RAMÓN BADARACCO
BIOGRAFÍA MÍNIMA DE
SIMÓN NARCISO RODRIGUEZ.
CUMANA 2010
Autor: Ramón Badaracco
Escrito para los alumnos de UNEFA. 2009.
Cronista40@hotmail .com
Titulo original: BIOGRAFÍA MÍNIMA DE
SIMÓN RODRÍGUEZ
Puede ser reproducido total o parcialmente.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
El maestro
por excelencia del Libertador.
Simón Rodríguez
alias Samuel Robinson, nació en Caracas el 28 de octubre de 1769, y murió el 28
de febrero de 1854, en Amotape capital de la provincia de Paita en la República
del Perú, fue un niño expósito, catorce años mayor que el Libertador, se le
considera como uno de los maestros y filosofo de la pedagogía, más importantes
de América, y que además de ser el maestro por excelencia del Libertador, expresó
y escribió sus ideas, mas avanzadas de su tiempo y solicitadas en los nuestros.
Por sus ideas,
cierta forma, fue perseguido y combatido por los prejuicios sociales y
políticos. Infortunado, absolutamente, desde su nacimiento ya que su madre lo
abandonó a la puerta de la casa de una dama caritativa, doña Rosalía Rodríguez,
que lo crió, adoptó, le enseñó las primeras letras y lo mandó a la escuela.
A los 20 años era
maestro en Caracas, tenía conocimiento y practicaba la contaduría; se sabe que trabajó
para Don Vicente Bolívar y Palacios, el padre del Libertador, en esos
menesteres. Hay una carta de don Feliciano Palacios y Sojo, 1793, abuelo del
libertador, que lo confirma, dice que Simón Rodríguez prestaba servicios
eventuales en calidad de amanuense, le ayudaba a llevar las cuentas.
Simón Rodríguez,
a los 24 años, continuaba de maestro en la escuela graduada de Caracas, y
dictaba clases en su casa de familia; y Simón Bolívar, niño 10 años, que fue
enviado interno a esa casa por orden judicial, bajo tutela, tuvo la oportunidad
de aprender en la mejor edad, según predicaba Juan Jacobo Rousseau, toda la sabiduría del maestro; y tal vez desde esa época también se inició
aquella maravillosa relación, aquella praxis, entre los dos Simones, que dio tantos frutos, que según la filosofía del maestro, el niño
aprendería sin necesidad de someterse a los rigores de la época: como el decía:
“Enseñar nada para que se aprendiera todo”.
Coincide también
esta etapa, desde 1791, con la reforma propuesta por el maestro a la
Municipalidad de Caracas, en sus conocidas: “Reflexiones sobre los defectos que
vician la escuela de primeras letras de Caracas y modo de lograr su reforma por un nuevo
establecimiento”, que el Maestro presentó en 1794 a la consideración del
Ayuntamiento, con el objeto de impulsar el aprendizaje y la practica de los
oficios.
No hay que olvidar que
el Maestro, por ser un joven sobresaliente recibe lecciones de pedagogía que
enriquecen su filosofía, del celebrado maestro Fr. Juan Rafael Rodríguez, y los
padres Alejandro Carreño y Guillermo Pelgrón, este último fue uno de los maestros guías del Libertador.
Desde temprana edad el
Maestro fue un revolucionario, lucha por la educación de los pardos, forma
parte de los movimientos independentistas, es un socialista que utiliza su
sueldo para mejorar las condiciones de la escuela. En sus cartas al Cabildo
aparecen sus reclamos, sus palabras arden de patriotismo: dice; “Todas las
clases sociales son acreedoras de la educación pública en las primeras letras”;
y sus ideas revolucionarias están en sus libros: “…han decretado la República
pero no la han fundado; para tener república hay que hacer republicanos; una
revolución política necesita una revolución económica; estamos condenados a ser
originales, tenemos que encontrar soluciones propias. Ha llegado el tiempo de
enseñar a las gentes a vivir en república a tener un oficio, aprender a
socializarse, a valerse por si mismos, porque si no serán falsas las repúblicas
sin pueblo que las sostenga…
En 1796 un tribunal de
Caracas, le envía al niño Simón Bolívar, huérfano de padre y madre, pero muy
rico, por rebelde e insubordinado contra la autoridad de su desagradable tío Carlos
Palacios a quien aborrece. Esto se
resolvió no sin muchos incidentes, llevando a Simon Bolívar a la fuerza a la
casa del Maestro, que estaba casado con doña María de los Santos Ronco que fue
la primera mujer del Maestro; también vivía en esa casa un hermano del Maestro,
don Cayetano Carreño, con su mujer María de Jesús Muñoz, que criaban un niño recién
nacido. Simon Bolívar compartiría el internado con cinco niños más. La casa
estaba ubicada entre la esquina de Cuji y Candelaria.
En esa época
Bolívar asistía a la escuela pública, graduada, o sea, gramática o primaria, y
latinidad, o secundaria, y el Maestro lo
llevaba y lo traía, era su ayo, me imagino cuanto conocimiento induciría en el
niño Simón.
La historia los
unió para siempre. Años más tarde alumno y maestro están en Paris, Bolívar, su
cuñado y camarada, don Fernando Rodríguez del Toro, encuentran casualmente al
maestro Samuel Robinson, que no es otro que don Simón Rodríguez, que se había
cambiado el nombre huyendo de sus perseguidores. Con él, Bolívar recibe el
aliento transformador, que lo saca del abatimiento, la bohemia, y lo eleva hasta
encontrar en su espíritu el verdadero
camino que lo llevaría a la gloria.
Encuentra al
maestro cuando en verdad lo necesitaba, agotado por una vida disipada, y enfermo
solo pensaba en su muerte. El maestro se lo lleva al Hotel de los Extranjeros
de París. Bolívar, años más tarde, lo diría así: “Vino a sentarse a mi lado, me
habló con esa bondad afectuosa de siempre, me convence que es una locura
dejarme morir, que hay otros motivos para vivir”. Reacciona el enfermo poco a
poco, hasta sentirse bien y con muchas ganas de vivir.
Rodríguez, que
si desempeña en París el papel de un maestro, casi lo obliga a retomar a las
buenas lecturas, entonces se apasiona por la metafísica, pero poco a poco
vuelve a leer a Helvecio, Holbach, Hume, Hobbes, Spinoza: lo más selecto del
pensamiento y la filosófico política de la época.
Cuando el
joven se ha recuperado totalmente, Rodríguez le propone un viaje a pie hasta
Italia. Bolívar y Fernando lo aceptan. Abandonan Paris rumbo a la frontera con
Italia, van recordando su pasado, charlando sobre España, los sucesos alegres y
tristes de la vida, pero también las anécdotas curiosas a las que han
sobrevivido, sus proyectos, y su futuro. Carlos IV ha firmado su entrega
incondicional a Napoleón. España y Francia pactan contra Inglaterra: ¿que le
aguarda a la América
Española ?
Los viajeros
pasan por Lyón, atraviesan el Ródano, entran en Saboya, siguen sin darse cuenta
los pasos de Rousseau. Caminando, o en carretas, con arrieros y distinguidos
comerciantes que encontraban a su paso, entran en Annecy y siguen a
Chambery donde Rousseau disfrutaba las
caricias de la señora Waren. Luego
Turín, la Lombardía ,
y por fin Milán. Allí se enamora apasionadamente de María Manzoni, de ese
apasionamiento por la bella italiana, escribe el mismo Alejandro Manzoni, autor
de la novela “Los Novios”, que Simón, tirado en un canapé, exclamaba perturbado
“Esa mujer ha decidido mi suerte”; sin embargo pudo continuar con sus
compañeros, dejando atrás a la bella
mujer.
Entra Napoleón
en Milán para coronarse, con la corona de hierro de los lombardos, en su
formidable Catedral. Presencian la coronación y la imponente revista militar de
Campo Chiaro.
Tiempo después
Bolívar diría: “Yo ponía toda mi atención en Napoleón, como todo mundo, y solo
a él veía entre toda aquella multitud, mi curiosidad no podía saciarse, y
aseguro que entonces estaba muy lejos de prever que un día sería yo también objeto de la atención o, si se quiere de la curiosidad de todo un continente, y puede decirse también del mundo¨.
Los tres amigos siguen a Venecia, luego
Ferrara, Lugano, Padua, y Florencia, donde lee El Príncipe de Maquiavelo, que
no le agrada, y por fin llegan a Roma.
En Roma,
capital del mundo, solicitan al embajador de España, don Antonio Vargas Laguna.
En este punto Rumazo González dice que este caballero, introduce a los tres
viajeros en las tertulias literarias donde participan: Guillermo, hermano del Barón
de Humboldt, Rauch y Thorwaldsen, Sismondi, Madame Stael, Lamartin,
Chatobriand; diplomáticos, ministros, generales, todos inmortales, imbuidos en
el espíritu revolucionario de esa época.
El 15 de agosto de 1805, los tres
amigos suben al Monte Sacro, una de las famosas siete colinas de Roma. Donde
juraron libertar a Venezuela. Bolívar lo cuanta así:
“Allí nos arrodillamos los tres, y
abrazándonos unos a otros juramos libertar a nuestra patria o morir en la
demanda. Fue hacia la tarde, en hora de intenso calor. Este juramento fue
cumplido; he ahí lo extraordinario. Seis años después, Fernando Toro, destrozada
la pierna por un cañón español, en plena guerra, regresó a Caracas para morir,
sin siquiera haber contemplado el alcázar de la independencia”.
Simón diría,
andando el tiempo: “El es un maestro que enseña divirtiendo”; y recordando sus
andanzas por Francia e Italia, El Libertador, exclamaba ¡Oh mi maestro! ¡Oh mi amigo! ¡Oh mi Robinson, Ud., en
Colombia! ¡Usted en Bogotá y nada me ha dicho y nada me ha escrito...
Y en carta al
hermano de su maestro le dice: “Créame Ud., mi querido amigo: “Su hermano de
Ud., es el mejor hombre del mundo; pero
como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni hogares, ni familia, ni nada”. Simón Bolívar. Carta desde Cuzco, 27 de junio de 1825,
dirigida a Cayetano Carreño.
En la educación
de Bolívar, como hemos visto, el Maestro
inventa uno de los grandes principios de su filosofía “Enseñar nada para que lo aprendas todo”,
fundamento de la divinidad de la persona humana, y Aristotélico “Todos los
hombres tienen naturalmente el deseo de saber”, y parte importante de la
mayéutica socrática, el conocimiento endógeno.
Simón aprendió a
amar intensamente a aquel hombre extraordinario pero extraño, completamente
distinto de todo lo que Bolívar conocía, y por eso mismo lo amó como a un padre,
con toda la fuerza de su corazón de niño de grandes aptitudes y sentimientos.
De repente todo cambio, Simón
Rodríguez participa en el intento revolucionario develado de Gual y España, no
sabemos que impacto produjo en Simón este hecho, por supuesto conectado con
toda la represión que produjo; y el
maestro, tiene que huir precipitadamente de Venezuela hacia las Antillas; el joven Bolívar quedó otra vez solo, pero se
repone, en 1797, a los 15 años, ingresa al Batallón de Milicias de Blancos en
los Valles de Aragua, lo que con el tiempo fue muy provechoso.
Simón Rodríguez
huye de Venezuela, viaja a las Antillas, en Jamaica cambia de nombre por el de
Samuel Robinson, que utiliza hasta 1823. De Jamaica pasa a Los Estados Unidos,
donde trabaja como tipógrafo y aprende el idioma Inglés. En 1800 pasa a
Bayona, Francia, viaja constantemente y estudia,
estudia idiomas y otras materias, por eso tenía conocimientos, entre otros, de
Historia, filosofía, idiomas, botánica,
química, matemáticas, mineralogía y tecnología industrial, y por eso mismo no
tiene nada de raro que su pensamiento avance hacia el socialismo, bajo la
influencia de Saint Simon.
Sobrevivió el
Maestro en Francia, como podemos apreciar, debido a su amplia cultura que incluía el
idioma Francés, además había aprendido en la práctica sobre los medios de
subsistencia, es parte de su filosofía,
“aprender haciendo” fue una educación “endógena”, y supo ganarse la vida de muchas formas.
El segundo
encuentro del maestro con su alumno sucede en París, en 1805. Bolívar había perdido a su amada esposa y
también el interés por la vida, estaba dedicado a los placeres mundanos en un
mundo social corrompido, y tenía mucho dinero. El maestro, lo encuentra en
estado crítico al borde del precipicio moral y material. Lo rescata se lo lleva
para un hotelito en el cual vivía y se dedicó por entero a recuperarlo y
sacarlo de la crisis en que se encontraba, y lo logró.
Su regreso a Francia coincide
con la coronación de Napoleón, como
emperador en la monumental catedral de Nuestra Señora de Paris “Notre-Dame”. Luego lo seguirá a Milán, donde
Napoleón se coloca la corona del reino de Italia, lo que le causa mucho
malestar a Simón, lo desengaña; entonces dijo”Yo admiraba a Napoleón como héroe
de la República
Francesa , como genio de la libertad. Se hizo emperador y
desde aquel día lo consideré un tirano”.
Las amistades en
París:
Bolívar es un joven muy rico y desprendido,
y en Paris encuentra los placeres mundanos que lo envuelven en sus artificios y
bambalinas. Allí convergen muchos líderes americanos, entre ellos: Carlos
Montufar y Vicente Rocafuerte, el primero, hijo del Marques de Selva Alegre que
sería Presidente de la
Junta Revolucionaria establecida en Quito en 1809, que fue la primera de Sur América; en cambio
Rocafuerte fue enemigo de Bolívar en los años finales de la Gran Colombia.
Fanny,
Humboldt, Bompland y Gay Lussac.
Asiste a los
salones de su pariente, la bella y elegante Fanny Dervieu Aristeguieta, casada
con el Conde Du Villars. Se tratan de primos y
hubo entre ellos un romance, que delatan sus cartas. En sus salones
conoció al Barón de Humboldt y su amigo Amadeo Bompland, ambos enamorados de Venezuela y América, que
estuvieron en Cumaná y Caracas, y toda América, desde en 1799, con quienes
sostuvo interesantes conversaciones sobre la libertad americana, que de alguna
manera influyeron en su decisión de emprender la gesta libertaria. Humboldt le
habla de las riquezas que observó en Venezuela, y sobretodo de los valles de
Aragua, donde observó las siembras de algodón, cacao y trigo, la alta densidad
poblacional, el Saman de Guere, cuya inmensa copa abarcaba un espacio tan
importante, que de lejos parecía una montaña;
y también le habla de la libertad, de la venta de esclavos negros, y la
indignación que notó en Caracas ante la ejecución de José María España; y, le insinuó que había madurez en el pueblo
para un proceso libertador.
Bolívar visitó
en París en varias ocasiones al sabio alemán y sus palabras y su sabiduría lo
marcaron, influyeron indudablemente en él, eso se desprende de su poca pero
efectiva correspondencia.
En 1822
Humboldt le escribe recordándole esta época y sus conversaciones sobre la
independencia de América, y también sobre las diligencias que hizo Bolívar para
obtener la libertad de Bompland, su amigo preso en Paraguay.
Bolívar y su
maestro don Simón Rodríguez.
“Créame Ud., mi querido amigo: “Su
hermano de Ud., es el mejor hombre del
mundo; pero como es un filósofo cosmopolita, no tiene ni patria, ni
hogares, ni familia, ni nada”. Simón
Bolívar. Carta desde Cuzco, 27 de junio
de 1825, dirigida a Cayetano Carreño.
En Paris,
Bolívar y su pariente y camarada don Fernando Rodríguez del Toro, encuentran al
maestro Samuel Robinson, que no es otro que el maestro don Simón Rodríguez, que
se había cambiado el nombre como hemos dicho. Con él Bolívar recibe el aliento
transformador, que lo saca del abatimiento, la bohemia, y lo eleva hasta encontrar en su espíritu el verdadero camino que lo
llevaría a la gloria.
Encuentra al
maestro cuando en verdad lo necesitaba, agotado por una vida disipada, enfermo,
pensaba en su muerte. El maestro se lo lleva al Hotel de los Extranjeros de
París. Bolívar, años más tarde, lo diría
así: “Vino a sentarse a mi lado, me habló con esa bondad afectuosa de siempre,
me convence que es una locura dejarme morir, que hay otros motivos para vivir”.
Reacciona el enfermo poco a poco, hasta sentirse bien y con muchas ganas de
vivir.
Rodríguez, que
si desempeña en París el papel de un maestro, casi lo obliga a retomar las
buenas lecturas, se apasiona por la metafísica, pero poco a poco vuelve a leer
a Helvecio, Holbach, Hume, Hobbes, Spinoza, y sobre todo Saint Simon, lo más
selecto del pensamiento y la filosofía política de la época.
Simón diría,
andando el tiempo: “El es un maestro que enseña divirtiendo”. Recordando sus
andanzas por Francia e Italia, El Libertador, exclamaba ¡Oh mi maestro! ¡Oh mi
amigo! ¡Oh mi Róbinson, Ud. en Colombia! ¡Usted en Bogotá y nada me ha dicho y
nada me ha escrito...
Cuando el
joven se ha recuperado totalmente, Rodríguez le propone un viaje a pie hasta Italia. Bolívar y
Fernando lo aceptan.
Abandonan
Paris rumbo a la frontera con Italia, van recordando su pasado, charlando sobre
España, los sucesos alegres y tristes de la vida, pero también las anécdotas
curiosas a las que han sobrevivido, sus proyectos, y su futuro.
Carlos IV ha
firmado su entrega incondicional a Napoleón. España y Francia pactan contra
Inglaterra: ¿que le aguarda a la América Española ?
Los viajeros
pasan por Lyón, atraviesan el Ródano, entran en Saboya, siguen sin darse cuenta
los pasos de Rousseau. Caminando, o en carretas, con arrieros y distinguidos
comerciantes que encontraban a su paso, entran en Annecy y siguen a
Chambery donde Rousseau disfrutaba las
caricias de la señora Waren. Luego
Turín, la Lombardía ,
y por fin Milán. Allí se enamora apasionadamente de María Manzoni, de ese
apasionamiento por la bella italiana, escribe el mismo Alejandro Manzoni, autor
de la novela “Los Novios”, que Simón, tirado en un canapé, exclamaba perturbado
“Esa mujer ha decidido mi suerte”; sin embargo pudo continuar con sus
compañeros, dejando atrás a la bella mujer.
Entra Napoleón
en Milán para coronarse, con la corona de hierro de los lombardos, en su
formidable Catedral. Presencian la coronación y la imponente revista militar de
Campo Chiaro.
Tiempo después
Bolívar diría: “Yo ponía toda mi atención en Napoleón, como todo mundo, y solo
a él veía entre toda aquella multitud, mi curiosidad no podía saciarse, y
aseguro que entonces estaba muy lejos de
prever que un día sería yo también
objeto de la atención o, si se
quiere de la curiosidad de todo un continente, y puede decirse también del mundo.
Los tres
amigos siguen a Venecia, luego Ferrara, Lugano, Padua, y Florencia, donde lee
El Príncipe de Maquiavelo, que no le agrada, y por fin llegan a Roma.
En Roma,
capital del mundo, solicitan al
embajador de España, don Antonio Vargas Laguna. En este punto Rumazo González
dice que este caballero, introduce a los
tres viajeros en las tertulias literarias donde participan: Guillermo, hermano
del Barón de Humboldt, Rauch y
Thorwaldsen, Sismondi, Madame Stahl, Lamartin, Chatobriand, diplomáticos,
ministros, generales, todos inmortales, imbuidos en el espíritu revolucionario
de esa época.
El 15 de agosto de 1805, los tres
amigos suben al Monte Sacro, una de las famosas siete colinas de Roma. Donde
juraron libertar a Venezuela. Bolívar lo cuanta así:
“Allí nos arrodillamos los tres, y
abrazándonos unos a otros juramos
libertar a nuestra patria o morir en la
demanda. Fue hacia la tarde, en hora de intenso calor. Este juramento fue
cumplido; he ahí lo extraordinario. Fernando Toro destrozada la pierna por un
cañón español seis años más tarde, en
plena guerra ya, solo regresó a Caracas para morir, sin siquiera haber contemplado el alcázar de
la independencia”.
EL JURAMENTO.
Don Simón Rodríguez, después de la
muerte de Bolívar, dio a conocer el texto del
juramento del Monte Sacro, que guardó celosamente, se lo dictó a Don Manuel Uribe, el cual lo dio a conocer,
dice así: “¿Con que éste es el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos y los
Horacios, de Augusto y de Nerón, de Cesar y de Bruto, de Tiberio y de Trajano?
Aquí todas las grandezas han tenido su tiempo, todas las miserias su cuna.
Octavio se disfraza con el manto de la piedad pública para ocultar la
suspicacia de su carácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el puñal en
el corazón de su padre para reemplazar la tiranía de Cesar con la suya propia; Antonio renuncia los
derechos de su gloria para embarcarse en
las galeras de una meretriz ; sin proyectos de reforma, Sila degüella a sus compatriotas y Tiberio, sombrío como la noche y depravado como el crimen, divide su tiempo
entre la concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien Caracallas,
por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudios. Este pueblo ha
dado para todo: severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República ; depravación
para los emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar al
mundo entero; ambición para
convertir todos los Estados de la tierra
en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas de su
carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como
Cicerón; poetas para seducir con su canto como Virgilio; Satíricos como Juvenal
y Lucrecio; filósofos débiles como Séneca; y ciudadanos enteros como Catón;
éste pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad. Mesalinas
corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores, naturalistas
insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes
y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la
extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la
perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada. La civilización que ha
soplado del Oriente ha mostrado aquí todas sus fases, ha hecho ver todos sus
elementos; más en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad,
parece que el asunto ha sido desconocido
y que el despeje de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino
en el Nuevo Mundo.
¨Juro delante
de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos; juro por mi honor y
juro por la Patria ,
que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder
español”.
19 años después del juramento
Bolívar le escribe al maestro desde Pativilca: “ Se acuerda usted cuando fuimos
juntos al Monte Sacro en Roma a jurar
sobre aquella tierra santa la libertad
de la Patria ?
Ciertamente no habrá olvidado usted
aquel día de eterna gloria para nosotros, día que anticipó por decirlo
así, un juramento profético a la misma
esperanza que nos debíamos tener...”
La mayor parte de los historiadores
e investigadores, no creen ni aceptan que Bolívar haya dictado ese juramento,
como lo dice y escribe, Don Manuel
Uribe, que copia y publica el texto de don Simón Rodríguez, pero yo si creo que
Bolívar y Rodríguez, escribieron ese
texto para aquel acto, por tratarse de dos tipos humanos muy especiales, que
veían las cosas en otra dimensión a la cual no todo mundo tiene acceso. Para
Bolívar y su maestro, ese acto era único y sagrado, son los 40 días en el
desierto, solemne como una misa, como levantar la ostia con el cuerpo de
Cristo, así, sangrando, desgarrado, divino.
Ese manifiesto tiene la firma de Bolívar, nadie pudo escribirlo sino él,
ese texto no es un producto extraño al Libertador de un mundo, ustedes deben
entenderlo, no es cualquier cosa, es Bolívar, único, un
hombre incomparable y verdadero. Cristo, el Quijote y él, son los tres
majaderos más grandes de la historia. No cabe duda, ese juramento, ese texto,
lo escribió y leyó en el Monte Sacro, Simón Bolívar. Rodilla en tierra los tres.
Sobre la influencia beneficiosa que
ejerció el maestro sobre Bolívar, dan fe Don Cristóbal Mendoza y Monseñor
Navarro, dos estudiosos sobresalientes. Con
ellos podemos destacar el papel que juega el Maestro en la formación del
Libertador, sobre todo en el tiempo que estuvieron juntos en Europa durante los
años 1804 y 1805. Dice el Dr. Mendoza, que los dos iniciados estaban
identificados en un arraigado concepto de rebeldía contra el despotismo, que
tenían el propósito de ir a Roma a formalizar solemnemente sus ideales de
justicia y libertad. El Maestro era ya un revolucionario y además un enciclopedista; Bolívar era un
joven de temperamento genial, y agrega que, su madurez precoz y sus
incontestables impulsos no necesitaban ayuda para manifestarse con toda su
fuerza, así que ante un anfitrión como
el Maestro, no es aventurado presumir que sus pláticas se refirieran a la
libertad del hombre y sobre todo de su América, subyugada por las potencias
colonialistas. Aquellos dos genios intercambiaron, indudablemente ideas,
enseñanzas, saberes, filosofía revolucionaria de igualdad y libertad para su
pueblo oprimido y explotado, de esta manera fue su maestro, y de esta manera se
entiende aquello de aprender sin enseñar.
Bolívar decía:
“El es un maestro que enseña divirtiendo…. Es un amanuense que da preceptos a
su dictante. Cuando yo le conocí valía infinito….” Por eso le escribe:
"Usted formó mi corazón para la libertad, para lo grande, para lo
hermoso". Dio gran importancia al educador como forjador de naciones.
Para el Libertador el trabajo
docente estaba en el lugar más elevado, de él dependía la formación de una
juventud virtuosa. Tenía que ser popular y complemento de la acción de patria. Debe
buscar la comprensión plena de los deberes ciudadanos. Darle una formación
intelectual que impida que le quiten sus derechos. La educación ayudaría a
comprender la necesidad del cumplimiento del deber. Para el libertador de nada
valía ser libre si se continuaba en la ignorancia de ahí que para él: "Un
pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción"
Simón Rodríguez,
como perseguido político, se da a conocer fuera de Venezuela con el nombre de Samuel Robinson; en 1823
regresa a Colombia, con la idea de consolidar la independencia de las nuevas
naciones con la educación, ofreciendo su sistema educativo destinado a formar
un nuevo ciudadano, formado al hombre nuevo para el trabajo creador, como lo
manifiesta en su extensa obra. Formar ciudadanos es su meta y por lo tanto la
creación de las nuevas instituciones es fundamental, el cree que la libertad no
basta y en cierta forma esa es la verdad.
Al tener conocimiento de su arribo a
Bogotá Bolívar le escribe 1923 con mucho amor y alborozo y lo nombra Ministro
de Educación en Bolivia, a donde se dirige a trabajar con el Gran Mariscaal de
Ayacucho, Presidente de Bolivia, pero no le va bien con Sucre.
Luego se marcha
para el Perú en 1828, y en Arequipa, publica el “pródromo” palabra en desuso,
trabajo previo, introductivo, de la obra
sobre “Sociedades Americanas”, en las cuales busca soluciones a los problemas
propios de la América recién libertada, que sintetiza con el pensamiento: “América española es original, y originales
han de ser sus instituciones, gobiernos, y sus medios de defendernos; o
inventamos o erramos”.
En 1830 después
de la muerte de Sucre y Bolívar, publica su libro “El Libertador del Mediodía
de América y sus compañeros de armas”.
Un vibrante alegato a la muerte del Libertador. En ese mismo año publica
su ensayo Observaciones sobre el terreno de Vincocaya. En 1831 acepta regentar
una escuela publica en Lima, se casa por segunda vez con doña Manuela Gómez, y
publica su libro “Luces y Virtudes Sociales”, donde desarrolla su tesis según
la cual hay una diferencia entre instruir y educar. En 1835, continua
publicando su obra, esta vez, publica un informe sobre la Concepción. Ese año,
en Chile, se encuentra nuevamente con
Andrés Bello, que le tiende su mano fraterna, y reedita en Valparaíso “Luces y
Virtudes Sociales”, también publicó algunos artículos en el Mercurio. De
Santiago.
En 1842
reedita su obra “Sociedades Americanas”, en 1843 se residencia en Ecuador y
viaja “Paita”, el refugio de Manuela Sáenz. Allí revisa los papeles del
Libertador, que Manuela conserva como su tesoro.
Luego en
Bogotá, en 1850, publica un extracto de su obra “La Educación Republicana”. En
1851 se refugia en Latacunga, donde sirve como maestro en la escuela de San
Vicente.
Luego 1853
pasa a Guayaquil llevando casi toda su obra, que se pierde en un incendio. Sale
para el Perú en compañía de su hijo José Rodríguez, y muere en el pueblo de San
Nicolás de Amotape el 17 de Julio de 1853. Vivió 85 años de fructífera acción
social. Sus restos reposan en el Panteón Nacional.
Este ensayo, meramente informativo, es el producto de una charla para
estudiantes. Sin ninguna otra pretensión.
SINTESIS. -
1.- Nace en Caracas de padres desconocidos, el 28 de octubre de 1771
2.- Murió en San Nicolás de
Amotepe el 28 de febrero de 1854.
3.- 1793 trabaja como amanuense en
los negocios de don Juan Vicente Bolívar y Ponte, padre del Libertador,
4.- En 1794 presenta un proyecto
pedagógico a la Municipalidad de Caracas “Reflexiones sobre los defectos que
vician la educación”.
5.- En 1796 un tribunal de Caracas le envía al joven Simón Bolívar para
que, en calidad de interno, contribuya en su educación.
6.- En 1828.- Publica en Arequipa el pródromo de la obra Sociedades
americanas en 1828, donde afirma que: La América española es original y originales
han de ser sus instituciones, o inventamos o erramos.
7.- En 1830 publica su obra “El Libertador del Mediodía de América; ese
mismo año publica Observaciones sobre el territorio de Vincocaya
8.- En 1831 publica su obra Luces y Virtudes Sociales
9.- En 1838, Publica varios artículos en el Mercurio de Santiago de Chile
10.- En 1842 viaja a Paita en el Perú donde vive Manuelita Sáenz
11.- 1850 en Bogotá, publica en el periódico ¨El Neogranadino¨ y su obra ¨Educación
Republicana¨. Desde Bogota viaja a Latacunga, donde entrega al Colegio ¨San
Vicente¨ las lecciones dictadas en ese Colegio.
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