martes, 6 de diciembre de 2016

ESTANISLAO RENDÓN




RAMÓN BADARACCO.










NOTAS PARA UN ESTUDIO BIOGRAFICO DEL Dr. ESTANISLAO RENDÓN.














CUMANÁ. 2006















Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero.
que firma  Ramón Badaracco.

Notas para un estudio biográfico del 
Dr. ESTANISLAO RENDÓN

Copyright Ramón Badaracco- 2006
1500 ejemplares
Hecho el depósito de ley

Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
tlf. 0416-8114374 









DOCTOR ESTANISLAO RENDÓN. BLANCO

PERFETO CIUDADANO Y EGREGIO DEMÓCRTA.



  Nació en Cariaco, antigua San Felipe de Austria. El 7 de mayo de 1806, del matrimonio contraído entre don Pedro Rendón y doña Rosalía Blanco del Rosal. Al arrimo de sus tíos el canónigo doctor Don José Lorenzo Rendón y el renombrado causídico doctor Juan Ignacio Rendón estudió con provecho y lucimiento en Sato Domingo y La Habana; vino a Cumaná en 1826, y dejó en la historia un nombre ilustre y respetable por su saber, integridad y patriotismo.

En 1846 se radica en Cumaná para ejercer como abogado, y funda el  periódico ¨El Torrente¨.

Fue representante de Cumaná en el Congreso de 1833. Apoyó la Revolución de las Reformas, y fue al exilio. Regresó en 1840. Fundó en Cumaná el periódico liberal ¨La Federación¨.

Fue uno de los dirigentes más connotados de la Sociedad Liberal, senador y candidato a la Presidencia de la República. Apoyó el alzamiento contra José Gregorio Monagas en 1853. Otro exilio por 5 años.
Regresó y otra vez representó a Cumana como Diputado a la Convención de Valencia. Reconocidas sus virtudes fue nombrado  Ministro de Relaciones Exteriores en 1859.

Indudablemente uno de los hombres más importantes de su época.

En 1835 se une a la revolución de Las Reformas, y vuelve a salir del país con el general Santiago Mariño.

En Fin, entre los profundos y contados conocedores del rico y armonioso idioma del Lacio, que ha tenido Cumaná, figura con descuello Don Estanislao Rendón.

Por eso, anciano, ciego y pobre, en medio de su infortunio se deleitaba con recitar, ya en su retiro solitario, ya rodeado de amigos, preciosas composiciones de Virgilio, Horacio y Ovidio: conocía también las sagradas leras y la patrística latina, y profesaba con humildad y fe el catolicismo. Murió en Cumana en 1874.   



 Don Pedro Elías Marcano, nos dejó plasmado en apasionadas  letras su recuerdo, veamos:


                                                           En Cariaco fue su nacimiento el 6 de mayo de 1806. Enviado por sus padres don Pedro Rendón y doña Rosalía Blanco del Rosal en el año de 1817 a la ciudad de Santo Domingo en la isla del mismo nombre, al lado de su tío el canónigo doctor José Lorenzo Rendón  para que siguiese estudios, en el Colegio Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino. Concluido su curso de filosofía y removido su tío para la catedral de Puerto Rico, cuya diócesis gobernó, Rendón pasó a la Habana donde vivía otro tio suyo, el doctor Juan Ignacio Rendón, distinguido abogado y Oidor de la Real Audiencia; y en el Colegio Seminario de San Carlos de dicha ciudad estudió jurisprudencia alcanzando altas calificaciones.

                                                           Entre los jóvenes que simpatizaban en Cuba con las ideas liberales se contaba Rendón. Temeroso su tio de verse comprometido por la exaltación del sobrino, quiso que terminase sus estudios con la colación de los grados de Doctor en ambos derechos y en filosofía, a uyo efecto le propuso irse a la península; pero Rendón optó por venirse a Venezuela.

                                                           Llegó a Cumaná en 1826 e inmediatamente tomó carta en la política, propagando las ideas liberales.
                                                          
                                                           A consecuencia de haberse anulado las elecciones de Cumaná para Presidente de la República en 1835, Rendón se hizo partidario de la revolución que se tituló LAS REFORMAS. Al ser esta vencida abandonó el País junto con otros ciudadanos de gran valía, y unido al general Mariño permaneció en el destierro visitando algunas ciudades de la Nueva Granada hasta 1840. De este año a 1846 consagrose en Cumaná a su profesión de abogado, defendiendo y ganando ruidosas causas, sin dejar por ello de trabajar constantemente por los principios políticos que sostenía en su periódico EL TORRENTE.

                                                           Era el año 1847. Instalado el Congreso Nacional el 20 de enero, efectuose luego la transmisión del poder; pues el primero de marzo entró a ejercer la Presidencia de la República el General José Tadeo Monagas, que habia sido elegido por influencia del General en Jefe José Antonio Páez, Jefe del partido conservador, y cuyo prestigio venia transcurriendo desde que en 1830 subió a la cumbre del poder.    

                                                           El General Monagas consecuente con el origen de su elección, atendió a las insinuaciones del General Páez para la organización del Gabinete y con fecha 4 decretó el nombramiento de Ministros (que hasta entonces se llamaban secretarios de Estado) y lo fueron para el despacho de lo interior y justicia el Doctor Ángel Quintero, para el de Hacienda y Relaciones Exteriores el señor Miguel Herrera y para el de Guerra y Marina el general José María Carreño. Tanto los conservadores como los liberales aplaudieron esta elección.

                                                           En el centro de la República la reacción armada de los cabecillas Rangel y Ezequiel Zamora habia concluido con la muerte del primero el 14 de marzo y con la captura del segundo el 25 del mismo mes; pero no obstante ello, quedó subsistente el espíritu revolucionario.    

                                                           El nuevo presidente notó que en la Viñeta (casa del General Páez) era un personaje de segundo término; pero como desde el primero momento hizo conocer el propósito de adquirir en la capital un hogar para su familia, próxima a venir, se guardó discreto sin reclamar preeminencias. Notó también la tirantez de la política personalista; y advirtió finalmente, que al exigírsele la elección del Doctor Quintero para Jefe del Gabinete, que así se reputaba el Ministro de lo Interior y Justicia, era porque se le consideraba como el más aparente para destruir la oposición liberal, pues atropellada salvajemente su familia por Rangel y sus criminales compañeros, debía considerarse como el hombre más ofendido por los liberales, por más que tales atrocidades no hubiesen surgido de las deliberaciones del partido.

                                                           Cada uno de los Ministros trataba de imponerse en su ramo y todos juntos en la dirección de la cosa pública. En el Congreso mismo fueron extremadas las opiniones que sostuvieron los ministros Doctor Quintero y General Carreño en la discusión de varios proyectos; llegando a tal punto la impetuosidad y ardimiento del primero que en cierto momento en que defendía la restricción del sufragio, calificó en su discurso de despreciable la persona del Senador Rendón. (1) Entonces éste, Senador por la Provincia de Cumaná, poniéndose de pies, “Mira en torno de sus colegas, luego a las barras y por último, pierde mucho tiempo arreglando o clasificando apuntes de un expediente, de donde parecía haberlo sacado.

                                                           “”Quintero se levanta, y sale precipitadamente del salón del Senado, Rendón lo ve, lo deja desaparecer, y comienza con voz y tono pausados: “No quiere oírme el Ministro… Me oirán los Honorables Senadores, que es a quienes debo imponer de lo que tengo orden de transmitirles”… Al cabo de otra larga pausa, levanta la voz con entonación soberbia y añade: El señor Ministro del Interior ha jugado su portafolio… Si…acaba de perderlo porque yo estoy autorizado para declarar ante el Senado que el Presidente de la República no está por el proyecto de ley que despoja al pueblo del derecho de elegir del cual ha estado en posesión  desde que se constituyó la República”… (2)

                                                           El Doctor Quintero cesó en el Ministerio por la renuncia que de él hizo el 7 de mayo, creyendo herida su delicadeza porque no se le había consultado la elección del Coronel José Félix Blanco para Ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores, en remplazo del señor Herrera que había renunciado el día 3.

                                                           Asistió Rendón al Congreso de 1848 y en los de 1849 y 50 propuso y obtuvo reformas de algunas leyes e hizo derogar otras.

                                                           Por causa del infausto suceso acaecido en el Congreso el 24 de enero de 1848, el General José Antonio Páez se había declarado en armas contra el Gobierno Nacional; pero perseguido y combatido, hubo de capitular en Macapo el 15 de agosto de 1849; y el gobierno sin acatar el pacto de la capitulación lo hizo conducir preso a Caracas y lo mandó a encerrar en noviembre en el Castillo de San Antonio de Cumaná. (3) El General Páez desde su prisión protestó contra ella, dirigiendo su protesta al Congreso en 1850, que la sometió al estudio de una comisión, de la cual formó parte Rendón, quien si fue severo en calificar dicha protesta en los debates de la Cámara, defendió a Páez por juzgar que un ciudadano no podía ser preso sin juicio previo ni encerrado en local no conocido por cárcel; y en fin abogando por una amnistía logró que solo sufriera la pena impuesta por la ley de 1849, (la reformada por Rendón) la de extrañamiento de la República.

                                                           Esta conducta de Rendón le granjeó las simpatías del partido oligarca, y aunque algunos amigos se la censuraron, él se sentía satisfecho porque más atento a la justicia que a las pasiones de partido, defendía principios y no hombres.

                                                           Asomado por elementos liberales como candidato a la Presidencia de la República en el período siguiente al del General José Tadeo Monagas, sus émulos, también liberales, previendo que Rendón fuese favorecido por la opinión de ambos partidos, lo malquistaron haciéndolo aparecer aliado al partido oligarca, e induciendo al Presidente de la República para que presentase, como presentó, la candidatura de su hermano, el General José Gregorio Monagas, quien en efecto resultó elegido.

                                                           Había concurrido Rendón a los Congresos posteriores hasta el año 1853, en que ya resentido el País de las tendencias del Gobierno, éste fue desconocido por Cumaná, que proclamando la Federación el 4 de junio, constituyó el día siguiente su Gobierno Provisorio compuesto de don José del Carmen Guevara, don Estanislao Rendón, y don Pedro Lucas Mayz, siendo Secretario el Dr. Mauricio Berrizbeitia y el licenciado José Manuel Grau. Pocos días duro esta situación con motivo del terremoto del 15 de julio de 1853,  pues los revolucionarios ante tamaña calamidad desistieron de su actitud, quedando entregada la provincia a las Autoridades del Gobierno.

                                                           Rendón fue de los que se ausentaron inmediatamente del País. Pasando su ostracismo en las islas de Puerto Rico, Saint Thomas y Curazao. Volvió en 1858, en que triunfante la revolución encabezada por el General Julián Castro fue elegido por Cumaná entre los miembros que la representaron ese mismo año en la Convención Nacional, reunida en Valencia. En este cuerpo, formado en su mayor parte de los hombres más ilustres que tenían ambos partidos, pidió Rendón que se elevase a dogma  constitucional, el sistema de la Federación, que no se sancionó, y por ella se dio el grito de guerra en Coro el 20 de febrero de 1859. (*)

                                                           En junio del mismo año queriendo en General Julián Castro, Presidente Provisional de la República, que cesase la reacción armada, nombró un Ministerio compuesto de hombres netamente liberales, dando a Rendón la cartera de Relaciones Exteriores, y en los sucesos del 2 de agosto.
 
De que resultó depuesto el General Castro, ambos partidos en el propósito de constituir un Gobierno Provisorio proclamaron a Rendón para uno de los puestos; pero no obstante su conducta discreta fue, por los que depusieron a Castro, sometido a juicio, del cual salió absuelto, y optó por separarse del País para volver oportunamente, como lo hizo cuando se restableció la paz. El Gobierno de la Federación no utilizó sus servicios. Empero, la Asamblea Constituyente de 1864, le acordó honores y una recompensa pecuniaria. De esta recompensa no recibió sino algunas asignaciones mensuales, sin que reclamase por delicadeza las que dejaron de pagarle. 

                                                           Desocupado de la actividad política, dedicose a cultivar la literatura clásica hasta que a causa del trabajo de escritorio perdió la vista, sufriendo esta desgracia por espacio de tres años que terminaron con su fallecimiento: murió soltero en Cumaná el 22 de abril de 1874. 

    La Asamblea Legislativa del Estado Cumaná le había concedido en esos días, el 7 de febrero de 1874, los epítetos de PERFETO CIUDADANO Y EGREGIO DEMÓCRATA.

                                                           Ante su féretro, en el acto de inhumación, trazó su panegírico otro líder de talla similar, amigo y compañero de Rendón, don José Silverio González.  

                                                           En septiembre de 1873, el Presidente Constitucional de la República, General Antonio Guzmán Blanco, en su visita a Cumaná, dio una orden para que por el Agente del Banco se le entregase a Rendón la pensión a que tenía derecho, pero con una reducción de un veinte por ciento.  Negose Rendón a recibirla, manifestando que el general Guzmán no tenía autoridad bastante para rebajar la pensión que le había acordado la Asamblea Constituyente. Y aunque se insistió en que la aceptara, él la rechazó, no obstante su pobreza. Tal conducta revela el carácter de Rendón, el notable tribuno que fundó el partido liberal de Cumaná y gozó de prestigio en la República.  

MUERTE DEL Dr. ESTANISLAO RENDÓN.

Muerte de Don Estanislao Rendón el 22 de abril de 1874: su enterramiento se efectuó el  día siguiente en la tarde y sobre su tumba discurrió Don José Silverio González y el señor José Concepción Cova publicó la descripción del entierro y la apología del difunto en la forma siguiente:

Era la tarde del 23 de abril. El sol acababa de hundirse en el Atlántico, dejando en el espacio rastros de violeta, rojo y gualda. Todavía se divisaban en la cúpula de los peñones del poniente los resplandores de la  última luz, que moría dejando en el horizonte una ancha zona como de polvos de oro.

Grupos de ciudadanos invitados previamente en lujosa tarjeta de duelo por el Presidente del Estado y otros empleados superiores, vestidos de riguroso traje negro, se dirigían a la habitación en que, treinta horas antes había fallecido el patriota inmaculado Estanislao Rendón.

Algunos minutos más y estaban allí todos los invitados; que eran los empleados en todos los ramos de la Administración, los gremios todos y todo lo connotado de la población; más, parte del pueblo que había concurrido espontáneamente.

A poco, los sacerdotes de la ciudad, acompañando al Venerable Cura  
de la Parroquia de Altagracia, de capa y precedidos de Cruz alta y ciriales, llegaron a la casa mortuoria, y principio un Oficio rezado.

Concluidas las primeras salmodias, el féretro, que se hallaba colocado sobre una mesa vestida de faldones negros con franjas doradas, se sacó a la calle. El cadáver amortajado de blanco estaba encerrado en una urna sencilla, pero decente, llevando en la parte hacia el rostro un cristal artísticamente dispuesto. Sobre la urna se ostentaba una corona de verde ciprés, cubierta con un crespón flotante.

Y concluyó. Entonces la inmensa concurrencia se agolpó a la fosa para colocar en ella ese uñado de tierra bendita, humedecida con nuestras lágrimas y tocada con nuestros labios, símbolo del eterno adiós del cristiano; y vimos con satisfacción alrededor del cadáver los hombres todos, de todos los partidos. Era justo. En la tuba no es ya al hombre a quien pide el hombre misericordia. Su conciencia pertenece a Dios. Sus hechos a la historia. Las pasiones, pues, habían callado, los juicios se habían suspendido y las exacerbaciones habían terminado. Eso dice mucho y habla muy alto en favor de los sentimientos y de la civilización de un pueblo. 
 
El patriota muerto, era, no solo una gloria nacional, era también una gloria cumanesa: como tal los cumaneses todos estaban allí rindiendo el homenaje debido a la fama, a la celebridad, a la glria de Estanislao Rendón.
                                                          José Concepción Cova.


Estanislao Rendón en Internet

En 1817, fue enviado al lado de un tío suyo en la isla de Santo Domingo (Actual República Dominicana), donde terminó sus estudios de filosofía; luego, se dirigió a La Habana (Cuba) con el fin de realizar estudios de jurisprudencia (Leyes), allí aparece registrado como natural de Islas Canarias, sin embargo, no existen registros de su partida de bautismo ni otro documento que certifique esto.1
En 1826, volvió a Venezuela y fijó su residencia en Cumaná, en donde se dedicó a la propagación de las ideas liberales en boga en la época, a la vez que participó en labores político-administrativas.
En enero de 1831 en Cumaná, Estanislao Rendón ataca alevosamente a fuetazos al Dr.  Juan Manuel Cagigal, ilustre matemático.
Entre 1833 y 1834, representó a la provincia de Cumaná ante la Cámara de Representantes.
En 1835, se unió a La "Revolución de las Reformas", junto con Santiago MariñoDiego IbarraLuis Perú de LacroixPedro Briceño MéndezJosé Tadeo MonagasAndrés Level de Goda y Pedro Carujo, motivo por el cual tuvo que abandonar el país una vez sofocado el movimiento, saliendo al exilio por primera vez.
Regresó en 1840 y se radicó nuevamente en Cumaná dedicado a su profesión de abogado. En esa ciudad, en 1844, fundó y redactó un periódico de nombre El Torrente, en el cual propagó la doctrina liberal.
En 1848 es electo senador por Cumaná, cargo que mantuvo hasta 1853, fue presidente de la Cámara del Senado en 1849 y en 1850, candidato a la Presidencia de la República.
El 24 de enero de 1848 jugó un papel decisivo en lo que se conoce como el atentado al Congreso de 1848, impidiendo el traslado de las discusiones a Puerto Cabello logrando así favorecer al General Monagas y a los liberales.
En 1850, fue candidato a la presidencia compitiendo con José Gregorio Monagas y Antonio Leocadio Guzmán, todos liberales, perdiendo fuerza y abriendo el camino para que José Tadeo Monagas hiciera elegir a su hermano como presidente. Creando descontento en las filas del partido de gobierno y produciendo divisiones y rebeliones en los años sucesivos.
Resultados Oficiales de esas elecciones
Monagas, José Gregorio
203
63,2%
Guzmán, Antonio Leocadio
64
19,9%
Rendón, Estanislao
30
9,3%
Ruiz, José Angel
20
6,2%
Toro, Fermín
2
0,6%
Vargas, José María
1
0,3%
Narvarte, Andrés
1
0,3%

Total 312

Después formó parte de la Junta Provisoria de Gobierno de Cumaná, producto del alzamiento contra el gobierno de José Gregorio Monagas en 1853. Sofocada la rebelión, salió nuevamente exiliado y se residenció durante 5 años en Puerto Rico, Saint Thomas y Curazao.
En 1858, regresa al país y en este año nuevamente representó a su provincia natal ante la Convención Nacional de Valencia y fundó, junto con José Antonio Ramos y José Silverio González, un periódico en Cumaná de nombre La Federación.
Fue uno de los pocos representantes del bando liberal en la Convención Nacional de Valencia instalada el 5 de julio de 1858 con el propósito de elaborar una nueva Constitución luego del derrocamiento de José Tadeo Monagas, de la misma emanó una polémica Constitución, cuya indefinición en torno a la forma de gobierno, aceleró el desarrollo de la Guerra Federal.
El 1 de agosto de 1859, es nombrado para formar parte del gobierno provisorio provincial, mientras se obtuviese la voluntad de la provincia, junto a: Dr. José Manuel García, Dr. José Manuel Rivero, Lic. Juan de Dios Morales y Juan Crisóstomo Hurtado. Ese mismo año fue electo Ministro de Relaciones Exteriores.
En 1864, quedó ciego y sordo, por lo cual el gobierno nacional le acordó una pensión vitalicia. Fue pionero de la democracia en Venezuela, catalogado por los gobiernos conservadores como subversivo, por impartir ideas de democracia e igualdad de negros esclavos, indios y blancos a través de sus periódicos. Fue un destacado masón que alcanzó el grado 33.
El 22 de enero de 1874, Estanislao Rendón, ciego y sordo muere en Cumaná.
En 1875Martín Tovar y Tovar realiza su retrato, el cual se encuentra en la pinacoteca municipal de Cumaná, Edo. Sucre.

En su boca se pone la frase: "La Federación es santa, celestial, divina..."
Recientemente se le ha atribuido a Estanislao Rendón, la autoría de la frase "Dios y Federación", la cual es considerada como lema de Estado.

Su pasión la condensa en un pensamiento:

"El Sistema Federativo, no es una invención de los hombres: lo que si es una invención es el centralismo. Obsérvese que en América todas las repúblicas principiaron por el sistema federativo, porque era natural y estaba en la naturaleza de las cosas mismas(...) El Centralismo es inventado como la monarquía y son sinónimos. Por eso un presidente en una república central es un rey hecho y derecho; solo en el nombre consiste la diferencia; pero las cosas son iguales. La monarquía puede cambiar de nombre, como Roma tomó el de Imperio: su esencia; sin embargo, no cambia porque el centralismo queda.

EL VIAJE DE ALONSO SÁNCHEZ DE HUELVA





RAMÓN BADARACCO



EL VIAJE DE
ALONSO SÁNCHEZ
 DE HUELVA
Y
EL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO



Cumaná 2016











Autor Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título de la obra:

EL VIAJE DE ALONSO SÁNCHEZ DE HUELVA

Y EL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO


Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
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Introito


Del libro “Historia de las indias” de Fray Bartolomé de Las Casas, transcribo su versión de los hechos, en el capítulo XIV, que se refiere al caso del nauta, que descubrió el nuevo continente, imaginamos que Las Casas escribió el relato sin darle mayor importancia, lo copiamos textualmente y sacamos nuestras propias conclusiones, veamos:

“El cual contiene una opinión que a los principios en esta isla española teníamos, que Cristóbal Colón fue avisado de un piloto que con gran tormenta vino a parar forzado a esta isla, para prueba de lo cual se ponen dos argumentos que hacen la dicha opinión aparente, aunque se concluye como cosa dudosa. Pénense también ejemplos antiguos de haberse descubierto tierras, acaso, por la fuerza de las tormentas. 

Resta concluir esta materia de los motivos que Cristóbal Colón tuvo para ofrecerse a descubrir estas indias, con referir una vulgar opinión que hubo en los tiempos pasados, que tenía o sonaba ser la causa más eficaz de su final determinación, la que se dirá en el presente capítulo, la cual yo no afirmo, porque en la verdad fueron tantas y tales razones y ejemplos que para ello Dios le ofreció, como ha parecido, que pocas de ellas, cuanto más todas juntas, le pudieron bastar y sobrar para con eficacia a ello inducirlo; con todo eso quiero escribir aquí lo que comúnmente en aquellos tiempos se decía y creía y lo que yo entonces alcancé, como estuviese presente en estas tierras, de aquellos principios harto propincuo. Era muy común a todos los que entonces en esta española isla vivíamos, no solamente los que el primer viaje con el Almirante mismo y a Cristóbal Colón a poblar en ella vinieron, entre los cuales hubo algunos de los que se la ayudaron a descubrir, pero también a los que desde a pocos días a ella venimos, platicarse y decirse que la causa por la cual el dicho Almirante se movió a querer venir a descubrir estas Indias se le originó por esta vía. Díjose, que una carabela o navío que había salido de un puerto de España (no me acuerdo haber oído señalar el que fuese, aunque creo que del reino de Portugal se decía) y que iba cargada de mercaderías para Flandes o Inglaterra, o para los tractos que por aquellos tiempos se tenían, la cual, corriendo terrible tormenta y arrebatada de la violencia e ímpetu della, vino diz que, a parar a estas islas y que aquesta fue la primara que las descubrió. 

Que esto acaeciese ansí, algunos argumentos para mostrarlos hay: el uno es, que a los que de aquellos tiempos somos venidos, a los principios, era común, como dije, tráctarlo y practicarlo como por cosa cierta, lo cual creo que se derivaría de alguno o de algunos que lo supiesen, o por ventura quien de boca del mismo Almirante o en todo o en parte o por alguno palabra oyese; el segundo es, que entre otras cosas antiguas, de que tuvimos relación los que fuimos al primer descubrimiento de la tierra y población de la isla de Cuba  (como cuanto della, si Dios quisiere, hablaremos, se dirá) fue una de esta, que los indios vecinos de aquella tuvieron o tenían de haber llegado a esta isla Española otros hombres blancos y barbados como nosotros, antes que nosotros no muchos años. Esto pudieron saber los indios vecinos de Cuba, por que como no diste más de diez ocho leguas la una de la otra de punta a punta cada día se comunicaban en sus barquillos o canoas, mayormente que Cuba sabemos, sin duda, que se pobló y poblaba de esta española. Que el dicho navío pudiese con tormenta deshecha (como la llaman los marineros y las suele hacer por estos mares) llegar a esta isla sin tardar mucho tiempo, y sin faltarles las viandas y sin otra dificultad, fuera del peligro que llevaban de poderse finalmente perder, nadie se maraville, porque un navío con grande tormenta corre 100 leguas, por pocas y bajas velas que lleve entre día y noche, y a árbol seco, como dicen los marineros, que es sin velas, con solo el viento que cogen las jarcias y másteles y cuerpo de la nao, acaece andar en veinticuatro horas 30 y 40 y 50 leguas, mayormente habiendo grandes corrientes, como las hay por estas partes; y el mismo Almirante dice,          que en el viaje que descubrió a la tierra firme hacia Paria, anduvo con poco viento  desde hora de misa hasta completas 65 leguas, por las grandes corrientes que lo llevaban: así que no fue maravilla que, en diez o quince días y quizá en más, aquellos corriesen 1000  leguas, mayormente si el ímpetu del viento Boreal o Norte les tomó cerca o en paraje de Bretaña o de Inglaterra o de Flandes.

Tampoco es de maravillar que ansí arrebatasen los vientos impetuosos aquel navío y lo llevasen por fuerza tantas leguas… y los otros navíos que salieron de Cádiz y arrebatados de la tormenta anduvieron tanto forzados por el mar Océano hasta que vieron las hierbas de que abajo se hará, placiendo a Dios, larga mención; desta misma manera se descubrió la isla de Puerto Sancto, como abajo diremos. Así que habiendo descubierto aquellos por estas tierras, si ansí fue tornándose para España vinieron a parar destrozados; sacados los que, por los grandes trabajos y hambre y enfermedades, murieron en el camino, los que restaron, que fueron pocos y enfermos, diz que vinieron a la isla de madera, donde también fenecieron todos.

El piloto del dicho navío, o por amistad que antes tuviese con Cristóbal Colón, o porqué como andaba solícito y curioso sobre este negocio, quiso inquirir de la causa y el lugar de donde venía, porque algo se le debía traslucir por secreto que quisiesen los que venían tenerlo, mayormente viniendo todos tan maltratados, o porque por piedad de verlo tan necesitado el Colón recoger y abrigarlo quisiese, hubo, finalmente de venir a ser  y curado y abrigado en su casa, donde al cabo diz que murió; el cual, en reconocimiento de la amistad vieja o aquellas buenas y caritativas obras, viendo que se quería morir descubrió a Cristóbal Colón todo que les había acontecido y diole los rumbos y caminos que habían llevado y traído, por la carta de marear y por las alturas, y el paraje donde esta isla, dejaba o había hallado, lo cual todo traía por escrito.
Esto es lo que se dijo y tuvo por opinión, y lo que, entre nosotros, los de aquel tiempo y en aquellos días comúnmente, como ya dije, se platicaba y tenía por cierto, y lo que, diz que, eficazmente movió como a cosa no dudosa a Cristóbal Colón.

Pero en la verdad, como tantos y tales argumentos y testimonios y razones naturales hubiese, como arriba hemos referido, que le pudieron con eficacia mover, y muchos menos de los dichos fuesen bastantes, bien podemos pasar por esto y creerlo o dejarlo de creer, puesto que pudo ser que Nuestro Señor lo uno y lo otro les trajese a las manos, como para efectuar obra tan soberana que por medio del, con la rectísima y eficacísima voluntad de su beneplácito, determinaba ser. Esto, al menos, me parece que sin alguna duda podemos creer: que, o por esta ocasión, o por las otras, o por parte dellas, o por todas juntas, cuando él se determinó, tan cierto iba de descubrir lo que descubrió, y hallar lo que halló, como si dentro de una cámara, con su propia llave, lo tuviera¨.

Alonso Sánchez de Huelva, el verdadero descubridor del nuevo continente.

El puerto de Cumaná toca la leyenda, es la historia del nauta que cuenta Bartolomé de Las Casas, en La Historia de Las Indias, que repite Juan Manzano Manzano, en su obra “Colón descubrió América del Sur en 1494, y es en verdad el puerto de que hablan Ángelo Trevisan, López de Gómara, y Garcilaso de la Vega, que cuenta con lujo de detalles esa expedición, nunca bien investigada, de Alonso Sánchez de Huelva, que era un marino ahora  bien conocido, al cual Colón visitaba en la puebla de Huelva,  el cual era dueño de un navío con el cual navegaba entre las Islas Canarias, la isla “Madera” y “España, cargado de mercancías. Una gran tormenta lo arrastró hasta las costas del Nuevo Mundo probablemente el año de 1484.

Al parecer, de los 17 hombres que lo acompañaban no regresaron más de 5. Se refugiaron en la casa de Cristóbal Colón, sabio marino, en la misma isla de Madera, al cual le contaron los pormenores de la travesía; después de ellos, todos los cronistas de indias y expedicionarios que siguen la ruta de Colón arriban a Cumaná, por eso Manzano Manzano, concluye que fue al puerto de Cumaná y no a Santo Domingo, donde llegaron esas expediciones, y ya no sabemos si es leyenda o historia. Cumaná, también es el lugar sagrado de los primeros mártires cristianos, y tal vez de la primera misa.

         La mejor prueba de que esta expedición llegó Cumaná es el nombre con el que fue bautizado el cacique Cawaná- “Don Alonso” No me cabe la menor duda de que el Cacique Cawaná escogió el nombre de ese marino que se ganó su amistad  en el tiempo que compartió en su tribu- mientras  reparaba su barco que seguramente llegó muy maltrecho al puerto de la isla en la desembocadura del río Chiribichií (la última luenga como dice Bartolomé de Las Casas) Isla que luego se llamó “Isla de Las Perlas” mucho antes que  Cubagua  barco con el cual regresó a España y tambien por los hijos, Ángelo Trevisan dice: que había indias blancas o más blancas que las otras, o sea mestizas, que seguramente dejaron entre la familia del Cacique. Pienso que en el pueblo de Cumaná se quedaron 12 marineros que no regresaron a España. De esos marineros nacieron las indias blancas o más blancas que las otras como dice Trevisán y Las Casas y repite López de Gómara y Juan Manzano y el Inca Garcilaso de La Vega y decenas de nuevos historiadores. Ahora poco me entero que, en la ciudad de Huelva, es común el conocimiento de la amistad la frecuencia de los encuentros en esa ciudad, entre Colón y Don Alonso; por lo que debo suponer que no fue en la isla de Madera donde se conocieron los dos marinos, sino que Colón en su búsqueda, supo de su extraño viaje y fue a Huelva, y trabó amistad con Don Alonso, y éste lo puso en el camino del Nuevo Mundo. Otras evidencias que podemos deducir de las crónicas de Las Casas y Trevisan, sobre los indígenas cumaneses, se relacionan con la construcción de sus barcos, Las Casas dice que eran grandes constructores de barcos. Estos eran distintos a los de los demás pueblos indígenas, eran de mayor calado, y tenían una especie de camarote en el cual podían viajar algunas personas, además fueron utilizados por los españoles en las pesquerías de perlas, y, entre otras evidencias, tales como, la amabilidad del recibimiento (como se fosseno stati altre volte li), la calidad de los vinos, tintos y blancos, que les sirvieron los indígenas a los marineros de Colón. Es indudable que los marineros de Alonso, les enseñaron todos estos conocimientos que no tenían otros pueblos antes de la llegada de Colón.


EL DESCUBRIMIENTO DE CAWANÁ.

En los viajes cortos desde Santo Domingo del Almirante Cristóbal Colón nos cuenta el erudito historiador español Juan Manzano Manzano, el descubrimiento de Cumaná. Debemos aclarar que al parecer la expedición fue enviada por el Almirante Cristóbal Colón, con su hermano Bartolomé sin embargo ante la duda hemos preferido conservar en este relato a Cristóbal Colón como capitán de esa expedición ya que él fue el que pagó los platos rotos En ese viaje lo acompaño el diplomático italiano Ángelo Trevisan  
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“Vamos ya a ocuparnos, con especial atención, de la Relación de Ángelo Trevisán, teniendo siempre a la vista la versión de López de Gómara, ya conocida por nosotros.

El veneciano nos dice que los expedicionarios, saliendo de la española, navegaron primero con rumbo Oeste (“hacia la tierra cercana llamada Cuba”); con orden precisa de dirigirse después hacia el sur y sudeste, hasta alcanzar un lugar, donde, según los informes que poseía el Almirante, existía un rico vivero de ostras perlíferas. Tras doce días de navegación, las cinco carabelas arribaron a un puerto muy bueno. A su llegada, se aproximaron a los navíos españoles dos canoas indígenas, con seis pescadores, los cuales mostraban claramente en sus semblantes la alegría y contento por la visita de los recién llegados, dando la impresión de que estos hubiesen estado otras veces allí (“COMO SE FOSSENO STATI ALTRE VOLTE LI”).

Los indios recibieron a los españoles con la natural satisfacción de los que vuelven a encontrarse con unos viejos amigos, de los que guardaban un gratísimo recuerdo, y por ello, desde el primer momento, los obsequiaron con pescado fresco del que acababan de coger. En toda aquella costa habia muchos hombres, mujeres y niños que hacían señales expresivas de su deseo de llegar a las naves.

La anterior frase de Trevisán (“como se fosseno stati altre volte li”) parece aludir a una anterior visita de hombres blancos a aquel lugar. Cuando en líneas anteriores Trevisán nos dijo que los expedicionarios habían recibido orden del Almirante de navegar, con rumbos sur y sudeste, hacia cierto lugar, donde según los informes que él tenía, existía un rico vivero de ostras perlíferas, podríamos pensar que los informes colombinos procedían de los indígenas de la española (algunos de los cuales llevaban como guías e intérpretes en los navíos). Sin embargo, ahora comprobamos que sus noticias muy bien podían proceder de gentes europeas que en años anteriores habían arribado a aquellas lejanas playas.

¿Qué paraje era este dónde recalaron las carabelas españolas? Escuchemos a Gómara que indudablemente conoció la crónica de Trevisan:

“El señor de Cumaná, que ansí llamaban aquella tierra y río, envió a rogar al capitán de la flota que desembarcase y sería bien recibido”

Si aquella tierra –como dice Gómara- era la de Cumaná, el puerto muy bueno –de la Relación de Trevisan- donde fondearon los navíos, tenía que ser necesariamente el gran golfo de Cariaco, de catorce leguas de fondo, a cuya entrada se encontraba el río Cumaná, que daba nombra a toda la provincia.

Cumaná era una rica región perlífera. Nos dice Trevisan que en aquel lugar los nativos recogían perlas en gran cantidad. Con cestos especiales, provistos de peso y pendientes de cuerdas, descendían al fondo del mar y pescaban allí las ostras que les servían de alimento, y de ellas arrancaban las perlas; pero como carecían de instrumentos adecuados para perforarlas, perdían y estropeaban muchas. Eran verdaderas perlas orientales, muy bellas. Los nativos las cambiaban fácilmente a los recién llegados por cascabeles y otras baratijas.

Aceptando la amable invitación del cacique de aquella región –hecha por un hijo de éste que había ido a las carabelas- el capitán español envió a tierra algunos marineros para que visitaran la hermosa aldea del reyezuelo, compuesta de unas doscientas casas y distante tres leguas de la costa. La casa del cacique era “redonda” dividida en dos piezas. En una de ellas, el dueño obsequió espléndidamente a sus huéspedes con majares de la tierra y con agradables vinos elaborados con jugos de frutas.

Concluido el convite, los españoles fueron trasladados a otra sala, donde, sentadas en el suelo, se hallaban unas hermosas muchachas, vestidas decentemente con telas de algodón de varios colores, que les cubrían el cuerpo por debajo de la cintura. Todas ellas portaban en el cuello, brazos y orejas ricas sartas de perlas y otros adornos.

¿Qué otras particularidades ofrecían, además, las muchachas indígenas del cacique de Cawaná? Una muy reveladora para nosotros. Según Gómara, estas jóvenes cumanesas eran “amorosas, y, para ir desnudas, blancas, y para ser indias, discretas”

¡Asombrosa combinación!, exclama Morison.

Poca sorpresa nos causa a nosotros la anterior noticia del cronista, si la relacionamos con la que nos proporciona el mismo historiador sobre las costumbres de los cumaneses y con la muy probable anterior visita a la región de otros hombres blancos”. Fin de la cita.
      
Después de leer la obra de ese gran historiador español, don Juan Manzano Manzano, “Colón descubrió América del Sur en 1994, y Colón y su secreto” donde prueba con documentos y conclusiones irrebatibles, que el sitio al cual llegó el nauta, fue el pueblo de Cumaná, como lo relata Ángelo Trevisan; yo he dedicado muchos días en investigar al nauta desconocido que llegó al pueblo Chaima (Kaima) en la desembocadura del río Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas.  


L A S   I N D I A S   B L AN C a S


            Juan Manzano Manzano, en su obra “Colón descubrió América del Sur en 1494”, y basado sobre todo, en la relación del veneciano Ángelo Trevisán, conocida con el título de ¨Recolecta Colombina¨; en las ¨Décadas del Mundo Nuevo¨, de Pedro Mártir de Anglería, y abundante bibliografía, afirma que el Almirante ordenó una expedición de 5 carabelas en la segunda quincena de diciembre de 1493, partiendo de la costa norte de ¨La  Española¨ con rumbo a Cuba, que al llegar al Cabo de San Nicolás fueron al sureste para llegar a las costas perlíferas de Cumaná.

            Por su parte, Trevisán dice: Que luego de 12 días de navegación las carabelas llegaron a un muy buen puerto, donde fueron recibidos por dos canoas indígenas con 6 pescadores, los cuales daban señales de alegrarse “Como se fosseno stati altre volte li”, como si los expedicionarios ya hubiesen estado allí. Esto significa, según ellos, que indudablemente, aún antes habían llegado expedicionarios a Cumaná.

Juan Manzano Manzano, se pregunta: ¿Qué paraje era este dónde recalaron las carabelas? Entonces acude a Gómara cuando dice; “El Señor de Cumaná, que así llamaban aquella tierra y río, envió a rogar al capitán de la flota que desembarcase y sería bien recibido”. En el puerto de Cumaná, dice Trevisán, los indígenas recogían perlas en gran cantidad con cestos especiales provistos de peso, bajaban a las profundidades para recoger las ostras que les servían de alimento y de allí recogían las perlas que despertaron la codicia de los españoles.

            Así llegó aquella expedición a Cumaná en 1494, y bajaron los marineros al poblado, que tenía unas doscientas churuatas, bohíos, invitados por el hijo del Cacique, y los marineros fueron agasajados con manjares de esta tierra, luego pasaron a un salón donde, sentadas en el suelo, estaban hermosas muchachas vestidas con tela de algodón que las cubrían sólo por debajo de la cintura, y adornaban sus cuellos y sus brazos con sartas de hermosísimas perlas; pero esto no era lo más importante, estas indígenas eran blancas y amorosas, se portaban como sí ya conocieran a los expedicionarios.

Manzano Manzano comenta, que sí las muchachas del Cacique de Cumaná eran más blancas que el resto de los indígenas, bien podrían ser hijas de antiguos expedicionarios; y agrega, que los marinos seguramente fueron alojados en sus casas, y los indígenas les ofrecieron sus mujeres, como era costumbre de aquel pueblo.

Además, agrega, que sí alguna duda existiera sobre estos viajes de Colón a la tierra firme y sobre todo a los placeres perlíferos de Cumaná, bastaría con hacer una comparación entre la relación hecha por Trevisán con la del viaje de Per Alonso Niño y Cristóbal Guerra en 1499, pues fácilmente se puede advertir que se trata de la misma región de Cumaná, aunque Per Alonso dijese que había ido a Curiana, que efectivamente visitó, pero el gran rescate de perlas lo hizo en Cubagua y sobre todo en Cumaná.

Ahora bien, Gómara es el único de los Cronistas de Indias que tomó en cuenta estas expediciones a las costas de las perlas; pero, como señala Manzano Manzano; cometió el error de considerarlas un episodio más de la tercera expedición colombina de 1498.

Por nuestra parte ya hemos escrito sobre el tema al comentar las observaciones que hace Girolano Benzzoni, en su “Historia del Nuevo Mundo”, en relación con la entrada de Colón a Cumaná.