RAMÓN BADARACCO
ALREDEDOR DEL
PUENTE GUZMAN BLANCO
Cumaná 2009
Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título
de la obra:
ALRREDEDOR DEL PUENTE GUZMÁN BLANCO DE CUMANÁ
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail .com
Cel. 0416-811437
CANTO
AL TAMARINDO DEL PUENTE.
¡Salve árbol portentoso!...
al que el tiempo inclemente ha castigado
y sus ramas retorcidas y tristes
lloran su ruina y su gloria.
Fue un gobernador hispano
El que abrió el libro de tu vida…
De ti, cuenta la leyenda
¡Oh tamarindo eterno!...
Fuiste sembrado como rama de olivo
para culminar portentosa
obra.
En el año mil setecientos sesenta,
Don Pedro José de Urrutia y Ramírez
al amarrar el lazo sobre el rio
lo
bautizó con su nombre…
Entonces fuiste el tamarindo de Urrutia
Tu historia es larga
como símbolo primigenio.
Bajo tu sombra protectora
En el año de mil ochocientos catorce
Terminada la “Emigración a Oriente”
Bajo tus poderosos brazos
Colgó su chinchorro cariña,
y durmió plácidamente, soñando con sus
victorias,
Simón Bolívar, El Libertador del Nuevo Mundo.
En 1818, otro libertador…
contemplaste al guerrero invicto
Aquel que han llamado “El Ayax” Americano
José Francisco Bermúdez o José Francisco Pueblo
Terror de los hispanos, batirse con cientos de
ellos,
Moviendo la espada vengadora,
Cabalgando sobre su Babieca,
el
caballo de la muerte,
por debajo y por encima del puente,
al estentóreo
grito de…
¡Yo soy Bermúdez, abran paso!
Y se desbandaban las tropas enemigas
como quienes escuchaban el clarín de la muerte.
¡Oh tamarindo!...
Perpetuo
vigilante de nuestra historia;
Si
contara cada una de ellas
Pasaría como Cerezada los días y las noches…
Desvelado…
RAMÓN BADARACCO.
INTROITO.
Aquella estructura antigua, construida por Don Pedro José de
Urrutia, referida sobre el rio de los chaimas al que
llamaban Kiribikií, la última luenga, como dice Bartolomé de Las Casas (1) se
escribe ¨Chiribichií¨, era de madera, sus
diez arcos se afirmaban sobre ocho cimientos de tierra firme, dándole un
aspecto notable. Estos cimientos descansaban sobre estacadas que tenían dos
brazas de ancho, con formas de proa que avanzaban sobre el río para moderar la
fuerza de la corriente. El espacio comprendido entre las estacas se aprovechó
para sembrar sauces, cuyo ramaje sobrepasaba el puente dando sombra a los que
transitan por él. Era el lugar preferido de los cumaneses, para sus tertulias.
Fue mandado a reconstruir en el siglo XVIII, durante
el periodo del Gobernador Máximo de Bouchat 1775-1780, para mantener unidas las
dos Parroquias que limitaba el río: Santa Inés, con su barrio de San Francisco
y Altagracia, con el barrio de los Guaiqueríes. Con el pasar de los años el
puente se convirtió en el sitio de reunión por excelencia, al extremo de
construirse las recordadas “glorietas”, unos salientes semicirculares en plena
mitad del puente, los cuales eran muy amplios y donde se podían sentar hasta
veinte personas una al lado de la otra. Poseía en sus cabeceras a ambos lados,
enormes bancos que también servían de descanso a los usuarios. Un total de seis
faroles lo iluminaban, estando ubicados dos en la parte central de las
glorietas y los otros cuatro dos a cada una de sus cabeceras.
El nuevo puente que
sustituyó, tanto en el nombre como en la estructura, al viejo y arruinado
Puente Urrutia, que fue construido por el Capitán General Don Pedro José de Urrutia en 1772; y el cual fue totalmente destruido por el
terremoto del 15 de julio de 1853; veintidós años después, en 1875, gobernando
Don Domingo Ramírez, durante el gobierno de Guzmán Blanco, se construyó el
puente nuevo que terminó su reconstrucción en esta fecha y fue
reinaugurado con el nombre que aun ostenta.
El Puente Guzmán Blanco también sufrió deterioros en subsiguientes
terremotos y fue reconstruido 50 años después durante el gobierno del doctor Carlos Sardi (1925), y otra vez sustituido por un elegante puente
de concreto armado conservando su nombre. Se inició su construcción el l9 de
diciembre de 1925, y se inauguró, bajo su gobierno, el 9 de junio de 1926. La obra se concluyó con una longitud de m.
89, oo, y m. 8.50 de ancho, que no incluyen las rampas de acceso; con aceras a
ambos lados, de m. 1.12. Tenía 10
tramos, cuyas luces varían entre m 6.40 y m. 8.30. Las pilas con un espesor de
1.50. El puente estaba formado por una losa de concreto armado que descansaba sobre
4 vigas del mismo material, de las cuales, las externas sostenían las aceras
por un sistema de consolas, para el tráfico peatonal. Las dimensiones de las
vigas son: longitud, entre 7.50 y 9 30; altura: 0,86, espesor 0,60: resistencia
3000 Kg. por metro lineal. Ancho de loza, m. 6, espesor en el centro 0,20 y 0,16, en los extremos. Aceras armadas con “Self Sentering”. Espesor 0,10, ancho
1.25, resistencia 1000 Kg por metro cuadrado. Consolas: longitud m 1.25,
espesor 0,30, altura 0,40, además, dos
artísticas y resistentes barandas de cemento armado, con una longitud de m. 94,
cada una.
Este trabajo duró menos que el anterior apenas 27 años, el puente actual
resultó de reforzar las bases y
remodelar lo demás conservando sus características. La obra se hizo durante el
gobierno de don José (Pepe) Marcano, en
1952, siendo ingeniero de obras públicas
el Dr. Antonio Minguet Letteron, (sabio, médico e ingeniero) quien aportó todo
su ingenio en la obra. Se ejecutó sobre la marcha, estaba en peligro de
ruina.
PEDRO JOSE URRUTIA RAMÍREZ DE GUZMAN.
1765-1774.
Con
el grado de Coronel y el título de
Caballero de la Orden de Santiago, fue designado Gobernador y Capitán General
de las Provincias de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y Guayana, y Presidente
del Ayuntamiento de Cumaná por varios períodos. Llegó a Cumaná en 1765, casado
con doña María de la Soledad Moreno y su familia. Tomó posesión del cargo el 19
de julio de ese año y se separó el 7 de septiembre de 1766, para comparecer en
el Juicio de Residencia de la gobernación de Porto Bello, de donde fue
promovido para su nuevo destino; y en
ello estuvo hasta el 27 de agosto de 1768, cuando retomó su gobierno, y se
mantuvo hasta 1777. Durante su ausencia lo sustituyó don Mateo Gual y Pueyo.
El
Gobernador no estaba en Cumaná cuando sobrevino el terremoto del 21 de
octubre de 1766; Humboldt dice que “…
fue a una vez el más funesto para los colonos y el más notable para la historia
física del país. Desde hacía 15 meses habíase mantenido una sequía semejante a
la que se experimentan de vez en cuando en las islas de cabo Verde, cuando el 21
de octubre de 1766 fue enteramente destruida la ciudad de Cumaná. Renuévase
todos los años la memoria de ese día con una fiesta religiosa acompañada de una
procesión solemne. En el lapso de pocos minutos hundiéronse todas las casas y
repitiéronse las sacudidas durante catorce meses de hora en hora. En varias
´partes de la provincia se abrió la tierra
Don
Pedro José de Urrutia asistido por el ingeniero Bartolomé de Amphoux fue un
gran constructor, a él se debe la reconstrucción de la ciudad, y construyó el primer
puente sobre el río de Cumaná, cuyo nombre originario era Chiribichií (se
pronuncia Kiribikií), como lo dice Bartolomé de Las Casas en su obra Historia
de Las Indias,
Aquella
estructura antigua, construida por Don Pedro José de Urrutia, referida sobre el
Chiribichií, era de madera, sus diez arcos se afirmaban sobre ocho cimientos de
tierra firme, dándole un aspecto notable. Estos cimientos descansaban sobre
estacadas que tenían dos brazas de ancho, con formas de proa que avanzaban
sobre el río para moderar la fuerza de la corriente. El espacio comprendido
entre las estacas se aprovechó para sembrar sauces, cuyo ramaje sobrepasaba el
puente dando sombra a los que transitan por él. Era el lugar preferido de los
cumaneses, para sus tertulias.
Don Pedro se ocupó de las deficiencias de los
fuertes y las iglesias; construyó la iglesia de Altagracia en la plaza
Guaiquerí, que se terminó de construir en
1772, y se mantuvo en servicio por 91 años siendo la más importante de
la ciudad, hasta 1853 que la arruinó el terremoto de ese año. También inició
don Pedro la avenida “La Marina” en
1769, que después se llamó Calle Larga y por último avenida Bermúdez.
Lamentablemente
le tocó destruir el castillo de Araya. No podemos imaginar cómo pudo Don Pedro
cumplir la orden de demolición de la fortaleza de Araya, llamada “la alhaja más
preciada del imperio en América”; pero nada menos que Carlos III, firmó esa
orden y se ejecutó en septiembre de 1772.
Debido
al adelanto de la ciudad, el 5 de agosto de 1765 se estableció la
Administración de Correos en Cumaná; entonces el Cabildo hace sus reuniones
regulares en el palacio del gobernador,
en el fuerte de Santa María de la Cabeza
y emprenden acciones conjuntas.
En
1764 visita pastoral del ilustrísimo obispo de Puerto Rico, monseñor Mariano Martí. Dice Morón que se entrevisto
con el gobernador interino don Mateo
Gual y Pueyo, y acordaron nombrar a la misión de Moitaco como sede del Comisariato de las misiones
aragonesas. El obispo dejó un testimonio de gran riqueza para nuestra historia.
El
21 de octubre de 1766, dentro de su período de gobierno, se desató un terrible
terremoto en la provincia, y la tierra quedó temblando por 14 meses,
produciendo incontables daños materiales. La tierra se tragó el edificio del fuerte
y una guarnición de 300 hombres en el centro de la ciudad, según testimonios
que anotó el barón de Humboldt cuando estuvo en la ciudad en 1799.
En 1772 se
produjeron unas lluvias torrenciales que arruinaron por completo al Reducto de
nuestra señora de La Candelaria según se desprende del informe presentado al
gobernador por el Ingeniero Bartolomé de Amphoux. En el informe se le participa
al Gobernador don Pedro Jose de Urrutia que el Reducto solo podría prestar el
servicio de una simple atalaya. Esto quiere decir que esta pequeña fortaleza no
es la que figura en las pinturas de Cumaná a partir de esa fecha.
Pese a
tantos males le tocó en suerte a don Pedro la eliminación de la Compañía
Guipuzcoana, que se había corrompido y se dedicaba al contrabando y la
corrupción de funcionarios; además el Rey Carlos III, que firmó la Cédula Real
para la construcción de la iglesia de Altagracia, también estableció el Estanco
del Tabaco en Cumaná.
En 1776 el
gobernador le pidió y fue autorizado por el Rey para proceder a la ejecución
del proyecto de fortificación de la plaza
y a tal efecto le acompaña la relación presentada por el gobernador
Marmión en la cual explica la situación de los fuertes de Cumaná. Estos trabajos fueron ejecutados por don Julián
Arriaga. Urrutia tambien se ocupó en 1774 de la reconstrucción de la iglesia de
Guayana la cual también se construyó con los planos del ingeniero Bartolomé de
Amphoux.
MÁXIMO DU
BOUCHET. 1775-1780.
Con
el grado de Capitán de Navío fue nombrado gobernador y capitán general de las
provincias de Nueva Andalucía, Nueva Barcelona y Guayana, en 1777. El 10 de enero de 1778 ordenó prestar
obediencia a la Cédula Real que dispuso la segregación de las provincias de
Venezuela y Nueva Andalucía del Virreinato de La Nueva Granada en lo
gubernativo y militar, con las cuales y con Caracas, Maracaibo, y Guayana, y las islas de Margarita y Trinidad se formó
la Capitanía General de Venezuela. A partir de esa fecha los gobernadores de
Cumana se llamaron Comandantes generales de la provincia. En ese mismo año de
1777 se estableció en Caracas la Intendencia del Ejército y Real Hacienda.
Desde entonces, por más de una década los gobernadores fueron intendentes con excepción del señor
Bouchet, que no aceptó la delegación por lo que el gobernador de Caracas nombró
intendente suyo al señor a don Francisco
Andréu.
Con el establecimiento de la
Intendencia y la desaparición de la Guipuzcoana, creció tanto la pobreza de nuestros pueblos que sus clamores llegaron
a la Corte.
El gobernador Bouchet chocó con el
protector de los indios Pedro González de Flores, que había denunciado ante el
Consejo de Indias las injusticias y atropellos contra sus representados, esta
denuncia lo llevó a la cárcel y fue trasferido a Santo Domingo y Puerto Rico.
Las persecuciones contra Flores forman un amplio expediente.
A
todos estos males se agregó la pérdida de las tierras al otro lado del Unare,
que se disputaban Barcelona y Caracas, los que sumados produjeron la desgracia
del gobernador; sin embargo, luego se produjo
un repunte en la agricultura, las pesquerías y la ganadería en los
llanos de Maturín; y Margarita pasó bajo
la jurisdicción de la Intendencia de Cumaná.
Florecieron
las artes, las ciencias y la educación, fue el tiempo de doña María de Alcalá y Rendón, 1778, que
fundó, en una casa de su propiedad, una escuela para niños pobres de Cumaná,
dotándola de un patrimonio en el orden de los
de 3.500 pesos anuales puestos a rédito.
En
1779 comenzó a construirse la iglesia de la Venerable Orden Tercera al lado del Templo principal del
Convento de San Francisco.
ANTONIO GUZMÁ BLANCO
Tomado de Internet.
Nació en el seno de una familia rica y
poderosa con fuertes lazos políticos y
económicos; su padre fue Antonio Leocadio Guzmán, que fue cuatro veces Ministro de Interior y fundador
del Partido
Liberal; y su madre
Doña Carlota Blanco y Jerez de Aristeguieta,
de la familia del libertador Simón Bolívar, miembros de la aristocracia caraqueña. Además,
Antonio Leocadio, era famoso y reconocido sobre todo por su prestigiosa
carrera política y periodística.
PUENTE GUZMAN BLANCO RECONSTRUIDO EN 1925.
Inicia sus estudios
en Caracas, en el Colegio Independencia de Feliciano
Montenegro y Colón, donde recibe la instrucción básica, demostraba gran
habilidad para el debate, las leyes y el conocimiento humanístico en líneas
generales. Esta excepcional capacidad, junto con sus dotes diplomáticas,
señalarían el perfil básico de Guzmán
Blanco, que sería usado con tanta y
hasta más efectividad en su ascenso al poder, que las propias armas.
El Guzmanato, como es conocido por los
historiadores,15 fue el período de la historia de Venezuela, que se extiende por
casi veinte años, durante el cual, prevaleció la portentosa hegemonía de Antonio
Guzmán Blanco.
Este período tiene
por principales características, un evidente estilo de gobierno autocrático,
represivo para con sus adversarios y la oposición, una adulación y alabanza
excesiva hacia la figura de Guzmán Blanco, materializada a través de eventos,
celebraciones, manifestaciones públicas de reconocimiento y adoración para con
el Ilustre Americano, la creación de instituciones con su nombre en
ellas y que creaban premios sólo para otorgárselos e incluso llegaban de
otorgarle cargos y títulos honorarios. También fueron notorios los cambios de
nombres que sufrieron estados, parques y demás lugares, rebautizándolos en su
honor y la desmedida construcción de monumentos, estatuas y demás proyectos de
infraestructura, todos ellos dirigidos hacia su persona.
No obstante, a pesar
de todos los rasgos negativos presentes, es justo afirmar que el gobierno de
Antonio Guzmán Blanco, fue el primer gobierno que trajo a Venezuela, el ideal del Estado Moderno, con todo lo que implica. Bajo la férula de
Guzmán Blanco disminuyó notablemente la fragmentación política, se forjó un
nuevo marco institucional y un flamante aparataje cívico, se comenzó a
organizar la burocracia y determinarse las instancias del régimen civil, en un ensayo que
busca asemejar a Venezuela, para con el modelo de los Estados europeos de la época.
Esta autocracia se
divide en tres períodos de mandato personal, El Septenio (1870-1877), El Quinquenio (1879-1884) y el Bienio o Aclamación Nacional (1886-1888). Además, entre los tres mandatos, se hallan
gestiones liberales por el mismo Guzmán Blanco inspiradas, cuyo objetivo
original es la de cuidar el país y la silla presidencial mientras el dictador
se haya ausente en el país, es decir, por definición y concepción, son
gobiernos títeres, en los cuales, Guzmán Blanco siguió como la figura política
predominante en él país. Son estos los gobiernos de Francisco
Linares Alcántara y Joaquín Crespo, característicamente opuestos, dándose en el
primero la primera reacción anti guzmancista, mientras que en el segundo el
país se mantuvo fiel en líneas generales.
De esta manera, el
proyecto político que se pone en marcha, se traduce en un intento de
denominación, que signa la vida del país durante dos décadas, tiempo en el
cual, comienza el amansamiento de una sociedad acostumbrada a la inestabilidad
institucional, económica y política. desde el 27 de abril de 1870, cuando derroca el gobierno provisional de Guillermo
Tell Villegas, hasta el 27 de
febrero de 1877, cuando se realizan elecciones presidenciales y resulta electo su mano
derecha Francisco
Linares Alcántara, como parte de una
estrategia para perpetuarse en el poder de forma indirecta, el Septenio,
corresponde al período más longevo de los tres gobiernos que el «Gran Autócrata
Civilizador» tuvo.
Tras la Revolución de
Abril, con el apoyo del
pueblo, las alianzas con la burguesía comercial y los caudillos, le permitieron
a Guzmán Blanco, disponer de una situación óptima para materializar su visión
de Venezuela. Proclamado por el Congreso como El Ilustre Americano, su
posición y heroicidad, fueron elevados al mismo nivel que el «Libertador» Simón Bolívar y es colmado de honores y reconocimientos,
el gran general asume la presidencia, primero provisionalmente y luego de
acuerdo a la «Constitución de 1862» o la «Constitución
Federal», para ejercerla por un período de cuatro años, es así como Guzmán
Blanco comienza a gobernar.
El Ilustre Americano, tenía una visión clara respecto a lo que
quería, sus años en el extranjero, particularmente en Francia, donde había experimentado de primera mano la eficiencia y el progreso
traído por Napoleón III, a dicho país, lo convencieron de que Venezuela necesitaba un autócrata, un líder fuerte, eficiente y poderoso,
un «César» al cual seguir,
y ese líder en cuestión, no era otro que él.
Decidido a permanecer
el mayor tiempo posible en el poder, además de poseer el firme propósito de
gobernar a plenitud, durante los tres primeros años, Guzmán Blanco se dedicó a
pacificar todo el país, suprimió sublevaciones y alzamientos a lo largo del
territorio nacional, labor ardua, para la cual designa a sus más fieles aliados
como los Presidentes de los Estados y Comandantes de Armas de los mismos,
aquellos caudillos que no son destruidos, son atraídos a su lado,
ofreciéndoseles riquezas, cargos y prestigio, a cambio de su completa lealtad y
de traspasar sus armas y ejércitos a Guzmán Blanco, aun así y a pesar de su
éxito en su proyecto de pacificación, el propio Guzmán Blanco reconoció que
dicho objetivo no era sencillo de alcanzar, con su bien conocida afirmación:
A pesar de todas las
dificultades, el Ilustre Americano consiguió la tan anhelada
pacificación y fue capaz de gobernar y estar en campaña militar, simultáneamente,
al mantenerse en constante comunicación con sus ministros en la capital, los
cuales debían rendirle cuentas semanalmente a través de sus cartas y cumplían
la voluntad del gran líder. Por este medio fue que muchos proyectos del Septenio se
pusieron en marcha, tales como el inicio de decenas de construcciones, como la
primera etapa del Palacio
Federal Legislativo, el Teatro
Municipal de Caracas, la realización
del Primer Censo Nacional, la creación de la Dirección
Nacional de Estadística, la fundación de la Compañía de Crédito de
Caracas (de la cual él mismo era el accionista mayoritario) y la
promulgación del Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria, que
fue en esencia su primera acción al asumir la presidencia y con el cual
reorganizó todo el sistema educativo nacional.
En 1873, resulta reelecto presidente, era esta fecha el final de un gobierno de
cuatro años a partir de 1869, cuando resultó electo José Tadeo Monagas. Antes de culminar «El Septenio» Guzmán Blanco
reforma la constitución nacional cambiando el período presidencial de cuatro años
a dos años sin posibilidad de reelección inmediata.
Desde el inicio, en
el ámbito internacional, Guzmán Blanco fue en extremo osado e irreverente, al
iniciar toda una nueva visión acerca de cómo debían manejarse las relaciones
internacionales. En vez de rogar, se demandaría, en lugar de aliarse con otros
países para tener relevancia, se buscó impulsar a Venezuela como un país de
peso específico dentro del marco internacional, demandando el mayor de los
respetos al exigir un trato igualitario ante toda nación.
Firme en este
propósito no dudó en confrontar a Inglaterra, España, Holanda y a Estados
Unidos, llegó a cerrar embajadas, consulados y establecimientos diplomáticos de
estos países y fortificó su posición como exportador de materia agraria.
Igualmente,
consciente de que muchos de sus enemigos escapaban a las Antillas con
preferencia a las islas de Aruba, Curazao y Bonaire a conspirar en su contra, a pesar de ser estas colonias de Holanda, no vaciló en exigir al gobierno de dicho país que los expulsase, algo
que le traería una extraordinaria red de problemas con el mismo, al llegar a
una situación tan crítica, que estuvo al borde de declararle la guerra. Fue
esto lo único que evitó semejante desenlace, el que finalmente Holanda cediera.
La mayoría de los
países del mundo, se vieron severamente impresionados por semejante actitud,
entre ellos, uno al que muchos problemas le trajo semejante enfoque, Inglaterra
con quien Guzmán Blanco se enfrentó a causa de la usurpación de la Guayana Esequiba y de Trinidad, convirtiéndose en uno de los presidentes que más ha presionado por su
devolución.
Guzmán Blanco,
sufragó la llamada “Expedición Venezolana de Vanguardia” que arribó al
departamento oriental de Cuba el 17 de Junio de 1871, comandada por el
Brigadier cubano Rafael
de Quesada y en la que
iban 200 hombres, en su mayoría venezolanos, con 600 armas, municiones y 40
burros de carga con el objetivo de liberar la isla de la corona española.
En Camagüey, libraron el exitoso combate de Sabanas
del Ciego, en el cual quedaron
muy diezmadas las fuerzas españolas. Pero no fue óbice de que por andar el
patriota cubano José Martí inmiscuyéndose en la política venezolana, el Presidente Guzmán
Blanco lo expulsara, debiendo abandonar apresuradamente el país, donde pensaba
vivir su exilio, sin poder despedirse de sus amigos y regresar a Nueva York.
Tras los sucesos
ocurridos en la Revolución de
Abril y la toma del
poder por parte de Antonio Guzmán Blanco, el país y sus instituciones se
arrodillan, literalmente ante él, excepto la Iglesia Católica, la más poderosa de todas ellas y la cual
ejercía una inmensa influencia sobre el país, desde la era colonial. El
entonces Arzobispo de Caracas, Monseñor Guevara y Lira, se rehusó a realizar actos eclesiásticos en
honor al mandatario, lo cual disgusta en sobremanera a Guzmán Blanco. Las
fricciones entre el Arzobispo y el gobierno de Guzmán Blanco, continuaron y a
ellas se sumó el Arzobispo de Mérida. Guzmán demandó a la Santa Sede la sustitución de Guevara y Lira, por un clérigo más dócil y
obediente, pero ésta se negó.
Ante esta actitud,
Guzmán Blanco decidió cerrar seminarios, claustros y templos y transferir las
cátedras religiosas a las Universidades Laicas. Como mecanismo de presión para
doblegar la jerarquía católica a las intenciones del Estado, la despojó de su influencia y de la gran mayoría de sus bienes, pero
lo único que consiguió fue la salida de Monseñor Guevara y Lira al extranjero,
quien se negó a renunciar a su cargo de Arzobispo de Caracas, a pesar de estar fuera del país.
Entonces, Guzmán
Blanco, estableció el Registro Civil, dejando sin efecto el registro parroquial, aún
vigente en otros países para la época, el cual imponía el bautismo obligatorio
en el culto católico para registrar los nacimientos y el 1 de enero de 1873 el mandatario establece el matrimonio civil. No faltó la oposición de una parte del clero, ante
esta última medida, porque el matrimonio civil debía realizarse ante el
Presidente del Concejo, antes del matrimonio eclesiástico. La publicación de la
Ley se hizo el 8 de enero, y diez días más tarde entró en vigencia. El 16 de enero hicieron uso de la nueva disposición las
primeras parejas conformadas por Manuel María Martínez y Carmen Paz Castillo;
José Ignacio Cardozo y Carmen Núñez de Cáceres y el General Aníbal Marott y
Ramona España. De esta tercera unión fueron testigos el mandatario y el General
Víctor Rodríguez. El propio Presidente legalizó civilmente su matrimonio con su
esposa Ana Teresa Ibarra el 14 de febrero de ese año, aunque se casó por la Iglesia Católica el13 de junio de 1867. También Guzmán Blanco fue quien introdujo el concepto del divorcio,
algo mal visto por la jerarquía eclesiástica, pues presentaba la posibilidad de
disolver la unión matrimonial, considerada como sagrada por la Iglesia Católica.
A pesar, de todo este
avance en contra de la jerarquía eclesiástica, esta se mantuvo firme en su
oposición al gobierno de Antonio Guzmán Blanco, quien disgustado por la
situación, optó por planificar la separación de la Iglesia católica venezolana de la Santa Sede y constituirla en independiente. Ante esta estrategia, el
papa Pio IX, a fin de evitar dicha acción, destituyó a
Monseñor Guevara y Lira y nombró un nuevo Arzobispo de Caracas, escogido a antojo de Guzmán Blanco.
Una vez solventada la
situación, el mandatario regresó parte de las propiedades confiscadas y
permitió el restablecimiento eclesiástico, además hizo construir varias
edificaciones religiosas como la Basílica
de Santa Teresa y la Basílica
Menor Santa Capilla, pero la realidad
era que más nunca la jerarquía eclesiástica volvería a tener tanta injerencia
sobre el país y el estado, como en el pasado.
Durante el gobierno de Guzmán Blanco,
gobernaron en Cumaná, con variantes constitucionales y revolucionarias, las
siguientes personalidades: en el periodo
de 1869-1870. Estado Cumaná. Alternaron: General José Eusebio Acosta.
General Bartolomé Milá de La Roca
y Valenzuela. José Antonio Márquez Fuentes
1870-1871.
Fernando Aristeguieta Sucre. 1871-1872. Alternaron los generales : Bartolomé de
La Roca y
Valenzuela. Dr. Baldomero Benítez. General Julio Sarría.
Y
entre 1872-1873. General José Eusebio Acosta. En 1873-1874. El Dr. José Antonio
Ramos González. En 1874-1875. Durante la reacción contra Guzmán Blanco, gobernó
Don Manuel López Alcalá. En 1875-1876. Alternaron: Don Domingo Ramírez. y
General Andrés Flores. Entre 1876-1877,
el General José Vitorio Guevara. Entre 1877-1778.
General Juan José Rojas Peñaloza. Entre 1878-1879. Con el triunfo de la
revolución “Reivindicatoria” gobernó el General Nicolás Coraspe. Entre 1879-1881.
Gobernó el General Narciso Parra Alcalá.
En 1881, se creó el estado de Oriente, con capital en Urica, y gobernó el general José Eusebio Acosta. Entre1882 a 1898, se creó el Estado Bermúdez, con capital en Barcelona y
gobernó el general Nicolás Rolando.
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