RAMÓN BADARACCO
PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA ROJAS.
GENERAL EN ACCIÓN DE GUERRA
CUMANÁ
1982
Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO
RIVERO
Que firma Ramón Badaracco
Libro PEDRO ELIAS
ARISTEGUIETA ROJAS
GENERAL EN ACCIÓN DE GUERRA
Copyright Ramón
Badaracco. 2012
Primera edición 2009
Correo y cel.
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta
R. B.
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Impreso en Cumaná
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0293-5145753
INTROITO
El poeta que había en Pedro Elías Aristeguieta Rojas
MI VIDA
La perpetua inquietud del océano…
En sus trombas de amor tiene mi vida:
La lobreguez inmunda del pantano,
El blanco-virgen de las altas cimas.
La carcajada hiriente, el adorable
Llanto del niño que a vivir empieza.
Yo tengo para el malo mis maldades
Y tengo para el noble mis noblezas.
Yo quiero si me quieren; y odio si me odian
Yo tengo u alma buena y un alma pervertida
Y he sido nauta experto sobre aguas impiadosas
Y he guiado mis bajeles por aguas bendecida…
Mi vida sabe á mieles y sabe a hiel y tiene:
Ternezas y suspiros y vértigos y arrullos
Y es frágil y sensible y rabia y se retuerce
Al peso de veinte años que pesan veinte mudos.
Poema publicado por Marco Tulio Badaracco Bermúdez en su
antología de poetas cumaneses “Fuego de Blanca Luz”
Introducción
Pedro Elías nació en Cumaná, héroe de última generación:
fueron sus padres don Fernando Aristeguieta Sucre y doña Ana Rojas Guerra,
ambos descendientes de la familia del Libertador y del Mariscal, sangre de los
grandes héroes de la Independencia. Muy cultivado y alumno brillante del
maestro Silverio González Varela, en el Colegio Nacional de Cumaná; y, por ende,
del Dr. Domingo Badaracco, en gramática y latín. Entregó su vida en la lucha
contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Se han escrito muchas páginas de su
gesta y su martirio.
Pedro Elías fue un líder amado por el pueblo de Cumaná. Mi
padre publicaba sus versos en sus periódicos, y lo tenía entre sus mejores
amigos. Mamá contaba que ella lo visitaba, siendo una niñita, en sus pesquerías
en Mariguitar, donde tenía un ¨Placer¨ con una sabrosa enramada, creo que era
una playa que aun lleva el nombre de Maigualida. con barcos y chinchorros. Mamá
conoció a Papá, en la casa de los Aristeguieta.
Este héroe, poeta de la revolución, tiene una larga
historia de pesquerías y empresas en el Golfo de Cariaco, donde fue un inquieto
trabajador, muy joven instaló una red de teléfonos en Chiguana, para comunicarse
con sus equipos que trabajaban en los intrincados parajes de la península de
Araya, montañas y valles inhóspitos y peligrosos, donde cortaban madera, las cuadrillas
de leñadores, para surtir de maderas a los telares de Cumaná.
Diego Córdova, su amigo, nos cuenta sobre los días
iniciales del caudillo de los Guaiqueríes y nos dice:
“Pedro Elías había formado su ser en el
pequeño orbe del viejo patriciado de provincia y el exacerbado catolicismo de
su época. No
quiso someterse a las disciplinas universitarias como hizo la mayoría de sus
compañeros de generación y prefirió dedicarse al trabajo y asomarse tímidamente
a las letras publicando algunos versos sentimentales en la revista “Broches de
Flores”.
“Desde muy joven sintióse poseído por los sueños
patrióticos y la inquietud de las predestinaciones proceras que le venían de
sus antepasados. Bajo la dirección de su
honorable tío Pedro Ezequiel Rojas, Ministro plenipotenciario de Venezuela
en Washington,
fue agregado civil a nuestra legación y cuando regresó al país dedicose
a trabajar en la pesca,
al lado de su padre, Fernando Aristeguieta Sucre en la
tradicional empresa que éste dirigía en Cumaná. De cuando en cuando visitaba Caracas, donde
gozaba de grandes simpatías y cariños, hasta que, frente al espectáculo cruel
y grosero de la dictadura de Gómez, poco a poco fue convirtiéndose en su
enemigo,
y a la larga,
en un místico de sus ideales republicanos.
Humberto Tejera agrega: “Pedro Elías luchó como los óptimos. Tomó
a sangre y fuego Cumaná, su ciudad natal, que lo colmó de bendiciones. Enterró
allí con honores al general Román Delgado Chalbaud y a los demás compañeros que
perecieron horas antes de atacar –unos 70 hombres- a una ciudad bien artillada
y defendida; pero todos los heroísmos fueron inútiles. La hora de Venezuela no
había sonado todavía…
También hemos tomado de J. C. Sotillo Picornel lo que
nos dice sobre cómo debemos recordar al mártir, poeta de una revolución
imposible. “Fue asesor de toda causa justa y un sembrador de bienes y favores
entre todos los perseguidos. Ofrendó a la causa de la república cuanto fue y
cuanto hubo, comprometiendo hasta su hacienda y lo mejor de su patrimonio.
“Todo esto no es nada” decía, al suscribir una obligación en Costa Rica que lo
desposeía de todo. La Patria lo demanda y solo por ella vivo”
Pedro Elías lideró el movimiento revolucionario contra la dictadura del
Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, que desembarcó
por Puerto Sucre, bajo el mando del general Román Delgado Chalbaud, a las 5
am., del 11 de agosto de 1929.
Parte de esa expedición fue transportada en el barco “Falke” comandada
por el general Román Delgado Chalbaud, el cual procedió a desembarcar sin tomar
en cuenta el retardo de las fuerzas de Pedro Elías, que venían desde el Norte
de Araya, atravesando un territorio muy peligroso y sin escuchar el consejo de
varios oficiales, lanzó sus guerreros por la avenida Bermúdez a una muerte
segura
Formaron parte de esta acción revolucionaria: Desde el destierro, los
generales: Román Delgado Chalbaud, Francisco Linares Alcántara, Rafael María
Carabaño y Doroteo Flores; el Comodoro Guillermo Egea Mier, el coronel
Francisco Angarita Arvelo; los capitanes Luis Rafael Pimentel, Carlos Mendoza y
Raúl Castro; civiles como José Rafael Pocaterra, Carlos Delgado Chalbaud; los
doctores Rafael Vegas y Carlos Julio Rojas. Edmundo Urdaneta, Juan Colmenares,
Luis López Méndez, Armando Zuloaga Blanco, Mac Gil y los hermanos Pedro Elías y
Francisco de Paula Aristeguieta Rojas.
En Cumaná estaban los generales Agustín Rodríguez Córdova y Pánfilo
Castro; los coroneles y oficiales Antonio José y Juan de Dios Gómez Rubio,
Pedro María Yégres, Francisco Celedonio Serrano, Daniel Silva, Manuel Castro, y
otros. El pueblo de Cumaná se organizó para la acción, además de los
mencionados, hombres como Pedro Bruzual Montes, que se vanagloriaba de ser el
correo de Pedro Elías, batía las montañas caminando para llevar la
correspondencia a lugares distantes como Guanta, por ejemplo. Hay una cadena de
emocionantes episodios que solo conserva la memoria oral.
Este movimiento
organiza la épica jornada del 11 de agosto de 1929, cuando surge en Puerto
Sucre el navío “Falke” con una fuerza invasora bajo el mando del general Román
Delgado Chalbaud, que se desplaza abiertamente por la Avenida Bermúdez, y bajo
metralla incesante logran avanzar con desprecio de sus vidas, hasta el puente
Guzmán Blanco, dejando una estela de heridos, entre los cuales estaba Armando
Zuloaga Blanco, héroe de los estudiantes. En ese fatídico puente estaban
atrincheradas las fuerzas del gobierno del Estado Sucre, bajo el mando del
bizarro General Emilio Fernández, Presidente del Estado Sucre, y el General Tobardía, Jefe de las Fuerzas
del Estado Sucre, fuertemente armados y protegidos; sin embargo las fuerzas invasoras intentaron
con atrevidos movimientos, atravesar el puente,
bajo fuego incesante; y, cuando
casi lo lograban, una bala disparada por un francotirador, desde un samán que
estaba del otro lado del río, alcanzó en el pecho al general Román Delgado
Chalbaud, cuando intentaba salir gritando victoria con una bandera alzada; y, otra bala, en circunstancias parecidas, mató
al general Emilio Fernández, que salió eufórico de la barricada en la cual
estaba protegido, para arengar a sus hombres que daban muestras de
cansancio; las fuerzas invasoras se
replegaron bajo el mando del general Doroteo Flores, cuando apareció en la
escena Pedro Elías Aristeguieta, con sus escoltas pero sin los refuerzos, que a
esa hora, 11 am., estaban desembarcando en Caigüire; tampoco llegaron a tiempo
las fuerzas de Pedro María Yegres ni las de Juan de Dios Gómez Rubio, al
parecer no hubo concierto en el día ni la hora. Nadie lo ha explicado.
Al enterarse Pedro
Elías, de la tragedia, se unió con Doroteo Flores, y reuniendo las fuerzas
dispersas, a las cuales se habían unido muchos cumaneses, se retiraron en busca
del batallón de guaiqueríes que esperaba instrucciones de Pedro Elías en
Caigüire, donde se les unió con sus fuerzas el general Pánfilo Castro, que
venía desde Cumanacoa y Marigüitar, con muchos hombres, pocas armas y escaso de
municiones; entonces lograron organizar un batallón de 500 hombres, atacaron Cumaná el día 13, y derrotaron completamente al general
Tobardía que capitaneaba las fuerzas del gobierno, en la batalla más importante de la gesta
libertadora, en la Plaza Ayacucho; y tomaron la ciudad, fue el único día de
gloria de Pedro Elías El general Pánfilo
Castro salió herido, pero este bravo guerrero continuó en la pelea hasta Santa
Ana, donde el líder del movimiento insurreccional el heroico Pedro Elías
Aristeguieta cae abatido y después de un
doloroso transito muere en Carúpano
Hemos tomado notas
sobre el General Román Delgado Chalbaud, que pueden servir para una visión
esclarecedora de este intento revolucionario fallido.
Hijo del
general Miguel Delgado y de Dolores Chalbaud. Al morir sus padres siendo aún
muy pequeño, fue enviado a cursar estudios
en el colegio Sagrado Corazón de La Grita. Años más tarde, gracias a una recomendación de su tío el general
Esteban Chalbaud Cardona, obtiene del presidente Joaquín Crespo una plaza en la Escuela Naval de Puerto
Cabello, a bordo del buque-escuela Ana Jacinta (1895-1898). En 1901, ya con el
grado de capitán, le es encomendada la misión de perseguir a bordo del vapor
Restaurador, al buque Ban Righ, el cual recorre las costas venezolanas,
desembarcando tropas y parque utilizados en los combates de la Revolución
Libertadora (1901-1903). Asimismo, durante el desarrollo del mencionado
movimiento insurreccional liderado por Manuel Antonio Matos, apoyó en su rol
como Jefe de la Armada Nacional a las fuerzas que, comandadas por Juan Vicente
Gómez, derrotarían en Ciudad Bolívar al último bastión de la Libertadora (julio 1903). Entre 1903 y
1906, se mantiene en el grupo opuesto a Gómez en el episodio conocido como La
Conjura (1906-1907), en el que ante la repentina enfermedad de Cipriano Castro, grupos opositores a éste y Juan Vicente Gómez, vieron la oportunidad de deshacerse de
ambos líderes y nombrar un nuevo presidente,
Francisco Linares Alcántara; complot que se frustró debido a la recuperación de
la salud por parte de Castro.
En 1908, a
pesar de haber formado parte del círculo opositor a Gómez en La Conjura, se une
al golpe de Estado del 19 de diciembre de 1908 que lleva a Juan Vicente Gómez a
poder. Al año siguiente, funda y dirige la Compañía Anónima de Navegación
Fluvial y Costanera, empresa en la cual participa como accionista el propio
Juan Vicente Gómez, y la cual controlaba todo el transporte fluvial y marítimo
de la nación. En este sentido, sus vínculos de negocios con su compadre Gómez,
lo convierten en una de las figuras más prominentes del Gomecismo, al punto de
ser considerado como futuro sucesor del mismo. En 1911, viaja a Europa como
agente fiscal del gobierno venezolano para buscar una participación de capital
extranjero en la creación de un nuevo banco, el cual contribuyera a modernizar
el sistema bancario nacional. Asimismo, estuvo facultado para negociar la
construcción de una red de cloacas en Caracas, el establecimiento de un
ferrocarril en el territorio federal Amazonas, además del otorgamiento de un
servicio de vapores por el Alto Orinoco y el río Negro, el cual a su vez
respaldaría un proyecto de inmigración en la zona. Con motivo de su importante
misión, Chalbaud se unió en París con representantes del Crédit Francais y de
la casa Louis Dreyfus, y en Londres con los miembros de un consorcio
financiero, el Sindicato Ethelburga. En cuanto a los términos de las
negociaciones llevadas a cabo por Delgado Chalbaud en Europa, particularmente
las relacionadas con la creación del banco, tenemos que éstas desataron una
violenta reacción de ciertos sectores de la opinión pública. Por tal razón,
Gómez quien en un primer momento parecía apoyar los proyectos, resuelve
oponerse a ellos.
El fracaso de
los planes de Román Delgado Chalbaud, coincidió con la pérdida de su preeminencia
política y la ruptura definitiva con Gómez. Como consecuencia de esta
situación, en 1913 inició un movimiento conspirativo destinado a evitar la
reelección de Gómez, el cual fue delatado. Encarcelado en La Rotunda, donde
permaneció con grilletes durante 14 años (1913-1937), Delgado Chalbaud viaja al
exilio al ser liberado y prepara, desde París donde se encontraba radicado, una
expedición armada para desembarcar en las costas orientales de Venezuela y
tomar el poder. La ayuda para dicha empresa le fue otorgada por antiguos amigos
del Crédit Francais y de la casa Dreyfus, así como también por el magnate
petrolero venezolano Antonio Aranguren. Finalmente, a bordo del buque de guerra
Falke, viaja hasta Venezuela junto con un nutrido grupo de exiliados
antigomecistas, desembarcando en Cumaná donde muere en combate al intentar la
toma del puente Guzmán Blanco, a la entrada de la calle Larga (hoy avenida
Bermúdez). Sus restos fueron trasladados a Caracas e inhumados en el Cementerio
General del Sur el 10 de diciembre de 1953.
LA
TOMA DE CUMANÁ POR EL Dr. FRANCISCO FLAMERICH, TESTIGO DE EXCEPCIÓN.
A raíz del fracaso de Urbina en Coro donde ejercía
mi profesión mi profesión de médico me vine a Caracas y en conversaciones que
tuve con el Dr. Caerlos Bello Presidente de la Cruz Roja y con el Sr Augusto
Pinaud ambos me propusieron que me hiciera cargo de la Cruz Roja de Cumaná y
que cuando en dicha ciudad se terminara el Hospital que estaba haciéndose por
colecta pública después del terremoto tambien me encargaría del hospital
Después de estas conversaciones me llamó muy
privadamente una de los proponentes y me dijo rotundamente que me necesitaba
para ayudar allá porque estaba al venir algo muy interesante de París Esta
revelación me fue hecha en base a las relaciones que tenía con el Dr. Silva
íntimo amigo del Dr. Santos Dominici y
de todos los revolucionarios que estaban en el exterior
En estas condiciones y con un sueldo que hoy sería
considerado irrisorio, de Bs 1.200 mensuales, me embarque para Cumaná el 17 de
junio de 1929, a bordo del” Colón¨, comandado por el capitán Vilachá. Dos días
después llegué a Cumaná y encontré la ciudad todavía con los rastros del
terremoto: la Casa de Gobierno y la Catedral derrumbadas y la mayoría de los
edificios en el suelo. Además, había grandes dificultades para conseguir
alimentos. A los dos o tres días, me
puse a trabajar en la Cruz Roja e hice contactos con todos los que pudieran
conseguir alimentos y también medicinas, y puse en práctica un plan de trabajo
para el ejercicio profesional en la Cruz Roja.
Era Gobernador del Estado para esa fecha, el
General Emilio Fernández de quien yo tenía referencias por mi tío Cesar que
había sido su Secretario General cuando Fernández gobernaba en el Estado
Monagas. Emilio Fernández me recibió muy bien, con mucho cariño. Tenía de
secretario a un señor de apellido Briceño, cuyo nombre no recuerdo. A los pocos
días, me llegó el Bachiller Ángel Bustillos enviado de Caracas como ayúdate
médico para utilizarlo en todas las operaciones y trabajar conmigo en todo lo
concerniente a la Cruz Roja. Bustillos estaba sin Universidad. No lo habían
hecho preso, pero se había retirado de los estudios hasta que soltaran a sus
compañeros, unos presos en Puerto Cabello y otros en Palenque.
Entretanto, a medida que iba conversando con
elementos verdaderamente preparados, me fui convenciendo de que si era verdaderamente
cierto que se acercaba un movimiento revolucionario que tendría lugar en
Cumaná. Tomaban parte en estas conversaciones José Berrizbeitia, Octavio Rafael
Neri, María Josefa Aristeguieta, entre otros, de modo que, prácticamente,
íbamos siguiendo el desarrollo de los acontecimientos.
En la tarde del día 10 de agosto, María Josefa hizo
llegar el aviso a todos los guaiqueríes de la costa de Cumaná, Caigüire, el
Peñón de que estuvieran listos porque la revolución estaba a punto de
desembarcar. El sábado en la mañana, supimos que ya el buque había llegado y
estaba en la costa norte de Cumaná, en la bahía de Piedras Negras, donde se
habían reunido los guaiqueríes bajo las órdenes de Pedro Elías Aristeguieta,
Luis Rafael Pimentel y otros oficiales quienes armaron los fusiles y entrenaron
rápidamente a los guaiqueríes en el manejo de estas armas.
La noche del sábado, pendiente como estaba yo de
los acontecimientos que de un momento a otro podrían sobrevenir me fui hacia
las ruinas del Club donde me encontré con un grupo de individuos entusiastas y
todos lamentamos que no se nos hubiera tomado en cuenta anteriormente; que no
se nos hubieses hecho partícipes de todo absolutamente, para poder tomar acción
en el momento dado. E estas condiciones, pasamos una noche de tensión, cuando a
las 5 am., reventaron los tiros. Inmediatamente los localizamos, eran hacia la
región del muelle o sea hacia la parte de Altagracia; tiros, cuyo sonido era
completamente distinto, por ser de armamento moderno, podrían llamarse ¨balas
humanitarias¨ porque eran de punta de acero que no causaban destrozo ni a la
entrada ni a la salida, mientras que las balas de plomo, que eran las que tenía
el gobierno, como la que hirió a Luis Rafael Pimentel, hacían una carnicería,
tanto a la entrada como a la salida.
A las 5 de la mañana, como lo he dicho
anteriormente, reventaron los tiros, continuando hasta las 8, y a las 8 y media
fue cuando vinieron a recibirse las primeras noticias, hay que tomar en cuenta
la topografía de Cumaná, nosotros estábamos completamente del otro lado del
puente, hacia el cerro, hacia el Castillo, y los sucesos se desarrollaban hacia
la parte baja del Manzanares, o sea la pare de Altagracia. A las 9 recibimos la
noticia de que había muerto el General Delgado y también el General Emilio Fernández,
Jefe de la Plaza. Luego hubo un silencio total hasta alrededor de las 11 de la
mañana que volvieron a prenderse lo fuegos, pero en una dirección completamente
distinta, hacia la región de Caigüire. Estos tiros fueron acercándose cada vez
más y ya no podíamos estar seguros en la calle, así que tuvimos que recogernos
y esperar hasta ver que era lo que sucedía; a las dos y media cesaron
violentamente los tiros; todo quedó en silencio solo interrumpido, de vez en
cuando, por os disparos que se hacían desde las ruinas de la Cárcel de Cumaná,
donde después, en la tarde, supimos que estaba atrincherado Pedro María Yegres,
sin poder, en estas condiciones, atender a ningún herido porque habían sido
llevados al Hospital Alcalá que estaba completamente en el lado opuesto al
nuestro y no podíamos pasar por ninguno de los lados a causa de los tiros que
teníamos localizados; era desde la
Cárcel donde hacían resistencia.
Así se pasó la tarde del domingo hasta el lunes por
la mañana, en que, arriesgándonos, o repito, los varios que nos lanzamos a la
calle, pudimos llegar hasta el Hospital Alcalá y los depósitos de la Cruz Roja.
Se nos ofreció la casa de los Aristeguieta, que quedaba al costado de la
iglesia de Santa Inés, para abrir el hospital de la Cruz Roja y fue entonces
cuando pudimos entrar a cumplir las funciones médicas que debíamos haber
cumplido.
Cuando llegamos al Hospital Alcalá nos encontramos
con una gran cantidad de heridos, entre éstos Francisco Angarita Arvelo, herido
en la pierna derecha, tres dedos por debajo de la rodilla, sin fractura de la
pierna, pero si con una gran hemorragia por ruptura venosa de los vasos. Allí
estaban igualmente heridos: Luis Rafael Pimentel, quien se hallaba en muy malas
condiciones, con una correa hatada en la parte alta del muslo y con una gran pérdida
de sustancia, tanto en la entrada del tiro, como n la salida; el tiro había
sido en el tercio medio del fémur derecho, y con una ruptura, al parecer, de
vena femoral por lo que, en el primer momento, exploramos en las más precarias
condiciones.
Hallándome en el puente de Cumaná, empezó el ataque
nuevamente el día 13 a las 6 y media de la mañana, ataque éste que, si fue
verdaderamente coordinado en el momento en que se rompieron los fuegos, porque
entraron por un lado del río, Juan de Dios y Antonio José Gómez Rubio, y por el
otro lado entró Pánfilo Castro con el grupo que venía de Cumanacoa, y por el
lado hacia el mar, entro Agustín Rodríguez Córdova con su gente. Es de entender
que todo mundo en Cumaná decía que, para aquella época, naturalmente, así es
como se hacían las guerras; ¨Que nadie había podido lograr tomar a Cumaná por
la calle larga, es decir por la calle del puente, donde todos los que lo
intentaron, fueron derrotados, que a Cumaná se tomaba por la parte de atrás o
sea por el corral de la casa, y, tan dicho como hecho, a las 8 y media, estaba
terminada la toma de Cumaná. El castillo quedó en manos del Coronel o Teniente
Coronel Galavís y otros y se rindió a las 9 y media de la mañana. 115 heridos y
alrededor de 70 muertos, fue el balance de ese día; se peleó muy duro. De
Cumaná quedó encargado el general Manuel Montenegro, que era el Secretario
General del General Emilio Fernández,
El gobernó era el movimiento revolucionario que
había tomado a Cumaná. En este estado de
cosas, a las once de la mañana, ya
establecido el Hospital, se presentó a las puertas de la Cruz Roja, donde yo tenía
guardia, un hombre chiquito, con sombrero margariteño, con un fusil en la mano,
era Pedro Elías Aristeguieta, quien venía a
visitar los heridos, entre los
cuales tenía yo en ese momento, al General Rafael María Carabaño, al coronel
Luis López Méndez, Francisco Angarita Arvelo, Carlos Julio Rojas y a otros varios individuos de Cumaná, gente
importante también; en eso me llevaron a Mac Hill, con una herida en el pecho, una herida rasante nada
más, y así le pude extraer la bala que había penetrado en la parte posterior de
una costilla, y de inmediato se incorporó a la gente de Pedro Elías.
El lunes por la mañana, en medio de todo esto que
se estaba haciendo, al fin pudo salir una comisión de la cual formé parte en
unión de mi chofer y Pedro Losada D., un valiente y un gran corazón que se
portó admirablemente, a objeto de recorrer el campo de batalla en busca de los
cadáveres. El primero con el que
tropezamos fue con el cadáver e Román Delgado Chalbaud, a quien yo no conocía,
pero pude identificarlo por el uniforme de Almirante que llevaba, que había
caído al lado del puente de Cumaná, junto a la botica de los Berrizbeitia,
donde está hoy un Hotel. Luego caminando hacia abajo encontramos una serie de
guaiqueríes muertos y el cadáver de Armando Zuloaga Blanco, recostado en la
acera, al lado del ¨automóvil Universal¨. Arando tenía un tiro debajo del seno
maxilar, con entrada por la nariz y salida en la parte posterior, con pérdida
de sustancia por la región occipital, que debía haber causado una muerte
instantánea, y muchos más. Los bárbaros de Juan Vicente Gómez querían a toda
costa incinerar los cadáveres. A pesar de todo nos respetaron y al fin se
consiguió una urna y metimos en ella a Armando y como no había más urnas no
quedó otro recurso que meter en la plataforma del camión los cadáveres que
encontramos y la urna de Armando, mientras procedíamos a enterrarlos en el
cementerio de Altagracia.
El lunes por la mañana, en medio de todo esto que
se estaba haciendo, al fin pudo salir una comisión de la cual formé parte en
unión de mi chofer y Pedro Losada D., un valiente y un gran corazón que se
portó admirablemente, a objeto de recorrer el campo de batalla en busca de los
cadáveres. El primero con el que
tropezamos fue con el cadáver e Román Delgado Chalbaud, a quien yo no conocía,
pero pude identificarlo por el uniforme de Almirante que llevaba, que había caído
al lado del puente de Cumaná, junto a la botica de los Berrizbeitia, donde está
hoy un Hotel. Luego caminando hacia abajo encontramos una serie de guaiqueríes
muertos y el cadáver de Armando Zuloaga Blanco, recostado en la acera, al lado
del ¨automóvil Universal¨. Arando tenía un tiro debajo del seno maxilar, con
entrada por la nariz y salida en la parte posterior, con pérdida de sustancia
por la región occipital, que debía haber causado una muerte instantánea, y
muchos más. Los bárbaros de Juan Vicente Gómez querían a toda costa incinerar
los cadáveres. A pesar de todo nos respetaron y al fin se consiguió una urna y
metimos en ella a Armando y como no había más urnas no quedó otro recurso que
meter en la plataforma del camión los cadáveres que encontramos y la urna de
Armando, mientras procedíamos a enterrarlos en el cementerio de Altagracia.
Durante estas operaciones, desde el Castillo de
Cumaná nos hostigaban a tiros y pasaban los aviones por encima de nuestras
cabezas, no sé cómo salimos con vida. Hicimos una fosa común ayudados por
buenas gentes que se portaron divinamente trabajando sin interés alguno.
Logramos conseguir unas tablas y en una de ellas amarramos con unos mecates el
cadáver de Román Delgado Chalbaud, para diferenciarlo de los otros enterrados
en la fosa. A Armando Zuloaga lo enterramos hacia el lado izquierdo de la fosa
común y a Román Delgado en un ángulo del lado derecho, adherido completamente a
las tablas. Terminamos de enterrar a los restantes y nos fuimos a proseguir el
trabajo con los heridos en el cual debo decir que se portó admirablemente bien
el bachiller Ángel Bustillos, mi acompañante; mientras yo estaba desempeñando
la misión a que me he referido, Bustillos estaba en cumplimiento de sus
funciones trabajando en la parte médica, curando sin cesar heridos.
El día 13, hubo bombardeo de los aviones que
prácticamente no hicieron ningún daño en Cumaná, porque todas las bombas caían
al mar. A las 4 de la tarde -yo tenía uno de los carros más rápido que había en
la ciudad- llevé a Pedro Elías a la Zona del Muelle, a petición suya. En ese
momento llegaba el Mariscal Sucre¨ e hizo cuatro andanadas contra la plaza de
Cumaná, una de ellas se llevó el techo de la Glaciére y otras se llevaron unos
ranchos. Nos devolvimos entonces hacia el centro de la ciudad a toda velocidad,
Pedro Elías y yo en el automóvil.
Pero cuando vi en su rostro la expresión más
terrible que nunca he podido olvidar fue cuando Pedro Elías ante aquella
multitud de gente que llegaba de todos lados buscando armas, pidiéndolas
desesperadamente, les dijo estos rases textuales: ¨ ¿Mijitos, conque armas? ¨.
A las 6 de la tarde cogieron el camino de la carretera del Golfo para irse a internar hacia Santa Ana.
Son estos los primeros pasos que puedo contarles con respecto a la organización
del movimiento, puedo decirles lo siguiente: Hubo falta de coordinación en el
movimiento. En Cumana no había prácticamente ni artillería, ni ametralladoras
que pusieran en peligro el parque que se hallaba en el ¨Falke¨, en ningún
momento, tato en el muelle como en la bahía de Caigüire. Lo que no justificaba
el haber arrojado al mar Pocaterra los fusiles por los cuales clamaban
desesperadamente, como se ha visto, Cumaná entera. En lo que se refiere al
desembarco en Piedras Negras, diré que el desembarque fue verdaderamente útil
en el concepto de que aprendieron el manejo de los fusiles los
guaiqueríes, pero, en cambio, la venida a pie desde Piedras Negras
hasta la bahía de Caigüire, por los lechos de unas quebradas, en la obscuridad
de la noche, cuidándose de que pudieran ser vistos, y tropezando con obstáculos
de toda clase, además de que Pedro Elías, ausente de su tierra en muchos años,
había perdido por completo la perspectiva de la Península, fueron causa lógica
e que se extraviaran y llegaran con 4 horas
de retardo. La ruptura de los fuegos a las 5 de la mañana, fue un error y una
terquedad inexcusable de Román Delgado Chalbaud, porque tengo noticias y
comentarios de gentes que estuvieron a su lado, que le pedían que esperara para
el desembarco los fuegos del otro lado, ya que podía deberse a algún
inconveniente, la tardanza. Sin embargo, Román pagó su terquedad con la vida,
se lanzó al desembarco y Frontado, que venía entre ellos con la bandera en la
mano, fue el primero en ser herido de un disparo en la frente que lo dejó
muerto instantáneamente, cayó al mar desde la lancha de desembarco, fogueado
por el Resguardo de la Aduana. Todavía
en ese momento, Doroteo Flores le pidió que se atrincheraran en la Aduana y
esperaran, sin embargo, se negó rotundamente. Una vez más le propusieron que se
metiera por los laterales, que pasara el río sin atravesar el puente, y no
quiso absolutamente sino avanzar por la calle recta de Cumaná. A medida que
iban avanzando, las fuerzas de Tovar Díaz, que habían desplegado en varios
camiones, se fueron retirando, aunque haciendo estragos en una masa de
guaiqueríes sin preparación militar. Toda la oficialidad se la tumbaron:
Armando, que no se movió haciendo tiros desde un punto fijo por falta de
experiencia, lo estaban cazando hasta que lo hirieron y lo mataron. Murió
abanderado, y al verlo caer, Delgado cogió la bandera y siguió hacia adelante
para entregársela a otro, cundo se encontraron, casi frente a frente, a una
distancia que no llegaba a 30 metros, Delgado revestido de sus insignias de
Almirante, y Emilio Fernández, todo vestido de blanco.
Aquello fue, prácticamente, un combate cuerpo a
cuerpo, insultándose de un lado a otro, En esto e dieron un tiro a Delgado
Chalbaud en el centro del pecho y otro al lado izquierdo del mismo. El segundo,
debió haberle producido la muerte instantánea y también Emilio Fernández
recibió otro tiro en el centro del pecho igualmente. Ya caídos ambos, a Emilio
Fernández lo levantaron y llevaron al hospital Alcalá donde ingresó muerto. Y
la tarde de ese mismo domingo fue enterrado en el patio del Hospital, del viejo
Hospital Alcalá. Delgado permaneció en el sitio donde cayó, el mismo donde lo
encontramos y levantamos su cadáver para darle sepultura en la fosa común, como
ya he relatado.
En la tarde de ese domingo enterraron a Emilio
Fernández. La Revolución entró a Cumaná,
representada por los retrasados, peleando desde las dos de la tarde del día 11
de agosto, hasta las 8 de la mañana del día 13 en que fue tomada la
ciudad.
Lo único de Cumaná que quedaba en poder del
gobierno, era un islote, un fortín, que era la cárcel vieja la que dominaba
todos los sectores, y permaneció en ella, hasta el mismo día a las 6 p.m. Desde
ese momento se puede decir que a ciudad quedó acéfala hasta el día 15 de agosto
en que llegaron tropas del gobierno con gente que venían de sombreros
margariteños y se proclamaban los ¨Vencedores de l Panchita¨; los vencedores de
la ¨Panchita¨, habían combatido a las órdenes del general Lino Díaz en la
última refriega que tuvieron con el general
Emilio Arévalo Cedeño, cuando la derrota de Barcelona en la ¨Panchita¨,
cuando desembarcaron, a las órdenes del general
José Rosario González, encontraron que en Cumaná no había nada que hacer, sino ocuparla militarmente y
siguieron camino en busca de los revolucionarios que se habían retirado por el
camino de Cariaco hacia el Pilar y Santa Ana, y con ellos Antonio José Gómez
Rubio, Edmundo Urdaneta, más Sixto Gil y Guacharaco en Santa Ana donde ocuparon
las serranías. Hay que conocer el terreno que solo tiene tres salidas: un valle
abajo en frente de dos serranías. Mientras ellos se acomodaron en las filas y
en las vertientes de los cerros; José Rosario González se metió por el valle
sin haber siquiera mandado a explorar el terreno, y de uno de los lados,
hábilmente, Antonio José y Juan de Dios Gómez Rubio, mandaron a su gene a
gritar: ¨Viva el General Gómez¨, es
decir ¨Viva el general Gómez Rubio¨, estratagema de la que no se dio cuenta la
gente de Gobierno y creyendo que eran de los suyos se metieron en la trampa y
siguieron adelante. La derrota fue espantosa, la mortandad horrorosa, hubo más
de ciento y pico de muertos y heridos que me trajeron a Cumaná de todas clases;
se peleó a machete, cuerpo a cuerpo, ferozmente, a uno le arrancaron el músculo
de tobillo de un mordisco, y Pedro Elías, que iba en una mula, le dieron un
tiro bajo que, al penetrar, le rompió la vejiga. La derrota del gobierno fue
tan grande que los oficiales del ejército salieron disparados y llegaron a
Carúpano, entre ellos José Rosario González. No había quien recogiera los
heridos, lo que fue una de las causas de la muerte de Pedro Elías que permaneció
dos días herido sin que nadie se acercara, pues ya rendidos, los contrarios no
se atrevían a ir a buscarlos¨
LA MUERTE DE PEDRO ELIAS ARISTEGUEITA ROJAS
Se están cumpliendo setenta
años de la siempre sentida muerte de Pedro Elías Aristeguieta, acaecida a muy
tempranas horas del amanecer del día 27 de agosto de 1929, en la oriental
ciudad de Carúpano.
Había nacido Pedro Elías en
la parroquia Santa Inés, en Cumaná, (Estado
Sucre), el 26 de marzo de 1885. Era hijo de don Fernando Aristeguieta Sucre y
de doña Ana Rojas Guerra, honorable familia emparentada con el Gran Mariscal de
Ayacucho, Antonio José de Sucre.
En las interesantísimas
crónicas y biografías que se han escrito acerca de la recia personalidad de don
Pedro Elías, se dice que él gozaba de inmenso prestigio en el pueblo cumanés; y
que 'en las playas de Caigüire y en las costas del golfo de Cariaco, él era el
verdadero cacique, rodeado siempre de su tribu Guaiquerí, que lo quería con
amor desesperado...'.
Raros y muy pocos son los
que, como este eximio hijo de Cumaná, abandonan el terral nativo; sus bienes,
su fortuna, la tranquilidad del hogar, la familia, para entregarse, insuflado
por un gran patriotismo, a luchar por el bienestar y felicidad de sus
compatriotas; por la grandeza y gloria de su patria. Él fue y seguirá siendo un
ejemplo. Verdadero patriota. Venezolano íntegro. Quiso romper las cadenas de la
bárbara esclavitud del tirano de turno. Fue todo un hombre. Todo un prócer.
'Pedro Elías Aristeguieta, ardida y bella alma de patriota y héroe, a la larga,
apóstol y mártir de sus ideales políticos...'.
Don Rafael Bruzual López,
quien fallece en Nueva York, 'decepcionado en un exilio sin esperanzas', al
imponerse por las noticias que aparecen en la prensa de la muerte de Pedro
Elías, exclama, compungido, entre lágrimas y sollozos: 'Ha sacrificado al más
puro de nuestros compatriotas. ¡Pobre Pedro Elías! Nunca quiso entenderme'.
Pedro Elías Aristeguieta,
juventud vigorosa ofrecida en holocausto de la Patria, fue alma, corazón,
voluntad y nervio de la atrevida expedición mejor organizada por los
venezolanos en el destierro, para tomar a Cumaná que fue tomada heroicamente y
luchar desde allí para derrocar el despótico y tiránico gobierno que tenía
esclavizado al país.
En la acción de Santa Ana
de El Pilar, donde valientemente el bravo cumanés les da el frente a las tropas
del Gobierno que lo persigue; al comienzo del encarnizado combate, cae al suelo
mortalmente herido. Una bala le había penetrado en la ingle.
Pedro Elías Aristeguieta, a
quien he venido a recordar hoy, en los setenta aniversarios de su muerte, deja
de ser físicamente en Carúpano, a las 7 y 30 de la mañana del 27 de agosto de
1929. Su enterramiento constituyó una gran manifestación de duelo Todo Carúpano
concurrió a acompañar el cadáver del bravo soldado cumanés. En hombros del pueblo que lo admiró y quiso,
fue llevado a su última morada.
Con esa insólita
manifestación, Carúpano rendía su tributo al mártir, al apóstol de Cumaná', al
que fue 'todo un hombre, todo un corazón, todo bondad, todo valor'.
Sus restos reposan en su
tierra natal, su querida Cumaná, donde duerme el sueño de los inmortales.
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