jueves, 13 de octubre de 2016

EL BOLÍVAR DIDÁCTICO






RAMÓN BADARACCO









EL BOLIVAR DIDÁCTICO



TOMO I




Cumaná 2016.









Autor:Tulio Ramón Badaracco Rivgero
Que firma Ramón Badaracco
Copy raight 2012
Título original: EL BOLIVAR DIDÁCTICO
Escrito para los alumnos de UNEFA
Diseño de la cubierta  R. B.
Ilustración de la cubierta  R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná.
Cronista40@hotmail.om
Puede ser reproducido total o parcialmente.



























Introducción.




BOLÍVAR   MESTIZO.

Como resultado del mestizaje y el color moreno de Bolívar, por la mezcla de las razas: blancas, negras e indias; Salcedo Bastardo, dice que: “En el ser físico de Simón Bolívar puede decirse que estaba el indio, aunque esta sangre él no llevara, pues en toda persona, de cualquier oriundez, radica en lo que fue su hábitat del aborigen, el ambiente  -explicador de las esencias humanas que son su expresión- actuaba de manera inevitable  y constante.  En nuestro medio geográfico existen los elementos que conformaban  al indígena cual lo conocieron los españoles  y que habrían y habrán , además, de dejarse sentir sobre  quienquiera aquí establecido. Ese moldeamiento fue resultante de la múltiple e inexorable acción de factores numerosos,  unos palpables y otros hasta invisibles. Todos ellos representan al indio y explican la presencia  de un ingrediente aborigen aun en venezolanos  que están distantes  de tener ancestro indígena.

Don Augusto Mijares agrega que: El hecho de que, entre los ascendientes de Bolívar, por la rama paterna, figure doña Maria Josefa Marín de Narváez, hija natural de don Francisco Marín de Narváez, nacida en Caracas e 1668, de cuya madre se ignora la identidad, ha dado pie para suponerle a Bolívar algún ancestro africano.
Por mi parte diría que la observación, que viene de los biógrafos y retratistas del Libertador,  está muy justificada, puesto que  Bolívar tenia la piel bastante morena y el cabello negro y  ensortijado.  Este detalle nos devuelve a un Bolívar multirracial, distinto del que nos ha presentado la historia,  modelo de la raza blanca. Nuestro Bolívar racialmente, es igual a cualquiera de nosotros, un venezolano mestizo y multiétnico.


La  familia Bolívar y Palacios.

Orígenes.  En este tema, aparentemente sencillo, hay un ingrediente genético, que vamos a descubrir. El apellido Bolívar proviene del nombre de un pueblo Vasco de  la provincia de Navarra en España, la puebla de Bol-Ibar, que quiere decir en lengua vasca “ piedra de molino”;  ya sabemos cómo es la rebeldía de estos pueblos y de esa raza, bastaría con decir que es la tierra de Unamuno y Loyola, y que por ahora pasaremos por alto.  Por ese pueblo escondido en el Cantábrico, pasa el río Ondárroa, nombre extraño como su idioma;   en el curso de ese río hay un centenario molino de trigo con una piedra redonda, rústica y milenaria. El río Ondárroa, del señorío de Vizcaya, nace en las altas montañas de la Sierra de Oiz, recorre casi 8 leguas;  se va formando con numerosos caudales que bajan de las altas montañas de Cenarruza, Bol-Ivar y Guerena. Corre este río hacia la puebla de Marquina, y en su curso recibe muchos arroyos de los montes de Urcu, Maax, Urcaregui, Arranete, hasta juntarse en Echeverría. Cuando pasan por Rentería, en su corto recorrido, tiene abundante caudal y forma un estuario de poca profundidad pero de relativa importancia, al norte de España y frente  al océano Atlántico. De ese maravilloso y abundoso territorio son los Ochoa de Bol Ibar de la Rentería.

Esa piedra -Bol-  de ese antiguo molino –Ibar-   molino de trigo-  manantial del pan nuestro de cada día, escaló el escudo de la familia Ochoa de Bol Ibar; de esa gran familia vasca que llega a Caracas en el siglo XVI, de donde viene el primer Bolívar: Simón Ochoa de Bolívar, el Viejo, que se quitó el apellido Ochoa y se dejó solo el de Bol Ivar, que luego se transformó en Bolívar.
Dejó sus atavíos, quedó desnudo y se quedó con la piedra, el ara donde se forjarían los sueños de la libertad de un mundo. 

Los primeros Bolívar en América y su llegada a territorio Venezolano.

Este Simón Ochoa de Bol Ivar de la Rentería, que llaman “El Viejo”, nació en la Villa de Marquina, de las provincias vascas, por lo tanto era un caballero de la raza del Quijote, pues, parodiando a  Unamuno, que dice que todo lo grande de España es vasco, y porque  el Quijote se inspira en la vida de Iñigo de Loyola, que es Vasco, pues también el Quijote es vasco. 

Casó en primeras nupcias este vasco,  con Ana Hernández de Castro, con la cual procreó su único hijo, llamado el Mozo; y aunque se casó en segundas nupcias con  María Maldonado de Luyendo, no tuvo más. Noble letrado, este Ochoa, fue enviado a la isla de Santo Domingo en 1559 para desempeñar el cargo de escribano público y secretario de Cámara de la Real Audiencia. En 1589 Don Simón Ochoa de Bol Ibar fue trasladado a Caracas, y ya firmaba “de Bolívar”, para el cargo de Secretario  de Residencia del Gobernador y Capitán General, Don Diego de Osorio y Villegas.

En 1589 por sus talentos fue ascendido y nombrado Procurador General ante la Corte del Imperio, para informar al  Rey Felipe II,  las necesidades de los pueblos que representaba. Regresa de España en 1593,  como Contador General de la de la Real Hacienda de Caracas, donde se domicilia y encuentra su verdadero destino.

Simón de Bolívar y Hernández, su único hijo, más conocido y llamado “El Mozo”, nació en Santo Domingo, llegó a Venezuela con su padre, en 1589, con el grado de Licenciado en Leyes, en 1592 casó con Beatriz Díaz Moreno de Rojas, y procrearon dos hijos, don Antonio de Bolívar y Rojas, y doña Luisa Bolívar y Rojas. Don Antonio de Bolívar, tuvo descendencia, pero enviudó y abrazó el estado eclesiástico, llegando a ser comisario del santo oficio en Valencia.

Antonio de Bolívar y Díaz de Rojas (tatarabuelo del Libertador) casó en primeras nupcias con Luisa de Marmolejo y Ortiz;  y en segundas  con  Leonor de Rebolledo y Maldonado de Almendariz, con la cual dejo descendencia.

Luis de Bolívar y Rebolledo (Bisabuelo), casó con María Martínez de Villegas
Juan de Bolívar y Martines de Villegas (Abuelo) casó con Maria Petronila Ponte de Marín y Narváez
Juan Vicente de Bolívar y Ponte,  casó con doña María de la Concepción Palacios y Blanco, y procrearon cuatro hijos: María Antonia,  Juana, Juan Vicente y Simón.

LOS PALACIOS.

-DOÑA MARIA DE LA CONCEPCION PALACIOS Y BLANCO, madre del Libertador; era hija de Feliciano Palacios y Gil de Arratia. Sobrina de Pedro Palacios y  Sojo, fundador de la Escuela de Música de Caracas. En su matrimonio con don Vicente Bolívar y Ponte, parió cuatro hijos: Maria Antonia, Juana, Juan Vicente y Simón.   Su hermana la heroína Josefa Palacios, casó con el héroe de la Victoria, José Félix Ribas. Cuando éste fue ajusticiado y escarnecido, se encerró en su casa hasta morir.

Su QUINTO ABUELO, fue DON JUAN DE PALACIOS, casó con María de Sojo, en  la Villa  Berberana- España.

Su CUARTO ABUELO, Andrés de Palacios y Sojo, casó en Burgos-España, en 1647, con María Ortiz de Zárate y Austria.

Su TATARABUELO, José de Palacios y Zárate, nació en Miranda del Ebro, España, en 1647. Se trasladó a Caracas. En 1716 casó en primeras nupcias con Juana Teresa Palacios y Sojo; y en segundas con Isabel María Gedler Rivilla, en Caracas.

Su BISABUELO, Feliciano Palacios Gedler, casó en Caracas en 1736, en primeras nupcias  con Juana Josefa Lovera Otáñez, y  en segundas, con María Gil de Arratia y Aguirre.

1783.- 24 de julio. Nace en Caracas.


Nacimiento y bautizo de El Libertador. Sus primeros estudios (entre sus maestros Simón Rodríguez y Andrés Bello)

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte Palacios y Blanco, nació en Caracas, en la casa paterna detrás de la Catedral de Caracas,  el 24 de julio de 1783, y fue bautizado en esa Catedral, por el Pbro. Juan Félix Xeres de Aristeguieta, a los seis días de nacido, según reza su partida de nacimiento, lo que no deja ninguna duda con respecto al lugar en que ocurrió.
  
Desde la pila del bautismo se inician grandes sucesos y anécdotas en la vida increíble e inaudita de Bolívar; cuentan que cuando el agua bautismal cayó sobre su cabeza, el padre Juan Jerez de Aristeguieta y Bolívar, que oficiaba, exclamó, “¡Este niño está destinado por la divina providencia a ser el Judas Macabeo de las Américas”; y tanto lo creyó el sacerdote, que lo constituyó en su testamento, heredero de su cuantiosa fortuna.


PARTIDA DE BAUTIZO 

En la ciudad Mariana de Caracas, en treinta de julio de 1783 años, el Doctor Don Juan Jerez y Aristeguieta Presbítero con licencia que yo el infrascrito  teniente cura de esta santa iglesia catedral le concedí, bautizo, puso óleo y crisma y dio bendiciones á Simón José Antonio de la Santísima Trinidad párvulo, que nació el día 24 (1) del corriente,  hijo legítimo de don Juan Vicente Bolívar y doña María Concepción Palacio y Sojo (2), naturales y vecinos de esta ciudad: fue su padrino Don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió  el parentesco espiritual y obligación. Para que conste lo firmo. Fecha ut supr. (fdo) Bachiller Manuel Antonio Faxardo.

Nota. (1) Aunque la partida reza el día 24, hay razones para pensar que fue el 25, ya que así lo manifestó Bolívar en diferentes oportunidades.  (2) El apellido materno es  Palacios, por don Feliciano Palacios y Sojo, y  Blanco, por Doña Francisca Blanco y  Herrera.


Formación. Sus primeros estudios.

Hay muchas versiones sobre los primeros pasos del Libertador. Los más acuciosos investigadores han opinado y han descubierto los nombres de muchos de sus primeros maestros, pero no se atreven a decir, que Bolívar hizo sus estudios dentro de la mayor normalidad, porque en Caracas había escuelas graduadas de gramática y latín, como ha sido comprobado, que así  llamaban a la primaria y la secundaria, como el colegio “Santa Rosa” donde dictaba clases el sabio Miguel José Sanz, amigo de la familia Bolívar, y Don José Antonio Montenegro, ilustrado maestro de esa época;  y yo no se porque no lo aceptan algunos biógrafos de Bolívar, y solo hablan de sus preceptores. 
Todo hace pensar, y en cierto sentido es cierto,  que Simon, durante su tierna infancia, estuvo bajo el cuidado de sabios preceptores, y sus primeros maestros son don Guillermo Pelgrón y don Fernando de Vides, que iban a su casa de San Jacinto, a enseñarle  primeras letras; y a la edad de siete años ingresó, sin ninguna duda,  a la escuela graduada de la Iglesia de San Francisco  de Caracas,  dirigida por Fray Jesús Nazareno Zivardia, como está demostrado en recibos y documentos. También es lo más probable que estudiara en el Colegio Santa Rosa, donde estudio Andrés Bello. Y  es lo más probable que sus maestros don Fernando Vides, don José Carrasco, el Pbro. José Antonio Negrete,  el padre Sojo, y don Simón Rodríguez, dictaban clases en esa escuela, y también es cierto que Andrés Bello, dos años mayor que Simón, le ayudaba en sus tareas y estudios, y mucho más, ya que los dos intimaban con los Ustáriz.

Los estudios en la Venezuela Colonial

Veamos lo que estudiaban los niños y jóvenes de Venezuela, en las escuelas de aquellos tiempos:
En esos tiempos  los estudios eran casi sagrados, los programas se estudiaban y se repasaban, hasta que el alumno los dominaba. Un maestro era como un sacerdote. Cuando un alumno se graduaba, lo hacia ante el público y normalmente presentaba una tesis ante jurados.
 El programa de gramática estaba diseñado para que el alumno aprendiera los secretos del idioma, incluía desde la estructura de las palabras hasta la elocuencia: estructura de las oraciones, los verbos, su conjugación -hasta el cansancio. La sintaxis, regular y figurada, el régimen, la concordancia y la construcción. Clasificaciones, oraciones, vicios, barbarismo, solecismo, anfibología, monotonía, pleonasmo, etc, etc. Estudiaban francos, su gramática, lectura de textos, se suponía que en sus casas lo hablaban perfectamente. Ejercicios de escritura, conversación, no se podía entender que un joven culto ignorara el francés.
El programa de Geografía política e historia Universal, incluía, en el programa de geografía,  el conocimiento de sus mapas, montañas, ríos, lagos, etc.; sus capitales y ciudades,  gobiernos, su idioma, y sus productos naturales, todo lo que se puede saber del mundo.
La historia era estudiada desde la prehistoria, la antigüedad, razas, las migraciones. Egipto, Mesopotamia, Caldeos y Asirios; Babilonia, Palestina, los hebreos, La Biblia, los Fenicios, los Persas, Grecia, Roma, en fin la historia antigua y contemporánea de cada nación y de los continentes.  El estudio de los griegos y latinos, venía a ser más que un estudio, la verdadera formación de la cultura.
El programa de Botánica era una verdadera maestría, se iniciaba con el estudio de los seres vivos, y seguía con historia natural, zoología y botánica, y concluía con el estudio de la geografía botánica. Los jóvenes apasionados por ella constituían legiones. Esta especialidad explica el conocimiento que tenían el sabio Vargas en Caracas y un Isaba Sucre en Cumaná. y que Humboldt y Bompland se sintieran tan bien en Venezuela, y es posible que la amistad entre Bolívar y ellos se iniciara hablando de botánica.
Otros estudios de esos años, era el latín, que se iniciaba con una clase que hablaba de la importancia de la lengua del lacio. Luego el alfabeto, la pronunciación, analogía, las declinaciones, vocabulario, traducciones,  adjetivos, sustantivos, verbos. Los maestros eran tan exigentes en esta materia que lograban la perfección, ejemplo de ello es nuestro gran maestro Cristóbal de Quesada, cuyas enseñanzas logran formar el genio de Andrés Bello.
Las materias superiores eran Álgebra, Dibujo, lineal,  dibujo a mano suelta, literatura y expresión del pensamiento. Preceptiva, expresión figurada, metáfora, elocuencia, elegancia, métrica, poesía lírica, poesía épica, estilo, estilo epistolar, los géneros didácticos, etc.   
Bueno, disculpen mi entusiasmo,  tengo que hacer la salvedad, que hoy no necesitamos estudiar así, el mundo y los sistemas han cambiado.

Bello y Bolívar.

El Dr. Don Cristóbal Mendoza,  dice “Dios, cuya soberana voluntad rige los soles  y hace germinar las plantas  y anima la naturaleza toda, desde el hombre racional hasta el microscópico  infusorio,  y escribe en el fondo misterioso de las almas los destinos humanos, creó a Bello para que completara la obra de Bolívar. Este nos sentó en el estrado de las naciones: Bello nos dio la cultura  necesaria  para mantener con lustre  el puesto conquistado. 
Federico Salas, apunta que Bello, en el Colegio, tal vez se refiere al de “Santa Rosa” de Don José Antonio Montenegro y el Dr. Miguel José Sanz,   conoció a los jóvenes  Javier, José Ignacio y Luis Ustáriz, con los cuales compartió sus conocimientos,  y los marqueses de Ustáriz le permitieron asistir, con ellos a su casa, una especie de academia a la cual asistía también el joven, Simón Bolívar; muy pronto, Bello se ocupó de mejorar la educación del joven Bolívar, tres años menor que él, tal vez terminando la secundaria.
Según Salas, Andrés Bello le dio lecciones a Simón de geografía, y Salas exclama: ¡Admirable discípulo que más adelante creó la geografía política de todo un continente, y le dio como cartilla el santo verbo de la democracia!  
Por mi parte imagino que Bello le recomendaría a Bolívar, de 14 o 15 años, la lectura de los clásicos latinos a la que era muy dedicado; y la lectura de Calderón de la Barca y el Quijote, para completar su aprendizaje en literatura,  que fueron los libros con  los que él mismo inició su camino a la sabiduría; y por casualidad aparecen en la biblioteca de Don Vicente.
Marcelino Menéndez y Pelayo,  el crítico más reputado de España, dejó escrito: “La antigua Capitanía General de Caracas,  hoy República de Venezuela, tiene la gloria de haber  dado a la América Española, simultáneamente, su mayor hombre de armas y su mayor hombre de letras: Simón Bolívar y Andrés Bello”. 

La educación de Simón no resultó nada fácil, por el temperamento del, pero es indudable que Simón tenía todas las cualidades del genio;  es cierto que Simoncito sufrió muchos traumas y  molestias en su niñez, primero fue la muerte de su padre, Don Vicente, en 1786,  cuando tenia apenas tres años; luego vino la traumática muerte de su madre, ocurrida en 1792, cuando cumplía los 9 años;  y después toda la experiencia del proceso de tutelaje; huérfano pasó bajo la tutela de su bondadoso tío Feliciano Palacios y  Sojo, que ya estaba viejo y enfermo, y no podía ocuparse de él; por lo cual designó sustituto al tío Esteban Palacios y Blanco, que lo quería llevar para España, pero lamentablemente no pudo realizarse ese proyecto en esos momentos,  por lo cual,  Simón fue sometido a la  tutela de otro tío, Carlos Palacios y Blanco, con el cual no congeniaba, porque era un hombre duro, irascible y soltero,  y no se ocupaba para nada de sus sentimientos, necesidades, ni de su educación.

El Proceso. Simón se escapa de la casa del tío Carlos.

A causa de esta soledad, los malos ratos y la pérdida de tiempo, a los 11 años  se escapó de la casa de su tío Carlos y  se fue con su hermana, María Antonia, que lo quería y mimaba como una verdadera madre; lo cual produjo la indignación del tío Carlos, seguramente por el manejo de la cuantiosa fortuna de Simón, que temía perder; por lo cual fue a los tribunales para reclamar la tutela del niño. Allí, en los tribunales,  se desarrolla otro aspecto del coraje de Simón.  Después de todo un proceso judicial, así repara la Divina Providencia,  fue a parar a la casa de don Simón Rodríguez, su viejo y amado maestro, querido en su casa donde trabajó muchos años con su abuelo, y que tenia una especie de internado.
Ahora sabemos que para 1793 Simón Rodríguez prestaba servicios de amanuense y administrador de don Feliciano Palacios y Sojo, y se ganó el respeto y la consideración de la familia. Llevaba las cuentas y la administración con tino y honestidad, y, además regentaba la escuela de primeras letras de Caracas.
Enrique Bernardo Núñez, cronista de Caracas, dice que Simón estaba entre los alumnos de la escuela pública de Caracas, junto con los hijos del gobernador  y Capitán General: Mariano, Tomás y Juan Pablo Montilla, además de Leandro Palacios, Tomás Lander,  Juan Paz del Castillo y otros más, que han sido señalados dentro de los documentos del Libertador.
En una carta que le escribe Castillo a Bolívar en 1824, le dice: “Se me había olvidado participar a Ud. que tenemos aquí a don Simón Rodríguez,  nuestro maestro que aunque lo fue mío por muy poco tiempo, conservo su memoria  como la de un bienhechor”.

Su formación ciudadana y militar

Por enero de 1797, a los 15 años, ingresa al Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, para completar su formación de estudios de secundaria, a este batallón  perteneció su padre Don Vicente. En julio fue ascendido a Sub Teniente. Veamos: 
 “Sub-teniente D. Simón Bolívar. Edad: 15 años. País: Caracas. Su calidad: ilustre. Salud: buena. Ha servido como cadete desde el 14 de enero de 1797: 1 año, 5 meses, 21 días. Como Sub-teniente, desde el 4 de julio  de 1798: 5 meses, 26 días. Total de servicio: 1 año. 11 meses, 17 días. Campañas y acciones de guerra en que se ha hallado: en ningunas. Valor: conocido. Aplicación: Sobresaliente. Capacidad: buena. Conducta: buena”.  

Simón asimiló muy bien su instrucción militar,  y también mejoró en matemáticas, física y dibujo topográfico, aunque, como veremos, este aprendizaje es desconocido por su tío Esteban. Se supone que estos estudios y su propio mejoramiento lo indujeron o despertaron su interés, para otorgar un beneficio en su casa de Caracas al padre Francisco de Andújar,  e instalar una Academia  de Matemáticas.
En un informe presentado por éste sabio sacerdote Francisco de Andujar, a cuya academia  asistió un número considerable de jóvenes caraqueños, explicaba los alcances de este proyecto: 
“En el primer año voy a dar nociones de aritmética, álgebra,  geometría elemental,  geometría práctica,  con el uso de instrumentos, geografía y dibujo”.
Bolívar asistió a esos cursos antes de partir para Europa en 1799 y quedó satisfecho.
En carta a Santander, entre otras cosas  le dice: “Se puso una academia de matemáticas  sólo para mí por el padre Andujar, a quien  estimó mucho el Barón de Humboldt”. 

Las deficiencias en la educación.

La educación inicial de Simón, ha sido duramente criticada, y se tiene como base de estas críticas la primera carta que escribió, veamos: 
A los 16 años desde México escribe su primera carta conocida, dirigida a su tío Pedro, veamos esa carta copiada con todos sus errores según la ortografía actual:

                                                         Veracruz, 20 de marzo de 1799
Don Pedro Palacios y Blanco.

Estimado tío mío: Mi llegada a este puerto ha sido felizmente, gracias a Dios:  pero nos hemos detenido aquí con el motivo de haber estado bloqueada La Abana, y ser preciso el pasar por allí; de cinco navíos y once fragatas ingleces. Después de haber gastado catorce días en la nabegación entramos en dicho puerto el día dos de febrero con toda felicidad. Hoi me han sucedido tre(s) cosas que me an complasido muchola primera es el aber sabido que salía un barco para Maracaibo y que por este conducto podía escribir a usted mi situasión,  y participarle mi biaje que ice a México en la inteligencia que usted con el Obispo lo habían tratado, pues me allé haquí una cara para su sobrino el Oidor de allí recomendándome a él, siempre que hubiese alguna detención, la cual lo acredita, que le entregará usted al Obispo que le manda su sobrino el Oidor, que fue donde bibí  los ocho días que estube en dicha ciudad. Don Pero Miguel de Hecheberría  costeó el viaje , que fueron cuatrocientos  pesos poco más o meno(s),  de lo cual determinará usted, si se los paga aquí o allá a don Juan Esteban de Hechesuría que es compañero de este Señor a quien bine recomendado por Hechesuría , y siendo el conducto el Obispo. Hoy a las once de la mañana llegué de México y nos bamos a la tarde  para España y pienso que tocaremos  en la Abana porque ya se quitó el bloqueo que estaba en ese puerto, y por esta razón asido el tiempo mui corto para haserme mas largo. Vsted no estrañe la mala letra pues ya lo hago mediana mente pues estoi fatigado del mobimiento del coche en q.e hacabo de llegar, y porser mui ala ligera  le he puesto  mui mala  y m ocurren todas las espesies de un golpe. Expresiones a mis ermanos  y en particular a Juan Visente q.e ya lo estoi esperando, a mi amigo don Manuel de Matos y en fin atodos a quien yo estimo.
Sumás atento Serbidor y su Yjo. Simón Bolívar.   

Es un texto autógrafo; y aunque ciertamente tiene muchos errores, debemos recordar que para ese tiempo la Real Academia Española de la Lengua,  no habia dictado las reglas de ortografía y en la escuela secular, no se le daba mayo importancia. Aun así los que la han leído se sorprenden de los errores del futuro Libertador, no lo pueden creer  y no le  han dado el debido trato que impone la historia, ni la importancia que tiene esa carta desde otros puntos de vista ni  la fuerza que de ella emana.
Un especialista en grafología, F. Oliver Brachfeld, encuentra algunas cualidades que a nadie se le ocurrieron antes, dice el erudito, sin complejos:  “En cuanto a la letra en si, está bien dibujada, y es ordenada y clara, si bien con algunos errores de pluma  que pueden achacarse  tal vez al cansancio;  como dice el propio firmante: “usted no extrañe la mala letra, pues ya lo hago medianamente, pues estoy fatigado del movimiento  del coche en que acabo de llegar, y por ser muy a la ligera  la he puesto muy mala y me ocurren todas las especies  de un golpe”.
Oliver B.  Concluye: “Su puño y letra, tal como se nos aparece en la primera carta conservada de su mano, denuncia talento, aplicación, dominio  de sí, sentido estético, ambición, optimismo,  sentido jerárquico, un sentimiento de vida aristocrático y amor propio; en cambio, no anticipa todavía ninguna originalidad, ninguna fuerza de voluntad descomunal, ni propensión especial a tomar decisiones  rápidas, categóricas,  e imperativas, tal como se puede apreciar  en sus documentos manuscritos posteriores”. 
Yo agregaría que la ortografía, no le preocupaba al joven Simón,  en esa época la Academia iniciaba su magisterio y su dictadura; ya no era la gramática de Nebrija, sino el de la Academia; en aquellos días de finales del siglo XVIII el castellano se estaba consolidando, no tenía poder, se discutía la utilidad de algunas letras, habría que leer las cartas de los escribanos de los reyes, el de las audiencias y tribunales, para observar el curso de idioma;  no se le daba la importancia que tuvo cincuenta años después; y como da a entender Oliver, hay otras cualidades más importantes en esa carta que no deben pasar desapercibidas.

3.4.6. La biblioteca de Don Vicente.
 
Y este es el momento para hablar de la casa paterna de Simón, con su inmensa biblioteca, lo que significa que él vivió entre grandes libros y lectores, que su tiempo de “televisión” lo ocupaba leyendo y conversando, como hacían todos los jóvenes ricos de su tiempo. En efecto en el Tomo Uno de la colección ESCRITOS DEL LIBERTADOR, publicado por la Sociedad Bolivariana de Venezuela, le dedican muchas páginas a los libros que leyó o tuvo la oportunidad de leer el joven Simón, son los que aparecen en el documento de partición de bienes entre los hijos de Don Vicente. Podemos citar algunas joyas tales como la obra del abate Pluché de 15 tomos; La obra del padre Feijó, aun de actualidad: “Cartas Eruditas y el Teatro Crítico Universal”. La obra de Calderón de la Barca, en 7 tomos; Historia Antigua, en 7 Tomos; Conquista de México, de Gómara. También se encuentra el inventario de la biblioteca de la  familia Palacios,  más actualizada pero que no es el momento de incluirlo;  en fin, a ella se refiere el gran cariaqueño Dr. Diego Carbonell, en su obra “Influencias que se ejercieron en Bolívar” publicada en Caracas en 1920. 

Por esta y otras causas Bolívar se transforma en un ávido lector, el mismo le dice a Santander en carta  de 20 de mayo de 1825: “He visto con infinito gusto lo que dice de Ud. Mr. Mollien... lo que dice de mi es vago, falso e injusto... injusto porquen no es cierto  que mi educación fue muy descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieron cuanto era posible porque yo aprendiese; me buscaron maestros  de primer orden en mi país. Robinsón, que usted conoce , fue mi maestro de primeras letras y gramática; de bellas letras y geografía, nuestro famoso Bello; se puso una academia de matemáticas solo para mi por el padre Andujar, que estimó mucho el barón de Humboldt.  Después me mandaron a Europa a continuar mis matemáticas en la Academia de San Fernando; y aprendí los idiomas extranjeros  con maestros selectos de Madrid; todo bajo la dirección del sabio Marques de Ustáriz, en cuya casa vivía; todavía, muy niño,  quizás sin poder aprender, se me dieron lecciones de esgrima, baile y equitación.   Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles ni los códigos del crimen y del error, pero puede ser que Mr. De Mollien, no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D’Labert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicos de la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas, y todos los clásico modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los Ingleses”. Todo esto lo digo muy confidencialmente a Ud., para que no crea que su pobre presidente ha recibido tan mala educación como dice Mr. Mollien. (Este testimonio del Libertador se corresponde perfectamente con el inventario de su selecta biblioteca).
Nota tomada de la obra: “Bolívar: El Hombre” de Ernestina Salcedo Pizani.
Otros investigadores nuestros, como Manuel Pérez Vila, han estudiado en sus documentos para encontrar la fuente de donde viene el torrente inagotable de su genio, y han elaborado un catálogo   de autores citados por El Libertador, que no solo leyó sino que, se aprovechó de su filosofía y sus enseñanzas.  
Y  Daniel Florencio O’Leary, que pasó tanto tiempo al lado de Bolívar, dice: que El Liberador, durante sus campañas leía con gusto y daba preferencia a los clásicos griegos y latinos.  Prefería las traducciones francesas.

Perú de Lacroix, recoge en su diario algunos detalles interesantes de las confesiones del Libertador; por ejemplo,  que El Libertador, emitía juicios sobre las obras de Walter Scott, Rousseau, Voltaire,  Parny, Restrepo, Lallement, etc.,  y agrega: “Meciéndose en la hamaca lee con idéntico interés obras tan dispares como: La Guerra de los Dioses, El Gabinete de Saint Cloud, La Odisea, La Historia de Colombia.

            Muchos compañeros de armas de Bolívar se admiraban de su erudición y su afición a la lectura de los grandes textos de la humanidad, viene a cuento lo manifestado por el general Tomás Cipriano de Mosquera, que lo acompañó durante varios años, cuando dice que Bolívar conocía muy bien: Los Comentarios de Cesar y los Anales de Tácito, que consultaba a Polibio y Federico el Grande, admiraba a Gustavo Adolfo y Carlos III. Tal era su fama de lector empedernido, que Morillo, después de firmar el Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra,  no encuentra mejor obsequio para Bolívar, que la traducción española de la obra “Henriada” de Voltaire; y es el caso  del excelso poeta Olmedo, con pleno conocimiento de causa, somete a su juicio “El Canto a Junín”, joya de la literatura hispanoamericana,  a cuyo poema, demostrando porque escribió “Su Delirio”,  hace algunos considerandos que han pasado a la historia.

            Sin embargo y como corolario de este tema, debemos anotar los extremos que impone el ideario bolivariano, que por supuesto, está influido por la filosofía y el pensamiento de los ilustrados maestros, filósofos y autores, que hemos mencionado; pero, acogemos la lección que nos traen los redactores y compiladores de los Escritos del Libertador, cuando dicen:
“Es lícito medir el influjo que sobre el espíritu de Bolívar pudieron ejercer las lecturas de las obras maestras de la humanidad; pero debe tenerse muy en cuenta que el pensamiento de Bolívar,  cualesquiera que sean las savias  que lo han nutrido, es fuerte, original y muy personal. Porque, aun cuando no sea  de ningún modo desdeñable el papel que en su formación intelectual  desempeñaron ciertos libros, filósofos, credo, maestros, e ilustres familiares,  debemos recordar siempre  que las enseñanzas de la lectura, como los de la experiencia vivida, deben ser asimiladas, hasta quedar incorporadas, reelaboradas,  digámoslo así,  en el espíritu del hombre, y que toca luego a la voluntad la aplicación, la puesta en practica de las enseñanzas adquiridas”.   


VIAJES A EUROPA.



Primer viaje.

            Desde pequeño Simón acariciaba la idea de continuar su educación en  España, y este suceso se produce cuando su tío Don Esteban Palacios y Sojo, que había escalado posiciones en Madrid,   nombrado Ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas;  residenciado en la calle de los Jardines de Madrid, a fines de 1798,  pide que se lo envíen para educarlo.
La carta del tío Don Esteban Palacios y Sojo: Estando situado en Madrid, y con gran conocimiento de la Corte, es coyuntura muy favorable para que vengan Juan Vicente y Simón. Aquí podrán tomar alguna instrucción buena, y veremos lo que la suerte  puede dar de si a favor de ellos, teniendo como tienen, mucho adelantado por sus grandes facultades”
Simón con su hermana María Antonia, y autorización del tío Carlos, preparan todo lo relacionado con el viaje, que para Simón, a los 16 años, cruzar el Atlántico sería una aventura incomparable.  Pasan días de verdadera angustia y por fin, el 7 de  Enero de 1799,  se embarca en La Guaira,  en el  “San Ildefonso”, navío que hacia esa  ruta con el objeto de recoger los tributos de oro y plata destinado a las Arcas Reales; va acompañado de su amigo Esteban Escobar, de 13 años de edad,  que viaja con iguales propósitos. Su hermano Juan Vicente se negó a embarcarse para  España.


La Travesía.

Parten con rumbo a Veracruz-México, donde recala por varias semanas, que por supuesto,  los jóvenes aprovechan para conocer la ciudad antigua de Veracruz, que ha venido a ser el puerto más importante de México,  y luego, continuar hacia la maravillosa metrópolis, antigua capital del Imperio Azteca, y ahora la magnifica capital del Virreinato, Ciudad de México, la corte más fastuosa de América, que ya presentaba un alto grado de desarrollo, además de los vestigios de su antiguo esplendor, que venia señalado desde tiempos inmemoriales; allí pudo recorrer y apreciar las ruinas de los palacios  del Imperio Azteca. 
Pasó en esa gran urbe ocho  días en la casa del Oidor don Guillermo de Aguirre, donde se hospeda por recomendación del obispo de Caracas, como lo dice Simón en su carta. Se refiere a Mons. Don Mariano Martí.   
El San Ildefonso también surgió en La Habana Cuba, donde recaló por dos días, que el joven viajero igualmente aprovechó para conocer  la histórica ciudad de la Habana.  Todo hace pensar que Simón tuvo un romance en este navío con una señorita mexicana, María Ignacia Rodríguez, de la familia del Virrey  Asanza, que tambien viajaba hacia España. La famosa “Güera” Rodríguez, su primera travesura amorosa. 
Ente las cosas importantes de este viaje a ciudad de México, está la muy comentada carta que le envía a su tío Pedro Palacios, por los errores ortográficos de esa edad, que indican, según algunos historiadores y biógrafos,  las deficiencias en el conocimiento de la lengua de Cervantes,  que sinceramente creemos, es aun  un asunto tolerable a los 16 años, pero como ya dijimos en el tema anterior, lo que sabemos de ella, no lo vamos a repetir, pese a que es un detalle que habría que estudiar más a fondo.      


            Relaciones familiares y sociales en España. Noviazgo y matrimonio

            Cinco meses después de visitar las ciudades de México, La Habana,  y atravesar el Atlántico, el San Ildefonso arriba  por el Norte de España, al puerto de Santoña, el 31 de mayo de 1799; y en los primeros días de Junio, en pleno verano, el joven viajero llega a Madrid, bajo el gobierno decadente de Carlos IV, Maria Luisa y Godoy, lo que no le quita la magnificencia, el bullicio y la alegría de la bella urbe que esplende entre parques y maravillosos palacios. 
Bolívar llega precisamente a Los Jardines, muy cerca del Palacio Real, a la casa donde se alojaban  sus tíos Pedro y Esteban,  que habitaban  el palacio de don Manuel Mayo, en esos días favorito de la reina María Luisa.
Augusto Mijares dice, que entre el tío Esteban y Mayo existía una vieja amistad, ya que el colombiano pasó su niñez en Caracas y era su “amigo íntimo”. Y en relación con la reina, el mismo Augusto Mijares refiere “que un hombre tan ponderado como Rocio, no llamaba a Fernando VII sino “el hijo de María Luisa”,  lo cual era, casi sin disimulo, el insulto más procaz que podía emplearse  en “la lengua castellana”.

Cartas cruzadas entre el tío Esteban y el tío Carlos.
   
Hay una carta de don Esteban para el tío Carlos, que dice “Llegó Simoncito tan guapo, después de haber estado en México y La Habana, que aunque no tiene instrucción alguna, tiene disposición para adquirirla, gastó en su viaje no poco; llegó derrotado y ha sido preciso equiparlo nuevamente”.
Estas cartas no tienen desperdicio, un mundo de información y confirmaciones, y sobre todo la respuesta que le da el tío Carlos, que no se hace esperar,  en la cual, mostrando su torcido humor, le sugiere, que le saque a Simón un documento que le redima las cuentas.
La carta dice: “El Simón ha gastado infinito en su viaje superfluamente, y así es necesario contenerlo, porque no tiene tanto caudal como se imagina él y  aun tú mismo que no tienes  conocimiento de ello”, y añade, con bajeza:  “Creo no habrás olvidado el asunto de la casa en que vivo, para que le tomes a Simón un papel firmado por si se varían las cosas  y también para  el caso que fallezca, para que me redima la dación de cuentas”.  
Los tíos, aprovechando la buena fortuna,  contratan maestros o preceptores para instruir a Simón. Este se somete a la disciplina exigida y estudia con denodado interés la lengua castellana,  matemáticas, francés, esgrima y baile. 

Don Manuel de Mayo.

Alfonso Rumazo González, agrega que el caballero colombiano  don Manuel Mayo, era en esos días favorito de la Reina María Luisa, que había abandonado al ministro Manuel de Godoy y Álvarez de Faría, Ríos, Sánchez, Zaragoza: Príncipe de La Paz.
Por  la posición de Manuel Mayo, en la Corte de María Luisa,  el joven viajero participó del lujo, las intrigas, las relaciones y dispendios que le ofrecían.
El embajador de Francia, de esa época, escribió una anécdota, según la cual, el Rey, la reina y Godoy, estaban en un balcón del palacio que daba a la calle. El rey preguntó a Godoy: ¿Quién es ese Mayo, de donde saca tanto dinero?, Cada día lo veo con nuevos carruajes,  vestidos, caballos... Majestad -contestó el Ministro- Mallo no tiene un ochavo, pero se sabe que es mantenido de una vieja rica y fea,  que roba al  marido para enriquecer a su amante. El Rey, reventado de risa, preguntó a la Reina ¿Qué dices a esto Maria Luisa?. Carlos - respondió la Reina. No hagas caso. Ya sabes que Manuel, siempre esta de bromas. 
Su Alteza Serenísima Don Manuel de Godoy, duque de Alcudia y Príncipe de La Paz, nació en Badajoz  el 12 de Mayo de 1757 y murió en París en 1851. Estuvo a punto de acabar con España. 

El juego de Volador.

Simón contaba, tiempo después, que por esas relaciones de Mayo y la Reina,   tuvo oportunidad de jugar con el príncipe, que andando el tiempo sería Fernando VII; y en uno de esos juego de pelota y raqueta, que llamaban “Volante”, y en una jugada poco afortunada, Simón le dio al Príncipe con la raqueta un fuerte golpe en la “testa”; éste, muy enojado, intentó  detener el juego, y entonces intervino  La Reina, que los observaba... reprendió al Príncipe, y lo obligó a continuar el partido. Entre otras cosas le dijo: “porque desde que había convidado  a un caballero, se igualaba a él”, y comentaba el Libertador, “Quien le hubiera anunciado a Fernando VII, que tal incidente era el presagio de que yo le debía arrancar la más preciada  joya de su corona” (Fernando era un año menor que Bolívar.
El Príncipe Fernando, engañado por aduladores, se subleva contra su padre el 29 de octubre de 1807, por lo cual es sometido a prisión en el palacio de El Escorial. Esta tragedia unida al descontento popular, a la corrupción de la corte, las amenazas de Francia, la impopularidad de Godoy, el bloqueo de las colonias por los ingleses, la venta del País a Napoleón, y otras tragedias, van a dar origen al Motín de Aranjuez, el 17 de marzo de 1808, pero no queremos adelantar nada más.  
El fracaso de don Manuel Mayo, al perder los favores de la Reina, que cae otra vez en brazos de Godoy, arrastra a los tíos de Simón, y por supuesto, confrontan serias dificultades económicas y políticas. El tío Esteban, va a la prisión de Monserrate, y Pedro se refugia en Cádiz. Simón queda desamparado, anonadado, pero  por poco tiempo, ya que el Maques de Ustáriz, pendiente de él, porque lo estimaba,  lo invita a alojarse en su casa de la calle Carretas del Madrid imperial.  Las familias Bolívar y Ustáriz, cultivaron siempre estrecha amistad y solidaridad.

Arequipa, y Teresa de Laisney. Son los padres de Flora Tristan, la famosa socialista y agitadora feminista, y abuelos del celebre pintor Paúl Gauguin. Flora también adquirió renombre porque, además, publicó una serie de cartas en francés de la juventud de su madre Teresa de Laisney, en el periódico  “Le Voleur” de París, 1838- cruzadas entre Teresa  y Bolívar; se creía que estas cartas, eran para Fanny du Villars. Marcos Falcón Briceño  actualizó  el secreto de estas cartas, en su libro “Teresa la confidente de Bolívar. Historia de unas cartas de juventud del Libertador”. Esa amistad no la entendió Flora Tristan, que tiempo después escribió,  con cierto despecho, que Bolívar “no estudió ninguna ciencia, no se relacionó con ningún hombre notable”. Este despecho queda al descubierto por ella misma, cuyos padres fueron íntimos del Libertador, ella publica las cartas cruzadas con su madre Teresa de Laisney; y se conservan las cartas cruzadas con Humboldt, que recordaba “una época en que hacíamos votos por la independencia y libertad del Nuevo Continente”.  También conoció y trato al sabio José Luis Gay-Lussac, y Amadeo Bompland, sabio compañero inseparable de Humboldt;  En los salones de Fanny, conoció y trato amistosamente al príncipe Eugenio Beauharnais, a Don Pedro Lagardé, activo periodista francés,  al general Oudinot. Pero también es cierto que Bolívar habitaba cerca del Palais Royal, y debió llevar una vida mundana.

Primer viaje a Francia.
       
Se cree que pasó en esa ciudad, un periodo aproximado de un año, durante el cual aprovecha para ir y conocer a Francia.  El 13 de enero de 1802. está en Bayona, camino de París.
Vicente Lecuna, dice que Bolívar, en esos días de 1802,  hace una corta visita a Paris, y de allí, con un grupo de compañeros, va a un  pueblo cercano, donde se  celebraba la paz del mundo, más conocida con la Paz de Amiens, para ver y conocer a Napoleón. De esta ciudad vuelve a Paris y por Bayona regresa a Bilbao; y el 29 de abril sale para Madrid.   El pasaporte de Bolívar tiene fecha de salida desde Amiens, 16 de febrero.


BOLIVAR EN SOREZ

Sin embargo Zérega Fombona piensa y afirma que Bolívar si estudió en ese período de su primer viaje a Francia, pero muy poco tiempo, en La Escuela Militar de Sorèze o Sorez, en la puebla de Languedoc, Francia, una famosa escuela militar de Europa. 
La historia de esta escuela nos dice el Dr. Zérega, es larga y famosa, su fundación fue en el siglo VIII por Pipino el Breve, padre de Carlomagno, y constructor de la abadía benedictina, grandioso monumento. Simón de Monforte la arrasó en 1212, y los monjes benedictinos volvieron a  repararla en el siglo XVII.
            En España, el prestigio de esta escuela, era grande. Dice Zérega, que Bolívar frecuentaba los medios sociales donde Sorez tenía admiradores, en especial el propio Marques de Ustáriz. En fin, que  Bolívar conoció la importancia del colegio de Languedoc, se entusiasmo, y quiso ir allí.
            Entre los sorezianos están los jóvenes José y Miguel Rivas, parientes de los Rivas de Caracas, por supuesto emparentados con la familia de Bolívar. 
Se conserva en esa academia,  la tradición según la cual, Bolívar estudió durante  breve tiempo en la “Ecole Royale Militaire de Sorèz”, en el mediodía de Francia, de tal suerte que un busto de Bolívar figura actualmente entre los ex alumnos de ese instituto.
Nos dice el Dr. Zérega Fombona, que Bolívar  llegó a Sorèz en enero de 1802, o sea antes de su viaje a Paris, y agrega, su texto: “Pero toda esa educación  - se refiere a la educación de Simón- era bastante desordenada  y heteróclita; más lecturas que verdadero aprendizaje; una falta total de método y sin continuidad en la enseñanza. En Sorez iba a recibir  más que abastecimiento de materias, lo que tanto le faltaba: reglas pedagógicas, un programa de estudio”.
No hay, sin embargo,  nada concreto sobre sus estudios en esa Academia, no hay nada en los archivos. Toda esta historia tiene su origen en la obra de Michel Semeciez publicada en 1902, para fundamentar el conocimiento, que tenía el Libertador,  de las guerras, técnicas y estrategias  napoleónicas.
Lecuna, por el contrario,  fundamenta el conocimiento militar de Bolívar en sus estudios y en las lecturas  de los clásicos,  en su admiración por Napoleón, dice “Fue así como Bolívar tuvo un conocimiento íntimo, en diario convivir, con el genio militar  de Napoleón, y allí nace esa grande  y fiel admiración, expresada en tantas páginas y en las conversaciones de Bucaramanga.


EL MATRIMONIO.

Recapitulando. A los 17 años, en la casa del Marques, se enamora  de su parienta doña Maria Teresa del Toro y Alaiza, hija de Don Bernardo Rodríguez del Toro, nacido en Caracas y residenciado en Madrid,  casado con doña Benita Alayza, española de distinguido linaje, así se entiende de la correspondencia cruzada con don Pedro Palacios, quien, para la época y la edad de Simón,  fungía de tutor o representante en Madrid. Veamos la carta:

                                       Madrid, 30 de septiembre de 1800
                                        Señor don Pedro Palacios y Sojo.

Estimado tío Pedro:
No ignora usted que poseo un mayorazgo bastante cuantioso, con la precisa condición de que he de estar establecido en Caracas, y que a falta mía pase á mis hijos, y de no, a la casa de Aristeguieta: por lo que, atendiendo yo al aumento de mis bienes para mi familia, y por haberme apasionado de una señorita de las más bellas circunstancias y recomendables prendas, como es mi señora María Teresa Toro, hija de un paisano y aun pariente; he determinado contraer alianza  con dicha señorita para evitar la falta que puedo  causar si fallezco sin sucesión;  pues haciendo tan justa liga, querrá Dios darme algún hijo que sirva de apoyo a mis hermanos y de auxilio a mis tíos. Esto se lo comunique al Señor Marques de Ustáriz, como único tutor que tengo aquí, para que se lo avise a Usted y al señor Manuel Mallo: a Usted por ser el pariente más cercano  a mí, y al Señor Don Manuel Mallo, porque es nuestro amigo y favorecedor. A este último le escribió el marques de Ustáriz dos veces, y en una de ellas le entregaron la carta en sus propias manos; pero no se ha tenido  contestación alguna, habiendo pasado ya 30 ó 31 días. Esto mismo le comunicó el Marques de Ustáriz al Señor Don Bernardo Toro, por ser debido al parentesco  y á la amistad, pero fue en confianza.
Informado yo de que usted no sabía esta novedad, quiero participársela; en primer lugar, porque nadie tiene el interés y dominio en mis cosas como Usted, y en segundo,  para que Usted tenga la bondad de proteger esta unión dando las órdenes necesarias para pedir la Señorita á su padre, con toda la formalidad que exige el caso.
Espero su contestación con la mayor ansia; pues me interesa esto  mucho, habiendo pasado tanto tiempo  sin decirse nada, desde el aviso al señor Don Manuel  hasta la fecha.

De su más afecto sobrino que lo ama de todo corazón. Simón Bolívar. 

Bolívar, regresa a Madrid muy apasionado, termina los requisitos y trámites del matrimonio, y por fin, con la bendición de Don Bernardo, contrae matrimonio en la Iglesia de San José de la calle de Alcalá, el 26 de mayo de 1802. 
Se conserva el Acta y la autorización del Rey para el matrimonio habida cuenta  que es  Sub. Teniente de las milicias del imperio, el documento dice así:
“Palacio Real de Aranjuez. El Rey se ha servido conceder  a don Simón Bolívar y Palacios, Sub Teniente del batallón  de  Milicias de Valles de Aragua, en la provincia de Venezuela, actualmente residente en Madrid,  el permiso que ha solicitado para contraer matrimonio con doña Maria Teresa Rodríguez del Toro, precedidos los requisitos  del consentimiento paterno  y demás reales disposiciones”.

ACTA DE MATRIMONIO.

Al margen izquierdo.
Desposorio y velación  de Don Simón Bolívar, con Doña María Teresa Rodríguez del Toro.

“En la villa de Madrid a veinte y seis días del mes de mayo de mil ochocientos dos, en la Iglesia Parroquial de San José. Yo, Don Isidro Bonifacio Romano, Teniente Mayor de Cura de la misma, habiendo precedido despacho del Señor Doctor Juan Bautista de Espeleta. Presbítero Vicario Eco, de esta referida Villa y su partida, dado en veinte del propio mes  y año,  refrendado de Diego Alonso Martín, su notario, por el que consta  haberse dispensado  las tres amonestaciones  que previene el Santo Concilio  de Trento, por las justas causas que concurrieren para ello; recibidos los mutuos consentimientos; hechas las demás preguntas y requisitos necesarios, y no habiendo resultado impedimento  alguno,  desposé in Facie Eclesiae, por palabra de presente  que hace verdadero y lexmo. Matrimonio  a Don Simón Bolívar, natural de la ciudad y Obispado  de Caracas, en América,  hijo de Juan Vicente Bolívar  y de Doña María de la Concepción Palacios (ya difuntos) con Doña María Teresa Rodríguez  del Toro, natural de esta referida Villa, hija de don Bernardo Rodríguez  del Toro y Ascanio y de Doña Benita Alaiza Medrano (ya difunta) precedidos los requisitos  necesarios, se hallaron presentes  por testigos, Don Pedro Rodríguez del Toro, el Señor Marques  de Inicio y otros, justamente los velé y di las bendiciones  nupciales  según el Ritual Romano  y lo firmé.

Don Isidro Bonifacio Romano”.

“Don Bernardo pudo exhibir en el matrimonio, como testigo, al Sr. Don Luis Quijada Quiñones y Moreno, Marques de Inicio, Conde de Rebolledo, Contador Mayor  de los Reinos y Secretario de la Diputación, el cual llamaba a Maria Teresa  “su sobrina carnal”.


Regreso a Venezuela. Muerte de Maria Teresa.

Bolívar y María Teresa, después del matrimonio, se trasladan al puerto de La Coruña, desde donde parten para La Guaira,  desde allí, viajan  a Caracas y luego  van a sus predios en los Valles de Aragua, para vivir una vida apacible dedicados a las faenas agrícolas. Fueron muy felices, de acuerdo con los nostálgicos recuerdos del libertador, pero eso duró muy poco, su María Teresa murió en Caracas el 22 de Enero de 1803. Cinco meses duró su felicidad, la fiebre amarilla, endémica entonces, le causó la muerte.   Bolívar sentenció: “Quise mucho a mi mujer  con la que me casé sinceramente enamorado y a su muerte juré no volver a casarme”. Pero también agregó: “ Miren lo que son las cosas si no hubiera enviudado quizás mi vida seria otra; no sería el general Bolívar, ni el Libertador, aunque convengo que mi genio no era para ser alcalde de San mateo”. 
 
            PARIDA DE DEFUNCION DE MARIA TERESA RODRIGUEZ DE BOLIVAR.

            En la ciudad de Caracas, en veinte y tres de Enero de mil ochocientos y tres  años, se enterró con entierro cantado  por mayor en la Capilla de la Santísima Trinidad  de esta Santa Iglesia, el cadáver de doña Maria Teresa Rodríguez del Toro, hija legítima de don Bernardo Rodrigue del Toro  y de Doña Benita Alaiza, vecinos de Madrid, casada con don Simón Bolívar, recibió todos los santos sacramentos, no textó, de lo que certifico.
                                                                  
Pedro Antonio Hernández



Segundo viaje de Bolívar a Europa


Presencia y situación de Bolívar en Francia. Encuentro con Simón Rodríguez y con Humboldt.


En febrero de 1804 Bolívar vuelve a Madrid, Lo primero que hace es ir a la casa de su suegro, Don Bernardo Rodríguez del Toro. El encuentro fue muy doloroso. Bolívar le lleva algunas cosas de Maria Teresa; no sabía como hacerlo, pero era obligatorio pasar por aquel trance.  Pasados algunos días de austero sufrimiento, se ocupa principalmente en el  negociado del Cacao de sus haciendas con la colaboración de  sus tíos Esteban y Pedro. Más tarde, en compañía de un primo de María Teresa,  don Fernando Rodríguez del Toro, se marcha para Francia con destino a  Paris.

Considera a Napoleón, un tirano.

            Su regreso a Francia coincide con  la coronación de Napoleón, como emperador en la monumental catedral de Nuestra Señora de Paris  “Notre-Dame”. Luego lo seguirá a Milán, donde Napoleón se coloca la corona del reino de Italia, lo que le causa mucho malestar a Simón, lo desengaña; entonces dijo ”Yo admiraba a Napoleón como héroe de la República Francesa, como genio de la libertad. Se hizo emperador y desde aquel día lo consideré un tirano”.

Las amistades en París.
 
            Bolívar es un joven muy rico y desprendido, y en Paris encuentra los placeres mundanos que lo envuelven en sus artificios y bambalinas. Allí convergen muchos líderes americanos, entre ellos: Carlos Montufar y Vicente Rocafuerte, el primero, hijo del Marques de Selva Alegre que sería Presidente de la Junta Revolucionaria establecida en Quito en 1809,  que fue la primera de Sur América; en cambio Rocafuerte fue enemigo de Bolívar en los años finales de la Gran Colombia.

Fanny, Humboldt, Bompland y Gay Lussac.

Asiste a los salones de su pariente, la bella y elegante Fanny Dervieu Aristeguieta, casada con el Conde Du Villars. Se tratan de primos y  hubo entre ellos un romance, que delatan sus cartas. En sus salones conoció al Barón de Humboldt y su amigo Amadeo Bompland,  ambos enamorados de Venezuela y América, que estuvieron en Cumaná y Caracas, y toda América, desde en 1799, con quienes sostuvo interesantes conversaciones sobre la libertad americana, que de alguna manera influyeron en su decisión de emprender la gesta libertaria. Humboldt le habla de las riquezas que observó en Venezuela, y sobretodo de los valles de Aragua, donde observó las siembras de algodón, cacao y trigo, la alta densidad poblacional, el Saman de Guere, “cuya inmensa copa abarcaba un espacio tan importante, que de lejos parecía una montaña”;  y también le habla de la libertad, de la venta de esclavos negros, y la indignación que notó en Caracas ante la ejecución de José Maria España; y,  le insinuó que habia madurez en el pueblo para un proceso libertador.
Bolívar visitó en París en varias ocasiones al sabio alemán y sus palabras y su sabiduría lo marcaron, influyeron indudablemente en él, eso se desprende de su poca pero efectiva correspondencia.
En 1822 Humboldt le escribe  recordándole  esta época y sus conversaciones sobre la independencia de América, y también sobre las diligencias que hizo Bolívar para obtener la libertad de Bompland, su amigo preso en Paraguay. 
           
Bolívar y su maestro don Simón Rodríguez.

En Paris, Bolívar, su cuñado y camarada, don Fernando Rodríguez del Toro, encuentran al maestro Samuel Róbinson, que no es otro que don Simón Rodríguez, que se había cambiado el nombre. Con él, Bolívar recibe el aliento transformador, que lo saca del abatimiento, la bohemia, y lo eleva  hasta encontrar  en su espíritu el verdadero camino que lo llevaría a la gloria.
Encuentra al maestro cuando en verdad lo necesitaba, agotado por una vida disipada, enfermo, pensaba en su muerte. El maestro se lo lleva al Hotel de los Extranjeros de París. Bolívar, años más tarde,  lo diría así: “Vino a sentarse a mi lado, me habló con esa bondad afectuosa de siempre, me convence que es una locura dejarme morir, que hay otros motivos para vivir”. Reacciona el enfermo poco a poco, hasta sentirse bien y con muchas ganas de vivir.
 Rodríguez, que si desempeña en París el papel de un maestro, casi lo obliga a retomar las buenas lecturas, se apasiona por la metafísica, pero poco a poco vuelve a leer a Helvecio, Holbach, Hume, Hobbes, Spinoza, lo más selecto del pensamiento y la filosófico política de la época.
Simón diría, andando el tiempo: “El es un maestro que enseña divirtiendo”. Recordando sus andanzas por Francia e Italia, El Libertador, exclamaba ¡Oh mi maestro! ¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Róbinson, Ud. en Colombia! ¡Usted en Bogotá y nada me ha dicho y nada me ha escrito...
Cuando el joven se ha recuperado totalmente, Rodríguez le propone  un viaje a pie hasta Italia. Bolívar y Fernando lo aceptan.
Abandonan Paris rumbo a la frontera con Italia, van recordando su pasado, charlando sobre España, los sucesos alegres y tristes de la vida, pero también las anécdotas curiosas a las que han sobrevivido, sus proyectos, y su futuro.
Carlos IV ha firmado su entrega incondicional a Napoleón. España y Francia pactan contra Inglaterra: ¿que le aguarda a la América Española?
Los viajeros pasan por Lyón, atraviesan el Ródano, entran en Saboya, siguen sin darse cuenta los pasos de Rousseau. Caminando, o en carretas, con arrieros y distinguidos comerciantes que encontraban a su paso, entran en Annecy y siguen a Chambery  donde Rousseau disfrutaba las caricias de la señora Waren.  Luego Turín, la Lombardía, y por fin Milán. Allí se enamora apasionadamente de María Manzoni, de ese apasionamiento por la bella italiana, escribe el mismo Alejandro Manzoni, autor de la novela “Los Novios”, que Simón, tirado en un canapé, exclamaba perturbado “Esa mujer ha decidido mi suerte”; sin embargo pudo continuar con sus compañeros, dejando atrás a la bella  mujer. 
Entra Napoleón en Milán para coronarse, con la corona de hierro de los lombardos, en su formidable Catedral. Presencian la coronación y la imponente revista militar de Campo Chiaro.
Tiempo después Bolívar diría: “Yo ponía toda mi atención en Napoleón, como todo mundo, y solo a él veía entre toda aquella multitud, mi curiosidad no podía saciarse, y aseguro que entonces estaba muy lejos  de prever que un día sería yo  también objeto de la atención  o, si se quiere  de la curiosidad  de todo un continente, y puede decirse  también del mundo.

Los tres amigos siguen a Venecia, luego Ferrara, Lugano, Padua, y Florencia, donde lee El Príncipe de Maquiavelo, que no le agrada, y por fin llegan a Roma.
En Roma, capital del mundo,  solicitan al embajador de España, don Antonio Vargas Laguna. En este punto Rumazo González dice que este caballero, introduce  a los tres viajeros en las tertulias literarias donde participan: Guillermo, hermano del Barón de Humboldt,  Rauch y Thorwaldsen, Sismondi, Madame Stael, Lamartin, Chatobriand; diplomáticos, ministros, generales, todos inmortales, imbuidos en el espíritu revolucionario de esa época.    

            El 15 de agosto de 1805, los tres amigos suben al Monte Sacro, una de las famosas siete colinas de Roma. Donde juraron libertar a Venezuela. Bolívar lo cuanta así:
            “Allí nos arrodillamos los tres, y abrazándonos unos a otros  juramos libertar a nuestra patria  o morir en la demanda. Fue hacia la tarde, en hora de intenso calor. Este juramento fue cumplido; he ahí lo extraordinario. Seis años después, Fernando Toro, destrozada la pierna por un cañón  español, en plena guerra,  regresó a Caracas para morir, sin siquiera haber contemplado el alcázar de la independencia”.

EL JURAMENTO.
 
            Don Simón Rodríguez, después de la muerte de Bolívar, dio a conocer el texto del  juramento del Monte Sacro, se le dictó  a Don Manuel Uribe, el cual lo dio a conocer, dice así:  “¿Con que éste es el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de Cesar y de Bruto, de Tiberio y de Trajano? Aquí todas las grandezas han tenido su tiempo, todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza con el manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su carácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el puñal en el corazón de su padre para reemplazar la tiranía de Cesar  con la suya propia; Antonio renuncia los derechos de su gloria  para embarcarse en las galeras de una meretriz ; sin proyectos de reforma,  Sila degüella a sus compatriotas  y Tiberio, sombrío como la noche  y depravado como el crimen, divide su tiempo entre la concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien Caracallas, por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudios. Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República; depravación para los emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar al mundo entero;  ambición para convertir  todos los Estados de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto como Virgilio; Satíricos como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles como Séneca; y ciudadanos enteros como Catón; éste pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad. Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces,  sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco,  por no decir nada. La civilización que ha soplado del Oriente ha mostrado aquí todas sus fases, ha hecho ver todos sus elementos; más en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido  y que el despeje de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo.
Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma  hasta que no haya roto las cadenas  que nos oprimen por voluntad del poder español”.

            19 años después del juramento Bolívar le escribe al maestro desde Pativilca: “ Se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma  a jurar sobre aquella tierra santa  la libertad de la Patria? Ciertamente no habrá olvidado usted  aquel día de eterna gloria para nosotros, día que anticipó por decirlo así, un juramento profético  a la misma esperanza que nos debíamos tener...”
Y al hermano del maestro le dice: “Créame Ud., mi querido amigo: “Su hermano de Ud.,   es el mejor hombre del mundo; pero como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni hogares,  ni familia, ni nada”. Simón Bolívar.  Carta desde Cuzco, 27 de junio de 1825, dirigida a Cayetano  Carreño. 

            La mayor parte de los historiadores e investigadores, no creen ni aceptan que Bolívar haya dictado ese juramento, como lo dice y escribe,  Don Manuel Uribe, que copia el texto de don Simón Rodríguez, pero yo si creo que Bolívar y Rodríguez, escribieron  ese texto para aquel acto, por tratarse de dos tipos humanos muy especiales, que veían las cosas en otra dimensión a la cual no todo mundo tiene acceso. Para Bolívar y su maestro, ese acto era único y sagrado, solemne como una misa, como levantar la ostia con el cuerpo de Cristo, así, sangrando, desgarrado, divino.  Ese manifiesto tiene la firma de Bolívar, nadie pudo escribirlo sino él, ese texto no es un producto extraño al Libertador de un mundo, ustedes deben entenderlo, no es cualquier cosa, es Bolívar, único,  un  hombre incomparable y verdadero. Cristo, el Quijote y él, son los tres majaderos más grandes de la historia. No cabe duda, ese juramento, ese texto, lo escribió y leyó en el Monte Sacro, Simón Bolívar.  
            Sobre la influencia beneficiosa que ejerció el maestro sobre Bolívar, dan fe Don Cristóbal Mendoza y Monseñor Navarro, dos estudiosos sobresalientes de la vida del Libertador.


BOLIVAR MASÓN.

Es absolutamente cierto que Bolívar se incorporó a la logia masónica Saint Alexander d’Escocia en París, tal como consta en Acta firmada y aceptada por el Libertador  -adquirida en París y traída al País por el historiador Ramón Díaz Sánchez-  y obtuvo, dice el propio Bolívar,  el grado de Maestro; sin embargo él, nunca se consideró masón, así lo atestigua Perú de Lacroix, al cual le dijo que no le convenía ni creía en esa organización “por lo mismo poco podía  hacerle ganar la masonería y  hacerle perder mucho de la opinión”.


PROLEGÓMENOS DE LA PRIMERA REPUBLICA.


Regreso a Venezuela. 19 de abril de 1810.

            Simón Bolívar regresa a Paris, a mediados de 1806,  donde tiene noticias del fracaso de la expedición libertadora  de Miranda sobre Venezuela; el 23 de junio le escribe a su amigo Dehollain-Arnoux,  informándole de su decisión de regresar a su Patria. En noviembre sale de Paris rumbo a Bélgica y Holanda, llega al puerto de  Hamburgo, desde donde parte hacia Charlestón-USA. Viaja por ese país, visita Filadelfia, Nueva York y Boston. Años después le escribe a su amigo Beaufort  J. Watt,  “Durante mi corta visita a los Estados Unidos, por primera vez en mi vida vi la libertad racional”.
Bolívar llega a Caracas en Junio de 1807,  ya está formado para la misión que ha jurado cumplir.  Los que han estudiado al Libertador están contestes, en que su decisión de luchar por la libertad obedece a causas múltiples, entre las cuales ocupan lugar importante,  además de su liderazgo y los hechos políticos en pleno desarrollo, la influencia magisterial que ejercieron en él, el Marqués de Ustáriz, Humboldt y el maestro Simón Rodríguez. 
Ya en Caracas, además de ocuparse de sus negocios y de las haciendas, conspira, es el astuto conspirador,  asiste a las reuniones de información y conjunción revolucionaria,  en la casa de los Ustáriz, y los Álamos, a la vez que invitaba a su propia mansión en las riveras del  Güaire, a los jóvenes verdaderamente conjurados, partidarios de la independencia radical. 
En la casa del Dr. José Álamo se reúne la mayor parte de los independentistas: Los Montilla, los Blanco, los Ustáriz, los Sata y Bussi, los Rivas, Anzola, Aldao, Roa, Escalona, Sosa, Tejera, Salias, Rocio, Yánez, y por supuesto Simón Bolívar,
Renueva su amistad con Andrés Bello, el cual recitaba sus trabajos sobre la “Eneida” de Virgilio, y “Zulima” de Voltaire, que causaban la admiración de Bolívar.  En esas tertulias se leía el pensamiento más acabado de la revolución que marchaba por esos caminos de la filosofía: las tragedias de Voltaire, el Contrato Social de Rousseau, Montesquieu, Filangieri, la Vida de Mahoma, Millot, y en fin La Enciclopedia. Todos eran enciclopedistas.
Entre 1807 y 1809,   se respiraba la frustración que produjo en el ánimo de los patriotas, el desastre de la expedición de Miranda:  (Después de investigar  la vida  de Miranda, nos parece increíble ese fracaso, porque este hombre excepcional, lo planificaba todo, y no dejaba nada al azar. Este personaje que deslumbró a la alta sociedad Europea,  enamoró a las damas de mayor renombre en los círculos sociales, y dejó su teoría sobre   Fisognómica, aceptada entre otros por Goethe, Jacobi, Herder y Stolberg. 
Solo como un ejemplo, traemos a colación la publicación de  dos volúmenes de cartas cruzadas con Catalina de Rusia, que dan testimonio de su extraordinaria personalidad.
Miranda viene a las costas de Venezuela con todas las desventajas que solo pueden perdonarse a un aprendiz o a un novato o a un suicida,  y ya era una cadena de fracasos insoportables para los patriotas, porque 9 años antes también fracasaron Gual y España, y la juventud de Caracas no superaba el martirio y la exhibición de los restos de Don José María España. 
En este año de 1809, la Junta de Sevilla nombra Gobernador y Capitán General de la provincia de Venezuela  a Don Vicente Emparan y Orbe, de formación enciclopédica, y que venia precedido de fama de hombre honorable, admirado por Humboldt,  respetuoso de la ley, que había cumplido dos períodos de gobierno en la provincia de Nueva Andalucía, por petición expresa de los cumaneses, el cual, desde que llegó a Caracas,  hizo amistad con Bolívar. Su nombramiento fue muy acertado y bien recibido.
Emparan se rodea de buenos ciudadanos, entre ellos, están el auditor de guerra, don José Vicente de Anca, los Oidores Don Felipe Martínez de Aragón, Don Antonio Julián de Álvarez, el Fiscal Don José Gutiérrez de Rivero, y el Intendente Don Vicente Basadre, todos ciudadanos respetados en Caracas.     

Desde antes de 1809, la idea de independizarse de España, se iba imponiendo entre los jóvenes de la sociedad venezolana; hervía en la sangre de los patriotas,  igual  pasaba en toda Hispanoamérica.
Los pueblos de Caracas, Cumaná y otras ciudades importantes, se venían preparado para la insurgencia; hay muchos hechos que se conjugan: en Cumaná surge un poderoso movimiento desde la ejecución de José María España y la muerte de don Manuel Gual en Trinidad.  Tiene importancia, a la hora de decidir, el parentesco de Don Manuel Gual, con la familia Sucre, su padre era casado con una hermana de don Vicente Sucre y García Urbaneja; Cumaná es un puerto de mar, por aquí  entraban las noticias de Europa,  se sabe que aquí  se tradujo por vez primera, el Contrato Social de Rousseau, y la carta del jesuita Juan Pablo Vizcardo, enviada por Miranda a Manuel Gual a Trinidad, para ser repartida a todos los patriotas, constituido en doctrina revolucionaria. Por otra parte  el ejemplo de Estados Unidos, y  Haití, que lograron su independencia; y además, la prepotencia  de Napoleón Bonaparte, cuando toma el poder en  España,  depone y somete a Fernando VII y nombra Rey de España y de sus colonias a su hermano José Bonaparte, no podían tolerarlo los hispanoamericanos.

La situación en España y en Caracas.

 España entera reaccionó contra Bonaparte y contra su  Rey, Carlos IV. Se constituyen Juntas provinciales y nacionales conservadoras de los derechos de Fernando VII, que se van disolviendo en la medida en que las tropas de Napoleón ocupan el territorio; para 1810 solo queda la Junta de Sevilla; pero España pelea su propia guerra de liberación. 
En Caracas se constituyen dos grupos poderosos, los Conservadores, que quieren un gobierno autónomo pero  que no quieren desprenderse de la Corona, son los más poderosos y  proponen también un Gobierno conservador  de los derechos de Fernando VII; pero otro grupo, igualmente poderoso, el de la juventud, aspira y proclama la independencia absoluta de España, allí está Bolívar.
A principios de 1810 la juventud intenta un levantamiento, por diferentes vías y en diferentes grupos. En la casa de los Ustáriz se reúnen los más influyentes, allí están Fernando Rodríguez del Toro y Simón Bolívar, el conde de Tovar, el cual era conducido en butaca por su avanzada edad, y sus dos hijos. Andrés Bello, Miguel José Sanz, Luis López Méndez, y otros. El movimiento es descubierto, Emparan protege a Bolívar que es confinado  en sus haciendas fuera de Caracas, muchos jóvenes son desterrados. 
Llegan a Caracas malas noticias, la Junta de Sevilla ha sido eliminada y se ha constituido un Consejo de Regencia en Cádiz, pero Napoleón y las juntas de España, reclaman la obediencia de las provincias españolas de América.
En las casas de los Ustáriz, Álamo y  Bolívar, en las riveras del Güaire, se reúnen los conjurados, apremiando las decisiones del Congreso, no aceptarán a Napoleón, no aceptaran otro patrón,  aunque en ello les vaya la vida.
Augusto Mijares dice, al recordar aquellas reuniones,  que: “ en la casa de los Ustáriz, el recién llegado –Bolívar- se encontraba ahora  más cómodo, porque él también, con los conocimientos adquiridos en los últimos años, podía discutir de política  y filosofía con buenas citas a la mano, opinar sobre teatro y arte, declamar versos en francés”. Yo agregaría, que Bolívar se convirtió en el anfitrión por excelencia de aquella  sociedad levantada contra el coloniaje.


19 DE ABRIL DE 1810.

Podríamos hablar con propiedad de que el gran antecedente inmediato de este acontecimiento histórico, es la revolución francesa, que se inicia con un suceso tan tímido como fue la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, cuando la burguesía parisina destrona al Rey Luis XVI  y él y su mujer María Antonieta, son ejecutados por el pueblo parisino; lo que desencadena todo el proceso republicano que estaba en marcha en la mente de la Ilustración.
El movimiento revolucionario que encabezan los enciclopedistas: el filosofo del Contrato Social, Juan Jacobo Rousseau; el excelso poeta Lamartine, y Diderot,  D’Alambert,  Voltaire, Condillac, etc.

Tanto en Caracas como en Cumaná, se tradujo al castellano,  el Contrato Social y se popularizó,  se atribuye la traducción al sabio José María Vargas; se difundió y fue para la juventud el grito de guerra.  Los filósofos franceses, alcanzaron tal notoriedad, que sus nombres fueron dados a las promociones y actos literarios. Su influencia fue definitoria en aquella generación para optar por la independencia. 

Por supuesto que los acontecimientos históricos que se desarrollaron el 19 de abril de 1810, no tuvieron en cuenta en esos momentos la filosofía sino los hechos, veamos:
 
Los hechos que vamos a narrar se desencadenan cuando llegan a Caracas, de improviso,  dos comisionados del Consejo de Regencia de Cádiz, el Conde de Montufar y el Capitán de Fragata Don Antonio Villavicencio, encargados de informar al Ayuntamiento de Caracas, la instalación del Consejo de Regencia de Cádiz, y para obligar al Cabildo y a la Provincia de Venezuela, a reconocer  su autoridad, en vista de lo cual, los conjurados  que habían quedado en Caracas,  decidieron proceder sin demora a asumir el poder mediante una decisión y la toma del Ayuntamiento de Caracas.

Desde el 18 de abril, Jueves Santo, los ciudadanos notables de la ciudad se reúnen con el pueblo en la plaza de la Catedral de Caracas. Dentro de la mayor confusión, pero con espíritu patriótico y heroico, el joven José Félix Ribas, usando un gorro frigio,  se lanza a las calles para llamar al pueblo a  Cabildo Abierto para el 19 en la mañana; se le unen, con la misma fogosidad,  los Hermanos Montilla, Francisco Salias, el canónigo José Cortés de Madariaga, el padre José Félix Blanco,  y otros conjurados.

El 19 de abril, a las 8 de la mañana una comisión del Cabildo, don Valentín Ribas y don Rafael González, tocan la puerta del Capitán General, don Vicente de Empara y Orbe, y lo invitan a la sesión extraordinaria que se va a celebrar,  con el objeto de nombrar una Junta de Gobierno. Emparan  asiste al Cabildo, la reunión ha sido convocada por el Vicepresidente, don José de las Llamosas. Empara  reclama, pero la mayoría está allí expectante.

Emparan se excusa, abandona el Ayuntamiento pretextando su asistencia a los actos religiosos del Viernes Santo en la Catedral.  Sale presuroso escoltado por sus edecanes y la guardia, pero al llegar frente a la iglesia le salió al paso Francisco Salias, y  tomándolo por el brazo, le exigió que volviera al Cabildo, según la versión más difundida. Al frente de la guarnición estaba el caraqueño Capitán Don Luis de Ponte, comandante del batallón de la Reina,  con quien Emparan cruzó miradas inquisitivas, pero el capitán ordenó “Armas a discreción” y no demostró ninguna disposición para intervenir.

Emparan, desarmado y exigido por Salias, camina dócilmente a su lado, custodiado por la guardia,  llega al cabildo cuando se discute la constitución de la Junta de Gobierno.  Hábilmente, se muestra partidario, logra que lo promuevan como Presidente, y es propuesto por Juan Germán Rocio y el padre José Félix Sosa, lo que demuestra el gran ascendiente del funcionario;  pero los jóvenes patriotas amotinados se habían preparado muy bien para estas alternativas; habían logrado ampliar el cabildo introduciendo entre sus miembros con voz y voto, al joven José Félix Ribas, que asumió la representación del gremio de Pardos, al fogoso canónigo chileno,  don José Cortés de Madariaga, al presbítero patriota Francisco José de Ribas, y el Dr. Juan Germán Rocio; cuando parecía que Emparan tenia todo controlado, se levantó el canónigo Madariaga, y en un corto discurso, no solo se opone a tal propuesta, sino que acusa a Emparan de engaño y de perfidia y exige su renuncia. El diputado yaracuyano José Rafael Villarroel, le hace coro al canónigo y así, en medio de la mayor algarabía y contradicciones, la mayoría  desaprueba a Emparan.  Este, presagiando lo peor, pero con esperanza de resolverlo, se asoma  al balcón y consulta al pueblo allí congregado, si estaba de acuerdo con su gobierno. El canónigo va tras él y hace señas al pueblo para que no lo acepten. Emparan ante la reacción del pueblo, que grita ¡No lo queremos!, exclama “Yo tampoco quiero mando” devolviendo al Cabildo con esta simples palabras, entregando el poder,  reconociendo al pueblo, por vez primera en la historia de Venezuela, como árbitro absoluto de su destino.   Al otro día, el Capitán General, representante del Imperio, abandona Caracas, se podría decir que civilmente el pueblo de  Caracas, le infringió una derrota al poderoso Napoleón Bonaparte, sería la primera de muchas derrotas, que recibiría el  Imperio más poderoso de la tierra.

En definitiva, el gobierno de la Provincia quedó en manos del Ayuntamiento caraqueño, que tomó el conciliador   nombre de “Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII”.

La Junta de Gobierno fue integrada por 23 miembros: Don José de Las Llamosas, Don Martín Tovar, Don Feliciano Palacios, Don Nicolás de Castro, Don Juan Pablo Ayala, Don José Cortés de Madariaga, Don Hilario Mora, Don Isidoro López Méndez, Don Francisco José de Ribas, Don Rafael González, Don Valentín Ribas,  Don José Félix Sosa, Don José María Blanco, Don Dionisio Palacios, Don Juan Ascanio, Don Pablo Nicolás González, Don Francisco Javier Ustáriz, Don Silvestre Tovar  Liendo, Don Nicolás  Anzola,  Don José Félix Ribas, Don Fernando Key Muñoz,  y Don Lino de Clemente.

Ese mismo día se nombró el gabinete ejecutivo: fueron nombradas las siguientes autoridades: el Dr. Juan Germán  Rocio, para la cartera de Relaciones Exteriores;  Don Nicolás Anzola; Gracia y Justicia; Don Fernando Key Muñoz, Hacienda; Don Lino de Clemente, Guerra y Marina; Don Carlos Machado, Canciller; Don José Tomás Santana,  y Don Casiano de Bezares, secretarios.

Don Fernando Rodríguez del Toro, fue designado Jefe de las fuerzas armadas de la Provincia;  se asciende a Simón Bolívar a Teniente Coronel;  se nombran comisionados para algunos países con el objeto de  solicitar el reconocimiento de la independencia de la República de Venezuela, y si fuere posible, ayuda económica. Se envía correspondencia al Consejo de Regencia en Cádiz, aunque éste no la reconozca;  y también comisionados para todas las provincias de Venezuela, para invitarlas a unirse en una sola República. 
En solo una hora, se elaboró el plan inmediato de gobierno,  después de 300 años de sujeción a la voluntad del imperio, Venezuela entró a la historia de las republicas independientes.

En el Acta levantada, bastante conservadora, se proclama  que las provincias ultramarinas tienen el mismo derecho que las peninsulares a constituir  juntas propias para mantener la obediencia al Soberano legítimo; y también alegan fundamentos jurídicos,  dan  razones  de la decisión, se dice que está contemplado  “erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas  faltas, ejerciendo los derechos  de la soberanía que por el mismo hecho  ha recaído en el pueblo”.
  
Al día siguiente la Junta comunicaba a todos los habitantes de Venezuela que se les llamaría  a tomar parte en el ejercicio de la suprema autoridad.

Participación de Bolívar.

Sobre la participación de Bolívar en estos acontecimientos, hay muchas dudas entre los protagonistas y entre los investigadores, que alegan que  Bolívar se quedó en sus haciendas fuera de Caracas, donde había sido “alejado” por algunas indiscreciones cometidas en presencia del Gobernador Emparan; en un banquete dado por éste, Bolívar alza su copa y exclama “Brindo por la libertad de Venezuela  y de toda la América”; y, Emparan no toma medidas contra su amigo; sino que le propone que se aleje de Caracas hacia sus fincas, para evitar su deportación.  
La verdad es que Bolívar tuvo que recluirse en su hacienda de los Valles del Tuy, al parecer por muy poco tiempo;  Juan Pablo Ayala es expulsado de la provincia; el español don Diego Jalón debe irse para la Isla de Margarita; los hermanos Carabaño huyen para Maracaibo, el grupo es dividido y separado; pero no corrieron la suerte de Gual, España, José Rusiñol, Narciso del Valle y otros infortunados.

El  regente de la Real Audiencia José Francisco Heredia, dice que Bolívar “fue uno de los principales  caudillos que tramaron secretamente los actos del 19 de abril; y, el Marques de Casa León refirió que “tratando de persuadir a él –Bolívar-  y a otros compañeros suyos de los peligros que corría la provincia por aquel paso imprudente, los atrajo a una conferencia  en que, José Domingo Duarte, Asesor de la Intendencia, les manifestó su error con toda la fuerza de la razón, y que Bolívar después de oírle  en silencio, contestó que “todo aquello estaba muy bien pintado; pero que él y sus asociados  habían declarado la guerra a España, y verían como saldrían”. 

A pesar de todo esto, los conservadores apoyaban a Bolívar, pero tenían cierta resistencia o temor por sus ideas extremistas en relación con el tipo de revolución a la que aspiraba, la independencia absoluta e inmediata de Venezuela; también era conocido su temperamento su discurso y su poder. Simón Bolívar tenía que cuidarse.

En este sentido es significativo el hecho de su asenso  a Teniente Coronel, hecho este poco analizado,   si se tiene en cuenta la poca experiencia militar que aparecía en su hoja de servicios, y  en un ambiente, que se decía y se dice, contrario al joven patricio, esa opinión no nos parece  sustentable, el papel de Bolívar en aquellos eventos tuvo que influir en ello, no se prestaban aquellos hombres a miramientos y oportunismos.
Podemos aceptar  que la mayoría conservadora no lo estimaba o le temía,  y por eso protestaban por el honor que se le confería. Bolívar a cambio, se acerca a los cabildantes para  ofrecer  su asistencia, relaciones y el  financiamiento  del viaje de la Comisión que partiría para Inglaterra a cumplir objetivos tácticos y diplomáticos en  aquella potencia, Inglaterra,  que en esos momentos se enfrentaba a Napoleón;

Por otra parte, Bolívar cuenta en el Cabildo, con sus asociados y parientes,  la amistad o el sentimiento de algunos de los conjurados que asistían a las reuniones en su casa, como es el caso de los hermanos Ribas, Palacio, Toro y Ustáriz.
Esto se deduce de muchos detalles, y  del manifiesto publicado en 1811 por Fernando Toro, en el cual dice: “Teníamos tomadas las medidas necesarias al buen éxito de la empresa, cuando los caraqueños la ejecutaron el 19 dejando sin lugar nuestra tentativa”.

Mijares advierte que Bolívar guardó siempre el recuerdo de ese día memorable, diez años después dijo: “ Diez años de libertad se solemnizan este día ...El 19 de abril nació Colombia”.

Para la comisión que partiría para Inglaterra, el Cabildo nombró a Don Andrés Bello, Don Luis López Méndez  y  el Teniente Coronel Simón Bolívar; su hermano Juan Vicente Bolívar, forma parte de otra comisión que parte hacia los Estados Unidos.
Juan Vicente, hermano varón mayor de Simón Bolívar, murió en el naufragio del barco “Neny”, de bandera norteamericana, en la travesía de Filadelfia a Puerto Cabello, en Julio de 1811.
 Es comprensible que algunos historiadores afirmen que Bolívar, no participó en los hechos del 19 de abril de 1810, por que no aparece en las Actas, pero pretender que el  más importante activistas de la Revolución, el mas destacado de los conjurados, el espíritu de la revolución, no participó en los actos culminantes de aquel proceso revolucionario, no tiene sentido; ¿que debemos entender entonces?  Les aseguro que Bolívar, desde su cuartel general, lejos de Caracas, tal vez en clandestinidad, manejaba los hilos del proceso y no le convenía exponer a sus compañeros.  Bolívar no solo era la fuerza, sino que también era  una parte importante de la logística del movimiento.
Bolívar también se reservaba la carta de Miranda, la razón más importante de su viaje a Inglaterra, era el más prestigioso revolucionario americano  de su tiempo,  que el mismo traería para darle el respaldo y la fuerza definitiva que necesitaba la revolución americana. 


TERCER VIAJE A EUROPA
 

            En junio de 1810, Bello, López Méndez y Bolívar, parten para Inglaterra. En Londres se alojan en el Morin’s Hotel. Hacen Lobby al Ministro de Relaciones Exteriores, Lord Wallesley, a quien dan razones de la importancia que tienen las relaciones con Inglaterra, le explican la situación política de Venezuela como nación libre y soberana, y las ventajas que tiene el comercio con Inglaterra. Sin embargo la situación política en Europa, ha cambiando: Napoleón se prepara para invadir Inglaterra y ésta para auxiliar a los españoles que luchan contra él.   
            En realidad la misión no obtiene relevancia, por no decir que fue un total fracaso.  Wallesley solo se compromete a darle protección marítima al comercio  y mantenerse neutral en los asuntos del gobierno español.
            Pero para Bolívar, que va con la idea de traerse a Miranda, la misión es todo un éxito, y Miranda, que vive en Londres, pensionado por el Gobierno Inglés, y deseoso de iniciar su proyecto libertador, ve sus sueños cumplidos; en cuanto supo la llegada de la misión, los visita en el Morin’s Hotel, allí inician las conversaciones; Miranda congenia con Bolívar, lo invita  a los museos, a los salones donde se reúnen sus amigos enciclopedistas, los personajes relevantes, los intelectuales; recorren la gran ciudad, los grandes salones, los célebres cafés al aire libre, pero sobre todo los museos y las bibliotecas.  Bolívar tiene la oportunidad de apreciar la cultura inglesa, y aprovecha para mejorar el conocimiento de ese idioma.
            El 16 de septiembre, después de dos meses, Bolívar regresa solo a Venezuela;  Bello y López Méndez se quedan en Londres. Poco tiempo después Miranda sigue los pasos de Bolívar.

MIRANDA, BELLO,  LOPEZ MENDEZ. y BOLIVAR .
   
En Londres se encuentran: Bolívar, Bello y Miranda. De este encuentro don Augusto Mijares, comenta: “Son los tres hispanoamericanos que serían los únicos en alcanzar categoría de genios”.

Bolívar nace en 1783, y Miranda, ese mismo año,  se inicia a la vida revolucionaria, Don Augusto Mijares, piensa, que: ese año, el Precursor “comienza su apostolado de libertad” y... “permanece como centro de atracción en el Continente”;  parodiándolo podemos decir que,  en 1812,  Miranda le entregó a  Bolívar la espada de líder de la revolución, que él bautiza con el Manifiesto de Cartagena.
            Cuando se encuentran en Londres, Bello, López Méndez, Bolívar y Miranda, éste está sufriendo las inconsecuencias de la política inglesa. El Duque de Wellington, que derrotó a Napoleón en Trafalgar, no pudo cumplir las   promesas que le hizo en 1808, de financiarle una nueva expedición libertadora a Venezuela, debido a la inesperada sublevación del pueblo español contra Napoleón. Inglaterra prefirió intervenir en España y desviar hacia España esos recursos. 
            Sin embargo  estos tropiezos no influyeron negativamente en el trabajo de los comisionados, pues cada uno llevaba otros objetivos; sobre todo Bolívar, cuyo mayor anhelo era traerse a Miranda para que acaudillara la revolución venezolana y de Hispanoamérica.
            Don Augusto Mijares nos advierte que: “Para Bolívar y Bello debió  ser un choque espiritual extraordinario el encuentro con su afamado compatriota;  pero  Miranda no ha debía sentirse menos conmovido al ver que, por fin, la América  venía a buscarlo, representada por aquellos  jóvenes patriotas  de primera categoría intelectual y social”.
            En esos dos meses de conversaciones de intercambio de ideas, de paseos, de estudios y relaciones;  Miranda les trasmite su conocimiento sobre la guerra y la paz, sus teorías y proyectos americanistas,  los resortes de la política inglesa, su aprovechamiento; y a  sus amigos; les dedica tiempo para bosquejarles sus andanzas por el mundo, sus aventuras amorosas, sus recursos. Miranda no ocultó nada a sus nuevos amigos, y tambien les advirtió sobre lo que podían esperar de él, de su experiencia y su edad avanzada..
En los ratos de alegría, les recita los poemas de Virgilio en la lengua del Lacio, y en momentos solemnes les habla de sus proyectos de una gran republica Hispanoamericana,  de la educación, del método lancasteriano, y les presenta al maestro, don José Lancaster, al cual Bolívar, reconoce, contrata y le ofrece pagar de su peculio, su sueldo y los gastos que tenga para trasladarse a Caracas; como en efecto, así ocurrió.

            Años más tarde, Bolívar evocaría a estos compañeros  revolucionarios:  de Bello dijo: “Yo conozco la superioridad  de este caraqueño contemporáneo mío; fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto”
La admiración de Bolívar por Don Luis López Méndez, fue tan grande que en varas oportunidades   dijo: que Don Luis López Méndez,  era el verdadero libertador de Colombia, y agregaba “que él no hubiese podido hacer la célebre campaña de 1819, sin los oportunos y eficaces auxilios  de todas clases que aquel  le proporcionó desde Londres, empeñando su propia responsabilidad, y la del naciente y aun mal afirmado gobierno de Venezuela”.
            Y de Miranda, que podemos decir:  la admiración de Bolívar por este genio de la libertad, fue tan grande que no solo lo trajo a Caracas, sino que lo hospedó en su casa, y con el apoyo de sus amigos, lo puso  a la cabeza de La Sociedad Patriótica. Para el 2 de marzo de 1811, forma parte del Congreso Nacional, y 19 de abril de 1811, ya era reconocido como el líder indiscutido de la revolución sudamericana.

La Junta Patriótica. 

Fue un centro revolucionario, con poder paralelo al Congreso nacional,  donde se congregaron los patriotas separatistas, y es, desde ese órgano, que salen las voces de los más ardientes defensores de la Libertad. Desde un principio se congregaron allí elementos de todas las clases sociales: blancos peninsulares y blancos criollos, ricos y pobres;  pardos,  mulatos, indios,  todos tuvieron voz. Allí estaban Bolívar, Muñoz Tebar, Miranda, que tambien era diputado al Congreso Nacional.
En él “Bolívar” de Mijares, se recoge una accidentada sesión de la Sociedad Patriótica, en la cual Bolívar se hace conocer como tribuno. Ese día, como todos los anteriores, el tema de discusión era la necesidad de decidir  a los congresistas  a proclamar la independencia; y como alguien insinuara  que así la Sociedad Patriótica  se convertía en otro Congreso, Bolívar le responde:
“No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea más efectiva, para animarnos a la gloriosa  empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional   lo que debiera estar decidido . ¿Y que dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política  de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos  de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben  prepararse en calma! Trecientos años de calma,  ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe,  al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana: vacilar es perdernos. Que una comisión del seno de este cuerpo  lleve al soberano Congreso estos sentimientos”.

La declaración de Independencia y la firma del Acta.

Ramón J. Velásquez hace un buen resumen de los antecedentes de la Independencia, en su libro Los Pasos de los Héroes, dice: “La independencia americana  se gesta desde los mismos comienzos  del siglo XVII. Los criollos, imbuidos de su misión y del  papel que representan, inician las primeras acciones contra la institución real, Las castas van evolucionando. La cultura, buena o mala, se va extendiendo. Las gentes van conformando sus anhelos.  A los comienzos de este proceso  no hay ni sombras de influencias ajenas al propio espíritu de la tierra. Las rebeliones van contra el mal gobierno, contara los exagerados pechos, contra los nuevos sistemas administrativos introducidos por los Borbones. Estas rebeliones  americanas tienen neto contenido local. La de Losada en el Tocuyo, en 1601, se siembra en temas lugareños. La de Andresote no apela a doctrinas exóticas. La de Juan Francisco de León o la de los negros en el mismo año de su revuelta, enfoca problemas y situaciones regionales. En la de los Comuneros de Mérida, eco de la rebelión del Socorro, aflora erudición bíblica. El Intendente es un Faraón que quiere condenar a los nuevos israelitas a la fabricación de ladrillos de plata. Samnitas de última hora, pretenden que los vencidos gobernantes  pasen cual romanos bajo las Horcas Caudinas”.
Parra Pérez resume las causas de la Independencia, en: “La residencia de extranjeros o sus descendientes, la presencia en la Guaira de los franceses hechos prisioneros en las Antillas o de emigrados de la misma nacionalidad, la introducción de papeles incendiarios, la acción de los conspiradores de San Blas, y por último, las intrigas  de los ingleses dueños de Trinidad y delos franceses de Santo Domingo”. 
Nosotros creemos que por encima de todo esto, está el concepto de Patria, el Patriotismo que iba en aumento en la sociedad de aquella época, y por el cual esa generación se inmoló, esto no debe nunca dejarse a un lado, sería como mutilar el espíritu de todo un pueblo. Cercenársele sus ideales, la Gloria, de la cual era un avaro el Libertador.   
El 5 de julio, después de una larga y acalorada  sesión, el Congreso Nacional declaró solemnemente  la Independencia absoluta de Venezuela, acogiendo el llamado revolucionario de la Junta Patriótica.  El Acta redactada al efecto, fue leída y firmada el 7 de Julio y promulgada el 8 de ese mismo mes. Venezuela proclamó, firmó y publicó, definitivamente su independencia del Imperio Español; el 14 se publicó solemnemente y fue izado  por primera vez el tricolor nacional, en el mismo sitio donde fue ejecutado don José María España, allí estaba sus hijos. Es el tricolor mirandino. En diciembre de ese mismo año se promulgó la Constitución Nacional, según proyecto presentado por Don Francisco Javier Ustáriz, revisado por una comisión formada al efecto.
    
En diciembre de ese mismo año se promulgó la Constitución Nacional, según proyecto presentado por Don Francisco Javier Ustáriz, revisado por una comisión formada al efecto.

ALGUNOS ANTECEDENTES.
              
1.-  Sublevación de Juan Francisco de León, en 1749-1752, contra la Compañía Guipuzcoana.
2.-   Levantamiento de Andresote y los Comuneros de Los Andes, contra los Impuestos. 1781.
3.-   Insurrección de José Leonardo Chirinos en Coro, en 1795.
4.-   Conspiración de Gual y España. 1797.
5.-  Complot de Francisco Javier Pirela en Maracaibo, en 1799.
6.-   Expediciones de Francisco de Miranda. 1806.
7.-   Conspiración de los mantuanos en Caracas en 1808. 


PRIMERA REPUBLICA.


Bolívar y la Primera República.-

El 5 de julio se declara la independencia de Venezuela, y se prepara para la guerra. Las Juntas españolas inician las acciones bélicas. La provincia de Coro se levanta contra la República. Monteverde forma un ejército y   avanza hacia Caracas. Miranda es nombrado General en Jefe. Ante la imposibilidad de organizar un ejército y después de sufrir varias derrotas, claudica y entrega la Republica a los españoles.  Bolívar es derrotado en Puerto Cabello, y esta derrota la plasma en una carta que envía a Miranda, llena de vergüenza y dolor.

 Le escribe  desde Curazao a su amigo Don Francisco de Iturbe.
  
“Yo estoy aquí cuanto bien puede ser, en mi actual situación, es verdad que me han quitado inicuamente mi poco dinero y mi equipaje,  pero yo estoy conforme en mi corazón, porque se que, cuando el infortunio persigue por algún tiempo todo conspira contra el infeliz. Pero como el hombre de bien y de valor debe ser indiferente a los choques de mala suerte, yo me hallo armado de constancia y veo con desdén los tiros que me vienen de la fortuna. Sobre mi corazón no manda nadie más que mi conciencia. Esta se encuentra tranquila y así no la inquieta alguna cosa. ¿Qué importa tener o no tener cosas superfluas?  Lo necesario nunca falta para alimentar la vida. Jamás se muere el hombre de necesidad en la tierra. Jamás falta un amigo compasivo que nos socorra y el socorro de un amigo  no puede ser nunca vergonzoso al recibirlo”.
Miranda firma la rendición en San Mateo, el 25 de julio de 1812. Bolívar asume la responsabilidad de la detención de Miranda, y dice que su decisión era la de fusilarlo. Monteverde le da pasaporte a Bolívar, que se dirige a Cartagena, donde llega en octubre de 1812; solicita la ayuda del gobierno de esa provincia, para  liberar a Venezuela, y escribe su “Manifiesto de Cartagena”.



SEGUNDA REPUBLICA.


BOLIVAR EN COLOMBIA.

Indudablemente este es uno de los documentos más importantes y oportunos de la revolución americana, en el cual Bolívar explica la perdida de la Primera República de Venezuela, y propone su reconquista, es el Manifiesto de Cartagena, para su interpretación,  merecerá un capitulo y un esfuerzo aparte, por cuanto de ese documento pende su liderazgo inicial. Verlo en el Apéndice.

Bolívar recibe en Colombia, el apoyo del Dr. Don Camilo Torres Tenorio, Presidente del Gobierno de las provincias unidas de la Nueva Granada, verbo de la revolución en Colombia, mayor que Bolívar, nació en Popayán en 1766. Su “Memorial de Agravios” sirvió de fundamento para el grito de independencia de Colombia, el 22 de julio de 1810.

Después de un largo peregrinar, con el apoyo del Presidente,  el  gobierno de Cartagena del célebre coronel Manuel Castillo, le sede a Bolívar, una división de 200 hombres, que comandaba el Comandante Pierre Labatut, y que personalmente, Bolívar, se encargó de su preparación para  la empresa que se proponía. 
Bolívar avanza por el gran río Magdalena, ocupado por los españoles: libera  la población de Tenerife, continua su marcha hacia Mompós,  de allí  avanza hacia Chiriguará, toma por sorpresa a Tamalameque, Puerto Real y Ocaña, con cuyas victorias libera todo el Alto Magdalena; así lo informa al Congreso Colombiano reunido en Tunja; entonces  es autorizado por Cartagena, para atacar al Brigadier Correa, apertrechado  en Cúcuta, donde obtiene una resonante victoria,  que le abre las puertas hacia Venezuela.
Bolívar es ascendido por el Congreso Neogranadino                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          a Brigadier General, al mando de los ejércitos de la Federación. Cruza el río Táchira en San Antonio,  contra la opinión del coronel cartagenero Manuel Castillo, que lo denuncia ante el Congreso de malversador, pero el Congreso lo autoriza a Invadir  Mérida y Trujillo.  Castillo renuncia y lo sustituye Santander, que luego se niega a seguir la orden de avanzar. Bolívar lo reprende “usted marcha o me fusila o yo lo fusilo a usted”.  Santander no pasó de la Grita, lo sustituye Urdaneta, que le dice a Bolívar: “General, si con dos hombres bastan para emancipar la Patria, pronto estoy a acompañar a usted”.
En Mayo 23 de 1813 Bolívar ocupa Mérida sin ninguna resistencia y lo aclaman, por ves primeras, como Libertador. Su estado mayor estaba formado por Rafael Urdaneta, José Félix Ribas y Atanasio Girardot.
Desde Mérida Bolívar prepara el avance sobre Trujillo, Barquisimeto y Valencia. Monteverde nombrado Capitán General, y otros jefes realistas, responden a Bolívar cometiendo toda clase de atrocidades; Bolívar y los jefes patriotas, a su vez,  contestan  con el decreto de “Guerra a Muerte” firmado el 15 de Junio,  en Santa Ana de Trujillo. 
Incansable, avanza, cruza la cordillera y cae sorpresivamente sobre Barinas, donde está atrincherado el Comandante Manuel de Tizcar, al frente de importantes fuerzas y abundantes bastimentos, pero que, ante el avance de Bolívar lo abandonan todo, y esos elementos vienen a fortalecer a los patriotas. Barinas constituía un baluarte del engreído General Monteverde, ya nombrado Capitan General de la Provincia de Venezuela. 
Tizcar no sale de su asombro, no tuvo tiempo de organizarse en batalla, nunca pensó tal hazaña, y tiene que abandonar Barinas en manos de los patriotas. El invicto José Félix Ribas, por su parte obtiene  resonante victoria en Niquitao, que suma más pertrechos y 400 hombres a sus filas, con cuyas fuerzas ataca y toma Barquisimeto. Por su parte, Bolívar ocupa San Carlos, donde  se unen ambas  fuerzas.
Ahora Bolívar es invencible, persigue a las desbandadas fuerzas españolas y las destroza en Taguanes el 31 de julio.
Por su parte Monteverde que venia derrotado de Oriente huye desde Valencia hacia Puerto Cabello, cometiendo toda clase de fechorías y atrocidades a su paso.
Bolívar ocupa Valencia el 2 de agosto, el pueblo lo recibe alborozado. Organiza el gobierno  y comisiona al coronel Girardot para sitiar a Puerto Cabello; Caracas es abandonada por las fuerzas españoles, que también se dirigen a Puerto Cabello. Desde Valencia, Bolívar,   hace los preparativos para  su entrada triunfal a Caracas, y el 6 de agosto entra triunfalmente a su ciudad natal,  que lo recibe entre vítores, y lo aclama como Libertador de Venezuela, título que ratifica el Congreso  en octubre   de ese mismo año.


EL DRAMATICO AÑO 14.  


Pero negros nubarrones oscurecen el horizonte. El lapso de tiempo que va de agosto de 1813 a julio de 1814, que es el período de la Segunda República, es verdaderamente catastrófico.  Los jefes realistas encabezados por José Tomás Boves, cuyo terrible liderazgo no tiene explicación, y otros jefes realistas: Juan Manuel Cajigal, Morales, Zuazola, Antoñanzas, Cerveriz, etc., toman venganza sobre toda la población venezolana y cometen toda clase de fechorías.
Por su parte Bolívar, Mariño, Bermúdez, Sucre, Rivas, Urdaneta, Piar, Palacios, Campo Elías, Montilla, Arismendi, Lara,  etc., ejecutan el decreto de  “Guerra a Muerte”, que lleva a los venezolanos a cometer crímenes inconcebibles sobre los  españoles, inocentes o culpables. 
En ese período de guerra encarnizada, las fuerzas venezolanas, logran hazañas memorables como las batallas de Araure, Bocachica contra Boves, y la primera de Carabobo contra el Brigadier General Juan Manuel Cajigal.  Sin embargo el fenómeno Boves, con fuerzas superiores, logra tomar y destruir casi todos lo pueblos del Centro y de Oriente, y tambien derrota a los patriotas en la batalla decisiva de “La Puerta” en junio de 1814, y toma Caracas.  Y ese fue el verdadero calvario para los patriotas y sobre todo para Bolívar.
El pueblo de Caracas, por orden de Bolívar,  huye aterrorizado rumbo a  Cumaná; los patriotas abandonan Caracas, es la llamada “Emigración a Oriente”, se calcula que 20 mil personas participaron en la terrible experiencia”. 

Bolívar sigue a Carúpano, y allí es arrestado por José Félix Rivas. Desde su prisión escribe el Manifiesto  que vamos a seguir en un texto del Coronel Arturo Castillo Máchez, veámoslo:
“Importante documento escrito por el Libertador el 7 de septiembre de 1814, mientras se encontraba detenido en la cárcel de esa ciudad. Fue la primera y única vez que Simón Bolívar iba a dar a una prisión y lo lamentable de ello es que lo enviara un general en quien Bolívar tenía una profunda confianza y además era su tío político, como lo era el general José Félix Rivas. Todo ello por supuesto, producto de la anarquía  reinante entre los patriotas, los cuales algunos de ellos culpaban a Bolívar  como responsable de los desastres  y las derrotas ocasionadas  al ejercito libertador,  en ese aciago año de 1814. Otro de los cabecillas de esta rebeldía era Carlos Manuel Piar, quien se había hecho proclamar Jefe de los Ejércitos de Oriente, mientras que Rivas era el jefe de los ejércitos de Occidente.
En su manifiesto de Carúpano Bolívar inicia su documento: “Infeliz el magistrado quien deba defenderse ante un tribunal de las imputaciones que se le hagan por los crímenes que haya cometido contra su Patria; pero dichosísimo  aquel que, sorteando los escollos  de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, logre preservar intacto  su honor  y se presente a exigir de sus conciudadanos  el testimonio de su rectitud”.
Con esta aseveración, Bolívar, empieza por mostrar una profunda seguridad, e que sus actuaciones han sido siempre en aras de la libertad  de la patria, que si bien debe rendir cuentas ante sus compatriotas también exige de ellos  la imparcialidad de sus opiniones  y la pronta restitución de sus derechos. Continúa el Libertador:
“Vuestros hermanos y no los españoles, han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares,  y os han condenado a la expatriación”...
Aquí Bolívar deja entrever, que por culpa de los venezolanos que siguen bajo las banderas realistas y que combaten contra los patriotas, es donde se encuentran los males, que llevaron de nuevo a la República al sepulcro. En otro de sus apartes manifiesta:
“No es justo destruir a los hombres  que no quieren ser libres; ni es libertad la que se logra  bajo el imperio de las armas, contra la opinión de seres fanáticos, cuya depravación de espíritu los hace amar las cadenas”.
Entraba el Libertador en el campo psíquico de los hombres, para insistir, que la libertad debía ser una connotación intrínseca de cada ser, para que a través  de ella llegara a la sublimación del espíritu personal y nacional. Prosigue Bolívar:
“El cielo nos ha humillado al permitir que hayan sido nuestros hermanos  y, únicamente ellos, quienes nos hayan derrotado”.
Esta aseveración va dirigida mayormente con el contingente de llaneros que a las órdenes de Boves se enseñorearon con la geografía venezolana para dejarla cubierta d cadáveres y de sangre venezolana. Hace ver el profundo amor que siente por la Patria y por los venezolanos,  a pesar de la anarquía imperante,  cuando le dice:
Yo aspiro que Libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso  que me he propuesto seguir  hasta volver a libertaros por la senda de occidente, regada con tanta sangre y adornada con tantos laureles... pues jamás la libertad ha sido  subyugada por la tiranía”.
No dejaba duda alguna que volvería con los mismos esfuerzos, esta vez desde occidente, a libertar la Patria, y concluye expresando:
“Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres , ellos son esclavos. Combatid, pues y venceréis: Dios concede la victoria a la constancia”

 Motivaba a los venezolanos al concluir su Manifiesto, con las diferencias entre ellos y los realistas a quines combatían, para inducirlos a la lucha  y al combate  como única manera de llegar a la victoria. Nos recordaba que solo  la constancia de nuestras luchas, Dios la coronaría con la victoria. Salió de la prisión, cuando Rivas se descuida  en la visita a un pueblo  cercano y el coronel Villapol lo libera. Igualmente a los demás detenidos  que se embarcaron en el “Arrogante” del pirata Bianchi, y se van a Cartagena de Indias, donde comienza Bolívar su segundo exilio. Ver el texto original en el Apéndice.  


SEGUNDA REPUBLICA.

RECUPERACIÓN DE VENEZUELA.

Bolívar vuelve a la Nueva Granada, es bien recibido por Camilo Torres; participa en la política, logra que Bogotá se una a las Provincias Unidas de la Nueva Granada; pasa a Cartagena donde se enfrenta al Coronel Castillo, pero por no crear una situación bélica, renuncia y  viaja a Jamaica, donde permanece varios meses, escribe su célebre “Carta Profética  de Jamaica”,  él la tituló “Contestación de un Americano Meridional a un Caballero de esta isla” fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815,  la cual expone su opinión sobre el pasado, el presente y el futuro de  América. El destinatario de la carta, que ha sido ampliamente debatido, se ha logrado identificar como Mr. Henrique Cullen, mediante investigación de varios historiadores y  muy especialmente por Mons. Nicolás Navarro.
En Jamaica Bolívar se asila hasta diciembre  de 1815, durante ese tiempo escribe la celebra Carta de Jamaica en la cual responde los planteamientos de
Un amigo ingles. La veremos más adelante. Sufre un atentado contra su vida,  ordenado por el propio general Pablo Morillo. En esos días, Bolívar, enamorado como siempre, mantuvo relaciones con Julia Cobier, a quien llama cariñosamente “La Francesista”; 
Dice Rumazo González, en relación con La Carta de Jamaica,  dice que: “La carta sitúa al Libertador en un altísimo plano de sabiduría, en conocimiento de la historia americana, en la versación del derecho y la sociología. Ni ahora, ni antes de él desde Jefferson, ni más adelante, hasta el final de su vida hubo nadie en la guerra que alcance tan encumbrada altura mental.”
Por nuestra parte decimos que este desahogo recurrente y político del Libertador, debe ser tenido como pieza fundamental en el conocimiento de su doctrina y credo político.
Después del atentado ordenado por Morillo, en el puñal de Pío Beto, y un préstamo que le otorgó Mr. Hyslop,  comerciante que manejaba en el Caribe los negocios del Cacao producido en los fundos de Bolívar,  se traslada a la República de  Haití, en busca de su amigo el Presidente General Alejandro Petión, va en compañía  del general Pedro Briceño Méndez,  sus edecanes Rafael Pérez,  Ramón Chipia y  su sirviente Andrés.  Arriban al puerto de Los Cayos, donde lo espera, con su disminuida escuadra, el que luego sería Almirante Luis Brión.  Sin embargo, gracias a la divina providencia, que se adelantaba siempre a los deseos del genio, e interpone su eficacia, de repente el mar se llena de velas, son los emigrados de Cartagena, que vienen bajo el mando de Bermúdez, los 50 titanes de Cartagena.

LA EXPEDICIÓN DE LOS CAYOS.
 
De Cartagena mártir, viene un grupo de  600 hombres que arriban a Puerto Príncipe, República de Haití; otros 200 fueron  a Kingston-Jamaica, otros 150 intentaron llegar a Cuba y al parecer perecieron. No  sabemos como se salvó el Mariscal, probablemente  naufragó y se salvó con otros acompañantes. Sucre estuvo en lances similares durante su vida de soldado, pero de este trance no dejo nada escrito.

  Cuando los emigrados de Cartagena llegan a Puerto Príncipe, Bolívar los esperaba y había hecho gestiones para que el Almirante Brión fuese con una goleta a buscarlos, sabiendo que arribarían a ese puerto tras la protección del Presidente Don Alejandro Petión. Lamentablemente: Bermúdez, Aury y Montilla, despreciaron la amistad de Bolívar que ya había conquistado, para su proyecto de Independencia de Venezuela, el corazón del admirable revolucionario que fue Don Alejandro Petión, jefe del gobierno de la republica independiente de Haití. 

Tavera Acosta,  con mucha propiedad y más específico, nos lo cuenta, y señala:

“Mientras tanto, los patriotas que vagan por las Antillas desde mediados de ese año, y aquellos que salieron de Cartagena en diciembre  del mismo, van reuniéndose en Haití, hasta formar un selecto grupo presidido por el Libertador. Allí se encuentran:
 Antonio José de Sucre, Mariño, Piar, Bermúdez, MacGregor, Montilla, Manuel Valdés,  Soublette, Briceño Méndez, Zea, Ducoudray-Holstein, Juan Antonio, Celedonio, José María, Manuel, Gabriel y Germán Gutiérrez de Piñares, el canónigo Juan Marimón, Ambrosio Plaza, Justo Briceño, Bartolomé Salóm, Pedro León Torres,   Pedro Maria Freites, José Antonio Anzoátegui, Fernando Galindo, José Gabriel Pérez, Juan José Liendo,  José Ucroz, Teodoro Figueredo, Francisco Piñango, Francisco de Paula Vélez,  Francisco de Paula Alcántara, José María Landaeta, Miguel Borrás, Pedro Chipía, José Antonio Raposo, Manuel Isava Sucre, Patricio Rubio, Vicente Villegas, José María Durán, Luis Aury, P. Duchemín, J. Du Cailá, Rafael Lugo,  Felipe Mauricio Martín, Jorge y Pedro Meleán, José Gabriel Lugo,  Bruno y Francisco José Torres,  Estanislao Ribas, Ricardo Mesa, Mauricio Cancino, Tomás Hernández, Guillermo Palacios, Florencio Tovar Galindo, José María Lecuna, Juan de Dios Morales,  José María Monzón, Fernando Tremarías Collot, José Ignacio Pulido, Manuel N. Manzo,  Sebastián Boe, Vicente Landaeta, Miguel Marconi, Diego José Jugo, Dufils, Brisel, Schmidt, Julián Montes de Oca, Agustín Gustavo Villaret,  Manuel María y Cosme Damián Quintero,  Miguel Cegarra, Felipe Enrique Domínguez, Santos Acosa, N. Puquet, Pedro Betancourt, Andrés Movit, Vicente Bumont, Pedro Cadenas,  Cayetano Cestari,  Lorenzo y José Bianchi, José Montes, Pedro Carrasco, N. Pasoni, N. Parejo, N. Sabino, los hermanos Lanzón, José Padilla,  Demetrio Alfaro, N. Araoz, Hilario Ibarra,  Eloy Demarque, Rafael Diego Mérida,  Pedro Martínez Aldao, Jerónimo Pompa,  Jorge Martínez Lozano, , Genaro Montbrune, Juan Bailío, Carlos Luis Castells,  Alejandro Urreta, José y Antonio  Jerónimo Lyón, Jacobo Kreidlin, Miguel Ustáriz, Juan Santana, Mauricio Encinoso, Lope Paría Buroz, Pedro Alcántara Herrán, Narciso Gonell, Juan Muñoz,  Juan Boza, José María Flores, Joaquín Camero, Miguel Girardot, Manuel Martínez, N. Barthlemay, José Martínez, Nicolás Machuca, Lucas Ortega Cova, Jerónimo y Andrés Ortega Guevara, Miguel Arismendi, José María Arguíndegui, Pedro González, Sebastián Cuesta,  Simón Antúnez, Vicente Bolívar, José María Fernández Carantoña,  Simón y José Benito García, Juan Bautista Darius, Lorenzo Hernández,  F. Barrera, F. Valencia, Manuel González, F.Velandia, Santos Orellana, Leocadio Acevedo, Manuel y Pedro Romera, Eugenio Rojas, Pedro Rodríguez, José Antonio Rodríguez, Ramón Segura,  Juan Antonio, Eusebio, Toribio y José Antonio Silva, y Manuel Maria Tinoco.

 Siendo de advertir que Bermúdez, Montilla, Aury, Ducailá, Isava Sucre, Rubio, Callot y Villegas, no acompañaron al Libertador   en la expedición.

Bajo la noble protección del general Alejandro Petión, Presidente de Haití,  quien proporciona a Bolívar buques, fusiles, pólvora, plomo, una prensa tipográfica,  fornituras, bayonetas, etc. (dos mil fusiles, diez mil libras de pólvora, quince mil de plomo etc.) puede el Libertador organizar la expedición de Los Cayos; y ya listos los preparativos para el mes de marzo de 1816, empiezan a salir las  naves desde el puerto de San Luis, el 31 de dicho mes.           

            240 patriotas parten de Los Callos con Bolívar, que sabe que su expedición es noticia y que tendrá fuerte oposición, escribe cartas en las cuales dice que va con 14 barcos, 2000 hombres, armas y municiones para 10 años de lucha.
Antes de partir espera y recoge a Pepita Machado, un amor apasionado,  y otras damas que le solicitaron auxilio, para ello se dirigen al  fondeadero de La Beata. Allí también recibe la alentadora y grata noticia de que Margarita es libre, gracias al arrojo del valiente general margariteño Juan Bautista Arismendi; entonces  Bolívar ordena dirigirse a Margarita.

            Antes de arribar a la isla, Bolívar y Brión logran  derrotar a una escuadra española, en una acción rápida y deslumbrante,  que se  opone al desembarco de sus fuerzas en Margarita, capturando algunos barcos y pertrechos. Arismendi los recibe y se une a los patriotas bajo el mando de Bolívar. Convocan una asamblea en Margarita en  la cual se le confirma a Bolívar el mando supremo del ejército patriota.   

            Bolívar decide invadir por Carúpano y después de otra batalla naval, logran tomar la plaza, que encuentra desocupada ya que sus moradores la abandonaron, sin embargo, en 30 días,  Bolívar logra enrolar cerca de 1000 reclutas, que inmediatamente son entrenados en el uso de las armas.

            Al parecer las lluvias de julio son el primer gran inconveniente que enfrenta este improvisado ejército. Otro inconveniente es la conspiración del inglés Ducondray Holstein, que es descubierto y expulsado de Venezuela. Este sujeto escribió horrores de Bolívar. En esos 30 días,  organiza muy bien su ejército, decreta la libertad de los esclavos, como lo prometió a Petión, forma una pequeña flota, y se dirige hacia el occidente, a las costas centrales de Venezuela. Visionario como siempre, dice:

“Si soy desgraciado en ella, no perderé sino la vida, porque siempre es grande emprender lo heroico. Voy a desembarcar en la costa de Ocumare a la cabeza de mil hombres y antes de ocho días tomaré la capital”, esta profecía no se cumple, sin embargo Ocumare constituye un hito en la recuperación de Venezuela.
           
En efecto Bolívar desembarca en Ocumare con sus mil hombres bien apertrechados, pero Morillo destaca a Morales con fuerzas suficientes para contenerlo. Las fuerzas patriotas bajo el mando de Soublette, se preparan para enfrentarlo. Bolívar después de ejercitar y apertrechar sus tropas se une a Soublette. De todas formas las fuerzas patriotas son derrotadas por Morales.
            La derrota sufrida en Ocumare afecta profundamente al Libertador, el cual salva la vida por la oportuna intervención del comandante Videau, que lo rescata en un momento de desesperación.  Bolívar vuelve al mando y conduce la expedición al puerto de Guiria, donde se encuentra Bermúdez y Mariño, que resentidos con él no le permiten ocupar la plaza y se ve obligado a volver a Haití.
           
BOLIVAR REGRESA A MARGARITA.

Bolívar en Haití con la ayuda de Petión, prepara su regreso a la lucha, único propósito de su vida. Transcurren tres meses de trabajo incesante  hasta que recibe el llamado de Arismendi y José Tadeo Monagas; que reunidos con otros patriotas, lo llaman para que se ponga al frente de sus fuerzas. Con nuevos bríos parte hacia la isla de Margarita, a finales ya de 1816.   Arismendi lo recibe y sin perdida de tiempo Bolívar le escribe a Mariño:
“Yo no puedo persuadirme que usted sea capaz de degradarse al infame rango del traidor Castillo; el fue un disidente, no debe usted serlo jamás”... “Parto mañana a defender a Barcelona...”  
            Mariño accede, y toma el mando del ejército. Bolívar y  Mariño son derrotados en Barcelona. Piar le abre el camino de Angostura, en Barcelona no hay nada que hacer, parte con 20 oficiales hacia el Sur, en ese giro ve la fortuna de la Patria.
            Santander se une a Bolívar que lo acoge como jefe del Estado Mayor General del Ejército. Bolívar divide el ejercito en dos divisiones,  deja la de occidente al mando de Piar, y parte con el resto del ejercito hacia Angostura.  
            Macgregor y Piar derrotan a Morales en el Juncal, y Piar derrota a La Torre en San Félix. Ahora están a su lado lo mejores hombres de la independencia: Sucre, Urdaneta, Arismendi, Bermúdez, Mariño, Soublette, Santander, Lara, Briceño, Valdés, Monagas, Barreto, Brión, y otros.
            Bolívar decide tomar Angostura, cueste lo que cueste, y limpiar el Orinoco de las fuerzas realistas.
            Sin embargo el mando militar no está entendiendo las órdenes de Bolívar, su autoridad no es respetada, sobre todo en el caso de Piar, que complota abiertamente contra él. Después de una serie de incidentes Piar es sometido a un consejo de Guerra que sumariamente lo condena y es fusilado.     
            Bolívar pasó el trago amargo de Casacoima. Después de Casacoima, toman Angostura, Bermúdez al frente de un batallón irrumpe en la ciudad que ha sido abandonada.
            Brión derrota a la armada española en el Orinoco y los patriotas surten su ejercito de todo cuanto los españoles tenían. Morillo es rechazado en Margarita.
            Bolívar se une a Páez, para intentar la toma de Caracas. Páez le jura obediencia en el Yagual, finalizando el año 1817; y se abraza con Bolívar en el Hato Cañafístola.  
Por su parte Morillo toma Calabozo y reúne un considerable contingente. Bolívar y Páez  toman San Fernando y con un ejercito de 4000 hombres asaltan Calabozo infringiéndole mucho daño al ejército español; Morillo huye hacia el Sombrero y salva buena parte de su ejército.
            Bolívar recibe refuerzos de Londres, hombres y armas. Sin embargo pierde la primera de La Puerta, donde Morillo vence y se alza con una espléndida  victoria aunque sale gravemente herido.
            Atentan contra Bolívar en el Rincón de los Toros, el 17 de abril de 1818, cuando una partida realista irrumpió en el campamento y dispararon contra la hamaca  donde estaba sentado el Libertador, pero no lo tocaron.
            Bolívar salva milagrosamente la vida y va en busca de Páez, hacia San Fernando de Apure. En los últimos 4 años ha sido desterrado 4 veces.  Cartagena, Jamaica y Haití lo han acogido y protegido y 4 veces ha iniciado el proceso libertador.



BOLIVAR EN GUAYANA

Ahora derrotado en Mantecal y San Fernando, en 1817 dirige sus pasos hacia Guayana.  

Va a Guayana sin tomar aliento, derrotado pero no vencido,  ve en Guayana el porvenir de América. Arturo Uslar Pietri en el discurso conmemorativo de los 150 años del Congreso de Angostura, dice:
 “Es el tiempo en que los terribles rivales impetuosos, que no pueden alcanzar lo que él ve, le mezquinan el reconocimiento. Es la época de las pugnas sordas  o abiertas  con hombres agresivos y poderosos como Mariño, como Arismendi, como Piar, como Páez, como Bermúdez...
Morillo, poderoso, gobierna en nombre de Fernando VII en todo el Virreinato de la Nueva Granada.
Dos batallas le abren las puertas de Angostura, El Juncal y San Félix. En las dos brilla el genio de Piar.
“Protegido por el inmenso foso del arco del Orinoco establece en el viejo pueblo su centro de operaciones”.. “tan pronto pone el pie en Angostura, junto con las más urgentes medidas militares  va a tomar dos iniciativas muy importantes. El 30 de Octubre de 1817 funda el Consejo de Estado que es un alto organismo de consulta, para que todo el peso del poder  no quede en sus manos  y para replantar en la tierra arrasada por la lucha, el árbol  de las instituciones republicanas...”
El otro gran suceso es la fundación del Correo del Orinoco. La revolución tenía brazos y corazón pero había de tener pensamiento para alcanzar toda su dimensión histórica. El 27 de junio de 1818 aparece el primer número.
(Dos cumaneses ilustres se destacan en este periódico, el Lic. José Luis Ramos y el Dr. Juan Martínez Alemán, al lado de los prominentes Drs. Juan Germán Rocio y Manuel Palacios Fajardo).
“Esta es la grandeza de Bolívar, la de estar más arriba y la de ver más allá de los acontecimientos inmediatos”.
“En su cabeza bullen las gigantescas concepciones  que van a cambiar el presente y a apresurar el futuro. Piensa e términos de continentes, de nuevas y poderosas instituciones, de humanidad, de libertad para los hombres,  de justicia y de poder verdadero y respetable para las nuevas naciones. Piensa en la unión de los países americanos, en la creación de un nuevo derecho, un nuevo y mas justo equilibrio del mundo con la América libre y rica  que pudiera “mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno”.
Bolívar en Angostura, convoca el Segundo Congreso Nacional.
“Desde la ruina sangrienta de la Primera República el Libertador no ha cesado de reflexionar  a fondo sobre las causas de aquel destre y sobre el arduo problema  de crear instituciones adecuadas a la vez  a la realidad histórica de los pueblos  y al propósito de crear una democracia  sobre la herencia del absolutismo.      
Es lo que llama desde 1812, en el Manifiesto de Cartagena “la ciencia práctica del gobierno” pero sin dejar de advertir que permanece fiel al sistema liberal y justo. Es también lo que reitera , mas pormenorizadamente,  en 1815 en aquella iluminada Carta de Jamaica en la que recorre  en la mas deslumbradora síntesis  todo el escenario del mundo  americano,  con su geografía difícil, sus poblaciones aisladas, las alternativas de su porvenir  y las inmensas posibilidades de crecimiento y poderío  que yacen  en su seno de gigante dormido”.
El 22 de octubre de 1818 convoca el Congreso Nacional que deberá reunirse el 1 de enero de 1819, donde se propone presentar el proyecto de una nueva Constitución. Dice Uslar que “Va a hablar para todo mundo y para todos los tiempos. Va a levantar la lucha armada al nivel de una doctrina y de una concepción del destino colectivo”.
Para el 19 de Enero comienzan a llegar los diputados de Caracas, Cumaná, Barcelona, Margarita, Barinas y Guayana; el 21 llegan los voluntarios ingleses bajo el mando de los comandantes Eslom y English. Están allí los comandantes del ejercito libertador:  Santiago Mariño, Rafael Urdaneta, Tomás Montilla, Pedro León Torres,   y están también los forjadores del estado de derecho: Juan Germán Rocio, Francisco Antonio  Zea, José Luis Ramos, Juan Martínez Alemán, Fernando Peñalver, Diego Bautista Urbaneja, Gaspar Marcano, Antonio María Briceño, Ramón Ignacio Méndez, etc.

INSTALACION DEL CONGRESO DE ANGOSTURA. DISCURSO DEL 15 DE FEBRERO DE 1819.

El 15 de febrero se instala el Congreso. Inicia su discurso con una advocación histórica: “Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta”.

Véase el discurso de Angostura y las líneas de la nueva constitución que propone Bolívar al Congreso, en el Apendice.
.  
Habla con convicción, con fe que quiere trasmitir a todos. Entre las primeras medidas, nombra  al coronel Antonio José de Sucre Jefe Militar del Bajo Orinoco en 1817 y en el mismo año, Jefe del Estado Mayor del Ejército de Oriente, bajo el mando del General José Francisco Bermúdez.

Nota.- Le dedicaré un capitulo especial a Bolívar en Guayana y la creación de Colombia. 

La primera carta de Sucre a Bolívar

Sucre escribe al Libertador desde Maturín el 17 de octubre de 1817, 6 días después del fusilamiento de Piar sin mencionar el hecho; es la primera carta dirigida a Bolívar que aparece en el  “Archivo de Sucre”:
 “Mi General y apreciado amigo: …  Anoche a las diez llegué a ésta, habiendo tenido en Tabasca la dilación que avisé a Vd. Al amanecer hoy escribí a Cumanacoa… ha recibido el general Rojas el parte que incluyo a Vd. del coronel Carmona. Por dicho parte, la división de Cumanacoa está ya corriente; pero temiendo yo que hagan una igual a la pasada en que dieron un paso  casi semejante, me apresuro a marchar  para asegurar  el que han dado ahora, y no permitir que alguna otra  junta o bochinche varíe la disposición… Me parece más importante que nunca la venida del General Bermúdez; tanto que aún sería tal vez bueno darlo a reconocer sin embargo de no haber llegado…. Del General Mariño nada se sabe; porque la toma de Güiria ha impedido  la comunicación de Trinidad. Yo le escribo hoy por Tabasca para cuando haya ocasión. El coronel Armario pudo salir de aquí  para llenar su comisión  antes que hubiese buques enemigos en el golfo Triste;  pero estando algunos ahora, sin trasportes aquí y sin medios para verme  con él  a fin de desempeñar la otra parte de mi comisión, que comprende su completa reunión  al gobierno, tendré  (si Vd. dispone que vaya donde él)  que volverme a Tabasca y procurar allí en que verificarlo para Trinidad.
Mientras Vd. me contesta habré yo ocupado el tiempo en que  se arregle la división de Cumanacoa, y para facilitar entonces si he de ir  donde el general Mariño, sería bueno que viniese de Guayana una flechera a Tabasca o mejor a Barrancas equipada de lo necesario, pues ya digo que en esta no hay trasporte alguno ni puede entrar.
  
Yo no dudo que el General Mariño se convendrá al orden no teniendo otro arbitrio  sino ese o el de ser un guerrillero en los montes de Güiria,  y aun en ellos se dice que lo ha atacado. Será sensible que le suceda un mal, o que pierda 300 hombres que había reunido en Günimita.  Los enemigos parece que tenían en Güiria 500 hombres y 14 pequeños buques mal armados  y tripulados. En fin Vd., me dirá lo que debo hacer  respecto a mi marcha  casa del general Mariño  con presencia desorden  de cosas actuales…” (69)

Lo primero que llama la atención de esta carta es el trato de “apreciado amigo” que le da Sucre a Bolívar, lo que significa una larga y afectuosa relación, que en mi concepto y el de otros investigadores, viene desde 1812, cuando Sucre y Bolívar  peleaban  bajo las órdenes de Miranda. Luego se debe considerar, que  forma parte de la correspondencia rutinaria entre los dos líderes, lo que queda al descubierto cuando le dice “la dilación que avisé a Ud”. Sucre le habla a Bolívar en un tono que no deja dudas sobre la  igualdad de criterios y de objetivos, y hasta se atreve a tomar decisiones que solo correspondían al Libertador, incluso sobre su propio destino. Mariño y Bermúdez están dentro de una estrategia que ambos manejan hacia un solo propósito, la unidad del ejército, lo que en cierta forma explica el ajusticiamiento de Piar.  
   
El 31 de octubre le escribe desde Aragua: “Dirijo a V. S.,  un estado de las fuerzas que obran contra Cumaná…En noviembre deberé regresarme a Cumanacoa  a tomarme mi destino en aquellas tropas erigidas en división…

El 9 de noviembre le escribe otra vez: “Tengo la satisfacción de participar a V. S. que el día de hoy he sido recibido en la división de Cumaná por Jefe del estado mayor de ella, a que me ha destinado S. E. el jefe supremo de la República  por despacho de 7 de octubre..

En Cumaná los reales cuentan con más de 40 cañones de diversos calibres, con la guarnición y el regimiento “Granada”, bajo el mando de Agustín Noguera; el regimiento  “Reina Isabel”,  con Eugenio Arana. En Cariaco quedó el coronel José María Fuentes con dos compañías; en Carúpano el comandante Juan de Armas;  en Paria el invicto  coronel Francisco Jiménez. 
      
Sucre, siguiendo las instrucciones de Bolívar,  logra con diplomacia lo que parecía imposible, y Mariño viene a Cumanacoa. Bermúdez  hace formar la División  bajo su mando y reciben al Libertador de Oriente con pomposo desfile, bajo el grito de ¡Viva La Patria!  Mariño y Bermúdez se abrazan  y olvidan sus enconos. La Patria es una sola y abre los brazos a los dos grandes patricios.

La misión que le encomendó  Bolívar a Sucre,   dice Rumazo González, fue diplomática: “La política más que la fuerza, debe obrar en esa provincia; así pues,  encargo a usted mueva todos los resortes  del corazón humano  para someter al Gobierno los disidentes que el general Mariño ha extraviado”… “si el general Mariño se somete voluntariamente, se le trate con la mayor dignidad; si, por el contrario, resiste a las órdenes, es preciso aprehenderlo”.

La misión cumplida por Sucre fue exitosa, hasta un punto en  que Mariño le escribe a Bolívar, y dijo entonces el Libertador en carta a Sucre: “Usted se ha portado con la delicadeza  y tino que yo esperaba. Celebro infinito que usted haya visto y tratado al general Mariño del modo que lo ha hecho, sin desesperarlo  y con la consideración que él merece. La política es la que debe hacerlo todo “

            Para el 21 de diciembre de 1817, Bermúdez con Sucre como Jefe del Estado Mayor, organiza el ejército,  forma dos brigadas,  compuestas de dos batallones cada una; la primera bajo el mando del los coroneles  Guevara  y Francisco Carmona;  y la segunda brigada bajo el mando de  los coroneles Manuel Isava Sucre y  José Manuel Torres. Los batallones  No. 1, con el coronel Calixto Baza y  Sargento Mayor,  Francisco Giraud; el No. 2,  coronel Ildefonso Paredes y capitán Leonardo Brito Sánchez; el No. 3,  Ignacio Brito Sánchez,  y Vicente Villegas; el No. 4,  el coronel Carrera  y Santiago España. Al indómito coronel Domingo Montes lo encarga de  la caballería,  jefe del batallón “Dragones Invencibles”.

BOLIVAR Y SUCRE EN 1817 Y 1818

            Veamos como nos lo cuanta don Jerónimo Ramos en su obra “Bermúdez en 1817” publicada en 1925 en el bisemanario “Sucre”,  Nos. 65 y siguientes.

            “El héroe de San Félix por temor o enojo, había partido de Guayana con dirección a la provincia de Cumaná donde Mariño de por si  continuaba la lucha contra la dominación española. Males para la patria debían  temer los partidarios de la revolución, que no querían estorbos en su marcha, si uno y otro menos atentos al bien común que a sus particulares resentimientos con el Libertador, se dejaban guiar por los consejos  de una mala inspirada pasión; pero entre ambos no podía efectuarse un perfecto acuerdo  de voluntades, sino en lo que exclusivamente se relaciona con la guerra de independencia, porque Mariño y Piar se miraban de tiempo atrás con profunda desconfianza.  No obstante, para acallar todo escrúpulo, el Libertador despachó para Mariño al coronel Agustín Armario, muy conocido en la provincia, con el encargo de realizar  las relaciones suspensas y de exigir el explícito reconocimiento de su autoridad.
            Prometíase Armario hallar a Mariño en territorio de Maturín por sucesos en Güiria, provenientes de lo mal que se comportaban los patriotas encargados de su defensa, obligaron a Mariño a acudir al remedio y a desentenderse de las operaciones militares sobre la capital, limitadas por el momento a impedir al enemigo el envío de auxilios a aquella costa.
Marchó Mariño con su guardia de honor, y solo por miramiento a la alta graduación de Piar, le encomendó el mando  más aparente que efectivo en las tropas que dejaba, compuestas de oficiales  y soldados muy adictos  a su persona. Armario, en pos de Mariño, atravesó en consecuencia el Golfo Triste (Paria). A poco sucedió la toma de Güiria que frustró el designio principal de Mariño, pero su presencia en Paria sirvió a lo menos para evitar que fueren mayores las pérdidas de los patriotas;  pues logró salvar en la derrota el parque y gran parte de las fuerzas con que se acogió a los montes.

Entonces, juzgando oportuna la ocasión par aniquilar a sus particulares enemigos, no disimuló el Libertador la alegría que le causaba la toma de Güiria, que los españoles celebraban como un gran triunfo. Así que creyendo a Mariño, según estos propalaban, refugiado en Chacachacare imaginó como posible la aprehensión de Piar, a quien consideró aislado, sin recursos ni siquiera espacio donde vagar, entre tanto Rojas que por los patriotas mandaba en Maturín y los realistas que poseían a Cumaná; por lo cual ordenó sin rodeos a Cedeño marchase a realizarla con un cuerpo de caballería y el apoyo de las tropas que defendían a Maturín.
           
En Aragua de Maturín cayó Piar sin defensa en manos de Cedeño. Fácil fue su captura, como también después el sometimiento de la división que al mando de aquel había dejado Mariño en Cumanacoa, porque las circunstancias en verdad no favorecían la resistencia, y porque además se afirmaba como cierto el avenimiento de Mariño con el Libertador en virtud de las propuestas de Armario.

Más el 3 de octubre (1817), día siguiente de haber llegado Piar  a Guayana, el Libertador, prescindiendo de sus negociaciones con Mariño, previno a Cedeño  apurase todos los recursos y emplease todos los medios  por lograr su aprehensión; a la vez que, fuese o no que la considerase como  infalible, juzgó acertado separar a Bermúdez del mando del ejército del Centro para enviarlo a Cumaná por Gobernador y Comandante General de la provincia, en donde,  si bien Cedeño había limitado, carecía de influjo y de prestigio para compactar y dirigir la opinión; nombramiento poco atinado porque desavenidos para la época Bermúdez y Mariño, podían llegar a la exaltación de las pasiones en un rompimiento escandaloso por sus disgustos e intereses particulares; pues Bermúdez  era de genio arrebatado, impetuoso y violento, y Mariño muy celoso de su honra. Uno y otro contaban parciales y eran al mismo tiempo osados y valientes. Pero esa era la elección que convenía más a las miras del Libertador, determinado como estaba a no omitir la ocasión que le ofrecían los nuevos sucesos de la provincia para acabar con Mariño, como había aprovechado la toma de Güiria para concluir con Piar. Así que, confiado cuando menos en humillar a Mariño y perderlo en el concepto público, lo calificó sin embozo de disidente en la proclama con que anunció al mundo el fusilamiento de aquel jefe.

Cedeño se volvió a Guayana a fines de  octubre, apenas Bermúdez hubo llegado a Maturín, había precedido a éste en su viaje a la provincia el coronel Antonio José de Sucre, nombrado por el Libertador para Jefe de Estado Mayor en la división de Cumaná. Juntos caminaron hasta Aragua: Bermúdez siguió para Cumanacoa a tomar el mando de las tropas que allí había reconocido al Gobierno; y Sucre se quedó a esperar a Mariño quien repasando el Golfo Triste, acababa de desembarcar en el puerto de San Juan con cerca de 400 hombres y no escasas municiones de guerra. Con esta noticia se desvaneció la esperanza de aprehenderlo: forzoso era entrar con él en pactos de concordia, para lo cual Sucre estaba autorizado por el Libertador; pero Mariño había sabido en San Juan, por cartas de Trinidad, tanto la muerte de Piar como su propia proscripción, por donde recelando no le aconteciera lo que a aquel  en Aragua de Maturín, marchaba con las mayores precauciones hacia Punceres, resuelto a no pasar de allí sin informarse bien del curso  de los asuntos y sin reunir su parque, cuya conducción  dificultaba  la falta de acémilas  y lo intransitable del camino. Determinó entonces Sucre, obtenido que hubiera el beneplácito de Mariño, trasladarse a su campamento. A Punceres llegó Sucre el 3 de noviembre en concurrencia con la vanguardia de Mariño que avanzaba con lentitud; y aunque Bermúdez, en su encono contra éste, había dado órdenes precisas a los pueblos para que negasen a sus tropas todo recurso, Sucre no sólo les suministró  víveres aquel día, más exigió de Rojas la facilitase a Mariño algunos indios  para la conducción de sus pertrechos, era que al contrario de Bermúdez, creía Sucre que debía concederse algo a la política, preveía que aquel parque  y aquellos soldados iban al cabo  y a la postre a ser útiles  en la defensa de la patria, y sobre todo quería que su generosidad  se tomase como  prenda de buena disposición en el gobierno.

No pudo lograrse ninguna conveniencia, porque Mariño consideró inaceptables los términos del ajuste, reducidos a prometer Sucre la gracia y amistad del Libertador, siempre que Mariño completase la entrada a sus deberes con la entrega de sus tropas  a Bermúdez y con su presentación ulterior en Guayana a prestar juramento  de obediencia y fidelidad al gobierno; pues así la ruptura  de las propuestas de Armario  como el nombramiento de Bermúdez hacían temer a Mariño  por su libertad y su vida, mucho más cuando, a su juicio,  exento Piar de crimen alguno acababa de expirar en afrentoso patíbulo. Antes que exponerse  voluntariamente de ese modo a ser vejado, optaba Mariño por abandonar el País, lo que, cierto, hiciera al punto en las embarcaciones  que tenía en San Juan, sino porque,  celoso de su reputación, creía que su salida, para ser decorosa, debía efectuarla  con permiso del gobierno, a quien había ofrecido  a placer sumisión y acatamiento.

En abono de estas promesas era menester que Mariño diese explicaciones al gobierno respecto de su presente negativa. Así lo hizo, depuesto el natural enfado, en correspondencia que entregó Sucre para el Libertador.  Con esto, despedido el uno  del otro, encaminose Sucre para Cumanacoa, en donde por orden general del día 9 fue reconocido en su empleo.

No nos parece impropio adelantar aquí una opinión acerca de las aptitudes de ese joven de 22 años apenas, para el desempeño de tan delicadas funciones.  En aquella época luminosa no era fácil subir sin méritos eminentes. Desde Angostura, dice carta de Soublette a Sucre,  fechada el 6 de agosto  de 1818: “… me congratulo cada vez que veo a un Sucre, cuyos cocimientos generales, ideas metódicas, firmeza, amor al trabajo y al orden, integridad, etc., me hacen prever un oficial  de grandes esperanzas en esta parte importante del servicio  de los ejércitos” Dos años después era Sucre el Jefe de Estado Mayor General.

El territorio ocupado por los patriotas era el más pobre de la Provincia, no así el que subsistía en poder de los españoles, abundante en recursos; los pueblos del interior obedecían a aquellos; a estos, los inmediatos a las costas. Guarnecían a Cumaná cuando menos mil hombres que componían el segundo batallón del regimiento de Granada y otros del de la Reina Isabel, al mando, respectivamente de los tenientes coroneles don Agustín Noguera  y don Eugenio Arana, y algunos dragones y artilleros.

Encontrábase en Cariaco con 50 hombres el comandante José María Fuentes, natural y vecino del lugar; en Carúpano, con 300, el teniente coronel, don Juan de Armas; y con 400 en Güiria, el teniente coronel don Francisco Jiménez. Las tropas patriotas en número ni en calidad podían echar raya con las españolas. Rojas, lejos de la acción del enemigo no contaba más que con el paisanaje de Maturín: como 400 eran en Cumanacoa los soldados de Bermúdez, escasos de todo si no de entusiasmo patriótico, y calculados quedan atrás los que acompañaban a Mariño.

Era imprescindible para los patriotas obrar sin dilación contra el enemigo común;  una vez que del esfuerzo simultaneo de los diferentes  cuerpos desparramados  en el territorio de la República, pendía el éxito de las operaciones que el Libertador en persona iba a emprender ya sobre la provincia de Caracas. Mariño, preocupado por ahora de su suerte,  no podía prestar mayor apoyo, y muy débil tenía que ser el de Bermúdez, con tropas escasas y desprovistas de municiones. Sin embargo hizo cuanto pudo con voluntad y buen suceso.

De Cumanacoa salto para Cariaco con 50 hombres el teniente coronel José María Carrera, derrotó un destacamento en el pueblote Catuaro, recogió 20 fusiles  y aumentó a ciento el número de sus soldados, más tuvo que volverse, conforme a sus instrucciones, sin entrar en aquella villa, por haber sido reforzada su guarnición con tropas  de Cumaná. También con 50 hombres salió con dirección a Cumaná  el coronel Domingo Montes y penetró hasta el barrio de Guaiqueríes en la noche del 12, pero sin lograr sorprender las avanzadas del enemigo; bien que,  en amaneciendo, más afortunado en su marcha de regreso, le hizo 13 soldados prisioneros y le tomó 10 bestias  en Sanjón de Maco, como a una milla de la ciudad.

Con doble porción de gente tornó  luego Carrera por Cariaco a Cumaná, y sería  el hilo de la media noche  del día 20, cuando lanzó sus fuerzas  sobre la Casa Fuerte defendida por Fuentes y escasa guarnición, cuyos defensores aturdidos la abandonaron sin mayor resistencia. Carrera volvió a Catuaro y el 22, atacó y  dispersó, en el pueblo de Santa Cruz,  una partida enemiga. Entre una y otra sorpresa, las pérdidas del  enemigo alcanzaron a 2 soldados heridos, 84 fusiles, 1500 cartuchos embalados, 2000 raciones de galletas, 6 bestias y dos cajas de guerra. Los republicanos no sufrieron bajas.

Al habérselas con un enemigo diestro y poderoso, los independientes hubieran recogido más  bien cosecha de reveses como fruto de sus locas desavenencias. Fuéronle por otra parte dañosas; porque impidieron de presente que al esfuerzo común correspondiera con mayores  la no esquiva fortuna; y porque produjeron de luego a luego escándalos vergonzosos de sensible y dolorosa memoria.

Mariño consumidos los víveres de Punceres, descampó de este sitio para el poco distante de Aguas Blancas. Allá se dirigía Sucre en la alborada del 22,  en junta con el teniente coronel José Manuel Torres.  Hallábase Sucre de camino en Aragua de Maturín cuando en la tarde del 23 se entró  Mariño a la imprevista en el pueblo con sus tropas. Súpolo Bermúdez el 24  y procediendo cauteloso en la inopinada aproximación de Mariño, comunicó órdenes a Carrera, que estaba aún por Santa María, a Montes, que con 120 hombres se enderezaba a Cumanacoa, y cuantas guerrillas se hallaban en comisión para que sin pérdida de tiempo regresasen al campamento; a la vez que, por escasez de pertrechos, exigía de prestado a Mariño, por medio de Sucre, vuelto ya a Guanaguana para la noche de ese día, seis mil cartuchos de fusil, con achaque de verificar contra el enemigo español una operación urgente.

No fue distinta de la anterior la nueva misión de Sucre cerca de Mariño, sino que, por insistencia del Libertador, era la misma en intención y propósitos. Convinieron uno y otro con amistosa franqueza; mal de su agrado, prometió Mariño a Sucre la entrega del pedido, siempre que Bermúdez se comprometiera formalmente a facilitarle ante todo a Rojas y encarecerle el anticipado apresto de la flechera que debía conducir a Mariño, caso que a los deseos de éste accediese Bermúdez; pues no era para desechar un solo instante en la patriótica  labor de restablecer en la provincia la apetecida concordia.

Pero Mariño, desconfiando de Bermúdez o deseoso de arriesgar  el último esfuerzo en defensa de su comprometido decoro, no aguardó respuesta de Sucre y se declaró el 25, en Aragua, en abierta rebelión, desconociendo la autoridad de Bermúdez, cuando nada podía alentarle  en su atrevimiento, ni el estado de la opinión, dado que muchos de sus amigos, en las ocurrencias que se siguieron,  a la toma de Güiria y a la prisión de Piar,  de grado o por fuerza, se habían reconciliado con el gobierno; tampoco el de sus tropas, por ser las menos numerosas, a causa de que vagando  hasta aquellos lugares pobres e insalubres, la deserción y las enfermedades  las habían reducido a una tercera parte; y ni siquiera por la falta de elementos  de guerra en Maturín y Cumanacoa,   por estar a punto su remedio con los envíos  desde  Guayana por el Libertador. Desesperado fue el consejo, el arresto inoportuno; la resolución antes gallarda que prudente.

Consecuente con ella, marchó Mariño al instante sobre los patriotas de Cumanacoa, más informado en Guanaguana que Carrera no había bajado aún para aquel valle, en la mañana del 26  se desvió hacia Caripe, en donde presumía  hallarle, con el designio de evitar, de todos modos, su incorporación a Bermúdez.  Lo consiguió en efecto al otro día, en el cual, Carrera arrastrado por la inclinación de sus tropas  a Mariño, se alistó como de propio dictamen entre los de su bando.

Mientras de esa manera aumentaba Mariño sus fuerzas, vigorar la disciplina de las suyas era ala vez el mayor de los cuidados de Bermúdez; porque compuesta en parte la división de Cumaná de los restos de aquel  cuerpo de tropas que, como sabemos, dejó Mariño en Cumanacoa, a su marcha para Güiria y que se dio a partido después de la aprehensión de Piar,  no le inspiraba a la sazón la fe de una ciega obediencia, entre otros, al general Rafael de Guevara, el coronel Manuel Isaba, y los tenientes coroneles Montes, Carrera y León Prado, que a ella pertenecían, estaban comprendidos en sus fundados recelos. Así que en el interés de Bermúdez por mantener la disciplina con ejemplos rigurosos, bastaban tamañas inquietudes para justificar de algún modo la severidad de la pena impuesta al teniente del batallón de Colombia Gregorio Baca, que por haber repartido entre oficiales de Bermúdez cartas de otros de Mariño, donde se les alentaba a la rebelión, fue sentenciado a muerte y fusilado en la tarde del 29 en presencia de la división en la plaza de Cumanacoa.

Sintiéndose más seguro  de sus tropas, Bermúdez reunió en la mañana siguiente una junta de jefes y oficiales con el fin de insinuarles su deseo de salir resuelto al encuentro de Mariño que había retornado a Guanaguana. Aprobada por todos su determinación, la división rindió su primera jornada de su marcha en el alto de Cocollar; la segunda en San Antonio, donde fue pasado por las armas un soldado, desertor con otros en la noche anterior, y la  tercera en Cachimbo, una legua de San Francisco, ahora cuartel general de Mariño. En vano algunos patriotas del uno y otro bando  procuraron iniciar conferencias para prevenir el uso de las armas homicidas;  antes solo sirvieron de ocasión para que Mariño y Bermúdez, olvidados de su dignidad, se insultaran por medio de cartas y recados sin ningún modo ni respeto. Anunciaba todo para el 3 de diciembre un rompimiento inevitable; mas por dicha no apareciendo al amanecer en el campo de Mariño  muchos oficiales y soldados que con Carrera habían pasado en la noche  al de Bermúdez, de tal suerte se produjo en la mañana la deserción en San Francisco, que a las doce del día Mariño  y los pocos que le restaban leales atropelladamente  abandonaron el pueblo  y a paso largo se encaminaron  a Caripe, bien que perdida toda esperanza  de abrigo y defensa.

Bermúdez atravesó sin demora el Guarapiche que tenía por en medio, y ocupó a San Francisco. Despachó luego en persecución de los fugitivos a Montes y encomendó a Carrera la custodia de Cumanacoa. Montes alcanzó a la gente de a pie y la hizo volver, y recogió gran cantidad de armas y pertrechos abandonados en el camino. En Caripe se le presento el 5  Mariño con algunos oficiales, y también el R. P.  Fray Tomás de Caltaseras, que en Catuaro había hecho prisionero Carrera a su regreso de Cariaco.

Penosa ansiedad se manifestaba en la mañana de 6 en el vecindario y la tropa de la Villa de San Francisco al anunciarse la próxima llegada de Mariño. Como nadie había averiguado  los designios de Bermúdez para con su competidor  abatido,  en unos dominaba el temor, en otros la duda de un mal recibimiento.  Bien serían las diez  cuando al fin dejose ver Mariño  con algunos a caballo; a la entrada del pueblo le presenta armas y le bate  marcha la división allí formada de antemano: rompen los aires  los vivas y aclamaciones a la patria y al gobierno, y en estrecho abrazo  con Bermúdez, que le cierra el paso, ahogan ambos  y olvidan su ominosa enemistad y rencores. Comprometiose Mariño a alejarse de la provincia y Bermúdez a embarcarlo  para Margarita cediendo complaciente a los motivos de delicadeza aducidos por Mariño para no convenir  en presentarse  al Libertador en Guayana. Con ese acuerdo, se separaron al rayar el alba del 8; Mariño tomó la vía de Caripe, Bermúdez la de Cumanacoa.

Razones de consideración personal, por una parte,  de agradecimiento, por otra,  respecto de Mariño, fueron sin duda las que  movieron en su favor el ánimo de Bermúdez. Nacido en la opulencia y favorecido con el don simpático de la belleza varonil, había además recibido Mariño, con relación a su época, una educación esmerada, sin descuido, a fuer de caballero, de la equitación  y de la esgrima, en las que llegó a alcanzar insigne destreza. Apuesto en su persona, culto en sus modales, suave en sus costumbres, arrojado, dadivoso y galante tenía que ser por fuerza bien quisto de las damas en el estrado  como también el ídolo del soldado en el ejército.  Favorecido así por la naturaleza y la fortuna, no conocía la envidia no abrigaba en su pecho pasiones ruines. Por eso Piar, enemistado con él, le busca y le encuentra  benévolo en medio de su  deroniano. He aquí por qué no es el héroe  más digno de respeto pero sí el más amable  en el drama de la emancipación.  Bermúdez, que conocía su bondad, no quiso ser un miserable.

No fácil sino muy aventurado era el embarco de Mariño para Margarita, hallándose el litoral de la provincia dominado por las armas españolas.  La Esmeralda fue el punto fijado  para verificarlo; pero había que luchar y vencer en Cariaco, guarnecido con dobles fuerzas  por consecuencia de la última excursión de Carrera; proporcionar buque en una playa poco habitada y sin ningún comercio exterior y regresarse debían sin tardanza las tropas que fueran a facilitarlo, por temor de quedar  cortadas por las que acudieran en auxilio  del enemigo desde las plazas inmediatas de Carúpano y Cumaná. Para practicar esas operaciones fue elegido Montes, de todos el más activo y arrojado. El 11,  en amaneciendo,  salió de Cumanacoa con 113  hombres hacia Poza Azul donde debía unírsele Mariño; juntáronse el 12 y en la madrugada del día siguiente emprendieron su marcha.  Puesto aventajado para una defensa, a la vez que paso forzoso, casi a la mitad del camino entre Cariaco y La Esmeralda, es el puente echado sobre el río  o caño que comunica la laguna de Campoma con la laguna de Cariaco. De sobresalto Montes acomete la Villa a las 7 de la mañana.  Dispersa al cabo  la prevenida guarnición que se defiende por cortos instantes, envía a su gente de a caballo a posesionarse  del puente antes que pudieran hacerlo los derrotados y sorprende  por remate una avanzada en La Esmeralda. Ninguna embarcación de porte se encontró en el puerto, fuera de seis canoas: en dos metiéronse Mariño, edecanes y equipajes y despedazáronse las restantes para impedir que en ellas se les persiguiera después que Montes abandonara la playa, como lo hizo a las 4 de la tarde, en el propósito discreto de dormir esa noche enseñoreado del puente referido. Dos horas duró la lucha  del día 14 en Cariaco, pues vueltos de su asombro  los realistas habían logrado reunir alguna tropa con que oponerse a Montes en ruda resistencia, vencida la cual, consiguieron los republicanos repasar sin ninguna dificultad  el río que rodea la población. En esos encuentros le mataron a Montes un soldado y le hirieron a tres. El enemigo tuvo de pérdida 10 muertos, 9 prisioneros  y algunos heridos, más 11 fusiles y 450 cartuchos. El 16 Montes daba cuenta de su comisión en Cumanacoa.

Restablecido de esa suerte el orden y la concordia en la provincia. Bermúdez convierte toda su atención sobre la capital, para donde dispone  la marcha el día 21. Había reunido a las suyas las fuerzas de  Mariño, recogido el parque de éste, y recibido además con su secretario el teniente coronel  Ramón Machado 25 mil cartuchos de fusil enviados por el Libertador. Esperaba con el teniente coronel Torres, caballos y reses de Guayana, y tropas de Maturín,  con el coronel Pedro Gotilla. La guarnición de Cumaná fuerte de mil hombres, estaba por tanto en pie brillante. Tenía solo falta de organización y procediese a repararla hasta con el cambio de nombre de los batallones de que constaba, llamados Independiente, de Colombia, y de Cazadores, porque estos últimos carecían de instrucción. Se la dividió en dos brigadas de infantería, y cada brigada se compuso de dos batallones denominados: primero, segundo, tercero y cuarto, hasta que honrosamente adquirieran nuevos distintivos en las ocurrencias de la campaña. Formaban la primera brigada los batallones segundo y tercero, mientras que los primero y cuarto formaban la segunda. Para primer jefe de la primera brigada se escogió al general Rafael Guevara, y para segundo al coronel Francisco Carmona, que se ausentó a poco para Guayana; para primer jefe de la segunda brigada se escogió al coronel Manuel Isava, y para segundo, al teniente coronel José Manuel Torres. Eligiose para comandante del batallón número 1, (Cazadores), al teniente coronel Calixto Baza, y para sargento mayor al capitán Francisco Giraud; para comandante del segundo (Colombia)  al teniente coronel Ildefonso Paredes, y para sargento mayor, al capitán José Leonardo Brito; para comandante del número tercero (Granaderos) al teniente coronel Ignacio Brito, y para sargento mayor al capitán Vicente Villegas, y para comandante del número cuatro (independiente),  al teniente coronel José María Carrera, y para sargento mayor,  al capitán Santiago España. El teniente coronel Domingo Montes continuó de comandante del batallón de Dragones.

No ignoraban los realistas de Cumaná la determinación de Bermúdez de marchar sobre la plaza; por lo cual rehacían las fortificaciones interiores, desmantelaban las de la Boca del Monte y de Capuchinos que quedaban fuera de la línea principal de defensa, y tomaban cuantas otras medidas de seguridad les sugería su discreción o cordura. Desasosegados y medrosos, fincaban su remedio en la vuelta del brigadier don Tomás de Cires, gobernador propietario porque el interino, coronel José María Barreiro no había alcanzado para entonces la reputación militar. Además su circunspección y probidad despertaban sospechas. No sabemos cuál influencia ejercieron esos recelos; mucha, si se considera que Cires sucedió luego a Barreiro; poco o ninguna, por el lugar que enseguida ocupó éste en el ejército. Bravo soldado demostró su valor en jornadas memorables, pundonoroso caballero, rindió la vida en el cadalso con serenidad y gallardía. Bogotá fue testigo de su lastimoso martirio.

Pocos días duró la alarma en Cumaná, dado que un acontecimiento extraño vino a cambiar la intención deliberada de Bermúdez. La pujante división de Zaraza con la cual contaba el Libertador para dar comienzo a su campaña sobre Caracas, había sido destruida el 2 por La Torre en el sitio de  la Hogaza. Para reparar en breve las pérdidas sufridas, dictó el Libertador, entre otras disposiciones, la Ley marcial en que imponía la pena de muerte a todos los varones de 14 a 60 años que se excusasen de tomar las armas en el actual conflicto de la patria; y despachó luego comisionados a las provincias libres en solicitud de tropas para una nueva campaña decisiva.  De una manera vaga supo Bermúdez el 17 aquel desgraciado suceso; y presumiendo ser parte  en el plan de operaciones consiguiente, redobló su actividad en el apresto del cuerpo a su obediencia para estar a punto de prestar su ayuda y cooperación a la primera orden. El 21 recibió Bermúdez, con la confirmación de la fatal noticia, la Ley marcial, que hizo publicar al momento; y como también se le informara de que el coronel Juan Francisco Sánchez traía una columna de 200 hombres para coadyuvar a la recluta general y a la conducción de las tropas con que contribuyera la provincia, ordenó a Rojas la dejase en Maturín, por temor de que, si pasaba a delante, se fuesen a leva y a monte los patriotas, cuando el logro apetecido pendía más bien del engaño que de la fuerza.


El ayudante general coronel Sánchez se presentó solo el 24 en Cumanacoa. Traía además encargo del Libertador, que ignoraba todavía los acontecimientos de San Francisco, para arreglar pacíficamente, en términos honrosos para Mariño y decorosos para el gobierno, los sucesos sediciosos de la provincia. Este era el medio que indicaba una autoridad flaca y enferma que el más ligero accidente extenuaba y abatía. La causa nacional, sin vigor, aun tenía interés en conservar el influjo de  Mariño, no en extinguirlo; porque  su concurso era indispensable  a la realización del propósito social, sus servicios útiles al deseado bienestar común. Una pretensión contrapuesta produjo entonces riñas más o menos lamentables; las produjo también después, con mengua del mismo principio de autoridad que se invocaba; pues cuando aquella carece de fuerza para hacerla obedecer, natural es que se exponga a un ridículo o menosprecio. Solamente  la proeza de Boyacá podía consolidar la autoridad vacilante del Jefe Supremo.

Bermúdez determinó, una vez que hubo conferenciado con Sánchez, sacar las fuerzas de la provincia en auxilio del Libertador. Para poner por obra su pensamiento, llamó por la posta a los comandantes de los pueblos menos cercanos, so pretexto de practicar una correría o una revista general de las tropas. Penetrado el designio por los que asistían en Cumanacoa, encubrían mal su descontento, que se manifestó después sin rebozo en el vecindario; porque Bermúdez lo impuso, como a los demás del contorno, la emigración a Maturín, para que en su desamparo no quedase a merced del enemigo. Las familias comenzaron su salida el 27; para el 29 se señaló la salida de la división. El 28 trajo un correo de Guayana 72 despachos para los oficiales, con felicitaciones del Libertador para Montes por su merecido ascenso a coronel; pero las muestras de complacencia con que aquellos fueron recibidos por los agraciados, no alcanzaron a calmar la inquietud de Bermúdez, ocasionadas por el desagrado  con que se miraba  su empeño; y e la tarde se recogieron y depositaron en parque  cuantos pertrechos paraban  en poder de los soldados, con el objeto de evitar alguna funesta tentativa.

Inútil fue la cautela. En una noche, sorda y cautelosamente se dispuso una conspiración. Los conjurados extrajeron  algunos cartuchos, que se distribuyeron en el seno del batallón cuarto. Cuando hubo amanecido se formó en la plaza  de Cumanacoa la división de Cumaná en disposición de marcha, como estaba ordenado; y momentos después se introdujo en la habitación del Comandante en Jefe, el coronel Montes para anunciarle que las tropas  se inclinaban por la desobediencia. Montando en cólera, la cobija al brazo y la espada desnuda, se presenta amenazador ante los soldados el general Bermúdez.  Quiere conocer el poderío de la insurrección e interroga a cada cuerpo por sus oficiales. Los soldados del batallón cuarto hacen pública su rebeldía, y en los otros cuerpos se descubre algunos adictos. Montes, caudillo de la revuelta, está secundado por Carrera, Prado y varios oficiales de su posición y de aliento.  El desorden, la confusión reinan; unos aplauden, otros gritan, cuales celebran; pero todos aclaman al gobierno y al Jefe Supremo. Bermúdez reprime su furor, por no exponer su autoridad a mayor desacato;  empero persiste en su reprobada resolución. Eran ya  las 9 de la mañana. Los comandantes Paredes y Brito emprenden la marcha  con los batallones segundo y tercero (Colombia y Granaderos), Baza los sigue con una parte del primero (Cazadores), llevándose el parque. Guevara, Sucre e Isaba acompañan a Bermúdez. A poco el resto de los cazadores se desmanda. La deserción comienza  a menoscabar a los otros dos cuerpos. Montes lo ha observado todo, porque con maliciosa previsión ha venido atisbando el menor movimiento de las tropas de Bermúdez. Como legua y media habían ya caminado  éstas, cuando Montes se decide  a acercárseles. Presentase en la retaguardia; escoltado por algunos dragones, y exige de Sucre interceda con Bermúdez para que le oiga breve rato. Bermúdez accede. Montes le advierte la disolución que amenaza a la división: le insta por que regrese a Cumanacoa a reorganizarla; bien para lanzarla contra el enemigo en el territorio de la provincia o, de ser imprescindible su presencia en Guayana, para nombrar jefes   de los soldados renuentes, que los gobernase y dirigiese en su ausencia. En una palabra, le demostró  que en la actualidad urgía especialmente el restablecimiento del orden. Bermúdez conviniendo  con estas razones retornó a Cumanacoa a las 2 de la tarde.

Sucre, en oficio del mismo 29, después de narrar el acontecimiento de ese día, con todos sus pormenores, al Jefe del Estado Mayor General; los resume así, con no escasa elocuencia: “Son casi inexpresable los sucesos que se atropellan uno sobre otro tan raros y extraordinarios en una ocurrencia semejante; no podré por consiguiente detallarlos a usted como se han presentado, y me limitaré a decirle que  los figure usted en la convulsión más espantosa, no tanto por la conspiración en sí cuanto por el modo en que fue desenvuelta la perfidia y mala fe de sus autores, en la que muchos en el acto mismo del motín y antes de emprender la marcha los cuerpos que lo hicieron,  brindaron el exterior más sumiso y hasta humillante; y otros, que acababan de recibir premios y distinciones con profusión, desarrollaron los sentimientos de la más negra ingratitud y el carácter más sedicioso.” “Por fortuna, añade, no alcanzaron jamás a ultrajar la autoridad suprema, acaso porque la presencia firme del general  lo impedía o porque están sometidos a ella voluntariamente”.

Hombre de orden y, como militar, amante de la disciplina, repugnábale a Sucre por educación y por índole, toda turbulencia. Aquella naturaleza  no la dominaba otra pasión que la gloria; por eso la alteza de sus sentimientos  rechazaba cuanto conceptuaba de egoísta o de mezquino; por eso, el reducido teatro en que se hallaba no satisfacía su noble ambición. Convencido de su mérito ansiaba un campo más importante. Así es que prefería la plaza  de ayudante general a la equivalente de jefe de estado mayor divisionario. “Yo había solicitado, continúa,  mi salida de la división para ir a donde su Excelencia, libertándome de ser ni remotamente confundido con el brigandage; pero aun no lo he considerado oportuno, y he preferido sacrificarlo todo por el bien general. No obstante yo espero que V. E. procurará mi incorporación en el Estado Mayor General, donde con mayores proporciones haré servicios más visibles, y tendré sobre todo el placer de encontrarme en la gran batalla  que va a decidir  tal vez nuestro destino.  Para cuando V. E. me conteste, con la reserva posible, habrán ya calmado  las agitaciones, y será la ocasión de separarme  de estos hombres  y de unos lugares  en que el vicio  de los tumultos no puede ser cortado  sino arrancado de raíz.

Las apreciaciones de Sucre, respecto del hecho, como hijas de la mala impresión del momento, no son desapasionadas. La disciplina militar no puede condenar lo que recomienda la convivencia de la comunidad; porque la fuerza pública no ha sido instituida  sino para la garantía del bien social. El movimiento de la división de Cumaná facilitaba las operaciones de los realistas en la provincia; si la una acudía en socorro del ejército republicano, estos últimos reforzarían al enemigo. La idea de la división no alteraría de modo considerable los planes del Libertador. Tal movimiento hacia Guayana era propicio a los realistas y nocivo a los patriotas. Estos perdían  graciosamente la parte de la provincia  adquirida, conservada  con grandes sacrificios y mermaba su fuerza la deserción; porque al soldado más indiferente no le es el abandono de su hogar y  de su familia; los españoles al contrario dominaban mayor extensión de territorio y podían aumentar sus tropas con nuevos reclutas. Estas consideraciones, desatendidas por Bermúdez, determinaron el alzamiento, no por un efecto de extraviado patriotismo, según dijo el Libertador, sino por amparar intereses muy sagrados.

El gobierno urgía por auxilios: los habitantes de la provincia por la conservación y defensa  del territorio reconquistado. Lo uno no excluía lo otro. La razón, la prudencia, la política movían a la conciliación de entrambas necesidades. La desechó Bermúdez por error,  no por capricho, según luego veremos.  Montes la impuso con energía, no por espíritu de oposición, sino de justicia, sin desvíos en el propósito, como lo comprueba su conducta. Tampoco  el Libertador la había echado en olvido; pues si es verdad que esperaba de Bermúdez la marcha con todas las tropas, por creerlas innecesarias en la provincia; no es menos cierto que se conformaba con que le enviase de ellas una buena parte. Pero Bermúdez persuadido de que lo primero era la positiva decisión del Libertador, acaso por escasa claridad en las órdenes superiores empeñose ciegamente en obedecerle.

De manera que tanto por el apremiante compromiso de concurrir con sus fuerzas a Guayana como por el menos formal de proveer también a la defensa de los pueblos de su gobierno, diose prisa Bermúdez  en el arreglo de su desconcertada división. Verificado resolvió marchar con los batallones primero, segundo y tercero, y dejar a Montes  con el mando  de un cuerpo de tropas que se denominó Campo Volante de Cumanacoa. En efecto, el 2 de enero salieron para Maturín los batallones  con instrucciones de efectuar en los pueblos de su tránsito  recluta general  y numerosa como fuese posible; y el 4 tomó la misma dirección el comandante en jefe.

Domingo Montes derrota magistralmente al coronel Arana.

El 5 de enero de 1818, dice Montenegro,  salió de Cumaná una columna de 450 hombres bajo el mando del teniente coronel don Eugenio Arana, y en la tarde del 7 intentó inútilmente, por dos veces,  desalojar del parapeto con que el coronel Domingo Montes cubría su posición en Cumanacoa,  en la dirección de aquella ciudad. Rechazado Arana con perdida de un capitán y más de 30 hombres que quedaron en el campo y también con dos oficiales  y un crecido número de heridos; y convencido de que su columna  era muy pequeña  para desalojar  a Montes;  insistía en atacar de frente el parapeto levantado con acierto en la izquierda del río Cumaná, a poco más de una milla de San Fernando, y trató de flanquearlo introduciéndose por un bosque espesísimo, como lo consiguió esa misma tarde, pero sin poder batir  los 200 hombres  que le habían impedido el paso, pues abandonaron oportunamente  aquel puesto y lo mismo a Cumanacoa donde entró Arana el 8,  retirándose aquellos hacia el interior, sin otra pérdida que tres prisioneros, a quines cupo esta suerte por haberse retrasado.
Los patriotas no se alejaron mucho de Cumanacoa. Montes, les hizo la vida imposible,  dispuestas sus tropas en guerrillas, se propuso acabar al detal con el enemigo sorprendiéndolos con ataques rápidos y seguros. No muy lejos  de aquella villa, en Los Dos Ríos, el coronel Arana acomete con aparente éxito a la partida del guerrillero que sobre seguro le disputa el paso; más en viendo nuevamente el tozudo español  los escasos frutos de una lucha en que las adquisiciones, son siempre costosas, lejos de proseguir en  pos  de los dispersos, decide abandonar el teatro y  contramarcha con presteza para Cumaná.

Bermúdez ignoraba estos sucesos cuando salió de Maturín en la mañana del 10-01-1818,  después de incorporar a sus tropas las pocas que pudo suministrarle la diligencia del coronel Rojas. En el Tigre supo de la ocupación de Cumanacoa por los españoles; y más adelante supo que  la habían recuperado los patriotas. Libre con esto de cuidados y a pesar de las deserciones ocurridas en la marcha, se presentó en Angostura a mediados del mismo  mes,  a la cabeza de 600 infantes, en circunstancias en que la provincia se encontraba por completo desguarnecida; porque el Jefe Supremo, fiado en la promesa de Bermúdez se había partido ya con cuantas  tropas  allegara para el territorio de Apure, ansioso de realizar  junto con Páez se anhelada campaña de los Andes

Sucre Comandante del Bajo Orinoco, parte para Angostura.
.
Para mientras durase, el Libertador confió a Bermúdez el empleo de Jefe de Oriente y le aconsejó muy especialmente como medida muy importante, el envío de 300 hombres con Sucre en defensa de los castillos de la Vieja Guayana, para impedir que el enemigo, tomando a bordo de su escuadra la guarnición de Güiria, invadiera por el Orinoco la provincia, sin riesgo ni embarazo. En consecuencia, Sucre se encargó  de las fortalezas el 31 de enero, nombrado por Bermúdez, de jefe de ellas y además de Comandante General del Bajo Orinoco, para que pudiera atender con más eficacia el objeto de su nuevo destino.
De suerte que Bermúdez, sosegado y tranquilo, permanecería por ahora en Guayana, en tanto que Montes, falto de medios y desatendido en sus necesidades, mantendría en alto la bandera de la revolución en el territorio de Cumaná con heroica firmeza”.
Pagina copiada del bisemanario “SUCRE”  No. 75 del 30 de mayo de 1925.

 INTERRUPCION DEL SITIO DE CUMANA.-

Estando todo preparado para sitiar Cumaná, Bermúdez recibe órdenes del Libertador de trasladar todo el ejecito para Guayana. Se produce un conflicto  que ha podido degenerar en una ruptura de imprevisibles consecuencias para el ejército, ante la oposición de Montes, Carrera y Guevara negados a  abandonar Cumanacoa.  Todo se resuelve dejando a Montes y Carrera con los Dragones  a cargo de la defensa de la  Provincia.  En enero de 1818,  Bermúdez, al frente de 600 orientales hace su entrada en Angostura.   

Resumen: “A  Domingo Montes y Carrera,  les corresponde defender el valle de Cumanacoa contra un batallón  de caballería bajo el mando de Arana, y   el 7 de febrero, logra rechazarlo, causarle daño   y guarecerse en los predios que conoce mejor que nadie.   Arana vuela sobre Cumanacoa y la encuentra desierta. El jefe realista pierde muchos hombres peleando contra las guerrillas de Montes y tiene que regresar a Cumaná”.

A principios de 1818, vuelve Mariño desde Margarita para accionar sobre Cariaco, en conjunción con  Bermúdez,  que avanza sobre Cumaná. Sucre esta entre ellos, es el gran componedor. Sucre cumpliendo órdenes del Libertador, regresa a Cumanacoa, en rol diplomático, para intermediar entre Mariño y Bermúdez.

El 11 de mayo Sucre escribe desde Cumanacoa al General Soublette: “Como dije a V. S. el 1° edecán Muñoz llegó el mismo día con las contestaciones del señor general Mariño, que confirmaron nuestros temores: él se opuso a la incorporación de las tropas que mandaba a esta división, de que son parte, y anunciaba resistir con la fuerza a la fuerza si se daba un paso a Cumanacoa, sin arreglar antes los embarazos  que se presentaban; a que invitaba al señor comandante general ofreciendo  su influencia para calmar  la agitación de dichas tropas, y proponía tomar medios , para obrar contra el enemigo  de acuerdo  con esta división.
No obstante, la marcha se verificó el  2, en que llegamos a Guanaguana.  El 3 por la mañana entramos a San Francisco, y al amanecer el 4  me envió el señor comandante general con comunicaciones para el señor  general Mariño, y autorizado para transar las dificultades que hubiese a su paso  a Cumaná que era su objeto.  El 4 e la tarde llegué a las avanzadas de las tropas  del señor General Mariño, a dos leguas de este punto, y allí se me recibió por dicho señor.
Para contestarme, convocó una junta de guerra, en la cual aunque  él manifestó buena fe y obediencia al gobierno, los jefes que la componían  indicaron ideas fraccionarias que reprendí  con el carácter de mi comisión, y las hice presentes al señor general. Se concluyó la junta,  habiendo convenido que el señor general  Mariño marchase a ocupar a Cariaco y dirigirse sus operaciones hacia la costa  donde esperarían las órdenes  que su S. E. el jefe supremo le remitiese al señor comandante general y que este, con la división se moviese sobre Cumaná, y entre tanto se diese parte al gobierno de sus deliberaciones.  El señor general Mariño me propuso  privadamente que el quería con las tropas  hacer una tentativa por la costa de Curiepe, si el señor comandante general le prestaba los auxilios con que verificarlo, y me instó para que los adquiriese: el señor comandante general  desea aceptar su proposición; pero duda, porque teme, entre muchas cosas, la resistencia de dichas tropas a salir de este país,  y la verdad de la solicitud.
El 5 salí y regresé a San Francisco, y se dio la orden  por la tarde   para marchar el 6  la infantería, y el 7 los Dragones y la caballería, reunida del todo ya. El 8 entró la división en este pueblo  que lo encontramos solo, por la salida del señor general Mariño el 5.
Creemos fundamentalmente que Cariaco será  ocupado por nuestras tropas para hoy, y mientras se conviene la mejor operación  que deba ejecutarse  el señor general Mariño, apurando todos los medios para reunirlo, le escribe al señor comandante general , a fin de atraer  aquellas tropas, que incorporadas a la división  la harán de un número respetable” .

Esta carta despeja todas las incógnitas relacionadas con la posición  de Mariño y la intervención de Sucre.


 SUCRE OTRA VEZ ARBITRO EN LA DISCORDIA


Desde Maturín Sucre escribe al General Carlos Soublette el 26 de mayo de 1819, una  carta de sumo interés para comprender la situación de toda la provincia de Cumaná en ese momento tan delicado, en el que se jugaba el destino de la guerra;   cuya importancia en esos días era decisiva;   es todo un testimonio sobre las medidas que se iban a tomar, y   las decisiones  y acciones del propio Bolívar, veamos:
“Mi querido Carlos: Pensaba reducirme en esta carta  a saludarte y felicitarte porque la nueva organización del ejército  presenta la oportunidad de revivir nuestra correspondencia particular; pero venido aquí donde  me he informado  de varias cosas, creo útil trasmitírtelas para que tu prudencia use de ellas con la mejor ventaja. Por supuesto que tú estás enterado de las diferentes órdenes venidas a la división para la marcha de un número de tropas al Pao, y también de toda ella, y sabrás que los embarazos  presentados a conseguirlo han hecho multiplicar  una correspondencia  que ha llegado a ser fastidiosa entre los jefes que han entendido en esta cosa, de manera a agotar la paciencia  y a comprometer  el honor y la reputación  de que el hombre es justamente celoso.
La última medida tomada, fue enviar aquí a Padrón y Villegas en busca de la división, los cuales tuvieron una disposición  franca de Bermúdez (que estaba en la ciudad) de ir a Cumanacoa y procurar los medios  de preparar los ánimos  siquiera, cuya generosidad tuvo la retribución de una protesta de los comisionados  contra la inobediencia de Bermúdez a las órdenes del gobierno. Los tales comisionados acuciaron al pueblo que entre 15 días el ejercito de Oriente vendría a destruir esta división de canallas, y a quemar la provincia  y desolarla (como si pudiera  serlo más de lo que lo han hecho los mismos que…) y que en tanto no se verá aquí una res y que perecerían de hambre, con  otras mil sandeces muy propias a  agriar la gente y exaltar aun a los que no son chisperos. Bermúdez aunque las sufrió todas, no dejó de incomodarse, y estando aquí solo sin uno que pudiese enfriarle la sangre, dio al general Mariño una contestación algo fuerte que vi en Aragua a mi venida, y que he sentido porque no es conducente al menor provecho.
Los señores comisionados se fueron y por primera medida para justificar la resolución de cumplir sus amenazas han devuelto de estas inmediaciones algunas miserables cantidades  de ganado  que varios particulares traían, a instancia de que fueran a buscarlo, para comprarlo aquí por cuenta del estado, porque has de saber que de 800 0compradas, y que a tal manera  se le ha reducido. La noticia de la devolución de este ganado la ha dado el teniente coronel Francisco Montes al comandante de esta plaza, y me la ha participado este para que la de a Bermúdez; pero como yo veo que de estos pasos se van a otros, no quiero escribírselo porque es enardecer los espíritus, y si lo hago a ti para que prevengan  unas disensiones de que ya estamos cansados y que tanto nos desacreditan.
Yo te había hablado por febrero de mis temores por la discordancia de las cosas cuando aun el ejército de Oriente no comprendía esta división; luego temí más, y aunque no me descuidaré en que por esta parte se conserve la paz, yo no se las disposiciones de la otra gente y si las preveo en la especie de sitio  que nos han puesto, en las medidas impolíticas practicadas, y en las cuestiones que se asoman
Así, para evitar todo, como por la utilidad que redunda, yo he instado ahora a Bermúdez cuando lo encontré en Aragua por exponer todo a llevar la división al Pao, y ha sido empeñado en esto; no se lo que resultará porque te aseguro que tiemblo cuando considero  que pueden renovarse las facciones pasadas; y aunque es verdad que nuestros trabajos por establecer el orden y la subordinación han dado provecho, y que los oficiales y tropas está contenidos, no es tanto que no se desconfíe de un paso que contraría del todo  las ideas que les ha arraigado  por un origen tan elevado. En fin,  se hará todo lo que se pueda  y ojalá que el resultado corresponda a nuestras intenciones.
Yo te avisaré de lo que se haga, pues como mi comisión por estos pueblos ya va concluida, me regreso mañana a Cumanacoa donde yo prepararé algo, particularmente en el batallón que manda   Jerónimo de que casi se extrajeron los 112 hombres  que fueron al Pao y de que solo se han desertado 10, según los partes de Quintero (que los condujo) desde el sitio de Aymé. Yo espero que casi todo este batallón saldrá contento; ahora está el caso en el tránsito  y en la conservación.
Tu me exiges en un oficio del 20 de abril  toda la relación de servicio y operaciones desde el 26 de febrero, y aunque te la enviaré, es una maldad que no se la exijas a Montilla que las tiene con otras que detuvo en su poder, de las que te remití con los últimos detalles de nuestra correría de la costa. Yo recibí estas órdenes en el camino  y hasta que llegue a Cumanacoa no te contestaré de oficio.
Yo escribo en esta ocasión al general  y le digo que tu te enterarás de algunas cosas  que pueden serle importantes, y como nada es más importante que la tranquilidad interior, y nadie sino él  y tu son los que mejor pueden conservarla , les aviso los asomos de rompimiento que veo, para el remedio. Yo le hice a Bermúdez escribirle muy dulcemente a Mariño desde Aragua, y aunque es verdad que Bermúdez tiene sus caprichos, también es cierto  que sus intenciones  son las más sanas y que todo lo sacrificará al bien de la Patria  que tanto nos cuesta. Bajo este pie puedes contar con sus pasos para todo y en esta inteligencia obrarás. 
            He sentido que con tu correspondencia de oficio no me has escrito dos palabras  de particular, pero vaya que esta certeza  te obligará a hacerlo, con otra que te he enviado por mano de Belén.
            Adiós; salud, gloria y fortuna; Jerónimo te abraza con los amigos, yo lo hago a los compañeros  y me repito siempre tuyo. Antonio.

J. A. Cova dice: “De no haber mediado Sucre, Mariño, irremediablemente, habría corrido la misma suerte  del infortunado Piar.

“En el asedio de Cumaná, en la toma de Güiria, en los dos asaltos sobre Carúpano, en la ocupación de Río Caribe,  en la acción de Cantaura que jalonan lo mayores acontecimientos  orientales de los años 18 y 19, Sucre está presente, y se le ve en los combates en los sitios donde el plomo  devoraba más víctimas. En todas partes hace prodigios de valor  y con incansable actividad  vuela del hospital  de sangre  donde hace cuidar a los heridos  hasta las primeras trincheras  donde se hace necesario  alentar a los soldados”



DERROTA DE BERMUDEZ EN PUERTO DE LA MADERA 

  Mariño pues, establece su cuartel general  en el pueblo de  San Francisco y Bermúdez a  legua y media de Cumaná, estratégicamente ubicado en Puerto de la Madera.  Mariño toma Carúpano, pero es desalojado por Jiménez; y Bermúdez  es desalojado de Puerto de la Madera  por el propio Gobernador Tomás de Cires, al frente de fuerzas irresistibles.  Bermúdez y Sucre pasan a Angostura a unirse con Bolívar, y Mariño vuelve a  quedar dueño de su patio y de la situación en  la provincia de Cumaná. Se levanta el sitio de Cumaná de 1818 con pérdidas irreparables para las fuerzas patriotas.


 Parte de guerra de la batalla de Puerto de la Madera

Don Tomás de Cires lleno de sagrado entusiasmo,  dice: “Establecido el enemigo en el Puerto de la Madera, a legua y media de esta plaza, determiné atacarlo  en sus trincheras con 700 hombres, que era mucha parte  de nuestra guarnición , y tuvo efecto mi  pensamiento hoy día de nuestro augusto soberano, con tan feliz suceso, que el enemigo desalojado a la bayoneta de sus fuertes atrincheramientos, dejó en nuestro poder las dos piezas de artillería que allí tenia, toda su caballería compuesta  de 130 caballos ensillados, copiosa porción de municiones; un crecido número de fusiles y lanzas, todas las reses que allí tenían, y el campo cubierto de cadáveres. Nosotros hemos tenido alguna perdida. Aun no se me ha dado el parte circunstanciado  de todo: cuando lo reciba lo trasladaré  a V. S. Cumaná 30 de mayo de 1818. (73)

 Batalla de la Hogaza

Entre tanto Bolívar se prepara para invadir el centro y convoca  a los jefes patriotas. Morillo se entera de los movimientos de   Bolívar y sabe que irá sobre Caracas. Entonces ordena mover su ejército hacia Calabozo bajo el mando de La Torre,  que hábilmente cae sobre   Zaraza y lo derrota  en “La Hogaza”. La Torre  soberbio, ordena  prender fuego a la sabana creyendo que las fuerzas patriotas están ocultas en los pastizales; el fuego lo envuelve todo, pero solo mueren  heridos de ambos bandos que no pueden escapar de las llamas.   La Torre pierde los pertrechos que había capturado y los propios de su ejército. Fue toda una catástrofe producida por la imprudencia  del  jefe realista.

En vista de las circunstancias, Bolívar cambia la estrategia, no va contra Caracas,  y ordena a los jefes orientales  sitiar nuevamente  Cumaná; todos concurren: Monagas desde  El Pao, Bermúdez y Sucre desde Guiria;  Mariño desde Maturín y Brión por el mar.  Cumaná esta defendida por 1000 hombres de los batallones “Reina Isabel”, “Granada” y “Urbanos”, y 45 cañones, todo bajo el mando de Don Tomás de Cires y los mejores oficiales españoles de esta zona.
 
La estrategia de Bolívar marchaba bien, sin embargo el incontenible  Domingo Montes, el 31 de agosto, compromete  la campaña en una acción inútil en la zona de Cariaco, defendido  por el valiente  capitán español   Noguera. Montes es derrotado completamente y pierde casi todo el parque, lo que tuvo consecuencias desastrosas en el ejército de Mariño que terminó por  retirarse del sitio, y se perdió una gran oportunidad  ya que Bolívar en persona estaría al frente de las acciones.

Don Laureano dice que  Bermúdez, Mariño y Sucre en los años 18 y 19, no dejaron pasar una semana sin pelear, a veces derrotados a veces vencedores, pero nunca desalentados”. (74)

Bolívar, reconciliado con Mariño,  sigue paso a paso la guerra en oriente;  le había escrito a Mariño el año 13 sobre la unión de los esfuerzos para una misma causa, las más sublime, la causa de la libertad de la República. Mariño le responde el 15-01-1814, y plantea la posibilidad  de unir las fuerzas de “los  dos departamentos independientes”, lo que da una idea de su arraigo telúrico.

 Santiago Mariño es el Libertador de Oriente, su República de Cumaná, de un Estado independiente, el ideólogo provinciano que organiza el Estado y los municipios  de las provincias orientales de Cumaná, Margarita y Barcelona, pensando en su unidad geográfica y política; y con tal ideología  llega triunfador hasta Bocachica, donde derrota al implacable Boves, y llega a  la cita de La Victoria con un ejército levantado por él, con  un estado mayor general de destacados patricios, entre los cuales figuran Bermúdez, Valdez, Azcue, Manuel Isava, Armario y Sucre,  primer ayudante de Mariño desde el  5 de febrero de 1814, para él Bolívar está a su mismo nivel y en las mismas circunstancias.

Pero Bolívar ve las cosas distintas desde un panorama más amplio,  como escribe Laureano Villanueva, Bolívar “no cabe en los moldes de la humanidad. Los demás hombres pueden ser juzgados  y comparados entre si; desde Sucre hasta Washington, desde Miranda hasta San Martín, desde Santander hasta Páez;  El no: El es único, incomparable, magnífico de fuerza sobrenatural por encima de los hombres  y de la historia…” (75)


 MORILLO VUELVE A LA PROVINCIA DE CUMANA

Desde Ocaña en la  Nueva Granada, Morillo se informa de la situación  de la provincia de Cumaná, y vuela en auxilio de Don Tomás de Cires, cercado por Mariño, y el regreso de Bolívar al frente de una bien organizada expedición. Llega  a principios de junio de 1817 y encuentra al Brigadier Don José de Canterac que había venido desde España al frente de un poderoso ejército compuesto de dos batallones: Navarra y Burgos con 800 plazas cada uno. Dos escuadrones de lanceros con 360 plaza cada uno; dos compañías de caballería de 192 plazas cada uno; una compañía de artilleros de 80 plazas, equipajes y demás pertrechos de guerra.
            Morillo ordena a Canterac atacar a Cariaco, y lo hacen el 10 de junio; derrota convincentemente a los patriotas de Mariño que se refugian en Carúpano. En Cariaco no solo se pierde una batalla sino que acaecen dolorosas bajas, muchos jefes patriotas pierden la vida entre ellos el Capitán  Pedro José Sucre y Alcalá, hermano del Mariscal; y el Teniente Coronel Rafael Jugo, Secretario de Mariño. En esos días se hizo famoso el indio Macario Martínez, que aterrorizaba a las familias carupaneras, y al cual Canterac acogió de buen grado para cometer cientos de fechorías contra las principales familias cumpliendo instrucciones de  Morillo.

            Morillo y Canterac se unen el 14 de junio  en la isla de Coche, y el 15 desembarcan en Margarita por el puerto de Los Varales, donde los patriotas presentaron fuerte resistencia bajo el mande del pundonoroso margariteño coronel José Joaquín Maneiro. El mismo Morillo se encargó de escribir sobre la valiente actuación de los margariteños: “La retirada la verificaron con el mayor orden, y no hubo mata ni árbol en que no se sostuvieran  con tanto valor como las mejores tropas”. Morillo además recibe el refuerzo de mil doscientas plazas del coronel Juan de  Aldama, y se inicia la ocupación de toda la isla. Dice Bartolomé Tavera Acosta, que en: Los Varales, Porlamar,  El Valle, Pampatar, Cauranta, Pan de Azúcar, El Calvario, Libertad, El Mamey, Asunción, La Raya, Matasiete, Copey, Los Robles, Portachuelo de Tacarigua,  San Juan, Juangriego, puede decirse que no hay palmo de tierra margariteña, donde sus hijos no le disputaran el triunfo a sus contrarios”.(76)

Todo acabó para Morillo después de la voladura del fuerte de Juan Griego donde se inmolan con las fuerzas realistas los patriotas Manuel Salazar y Juan Fermín, y la derrota en la cumbre inmortal de Matasiete el 31 de julio de 1817.

Morillo lleno de rencor regresa a Cumaná y ordena incendiar los pueblos de Cumanacoa, San Fernando, Aricagua y Arenas, y sale con sus menguadas fuerzas hacia Caracas, mientras que Canterac es enviado hacia el Perú.

El 31 de diciembre de 1817 Bolívar inicia la campaña del Guárico y avanza hacia Caracas. Bermúdez no puede acudir a la cita con Bolívar, porque Mariño, con tropas margariteñas y de Cumanacoa vuelve a la provincia de Cumaná, desacatando la orden del Libertador; y Bermúdez se ve obligado a enfrentarlo. 

Los sucesos se precipitan: Bolívar organiza el gobierno en Guayana, convoca a elecciones, funda el Correo del Orinoco, llegan refuerzos de diferentes nacionalidades, sobre todo ingleses. Decide atacar al Virreinato de la Nueva Granada.  Bolívar comisiona a Santander para preparar la marcha del ejército sobre Bogotá, atravesando la cordillera andina; da órdenes a Páez, Anzoátegui,  Zaraza, Sedeño, Monagas, para concentrar sus fuerzas en San Juan de Payara.  

            BOLIVAR LLAMA A SUCRE.

Al comenzar el año 1820, Bolívar ordena el traslado de Sucre al Cuartel General Libertador asentado por entonces en el bajo Apure, y ambos jefes se encuentran en el río Arauca.  Sucre le escribe  a Soublette: “En la mitad del camino de San Juan a Achaguas encontré al general  que me hizo regresar con él a Angostura…” (76)

Sucre  da poca importancia a este encuentro, sin embargo veamos como nos lo cuenta Don Ángel Grisanti, después de pasar por el tamiz de los chismes:

“En 1819 el Libertador goza de la plenitud de sus facultades intelectuales y del esplendor de su genio político. Asombra al mundo y  eclipsa las proezas de los más grandes guerreros  de todos los tiempos, remontando triunfalmente el páramo de Pisba, con tropas de tierra caliente y sin equipo de invierno.
Con genial estrategia y asombrosa táctica sorpresiva había triunfado en Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá. Y uno de sus sueños más hermosos era una radiante y gloriosa  realidad: Nueva Granada era ya independiente.
Y realizado ese sueño venturoso, tornó a Angostura, en Venezuela,  resuelto a plasmar, como un Dios,  el ancho mundo gran colombiano. Viene por los llanos, “tierra ancha y tendida, toda horizontes como la esperanza; toda caminos como la voluntad”.

Navega luego sobre el Orinoco, alígero y triunfante como el Dios de las aguas. Regresa redactando por entre las selvas salvajes de Guayana, el más profundo, elevado y perfecto de sus documentos políticos: su mensaje al Congreso de Angostura.
En sus pupilas fulgurantes destellan los reflejos de gloria de las grandes victorias. Rebosante de júbilo, el corazón pletórico le ensancha el pecho angosto. La euforia del triunfo lo posee. Ríe, y su risa riza las aguas caudalosas de aquel “mar de agua dulce”. (77)

“Entre tanto en el Congreso de Angostura, en el cual había puesto él  la salvación de su genial concepción política y la estructuración constitucional de la Gran Colombia, los diputados partidarios de Mariño y Arismendi atacan con encono su política; piden su destitución, le acusan de arbitrario. Propagan que a fracasado militarmente en Nueva Granada; que la derrota sigue sus pasos, y él ha dejado marchitar los laureles que la victoria  había colocado sobre su frente portentosa.  Su hegemonía se tambalea.  Arismendi a sido sacado de la cárcel y es nombrado Vice-Presidente de la República, como paso previo para asaltar luego la Primera Magistratura.
Los fulgurantes reflejos de gloria  han huido ahora de sus pupilas de fuego. Nubes negras se agolpan en sus ojos fijos, y la “bilis negra” que tan injusto lo convierte a veces, parece haber minado su organismo.  Una lividez espectral cubre su faz. El Libertador está sombrío. El mar de agua dulce se le ha convertido en mar de agua salada y amarga. En alas del misterio han llegado a sus oídos los funestos acontecimientos de Angostura. Un sigiloso mensajero se ha llegado seguramente hasta su improvisado campamento  ribereño.
Medita cejijunto y hosco. Los orientales, parece pensar, son incorregibles. Estos demagogos han convertido  el gran colombiano Congreso de Angostura en un Congresillo de Cariaco. El cruento fusilamiento de Piar fue, pues, inútil. El sometimiento de Mariño es una farsa. (Bolívar es unitario de alma y cuerpo. Los explicables, por tradicionales, sentimientos  de federación de los Caudillos de Oriente, no se los explica ni los comprenderá jamás el Libertador.

Y el joven Sucre, oficial cumanés a quien tanto ha distinguido  y que debe estar con Bermúdez y surgió con Mariño ¿estará mezclado en estos desórdenes y en connivencia  con su antiguo jefe?   Y, de repente, divisa una curiara que navega aguas arriba.

-¿Quién viene en esa curiara? –pregunta.

-El general Sucre   -responden.

Y en el volcánico pensamiento del Libertador la sospecha se convierte e realidad y hecho consumado. El joven Sucre ha sido  ascendido por el gobierno faccioso. Sucre ha seguido, no cabe duda, el tortuoso camino  de sus antiguos conmilitones.

Y el Libertador, como impulsado por un resorte, salta y grita fuera de si: No hay tal general Sucre.

La curiara que conduce al futuro Gran Mariscal  de Ayacucho atraca. Sucre se explica. El Vice-Presidente  señor Zea me ha ascendido al grado de general  de Brigada, quizá exagerando el valor de mis servicios  a la causa de la Patria; pero yo no he aceptado el ascenso  sino provisionalmente, constreñido por las necesidades de la guerra. Nunca pensé aceptarlo  sin la ulterior y definitiva  decisión de Vuestra excelencia.
            Mi hermano Jerónimo ha escrito a V. E. tres veces, en su nombre y el mío, pidiéndole incorporarnos al ejército bajo sus inmediatas órdenes. Hemos hecho también todos los empeños que nos han sido posibles  a fin de que  el señor Vicepresidente Zea nos permitiera el pase al ejército de Vuecencia, y no hemos podido lograrlo, a pesar de los esfuerzos nuestros y de nuestros amigos. Repugna a nuestro espíritu de orden los desordenes que se han sucedido últimamente en Angostura, que ponen en peligro la independencia de la Patria.
            Bolívar abarca entonces en toda su grandeza la talla moral del joven guerrero que tiene delante; se compenetra de la lealtad a toda prueba que le profesa, y de que, aquel patriota integérrimo no se ha mezclado en las conjuraciones de Angostura. Abraza efusivamente al joven paladín, cuyas múltiples facultades ponderará poco después en Cúcuta, y resuelve sacarlo a la luz convencido de que algún día rivalizará sus glorias.
            Y de aquella tempestad inicial, oportunamente despejada, y gracias a aquel ígneo resplandor de relámpagos, se fundieron para siempre jamás dos almas gemelas  en la gloria, en la vida y en la muerte”. (78)


BOLIVAR Y SUCRE UNIDOS PARA SIEMPRE

            “A comienzos de 1820  Sucre fue llamado al cuartel general Libertador asentado en Apure desde 1819, cuando Bolívar había unido sus tropas con las de Páez en Matecal Entre San Juan de  Payara y la isla de Achaguas, se produce la unión de Sucre y Bolívar, con quien camina hasta Angostura, de aquí a San Juan, en donde recibe el encargo el día 16 de enero de ir a las Antillas a comprar armamento. En abril regresa de su misión y marcha con parte del armamento adquirido, a Cúcuta y Santa Fe, habiendo dejado la otra parte en Angostura”. (Sucre en la memoria histórica. De Antonio Vargas Ramírez y otros)

            Desde aquí Bolívar envía a Sucre a formar una escuadrilla para trasladar el ejército y proveerle de víveres con el nombramiento de  Jefe al Servicio de Oriente y Guayana.  Sucre cumple el mandado con toda exactitud y  eficiencia y le escribe  a Soublette:

“Para el mantenimiento de las tropas que Ud. conduce, he contratado con el comandante de este punto cien pesos de casabe y algún dulce, y con el coronel Torres en Moitaco la adquisición de otros ciento…” (79) En otra carta: “En el bongo Orinoco bajaron 500 arrobas de carne  salada para Santa Cruz de las que había aquí…Dejo la orden a este comisionado, que cuanta sal pase por aquí  la embargue sin excepción alguna…” (80). Nada se  escapa al genial subalterno y todo lo hace con impecable orden, valor y constancia.

 Bolívar deposita toda su confianza en Sucre, se da cuenta de lo que promete aquel joven oficial de 25 años;  lo manda a las Antillas a comprar fusiles, plomo y sables, para lo cual le entregó 80.000 pesos que trajo Santander, con las siguientes instrucciones:

“El Teniente Coronel Gómez entregará a U. S. 60.000 pesos en oro y plata de la India. Esta cantidad la empleará U. S. del modo siguiente:

Primero.- Si hay una esperanza inmediata, o han llegado ya a Angostura tres o cuatro mil fusiles, los entregará U. S. al gobierno; pero si no han llegado  ni se esperasen, marchará U. S. inmediatamente con ellos a las Antillas a emplearlos en fusiles, sables papel, pólvora y plomo.   
           Segundo.-  U. S. está encargado de mandar y conducir a Cundinamarca, por lo menos cuatro mil fusiles, y hasta diez mil o doce mil, si hubiesen llegado  o estuviese por llegar.
Tercero.-  Llevará igualmente mucho papel, trescientos sables con tiros (que los hay en el almacén)  limas de todas especies,  acero y la pólvora que se pueda conducir.
Cuarto.-   Para estos gastos y los demás que sean necesarios  para la conducción  de dichos efectos, tomará U. S.  la cantidad a que alcance el valor de estos gastos, de los 60.000 pesos de que va encargado, siempre que el gobierno no tenga  los medios necesarios  para suministrara estos objetos.   
Quinto.-   U. S. está autorizado completamente por mi, para usar el dinero que se le a confiado, y todos los oficiales, buques, caballos, bogas y víveres que sean indispensables para llevar a Cúcuta y Santa Fe los elementos de guerra ya mencionados además llevará U. S. trescientas o cuatrocientas varas  de paño azul, encarnado o verde, o de otro color de uniforme, y botones de ordenanza.
Sexto.-   Recibirá U. S. del Capitán Machado, todo el dinero que conduzca de Cundinamarca, y lo agregará a la cantidad  de que va encargado, entregándole el competente recibo; sirviendo de orden  para la entrega, la manifestación de este artículo.   
Dios guarde a U. S. muchos años. Cuartel General  en San Juan de Payara, enero 16 de 1820. (81)

Sucre las cumple al pie de la letra. Para el 29 de febrero ya  le escribe al Libertador dándole razón de su cometido: “…le diré  a V. E. que aquel conduce a la disposición de V. E. 1600 fusiles, 90 quintales de pólvora, 90 de plomo, 24 mil balas, 10.000 piedras  y 112 resmas de papel. (82)

Y a Santander en una larga carta  del 7 de marzo, le dice: “Mañana salgo  al mar, ya en busca del armamento que debo llevar a Santafé; y si mis medidas anticipadas y mis esperanzas no son frustradas, creo que en 30 o 35 días estoy de vuelta en Angostura, si no con 6000 fusiles, con 4000 al menos,  y otros objetos de guerra” (83).

Y el 23 de abril le escribe al Libertador: “… el 15 del presente he regresado de las Antillas de la comisión que V. E. me ha confiado; y vienen conmigo 4.232 fusiles, sables de dragones y de oficiales, papel, limas  cuero, paños y los demás artículos encargados por V. E. para el Departamento de Cundinamarca. (84)

BOLIVAR NOMBRA A SUCRE EN 1820, JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO LIBERTADOR

La carta que define su actuación antes de su nombramiento  como jefe del estado mayor general del ejército Libertador,  es del 9 de octubre de 1820, dirigida al subjefe del estado mayor general, que dice:

“S. E. desea que el batallón Bogotá, sufra lo menos que sea posible en la marcha, a fin de que llegue completo al cuartel general, y considerando que debe e estar ya en los vales de Cúcuta, previene a V. S. que lo haga descansar antes de emprender una nueva marcha.
Por las órdenes comunicadas a V. S. anteriormente, este cuerpo aunque haya llegado no habrá seguido sin que estén preparadas en el tránsito las raciones que debe consumir, puesto que sin esta medida sería exponerlo  a perecer como  se ha indicado. Si como se cree no a salido, dispone  S. E. que marche el batallón Anzoátegui tomando de los víveres que haya en las jornadas, los que necesite hasta llegar al cuartel general , y que se procuren nuevas raciones para el Bogotá que seguirá pocos días después del Anzoátegui.
Siempre se adelantaran los oficiales itinerarios que soliciten con mucha anticipación la comida de sus cuerpos, lo cual se observará también cuando  hayan de venir  Tunja y Vargas, que aunque dan más tiempo a prevenirle víveres, tambien encuentran el camino  con menos recursos. Estos oficiales  comprarán  todas las alpargatas que hubiese y harán construir  las que necesitaren sus cuerpos.   
Los jefes de los batallones serán bien instruidos  de las medidas que debe tomar para impedir la deserción, en lo que pondrán el mayor celo; harán las marchas lentas pero con los descansos absolutamente necesarios; conservarán el mayor orden y serán advertidos de la recomendación que merecerán, presentando sus cuerpos  con las menores faltas posibles.
Los batallones vendrán completamente municionados, y con ellos se remitirán, o antes si fuere dable, todas las municiones que se estén elaborando y que vayan elaborándose y que vengan de Apure, anticipando los avisos necesarios al gobernador  de Mérida para que disponga los bagajes que ira a recibirlos  en el puente de Chama; que vengan tambien muchas alpargatas y que se construyen  siempre más.
Inste V. S. nuevamente por la marcha de los batallones Tunja y Vargas para primeros de noviembre  pero cada uno con 1000 plaza, pero buenos y fuertes; que esté perfectamente  equipados  porque ninguna falta podrá repararse aquí. V. S. hará responsable  a sus comandantes generales de aquellas provincias, del cumplimiento de esta orden de S. E.
Repita V. S. las solicitudes de dinero al Excmo. Señor vicepresidente de Cundinamarca, y que estas solicitudes sean reiteradas. De V. S. órdenes continuas  para la venida del ganado a los comisionados en Guasdualito, Guaca y Santa Bárbara, pues cada vez se hace más difícil el mantenimiento del ejercito  a que solo puede bastar  mucho ganado cuando no hay dinero  bastante para comprar el pan a los precios excesivos que se consigue.
Ya debe haber llegado a Guasdualito el coronel Encinoso: que el armamento que conduce suba volando a San Cristóbal para armar los cuerpos  que ha de venir para el ejército. El coronel Vélez remonta el Arauca con 2000 fusiles; que se traiga también a San Cristóbal.
El batallón Anzoátegui recogerá todos los atrasados  de los cuerpos de la Guardia  desde la Grita hasta  aquí. Los hará venir con mucho cuidado.
Luego que el señor general Urdaneta esté mejorando de sus males, que venga el Dr. Foley acompañándolo.
Tengo el honor de comunicarle  a V. S. esta disposición de orden de S. E. Dios &.  Sucre.

Un oficial con esas cualidades no podía pasar desapercibido al Libertador; de inmediato se da cuenta de sus talentos, de la necesidad que tenia de sus servicios. Era necesaria la organización minuciosa del ejército; necesitaba un oficial que se ocupara de preparar y hacer el seguimiento de sus planes, de instruir y dar órdenes con la discreción necesaria  a los altos jefes de la revolución, ni él mismo podía hacerlo sin causar trastornos y resquemores. Sucre era un genio de  logística y de la diplomacia, en él era un don natural.

BOLIVAR NOMBRA A SUCRE MINISTRO DE MARINA Y GUERRA.


Por otra parte, su honestidad, el sentido del honor, su patriotismo, su valor, toda su personalidad.  Las cuentas de Sucre, publicadas en sus memorias, dan razón de la diligencia y la prudencia empleadas en la ejecución de la delicada misión que le encomendó;  y de la inversión de  los dineros, para él sagrados,  que escrupulosamente utilizó según las órdenes  del Libertador.

Manuel Alfredo Rodríguez, en el prólogo del libro “Sucre en la memoria histórica, dice: “La brevedad e intensidad de la vida de Sucre –tan solo 35 de tránsito vital-  lo asemejan a un como flamígero cometa cuyo rastro de luz no se desvanece a través de las edades. Siempre sorprenderá –valga el tópico- que una vida tan corta  haya sido tan pródiga en admirables ejecutorias. Admira sobremanera que el ritmo de esa juventud estuviese acompasado  por un sentido de misión  y una cabal aceptación de los deberes inherentes a la asunción y el desempeño del cometido.  Fue jefe con la naturalidad  de quien había aprendido,  desde sus días de muchacho  recién alistado, el conocimiento del arte militar y el ejercicio del don de mando”. (85)

    Tan entusiasmado quedó Bolívar del desempeño de Sucre,  que respondió a Daniel Florencio O’Leary, que preguntaba por él: “Es uno de los mejores oficiales del Ejército; reúne los conocimientos profesionales de Soublette, el bondadoso carácter de Briceño, el talento de Santander, y la actividad de Salóm; por extraño que parezca, no se le conoce ni se sospecha sus aptitudes. Estoy resuelto a sacarlos a la luz, persuadido de que algún día me rivalizará”. (86)

Entre tanto pasaban cosas en el mundo. En España hay movimientos derivados del movimiento constitucionalista;  el 19 de abril de 1820, Fernando VII Rey de España, envía una proclama  a los americanos, en vista de haber firmado la Constitución de Cádiz, en la cual invoca sus sentimientos generosos y clama por la paz.

“Desesperanzado Fernando –dice Yánez-  que Morillo pacificase la Costa Firme, destinó un formidable ejército a las órdenes del Conde del Abispal, primeramente, y después del Conde de Calderón Don N. Callejas, aquel Callejas que por matar y cortar orejas como Zuazola había sido antes hecho Virrey de México por la Regencia, cuya expedición quedó sin efecto por la insurrección de la tropa en vísperas de dar la vela.
Don Rafael Riego destinado con su batallón  de Asturias, para venir a la América, fue el primer móvil  y el autor principal  de la insurrección en España: y fue en el pueblo de San Juan de las Cabezas donde proclamó la libertad de España y juró la Constitución decretada por las Cortes en 1812, siendo su primer paso  el arresto del General  en Jefe del Ejército  de Ultramar el Conde de Calderón, y su remisión a la isla de León donde se hallaba el grueso de éste ejército.  Con su batallón y alguna poca gente que agregó a él,  corrió por los pueblos de Andalucía que repitieron y aclamaron la Constitución, y con tanto entusiasmo  que Fernando hubo también de proclamar y jurar la dicha Constitución. La resolución de Riego  fue sostenida en la isla por Quiroga y otros tres más, de modo que estos cinco  se llamaron los héroes de la revolución del 20” (87).

De resultas de la revolución de Riego y Quiroga, no pudo zarpar de España la flota pacificadora, pero si llegó la paz ofrecida graciosamente por su Majestad a través de Morillo, incapaz de obtener una victoria  por las armas, deviene en ofrecer un armisticio.

EL ARMISTICO Y  EL TRATADO DE REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA.               

Bolívar conoce muy bien lo que está pasando en España, sabe de la derrota de los ejércitos del Rey  por las fuerzas de Riego y Quiroga; sabe que Morillo trata de asimilar estos hechos y busca un armisticio. En efecto, en junio  Morillo se dirige al Congreso reunido en Angostura, y propone el cese de las hostilidades. El 20 de Junio desde Valencia, se dirige a Bolívar y le envía dos comisionados, Don Francisco González Linares y Juan Rodríguez del Toro, con proposiciones de paz.

Sucre llegó a San Cristóbal el 27 de agosto de 1820, el Libertador salió para Cartagena. Sucre le escribe:
“Mi apreciado General, ayer he llegado aquí y he sentido no tener el gustos  de verlo, pero informado por el General Urdaneta de su pronta vuelta, me felicito de verlo en breve  triunfante de la empresa de Cartagena.
Me ha instruido Urdaneta de mi destino y espero la llegada de los cuerpos  que se me encargan para dedicar mi poca utilidad a su instrucción y al mejor servicio;  en tanto anticipo a Ud. las gracias, especialmente por estar satisfechos mi deseos  de seguir la campaña  en el ejército que Ud. mande personalmente. Adiós mi querido General, reciba Ud. mis saludos y la sinceridad afectuosa con que lo ama su apasionado amigo, obediente servidor-. A. J. Sucre.

La prudencia, la oportunidad y la constancia, estaban del  lado de Sucre. Por enfermedad de Briceño  Méndez,  el 27 de setiembre, el Libertador lo nombró  Ministro  interino de Marina y Guerra; y con este carácter lo acompañó en la campaña  para ocupar Mérida y Trujillo.

El Cronista de Mérida, hace un preciso estudio del trabajo de  Sucre en los Andes, dice:

“A mediados de 1820 el Libertador abre operaciones  sobre los andes venezolanos con el contingente de tropas denominadas “La Guardia Colombiana”. Bolívar encomienda su jefatura a Urdaneta y a Sucre. Es la primera vez que pisa las montañosas tierras del occidente venezolano. Las enfermedades de Urdaneta y Briceño Méndez,  llevan a Sucre a ocupar el cargo de Ministro interino de guerra y la jefatura del Estado mayor libertador “cuyo destino desempeñó con asombrosa actividad” según testimonió el propio Bolívar.
Sucre conoce los Andes por el Táchira procedente de Guasdualito, vía Cúcuta. El ánimo era muy bueno según lo expresa el mismo  en carta al Libertador fechada en san Cristóbal el 28 de agosto de 1820: “En tanto anticipo a Ud. las gracias, especialmente por estar satisfechos mis deseos  de seguir la campaña  en el ejercito que Ud. mande personalmente”.   El 21 de septiembre llegó el Libertador  a la villa de Don Juan de Maldonado. Y el 27 del mismo mes firmó el decreto en el que le confía a Antonio José de Sucre los Ministerios de Marina y Guerra por enfermedad del titular  coronel Pedro Briceño Méndez.
El 29 y el 30 se septiembre  está Sucre en Bailadores desde donde oficia como titular del Ministerio de Guerra.  Al Alcalde de Bailadores le comunica “que haga publicar un bando previniendo a los vecinos que vuelvan a sus casas bajo  la seguridad que el gobierno les ofrece a fin de que dedicándose a sus trabajos pueda fomentarse esta jurisdicción de los males  que ha sufrido  durante la permanencia del enemigo.
Debió entrar juntamente con el Libertador  a Mérida el primero de octubre a las once de la mañana, acompañado del estado mayor “entre las aclamaciones  y aplausos de un pueblo que ha justificado siempre sus sentimientos patrióticos”, como escribe el propio Sucre.  Buenas referencias tenia de la ciudad serrana. No sabemos si se alojó en la misma vivienda que era la del coronel Rangel.
Apenas cuatro días permaneció el General Sucre en la ciudad de Mérida, los mismos que el Libertador,  pues el objetivo era llegar cuanto antes a Trujillo. La campaña a través de los Andes había sido relativamente fácil, pues los realistas se daban a la desbandada cuando se enteraban  de la cercanía de las fuerzas patriotas.
La situación de toda la ruta era desastrosa. Sucre escribe el 2 de octubre desde Mérida al señor jefe del estado mayor general “que todo el territorio entre Cúcuta  y Ejido está exhausto de todo medio de subsistencia y que por tanto es necesario que las tropas traigan su mantenimiento”. Y al vicepresidente de Cundinamarca le expresa: “la permanencia de una división enemiga en estos lugares por mas de un año han agotado de tal manera  los medios de subsistencia  que las familias mismas del país han estado  y están a perecer, y con sus solicitudes apenas se ha conseguido en cada pueblo  un poco de pan para racionar la tercera parte de la división. Si afortunadamente no su hubiese traído algún ganado, abría sido imposible la marcha  o estarían disueltos los cuerpos“. Más adelante añade: “el territorio esta tan destruido  que hacer la menor exigencia  a los vecinos  sería quedarnos  sin un hombre  que trabajase  ni que nos proporcionase  un pan”.
Su sagaz espíritu de militar analista le lleva a afirmar  que no se debe buscar a Morillo para exponerse a una batalla sin todas las probabilidades de ganarla. “Nuestra actitud (de espera) los obliga (a los realistas) a la paz.  Las marchas de los batallones deben ser lentas y descansados  para que la tropa se conserve contenta y sin enfermar porque las raciones  son escasas” (88).

             
ARCHIVO DE SUCRE.


  El mismo día 27 de septiembre de 1820, Sucre abre un archivo o libro, conocido como “COPIADOR”,  donde trascribe la correspondencia de su ministerio. Se insertan en él 27 oficios y 2 proclamas del Libertador, que han venido a ser el mejor texto de historia de aquellos acontecimientos. Sucre trabaja incansablemente en los planes de Bolívar, que lo prevé todo con vista a  Carabobo;  y en tratar con Morillo El Armisticio y el Tratado de la Regularización de la Guerra. Veamos algunos textos:

El 7 de octubre desde Trujillo, Sucre le escribe a Santander, Vicepresidente de Cundinamarca: “Una rápida marcha sin perder un hombre, ha libertado las dos patrióticas provincias  de Mérida y Trujillo.  El 2 entró la guardia del Libertador en Mérida…”

En esa carta narra con  detalles la acción de los coroneles Rangel, Gómez, Infante y Segarra, que pasaron el páramo de Mucuchíes y derrotaron a la vanguardia de la 3° División Real, y le tomaron todo el parque. Los detalles de la toma de estas provincias se conocen con exactitud  gracias a las cartas de Sucre.
      
El 8 de octubre vuelve a escribir a Santander,  pidiendo recursos de Cundinamarca  para el ejército y dando una visión logística de la situación  y  la ubicación de las diversas fuerzas, para atacar y derrotare  a Morillo.

El 9 de ese mismo mes, en  carta para el subjefe de Estado Mayor, se ocupa de la ubicación del Batallón Bogotá y el Anzoátegui,  en Cúcuta.
Le  toca actuar en el delicado asunto del valiente mayor Leal, comandante del batallón Tunja, acusado de conducta incorrecta, por lo cual es enviado a campaña para rescatar su honra, para lo cual escribe al Vicepresidente de Cundinamarca.

El mismo 9 le escribe al General Páez: “Han llegado a manos del Libertador las comunicaciones de 6 de setiembre que V. S. dirige al señor General Urdaneta con los números 1, 2, 3, 4,5. S. E. aprueba la contestación de V. S. al brigadier Morales, aplaude la que ha dado al comandante Guadarramas, y queda en cuenta de las noticias  del comandante Torralba a quien V. S. habrá empleado con su guerrilla como haya juzgado conveniente… Dirijo cerca de V. E. a mi edecán el teniente coronel Ibarra para que a la voz le instruya a  V. E. de la situación del ejercito, de las disposiciones para la reunión de todos los cuerpos, de nuestras ventajas  y de las operaciones  que V. E. debe ejecutar hasta incorporárseme en Guanare. (89)
El 10 de octubre, la importante carta de Bolívar a Bermúdez: “Al aproximarse este ejército y el de Apure sobre las provincias enemigas  en el mes entrante, va a quedar descubierta la espalda de Caracas, porque las fuerzas de Morillo no son suficientes a oponérsenos. V. S.  va a ocupar aquella capital indefectiblemente en los primeros días de diciembre porque es la ocasión  más ventajosa, más fácil y más segura de lograrla. Es una operación que dará a V. S. la mayor gloria y que será el golpe mortal  del enemigo”. (90)

En la misma fecha Bolívar escribe al Jefe del Estado Mayor General,  en relación con la reunión de las fuerzas:  ordena que el batallón Anzoátegui venga al cuartel General recogiendo en el tránsito  los destacamentos de La Grita y Bailadores;  que dos días después siga el de Bogotá con marchas lentas;  que vengan los de Tunja y Vargas bien  equipados. Prevenga al jefe de Guasdualito que suban a Teteto los fusiles que trae el coronel Encinoso.

El 18 de octubre, todo esta preparado para accionar sobre Carabobo, y Bolívar escribe al Vicepresidente de Venezuela dándole detalles: “El ejército del Norte, el ejército  de occidente, el de oriente, todos los ejércitos de la republica, todas sus tropas  van a decidir en una vez la libertad del país y para que sea pronta y feliz han de ser simultáneas las operaciones. Todos los cuerpos tienen órdenes de movimientos;  para asegurar el suceso  he pensado la utilidad  de una expedición sobre las costas  de Curiepe. En Margarita se hallan muchos soldados  de los cuerpos de English y D’Eevreux  que quedaron en hospitales, y deben agotarse  las otras tropas  y recursos del país para verificar la expedición”. (91)

El 26 de octubre Bolívar escribe al General Pablo Morillo sobre el Armisticio, y después de disculparse por no haber podido realizar la entrevista en Apure, le dice: “Daré a  Ud. una idea  de las bases que propongo para el armisticio. Con el objeto de que si son asequibles mande V. E.  sus diputados  a tratarlo y concluirlo en mi cuartel general.
1.- Habrá un armisticio general de 4 o 6 meses en todos los departamentos  de Colombia. 
2.-  Este ejército ocupará  las posiciones  en que se encuentre  al acto de la ratificación del tratado.   
3.-  La División de la Costa  tomará posesión  de las ciudades de Santa Marta, Río Hacha y Maracaibo, sobre las cuales están  enmarcadas, y probablemente deben  rendirlas
4.-   La división de Apure tendrá por línea divisoria todo el cerro  de la Portuguesa desde donde le entra  el río Biscucuy hasta el Apure cuyas aguas también la dividirá del territorio español: por consiguiente toda la provincia de Barinas y el territorio de Guanare abandonados ya por los españoles, será ocupado por nuestras armas.
5.-   La división del Oriente conservará  el territorio que ocupe  al acto de la ratificación  del tratado.
6.-   La división de Cartagena conservará las posiciones que ocupe al acto de la ratificación del tratado.
7.-   La división del Sur conservará el territorio  que haya dejado a sus espaldas  en su marcha a Quito, y conservará las posiciones  en que se encuentre  a la notificación del tratado.
Si alguno de estos artículos pareciese a V. E. contrario a los intereses de España  y no sea por consiguiente admisible, suprimiremos dicho artículo  o artículos  dejando por aquella parte  abiertas las hostilidades. (92)

Para tratar con Morillo Bolívar nombra una comisión formada por Sucre, Pedro Briceño Méndez y José Gabriel Pérez; Morillo nombró a Ramón Correa, Juan Rodríguez de Toro y Francisco González de Lima.

El 23 de noviembre les escribe desde Sabana Larga: “Señores comisionados:
He recibido anoche las notas respectivas que se han pasado las comisiones de los dos gobiernos. Apruebo la contestación que VV. SS. han dado a los señores negociadores del gobierno español    Contestaré a los artículos dudosos. El armisticio no debe durar  más que seis meses, prorrogable como se ha contestado. Los límites no pueden ser otros que los de la provincia de Caracas. El artículo 5° es negado. Los artículos 6°,7° y 8° concedidos. El 9° se acepta con placer, y para el 10° autorizo a VV. SS. para que, conforme al derecho gentes más lato, entablen y concluyan un tratado con los negociadores del gobierno español, a fin de evitar a la humanidad el sacrificio que hacen de ella  los gobiernos beligerantes.  Propongan VV. SS. que todos los prisioneros sean canjeables inclusive los espías, conspiradores y desafectos, porque en las guerras civiles es donde el derecho de gentes  debe ser más estricto y vigoroso, a pesar de las prácticas bárbaras  de las naciones antiguas. En todo caso, nos quedará el honor de haberlo pretendido. Dios Guarde a VV SS. Muchos años.

En Noviembre,  Sucre se dedica casi por completo a trabajar sobre el armisticio, y  el 13,  en compañía del coronel Ambrosio Plaza, se entrevista con Morillo en Humocaro Bajo.  Después de esta primera entrevista con Morillo, Sucre se dirige a Macoy, Cuartel General,  para informar a Bolívar sobre todo lo tratado.

El 25 de noviembre le escribe desde Trujillo:

Mi general: Llegó Álvarez ayer a las diez  y fuimos luego a casa de los comisionados, en consecuencia de lo que expresaba en oficio a Vd. Con él estábamos procurando arreglar nuestros negocios conforme a éste, cuando llegó Medina a las doce con su última comunicación aprobando las líneas  pedidas por nosotros. Sin hacerlo entender a los comisionados, dejamos la cosa como estaba. 
 Vd. Creyó sin duda que el Manapire quitaba una parte del nuestro territorio en el Oriente; y nosotros cuando lo demarcamos como línea divisoria con el plano a la vista, vimos muy bien nuestras posiciones fuera de ella.
No ha venido aun la contestación de Morillo ahora que son las 6 de la mañana; pero la esperamos de uno u otro momento. El señor Correa y demás se prometen que quedará exactamente convenido en nuestras últimas proposiciones; si hubiere embarazos se arreglará que nos estemos en nuestras actuales posiciones, conforme Vd. dice que estipulemos en último caso.
Álvarez me dice de parte de Vd. que tratemos de abreviar este asunto, el cual lo habíamos detenido expresamente porque así lo previno Vd.  a Briceño. Se apurará a concluirlo, aunque sea necesario que uno de nosotros  vaya casa de Morillo, y aunque Vd. al aprobar esto no envía el poder para que este comisionado  pueda terminar  las cosas con aquel general: yo pensé que lo hubiera dicho Vd. siquiera en el oficio. Yo estoy desesperado  porque se concluya la cosa esta, para que resolvamos lo que deba hacerse en cualquier caso.
El Dr. Foley no pudo irse ayer, pero lo hace ahora: Álvarez y Medina saldrán a las 7 porque almorzarán y veremos si en tanto llega la respuesta de Morillo para que la lleven.
Ayer me ha hablado el señor Correa con mucho aplauso de Vd.: el pobre antes no había podido ni  hablar con sus enfermedades, es un excelente hombre. Se me ha extendido mucho en sus conversaciones sobre la felicidad que debe prometerse este país independiente, dirigido por un buen gobierno, y me ha dado sus pareceres para la política y policía que es necesaria a contener el bajo pueblo. Linares me ha hablado tanto, que me ha asegurado piensa ver en Caracas se haga una junta de notables para que nombren un diputado a la corte  (a más de los diputados en cortes) que vaya a manifestar la situación de este país y la necesidad de conocer  la independencia. Agrega que él hará el sacrificio de separarse de su familia y tomar el encargo de uno de estos comisionados. Adiós mi querido general. Sucre.

Vuelve a escribirle ese mismo día: “Mi general: Son las nueve y venimos de  casa de los comisionados. Contestó Morillo insistiendo en sus líneas  demarcatorias por la primera nota y concediendo nuestro paso  franco por Barinas, en cuya capital quedaría un comandante militar de ellos con un asistente para facilitar  nuestras comunicaciones: que pasarán nuestras tropas  por el territorio español de Maracaibo acompañadas de un oficial  español; que la línea de Guanape a Unare y seguido la corriente de éste, es la natural de aquel país: que el artículo 5° se entienda solo  a la devolución de desertores con la condición de no ser castigados, y que el tratado de regularización de la guerra sea conforme a los principios de las naciones más civilizadas. Paree que por fin Morillo ha dado a ellos autoridad para terminar la negociación.
Después de las negociaciones se ha convenido  que el Apure a Santo Domingo  por Barinas, Boconó, y línea divisoria de Trujillo a Caracas sea nuestra demarcación, con la condición de que en la ciudad de Barinas no haya cuerpos de tropas sino nuestro comandante  y caballería (peones) necesarios para el transporte de nuestras comunicaciones  y recursos. Yo quise negar esta condición, pero Briceño y Pérez me han dicho que a nosotros no nos importa  nada que haya tropas  en la ciudad cuando, podemos ponerla en los pueblos  inmediatos; además han considerado la condición sobre  Carache que nosotros reclamamos: que las guerrillas que haya en nuestro territorio, al lado acá de Santo Domingo, y las nuestras en el de ellos, se reúnan a sus ejércitos  respectivos si quiere hacerse, y si no,  queden en sus casas  si son como vecinos, como simples ciudadanos  desarmados  con toda libertad y respeto. En el alto llano será la línea que ellos  a propuesto, debiendo en caso  que haya tropas nuestras entre Unare y Guapo, indemnizarnos con pueblos al otro lado del Unare sobre la costa de Barcelona. El artículo 5° tuvo muchas discusiones y se ha convenido dejarlo en silencio porque los comisionados  dicen que no quieren contradecir a Morillo que insta sobre esto. Sobre Maracaibo es cosa justa su condición; pero nosotros tendremos el comercio  de la laguna franco aun para el exterior del país. Todo lo demás esta corriente.       
 Briceño ha quedado con ellos para redactarla negociación, que será firmada hoy, y nosotros demoraremos  algo hasta la noche  por si Vd. nos observare alguna falta contra los intereses  el país.  En toda la noche irá a Vd. el tratado de armisticio  para su ratificación, a ver si Linares sale con él  al amanecer en busca de la ratificación de Morillo. En el tratado se habla con mucha claridad y exactitud, y Vd. lo verá luego. El señor Linares interesa en  salir al amanecer.
El general Morillo hablando a estos señores les dice que, concluido el armisticio, vean si Vd. quiere permitir ir a Sana Ana para darle un abrazo; que vendrá el día que Vd. señale y del modo que indique, pues su deseo es conocerlo y presentarle personalmente su amistad particular. Estos señores me dicen  que pida a Vd.,  contestación para que el señor Linares  la lleve a Morillo, expresando, en caso de acceder, el día en que Vd. irá a Santa Ana, &, No me atrevo ni a indicar mi opinión sobre esto; Vd. verá que hace. Yo creo a esos señores de buena fe, más Vd. es el jefe de nuestro gobierno. Parecía mejor que Morillo viniera a Trujillo donde hay alojamiento  y comodidades, &. &.
El tratado de Regularización de la guerra  lo propondremos hoy, tan generoso, liberal y humano  como Vd. lo desea.
Álvarez queda aquí  para llevar a Vd. el tratado para su ratificación &. El señor Correa  y Toro, lo desean ver. Acaso irán allá si Vd. no viene, y Vd. me dirás si pueden ir.  Adiós mi general.

Bolívar se apresura a contestar ese mismo día 25: “A los señores comisionados: Desde que me resolví a facilitar  los medios de concluir esta guerra, también me resolví a hacer todo género  de sacrificios  para obtener la paz. Por tanto VV. SS. Están autorizados para concluir  el armisticio en los términos que se han propuesto entre ambas comisiones. Mañana iré a esa ciudad, y después  tendré la satisfacción de ver al general Morillo en Santa Ana.  Dios guarde a VV. SS. Bolívar.

El Libertador comprende que Sucre se ha hecho imprescindible en estos asuntos  y lo nombra Jefe de su Estado Mayor en sustitución de Soublette  que pasa a la Vicepresidencia del Departamento de Venezuela.

El 27  salen Bolívar y Sucre para Santa Ana, donde Pablo Morillo, los espera.   Se inicia el debate sobre los textos aportados por ambos mandos, y por fin se aprueban:

ACTA DEL ARMISTICIO.

Deseando Los gobiernos de España y de Colombia transigir las discordias que existen entre ambos pueblos; y considerando que el primero y más importante  paso  para llegar a tan feliz término es suspender recíprocamente las armas para poder entenderse y explicar, han convenido nombrar comisionados  que estipulen y fijen un Armisticio;  y en  efecto ha nombrado, a S. E. el General en Jefe del Ejercito expedicionario  de Costa Firme  Don Pablo Morillo, Conde de Cartagena, de parte del gobierno español a los señores Jefe Político de Venezuela Don Ramón Correa Alcalde primero constitucional de Caracas Don Juan Rodríguez  Toro y Don Francisco González de Linares; y S. E. el Presidente de Colombia Simón Bolívar como jefe de la República, de parte de ella, a los señores Generales de Brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro Briceño Méndez y teniente coronel José Gabriel Pérez, los cuales habiendo canjeado sus respectivos poderes el 22 del presente mes y año, y hecho las proposiciones en el Tratado de Armisticio bajo los pactos que constan en los artículos siguientes:
Art. 1.-  Tanto el ejército Español como el de Colombia  suspenden sus hostilidades de todas clases desde el momento que  se comunique la ratificación del presente Tratado, sin que pueda continuarse la guerra ni ejecutarse ningún acto hostil entre las dos partes en toda la extensión del territorio  que posean  durante el Armisticio.
Art. 2.-   La duración de este Armisticio será de seis meses contados desde el día en que sea ratificado; pero siendo el principio  y base fundamental  de él  la buena fe y los deseos sinceros que animan  a ambas partes  de terminar la guerra, podrá prorrogarse  aquel término por todo el tiempo que sea necesario  siempre que expirado el que se señala, no se hayan concluido las negociaciones que deben establecerse  y haya esperanzas de que se concluyan.
Las tropas de ambos ejércitos permanecerán en las posiciones que ocupen al acto de intimarles la suspensión de hostilidades; mas siendo conveniente señalar límites claros   y bien conocidos  en la parte que es el teatro principal de la guerra, para evitar los embarazos  que presenta la confusión de posiciones se fijan los siguientes.  Primero: el río Unare remontándolo desde su embocadura al mar hasta donde recibe al Guanape: las corrientes de este  subiendo hasta su origen: de aquí una línea subiendo hasta el nacimiento del Manapire: las corrientes de este hasta el Orinoco: la ribera izquierda de este hasta la confluencia del Apure: este hasta donde recibe a santo Domingo: las aguas de este hasta la ciudad de Barinas, de donde se tirará una línea recta a Boconó de Trujillo, y de aquí la línea natural  de demarcación que divide la provincia de Caracas del Departamento de Trujillo- Segundo: las tropas de Colombia  que obra sobre Maracaibo  al acto de intimárseles el Armisticio podrán atravesar  por el territorio  que corresponde al ejercito español, para venir a buscar su reunión  con los otros cuerpos de tropa de la República, con tal que mientras que atraviesen  por aquel territorio  los conduzca un oficial español.  También se les facilitarán con este mismo objeto  las subsistencias  y trasportes que necesiten, pagándolos.  Tercero: las demás tropas de ambas partes  que no estén comprendidas  en los límites señalados, permanecerán como se ha dicho en las posiciones que ocupen, hasta que los oficiales  que por una y otra parte se comisionarán, arreglen amigablemente los límites que deben separar el territorio en que se está operando, procurando transar  las dificultades que ocurran  para la demarcación de un modo satisfactorio  a ambas partes.    
Art. 4.-  Como pede suceder que  al tiempo de comunicar este Tratado  se hallen fuera de las líneas de demarcación que se han señalado en el artículo tercero algunas tropas o guerrillas que no deben permanecer en el territorio  que estén ocupando, conviene  - primero: que las tropas organizadas que se hallen en este caso, se retiren fuera de la línea  de demarcación; y como tal vez se hallan alguna de estas pertenecientes al Ejército de Colombia en las riberas izquierdas del Guanape y del Unare, podrán estas retirarse  y situarse en Píritu o Clarines, o algún otro pueblo inmediato – y segundo:  que las guerrillas que estén e igual caso se desarmen y disuelvan quedando reducidos a la clase de simples ciudadanos  los que la componían, o se retiren también como las tropas regladas.  En el primero de estos últimos casos se ofrece y concede la mas absoluta t perfecta garantía a los que comprenda, y se comprometen ambos gobiernos a no enrolarlos en sus respectivas banderas durante el armisticio,  antes por el contrario  permitirles que dejen el país en que se hallan, y  vayan a reunirse al ejército  de que dependen al tiempo de concluirse el Tratado.
Art. 5.-   Aunque el pueblo de Carache esta situado  dentro de la línea que corresponde  al Ejército de Colombia, se conviene en que quede allí  un Comandante militar del Ejército español con una observación de paisanos armados  que no exceda de 25 hombres. También le quedaran las justicias civiles que existan actualmente. 
Art. 6.-   Como una prueba de la sinceridad y buena fe que dicta este Tratado, se establece que en la ciudad de Barinas no podrá permanecer sino  un Comandante militar  por la República con un piquete de 25 hombres de paisanos armados de observación,  y todos los peones necesarios para las comunicaciones con Mérida y Trujillo, y las conducciones de ganado.
Art. 7.-   Las hostilidades de mar cesarán  igualmente a los 30 días  de la ratificación de este Tratado para los mares de América, a los 90 para los de Europa.  Las presas que se hagan pasados estos términos, se devolverán recíprocamente;  y los corsarios o apresadores  serán responsables  de los perjuicios  que hayan causado por la detención de los buques.
Art. 8.-   Queda desde el momento de la ratificación del Armisticio abierta y libre la comunicación entre los respectivos territorios para proveerse recíprocamente de ganado,  todo género de subsistencias  y mercaderías, llevando los negociadores y traficantes los respectivos pasaportes a que deberá agregar  los pases de las autoridades del territorio  en que hubiesen de adquirir para impedir  por este medio todo desorden.
Art. 9.-   La ciudad y puerto de Maracaibo queda libre y expedita para las comunicaciones con los pueblos del interior, tanto para subsistencias  como para relaciones mercantiles; y los buques mercantes  neutros o de Colombia que introduzcan efectos, no siendo armamentos ni pertrechos de guerra o los extraigan por aquel puerto para Colombia  serán tratados como extranjeros  y pagarán como tales los derechos,  sujetándose a las leyes del país. Podrán además tocar en ella,  salir y entrar por el puerto los agentes o comisionados que el gobierno de Colombia despache para España o para los países extranjeros y los que reciba.
Art. 10.-   La plaza de Cartagena tendrá la misma libertad que la de Maracaibo  con respecto al comercio interior, y podrá proveerse de él  durante el Armisticio para su población y guarnición.
Art. 11.-    Siendo el principal fundamento y objeto  primario de este Armisticio  la negociación de la paz, de la cual deben recíprocamente ocuparse ambas partes, se enviarán y recibirán  por uno y otro gobierno los enviados y comisionados que se juzguen conveniente a aquel fin, los cuales tendrán el salvo conducto, garantía y seguridad personal que corresponda  a su carácter de agentes de paz.
Art. 12.-  Si por desgracia volviese a renovarse la guerra entre ambos gobiernos, no podrán abrirse las hostilidades  sin que preceda un aviso que deberá dar el primero  que intente o se prepara a romper el Armisticio. Este aviso se dará 40 días antes que se ejecute el primer acto de hostilidad.
Art.  13.-    Se entenderá también por un acto de hostilidad el apresto de expedición militar contra cualquier país  de los que suspenden lasa armas por este Tratado;  pero sabiendo que  puede estar navegando  una expedición de buques de guerra españoles, no hay inconveniente  en que puedan haciendo  el servicio sobre las costas de Colombia  en relevo de igual número de los que  componen la escuadra española, bajo la precisa condición de que no desembarquen tropas.  
Art. 14.-   Para dar al mundo un testimonio  de los principios liberales  y filantrópicos  que animan a ambos Gobiernos, no menos que para hacer desaparecer los horrores  y el furor que han caracterizado  la funesta guerra e que están envueltos  se comprometen uno y otro  Gobierno a celebrar inmediatamente un tratado que regularice la guerra, conforme al derecho de gentes  y a las practicas mas liberales, sabias y humanas de las naciones civilizadas.
Art. 15.-   El presente Tratado deberá ser ratificado  por una y otra parte dentro de sesenta horas y se comunicara inmediatamente a los jefes  de las divisiones por oficiales que se nombrarán  al intento  por una y otra parte.
Dado y firmado de nuestras manos  en la ciudad de Trujillo, a las diez de la noche  del día 25 de noviembre de 1820.

Ramón Correa, Antonio Josef de Sucre, Juan Rodríguez de Toro,  Pedro Briceño Méndez, Francisco González  de Linares,  Josef Gabriel Pérez.
El presente tratado queda aprobado y ratificado en todas sus partes. Cuartel general de Carache  a veintiséis de noviembre de mil ochocientos veinte.  (93) Pablo Morillo.  José Caparros. Secretario.

Simón Bolívar, Presidente de la República de Colombia. Se aprueba, confirma y ratifica el presente tratado  en todas y cada una de sus partes. Dado, firmado y sellado con el sello provisional  del estado, y refrendado por el Ministro de la Guerrea, en el cuartel general  de Trujillo a veintiséis de noviembre  de mil ochocientos veinte. Simón Bolívar. Por mandato de su excelencia Pedro Briceño Méndez.
Es copia del original. Trujillo, noviembre 27 de 1820. Guárdese, cúmplase y ejecútese el presente Tratado  como lo dispone S. E. el Libertador Presidente de la República. Publíquese en esta capital  y circúlese en todos los comandantes generales de provincia, generales en jefe dependientes de este departamento, y demás de quienes corresponda.  Carlos Soublette. José Luis Ramos. Secretario general  del departamento. (Correo del Orinoco, No. 90, Angostura, 23 de diciembre de 1820”.

Al otro día después de la firma del Armisticio, Antonio José de Sucre, Pedro Briceño Méndez y José Gabriel Pérez, presentaron a Morillo, el proyecto del Tratado de Regularización de la Guerra. A cuyo documento se le dio el mismo tratamiento que al proyecto de Armisticio, es decir después de ser discutido y analizado por ambas partes, fue aprobado en los términos siguientes:


TRATADO DE REGULARIZACION DE LA GUERRA FIRMADO   EN TRUJILLO EL 26 DE NOVIEMBRE DE 1820

Deseando Los gobiernos de España y Colombia manifestar  al mundo el horror con que ven la guerra de exterminio que ha devastado hasta ahora estos territorios,  convirtiéndolos en un teatro  de sangre, y deseando aprovechar el primer momento de calma  que se presenta para regularizar la guerra entre ambos gobiernos, conforme a las leyes de las naciones cultas,  y a los principios más liberales y filantrópicos, han convenido  en nombrar comisionados  que estipulen y fijen un tratado de regularización de la guerra y, en efecto, ha nombrado el excelentísimo, señor General en Jefe del Ejército expedicionario de Costa firme,  Don Pablo Morillo, Conde de Cartagena,  de parte del Gobierno español, a los señores  Jefe  Superior Político de Venezuela, Brigadier Don Ramón Correa, Alcalde  primero  constitucional de Caracas;  Don Juan Rodríguez del Toro  y Don Francisco González Linares: y el Excmo. Señor Presidente de la República de Colombia, Simón Bolívar, como Jefe de la República, de parte de ella, a los señores General de Brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro Briceño Méndez y Teniente Coronel  José Gabriel Pérez, los cuales autorizados competentemente han convenido y convienen en  los siguientes artículos:
Art. 1.-   La guerra entre España y Colombia se hará como la hacen  los pueblos civilizados, siempre que no se opongan  las prácticas  de ellos a algunos  de los artículos del presente Tratado, que debe ser la primera y más inviolable regla de ambos gobiernos.
Art. 2.-   Todo militar o dependiente de un ejército tomado e el campo de batalla aun antes de decidirse esta, se conservará y guardará como prisionero de guerra y será tratado  y respetado  conforme a su grado, hasta lograr su canje.
Art. 3.-   Serán igualmente prisioneros de guerra y tratados de la misma manera que estos,  los que se tomen en marchas, destacamentos, partidas, plazas guarniciones  y puertos fortificados, aunque éstos sean tomados  al asalto, y en la marina los que sena aun al abordaje.   
Art. 4.-   Los militares o dependientes  de un ejército que se aprehendan heridos o enfermos, en los hospitales o fuera de ellos,  no serán prisioneros de guerra, y tendrán libertad para restituirse  a las banderas  a que pertenezcan, luego que se hayan reestablecido. Interesándose tan vivamente  la humanidad a favor de estos desgraciados que se han sacrificado  a su patria y a su gobierno, deberán ser tratados  con doble consideración y respeto que los prisioneros de guerra, y se les prestará, por lo menos, la misma asistencia, cuidados y alivios que a los heridos  y enfermos del ejército que los tenga en su poder.
Art. 5.-  Los prisioneros de guerra se canjearán  clase por clase y grado por grado, o dando por superiores el número de subalternos  que es de costumbre entre las naciones cultas.
Art. 6.-   Se comprenderá también en el canje y serán tratados como prisioneros  de guerra  aquellos militares o paisanos que individualmente o e partidas  hagan el servicio de reconocer u observar, o tomar noticias de un ejército  para darlas al jefe de otras.  
Art. 7.-   Originándose esta guerra de la diferencia de opiniones; hallándose ligados con  vínculos  y relaciones  muy estrechas los individuos que ha combatido encarnizadamente por las dos causas; y deseando economizar la sangre, cuanto sea posible,  se establece que los militares o empleados que,  habiendo antes servido  a cualquiera de los dos gobiernos, hayan desertado de sus banderas,  y se aprehendan bajo las del otro, no pueden ser castigados  con pena capital. Lo mismo se entenderá  con respecto a los conspiradores y desafectos de una y otra parte. 
Art. 8.-   El canje de prisioneros será obligatorio, y se hará a la más posible brevedad. Deberán, pues, conservarse siempre los prisioneros  dentro del territorio de Colombia, cualquiera que sea su grado y dignidad;  y por ningún motivo  ni pretexto  se alejará del país, llevándolos a sufrir males mayores que la misma muerte.
Art. 9.-   Los jefes de los ejércitos exigirán  que los prisioneros sean asistidos  conforme quiera el Gobierno  a quien esos correspondan, haciéndose abonar mutuamente los cosos que causaren.  Los mimos jefes tendrán derecho  de nombrar comisarios que, trasladados a los depósitos  de los prisioneros  respectivos, examinen su situación, procuren mejorarla y hacerla menos penosa su existencia.
Art. 10.-  Los prisioneros existentes actualmente  gozaran de los beneficios de este Tratado.
Art. 11.-   Los habitantes de los pueblos que alternativamente se ocuparen por las armas  de ambos gobiernos serán altamente respetados, gozarán de una extensa y absoluta libertad  y seguridad, sean cuales fueren  o hayan sido sus opiniones, destinos servicios y conductas con respecto a las partes beligerantes.
Art. 12.-  Los cadáveres de los que gloriosamente  terminen su carrera en los campos de batalla o en cualquier combate, choque o encuentro entre las armas de los gobiernos, recibirán los últimos honores  de la sepultura, o se quemaran cuando, por su número o por la premura  del tiempo, no puede hacerse  lo primero.  El ejército del cuerpo vencedor será el obligado  a cumplir con este sagrado deber, del cual solo por una circunstancia  muy grave  y singular  podrá descargarse, avisándolo inmediatamente a las autoridades del territorio  en que se halle para que lo hagan.  Los cadáveres de una y otra parte se reclamen por el Gobierno  o por los particulares  no podrán negarse, y se concederá  la comunicación necesaria para trasportarlos.
Art. 13.-   Los generales de los ejércitos,  los jefes de las divisiones y todas las autoridades estarán obligadas a guardar fiel y estrictamente este Tratado  y sujetas a las mas severas penas por su infracción, constituyéndose ambos gobiernos  a su exacto y religioso cumplimiento, bajo la garantía de la buena fe  y del honor nacional.
Art. 14.-   El presente Tratado será ratificado  y canjeado dentro de 60 horas, y empezará a cumplirse  desde el momento de la ratificación y canje.

Y en  fe de que así lo convenimos  y acordamos nosotros  los comisionados  de España y Colombia, y firmamos dos de un tenor  en la ciudad de Trujillo, a las diez de la noche  del veintiséis de noviembre  de mil ochocientos veinte.

Ramón Correa, Antonio José de Sucre, Juan Rodríguez de Toro, Pedro Briceño Méndez, Francisco González de Linares, José Gabriel Pérez.
Libertador Presidente de la República de Colombia. Por cuanto los señores general de brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro Briceño Méndez y teniente coronel José Gabriel Pérez, mis comisionados para ajustar y concluir un tratado que regularice la guerra entre España y Colombia con os comisionados del Excmo. Don Pablo Morillo, conde de Cartagena, de parte del gobierno español señores  jefe superior político de Venezuela, brigadier Don Ramón Correa, alcalde primero constitucional de Caracas, don Juan Rodríguez  Toro y don Francisco González de Linares, han acordado y convenido el precedente Tratado de Regularización de la Guerra entre España y Colombia, el cual constante de 14 artículos ha sido firmado por ambas partes en esta ciudad de Trujillo el 26 de noviembre corriente a las diez de la noche. Por tanto y hallándole conforme a los poderes e instrucciones que comuniqué a mis dichos comisionados  he venido en aprobarlo, confirmarlo y ratificarlo, como lo apruebo, confirmo y ratifico en todas y cada una de sus partes.
Dado firmado y sellado con el sello provisional del estado  y refrendado por el ministró  de la guerra de la ciudad de Trujillo, a 27 de noviembre de 1820. Simón Bolívar. Por mandato de S. E. Pedro Briceño Méndez.
Archivo del Libertador. Sección O’Leary, T...XVII, parte primera. F.393.  (94)

TEXTO DEL BRINDIS DE BOLIVAR.

Santa Ana 27 de noviembre de 1820.
            A la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro ejército; a su constancia, sufrimiento y valor sin ejemplo. A los hombres dignos, que a través de males horrorosos, sostienen y defienden su libertad. A los que han muerto gloriosamente  en defensa de su Patria  o de su gobierno. A los heridos de ambos ejércitos,  que han manifestado su intrepidez, su dignidad y su carácter. Odio eterno a los que desean  sangre y la derraman injustamente. Simón Bolívar.












No hay comentarios:

Publicar un comentario