fuesen
en verdad “caribes” (antropófagos y enemigos tanto de indios pertenecientes a
otras tribus como de los colonos hispanos) o “guatiaos” (indios de paz y amigos
de los españoles). Al volver de la cacería y a la hora de declarar su mercancía
humana ante las autoridades del puerto de Santo Domingo, siempre los armadores
hacían pasar a todos sus aborígenes apresados como “caribes” sabiendo que así
la ley les amparaba (16).
Constituida
por aquellos doce individuos la expedición, “gastos y beneficios se repartían
por partes iguales entre los doce socios.
Tomarían parte dos naves pertenecientes a dos de los socios: el navío
“Latino” de Cristóbal Sánchez Colchero y el barco de Palacios. Juan de León fue nombrado capitán de la
armada, y Pedro de Ledesma y Diego Caballero recibieron el encargo de proveer y
despacharla…
“Aportaron
capitales, además de los socios de la empresa, el repartidor de los indios de
la española, Rodrigo de Alburquerque, que poco después sería nombrado alcalde
mayor de la isla, y el procurador de Santo Domingo Juan García Caballero. Probablemente también invirtió capital en la
empresa el tercer oidor, Lucas Vázquez de Sillón, pariente de la mujer de Gómez
de Ribera; éste último fue nombrado veedor de la amada… La expedición se
dirigió primero a la isla de San Vicente, donde tras saltar a tierra, el
capitán Juan de León y el naviero y maestro de su nave, Cristóbal Sánchez
Colchero, fueron matados por los indios.
Muertos dos de los jefes de la expedición, asumió el mando de la armada
Gómez de Ribera. Ordenó tomar rumbo a “las perlas”, donde rescataron perlas de
los indígenas y también se dedicaron a pescarlas.
Mapa de Suarez de Amaya. 1603. De acuerdo con este
mapa ingenuo, Gonzalo de Ocampo construyó su campamento en lo que hoy es el
Barrio de San Francisco.
GONZALO DE OCAMPO
Cuando Ocampo vino aquí a reducir a los
indígenas mediante engaños; construyó su campamento de 21 casas y le dio el
nombre de La Villa de Toledo, donde lo visitó Bartolomé de Las Casas, y dijo:
“Ni que lo llame Sevilla, lo habitaran los indígenas”, El Clérigo se refería
indudablemente, al pacto poblacional, porque los indígenas ya habían pactado
con los misioneros, y se quedarían en la Nueva Córdoba. Ocampo fundo un
campamento muy lejos de la Nueva Córdoba, tal vez en lo que es hoy el barrio de
San Francisco. No tiene nada que ver con la Nueva Córdoba
Montesinos,
de 1562, que convocó al pueblo para nombrar su ayuntamiento, con el tañido de
las campanas de los templos de Nueva Córdoba, templos de los cuales Antonio
Patricio de Alcalá, rescató los libros de matrimonios y bautizos, que hoy
podemos apreciar en El Consectario de la Ciudad de Cumaná, libro genético de
nuestro pueblo. Para aquellos que desconocen la reconstrucción de los templos
de dominicos y franciscanos, basta con que lean el Acta por la cual el rey
Carlos Primero nombra alcalde a Jácome Castellón.
En
el Acta de Montesinos, donde no estaban todos los habitantes, están familias españolas y los representantes de los indígenas con sus
familias, se calcula que vivían en Cumana más de 20.000 indígenas, Humboldt los
calculó en 15.000 en 1799, digan si eso no es un pueblo populoso, Humboldt dijo
que Cumaná era tres veces más poblado que Veracruz; en todos los mapas desde el siglo XVII se ven
los cinco templos de Cumaná, y allí, cuando llegó Montesinos en 1562 había por lo
menos dos iglesias servidas, que siempre han estado y estaban los templos y
monasterios y la ciudad. Ustedes, investigadores independientes, pueden leer el
expediente de la muerte de Fajardo, que fue juzgado en el edificio del cabildo,
y su cadáver fue arrastrado por las calles del pueblo y colgado en su plaza
mayor.
Los
que ignoran estos hechos se basan en los dichos de algunos viajeros que no
encontraron el rumbo hasta la Nueva Córdoba, y su ignorancia manifiesta queda
al descubierto en el crecimiento indetenible de nuestra ciudad. Cumaná la
Primogénita de América. La Nueva
Córdoba, fue una ciudad populosa, como puede verse en sus mapas y dibujos;
incitó la codicia de las naciones y nacionales europeos. En 1542 los holandeses
ocuparon las salinas de Araya y las explotaron hasta 1622, cuando se inició la
construcción del Castillo de Santiago de Arroyo de Araya; a partir de ese hecho
La Nueva Córdoba quedó en la ruta de los Corsarios, el primero que la saqueó
fue John Awaquins, en 1568, luego nos saqueó, pero fue derrotado y salvo
milagrosamente la vida, el afamado pirata Walter Raleigh en 1595. La Nueva
Córdoba y las Salinas de Araya, también fueron atacadas en 1576 por el Corsario
Inglés Peter Barker, que robó sal en Araya, pero fue rechazado en Nueva
Córdoba. Amias Preston, afamado filibustero, obliga a los habitantes de la
Nueva Córdoba a pagarle una fuerte suma de dinero, y también atacó las salinas
de Araya donde roba grandes cantidades de sal. En 1602 vuelven los ingleses
esta vez bajo el mando de Williams Parker, también es rechazado. En 1606, el
Gobierno Español envió una armada de 18 buques de guerra a custodiar el pueblo
de Nueva Córdoba y las Salinas de Araya. En 1622 el Capitán General de Cumaná, don
Diego de Arroyo y Daza obtuvo una contundente victoria contra 104 naves de
guerra de los invasores holandeses. Ese mismo año se inició la construcción del
fuerte de Santiago de Arroyo de Araya, y se fundó el pueblo de Araya bajo la
advocación de Nuestra Señora de Las Aguas Santas.
La
ciudad fue atacada, demolida por las fuerzas humanas y la naturaleza, pero la
obra civilizadora nunca cesó, para probarlo tenemos esta hermosa realidad que
nunca fue abatida por completo. Cumaná, como el ave Fénix, vuelve a la vida
después de cada tragedia. Phoenicoperus: nuestra ciudad es la esperanza de su pueblo
y la esperanza no morirá nunca.
ANTONIO FLORES Y JÁCOME CASTELLÓN
Después de la partida de Las Casas las
naciones indígenas de la Costa de las Perlas, se pusieron en pie de guerra, matando y destruyendo la
obra de los conquistadores: las tribus chaimas, arawacas, cumanagotos, guaiqueríes, tagares, chacopatas, cacheimes, parias,
caribes, pariagotos; con sus caciques:
Maraguay, Toronoima, Diego, Cariaco,
Cayaurima, Melchor, Sacana, Niscoto, Querecrepe, Cuserú, Querequepana,
Doña Isabel, Queneriqueima, Juan
Cavare, Manoa, Maicana, Zapata, Tucupabera,
Uriapari, Omeguas, y muchos otros.
La noticia de la revuelta indígena
sorprendió y corrió por Cubagua y Santo Domingo; sobre todo Cubagua que
recordaba el asalto de los cumaneses y la cobarde huida del alcalde Flores.
Antonio Flores, Alcalde de La Nueva
Cádiz, es importante en nuestra historia porque fue juez territorial de tierra firme,
había arribado a la isla de las perlas con la expedición de Rodrigo de
Figueroa, que fue Juez de Residencia en La Española, y lo nombró Juez
Territorial de la Nueva Andalucía, siendo el primero en ese cargo. Luego Flores fue también Alcalde Mayor de las
Islas y Tierra Firme con domicilio en Cubagua.
Antonio Flores se destaca en la trata
de indios, connotado perlero e importador de mercancías para Cubagua. Este
hombre que había martirizado al valiente cacique Melchor, del Golfo de Cariaco,
soltando sus lebreles para acorralarlo y después matarlo despiadadamente con un
certero disparo de lombarda, huyó cobardemente de Cubagua, dejándola indefensa
cuando los indios de la costa de Cumaná, la invadieron en 1521. Por eso fue destituido y apresado por Gonzalo
de Ovalle.
Para controlar la revuelta indígena, el Cabido
de Cubagua, a cuyo frente estaba Don Francisco de Vallejo, ordenó a Jácome
Castellón Suárez, traficante de esclavos y conocedor como ninguno del
territorio y sus jefes indígenas, armar una expedición para pacificar la Costa
Firme; el cual, al frente de una flota
punitiva, partió a cumplir su cometido.
Nació este atildado aventurero en
Toledo España, hijo de un rico mercader, don Bernardo Castellón, casado cuya
familia era de origen italiano. Hay un documento de registro, de Jácome
Castellón Suárez, en el cual están todos sus datos filia torios, donde aparece
como mercader genovés de 18 años, que en 1512 viaja a la isla “La Española”, acompañado
por Andrés de Villacorta y un criado de nombre Alonso Salvanés.
Al parecer en este corto viaje hizo
negocios productivos por pingues, ya que, a su vuelta a España, se une a un
grupo de ricos comerciantes en Sevilla; uno de ellos don Esteban Centurión,
importante factor genovés, acostumbrado a ese tipo de ganancias.
En su segundo viaje a La Española,
representando varias firmas importantes de los señores: Don Andrea Pavesina y
Francisco de Ribero, no le fue nada bien o decidió burlarlos; y decide quedarse
en América, para rehacer su fortuna.
En un documento de 1517 del proceso de Residencia que se le siguió a los
licenciados Lucas Vásquez de Alón, Juan
Ortiz de Matienzo y Marcelo de Villalobos, jueces de apelación en la Española,
instruido por el Lcdo. Alonso de Suazo, nombrado por los regentes, quedantes a
la muerte de Fernando el Católico, junta que presidía el todopoderoso Cardenal
Cisneros, que toma esta medida instruido por Bartolomé de Las Casas, que actúa
en representación de fray Pedro de Córdoba y sus dominicos, en cuyo proceso
resalta la figura de Castellón. El cual actuando en sociedad con don Jerónimo
de Grimaldo, poderoso factor de la española, venía armando expediciones
esclavistas a tierra firme valiéndose de cuantiosos sobornos a favor del
poderoso Pasamonte, enfrentado a la autoridad de don Diego Colón. Castellón en
declaración dad el 15 de julio de 1517, si bien defiende a Pasamonte, admite
que los jueces Villalobos y Alón, lo había extorsionado exigiéndole la sexta
parte de sus ganancias del producto de una expedición financiada por Grimaldo,
para cargar sal de Araya, y también reconoció que “resgataban” indios para
venderlos como esclavos. De donde queda claro que Castellón era tratante de
esclavos.
Este sujeto fue uno más en la cadena de
los fundadores y refundadores de Cumaná,
antiguo Puerto de Perlas, y su método queda al descubierto en el asiento
primero de las misiones dominicas y franciscanas de Pedro de Córdoba, y su
Nueva Córdoba; ciudad, por cuanto contaba con una numerosa población indígena,
ubicada en “Los Cerritos” –médanos- lugar paradisíaco por donde desembocaba el río Chiribichií, la
última luenga, que tiempo después los
españoles llamaron Manzanares; pueden ver este formidable río en la fotografía
a su paso por Cumaná, cuando aún conservaba todo su esplendor, en su asiento
primario, en lo que es hoy el barrio “El
Barbudo”.
Por supuesto que Castellón conocía muy
bien las costas, comerciaba con los indios casabe y maíz, era también tratante
de esclavos y sobre todo explotador de las salinas de Araya, de donde proveía
su riqueza.
Sabemos que, en 1522, después de la
partida de Las Casas desde Cumaná, los indios vuelven a sublevarse y dan muerte a varios piratas,
algunos colonos, al capitán Soto, que se había dedicado al pillaje, a fray
Dionisio que se había escondido en la huerta contigua al convento, y también
prenden fuego a la iglesia, las casas y la huerta.
En represalia Castellón desembarca con
su armada, como Ocampo, por Maracapana, por vez primera traen caballos a la
tierra firme, para mayor aflicción de los indefensos pobladores; ordena la
captura y ejecución inmisericorde de los guerreros y caciques, culpables o
inocentes, destruye los caseríos, con sus bohíos, janocos, chozas, cuanto había
edificado; y también “resgata” muchos hombres, mujeres y niños, para venderlos
como esclavos, cuál era el objetivo principal de su expedición.
Sin embargo, Castellón tuvo mucho
cuidado con los pobladores indígenas de Cumaná; por eso López de Gómara dice
que “Perdía mucho el Rey con perderse Cumaná porque cesaba la pesca y trato de
las perlas de Cubagua” (44); y entonces Castellón hizo aquí, el papel de
pacificador.
Casi todos los cronistas de la época
están contestes en acreditar la importancia que había adquirido la misión
franciscana de Cumaná, que “florecía” como dice Oviedo, y daba muy buenos
frutos. La mejor demostración de ello es que el Vaticano en 1519 nombró para
Paria, el primer obispo de la tierra firme, Pedro Barbirio; con sede
indudablemente en Cumaná por que la Nueva Cádiz, -fundada por Castellón en
1521-, aún no era nada.
Castellón se instala en la misión franciscana
de Cumaná, que ya era el pueblo y puerto conocido como Puerto de Perlas, y
misión de Córdoba, como podemos verlo en dibujos y mapas de 1601, ubicado en Los Cerritos a la desembocadura del río;
allí establece su cuartel general,
bautiza el poblado con el nombre con el que era conocido, de Misión de Córdoba, en honor a su verdadero fundador,
Nueva Córdoba, se dedica a la reconstrucción de todo lo que había sido
destruido unos días antes, y concluye la
fábrica de la fortaleza, en la propia boca del río, como reconoce
Las Casas en “La Historia de Las Indias”: Veamos esta apostilla:
“Edificó Jácome Castellón una fortaleza
a la boca del río de Cumaná, donde el clérigo Las Casas la quería edificar,
para tener segura la cogida del agua, sin la cual, como está dicho no podían
vivir los de la isleta de Cubagua” (45).
Fácilmente se puede advertir que esta
cita no fue escrita por Las Casas, fue incluida en su obra por hábiles manos,
como muchas otras que aparecen en sus libros. En la pintura del propio
Castellón se ve la fortaleza construida a la orilla del rio y rodeada de las
casas de La Nueva Córdoba.
Y aunque la cita fuese de Las Casas,
creemos que algo hizo en el fuerte de
Santa Cruz de la Vista, como afirman sus biógrafos, y era uno de sus objetivos
proteger a los pobladores de Puerto de Perlas, porque aún no habían fundado La
Nueva Cádiz; y estuvo en Cumaná cuatro
meses, desde el 15 de agosto hasta el 15 de diciembre de 1521; además,
porque dudamos, y es imposible,
que Castellón haya podido construir la
fortaleza en dos meses, que hay entre su
arribo a Cumaná, a fines de noviembre de 1522
y el 23 de enero de 1523, como lo canta Castellanos:
“La cual concluyó muy a provecho
Año de veintitrés y un mes corrido,
Nombrose por Alcaide de lo hecho
y Capitán Mayor deste partido”. (46)
El juglar se cuida de decir, construyó,
emplea más bien el término “concluyó”.
Castellón bautizó el asiento
poblacional, ya lo dijimos, con el nombre de Nueva Córdoba, en honor del
verdadero fundador fray Pedro de Córdoba, seguramente a petición de los
franciscos que lo acompañaron en su campaña; de lo cual da parte a la Real
Audiencia de La Española, y de haber construido y terminado la fortaleza en el
mes de enero de 1523, y anexa su “figura e traza”, es decir sus planos, mapas y
una pintura, todo lo cual se conserva.
Nosotros creemos que esta fortaleza es
más antigua, tenía tiempo en construcción, como puede advertirse en los dibujos
del mismo Castellón, donde se observa la antigüedad de sus muros, nos parece
que solo faltaba terminar la parte superior, que tanto adelantó Las Casas y
ponerlo en servicio, que fue lo que hizo Castellón, y colocar la “rama de
olivo”, como dice uno de los biógrafos de Bartolomé de Las Casas. Es
absolutamente imposible haber puesto en servicio las canteras de piedra de
Araya y fabricado el fuerte de Santa Cruz de la Vista, en dos meses, y además
Castellón tuvo que pacificar a los indígenas y reconstruir la misión.
Nuestro cronista, Dr. José Mercedes
Gómez, al referirse al temible conquistador, dice: “Jácome de Castellón cumple
papel importante en la génesis de la Historia de Cumaná. Es él sin duda, el
personaje que más sobresale en los albores de su nacimiento. Impuesto por una
serie de circunstancias y sucesos coyunturales a desempeñar su función de castigador
de indios rebeldes, asume esa función y con vivencia del futuro, no deja el
cargo de Capitán de la expedición punitiva, sino que asume también el de
consolidar el poblado misional franciscano y proyectar más allá del reducido
ámbito lugareño la importancia, que, como sede de un gobierno militar, en lo
defensivo y ofensivo, podía cumplir en la conquista y dominio de toda la costa
oriental”. (47)
En fin, aunque a nuestro antiguo
Cronista, Dr. José Mercedes Gómez, no le queda ninguna duda en relación con la
autoría de la construcción del fuerte de Santa Cruz, producto de sus inapreciables
investigaciones sobre documentos y registros del constructor, Bernaldo
Dinarte, a nosotros si nos queda esa
duda; y es que Castellón si terminó la construcción de la torre en la parte superior del fuerte,
como se puede apreciar en sus dibujos, completó lo hecho por Las Casas, esa es
la verdad, y no todo el fuerte, que es más antiguo, solo
la torre en la parte superior.
Y surge algo importante que nos
proponemos investigar, que ahora solo intuimos, y salta de los mismos
documentos examinados por nuestro antiguo Cronista, a quien tal vez no se le
escapó; y es que, al nombrar, la Real Audiencia de Santo Domingo, un Alcalde
para el fuerte que a la vez lo fue de La Nueva Córdoba, y su numerosa población
indígena; tuvo que nombrar también el primer ayuntamiento de la tierra firme,
el primero de setiembre de 1523.
Teniendo, como tengo, los dibujos
y mapas de la Nueva Córdoba de esa época, no puedo concebir a Castellón solo,
es decir autoridad única: construyendo y gobernando un fuerte, la explotación de las piedras de Araya, el
pueblo indígena, reconstruyendo lo dañado, poblando, manteniendo el orden, “resgatando”,
explotando, enseñando y acarreando los bloques de piedra ciclópea de las canteras a la Nueva Córdoba o
Cumaná, y la explotación de las salinas de Araya, y las pesquerías de perlas,
etc.; además defendiendo las misiones y sus iglesias, la escuela, el
convento, organizando a los indios, viajando. No es posible todo eso sin
autoridades legítimas; el necesitó y tuvo que nombrar un Ayuntamiento, porque
así se lo exigían las Leyes de Indias y las Cédulas Reales, así lo creo, aunque
no tengo la evidencia ni los nombres de
los ediles de aquel tiempo. Seguiremos indagando.
Castellón participó al Rey la
culminación de los trabajos del fuerte de Santa Cruz de La Vista, y pidió que
se le concediera Escudo de Amas para él y sus descendientes. Todo le fue
concedido, la carta del Rey es muy explícita, dice:
DOCUMENTOS DEL REY PARA CASTELLON, RELATIVOS AL FUERTE DE SANTA CRUZ DE
LA VISTA
“El Rey. Jácome de Castellón, vecino de
la ciudad de Santo Domingo de la isla
Española nuestro Alcaide de la fortaleza
de Cumaná, que es en la costa firme
llamada de Castilla del Oro, nos hiciste relación que vos, con deseos de
nos servir, pasaste a aquellas partes, e que estando vos en la dicha isla, los
indios naturales de la dicha costa se
revelaron e alzaron la obediencia que nos debían, y quemaron y robaron los
monasterios uno de Santo Domingo e otro de San Francisco, que en la dicha
provincia habían mandado fundar para la conversión de los naturales a nuestra Fe Católica, e que el nombre de
Nuestro Señor entre ellos fuese ensalzado e predicado e que además de
quemar dichos monasterios, mataron todos
los frailes que en ellos había e a los españoles que en la dicha tierra pudieren haber, de manera que ninguno dejaron, e defendieron a los cristianaos
españoles que en dicha isla de Cubagua residían en la pesquería e granjerías de
las perlas, que no tomasen agua en aquella costa para su sustentación, y que para castigar y remediar lo susodicho, fueron enviados en nuestro
nombre dos capitanes con armas y gentes y mucho gasto, los cuales diz no hicieron cosa ninguna, e que vos con deseo de nos
servir aventuraste vuestra persona y hacienda, e fuiste por capitán de la misma
empresa e que mediante la ayuda de Nuestro Señor, con vuestra diligencia e ánimo entraste e la dicha provincia, que
así estaba rebelada e que por fuerza sojuzgaste, e pusiste la dicha tierra en nuestro servicio, castigando a los
delincuentes e culpables en la dicha rebelión
e quema de los dichos monasterios e muerte de los dichos religiosos e
cristianos españoles, e hiciste la dicha fortaleza a la boca del río de Cumaná,
mediante la cual en ningún tiempo los
indios de la dicha provincia se pudiesen
alzar ni rebelar como antes lo habían
fecho, e que para que los pobladores de
la dicha isla de Cubagua tuviesen segura
el agua de dicho río, lo cual todo hicisteis
en mucha costa de vuestra
hacienda e trabajo e peligro de vuestra
persona, e de los que con vos iban, lo cual hicisteis por nos servir con tan
justa e buena empresa, y edificar la primera fortaleza que se hizo en la Tierra firme con cuyo amparo y seguridad
se ha poblado la dicha isla de
Cubagua, de que tanto servicio se nos ha
seguido y espera seguir, y nos
suplicaste, e pediste por merced, que además de las armas que vos tenéis de vuestros antecesores, vos dispensamos por armas
la dicha fortaleza e torre que en
ella hicisteis, puesta en costa de mar, e campo verde, e a un lado de ella el dicho río de Cumaná e
al pie de ella un yugo de oro en señal de la sujeción que en la dicha
fortaleza tiene toda aquella tierra, e
cuatro cabezas de indios principales, capitanes
de que hicisteis justicia al pie della, e por orla ocho llaves de color de plata en campo colorado, en significación del
oficio de nuestro Alcaide de la dicha fortaleza, e como la nuestra
merced fuese…Dado en Toledo, a catorce
de noviembre de mil quinientos veinte y
ocho . Yo El Rey. (48)
Como puede constatarse, esta Cédula Real, pese
a algunos errores comprensibles, confirma paso a paso las crónicas de Bartolomé
de Las Casas, que las escribe de su propia vivencia o la copia de los
protagonistas.
Después de Castellón el puerto de
Cumaná, adquirió gran importancia, y el mismo Guillermo Morón dice que a partir
de 1534 desembarcan por él, todas las expediciones que vienen a tierra firme, y
se conservan las listas de pasajeros, que Guillermo publica, en detalles, en su
monumental Historia de Venezuela.
FRAY FRANCISCO DE MONTESINOS
Entre Castellón y Montesinos, hay un
largo período de 30 años, por cierto, muy interesante, del poblamiento de
Cumaná, por ejemplo, Guillermo Morón, nos regala el registro de las
embarcaciones y pasajeros, que entran por el puerto de Cumana, desde 1538.
Fray Francisco de Montesinos, persona distinta de Antón o Antonio de
Montesinos, es un cura de armas tomar, llega a Cumaná en 1562, precedido de
largo historial habido de buena ley en su vida aventurera, después de haberle
dado mucho que hacer al tirano López de Aguirre.
Según Miguel Elías Dao, Cronista
Oficial de Puerto Cabello, en su libro “BORBURATA 450 años, génesis de un
pueblo”, nos dice que Montesinos era, por esos días, prior de Maracapana, y al saber que López de
Aguirre se dirigía a Borburata, va a ese pueblo y denuncia la cadena de
crímenes que lo atan a la justicia: Borburata “Presagios de muerte, desolación
y ruinas afectaron la pequeña ciudad levantada frente al mar…Relatos de
espantosos crímenes…” (49) El padre Montesinos desde el púlpito dramatizó los
relatos…” Sin embargo, López de Aguirre
envió un mensaje con el alcalde de Borburata Benito Chávez: “No ha venido a
Borburata a dañar a nadie ni vidas ni bienes como lo han hecho piratas y otras
alimañas que incursionaron en este territorio. Solo quiere cabalgaduras que
pagará con buen oro, pero abriendo su corazón como rosa sangrienta, advierte
que está en misión de paz, pero dispuesto a castigar severamente a todos
aquellos que desafíen sus órdenes”. (50)
Pero, López de Aguirre, apenas piso tierras de
Borburata colgó de un cedro a un soldado portugués Antón Farías, ingresado en
Margarita. Este episodio marcó el principio del fin del caudillo. El padre Contreras, cura párroco, se encerró
en la iglesia y toco a muertos, el pueblo comprendió el peligro y huyó hacia
las montañas. Borburata quedo sola. El caudillo enloquecía, rumiaba en soledad:
¡Canallas...!, bellacos y cobardes, yo les ofrezco un reino y ustedes se
esconden como mujeres amparándose en la solidaridad de los fantasmas…!
José Mercedes Gómez, en su libro
Historia de los orígenes de Cumaná, dice que Montesinos llegó a América por el
año de 1553 en la expedición de los dominicos que organizó Fr. Gregorio de Beteta;
luego participo en la evangelización de los Aruacas en la isla de Margarita.
Fray Gregorio tuvo que regresar a España y dejó encargado de la Orden a
Montesinos. Muere Beteta y Montesinos viaja a España donde se le ratifican sus fueros como
evangelizador de los Aruacas. Uno de sus biógrafos, escribe J. M. Gómez en su
obra, al referirse a este sacerdote, dice:
“Hombre docto y famoso predicador. Misionero muchos años en la costa del Caribe,
y en las islas de Barlovento y costa de las Perlas, más apto para la guerra que
para el altar” (51).
A mí me parece que funde en este personaje a
los dos Montesinos.
En 1560 regresa por Santo Domingo en
compañía de doce dominicos, vuelve a Margarita a pedir apoyo para su empresa,
pero no los consigue. Pretende reeditar el trabajo de Pedro de Córdoba en la
provincia de Cumaná y Maracapana. Lo
cierto es que expedicionó sobre nuestras costas y se asentó en Maracapana donde
construyó una iglesia que llamó de San Juan, que no debe ser el pueblo de San
Juan de Macarapana, que conocemos hoy porque quedaba sobre la costa.
López de Aguirre había tenido un
encuentro o escaramuza con la expedición de Montesinos, y no estaba para nada
satisfecho de los resultados, ni con la actuación del tremendo sacerdote; y
sabiendo que había arribado a Maracapana, y tenía un buen barco, decidió
capturarlo, para lo cual preparó una partida con sus mejores hombres y los
envió bajo el mando de su lugarteniente el capitán Pedro Monguia.
Miguel Elías Dao nos lo cuanta en su
estilo: “De repente, la mala noticia perdida en las jarcias de un velero, se
esparció como sombras funestas a lo largo de una costa preñada de cujíes,
cardones y miedo. El fraile Francisco Montesinos desde Maracapana arribó al
puerto de Borburata a bordo de un bergantín capitaneado por Pedro de Monguia.
El sacerdote, Provincial de la Orden de Predicadores de los Padres Dominicanos,
en Margarita hizo tímidamente frente a Lope de Aguirre, pero las circunstancias
fueron adversas al Prior, a pesar de haber logrado atraer a sus filas varios sujetos
compañeros del tirano en su accidentada travesía desde el Amazonas a la isla
Mártir” (52).
Libre Montesinos de López de Aguirre,
ajusticiado por mano de sus propios
compañeros, según testimonios del gobernador Pablo Collado en el Tocuyo, el 17
de noviembre de 1561, ratificados por testigos de su cuenta, se dedica con
renovados bríos a su trabajo evangelizador.
José Mercedes Gómez, nos trae una
página documentada de la obra fundacional de Montesinos, dice:
“A su regreso de Santo Domingo supo Montesinos la muerte de Aguirre y se
dirigió con la nueva que traía, al pueblo de San Juan. Los que allí quedaron se
habían embarcado en la nave de Monguia y se dirigieron costa arriba al llegar
frente a Cumaná, según unos su punto de destino, según otros su meta era proseguir
hasta Trinidad, encalló la nave frente al río y obligados fueron a desembarcar.
Sin duda esto fue una rebelión a la cual estuvo ajeno Fr. Álvaro de Castro,
protagonizada por los soldados de Montesinos y residentes del poblado. Conocía muy bien el fraile Castro el carácter
de su provincial para desobedecer sus instrucciones.
Cuando Montesinos llegó a San Juan,
supo la noticia de la huida de los pobladores e inició su persecución. Topó con
ellos en Cumaná, ya perdida la nave de Monguia. Los responsables de la revuelta
fueron hechos prisioneros. “Hizo justicia” dice Ojer. Se supone, conocida la
violencia de Montesinos y su irascibilidad, que hubo muertos” (53).
Es indudable que Montesinos revolucionó
el pequeño pueblo de la Nueva Córdoba. Entró tras sus hombres y de alguna
manera los apresó, sometió y juzgó, y de esa acción surgió la idea de organizar
el gobierno, nombrar las autoridades, darle forma jurídica al primer asiento español
en la tierra firme.
Ojer, citado por Gómez, escribe: “Este
hecho marca una nueva etapa en la historia de Cumaná, la etapa definitiva como República
y Ayuntamiento. Primero había sido Cumaná como ensayo de república aborigen con
los misioneros franciscanos. Más tarde, con Castellón, se levantó con el ceño adusto
de una fortaleza. El ensayo de Las Casas no llegó a cristalizar como pueblo de
labradores pacíficos” (53). En cambio, con Montesinos, añade Gómez, adquiere
personalidad jurídica y representación oficial; y entones nos trae el Acta de
Fundación de Cumaná levantada por Montesinos, para mí la primera Acta la
escribe el propio Bartolomé de Las Casas en su obra Historia de las Indias, en
1515, como lo hemos dicho antes, por lo cual esta será la segunda Acta, que se
encuentra en el Archivo General de Indias de Santo Domingo. Legajo No. 71; y
sospecho, que Montesinos nunca entró en el pueblo de Nueva Córdoba, sino que se
quedó en el campamento de Francisco Fajardo a la orilla del rio Tacar, por eso
al despedirse dice que el pueblo era una ranchería, y eso se puede comprobar en
el expediente del ajusticiamiento de aquel líder de los primeros tiempos.
DIEGO
FERNANDEZ DE SERPA.
AÑO DE
1569. Relación
que hizo Lope de Las Varillas, de la conquista y población de Nueva Córdoba.
Tomada de la obra del padre José Antonio Ramos Martínez, “Memorias para la
Historia de Cumaná y Nueva Andalucía” Tercera Edición en Cumaná: Editorial
Universitaria de Oriente -1966 y 1980-
“Llegó el
Gobernador el 13 de octubre al puerto de Cumaná, donde aquella noche desembarcó
con todos sus capitanes, dejando uno en la armada, a quien encomendó aquella
noche la guarda de ella, y para que otro día, con toda la gente en orden de
guerra, entrase en los bohíos de la población.
Bajaron de
aquellos valles y montañas siete u ocho caciques a saber que gente y navíos
eran los que habían surgido y tomado tierra, a quien el Gobernador recibió bien
y satisfizo de lo que preguntaban. Holgaron de ver nuestro orden y traje, porque,
aunque había allí cristianos mestizos, vestían lienzo, trajeron de presente al
Gobernador mucho maíz y otras provisiones.
Tomase otro día
muestra de la gente, y hallose 280 hombres de guerra y pobladores, casados
todos, con sus armas. Desembarcáronse el día siguiente las mujeres y niños con
su ropa, trazóse la iglesia, plaza y calles, para que por su orden todos en
ella se acomodasen de alojamiento.
Poblóse en 8 días
la Nueva Córdoba de más de 150 casas, cubiertas de paja o cañas; despacháronse
indios lenguas a los caciques comarcanos para que les amonestasen y viniesen a
ver al Gobernador y trajesen comida para sus gentes; vinieron muchos a la
amistad y obediencia de los cristianos, y otros hubo que por entonces no. Al cabo de
algunos días los pilotos y marineros pidieron sus salarios y licencia para
irse; consignósele la paga en sal y pescado en las salinas de Araya, de la cual
fueron contentos, por la ganancia que de ello en Sancto Domingo se les
seguía.
Envió el Gobernador a las dichas salinas y
pesquería un capitán con 12 soldados y 4 caciques con 300 indios; metiéronse en
8 días en 3 navíos más de 4000 fanegas de sal y más de 2000 arrobas de pescado
seco, lo cual en este tiempo con mucha facilidad se pescó, sin lo que fresco
comían más de 350 personas que a la carga de dichos navíos asistían.
Vinieron el
Gobernador con sus capitanes a ver la grandeza y abundancia desta hacienda;
tomóse posesión della en nombre de la ciudad de la Nueva Córdoba, y eso por
cierto respeto. Estando allí, se trató de lo que se debía
hacer para que no se perdiese tiempo; resolvióse por el Gobernador y los
capitanes en que, antes de que la muchedumbre de la gente acabase la comida que
había en la población y comarca, fuesen capitanes con gente la tierra adentro a
dos efectos; para entretener los soldados, y para calar y tentar la tierra y
que de ella enviasen bastimentos a la ciudad, en el cual efecto no estuviesen
más de 40 días.
Dióse orden a
otro capitán para que se aprestase con brevedad para ir a la provincia de los
Aruacas con una instrucción de lo que en aquella tierra había de hacer.
Cometióse al yerro del Gobernador fuese a la isla Margarita y tratase con los
vecinos della diesen ganados, yeguas y caballos a los pobladores de la nueva
Córdoba, por los precios y como en la dicha isla se compraban y vendían; y para
esto se les notificó una cédula y provisión desde Real Consejo de Indias, lo
cual obedecieron muy al revés de lo que al servicio de S. M. convenía y en la
dicha provisión se les mandaba. Vuelto el Gobernador a la nueva Córdoba, partió
della el capitán Pedro de Ayala con 132 hombres, con instrucción de seguir
siempre la vuelta de Levante, rivera del Golfo de Cariaco, y que trajese
consigo los indios que de paz le recibiesen y llevó rescates y cosas que
dalles. Volvió en el término dicho, e hizo relación de haber hallado tierra
trabajosa de andar y fragosa, y por eso había tenido necesidad de calzados.
Esto causó una guía, no queriendo llevar la gente por parte llana, poblada y
bastecida, a causa de que no fuesen por los bohíos de un su pariente y amigo de
quien pretendía tener interés. Con todas las separaciones que la dicha guía
hizo, hallaron buena tierra, muy cultivada de grandes labranzas de maíz, yuca,
batatas, auyamas, aunque no en sazón de cosecha, vieron muchos ríos y grandes
sabanas donde hallaron y mataron venados y váquiras: hay en esta tierra
gallinas en abundancia
Dábanles los
indios algún oro por bonetes, cuchillos y anzuelos; traían todas las indias
perlas; hay una cacica que tiene una cinta dellas, que la aprecian en más de
1500 ducados.
Trajo este dicho
capitán consigo desta entrada dos indios principales, muy viejos, con sus
mujeres e hijos, que es la mayor señal de paz que pueden dar, los cuales
dijeron haber en su tierra é comarca en
la falda de la sierra muchas poblaciones y que vivían junto a un agua grande, y
que éstos tenían muchos caracuríes y águilas, y que venían a su tierra deste a tomar sal, y por ella le daban indias esclavas, las
cuales traían de u río donde los moradores eran caribes, con quien tenían
siempre guerra.
Entendióse ser
este río de Amana, que confina con el golfo de Paria, donde estuvo perdido un
navío de Pedro de Silva doce días hasta que la marea y corriente le hecho
fuera; entra este golfo la tierra adentro 14 leguas. Partió el capitán
Francisco de Alava de la Nueva Córdoba, como estaba acordado, con 74 soldados;
mandose le guiasen la vuelta del Sur y que atravesasen la montaña llamada el
Bergantín; diósele rescate para atraer los indios a el trato y comercio de los
cristianos; padecieron en la montaña gran necesidad de calzado, de lo cual
avisaron al Gobernador: proveyósele de algunos cueros de vaca para hacer
abarcas. Volvieron a los 40 días; trajo el capitán relación de tierra fragosa,
pero fértil de los bastimentos necesarios; dijo que en lo alto de la montaña
era llano como media legua, donde habitaban mucha cantidad de indios, cuyos
principales los convidaron con sus personas, súbditos y mujeres e hijos, y que
irían con él a la guerra de los caribes, para cuyo objeto estaban los dichos
indios unidos y apercibidos. No salió el capitán a lo que se le pedía, por no
estar fiado ser sana la intención con que esto se le ofrecía: diole por excusa
estar su gente fatigada y algunos malatos. Dijo había los soldados hallado en
casa de un cacique, que se llama Guantar, una flecha de oro, y una calabaza de
caracuríes y águilas, y que todo lo había restituido a los indios cuya era, sin
tomalles cosa alguna, por no exceder de la instrucción que llevaba. Dijeron los
soldados habían hallado en casa de este dicho cacique un haripo en que él hace
su pan, todo de oro, y una piedra verde de un jeme de largo y dos dedos de
ancho y que en parte está clara y trasparente como esmeralda, y en la otra
turbia y cuajada; tomóse información y hallóse en esto verdad, pero no se pudo
averiguar quién viese volver lo susodicho a los indios. Quiso este dicho
cacique Guantar ver al gobernador, y así trajo consigo otro principal llamado
Orease, hombre guerrero y temido en sus comarcas; trajo cuatro indias caribes
para que sirviesen al gobernador y a los cristianos, los cuales alabaron toda
aquella tierra por muy fértil y buena; vieron desde lo alto dela montaña, los
llanos cuanto les alcanzaba la vista y en ella muchos humos y de noche fuegos.
Decíanles los
indios que había grades poblaciones, y que de allí traían las águilas de oro
que tenían; daban fácilmente por una camisa vieja valor de más de diez pesos.
Yo vi un águila de oro de 22 kilates, que pesó 7 pesos, y me juraron ser
rescatada por un cascabel. En esta tierra traen los indios las narices y orejas
y labios horadados, y a su usanza cosas de oro en ellas.
En este tiempo el Gobernador dio orden en los
vecinos que habían de quedar en la Nueva Córdoba, nombróse un Teniente y un
Vicario, Alcaldes, Regidores, y otros oficiales a la república convenientes,
repartiéronles los indios desde la cabezada del golfo de Cariaco y valle de
Tagachire hasta el valle de Macarapana y río Neverí, que serán 36 leguas de largo
y 14 de ancho; señalóseles la tierra, así para labranza como para pastos de
ganado propios y concejiles.
En este tiempo
fue el Alférez general a la isla Margarita a proveerse de caballos; de allí
escribió una carta al Gobernador, en que le avisaba haber llegado Juan Ponce de
León a la Trinidad, y que esta nueva le habían dado indios Aruacas, que con
provisión y comidas eran venidos a aquella isla. Otrosí le escribió habían
llegado dos navíos franceses a tratar y contratar con los vecinos de aquella
isla, como lo tienen por ordinaria costumbre, los cuales franceses dijeron
habían estado quince días en el río Yuriapari, con dos chalupas, rescatando
cajas de hachas y mucha cantidad de cuchillos y tonterías por águilas y
caracuríes de oro fino y oro bajo y que habían jurado venir otro año
apercibidos de los dichos rescates para sacar de aquel rio más de 50.000 pesos;
dijeron habelles dado los indios en el tiempo que con ellos trataron, muchas
frutas y cantidad de carne de venado y váquiras.
Con esta carta
dio el Gobernador priesa al Capitán que había de partir a los Aruacas como le
era mandado, y estuvo a punto dello, con dos piraguas de armada por si topase a
caribes, y proveído de muchas hachas y
otros rescates con que traer a los indios a la amistad y conocimiento del Gobernador
y gente que en la Nueva Córdoba había poblado; de todo lo cual ya los
indios Aruacas tenían noticia por aviso de los vecinos de la Margarita, de
donde en este tiempo llegó Joan de Salas a servir en la jornada y entrada de
Guayana, mostrando que por las noticias grandes que los indios della daban y
por la facilidad que tendrían en hallarla, deseaba gastar su tiempo en
acompañar al Gobernador, el cual por selle grato a la voluntad que parescía tener, le mandó
que fuese con cierta cantidad de gente a reconocer la tierra y comarca del río
Neverí. Y de ahí a pocos días partió el Gobernador con el resto del campo en seguimiento de los
que al dicho rio y provincia de
Maracapana habían ido; ordenóse al Capitán Francisco Martínez que, con cierta
parte de gente y con los vecinos que habían de poblar la nueva ciudad de
Santiago, quedase rosando un cerro para que luego comenzasen los dichos vecinos a hacer sus casas; y el Gobernador,
con todo lo demás, partió a visitar las provincias de Píritu, Cumanagoto, y
Chacopata, distrito que debía de ser de
la dicha ciudad.
Hiciéronle los
caciques y principales de aquellas tierras muchos regalos, basteciendo a toda
la gente de lo que había menester de mantenimientos para ellos y sus caballos,
dieron de presente al Gobernador muchos caracuríes, hamacas y algodón hilado;
también dieron de todas estas cosas al capitán Joan de Salas, por el
conocimiento que con él tenían.
P.D. Este relato sirve de marco para establecer en
cualquier mapa antiguo donde estaba la Nueva Córdoba, donde se ubicó Diego
Fernández de Serpa y para que sirvió su viaje a Cumaná.
Por último, debo aclarar que los hechos dolorosos
que produjo la conquista de América y son atribuidos, por supuesto, a los
españoles de aquellos tiempos bárbaros, no nos deben conducir a criminalizar a
las generaciones actuales de la madre España.
Recordemos a nuestro Andrés Eloy, en su Canto a España, que nos invita
al amor de la Madre Patria, que nos trajo en pago, nuestra cultura y el
evangelio: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
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