RAMÓN BADARACCO
TEXTOS DE
DON ALEJANDRO
VILLANUEVA
CUMANÁ, 1998
Don Alejandro Villanueva, famoso Juez de Instancia de Cumaná, la ciudad
que lo vio nacer, polígrafo, costumbrista, escritor y poeta de célebres
originalidades.
EL TAMBOR Y EL JOROPO EN CUMANÁ.
Los
orígenes del joropo venezolano. Con la palabra ¨joropo¨ los cumaneses denominaban
toda fiesta popular. Después de la independencia en 1821, muchos esclavos, que
sirvieron a la emancipación, obtuvieron la libertad; en esos tiempos la mayor
parte de ellos trabajaban en los cocales, en ambas riberas del rio Manzanares,
que de hecho era la hacienda de cocos más grande de Venezuela una gran riqueza,
pues era la mayor fuente de energía de aquellos tiempos; como pueden apreciarlo
en fotografías de 1905.
Pues
sucedió, que a las 6 de la tarde, cuando terminaban su faena, se reunían en la actual
plaza Miranda de Cumaná, que era un playón abandonado por el río, y allí se inició
el joropo cumanés. El más antiguo de Venezuela con ese nombre; y los
instrumentos que le son propios: el cuatro, las maracas, el juiqui juique, o
sea el violin criollo, la cuereta o sea el acordeón criollo, la marimba y la
marimbola, la cajeta, los timbales, y sobre todo el tambor, todo ello en el
recuerdo de don Alejandro Villanueva.
Don
Alejandro Villanueva, personalidad del siglo pasado, poeta y músico, de muy
destacada participación cultural: escritor costumbrista, respetado juez de
instancia que nos dejó su obra sobre las
¨Pruebas en el Derecho Penal¨, y varias otras páginas inolvidables, entre ellas
la letra de la canción “Fúlgida Luna”,
cuya música es del maestro Salvador Llamozas (nadie se lo reconoce y los que
menos saben dicen que es un anónimo, mi padre tuvo el privilegio de tener en
sus manos los originales, que le entregó don
Alejandro para su publicación.
Mi padre, que era el periodista más destacado
de la ciudad, me contó que él recibió esa música de las manos de Don Alejandro;
además publicó muchas poesías, y artículos de prensa entre ellas la crónica que
lleva este título, y que ahora les ofrezco para darle marco de referencia a las
fiestas patronales “Noches de Antaño” que hacen furor. Por cierto, que este año
van a ser de antología, según el decir del Prof. Luis Tovar, su coordinador, ya
que nuestro Alcalde, Ramiro Gómez Suárez, le ha puesto m mucho empeño.
Cumaná
es el pueblo que ha conservado con mayor rigor la tradición musical española,
mezclada con el ritmo aborigen y negroide; esa música que alcanza su esplendor
en el “Joropo Estribillo” nos viene de los cantos penta tónicos, las cantigas
medioevales, la música de tambores africanos y mucho de nuestros aborígenes.
Por nuestra puerta de mar entra el polo sevillano y la jota aragonesa; la
folia, que quiere decir locura, que viene de las Islas Canarias, el galerón de
los marineros, y también el influjo de danzas y canciones malagueñas.
Pero
los cumaneses son muy originales en su música, y para interpretarla inventan instrumentos como el cuatro, imitación de la guitarra, que al
principio fue un instrumento experimental y discreto, y va tomando forma en las
manos prodigiosas de nuestro pueblo; el juiquijuiqui, viene a ser una
caricatura del violín, pero sin él nuestro joropo no vale nada; la cuereta ídem del acordeón, el furruco y la
cajeta, que sustituyen al tambor africano, la marimba y la marimbola que
sustituyen con éxito al bajo; y el milagro de las maracas indígenas, con la
fuerza de su coreografía, que hace énfasis en danzas de origen primigenio. Todas los instrumentos son de fabricación artesanal y casera; y así va
naciendo y cogiendo cuerpo el joropo estribillo, resumen de nuestra
tradición, máxima expresión de la música
y del baile venezolanos, que encuentran
en un cumanés, Don Pedro Elías Gutiérrez, (pudiera ser que este hijo del
cumanés, General Jacinto Gutiérrez,
de cepa cumanesa, no haya nacido materialmente aquí, porque el
General fue perseguido político y tuvo que ausentarse, pero su tradición
musical es y será siempre
cumanesa). Alma Llanera llegó a
ser con el tiempo el himno popular de Venezuela; joropo parte de una opereta,
primera elevación clásica de nuestra música, máxima expresión del joropo
estribillo.
Pues
bien, Don Alejandro Villanueva, en una crónica reproducida por Jesús Torres
Rivero, en el suplemento Angoleta que publicó en Cumaná el diario “La Región”,
desde el 19 de enero de 1981 hasta el 1 de marzo de 1982, nos habla de esa
bella tradición.
Dice Don Alejandro que:
Casi
todas las noches en la plaza Miranda “A las ocho de la noche ya el cumbé había
principiado… En un círculo de espectadores entusiasmados se reunía José Pablo
el Maneto, Juana Rita, José Isabel, Brígida, Marcelo, José Sánchez y otros…
José
Sánchez sale a bailar con Brígida, y cogidos de las manos, ya separados
emprendían un baile de figuras y gestos picarescos los cuales revelaban el alma
cándida e inocente de la gente del pueblo.
En
medio de lo más interesante del cumbé, oíase claro y sonoro el sonido del
tambor, ejecutado con gracia y habilidad por el coronel José Félix Martínez, al
compás del rítmico movimiento de los bailadores, y el canto natural del joropo
que era repetido a cada instante:
Tumbé,
María, tumbé. A la Baeza.
Uno del público grita: ¡Un pespuntiaíto
Brígida…! Y ésta, vuela en alas del sonido vertiginoso del tambor, haciendo
movimientos picarescos; recogida en lo posible, en la cintura, la enagua
encarnada que vestía, dejando ver sus robustas y lustrosas pantorrillas de
ébano…
Luego otra grita: ¡José Isabel… un repique ¡,
y este abre los brazos, abandona la pareja, mueve la cintura en caprichosos giros,
y luego vuelve y se une a su pareja, para bailar con locura en medio de la algazara
y el desenfreno del joropo…” Fin de la cita.
Como
se puede apreciar del relato, el joropo nace del baile con tambor de los
negros, y es una negra la que lo baila. Es muy probable que ese fuera el origen
de nuestro baile nacional.
El baile de tambor, al parecer precedió al
joropo. Antiguamente - dice Don Alejandro-
se tocaba el tambor en la plaza Miranda frente al negocio de Arón Blanco;
que era “un pequeño barril descabezado, con un cuero crudo fuertemente atado a
uno de sus extremos”. Como cosa muy particular, Don Alejandro, también dice, que
se acostumbraba encender una fogata, muy cerca del tambor para templarlo, y
evitar que le frío de la noche arruinara su acústica. Se repartían entre los asistentes, refrescos
de papelón fermentado y el Charichare.
Dice
también que para los años de 1870 al 75, el joropo era una fiesta de casi todos
los días, se invitaba al público mediante disparos de armas de fuego, no
especificadas. Había desaparecido el
tambor y los amantes del joropo construían un cerco de palmas verdes, colocaban
asientos para los asistentes, y a las 8 PM.
una bandola, un discante (era el Tres, una guitarra, de 18 cuerdas, muy
conocido en la Cumaná de antier) y un par de maracas, iniciaban el jolgorio
popular. Las piezas favoritas eran “La Sabana” y “La Cinta Azul”, que vino a ser
el himno de los Monagas, y del héroe carupanero, el invicto General en Jefe
José Eusebio Acosta, que hasta le puso ese nombre a su caballo favorito.
Esta
es la Sábana Blanca
con
que se arropó Sotillo;
aunque
los azules triunfen,
yo
siempre soy amarillo.
Bajo
una verde enramada,
vestidas
de hermoso tul,
cantan,
bailan las muchachas
del
pueblo, la Cinta Azul.
DON ALEJANDRO VILLANUEVA
Cuenta este personaje de la picaresca
cumanesa un pasaje de la vida de una memorable lavandera de su infancia; relato
publicado en el periódico de don Federico Madriz Otero, “La Constitución”
No. 28 de fecha 23 de julio de 1908. Veamos:
“Allá por los años mil ochocientos
setenta y tantos, cincuenta y dos años de la Independencia y ninguno de la
Federación, porque aún se escuchaban las dianas de los campamentos y el silbar
de las balas de los combates de aquella magna y sangrienta lucha, vivía en la
arruinada calle de El Baño, hoy de Mariño, una mujer a quién sus amistades
llamaban Águeda la Gamboa, pero cuyo nombre de pila y agua era Águeda Benítez.
Abro un paréntesis. Mi madre me
refería que la calle del Baño fue antes del aciago terremoto del 15 de julio de
1853, el “rendes- vous” de la juventud de buen tono de aquella época y de los
hombres más notables en la política, las ciencias y las leras. Digo esto para
lamentar ahora como han cambiado los tiempos: el terremoto primero y después el
abandono y la indiferencia de todos, han consumado la ruina de esta calle, por
no decir de esta ciudad.
Cierro el paréntesis, y va de cuento.
Conocí a
Águeda: tenía yo de seis a ocho años de edad y ella la friolera de sesenta y
pico. Era una mulata alta y robusta, de musculatura pronunciada y firme; tenía
cara de pocos amigos, pero en el fondo era afable y de buen corazón; su voz era
un poco gangosa pero fuerte y tonante; vestía regularmente de enaguas de
cintura, unas veces glaucas y otra polícromas, cuyas enaguas dejaban ver el
escote de su túnica siempre intocada e impoluta y bordad o entretejida a la
moda de entonces. Su rosario engarzado y su vistoso pañuelo de Madrás en la
cabeza a manera de turbante no le faltaban nunca.
Águeda era lavandera, pero no de “tusa y pepitonas” como las
de ahora, sino lavandera que empuñaba el jabón y comprometía los puños para
hacer buenas obras. Tenía dos hijas; una llamada Adona y otra Petra, que aún
vive. Esta gente eras toda muy buena, y gozaba de general estimación entre sus
amistades. Mi madre las distinguía mucho, porque como ella era pobre, gozaba de
simpatías en las filas de los abatidos por la desgracia. No hay cosa que una
más estrechamente los corazones que la identidad en la pobreza y el infortunio.
Águeda visitaba
diariamente a mi madre, entre la una y las dos de la tarde cuando se dirigía al
Manzanares. la veíamos todos al entrar a nuestra modesta habitación a echar
antes un párrafo. S esa hora, mi madre ya acostumbrada a recibir tal visita, la
esperaba sentada en un ture muy cómodo que había en casa. Águeda llegaba, efectivamente, con la ropa
en una batea que cargaba en la cabeza. Luego con un movimiento característico,
colocaba la batea a su lado. Se arrellanaba a la bartola en el suelo y
comenzaba a dar rienda suelta a su acervo de noticias.
--¡Águeda!... ¿Cómo que traes muchas
cosas nuevas? - Prorrumpía casi siempre mi madre.
--Pues, has de saber, Rosa… Que es
cierta la derrota del General Acosta en Río Caribe; y el triunfo de Pedrito
Vallenilla, y la muerte de Narvarte. Por eso…
¿Tú no oías esta mañana a la niña Carmelita como echaba sapos y culebras
contra las guaricongas del vecindario, y decía que era necesario darles
látigo? ¿Tú no escuchabas a la niña
Rosarito…? Y cuando Águeda consideraba que lo que iba a decir podía
considerarse algún perjuicio a ella o a su familia, suspendía su narración y
terminaba con esta frase que se hizo proverbial entre sus amistades: “Cállate,
boca, que después pagan Adona y Petra” …
EL JALEO EN CUMANÁ
CUDRO DEL NATURAL
A mi amigo, Federico Madrid Otero.
Todavía se divisaba en el poniente un rayo de luz brillante
que arrebolaba las nubes más cercanas; y enfiladas, a manera de ejército de
gigantes vestidos de azul y escarlata o de montañas ardiendo, mirábanse en el
ocaso las figuras vaporosas que en la tarde se levantan de la inmensidad del
océano para hundirse en el infinito del tiempo y el espacio.
La tarde iba a morir, la noche se acercaba presurosa; pero
había luz en los contornos de la ciudad y buen humor para las fiestas.
Los meses de mayo, junio, julio y agosto, desde la Santa
Cruz, Madero Sacramento hasta Santa Rosa Patrona de América no pasan nunca
desapercibidos para la espiritual Cumaná.
¡La Santa Cruz, el día en que nací! ¡Santa Rosa, el Santo de
mi madre! ¡Qué recuerdos tan agradables para el que como yo ha llegado a la
empinada cumbre de los cincuenta años, pudiendo derramar una lágrima de cariño
y gratitud ante esa cuna y esa tumba!
Como venía diciendo en esos meses el chinchin del cuatro y el
chiqui chique de las maracas se escuchaba por todas pares, sobre todo en las
fiestas de guardar y más si es de noche y hay buena luna.
El cuatro y las maracas, la malagueña y la jota aragonesa
cantadas en la soledad de la noche y a la clara luz de la luna, por más que se
diga en contra, les dan a estos pueblos, de origen español, sabor andaluz y
fisonomía castellana.
Yo también como cualquier parroquiano echo a vagar por las
calles de la población en las noches de mayo pues todavía conservo el compás
como músico viejo y algo de mi genial vocación y alegría por las fiestas y el
baile.
Esta natural inclinación de mi juventud me proporcionó en
tardes pasadas el rato agradable de encontrarme en un jaleo de parroquianos, al
aire libre, sin cortinas, floreros, muebles ni cosas parecidas, sino un ture
para el que tocaba el cuatro. ¿Y para el maraquero?
¡Ah oficio muy condenado!
A todos les dan asiento
Y el maraquero parado¨.
El pueblo ama más espontáneamente a la naturaleza que al
arte. Por eso canta, toca y baila al aire libre; y aspira con más gusto el
aroma de las flores de la pradera, que el perfume que despide el tocador de la culta
parroquiana.
Acerquéme a Pepa que
es moza de mucha sal, y le dije muy contento. ¡Como que están bailando! Y me
retrucó endilgándome también la suya ¿Cómo que sí están bailando, y no escuchas
las maracas?
A la verdad, el jaleo estaba en lo más recio y bullicioso de
la diversión. Juana bailaba con Patricio; Antonia, con Andrés; Luisa, con
Tiburcio; Manuela, con Mamerto; Clotilde, con Mateo; y oíase de vez en cuando,
al son del cuatro y las maracas, las voces de trovadores populares que
alternaban en inspiradas trovas populares, y alegraban los contornos de aquella
fiesta primaveral.
Tiburcio estaba sin sobrero ni zapatos, de blusa azul y
pantalón gris suspendido hasta las pantorrillas; Mamerto llevaba sombrero
margariteño nuevo, a la moda decadente, es decir, el ala levantada adelante y
de modo inverso hacia atrás, una alpargata en el pie derecho y el izquierdo al
aire libre, el color del pantalón y la camisa estaba velado por el polvo de la zalagarda; Luisa bailaba
de enaguas encarnadas y un paño de motas
por los hombros; Manuela tenía el pelo suelto sobre su robusta espalda y un
ramillete de flor de mayo sobre la sien izquierda: Clotilde de enaguas cortas y
chupín ajustado rigurosamente al flexible talle, daba vueltas y revueltas,
brincandito con su pareja, como queriendo hacer del jaleo una polca de buen
tono. ¡Allá van Juana y Mateo y los demás! Llenos de contento y mareados por l
música y el rítmico movimiento, parece que han perdido hasta los sesos.
De pronto la música cambia de compás y tono, paralízase el
jaleo. Los danzantes quedan tomados de las manos y Luisa y Patricio salen, como
quien dice, a la palestra, y bailan separados uno de otro en singular
cuadrilla. Luisa toma con la punta de los dedos sus enaguas y las agita, a
izquierda y derecha, como agita sus alas una mariposa encarnada; Patricio aviva
el movimiento, toma diversa posiciones, zapatea y quiere como un acróbata
levantarse sobre el nivel de la concurrencia.
¡Bomba
del galán para la dama! grita Andrés
entusiasmado; y Patricio no se hace esperar. ¡Allá va!
Luisa, por calmar sus celos
Para calmar tus enojos
Por el azul de tus ojos.
Oyese un confuso murmullo de aprobación; el chinchín
del cuatro sigue en monótono consorcio con el chiqui chichique de las maracas;
Patricio y Luisa en baile singular, unas vedes cogidos de las manos y otros
separados, ya de frente, ya de espaldas, ya a la derecha, ya a la izquierda,
continúan bailado como movidos por una corriente eléctrica.
El verso ha llamado la atención de los concurrentes;
todos les forman cerco a los bailarines y oyese una nueva voz que grita. ¡Bomba
de la dama para el galán! ¡Y allá Va!
Patricio desde hace años
me juraste eterno amor
mi tempo y los desengaños
matan hoy mi corazón.
¡Ese es mucho gallo! Grito Tiburcio, a quien sus compañeros llaman
Pataruco por lo pesado en el baile.
El entusiasmo moría en brazos de la tarde; el fastidio
comenzaba a apoderarse de la concurrencia, como juzgo que comienza a apoderarse
ya de mis actores y el cansancio puso término a aquella honesta diversión.
Sonaron las campanas de la Santísima Trinidad de Altagracia,
los niños salían de oír la doctrina cristiana.
1850-1927
1850-1927
33-10.- ALEJANDRO VILLANUEVA
SUCRE
¡Miradle!
¡Es él! La Patria reverente
Eterniza
en el bronce su memoria,
Ayacucho
es el nimbo de su gloria,
Su
augusto pedestal, un Continente.
El
sol de libertad brilla esplendente
En
el cielo sin fin de su victoria;
Que
ese Titán de inmaculada historia
El
numen es de la patriota gente.
Mas,
¡Oh sarcasmo de la cruel fortuna!
Roto
su cetro por la suerte impía
¡Repúblico
inmortal, mira tú cuna!
¿Qué
fue de tu altivez, su bizarría?
Esperad:
que ya vuelven una a una
Todas
las glorias de la Patria mía
LOS
ALMENDRONES
Adornan
el dintel de mi casita
Dos
almendrones que el placer sembró,
El
uno joven de frondosas ramas
El
otro viejo como lo estoy yo
Sentado
junto a uno me estoy riendo
Viendo
del mundo el peregrino afán:
Que
el uno es grande, porque el pan le sobra
Y
el otro es chico por faltarle pan.
UNA
ORACIÓN
Llegué
a tu casa con la alforja a cuestas
Del
peregrino que camina en pos
De
una esperanza y mendigué a tus puertas
Una
limosna, por amor de Dios…
Y
me diste la espalda en mi camino
Sin
dolerte, mujer, de mi aflicción,
¡Cuánto
hay que desprecian al mendigo
¡Y
llevan en los labios la oración…!
acuérdate
Llegué
a tu casa con la alforja a cuestas
Del
peregrino que camina en pos
De
una esperanza, y mendigué a tus puertas
Una
limosna por amor de Dios.
Y
me diste la espalda en mi camino,
Sin
dolerte, mujer, de m aflicción;
¡Cuántos
hay que deprecian al mendigo
Y
llevan en los labios la oración.
CANTARES
FORENSES
Vuelvo
hoy a mis cantares,
A
mis cantares de ayer
Para
amenizar el ocio,
Para
mejor proveer.
Si
el verso es claro y sencillo
Y
el poeta es un incauto,
Ten
entendido, amor mío,
Que
el verso así es un auto.
Si
el verso dice: “te amo”
Y
se turba tu inocencia,
Ya
no es auto es otra cosa,
Es
más bien una sentencia.
Si
te sientes agraviada
Y
pasa la noche en vela,
Tienes
un recurso entonces:
Tranquilízate
y apela.
Pero
te advierto, no dejes,
Esto
no es saber ni ciencia
No
dejes, te lo repito
Transcurrir
la quinta audiencia.
Pues
Casación ha resuelto
Del
año pasado en mayo,
Que
quien a tiempo no apela
Se
conforma con el fallo
Si
un abogado te dice:
Tomas,
Petra, Corazón,
Porvenir
y matrimonio,
Ya esto
es causa en relación.
Adviérteselo
a tus padres,
Con
oír no te conformes,
Para
que le fije audiencia
Y
pronto lo llame a informes.
En
el Código Penal
Jamás
he encontrado escrito,
Para
bien de los que se aman,
Que
el amor sea un delito.
Ni
puede serlo tampoco;
Será
porque así lo siento:
Un
amor es, a lo sumo,
Cuestión
de procedimiento.
Un
soltero o divorciado
Es
al fin de la charada,
Un
juicio contradictorio,
Sentencia
ejecutoriada.
Y
un viudo que tenga ganas
De
casarse y se presente
A
una mujer subyúdice
Es
una herencia yacente.
Ahora
bien; tu eres hermosa
Eres
de privada acción
Buen
acervo hereditario,
Una
herencia en transacción.
Lo
que soy yo no me asusta;
Que
lo diga un abogado:
Una
causa sentenciada,
Un
expediente archivado.
LA ORACION
Abandona
tus juguetes
y
ve a la iglesia a rezar
la
inocencia es flor preciosa
que
adorna siempre el altar.
¡rezar!
¿A quién se reza?
Rézale,
mi bien, a Dios;
La
oración cuando es sincera
Fortalece
el corazón.
María
llena de gracia
Hincada
al pie de la cruz.,
Reza
también al Eterno
Como
vas a rezar tú.
La
oración es para el alma
Bálsamo
consolador
Para
la inocencia es, niña,
Lo
que el aroma a la flor.
Para
el náufrago, la esperanza;
Para
el moribundo, fe;
Caridad
para el que pide
Una
limosna, mi bien.
Hoy
es día de tu santo,
Día
para ti de flores,
De
música, de perfumes
Y
de pájaros cantores.
Yo
soy pájaro que canta
En
la tarde de sus días,
Sobre
una rama ya seca
Del
árbol de la alegría.
Pídele
a Dios que mis años
Para
bendecirte alargue;
¡Dios
te bendiga en el cielo
¡Como
en la tierra tu padre!
FLORES Y PÁJAROS
CANTARES
Las flores tienen su nombre
Su nobleza y jerarquía;
Su reino es la primavera,
Su palacio la poesía.
Las rosas son siempre reinas
Las camelias son princesas
Las diamelas, cortesanas,
Las margaritas, marquesas,
Tienen funciones de gala
Y reuniones de palacio
En donde cantan los pájaros
Que atraviesan el espacio
Madreselvas, lilas blancas
Velo de novia y jazmín
Forman el manto precioso
De la reina del jardín
Las flores también se casan
Con las otras del vergel;
La azucena con el lirio
La rosa con el clavel
Lilas blancas, azucenas
Azahares de la China,
Que perfuman el ambiente
De la pradera vecina.
Madreselvas trepadoras
Y naranjos florecidos
En donde los azulejos
Cantan y forman sus nidos.
Ya se va la primavera
Que fecunda vuestros tallos
De sus primores apenas
Quedan lánguidos desmayos
Canta el pájaro en la rama
Donde ha formado su nido,
¿Qué mucho que yo a ms años
¿Esté cantando en el mío?
El desengaño nació
Donde mi esperanza estaba;
“Mañana me muero yo
Y para mí el mundo acaba”
ombre como esto dificir borver naser glorea a la patria
ResponderEliminarbueno digo otrave gloria a mis patria y que misijo y mi neitro vea su patria
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