viernes, 21 de octubre de 2016

PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA RIJAS



RAMÓN BADARACCO



PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA ROJAS.
GENERAL EN ACCIÓN DE GUERRA


CUMANÁ  1982









Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco

Libro PEDRO ELIAS ARISTEGUIETA ROJAS
GENERAL EN ACCIÓN DE GUERRA

Copyright Ramón Badaracco.  2012
Primera edición 2009
Correo y cel.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail.com
0416-8114374
0293-5145753















INTROITO

El poeta que había en Pedro Elías Aristeguieta Rojas

MI VIDA

La perpetua inquietud del océano…    
En sus trombas de amor tiene mi vida:
La lobreguez inmunda del pantano,  
El blanco-virgen de las altas cimas.

La carcajada hiriente, el adorable
Llanto del niño que a vivir empieza.   
Yo tengo para el malo mis maldades  
Y tengo para el noble mis noblezas.

Yo quiero si me quieren; y odio si me odian
Yo tengo u alma buena y un alma pervertida
Y he sido nauta experto sobre aguas impiadosas
Y he guiado mis bajeles por aguas bendecida…

Mi vida sabe á mieles y sabe a hiel y tiene:        
Ternezas y suspiros y vértigos y arrullos
Y es frágil y sensible y rabia y se retuerce
Al peso de veinte años que pesan veinte mudos.

 
Poema publicado por Marco Tulio Badaracco Bermúdez en su antología de poetas cumaneses “Fuego de Blanca Luz”





Introducción


Pedro Elías nació en Cumaná, héroe de última generación: fueron sus padres don Fernando Aristeguieta Sucre y doña Ana Rojas Guerra, ambos descendientes de la familia del Libertador y del Mariscal, sangre de los grandes héroes de la Independencia. Muy cultivado y alumno brillante del maestro Silverio González Varela, en el Colegio Nacional de Cumaná; y, por ende, del Dr. Domingo Badaracco, en gramática y latín. Entregó su vida en la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Se han escrito muchas páginas de su gesta y su martirio.

Pedro Elías fue un líder amado por el pueblo de Cumaná. Mi padre publicaba sus versos en sus periódicos, y lo tenía entre sus mejores amigos. Mamá contaba que ella lo visitaba, siendo una niñita, en sus pesquerías en Mariguitar, donde tenía un ¨Placer¨ con una sabrosa enramada, creo que era una playa que aun lleva el nombre de Maigualida. con barcos y chinchorros. Mamá conoció a Papá, en la casa de los Aristeguieta.

Este héroe, poeta de la revolución, tiene una larga historia de pesquerías y empresas en el Golfo de Cariaco, donde fue un inquieto trabajador, muy joven instaló una red de teléfonos en Chiguana, para comunicarse con sus equipos que trabajaban en los intrincados parajes de la península de Araya, montañas y valles inhóspitos y peligrosos, donde cortaban madera, las cuadrillas de leñadores, para surtir de maderas a los telares de Cumaná.

Diego Córdova, su amigo, nos cuenta sobre los días iniciales del caudillo de los Guaiqueríes y nos dice:

 “Pedro Elías había formado su ser en el pequeño orbe del viejo patriciado de provincia y el exacerbado catolicismo de su época. No quiso someterse a las disciplinas universitarias como hizo la mayoría de sus compañeros de generación y prefirió dedicarse al trabajo y asomarse tímidamente a las letras publicando algunos versos sentimentales en la revista “Broches de Flores”.

“Desde muy joven sintióse poseído por los sueños patrióticos y la inquietud de las predestinaciones proceras que le venían de sus antepasados.  Bajo la dirección de su honorable tío Pedro Ezequiel Rojas, Ministro plenipotenciario de Venezuela en Washington, fue agregado civil a nuestra legación y cuando regresó al país dedicose a trabajar en la pesca, al lado de su padre, Fernando Aristeguieta Sucre en la tradicional empresa que éste dirigía en Cumaná. De cuando en cuando visitaba Caracas, donde gozaba de grandes simpatías y cariños, hasta que, frente al espectáculo cruel y grosero de la dictadura de Gómez, poco a poco fue convirtiéndose en su enemigo, y a la larga, en un místico de sus ideales republicanos.           

Humberto Tejera agrega: “Pedro Elías luchó como los óptimos. Tomó a sangre y fuego Cumaná, su ciudad natal, que lo colmó de bendiciones. Enterró allí con honores al general Román Delgado Chalbaud y a los demás compañeros que perecieron horas antes de atacar –unos 70 hombres- a una ciudad bien artillada y defendida; pero todos los heroísmos fueron inútiles. La hora de Venezuela no había sonado todavía…

También hemos tomado de J. C. Sotillo Picornel lo que nos dice sobre cómo debemos recordar al mártir, poeta de una revolución imposible. “Fue asesor de toda causa justa y un sembrador de bienes y favores entre todos los perseguidos. Ofrendó a la causa de la república cuanto fue y cuanto hubo, comprometiendo hasta su hacienda y lo mejor de su patrimonio. “Todo esto no es nada” decía, al suscribir una obligación en Costa Rica que lo desposeía de todo. La Patria lo demanda y solo por ella vivo”

Pedro Elías lideró el movimiento revolucionario contra la dictadura del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, que desembarcó por Puerto Sucre, bajo el mando del general Román Delgado Chalbaud, a las 5 am., del 11 de agosto de 1929.

Parte de esa expedición fue transportada en el barco “Falke” comandada por el general Román Delgado Chalbaud, el cual procedió a desembarcar sin tomar en cuenta el retardo de las fuerzas de Pedro Elías, que venían desde el Norte de Araya, atravesando un territorio muy peligroso y sin escuchar el consejo de varios oficiales, lanzó sus guerreros por la avenida Bermúdez a una muerte segura 


Formaron parte de esta acción revolucionaria: Desde el destierro, los generales: Román Delgado Chalbaud, Francisco Linares Alcántara, Rafael María Carabaño y Doroteo Flores; el Comodoro Guillermo Egea Mier, el coronel Francisco Angarita Arvelo; los capitanes Luis Rafael Pimentel, Carlos Mendoza y Raúl Castro; civiles como José Rafael Pocaterra, Carlos Delgado Chalbaud; los doctores Rafael Vegas y Carlos Julio Rojas. Edmundo Urdaneta, Juan Colmenares, Luis López Méndez, Armando Zuloaga Blanco, Mac Gil y los hermanos Pedro Elías y Francisco de Paula Aristeguieta Rojas.

En Cumaná estaban los generales Agustín Rodríguez Córdova y Pánfilo Castro; los coroneles y oficiales Antonio José y Juan de Dios Gómez Rubio, Pedro María Yégres, Francisco Celedonio Serrano, Daniel Silva, Manuel Castro, y otros. El pueblo de Cumaná se organizó para la acción, además de los mencionados, hombres como Pedro Bruzual Montes, que se vanagloriaba de ser el correo de Pedro Elías, batía las montañas caminando para llevar la correspondencia a lugares distantes como Guanta, por ejemplo. Hay una cadena de emocionantes episodios que solo conserva la memoria oral. 

Este movimiento organiza la épica jornada del 11 de agosto de 1929, cuando surge en Puerto Sucre el navío “Falke” con una fuerza invasora bajo el mando del general Román Delgado Chalbaud, que se desplaza abiertamente por la Avenida Bermúdez, y bajo metralla incesante logran avanzar con desprecio de sus vidas, hasta el puente Guzmán Blanco, dejando una estela de heridos, entre los cuales estaba Armando Zuloaga Blanco, héroe de los estudiantes. En ese fatídico puente estaban atrincheradas las fuerzas del gobierno del Estado Sucre, bajo el mando del bizarro General Emilio Fernández, Presidente del Estado Sucre,  y el General Tobardía, Jefe de las Fuerzas del Estado Sucre, fuertemente armados y protegidos;   sin embargo las fuerzas invasoras intentaron con atrevidos movimientos, atravesar el puente,  bajo  fuego incesante; y, cuando casi lo lograban, una bala disparada por un francotirador, desde un samán que estaba del otro lado del río, alcanzó en el pecho al general Román Delgado Chalbaud, cuando intentaba salir gritando victoria con una bandera alzada;  y, otra bala, en circunstancias parecidas, mató al general Emilio Fernández, que salió eufórico de la barricada en la cual estaba protegido, para arengar a sus hombres que daban muestras de cansancio;  las fuerzas invasoras se replegaron bajo el mando del general Doroteo Flores, cuando apareció en la escena Pedro Elías Aristeguieta, con sus escoltas pero sin los refuerzos, que a esa hora, 11 am., estaban desembarcando en Caigüire; tampoco llegaron a tiempo las fuerzas de Pedro María Yegres ni las de Juan de Dios Gómez Rubio, al parecer no hubo concierto en el día ni la hora. Nadie lo ha explicado.

Al enterarse Pedro Elías, de la tragedia, se unió con Doroteo Flores, y reuniendo las fuerzas dispersas, a las cuales se habían unido muchos cumaneses, se retiraron en busca del batallón de guaiqueríes que esperaba instrucciones de Pedro Elías en Caigüire, donde se les unió con sus fuerzas el general Pánfilo Castro, que venía desde Cumanacoa y Marigüitar, con muchos hombres, pocas armas y escaso de municiones; entonces lograron organizar un batallón de 500 hombres,  atacaron Cumaná el día 13,  y derrotaron completamente al general Tobardía que capitaneaba las fuerzas del gobierno, en la  batalla más importante de la gesta libertadora, en la Plaza Ayacucho; y tomaron la ciudad, fue el único día de gloria de Pedro Elías  El general Pánfilo Castro salió herido, pero este bravo guerrero continuó en la pelea hasta Santa Ana, donde el líder del movimiento insurreccional el heroico Pedro Elías Aristeguieta cae abatido  y después de un doloroso transito muere en Carúpano 

Hemos tomado notas sobre el General Román Delgado Chalbaud, que pueden servir para una visión esclarecedora de este intento revolucionario fallido.

Hijo del general Miguel Delgado y de Dolores Chalbaud. Al morir sus padres siendo aún muy pequeño, fue enviado a cursar estudios en el colegio Sagrado Corazón de La Grita. Años más tarde, gracias a una recomendación de su tío el general Esteban Chalbaud Cardona, obtiene del presidente Joaquín Crespo una plaza en la Escuela Naval de Puerto Cabello, a bordo del buque-escuela Ana Jacinta (1895-1898). En 1901, ya con el grado de capitán, le es encomendada la misión de perseguir a bordo del vapor Restaurador, al buque Ban Righ, el cual recorre las costas venezolanas, desembarcando tropas y parque utilizados en los combates de la Revolución Libertadora (1901-1903). Asimismo, durante el desarrollo del mencionado movimiento insurreccional liderado por Manuel Antonio Matos, apoyó en su rol como Jefe de la Armada Nacional a las fuerzas que, comandadas por Juan Vicente Gómez, derrotarían en Ciudad Bolívar al último bastión de la Libertadora (julio 1903). Entre 1903 y 1906, se mantiene en el grupo opuesto a Gómez en el episodio conocido como La Conjura (1906-1907), en el que ante la repentina enfermedad de Cipriano Castro, grupos opositores a éste y Juan Vicente Gómez, vieron la oportunidad de deshacerse de ambos líderes y nombrar un nuevo presidente, Francisco Linares Alcántara; complot que se frustró debido a la recuperación de la salud por parte de Castro.

En 1908, a pesar de haber formado parte del círculo opositor a Gómez en La Conjura, se une al golpe de Estado del 19 de diciembre de 1908 que lleva a Juan Vicente Gómez a poder. Al año siguiente, funda y dirige la Compañía Anónima de Navegación Fluvial y Costanera, empresa en la cual participa como accionista el propio Juan Vicente Gómez, y la cual controlaba todo el transporte fluvial y marítimo de la nación. En este sentido, sus vínculos de negocios con su compadre Gómez, lo convierten en una de las figuras más prominentes del Gomecismo, al punto de ser considerado como futuro sucesor del mismo. En 1911, viaja a Europa como agente fiscal del gobierno venezolano para buscar una participación de capital extranjero en la creación de un nuevo banco, el cual contribuyera a modernizar el sistema bancario nacional. Asimismo, estuvo facultado para negociar la construcción de una red de cloacas en Caracas, el establecimiento de un ferrocarril en el territorio federal Amazonas, además del otorgamiento de un servicio de vapores por el Alto Orinoco y el río Negro, el cual a su vez respaldaría un proyecto de inmigración en la zona. Con motivo de su importante misión, Chalbaud se unió en París con representantes del Crédit Francais y de la casa Louis Dreyfus, y en Londres con los miembros de un consorcio financiero, el Sindicato Ethelburga. En cuanto a los términos de las negociaciones llevadas a cabo por Delgado Chalbaud en Europa, particularmente las relacionadas con la creación del banco, tenemos que éstas desataron una violenta reacción de ciertos sectores de la opinión pública. Por tal razón, Gómez quien en un primer momento parecía apoyar los proyectos, resuelve oponerse a ellos.

El fracaso de los planes de Román Delgado Chalbaud, coincidió con la pérdida de su preeminencia política y la ruptura definitiva con Gómez. Como consecuencia de esta situación, en 1913 inició un movimiento conspirativo destinado a evitar la reelección de Gómez, el cual fue delatado. Encarcelado en La Rotunda, donde permaneció con grilletes durante 14 años (1913-1937), Delgado Chalbaud viaja al exilio al ser liberado y prepara, desde París donde se encontraba radicado, una expedición armada para desembarcar en las costas orientales de Venezuela y tomar el poder. La ayuda para dicha empresa le fue otorgada por antiguos amigos del Crédit Francais y de la casa Dreyfus, así como también por el magnate petrolero venezolano Antonio Aranguren. Finalmente, a bordo del buque de guerra Falke, viaja hasta Venezuela junto con un nutrido grupo de exiliados antigomecistas, desembarcando en Cumaná donde muere en combate al intentar la toma del puente Guzmán Blanco, a la entrada de la calle Larga (hoy avenida Bermúdez). Sus restos fueron trasladados a Caracas e inhumados en el Cementerio General del Sur el 10 de diciembre de 1953.

 
LA TOMA DE CUMANÁ POR EL Dr. FRANCISCO FLAMERICH, TESTIGO DE EXCEPCIÓN.  

A raíz del fracaso de Urbina en Coro donde ejercía mi profesión mi profesión de médico me vine a Caracas y en conversaciones que tuve con el Dr. Caerlos Bello Presidente de la Cruz Roja y con el Sr Augusto Pinaud ambos me propusieron que me hiciera cargo de la Cruz Roja de Cumaná y que cuando en dicha ciudad se terminara el Hospital que estaba haciéndose por colecta pública después del terremoto tambien me encargaría del hospital 
Después de estas conversaciones me llamó muy privadamente una de los proponentes y me dijo rotundamente que me necesitaba para ayudar allá porque estaba al venir algo muy interesante de París Esta revelación me fue hecha en base a las relaciones que tenía con el Dr. Silva íntimo amigo del Dr.  Santos Dominici y de todos los revolucionarios que estaban en el exterior      
En estas condiciones y con un sueldo que hoy sería considerado irrisorio, de Bs 1.200 mensuales, me embarque para Cumaná el 17 de junio de 1929, a bordo del” Colón¨, comandado por el capitán Vilachá. Dos días después llegué a Cumaná y encontré la ciudad todavía con los rastros del terremoto: la Casa de Gobierno y la Catedral derrumbadas y la mayoría de los edificios en el suelo. Además, había grandes dificultades para conseguir alimentos.  A los dos o tres días, me puse a trabajar en la Cruz Roja e hice contactos con todos los que pudieran conseguir alimentos y también medicinas, y puse en práctica un plan de trabajo para el ejercicio profesional en la Cruz Roja.
Era Gobernador del Estado para esa fecha, el General Emilio Fernández de quien yo tenía referencias por mi tío Cesar que había sido su Secretario General cuando Fernández gobernaba en el Estado Monagas. Emilio Fernández me recibió muy bien, con mucho cariño. Tenía de secretario a un señor de apellido Briceño, cuyo nombre no recuerdo. A los pocos días, me llegó el Bachiller Ángel Bustillos enviado de Caracas como ayúdate médico para utilizarlo en todas las operaciones y trabajar conmigo en todo lo concerniente a la Cruz Roja. Bustillos estaba sin Universidad. No lo habían hecho preso, pero se había retirado de los estudios hasta que soltaran a sus compañeros, unos presos en Puerto Cabello y otros en Palenque.
Entretanto, a medida que iba conversando con elementos verdaderamente preparados, me fui convenciendo de que si era verdaderamente cierto que se acercaba un movimiento revolucionario que tendría lugar en Cumaná. Tomaban parte en estas conversaciones José Berrizbeitia, Octavio Rafael Neri, María Josefa Aristeguieta, entre otros, de modo que, prácticamente, íbamos siguiendo el desarrollo de los acontecimientos.
En la tarde del día 10 de agosto, María Josefa hizo llegar el aviso a todos los guaiqueríes de la costa de Cumaná, Caigüire, el Peñón de que estuvieran listos porque la revolución estaba a punto de desembarcar. El sábado en la mañana, supimos que ya el buque había llegado y estaba en la costa norte de Cumaná, en la bahía de Piedras Negras, donde se habían reunido los guaiqueríes bajo las órdenes de Pedro Elías Aristeguieta, Luis Rafael Pimentel y otros oficiales quienes armaron los fusiles y entrenaron rápidamente a los guaiqueríes en el manejo de estas armas.
La noche del sábado, pendiente como estaba yo de los acontecimientos que de un momento a otro podrían sobrevenir me fui hacia las ruinas del Club donde me encontré con un grupo de individuos entusiastas y todos lamentamos que no se nos hubiera tomado en cuenta anteriormente; que no se nos hubieses hecho partícipes de todo absolutamente, para poder tomar acción en el momento dado. E estas condiciones, pasamos una noche de tensión, cuando a las 5 am., reventaron los tiros. Inmediatamente los localizamos, eran hacia la región del muelle o sea hacia la parte de Altagracia; tiros, cuyo sonido era completamente distinto, por ser de armamento moderno, podrían llamarse ¨balas humanitarias¨ porque eran de punta de acero que no causaban destrozo ni a la entrada ni a la salida, mientras que las balas de plomo, que eran las que tenía el gobierno, como la que hirió a Luis Rafael Pimentel, hacían una carnicería, tanto a la entrada como a la salida. 
A las 5 de la mañana, como lo he dicho anteriormente, reventaron los tiros, continuando hasta las 8, y a las 8 y media fue cuando vinieron a recibirse las primeras noticias, hay que tomar en cuenta la topografía de Cumaná, nosotros estábamos completamente del otro lado del puente, hacia el cerro, hacia el Castillo, y los sucesos se desarrollaban hacia la parte baja del Manzanares, o sea la pare de Altagracia. A las 9 recibimos la noticia de que había muerto el General Delgado y también el General Emilio Fernández, Jefe de la Plaza. Luego hubo un silencio total hasta alrededor de las 11 de la mañana que volvieron a prenderse lo fuegos, pero en una dirección completamente distinta, hacia la región de Caigüire. Estos tiros fueron acercándose cada vez más y ya no podíamos estar seguros en la calle, así que tuvimos que recogernos y esperar hasta ver que era lo que sucedía; a las dos y media cesaron violentamente los tiros; todo quedó en silencio solo interrumpido, de vez en cuando, por os disparos que se hacían desde las ruinas de la Cárcel de Cumaná, donde después, en la tarde, supimos que estaba atrincherado Pedro María Yegres, sin poder, en estas condiciones, atender a ningún herido porque habían sido llevados al Hospital Alcalá que estaba completamente en el lado opuesto al nuestro y no podíamos pasar por ninguno de los lados a causa de los tiros que teníamos localizados;  era desde la Cárcel donde hacían resistencia.
Así se pasó la tarde del domingo hasta el lunes por la mañana, en que, arriesgándonos, o repito, los varios que nos lanzamos a la calle, pudimos llegar hasta el Hospital Alcalá y los depósitos de la Cruz Roja. Se nos ofreció la casa de los Aristeguieta, que quedaba al costado de la iglesia de Santa Inés, para abrir el hospital de la Cruz Roja y fue entonces cuando pudimos entrar a cumplir las funciones médicas que debíamos haber cumplido.
Cuando llegamos al Hospital Alcalá nos encontramos con una gran cantidad de heridos, entre éstos Francisco Angarita Arvelo, herido en la pierna derecha, tres dedos por debajo de la rodilla, sin fractura de la pierna, pero si con una gran hemorragia por ruptura venosa de los vasos. Allí estaban igualmente heridos: Luis Rafael Pimentel, quien se hallaba en muy malas condiciones, con una correa hatada en la parte alta del muslo y con una gran pérdida de sustancia, tanto en la entrada del tiro, como n la salida; el tiro había sido en el tercio medio del fémur derecho, y con una ruptura, al parecer, de vena femoral por lo que, en el primer momento, exploramos en las más precarias condiciones.            
Hallándome en el puente de Cumaná, empezó el ataque nuevamente el día 13 a las 6 y media de la mañana, ataque éste que, si fue verdaderamente coordinado en el momento en que se rompieron los fuegos, porque entraron por un lado del río, Juan de Dios y Antonio José Gómez Rubio, y por el otro lado entró Pánfilo Castro con el grupo que venía de Cumanacoa, y por el lado hacia el mar, entro Agustín Rodríguez Córdova con su gente. Es de entender que todo mundo en Cumaná decía que, para aquella época, naturalmente, así es como se hacían las guerras; ¨Que nadie había podido lograr tomar a Cumaná por la calle larga, es decir por la calle del puente, donde todos los que lo intentaron, fueron derrotados, que a Cumaná se tomaba por la parte de atrás o sea por el corral de la casa, y, tan dicho como hecho, a las 8 y media, estaba terminada la toma de Cumaná. El castillo quedó en manos del Coronel o Teniente Coronel Galavís y otros y se rindió a las 9 y media de la mañana. 115 heridos y alrededor de 70 muertos, fue el balance de ese día; se peleó muy duro. De Cumaná quedó encargado el general Manuel Montenegro, que era el Secretario General del General Emilio Fernández,
El gobernó era el movimiento revolucionario que había tomado a Cumaná.  En este estado de cosas,  a las once de la mañana, ya establecido el Hospital, se presentó a las puertas de la Cruz Roja, donde yo tenía guardia, un hombre chiquito, con sombrero margariteño, con un fusil en la mano, era Pedro Elías Aristeguieta, quien venía a  visitar  los heridos, entre los cuales tenía yo en ese momento, al General Rafael María Carabaño, al coronel Luis López Méndez, Francisco Angarita Arvelo, Carlos Julio Rojas y a  otros varios individuos de Cumaná, gente importante también; en eso me llevaron a Mac Hill, con una  herida en el pecho, una herida rasante nada más, y así le pude extraer la bala que había penetrado en la parte posterior de una costilla, y de inmediato se incorporó a la gente de Pedro Elías.         
El lunes por la mañana, en medio de todo esto que se estaba haciendo, al fin pudo salir una comisión de la cual formé parte en unión de mi chofer y Pedro Losada D., un valiente y un gran corazón que se portó admirablemente, a objeto de recorrer el campo de batalla en busca de los cadáveres.  El primero con el que tropezamos fue con el cadáver e Román Delgado Chalbaud, a quien yo no conocía, pero pude identificarlo por el uniforme de Almirante que llevaba, que había caído al lado del puente de Cumaná, junto a la botica de los Berrizbeitia, donde está hoy un Hotel. Luego caminando hacia abajo encontramos una serie de guaiqueríes muertos y el cadáver de Armando Zuloaga Blanco, recostado en la acera, al lado del ¨automóvil Universal¨. Arando tenía un tiro debajo del seno maxilar, con entrada por la nariz y salida en la parte posterior, con pérdida de sustancia por la región occipital, que debía haber causado una muerte instantánea, y muchos más. Los bárbaros de Juan Vicente Gómez querían a toda costa incinerar los cadáveres. A pesar de todo nos respetaron y al fin se consiguió una urna y metimos en ella a Armando y como no había más urnas no quedó otro recurso que meter en la plataforma del camión los cadáveres que encontramos y la urna de Armando, mientras procedíamos a enterrarlos en el cementerio de Altagracia.             
El lunes por la mañana, en medio de todo esto que se estaba haciendo, al fin pudo salir una comisión de la cual formé parte en unión de mi chofer y Pedro Losada D., un valiente y un gran corazón que se portó admirablemente, a objeto de recorrer el campo de batalla en busca de los cadáveres.  El primero con el que tropezamos fue con el cadáver e Román Delgado Chalbaud, a quien yo no conocía, pero pude identificarlo por el uniforme de Almirante que llevaba, que había caído al lado del puente de Cumaná, junto a la botica de los Berrizbeitia, donde está hoy un Hotel. Luego caminando hacia abajo encontramos una serie de guaiqueríes muertos y el cadáver de Armando Zuloaga Blanco, recostado en la acera, al lado del ¨automóvil Universal¨. Arando tenía un tiro debajo del seno maxilar, con entrada por la nariz y salida en la parte posterior, con pérdida de sustancia por la región occipital, que debía haber causado una muerte instantánea, y muchos más. Los bárbaros de Juan Vicente Gómez querían a toda costa incinerar los cadáveres. A pesar de todo nos respetaron y al fin se consiguió una urna y metimos en ella a Armando y como no había más urnas no quedó otro recurso que meter en la plataforma del camión los cadáveres que encontramos y la urna de Armando, mientras procedíamos a enterrarlos en el cementerio de Altagracia.
Durante estas operaciones, desde el Castillo de Cumaná nos hostigaban a tiros y pasaban los aviones por encima de nuestras cabezas, no sé cómo salimos con vida. Hicimos una fosa común ayudados por buenas gentes que se portaron divinamente trabajando sin interés alguno. Logramos conseguir unas tablas y en una de ellas amarramos con unos mecates el cadáver de Román Delgado Chalbaud, para diferenciarlo de los otros enterrados en la fosa. A Armando Zuloaga lo enterramos hacia el lado izquierdo de la fosa común y a Román Delgado en un ángulo del lado derecho, adherido completamente a las tablas. Terminamos de enterrar a los restantes y nos fuimos a proseguir el trabajo con los heridos en el cual debo decir que se portó admirablemente bien el bachiller Ángel Bustillos, mi acompañante; mientras yo estaba desempeñando la misión a que me he referido, Bustillos estaba en cumplimiento de sus funciones trabajando en la parte médica, curando sin cesar heridos.                     
El día 13, hubo bombardeo de los aviones que prácticamente no hicieron ningún daño en Cumaná, porque todas las bombas caían al mar. A las 4 de la tarde -yo tenía uno de los carros más rápido que había en la ciudad- llevé a Pedro Elías a la Zona del Muelle, a petición suya. En ese momento llegaba el Mariscal Sucre¨ e hizo cuatro andanadas contra la plaza de Cumaná, una de ellas se llevó el techo de la Glaciére y otras se llevaron unos ranchos. Nos devolvimos entonces hacia el centro de la ciudad a toda velocidad, Pedro Elías y yo en el automóvil.             
Pero cuando vi en su rostro la expresión más terrible que nunca he podido olvidar fue cuando Pedro Elías ante aquella multitud de gente que llegaba de todos lados buscando armas, pidiéndolas desesperadamente, les dijo estos rases textuales: ¨ ¿Mijitos, conque armas? ¨. A las 6 de la tarde cogieron el camino de la carretera del Golfo          para irse a internar hacia Santa Ana. Son estos los primeros pasos que puedo contarles con respecto a la organización del movimiento, puedo decirles lo siguiente: Hubo falta de coordinación en el movimiento. En Cumana no había prácticamente ni artillería, ni ametralladoras que pusieran en peligro el parque que se hallaba en el ¨Falke¨, en ningún momento, tato en el muelle como en la bahía de Caigüire. Lo que no justificaba el haber arrojado al mar Pocaterra los fusiles por los cuales clamaban desesperadamente, como se ha visto, Cumaná entera. En lo que se refiere al desembarco en Piedras Negras, diré que el desembarque fue verdaderamente útil en el concepto de que aprendieron el manejo de los fusiles los guaiqueríes,  pero, en  cambio, la venida a pie desde Piedras Negras hasta la bahía de Caigüire, por los lechos de unas quebradas, en la obscuridad de la noche, cuidándose de que pudieran ser vistos, y tropezando con obstáculos de toda clase, además de que Pedro Elías, ausente de su tierra en muchos años, había perdido por completo la perspectiva de la Península, fueron causa lógica e que se extraviaran  y llegaran con 4 horas de retardo. La ruptura de los fuegos a las 5 de la mañana, fue un error y una terquedad inexcusable de Román Delgado Chalbaud, porque tengo noticias y comentarios de gentes que estuvieron a su lado, que le pedían que esperara para el desembarco los fuegos del otro lado, ya que podía deberse a algún inconveniente, la tardanza. Sin embargo, Román pagó su terquedad con la vida, se lanzó al desembarco y Frontado, que venía entre ellos con la bandera en la mano, fue el primero en ser herido de un disparo en la frente que lo dejó muerto instantáneamente, cayó al mar desde la lancha de desembarco, fogueado por el Resguardo de la Aduana.  Todavía en ese momento, Doroteo Flores le pidió que se atrincheraran en la Aduana y esperaran, sin embargo, se negó rotundamente. Una vez más le propusieron que se metiera por los laterales, que pasara el río sin atravesar el puente, y no quiso absolutamente sino avanzar por la calle recta de Cumaná. A medida que iban avanzando, las fuerzas de Tovar Díaz, que habían desplegado en varios camiones, se fueron retirando, aunque haciendo estragos en una masa de guaiqueríes sin preparación militar. Toda la oficialidad se la tumbaron: Armando, que no se movió haciendo tiros desde un punto fijo por falta de experiencia, lo estaban cazando hasta que lo hirieron y lo mataron. Murió abanderado, y al verlo caer, Delgado cogió la bandera y siguió hacia adelante para entregársela a otro, cundo se encontraron, casi frente a frente, a una distancia que no llegaba a 30 metros, Delgado revestido de sus insignias de Almirante, y Emilio Fernández, todo vestido de blanco.
Aquello fue, prácticamente, un combate cuerpo a cuerpo, insultándose de un lado a otro, En esto e dieron un tiro a Delgado Chalbaud en el centro del pecho y otro al lado izquierdo del mismo. El segundo, debió haberle producido la muerte instantánea y también Emilio Fernández recibió otro tiro en el centro del pecho igualmente. Ya caídos ambos, a Emilio Fernández lo levantaron y llevaron al hospital Alcalá donde ingresó muerto. Y la tarde de ese mismo domingo fue enterrado en el patio del Hospital, del viejo Hospital Alcalá. Delgado permaneció en el sitio donde cayó, el mismo donde lo encontramos y levantamos su cadáver para darle sepultura en la fosa común, como ya he relatado.
En la tarde de ese domingo enterraron a Emilio Fernández.  La Revolución entró a Cumaná, representada por los retrasados, peleando desde las dos de la tarde del día 11 de agosto, hasta las 8 de la mañana del día 13 en que fue tomada la ciudad.        
Lo único de Cumaná que quedaba en poder del gobierno, era un islote, un fortín, que era la cárcel vieja la que dominaba todos los sectores, y permaneció en ella, hasta el mismo día a las 6 p.m. Desde ese momento se puede decir que a ciudad quedó acéfala hasta el día 15 de agosto en que llegaron tropas del gobierno con gente que venían de sombreros margariteños y se proclamaban los ¨Vencedores de l Panchita¨; los vencedores de la ¨Panchita¨, habían combatido a las órdenes del general Lino Díaz en la última refriega que tuvieron con el general  Emilio Arévalo Cedeño, cuando la derrota de Barcelona en la ¨Panchita¨, cuando desembarcaron, a las órdenes del general  José Rosario González, encontraron que en  Cumaná no había  nada que hacer, sino ocuparla militarmente y siguieron camino en busca de los revolucionarios que se habían retirado por el camino de Cariaco hacia el Pilar y Santa Ana, y con ellos Antonio José Gómez Rubio, Edmundo Urdaneta, más Sixto Gil y Guacharaco en Santa Ana donde ocuparon las serranías. Hay que conocer el terreno que solo tiene tres salidas: un valle abajo en frente de dos serranías. Mientras ellos se acomodaron en las filas y en las vertientes de los cerros; José Rosario González se metió por el valle sin haber siquiera mandado a explorar el terreno, y de uno de los lados, hábilmente, Antonio José y Juan de Dios Gómez Rubio, mandaron a su gene a gritar:  ¨Viva el General Gómez¨, es decir ¨Viva el general Gómez Rubio¨, estratagema de la que no se dio cuenta la gente de Gobierno y creyendo que eran de los suyos se metieron en la trampa y siguieron adelante. La derrota fue espantosa, la mortandad horrorosa, hubo más de ciento y pico de muertos y heridos que me trajeron a Cumaná de todas clases; se peleó a machete, cuerpo a cuerpo, ferozmente, a uno le arrancaron el músculo de tobillo de un mordisco, y Pedro Elías, que iba en una mula, le dieron un tiro bajo que, al penetrar, le rompió la vejiga. La derrota del gobierno fue tan grande que los oficiales del ejército salieron disparados y llegaron a Carúpano, entre ellos José Rosario González. No había quien recogiera los heridos, lo que fue una de las causas de la muerte de Pedro Elías que permaneció dos días herido sin que nadie se acercara, pues ya rendidos, los contrarios no se atrevían a ir a buscarlos¨                   
LA MUERTE DE PEDRO ELIAS ARISTEGUEITA ROJAS 
Se están cumpliendo setenta años de la siempre sentida muerte de Pedro Elías Aristeguieta, acaecida a muy tempranas horas del amanecer del día 27 de agosto de 1929, en la oriental ciudad de Carúpano.
Había nacido Pedro Elías en    la parroquia Santa Inés, en Cumaná, (Estado Sucre), el 26 de marzo de 1885. Era hijo de don Fernando Aristeguieta Sucre y de doña Ana Rojas Guerra, honorable familia emparentada con el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
En las interesantísimas crónicas y biografías que se han escrito acerca de la recia personalidad de don Pedro Elías, se dice que él gozaba de inmenso prestigio en el pueblo cumanés; y que 'en las playas de Caigüire y en las costas del golfo de Cariaco, él era el verdadero cacique, rodeado siempre de su tribu Guaiquerí, que lo quería con amor desesperado...'.
Raros y muy pocos son los que, como este eximio hijo de Cumaná, abandonan el terral nativo; sus bienes, su fortuna, la tranquilidad del hogar, la familia, para entregarse, insuflado por un gran patriotismo, a luchar por el bienestar y felicidad de sus compatriotas; por la grandeza y gloria de su patria. Él fue y seguirá siendo un ejemplo. Verdadero patriota. Venezolano íntegro. Quiso romper las cadenas de la bárbara esclavitud del tirano de turno. Fue todo un hombre. Todo un prócer. 'Pedro Elías Aristeguieta, ardida y bella alma de patriota y héroe, a la larga, apóstol y mártir de sus ideales políticos...'.
Don Rafael Bruzual López, quien fallece en Nueva York, 'decepcionado en un exilio sin esperanzas', al imponerse por las noticias que aparecen en la prensa de la muerte de Pedro Elías, exclama, compungido, entre lágrimas y sollozos: 'Ha sacrificado al más puro de nuestros compatriotas. ¡Pobre Pedro Elías! Nunca quiso entenderme'.
Pedro Elías Aristeguieta, juventud vigorosa ofrecida en holocausto de la Patria, fue alma, corazón, voluntad y nervio de la atrevida expedición mejor organizada por los venezolanos en el destierro, para tomar a Cumaná que fue tomada heroicamente y luchar desde allí para derrocar el despótico y tiránico gobierno que tenía esclavizado al país.
En la acción de Santa Ana de El Pilar, donde valientemente el bravo cumanés les da el frente a las tropas del Gobierno que lo persigue; al comienzo del encarnizado combate, cae al suelo mortalmente herido. Una bala le había penetrado en la ingle.
Pedro Elías Aristeguieta, a quien he venido a recordar hoy, en los setenta aniversarios de su muerte, deja de ser físicamente en Carúpano, a las 7 y 30 de la mañana del 27 de agosto de 1929. Su enterramiento constituyó una gran manifestación de duelo Todo Carúpano concurrió a acompañar el cadáver del bravo soldado cumanés.  En hombros del pueblo que lo admiró y quiso, fue llevado a su última morada.
Con esa insólita manifestación, Carúpano rendía su tributo al mártir, al apóstol de Cumaná', al que fue 'todo un hombre, todo un corazón, todo bondad, todo valor'.
Sus restos reposan en su tierra natal, su querida Cumaná, donde duerme el sueño de los inmortales.




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