RAMÓN BADARACCO
POEMAS FAMILIARES
CUMANÀ 2000
CANTO
AL DIVINO MAESTRO
EN
LA CRUZ ESCONDIDA ESTABA
TU
DIVINIDAD ESCONDIDA
POETA
DEL AMOR
DONDE
NADIE LO PRESENTIA
EL
HUMILDE MADERO SERVIA
PARA
ANUNCIARTE CUAL DIVINO ERAS
POCOS
ADVI5TIERON TU GLORIA EN ELLA
CUAL
ERA DE TU SUERTE EL ENIGMA
TU
MUERTE EN LA CRUZ
ERA
AFRENTA PARA EL INFAME MORTAL
MAS
PARA TI FUE LA MUERTE INFAME
EL
SOPORTE DE TU ETERNA GLORIA
EL
PAN QUE ERA ALIMENTO DEL COMUN
DESDE
EL RICO AVARIENTO HASTA EL MENDIGO
LO
VOLVISTE AL COMUN PARA EL MUNDO
TRASFORMADOI
EN TU CUERPO
Y
ESE PAN BENDITO QUE LLEVA TU CUERPO
REDENTOR
AL
COMUN SALVA DEL ABISMO DE LA MUERTE
Y
DEL OSCURO TUNEL DE ETERNA SOLEDAD
CON
TU SANGRE Y TU CUERPO
NOS
LLEVAS A VIVIR ETERNASMENTE
¡OH
BENDITO JESUS DE NAZARETH!
QUE
NOS ABRES LAS PUERTAS DEL CIELO
CON
SOLO UNAS PALABRAS ¡PERDONAME SENOR!
¡PERDONA
MIS CULPAS SOY UN PECADOR!
EL PRIMERO SOY YO
EL QUE DICE LA PALABRA
Martes 8 de marzo
de 1932
Tarde de sol.
La cotorra canta en el cerezo
Viejas coplas españolas.
Por fin…
el grito
Sollozos bajo las sábanas.
El gato se estiró de ébano
El canario en su cárcel llenó el espacio
Agua bendita en la palangana
Vertida en sabio rito
Y así, estoy en esta actitud
De escriba sobre viejos libros.
Mi primer recuerdo,
El río vertía agua y lodo
Bajo los árboles totémicos…
Me recuerdo bajo una rama
En el patio donde se desparramaba el río
escuché muchos gritos
¡Murió el Dr. Badaracco!
Corrí buscando escondrijos y perolas;
Llanto, más llanto, más llanto…
Tenía tres años.
Luego fue la gente llorando en
las grandes ventanas de hierro
y los corredores de la casona
y en la noche las velas espectrales
las beatas con sus rosarios
y
mantillas españolas
los rezos, las letanías, el féretro
y más llanto y más llanto
Pasaron los días y los años
vinieron las mariposas y gaviotas
Los azahares de las cajeras
Los parrales ubérrimos
de capuchones blancos y morados
el vuelo del cigarrón de carapacho amarillo
la gota de agua en el lirio
el sapo gordo escondido
bajo las gardenias
y mi vieja amada
y, mi viejo amado
su figura atildada y señera
sus ojos, sus anteojos
su sombrero de pajilla
su andadura
su camisa blanca
su eterna corbata negra
su traje blanco de lino inglés.
Hay tanto amor
tanta fe derramada en su equipaje vertical
tanta bondad en su sonrisa
su paso largo se detuvo en el tiempo
no he dejado de verlo desde entonces
en esa actitud de apartar retoños
y cortar las anonas
Se iba por aquella inmensa puerta
escapa tanta luz, que puedo atisbar
los guayacanes en flor
cuando él camina hacia el zaguán
y su cuerpo estrecha la puerta,
y nos deja su perfume, su traje impecable
y su infaltable sombrero Borsalino
Entonces, tampoco puede
ver
el roble pintando amarillos
ni escuchar el trino del Cristofué
y al azulejo tomando agua en la pilita
Ni a Cadó, su perro flaco y largo
que es solo un ladrido.
Al Amanecer va subiendo entre piedras
por calle Las Flores hacia Miramar
coronillas y enredaderas en las paredes
retamas y cardones en el cerro
día tras día, es nuestra verdad
mi único encuentro con las chivas de Jeromito
ramoneando en los cerros entre las tunas
y luego en los corrales
las tetas colgadas y el chorro albo
Que fustiga como látigo la orilla azul del
cántaro.
Más allá los cardones, los higos
Protegidos de espinas
Los golosos Cucaracheros
Una alfombra de oro con espinitas en boleras
Asedian los flancos de las primitivas
alpargatas.
Las cazadoras reptan
Escondidas tras las cáscaras
Abandonadas por las cluecas.
Cadó ladra eufórico.
Al aire todos los granos
Gallinas y palomas forman la guasábara
Juan Morocho canta galerones
Mientras amarra con mamure
Las latas en los techos de las casas de
bahareque.
Hay una danza diaria
De palomas, paraulatas y Chiritos
El relieve sinuoso se pierde hacia
El Castillo de San Antonio
Desde allí se asombran nuestros ojos
Cumaná despierta en el follaje.
Una ola de guazábanos
Tunas, retamas, cuicas y yaques,
Hacen la feudal geografía.
Él, mensajero telúrico,
Todas las auroras,
levanta con su dedo el disco lejano.
A su paso todas las cosas
se llenan de furtiva gracia.
CANTO A MI MISMO
Mi poesía es la síntesis
De esa historia.
Rubén y Chocano me dieron la
forma
Neruda su palabra
Andrés Eloy, la metáfora
Witman, la idea
José Antonio la esencia
Juan Ramón me abrió el
camino
Que me cerraba la métrica.
Tagore me mostró el amor
Que Jesús me inspiraba
En toda la vaguedad de su
espejismo.
Lorca me llevó de la mano
Para saltar la tristeza
Heredia y Machado
Lord Bairon y Lugones
Acrecentaron mi lira
Y Miguel Hernandez me hizo
Llorar por la Patria.
Pero no ha sido en mí
Un milagro de erudición
Sino prodigioso
descubrimiento
De mi conciencia.
En ella está encerrado
Como en cofre de Pandora
Todo mi ideal dormido
Y naciente
Lo que no sé ni entiendo
Me lo dice mi alma
Que al meditar descubre
Lo más oculto y misterioso
Las potencias que hay en mí
Que solo mi Dios supera
En esta cárcel podrida
Donde impera la materia
Que se pierde y se derrumba
En la primera contienda.
Pero el alma surge perfecta
Para eternizar la esencia
Lo grande que aprendimos
Cuando éramos la crisálida
De otro Dios sobre la tierra
Cuando vayamos al otro mundo
En dimensión paralela
Seguiremos aprendiendo
Y al escribir de nuevo
Con polvo de los cometas
Nuevas estrellas crearemos
Para sobrevivir con ellas
PARA MI AMADA DIANA
DIEZ POEMAS DE AMOR Y UN SONETO DISPERSO
POEMA 1
Por qué razón el viento
Ancla mi voz
Por qué siempre es tarde
Y la luz apaga
Mi poca sed.
Por qué hay calor
En las madrugadas
Y no siento mis manos
Crispadas bajo las sábanas.
Por qué presiento en mi boca
La extraña humedad
De la luna.
Por qué recurro
A ti.
POEMA II
Buscar tu nombre en la
hierba
Para encender un lucero
La palabra, cuando amanece
Estalla en luz en las aguas
del río
El navío se convierte en
enjambre de fuego
Al tocar en la blanca arena
¡Oh mi nombre! que vaga y perece
Como la gaviota que corta el
viento.
Abrázame ahora, con tus
brazos míos
Y me sentiré más fuerte
Indágame entre algas, en las
cuadernas
Del viejo navío.
Ayúdame a flotar con
canciones
Y tu vieja guitarra.
Acércate a mí que vengo
cansado
Solo para oírte,
escudriñarte
Para verte y tocarte también
Como tallo, como leño
ardiendo
En ti conmigo en ti.
POEMA III
Amada, cuanta distancia vamos andando
Recuerdas el valle de las grandes rocas
Y Versalles, las antiguas rampas y las puertas
Era otro tiempo
Los caballos entraban a
palacio.
Pero tú y yo, amor mío, todo
era nuestro
Caminar en aquel bosque
Juntos caminado, sin
ataduras,
Sin soltarnos
Aquel río hondo, y tu pie
inseguro
Cada vez que sueño resuelvo
el enigma
Entre la niebla húmeda.
Viajar en grandes navíos
entre nubes
El miedo se resuelve
amándonos
Mientras queda colgada la
duda.
Cuanto camino andado…
Hay tantas preguntas…
Por qué del carbón brota una
lágrima…
Todo queda cerca en el Gran
Boulevard
POEMA IV
Alma mía tan mía y amada
Cantemos en aras virtuales
Ilumina mi rostro al mirarme
Tu sonrisa de rosa y de amor
Tu sonrisa de perla y marfil
Y tus labios de pétalos
tibios
Prendas que busco y ansío
En mi loco deseo de ti.
No quiero la luna florida
Las gotas los hilos de plata
Lo mío es el beso sagrado y
La unión de tu cuerpo
Porque al cielo no van los
que aman
Si no han sido ungidos por
Dios.
POEMA V
Puedo rescatar
De las palabras
Tu ausencia
Y tú nombre
Y recorrer con ellos
Las cosas donde yo existo
Puedo recordar
En la noche
Tus ojos inmensos
Mirándome desorbitados
Puedo recordar
Mi propia angustia
Al sentirte lejana,
Dolorosamente lejana
Partir sin pensar en el
regreso
Caminar bajo la bruma
Bajo los copos blancos
Al lado de los esqueletos
Partir de lo mío
Y de lo tuyo
Del eterno presente
Al pasado que vive
Adiós, recostada al espacio
Pegada a mis ojos
Anudada en mi garganta
Y en cada onda
Adiós besada
En mis sollozos
Buscada en mis lágrimas
Y en el eterno
Regresar de las olas.
POEMA VI
Al atardecer
Cuando la luna se disipa
Entre sombras evanescentes
Cuando florecen los cactus
Cuando se iluminan
Los cendales del viento
Allí estás
Al atardecer
Estirada como sombra
Sobre la magia incandescente
De la arena y el mar
Tomando de mis
labios
De mi cuerpo
La fuerza mágica
El dolor y el llanto
Allí estás
Al atardecer
Caracolas en tu pelo
Sucia de algas
Tocada de arenas
Salpicada de sal
Confundida de alientos
Allí estás
Al atardecer
Desde tu dedo
Recorriendo tu piel
Sin una palabra
Sin una queja
En el tardo bostezo de la sombra
En el solo suspiro de la luna
En el único latido de la ola
Allí estás
Al atardecer
Sin aves, sin testigos
Sobre la duna estéril
Con la gracia de la
Palabra libélula
Sinuosa como raíz de mangle
Viva de nacencias
Allí estás
Al atardecer
Como vuelo de gaviotas
Hacia ignotos enclaves
Salpicada de sal
Confundida de alientos
Hasta perderte
Hasta perdernos
Hasta siempre
Allí estás
POEMA VII
La noche
De cálidos augurios
Entre mis manos
Y a oscuras
Recibí el fuego sagrado
Tu vida la poseí
Desde entonces.
Y creo,
Pasará la eternidad
Y aun sostendré
Entre las mías
Tus manos
Como fósiles blancos.
No ha pasado mucho tiempo
No ha girado tanto
La panza circular, y
Aun es azul el iris de tus ojos.
Frágil y más fuerte
Que el acero,
Grande y pequeña
Como la eternidad
Sumisa como
La esclavitud.
Ahora sé que estoy
Entre los vivos
Pero no sé si estaré
Entre los muertos
Porque tu alma
Se ha encarnado
En mis dos abismos
Para que cada parte tuya
Se acerque a mis
Costados sangrantes
Y quede allí petrificada
Como costra dolorida
Pero dulce
Como esclava enamorada.
POEMA VIII
“Durmiendo mi corazón velaba
Y sentía la voz de mi amada que llamaba
Ábreme amada mía, hermosa mía,
Mi paloma, que mi cabeza está llena de rocío”.
Escucha mi plegaria dulce amiga mía
Yo te vi y te ame en sueños,
Estabas regando margaritas
En medio de la nada.
El agua jugueteaba, mientras los pajarillos
Desparramaban azahares, y el turpial
te cantaba
Desde las ramas del guayabo.
¡Oh que dulce sueño!
Era una mañana florida
Ente el ramaje y el canto de los pájaros
Una tenue blusa de seda
Cubría tu cuerpo y sonreías
Dulce mujer de ojos negros
Sembradora de sueños
Regalo de algún arcángel materializado
Estabas recostada en la baranda
De la terraza, entre brumas y tus
ojos, como lámparas
De un sagrario imaginario
Dibujaban mi silueta que te escribía en versos.
Y te vi en sueños dulce amiga mía.
Te pensé entonces como una hechicera
Que se transformaba en un cisne blanco.
Y sus alas eran doradas
Y te perdías entre la luna y mis ojos.
Y te busqué otra vez en el jardín
Y pude verte volar entre orquídeas y
las rosas.
Si, eras como un cisne blanco con
las alas extendidas
Que se acercaba dulcemente a mi lecho.
No tuve dudas, eras tú misma
Que llegabas a mí con tus alas
abiertas, y,
Abriste mis ojos con el calor de la madrugada;
Sentí entonces un aleteo de plumas
blancas
Que cobijó mi cuerpo cuando me despertaba...
Dónde estabas amada. Te llamaba y no te hallé.
POEMA IX
Amada no merezco
El amor que me has dado
Tanto tiempo
No he jugado limpio contigo.
Pero a mi modo
Te he amado tanto
Y he estado
Y has estado en mis ojos
En mi cuerpo
En mis entrañas
Tanto tiempo.
Tanto tiempo en mí y yo en ti
Juntos uno
solo
Juntos tú y yo
Siempre tú y yo
Cada vez que abro los ojos
Es un estado de estar unidos
Como una escultura
Una escultura de Fidias
No es cuestión de tiempo
Es la perfección del amor
Estoy en tus ojos perfecto
Hay un grado de amor
Que no se corrompe
No hay manera de golpearlo
De torcerlo
Es inmaterial
No obedece a
leyes
A la temporalidad
Pasan los años y es más sólido
Como un poema de Homero
No hay un solo movimiento
Sino en ese sentido
Tu cuerpo es mi cuerpo
Cuerpo de Cristo
Somos tres cuerpos sólidos
POEMA X
Tenías dieciocho años
Airosa paseabas por la plaza
Tú figura helena,
Gacela en celo,
Alción en vuelo,
Dabas vueltas a la derecha.
Mirabas sin mirar,
Tus cabellos de miel
Sobre tus hombros,
Una cohorte de mirones
Te devoraba;
Sin embargo,
Era indudable,
Yo era el preferido
De tus ojos.
Al principio entre los dos,
Sólo fue el silencio,
El código secreto,
El movimiento;
Pasear por el parque,
Tus ojos los míos,
Tus manos mis manos;
Las primeras palabras
Florecieron de ansias;
Los recuerdos,
Los desencuentros,
La misma mudez
De los que se aman
Sin saber, sin indagar;
Hay un instante…
Sin decirnos nada,
Y el corazón palpita
Y se escucha.
Y vuelve el silencio…
Y nos apretamos las manos,
Y se aprietan nuestros cuerpos,
Y ya no sabemos quién es quién,
Y ya no importa la vida,
Y ya no importa la muerte
Y nos dijimos todo
En la mudez del viento…
Desde aquel instante
Me hundí en tus ojos;
Y el calor de tus manos
Cobijaron mi cuerpo…
Y no hay noche,
Y no hay amanecer,
Y no hay un instante
Sin que te sienta dentro,
Como carbón encendido
Queriéndote como te quiero…
Que es quererte por entero,
Como si fueras yo mismo,
Como si fueras mi cuerpo,
Y tengo un aliento,
Y tengo tantas ganas
De hacer el amor contigo,
Como aquella mañana
De aquel domingo definitivo,
Que solo recuerda el tiempo…
Fue una fiesta increíble,
Y no invitamos a nadie..
Ni los dioses, ni la fama,
Lo supieron
jamás…
Era un domingo de campo
Te vestiste de blanco,
Sabías que te esperaba,
Y tú cerraste los ojos
Y te
rendiste…
Y dijiste
soy tuya…
Y yo te dije soy tuyo---
El amor no tiene espera,
Hubo lágrimas, hubo risas,
Palabras entrecortadas,
Recriminaciones, protestas…
Pero entre tanto caían
Tus vestidos en la grama…
Y tu cuerpo desvestido…
¡Oh Dios! …
De este amor sin quejas,
Han brotado los azahares…
Es un jardín
hermoso
Donde tú eres mi jardinera
Y yo soy tu jardinero.
Los frutos se multiplicaron,
Son de distintos sabores…
Pero todos son brotes fuertes
Como el Apamate del frente,
Semillas en la buena tierra
De las campiñas de oriente,
Abonadas con
el alma,
Con paz y amor cristiano.
Son benditos
del Señor,
Que siempre estuvo presente.
Lo que puedo decirte después
De tantos años contigo, amor…
Es que nunca podré pagar
Por todo lo que me diste:
El perfume de tu vida,
La tranquilidad de tus cuitas,
Tus celos, tus consuelos,
Tus modos, tus caricias…
Tu constancia, tu fe…
Tú entrega, tu fuerza…
Y tu indestructible belleza
Que has compartido conmigo
Sin guardarte nada…
Con la más absoluta devoción,
Con una pasión sin igual;
Porque he compartido solo con Dios,
Todos estos años de amarte mi Diana amada.
SONETO DISPERSO
El parque, los encuentros,
Las noches aquellas…
Distraída, de rosa
vestías,
Azabaches tus ojos…
Tu cintura se quebraba
Apretada en las querellas:
Bella andaluza enjoyada
Míos tus labios rojos.
Turbado caminaba…
Te vi, me
detuve en la esquina.
Apreté el cigarrillo hasta
Quemarme de placer.
Sensible, tu
perfume
Me seduce,
me domina;
Tus pasos se hicieron lluvia
Aurora, amanecer…
Apreté las manos de tu amiga,
Lo entendió todo…
Me sonrió, lo supe desde entonces…
Camino largo,
Sufrir el dolor de la ausencia:
El rayo, la
noche y yo.
En el cruce de esa plaza
Solitaria, se quedó tu modo.
Amapolas y guaruras
Disecadas del andar amargo…
Vuelo de cucaracheros,
Hojarasca lejana, solo yo.
Para mi padre y maestro
Un recuerdo inasible
EL RETRATO
De tu amor,
Del juego infantil
Y los gritos…
Solo queda
Este retrato raído.
Del camino infinito,
Hasta llegar al cerro
Lleno de pájaros y abrojos;
De la placita,
De los muchachos
Jugando policía librado…
De los trompos
Y las chinas;
De tus amigos,
De la tertulia,
Las mecedoras y el portón;
De tu risa, del traje de lino inglés,
Y el sombrero diplomático…
Solo queda este retrato
raído.
Ahora quiero penetrar en él
Volando en el tiempo…
Rescatar de la imagen
La vida que encierra…
Volver a reír
Con tu risa.
Y aprender tu palabra…
Desandar tus mismos pasos…
Hoy solo soy un recuerdo,
Que pronto se ha ido todo…
Y en mis manos vacías
Tan solo queda ¡Padre mío!…
Este retrato raído…
A Mamá,
de la que nunca me he separado.
TE TENGO PRISIONERA
En el milagro del río,
El molino y el cerezo
Te sentí mi prisionera…
En mis pupilas,
En el cántaro rubí
Quebrado en la cintura
De la negra;
En el golpe de agua tibia
Más allá de la acequia,
Del parral y el nido;
En el canto tempranero
De la paraulata,
El vocerío, el aljibe
Y el olor a estiércol
Llegando a los corales…
Te sentí mi prisionera…
Desde mi nacimiento,
Te tengo prisionera
En mis pupilas…
Tú sabes que fui goloso,
Y en tu seno bebí
Todo lo que ahora te
prolonga…
Te tengo prisionera
Bajo las uvas y almendrones;
En todo tejado,
En el musgo de los rincones,
En cada grito
Que pronuncia tu nombre,
En cada gesto
Que te devuelve intacta.
A mis hijos y nietos, con todo mi amor y mis
tormentos.
DIANA MARIA
Diana María,
el día que naciste
en España
florecieron todos los tulipanes
en los ricos jardines.
Bulliciosos los ríos rompieron
sus duras cárceles de hielo;
levantaron el vuelo peregrino
millones de alegres golondrinas
y se hizo más goloso
el picotear de los gorriones
en los ventanales
de gótica estructura
llenos de luz.
Tu sonrisa
quebró el cristal,
y el sol inventó nuevos colores
para el arcoíris de primavera.
¡Cuánta luz hubo entonces en Madrid!
Y al grito de tu madre
se unió en alegre multitud
la algarabía.
¡Oh Dios! ¡Virgen María!
¡Que bella es!
Y tu parecías un pichoncito
de colibrí.
Tanta ternura quebró mi voz
y al verte llorar…
¡Albricias, ella vive, vive!
Hoy que te he visto crecer…
Tu cuerpo y tu alma,
tan iguales los dos,
que no se decidir
cual aventaja,
en temple de forjado acero…
Tu alma de fina y delicada textura,
tu cuerpo, que nada cual blanco
cisne
en soñado estanque de la Alhambra…
El toque mágico de tu argentina risa
colma mi hambre de felicidad y goce
y cuando tus labios cándido amor
besan mi frente;
se que es el premio que Dios me ha dado
por cuidar con esmero
tan delicada flor.
VICTORIA EUGENIA -VIKY-
Parecías un capullito de algodón
Cuando la mañana
Escuchó tu grito
Y mi corazón salto de gozo.
Hoy te toca unirte al Señor
Vivo en el pan.
Hoy te miro caminando iluminada
Como tu alma de blanco vestida,
Hacia el altar
De tus labios brota una oración.
Yo te pido virgencita
Que le ruegues al Señor
En nombre de tu hijo
El divino redentor
Que perdone mis pecados
Que de mi camino quites
Todo mal, toda acechanza
Que me guíes por el mundo
Amparada con tu amor
Te pido virgencita mía
Más fe, más devoción.
Que en mi alma anide el anhelo
De luchar por tu amor
Que al unirme Cristo a tu
cuerpo
En sagrada comunión
De mis labios brote siempre
A manera de oración,
Esta suplica aprendida para ti
Mi dulce Padre, mi Dios.
Santo, Santo es el Señor
Bendito y alabado sea por siempre
Cristo Redentor.
MARIA ELENA
De las flores de la fuente
Te robaste, blaca flor…
Para hacerme un buen regalo
Escogiste lo mejor
En mi alma la alegría
Es de amarte ¡niña mía!
En mis labios, una sonrisa,
Ahora… nace en ti… el gran amor
Que nuestro Señor te envía
Para el buen Dios de los cielos
Mi patena es esta flor
Y en el altar de tu alma
Tomaré también, la comunión.
¡Niña mía, que alegría,
besarte pura cual eres…!
Porque
De las flores de la fuente
Te robaste, blanca flor…
Para hacerme un buen regalo
Escogiste lo mejor
LUIGI
Luigi es un día bueno
Para escuchar
El trino de Cucarachero.
Baja despacito,
Busca en el follaje
Del Cotoperí.
Parece difícil
Verlo saltar de rama en rama
.
Ten paciencia…
Ya verás como la avecilla
Revolotea traviesa entre las
hojas.
Toda búsqueda tiene sus
fatigas
Y recompensas;
Insiste, hijo mío
Y colma tu espíritu.
Hay cosas que no vemos
Y debemos descubrir.
El Padre, descúbrelo.
Nos ama, y tanto
Que habitamos
En su casa;
En ella todos cabemos
Es parte del milagro…
DIANA ISABEL
Bendita seas
Nieta linda
Levanta los ojos
Hasta que la luz se haga
Mira al Señor
En la hostia levantada
tu eres la novia
del Señor
Bello tu vestido blanco
De toda albura
Tu alma reboza.
En el altar resaltas
Como flor de mayo
Húmeda de invierno
Después que la gota se queda
Y cual diamante brilla
Cuando el primer rayo la toca
Al entrar la primavera
Y tú, dulce retoño,
Lirio de algodón
Que al altar acudes
Y llevas en los labios
La plegaria de María
inmaculada
Madre del Creador
Abre la boa
Para el beso
De eterna poesía
Del pan que en carne divina
se trasmuta
Por milagro de la palabra
En la bendición divina
Del Padre, del hijo y del Espíritu de Dios
En el mejor año de tu vida
Dios te bendiga
Diana Isabel
mi nieta amada…
María Esmeralda.
Tú eres un barquito de papel
Lanzado en la corriente.
El viento golpea el bello bajel
En el bauprés una luz lo
ilumina
Mientras tu ilusión sopla sus velas.
No duermas nunca mi amada
Mientras le bajel avanza
Canta tus sueños, tus andanzas
Que en las matinales y en las primaveras
Recogerás frutos de tus madrigales.
María Esmeralda.
Que dulce es la luz
Que te ilumina
vestida de blanco
Frente al altar
Eres cual el ángel
Que buscó a María
La virgen divina
Amada de Dios
Eres la novicia
Más pura y más fina
Que aspira la gracia
De ver al Señor
No se si el Señor
Estará perturbado
Al ver en tus manos
Tan rico tesoro
El mismo ha bajado
Cubierto de nieve
Para que tus labios
De rojo escarlata
Le den un mordisco
Y en rito sagrado
Le vuelvan la vida
Que perdió en la Cruz.
ISABEL ANDREA
Como rayo de luz
Que iluminó la mañana
Fue tu sonrisa luz
de alegría temprana
El Divino Niño
que vierte sobre ti
el agua bendecida
que es agua y es vida
calmará toda sed
en el camino de tu andadura
El bautismo
es el primer rito
que deja tu alma
como copo de nieve
que se hace sólido
y el alma lo calienta
Sonríe dulce Isabelita
nunca tendrás hambre
Que la sonrisa es amor
Y el amor es tu alimento
ANDRES
Andrés, hoy eres ungido
Con el espíritu de Dios
Que te sonríe.
La blancura nívea
De tu alma recién vestida
Con el agua bautismal,
La recibes entre cánticos
Y alabanzas espirituales
Tu solo nombre
Es poema de
amor;
Y en el aliento
De la mañana de tu vida
Anida la esperanza
De toda imaginación.
Los ángeles protectores
Baten alas prodigiosas,
Suenan trompetas,
Se derraman los sueños,
Y las voces unánimes
De los que te amamos
Elevamos oraciones
Para que bajen del cielo
Los reyes que glorificaron
Al niño Redentor
IVANA
Cotorrilla alborotadora
que despiertas la mañana
En tus quince primaveras
compites con las orquídeas
Que Ricardo cultiva con esmero
bajo la sombra de los mangos;
Y, suspiras
las quimeras
que dan luz a tus luceros
Más brillantes que sus pares
colgados en el azul del cielo.
Pequeña gigante de memoria prodigiosa
Amorosa y mimosa
como una gatita persa
Cuando pasas descuidada canturreando
Tus amores escondidos
en celoso cautiverio;
Que se ven de vez en cuando,
cuando miras de reojo
Tras las puertas y ventanas,
tus suspiros elocuentes
Que empañan los cristales
de tus ojos asombrados.
Y tras ellos se descubre
el amor que bien guardado
No prodigas demasiado,
y solo espera que descubra
En tu alma limpia y bella,
cual diadema escondida
Tras cerrojos implacables,
uno solo que se
asome por la
espera…
Ya viene pequeña gatita enamorada
el príncipe azul de tus sueños.
Se tú la Blanca Nieves
que despierta tras el beso del amado.
Deja que
murmure tu corazoncito,
que llame, que te implore,
pero ten paciencia princesita,
riega en el jardín de tus sueños,
no llores;
pero si lloras,
que cada lágrima sea un beso que forme
el lago del largo amor,
del apasionado amor,
que atesora el lirico ensueño
que ahora comienza con
la danza de los pájaros,
que trinan bajo la sombra
del gigantesco cotoperí
que preside la primavera
del patio de tu casa.
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