RAMÓN BADARACCO
EL BOLIVAR DIDÁCTICO
TOMO I
Cumaná 2016.
Autor:Tulio Ramón Badaracco Rivgero
Que firma Ramón Badaracco
Copy raight 2012
Título original: EL BOLIVAR DIDÁCTICO
Escrito para los alumnos de UNEFA
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná.
Cronista40@hotmail.om
Puede ser reproducido total o parcialmente.
Introducción.
BOLÍVAR
MESTIZO.
Como resultado del mestizaje
y el color moreno de Bolívar, por la mezcla de las razas: blancas, negras e
indias; Salcedo Bastardo, dice que: “En el ser físico de Simón Bolívar puede
decirse que estaba el indio, aunque esta sangre él no llevara, pues en toda
persona, de cualquier oriundez, radica en lo que fue su hábitat del aborigen,
el ambiente -explicador de las esencias
humanas que son su expresión- actuaba de manera inevitable y constante.
En nuestro medio geográfico existen los elementos que conformaban al indígena cual lo conocieron los
españoles y que habrían y habrán ,
además, de dejarse sentir sobre
quienquiera aquí establecido. Ese moldeamiento fue resultante de la
múltiple e inexorable acción de factores numerosos, unos palpables y otros hasta invisibles.
Todos ellos representan al indio y explican la presencia de un ingrediente aborigen aun en
venezolanos que están distantes de tener ancestro indígena.
Don Augusto Mijares agrega
que: El hecho de que, entre los ascendientes de Bolívar, por la rama paterna,
figure doña Maria Josefa Marín de Narváez, hija natural de don Francisco Marín
de Narváez, nacida en Caracas e 1668, de cuya madre se ignora la identidad, ha
dado pie para suponerle a Bolívar algún ancestro africano.
Por mi parte diría que la
observación, que viene de los biógrafos y retratistas del Libertador, está muy justificada, puesto que Bolívar tenia la piel bastante morena y el
cabello negro y ensortijado. Este detalle nos devuelve a un Bolívar
multirracial, distinto del que nos ha presentado la historia, modelo de la raza blanca. Nuestro Bolívar
racialmente, es igual a cualquiera de nosotros, un venezolano mestizo y
multiétnico.
La familia Bolívar y Palacios.
Orígenes.
En este tema, aparentemente
sencillo, hay un ingrediente genético, que vamos a descubrir. El apellido
Bolívar proviene del nombre de un pueblo Vasco de la provincia de Navarra en España, la puebla
de Bol-Ibar, que quiere decir en lengua vasca “ piedra de molino”; ya sabemos cómo es la rebeldía de estos
pueblos y de esa raza, bastaría con decir que es la tierra de Unamuno y Loyola,
y que por ahora pasaremos por alto. Por
ese pueblo escondido en el Cantábrico, pasa el río Ondárroa, nombre extraño
como su idioma; en el curso de ese río
hay un centenario molino de trigo con una piedra redonda, rústica y milenaria.
El río Ondárroa, del señorío de Vizcaya, nace en las altas montañas de la
Sierra de Oiz, recorre casi 8 leguas; se
va formando con numerosos caudales que bajan de las altas montañas de Cenarruza,
Bol-Ivar y Guerena. Corre este río hacia la puebla de Marquina, y en su curso
recibe muchos arroyos de los montes de Urcu, Maax, Urcaregui, Arranete, hasta
juntarse en Echeverría. Cuando pasan por Rentería, en su corto recorrido, tiene
abundante caudal y forma un estuario de poca profundidad pero de relativa
importancia, al norte de España y frente
al océano Atlántico. De ese maravilloso y abundoso territorio son los
Ochoa de Bol Ibar de la Rentería.
Esa piedra -Bol- de ese antiguo molino –Ibar- molino de trigo- manantial del pan nuestro de cada día, escaló
el escudo de la familia Ochoa de Bol Ibar; de esa gran familia vasca que llega
a Caracas en el siglo XVI, de donde viene el primer Bolívar: Simón Ochoa de
Bolívar, el Viejo, que se quitó el apellido Ochoa y se dejó solo el de Bol Ivar,
que luego se transformó en Bolívar.
Dejó sus atavíos, quedó
desnudo y se quedó con la piedra, el ara donde se forjarían los sueños de la
libertad de un mundo.
Los primeros Bolívar en América y su llegada a
territorio Venezolano.
Este Simón Ochoa de Bol Ivar de la Rentería , que llaman “El Viejo”, nació en la Villa de Marquina, de las
provincias vascas, por lo tanto era un caballero de la raza del Quijote, pues,
parodiando a Unamuno, que dice que todo
lo grande de España es vasco, y porque
el Quijote se inspira en la vida de Iñigo de Loyola, que es Vasco, pues
también el Quijote es vasco.
Casó en primeras nupcias este vasco,
con Ana Hernández de Castro, con la cual procreó su único hijo, llamado
el Mozo; y aunque se casó en segundas nupcias con María Maldonado de Luyendo, no tuvo más. Noble
letrado, este Ochoa, fue enviado a la isla de Santo Domingo en 1559 para
desempeñar el cargo de escribano público y secretario de Cámara de la Real Audiencia. En
1589 Don Simón Ochoa de Bol Ibar fue trasladado a Caracas, y ya firmaba “de
Bolívar”, para el cargo de Secretario de
Residencia del Gobernador y Capitán General, Don Diego de Osorio y Villegas.
En 1589 por sus talentos fue ascendido y nombrado Procurador General ante la Corte del Imperio, para
informar al Rey Felipe II, las necesidades de los pueblos que
representaba. Regresa de España en 1593,
como Contador General de la de la Real Hacienda de
Caracas, donde se domicilia y encuentra su verdadero destino.
Simón de Bolívar y Hernández, su único hijo, más conocido y llamado “El
Mozo”, nació en Santo Domingo, llegó a Venezuela con su padre, en 1589, con el
grado de Licenciado en Leyes, en 1592 casó con Beatriz Díaz Moreno de Rojas, y
procrearon dos hijos, don Antonio de Bolívar y Rojas, y doña Luisa Bolívar y
Rojas. Don Antonio de Bolívar, tuvo descendencia, pero enviudó y abrazó el
estado eclesiástico, llegando a ser comisario del santo oficio en Valencia.
Antonio de Bolívar y Díaz de
Rojas (tatarabuelo del Libertador) casó en primeras nupcias con Luisa de
Marmolejo y Ortiz; y en segundas con
Leonor de Rebolledo y Maldonado de Almendariz, con la cual dejo
descendencia.
Luis de Bolívar y Rebolledo
(Bisabuelo), casó con María Martínez de Villegas
Juan de Bolívar y Martines
de Villegas (Abuelo) casó con Maria Petronila Ponte de Marín y Narváez
Juan Vicente de Bolívar y
Ponte, casó con doña María de la Concepción Palacios
y Blanco, y procrearon cuatro hijos: María Antonia, Juana, Juan Vicente y Simón.
LOS PALACIOS.
-DOÑA MARIA DE LA CONCEPCION PALACIOS
Y BLANCO, madre del Libertador; era hija de Feliciano Palacios y Gil de
Arratia. Sobrina de Pedro Palacios y
Sojo, fundador de la
Escuela de Música de Caracas. En su matrimonio con don
Vicente Bolívar y Ponte, parió cuatro hijos: Maria Antonia, Juana, Juan Vicente
y Simón. Su hermana la heroína Josefa
Palacios, casó con el héroe de la
Victoria , José Félix Ribas. Cuando éste fue ajusticiado y
escarnecido, se encerró en su casa hasta morir.
Su QUINTO ABUELO, fue DON
JUAN DE PALACIOS, casó con María de Sojo, en
la Villa Berberana- España.
Su CUARTO ABUELO, Andrés de
Palacios y Sojo, casó en Burgos-España, en 1647, con María Ortiz de Zárate y
Austria.
Su TATARABUELO, José de
Palacios y Zárate, nació en Miranda del Ebro, España, en 1647. Se trasladó a
Caracas. En 1716 casó en primeras nupcias con Juana Teresa Palacios y Sojo; y
en segundas con Isabel María Gedler Rivilla, en Caracas.
Su BISABUELO, Feliciano
Palacios Gedler, casó en Caracas en 1736, en primeras nupcias con Juana Josefa Lovera Otáñez, y en segundas, con María Gil de Arratia y
Aguirre.
1783.- 24 de julio. Nace en Caracas.
Nacimiento y bautizo de El Libertador. Sus
primeros estudios (entre sus maestros Simón Rodríguez y Andrés Bello)
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad
Bolívar Ponte Palacios y Blanco, nació en Caracas, en la casa paterna detrás de
la Catedral de Caracas, el 24 de julio
de 1783, y fue bautizado en esa Catedral, por el Pbro. Juan Félix Xeres de
Aristeguieta, a los seis días de nacido, según reza su partida de nacimiento,
lo que no deja ninguna duda con respecto al lugar en que ocurrió.
Desde la pila del bautismo
se inician grandes sucesos y anécdotas en la vida increíble e inaudita de
Bolívar; cuentan que cuando el agua bautismal cayó sobre su cabeza, el padre
Juan Jerez de Aristeguieta y Bolívar, que oficiaba, exclamó, “¡Este niño está
destinado por la divina providencia a ser el Judas Macabeo de las Américas”; y
tanto lo creyó el sacerdote, que lo constituyó en su testamento, heredero de su
cuantiosa fortuna.
PARTIDA DE BAUTIZO
En la ciudad Mariana de
Caracas, en treinta de julio de 1783 años, el Doctor Don Juan Jerez y
Aristeguieta Presbítero con licencia que yo el infrascrito teniente cura de esta santa iglesia catedral
le concedí, bautizo, puso óleo y crisma y dio bendiciones á Simón José Antonio
de la Santísima
Trinidad párvulo, que nació el día 24 (1) del corriente, hijo legítimo de don Juan Vicente Bolívar y
doña María Concepción Palacio y Sojo (2), naturales y vecinos de esta ciudad:
fue su padrino Don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió el parentesco espiritual y obligación. Para
que conste lo firmo. Fecha ut supr. (fdo) Bachiller Manuel Antonio Faxardo.
Nota. (1) Aunque la partida
reza el día 24, hay razones para pensar que fue el 25, ya que así lo manifestó
Bolívar en diferentes oportunidades. (2)
El apellido materno es Palacios, por don
Feliciano Palacios y Sojo, y Blanco, por
Doña Francisca Blanco y Herrera.
Formación. Sus primeros estudios.
Hay muchas versiones sobre
los primeros pasos del Libertador. Los más acuciosos investigadores han opinado
y han descubierto los nombres de muchos de sus primeros maestros, pero no se
atreven a decir, que Bolívar hizo sus estudios dentro de la mayor normalidad,
porque en Caracas había escuelas graduadas de gramática y latín, como ha sido
comprobado, que así llamaban a la
primaria y la secundaria, como el colegio “Santa Rosa” donde dictaba clases el
sabio Miguel José Sanz, amigo de la familia Bolívar, y Don José Antonio Montenegro,
ilustrado maestro de esa época; y yo no
se porque no lo aceptan algunos biógrafos de Bolívar, y solo hablan de sus
preceptores.
Todo hace pensar, y en
cierto sentido es cierto, que Simon,
durante su tierna infancia, estuvo bajo el cuidado de sabios preceptores, y sus
primeros maestros son don Guillermo Pelgrón y don Fernando de Vides, que iban a
su casa de San Jacinto, a enseñarle
primeras letras; y a la edad de siete años ingresó, sin ninguna
duda, a la escuela graduada de la Iglesia de San
Francisco de Caracas, dirigida por Fray Jesús Nazareno Zivardia,
como está demostrado en recibos y documentos. También es lo más probable que
estudiara en el Colegio Santa Rosa, donde estudio Andrés Bello. Y es lo más probable que sus maestros don Fernando
Vides, don José Carrasco, el Pbro. José Antonio Negrete, el padre Sojo, y don Simón Rodríguez,
dictaban clases en esa escuela, y también es cierto que Andrés Bello, dos años
mayor que Simón, le ayudaba en sus tareas y estudios, y mucho más, ya que los
dos intimaban con los Ustáriz.
Los estudios en la Venezuela Colonial
Veamos lo que estudiaban los
niños y jóvenes de Venezuela, en las escuelas de aquellos tiempos:
En esos tiempos los estudios eran casi sagrados, los
programas se estudiaban y se repasaban, hasta que el alumno los dominaba. Un
maestro era como un sacerdote. Cuando un alumno se graduaba, lo hacia ante el
público y normalmente presentaba una tesis ante jurados.
El programa de gramática estaba diseñado para
que el alumno aprendiera los secretos del idioma, incluía desde la estructura
de las palabras hasta la elocuencia: estructura de las oraciones, los verbos,
su conjugación -hasta el cansancio. La sintaxis, regular y figurada, el
régimen, la concordancia y la construcción. Clasificaciones, oraciones, vicios,
barbarismo, solecismo, anfibología, monotonía, pleonasmo, etc, etc. Estudiaban
francos, su gramática, lectura de textos, se suponía que en sus casas lo
hablaban perfectamente. Ejercicios de escritura, conversación, no se podía
entender que un joven culto ignorara el francés.
El programa de Geografía
política e historia Universal, incluía, en el programa de geografía, el conocimiento de sus mapas, montañas, ríos,
lagos, etc.; sus capitales y ciudades,
gobiernos, su idioma, y sus productos naturales, todo lo que se puede
saber del mundo.
La historia era estudiada
desde la prehistoria, la antigüedad, razas, las migraciones. Egipto,
Mesopotamia, Caldeos y Asirios; Babilonia, Palestina, los hebreos, La Biblia , los Fenicios, los
Persas, Grecia, Roma, en fin la historia antigua y contemporánea de cada nación
y de los continentes. El estudio de los
griegos y latinos, venía a ser más que un estudio, la verdadera formación de la
cultura.
El programa de Botánica era
una verdadera maestría, se iniciaba con el estudio de los seres vivos, y seguía
con historia natural, zoología y botánica, y concluía con el estudio de la
geografía botánica. Los jóvenes apasionados por ella constituían legiones. Esta
especialidad explica el conocimiento que tenían el sabio Vargas en Caracas y un
Isaba Sucre en Cumaná. y que Humboldt y Bompland se sintieran tan bien en
Venezuela, y es posible que la amistad entre Bolívar y ellos se iniciara
hablando de botánica.
Otros estudios de esos años,
era el latín, que se iniciaba con una clase que hablaba de la importancia de la
lengua del lacio. Luego el alfabeto, la pronunciación, analogía, las
declinaciones, vocabulario, traducciones,
adjetivos, sustantivos, verbos. Los maestros eran tan exigentes en esta
materia que lograban la perfección, ejemplo de ello es nuestro gran maestro
Cristóbal de Quesada, cuyas enseñanzas logran formar el genio de Andrés Bello.
Las materias superiores eran
Álgebra, Dibujo, lineal, dibujo a mano
suelta, literatura y expresión del pensamiento. Preceptiva, expresión figurada,
metáfora, elocuencia, elegancia, métrica, poesía lírica, poesía épica, estilo,
estilo epistolar, los géneros didácticos, etc.
Bueno, disculpen mi
entusiasmo, tengo que hacer la salvedad,
que hoy no necesitamos estudiar así, el mundo y los sistemas han cambiado.
Bello y Bolívar.
El Dr. Don Cristóbal
Mendoza, dice “Dios, cuya soberana
voluntad rige los soles y hace germinar
las plantas y anima la naturaleza toda,
desde el hombre racional hasta el microscópico
infusorio, y escribe en el fondo
misterioso de las almas los destinos humanos, creó a Bello para que completara
la obra de Bolívar. Este nos sentó en el estrado de las naciones: Bello nos dio
la cultura necesaria para mantener con lustre el puesto conquistado.
Federico Salas, apunta que
Bello, en el Colegio, tal vez se refiere al de “Santa Rosa” de Don José Antonio
Montenegro y el Dr. Miguel José Sanz,
conoció a los jóvenes Javier,
José Ignacio y Luis Ustáriz, con los cuales compartió sus conocimientos, y los marqueses de Ustáriz le permitieron
asistir, con ellos a su casa, una especie de academia a la cual asistía también
el joven, Simón Bolívar; muy pronto, Bello se ocupó de mejorar la educación del
joven Bolívar, tres años menor que él, tal vez terminando la secundaria.
Según Salas, Andrés Bello le
dio lecciones a Simón de geografía, y Salas exclama: ¡Admirable discípulo que
más adelante creó la geografía política de todo un continente, y le dio como
cartilla el santo verbo de la democracia!
Por mi parte imagino que
Bello le recomendaría a Bolívar, de 14 o 15 años, la lectura de los clásicos
latinos a la que era muy dedicado; y la lectura de Calderón de la Barca y el Quijote, para
completar su aprendizaje en literatura,
que fueron los libros con los que
él mismo inició su camino a la sabiduría; y por casualidad aparecen en la
biblioteca de Don Vicente.
Marcelino Menéndez y
Pelayo, el crítico más reputado de
España, dejó escrito: “La antigua Capitanía General de Caracas, hoy República de Venezuela, tiene la gloria
de haber dado a la América Española ,
simultáneamente, su mayor hombre de armas y su mayor hombre de letras: Simón
Bolívar y Andrés Bello”.
La educación de Simón no
resultó nada fácil, por el temperamento del, pero es indudable que Simón tenía
todas las cualidades del genio; es
cierto que Simoncito sufrió muchos traumas y
molestias en su niñez, primero fue la muerte de su padre, Don Vicente,
en 1786, cuando tenia apenas tres años;
luego vino la traumática muerte de su madre, ocurrida en 1792, cuando cumplía
los 9 años; y después toda la
experiencia del proceso de tutelaje; huérfano pasó bajo la tutela de su
bondadoso tío Feliciano Palacios y Sojo,
que ya estaba viejo y enfermo, y no podía ocuparse de él; por lo cual designó
sustituto al tío Esteban Palacios y Blanco, que lo quería llevar para España,
pero lamentablemente no pudo realizarse ese proyecto en esos momentos, por lo cual,
Simón fue sometido a la tutela de
otro tío, Carlos Palacios y Blanco, con el cual no congeniaba, porque era un
hombre duro, irascible y soltero, y no
se ocupaba para nada de sus sentimientos, necesidades, ni de su educación.
El Proceso. Simón se escapa de la casa del tío
Carlos.
A causa de esta soledad, los
malos ratos y la pérdida de tiempo, a los 11 años se escapó de la casa de su tío Carlos y se fue con su hermana, María Antonia, que lo
quería y mimaba como una verdadera madre; lo cual produjo la indignación del
tío Carlos, seguramente por el manejo de la cuantiosa fortuna de Simón, que
temía perder; por lo cual fue a los tribunales para reclamar la tutela del
niño. Allí, en los tribunales, se
desarrolla otro aspecto del coraje de Simón.
Después de todo un proceso judicial, así repara la Divina Providencia , fue a parar a la casa de don Simón Rodríguez,
su viejo y amado maestro, querido en su casa donde trabajó muchos años con su
abuelo, y que tenia una especie de internado.
Ahora sabemos que para 1793
Simón Rodríguez prestaba servicios de amanuense y administrador de don
Feliciano Palacios y Sojo, y se ganó el respeto y la consideración de la
familia. Llevaba las cuentas y la administración con tino y honestidad, y,
además regentaba la escuela de primeras letras de Caracas.
Enrique Bernardo Núñez,
cronista de Caracas, dice que Simón estaba entre los alumnos de la escuela
pública de Caracas, junto con los hijos del gobernador y Capitán General: Mariano, Tomás y Juan
Pablo Montilla, además de Leandro Palacios, Tomás Lander, Juan Paz del Castillo y otros más, que han
sido señalados dentro de los documentos del Libertador.
En una carta que le escribe
Castillo a Bolívar en 1824, le dice: “Se me había olvidado participar a Ud. que
tenemos aquí a don Simón Rodríguez,
nuestro maestro que aunque lo fue mío por muy poco tiempo, conservo su
memoria como la de un bienhechor”.
Su formación ciudadana y militar
Por enero de 1797, a los 15 años,
ingresa al Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, para
completar su formación de estudios de secundaria, a este batallón perteneció su padre Don Vicente. En julio fue
ascendido a Sub Teniente. Veamos:
“Sub-teniente D. Simón Bolívar. Edad: 15 años.
País: Caracas. Su calidad: ilustre. Salud: buena. Ha servido como cadete desde
el 14 de enero de 1797: 1 año, 5 meses, 21 días. Como Sub-teniente, desde el 4
de julio de 1798: 5 meses, 26 días.
Total de servicio: 1 año. 11 meses, 17 días. Campañas y acciones de guerra en
que se ha hallado: en ningunas. Valor: conocido. Aplicación: Sobresaliente.
Capacidad: buena. Conducta: buena”.
Simón asimiló muy bien su
instrucción militar, y también mejoró en
matemáticas, física y dibujo topográfico, aunque, como veremos, este
aprendizaje es desconocido por su tío Esteban. Se supone que estos estudios y
su propio mejoramiento lo indujeron o despertaron su interés, para otorgar un
beneficio en su casa de Caracas al padre Francisco de Andújar, e instalar una Academia de Matemáticas.
En un informe presentado por
éste sabio sacerdote Francisco de Andujar, a cuya academia asistió un número considerable de jóvenes
caraqueños, explicaba los alcances de este proyecto:
“En el primer año voy a dar
nociones de aritmética, álgebra,
geometría elemental, geometría
práctica, con el uso de instrumentos,
geografía y dibujo”.
Bolívar asistió a esos
cursos antes de partir para Europa en 1799 y quedó satisfecho.
En carta a Santander, entre
otras cosas le dice: “Se puso una
academia de matemáticas sólo para mí por
el padre Andujar, a quien estimó mucho
el Barón de Humboldt”.
Las deficiencias en la educación.
La educación inicial de
Simón, ha sido duramente criticada, y se tiene como base de estas críticas la
primera carta que escribió, veamos:
A los 16 años desde México
escribe su primera carta conocida, dirigida a su tío Pedro, veamos esa carta
copiada con todos sus errores según la ortografía actual:
Veracruz, 20 de marzo de 1799
Don Pedro Palacios y Blanco.
Estimado tío mío: Mi llegada
a este puerto ha sido felizmente, gracias a Dios: pero nos hemos detenido aquí con el motivo de
haber estado bloqueada La Abana ,
y ser preciso el pasar por allí; de cinco navíos y once fragatas ingleces.
Después de haber gastado catorce días en la nabegación entramos en dicho puerto
el día dos de febrero con toda felicidad. Hoi me han sucedido tre(s) cosas que
me an complasido muchola primera es el aber sabido que salía un barco para
Maracaibo y que por este conducto podía escribir a usted mi situasión, y participarle mi biaje que ice a México en
la inteligencia que usted con el Obispo lo habían tratado, pues me allé haquí
una cara para su sobrino el Oidor de allí recomendándome a él, siempre que
hubiese alguna detención, la cual lo acredita, que le entregará usted al Obispo
que le manda su sobrino el Oidor, que fue donde bibí los ocho días que estube en dicha ciudad. Don
Pero Miguel de Hecheberría costeó el
viaje , que fueron cuatrocientos pesos
poco más o meno(s), de lo cual
determinará usted, si se los paga aquí o allá a don Juan Esteban de Hechesuría
que es compañero de este Señor a quien bine recomendado por Hechesuría , y
siendo el conducto el Obispo. Hoy a las once de la mañana llegué de México y
nos bamos a la tarde para España y
pienso que tocaremos en la Abana porque ya se quitó el
bloqueo que estaba en ese puerto, y por esta razón asido el tiempo mui corto
para haserme mas largo. Vsted no estrañe la mala letra pues ya lo hago mediana
mente pues estoi fatigado del mobimiento del coche en q.e hacabo de llegar, y
porser mui ala ligera le he puesto mui mala
y m ocurren todas las espesies de un golpe. Expresiones a mis ermanos y en particular a Juan Visente q.e ya lo
estoi esperando, a mi amigo don Manuel de Matos y en fin atodos a quien yo estimo.
Sumás atento Serbidor y su
Yjo. Simón Bolívar.
Es un texto autógrafo; y
aunque ciertamente tiene muchos errores, debemos recordar que para ese tiempo la Real Academia
Española de la Lengua , no habia dictado las reglas de ortografía y
en la escuela secular, no se le daba mayo importancia. Aun así los que la han
leído se sorprenden de los errores del futuro Libertador, no lo pueden creer y no le
han dado el debido trato que impone la historia, ni la importancia que
tiene esa carta desde otros puntos de vista ni
la fuerza que de ella emana.
Un especialista en
grafología, F. Oliver Brachfeld, encuentra algunas cualidades que a nadie se le
ocurrieron antes, dice el erudito, sin complejos: “En cuanto a la letra en si, está bien
dibujada, y es ordenada y clara, si bien con algunos errores de pluma que pueden achacarse tal vez al cansancio; como dice el propio firmante: “usted no
extrañe la mala letra, pues ya lo hago medianamente, pues estoy fatigado del
movimiento del coche en que acabo de
llegar, y por ser muy a la ligera la he
puesto muy mala y me ocurren todas las especies
de un golpe”.
Oliver B. Concluye: “Su puño y letra, tal como se nos
aparece en la primera carta conservada de su mano, denuncia talento,
aplicación, dominio de sí, sentido
estético, ambición, optimismo, sentido
jerárquico, un sentimiento de vida aristocrático y amor propio; en cambio, no
anticipa todavía ninguna originalidad, ninguna fuerza de voluntad descomunal,
ni propensión especial a tomar decisiones
rápidas, categóricas, e
imperativas, tal como se puede apreciar
en sus documentos manuscritos posteriores”.
Yo agregaría que la
ortografía, no le preocupaba al joven Simón,
en esa época la
Academia iniciaba su magisterio y su dictadura; ya no era la
gramática de Nebrija, sino el de la
Academia ; en aquellos días de finales del siglo XVIII el
castellano se estaba consolidando, no tenía poder, se discutía la utilidad de
algunas letras, habría que leer las cartas de los escribanos de los reyes, el
de las audiencias y tribunales, para observar el curso de idioma; no se le daba la importancia que tuvo
cincuenta años después; y como da a entender Oliver, hay otras cualidades más
importantes en esa carta que no deben pasar desapercibidas.
3.4.6. La biblioteca de Don
Vicente.
Y este es el momento para
hablar de la casa paterna de Simón, con su inmensa biblioteca, lo que significa
que él vivió entre grandes libros y lectores, que su tiempo de “televisión” lo
ocupaba leyendo y conversando, como hacían todos los jóvenes ricos de su
tiempo. En efecto en el Tomo Uno de la colección ESCRITOS DEL LIBERTADOR,
publicado por la
Sociedad Bolivariana de Venezuela, le dedican muchas páginas
a los libros que leyó o tuvo la oportunidad de leer el joven Simón, son los que
aparecen en el documento de partición de bienes entre los hijos de Don Vicente.
Podemos citar algunas joyas tales como la obra del abate Pluché de 15 tomos; La
obra del padre Feijó, aun de actualidad: “Cartas Eruditas y el Teatro Crítico
Universal”. La obra de Calderón de la
Barca , en 7 tomos; Historia Antigua, en 7 Tomos; Conquista de
México, de Gómara. También se encuentra el inventario de la biblioteca de
la familia Palacios, más actualizada pero que no es el momento de
incluirlo; en fin, a ella se refiere el
gran cariaqueño Dr. Diego Carbonell, en su obra “Influencias que se ejercieron
en Bolívar” publicada en Caracas en 1920.
Por esta y otras causas Bolívar se transforma en un ávido lector, el mismo
le dice a Santander en carta de 20 de
mayo de 1825: “He visto con infinito gusto lo que dice de Ud. Mr. Mollien... lo
que dice de mi es vago, falso e injusto... injusto porquen no es cierto que mi educación fue muy descuidada, puesto
que mi madre y mis tutores hicieron cuanto era posible porque yo aprendiese; me
buscaron maestros de primer orden en mi
país. Robinsón, que usted conoce , fue mi maestro de primeras letras y
gramática; de bellas letras y geografía, nuestro famoso Bello; se puso una
academia de matemáticas solo para mi por el padre Andujar, que estimó mucho el
barón de Humboldt. Después me mandaron a
Europa a continuar mis matemáticas en la Academia de San Fernando; y aprendí los idiomas
extranjeros con maestros selectos de
Madrid; todo bajo la dirección del sabio Marques de Ustáriz, en cuya casa
vivía; todavía, muy niño, quizás sin
poder aprender, se me dieron lecciones de esgrima, baile y equitación. Ciertamente que no aprendí ni la filosofía
de Aristóteles ni los códigos del crimen y del error, pero puede ser que Mr. De
Mollien, no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac, Buffon, D’Labert,
Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin,
Berthot y todos los clásicos de la antigüedad, así filósofos, historiadores,
oradores y poetas, y todos los clásico modernos de España, Francia, Italia y
gran parte de los Ingleses”. Todo esto lo digo muy confidencialmente a Ud.,
para que no crea que su pobre presidente ha recibido tan mala educación como
dice Mr. Mollien. (Este testimonio del Libertador se corresponde perfectamente
con el inventario de su selecta biblioteca).
Nota tomada de la obra: “Bolívar: El Hombre” de Ernestina Salcedo Pizani.
Otros investigadores nuestros, como Manuel Pérez Vila, han estudiado en sus
documentos para encontrar la fuente de donde viene el torrente inagotable de su
genio, y han elaborado un catálogo de
autores citados por El Libertador, que no solo leyó sino que, se aprovechó de
su filosofía y sus enseñanzas.
Y Daniel Florencio O’Leary, que pasó
tanto tiempo al lado de Bolívar, dice: que El Liberador, durante sus campañas
leía con gusto y daba preferencia a los clásicos griegos y latinos. Prefería las traducciones francesas.
Perú de Lacroix, recoge en su diario algunos detalles interesantes de las
confesiones del Libertador; por ejemplo,
que El Libertador, emitía juicios sobre las obras de Walter Scott,
Rousseau, Voltaire, Parny, Restrepo,
Lallement, etc., y agrega: “Meciéndose
en la hamaca lee con idéntico interés obras tan dispares como: La Guerra de los Dioses, El
Gabinete de Saint Cloud, La
Odisea , La
Historia de Colombia.
Muchos compañeros de armas
de Bolívar se admiraban de su erudición y su afición a la lectura de los
grandes textos de la humanidad, viene a cuento lo manifestado por el general
Tomás Cipriano de Mosquera, que lo acompañó durante varios años, cuando dice
que Bolívar conocía muy bien: Los Comentarios de Cesar y los Anales de Tácito,
que consultaba a Polibio y Federico el Grande, admiraba a Gustavo Adolfo y
Carlos III. Tal era su fama de lector empedernido, que Morillo, después de
firmar el Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra , no encuentra mejor obsequio para Bolívar, que
la traducción española de la obra “Henriada” de Voltaire; y es el caso del excelso poeta Olmedo, con pleno
conocimiento de causa, somete a su juicio “El Canto a Junín”, joya de la
literatura hispanoamericana, a cuyo
poema, demostrando porque escribió “Su Delirio”, hace algunos considerandos que han pasado a
la historia.
Sin embargo y como
corolario de este tema, debemos anotar los extremos que impone el ideario
bolivariano, que por supuesto, está influido por la filosofía y el pensamiento
de los ilustrados maestros, filósofos y autores, que hemos mencionado; pero,
acogemos la lección que nos traen los redactores y compiladores de los Escritos
del Libertador, cuando dicen:
“Es lícito medir el influjo que sobre el espíritu de Bolívar pudieron
ejercer las lecturas de las obras maestras de la humanidad; pero debe tenerse
muy en cuenta que el pensamiento de Bolívar,
cualesquiera que sean las savias
que lo han nutrido, es fuerte, original y muy personal. Porque, aun
cuando no sea de ningún modo desdeñable
el papel que en su formación intelectual
desempeñaron ciertos libros, filósofos, credo, maestros, e ilustres
familiares, debemos recordar
siempre que las enseñanzas de la lectura,
como los de la experiencia vivida, deben ser asimiladas, hasta quedar
incorporadas, reelaboradas, digámoslo
así, en el espíritu del hombre, y que
toca luego a la voluntad la aplicación, la puesta en practica de las enseñanzas
adquiridas”.
VIAJES A EUROPA.
Primer viaje.
Desde pequeño Simón
acariciaba la idea de continuar su educación en
España, y este suceso se produce cuando su tío Don Esteban Palacios y
Sojo, que había escalado posiciones en Madrid,
nombrado Ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor
de Cuentas; residenciado en la calle de
los Jardines de Madrid, a fines de 1798,
pide que se lo envíen para educarlo.
La carta del tío Don Esteban Palacios y Sojo: Estando situado en Madrid, y
con gran conocimiento de la
Corte , es coyuntura muy favorable para que vengan Juan
Vicente y Simón. Aquí podrán tomar alguna instrucción buena, y veremos lo que
la suerte puede dar de si a favor de
ellos, teniendo como tienen, mucho adelantado por sus grandes facultades”
Simón con su hermana María Antonia, y autorización del tío Carlos, preparan
todo lo relacionado con el viaje, que para Simón, a los 16 años, cruzar el
Atlántico sería una aventura incomparable.
Pasan días de verdadera angustia y por fin, el 7 de Enero de 1799, se embarca en La Guaira , en el
“San Ildefonso”, navío que hacia esa
ruta con el objeto de recoger los tributos de oro y plata destinado a
las Arcas Reales; va acompañado de su amigo Esteban Escobar, de 13 años de
edad, que viaja con iguales propósitos.
Su hermano Juan Vicente se negó a embarcarse para España.
Parten con rumbo a Veracruz-México, donde recala por varias semanas, que
por supuesto, los jóvenes aprovechan
para conocer la ciudad antigua de Veracruz, que ha venido a ser el puerto más
importante de México, y luego, continuar
hacia la maravillosa metrópolis, antigua capital del Imperio Azteca, y ahora la
magnifica capital del Virreinato, Ciudad de México, la corte más fastuosa de
América, que ya presentaba un alto grado de desarrollo, además de los vestigios
de su antiguo esplendor, que venia señalado desde tiempos inmemoriales; allí
pudo recorrer y apreciar las ruinas de los palacios del Imperio Azteca.
Pasó en esa gran urbe ocho días en
la casa del Oidor don Guillermo de Aguirre, donde se hospeda por recomendación
del obispo de Caracas, como lo dice Simón en su carta. Se refiere a Mons. Don
Mariano Martí.
El San Ildefonso también surgió en La Habana Cuba , donde
recaló por dos días, que el joven viajero igualmente aprovechó para conocer la histórica ciudad de la Habana. Todo hace pensar que Simón
tuvo un romance en este navío con una señorita mexicana, María Ignacia
Rodríguez, de la familia del Virrey
Asanza, que tambien viajaba hacia España. La famosa “Güera” Rodríguez,
su primera travesura amorosa.
Ente las cosas importantes de este viaje a ciudad de México, está la muy
comentada carta que le envía a su tío Pedro Palacios, por los errores
ortográficos de esa edad, que indican, según algunos historiadores y
biógrafos, las deficiencias en el
conocimiento de la lengua de Cervantes,
que sinceramente creemos, es aun
un asunto tolerable a los 16 años, pero como ya dijimos en el tema
anterior, lo que sabemos de ella, no lo vamos a repetir, pese a que es un
detalle que habría que estudiar más a fondo.
Relaciones
familiares y sociales en España. Noviazgo y matrimonio
Cinco meses después de
visitar las ciudades de México, La
Habana , y atravesar el
Atlántico, el San Ildefonso arriba por
el Norte de España, al puerto de Santoña, el 31 de mayo de 1799; y en los
primeros días de Junio, en pleno verano, el joven viajero llega a Madrid, bajo
el gobierno decadente de Carlos IV, Maria Luisa y Godoy, lo que no le quita la
magnificencia, el bullicio y la alegría de la bella urbe que esplende entre
parques y maravillosos palacios.
Bolívar llega precisamente a Los Jardines, muy cerca del Palacio Real, a la
casa donde se alojaban sus tíos Pedro y
Esteban, que habitaban el palacio de don Manuel Mayo, en esos días
favorito de la reina María Luisa.
Augusto Mijares dice, que entre el tío Esteban y Mayo existía una vieja
amistad, ya que el colombiano pasó su niñez en Caracas y era su “amigo íntimo”.
Y en relación con la reina, el mismo Augusto Mijares refiere “que un hombre tan
ponderado como Rocio, no llamaba a Fernando VII sino “el hijo de María
Luisa”, lo cual era, casi sin disimulo,
el insulto más procaz que podía emplearse
en “la lengua castellana”.
Cartas cruzadas entre el tío Esteban y el tío Carlos.
Hay una carta de don Esteban para el tío Carlos, que dice “Llegó Simoncito
tan guapo, después de haber estado en México y La Habana , que aunque no tiene
instrucción alguna, tiene disposición para adquirirla, gastó en su viaje no
poco; llegó derrotado y ha sido preciso equiparlo nuevamente”.
Estas cartas no tienen desperdicio, un mundo de información y
confirmaciones, y sobre todo la respuesta que le da el tío Carlos, que no se
hace esperar, en la cual, mostrando su
torcido humor, le sugiere, que le saque a Simón un documento que le redima las
cuentas.
La carta dice: “El Simón ha gastado infinito en su viaje superfluamente, y
así es necesario contenerlo, porque no tiene tanto caudal como se imagina él
y aun tú mismo que no tienes conocimiento de ello”, y añade, con
bajeza: “Creo no habrás olvidado el
asunto de la casa en que vivo, para que le tomes a Simón un papel firmado por
si se varían las cosas y también
para el caso que fallezca, para que me
redima la dación de cuentas”.
Los tíos, aprovechando la buena fortuna,
contratan maestros o preceptores para instruir a Simón. Este se somete a
la disciplina exigida y estudia con denodado interés la lengua castellana, matemáticas, francés, esgrima y baile.
Don Manuel de Mayo.
Alfonso Rumazo González, agrega que el caballero colombiano don Manuel Mayo, era en esos días favorito de
la Reina María
Luisa, que había abandonado al ministro Manuel de Godoy y Álvarez de Faría,
Ríos, Sánchez, Zaragoza: Príncipe de La
Paz.
Por la posición de Manuel Mayo, en la Corte de María Luisa, el joven viajero participó del lujo, las
intrigas, las relaciones y dispendios que le ofrecían.
El embajador de Francia, de esa época, escribió una anécdota, según la
cual, el Rey, la reina y Godoy, estaban en un balcón del palacio que daba a la
calle. El rey preguntó a Godoy: ¿Quién es ese Mayo, de donde saca tanto
dinero?, Cada día lo veo con nuevos carruajes,
vestidos, caballos... Majestad -contestó el Ministro- Mallo no tiene un
ochavo, pero se sabe que es mantenido de una vieja rica y fea, que roba al
marido para enriquecer a su amante. El Rey, reventado de risa, preguntó
a la Reina ¿Qué
dices a esto Maria Luisa?. Carlos - respondió la Reina. No hagas caso. Ya
sabes que Manuel, siempre esta de bromas.
Su Alteza Serenísima Don Manuel de Godoy, duque de Alcudia y Príncipe de La Paz , nació en Badajoz el 12 de Mayo de 1757 y murió en París en 1851.
Estuvo a punto de acabar con España.
El juego de Volador.
Simón contaba, tiempo después, que por esas relaciones de Mayo y la Reina , tuvo oportunidad de jugar con el príncipe,
que andando el tiempo sería Fernando VII; y en uno de esos juego de pelota y
raqueta, que llamaban “Volante”, y en una jugada poco afortunada, Simón le dio
al Príncipe con la raqueta un fuerte golpe en la “testa”; éste, muy enojado,
intentó detener el juego, y entonces
intervino La Reina , que los observaba...
reprendió al Príncipe, y lo obligó a continuar el partido. Entre otras cosas le
dijo: “porque desde que había convidado
a un caballero, se igualaba a él”, y comentaba el Libertador, “Quien le
hubiera anunciado a Fernando VII, que tal incidente era el presagio de que yo
le debía arrancar la más preciada joya
de su corona” (Fernando era un año menor que Bolívar.
El Príncipe Fernando, engañado por aduladores, se subleva contra su padre
el 29 de octubre de 1807, por lo cual es sometido a prisión en el palacio de El
Escorial. Esta tragedia unida al descontento popular, a la corrupción de la
corte, las amenazas de Francia, la impopularidad de Godoy, el bloqueo de las
colonias por los ingleses, la venta del País a Napoleón, y otras tragedias, van
a dar origen al Motín de Aranjuez, el 17 de marzo de 1808, pero no queremos
adelantar nada más.
El fracaso de don Manuel Mayo, al perder los favores de la Reina , que cae otra vez en
brazos de Godoy, arrastra a los tíos de Simón, y por supuesto, confrontan
serias dificultades económicas y políticas. El tío Esteban, va a la prisión de
Monserrate, y Pedro se refugia en Cádiz. Simón queda desamparado, anonadado,
pero por poco tiempo, ya que el Maques
de Ustáriz, pendiente de él, porque lo estimaba, lo invita a alojarse en su casa de la calle
Carretas del Madrid imperial. Las
familias Bolívar y Ustáriz, cultivaron siempre estrecha amistad y solidaridad.
Arequipa, y Teresa de Laisney. Son los padres de Flora Tristan, la famosa
socialista y agitadora feminista, y abuelos del celebre pintor Paúl Gauguin.
Flora también adquirió renombre porque, además, publicó una serie de cartas en
francés de la juventud de su madre Teresa de Laisney, en el periódico “Le Voleur” de París, 1838- cruzadas entre
Teresa y Bolívar; se creía que estas
cartas, eran para Fanny du Villars. Marcos Falcón Briceño actualizó
el secreto de estas cartas, en su libro “Teresa la confidente de
Bolívar. Historia de unas cartas de juventud del Libertador”. Esa amistad no la
entendió Flora Tristan, que tiempo después escribió, con cierto despecho, que Bolívar “no estudió
ninguna ciencia, no se relacionó con ningún hombre notable”. Este despecho
queda al descubierto por ella misma, cuyos padres fueron íntimos del
Libertador, ella publica las cartas cruzadas con su madre Teresa de Laisney; y
se conservan las cartas cruzadas con Humboldt, que recordaba “una época en que
hacíamos votos por la independencia y libertad del Nuevo Continente”. También conoció y trato al sabio José Luis
Gay-Lussac, y Amadeo Bompland, sabio compañero inseparable de Humboldt; En los salones de Fanny, conoció y trato
amistosamente al príncipe Eugenio Beauharnais, a Don Pedro Lagardé, activo
periodista francés, al general Oudinot.
Pero también es cierto que Bolívar habitaba cerca del Palais Royal, y debió
llevar una vida mundana.
Primer viaje a Francia.
Se cree que pasó en esa ciudad, un periodo aproximado de un año, durante el
cual aprovecha para ir y conocer a Francia.
El 13 de enero de 1802. está en Bayona, camino de París.
Vicente Lecuna, dice que Bolívar, en esos días de 1802, hace una corta visita a Paris, y de allí, con
un grupo de compañeros, va a un pueblo
cercano, donde se celebraba la paz del
mundo, más conocida con la Paz
de Amiens, para ver y conocer a Napoleón. De esta ciudad vuelve a Paris y por
Bayona regresa a Bilbao; y el 29 de abril sale para Madrid. El pasaporte de Bolívar tiene fecha de
salida desde Amiens, 16 de febrero.
BOLIVAR EN SOREZ
Sin embargo Zérega Fombona piensa y afirma que Bolívar si estudió en ese
período de su primer viaje a Francia, pero muy poco tiempo, en La Escuela Militar de
Sorèze o Sorez, en la puebla de Languedoc, Francia, una famosa escuela militar
de Europa.
La historia de esta escuela nos dice el Dr. Zérega, es larga y famosa, su
fundación fue en el siglo VIII por Pipino el Breve, padre de Carlomagno, y
constructor de la abadía benedictina, grandioso monumento. Simón de Monforte la
arrasó en 1212, y los monjes benedictinos volvieron a repararla en el siglo XVII.
En España, el prestigio de
esta escuela, era grande. Dice Zérega, que Bolívar frecuentaba los medios
sociales donde Sorez tenía admiradores, en especial el propio Marques de
Ustáriz. En fin, que Bolívar conoció la
importancia del colegio de Languedoc, se entusiasmo, y quiso ir allí.
Entre los sorezianos están
los jóvenes José y Miguel Rivas, parientes de los Rivas de Caracas, por
supuesto emparentados con la familia de Bolívar.
Se conserva en esa academia, la
tradición según la cual, Bolívar estudió durante breve tiempo en la “Ecole Royale Militaire de
Sorèz”, en el mediodía de Francia, de tal suerte que un busto de Bolívar figura
actualmente entre los ex alumnos de ese instituto.
Nos dice el Dr. Zérega Fombona, que Bolívar
llegó a Sorèz en enero de 1802, o sea antes de su viaje a Paris, y
agrega, su texto: “Pero toda esa educación
- se refiere a la educación de Simón- era bastante desordenada y heteróclita; más lecturas que verdadero
aprendizaje; una falta total de método y sin continuidad en la enseñanza. En
Sorez iba a recibir más que
abastecimiento de materias, lo que tanto le faltaba: reglas pedagógicas, un
programa de estudio”.
No hay, sin embargo, nada concreto
sobre sus estudios en esa Academia, no hay nada en los archivos. Toda esta
historia tiene su origen en la obra de Michel Semeciez publicada en 1902, para
fundamentar el conocimiento, que tenía el Libertador, de las guerras, técnicas y estrategias napoleónicas.
Lecuna, por el contrario, fundamenta
el conocimiento militar de Bolívar en sus estudios y en las lecturas de los clásicos, en su admiración por Napoleón, dice “Fue así
como Bolívar tuvo un conocimiento íntimo, en diario convivir, con el genio
militar de Napoleón, y allí nace esa
grande y fiel admiración, expresada en
tantas páginas y en las conversaciones de Bucaramanga.
EL MATRIMONIO.
Recapitulando. A los 17 años, en la casa del Marques, se enamora de su parienta doña Maria Teresa del Toro y
Alaiza, hija de Don Bernardo Rodríguez del Toro, nacido en Caracas y
residenciado en Madrid, casado con doña
Benita Alayza, española de distinguido linaje, así se entiende de la
correspondencia cruzada con don Pedro Palacios, quien, para la época y la edad
de Simón, fungía de tutor o
representante en Madrid. Veamos la carta:
Madrid, 30 de septiembre de 1800
Señor don Pedro Palacios y Sojo.
Estimado tío Pedro:
No ignora usted que poseo un mayorazgo bastante cuantioso, con la precisa
condición de que he de estar establecido en Caracas, y que a falta mía pase á
mis hijos, y de no, a la casa de Aristeguieta: por lo que, atendiendo yo al
aumento de mis bienes para mi familia, y por haberme apasionado de una señorita
de las más bellas circunstancias y recomendables prendas, como es mi señora
María Teresa Toro, hija de un paisano y aun pariente; he determinado contraer
alianza con dicha señorita para evitar
la falta que puedo causar si fallezco
sin sucesión; pues haciendo tan justa
liga, querrá Dios darme algún hijo que sirva de apoyo a mis hermanos y de
auxilio a mis tíos. Esto se lo comunique al Señor Marques de Ustáriz, como
único tutor que tengo aquí, para que se lo avise a Usted y al señor Manuel
Mallo: a Usted por ser el pariente más cercano
a mí, y al Señor Don Manuel Mallo, porque es nuestro amigo y
favorecedor. A este último le escribió el marques de Ustáriz dos veces, y en
una de ellas le entregaron la carta en sus propias manos; pero no se ha
tenido contestación alguna, habiendo
pasado ya 30 ó 31 días. Esto mismo le comunicó el Marques de Ustáriz al Señor
Don Bernardo Toro, por ser debido al parentesco
y á la amistad, pero fue en confianza.
Informado yo de que usted no sabía esta novedad, quiero participársela; en
primer lugar, porque nadie tiene el interés y dominio en mis cosas como Usted,
y en segundo, para que Usted tenga la
bondad de proteger esta unión dando las órdenes necesarias para pedir la Señorita á su padre, con
toda la formalidad que exige el caso.
Espero su contestación con la mayor ansia; pues me interesa esto mucho, habiendo pasado tanto tiempo sin decirse nada, desde el aviso al señor Don
Manuel hasta la fecha.
De su más afecto sobrino que lo ama de todo corazón. Simón Bolívar.
Bolívar, regresa a Madrid muy apasionado, termina los requisitos y trámites
del matrimonio, y por fin, con la bendición de Don Bernardo, contrae matrimonio
en la Iglesia
de San José de la calle de Alcalá, el 26 de mayo de 1802.
Se conserva el Acta y la autorización del Rey para el matrimonio habida
cuenta que es Sub. Teniente de las milicias del imperio, el
documento dice así:
“Palacio Real de Aranjuez. El Rey se ha servido conceder a don Simón Bolívar y Palacios, Sub Teniente
del batallón de Milicias de Valles de Aragua, en la provincia
de Venezuela, actualmente residente en Madrid,
el permiso que ha solicitado para contraer matrimonio con doña Maria
Teresa Rodríguez del Toro, precedidos los requisitos del consentimiento paterno y demás reales disposiciones”.
ACTA DE MATRIMONIO.
Al margen izquierdo.
Desposorio y velación de Don Simón
Bolívar, con Doña María Teresa Rodríguez del Toro.
“En la villa de Madrid a veinte y seis días del mes de mayo de mil
ochocientos dos, en la
Iglesia Parroquial de San José. Yo, Don Isidro Bonifacio
Romano, Teniente Mayor de Cura de la misma, habiendo precedido despacho del Señor
Doctor Juan Bautista de Espeleta. Presbítero Vicario Eco, de esta referida
Villa y su partida, dado en veinte del propio mes y año,
refrendado de Diego Alonso Martín, su notario, por el que consta haberse dispensado las tres amonestaciones que previene el Santo Concilio de Trento, por las justas causas que
concurrieren para ello; recibidos los mutuos consentimientos; hechas las demás
preguntas y requisitos necesarios, y no habiendo resultado impedimento alguno,
desposé in Facie Eclesiae, por palabra de presente que hace verdadero y lexmo. Matrimonio a Don Simón Bolívar, natural de la ciudad y
Obispado de Caracas, en América, hijo de Juan Vicente Bolívar y de Doña María de la Concepción Palacios
(ya difuntos) con Doña María Teresa Rodríguez del Toro, natural de esta referida Villa, hija
de don Bernardo Rodríguez del Toro y
Ascanio y de Doña Benita Alaiza Medrano (ya difunta) precedidos los requisitos necesarios, se hallaron presentes por testigos, Don Pedro Rodríguez del Toro,
el Señor Marques de Inicio y otros,
justamente los velé y di las bendiciones
nupciales según el Ritual
Romano y lo firmé.
Don Isidro Bonifacio Romano”.
“Don Bernardo pudo exhibir en el matrimonio, como testigo, al Sr. Don Luis
Quijada Quiñones y Moreno, Marques de Inicio, Conde de Rebolledo, Contador
Mayor de los Reinos y Secretario de la Diputación , el cual
llamaba a Maria Teresa “su sobrina
carnal”.
Regreso a Venezuela. Muerte de Maria Teresa.
Bolívar y María Teresa, después del matrimonio, se trasladan al puerto de La Coruña , desde donde parten
para La Guaira , desde allí, viajan a Caracas y luego van a sus predios en los Valles de Aragua,
para vivir una vida apacible dedicados a las faenas agrícolas. Fueron muy
felices, de acuerdo con los nostálgicos recuerdos del libertador, pero eso duró
muy poco, su María Teresa murió en Caracas el 22 de Enero de 1803. Cinco meses
duró su felicidad, la fiebre amarilla, endémica entonces, le causó la muerte. Bolívar sentenció: “Quise mucho a mi
mujer con la que me casé sinceramente
enamorado y a su muerte juré no volver a casarme”. Pero también agregó: “ Miren
lo que son las cosas si no hubiera enviudado quizás mi vida seria otra; no
sería el general Bolívar, ni el Libertador, aunque convengo que mi genio no era
para ser alcalde de San mateo”.
PARIDA DE DEFUNCION DE
MARIA TERESA RODRIGUEZ DE BOLIVAR.
En la ciudad de Caracas,
en veinte y tres de Enero de mil ochocientos y tres años, se enterró con entierro cantado por mayor en la Capilla de la Santísima Trinidad de esta Santa Iglesia, el cadáver de doña
Maria Teresa Rodríguez del Toro, hija legítima de don Bernardo Rodrigue del
Toro y de Doña Benita Alaiza, vecinos de
Madrid, casada con don Simón Bolívar, recibió todos los santos sacramentos, no
textó, de lo que certifico.
Pedro Antonio Hernández
Segundo
viaje de Bolívar a Europa
Presencia y situación de Bolívar en Francia. Encuentro con Simón Rodríguez
y con Humboldt.
En febrero de 1804 Bolívar vuelve a Madrid, Lo primero que hace es ir a la
casa de su suegro, Don Bernardo Rodríguez del Toro. El encuentro fue muy
doloroso. Bolívar le lleva algunas cosas de Maria Teresa; no sabía como
hacerlo, pero era obligatorio pasar por aquel trance. Pasados algunos días de austero sufrimiento,
se ocupa principalmente en el negociado
del Cacao de sus haciendas con la colaboración de sus tíos Esteban y Pedro. Más tarde, en
compañía de un primo de María Teresa,
don Fernando Rodríguez del Toro, se marcha para Francia con destino
a Paris.
Considera a Napoleón, un tirano.
Su regreso a Francia
coincide con la coronación de Napoleón,
como emperador en la monumental catedral de Nuestra Señora de Paris “Notre-Dame”. Luego lo seguirá a Milán, donde
Napoleón se coloca la corona del reino de Italia, lo que le causa mucho malestar
a Simón, lo desengaña; entonces dijo ”Yo admiraba a Napoleón como héroe de la República Francesa ,
como genio de la libertad. Se hizo emperador y desde aquel día lo consideré un
tirano”.
Las amistades en París.
Bolívar es un joven muy
rico y desprendido, y en Paris encuentra los placeres mundanos que lo envuelven
en sus artificios y bambalinas. Allí convergen muchos líderes americanos, entre
ellos: Carlos Montufar y Vicente Rocafuerte, el primero, hijo del Marques de
Selva Alegre que sería Presidente de la Junta Revolucionaria
establecida en Quito en 1809, que fue la
primera de Sur América; en cambio Rocafuerte fue enemigo de Bolívar en los años
finales de la Gran
Colombia.
Fanny, Humboldt, Bompland y Gay Lussac.
Asiste a los salones de su pariente, la bella y elegante Fanny Dervieu
Aristeguieta, casada con el Conde Du Villars. Se tratan de primos y hubo entre ellos un romance, que delatan sus
cartas. En sus salones conoció al Barón de Humboldt y su amigo Amadeo
Bompland, ambos enamorados de Venezuela
y América, que estuvieron en Cumaná y Caracas, y toda América, desde en 1799,
con quienes sostuvo interesantes conversaciones sobre la libertad americana,
que de alguna manera influyeron en su decisión de emprender la gesta
libertaria. Humboldt le habla de las riquezas que observó en Venezuela, y
sobretodo de los valles de Aragua, donde observó las siembras de algodón, cacao
y trigo, la alta densidad poblacional, el Saman de Guere, “cuya inmensa copa
abarcaba un espacio tan importante, que de lejos parecía una montaña”; y también le habla de la libertad, de la
venta de esclavos negros, y la indignación que notó en Caracas ante la
ejecución de José Maria España; y, le
insinuó que habia madurez en el pueblo para un proceso libertador.
Bolívar visitó en París en varias ocasiones al sabio alemán y sus palabras
y su sabiduría lo marcaron, influyeron indudablemente en él, eso se desprende
de su poca pero efectiva correspondencia.
En 1822 Humboldt le escribe
recordándole esta época y sus
conversaciones sobre la independencia de América, y también sobre las
diligencias que hizo Bolívar para obtener la libertad de Bompland, su amigo
preso en Paraguay.
Bolívar y su maestro don Simón Rodríguez.
En Paris, Bolívar, su cuñado y camarada, don Fernando Rodríguez del Toro,
encuentran al maestro Samuel Róbinson, que no es otro que don Simón Rodríguez,
que se había cambiado el nombre. Con él, Bolívar recibe el aliento
transformador, que lo saca del abatimiento, la bohemia, y lo eleva hasta encontrar en su espíritu el verdadero camino que lo
llevaría a la gloria.
Encuentra al maestro cuando en verdad lo necesitaba, agotado por una vida
disipada, enfermo, pensaba en su muerte. El maestro se lo lleva al Hotel de los
Extranjeros de París. Bolívar, años más tarde,
lo diría así: “Vino a sentarse a mi lado, me habló con esa bondad
afectuosa de siempre, me convence que es una locura dejarme morir, que hay
otros motivos para vivir”. Reacciona el enfermo poco a poco, hasta sentirse
bien y con muchas ganas de vivir.
Rodríguez, que si desempeña en París
el papel de un maestro, casi lo obliga a retomar las buenas lecturas, se
apasiona por la metafísica, pero poco a poco vuelve a leer a Helvecio, Holbach,
Hume, Hobbes, Spinoza, lo más selecto del pensamiento y la filosófico política
de la época.
Simón diría, andando el tiempo: “El es un maestro que enseña divirtiendo”.
Recordando sus andanzas por Francia e Italia, El Libertador, exclamaba ¡Oh mi
maestro! ¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Róbinson, Ud. en Colombia! ¡Usted en Bogotá y
nada me ha dicho y nada me ha escrito...
Cuando el joven se ha recuperado totalmente, Rodríguez le propone un viaje a pie hasta Italia. Bolívar y
Fernando lo aceptan.
Abandonan Paris rumbo a la frontera con Italia, van recordando su pasado,
charlando sobre España, los sucesos alegres y tristes de la vida, pero también
las anécdotas curiosas a las que han sobrevivido, sus proyectos, y su futuro.
Carlos IV ha firmado su entrega incondicional a Napoleón. España y Francia
pactan contra Inglaterra: ¿que le aguarda a la América Española ?
Los viajeros pasan por Lyón, atraviesan el Ródano, entran en Saboya, siguen
sin darse cuenta los pasos de Rousseau. Caminando, o en carretas, con arrieros
y distinguidos comerciantes que encontraban a su paso, entran en Annecy y siguen
a Chambery donde Rousseau disfrutaba las
caricias de la señora Waren. Luego
Turín, la Lombardía ,
y por fin Milán. Allí se enamora apasionadamente de María Manzoni, de ese
apasionamiento por la bella italiana, escribe el mismo Alejandro Manzoni, autor
de la novela “Los Novios”, que Simón, tirado en un canapé, exclamaba perturbado
“Esa mujer ha decidido mi suerte”; sin embargo pudo continuar con sus
compañeros, dejando atrás a la bella
mujer.
Entra Napoleón en Milán para coronarse, con la corona de hierro de los
lombardos, en su formidable Catedral. Presencian la coronación y la imponente
revista militar de Campo Chiaro.
Tiempo después Bolívar diría: “Yo ponía toda mi atención en Napoleón, como
todo mundo, y solo a él veía entre toda aquella multitud, mi curiosidad no
podía saciarse, y aseguro que entonces estaba muy lejos de prever que un día sería yo también objeto de la atención o, si se quiere de la curiosidad de todo un continente, y puede decirse también del mundo.
Los tres amigos siguen a Venecia, luego Ferrara, Lugano, Padua, y
Florencia, donde lee El Príncipe de Maquiavelo, que no le agrada, y por fin
llegan a Roma.
En Roma, capital del mundo,
solicitan al embajador de España, don Antonio Vargas Laguna. En este punto
Rumazo González dice que este caballero, introduce a los tres viajeros en las tertulias
literarias donde participan: Guillermo, hermano del Barón de Humboldt, Rauch y Thorwaldsen, Sismondi, Madame Stael,
Lamartin, Chatobriand; diplomáticos, ministros, generales, todos inmortales,
imbuidos en el espíritu revolucionario de esa época.
El 15 de agosto de 1805,
los tres amigos suben al Monte Sacro, una de las famosas siete colinas de Roma.
Donde juraron libertar a Venezuela. Bolívar lo cuanta así:
“Allí nos arrodillamos los
tres, y abrazándonos unos a otros
juramos libertar a nuestra patria
o morir en la demanda. Fue hacia la tarde, en hora de intenso calor.
Este juramento fue cumplido; he ahí lo extraordinario. Seis años después,
Fernando Toro, destrozada la pierna por un cañón español, en plena guerra, regresó a Caracas para morir, sin siquiera
haber contemplado el alcázar de la independencia”.
EL JURAMENTO.
Don Simón Rodríguez,
después de la muerte de Bolívar, dio a conocer el texto del juramento del Monte Sacro, se le dictó a Don Manuel Uribe, el cual lo dio a conocer,
dice así: “¿Con que éste es el pueblo de
Rómulo y Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de Cesar y
de Bruto, de Tiberio y de Trajano? Aquí todas las grandezas han tenido su
tiempo, todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza con el manto de la
piedad pública para ocultar la suspicacia de su carácter y sus arrebatos
sanguinarios; Bruto clava el puñal en el corazón de su padre para reemplazar la
tiranía de Cesar con la suya propia;
Antonio renuncia los derechos de su gloria
para embarcarse en las galeras de una meretriz ; sin proyectos de
reforma, Sila degüella a sus
compatriotas y Tiberio, sombrío como la
noche y depravado como el crimen, divide
su tiempo entre la concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien
Caracallas, por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudios.
Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos tiempos; austeridad
para la República ;
depravación para los emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para
conquistar al mundo entero; ambición
para convertir todos los Estados de la
tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas
de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para
conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto como Virgilio;
Satíricos como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles como Séneca; y ciudadanos
enteros como Catón; éste pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la
humanidad. Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores,
naturalistas insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes
y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la
extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la
perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada. La civilización que ha
soplado del Oriente ha mostrado aquí todas sus fases, ha hecho ver todos sus
elementos; más en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad,
parece que el asunto ha sido desconocido
y que el despeje de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino
en el Nuevo Mundo.
Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro
por mi honor y juro por la
Patria , que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi
alma hasta que no haya roto las
cadenas que nos oprimen por voluntad del
poder español”.
19 años después del
juramento Bolívar le escribe al maestro desde Pativilca: “ Se acuerda usted
cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma
a jurar sobre aquella tierra santa
la libertad de la Patria ?
Ciertamente no habrá olvidado usted
aquel día de eterna gloria para nosotros, día que anticipó por decirlo
así, un juramento profético a la misma
esperanza que nos debíamos tener...”
Y al hermano del maestro le dice: “Créame Ud., mi querido amigo: “Su
hermano de Ud., es el mejor hombre del
mundo; pero como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni hogares, ni familia, ni nada”. Simón Bolívar. Carta desde Cuzco, 27 de junio de 1825,
dirigida a Cayetano Carreño.
La mayor parte de los
historiadores e investigadores, no creen ni aceptan que Bolívar haya dictado
ese juramento, como lo dice y escribe,
Don Manuel Uribe, que copia el texto de don Simón Rodríguez, pero yo si
creo que Bolívar y Rodríguez, escribieron
ese texto para aquel acto, por tratarse de dos tipos humanos muy
especiales, que veían las cosas en otra dimensión a la cual no todo mundo tiene
acceso. Para Bolívar y su maestro, ese acto era único y sagrado, solemne como
una misa, como levantar la ostia con el cuerpo de Cristo, así, sangrando,
desgarrado, divino. Ese manifiesto tiene
la firma de Bolívar, nadie pudo escribirlo sino él, ese texto no es un producto
extraño al Libertador de un mundo, ustedes deben entenderlo, no es cualquier
cosa, es Bolívar, único, un hombre incomparable y verdadero. Cristo, el
Quijote y él, son los tres majaderos más grandes de la historia. No cabe duda,
ese juramento, ese texto, lo escribió y leyó en el Monte Sacro, Simón
Bolívar.
Sobre la influencia
beneficiosa que ejerció el maestro sobre Bolívar, dan fe Don Cristóbal Mendoza
y Monseñor Navarro, dos estudiosos sobresalientes de la vida del Libertador.
BOLIVAR MASÓN.
Es
absolutamente cierto que Bolívar se incorporó a la logia masónica Saint
Alexander d’Escocia en París, tal como consta en Acta firmada y aceptada por el
Libertador -adquirida en París y traída
al País por el historiador Ramón Díaz Sánchez-
y obtuvo, dice el propio Bolívar,
el grado de Maestro; sin embargo él, nunca se consideró masón, así lo
atestigua Perú de Lacroix, al cual le dijo que no le convenía ni creía en esa
organización “por lo mismo poco podía
hacerle ganar la masonería y
hacerle perder mucho de la opinión”.
PROLEGÓMENOS DE LA
PRIMERA REPUBLICA.
Regreso a Venezuela. 19 de abril de 1810.
Simón Bolívar regresa a
Paris, a mediados de 1806, donde tiene
noticias del fracaso de la expedición libertadora de Miranda sobre Venezuela; el 23 de junio le
escribe a su amigo Dehollain-Arnoux,
informándole de su decisión de regresar a su Patria. En noviembre sale
de Paris rumbo a Bélgica y Holanda, llega al puerto de Hamburgo, desde donde parte hacia
Charlestón-USA. Viaja por ese país, visita Filadelfia, Nueva York y Boston. Años
después le escribe a su amigo Beaufort
J. Watt, “Durante mi corta visita
a los Estados Unidos, por primera vez en mi vida vi la libertad racional”.
Bolívar llega a Caracas en Junio de 1807,
ya está formado para la misión que ha jurado cumplir. Los que han estudiado al Libertador están
contestes, en que su decisión de luchar por la libertad obedece a causas
múltiples, entre las cuales ocupan lugar importante, además de su liderazgo y los hechos políticos
en pleno desarrollo, la influencia magisterial que ejercieron en él, el Marqués
de Ustáriz, Humboldt y el maestro Simón Rodríguez.
Ya en Caracas, además de ocuparse de sus negocios y de las haciendas,
conspira, es el astuto conspirador,
asiste a las reuniones de información y conjunción revolucionaria, en la casa de los Ustáriz, y los Álamos, a la
vez que invitaba a su propia mansión en las riveras del Güaire, a los jóvenes verdaderamente
conjurados, partidarios de la independencia radical.
En la casa del Dr. José Álamo se reúne la mayor parte de los
independentistas: Los Montilla, los Blanco, los Ustáriz, los Sata y Bussi, los
Rivas, Anzola, Aldao, Roa, Escalona, Sosa, Tejera, Salias, Rocio, Yánez, y por
supuesto Simón Bolívar,
Renueva su amistad con Andrés Bello, el cual recitaba sus trabajos sobre la
“Eneida” de Virgilio, y “Zulima” de Voltaire, que causaban la admiración de Bolívar. En esas tertulias se leía el pensamiento más
acabado de la revolución que marchaba por esos caminos de la filosofía: las
tragedias de Voltaire, el Contrato Social de Rousseau, Montesquieu, Filangieri,
la Vida de
Mahoma, Millot, y en fin La Enciclopedia. Todos eran enciclopedistas.
Entre 1807 y 1809, se respiraba la
frustración que produjo en el ánimo de los patriotas, el desastre de la
expedición de Miranda: (Después de
investigar la vida de Miranda, nos parece increíble ese fracaso,
porque este hombre excepcional, lo planificaba todo, y no dejaba nada al azar.
Este personaje que deslumbró a la alta sociedad Europea, enamoró a las damas de mayor renombre en los
círculos sociales, y dejó su teoría sobre
Fisognómica, aceptada entre otros por Goethe, Jacobi, Herder y
Stolberg.
Solo como un ejemplo, traemos a colación la publicación de dos volúmenes de cartas cruzadas con Catalina
de Rusia, que dan testimonio de su extraordinaria personalidad.
Miranda viene a las costas de Venezuela con todas las desventajas que solo
pueden perdonarse a un aprendiz o a un novato o a un suicida, y ya era una cadena de fracasos insoportables
para los patriotas, porque 9 años antes también fracasaron Gual y España, y la
juventud de Caracas no superaba el martirio y la exhibición de los restos de
Don José María España.
En este año de 1809, la
Junta de Sevilla nombra Gobernador y Capitán General de la
provincia de Venezuela a Don Vicente
Emparan y Orbe, de formación enciclopédica, y que venia precedido de fama de
hombre honorable, admirado por Humboldt,
respetuoso de la ley, que había cumplido dos períodos de gobierno en la
provincia de Nueva Andalucía, por petición expresa de los cumaneses, el cual,
desde que llegó a Caracas, hizo amistad
con Bolívar. Su nombramiento fue muy acertado y bien recibido.
Emparan se rodea de buenos ciudadanos, entre ellos, están el auditor de
guerra, don José Vicente de Anca, los Oidores Don Felipe Martínez de Aragón,
Don Antonio Julián de Álvarez, el Fiscal Don José Gutiérrez de Rivero, y el
Intendente Don Vicente Basadre, todos ciudadanos respetados en Caracas.
Desde antes de 1809, la idea de independizarse de España, se iba imponiendo
entre los jóvenes de la sociedad venezolana; hervía en la sangre de los
patriotas, igual pasaba en toda Hispanoamérica.
Los pueblos de Caracas, Cumaná y otras ciudades importantes, se venían
preparado para la insurgencia; hay muchos hechos que se conjugan: en Cumaná
surge un poderoso movimiento desde la ejecución de José María España y la muerte
de don Manuel Gual en Trinidad. Tiene
importancia, a la hora de decidir, el parentesco de Don Manuel Gual, con la
familia Sucre, su padre era casado con una hermana de don Vicente Sucre y
García Urbaneja; Cumaná es un puerto de mar, por aquí entraban las noticias de Europa, se sabe que aquí se tradujo por vez primera, el Contrato
Social de Rousseau, y la carta del jesuita Juan Pablo Vizcardo, enviada por
Miranda a Manuel Gual a Trinidad, para ser repartida a todos los patriotas,
constituido en doctrina revolucionaria. Por otra parte el ejemplo de Estados Unidos, y Haití, que lograron su independencia; y
además, la prepotencia de Napoleón
Bonaparte, cuando toma el poder en
España, depone y somete a
Fernando VII y nombra Rey de España y de sus colonias a su hermano José
Bonaparte, no podían tolerarlo los hispanoamericanos.
La situación en España y en Caracas.
España entera reaccionó contra
Bonaparte y contra su Rey, Carlos IV. Se
constituyen Juntas provinciales y nacionales conservadoras de los derechos de
Fernando VII, que se van disolviendo en la medida en que las tropas de Napoleón
ocupan el territorio; para 1810 solo queda la Junta de Sevilla; pero España pelea su propia
guerra de liberación.
En Caracas se constituyen dos grupos poderosos, los Conservadores, que
quieren un gobierno autónomo pero que no
quieren desprenderse de la
Corona , son los más poderosos y proponen también un Gobierno conservador de los derechos de Fernando VII; pero otro
grupo, igualmente poderoso, el de la juventud, aspira y proclama la
independencia absoluta de España, allí está Bolívar.
A principios de 1810 la juventud intenta un levantamiento, por diferentes
vías y en diferentes grupos. En la casa de los Ustáriz se reúnen los más
influyentes, allí están Fernando Rodríguez del Toro y Simón Bolívar, el conde
de Tovar, el cual era conducido en butaca por su avanzada edad, y sus dos
hijos. Andrés Bello, Miguel José Sanz, Luis López Méndez, y otros. El
movimiento es descubierto, Emparan protege a Bolívar que es confinado en sus haciendas fuera de Caracas, muchos
jóvenes son desterrados.
Llegan a Caracas malas noticias, la Junta de Sevilla ha sido eliminada y se ha
constituido un Consejo de Regencia en Cádiz, pero Napoleón y las juntas de
España, reclaman la obediencia de las provincias españolas de América.
En las casas de los Ustáriz, Álamo y
Bolívar, en las riveras del Güaire, se reúnen los conjurados, apremiando
las decisiones del Congreso, no aceptarán a Napoleón, no aceptaran otro patrón, aunque en ello les vaya la vida.
Augusto Mijares dice, al recordar aquellas reuniones, que: “ en la casa de los Ustáriz, el recién
llegado –Bolívar- se encontraba ahora
más cómodo, porque él también, con los conocimientos adquiridos en los
últimos años, podía discutir de política
y filosofía con buenas citas a la mano, opinar sobre teatro y arte,
declamar versos en francés”. Yo agregaría, que Bolívar se convirtió en el
anfitrión por excelencia de aquella
sociedad levantada contra el coloniaje.
19 DE ABRIL DE 1810.
Podríamos hablar con propiedad de que el gran antecedente inmediato de este
acontecimiento histórico, es la revolución francesa, que se inicia con un
suceso tan tímido como fue la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, cuando la
burguesía parisina destrona al Rey Luis XVI
y él y su mujer María Antonieta, son ejecutados por el pueblo parisino;
lo que desencadena todo el proceso republicano que estaba en marcha en la mente
de la Ilustración.
El movimiento revolucionario que encabezan los enciclopedistas: el filosofo
del Contrato Social, Juan Jacobo Rousseau; el excelso poeta Lamartine, y
Diderot, D’Alambert, Voltaire, Condillac, etc.
Tanto en Caracas como en Cumaná, se tradujo al castellano, el Contrato Social y se popularizó, se atribuye la traducción al sabio José María
Vargas; se difundió y fue para la juventud el grito de guerra. Los filósofos franceses, alcanzaron tal
notoriedad, que sus nombres fueron dados a las promociones y actos literarios.
Su influencia fue definitoria en aquella generación para optar por la
independencia.
Por supuesto que los acontecimientos históricos que se desarrollaron el 19
de abril de 1810, no tuvieron en cuenta en esos momentos la filosofía sino los
hechos, veamos:
Los hechos que vamos a narrar se desencadenan cuando llegan a Caracas, de
improviso, dos comisionados del Consejo
de Regencia de Cádiz, el Conde de Montufar y el Capitán de Fragata Don Antonio
Villavicencio, encargados de informar al Ayuntamiento de Caracas, la
instalación del Consejo de Regencia de Cádiz, y para obligar al Cabildo y a la Provincia de Venezuela,
a reconocer su autoridad, en vista de lo
cual, los conjurados que habían quedado
en Caracas, decidieron proceder sin
demora a asumir el poder mediante una decisión y la toma del Ayuntamiento de
Caracas.
Desde el 18 de abril, Jueves Santo, los ciudadanos notables de la ciudad se
reúnen con el pueblo en la plaza de la Catedral de Caracas. Dentro de la mayor
confusión, pero con espíritu patriótico y heroico, el joven José Félix Ribas,
usando un gorro frigio, se lanza a las
calles para llamar al pueblo a Cabildo
Abierto para el 19 en la mañana; se le unen, con la misma fogosidad, los Hermanos Montilla, Francisco Salias, el
canónigo José Cortés de Madariaga, el padre José Félix Blanco, y otros conjurados.
El 19 de abril, a las 8 de la mañana una comisión del Cabildo, don Valentín
Ribas y don Rafael González, tocan la puerta del Capitán General, don Vicente
de Empara y Orbe, y lo invitan a la sesión extraordinaria que se va a
celebrar, con el objeto de nombrar una
Junta de Gobierno. Emparan asiste al
Cabildo, la reunión ha sido convocada por el Vicepresidente, don José de las
Llamosas. Empara reclama, pero la
mayoría está allí expectante.
Emparan se excusa, abandona el Ayuntamiento pretextando su asistencia a los
actos religiosos del Viernes Santo en la Catedral. Sale presuroso escoltado
por sus edecanes y la guardia, pero al llegar frente a la iglesia le salió al
paso Francisco Salias, y tomándolo por
el brazo, le exigió que volviera al Cabildo, según la versión más difundida. Al
frente de la guarnición estaba el caraqueño Capitán Don Luis de Ponte,
comandante del batallón de la
Reina , con quien
Emparan cruzó miradas inquisitivas, pero el capitán ordenó “Armas a discreción”
y no demostró ninguna disposición para intervenir.
Emparan, desarmado y exigido por Salias, camina dócilmente a su lado,
custodiado por la guardia, llega al
cabildo cuando se discute la constitución de la Junta de Gobierno. Hábilmente, se muestra partidario, logra que
lo promuevan como Presidente, y es propuesto por Juan Germán Rocio y el padre
José Félix Sosa, lo que demuestra el gran ascendiente del funcionario; pero los jóvenes patriotas amotinados se
habían preparado muy bien para estas alternativas; habían logrado ampliar el
cabildo introduciendo entre sus miembros con voz y voto, al joven José Félix
Ribas, que asumió la representación del gremio de Pardos, al fogoso canónigo
chileno, don José Cortés de Madariaga,
al presbítero patriota Francisco José de Ribas, y el Dr. Juan Germán Rocio;
cuando parecía que Emparan tenia todo controlado, se levantó el canónigo
Madariaga, y en un corto discurso, no solo se opone a tal propuesta, sino que
acusa a Emparan de engaño y de perfidia y exige su renuncia. El diputado
yaracuyano José Rafael Villarroel, le hace coro al canónigo y así, en medio de
la mayor algarabía y contradicciones, la mayoría desaprueba a Emparan. Este, presagiando lo peor, pero con esperanza
de resolverlo, se asoma al balcón y
consulta al pueblo allí congregado, si estaba de acuerdo con su gobierno. El
canónigo va tras él y hace señas al pueblo para que no lo acepten. Emparan ante
la reacción del pueblo, que grita ¡No lo queremos!, exclama “Yo tampoco quiero
mando” devolviendo al Cabildo con esta simples palabras, entregando el
poder, reconociendo al pueblo, por vez
primera en la historia de Venezuela, como árbitro absoluto de su destino. Al otro día, el Capitán General,
representante del Imperio, abandona Caracas, se podría decir que civilmente el
pueblo de Caracas, le infringió una
derrota al poderoso Napoleón Bonaparte, sería la primera de muchas derrotas,
que recibiría el Imperio más poderoso de
la tierra.
En definitiva, el gobierno de la Provincia quedó en manos del Ayuntamiento
caraqueño, que tomó el conciliador
nombre de “Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII”.
Ese mismo día se nombró el gabinete ejecutivo: fueron nombradas las
siguientes autoridades: el Dr. Juan Germán
Rocio, para la cartera de Relaciones Exteriores; Don Nicolás Anzola; Gracia y Justicia; Don
Fernando Key Muñoz, Hacienda; Don Lino de Clemente, Guerra y Marina; Don Carlos
Machado, Canciller; Don José Tomás Santana,
y Don Casiano de Bezares, secretarios.
Don Fernando Rodríguez del Toro, fue designado Jefe de las fuerzas armadas
de la Provincia ; se asciende a Simón Bolívar a Teniente
Coronel; se nombran comisionados para
algunos países con el objeto de
solicitar el reconocimiento de la independencia de la República de Venezuela,
y si fuere posible, ayuda económica. Se envía correspondencia al Consejo de
Regencia en Cádiz, aunque éste no la reconozca;
y también comisionados para todas las provincias de Venezuela, para
invitarlas a unirse en una sola República.
En solo una hora, se elaboró el plan inmediato de gobierno, después de 300 años de sujeción a la voluntad
del imperio, Venezuela entró a la historia de las republicas independientes.
En el Acta levantada, bastante conservadora, se proclama que las provincias ultramarinas tienen el
mismo derecho que las peninsulares a constituir
juntas propias para mantener la obediencia al Soberano legítimo; y
también alegan fundamentos jurídicos,
dan razones de la decisión, se dice que está
contemplado “erigir en el seno mismo de
estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo”.
Al día siguiente la Junta
comunicaba a todos los habitantes de Venezuela que se les llamaría a tomar parte en el ejercicio de la suprema
autoridad.
Participación de Bolívar.
Sobre la participación de Bolívar en estos acontecimientos, hay muchas
dudas entre los protagonistas y entre los investigadores, que alegan que Bolívar se quedó en sus haciendas fuera de
Caracas, donde había sido “alejado” por algunas indiscreciones cometidas en
presencia del Gobernador Emparan; en un banquete dado por éste, Bolívar alza su
copa y exclama “Brindo por la libertad de Venezuela y de toda la América ”; y, Emparan no
toma medidas contra su amigo; sino que le propone que se aleje de Caracas hacia
sus fincas, para evitar su deportación.
La verdad es que Bolívar tuvo que recluirse en su hacienda de los Valles
del Tuy, al parecer por muy poco tiempo;
Juan Pablo Ayala es expulsado de la provincia; el español don Diego
Jalón debe irse para la Isla
de Margarita; los hermanos Carabaño huyen para Maracaibo, el grupo es dividido
y separado; pero no corrieron la suerte de Gual, España, José Rusiñol, Narciso
del Valle y otros infortunados.
El regente de la Real Audiencia José
Francisco Heredia, dice que Bolívar “fue uno de los principales caudillos que tramaron secretamente los actos
del 19 de abril; y, el Marques de Casa León refirió que “tratando de persuadir
a él –Bolívar- y a otros compañeros
suyos de los peligros que corría la provincia por aquel paso imprudente, los
atrajo a una conferencia en que, José
Domingo Duarte, Asesor de la
Intendencia , les manifestó su error con toda la fuerza de la
razón, y que Bolívar después de oírle en
silencio, contestó que “todo aquello estaba muy bien pintado; pero que él y sus
asociados habían declarado la guerra a
España, y verían como saldrían”.
A pesar de todo esto, los conservadores apoyaban a Bolívar, pero tenían
cierta resistencia o temor por sus ideas extremistas en relación con el tipo de
revolución a la que aspiraba, la independencia absoluta e inmediata de
Venezuela; también era conocido su temperamento su discurso y su poder. Simón
Bolívar tenía que cuidarse.
En este sentido es significativo el hecho de su asenso a Teniente Coronel, hecho este poco
analizado, si se tiene en cuenta la
poca experiencia militar que aparecía en su hoja de servicios, y en un ambiente, que se decía y se dice,
contrario al joven patricio, esa opinión no nos parece sustentable, el papel de Bolívar en aquellos
eventos tuvo que influir en ello, no se prestaban aquellos hombres a
miramientos y oportunismos.
Podemos aceptar que la mayoría
conservadora no lo estimaba o le temía,
y por eso protestaban por el honor que se le confería. Bolívar a cambio,
se acerca a los cabildantes para
ofrecer su asistencia, relaciones
y el financiamiento del viaje de la Comisión que partiría
para Inglaterra a cumplir objetivos tácticos y diplomáticos en aquella potencia, Inglaterra, que en esos momentos se enfrentaba a
Napoleón;
Por otra parte, Bolívar cuenta en el Cabildo, con sus asociados y
parientes, la amistad o el sentimiento
de algunos de los conjurados que asistían a las reuniones en su casa, como es
el caso de los hermanos Ribas, Palacio, Toro y Ustáriz.
Esto se deduce de muchos detalles, y
del manifiesto publicado en 1811 por Fernando Toro, en el cual dice:
“Teníamos tomadas las medidas necesarias al buen éxito de la empresa, cuando
los caraqueños la ejecutaron el 19 dejando sin lugar nuestra tentativa”.
Mijares advierte que Bolívar guardó siempre el recuerdo de ese día
memorable, diez años después dijo: “ Diez años de libertad se solemnizan este
día ...El 19 de abril nació Colombia”.
Para la comisión que partiría para Inglaterra, el Cabildo nombró a Don
Andrés Bello, Don Luis López Méndez
y el Teniente Coronel Simón
Bolívar; su hermano Juan Vicente Bolívar, forma parte de otra comisión que
parte hacia los Estados Unidos.
Juan Vicente, hermano varón mayor de Simón Bolívar, murió en el naufragio
del barco “Neny”, de bandera norteamericana, en la travesía de Filadelfia a
Puerto Cabello, en Julio de 1811.
Es comprensible que algunos
historiadores afirmen que Bolívar, no participó en los hechos del 19 de abril
de 1810, por que no aparece en las Actas, pero pretender que el más importante activistas de la Revolución , el mas
destacado de los conjurados, el espíritu de la revolución, no participó en los
actos culminantes de aquel proceso revolucionario, no tiene sentido; ¿que
debemos entender entonces? Les aseguro
que Bolívar, desde su cuartel general, lejos de Caracas, tal vez en
clandestinidad, manejaba los hilos del proceso y no le convenía exponer a sus
compañeros. Bolívar no solo era la
fuerza, sino que también era una parte
importante de la logística del movimiento.
Bolívar también se reservaba la carta de Miranda, la razón más importante
de su viaje a Inglaterra, era el más prestigioso revolucionario americano de su tiempo,
que el mismo traería para darle el respaldo y la fuerza definitiva que
necesitaba la revolución americana.
TERCER VIAJE A EUROPA
En junio de 1810, Bello,
López Méndez y Bolívar, parten para Inglaterra. En Londres se alojan en el
Morin’s Hotel. Hacen Lobby al Ministro de Relaciones Exteriores, Lord
Wallesley, a quien dan razones de la importancia que tienen las relaciones con
Inglaterra, le explican la situación política de Venezuela como nación libre y
soberana, y las ventajas que tiene el comercio con Inglaterra. Sin embargo la
situación política en Europa, ha cambiando: Napoleón se prepara para invadir
Inglaterra y ésta para auxiliar a los españoles que luchan contra él.
En realidad la misión no
obtiene relevancia, por no decir que fue un total fracaso. Wallesley solo se compromete a darle
protección marítima al comercio y
mantenerse neutral en los asuntos del gobierno español.
Pero para Bolívar, que va
con la idea de traerse a Miranda, la misión es todo un éxito, y Miranda, que
vive en Londres, pensionado por el Gobierno Inglés, y deseoso de iniciar su
proyecto libertador, ve sus sueños cumplidos; en cuanto supo la llegada de la
misión, los visita en el Morin’s Hotel, allí inician las conversaciones;
Miranda congenia con Bolívar, lo invita
a los museos, a los salones donde se reúnen sus amigos enciclopedistas,
los personajes relevantes, los intelectuales; recorren la gran ciudad, los
grandes salones, los célebres cafés al aire libre, pero sobre todo los museos y
las bibliotecas. Bolívar tiene la
oportunidad de apreciar la cultura inglesa, y aprovecha para mejorar el
conocimiento de ese idioma.
El 16 de septiembre,
después de dos meses, Bolívar regresa solo a Venezuela; Bello y López Méndez se quedan en Londres.
Poco tiempo después Miranda sigue los pasos de Bolívar.
MIRANDA, BELLO, LOPEZ MENDEZ. y
BOLIVAR .
En Londres se encuentran: Bolívar, Bello y Miranda. De este encuentro don
Augusto Mijares, comenta: “Son los tres hispanoamericanos que serían los únicos
en alcanzar categoría de genios”.
Bolívar nace en 1783, y Miranda, ese mismo año, se inicia a la vida revolucionaria, Don
Augusto Mijares, piensa, que: ese año, el Precursor “comienza su apostolado de
libertad” y... “permanece como centro de atracción en el Continente”; parodiándolo podemos decir que, en 1812,
Miranda le entregó a Bolívar la
espada de líder de la revolución, que él bautiza con el Manifiesto de
Cartagena.
Cuando se encuentran en
Londres, Bello, López Méndez, Bolívar y Miranda, éste está sufriendo las
inconsecuencias de la política inglesa. El Duque de Wellington, que derrotó a
Napoleón en Trafalgar, no pudo cumplir las
promesas que le hizo en 1808, de financiarle una nueva expedición
libertadora a Venezuela, debido a la inesperada sublevación del pueblo español
contra Napoleón. Inglaterra prefirió intervenir en España y desviar hacia
España esos recursos.
Sin embargo estos tropiezos no influyeron negativamente
en el trabajo de los comisionados, pues cada uno llevaba otros objetivos; sobre
todo Bolívar, cuyo mayor anhelo era traerse a Miranda para que acaudillara la
revolución venezolana y de Hispanoamérica.
Don Augusto Mijares nos
advierte que: “Para Bolívar y Bello debió
ser un choque espiritual extraordinario el encuentro con su afamado
compatriota; pero Miranda no ha debía sentirse menos conmovido
al ver que, por fin, la
América venía a
buscarlo, representada por aquellos
jóvenes patriotas de primera
categoría intelectual y social”.
En esos dos meses de
conversaciones de intercambio de ideas, de paseos, de estudios y
relaciones; Miranda les trasmite su
conocimiento sobre la guerra y la paz, sus teorías y proyectos americanistas, los resortes de la política inglesa, su
aprovechamiento; y a sus amigos; les
dedica tiempo para bosquejarles sus andanzas por el mundo, sus aventuras
amorosas, sus recursos. Miranda no ocultó nada a sus nuevos amigos, y tambien
les advirtió sobre lo que podían esperar de él, de su experiencia y su edad
avanzada..
En los ratos de alegría, les recita los poemas de Virgilio en la lengua del
Lacio, y en momentos solemnes les habla de sus proyectos de una gran republica
Hispanoamericana, de la educación, del
método lancasteriano, y les presenta al maestro, don José Lancaster, al cual
Bolívar, reconoce, contrata y le ofrece pagar de su peculio, su sueldo y los
gastos que tenga para trasladarse a Caracas; como en efecto, así ocurrió.
Años más tarde, Bolívar
evocaría a estos compañeros
revolucionarios: de Bello dijo:
“Yo conozco la superioridad de este
caraqueño contemporáneo mío; fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo
le amaba con respeto”
La admiración de Bolívar por Don Luis López Méndez, fue tan grande que en
varas oportunidades dijo: que Don Luis
López Méndez, era el verdadero
libertador de Colombia, y agregaba “que él no hubiese podido hacer la célebre
campaña de 1819, sin los oportunos y eficaces auxilios de todas clases que aquel le proporcionó desde Londres, empeñando su
propia responsabilidad, y la del naciente y aun mal afirmado gobierno de
Venezuela”.
Y de Miranda, que podemos
decir: la admiración de Bolívar por este
genio de la libertad, fue tan grande que no solo lo trajo a Caracas, sino que
lo hospedó en su casa, y con el apoyo de sus amigos, lo puso a la cabeza de La Sociedad Patriótica.
Para el 2 de marzo de 1811, forma parte del Congreso Nacional, y 19 de abril de
1811, ya era reconocido como el líder indiscutido de la revolución
sudamericana.
Fue un centro revolucionario, con poder paralelo al Congreso nacional, donde se congregaron los patriotas
separatistas, y es, desde ese órgano, que salen las voces de los más ardientes
defensores de la
Libertad. Desde un principio se congregaron allí elementos de
todas las clases sociales: blancos peninsulares y blancos criollos, ricos y
pobres; pardos, mulatos, indios, todos tuvieron voz. Allí estaban Bolívar,
Muñoz Tebar, Miranda, que tambien era diputado al Congreso Nacional.
En él “Bolívar” de Mijares, se recoge una accidentada sesión de la Sociedad Patriótica ,
en la cual Bolívar se hace conocer como tribuno. Ese día, como todos los
anteriores, el tema de discusión era la necesidad de decidir a los congresistas a proclamar la independencia; y como alguien
insinuara que así la Sociedad Patriótica se convertía en otro Congreso, Bolívar le
responde:
“No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más
la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea más efectiva,
para animarnos a la gloriosa empresa de
nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía,
ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso
Nacional lo que debiera estar decidido
. ¿Y que dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no
estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a
los resultados de la política de España.
¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve,
si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes
proyectos deben prepararse en calma!
Trecientos años de calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica
respeta, como debe, al Congreso de la
nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica ,
centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la
piedra fundamental de la libertad sudamericana: vacilar es perdernos. Que una
comisión del seno de este cuerpo lleve
al soberano Congreso estos sentimientos”.
La declaración de Independencia y la firma del Acta.
Ramón J. Velásquez hace un buen resumen de los antecedentes de la Independencia , en su
libro Los Pasos de los Héroes, dice: “La independencia americana se gesta desde los mismos comienzos del siglo XVII. Los criollos, imbuidos de su
misión y del papel que representan,
inician las primeras acciones contra la institución real, Las castas van
evolucionando. La cultura, buena o mala, se va extendiendo. Las gentes van
conformando sus anhelos. A los comienzos
de este proceso no hay ni sombras de
influencias ajenas al propio espíritu de la tierra. Las rebeliones van contra
el mal gobierno, contara los exagerados pechos, contra los nuevos sistemas
administrativos introducidos por los Borbones. Estas rebeliones americanas tienen neto contenido local. La de
Losada en el Tocuyo, en 1601, se siembra en temas lugareños. La de Andresote no
apela a doctrinas exóticas. La de Juan Francisco de León o la de los negros en
el mismo año de su revuelta, enfoca problemas y situaciones regionales. En la
de los Comuneros de Mérida, eco de la rebelión del Socorro, aflora erudición
bíblica. El Intendente es un Faraón que quiere condenar a los nuevos israelitas
a la fabricación de ladrillos de plata. Samnitas de última hora, pretenden que
los vencidos gobernantes pasen cual
romanos bajo las Horcas Caudinas”.
Parra Pérez resume las causas de la Independencia , en:
“La residencia de extranjeros o sus descendientes, la presencia en la Guaira de los franceses
hechos prisioneros en las Antillas o de emigrados de la misma nacionalidad, la
introducción de papeles incendiarios, la acción de los conspiradores de San
Blas, y por último, las intrigas de los
ingleses dueños de Trinidad y delos franceses de Santo Domingo”.
Nosotros creemos que por encima de todo esto, está el concepto de Patria,
el Patriotismo que iba en aumento en la sociedad de aquella época, y por el
cual esa generación se inmoló, esto no debe nunca dejarse a un lado, sería como
mutilar el espíritu de todo un pueblo. Cercenársele sus ideales, la Gloria , de la cual era un
avaro el Libertador.
El 5 de julio, después de una larga y acalorada sesión, el Congreso Nacional declaró
solemnemente la Independencia
absoluta de Venezuela, acogiendo el llamado revolucionario de la Junta Patriótica. El Acta redactada al efecto, fue leída y
firmada el 7 de Julio y promulgada el 8 de ese mismo mes. Venezuela proclamó,
firmó y publicó, definitivamente su independencia del Imperio Español; el 14 se
publicó solemnemente y fue izado por
primera vez el tricolor nacional, en el mismo sitio donde fue ejecutado don
José María España, allí estaba sus hijos. Es el tricolor mirandino. En
diciembre de ese mismo año se promulgó la Constitución Nacional ,
según proyecto presentado por Don Francisco Javier Ustáriz, revisado por una
comisión formada al efecto.
En diciembre de ese mismo año se promulgó la Constitución Nacional ,
según proyecto presentado por Don Francisco Javier Ustáriz, revisado por una
comisión formada al efecto.
ALGUNOS ANTECEDENTES.
1.- Sublevación de Juan Francisco de
León, en 1749-1752, contra la Compañía Guipuzcoana.
2.- Levantamiento de Andresote y
los Comuneros de Los Andes, contra los Impuestos. 1781.
3.- Insurrección de José Leonardo
Chirinos en Coro, en 1795.
4.- Conspiración de Gual y España.
1797.
5.- Complot de Francisco Javier
Pirela en Maracaibo, en 1799.
6.- Expediciones de Francisco de
Miranda. 1806.
7.- Conspiración de los mantuanos
en Caracas en 1808.
PRIMERA REPUBLICA.
Bolívar y la
Primera República.-
El 5 de julio se declara la independencia de Venezuela, y se prepara para
la guerra. Las Juntas españolas inician las acciones bélicas. La provincia de
Coro se levanta contra la República. Monteverde forma un ejército y avanza hacia Caracas. Miranda es nombrado
General en Jefe. Ante la imposibilidad de organizar un ejército y después de
sufrir varias derrotas, claudica y entrega la Republica a los
españoles. Bolívar es derrotado en
Puerto Cabello, y esta derrota la plasma en una carta que envía a Miranda,
llena de vergüenza y dolor.
Le escribe desde Curazao a su amigo Don Francisco de Iturbe.
“Yo estoy aquí cuanto bien puede ser, en mi actual situación, es verdad que
me han quitado inicuamente mi poco dinero y mi equipaje, pero yo estoy conforme en mi corazón, porque
se que, cuando el infortunio persigue por algún tiempo todo conspira contra el
infeliz. Pero como el hombre de bien y de valor debe ser indiferente a los
choques de mala suerte, yo me hallo armado de constancia y veo con desdén los
tiros que me vienen de la fortuna. Sobre mi corazón no manda nadie más que mi
conciencia. Esta se encuentra tranquila y así no la inquieta alguna cosa. ¿Qué
importa tener o no tener cosas superfluas?
Lo necesario nunca falta para alimentar la vida. Jamás se muere el
hombre de necesidad en la tierra. Jamás falta un amigo compasivo que nos
socorra y el socorro de un amigo no
puede ser nunca vergonzoso al recibirlo”.
Miranda firma la rendición en San Mateo, el 25 de julio de 1812. Bolívar
asume la responsabilidad de la detención de Miranda, y dice que su decisión era
la de fusilarlo. Monteverde le da pasaporte a Bolívar, que se dirige a
Cartagena, donde llega en octubre de 1812; solicita la ayuda del gobierno de
esa provincia, para liberar a Venezuela,
y escribe su “Manifiesto de Cartagena”.
SEGUNDA REPUBLICA.
BOLIVAR EN COLOMBIA.
Indudablemente este es uno de los documentos más importantes y oportunos de
la revolución americana, en el cual Bolívar explica la perdida de la Primera República
de Venezuela, y propone su reconquista, es el Manifiesto de Cartagena, para su
interpretación, merecerá un capitulo y
un esfuerzo aparte, por cuanto de ese documento pende su liderazgo inicial.
Verlo en el Apéndice.
Bolívar recibe en Colombia, el apoyo del Dr. Don Camilo Torres Tenorio,
Presidente del Gobierno de las provincias unidas de la Nueva Granada , verbo
de la revolución en Colombia, mayor que Bolívar, nació en Popayán en 1766. Su
“Memorial de Agravios” sirvió de fundamento para el grito de independencia de
Colombia, el 22 de julio de 1810.
Después de un largo peregrinar, con el apoyo del Presidente, el
gobierno de Cartagena del célebre coronel Manuel Castillo, le sede a
Bolívar, una división de 200 hombres, que comandaba el Comandante Pierre
Labatut, y que personalmente, Bolívar, se encargó de su preparación para la empresa que se proponía.
Bolívar avanza por el gran río Magdalena, ocupado por los españoles:
libera la población de Tenerife,
continua su marcha hacia Mompós, de
allí avanza hacia Chiriguará, toma por
sorpresa a Tamalameque, Puerto Real y Ocaña, con cuyas victorias libera todo el
Alto Magdalena; así lo informa al Congreso Colombiano reunido en Tunja;
entonces es autorizado por Cartagena,
para atacar al Brigadier Correa, apertrechado
en Cúcuta, donde obtiene una resonante victoria, que le abre las puertas hacia Venezuela.
Bolívar es ascendido por el Congreso Neogranadino
a Brigadier General, al mando
de los ejércitos de la
Federación. Cruza el río Táchira en San Antonio, contra la opinión del coronel cartagenero
Manuel Castillo, que lo denuncia ante el Congreso de malversador, pero el
Congreso lo autoriza a Invadir Mérida y
Trujillo. Castillo renuncia y lo
sustituye Santander, que luego se niega a seguir la orden de avanzar. Bolívar
lo reprende “usted marcha o me fusila o yo lo fusilo a usted”. Santander no pasó de la Grita , lo sustituye
Urdaneta, que le dice a Bolívar: “General, si con dos hombres bastan para
emancipar la Patria ,
pronto estoy a acompañar a usted”.
En Mayo 23 de 1813 Bolívar ocupa Mérida sin ninguna resistencia y lo
aclaman, por ves primeras, como Libertador. Su estado mayor estaba formado por
Rafael Urdaneta, José Félix Ribas y Atanasio Girardot.
Desde Mérida Bolívar prepara el avance sobre Trujillo, Barquisimeto y
Valencia. Monteverde nombrado Capitán General, y otros jefes realistas,
responden a Bolívar cometiendo toda clase de atrocidades; Bolívar y los jefes
patriotas, a su vez, contestan con el decreto de “Guerra a Muerte” firmado
el 15 de Junio, en Santa Ana de Trujillo.
Incansable, avanza, cruza la cordillera y cae sorpresivamente sobre
Barinas, donde está atrincherado el Comandante Manuel de Tizcar, al frente de
importantes fuerzas y abundantes bastimentos, pero que, ante el avance de
Bolívar lo abandonan todo, y esos elementos vienen a fortalecer a los
patriotas. Barinas constituía un baluarte del engreído General Monteverde, ya
nombrado Capitan General de la
Provincia de Venezuela.
Tizcar no sale de su asombro, no tuvo tiempo de organizarse en batalla,
nunca pensó tal hazaña, y tiene que abandonar Barinas en manos de los
patriotas. El invicto José Félix Ribas, por su parte obtiene resonante victoria en Niquitao, que suma más
pertrechos y 400 hombres a sus filas, con cuyas fuerzas ataca y toma
Barquisimeto. Por su parte, Bolívar ocupa San Carlos, donde se unen ambas
fuerzas.
Ahora Bolívar es invencible, persigue a las desbandadas fuerzas españolas y
las destroza en Taguanes el 31 de julio.
Por su parte Monteverde que venia derrotado de Oriente huye desde Valencia
hacia Puerto Cabello, cometiendo toda clase de fechorías y atrocidades a su
paso.
Bolívar ocupa Valencia el 2 de agosto, el pueblo lo recibe alborozado.
Organiza el gobierno y comisiona al
coronel Girardot para sitiar a Puerto Cabello; Caracas es abandonada por las
fuerzas españoles, que también se dirigen a Puerto Cabello. Desde Valencia,
Bolívar, hace los preparativos
para su entrada triunfal a Caracas, y el
6 de agosto entra triunfalmente a su ciudad natal, que lo recibe entre vítores, y lo aclama como
Libertador de Venezuela, título que ratifica el Congreso en octubre
de ese mismo año.
EL DRAMATICO AÑO 14.
Pero negros nubarrones oscurecen el horizonte. El lapso de tiempo que va de
agosto de 1813 a
julio de 1814, que es el período de la Segunda República ,
es verdaderamente catastrófico. Los
jefes realistas encabezados por José Tomás Boves, cuyo terrible liderazgo no
tiene explicación, y otros jefes realistas: Juan Manuel Cajigal, Morales,
Zuazola, Antoñanzas, Cerveriz, etc., toman venganza sobre toda la población
venezolana y cometen toda clase de fechorías.
Por su parte Bolívar, Mariño, Bermúdez, Sucre, Rivas, Urdaneta, Piar,
Palacios, Campo Elías, Montilla, Arismendi, Lara, etc., ejecutan el decreto de “Guerra a Muerte”, que lleva a los
venezolanos a cometer crímenes inconcebibles sobre los españoles, inocentes o culpables.
En ese período de guerra encarnizada, las fuerzas venezolanas, logran
hazañas memorables como las batallas de Araure, Bocachica contra Boves, y la
primera de Carabobo contra el Brigadier General Juan Manuel Cajigal. Sin embargo el fenómeno Boves, con fuerzas
superiores, logra tomar y destruir casi todos lo pueblos del Centro y de
Oriente, y tambien derrota a los patriotas en la batalla decisiva de “La Puerta ” en junio de 1814, y
toma Caracas. Y ese fue el verdadero
calvario para los patriotas y sobre todo para Bolívar.
El pueblo de Caracas, por orden de Bolívar,
huye aterrorizado rumbo a Cumaná;
los patriotas abandonan Caracas, es la llamada “Emigración a Oriente”, se
calcula que 20 mil personas participaron en la terrible experiencia”.
Bolívar sigue a Carúpano, y allí es arrestado por José Félix Rivas. Desde
su prisión escribe el Manifiesto que
vamos a seguir en un texto del Coronel Arturo Castillo Máchez, veámoslo:
“Importante documento escrito por el Libertador el 7 de septiembre de 1814,
mientras se encontraba detenido en la cárcel de esa ciudad. Fue la primera y
única vez que Simón Bolívar iba a dar a una prisión y lo lamentable de ello es
que lo enviara un general en quien Bolívar tenía una profunda confianza y
además era su tío político, como lo era el general José Félix Rivas. Todo ello
por supuesto, producto de la anarquía
reinante entre los patriotas, los cuales algunos de ellos culpaban a
Bolívar como responsable de los
desastres y las derrotas
ocasionadas al ejercito libertador, en ese aciago año de 1814. Otro de los
cabecillas de esta rebeldía era Carlos Manuel Piar, quien se había hecho
proclamar Jefe de los Ejércitos de Oriente, mientras que Rivas era el jefe de
los ejércitos de Occidente.
En su manifiesto de Carúpano Bolívar inicia su documento: “Infeliz el
magistrado quien deba defenderse ante un tribunal de las imputaciones que se le
hagan por los crímenes que haya cometido contra su Patria; pero dichosísimo aquel que, sorteando los escollos de la guerra, de la política y de las
desgracias públicas, logre preservar intacto
su honor y se presente a exigir
de sus conciudadanos el testimonio de su
rectitud”.
Con esta aseveración, Bolívar, empieza por mostrar una profunda seguridad,
e que sus actuaciones han sido siempre en aras de la libertad de la patria, que si bien debe rendir cuentas
ante sus compatriotas también exige de ellos
la imparcialidad de sus opiniones
y la pronta restitución de sus derechos. Continúa el Libertador:
“Vuestros hermanos y no los españoles, han desgarrado vuestro seno,
derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares, y os han condenado a la expatriación”...
Aquí Bolívar deja entrever, que por culpa de los venezolanos que siguen
bajo las banderas realistas y que combaten contra los patriotas, es donde se
encuentran los males, que llevaron de nuevo a la República al sepulcro.
En otro de sus apartes manifiesta:
“No es justo destruir a los hombres
que no quieren ser libres; ni es libertad la que se logra bajo el imperio de las armas, contra la
opinión de seres fanáticos, cuya depravación de espíritu los hace amar las
cadenas”.
Entraba el Libertador en el campo psíquico de los hombres, para insistir,
que la libertad debía ser una connotación intrínseca de cada ser, para que a
través de ella llegara a la sublimación
del espíritu personal y nacional. Prosigue Bolívar:
“El cielo nos ha humillado al permitir que hayan sido nuestros
hermanos y, únicamente ellos, quienes nos
hayan derrotado”.
Esta aseveración va dirigida mayormente con el contingente de llaneros que
a las órdenes de Boves se enseñorearon con la geografía venezolana para dejarla
cubierta d cadáveres y de sangre venezolana. Hace ver el profundo amor que siente
por la Patria
y por los venezolanos, a pesar de la
anarquía imperante, cuando le dice:
Yo aspiro que Libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis
hecho, sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver a libertaros por la senda de
occidente, regada con tanta sangre y adornada con tantos laureles... pues jamás
la libertad ha sido subyugada por la
tiranía”.
No dejaba duda alguna que volvería con los mismos esfuerzos, esta vez desde
occidente, a libertar la Patria ,
y concluye expresando:
“Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres , ellos son
esclavos. Combatid, pues y venceréis: Dios concede la victoria a la constancia”
Motivaba a los venezolanos al
concluir su Manifiesto, con las diferencias entre ellos y los realistas a
quines combatían, para inducirlos a la lucha
y al combate como única manera de
llegar a la victoria. Nos recordaba que solo
la constancia de nuestras luchas, Dios la coronaría con la victoria.
Salió de la prisión, cuando Rivas se descuida
en la visita a un pueblo cercano
y el coronel Villapol lo libera. Igualmente a los demás detenidos que se embarcaron en el “Arrogante” del
pirata Bianchi, y se van a Cartagena de Indias, donde comienza Bolívar su
segundo exilio. Ver el texto original en el Apéndice.
SEGUNDA REPUBLICA.
RECUPERACIÓN DE VENEZUELA.
Bolívar vuelve a la
Nueva Granada , es bien recibido por Camilo Torres; participa
en la política, logra que Bogotá se una a las Provincias Unidas de la Nueva Granada ; pasa
a Cartagena donde se enfrenta al Coronel Castillo, pero por no crear una
situación bélica, renuncia y viaja a
Jamaica, donde permanece varios meses, escribe su célebre “Carta Profética de Jamaica”,
él la tituló “Contestación de un Americano Meridional a un Caballero de
esta isla” fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815, la cual expone su opinión sobre el pasado, el
presente y el futuro de América. El
destinatario de la carta, que ha sido ampliamente debatido, se ha logrado
identificar como Mr. Henrique Cullen, mediante investigación de varios
historiadores y muy especialmente por
Mons. Nicolás Navarro.
En Jamaica Bolívar se asila hasta diciembre
de 1815, durante ese tiempo escribe la celebra Carta de Jamaica en la
cual responde los planteamientos de
Un amigo ingles. La veremos más adelante. Sufre un atentado contra su
vida, ordenado por el propio general Pablo
Morillo. En esos días, Bolívar, enamorado como siempre, mantuvo relaciones con
Julia Cobier, a quien llama cariñosamente “La Francesista”;
Dice Rumazo González, en relación con La Carta de Jamaica, dice que: “La carta sitúa al Libertador en un
altísimo plano de sabiduría, en conocimiento de la historia americana, en la
versación del derecho y la sociología. Ni ahora, ni antes de él desde
Jefferson, ni más adelante, hasta el final de su vida hubo nadie en la guerra
que alcance tan encumbrada altura mental.”
Por nuestra parte decimos que este desahogo recurrente y político del
Libertador, debe ser tenido como pieza fundamental en el conocimiento de su
doctrina y credo político.
Después del atentado ordenado por Morillo, en el puñal de Pío Beto, y un
préstamo que le otorgó Mr. Hyslop,
comerciante que manejaba en el Caribe los negocios del Cacao producido
en los fundos de Bolívar, se traslada a la República de Haití, en busca de su amigo el Presidente
General Alejandro Petión, va en compañía
del general Pedro Briceño Méndez,
sus edecanes Rafael Pérez, Ramón
Chipia y su sirviente Andrés. Arriban al puerto de Los Cayos, donde lo
espera, con su disminuida escuadra, el que luego sería Almirante Luis
Brión. Sin embargo, gracias a la divina
providencia, que se adelantaba siempre a los deseos del genio, e interpone su
eficacia, de repente el mar se llena de velas, son los emigrados de Cartagena,
que vienen bajo el mando de Bermúdez, los 50 titanes de Cartagena.
De
Cartagena mártir, viene un grupo de 600
hombres que arriban a Puerto Príncipe, República de Haití; otros 200
fueron a Kingston-Jamaica, otros 150
intentaron llegar a Cuba y al parecer perecieron. No sabemos como se salvó el Mariscal,
probablemente naufragó y se salvó con
otros acompañantes. Sucre estuvo en lances similares durante su vida de
soldado, pero de este trance no dejo nada escrito.
Cuando los emigrados de Cartagena llegan a
Puerto Príncipe, Bolívar los esperaba y había hecho gestiones para que el Almirante
Brión fuese con una goleta a buscarlos, sabiendo que arribarían a ese puerto
tras la protección del Presidente Don Alejandro Petión. Lamentablemente:
Bermúdez, Aury y Montilla, despreciaron la amistad de Bolívar que ya había
conquistado, para su proyecto de Independencia de Venezuela, el corazón del
admirable revolucionario que fue Don Alejandro Petión, jefe del gobierno de la
republica independiente de Haití.
Tavera Acosta,
con mucha propiedad y más específico, nos lo cuenta, y señala:
“Mientras
tanto, los patriotas que vagan por las Antillas desde mediados de ese año, y
aquellos que salieron de Cartagena en diciembre
del mismo, van reuniéndose en Haití, hasta formar un selecto grupo
presidido por el Libertador. Allí se encuentran:
Antonio José de Sucre, Mariño, Piar, Bermúdez,
MacGregor, Montilla, Manuel Valdés,
Soublette, Briceño Méndez, Zea, Ducoudray-Holstein, Juan Antonio,
Celedonio, José María, Manuel, Gabriel y Germán Gutiérrez de Piñares, el canónigo
Juan Marimón, Ambrosio Plaza, Justo Briceño, Bartolomé Salóm, Pedro León
Torres, Pedro Maria Freites, José
Antonio Anzoátegui, Fernando Galindo, José Gabriel Pérez, Juan José
Liendo, José Ucroz, Teodoro Figueredo,
Francisco Piñango, Francisco de Paula Vélez,
Francisco de Paula Alcántara, José María Landaeta, Miguel Borrás, Pedro
Chipía, José Antonio Raposo, Manuel Isava Sucre, Patricio Rubio, Vicente
Villegas, José María Durán, Luis Aury, P. Duchemín, J. Du Cailá, Rafael
Lugo, Felipe Mauricio Martín, Jorge y
Pedro Meleán, José Gabriel Lugo, Bruno y
Francisco José Torres, Estanislao Ribas,
Ricardo Mesa, Mauricio Cancino, Tomás Hernández, Guillermo Palacios, Florencio
Tovar Galindo, José María Lecuna, Juan de Dios Morales, José María Monzón, Fernando Tremarías Collot,
José Ignacio Pulido, Manuel N. Manzo,
Sebastián Boe, Vicente Landaeta, Miguel Marconi, Diego José Jugo,
Dufils, Brisel, Schmidt, Julián Montes de Oca, Agustín Gustavo Villaret, Manuel María y Cosme Damián Quintero, Miguel Cegarra, Felipe Enrique Domínguez,
Santos Acosa, N. Puquet, Pedro Betancourt, Andrés Movit, Vicente Bumont, Pedro
Cadenas, Cayetano Cestari, Lorenzo y José Bianchi, José Montes, Pedro
Carrasco, N. Pasoni, N. Parejo, N. Sabino, los hermanos Lanzón, José
Padilla, Demetrio Alfaro, N. Araoz,
Hilario Ibarra, Eloy Demarque, Rafael
Diego Mérida, Pedro Martínez Aldao,
Jerónimo Pompa, Jorge Martínez Lozano, ,
Genaro Montbrune, Juan Bailío, Carlos Luis Castells, Alejandro Urreta, José y Antonio Jerónimo Lyón, Jacobo Kreidlin, Miguel
Ustáriz, Juan Santana, Mauricio Encinoso, Lope Paría Buroz, Pedro Alcántara
Herrán, Narciso Gonell, Juan Muñoz, Juan
Boza, José María Flores, Joaquín Camero, Miguel Girardot, Manuel Martínez, N.
Barthlemay, José Martínez, Nicolás Machuca, Lucas Ortega Cova, Jerónimo y
Andrés Ortega Guevara, Miguel Arismendi, José María Arguíndegui, Pedro
González, Sebastián Cuesta, Simón
Antúnez, Vicente Bolívar, José María Fernández Carantoña, Simón y José Benito García, Juan Bautista
Darius, Lorenzo Hernández, F. Barrera,
F. Valencia, Manuel González, F.Velandia, Santos Orellana, Leocadio Acevedo,
Manuel y Pedro Romera, Eugenio Rojas, Pedro Rodríguez, José Antonio Rodríguez,
Ramón Segura, Juan Antonio, Eusebio,
Toribio y José Antonio Silva, y Manuel Maria Tinoco.
Siendo de advertir que Bermúdez, Montilla,
Aury, Ducailá, Isava Sucre, Rubio, Callot y Villegas, no acompañaron al
Libertador en la expedición.
Bajo
la noble protección del general Alejandro Petión, Presidente de Haití, quien proporciona a Bolívar buques, fusiles,
pólvora, plomo, una prensa tipográfica,
fornituras, bayonetas, etc. (dos mil fusiles, diez mil libras de
pólvora, quince mil de plomo etc.) puede el Libertador organizar la expedición
de Los Cayos; y ya listos los preparativos para el mes de marzo de 1816,
empiezan a salir las naves desde el
puerto de San Luis, el 31 de dicho mes.
240
patriotas parten de Los Callos con Bolívar, que sabe que su expedición es
noticia y que tendrá fuerte oposición, escribe cartas en las cuales dice que va
con 14 barcos, 2000 hombres, armas y municiones para 10 años de lucha.
Antes
de partir espera y recoge a Pepita Machado, un amor apasionado, y otras damas que le solicitaron auxilio,
para ello se dirigen al fondeadero de La Beata. Allí también
recibe la alentadora y grata noticia de que Margarita es libre, gracias al
arrojo del valiente general margariteño Juan Bautista Arismendi; entonces Bolívar ordena dirigirse a Margarita.
Antes
de arribar a la isla, Bolívar y Brión logran
derrotar a una escuadra española, en una acción rápida y
deslumbrante, que se opone al desembarco de sus fuerzas en
Margarita, capturando algunos barcos y pertrechos. Arismendi los recibe y se
une a los patriotas bajo el mando de Bolívar. Convocan una asamblea en
Margarita en la cual se le confirma a
Bolívar el mando supremo del ejército patriota.
Bolívar
decide invadir por Carúpano y después de otra batalla naval, logran tomar la
plaza, que encuentra desocupada ya que sus moradores la abandonaron, sin
embargo, en 30 días, Bolívar logra
enrolar cerca de 1000 reclutas, que inmediatamente son entrenados en el uso de
las armas.
Al
parecer las lluvias de julio son el primer gran inconveniente que enfrenta este
improvisado ejército. Otro inconveniente es la conspiración del inglés Ducondray
Holstein, que es descubierto y expulsado de Venezuela. Este sujeto escribió
horrores de Bolívar. En esos 30 días,
organiza muy bien su ejército, decreta la libertad de los esclavos, como
lo prometió a Petión, forma una pequeña flota, y se dirige hacia el occidente,
a las costas centrales de Venezuela. Visionario como siempre, dice:
“Si
soy desgraciado en ella, no perderé sino la vida, porque siempre es grande
emprender lo heroico. Voy a desembarcar en la costa de Ocumare a la cabeza de
mil hombres y antes de ocho días tomaré la capital”, esta profecía no se
cumple, sin embargo Ocumare constituye un hito en la recuperación de Venezuela.
En
efecto Bolívar desembarca en Ocumare con sus mil hombres bien apertrechados,
pero Morillo destaca a Morales con fuerzas suficientes para contenerlo. Las
fuerzas patriotas bajo el mando de Soublette, se preparan para enfrentarlo.
Bolívar después de ejercitar y apertrechar sus tropas se une a Soublette. De
todas formas las fuerzas patriotas son derrotadas por Morales.
La
derrota sufrida en Ocumare afecta profundamente al Libertador, el cual salva la
vida por la oportuna intervención del comandante Videau, que lo rescata en un
momento de desesperación. Bolívar vuelve
al mando y conduce la expedición al puerto de Guiria, donde se encuentra
Bermúdez y Mariño, que resentidos con él no le permiten ocupar la plaza y se ve
obligado a volver a Haití.
BOLIVAR REGRESA A MARGARITA.
Bolívar
en Haití con la ayuda de Petión, prepara su regreso a la lucha, único propósito
de su vida. Transcurren tres meses de trabajo incesante hasta que recibe el llamado de Arismendi y
José Tadeo Monagas; que reunidos con otros patriotas, lo llaman para que se
ponga al frente de sus fuerzas. Con nuevos bríos parte hacia la isla de
Margarita, a finales ya de 1816.
Arismendi lo recibe y sin perdida de tiempo Bolívar le escribe a Mariño:
“Yo
no puedo persuadirme que usted sea capaz de degradarse al infame rango del
traidor Castillo; el fue un disidente, no debe usted serlo jamás”... “Parto
mañana a defender a Barcelona...”
Mariño
accede, y toma el mando del ejército. Bolívar y
Mariño son derrotados en Barcelona. Piar le abre el camino de Angostura,
en Barcelona no hay nada que hacer, parte con 20 oficiales hacia el Sur, en ese
giro ve la fortuna de la
Patria.
Santander
se une a Bolívar que lo acoge como jefe del Estado Mayor General del Ejército.
Bolívar divide el ejercito en dos divisiones,
deja la de occidente al mando de Piar, y parte con el resto del ejercito
hacia Angostura.
Macgregor
y Piar derrotan a Morales en el Juncal, y Piar derrota a La Torre en San Félix. Ahora
están a su lado lo mejores hombres de la independencia: Sucre, Urdaneta,
Arismendi, Bermúdez, Mariño, Soublette, Santander, Lara, Briceño, Valdés,
Monagas, Barreto, Brión, y otros.
Bolívar
decide tomar Angostura, cueste lo que cueste, y limpiar el Orinoco de las
fuerzas realistas.
Sin
embargo el mando militar no está entendiendo las órdenes de Bolívar, su
autoridad no es respetada, sobre todo en el caso de Piar, que complota
abiertamente contra él. Después de una serie de incidentes Piar es sometido a
un consejo de Guerra que sumariamente lo condena y es fusilado.
Bolívar
pasó el trago amargo de Casacoima. Después de Casacoima, toman Angostura,
Bermúdez al frente de un batallón irrumpe en la ciudad que ha sido abandonada.
Brión
derrota a la armada española en el Orinoco y los patriotas surten su ejercito
de todo cuanto los españoles tenían. Morillo es rechazado en Margarita.
Bolívar
se une a Páez, para intentar la toma de Caracas. Páez le jura obediencia en el
Yagual, finalizando el año 1817; y se abraza con Bolívar en el Hato
Cañafístola.
Por
su parte Morillo toma Calabozo y reúne un considerable contingente. Bolívar y
Páez toman San Fernando y con un
ejercito de 4000 hombres asaltan Calabozo infringiéndole mucho daño al ejército
español; Morillo huye hacia el Sombrero y salva buena parte de su ejército.
Bolívar
recibe refuerzos de Londres, hombres y armas. Sin embargo pierde la primera de La Puerta , donde Morillo vence
y se alza con una espléndida victoria
aunque sale gravemente herido.
Atentan
contra Bolívar en el Rincón de los Toros, el 17 de abril de 1818, cuando una
partida realista irrumpió en el campamento y dispararon contra la hamaca donde estaba sentado el Libertador, pero no
lo tocaron.
Bolívar
salva milagrosamente la vida y va en busca de Páez, hacia San Fernando de
Apure. En los últimos 4 años ha sido desterrado 4 veces. Cartagena, Jamaica y Haití lo han acogido y
protegido y 4 veces ha iniciado el proceso libertador.
BOLIVAR EN GUAYANA
Ahora
derrotado en Mantecal y San Fernando, en 1817 dirige sus pasos hacia
Guayana.
Va
a Guayana sin tomar aliento, derrotado pero no vencido, ve en Guayana el porvenir de América. Arturo
Uslar Pietri en el discurso conmemorativo de los 150 años del Congreso de
Angostura, dice:
“Es el tiempo en que los terribles rivales
impetuosos, que no pueden alcanzar lo que él ve, le mezquinan el
reconocimiento. Es la época de las pugnas sordas o abiertas
con hombres agresivos y poderosos como Mariño, como Arismendi, como
Piar, como Páez, como Bermúdez...
Morillo,
poderoso, gobierna en nombre de Fernando VII en todo el Virreinato de la Nueva Granada.
Dos
batallas le abren las puertas de Angostura, El Juncal y San Félix. En las dos
brilla el genio de Piar.
“Protegido
por el inmenso foso del arco del Orinoco establece en el viejo pueblo su centro
de operaciones”.. “tan pronto pone el pie en Angostura, junto con las más
urgentes medidas militares va a tomar
dos iniciativas muy importantes. El 30 de Octubre de 1817 funda el Consejo de
Estado que es un alto organismo de consulta, para que todo el peso del
poder no quede en sus manos y para replantar en la tierra arrasada por la
lucha, el árbol de las instituciones
republicanas...”
El
otro gran suceso es la fundación del Correo del Orinoco. La revolución tenía
brazos y corazón pero había de tener pensamiento para alcanzar toda su
dimensión histórica. El 27 de junio de 1818 aparece el primer número.
(Dos
cumaneses ilustres se destacan en este periódico, el Lic. José Luis Ramos y el
Dr. Juan Martínez Alemán, al lado de los prominentes Drs. Juan Germán Rocio y
Manuel Palacios Fajardo).
“Esta
es la grandeza de Bolívar, la de estar más arriba y la de ver más allá de los
acontecimientos inmediatos”.
“En
su cabeza bullen las gigantescas concepciones
que van a cambiar el presente y a apresurar el futuro. Piensa e términos
de continentes, de nuevas y poderosas instituciones, de humanidad, de libertad
para los hombres, de justicia y de poder
verdadero y respetable para las nuevas naciones. Piensa en la unión de los
países americanos, en la creación de un nuevo derecho, un nuevo y mas justo
equilibrio del mundo con la
América libre y rica
que pudiera “mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno”.
Bolívar
en Angostura, convoca el Segundo Congreso Nacional.
“Desde
la ruina sangrienta de la
Primera República el Libertador no ha cesado de
reflexionar a fondo sobre las causas de
aquel destre y sobre el arduo problema
de crear instituciones adecuadas a la vez a la realidad histórica de los pueblos y al propósito de crear una democracia sobre la herencia del absolutismo.
Es
lo que llama desde 1812, en el Manifiesto de Cartagena “la ciencia práctica del
gobierno” pero sin dejar de advertir que permanece fiel al sistema liberal y
justo. Es también lo que reitera , mas pormenorizadamente, en 1815 en aquella iluminada Carta de Jamaica
en la que recorre en la mas
deslumbradora síntesis todo el escenario
del mundo americano, con su geografía difícil, sus poblaciones
aisladas, las alternativas de su porvenir
y las inmensas posibilidades de crecimiento y poderío que yacen
en su seno de gigante dormido”.
El
22 de octubre de 1818 convoca el Congreso Nacional que deberá reunirse el 1 de
enero de 1819, donde se propone presentar el proyecto de una nueva
Constitución. Dice Uslar que “Va a hablar para todo mundo y para todos los
tiempos. Va a levantar la lucha armada al nivel de una doctrina y de una
concepción del destino colectivo”.
Para
el 19 de Enero comienzan a llegar los diputados de Caracas, Cumaná, Barcelona,
Margarita, Barinas y Guayana; el 21 llegan los voluntarios ingleses bajo el
mando de los comandantes Eslom y English. Están allí los comandantes del
ejercito libertador: Santiago Mariño,
Rafael Urdaneta, Tomás Montilla, Pedro León Torres, y están también los forjadores del estado de
derecho: Juan Germán Rocio, Francisco Antonio
Zea, José Luis Ramos, Juan Martínez Alemán, Fernando Peñalver, Diego
Bautista Urbaneja, Gaspar Marcano, Antonio María Briceño, Ramón Ignacio Méndez,
etc.
INSTALACION DEL CONGRESO DE ANGOSTURA. DISCURSO DEL
15 DE FEBRERO DE 1819.
El
15 de febrero se instala el Congreso. Inicia su discurso con una advocación
histórica: “Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha
convocado la
Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta”.
Véase
el discurso de Angostura y las líneas de la nueva constitución que propone
Bolívar al Congreso, en el Apendice.
.
Habla
con convicción, con fe que quiere trasmitir a todos. Entre las primeras
medidas, nombra al coronel Antonio José
de Sucre Jefe Militar del Bajo Orinoco en 1817 y en el mismo año, Jefe del
Estado Mayor del Ejército de Oriente, bajo el mando del General José Francisco
Bermúdez.
Nota.- Le dedicaré un capitulo especial a Bolívar en Guayana y la creación de Colombia.
La primera carta de Sucre a Bolívar
Sucre
escribe al Libertador desde Maturín el 17 de octubre de 1817, 6 días después
del fusilamiento de Piar sin mencionar el hecho; es la primera carta dirigida a
Bolívar que aparece en el “Archivo de
Sucre”:
“Mi General y apreciado amigo: … Anoche a las diez llegué a ésta, habiendo
tenido en Tabasca la dilación que avisé a Vd. Al amanecer hoy escribí a
Cumanacoa… ha recibido el general Rojas el parte que incluyo a Vd. del coronel
Carmona. Por dicho parte, la división de Cumanacoa está ya corriente; pero
temiendo yo que hagan una igual a la pasada en que dieron un paso casi semejante, me apresuro a marchar para asegurar
el que han dado ahora, y no permitir que alguna otra junta o bochinche varíe la disposición… Me
parece más importante que nunca la venida del General Bermúdez; tanto que aún
sería tal vez bueno darlo a reconocer sin embargo de no haber llegado…. Del
General Mariño nada se sabe; porque la toma de Güiria ha impedido la comunicación de Trinidad. Yo le escribo
hoy por Tabasca para cuando haya ocasión. El coronel Armario pudo salir de
aquí para llenar su comisión antes que hubiese buques enemigos en el golfo
Triste; pero estando algunos ahora, sin
trasportes aquí y sin medios para verme
con él a fin de desempeñar la
otra parte de mi comisión, que comprende su completa reunión al gobierno, tendré (si Vd. dispone que vaya donde él) que volverme a Tabasca y procurar allí en que
verificarlo para Trinidad.
Mientras
Vd. me contesta habré yo ocupado el tiempo en que se arregle la división de Cumanacoa, y para
facilitar entonces si he de ir donde el
general Mariño, sería bueno que viniese de Guayana una flechera a Tabasca o
mejor a Barrancas equipada de lo necesario, pues ya digo que en esta no hay
trasporte alguno ni puede entrar.
Yo
no dudo que el General Mariño se convendrá al orden no teniendo otro
arbitrio sino ese o el de ser un
guerrillero en los montes de Güiria, y
aun en ellos se dice que lo ha atacado. Será sensible que le suceda un mal, o
que pierda 300 hombres que había reunido en Günimita. Los enemigos parece que tenían en Güiria 500
hombres y 14 pequeños buques mal
armados y tripulados. En fin Vd., me
dirá lo que debo hacer respecto a mi
marcha casa del general Mariño con presencia desorden de cosas actuales…” (69)
Lo
primero que llama la atención de esta carta es el trato de “apreciado amigo”
que le da Sucre a Bolívar, lo que significa una larga y afectuosa relación, que
en mi concepto y el de otros investigadores, viene desde 1812, cuando Sucre y
Bolívar peleaban bajo las órdenes de Miranda. Luego se debe
considerar, que forma parte de la
correspondencia rutinaria entre los dos líderes, lo que queda al descubierto
cuando le dice “la dilación que avisé a Ud”. Sucre le habla a Bolívar en un
tono que no deja dudas sobre la igualdad
de criterios y de objetivos, y hasta se atreve a tomar decisiones que solo
correspondían al Libertador, incluso sobre su propio destino. Mariño y Bermúdez
están dentro de una estrategia que ambos manejan hacia un solo propósito, la
unidad del ejército, lo que en cierta forma explica el ajusticiamiento de
Piar.
El
31 de octubre le escribe desde Aragua: “Dirijo a V. S., un estado de las fuerzas que obran contra
Cumaná…En noviembre deberé regresarme a Cumanacoa a tomarme mi destino en aquellas tropas
erigidas en división…
El
9 de noviembre le escribe otra vez: “Tengo la satisfacción de participar a V.
S. que el día de hoy he sido recibido en la división de Cumaná por Jefe del
estado mayor de ella, a que me ha destinado S. E. el jefe supremo de la República por despacho de 7 de octubre..
En
Cumaná los reales cuentan con más de 40 cañones de diversos calibres, con la
guarnición y el regimiento “Granada”, bajo el mando de Agustín Noguera; el
regimiento “Reina Isabel”, con Eugenio Arana. En Cariaco quedó el
coronel José María Fuentes con dos compañías; en Carúpano el comandante Juan de
Armas; en Paria el invicto coronel Francisco Jiménez.
Sucre,
siguiendo las instrucciones de Bolívar,
logra con diplomacia lo que parecía imposible, y Mariño viene a
Cumanacoa. Bermúdez hace formar la División bajo su mando y reciben al Libertador de
Oriente con pomposo desfile, bajo el grito de ¡Viva La Patria ! Mariño y Bermúdez se abrazan y olvidan sus enconos. La Patria es una sola y abre
los brazos a los dos grandes patricios.
La
misión que le encomendó Bolívar a
Sucre, dice Rumazo González, fue
diplomática: “La política más que la fuerza, debe obrar en esa provincia; así
pues, encargo a usted mueva todos los
resortes del corazón humano para someter al Gobierno los disidentes que
el general Mariño ha extraviado”… “si el general Mariño se somete
voluntariamente, se le trate con la mayor dignidad; si, por el contrario,
resiste a las órdenes, es preciso aprehenderlo”.
La
misión cumplida por Sucre fue exitosa, hasta un punto en que Mariño le escribe a Bolívar, y dijo
entonces el Libertador en carta a Sucre: “Usted se ha portado con la
delicadeza y tino que yo esperaba.
Celebro infinito que usted haya visto y tratado al general Mariño del modo que
lo ha hecho, sin desesperarlo y con la
consideración que él merece. La política es la que debe hacerlo todo “
Para
el 21 de diciembre de 1817, Bermúdez con Sucre como Jefe del Estado Mayor,
organiza el ejército, forma dos
brigadas, compuestas de dos batallones
cada una; la primera bajo el mando del los coroneles Guevara
y Francisco Carmona; y la segunda
brigada bajo el mando de los coroneles
Manuel Isava Sucre y José Manuel Torres.
Los batallones No. 1, con el coronel
Calixto Baza y Sargento Mayor, Francisco Giraud; el No. 2, coronel Ildefonso Paredes y capitán Leonardo
Brito Sánchez; el No. 3, Ignacio Brito
Sánchez, y Vicente Villegas; el No. 4, el coronel Carrera y Santiago España. Al indómito coronel
Domingo Montes lo encarga de la
caballería, jefe del batallón “Dragones
Invencibles”.
BOLIVAR Y SUCRE EN 1817 Y 1818
Veamos
como nos lo cuanta don Jerónimo Ramos en su obra “Bermúdez en 1817” publicada en 1925 en el
bisemanario “Sucre”, Nos. 65 y
siguientes.
“El
héroe de San Félix por temor o enojo, había partido de Guayana con dirección a
la provincia de Cumaná donde Mariño de por si
continuaba la lucha contra la dominación española. Males para la patria
debían temer los partidarios de la
revolución, que no querían estorbos en su marcha, si uno y otro menos atentos
al bien común que a sus particulares resentimientos con el Libertador, se
dejaban guiar por los consejos de una
mala inspirada pasión; pero entre ambos no podía efectuarse un perfecto
acuerdo de voluntades, sino en lo que
exclusivamente se relaciona con la guerra de independencia, porque Mariño y
Piar se miraban de tiempo atrás con profunda desconfianza. No obstante, para acallar todo escrúpulo, el
Libertador despachó para Mariño al coronel Agustín Armario, muy conocido en la
provincia, con el encargo de realizar
las relaciones suspensas y de exigir el explícito reconocimiento de su
autoridad.
Prometíase
Armario hallar a Mariño en territorio de Maturín por sucesos en Güiria,
provenientes de lo mal que se comportaban los patriotas encargados de su
defensa, obligaron a Mariño a acudir al remedio y a desentenderse de las
operaciones militares sobre la capital, limitadas por el momento a impedir al
enemigo el envío de auxilios a aquella costa.
Marchó
Mariño con su guardia de honor, y solo por miramiento a la alta graduación de
Piar, le encomendó el mando más aparente
que efectivo en las tropas que dejaba, compuestas de oficiales y soldados muy adictos a su persona. Armario, en pos de Mariño,
atravesó en consecuencia el Golfo Triste (Paria). A poco sucedió la toma de
Güiria que frustró el designio principal de Mariño, pero su presencia en Paria
sirvió a lo menos para evitar que fueren
mayores las pérdidas de los patriotas;
pues logró salvar en la derrota el parque y gran parte de las fuerzas
con que se acogió a los montes.
Entonces,
juzgando oportuna la ocasión par aniquilar a sus particulares enemigos, no
disimuló el Libertador la alegría que le causaba la toma de Güiria, que los
españoles celebraban como un gran triunfo. Así que creyendo a Mariño, según
estos propalaban, refugiado en Chacachacare imaginó como posible la aprehensión
de Piar, a quien consideró aislado, sin recursos ni siquiera espacio donde
vagar, entre tanto Rojas que por los patriotas mandaba en Maturín y los
realistas que poseían a Cumaná; por lo cual ordenó sin rodeos a Cedeño marchase
a realizarla con un cuerpo de caballería y el apoyo de las tropas que defendían
a Maturín.
En
Aragua de Maturín cayó Piar sin defensa en manos de Cedeño. Fácil fue su
captura, como también después el sometimiento de la división que al mando de
aquel había dejado Mariño en Cumanacoa, porque las circunstancias en verdad no
favorecían la resistencia, y porque además se afirmaba como cierto el
avenimiento de Mariño con el Libertador en virtud de las propuestas de Armario.
Más
el 3 de octubre (1817), día siguiente de haber llegado Piar a Guayana, el Libertador, prescindiendo de
sus negociaciones con Mariño, previno a Cedeño
apurase todos los recursos y emplease todos los medios por lograr su aprehensión; a la vez que,
fuese o no que la considerase como
infalible, juzgó acertado separar a Bermúdez del mando del ejército del
Centro para enviarlo a Cumaná por Gobernador y Comandante General de la
provincia, en donde, si bien Cedeño
había limitado, carecía de influjo y de prestigio para compactar y dirigir la
opinión; nombramiento poco atinado porque desavenidos para la época Bermúdez y
Mariño, podían llegar a la exaltación de las pasiones en un rompimiento
escandaloso por sus disgustos e intereses particulares; pues Bermúdez era de genio arrebatado, impetuoso y
violento, y Mariño muy celoso de su honra. Uno y otro contaban parciales y eran
al mismo tiempo osados y valientes. Pero esa era la elección que convenía más a
las miras del Libertador, determinado como estaba a no omitir la ocasión que le
ofrecían los nuevos sucesos de la provincia para acabar con Mariño, como había
aprovechado la toma de Güiria para concluir con Piar. Así que, confiado cuando
menos en humillar a Mariño y perderlo en el concepto público, lo calificó sin
embozo de disidente en la proclama con que anunció al mundo el fusilamiento de
aquel jefe.
Cedeño
se volvió a Guayana a fines de octubre,
apenas Bermúdez hubo llegado a Maturín, había precedido a éste en su viaje a la
provincia el coronel Antonio José de Sucre, nombrado por el Libertador para
Jefe de Estado Mayor en la división de Cumaná. Juntos caminaron hasta Aragua:
Bermúdez siguió para Cumanacoa a tomar el mando de las tropas que allí había
reconocido al Gobierno; y Sucre se quedó a esperar a Mariño quien repasando el
Golfo Triste, acababa de desembarcar en el puerto de San Juan con cerca de 400
hombres y no escasas municiones de guerra. Con esta noticia se desvaneció la
esperanza de aprehenderlo: forzoso era entrar con él en pactos de concordia,
para lo cual Sucre estaba autorizado por el Libertador; pero Mariño había
sabido en San Juan, por cartas de Trinidad, tanto la muerte de Piar como su
propia proscripción, por donde recelando no le aconteciera lo que a aquel en Aragua de Maturín, marchaba con las
mayores precauciones hacia Punceres, resuelto a no pasar de allí sin informarse
bien del curso de los asuntos y sin
reunir su parque, cuya conducción
dificultaba la falta de
acémilas y lo intransitable del camino.
Determinó entonces Sucre, obtenido que hubiera el beneplácito de Mariño,
trasladarse a su campamento. A Punceres llegó Sucre el 3 de noviembre en
concurrencia con la vanguardia de Mariño que avanzaba con lentitud; y aunque
Bermúdez, en su encono contra éste, había dado órdenes precisas a los pueblos
para que negasen a sus tropas todo recurso, Sucre no sólo les suministró víveres aquel día, más exigió de Rojas la
facilitase a Mariño algunos indios para
la conducción de sus pertrechos, era que al contrario de Bermúdez, creía Sucre
que debía concederse algo a la política, preveía que aquel parque y aquellos soldados iban al cabo y a la postre a ser útiles en la defensa de la patria, y sobre todo
quería que su generosidad se tomase
como prenda de buena disposición en el gobierno.
No
pudo lograrse ninguna conveniencia, porque Mariño consideró inaceptables los
términos del ajuste, reducidos a prometer Sucre la gracia y amistad del
Libertador, siempre que Mariño completase la entrada a sus deberes con la
entrega de sus tropas a Bermúdez y con
su presentación ulterior en Guayana a prestar juramento de obediencia y fidelidad al gobierno; pues
así la ruptura de las propuestas de
Armario como el nombramiento de Bermúdez
hacían temer a Mariño por su libertad y
su vida, mucho más cuando, a su juicio,
exento Piar de crimen alguno acababa de expirar en afrentoso patíbulo.
Antes que exponerse voluntariamente de
ese modo a ser vejado, optaba Mariño por abandonar el País, lo que, cierto,
hiciera al punto en las embarcaciones
que tenía en San Juan, sino porque,
celoso de su reputación, creía que su salida, para ser decorosa, debía
efectuarla con permiso del gobierno, a
quien había ofrecido a placer sumisión y
acatamiento.
En
abono de estas promesas era menester que Mariño diese explicaciones al gobierno
respecto de su presente negativa. Así lo hizo, depuesto el natural enfado, en
correspondencia que entregó Sucre para el Libertador. Con esto, despedido el uno del otro, encaminose Sucre para Cumanacoa, en
donde por orden general del día 9 fue reconocido en su empleo.
No
nos parece impropio adelantar aquí una opinión acerca de las aptitudes de ese
joven de 22 años apenas, para el desempeño de tan delicadas funciones. En aquella época luminosa no era fácil subir
sin méritos eminentes. Desde Angostura, dice carta de Soublette a Sucre, fechada el 6 de agosto de 1818: “… me congratulo cada vez que veo a
un Sucre, cuyos cocimientos generales, ideas metódicas, firmeza, amor al
trabajo y al orden, integridad, etc., me hacen prever un oficial de grandes esperanzas en esta parte
importante del servicio de los
ejércitos” Dos años después era Sucre el Jefe de Estado Mayor General.
El
territorio ocupado por los patriotas era el más pobre de la Provincia , no así el que
subsistía en poder de los españoles, abundante en recursos; los pueblos del
interior obedecían a aquellos; a estos, los inmediatos a las costas. Guarnecían
a Cumaná cuando menos mil hombres que componían el segundo batallón del
regimiento de Granada y otros del de la Reina Isabel , al mando, respectivamente de los
tenientes coroneles don Agustín Noguera
y don Eugenio Arana, y algunos dragones y artilleros.
Encontrábase
en Cariaco con 50 hombres el comandante José María Fuentes, natural y vecino
del lugar; en Carúpano, con 300, el teniente coronel, don Juan de Armas; y con
400 en Güiria, el teniente coronel don Francisco Jiménez. Las tropas patriotas
en número ni en calidad podían echar raya con las españolas. Rojas, lejos de la
acción del enemigo no contaba más que con el paisanaje de Maturín: como 400
eran en Cumanacoa los soldados de Bermúdez, escasos de todo si no de entusiasmo
patriótico, y calculados quedan atrás los que acompañaban a Mariño.
Era
imprescindible para los patriotas obrar sin dilación contra el enemigo
común; una vez que del esfuerzo
simultaneo de los diferentes cuerpos
desparramados en el territorio de la República , pendía el
éxito de las operaciones que el Libertador en persona iba a emprender ya sobre
la provincia de Caracas. Mariño, preocupado por ahora de su suerte, no podía prestar mayor apoyo, y muy débil
tenía que ser el de Bermúdez, con tropas escasas y desprovistas de municiones.
Sin embargo hizo cuanto pudo con voluntad y buen suceso.
De
Cumanacoa salto para Cariaco con 50 hombres el teniente coronel José María
Carrera, derrotó un destacamento en el pueblote Catuaro, recogió 20
fusiles y aumentó a ciento el número de
sus soldados, más tuvo que volverse, conforme a sus instrucciones, sin entrar
en aquella villa, por haber sido reforzada su guarnición con tropas de Cumaná. También con 50 hombres salió con
dirección a Cumaná el coronel Domingo
Montes y penetró hasta el barrio de Guaiqueríes en la noche del 12, pero sin
lograr sorprender las avanzadas del enemigo; bien que, en amaneciendo, más afortunado en su marcha
de regreso, le hizo 13 soldados prisioneros y le tomó 10 bestias en Sanjón de Maco, como a una milla de la
ciudad.
Con
doble porción de gente tornó luego
Carrera por Cariaco a Cumaná, y sería el
hilo de la media noche del día 20,
cuando lanzó sus fuerzas sobre la Casa Fuerte defendida
por Fuentes y escasa guarnición, cuyos defensores aturdidos la abandonaron sin
mayor resistencia. Carrera volvió a Catuaro y el 22, atacó y dispersó, en el pueblo de Santa Cruz, una partida enemiga. Entre una y otra sorpresa,
las pérdidas del enemigo alcanzaron a 2
soldados heridos, 84 fusiles, 1500 cartuchos embalados, 2000 raciones de
galletas, 6 bestias y dos cajas de guerra. Los republicanos no sufrieron bajas.
Al
habérselas con un enemigo diestro y poderoso, los independientes hubieran
recogido más bien cosecha de reveses
como fruto de sus locas desavenencias. Fuéronle por otra parte dañosas; porque
impidieron de presente que al esfuerzo común correspondiera con mayores la no esquiva fortuna; y porque produjeron de
luego a luego escándalos vergonzosos de sensible y dolorosa memoria.
Mariño
consumidos los víveres de Punceres, descampó de este sitio para el poco
distante de Aguas Blancas. Allá se dirigía Sucre en la alborada del 22, en junta con el teniente coronel José Manuel
Torres. Hallábase Sucre de camino en
Aragua de Maturín cuando en la tarde del 23 se entró Mariño a la imprevista en el pueblo con sus
tropas. Súpolo Bermúdez el 24 y
procediendo cauteloso en la inopinada aproximación de Mariño, comunicó órdenes
a Carrera, que estaba aún por Santa María, a Montes, que con 120 hombres se
enderezaba a Cumanacoa, y cuantas guerrillas se hallaban en comisión para que
sin pérdida de tiempo regresasen al campamento; a la vez que, por escasez de
pertrechos, exigía de prestado a Mariño, por medio de Sucre, vuelto ya a
Guanaguana para la noche de ese día, seis mil cartuchos de fusil, con achaque
de verificar contra el enemigo español una operación urgente.
No
fue distinta de la anterior la nueva misión de Sucre cerca de Mariño, sino que,
por insistencia del Libertador, era la misma en intención y propósitos.
Convinieron uno y otro con amistosa franqueza; mal de su agrado, prometió
Mariño a Sucre la entrega del pedido, siempre que Bermúdez se comprometiera
formalmente a facilitarle ante todo a Rojas y encarecerle el anticipado apresto
de la flechera que debía conducir a Mariño, caso que a los deseos de éste
accediese Bermúdez; pues no era para desechar un solo instante en la
patriótica labor de restablecer en la
provincia la apetecida concordia.
Pero
Mariño, desconfiando de Bermúdez o deseoso de arriesgar el último esfuerzo en defensa de su
comprometido decoro, no aguardó respuesta de Sucre y se declaró el 25, en
Aragua, en abierta rebelión, desconociendo la autoridad de Bermúdez, cuando
nada podía alentarle en su atrevimiento,
ni el estado de la opinión, dado que muchos de sus amigos, en las ocurrencias
que se siguieron, a la toma de Güiria y
a la prisión de Piar, de grado o por
fuerza, se habían reconciliado con el gobierno; tampoco el de sus tropas, por
ser las menos numerosas, a causa de que vagando
hasta aquellos lugares pobres e insalubres, la deserción y las
enfermedades las habían reducido a una
tercera parte; y ni siquiera por la falta de elementos de guerra en Maturín y Cumanacoa, por estar a punto su remedio con los
envíos desde Guayana por el Libertador. Desesperado fue el
consejo, el arresto inoportuno; la resolución antes gallarda que prudente.
Consecuente
con ella, marchó Mariño al instante sobre los patriotas de Cumanacoa, más
informado en Guanaguana que Carrera no había bajado aún para aquel valle, en la
mañana del 26 se desvió hacia Caripe, en
donde presumía hallarle, con el designio
de evitar, de todos modos, su incorporación a Bermúdez. Lo consiguió en efecto al otro día, en el
cual, Carrera arrastrado por la inclinación de sus tropas a Mariño, se alistó como de propio dictamen
entre los de su bando.
Mientras
de esa manera aumentaba Mariño sus fuerzas, vigorar la disciplina de las suyas
era ala vez el mayor de los cuidados de Bermúdez; porque compuesta en parte la
división de Cumaná de los restos de aquel
cuerpo de tropas que, como sabemos, dejó Mariño en Cumanacoa, a su
marcha para Güiria y que se dio a partido después de la aprehensión de Piar, no le inspiraba a la sazón la fe de una ciega
obediencia, entre otros, al general Rafael de Guevara, el coronel Manuel Isaba,
y los tenientes coroneles Montes, Carrera y León Prado, que a ella pertenecían,
estaban comprendidos en sus fundados recelos. Así que en el interés de Bermúdez
por mantener la disciplina con ejemplos rigurosos, bastaban tamañas inquietudes
para justificar de algún modo la severidad de la pena impuesta al teniente del
batallón de Colombia Gregorio Baca, que por haber repartido entre oficiales de
Bermúdez cartas de otros de Mariño, donde se les alentaba a la rebelión, fue
sentenciado a muerte y fusilado en la tarde del 29 en presencia de la división
en la plaza de Cumanacoa.
Sintiéndose
más seguro de sus tropas, Bermúdez
reunió en la mañana siguiente una junta de jefes y oficiales con el fin de insinuarles
su deseo de salir resuelto al encuentro de Mariño que había retornado a
Guanaguana. Aprobada por todos su determinación, la división rindió su primera
jornada de su marcha en el alto de Cocollar; la segunda en San Antonio, donde
fue pasado por las armas un soldado, desertor con otros en la noche anterior, y
la tercera en Cachimbo, una legua de San
Francisco, ahora cuartel general de Mariño. En vano algunos patriotas del uno y
otro bando procuraron iniciar
conferencias para prevenir el uso de las armas homicidas; antes solo sirvieron de ocasión para que
Mariño y Bermúdez, olvidados de su dignidad, se insultaran por medio de cartas
y recados sin ningún modo ni respeto. Anunciaba todo para el 3 de diciembre un rompimiento
inevitable; mas por dicha no apareciendo al amanecer en el campo de Mariño muchos oficiales y soldados que con Carrera
habían pasado en la noche al de
Bermúdez, de tal suerte se produjo en la mañana la deserción en San Francisco,
que a las doce del día Mariño y los
pocos que le restaban leales atropelladamente
abandonaron el pueblo y a paso
largo se encaminaron a Caripe, bien que
perdida toda esperanza de abrigo y
defensa.
Bermúdez
atravesó sin demora el Guarapiche que tenía por en medio, y ocupó a San
Francisco. Despachó luego en persecución de los fugitivos a Montes y encomendó
a Carrera la custodia de Cumanacoa. Montes alcanzó a la gente de a pie y la
hizo volver, y recogió gran cantidad de armas y pertrechos abandonados en el
camino. En Caripe se le presento el 5
Mariño con algunos oficiales, y también el R. P. Fray Tomás de Caltaseras, que en Catuaro
había hecho prisionero Carrera a su regreso de Cariaco.
Penosa
ansiedad se manifestaba en la mañana de 6 en el vecindario y la tropa de la Villa de San Francisco al
anunciarse la próxima llegada de Mariño. Como nadie había averiguado los designios de Bermúdez para con su
competidor abatido, en unos dominaba el temor, en otros la duda
de un mal recibimiento. Bien serían las
diez cuando al fin dejose ver
Mariño con algunos a caballo; a la
entrada del pueblo le presenta armas y le bate
marcha la división allí formada de antemano: rompen los aires los vivas y aclamaciones a la patria y al
gobierno, y en estrecho abrazo con
Bermúdez, que le cierra el paso, ahogan ambos
y olvidan su ominosa enemistad y rencores. Comprometiose Mariño a
alejarse de la provincia y Bermúdez a embarcarlo para Margarita cediendo complaciente a los
motivos de delicadeza aducidos por Mariño para no convenir en presentarse al Libertador en Guayana. Con ese acuerdo, se
separaron al rayar el alba del 8; Mariño tomó la vía de Caripe, Bermúdez la de
Cumanacoa.
Razones
de consideración personal, por una parte,
de agradecimiento, por otra,
respecto de Mariño, fueron sin duda las que movieron en su favor el ánimo de Bermúdez.
Nacido en la opulencia y favorecido con el don simpático de la belleza varonil,
había además recibido Mariño, con relación a su época, una educación esmerada,
sin descuido, a fuer de caballero, de la equitación y de la esgrima, en las que llegó a alcanzar
insigne destreza. Apuesto en su persona, culto en sus modales, suave en sus
costumbres, arrojado, dadivoso y galante tenía que ser por fuerza bien quisto
de las damas en el estrado como también
el ídolo del soldado en el ejército.
Favorecido así por la naturaleza y la fortuna, no conocía la envidia no
abrigaba en su pecho pasiones ruines. Por eso Piar, enemistado con él, le busca
y le encuentra benévolo en medio de
su deroniano. He aquí por qué no es el
héroe más digno de respeto pero sí el
más amable en el drama de la
emancipación. Bermúdez, que conocía su
bondad, no quiso ser un miserable.
No
fácil sino muy aventurado era el embarco de Mariño para Margarita, hallándose
el litoral de la provincia dominado por las armas españolas. La Esmeralda fue el punto fijado para verificarlo; pero había que luchar y
vencer en Cariaco, guarnecido con dobles fuerzas por consecuencia de la última excursión de
Carrera; proporcionar buque en una playa poco habitada y sin ningún comercio
exterior y regresarse debían sin tardanza las tropas que fueran a facilitarlo,
por temor de quedar cortadas por las que
acudieran en auxilio del enemigo desde
las plazas inmediatas de Carúpano y Cumaná. Para practicar esas operaciones fue
elegido Montes, de todos el más activo y arrojado. El 11, en amaneciendo, salió de Cumanacoa con 113 hombres hacia Poza Azul donde debía unírsele
Mariño; juntáronse el 12 y en la madrugada del día siguiente emprendieron su
marcha. Puesto aventajado para una
defensa, a la vez que paso forzoso, casi a la mitad del camino entre Cariaco y La Esmeralda , es el puente
echado sobre el río o caño que comunica
la laguna de Campoma con la laguna de Cariaco. De sobresalto Montes acomete la Villa a las 7 de la
mañana. Dispersa al cabo la prevenida guarnición que se defiende por
cortos instantes, envía a su gente de a caballo a posesionarse del puente antes que pudieran hacerlo los
derrotados y sorprende por remate una
avanzada en La
Esmeralda. Ninguna embarcación de porte se encontró en el
puerto, fuera de seis canoas: en dos metiéronse Mariño, edecanes y equipajes y
despedazáronse las restantes para impedir que en ellas se les persiguiera
después que Montes abandonara la playa, como lo hizo a las 4 de la tarde, en el
propósito discreto de dormir esa noche enseñoreado del puente referido. Dos
horas duró la lucha del día 14 en
Cariaco, pues vueltos de su asombro los
realistas habían logrado reunir alguna tropa con que oponerse a Montes en ruda
resistencia, vencida la cual, consiguieron los republicanos repasar sin ninguna
dificultad el río que rodea la
población. En esos encuentros le mataron a Montes un soldado y le hirieron a
tres. El enemigo tuvo de pérdida 10 muertos, 9 prisioneros y algunos heridos, más 11 fusiles y 450
cartuchos. El 16 Montes daba cuenta de su comisión en Cumanacoa.
Restablecido
de esa suerte el orden y la concordia en la provincia. Bermúdez convierte toda
su atención sobre la capital, para donde dispone la marcha el día 21. Había reunido a las
suyas las fuerzas de Mariño, recogido el
parque de éste, y recibido además con su secretario el teniente coronel Ramón Machado 25 mil cartuchos de fusil
enviados por el Libertador. Esperaba con el teniente coronel Torres, caballos y
reses de Guayana, y tropas de Maturín,
con el coronel Pedro Gotilla. La guarnición de Cumaná fuerte de mil hombres,
estaba por tanto en pie brillante. Tenía solo falta de organización y
procediese a repararla hasta con el cambio de nombre de los batallones de que
constaba, llamados Independiente, de Colombia, y de Cazadores, porque estos
últimos carecían de instrucción. Se la dividió en dos brigadas de infantería, y
cada brigada se compuso de dos batallones denominados: primero, segundo,
tercero y cuarto, hasta que honrosamente adquirieran nuevos distintivos en las
ocurrencias de la campaña. Formaban la primera brigada los batallones segundo y
tercero, mientras que los primero y cuarto formaban la segunda. Para primer
jefe de la primera brigada se escogió al general Rafael Guevara, y para segundo
al coronel Francisco Carmona, que se ausentó a poco para Guayana; para primer
jefe de la segunda brigada se escogió al coronel Manuel Isava, y para segundo,
al teniente coronel José Manuel Torres. Eligiose para comandante del batallón
número 1, (Cazadores), al teniente coronel Calixto Baza, y para sargento mayor
al capitán Francisco Giraud; para comandante del segundo (Colombia) al teniente coronel Ildefonso Paredes, y para
sargento mayor, al capitán José Leonardo Brito; para comandante del número
tercero (Granaderos) al teniente coronel Ignacio Brito, y para sargento mayor al
capitán Vicente Villegas, y para comandante del número cuatro
(independiente), al teniente coronel
José María Carrera, y para sargento mayor,
al capitán Santiago España. El teniente coronel Domingo Montes continuó de
comandante del batallón de Dragones.
No
ignoraban los realistas de Cumaná la determinación de Bermúdez de marchar sobre
la plaza; por lo cual rehacían las fortificaciones interiores, desmantelaban
las de la Boca
del Monte y de Capuchinos que quedaban fuera de la línea principal de defensa,
y tomaban cuantas otras medidas de seguridad les sugería su discreción o
cordura. Desasosegados y medrosos, fincaban su remedio en la vuelta del
brigadier don Tomás de Cires, gobernador propietario porque el interino,
coronel José María Barreiro no había alcanzado para entonces la reputación militar.
Además su circunspección y probidad despertaban sospechas. No sabemos cuál
influencia ejercieron esos recelos; mucha, si se considera que Cires sucedió
luego a Barreiro; poco o ninguna, por el lugar que enseguida ocupó éste en el
ejército. Bravo soldado demostró su valor en jornadas memorables, pundonoroso
caballero, rindió la vida en el cadalso con serenidad y gallardía. Bogotá fue
testigo de su lastimoso martirio.
Pocos
días duró la alarma en Cumaná, dado que un acontecimiento extraño vino a cambiar
la intención deliberada de Bermúdez. La pujante división de Zaraza con la cual
contaba el Libertador para dar comienzo a su campaña sobre Caracas, había sido
destruida el 2 por La Torre
en el sitio de la Hogaza. Para reparar
en breve las pérdidas sufridas, dictó el Libertador, entre otras disposiciones,
la Ley marcial en
que imponía la pena de muerte a todos los varones de 14 a 60 años que se excusasen
de tomar las armas en el actual conflicto de la patria; y despachó luego
comisionados a las provincias libres en solicitud de tropas para una nueva
campaña decisiva. De una manera vaga
supo Bermúdez el 17 aquel desgraciado suceso; y presumiendo ser parte en el plan de operaciones consiguiente,
redobló su actividad en el apresto del cuerpo a su obediencia para estar a
punto de prestar su ayuda y cooperación a la primera orden. El 21 recibió
Bermúdez, con la confirmación de la fatal noticia, la Ley marcial, que hizo publicar
al momento; y como también se le informara de que el coronel Juan Francisco
Sánchez traía una columna de 200 hombres para coadyuvar a la recluta general y
a la conducción de las tropas con que contribuyera la provincia, ordenó a Rojas
la dejase en Maturín, por temor de que, si pasaba a delante, se fuesen a leva y
a monte los patriotas, cuando el logro apetecido pendía más bien del engaño que
de la fuerza.
El
ayudante general coronel Sánchez se presentó solo el 24 en Cumanacoa. Traía
además encargo del Libertador, que ignoraba todavía los acontecimientos de San
Francisco, para arreglar pacíficamente, en términos honrosos para Mariño y
decorosos para el gobierno, los sucesos sediciosos de la provincia. Este era el
medio que indicaba una autoridad flaca y enferma que el más ligero accidente
extenuaba y abatía. La causa nacional, sin vigor, aun tenía interés en
conservar el influjo de Mariño, no en
extinguirlo; porque su concurso era
indispensable a la realización del propósito
social, sus servicios útiles al deseado bienestar común. Una pretensión
contrapuesta produjo entonces riñas más o menos lamentables; las produjo
también después, con mengua del mismo principio de autoridad que se invocaba;
pues cuando aquella carece de fuerza para hacerla obedecer, natural es que se
exponga a un ridículo o menosprecio. Solamente
la proeza de Boyacá podía consolidar la autoridad vacilante del Jefe
Supremo.
Bermúdez
determinó, una vez que hubo conferenciado con Sánchez, sacar las fuerzas de la
provincia en auxilio del Libertador. Para poner por obra su pensamiento, llamó
por la posta a los comandantes de los pueblos menos cercanos, so pretexto de
practicar una correría o una revista general de las tropas. Penetrado el
designio por los que asistían en Cumanacoa, encubrían mal su descontento, que
se manifestó después sin rebozo en el vecindario; porque Bermúdez lo impuso,
como a los demás del contorno, la emigración a Maturín, para que en su
desamparo no quedase a merced del enemigo. Las familias comenzaron su salida el
27; para el 29 se señaló la salida de la división. El 28 trajo un correo de
Guayana 72 despachos para los oficiales, con felicitaciones del Libertador para
Montes por su merecido ascenso a coronel; pero las muestras de complacencia con
que aquellos fueron recibidos por los agraciados, no alcanzaron a calmar la
inquietud de Bermúdez, ocasionadas por el desagrado con que se miraba su empeño; y e la tarde se recogieron y
depositaron en parque cuantos pertrechos
paraban en poder de los soldados, con el
objeto de evitar alguna funesta tentativa.
Inútil
fue la cautela. En una noche, sorda y cautelosamente se dispuso una
conspiración. Los conjurados extrajeron
algunos cartuchos, que se distribuyeron en el seno del batallón cuarto.
Cuando hubo amanecido se formó en la plaza
de Cumanacoa la división de Cumaná en disposición de marcha, como estaba
ordenado; y momentos después se introdujo en la habitación del Comandante en
Jefe, el coronel Montes para anunciarle que las tropas se inclinaban por la desobediencia. Montando
en cólera, la cobija al brazo y la espada desnuda, se presenta amenazador ante
los soldados el general Bermúdez. Quiere
conocer el poderío de la insurrección e interroga a cada cuerpo por sus
oficiales. Los soldados del batallón cuarto hacen pública su rebeldía, y en los
otros cuerpos se descubre algunos adictos. Montes, caudillo de la revuelta,
está secundado por Carrera, Prado y varios oficiales de su posición y de
aliento. El desorden, la confusión
reinan; unos aplauden, otros gritan, cuales celebran; pero todos aclaman al
gobierno y al Jefe Supremo. Bermúdez reprime su furor, por no exponer su
autoridad a mayor desacato; empero
persiste en su reprobada resolución. Eran ya
las 9 de la mañana. Los comandantes Paredes y Brito emprenden la marcha con los batallones segundo y tercero
(Colombia y Granaderos), Baza los sigue con una parte del primero (Cazadores),
llevándose el parque. Guevara, Sucre e Isaba acompañan a Bermúdez. A poco el
resto de los cazadores se desmanda. La deserción comienza a menoscabar a los otros dos cuerpos. Montes
lo ha observado todo, porque con maliciosa previsión ha venido atisbando el
menor movimiento de las tropas de Bermúdez. Como legua y media habían ya
caminado éstas, cuando Montes se
decide a acercárseles. Presentase en la
retaguardia; escoltado por algunos dragones, y exige de Sucre interceda con
Bermúdez para que le oiga breve rato. Bermúdez accede. Montes le advierte la
disolución que amenaza a la división: le insta por que regrese a Cumanacoa a
reorganizarla; bien para lanzarla contra el enemigo en el territorio de la
provincia o, de ser imprescindible su presencia en Guayana, para nombrar
jefes de los soldados renuentes, que
los gobernase y dirigiese en su ausencia. En una palabra, le demostró que en la actualidad urgía especialmente el
restablecimiento del orden. Bermúdez conviniendo con estas razones retornó a Cumanacoa a las 2
de la tarde.
Sucre,
en oficio del mismo 29, después de narrar el acontecimiento de ese día, con
todos sus pormenores, al Jefe del Estado Mayor General; los resume así, con no
escasa elocuencia: “Son casi inexpresable los sucesos que se atropellan uno
sobre otro tan raros y extraordinarios en una ocurrencia semejante; no podré
por consiguiente detallarlos a usted como se han presentado, y me limitaré a
decirle que los figure usted en la
convulsión más espantosa, no tanto por la conspiración en sí cuanto por el modo
en que fue desenvuelta la perfidia y mala fe de sus autores, en la que muchos
en el acto mismo del motín y antes de emprender la marcha los cuerpos que lo
hicieron, brindaron el exterior más
sumiso y hasta humillante; y otros, que acababan de recibir premios y
distinciones con profusión, desarrollaron los sentimientos de la más negra
ingratitud y el carácter más sedicioso.” “Por fortuna, añade, no alcanzaron
jamás a ultrajar la autoridad suprema, acaso porque la presencia firme del
general lo impedía o porque están
sometidos a ella voluntariamente”.
Hombre
de orden y, como militar, amante de la disciplina, repugnábale a Sucre por
educación y por índole, toda turbulencia. Aquella naturaleza no la dominaba otra pasión que la gloria; por
eso la alteza de sus sentimientos
rechazaba cuanto conceptuaba de egoísta o de mezquino; por eso, el
reducido teatro en que se hallaba no satisfacía su noble ambición. Convencido
de su mérito ansiaba un campo más importante. Así es que prefería la plaza de ayudante general a la equivalente de jefe
de estado mayor divisionario. “Yo había solicitado, continúa, mi salida de la división para ir a donde su
Excelencia, libertándome de ser ni remotamente confundido con el brigandage;
pero aun no lo he considerado oportuno, y he preferido sacrificarlo todo por el
bien general. No obstante yo espero que V. E. procurará mi incorporación en el
Estado Mayor General, donde con mayores proporciones haré servicios más
visibles, y tendré sobre todo el placer de encontrarme en la gran batalla que va a decidir tal vez nuestro destino. Para cuando V. E. me conteste, con la reserva
posible, habrán ya calmado las
agitaciones, y será la ocasión de separarme
de estos hombres y de unos lugares en que el vicio de los tumultos no puede ser cortado sino arrancado de raíz.
Las
apreciaciones de Sucre, respecto del hecho, como hijas de la mala impresión del
momento, no son desapasionadas. La disciplina militar no puede condenar lo que
recomienda la convivencia de la comunidad; porque la fuerza pública no ha sido
instituida sino para la garantía del
bien social. El movimiento de la división de Cumaná facilitaba las operaciones
de los realistas en la provincia; si la una acudía en socorro del ejército
republicano, estos últimos reforzarían al enemigo. La idea de la división no
alteraría de modo considerable los planes del Libertador. Tal movimiento hacia
Guayana era propicio a los realistas y nocivo a los patriotas. Estos perdían graciosamente la parte de la provincia adquirida, conservada con grandes sacrificios y mermaba su fuerza
la deserción; porque al soldado más indiferente no le es el abandono de su
hogar y de su familia; los españoles al
contrario dominaban mayor extensión de territorio y podían aumentar sus tropas
con nuevos reclutas. Estas consideraciones, desatendidas por Bermúdez,
determinaron el alzamiento, no por un efecto de extraviado patriotismo, según
dijo el Libertador, sino por amparar intereses muy sagrados.
El
gobierno urgía por auxilios: los habitantes de la provincia por la conservación
y defensa del territorio reconquistado.
Lo uno no excluía lo otro. La razón, la prudencia, la política movían a la
conciliación de entrambas necesidades. La desechó Bermúdez por error, no por capricho, según luego veremos. Montes la impuso con energía, no por espíritu
de oposición, sino de justicia, sin desvíos en el propósito, como lo comprueba
su conducta. Tampoco el Libertador la
había echado en olvido; pues si es verdad que esperaba de Bermúdez la marcha
con todas las tropas, por creerlas innecesarias en la provincia; no es menos
cierto que se conformaba con que le enviase de ellas una buena parte. Pero
Bermúdez persuadido de que lo primero era la positiva decisión del Libertador,
acaso por escasa claridad en las órdenes superiores empeñose ciegamente en
obedecerle.
De
manera que tanto por el apremiante compromiso de concurrir con sus fuerzas a
Guayana como por el menos formal de proveer también a la defensa de los pueblos
de su gobierno, diose prisa Bermúdez en
el arreglo de su desconcertada división. Verificado resolvió marchar con los
batallones primero, segundo y tercero, y dejar a Montes con el mando
de un cuerpo de tropas que se denominó Campo Volante de Cumanacoa. En efecto,
el 2 de enero salieron para Maturín los batallones con instrucciones de efectuar en los pueblos
de su tránsito recluta general y numerosa como fuese posible; y el 4 tomó la
misma dirección el comandante en jefe.
Domingo Montes derrota magistralmente al coronel Arana.
El
5 de enero de 1818, dice Montenegro,
salió de Cumaná una columna de 450 hombres bajo el mando del teniente
coronel don Eugenio Arana, y en la tarde del 7 intentó inútilmente, por dos
veces, desalojar del parapeto con que el
coronel Domingo Montes cubría su posición en Cumanacoa, en la dirección de aquella ciudad. Rechazado
Arana con perdida de un capitán y más de 30 hombres que quedaron en el campo y
también con dos oficiales y un crecido
número de heridos; y convencido de que su columna era muy pequeña para desalojar a Montes;
insistía en atacar de frente el parapeto levantado con acierto en la
izquierda del río Cumaná, a poco más de una milla de San Fernando, y trató de
flanquearlo introduciéndose por un bosque espesísimo, como lo consiguió esa misma
tarde, pero sin poder batir los 200
hombres que le habían impedido el paso,
pues abandonaron oportunamente aquel
puesto y lo mismo a Cumanacoa donde entró Arana el 8, retirándose aquellos hacia el interior, sin
otra pérdida que tres prisioneros, a quines cupo esta suerte por haberse
retrasado.
Los
patriotas no se alejaron mucho de Cumanacoa. Montes, les hizo la vida
imposible, dispuestas sus tropas en
guerrillas, se propuso acabar al detal con el enemigo sorprendiéndolos con
ataques rápidos y seguros. No muy lejos
de aquella villa, en Los Dos Ríos, el coronel Arana acomete con aparente
éxito a la partida del guerrillero que sobre seguro le disputa el paso; más en
viendo nuevamente el tozudo español los
escasos frutos de una lucha en que las adquisiciones, son siempre costosas,
lejos de proseguir en pos de los dispersos, decide abandonar el teatro
y contramarcha con presteza para Cumaná.
Bermúdez
ignoraba estos sucesos cuando salió de Maturín en la mañana del
10-01-1818, después de incorporar a sus
tropas las pocas que pudo suministrarle la diligencia del coronel Rojas. En el
Tigre supo de la ocupación de Cumanacoa por los españoles; y más adelante supo
que la habían recuperado los patriotas.
Libre con esto de cuidados y a pesar de las deserciones ocurridas en la marcha,
se presentó en Angostura a mediados del mismo
mes, a la cabeza de 600 infantes,
en circunstancias en que la provincia se encontraba por completo desguarnecida;
porque el Jefe Supremo, fiado en la promesa de Bermúdez se había partido ya con
cuantas tropas allegara para el territorio de Apure, ansioso
de realizar junto con Páez se anhelada
campaña de los Andes
Sucre Comandante del Bajo Orinoco, parte para Angostura.
.
Para
mientras durase, el Libertador confió a Bermúdez el empleo de Jefe de Oriente y
le aconsejó muy especialmente como medida muy importante, el envío de 300
hombres con Sucre en defensa de los castillos de la Vieja Guayana , para
impedir que el enemigo, tomando a bordo de su escuadra la guarnición de Güiria,
invadiera por el Orinoco la provincia, sin riesgo ni embarazo. En consecuencia,
Sucre se encargó de las fortalezas el 31
de enero, nombrado por Bermúdez, de jefe de ellas y además de Comandante
General del Bajo Orinoco, para que pudiera atender con más eficacia el objeto
de su nuevo destino.
De
suerte que Bermúdez, sosegado y tranquilo, permanecería por ahora en Guayana,
en tanto que Montes, falto de medios y desatendido en sus necesidades,
mantendría en alto la bandera de la revolución en el territorio de Cumaná con
heroica firmeza”.
Pagina
copiada del bisemanario “SUCRE” No. 75
del 30 de mayo de 1925.
INTERRUPCION DEL SITIO DE CUMANA.-
Estando
todo preparado para sitiar Cumaná, Bermúdez recibe órdenes del Libertador de
trasladar todo el ejecito para Guayana. Se produce un conflicto que ha podido degenerar en una ruptura de
imprevisibles consecuencias para el ejército, ante la oposición de Montes,
Carrera y Guevara negados a abandonar
Cumanacoa. Todo se resuelve dejando a
Montes y Carrera con los Dragones a
cargo de la defensa de la Provincia.
En enero de 1818,
Bermúdez, al frente de 600 orientales hace su entrada en Angostura.
Resumen:
“A Domingo Montes y Carrera, les corresponde defender el valle de
Cumanacoa contra un batallón de caballería
bajo el mando de Arana, y el 7 de
febrero, logra rechazarlo, causarle daño
y guarecerse en los predios que conoce mejor que nadie. Arana vuela sobre Cumanacoa y la encuentra
desierta. El jefe realista pierde muchos hombres peleando contra las guerrillas
de Montes y tiene que regresar a Cumaná”.
A
principios de 1818, vuelve Mariño desde Margarita para accionar sobre Cariaco,
en conjunción con Bermúdez, que avanza sobre Cumaná. Sucre esta entre
ellos, es el gran componedor. Sucre cumpliendo órdenes del Libertador, regresa
a Cumanacoa, en rol diplomático, para intermediar entre Mariño y Bermúdez.
El
11 de mayo Sucre escribe desde Cumanacoa al General Soublette: “Como dije a V.
S. el 1° edecán Muñoz llegó el mismo día con las contestaciones del señor
general Mariño, que confirmaron nuestros temores: él se opuso a la
incorporación de las tropas que mandaba a esta división, de que son parte, y
anunciaba resistir con la fuerza a la fuerza si se daba un paso a Cumanacoa,
sin arreglar antes los embarazos que se
presentaban; a que invitaba al señor comandante general ofreciendo su influencia para calmar la agitación de dichas tropas, y proponía
tomar medios , para obrar contra el enemigo
de acuerdo con esta división.
No
obstante, la marcha se verificó el 2, en
que llegamos a Guanaguana. El 3 por la
mañana entramos a San Francisco, y al amanecer el 4 me envió el señor comandante general con
comunicaciones para el señor general
Mariño, y autorizado para transar las dificultades que hubiese a su paso a Cumaná que era su objeto. El 4 e la tarde llegué a las avanzadas de las
tropas del señor General Mariño, a dos
leguas de este punto, y allí se me recibió por dicho señor.
Para
contestarme, convocó una junta de guerra, en la cual aunque él manifestó buena fe y obediencia al
gobierno, los jefes que la componían
indicaron ideas fraccionarias que reprendí con el carácter de mi comisión, y las hice
presentes al señor general. Se concluyó la junta, habiendo convenido que el señor general Mariño marchase a ocupar a Cariaco y
dirigirse sus operaciones hacia la costa
donde esperarían las órdenes que
su S. E. el jefe supremo le remitiese al señor comandante general y que este,
con la división se moviese sobre Cumaná, y entre tanto se diese parte al gobierno
de sus deliberaciones. El señor general
Mariño me propuso privadamente que el
quería con las tropas hacer una
tentativa por la costa de Curiepe, si el señor comandante general le prestaba
los auxilios con que verificarlo, y me instó para que los adquiriese: el señor
comandante general desea aceptar su
proposición; pero duda, porque teme, entre muchas cosas, la resistencia de
dichas tropas a salir de este país, y la
verdad de la solicitud.
El
5 salí y regresé a San Francisco, y se dio la orden por la tarde
para marchar el 6 la infantería,
y el 7 los Dragones y la caballería, reunida del todo ya. El 8 entró la
división en este pueblo que lo
encontramos solo, por la salida del señor general Mariño el 5.
Creemos
fundamentalmente que Cariaco será
ocupado por nuestras tropas para hoy, y mientras se conviene la mejor
operación que deba ejecutarse el señor general Mariño, apurando todos los
medios para reunirlo, le escribe al señor comandante general , a fin de
atraer aquellas tropas, que incorporadas
a la división la harán de un número
respetable” .
Esta
carta despeja todas las incógnitas relacionadas con la posición de Mariño y la intervención de Sucre.
SUCRE OTRA
VEZ ARBITRO EN LA DISCORDIA
Desde
Maturín Sucre escribe al General Carlos Soublette el 26 de mayo de 1819,
una carta de sumo interés para
comprender la situación de toda la provincia de Cumaná en ese momento tan
delicado, en el que se jugaba el destino de la guerra; cuya importancia en esos días era
decisiva; es todo un testimonio sobre
las medidas que se iban a tomar, y las
decisiones y acciones del propio Bolívar,
veamos:
“Mi
querido Carlos: Pensaba reducirme en esta carta
a saludarte y felicitarte porque la nueva organización del ejército presenta la oportunidad de revivir nuestra
correspondencia particular; pero venido aquí donde me he informado de varias cosas, creo útil trasmitírtelas
para que tu prudencia use de ellas con la mejor ventaja. Por supuesto que tú
estás enterado de las diferentes órdenes venidas a la división para la marcha
de un número de tropas al Pao, y también de toda ella, y sabrás que los
embarazos presentados a conseguirlo han
hecho multiplicar una
correspondencia que ha llegado a ser
fastidiosa entre los jefes que han entendido en esta cosa, de manera a agotar
la paciencia y a comprometer el honor y la reputación de que el hombre es justamente celoso.
La
última medida tomada, fue enviar aquí a Padrón y Villegas en busca de la
división, los cuales tuvieron una disposición
franca de Bermúdez (que estaba en la ciudad) de ir a Cumanacoa y
procurar los medios de preparar los
ánimos siquiera, cuya generosidad tuvo
la retribución de una protesta de los comisionados contra la inobediencia de Bermúdez a las
órdenes del gobierno. Los tales comisionados acuciaron al pueblo que entre 15
días el ejercito de Oriente vendría a destruir esta división de canallas, y a
quemar la provincia y desolarla (como si
pudiera serlo más de lo que lo han hecho
los mismos que…) y que en tanto no se verá aquí una res y que perecerían de
hambre, con otras mil sandeces muy
propias a agriar la gente y exaltar aun
a los que no son chisperos. Bermúdez aunque las sufrió todas, no dejó de
incomodarse, y estando aquí solo sin uno que pudiese enfriarle la sangre, dio
al general Mariño una contestación algo fuerte que vi en Aragua a mi venida, y
que he sentido porque no es conducente al menor provecho.
Los
señores comisionados se fueron y por primera medida para justificar la resolución
de cumplir sus amenazas han devuelto de estas inmediaciones algunas miserables
cantidades de ganado que varios particulares traían, a instancia
de que fueran a buscarlo, para comprarlo aquí por cuenta del estado, porque has
de saber que de 800 0compradas, y que a tal manera se le ha reducido. La noticia de la
devolución de este ganado la ha dado el teniente coronel Francisco Montes al
comandante de esta plaza, y me la ha participado este para que la de a Bermúdez;
pero como yo veo que de estos pasos se van a otros, no quiero escribírselo
porque es enardecer los espíritus, y si lo hago a ti para que prevengan unas disensiones de que ya estamos cansados y
que tanto nos desacreditan.
Yo
te había hablado por febrero de mis temores por la discordancia de las cosas
cuando aun el ejército de Oriente no comprendía esta división; luego temí más,
y aunque no me descuidaré en que por esta parte se conserve la paz, yo no se
las disposiciones de la otra gente y si las preveo en la especie de sitio que nos han puesto, en las medidas
impolíticas practicadas, y en las cuestiones que se asoman
Así,
para evitar todo, como por la utilidad que redunda, yo he instado ahora a
Bermúdez cuando lo encontré en Aragua por exponer todo a llevar la división al
Pao, y ha sido empeñado en esto; no se lo que resultará porque te aseguro que
tiemblo cuando considero que pueden
renovarse las facciones pasadas; y aunque es verdad que nuestros trabajos por
establecer el orden y la subordinación han dado provecho, y que los oficiales y
tropas está contenidos, no es tanto que no se desconfíe de un paso que
contraría del todo las ideas que les ha
arraigado por un origen tan elevado. En
fin, se hará todo lo que se pueda y ojalá que el resultado corresponda a
nuestras intenciones.
Yo
te avisaré de lo que se haga, pues como mi comisión por estos pueblos ya va
concluida, me regreso mañana a Cumanacoa donde yo prepararé algo,
particularmente en el batallón que manda
Jerónimo de que casi se extrajeron los 112 hombres que fueron al Pao y de que solo se han
desertado 10, según los partes de Quintero (que los condujo) desde el sitio de
Aymé. Yo espero que casi todo este batallón saldrá contento; ahora está el caso
en el tránsito y en la conservación.
Tu
me exiges en un oficio del 20 de abril
toda la relación de servicio y operaciones desde el 26 de febrero, y
aunque te la enviaré, es una maldad que no se la exijas a Montilla que las
tiene con otras que detuvo en su poder, de las que te remití con los últimos
detalles de nuestra correría de la costa. Yo recibí estas órdenes en el
camino y hasta que llegue a Cumanacoa no
te contestaré de oficio.
Yo
escribo en esta ocasión al general y le
digo que tu te enterarás de algunas cosas
que pueden serle importantes, y como nada es más importante que la
tranquilidad interior, y nadie sino él y
tu son los que mejor pueden conservarla , les aviso los asomos de rompimiento
que veo, para el remedio. Yo le hice a Bermúdez escribirle muy dulcemente a
Mariño desde Aragua, y aunque es verdad que Bermúdez tiene sus caprichos,
también es cierto que sus
intenciones son las más sanas y que todo
lo sacrificará al bien de la
Patria que tanto nos
cuesta. Bajo este pie puedes contar con sus pasos para todo y en esta
inteligencia obrarás.
He
sentido que con tu correspondencia de oficio no me has escrito dos
palabras de particular, pero vaya que
esta certeza te obligará a hacerlo, con
otra que te he enviado por mano de Belén.
Adiós;
salud, gloria y fortuna; Jerónimo te abraza con los amigos, yo lo hago a los
compañeros y me repito siempre tuyo.
Antonio.
J.
A. Cova dice: “De no haber mediado Sucre, Mariño, irremediablemente, habría
corrido la misma suerte del infortunado
Piar.
“En
el asedio de Cumaná, en la toma de Güiria, en los dos asaltos sobre Carúpano,
en la ocupación de Río Caribe, en la
acción de Cantaura que jalonan lo mayores acontecimientos orientales de los años 18 y 19, Sucre está
presente, y se le ve en los combates en los sitios donde el plomo devoraba más víctimas. En todas partes hace prodigios
de valor y con incansable actividad vuela del hospital de sangre
donde hace cuidar a los heridos
hasta las primeras trincheras
donde se hace necesario alentar a
los soldados”
DERROTA DE BERMUDEZ EN PUERTO DE LA MADERA
Mariño pues, establece su cuartel
general en el pueblo de San Francisco y Bermúdez a legua y media de Cumaná, estratégicamente
ubicado en Puerto de la
Madera. Mariño toma
Carúpano, pero es desalojado por Jiménez; y Bermúdez es desalojado de Puerto de la Madera por el propio Gobernador Tomás de Cires, al
frente de fuerzas irresistibles.
Bermúdez y Sucre pasan a Angostura a unirse con Bolívar, y Mariño vuelve
a quedar dueño de su patio y de la
situación en la provincia de Cumaná. Se
levanta el sitio de Cumaná de 1818 con pérdidas irreparables para las fuerzas
patriotas.
Parte de
guerra de la batalla de Puerto de la
Madera
Don
Tomás de Cires lleno de sagrado entusiasmo,
dice: “Establecido el enemigo en el Puerto de la Madera , a legua y media de
esta plaza, determiné atacarlo en sus
trincheras con 700 hombres, que era mucha parte
de nuestra guarnición , y tuvo efecto mi
pensamiento hoy día de nuestro augusto soberano, con tan feliz suceso,
que el enemigo desalojado a la bayoneta de sus fuertes atrincheramientos, dejó
en nuestro poder las dos piezas de artillería que allí tenia, toda su
caballería compuesta de 130 caballos
ensillados, copiosa porción de municiones; un crecido número de fusiles y
lanzas, todas las reses que allí tenían, y el campo cubierto de cadáveres.
Nosotros hemos tenido alguna perdida. Aun no se me ha dado el parte
circunstanciado de todo: cuando lo
reciba lo trasladaré a V. S. Cumaná 30
de mayo de 1818. (73)
Batalla de la Hogaza
Entre
tanto Bolívar se prepara para invadir el centro y convoca a los jefes patriotas. Morillo se entera de
los movimientos de Bolívar y sabe que
irá sobre Caracas. Entonces ordena mover su ejército hacia Calabozo bajo el
mando de La Torre , que hábilmente cae sobre Zaraza y lo derrota en “La Hogaza ”. La Torre
soberbio, ordena prender fuego a
la sabana creyendo que las fuerzas patriotas están ocultas en los pastizales;
el fuego lo envuelve todo, pero solo mueren
heridos de ambos bandos que no pueden escapar de las llamas. La
Torre pierde los pertrechos que había capturado y los propios
de su ejército. Fue toda una catástrofe producida por la imprudencia del
jefe realista.
En
vista de las circunstancias, Bolívar cambia la estrategia, no va contra
Caracas, y ordena a los jefes
orientales sitiar nuevamente Cumaná; todos concurren: Monagas desde El Pao, Bermúdez y Sucre desde Guiria; Mariño desde Maturín y Brión por el mar. Cumaná esta defendida por 1000 hombres de los
batallones “Reina Isabel”, “Granada” y “Urbanos”, y 45 cañones, todo bajo el mando
de Don Tomás de Cires y los mejores oficiales españoles de esta zona.
La
estrategia de Bolívar marchaba bien, sin embargo el incontenible Domingo Montes, el 31 de agosto,
compromete la campaña en una acción
inútil en la zona de Cariaco, defendido
por el valiente capitán
español Noguera. Montes es derrotado
completamente y pierde casi todo el parque, lo que tuvo consecuencias desastrosas
en el ejército de Mariño que terminó por
retirarse del sitio, y se perdió una gran oportunidad ya que Bolívar en persona estaría al frente
de las acciones.
Don
Laureano dice que Bermúdez, Mariño y
Sucre en los años 18 y 19, no dejaron pasar una semana sin pelear, a veces
derrotados a veces vencedores, pero nunca desalentados”. (74)
Bolívar,
reconciliado con Mariño, sigue paso a
paso la guerra en oriente; le había
escrito a Mariño el año 13 sobre la unión de los esfuerzos para una misma
causa, las más sublime, la causa de la libertad de la República. Mariño
le responde el 15-01-1814, y plantea la posibilidad de unir las fuerzas de “los dos departamentos independientes”, lo que da
una idea de su arraigo telúrico.
Santiago Mariño es el Libertador de Oriente,
su República de Cumaná, de un Estado independiente, el ideólogo provinciano que
organiza el Estado y los municipios de
las provincias orientales de Cumaná, Margarita y Barcelona, pensando en su
unidad geográfica y política; y con tal ideología llega triunfador hasta Bocachica, donde
derrota al implacable Boves, y llega a
la cita de La Victoria
con un ejército levantado por él, con un
estado mayor general de destacados patricios, entre los cuales figuran Bermúdez,
Valdez, Azcue, Manuel Isava, Armario y Sucre,
primer ayudante de Mariño desde el
5 de febrero de 1814, para él Bolívar está a su mismo nivel y en las
mismas circunstancias.
Pero
Bolívar ve las cosas distintas desde un panorama más amplio, como escribe Laureano Villanueva, Bolívar “no
cabe en los moldes de la humanidad. Los demás hombres pueden ser juzgados y comparados entre si; desde Sucre hasta
Washington, desde Miranda hasta San Martín, desde Santander hasta Páez; El no: El es único, incomparable, magnífico
de fuerza sobrenatural por encima de los hombres y de la historia…” (75)
MORILLO
VUELVE A LA PROVINCIA DE
CUMANA
Desde Ocaña en la
Nueva Granada , Morillo se informa de la situación de la provincia de Cumaná, y vuela en auxilio
de Don Tomás de Cires, cercado por Mariño, y el regreso de Bolívar al frente de
una bien organizada expedición. Llega a
principios de junio de 1817 y encuentra al Brigadier Don José de Canterac que
había venido desde España al frente de un poderoso ejército compuesto de dos
batallones: Navarra y Burgos con 800 plazas cada uno. Dos escuadrones de
lanceros con 360 plaza cada uno; dos compañías de caballería de 192 plazas cada
uno; una compañía de artilleros de 80 plazas, equipajes y demás pertrechos de
guerra.
Morillo
ordena a Canterac atacar a Cariaco, y lo hacen el 10 de junio; derrota
convincentemente a los patriotas de Mariño que se refugian en Carúpano. En
Cariaco no solo se pierde una batalla sino que acaecen dolorosas bajas, muchos
jefes patriotas pierden la vida entre ellos el Capitán Pedro José Sucre y Alcalá, hermano del
Mariscal; y el Teniente Coronel Rafael Jugo, Secretario de Mariño. En esos días
se hizo famoso el indio Macario Martínez, que aterrorizaba a las familias
carupaneras, y al cual Canterac acogió de buen grado para cometer cientos de
fechorías contra las principales familias cumpliendo instrucciones de Morillo.
Morillo
y Canterac se unen el 14 de junio en la
isla de Coche, y el 15 desembarcan en Margarita por el puerto de Los Varales,
donde los patriotas presentaron fuerte resistencia bajo el mande del
pundonoroso margariteño coronel José Joaquín Maneiro. El mismo Morillo se
encargó de escribir sobre la valiente actuación de los margariteños: “La
retirada la verificaron con el mayor orden, y no hubo mata ni árbol en que no
se sostuvieran con tanto valor como las
mejores tropas”. Morillo además recibe el refuerzo de mil doscientas plazas del
coronel Juan de Aldama, y se inicia la
ocupación de toda la isla. Dice Bartolomé Tavera Acosta, que en: Los Varales,
Porlamar, El Valle, Pampatar, Cauranta,
Pan de Azúcar, El Calvario, Libertad, El Mamey, Asunción, La Raya , Matasiete, Copey, Los
Robles, Portachuelo de Tacarigua, San
Juan, Juangriego, puede decirse que no hay palmo de tierra margariteña, donde
sus hijos no le disputaran el triunfo a sus contrarios”.(76)
Todo
acabó para Morillo después de la voladura del fuerte de Juan Griego donde se
inmolan con las fuerzas realistas los patriotas Manuel Salazar y Juan Fermín, y
la derrota en la cumbre inmortal de Matasiete el 31 de julio de 1817.
Morillo
lleno de rencor regresa a Cumaná y ordena incendiar los pueblos de Cumanacoa,
San Fernando, Aricagua y Arenas, y sale con sus menguadas fuerzas hacia
Caracas, mientras que Canterac es enviado hacia el Perú.
El
31 de diciembre de 1817 Bolívar inicia la campaña del Guárico y avanza hacia
Caracas. Bermúdez no puede acudir a la cita con Bolívar, porque Mariño, con
tropas margariteñas y de Cumanacoa vuelve a la provincia de Cumaná, desacatando
la orden del Libertador; y Bermúdez se ve obligado a enfrentarlo.
Los
sucesos se precipitan: Bolívar organiza el gobierno en Guayana, convoca a
elecciones, funda el Correo del Orinoco, llegan refuerzos de diferentes
nacionalidades, sobre todo ingleses. Decide atacar al Virreinato de la Nueva Granada. Bolívar comisiona a Santander para preparar
la marcha del ejército sobre Bogotá, atravesando la cordillera andina; da
órdenes a Páez, Anzoátegui, Zaraza,
Sedeño, Monagas, para concentrar sus fuerzas en San Juan de Payara.
BOLIVAR LLAMA A SUCRE.
Al
comenzar el año 1820, Bolívar ordena el traslado de Sucre al Cuartel General
Libertador asentado por entonces en el bajo Apure, y ambos jefes se encuentran
en el río Arauca. Sucre le escribe a Soublette: “En la mitad del camino de San
Juan a Achaguas encontré al general que
me hizo regresar con él a Angostura…” (76)
Sucre da poca importancia a este encuentro, sin
embargo veamos como nos lo cuenta Don Ángel Grisanti, después de pasar por el
tamiz de los chismes:
“En 1819 el Libertador goza de la plenitud de sus
facultades intelectuales y del esplendor de su genio político. Asombra al mundo
y eclipsa las proezas de los más grandes
guerreros de todos los tiempos,
remontando triunfalmente el páramo de Pisba, con tropas de tierra caliente y
sin equipo de invierno.
Con genial estrategia y asombrosa táctica
sorpresiva había triunfado en Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá. Y uno de sus
sueños más hermosos era una radiante y gloriosa
realidad: Nueva Granada era ya independiente.
Y realizado ese sueño venturoso, tornó a Angostura,
en Venezuela, resuelto a plasmar, como
un Dios, el ancho mundo gran colombiano.
Viene por los llanos, “tierra ancha y tendida, toda horizontes como la
esperanza; toda caminos como la voluntad”.
Navega luego sobre el Orinoco, alígero y triunfante
como el Dios de las aguas. Regresa redactando por entre las selvas salvajes de
Guayana, el más profundo, elevado y perfecto de sus documentos políticos: su
mensaje al Congreso de Angostura.
En sus pupilas fulgurantes destellan los reflejos
de gloria de las grandes victorias. Rebosante de júbilo, el corazón pletórico
le ensancha el pecho angosto. La euforia del triunfo lo posee. Ríe, y su risa
riza las aguas caudalosas de aquel “mar de agua dulce”. (77)
“Entre tanto en el Congreso de Angostura, en el
cual había puesto él la salvación de su
genial concepción política y la estructuración constitucional de la Gran Colombia , los
diputados partidarios de Mariño y Arismendi atacan con encono su política;
piden su destitución, le acusan de arbitrario. Propagan que a fracasado
militarmente en Nueva Granada; que la derrota sigue sus pasos, y él ha dejado
marchitar los laureles que la victoria
había colocado sobre su frente portentosa. Su hegemonía se tambalea. Arismendi a sido sacado de la cárcel y es
nombrado Vice-Presidente de la
República , como paso previo para asaltar luego la Primera Magistratura.
Los fulgurantes reflejos de gloria han huido ahora de sus pupilas de fuego.
Nubes negras se agolpan en sus ojos fijos, y la “bilis negra” que tan injusto
lo convierte a veces, parece haber minado su organismo. Una lividez espectral cubre su faz. El
Libertador está sombrío. El mar de agua dulce se le ha convertido en mar de
agua salada y amarga. En alas del misterio han llegado a sus oídos los funestos
acontecimientos de Angostura. Un sigiloso mensajero se ha llegado seguramente
hasta su improvisado campamento
ribereño.
Medita cejijunto y hosco. Los orientales, parece
pensar, son incorregibles. Estos demagogos han convertido el gran colombiano Congreso de Angostura en
un Congresillo de Cariaco. El cruento fusilamiento de Piar fue, pues, inútil.
El sometimiento de Mariño es una farsa. (Bolívar es unitario de alma y cuerpo.
Los explicables, por tradicionales, sentimientos de federación de los Caudillos de Oriente, no
se los explica ni los comprenderá jamás el Libertador.
Y el joven Sucre, oficial cumanés a quien tanto ha
distinguido y que debe estar con
Bermúdez y surgió con Mariño ¿estará mezclado en estos desórdenes y en
connivencia con su antiguo jefe? Y, de repente, divisa una curiara que navega
aguas arriba.
-¿Quién viene en esa curiara? –pregunta.
-El general Sucre
-responden.
Y en el volcánico pensamiento del Libertador la
sospecha se convierte e realidad y hecho consumado. El joven Sucre ha sido ascendido por el gobierno faccioso. Sucre ha
seguido, no cabe duda, el tortuoso camino
de sus antiguos conmilitones.
Y el Libertador, como impulsado por un resorte,
salta y grita fuera de si: No hay tal general Sucre.
La curiara que conduce al futuro Gran Mariscal de Ayacucho atraca. Sucre se explica. El
Vice-Presidente señor Zea me ha
ascendido al grado de general de
Brigada, quizá exagerando el valor de mis servicios a la causa de la Patria ; pero yo no he
aceptado el ascenso sino
provisionalmente, constreñido por las necesidades de la guerra. Nunca pensé
aceptarlo sin la ulterior y definitiva decisión de Vuestra excelencia.
Mi hermano Jerónimo ha escrito a V.
E. tres veces, en su nombre y el mío, pidiéndole incorporarnos al ejército bajo
sus inmediatas órdenes. Hemos hecho también todos los empeños que nos han sido
posibles a fin de que el señor Vicepresidente Zea nos permitiera el
pase al ejército de Vuecencia, y no hemos podido lograrlo, a pesar de los
esfuerzos nuestros y de nuestros amigos. Repugna a nuestro espíritu de orden
los desordenes que se han sucedido últimamente en Angostura, que ponen en
peligro la independencia de la
Patria.
Bolívar abarca entonces en toda su
grandeza la talla moral del joven guerrero que tiene delante; se compenetra de
la lealtad a toda prueba que le profesa, y de que, aquel patriota integérrimo
no se ha mezclado en las conjuraciones de Angostura. Abraza efusivamente al
joven paladín, cuyas múltiples facultades ponderará poco después en Cúcuta, y
resuelve sacarlo a la luz convencido de que algún día rivalizará sus glorias.
Y de aquella tempestad inicial,
oportunamente despejada, y gracias a aquel ígneo resplandor de relámpagos, se
fundieron para siempre jamás dos almas gemelas
en la gloria, en la vida y en la muerte”. (78)
BOLIVAR Y SUCRE UNIDOS
PARA SIEMPRE
“A comienzos de 1820 Sucre fue llamado al cuartel general
Libertador asentado en Apure desde 1819, cuando Bolívar había unido sus tropas
con las de Páez en Matecal Entre San Juan de
Payara y la isla de Achaguas, se produce la unión de Sucre y Bolívar,
con quien camina hasta Angostura, de aquí a San Juan, en donde recibe el
encargo el día 16 de enero de ir a las Antillas a comprar armamento. En abril
regresa de su misión y marcha con parte del armamento adquirido, a Cúcuta y
Santa Fe, habiendo dejado la otra parte en Angostura”. (Sucre en la memoria
histórica. De Antonio Vargas Ramírez y otros)
Desde aquí Bolívar envía a Sucre a formar una
escuadrilla para trasladar el ejército y proveerle de víveres con el
nombramiento de Jefe al Servicio de
Oriente y Guayana. Sucre cumple el
mandado con toda exactitud y eficiencia
y le escribe a Soublette:
“Para
el mantenimiento de las tropas que Ud. conduce, he contratado con el comandante
de este punto cien pesos de casabe y algún dulce, y con el coronel Torres en
Moitaco la adquisición de otros ciento…” (79) En otra carta: “En el bongo
Orinoco bajaron 500 arrobas de carne
salada para Santa Cruz de las que había aquí…Dejo la orden a este
comisionado, que cuanta sal pase por aquí
la embargue sin excepción alguna…” (80). Nada se escapa al genial subalterno y todo lo hace
con impecable orden, valor y constancia.
Bolívar deposita toda su confianza en Sucre,
se da cuenta de lo que promete aquel joven oficial de 25 años; lo manda a las Antillas a comprar fusiles,
plomo y sables, para lo cual le entregó 80.000 pesos que trajo Santander, con
las siguientes instrucciones:
“El
Teniente Coronel Gómez entregará a U. S. 60.000 pesos en oro y plata de la India. Esta cantidad
la empleará U. S. del modo siguiente:
Primero.-
Si hay una esperanza inmediata, o han llegado ya a Angostura tres o cuatro mil
fusiles, los entregará U. S. al gobierno; pero si no han llegado ni se esperasen, marchará U. S.
inmediatamente con ellos a las Antillas a emplearlos en fusiles, sables papel,
pólvora y plomo.
Segundo.- U. S. está encargado de mandar y conducir a
Cundinamarca, por lo menos cuatro mil fusiles, y hasta diez mil o doce mil, si
hubiesen llegado o estuviese por llegar.
Tercero.- Llevará igualmente mucho papel, trescientos
sables con tiros (que los hay en el almacén)
limas de todas especies, acero y
la pólvora que se pueda conducir.
Cuarto.- Para estos gastos y los demás que sean
necesarios para la conducción de dichos efectos, tomará U. S. la cantidad a que alcance el valor de estos
gastos, de los 60.000 pesos de que va encargado, siempre que el gobierno no
tenga los medios necesarios para suministrara estos objetos.
Quinto.- U. S. está autorizado completamente por mi,
para usar el dinero que se le a confiado, y todos los oficiales, buques,
caballos, bogas y víveres que sean indispensables para llevar a Cúcuta y Santa
Fe los elementos de guerra ya mencionados además llevará U. S. trescientas o
cuatrocientas varas de paño azul,
encarnado o verde, o de otro color de uniforme, y botones de ordenanza.
Sexto.- Recibirá U. S. del Capitán Machado, todo el
dinero que conduzca de Cundinamarca, y lo agregará a la cantidad de que va encargado, entregándole el
competente recibo; sirviendo de orden
para la entrega, la manifestación de este artículo.
Dios
guarde a U. S. muchos años. Cuartel General
en San Juan de Payara, enero 16 de 1820. (81)
Sucre
las cumple al pie de la letra. Para el 29 de febrero ya le escribe al Libertador dándole razón de su
cometido: “…le diré a V. E. que aquel
conduce a la disposición de V. E. 1600 fusiles, 90 quintales de pólvora, 90 de
plomo, 24 mil balas, 10.000 piedras y
112 resmas de papel. (82)
Y
a Santander en una larga carta del 7 de
marzo, le dice: “Mañana salgo al mar, ya
en busca del armamento que debo llevar a Santafé; y si mis medidas anticipadas
y mis esperanzas no son frustradas, creo que en 30 o 35 días estoy de vuelta en
Angostura, si no con 6000 fusiles, con 4000 al menos, y otros objetos de guerra” (83).
Y
el 23 de abril le escribe al Libertador: “… el 15 del presente he regresado de
las Antillas de la comisión que V. E. me ha confiado; y vienen conmigo 4.232
fusiles, sables de dragones y de oficiales, papel, limas cuero, paños y los demás artículos encargados
por V. E. para el Departamento de Cundinamarca. (84)
BOLIVAR NOMBRA A SUCRE EN 1820, JEFE DEL ESTADO
MAYOR GENERAL DEL EJERCITO LIBERTADOR
La
carta que define su actuación antes de su nombramiento como jefe del estado mayor general del
ejército Libertador, es del 9 de octubre
de 1820, dirigida al subjefe del estado mayor general, que dice:
“S.
E. desea que el batallón Bogotá, sufra lo menos que sea posible en la marcha, a
fin de que llegue completo al cuartel general, y considerando que debe e estar
ya en los vales de Cúcuta, previene a V. S. que lo haga descansar antes de
emprender una nueva marcha.
Por
las órdenes comunicadas a V. S. anteriormente, este cuerpo aunque haya llegado
no habrá seguido sin que estén preparadas en el tránsito las raciones que debe
consumir, puesto que sin esta medida sería exponerlo a perecer como se ha indicado. Si como se cree no a salido,
dispone S. E. que marche el batallón
Anzoátegui tomando de los víveres que haya en las jornadas, los que necesite
hasta llegar al cuartel general , y que se procuren nuevas raciones para el
Bogotá que seguirá pocos días después del Anzoátegui.
Siempre
se adelantaran los oficiales itinerarios que soliciten con mucha anticipación
la comida de sus cuerpos, lo cual se observará también cuando hayan de venir Tunja y Vargas, que aunque dan más tiempo a
prevenirle víveres, tambien encuentran el camino con menos recursos. Estos oficiales comprarán
todas las alpargatas que hubiese y harán construir las que necesitaren sus cuerpos.
Los
jefes de los batallones serán bien instruidos
de las medidas que debe tomar para impedir la deserción, en lo que
pondrán el mayor celo; harán las marchas lentas pero con los descansos
absolutamente necesarios; conservarán el mayor orden y serán advertidos de la
recomendación que merecerán, presentando sus cuerpos con las menores faltas posibles.
Los
batallones vendrán completamente municionados, y con ellos se remitirán, o
antes si fuere dable, todas las municiones que se estén elaborando y que vayan
elaborándose y que vengan de Apure, anticipando los avisos necesarios al
gobernador de Mérida para que disponga
los bagajes que ira a recibirlos en el
puente de Chama; que vengan tambien muchas alpargatas y que se construyen siempre más.
Inste
V. S. nuevamente por la marcha de los batallones Tunja y Vargas para primeros
de noviembre pero cada uno con 1000
plaza, pero buenos y fuertes; que esté perfectamente equipados
porque ninguna falta podrá repararse aquí. V. S. hará responsable a sus comandantes generales de aquellas
provincias, del cumplimiento de esta orden de S. E.
Repita
V. S. las solicitudes de dinero al Excmo. Señor vicepresidente de Cundinamarca,
y que estas solicitudes sean reiteradas. De V. S. órdenes continuas para la venida del ganado a los comisionados
en Guasdualito, Guaca y Santa Bárbara, pues cada vez se hace más difícil el mantenimiento
del ejercito a que solo puede
bastar mucho ganado cuando no hay
dinero bastante para comprar el pan a
los precios excesivos que se consigue.
Ya
debe haber llegado a Guasdualito el coronel Encinoso: que el armamento que
conduce suba volando a San Cristóbal para armar los cuerpos que ha de venir para el ejército. El coronel
Vélez remonta el Arauca con 2000 fusiles; que se traiga también a San
Cristóbal.
El
batallón Anzoátegui recogerá todos los atrasados de los cuerpos de la Guardia desde la Grita hasta
aquí. Los hará venir con mucho cuidado.
Luego
que el señor general Urdaneta esté mejorando de sus males, que venga el Dr.
Foley acompañándolo.
Tengo
el honor de comunicarle a V. S. esta
disposición de orden de S. E. Dios &.
Sucre.
Un
oficial con esas cualidades no podía pasar desapercibido al Libertador; de
inmediato se da cuenta de sus talentos, de la necesidad que tenia de sus
servicios. Era necesaria la organización minuciosa del ejército; necesitaba un
oficial que se ocupara de preparar y hacer el seguimiento de sus planes, de
instruir y dar órdenes con la discreción necesaria a los altos jefes de la revolución, ni él
mismo podía hacerlo sin causar trastornos y resquemores. Sucre era un genio de logística y de la diplomacia, en él era un
don natural.
BOLIVAR NOMBRA A SUCRE MINISTRO DE MARINA Y GUERRA.
Por
otra parte, su honestidad, el sentido del honor, su patriotismo, su valor, toda
su personalidad. Las cuentas de Sucre,
publicadas en sus memorias, dan razón de la diligencia y la prudencia empleadas
en la ejecución de la delicada misión que le encomendó; y de la inversión de los dineros, para él sagrados, que escrupulosamente utilizó según las
órdenes del Libertador.
Manuel
Alfredo Rodríguez, en el prólogo del libro “Sucre en la memoria histórica,
dice: “La brevedad e intensidad de la vida de Sucre –tan solo 35 de tránsito
vital- lo asemejan a un como flamígero
cometa cuyo rastro de luz no se desvanece a través de las edades. Siempre
sorprenderá –valga el tópico- que una vida tan corta haya sido tan pródiga en admirables
ejecutorias. Admira sobremanera que el ritmo de esa juventud estuviese
acompasado por un sentido de misión y una cabal aceptación de los deberes
inherentes a la asunción y el desempeño del cometido. Fue jefe con la naturalidad de quien había aprendido, desde sus días de muchacho recién alistado, el conocimiento del arte
militar y el ejercicio del don de mando”. (85)
Tan entusiasmado quedó Bolívar del
desempeño de Sucre, que respondió a
Daniel Florencio O’Leary, que preguntaba por él: “Es uno de los mejores
oficiales del Ejército; reúne los conocimientos profesionales de Soublette, el
bondadoso carácter de Briceño, el talento de Santander, y la actividad de
Salóm; por extraño que parezca, no se le conoce ni se sospecha sus aptitudes.
Estoy resuelto a sacarlos a la luz, persuadido de que algún día me rivalizará”.
(86)
Entre
tanto pasaban cosas en el mundo. En España hay movimientos derivados del
movimiento constitucionalista; el 19 de
abril de 1820, Fernando VII Rey de España, envía una proclama a los americanos, en vista de haber firmado la Constitución de
Cádiz, en la cual invoca sus sentimientos generosos y clama por la paz.
“Desesperanzado
Fernando –dice Yánez- que Morillo
pacificase la Costa Firme ,
destinó un formidable ejército a las órdenes del Conde del Abispal,
primeramente, y después del Conde de Calderón Don N. Callejas, aquel Callejas
que por matar y cortar orejas como Zuazola había sido antes hecho Virrey de
México por la Regencia ,
cuya expedición quedó sin efecto por la insurrección de la tropa en vísperas de
dar la vela.
Don
Rafael Riego destinado con su batallón
de Asturias, para venir a la
América , fue el primer móvil
y el autor principal de la
insurrección en España: y fue en el pueblo de San Juan de las Cabezas donde
proclamó la libertad de España y juró la Constitución
decretada por las Cortes en 1812, siendo su primer paso el arresto del General en Jefe del Ejército de Ultramar el Conde de Calderón, y su
remisión a la isla de León donde se hallaba el grueso de éste ejército. Con su batallón y alguna poca gente que
agregó a él, corrió por los pueblos de
Andalucía que repitieron y aclamaron la Constitución , y con tanto entusiasmo que Fernando hubo también de proclamar y
jurar la dicha Constitución. La resolución de Riego fue sostenida en la isla por Quiroga y otros
tres más, de modo que estos cinco se
llamaron los héroes de la revolución del 20” (87).
De
resultas de la revolución de Riego y Quiroga, no pudo zarpar de España la flota
pacificadora, pero si llegó la paz ofrecida graciosamente por su Majestad a
través de Morillo, incapaz de obtener una victoria por las armas, deviene en ofrecer un
armisticio.
EL ARMISTICO Y
EL TRATADO DE REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA.
Bolívar conoce muy bien lo
que está pasando en España, sabe de la derrota de los ejércitos del Rey por las fuerzas de Riego y Quiroga; sabe que
Morillo trata de asimilar estos hechos y busca un armisticio. En efecto, en
junio Morillo se dirige al Congreso
reunido en Angostura, y propone el cese de las hostilidades. El 20 de Junio
desde Valencia, se dirige a Bolívar y le envía dos comisionados, Don Francisco
González Linares y Juan Rodríguez del Toro, con proposiciones de paz.
Sucre
llegó a San Cristóbal el 27 de agosto de 1820, el Libertador salió para
Cartagena. Sucre le escribe:
“Mi
apreciado General, ayer he llegado aquí y he sentido no tener el gustos de verlo, pero informado por el General
Urdaneta de su pronta vuelta, me felicito de verlo en breve triunfante de la empresa de Cartagena.
Me
ha instruido Urdaneta de mi destino y espero la llegada de los cuerpos que se me encargan para dedicar mi poca
utilidad a su instrucción y al mejor servicio;
en tanto anticipo a Ud. las gracias, especialmente por estar satisfechos
mi deseos de seguir la campaña en el ejército que Ud. mande personalmente.
Adiós mi querido General, reciba Ud. mis saludos y la sinceridad afectuosa con
que lo ama su apasionado amigo, obediente servidor-. A. J. Sucre.
La
prudencia, la oportunidad y la constancia, estaban del lado de Sucre. Por enfermedad de Briceño Méndez,
el 27 de setiembre, el Libertador lo nombró Ministro
interino de Marina y Guerra; y con este carácter lo acompañó en la
campaña para ocupar Mérida y Trujillo.
El
Cronista de Mérida, hace un preciso estudio del trabajo de Sucre en los Andes, dice:
“A
mediados de 1820 el Libertador abre operaciones
sobre los andes venezolanos con el contingente de tropas denominadas “La Guardia Colombiana ”.
Bolívar encomienda su jefatura a Urdaneta y a Sucre. Es la primera vez que pisa
las montañosas tierras del occidente venezolano. Las enfermedades de Urdaneta y
Briceño Méndez, llevan a Sucre a ocupar
el cargo de Ministro interino de guerra y la jefatura del Estado mayor
libertador “cuyo destino desempeñó con asombrosa actividad” según testimonió el
propio Bolívar.
Sucre
conoce los Andes por el Táchira procedente de Guasdualito, vía Cúcuta. El ánimo
era muy bueno según lo expresa el mismo
en carta al Libertador fechada en san Cristóbal el 28 de agosto de 1820:
“En tanto anticipo a Ud. las gracias, especialmente por estar satisfechos mis
deseos de seguir la campaña en el ejercito que Ud. mande
personalmente”. El 21 de septiembre
llegó el Libertador a la villa de Don
Juan de Maldonado. Y el 27 del mismo mes firmó el decreto en el que le confía a
Antonio José de Sucre los Ministerios de Marina y Guerra por enfermedad del
titular coronel Pedro Briceño Méndez.
El
29 y el 30 se septiembre está Sucre en
Bailadores desde donde oficia como titular del Ministerio de Guerra. Al Alcalde de Bailadores le comunica “que
haga publicar un bando previniendo a los vecinos que vuelvan a sus casas
bajo la seguridad que el gobierno les
ofrece a fin de que dedicándose a sus trabajos pueda fomentarse esta
jurisdicción de los males que ha
sufrido durante la permanencia del
enemigo.
Debió
entrar juntamente con el Libertador a
Mérida el primero de octubre a las once de la mañana, acompañado del estado
mayor “entre las aclamaciones y aplausos
de un pueblo que ha justificado siempre sus sentimientos patrióticos”, como
escribe el propio Sucre. Buenas
referencias tenia de la ciudad serrana. No sabemos si se alojó en la misma
vivienda que era la del coronel Rangel.
Apenas
cuatro días permaneció el General Sucre en la ciudad de Mérida, los mismos que
el Libertador, pues el objetivo era
llegar cuanto antes a Trujillo. La campaña a través de los Andes había sido
relativamente fácil, pues los realistas se daban a la desbandada cuando se
enteraban de la cercanía de las fuerzas
patriotas.
La
situación de toda la ruta era desastrosa. Sucre escribe el 2 de octubre desde
Mérida al señor jefe del estado mayor general “que todo el territorio entre
Cúcuta y Ejido está exhausto de todo
medio de subsistencia y que por tanto es necesario que las tropas traigan su
mantenimiento”. Y al vicepresidente de Cundinamarca le expresa: “la permanencia
de una división enemiga en estos lugares por mas de un año han agotado de tal
manera los medios de subsistencia que las familias mismas del país han
estado y están a perecer, y con sus
solicitudes apenas se ha conseguido en cada pueblo un poco de pan para racionar la tercera parte
de la división. Si afortunadamente no su hubiese traído algún ganado, abría
sido imposible la marcha o estarían
disueltos los cuerpos“. Más adelante añade: “el territorio esta tan
destruido que hacer la menor
exigencia a los vecinos sería quedarnos sin un hombre
que trabajase ni que nos
proporcionase un pan”.
Su
sagaz espíritu de militar analista le lleva a afirmar que no se debe buscar a Morillo para
exponerse a una batalla sin todas las probabilidades de ganarla. “Nuestra
actitud (de espera) los obliga (a los realistas) a la paz. Las marchas de los batallones deben ser
lentas y descansados para que la tropa
se conserve contenta y sin enfermar porque las raciones son escasas” (88).
ARCHIVO DE SUCRE.
El mismo día 27 de septiembre de 1820, Sucre
abre un archivo o libro, conocido como “COPIADOR”, donde trascribe la correspondencia de su
ministerio. Se insertan en él 27 oficios y 2 proclamas del Libertador, que han
venido a ser el mejor texto de historia de aquellos acontecimientos. Sucre
trabaja incansablemente en los planes de Bolívar, que lo prevé todo con vista
a Carabobo; y en tratar con Morillo El Armisticio y el
Tratado de la
Regularización de la Guerra. Veamos
algunos textos:
El
7 de octubre desde Trujillo, Sucre le escribe a Santander, Vicepresidente de
Cundinamarca: “Una rápida marcha sin perder un hombre, ha libertado las dos
patrióticas provincias de Mérida y
Trujillo. El 2 entró la guardia del
Libertador en Mérida…”
En
esa carta narra con detalles la acción
de los coroneles Rangel, Gómez, Infante y Segarra, que pasaron el páramo de
Mucuchíes y derrotaron a la vanguardia de la 3° División Real, y le tomaron
todo el parque. Los detalles de la toma de estas provincias se conocen con exactitud gracias a las cartas de Sucre.
El
8 de octubre vuelve a escribir a Santander,
pidiendo recursos de Cundinamarca
para el ejército y dando una visión logística de la situación y la
ubicación de las diversas fuerzas, para atacar y derrotare a Morillo.
El
9 de ese mismo mes, en carta para el
subjefe de Estado Mayor, se ocupa de la ubicación del Batallón Bogotá y el
Anzoátegui, en Cúcuta.
Le toca actuar en el delicado asunto del
valiente mayor Leal, comandante del batallón Tunja, acusado de conducta
incorrecta, por lo cual es enviado a campaña para rescatar su honra, para lo
cual escribe al Vicepresidente de Cundinamarca.
El
mismo 9 le escribe al General Páez: “Han llegado a manos del Libertador las
comunicaciones de 6 de setiembre que V. S. dirige al señor General Urdaneta con
los números 1, 2, 3, 4,5. S. E. aprueba la contestación de V. S. al brigadier
Morales, aplaude la que ha dado al comandante Guadarramas, y queda en cuenta de
las noticias del comandante Torralba a
quien V. S. habrá empleado con su guerrilla como haya juzgado conveniente…
Dirijo cerca de V. E. a mi edecán el teniente coronel Ibarra para que a la voz
le instruya a V. E. de la situación del
ejercito, de las disposiciones para la reunión de todos los cuerpos, de nuestras
ventajas y de las operaciones que V. E. debe ejecutar hasta incorporárseme
en Guanare. (89)
El
10 de octubre, la importante carta de Bolívar a Bermúdez: “Al aproximarse este
ejército y el de Apure sobre las provincias enemigas en el mes entrante, va a quedar descubierta
la espalda de Caracas, porque las fuerzas de Morillo no son suficientes a
oponérsenos. V. S. va a ocupar aquella
capital indefectiblemente en los primeros días de diciembre porque es la ocasión más ventajosa, más fácil y más segura de
lograrla. Es una operación que dará a V. S. la mayor gloria y que será el golpe
mortal del enemigo”. (90)
En
la misma fecha Bolívar escribe al Jefe del Estado Mayor General, en relación con la reunión de las
fuerzas: ordena que el batallón Anzoátegui
venga al cuartel General recogiendo en el tránsito los destacamentos de La Grita y Bailadores; que dos días después siga el de Bogotá con
marchas lentas; que vengan los de Tunja
y Vargas bien equipados. Prevenga al jefe
de Guasdualito que suban a Teteto los fusiles que trae el coronel Encinoso.
El
18 de octubre, todo esta preparado para accionar sobre Carabobo, y Bolívar
escribe al Vicepresidente de Venezuela dándole detalles: “El ejército del
Norte, el ejército de occidente, el de
oriente, todos los ejércitos de la republica, todas sus tropas van a decidir en una vez la libertad del país
y para que sea pronta y feliz han de ser simultáneas las operaciones. Todos los
cuerpos tienen órdenes de movimientos;
para asegurar el suceso he
pensado la utilidad de una expedición
sobre las costas de Curiepe. En
Margarita se hallan muchos soldados de
los cuerpos de English y D’Eevreux que
quedaron en hospitales, y deben agotarse
las otras tropas y recursos del
país para verificar la expedición”. (91)
El
26 de octubre Bolívar escribe al General Pablo Morillo sobre el Armisticio, y
después de disculparse por no haber podido realizar la entrevista en Apure, le
dice: “Daré a Ud. una idea de las bases que propongo para el armisticio.
Con el objeto de que si son asequibles mande V. E. sus diputados
a tratarlo y concluirlo en mi cuartel general.
1.-
Habrá un armisticio general de 4 o 6 meses en todos los departamentos de Colombia.
2.- Este ejército ocupará las posiciones en que se encuentre al acto de la ratificación del tratado.
3.- La División de la Costa
tomará posesión de las ciudades
de Santa Marta, Río Hacha y Maracaibo, sobre las cuales están enmarcadas, y probablemente deben rendirlas
4.- La división de Apure tendrá por línea divisoria
todo el cerro de la Portuguesa desde donde
le entra el río Biscucuy hasta el Apure
cuyas aguas también la dividirá del territorio español: por consiguiente toda
la provincia de Barinas y el territorio de Guanare abandonados ya por los
españoles, será ocupado por nuestras armas.
5.- La división del Oriente conservará el territorio que ocupe al acto de la ratificación del tratado.
6.- La división de Cartagena conservará las
posiciones que ocupe al acto de la ratificación del tratado.
7.- La división del Sur conservará el
territorio que haya dejado a sus
espaldas en su marcha a Quito, y
conservará las posiciones en que se
encuentre a la notificación del tratado.
Si
alguno de estos artículos pareciese a V. E. contrario a los intereses de España y no sea por consiguiente admisible,
suprimiremos dicho artículo o
artículos dejando por aquella parte abiertas las hostilidades. (92)
Para
tratar con Morillo Bolívar nombra una comisión formada por Sucre, Pedro Briceño
Méndez y José Gabriel Pérez; Morillo nombró a Ramón Correa, Juan Rodríguez de
Toro y Francisco González de Lima.
El
23 de noviembre les escribe desde Sabana Larga: “Señores comisionados:
He
recibido anoche las notas respectivas que se han pasado las comisiones de los
dos gobiernos. Apruebo la contestación que VV. SS. han dado a los señores
negociadores del gobierno español
Contestaré a los artículos dudosos. El armisticio no debe durar más que seis meses, prorrogable como se ha
contestado. Los límites no pueden ser otros que los de la provincia de Caracas.
El artículo 5° es negado. Los artículos 6°,7° y 8° concedidos. El 9° se acepta
con placer, y para el 10° autorizo a VV. SS. para que, conforme al derecho
gentes más lato, entablen y concluyan un tratado con los negociadores del
gobierno español, a fin de evitar a la humanidad el sacrificio que hacen de
ella los gobiernos beligerantes. Propongan VV. SS. que todos los prisioneros
sean canjeables inclusive los espías, conspiradores y desafectos, porque en las
guerras civiles es donde el derecho de gentes
debe ser más estricto y vigoroso, a pesar de las prácticas bárbaras de las naciones antiguas. En todo caso, nos
quedará el honor de haberlo pretendido. Dios Guarde a VV SS. Muchos años.
En
Noviembre, Sucre se dedica casi por
completo a trabajar sobre el armisticio, y
el 13, en compañía del coronel
Ambrosio Plaza, se entrevista con Morillo en Humocaro Bajo. Después de esta primera entrevista con
Morillo, Sucre se dirige a Macoy, Cuartel General, para informar a Bolívar sobre todo lo
tratado.
El
25 de noviembre le escribe desde Trujillo:
Mi
general: Llegó Álvarez ayer a las diez y
fuimos luego a casa de los comisionados, en consecuencia de lo que expresaba en
oficio a Vd. Con él estábamos procurando arreglar nuestros negocios conforme a
éste, cuando llegó Medina a las doce con su última comunicación aprobando las
líneas pedidas por nosotros. Sin hacerlo
entender a los comisionados, dejamos la cosa como estaba.
Vd. Creyó sin duda que el Manapire quitaba una
parte del nuestro territorio en el Oriente; y nosotros cuando lo demarcamos
como línea divisoria con el plano a la vista, vimos muy bien nuestras
posiciones fuera de ella.
No
ha venido aun la contestación de Morillo ahora que son las 6 de la mañana; pero
la esperamos de uno u otro momento. El señor Correa y demás se prometen que
quedará exactamente convenido en nuestras últimas proposiciones; si hubiere
embarazos se arreglará que nos estemos en nuestras actuales posiciones,
conforme Vd. dice que estipulemos en último caso.
Álvarez
me dice de parte de Vd. que tratemos de abreviar este asunto, el cual lo
habíamos detenido expresamente porque así lo previno Vd. a Briceño. Se apurará a concluirlo, aunque
sea necesario que uno de nosotros vaya
casa de Morillo, y aunque Vd. al aprobar esto no envía el poder para que este
comisionado pueda terminar las cosas con aquel general: yo pensé que lo
hubiera dicho Vd. siquiera en el oficio. Yo estoy desesperado porque se concluya la cosa esta, para que
resolvamos lo que deba hacerse en cualquier caso.
El
Dr. Foley no pudo irse ayer, pero lo hace ahora: Álvarez y Medina saldrán a las
7 porque almorzarán y veremos si en tanto llega la respuesta de Morillo para
que la lleven.
Ayer
me ha hablado el señor Correa con mucho aplauso de Vd.: el pobre antes no había
podido ni hablar con sus enfermedades,
es un excelente hombre. Se me ha extendido mucho en sus conversaciones sobre la
felicidad que debe prometerse este país independiente, dirigido por un buen
gobierno, y me ha dado sus pareceres para la política y policía que es
necesaria a contener el bajo pueblo. Linares me ha hablado tanto, que me ha
asegurado piensa ver en Caracas se haga una junta de notables para que nombren
un diputado a la corte (a más de los
diputados en cortes) que vaya a manifestar la situación de este país y la
necesidad de conocer la independencia.
Agrega que él hará el sacrificio de separarse de su familia y tomar el encargo
de uno de estos comisionados. Adiós mi querido general. Sucre.
Vuelve
a escribirle ese mismo día: “Mi general: Son las nueve y venimos de casa de los comisionados. Contestó Morillo
insistiendo en sus líneas demarcatorias
por la primera nota y concediendo nuestro paso
franco por Barinas, en cuya capital quedaría un comandante militar de
ellos con un asistente para facilitar
nuestras comunicaciones: que pasarán nuestras tropas por el territorio español de Maracaibo
acompañadas de un oficial español; que
la línea de Guanape a Unare y seguido la corriente de éste, es la natural de
aquel país: que el artículo 5° se entienda solo
a la devolución de desertores con la condición de no ser castigados, y
que el tratado de regularización de la guerra sea conforme a los principios de
las naciones más civilizadas. Paree que por fin Morillo ha dado a ellos
autoridad para terminar la negociación.
Después
de las negociaciones se ha convenido que
el Apure a Santo Domingo por Barinas,
Boconó, y línea divisoria de Trujillo a Caracas sea nuestra demarcación, con la
condición de que en la ciudad de Barinas no haya cuerpos de tropas sino nuestro
comandante y caballería (peones)
necesarios para el transporte de nuestras comunicaciones y recursos. Yo quise negar esta condición, pero
Briceño y Pérez me han dicho que a nosotros no nos importa nada que haya tropas en la ciudad cuando, podemos ponerla en los
pueblos inmediatos; además han
considerado la condición sobre Carache
que nosotros reclamamos: que las guerrillas que haya en nuestro territorio, al
lado acá de Santo Domingo, y las nuestras en el de ellos, se reúnan a sus
ejércitos respectivos si quiere hacerse,
y si no, queden en sus casas si son como vecinos, como simples ciudadanos desarmados
con toda libertad y respeto. En el alto llano será la línea que
ellos a propuesto, debiendo en caso que haya tropas nuestras entre Unare y Guapo,
indemnizarnos con pueblos al otro lado del Unare sobre la costa de Barcelona.
El artículo 5° tuvo muchas discusiones y se ha convenido dejarlo en silencio
porque los comisionados dicen que no
quieren contradecir a Morillo que insta sobre esto. Sobre Maracaibo es cosa
justa su condición; pero nosotros tendremos el comercio de la laguna franco aun para el exterior del
país. Todo lo demás esta corriente.
Briceño ha quedado con ellos para redactarla
negociación, que será firmada hoy, y nosotros demoraremos algo hasta la noche por si Vd. nos observare alguna falta contra
los intereses el país. En toda la noche irá a Vd. el tratado de
armisticio para su ratificación, a ver
si Linares sale con él al amanecer en
busca de la ratificación de Morillo. En el tratado se habla con mucha claridad
y exactitud, y Vd. lo verá luego. El señor Linares interesa en salir al amanecer.
El
general Morillo hablando a estos señores les dice que, concluido el armisticio,
vean si Vd. quiere permitir ir a Sana Ana para darle un abrazo; que vendrá el
día que Vd. señale y del modo que indique, pues su deseo es conocerlo y
presentarle personalmente su amistad particular. Estos señores me dicen que pida a Vd., contestación para que el señor Linares la lleve a Morillo, expresando, en caso de
acceder, el día en que Vd. irá a Santa Ana, &, No me atrevo ni a indicar mi
opinión sobre esto; Vd. verá que hace. Yo creo a esos señores de buena fe, más
Vd. es el jefe de nuestro gobierno. Parecía mejor que Morillo viniera a
Trujillo donde hay alojamiento y
comodidades, &. &.
El
tratado de Regularización de la guerra
lo propondremos hoy, tan generoso, liberal y humano como Vd. lo desea.
Álvarez
queda aquí para llevar a Vd. el tratado
para su ratificación &. El señor Correa
y Toro, lo desean ver. Acaso irán allá si Vd. no viene, y Vd. me dirás
si pueden ir. Adiós mi general.
Bolívar
se apresura a contestar ese mismo día 25: “A los señores comisionados: Desde
que me resolví a facilitar los medios de
concluir esta guerra, también me resolví a hacer todo género de sacrificios para obtener la paz. Por tanto VV. SS. Están
autorizados para concluir el armisticio
en los términos que se han propuesto entre ambas comisiones. Mañana iré a esa
ciudad, y después tendré la satisfacción
de ver al general Morillo en Santa Ana.
Dios guarde a VV. SS. Bolívar.
El
Libertador comprende que Sucre se ha hecho imprescindible en estos asuntos y lo nombra Jefe de su Estado Mayor en
sustitución de Soublette que pasa a la Vicepresidencia
del Departamento de Venezuela.
El
27 salen Bolívar y Sucre para Santa Ana,
donde Pablo Morillo, los espera. Se
inicia el debate sobre los textos aportados por ambos mandos, y por fin se
aprueban:
ACTA DEL ARMISTICIO.
Deseando
Los gobiernos de España y de Colombia transigir las discordias que existen
entre ambos pueblos; y considerando que el primero y más importante paso
para llegar a tan feliz término es suspender recíprocamente las armas
para poder entenderse y explicar, han convenido nombrar comisionados que estipulen y fijen un Armisticio; y en
efecto ha nombrado, a S. E. el General en Jefe del Ejercito
expedicionario de Costa Firme Don Pablo Morillo, Conde de Cartagena, de
parte del gobierno español a los señores Jefe Político de Venezuela Don Ramón
Correa Alcalde primero constitucional de Caracas Don Juan Rodríguez Toro y Don Francisco González de Linares; y
S. E. el Presidente de Colombia Simón Bolívar como jefe de la República , de parte de
ella, a los señores Generales de Brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro
Briceño Méndez y teniente coronel José Gabriel Pérez, los cuales habiendo
canjeado sus respectivos poderes el 22 del presente mes y año, y hecho las
proposiciones en el Tratado de Armisticio bajo los pactos que constan en los
artículos siguientes:
Art.
1.- Tanto el ejército Español como el de
Colombia suspenden sus hostilidades de
todas clases desde el momento que se
comunique la ratificación del presente Tratado, sin que pueda continuarse la
guerra ni ejecutarse ningún acto hostil entre las dos partes en toda la extensión
del territorio que posean durante el Armisticio.
Art.
2.- La duración de este Armisticio será
de seis meses contados desde el día en que sea ratificado; pero siendo el
principio y base fundamental de él
la buena fe y los deseos sinceros que animan a ambas partes de terminar la guerra, podrá prorrogarse aquel término por todo el tiempo que sea
necesario siempre que expirado el que se
señala, no se hayan concluido las negociaciones que deben establecerse y haya esperanzas de que se concluyan.
Las
tropas de ambos ejércitos permanecerán en las posiciones que ocupen al acto de
intimarles la suspensión de hostilidades; mas siendo conveniente señalar
límites claros y bien conocidos en la parte que es el teatro principal de la
guerra, para evitar los embarazos que
presenta la confusión de posiciones se fijan los siguientes. Primero: el río Unare remontándolo desde su
embocadura al mar hasta donde recibe al Guanape: las corrientes de este subiendo hasta su origen: de aquí una línea
subiendo hasta el nacimiento del Manapire: las corrientes de este hasta el
Orinoco: la ribera izquierda de este hasta la confluencia del Apure: este hasta
donde recibe a santo Domingo: las aguas de este hasta la ciudad de Barinas, de
donde se tirará una línea recta a Boconó de Trujillo, y de aquí la línea
natural de demarcación que divide la
provincia de Caracas del Departamento de Trujillo- Segundo: las tropas de
Colombia que obra sobre Maracaibo al acto de intimárseles el Armisticio podrán
atravesar por el territorio que corresponde al ejercito español, para
venir a buscar su reunión con los otros
cuerpos de tropa de la
República , con tal que mientras que atraviesen por aquel territorio los conduzca un oficial español. También se les facilitarán con este mismo objeto las subsistencias y trasportes que necesiten, pagándolos. Tercero: las demás tropas de ambas
partes que no estén comprendidas en los límites señalados, permanecerán como
se ha dicho en las posiciones que ocupen, hasta que los oficiales que por una y otra parte se comisionarán,
arreglen amigablemente los límites que deben separar el territorio en que se
está operando, procurando transar las
dificultades que ocurran para la
demarcación de un modo satisfactorio a
ambas partes.
Art.
4.- Como pede suceder que al tiempo de comunicar este Tratado se hallen fuera de las líneas de demarcación
que se han señalado en el artículo tercero algunas tropas o guerrillas que no
deben permanecer en el territorio que
estén ocupando, conviene - primero: que
las tropas organizadas que se hallen en este caso, se retiren fuera de la
línea de demarcación; y como tal vez se
hallan alguna de estas pertenecientes al Ejército de Colombia en las riberas
izquierdas del Guanape y del Unare, podrán estas retirarse y situarse en Píritu o Clarines, o algún otro
pueblo inmediato – y segundo: que las
guerrillas que estén e igual caso se desarmen y disuelvan quedando reducidos a
la clase de simples ciudadanos los que
la componían, o se retiren también como las tropas regladas. En el primero de estos últimos casos se
ofrece y concede la mas absoluta t perfecta garantía a los que comprenda, y se
comprometen ambos gobiernos a no enrolarlos en sus respectivas banderas durante
el armisticio, antes por el contrario permitirles que dejen el país en que se hallan,
y vayan a reunirse al ejército de que dependen al tiempo de concluirse el
Tratado.
Art.
5.- Aunque el pueblo de Carache esta
situado dentro de la línea que
corresponde al Ejército de Colombia, se
conviene en que quede allí un Comandante
militar del Ejército español con una observación de paisanos armados que no exceda de 25 hombres. También le
quedaran las justicias civiles que existan actualmente.
Art.
6.- Como una prueba de la sinceridad y
buena fe que dicta este Tratado, se establece que en la ciudad de Barinas no
podrá permanecer sino un Comandante
militar por la República con un piquete
de 25 hombres de paisanos armados de observación, y todos los peones necesarios para las
comunicaciones con Mérida y Trujillo, y las conducciones de ganado.
Art.
7.- Las hostilidades de mar
cesarán igualmente a los 30 días de la ratificación de este Tratado para los
mares de América, a los 90 para los de Europa.
Las presas que se hagan pasados estos términos, se devolverán
recíprocamente; y los corsarios o
apresadores serán responsables de los perjuicios que hayan causado por la detención de los
buques.
Art.
8.- Queda desde el momento de la
ratificación del Armisticio abierta y libre la comunicación entre los
respectivos territorios para proveerse recíprocamente de ganado, todo género de subsistencias y mercaderías, llevando los negociadores y
traficantes los respectivos pasaportes a que deberá agregar los pases de las autoridades del
territorio en que hubiesen de adquirir
para impedir por este medio todo
desorden.
Art.
9.- La ciudad y puerto de Maracaibo
queda libre y expedita para las comunicaciones con los pueblos del interior,
tanto para subsistencias como para
relaciones mercantiles; y los buques mercantes
neutros o de Colombia que introduzcan efectos, no siendo armamentos ni
pertrechos de guerra o los extraigan por aquel puerto para Colombia serán tratados como extranjeros y pagarán como tales los derechos, sujetándose a las leyes del país. Podrán
además tocar en ella, salir y entrar por
el puerto los agentes o comisionados que el gobierno de Colombia despache para
España o para los países extranjeros y los que reciba.
Art.
10.- La plaza de Cartagena tendrá la
misma libertad que la de Maracaibo con
respecto al comercio interior, y podrá proveerse de él durante el Armisticio para su población y
guarnición.
Art.
11.- Siendo el principal fundamento y
objeto primario de este Armisticio la negociación de la paz, de la cual deben
recíprocamente ocuparse ambas partes, se enviarán y recibirán por uno y otro gobierno los enviados y
comisionados que se juzguen conveniente a aquel fin, los cuales tendrán el
salvo conducto, garantía y seguridad personal que corresponda a su carácter de agentes de paz.
Art.
12.- Si por desgracia volviese a
renovarse la guerra entre ambos gobiernos, no podrán abrirse las
hostilidades sin que preceda un aviso
que deberá dar el primero que intente o
se prepara a romper el Armisticio. Este aviso se dará 40 días antes que se
ejecute el primer acto de hostilidad.
Art. 13.-
Se entenderá también por un acto de hostilidad el apresto de expedición
militar contra cualquier país de los que
suspenden lasa armas por este Tratado;
pero sabiendo que puede estar
navegando una expedición de buques de guerra
españoles, no hay inconveniente en que
puedan haciendo el servicio sobre las
costas de Colombia en relevo de igual
número de los que componen la escuadra
española, bajo la precisa condición de que no desembarquen tropas.
Art.
14.- Para dar al mundo un
testimonio de los principios
liberales y filantrópicos que animan a ambos Gobiernos, no menos que
para hacer desaparecer los horrores y el
furor que han caracterizado la funesta
guerra e que están envueltos se
comprometen uno y otro Gobierno a
celebrar inmediatamente un tratado que regularice la guerra, conforme al
derecho de gentes y a las practicas mas
liberales, sabias y humanas de las naciones civilizadas.
Art.
15.- El presente Tratado deberá ser
ratificado por una y otra parte dentro
de sesenta horas y se comunicara inmediatamente a los jefes de las divisiones por oficiales que se
nombrarán al intento por una y otra parte.
Dado
y firmado de nuestras manos en la ciudad
de Trujillo, a las diez de la noche del
día 25 de noviembre de 1820.
Ramón
Correa, Antonio Josef de Sucre, Juan Rodríguez de Toro, Pedro Briceño Méndez, Francisco González de Linares,
Josef Gabriel Pérez.
El
presente tratado queda aprobado y ratificado en todas sus partes. Cuartel
general de Carache a veintiséis de
noviembre de mil ochocientos veinte.
(93) Pablo Morillo. José
Caparros. Secretario.
Simón
Bolívar, Presidente de la
República de Colombia. Se aprueba, confirma y ratifica el
presente tratado en todas y cada una de
sus partes. Dado, firmado y sellado con el sello provisional del estado, y refrendado por el Ministro de la Guerrea , en el cuartel
general de Trujillo a veintiséis de
noviembre de mil ochocientos veinte.
Simón Bolívar. Por mandato de su excelencia Pedro Briceño Méndez.
Es
copia del original. Trujillo, noviembre 27 de 1820. Guárdese, cúmplase y
ejecútese el presente Tratado como lo
dispone S. E. el Libertador Presidente de la República. Publíquese
en esta capital y circúlese en todos los
comandantes generales de provincia, generales en jefe dependientes de este
departamento, y demás de quienes corresponda.
Carlos Soublette. José Luis Ramos. Secretario general del departamento. (Correo del Orinoco, No.
90, Angostura, 23 de diciembre de 1820” .
Al
otro día después de la firma del Armisticio, Antonio José de Sucre, Pedro
Briceño Méndez y José Gabriel Pérez, presentaron a Morillo, el proyecto del
Tratado de Regularización de la
Guerra. A cuyo documento se le dio el mismo tratamiento que
al proyecto de Armisticio, es decir después de ser discutido y analizado por
ambas partes, fue aprobado en los términos siguientes:
TRATADO DE REGULARIZACION DE LA GUERRA FIRMADO EN TRUJILLO EL 26 DE NOVIEMBRE DE 1820
Deseando
Los gobiernos de España y Colombia manifestar
al mundo el horror con que ven la guerra de exterminio que ha devastado
hasta ahora estos territorios,
convirtiéndolos en un teatro de
sangre, y deseando aprovechar el primer momento de calma que se presenta para regularizar la guerra
entre ambos gobiernos, conforme a las leyes de las naciones cultas, y a los principios más liberales y
filantrópicos, han convenido en nombrar
comisionados que estipulen y fijen un
tratado de regularización de la guerra y, en efecto, ha nombrado el
excelentísimo, señor General en Jefe del Ejército expedicionario de Costa
firme, Don Pablo Morillo, Conde de
Cartagena, de parte del Gobierno
español, a los señores Jefe Superior Político de Venezuela, Brigadier Don
Ramón Correa, Alcalde primero constitucional de Caracas; Don Juan Rodríguez del Toro y Don Francisco González Linares: y el Excmo.
Señor Presidente de la
República de Colombia, Simón Bolívar, como Jefe de la República , de parte de
ella, a los señores General de Brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro
Briceño Méndez y Teniente Coronel José
Gabriel Pérez, los cuales autorizados competentemente han convenido y convienen
en los siguientes artículos:
Art.
1.- La guerra entre España y Colombia
se hará como la hacen los pueblos
civilizados, siempre que no se opongan
las prácticas de ellos a algunos de los artículos del presente Tratado, que
debe ser la primera y más inviolable regla de ambos gobiernos.
Art.
2.- Todo militar o dependiente de un
ejército tomado e el campo de batalla aun antes de decidirse esta, se
conservará y guardará como prisionero de guerra y será tratado y respetado
conforme a su grado, hasta lograr su canje.
Art.
3.- Serán igualmente prisioneros de guerra
y tratados de la misma manera que estos,
los que se tomen en marchas, destacamentos, partidas, plazas
guarniciones y puertos fortificados,
aunque éstos sean tomados al asalto, y
en la marina los que sena aun al abordaje.
Art.
4.- Los militares o dependientes de un ejército que se aprehendan heridos o
enfermos, en los hospitales o fuera de ellos,
no serán prisioneros de guerra, y tendrán libertad para restituirse a las banderas a que pertenezcan, luego que se hayan
reestablecido. Interesándose tan vivamente
la humanidad a favor de estos desgraciados que se han sacrificado a su patria y a su gobierno, deberán ser
tratados con doble consideración y
respeto que los prisioneros de guerra, y se les prestará, por lo menos, la
misma asistencia, cuidados y alivios que a los heridos y enfermos del ejército que los tenga en su
poder.
Art.
5.- Los prisioneros de guerra se
canjearán clase por clase y grado por
grado, o dando por superiores el número de subalternos que es de costumbre entre las naciones
cultas.
Art.
6.- Se comprenderá también en el canje
y serán tratados como prisioneros de
guerra aquellos militares o paisanos que
individualmente o e partidas hagan el
servicio de reconocer u observar, o tomar noticias de un ejército para darlas al jefe de otras.
Art.
7.- Originándose esta guerra de la
diferencia de opiniones; hallándose ligados con
vínculos y relaciones muy estrechas los individuos que ha combatido
encarnizadamente por las dos causas; y deseando economizar la sangre, cuanto
sea posible, se establece que los
militares o empleados que, habiendo
antes servido a cualquiera de los dos
gobiernos, hayan desertado de sus banderas,
y se aprehendan bajo las del otro, no pueden ser castigados con pena capital. Lo mismo se entenderá con respecto a los conspiradores y desafectos
de una y otra parte.
Art.
8.- El canje de prisioneros será
obligatorio, y se hará a la más posible brevedad. Deberán, pues, conservarse
siempre los prisioneros dentro del
territorio de Colombia, cualquiera que sea su grado y dignidad; y por ningún motivo ni pretexto
se alejará del país, llevándolos a sufrir males mayores que la misma
muerte.
Art.
9.- Los jefes de los ejércitos
exigirán que los prisioneros sean
asistidos conforme quiera el Gobierno a quien esos correspondan, haciéndose abonar
mutuamente los cosos que causaren. Los
mimos jefes tendrán derecho de nombrar
comisarios que, trasladados a los depósitos
de los prisioneros respectivos,
examinen su situación, procuren mejorarla y hacerla menos penosa su existencia.
Art.
10.- Los prisioneros existentes
actualmente gozaran de los beneficios de
este Tratado.
Art.
11.- Los habitantes de los pueblos que
alternativamente se ocuparen por las armas
de ambos gobiernos serán altamente respetados, gozarán de una extensa y
absoluta libertad y seguridad, sean
cuales fueren o hayan sido sus
opiniones, destinos servicios y conductas con respecto a las partes beligerantes.
Art.
12.- Los cadáveres de los que
gloriosamente terminen su carrera en los
campos de batalla o en cualquier combate, choque o encuentro entre las armas de
los gobiernos, recibirán los últimos honores
de la sepultura, o se quemaran cuando, por su número o por la premura del tiempo, no puede hacerse lo primero.
El ejército del cuerpo vencedor será el obligado a cumplir con este sagrado deber, del cual
solo por una circunstancia muy
grave y singular podrá descargarse, avisándolo inmediatamente
a las autoridades del territorio en que
se halle para que lo hagan. Los
cadáveres de una y otra parte se reclamen por el Gobierno o por los particulares no podrán negarse, y se concederá la comunicación necesaria para trasportarlos.
Art.
13.- Los generales de los
ejércitos, los jefes de las divisiones y
todas las autoridades estarán obligadas a guardar fiel y estrictamente este
Tratado y sujetas a las mas severas
penas por su infracción, constituyéndose ambos gobiernos a su exacto y religioso cumplimiento, bajo la
garantía de la buena fe y del honor
nacional.
Art.
14.- El presente Tratado será
ratificado y canjeado dentro de 60
horas, y empezará a cumplirse desde el
momento de la ratificación y canje.
Y
en fe de que así lo convenimos y acordamos nosotros los comisionados de España y Colombia, y firmamos dos de un
tenor en la ciudad de Trujillo, a las
diez de la noche del veintiséis de
noviembre de mil ochocientos veinte.
Ramón
Correa, Antonio José de Sucre, Juan Rodríguez de Toro, Pedro Briceño Méndez,
Francisco González de Linares, José Gabriel Pérez.
Libertador
Presidente de la República
de Colombia. Por cuanto los señores general de brigada Antonio José de Sucre,
coronel Pedro Briceño Méndez y teniente coronel José Gabriel Pérez, mis
comisionados para ajustar y concluir un tratado que regularice la guerra entre
España y Colombia con os comisionados del Excmo. Don Pablo Morillo, conde de
Cartagena, de parte del gobierno español señores jefe superior político de Venezuela,
brigadier Don Ramón Correa, alcalde primero constitucional de Caracas, don Juan
Rodríguez Toro y don Francisco González
de Linares, han acordado y convenido el precedente Tratado de Regularización de
la Guerra
entre España y Colombia, el cual constante de 14 artículos ha sido firmado por
ambas partes en esta ciudad de Trujillo el 26 de noviembre corriente a las diez
de la noche. Por tanto y hallándole conforme a los poderes e instrucciones que
comuniqué a mis dichos comisionados he
venido en aprobarlo, confirmarlo y ratificarlo, como lo apruebo, confirmo y
ratifico en todas y cada una de sus partes.
Dado
firmado y sellado con el sello provisional del estado y refrendado por el ministró de la guerra de la ciudad de Trujillo, a 27
de noviembre de 1820. Simón Bolívar. Por mandato de S. E. Pedro Briceño Méndez.
Archivo
del Libertador. Sección O’Leary, T...XVII, parte primera. F.393. (94)
TEXTO DEL BRINDIS DE BOLIVAR.
Santa Ana 27 de noviembre de
1820.
A
la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro ejército; a su constancia,
sufrimiento y valor sin ejemplo. A los hombres dignos, que a través de males
horrorosos, sostienen y defienden su libertad. A los que han muerto
gloriosamente en defensa de su
Patria o de su gobierno. A los heridos
de ambos ejércitos, que han manifestado
su intrepidez, su dignidad y su carácter. Odio eterno a los que desean sangre y la derraman injustamente. Simón
Bolívar.
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