domingo, 2 de octubre de 2016

MARÍA ALCALÁ DE LA GUERRA


RAMÓN BADARACCO









MARÍA ALCALÁ DE LA GUERRA

LA PROTECTORA DE LAS LETRAS.
















Autor: TULIO RAMÓN BADARACCO RIVERO
Que firma Ramón Badaracco
Su libro MARÍA ALCALÁ DE LA GUERRA,

LA PROTECTORA DE LAS LETRAS.

Copyright Ramón Badaracco.  2012
Primera edición 2009
Correo y cel.
Diseño de la cubierta  R. B.
Ilustración de la cubierta  R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail.com
0416-8114374










INTROITO

En la época de la Colonia, no se puede hablar de un sistema educativo realmente aplicado, aunque existían las escuelas episcopales y las misiones; ya que la educación, no estaba concebida como una necesidad o servicio público. Su aplicación y necesidad aplicaba solo al Estado-Iglesia, y para la  formación del clero; por eso las disposiciones para su funcionamiento emanaban de la corona y de la jerarquía eclesiástica, y ambas se encontraban involucradas como responsables de la administración de su institucionalidad, tanto de las autoridades reales como eclesiásticas.

La educación para esa época solo estaba destinada a niños pudiente que pudiesen pagar un maestro o preceptor, que normalmente eran clérigos o estudiantes universitarios. Por lo que el pueblo era en su mayoría analfabeta.

Sin embargo Cumaná nació como una escuela, cuando se inició   la actividad misionera, los frailes dominicos de fray Pedro de Córdoba, nuestro primer maestro y fundador de la ciudad; y los franciscanos de fray Juan Garceto, construyeron los  primeros conventos y las iglesias, y es fama que asistían más de 50 niños indígenas de las mejores familias de indios Chaimas. Así nacieron en la América Continental, las escuelas episcopales,
Entonces se ubicaron cerca de la desembocadura del río Chiribichií, la última luenga, como dice Bartolomé de Las Casas, entre 1513 y 1515. Allí impartieron a niños y adultos indígenas las primeras letras y les enseñaron a escribir. Por eso podemos entender que en Cumaná doña María de Alcalá, heredera de esa tradición de escolaidad, ella ascendiente dentro de la familia  del Mariscal Antonio José de Sucre, fundara  en 1778 la primera escuela popular del Continente americano.

Muchos han sido los aportes que en materia educativa han dado los ilustres personajes de la época de la colonia, como: Blas de Rivera, Cristóbal de Quezada, María Alcalá, Simón Rodríguez, Andrés Bello, y otros, entre los cuales destacan la gratuidad y obligatoriedad de la educación, la no discriminación, la pertinencia y utilidad de La educación.



Esta extraordinaria maestra llamada la protectora de las letras, María Alcalá, vivió el tiempo de los precursores de la cultura en Cumaná fue el tiempo de los alumnos de fray Francisco de Tauste Blas de Rivera Cristóbal de Quesada y Antonio Patricio de Alcalá y se le llamó  “Protectora de las Letras”, título con el que fue honrada por el Ayuntamiento Cumanés,, saquemos conclusiones al respecto y sobre todo porque fue la principal animadora  y fundadora de la Escuela de Primeras Letras de Cumaná para niños pobres, aunque ya existían escuelas episcopales en las iglesias y conventos, donde asistían los niños blancos y ricos.

A doña Maria le tocó vivir en el mejor periodo de la historia de Cumaná, época de conformación de nuestra sociedad, época de ilustración, entre 1720 y 1780, gobernaron: Don Juan de la Tornera Zota -1721-1733; Carlos Francisco de Sucre y Pardo, abuelo del Mariscal; 1733-1740, Don Gregorio Espinoza de los Monteros, 1740- 1745; Don Diego de Tabares y Humada y Barrios, 1746-1753; Don Mateo Gual y Puello, 1753-1757; Don Joseph Diguja y Villagómez, 1757-1765; Don Pedro José Urrutia y Ramírez de Guzmán, 1765-1774; y Don Máximo du Bouchet, 1775-1780.    

Veamos algo de sus ilustres ascendientes y  de los servicios prestados por la distinguida matrona, a la instrucción de los niños pobres, sacado de las páginas del inefable padre José Antonio Ramos Martínez, y un informe publicado y copiado por mí, para que no se pierda, en el bisemanario “SUCRE”, del año 1928, en sus números 367 y 368.

COPIAMOS.

“Jamás podrá pronunciarse entre nosotros sin un sentimiento de profunda veneración el respetable nombre de doña María de Alcalá, fundadora de la antigua escuela de primeras letras de la ciudad de Cumaná.

Fruto de bendición fue doña  María nacida del enlace del capitán don Diego Antonio de Alcalá con Doña Isabel María  Rendón Sarmiento, cuyas familias, desde su origen, fueron de las más notables de Cumaná, no tan solo por su rango, sino sobre todo por sus virtudes y por los servicios prestados en distintas profesiones y empleos.

Cuando hubo entrado en  su segunda mitad el siglo XVIII la parentela de Doña María de Alcalá servía a la vez varios cargos de los de mayor importancia en la Nueva Andalucía y en la Isla de Margarita. Su padre fue por más de medio siglo escribano público, del cabildo y del gobierno, visitas, registros y juzgado de Hacienda; su hermano don Antonio, Tesorero de las reales cajas; su otro hermano don Pedro, Guarda Mayor por más de treinta años; don Juan Bautista, hermano suyo también, Justicia Mayor y Comandante de las Armas en Rio Caribe, Corregidor de Píritu y Clarines, y Alcalde Mayor dé Cumaná; Fray Diego, Prior y Vicario in capite del Convento de dominicos, por varias ocasiones; su cuñado, don Manuel Sánchez, Ayudante Mayor de la Plaza de Cumaná, y Comandante de Artillería; don Francisco Mateo Guerra de la Vega, también cuñado y sobrino político suyo, Justicia Mayor de Río Caribe, y Regidor perpetuo del Ayuntamiento de Cumaná; su pariente don Antonio Patricio Alcalá, Vicario Superintendente de los Anejos Ultramarinos del Obispado de Puerto Rico; su sobrino don Francisco Alcalá Mayz, Corregidor de San José y Casanay, y Capitán conservador del pueblo de Caripe; su otro sobrino, don Diego Antonio Alcalá Figuera de Cáceres, Corregidor de Píritu y Clarines; el doctor don Diego Antonio Alcalá Mayz, cura de la ciudad de la Asunción, y el Br. Don Silverio de Alcalá, cura y vicario de Cariaco.

Si grato es recordar en obsequio a Doña María Alcalá,  la excelencia de su linaje, mucho más lo es reconocer que su mayor gloria la conquistó ella misma, contribuyendo a realzar el suelo de su nacimiento con la difusión de las luces entre la juventud  ¿Quién ha hecho en Cumaná lo que ella en beneficio de los  niños pobre? Se preguntaba el cronista en esa época, y respondía:

“ Mandó edificar una casa con un salón capaz de contener cien alumnos y con habitaciones suficientes para la familia del preceptor. Pagó de su peculio por algunos años el sueldo del Maestro; y para que en lo sucesivo se sostuviese la escuela, impuso a censo en las cajas reales  la suma que juzgo bastante en aquella época para la subsistencia del plantel.  El título de Protectora de las Letras, hará siempre amada su memoria en el pueblo cumanés, que tiene todavía perfecto derecho a gozar de su munificencia, pues, si ha desaparecido la casa, la imposición con que cargaba el real erario la reconoció como deuda nacional la República de Venezuela en el tratado que celebró con España en 1845”.  En estos tiempos nadie se acuerda de eso.

         Murió sin hijos, de más de sesenta años esa caritativa señora, el 8 de febrero de 1788. Su marido, de quien se había separado judicialmente hacía mucho tiempo, falleció en Río Caribe en 1801. Su muerte vistió de luto al pueblo cumanés que la reconocía y veneraba  como una santa.

Transcrito, con cortos comentarios,  de la obra “Memorias para la historias de Cumaná…”, del sacerdote y excelso cronista Fr.  José Antonio Ramos Martínez.

CRONICA DE LA FUNDACION DE LA ESCUELA GRATUITA DE CUMANA.  (Tomado del bisemanario “Sucre” ).

Doña María de Alcalá fundadora de la escuela gratuita de esta ciudad hizo construir a sus expensas en 1778 en la actual calle de Ribero una casa que destinó a realizar el eminente pensamiento de piedad que había concebido, asegurando de una manera duradera la ilustración necesaria al pueblo donde vio la primera luz. Una vez verificada solamente la instalación, congregados en el local los niños que debieran concurrir a  nutrir su entendimiento de las nociones fundamentales  del saber, la benefactora confió la enseñanza de ellos a la inteligencia de un preceptor de acreditada moralidad a quien pagaba de su peculio un sueldo mensual. 

         Ese edificio que ella donó a tan plausible objeto sacrificando generosamente una parte de sus bienes siendo por su bien calculada distribución capaz de contener en su espacioso salón cien alumnos, y en su interior la familia del preceptor, fue destruido en parte por la catástrofe del 15 de julio de 1853. La fundadora solicitó de la Corte de España desde el 5 de julio de 1783 por conducto del Gobernador de estas provincias, Don Miguel Marmión, el permiso de imponer a censo en las reales cajas la suma de 3500 pesos a la subvención del sueldo del maestro de primeras letras.    Ella se reservaba durante su vida el derecho de percibir del fisco y pagar los proventos mensuales: invitar opositores al desempeño de la escuela y el de presentación de candidatos al Ayuntamiento, a quien atribuyó la elección o nombramiento el examen y justificación de buenas costumbres era de la incumbencia del Vicario de Cumaná entonces superintendente de los anexos del Obispado de Puerto Rico.

El Rey de España, a quien se dio cuenta de este asunto al acceder a tan piadosas proposiciones aceptó todas las condiciones, incluso la responsabilidad del erario para el pago de los réditos cuando tuviesen efecto la entrega de la suma ofrecida mandando en consecuencia al mismo tiempo que hacía honorífica mención del raro desprendimiento de la fundadora le guardasen los fueros y consideraciones que merecía como patrona de tan cristiana institución. Así consta extensamente acordado en la Real Cédula expedida en Aranjuez el día 16 de diciembre de  1786 de conformidad con la anterior  de 5 de diciembre de 1783 sobre la materia.

Habiendo sufrido una interrupción de dos años en la enseñanza gratuita y corrido el riesgo de perder Cumaná tan preciso bien con motivo de las competencias que se suscitaron entre doña María Alcalá y el Vicario Superintendente que pretendió usurpar el uso de las atribuciones que ella se había reservado se abrió de nuevo la escuela el 27 de marzo del año 87 por mandato de la fundadora previa las decisiones arregladas y de estricta justicia, que obtuvo a favor de su legítimo derecho en cuya virtud había ocurrido en queja con las actuaciones y documentos concernientes.

Una Real Cédula comunicada por órgano oficial, con fecha 24 de marzo citada, anunció al Vicario la desaprobación de su inconsulto prescribiéndole el ejercicio de las atribuciones que le habían sido previamente concedidas; a la vez que el previsor del Obispo en Sede Vacante le excitó seriamente a abstenerse en lo sucesivo de  todo acto jurisdiccional que no fuese de su competencia.

Por la muerte de la fundadora, acaecida el 8 de febrero de 1788, solicitó su primer albacea el beneficiado don Antonio Patricio de Alcalá, del Gobernador Antonio Pereda, en 15 de abril del mismo año que se llevase a efecto el mandato de la Real Cédula en lo relativo a la imposición sobre el fisco. En seguida asistió personalmente  a su despacho y demostró la suma que había dejado a su cargo la liberal protectora de la educación popular.  

         Contestación siguiente.

         En Nota de 13 de abril de 1789 dio US cuenta que por muerte de doña María Alcalá, había tenido efecto ponerse en las cajas reales de esa ciudad los 3500 pesos de capital  que ofreció para dotación de una escuela pública de primeras letras fundada a sus expensas, y que S M se sirvió mandar recibir en ellas por real cédula de 16 de diciembre de 1786, con lo que quedaba corriente y clausurado este asunto. Y habiéndose visto en el Concejo ha acordado contestar a US  su recibo como lo ejecutó  -Dios guarde a US muchos años- Madrid 24 de febrero de 1790 – Antonio Ventura de Taranco- Sr. Gobernador de Cumaná.

         Este crédito que fue reconocido por ley, después de nuestra emancipación política y asegurado por el tratado celebrado entre la República de Venezuela y el Gobierno Español en 30 de marzo de 1845 está radicado como deuda nacional.

         La Aduana de esta ciudad satisfacía puntualmente los réditos mensuales hasta el año 1852.

         Deducidos 142  pesos provenientes de una transacción celebrada en abril último, la acreencia actual del ramo de instrucción primaria contra el tesoro por réditos devengados hasta 30n de junio próximo pasado ascienden a la cantidad de 615 pesos 53 centavos y para su cobro directo a la Aduana de este puerto se nota el inconveniente de haber sido saldada por Tesorería.

         Una vez obtenido el Gobierno Supremo el pago de esa suma, por difícil que parezca a primera vista su consecución, el poder a quien incumba contribuir a promoverlo  debería destinarla a la reconstrucción del salón de la escuela que la fundadora levantó a sus expensas, a fin de restablecer en él la enseñanza. No puede darse hoy mejor inversión a los proventos que se obtengan por ese respecto, ni que sea más conforme a la voluntad de la benefactora; puesto que esos productos no pertenecen a los fondos municipales, ni conviene distraerlos de su verdadero objeto: por cuyo motivo están exentos del pago del diez por ciento de contribución nacional, a que la ley afecta los impuestos interiores de las provincias.

         Por lo demás déjese al tiempo y al patriotismo de los funcionarios públicos el cuidado de terminar la refacción de ese edificio memorable que tiene el relevante mérito de haber servido para la educación de la juventud durante el transcurso de tres generaciones.   

Le debemos a esta heroica mujer su vestido de bronce, para que las generaciones futuras no olviden que su espíritu está con nosotros; y sobre todo, con los más humildes.  



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