Ramón
Badaracco.
ALEJANDRO DE HUMBOLDT
PERFIL BIOGRAFICO
Cumaná en
1622.
Autor: Ramón Badaracco
LIBRO: ALEJANDRO DE HUMBOLDT.
PERFIL BIOGRAFICO
Copyright Ramón Badaracco-
2013
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la
cubierta R. B.
tlf. 0416-811-4374
ALEJANDRO DE HUMBOLDT.
Perfil biográfico.
Federico Guillermo Enrique Alejandro de Humboldt, nació en el castillo de Tegel, de los Barones de Humboldt, en Berlín
(Alemania) el 14 de setiembre de 1769, fueron sus padres el Barón Alejandro
Guillermo de Humboldt y Doña María Isabel de Colombo, probablemente de la misma
familia del genial marino Cristóbal Colón, descubridor del Nuevo Mundo; con lo
cual se unieron por la vía sanguínea, el descubridor científico con el
descubridor geográfico, según advierte el propio Libertador.
Nos interesa el sabio Alejandro de Humboldt, por el
amor que refleja en sus escritos y en su vida, por el pueblo y la ciudad de Cumaná,
única ciudad a la que dedica una obra en particular, y porque la tuvo en su
corazón hasta los últimos días de su vida.
Vamos a ser repetitivos en estas cuartillas,
escritas con el único propósito de incentivar el estudio y lectura de su obra,
por ser testigo de excepción de toda una época de la historia de Cumaná.
Alejando al igual que su único hermano Guillermo de
Humboldt, recibió una educación esmerada a cargo de profesores privados. Desde
niño fue muy dedicado al estudio, en su escolaridad recibió clases de latín, griego, francés, inglés, física, álgebra, geometría,
agrimensura, filosofía, cosmografía, retórica y otras materias complementarias a
las que él dedicó después mucho entusiasmo para perfeccionarse en ellas, como
en efecto lo logró; y además para complacer los deseos de su madre,
estudió también Administración.
Poco más tarde tiene como guía al naturalista Blumenbach
y estudia Botánica con Willdenow. En esa misma época conoce a Jorge Foster,
quien le transmite las ideas liberales de su tiempo. Puede decirse que fue un
adelantado en latín y filosofía, que pretendía alcanzar el conocimiento
universal de su tiempo.
En 1793, es designado Superintendente de Minas,
después de haber asistido durante dos años a la Academia de Minería de
Freiberg.
En 1795, siguiendo las experiencias de Lineo, y una
vez terminado su trabajo, se dedica con verdadero entusiasmo al estudio y
colección de plantas medicinales en los Alpes, y después de analizar sus virtudes,
publica su primera obra científica sobre la flora subterránea.
Un año más tarde, 1796, muere su madre, y al
recibir una cuantiosa herencia, se retira de la Administración prusiana para
dedicarse a sus propios proyectos.
El año de 1797, se dedica principalmente a la Astronomía
unido a los experimentados en esa ciencia, Von Zach y Kohler, pero deseando
ampliar y perfeccionar sus conocimientos, se traslada a París, donde adquiere
la sabiduría que buscaba. Sabio y rico, deseoso
de emplear su herencia en viajes de investigación y publicaciones, se relaciona
con los intelectuales más importantes de su tiempo. En París, conoce a los notables
científicos Cuvier, Laplace, Berthollet y Delambre; también hace amistad con un
joven y talentoso botánico y cirujano francés: Amadeo Bonpland, con quien se asocia en sus planes de viaje: y conocen
y tratan al futuro libertador Simón
Bolívar, con el cual a pesar de algunas diferencias, años después le escribe,
de esa correspondencia se conservan dos cartas.
Humboldt y Bonpland, después de muchos paseos,
viajes y ver frustrados varios proyectos, deciden buscar suerte en España,
quiso el destino que conocieran al barón Forell, embajador de Sajonia, el cual
los convenció de visitar las colonias españolas en América, y les aconsejó
visitar a los reyes de España en Aranjuez.
Así fue que en marzo de 1799, con este objetivo, de pedir permiso al Rey Carlos IV, para viajar
a las colonias españolas en América, para lo que aprovecharon la ocasión del
traslado de La Corte a la ciudad de
Aranjuez, donde fue más propicia la oportunidad para suplicar a sus majestades,
la complacencia de sus intenciones, y se les concede el plácet, a Humboldt y
Bompland, con beneplácito de sus majestades, manifestado con cartas y un amplio
pasaporte; y, por fin el 5 de junio de 1799, zarpan del puerto de la Coruña
(España) en la corbeta “Pizarro” hacia el deseado destino en el Nuevo
Continente..
La travesía por el Atlántico se prolongó durante 40
días, incluyendo una escala en las Islas Canarias, que aprovecharon los
viajeros para realizar una excursión al Pico del Teide y efectuar otros
estudios locales.
La primera etapa del viaje tenía como destino la
Isla de Cuba, pero una epidemia a bordo obliga al Capitán de la nave a
dirigirse a Cumaná, puerto más cercano en la Tierra Firme, adonde llegan el 16
de julio de 1799.
Él mismo nos lo
cuenta graciosamente:
“Habíamos llegado al fondeadero, frente a la embocadura
del río Manzanares, 16 de julio de 1799, al despuntar el día; mas no pudimos
desembarcar sino muy tarde de la mañana, porque estábamos obligados a aguardar
la vista de los oficiales del puerto. Se fijaban nuestras miradas en los grupos
de cocoteros que ribeteaban la costa, cuyos troncos de más de sesenta pies de
altura dominaban el paisaje. La planicie estaba cubierta de conjuntos de
Casias, Cápparis, y de esas Mimosas arborescentes que, semejantes al pino de
Italia, extienden sus brazos en forma de quitasol. Las hojas pinadas de las
palmeras se destacan sobre el azul del cielo cuya pureza ningún vestigio de
vapores enturbiaba”.
El Barón de Humboldt
acompañado de Amadeo Bompland, surgen pues en Cumaná ese 16 de julio. Fue muy
duro el caminos que anduvieron los viajeros para llegar a Cumaná, atravesando
la sabana del Salado, sin embargo él lo cuenta científica y poéticamente.
De este viaje
deja escrito este extraordinario testimonio, un libro, una experiencia científica y poética, su obra “Viaje a las regiones equinocciales
del nuevo continente”, y en sus muchas cartas, en las cuales vierte el caudal
de su imaginación y su sabiduría.
Se residenció y
no se quería marchar hasta que se “terminaran las maravillas” que observó y
describió como solo él podía hacer.
Vivió en la provincia de Cumaná cuatro meses.
Fascinados por las bellezas de las costas de
Venezuela, deciden adentrarse en el país y casi cuatro meses después de
permanecer en la provincia de Cumaná o Nueva Andalucía, de cuya capital no se
quería desprender, el 4 de septiembre de 1799, se internan en el Valle de
Cumanacoa, y llegan a la antigua misión de San Fernando, donde pernoctan, y, al
otro día atraviesan las faldas del Turimiquire, hasta llegar al exuberante y
formidable Valle de Caripe.
Tuvieron que luchar contra una naturaleza hostil e hicieron
el viaje por el Macizo Oriental en mulas o a pie, en condiciones muy precarias, si se toma en cuenta que tenían
que colectar y estudiar plantas, animales, rocas y otras muestras, además de
transportar pesados y delicados instrumentos de medición.
En Caripe, se hospedan en el convento de los frailes
aragoneses, que los recibieron amablemente y pusieron a su disposición cuanto
necesitaban, tanto que convivieron con ellos durante una semana, y el 28 de septiembre de
1799, exploran la famosa Cueva del Guácharo, penetrando en sus galerías, una 2.800 varas de profundidad, convirtiéndose así Humboldt en
el precursor de la Espeleología científica de América Latina. También aporta para
la Ornitología, una valiosa contribución, al descubrir para el mundo un nuevo
género y especie de ave: “Steatornis caripensis”, conocida por el vulgo
como “Guácharo”. Humboldt pintó y dejó al mundo científico excelentes dibujos de este animal, -utilizando
dos guácharos que al parecer había matado el mismo Amadeo Bonpland.
Humboldt le dedica todo un libro a este viaje, para
el cual escribo este prólogo, por la Nueva Andalucía, donde desarrolla sus
conocimientos sobre los terremotos y sus experiencias personales en la ciudad
de Cumaná; libro que incluye en su obra “Viaje a las regiones equinocciales del
Nuevo Continente “del cual tengo un ejemplar en 5 tomos traducido por Eduardo
Rohl.
En este perfil
del genio no puedo olvidar su amistad con Simón Bolívar el Libertador de
América, desarrollada cuando ambos frecuentaban la casa de Fanny Duvillars.
De esa amistad,
comentada por el propio Libertador resaltando los pensamientos de Humboldt,
acerca de la independencia de América, cuando no podía sospechar siquiera, que
aquel joven soñador de 21, podría ser el líder de esa gloriosa epopeya.
Veamos cómo nos
cuanta Eduardo Rohl, en el prefacio de su trabajo introductorio de la obra de
Humboldt: “Cordial fue la amistad que unió a Humboldt y Bolívar; éste era un
asiduo concurrente de aquellas selectas reuniones. El caraqueño deseaba
vivamente conocer la opinión de Humboldt relativas a sus titánicas ideas sobre
la emancipación de las Colonias de la América española. Humboldt, con avanzadas
ideas liberales, simpatizaba con la idea de dar libertad a estos países, pero
el sabio viajero no consideraba a Bolívar, que para la época solo contaba
veintiún años, capaz de realizar sus ardorosos proyectos; no obstante, Humboldt
se expresó así: “Creo que la fruta está ya madura, más no veo el hombre que sea
capaz de resolver tal problema”.
Tan enorme le
parecía tal empresa, que dudaba, dada la potencia y los medios que disponía
España, que surgiera el superhombre capaz de ejecutar tan magna obra”.
El Libertador
Simón Bolívar le demostró su error.
FICHA TÉCNICA.
ALEJANDRO DE HUMBOLDT
Berlín
1769-1859. Naturalista y explorador alemán. Recibió excelente educación en el
castillo de Tegel y se formó intelectualmente en Berlín, Frankfurt del Oder y
en la universidad de Gotinga. Apasionado por la botánica, la geología y la
mineralogía, tras estudiar en la escuela de Minas de Freiberg y trabajar en un
departamento minero del gobierno prusiano, en 1799 recibió permiso para
embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y
Centroamérica.
Acompañado por
el botánico francés Aimé Bonpland, con quien ya había realizado un viaje a
España, recorrió casi diez mil kilómetros en tres grandes etapas continentales.
Las dos primeras en Sudamérica, desde Cumaná hasta las fuentes del Orinoco y
desde Bogotá a Quito por la región Andina, y la tercera por las colonias
españoles en México.
Como
resultado de su esfuerzo, logró acopiar cantidades ingentes de datos sobre el
clima, la flora y la fauna de la zona, así como determinar longitudes y
latitudes, medidas del campo magnético terrestre y unas completas estadísticas
de las condiciones sociales y económicas que se daban en las colonias mexicanas
de España. Entre 1804 y 1827 se estableció en París, donde se dedicó a la
recopilación, ordenación y publicación del material recogido en su expedición, contenido
todo él en treinta volúmenes que llevan por título “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo
Continente”.
De entre los hallazgos científicos derivados de sus
expediciones cabe citar el estudio de la corriente oceánica de la costa oeste
de Sudamérica que durante mucho tiempo llevó su nombre, un novedoso sistema de
representación climatológica en forma de isobaras e isotermas, los estudios
comparativos entre condiciones climáticas y ecológicas y, sobre todo, sus
conclusiones sobre el vulcanismo y su relación con la evolución de la corteza
terrestre. En 1827 regresó a Berlín, donde desempeñó un destacado papel en la
recuperación de la comunidad académica y científica alemana, maltratada tras
décadas de conflicto bélico. Fue nombrado chambelán del rey y se convirtió en
uno de sus principales consejeros, por lo que realizó numerosas misiones
diplomáticas. En 1829, por encargo del zar, efectuó un viaje por la Rusia
asiática, en el curso del cual visitó Dzhungaria y el Altai.
Durante los últimos veinticinco años de su vida, se
concentró principalmente en la redacción de Cosmos, monumental
visión global de la estructura del universo, de la que en vida vio publicados
cuatro volúmenes. Humboldt está considerado como uno de los últimos grandes
ilustrados, con una vasta cultura enciclopédica, cuya obra abarcaba campos tan
dispares como los de las ciencias naturales, la geografía, la geología y la
física.
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