RAMÓN BADARACCO
EL ARCEDIANO
ANTONIO PATRICIO ALCALÁ CENTENO
CUMANÁ 2000
Autor: Tulio Ramón
Badaracco Rivero
Que firma Ramón
Badaracco
Título
de la obra:
EL ARCEDIANO
ANTONIO PATRICIO ALCALÁ CENTENO
Diseño de la cubierta
R. B.
Ilustración de la cubierta
R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail
.com
Cel. 0416-8114374
INTROITO
Dice en el “Consectario de la Ciudad de
Cumaná” que yo doy en llamar “El Génesis de Cumaná” en su segunda parte escrita
por don Pedro Elías Marcano que “la familia Alcalá ha sido una de las más
notables del país cuyo tronco en Venezuela como consta en la primera parte de
este Consectario fue iniciado por el capitán Juan de Alcalá natural de Málaga
que se casó el 13 de febrero de 1669 con doña Isabel Márquez de Valenzuela
Su hijo primogénito don Pedro Alcalá Marques
contrajo matrimonio con dona Andrea María Guevara Soberanís cumanesa y tuvo
entre sus hijos al Capitán don Diego Antonio de Alcalá Guevara el cual fue
muchos años desde 1734 Escribano Público del Cabildo de Gobierno de Visita de
Registro y de Juzgado de Hacienda. Casado en Cumaná en mayo de 1716 con doña
Isabel María Rendón Sarmiento
De este matrimonio hubo frutos que fue
Don Pedro de Alcalá Rendón que durante más de 30 años fue Guarda Mayor y se
casó en abril de 1752 con doña Juana Jerónima Sánchez Vallenilla y fueron estos
lo padres de doña María Manuela de Alcalá y Sánchez madre del Mariscal Sucre.
Otro de sus hijos Don Antonio de Alcalá
Sánchez se desposó en 1741 en primeras nupcias con doña Inés Catalina Mayz y
Candía y en 1762 en segundas nupcias con doña Catalina Sánchez Vallenilla
Desempeño la Tesorería de la Real Hacienda en Cumaná.
Don Juan Bautista de Alcalá Sánchez casado
en 1752 con dona Serafina Figuera de Cáceres fue Justicia Mayor y Comandante de
las Armas en Rio Caribe Corregidor en Píritu y Clarines y Alcalde Mayor de
Cumaná.
De esta misma rama viene Doña María
Alcalá Sánchez de la Guerra llamada la “Protectora de las Letras” que fundó la
primera Escuela Primaria de Cumaná en 1778 dotándola de local y rentas para el
sueldo del Preceptor
Y entre otros miembros del segundo matrimonio
de esta rama fue Fray Diego de Alcalá Mayz Prior y Vicario IN CAPITE del
Convento de Dominicos en Cumaná por varias veces.
Don Francisco de Alcalá Mayz Corregidor
de San José y Casanay y Capitán Conservador del pueblo de Caripe.
Dr. Don Diego de Alcalá Mayz cura de la
ciudad de la Asunción
Don Diego Antonio de Alcalá Figuera de
Cáceres Corregidor de Píritu y Clarines.
Si nos extendemos a los días en que se
luchaba por la Independencia, veremos a Don José Gabriel Alcalá como diputado
al Congreso de Venezuela en 1811 a Don Diego Antonio Alcalá en el Congreso de
Angostura en 1819 a Don José a Don Luis y a Don Antonio Alcalá que alcanzaron
altas graduaciones militares y a Don Francisco Javier a Don José Miguel y a
otros que también sirvieron en favor de aquella causa”.
DETALLES
DE LA VIDA DEL SANTO BARÓN.
Pbro. Don Antonio Patricio de Alcalá
Centeno ejerció
la Vicaría Superintendente de los Anejos Ultramarinos del Obispado de Puerto
Rico y fundó con su propio peculio, en 1789, el Hospital de Caridad de Cumaná;
y siendo Arcediano de la Catedral de Caracas, después de haber desempeñado una
Canonjía en ella, falleció en 1811 a los 89 años.
Esta figura del Arcediano Antonio
Patricio de Alcalá, se destaca entre los más ilustres hijos de la ciudad de
Cumaná, por el amor desbordado a su pueblo, por algo fue el padrino del Gran
Mariscal de Ayacucho, que recibió conjuntamente con el Espíritu Santo, la sabiduría
de este santo varón
A él le debe nuestro pueblo el haber sido el iniciador
de la investigación del “Consectario de la Ciudad de Cumaná”, cuya fuente
fueron los libros de las iglesias de la Nueva Córdoba destruida en 1654 por los
piratas ingleses
El Consectario es el libro genésico imprescindible
en la introducción al estudio de nuestra historia, cuyas fuentes rescató de las
ruinas de la ciudad perdida de Nueva Córdoba, embrión de la Cumaná gloriosa; y
su poderoso espíritu dejó fruto perenne en el primer hospital de Cumaná, cuyo
nombre orna y enaltece para siempre el gentilicio cumanés en el gran Hospital
Central de la Ciudad de su nacimiento.
Este hombre extraordinario participó,
propició y fue testigo de hechos extraordinarios en la vida de nuestro pueblo,
él aportó su ejemplo su talento, sabiduría y fortaleza en el desarrollo social
de toda la provincia de Cumaná; allí está su grandeza su importancia, fue un
gran maestro de su tiempo, por su cultura, su magisterio, es lo más importante
de este humanista del cual sabemos también que fue bueno; repartió amor, materializó
su amor, lo repartió a manos llenas en una provincia que en su tiempo abarcaba
más de un millón de kilómetros cuadrados, pues se extendía desde las islas de
Margarita y Trinidad hasta el Esequivo, inclusives.
Él nació durante el gobierno de don
Juan de la Tornera Sota en 1722, cuando estaba en apogeo el trabajo de los
misioneros, todo mundo quería ser sacerdote, y en Cumaná se celebraban los
éxitos de los misioneros, eran héroes sin espadas, solos con el breviario en
las manos; y, además llega, desembarca en Cumaná, el ilustrísimo obispo de
Puerto Rico, don Sebastián Lorenzo Pizarro, y por supuesto, la pompa y los
festejos en las iglesias se hicieron inolvidables para el infante. Hechos como
estos lo llevan al sacerdocio.
En 1733, también arriba a Cumaná don
Carlos de Sucre y Pardo, Marqués de Preux, con toda su familia, y con el
Gobernador, también vino el Marqués de San Felipe y Santiago, Don Juan de
Castilla; entonces Cumaná, saboreó el esplendor de la Corte española; Antonio
ya tiene 11 años, y está metido en todo ese barullo, porque es miembro de una
de las familias más importantes de la ciudad capital de la Provincia de Nueva
Andalucía, que muy pronto se une a la nueva corte.
Sabemos el avance en la educación de
nuestro pueblo en su tiempo, y es lo que más nos interesa en este caso, porque
la formación de nuestro biografiado pasa necesariamente por la vida de sus
maestros; es la época de los discípulos de fray Francisco de Tauste- Blas de
Rivera, Cristóbal de Quesada, Bartolomé Bello, Callejón Botino, los hermanos
Quintero, Andrés Antonio Callejón, y “pare usted de contar”; y en el
Convento de los dominicos y en la Iglesia Matriz, según lo informa el obispo
Pizarro, se impartían las clases de gramática y latín, que más pronto que tarde,
el padre Blas de Rivera elevaría a superiores; y eran de obligatorio
cumplimiento; no nos queda duda que allí se formó Antonio; por lo tanto, no
podía escapar del rigor de ese mandato; y
tenemos que concluir que estudió gramática o sea la primaria, en uno de
estos dos establecimientos, y seguramente todo vino a pedir de boca y pudo
hacer todos sus estudios en Cumaná hasta ordenarse sacerdote. Esa generación
produjo también a Maria Alcalá de La Guerra, la santa maestra de Cumaná; y al
Mariscal, el santo de la espada.
No hemos podido averiguar donde
estudio latín o sea la secundaria, ni tampoco teología y filosofía, para
ordenarse sacerdote, pero si sabemos que era el mismo tiempo de fray Cristóbal
de Quesada que fueron alumnos de Fray Francisco de Tauste el mejor maestro y el
más sabio latinista de la América española según su discípulo don Andrés Bello
que seguramente hizo los estudios superiores en su misma fuente
Sabemos
tambien que ayudó y trabajó con su prima Maria Alcalá de la Guerra, en 1778, en
la fundación de la escuela para niños pobres; y seguramente de allí nació su
idea de fundar con su patrimonio, el hospital para los pobres, por supuesto siguiendo
el ejemplo de su prima.
Antonio Patricio como un río de amor está en
todo, aparece en nuestra historia escogiendo el terreno en lo que después se
llamó Plaza Guaiqueri, para la construcción del templo de Nuestra Señora de
Altagracia, con el Capitán General de la Provincia, Don Pedro José de Urrutia Ramírez de Guzmán,
cuya construcción se inició en 1772, y nos parece más una idea de don Antonio
que del Gobernador, porque tenía tiempo clamando por los guaiqueríes del Salado,
que habían quedado sin su iglesia por efecto de los terremotos y la ruina total,
como lo atestigua J.A. Ramos Martínez (1), en sus crónicas de Cumaná.
También aparece el nombre del padre Alcalá en
las piedras heráldicas que se conservan en el Museo Colonial de Caracas. Por cierto que en el tiempo de este gobernador
Urrutia, padeció la ciudad una terrible
peste de viruelas en la que este manso sacerdote “don Antonio” hizo verdaderos
prodigios y servicios de caridad cristiana, recibiendo a los enfermos en su
hospital, curándolos y ayudándolos a morir cristianamente; por esta razón
humanitaria le donó su “chara”,(2) a los frailes capuchinos para que la utilizaran
como hospicio, y para los que no entiendan este término cumanés, se trata de
una finca o chacra, que tenía para el sustento de él y su familia, en las
orillas del río, como muchas otras familias de la Cumaná de antier; se la cedió pues, a los capuchinos, que prestaban servicios
gratuitos al pueblo; para convertirla en hospicio, como así fue. Dice Ramos
Martínez: “La casa y la capilla rurales que poseía a orillas del Manzanares,
junto con los ornamentos y enseres necesarios para el culto, los donó a los misioneros
capuchinos, con el objeto de que éstos tuviesen allí enfermería y hospicio, y
de que los habitantes de las charas no quedasen privados de la facilidad de oír
Misa en los días de precepto, ni de los otros consuelos espirituales que les
proporcionaban, al tenor de las facultades que le habían sido concedidas por
los Superiores eclesiásticos”.
Podríamos ejemplificar la vida de este
santo varón, cuya sabiduría y humildad fue tanta que su muerte apenas se
sintió. El hizo todos los días de su vida el milagro del pan y los peces: lo
que le daban en limosnas, convertidas en abundancia, repartía.
Veamos el perfil biográfico del
Arcediano, escrito por el cronista más elevado de su tiempo, José Antonio Ramos
Martínez, que lo recoge don Pedro Elías Marcano, en el “Consectario de la
Ciudad de Cumaná”. Dice:
“No es posible hablar de los personajes
que ha producido Cumaná sin hacer honorífica mención del filántropo Don Antonio
Patricio Alcalá.
Las familias de donde salió ese
virtuoso Sacerdote era de las que desde la fundación de la ciudad habían gozado
siempre de la primera categoría, adquiriendo cada vez mayor lustre por los
servicios que prestaron los hombres que ellas habían dado á la Iglesia, á las
armas, á la hacienda y á la magistratura.
Su padre Don Juan Antonio Alcalá era hijo de Don Pedro Alcalá Márquez y
Doña Andrea de Guevara Soberanís; y su madre Doña Luisa Centeno lo era de Don
Diego Antonio Centeno de Lugo y Doña Isabel María Rengel y Loaisa.
Incapaz de envanecerse por nada, el padre
Alcalá no tuvo jamás aspiraciones inmoderadas. Los primeros años de sacerdocio
los empleó en servir de Capellán de las Fuerzas de Araya y en otros puestos de
poca importancia. Para 1758 desempeñaba en propiedad el entonces humilde curato
de Ríocaribe junto con la Vicaría foránea del distrito. Habiendo vacado a fines
de ese año uno de los dos beneficios curados de la Santa Iglesia Parroquial de
Cumaná, optó a él en enero de 1759, y lo desempeñó por más de 36 años muy a
satisfacción de sus paisanos, habiéndole tocado tener por compañeros
sucesivamente á Don Baltazar Martínez de Gordón, al Dr. Sebastián de Conde y al
Lcdo. Andrés Antonio Callejón.
Como cosa de 12 años ejerció con esmero
y prudencia el cargo de Vicario Superintendente que le confirió el Señor Martí
en 1765, después que tuvo la oportunidad de conocerlo de cerca; pero habiendo
rechazado con energía un escrito del inquieto Pbro. Don Juan José Canales, en
el cual se desechaba una determinación del Provisor y se estamparon conceptos
que tendía a desconocer la autoridad del Vicario General y a enseñar que era al
Tribunal del Metropolitano a donde debían llevarse en apelación las causas que
sentenciase el Superintendente, desagradó al Señor Jiménez Pérez la
condescendencia del Padre Alcalá, y pasó la Vicaría al Lcdo. Callejón. Este
incidente no turbó la serenidad de su espíritu. Por el contrario, él afectó
verlo con fría indiferencia, por más que debiese de lastimar su delicadeza. Con
menos calma sufrió las vejaciones que le hizo el atrabiliario Don Pedro
Carbonell con motivo de las enojosas polémicas que este Gobernador sostuvo con
el turbulento Vicario Don Antonio González Diéguez.
Promovido a una de las canongías de la
Catedral de Caracas, se fue a servirla a mediados de 1795; y en breve ascendió hasta
la dignidad de Arcediano de la misma Catedral.
El padre Alcalá fue un ejemplo de
modestia, de apacibilidad y de desprendimiento. El respeto con que se le miraba
era veneración religiosa; la estimación que se le profesaba era amor
entrañable. Tal era el ascendiente de sus méritos.
Por muerte de su pariente Don Pedro
José Centeno pasaron a él todas las capellanías mandadas a fundar por diversos
miembros de su familia materna, y se aumentaron en consecuencia sus rentas
Dotado de un corazón liberal, sus manos
se abrían a menudo para derramar beneficios donde quiera que se hiciese sentir
alguna necesidad. Favoreció con largueza a varios deudos y amigos, ya para
proporcionarles enlaces ventajosos, ya para remediarle la fortuna quebrantada,
ya para facilitarles los medios de prosperar. La servidumbre que le acompañó
hasta los últimos años de su vida fue uno de los objetos preferentes de sus
disposiciones testamentarias. El padre Alcalá todo era caridad.
La gran obra que ha inmortalizado su
nombre es el hospital que fundó para alivio de los pobres. Llevado de su celo,
con intervención del gobernador Don Antonio Pereda destinó para abrigo y
socorro de los enfermos desvalidos una casa grande que poseía en Cumaná,
aplicando como rentas para el sostenimiento de tan piadoso instituto los
réditos de ocho mil pesos que impuso a censo, y ocurrió al Rey de España en
1789 solicitando se dignase aprobar y proteger la consabida institución. Por
orden de 30 de junio del mismo año, comunicada al gobernador de la provincia,
se prestó la aprobación solicitada, se mandó expresar al padre Alcalá la
complacencia del Rey, y se dispuso que se trasladase al de la Caridad el
hospital militar con su botica y enseres, ayudando al primero con los ciento
ocho pesos anuales que del real erario se daban por alquiler del local en que
hasta entonces había estado situado el segundo.
No se contuvieron en ningunos límites
los compasivos sentimientos del padre Alcalá. Pareciéndole estrecha la casa que
al principio había destinado para hospital, con el dictamen e influjo de Don
Vicente de Emparan hizo edificar otra más espaciosa a orillas del Manzanares,
en paraje más oportuno, con dos departamentos, su capilla, sus piezas y sus
divisiones correspondientes proveyéndola de las camas, ropa y utensilios que
creyó necesarios para la comodidad de los enfermos. El gobernador a su vez, en
1796, de acuerdo con el Cabildo, dispuso abrir la calle que conduce de la Plaza
del Puente hacia el Hospital con lo que tomó incremento en barrio de Toporo.
El terremoto del 14 de diciembre de
1797 causó algunos estragos en el edificio. Por indicación del gobernador
Emparan el Rey ordenó que para contribuir a sostener el hospital se
estableciese un impuesto de cuatro reales sobre cada barril de aguardiente que
de España se introdujese en el puerto de Cumaná o que se destilase en toda la
provincia, comprendiéndose también la isla de Margarita, de donde pasaban
algunos pobres a aquel establecimiento. El padre Alcalá por su parte había
aumentado las rentas de su piadosa obra al separarse para Caracas, y las
aumentó mucho más en las manifestaciones solemnes que hizo de su última
voluntad, aplicándole lo más importante de los bienes que conservaba. El
edificio fue reparado segunda vez con sus propios fondos el año 1849 bajo la
dirección del Gobernador interino Don José del Carmen Vetancourt, pero padeció
un gran deterioro con motivo del terremoto de 1853; y las rentas han ido
desapareciendo por consecuencia de las distintas calamidades por las que ha
pasado el país.
Murió en Caracas el Arcediano Alcalá el
6 de agosto de 1811, a los 89 años de edad, dejando por administrador y patrono
del hospital que había fundado en Cumaná a su sobrino segundo Don José Gabriel
Alcalá Sánchez, hijo de su primo hermano Don Antonio Alcalá Rendón. Fin de la
cita.
Ficha técnica
Copiada de internet
Antonio Patricio de Alcalá Centeno
Antonio Patricio de Alcalá Centeno (Cumaná, Edo. Sucre, 1722 - †Caracas, 6 de agosto de 1811) fue un sacerdote y
escritor venezolano que ocupó importantes posiciones en la
jerarquía eclesiástica en su región natal, fue fundador del hospital de caridad
de Cumaná. Fueron sus padres Juan Antonio de Alcalá y Luisa Centeno. Padrino
de Antonio José de Sucre. Tras ordenarse como
sacerdote aproximadamente hacia 1750, fue sucesivamente capellán de la
guarnición del castillo de Araya y cura del pueblo de Río Caribe.
En enero de 1759 entró a desempeñar las funciones de párroco en la iglesia
parroquial de Cumaná. En 1765 el obispo de Puerto Rico,
Mariano Martí, lo nombró vicario superintendente de los anexos ultramarinos de
aquel obispado, lo cual hacía de él la primera autoridad eclesiástica en todo
el oriente de Venezuela (inclusive las islas de Margarita y Trinidad),
dependiendo directamente del obispo cuya sede estaba en San Juan de Puerto Rico. Durante el tiempo
que actuó como vicario siguió desempeñando el cuarto de la iglesia matriz
cumanesa.
En 1788, su prima María Alcalá Rendón lo nombró al
morir albacea testamentario y como tal se ocupó de asegurar el buen
funcionamiento de la escuela de primeras letras creada por aquélla 10 años
antes. En febrero de 1789 el padre Alcalá (que era titular de varias
capellanías establecidas por deudos suyos, con cuantiosos ingresos) decidió
fundar en su ciudad natal un hospital de caridad para alivio de los enfermos
pobres. Cedió una casa de su propiedad a fin de que sirviese de sede al
establecimiento asistencial y lo dotó con 8.000 pesos de renta, solicitando al mismo
tiempo la aprobación del rey de España,
que le fue concedida el 30 de junio de aquel mismo año. Durante aquellos años
el párroco Alcalá dedicó parte de su tiempo libre a la investigación en los
archivos que estaban a su cargo, lo cual le permitió redactar unos textos
relativos a la historia de su ciudad, fechados el 30 de noviembre de 1790, los
cuales permanecieron inéditos hasta 1875; posteriormente el escritor Pedro Elías
Marcano los incluyó como primera parte de la obra titulada Consectario
de la ciudad de Cumaná, impresa en 1924 en Cumaná. En los primeros años de
la década de 1790, fue propuesto para ocupar la canonjía de merced en el
Cabildo Eclesiástico de la catedral de Caracas, cargo del cual tomó posesión a
mediados de 1795. Hacia esa época hizo donación a los capuchinos de
una hacienda que poseía en las cercanías de Cumaná, a orillas del río Manzanares, en el lugar denominado Las
Charas. Con el paso del tiempo el lugar ha sido denominado habitualmente la
Chara de Capuchinos.
En Caracas el canónigo Alcalá fue ascendiendo en
jerarquía dentro del Cabildo Eclesiástico, siendo sucesivamente tesorero, chantre y arcediano del mismo; en 1801 tomó posesión
de la última de esas dignidades. Entre tanto, el hospital fundado por él en
Cumaná había sufrido las consecuencias del terremoto del 21 de febrero de 1797;
para refaccionarlo, el gobernador e intendente de la provincia de Cumaná Vicente
Emparan propuso a la Corona que se pechase al aguardiente con
un impuesto destinado a los fondos del hospital, lo cual fue aprobado en 1801
por el Rey. En 1803, desde Caracas, el arcediano Alcalá traspasó a su sobrino
José Gabriel de Alcalá el patronato que ejercía sobre el hospital, e instituyó
una capellanía para que en éste hubiera permanentemente un sacerdote. En los
últimos años de su vida fue protector y guía de su pariente y ahijado Antonio
José de Sucre. Al fallecer continuaba desempeñando las funciones de arcediano,
y fue enterrado en la catedral de Caracas.
El principal hospital (453 camas) de la ciudad de
Cumaná, capital del Estado Sucre, lleva su nombre y es conocido
administrativamente como S.A.H.U.A.P.A. (Servicio Autónomo Hospital
Universitario Antonio Patricio de Alcalá).
Sacerdote y escritor que ocupó importantes
posiciones en la jerarquía eclesiástica en su región natal, fue fundador del
hospital de caridad de Cumaná. Fueron sus padres Juan Antonio de Alcalá y Luisa
Centeno. Padrino de Antonio José de Sucre. Tras ordenarse como sacerdote
aproximadamente hacia 1750, fue sucesivamente capellán de la guarnición del
castillo de Araya y cura del pueblo de Río Caribe. En enero de 1759 entró a
desempeñar las funciones de párroco en la iglesia parroquial de Cumaná. En 1765
el obispo de Puerto Rico, Mariano Martí, lo nombró vicario superintendente de
los anexos ultramarinos de aquel obispado, lo cual hacía de él la primera
autoridad eclesiástica en todo el oriente de Venezuela (inclusive las islas de
Margarita y Trinidad), dependiendo directamente del obispo cuya sede estaba en
San Juan de Puerto Rico. Durante el tiempo que actuó como vicario siguió
desempeñando el curato de la iglesia matriz cumanesa.
En 1788, su prima María Alcalá Rendón lo nombró al
morir albacea testamentario y como tal se ocupó de asegurar el buen
funcionamiento de la escuela de primeras letras creada por aquélla 10 años
antes. En febrero de 1789 el padre Alcalá (que era titular de varias
capellanías establecidas por deudos suyos, con cuantiosos ingresos) decidió
fundar en su ciudad natal un hospital de caridad para alivio de los enfermos
pobres. Cedió una casa de su propiedad a fin de que sirviese de sede al
establecimiento asistencial y lo dotó con 8.000 pesos de renta, solicitando al
mismo tiempo la aprobación del rey de España, que le fue concedida el 30 de
junio de aquel mismo año. Durante aquellos años el párroco Alcalá dedicó parte
de su tiempo libre a la investigación en los archivos que estaban a su cargo,
lo cual le permitió redactar unos textos relativos a la historia de su ciudad,
fechados el 30 de noviembre de 1790, los cuales permanecieron inéditos hasta
1875; posteriormente el escritor Pedro Elías Marcano los incluyó como primera
parte de la obra titulada Consectario de la ciudad de Cumaná, impresa en 1924
en Cumaná. En los primeros años de la década de 1790, fue propuesto para ocupar
la canonjía de merced en el Cabildo Eclesiástico de la catedral de Caracas,
cargo del cual tomó posesión a mediados de 1795. Hacia esa época hizo donación
a los capuchinos de una hacienda que poseía en las cercanías de Cumaná, a
orillas del río Manzanares, en el lugar denominado Las Charas. Con el paso del
tiempo el lugar ha sido denominado habitualmente la Chara de Capuchinos.
En Caracas el canónigo Alcalá fue ascendiendo en
jerarquía dentro del Cabildo Eclesiástico, siendo sucesivamente tesorero,
chantre y arcediano del mismo; en 1801 tomó posesión de la última de esas
dignidades. Entre tanto, el hospital fundado por él en Cumaná había sufrido las
consecuencias del terremoto del 21 de febrero de 1797; para refaccionarlo, el
gobernador e intendente de la provincia de Cumaná Vicente de Emparan propuso a
la Corona que se pechase al aguardiente con un impuesto destinado a los fondos
del hospital, lo cual fue aprobado en 1801 por el Rey. En 1803, desde Caracas,
el arcediano Alcalá traspasó a su sobrino José Gabriel de Alcalá el patronato
que ejercía sobre el hospital, e instituyó una capellanía para que en éste
hubiera permanentemente un sacerdote. En los últimos años de su vida fue
protector y guía de su pariente y ahijado Antonio José de Sucre. Al fallecer
continuaba desempeñando las funciones de arcediano, y fue enterrado en la
catedral de Caracas.
Esto es valioso. Publicar todo lo referente a la historia de Antonio Patricio de Alcalá y sería aún más valioso hacer una publicación sobre la historia de las diversas infraestructura del hospital universitario el cual lleva su nombre y en los distintos lugares en donde fue edificado.
ResponderEliminarMuchas gracias. Memoria histórica
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