viernes, 18 de noviembre de 2016

VALORES DE NUESTRA HISTORIA





RAMÓN BADARACCO











VALORES

DE NUESTRA HISTORIA















CUMANA 2009.







Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco.
Copyright T. R.B.R.

Primera edición 1997
1500 ejemplares

Título original: VALORES DE NUESTRA HISTORIA.
Primera edición
Puede ser reproducido total o parcialmente.

Diseño de la cubierta  T. R. B. R.
Ilustración de la cubierta  T. R. B. R.
Impreso en Cumaná
Cronistadecumana.blogspot.com
Tlf. 0293-4324683
Cel. 0416-8114374





















INDICE

Págs. Nros. y Títulos.


4)  No1.- PEDRO DE CORDOBA. APOSTOL DE LA CONQUISTA EVANGELICA DE AMERICA Y FUNDADOR DE CUMANA.

6)      No 2 -  MARIA MANUELA ALCALA DE SUCRE.  MADRE DE CUMANA. 

10)   No 3 – MARÍA ALCALÁ. LA PROTECTORA DE LAS LETRAS.

15) No 4 - DON VICENTE DE SUCRE PARDO Y GARCIA URBANEJA

21) No 5 - ANTONIO JOSE DE SUCRE, General En Jefe y Gran Mariscal de Ayacucho.

28)  No 6 - GENERAL EN JEFE JOSE FRANCISCO BERMUDEZ FIGUERA


34)  No 7 - GENERAL EN JEFE FRANCISCO MEJIA.

39)  No 8 - GENERAL MANUEL VALDÉS


40)    No 9 - GENERAL VALENTÍN GARCÍA, ALIASALENTIN VALIENTE.



41)  No 10 - CORONEL JUAN BAUTISTA COVA.

42)  No 11 - GENERAL JESUS BARRETO RAMÍREZ

44)  No 12 - General de Brigada JOSE LEAL


45)  No 13 - Dr. JOSE GRAU MACHADO.

46) No 14 - GENERAL AGUSTIN ARMARIO GONZALEZ

46) No 16 - DR. DOMINGO BADARACCO BERMÚDEZ

49)  No 17 -  JOSÉ SILVERIO GONZÁLEZ


52)  No 18 - JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE


56)   No 19 - ANDRÉS ELOY BLANCO


57) No 20 - CRUZ MARIA SALMERÓN ACOSTA


59) No 21 - BENIGNO RODRÍGUEZ BRUZUAL


60) No 22) MARCO ANTONIO SALUZZO


60) No - 23) MIGUEL SÁNCHEZ PESQUERA

61)  No -24) ANDRÉS MATA

62)  No - 25) JACINTO GUTIÉRREZ COLL


62)  No - 26) DR. ANTONIO RAFAEL MACHADO.

63)  No -  27) Dr. VICENTE CORONADO


64)  No 28) ANDRÉS AURELIO LEVEL

64)  No 28) ANDRÉS AURELIO LEVEL

64)  No 29) Dr. DIEGO CARBONELL


65)  No 30) BARTOLOMÉ TAVERA ACOSTA

66) No 31) ESTANISLAO RENDÓN

67) No - 32)   PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA

68)  No - 33) ANDRÉS LEVEL DE GODA

68)   No - 34) LUIS LEVEL DE GODA GUERRA


68)  No - 35) JACINTO GUTIÉRREZ MARTINEZ

69)  No - 36) Dr. PEDRO JOSÉ ROJAS


69)   No - 37) Fray CRISTÓBAL DE QUESADA


69)    No - 38)    SALVADOR LLAMOSAS


70)     No 30) BARTOLOMÉ TAVERA ACOSTA

70)     No - 31) ESTANISLAO RENDÓN

71)        No - 32)   PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA

73) No - 33) ANDRÉS LEVEL DE GODA

74) No - 34) LUIS LEVEL DE GODA GUERRA


74)  No - 35) JACINTO GUTIÉRREZ MARTINEZ

 

74)  No - 36) Dr. PEDRO JOSÉ ROJAS


74)  No - 38)    SALVADOR LLAMOSAS


74)  No - 40) WOLFGANG LARRAZABAL UGUETO

75)  No - 37) Fray CRISTÓBAL DE QUESADA


78)  No – 41) LUIS MARIANO RIVERA

79)  No – 42) JOAQUIN SILVA DIAZ.

81)  No – 43) DR MARIANO DE LA COVA

84)  No – 44) MARCO TULIO BADARACCO BERMUDEZ

86)  No -45) JOSÉ SILVERIO GONZALEZ

90)  No – 46) JUAN   MIGUEL ALARCÓN

92)  No – 47) JOSE   ANTONIO   RAMOS   MARTÍNEZ

95)   No – 48) RAMON DAVID LEON.

96)   No - 49) VICTORIA ORTIZ MARRUFFO -T O T O YA

98)    No – 50) JOSE EUSEBIO ACOSTA PEÑA

104)  No – 51) DON B L A S B R U Z U A L   Y   VELOZ, 

 

108)  No – 52) MARIA RODRÍGUEZ

 

108)   No – 53) CRUZ ALEJANDRO QUINAL


109)    No – 54)   LUISA CACERES DE ARISMENDI

130)    No.- 55) PEDRO ELÍAS MARCANO
144)     No.- 56) GENERAL ANDRES ROJAS















No 1 - PEDRO DE CORDOBA. APOSTOL DE LA CONQUISTA EVANGELICA DE AMERICA Y FUNDADOR DE CUMANA.

La vida y acción de Pedro de Córdoba esta unida a la del obispo de Chiapas, Bartolomé de Las Casas o Casuas. El notable historiador don Demetrio Ramos, dice: “La autoridad que para Las Casas tenía el P. Córdoba se nos revela en la aceptación de un especial magisterio con el que su personalidad queda dibujada en la del clérigo”. (1)

Córdoba antigua capital del Califato, estrella de la cultura mudéjar, que fue la patria chica de Lucio Anneo Séneca y Luis De Góngora, por citar dos inmortales, también vio nacer a Pedro el 10 de septiembre de 1482, allí se educó y creció en el seno de una noble familia cristiana, que influyó en su determinación por la carrera eclesiástica, tomar la cruz y seguir el camino que le trazó el Señor. Fr. Pedro de Córdoba murió en Santo Domingo el 4 de mayo de 1521, víspera entonces de la festividad de Santa Catherina de Siena.

Dice Bartolomé de Las Casas que Fray Domingo de Mendoza, hermano de fray García de Loaiza, arzobispo de Sevilla y cardenal Presidente del Consejo de Indias, seleccionó a Pedro para que lo sustituyera en el mando de la avanzada dominica que vendría al Nuevo Mundo, y con él, tres sacerdotes muy calificados que emprenderían la empresa de sembrar la orden dominica en la capital de la risueña Quisqueya, la española, sede del imperio en América. 

Quisqueya, la isla descubierta por Colón el 5 de diciembre de 1492, a la cual llamó “La Española”, segunda isla en extensión territorial, de las Antillas mayores del océano atlántico, mar que conocemos como mar Caribe o de las Antillas, sufrió como ningún otro lugar el impacto de la conquista.  La isla inmensamente poblada en aquellos tiempos  mide 1575 Km. cuadrados -hoy conforma el territorio de dos repúblicas,   la República Dominicana  y la Republica de Haití- se dividía en muchos reinos aborígenes perfectamente definidos por Las Casas, como luego veremos.

 Pedro de Córdoba, fue un sacerdote  a quien Dios Nuestro Señor dotó de muchos dones,  gracias corporales y espirituales, que  fue elegido para una misión administrativa, si se quiere, pero él la convirtió en una empresa sin igual.  Los que lo conocían nunca imaginaron que podría lograrlo, tenía el inconveniente de sufrir  un continuo dolor de cabeza que le impedía, en cierto grado, algunas actividades, por ello  Las Casas dice:
“Y lo que se moderó en el estudio, acrecentolo en el rigor de la austeridad y penitencia  todo el tiempo de su vida, cada y cuando las enfermedades le dieron lugar”(2).
Fue excelente predicador, ejemplo dentro del sacerdocio en  virtud y  penitencia, que lo elevaron siempre entre sus compañeros y feligreses.
Agrega Las Casas: “Tiénese por cierto que salió de esta vida tan limpio  como su madre lo parió” (3).
Estudio en el colegio  “San Esteban” de Salamanca, y probablemente, como dice  Hernann González Oropeza, fue “formado espiritualmente por fray Juan Hurtado de Mendoza” (4), el formidable maestre de Salamanca;  y se perfeccionó en Santo Tomás de Ávila, la casa mayor de la “Cristiandad” para ese entonces. Fue compañero de estudios de Antonio de Montesino, Tomás de Berlanga, Domingo de Betanzos, y otros ilustres prelados, que luego fueron los seleccionados para acompañarlo en la empresa evangelizadora de América; esto por si solo basta para considerar las dotes que adornaban a este insigne conquistador del espíritu, cuya labor ilumina la terrible experiencia humana de la conquista del Continente, y disipa, aunque sea un poco, las oscuras nubes que denigran de la noble y heroica raza hispana.

         A este hombre extraordinario encomendaron los dominicos y el superior Fray Domingo de Mendoza, para que le ayudase a realizar o proseguir la empresa fundacional en el Nuevo Continente; igualmente convocó a otros religiosos para que lo acompañaran, entre ellos al famoso Fray Antón de Montesinos y al padre Fray Bernardo de Santo Domingo “poco o nada experto en las cosas de este mundo, pero entendido en las espirituales, muy letrado y devoto y gran religioso”.

         Fray Pedro de Córdoba, hizo varias expediciones para fundar y gobernar las misiones de  Cumaná y Santa Fe;  el Vicario de las Indias, el hombre más importante después de Colón, venido al Continente a principios del siglo XVI, autorizado para fundar las primeras misiones en la tierra firme, como lo dicen los cronistas y el más importante de todos, Bartolomé de Las Casas (Biblioteca de Autores Españoles. Obras Escogidas. Tomo XVVI. Pág. 133).

Dice Las Casas que, en las Islas, Santo Domingo y Cuba,  Pedro de Córdoba, se da cuenta de la forma inhumana y despiadada como se realiza la conquista, y sabe que esta misma forma será trasladada al Continente, por ello pide al rey Fernando El Católico, que le dé licencia para trasladar su Orden a tierra firme, e inventa “La conquista pacífica y evangélica de la tierra firme”; y el Rey mandó que se le dieran los despachos a su voluntad. Los dominicos fueron los primeros misioneros que llegaron al Puerto de Las Perlas, Cumaná, entre 1513 y 1514.         

Toda esta historia está debidamente corroborada por  cédulas reales, cartas, crónicas, y un asiento del 14 de junio de 1.510” (inserto en los Documentos Americanos del archivo de protocolos de Sevilla, Siglo XVI. Madrid 1.935, p. 20). Consta que los ilustres padres dominicos disponían entonces lo relativo a su viaje a la isla española. Dice el asiento: “libro del año 1.510, Oficio: IV. Libro III. Escribanía: Manuel Segura. Folios: 1.812. Fecha 14 de junio. Asunto: Fray Domingo de Mendoza, fraile profeso de la Orden de los Predicadores del Sr. Santo Domingo, Vicario de los Frailes de Dicha Orden, que han de residir en la Isla Española, Indias, islas y Tierra Firme, en su propio nombre y en el del R. P. Fray Pedro de Córdoba, vicario de las indias, y por, virtud de las cartas y licencias que tiene el R. P. Fray Agustín Funes, Provincial de dicha Orden en los Reinos de España y del dicho R. P. Pedro de Córdoba, nombrado procurador al doctor Juan de Hojeda, físico, vecino de Sevilla en la collación de Santa María Magdalena, para que cumpla lo contendido en las citadas cartas y licencias”.





   No 2 -  MARIA MANUELA  ALCALA  DE SUCRE.  MADRE DE CUMANA. 


         “Doña María Manuela Alcalá de Sucre, es la madre de Antonio José de Sucre, y la madre amorosa de nuestro pueblo cumanés. Epígono de las madres en Cumaná”. R. B.

         Nace en Cumaná, el 21 de marzo de 1761 y muere en Cumaná, el 12 de julio de  1802.  Fueron sus progenitores,  don Pedro de Alcalá y Rendón Sarmiento, y doña Juana Jerónima Sánchez Ramírez de Arellano y Vallenilla.
 
         “La  estirpe de los Alcalá, viene de Don Diego Fernández de Serpa (1569), a quien le tocó levantar el Acta definitiva  de la  Fundación de Cumaná. Cien años después  el Capitán Juan de Alcalá, natural de Málaga, se estableció y casó en Cumaná el 13 de febrero de 1669, con Doña Isabel  Márquez de Valenzuela, y procrean a  Don Pedro de Alcalá y  Márquez.  Don Pedro casó  en Cumaná con Doña Andrea María Guevara y Soberanis,  y procrearon a  Don Diego Alcalá y Guevara. Este casó con Doña María Isabel Rendón y Sarmiento, y procrearon a Don Pedro  de Alcalá y Rendón. Este casó con Doña Juana Jerónima Sánchez y Vallenilla; y es de este matrimonio que nace Doña Maria Manuela Alcalá y Sánchez, madre del Mariscal“. Consectario de Pedro Elías Marcano.

         Doña María Manuela casó en Cumaná con el Coronel Vicente Sucre y García Urbaneja, el 18 de diciembre de 1782. El historiador cumanés, Don Pedro Elías Marcano, dice que este matrimonio habitó siempre la casa de la calle la Luneta, que lindaba con las murallas del fuerte de Santa María de La Cabeza. La ubicación que da coincide con la parcela de terreno que hoy ocupa la casa parroquial de la Iglesia de Santa Inés, y afirma que en esa casa nacieron todos sus doce hijos, incluyendo al Mariscal.

         El acucioso historiador, publicó su crónica sobre la casa donde nació Sucre en el bisemanario Sucre No. 27, de fecha 11 de octubre de 1924, y   nos dejó datos  imprescindibles para la ubicación de la dicha casa, dice que: “Don Vicente de Sucre  contrajo matrimonio con Doña María Manuela Alcalá  el 8 de diciembre de 1782 y desde entonces vivieron  en la casa que les pertenecía situada al pie de la colina en que se halla el  Castillo de San Antonio, que llaman “La Luneta” y en ella nacieron sus hijos José María, Jerónimo, Vicente, Pedro, Antonio José,  Francisco, Aguasanta, María Josefa y Magdalena.  Muerta  Doña María Manuela de Alcalá, en esa misma casa, el 12 de julio de 1802, su marido Don Vicente,  deseando  mudar de domicilio, la vendió al licenciado Alonso Bruzual, como lo expresa una nota de 1804, inserta en la Instrucción Pública, periódico de esta capital, número 14, de fecha 16 diciembre de 1898;  y luego, casado en segundas nupcias con Doña Narcisa Marques de Alcalá, en 1803, habitó la de portales que poseía cerca del puente “Urrutia” hoy Guzmán Blanco, de la parroquia Altagracia, la cual daba hacia el río Manzanares…”
         “En medio de la guerra de independencia la casa donde nació Sucre fue destruida por las autoridades españolas, a la par de otras en distintos puntos.  Era de alto; su frente de 29 metros y 36 centímetros, miraba al Norte; y por consiguiente, su fondo que tenía 30 metros, se extendía hacia el barrio de San Francisco; a su lado oriental estaba la colina del castillo de San Antonio;  y al Oeste la plaza de Armas contigua al castillo de Santa María. En su solar, que es propiedad del señor Ramón Bruzual, no se ha fabricado, como si esperara que la Patria  lo trasforme en sitio de venerable recreación,  para conservarlo como santuario de gloriosos recuerdos”.

          De este matrimonio  entre don Vicente y doña María, procrearon 12 hijos, según confiesa el mismo don Vicente, en su testamento.  Veamos:

 “Segundo: Declaro que fui casado en primeras nuncias  con Da. Maria Manuela de Alcalá, de quien tube Doce hijos,  los tres murieron en nuestro matrimonio  y por su fallecimiento quedaron José María, María Josefa, María Aguasanta, José Gerónimo, José Vicente, Pedro José, ANTONIO JOSÉ, José Francisco y María Magdalena de los quales solo viven José Maria, José Gerónimo y Antonio José; que teniendo que pasar a segundas nuncias con Da. Narcisa Márquez,  hize  Ynventario  y Avalúo de los bienes que quedaron con citación del procurador de menores con acuerdo del Tribunal,  de sus resultas correspondían a mis hijos  diez y seis  mil pesos, y a razón del uno  mil  setecientos setenta y siete pesos, seis reales y medio,  de los quales han recibido sus legítimas José María, María Josefa en una esclava y prehendas  quatrocientos pesos, y en plata y en muebles trecientos pesos;  José Gerónimo  y Antonio José han tomado su haver por entero; José Vicente, mil pesos; y Pedro José setencientos en plata y trecientos en un negro nombrado Tomás;  José Francisco y Maria Magdalena no tomaron nada; Aguasanta tomó en su haver  materno“. Copiado textualmente.

         Este connubio duró poco menos de 20 años y fue muy provechoso para ambas partes; las dos familias gozaban de envidiable posición social,  tenían propiedades y muy buena renta, habían heredado cuantiosos bienes.

         Como familia principal de la ciudad de Cumaná, capital de la provincia de Nueva Andalucía, también gozaban los Sucre Alcalá, de fueros reales, y eran los anfitriones por excelencia de la sociedad capitalina, pero también eran los que enfrentaban las situaciones dramáticas a las que estaba acostumbrado  su pueblo.

         En el caso de Don Vicente, no solo por su grado de Coronel del Ejército Real, sino por su estirpe aristocrática, por su riqueza y por ser nieto del Marqués de Preux, Gobernador y Capitán General de las provincias de Nueva Andalucía, Margarita, Barcelona y Guayana;  y por sus prorrogativas, en aquella sociedad mantuana  de la Cumaná de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando nos visita el sabio barón Alejandro de Humboldt y Aimé Bompland, que la dan a conocer al mundo por las maravillas naturales, y en la cual brillaban personalidades muy destacadas; además del gobernador y Capitan General de la Provincia don Vicente de Emparan y Orbe, podemos mencionar al eminente sabio Dr. José María Vargas; el inigualable maestro Fr. Cristóbal de Quesada,  el bondadoso Fr. Antonio Patricio de Alcalá, el ingeniero Isaba Oliver, don Bartolomé Bello, el Dr. Carlos de Pozo Sucre, entre otros; así como  Las familias Sucre, Alcalá, Bermúdez de Castro, Berrizbeitia,  Rojas, Ortiz, Serpa, Vallenilla, Cova, Mayz, Arellano,  Rendón, Ramos, Gual, Graü, Guerra, Martínez Alemán, etc.        Imaginemos a Cumaná gobernando aquel egregio patricio que fue  don Vicente de Emparan y Orbe, la ciudad en  pleno desarrollo económico y social, con un puerto entre los más importantes del continente, y entonces veremos caminar por estas calles a doña María Manuela Alcalá de Sucre, de la mano con la otra María Alcalá de La Guerra, fundando la escuela, el hospital, ayudando a rescatar a Cumaná de las ruinas que dejó el terremoto de 1797, de la peste que se desató en aquellos días de agonía, sembrando bondades entre los niños y parturientas y llevando auxilio a los enfermos.
Pensemos en ese terrible terremoto de 1797, la ciudad desolada, la reconstrucción de los templos y de los barrios, como el de Altagracia y el de Chiclana, como lo describe  Humboldt. ¡Cuanto sacrificio y cuanta bondad derramada entonces por aquella mujer!
         Don Ángel Grisanti nos dice de ella: “Doña María Manuel Alcalá de Sucre, según hemos apuntado ya, se distinguió por su caridad  para con los pobres. Tenía señalada predilección por las mujeres en estado de gravidez. ¿Era ese cuidado solicito que les prodigaba a estas infelices faltas de recursos y a sus criaturas  por venir, un presentimiento de la orfandad  en que iba a dejar a sus propios hijos?
         Lo cierto es que, al saber doña María Manuela  que una pobre mujer estaba encinta y carecía de los medios para dar a luz y mantener a sus criaturas, enviaba donde ella a uno de sus hijos, de unos siete años de edad,  de índole dulce y apacible, con el recado de que viniese a su propio hogar; y, ya aquí, le prodigaba las más tiernas recomendaciones  y la equipaba de cuanto necesitaba para su feliz alumbramiento.

         Doña María Manuela, fue una mujer de temple, de tal palo tal astilla, de ese vientre prodigioso salieron esos 12  hijos guerreros, amantes de su pueblo, cuyo camino  no podía ser otro que el de brindar su vida por la libertad y la felicidad de su pueblo.
Anfitriona por excelencia, le correspondía atender en  aquella sociedad, cuya cultura nadie discute: las veladas, el teatro, la música clásica,  y las delicias de la vida social, los baños en las playas y ríos de la Cumaná risueña de aquellos tiempos, la buena mesa, donde se degustaban los maravillosos vinos españoles y franceses, y las chuchearías que venían de contrabando de las islas del Caribe mar, que formaban parte del comercio diario entre nuestros pueblos caribanos; en ese ambiente se desarrollaba la majestad de Doña María Manuela, que, además de ser una esposa ejemplar y enamorada, fue buena ama de casa, cuyas obligaciones nunca abandonó, en su caso muy particular por su salud, conjuntamente con su prima hermana María de Alcalá, atendía al templo de su religión, a los enfermos, a los niños pobres, a los humildes, al pueblo, y es conocida su largueza en las cosas piadosas, sobre todo en los tiempos del arcediano Antonio Patricio de Alcalá, de los hermanos Quintero, del padre Botino, de Blas de Rivera, a los cuales secundaba en sus altos propósitos, por ser lo mejor que ha dado el clero cumanés, de todos los tiempos.

     Estas dos mujeres, el padre Alcalá y el gobernador Emparan, se dan la mano para fundar y construir el hospital de Caridad y la escuela para los niños pobres;  pero no era tan fácil educar en aquella época, lo más difícil era recoger y repartir los niños todos los días, lo cual hacían con infinito amor.

         Su corta y estoica vida, transcurrió de parto en parto, pacientemente, dentro de su familia rica pero austera. El Todopoderoso le evitó el calvario de presenciar o vivir  el sacrificio y muerte de sus hijos. Dios se la llevó a tiempo.

         Es indudable que Doña María Manuela, recibió una esmerada educación, sobre todo para ser esposa y madre ejemplar, y ella, dotada de extraordinaria sensibilidad, dedicó su amor a su familia y a su pueblo, amó y respetó a su esposo, al cual entregó su vida y su último aliento; amó tiernamente  a sus hijos, los educó bajo la tutoría de los mejores maestros de la Cumaná de entonces, que se distinguía por su cultura, como lo atestiguan Humboldt, Depons y el Consejero Lisboa,  entre otros: ella misma desde la preparación de los bautizos hasta su escolaridad, los llenó con su amor infinito. Ella misma los llevaba a la escuela episcopal de la Iglesia del Carmen, contigua a su casa, y después a la escuela episcopal del Convento de los Franciscanos, donde todos estudiaron gramática y latín;  y como ella misma había recibido una educción esmerada, también colaboraba intensamente en su casa en las tareas de aprendizaje; al principio enseñándoles las oraciones, después en la preparación de los bautizos y las comuniones, tarea esta, que la señalaba por su dedicación, que son solo prestaba a sus hijos sino que colaboraba con las demás damas de la ciudad y del pueblo, que tenía en ella una colaboradora infatigable; aunque no pudo completar esa tarea como hubiera querido,  por su temprana muerte, que lloró todo el pueblo de Cumaná como nunca lo había hecho.

Es, pues  evidente que llamó en su auxilio a los mejores preceptores para la educación de sus hijos, y, también se sabe que los mandó a la escuela graduada, y a la escuela Superior de Matemáticas de don José Joaquín Pineda,   y ya sabemos, que en ese tiempo, en la ciudad se impartían las clases de gramática, aritmética, latín, filosofía y teología superior, del padre Blas de Rivera,  y por supuesto, María Manuela, no perdería esa oportunidad para la superior educación de sus hijos; y nosotros, no dudamos de que la aprovechó, y entre los alumnos de esa institución creada y autorizada por Real Cédula, estuvieron sus hijos.
No es difícil, pues,  señalar que los  hijos de Maria Manuela Alcalá de Sucre,  asistieron  a la escuela regular  y cursaron bajo su tutela,  algunos de ellos con éxito,   toda la primaria y la secundaria, pues los resultados así lo demuestran.

María Manuela Alcalá de Sucre, debe ser coronada como la madre ejemplar de la ciudad de Cumaná, “MADRE DE CUMANA” y así debería ser representada en bronce, para que todas las generaciones por venir, la veneren y le rindan tributo, el día de su natalicio, 21 de marzo,  todos los años.


No 3 DOÑA MARÍA ALCALÁ DE LA GUERRA-

LA PROTECTORA DE LAS LETRAS.

María Alcalá “Protectora de las Letras”, título con el que fue honrada por el Ayuntamiento Cumanés,, fue la principal animadora  y fundadora de la Escuela de Primeras Letras de Cumaná para niños pobres, ya existían escuelas episcopales en las iglesias y conventos, donde asistían los niños blancos y ricos.

Veamos algo de sus ilustres ascendientes. Servicios prestados por la distinguida matrona, a la instrucción de los niños pobres, sacado de las páginas del padre Ramos Martínez, y de un informe publicado en el bisemanario “SUCRE”, del año  1928, en sus números 367 y 368.

“Jamás podrá pronunciarse entre nosotros sin un sentimiento de profunda veneración el respetable nombre de doña María de Alcalá, fundadora de la antigua escuela de primeras letras de la ciudad de Cumaná.
Fruto de bendición fue doña María del enlace del capitán don Diego Antonio de Alcalá con Doña Isabel Ma. Rendón Sarmiento, cuyas familias, desde su origen, fueron de las más notables de Cumaná, no tan solo por su rango, sino sobre todo por sus virtudes y por los servicios prestados en distintas profesiones y empleos.

Cuando hubo entrado en  su segunda mitad el siglo XVIII la parentela de Doña María de Alcalá servía a la vez varios cargos de los de mayor importancia en la Nueva Andalucía y en la Isla de Margarita. Su padre fue por más de medio siglo escribano público, del cabildo y del gobierno, visitas, registros y juzgado de Hacienda; su hermano don Antonio, Tesorero de las reales cajas; su otro hermano don Pedro, Guarda Mayor por más de treinta años; don Juan Bautista, hermano suyo también, Justicia Mayor y Comandante de las Armas en Rio Caribe, Corregidor de Píritu y Clarines, y Alcalde Mayor dé Cumaná; Fray Diego, Prior y Vicario in capite del Convento de dominicos, por varias ocasiones; su cuñado, don Manuel Sánchez, Ayudante Mayor de la Plaza de Cumaná, y Comandante de Artillería; don Francisco Mateo Guerra de la Vega, también cuñado y sobrino político suyo, Justicia Mayor de Río Caribe, y Regidor perpetuo del Ayuntamiento de Cumaná; su pariente don Antonio Patricio Alcalá, Vicario Superintendente de los Anejos Ultramarinos del Obispado de Puerto Rico; su sobrino don Francisco Alcalá Mayz, Corregidor de San José y Casanay, y Capitán conservador del pueblo de Caripe; su otro sobrino, don Diego Antonio Alcalá Figuera de Cáceres, Corregidor de Píritu y Clarines; el doctor don Diego Antonio Alcalá Mayz, cura de la ciudad de la Asunción, y el Br. Don Silverio de Alcalá, cura y vicario de Cariaco.

Si grato es recordar en obsequio a Doña María Alcalá,  la excelencia de su linaje, mucho más lo es reconocer que su mayor gloria la conquistó ella misma, contribuyendo a realzar el suelo de su nacimiento con la difusión de las luces entre la juventud  ¿Quien ha hecho en Cumaná lo que ella en beneficio de los  niños pobre? Se preguntaba el cronista en esa época, y respondía:

“ Mandó edificar una casa con un salón capaz de contener cien alumnos y con habitaciones suficientes para la familia del preceptor. Pagó de su peculio por algunos años el sueldo del Maestro; y para que en lo sucesivo se sostuviese la escuela, impuso a censo en las cajas reales  la suma que juzgo bastante en aquella época para la subsistencia del plantel.  El título de Protectora de las Letras, hará siempre amada su memoria en el pueblo cumanés, que tiene todavía perfecto derecho a gozar de su munificencia, pues, si ha desaparecido la casa, la imposición con que cargaba el real erario la reconoció como deuda nacional la República de Venezuela en el tratado que celebró con España en 1845”.  En estos tiempos nadie se acuerda de eso.

         Murió sin hijos, de más de sesenta años esa caritativa señora, el 8 de febrero de 1788. Su marido, de quien se había separado judicialmente hacía mucho tiempo, falleció en Río Caribe en 1801. Su muerte vistió de luto al pueblo cumanés que la reconocía y veneraba  como una santa

Transcrito, con cortos comentarios,  de la obra “Memorias para la historias de Cumaná…”, del sacerdote y excelso cronista Fr.  José Antonio Ramos Martínez.


CRÓNICA DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA GRATUITA DE CUMANA.  (Tomado del bisemanario “Sucre” ).

Doña María de Alcalá fundadora de la escuela gratuita de esta ciudad hizo construir a sus expensas en 1778 en la actual calle de Ribero una casa que destinó a realizar el eminente pensamiento de piedad que había concebido, asegurando de una manera duradera la ilustración necesaria al pueblo donde vio la primera luz. Una vez verificada solamente la instalación, congregados en el local los niños que debieran concurrir a  nutrir su entendimiento de las nociones fundamentales  del saber, la benefactora confió la enseñanza de ellos a la inteligencia de un preceptor de acreditada moralidad a quien pagaba de su peculio un sueldo mensual. 

         Ese edificio que ella donó a tan plausible objeto sacrificando generosamente una parte de sus bienes siendo por su bien calculada distribución capaz de contener en su espacioso salón cien alumnos, y en su interior la familia del preceptor, fue destruido en parte por la catástrofe del 15 de julio de 1853. La fundadora solicitó de la Corte de España desde el 5 de julio de 1783 por conducto del Gobernador de estas provincias, Don Miguel Marmión, el permiso de imponer a censo en las reales cajas la suma de 3500 pesos a la subvención del sueldo del maestro de primeras letras.    Ella se reservaba durante su vida el derecho de percibir del fisco y pagar los proventos mensuales: invitar opositores al desempeño de la escuela y el de presentación de candidatos al Ayuntamiento, a quien atribuyó la elección o nombramiento el examen y justificación de buenas costumbres era de la incumbencia del Vicario de Cumaná entonces superintendente de los anexos del Obispado de Puerto Rico.

El Rey de España, a quien se dio cuenta de este asunto al acceder a tan piadosas proposiciones aceptó todas las condiciones, incluso la responsabilidad del erario para el pago de los réditos cuando tuviesen efecto la entrega de la suma ofrecida mandando en consecuencia al mismo tiempo que hacía honorífica mención del raro desprendimiento de la fundadora le guardasen los fueros y consideraciones que merecía como patrona de tan cristiana institución. Así consta extensamente acordado en la Real Cédula expedida en Aranjuez el día 16 de diciembre de  1786 de conformidad con la anterior  de 5 de diciembre de 1783 sobre la materia.

Habiendo sufrido una interrupción de dos años en la enseñanza gratuita y corrido el riesgo de perder Cumaná tan preciso bien con motivo de las competencias que se suscitaron entre doña María Alcalá y el Vicario Superintendente que pretendió usurpar el uso de las atribuciones que ella se había reservado se abrió de nuevo la escuela el 27 de marzo del año 87 por mandato de la fundadora previa las decisiones arregladas y de estricta justicia, que obtuvo a favor de su legítimo derecho en cuya virtud había ocurrido en queja con las actuaciones y documentos concernientes.

         Una Real Cédula comunicada por órgano oficial, con fecha 24 de marzo citada, anunció al Vicario la desaprobación de su inconsulto prescribiéndole el ejercicio de las atribuciones que le habían sido previamente concedidas; a la vez que el previsor del Obispo en Sede Vacante le exitó seriamente a abstenerse en lo sucesivo de  todo acto jurisdiccional que no fuese de su competencia.

Por la muerte de la fundadora, acaecida el 8 de febrero de 1788, solicitó su primer albacea el beneficiado don Antonio Patricio de Alcalá, del Gobernador Antonio Pereda, en 15 de abril del mismo año que se llevase a efecto el mandato de la Real Cédula en lo relativo a la imposición sobre el fisco. En seguida asistió personalmente  a su despacho y demostró la suma que había dejado a su cargo la liberal protectora de la educación popular.    

         Contestación siguiente.

         En Nota de 13 de abril de 1789 dio US cuenta que por muerte de doña María Alcalá, había tenido efecto ponerse en las cajas reales de esa ciudad los 3500 pesos de capital  que ofreció para dotación de una escuela pública de primeras letras fundada a sus expensas, y que S M se sirvió mandar recibir en ellas por real cédula de 16 de diciembre de 1786, con lo que quedaba corriente y clausurado este asunto. Y habiéndose visto en el Concejo ha acordado contestar a US  su recibo como lo ejecutó  -Dios guarde a US muchos años- Madrid 24 de febrero de 1790 – Antonio Ventura de Taranco- Sr. Gobernador de Cumaná.

         Este crédito que fue reconocido por ley, después de nuestra emancipación política y asegurado por el tratado celebrado entre la República de Venezuela y el Gobierno Español en 30 de marzo de 1845 está radicado como deuda nacional.

         La Aduana de esta ciudad satisfacía puntualmente los réditos mensuales hasta el año 1852.

         Deducidos 142  pesos provenientes de una transacción celebrada en abril último, la acreencia actual del ramo de instrucción primaria contra el tesoro por réditos devengados hasta 30n de junio próximo pasado ascienden a la cantidad de 615 pesos 53 centavos y para su cobro directo a la Aduana de este puerto se nota el inconveniente de haber sido saldada por Tesorería.

         Una vez obtenido el Gobierno Supremo el pago de esa suma, por difícil que parezca a primera vista su consecución, el poder a quien incumba contribuir a promoverlo  debería destinarla a la reconstrucción del salón de la escuela que la fundadora levantó a sus expensas, a fin de restablecer en él la enseñanza. No puede darse hoy mejor inversión a los proventos que se obtengan por ese respecto, ni que sea más conforme a la voluntad de la benefactora; puesto que esos productos no pertenecen a los fondos municipales, ni conviene distraerlos de su verdadero objeto: por cuyo motivo están exentos del pago del diez por ciento de contribución nacional, a que la ley afecta los impuestos interiores de las provincias.

          Por lo demás déjese al tiempo y al patriotismo de los funcionarios públicos el cuidado de terminar la refacción de ese edificio memorable que tiene el relevante mérito de haber servido para la educación de la juventud durante el transcurso de tres generaciones.   


No 4 - DON VICENTE DE SUCRE PARDO Y GARCIA URBANEJA


           “Si Venezuela, dentro del Continente, es la cuna de los héroes y Tábor de los mártires; Cumaná, dentro de Venezuela, es la fragua donde se  forjaron esos héroes y el calvario donde se crucificaron esos mártires”.
“…es de justicia insistir en que Don Vicente posee méritos propios para figurar entre los más esforzados paladines de nuestra libertad, y entre los mártires de nuestra epopeya; y en que sus venerados restos reclaman un puesto  digno en el Panteón Nacional, donde descansan otros con credenciales  menos auténticas  que las suyas. Ángel Grisanti.  

Séptimo hijo del matrimonio de Don Antonio de Sucre Pardo y Trelles,  y doña Josefa Margarita García de Urbaneja y Sánchez de Torres. El y toda su familia merece el trato de héroes de la Patria.  Nació en Cumaná el 23 de julio de 1761. Vivió en una época de consolidación de la ciudad y sus instituciones, y don Vicente fue factor importante en esos años, en los que el patriotismo era estimulado por la propia sociedad culta, que recibía el legado de la filosofía política, tanto de Europa como de los Estados Unidos. La sociedad cumanesa se enorgullecía de su adelanto, vivían entre nosotros hombres y mujeres de gran valía, tales como el sabio José María Vargas,  el no menos sabio don Bartolomé Bello; teníamos maestros como Fray Cristobal de Quesada,  Blas de Rivera, María Alcalá de la Guerra, José Luis Ramos, Antonio Patricio de Alcalá, José Joaquín Pineda, y pare usted de contar.  

Antes del movimiento emancipador Don Vicente, además de ser Jefe de la Fuerza Real,  participó en política, y fue  Regidor y Alcalde Ordinario del Ayuntamiento de Cumaná en 1799 y 1800, lo que da una idea de sus cualidades civiles.

Cuando Cumaná entra en el movimiento emancipador, ocupa la primera línea,  siendo el Comandante del Cuerpo de Nobles Húsares de Fernando VII,  le correspondió liderar, el movimiento iniciado  por la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810, y lo hizo con entrega total, con conciencia de Patria, a la cual brindó todo su coraje y todo lo que tenía, aquel grande hombre.  


Figuró luego como miembro principal del poder ejecutivo de Cumaná.

En efecto, en las elecciones del 14 de mayo de 1812  fue electo  por mayoría de votos, como miembro principal del Poder Ejecutivo de la provincia, que  quedó constituido, por él mismo, en su condición de Jefe de las fuerzas militares de la Provincia y los demás méritos que adornaban su personalidad, lo mismo se puede decir de los otros dos miembros: así quedó constituida la Junta Suprema de Gobierno: por el  Coronel Don Vicente Sucre y  García, el presbítero Don Diego Gaspar Botino y Salaverría,   Don José Miguel de Alcalá.   Un triunvirato patriota y sabio.
Tanto el Padre Botino como Don José Miguel de Alcalá, merecen un reconocimiento aparte, y se lo daremos.

Para conocer el carácter de Don Vicente tenemos que imaginarlo al frente de la flota patriota que fue destacada para controlar un brote realista en Barcelona. Entonces lo vemos como  General en Jefe del Ejército de Cumaná, al frente de la expedición punitiva, que va con 18 naves de guerra y 1000 hombres,  partió del puerto de Cumaná a principios de junio de 1812;  su misión fue, someter la provincia de Barcelona, que se había rebelado contra el nuevo gobierno.
Esta flota surgió frente al puerto de Píritu, pueblo este que ocupó sin  resistencia; y antes de emprender las acciones contra las fuerzas de la ciudad, Tuvo noticias de la capitulación de Miranda en San Mateo, entonces determinó salir para Cumaná; Todo hace pensar que José María y  Antonio José, sus hijos,  y el héroe barcelonés,  José Antonio Anzoátegui, que estaban cumpliendo una misión encomendada a ellos por Generalísimo Francisco de Miranda,  se le unieron y también combatieron contra Morales.  El enfrentamiento con el realista comandante Francisco Tomás Morales, fue una sorpresa, que se produjo por un descuido al  momento de embarcar sus tropas, en esa acción perdió varios hombres, pero después de darle merecido castigo al imprudente jefe español que comandaba una partida de fanáticos. Seguramente el joven Mariscal lució sus conocimientos  en artillería adquiridos bajo el mando de Miranda, y que le fueron tan útiles en su carrera. 

Don Vicente llegó al puerto de Cumana, donde fue recibido como si no estuviese pasando nada; pero había un nuevo Gobernador español, gracias a Dios, su amigo personal, decidió quedarse y por si acaso enviar a sus hijos para Trinidad donde Antonio José podría estudiar el idioma inglés y José María, atender los negocios que su familia tenía en esa colonia Inglesa.   Después de la partida violenta del gobernador Don Eusebio de Escudero, y firmada la Capitulación, aparentemente habría calma. El Cabildo de Cumaná, nombró  a Don Eusebio de Ureña, como Gobernador y Capitán General de la Provincia,

Don Vicente continuó prestando servicios en el ejército español hasta el 16 de diciembre de ese año; en que fue apresado por orden de Cerveriz que lo remitió a las bóvedas del castillo  de La Guaira, junto con eminentes cumaneses y sacerdotes como el padre Botino, el padre Callejón, que murió en esa cárcel,  el padre Márquez, todos ellos  fueron vejados y escarnecidos.

Volvió Don Vicente a la libertad en 1813 cuando Bolívar entró triunfante en Caracas.

Casó dos veces en Cumaná; el 1°, con doña María Manuela Alcalá y Sánchez,  el 8 de diciembre de 1782, hija de don Pedro de Alcalá y Rendón Sarmiento y de doña Juana Sánchez Ramírez de Arellano y Vallenilla; y el 2°, con Narcisa Márquez de Valenzuela y Alcalá, hija de don Pedro Márquez de Valenzuela y Vallenilla y de doña Ana María de Alcalá y Mayz.  Procreo también hijos fuera del matrimonio, son conocidos sus hijos con doña María Echegaray con quien procreo tres hijos. Fueron hijos del primer matrimonio:

1.- Don José María de Sucre y Alcalá, al igual que todos sus hermanos, natural de Cumaná, nació el 9 de noviembre de 1783, alcanzó el grado de coronel bajo el mando de Mariño. Pasó a Barcelona, Venezuela. Y casó con doña Josefa Hernández, de esa naturaleza, en quien hubo sucesión. Falleció en 1855.
2.- Doña María Aguasanta de Sucre y Alcalá, nació en 1788, casó con don Antonio Cortegoso, natural de la Coruña, de quien hubo 8 hijos y con los cuales pereció en un naufragio cerca de Cuba, en 1821, donde estaba refugiada.
3.- Doña María Josefa de Sucre y Alcalá, que corrió la misma suerte de su hermana. Murió soltera sin sucesión.
4.- Doña Magdalena de Sucre y Alcalá, falleció soltera sin sucesión el 16 de octubre de 1814, cuando Boves tomó la ciudad, la niña se encontraba gravemente enferma cuando los soldados asaltaron su casa, al parecer fue brutalmente maltratada.
5.- Don José Jerónimo de Sucre y Alcalá, nació el 23 de mayo de 1791, se incorporó al ejército de Mariño en 1813, en 1826 al gobierno de Colombia lo ascendió a coronel, después de prestar valiosos servicios a la causa de la Independencia;  fue diputado y senador  por Cumaná, en 1837 y 1846; recibió de Mariño, Bermúdez y Bolívar  honores militares  y estima personal.  Prócer de la independencia, contrajo matrimonio con doña María del Rosario Sánchez de Torres y Salaverría, hija de don Pedro Sánchez de Torres y Planes, y de doña María Dominga de Salaverría y Freites. Murió de cólera en la Asunción-Margarita, el 17 de octubre de 1854, siendo secretario del general Francisco Esteban Gómez.
6.- Don José Vicente Sucre  y Alcalá, nació en Cumaná el 20 de agosto 1791. Enfermó de elefancia y fue sacrificado por las huestes de Boves que tomaron la ciudad de Cumaná el 16 de octubre de 1814,  tenía 23 años, murió soltero sin descendencia.
7.- Don Pedro José de Sucre y Alcalá, nació en Cumaná, fue bautizado el 15 de setiembre de 1793. Obtuvo de la Junta Revolucionaria de Cumaná, el grado de subteniente en 1810, acompañó al general Mariño en la campaña de 1813 y bajo su mando  combatió en Bocachica, el Arao, Carabobo y La Puerta, donde fue hecho prisionero  y ya ascendido a Capitán  pasado por las armas por los comandos de Boves,  en la plaza de la Victoria.
9.- Don Francisco José de Sucre y Alcalá, nacido el 23 de enero de 1799, después de ocupada por Mariño la ciudad de Cumaná el 2 de agosto de 1813, Francisco fue recomendado por el propio Mariño  al ejército  con especial distinción antes de cumplir los 15 años. Alcanzó el grado de teniente, combatió en Cariaco contra Morillo y  Canterac, capturado  el 10 de junio de 1817,  fue sumariamente ejecutado a los 18 años. Murió soltero, sin sucesión.
Fueron hijos del segundo matrimonio de Don Vicente de Sucre Pardo y García Urbaneja con doña Narcisa Márquez de Valenzuela y Alcalá. En su testamento dice que procrearon 17 hijos de los cuales solo menciona los siguientes:
1.- Don Carlos de Sucre y Márquez
2.- Don Vicente de Sucre y Márquez
3.- Doña Ana María de Sucre y Márquez, muertos en la infancia.
4.- Doña Margarita de Sucre y Márquez, casada en 1822. Sin descendencia.

5.- Don José Manuel de Sucre y Márquez, nació en Cumaná el 5 de febrero de 1805, contrajo matrimonio con su pariente doña Maria del Rosario de Alcalá y Alcalá hija del capitán don José Leonardo Alcalá en su segundo matrimonio con doña Luisa  Josefa de Alcalá y Bermúdez de Castro. Dejó descendencia.
6.- Don Juan Manuel Sucre Márquez,  nació en Cumaná el 8 de diciembre de 1809, casó en Cariaco el 4 de julio de 1837 con doña Águeda Moor.  En 1840 se trasladó a Ciudad Bolívar con su familia, donde falleció en 30 de enero de 1889. Desempeño importantes funciones públicas y fue uno de los firmantes del Acta de la Constitución de 1874. Dejó sucesión:

         7.- Doña María Manuela Sucre Márquez, casó con don Ciriaco Ramírez Alcalá, hijo del regidor  don José Francisco Ramírez de Bastos y de la Guerra Vega y de doña Inés Catalina de Alcalá y López de Brito. No tenemos los datos de sus sucesores.

         8.- Doña María Magdalena de Sucre y Márquez, nació en Cumaná en 1816, y casó con don José María Betancourt y Machado, hijo del prócer don Antonio José de Betancourt y Arredondo y de doña Teresa Machado y López de Brito. Procrearon a: doña María Josefa Betancourt Sucre casada con don Ignacio Marcano Betancourt, hijo de don Ignacio Pío Marcano  y Alcalá y de doña Lorenza de Betancourt y Vetancourt, con sucesión, doña Narcisa Betancourt Sucre casó con el Dr. Jerónimo Salazar Manterola, hijo de don Marcos Salazar y Vetancourt y de doña Ascensión Manterola Mayz; Don Pedro Betancourt Sucre,  casó con doña Catalina   Barceló Guerra, hija de don José Manuel Barceló Marcano y de doña Petra de la Guerra Vega y Alcalá, con sucesión adoptiva; Don José María Betancourt Sucre,  casó con doña Josefa Montbrún Otero; don Inocente Betancourt Sucre, casó con doña Josefa Pesquera; don Antonio José Betancourt Sucre, casó con doña Teotiste Lanz; Don Eduardo Betancourt Sucre, soltero; Don Guillermo Betancourt Sucre , casó con su prima  doña Narcisa Grillet y Sucre.

         9.- Doña María del Rosario Sucre Márquez,  llamada la Griega por su belleza, nació en Cumaná en 1818, casó dos veces: la 1°, con don José Manuel Guerra  y Bermúdez de Castro, viudo de doña Maria Josefa de Alcalá e hijo de don José Antonio de la Guerra y Vega Ramírez y de doña María de la O  Bermúdez de Castro y Figuera de Cáceres, hermana  del general José Francisco Bermúdez y Figuera, héroe magnífico de la independencia. Doña María falleció en 1902, y en sus matrimonios hubo a: don José Manuel Guerra Bermúdez y Sucre, doña Josefa Manuela Guerra Bermúdez y  Sucre, que casó con el general  Pedro Elías Rojas y Rojas, hijo del escribano don Pedro Rojas Casanova y doña Josefa Isabel de Rojas, con sucesión; su 2°, con don José María Sucre Márquez, con sucesión.   









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No 5 - ANTONIO JOSE DE SUCRE,  General En Jefe y Gran Mariscal de Ayacucho.

Cumaná 3-02-1795 – 4 -06-1930

 


En el discurso de Marco Tulio Badaracco Bermúdez, pronunciado el 9 -12- 1924  ante el retrato del Gran Mariscal, en el Club Cumaná.

No debía faltar el homenaje de este Club, constituido por un grupo distinguido de la Sociedad Cumanesa al egregio cumanés de preclara estirpe, el caballero Sucre. El que preside nuestra gloria que como un Dios penante guarda nuestra leyenda, inbuyéndola de generosidad y heroísmo, es de justicia que en esta gran fecha centenaria, reciba aquí también el tributo de veneración que todos le debemos.

         Acaso sea yo el de menos aptitudes para cumplir este intento; pero cuando todo pensamiento es en este instante a manera de turíbulo que da su mirra más ideal y parece prosternares de admiración ante el héroe, cuando cada corazón acelera su latido para amar la memoria del paladín inmaculado, cuando vemos cada pupila de mujer embellecerse, hacerse más cálida y fulgente para envolver en su éxtasis a la efigie gallarda, gloriosa y mártir del triunfador en Ayacucho, puedo confiar en que mi tarea será fácil y que nuestra admiración, unida, supla las deficiencias de mi inelocuente  decir.

         Para la época de la colonia, al margen ya la guerra emancipadora, era Cumaná una ciudad floreciente, encanto de cuantos la visitaron. Bien lo pregonan así sus ruinas, que muchas nos cuentan del rango, comodidad y esplendidez de las nobles familias que las erigieron y habitaron. Esta madre fecunda, que así podría titularse Cumaná, fue a manera de surco en donde se arrojó la simiente para el cultivo de la multitud de distinguidos hogares que hoy pueblan la República. Casi la totalidad de los proceros apellidos que en la actualidad son gala de la sociedad venezolana tienen entronque en esta ciudad o podría comprobarse que de aquí han surgido.

         Un viajero francés calcula que Cumaná tenía para el año 1750 que él la visitó, alrededor de diez mil almas, contados únicamente los españoles, los extranjeros y los descendientes de ambos, ya que para esa oportunidad no constituían población los esclavos ni los indios. En alguna parte hemos leído que el número de  catalanes se elevaba a los miles y que en la espantosa masacre que fue la Guerra a Muerte, perecieron los más y emigró el resto.

         Era Cumaná  una población activa, laboriosa, emprendedora. Su situación privilegiada, abierta hacia todos los horizontes, propicia a recibir de las diversas direcciones del mundo cuantas luces quisieron llegar, la hizo apta, desde su fundación, para colocarse brevemente a la altura de cuantas ideas renuevan continuamente el ideal humano. De esta suerte el cumanés fue entonces, un tipo de individuo avanzado en sus anhelos, dispuesto a aceptar sin reservas y conscientemente, cualquier tendencia que  envolviera en si un propósito de renovación social, de libertad o de progreso.

         Había aquí industrias prósperas, el azul de tonalidades diversas de nuestro cielo parecía hacerse tangible y beneficioso en esa hierbecilla fecunda que se denomina añil los naranjos odoraban nuestros campos, el cocotero mecía sus cimeras  por encima de la sabana verdeante, con mayor pompa, gallardía y frescura que lo hace ahora. Humboldt el sabio inmortal que llevó tan hondo en su corazón hacia los países civilizados  el nombre de Venezuela y con ella el de Cumaná, primera tierra que pisó en América en su viaje directo desde España, nos ha dejado una descripción  feliz de la impresión que recibió al tomar puerto  y divisar la cortina de palmeras que bordean el Manzanares. Este hombre universal, de universales y profundos conocimientos, encontró aquí personas ilustradas con quienes departir sin sonreír con malicia por el criterio disparatado de sus interlocutores, de quienes recogió multitud de observaciones que enriquecen sus obras.  

         Dice Michelet que la historia es una resurrección  y así sería en efecto si del fondo del  pasado, de debajo de los vetustos escombros, pudiésemos desenterrar los movimientos, los ensueños, los proyectos varoniles, las intenciones de nuestros antepasados  y ofrecer rediviva la actuación que correspondió a cada uno de ellos en los días genésicos de nuestra libertad y en la faena cruenta de erigir la soberanía con la conquista de la Independencia Nacional. Veríamos entonces resurrecta a Cumaná y gloriosa como nunca en esta ocasión en que se rinde homenaje  de veneración al más hidalgo de sus hijos. 

         En este medio ambiente que he querido bosquejar sucintamente, nació en Cumaná, Antonio José de Sucre, séptimo hijo de Don Vicente de Sucre y doña María Manuela de Alcalá. Sus primeros años corrieron, sin duda, como la de muchos rapazuelos que pululaban en esta urbe privilegiada por la Madre Fecundidad. Correrías en los campos, natación en el río Manzanares, expediciones a las riveras marinas que circundan esta región, llamada alguna vez pomposamente: La Nueva Andalucía.

         Los primeros estudios de Sucre cursaron en la Escuela de Ingeniería del Colegio sito en el barrio de San Francisco. A los quince años de su edad se le encuentra en Barcelona. Haciendo sus primeros servicios militares. Algún historiador y el Libertador mismo lo sitúan al lado de Miranda, como oficial distinguido, cuando el  desastre de Valencia.

         No hay un desmayo en su misión de Libertador, no desdice un solo momento del amor a su Patria y su consagración a la causa de América. De los tenientes de Bolívar  fue Sucre el que mejor  supo valorar el ideal máximo de aquel cerebro de maravillas, y por esa cabal apreciación fue el más leal, el de mayor pujanza y de más estupendos éxitos en la Guerra Emancipadora.

         La expedición de Chacachacare, en el año del 13, lo cuanta entre sus promotores. Para el año 16, viniendo de Trinidad, naufraga sobre el piélago del Paria, y a punto estuvo de que pereciera con él en las furiosas Bocas del Dragón colombiano el soldado que dio a nuestra guerra libertadora el toque de excelencia, el ejemplo más asombroso de serenidad en el vaivén de la tormenta y de  piedad humana en la llamarada sangrienta de las pasiones. Cual nuevo Cesar sobre liviano esquife prueba fortuna y se salva, se salva para bien de la humanidad, porque es a él, a su magnanimidad mil veces puesto a prueba, a quien se debe la primera palabra de perdón en Trujillo y quien va a fijar luego la capitulación de Ayacucho que es albura de ala sobre negror de garra. 

         El sitio de Cartagena donde está indoblegable la valentía de Bermúdez, lo tiene entre sus tenientes estratégicos, y donde quiera que el cañón español abre una brecha allí comparece la figura de águila de este predestinado, esbelta y ágil, oponiéndole su genialidad militar como poderosa valla.

         Sale en Arauca al encuentro del Libertador y es allí el primer tropieza en que la diplomacia de pinceladas supremas del futuro Mariscal  gana su primer accésit … Ante la dignidad herida del imberbe adalid, Bolívar doblega su acritud, rectifica, adivina el genio y le confía la delicada misión  de comprar elementos de guerra en las Antillas. De modo satisfactorio ejecuta su comisión y queda desde luego ligado a la mente del  semidiós  para las grandes trayectorias que había de recorrer.
         Ido al Sur en la misión delicada de incluir Guayaquil a la Gran Colombia, su acierto, su seducción personal, su tacto político, le gana al minuto las más adversas voluntades y la feraz región queda de hecho como era justicia que así fuese, inclusa al Ecuador. Y fue allí Pichincha la que revela al militar de escuela en las altas estribaciones andinas, que dio liberación a Quito y preparó la expedición y el peldaño de Junín.

         Enviado al Perú se destaca y desenvuelve allá en el tumulto de los partidos, por encima de las intrigas y los odios, su magnífica personalidad. Realiza prodigios de civil estrategia la férrea ductilidad de su carácter y se sobrepone y destruye la urdimbre de felonías de los enemigos de la libertad y de la soberanía de América. ”Preparad el comino del Señor, enderezad sus sendas…”  Y así fue él, nuevo Bautista, quien trilló la vía de sucesos inmortales que había de recorrer Bolívar, entre loores de los que aprendían entonces a ir sin cadenas por las calles embanderadas con la enseña de Miranda, el Precursor.

         Confiádole que le fué el Ejército del Sur, verifica la campaña del Perú, perfecta en sus trazos y gana la batalla Ayacucho, éxito éste que quizá otro que no él, hubiese mancillado con venganzas exterminadoras, pero que él levantó a la más dignificante gloria humana, concediendo la Capitulación que se llamó Tratado de Quinúa

La Batalla de Ayacucho  señores libra a la América del tutelaje colonial y si es cierto que la Madre Patria trajo al Continente su idioma, su religión, sus costumbres, sus instituciones, sus ideales, su heroísmo,  todo cuanto poseía de grade  y civilizado, no es menos cierto que no hay bien para el hombre como la libertad ni honra para los pueblos  como la soberanía.

          Un glorificador de Sucre, el Dr. Sherwell dice: ”Ayacucho tiene un significado más comprensivo: es el último capítulo de las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del principio de que América pertenece a sus hijos  y que a sus hijos solamente  toca determinar cuáles han de ser sus destinos”
 
         Todo en Sucre es armónico: Su perfil, su mirada, su carácter,  como que su persona compartiera y reflejara la serenidad inmensa de su elevado espíritu. Raros son los ejemplos de hombres que con la actuación guerrera de Sucre hayan logrado como él tener en cada momento la plena posesión de sí mismos. Desde niño su voz se impone en los Concejos por los aciertos y sabiduría de sus opiniones así se le ve pensar en Ayacucho solamente en los reclamos  de la bondad, en Tarquí en los reclamos de la justicia  y en Chuquisaca cuando doce hermosas quieren arrastrar  su carroza, surge inmediatamente el gentil- hombre  y coloca la espada vencedora en cien combates  para que sea conducida  por las albas manos proceras,  ya que él se juzga indigno  de tan extremoso y divino homenaje.

         Gentilísimas damas:  El denodado Sucre, este tipo de selección de la estirpe américo-española, enigma histórico que aún está por estudiar en su carácter y en su genio, el militar severo de indoblegable voluntad, tuvo dos grandes pasiones  que aparecen en multitud de instantes de su preclara existencia: fueron ellas, su amor por Cumaná y su amor a una mujer… Su amor a Cumaná constituido de sus tiernos recuerdos de la infancia, del cariño al lar nativo en donde muchos de los suyos  fueron mártires del culto a la Patria; y el amor a aquella ingrata mujer ante quien rindió ferviente y galante sus preseas, su personalidad, su fama esplendorosa, su vida toda serenidad, toda consagración al deber, a los reclamos de sus hermanos de opresión y a la emancipación y grandeza de América.

         La Junta Directiva del Club Cumaná me ha honrado al confiarme la palabra para que yo sea quien lleve su representación en este acto solemne. Declaro pues, señores,  inaugurado el retrato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en este sitio de honor del Club Cumana.  Señores…



El retrato de Sucre lo dibuja  en multitud de observaciones el propio Libertador.

“El espíritu de Ud. es fecundo en arbitrios, inagotable en medios cooperativos, la eficacia, el celo, y la actividad de Ud. sin límites. Emplee Ud.  todo esto y algo más para conservar la libertad de la América y el honor de Colombia. El designio es grande y hermoso, y, por lo mismo, digno de Ud.”  Bolívar. (18)

Diego Benalcazar,  pintó a Sucre en  Quito en 1827, no se sabe si Sucre posó para este retrato, sin embargo él lo conservaba. Es el retrato civil de un hombre joven enfundado en un traje de la época, tal vez un frac: chaleco blanco, bufanda y camisa blancas; su rostro sereno, denota carácter firme. La tez blanca,  ojos tristes pero bondadosos,  llenos de infinita ternura; la nariz perfilada un poco combada; boca sensual,  labios perfectos,  cabello abundante y ensortijado, las patillas  cubren gran parte  de las mejillas  por ambos lados; la frente amplia y elocuente. Este retrato, sin lugar a dudas, sirvió de modelo a Tovar y Tovar. Es indudable, a mi modo de ver, que lo identifica cual ningún otro, y se puede corroborar en los rasgos de la descendencia de esa familia; creo que Sucre  lo mandó a hacer, “el mismo” para su novia, Mariana de Carcelén.

          J. A. Cova  lo pinta mucho mejor, dice: “el aspecto de Antonio José de Sucre, estaba en perfecta armonía con el equilibrio de su espíritu. La severidad de su talante, -admirable en el lienzo de Tovar y Tovar- encajaba perfectamente dentro de la firme contextura psicológica del “redentor de los hijos del sol":

“De estatura regular, delgado,  sin ser enjuto, de cabeza simétrica y sin prominencias: la frente vasta,  con pronunciadas entradas; el pelo negro, ensortijado y recio; la piel blanca, pero curtida por la intemperie de 14 años de guerra; cejas delgadas y perfectas; ojos castaños, expresivos y dulces; la nariz larga y ligeramente combada; la boca de labios finos y salientes; la barba redonda; las mejillas tersas y apenas sombreadas por estrecha y corta patilla; el entrecejo ligeramente marcado  y rara vez se acentuaba para mostrar el rostro ceñudo. Una suave expresión de dulzura animaba el rostro dentro de su marcialidad característica. La sonrisa frecuente dejaba ver los dientes blancos y bien cuidados. No era hombre de temperamento proclive a ruidosas carcajadas; reía momentáneamente y pasajeramente y por una educación esmerada y un admirable control de sus nervios dominaba las ruidosas demostraciones de alegría, del pesar o de la cólera”. (17)

SUCRE, fue la mano derecha de Bolívar en la emancipación de América. Soldado ejemplar, sabio, prudente, símbolo del heroísmo, mártir de la libertad. Hijo epónimo del Estado Sucre. Gobernador sin tacha de Bolivia. Padre del Derecho Humanitario Internacional. En él se sintetizan las virtudes humanas,  que se concentraron en grado de excelencia. 

        

Sucre se formó física y espiritualmente para asumir su destino; desde muy pequeño conoció el uso de las armas, la equitación, la cacería, la natación y el rudo trabajo del campo.  Ningún investigador o historiador ha negado que Sucre tuvo una educación esmerada,  se expresaba bien en español, francés e inglés, y su caligrafía era impecable; en lo que si hay dudas, es en donde y como la recibió; por mi parte no dudo que la recibió en Cumaná, dentro del seno de una familia pudiente y  del sistema existente para la época.  No vamos a defender  el proceso educativo en la ciudad, ni la aptitud del niño para aprender, baste decir que era la capital de la Provincia de Nueva Andalucía, y que por lo tanto tenia los mismos elementos e instituciones, no más,  y con los mismos inconvenientes de otras capitales de  provincias y ciudades de su mismo rango y época; existen pruebas y resultados; y, con detalles, que pueden ilustrarlo, porque no se duda de la existencia de  fray Cristóbal de Quezada,  educado en Cumaná, maestro de Andrés Bello, Príncipe de las letras americanas; y los maestros, que no viene al caso mencionar,  de la misma generación; no hay dudas sobre la tía de Maria Manuela de Alcalá, Doña  Maria de Alcalá, ejemplar mujer que fundó la primera escuela para niños pobres en Venezuela; y que aquí se formaron y predicaron los más de 300 clérigos cuyos nombres y ejecutorias son señalados en la obra “Memorias para la Historia de Cumaná y Nueva Andalucía” del fraile José Antonio Ramos Martínez (12), eximio cronista “ex oficio” de Cumaná. La educación de ellos adquirió fama en todo el Continente, y fueron muchos los que nos precedieron en distintas ramas del saber, en todas las épocas,  que brillaron y brillan en Cumaná y en  otras metrópolis americanas. 

La idea  sobre la educación de Sucre, como la de Bolívar, se ha generalizado que estuvo a cargo de preceptores, costumbre de esa época. Sin embargo hay algunos datos que podemos conjugar, para entender el desarrollo cultural del Mariscal. Sabemos que su educación tuvo  mucho que ver con su padrino y tutor el ilustre fraile Antonio Patricio de Alcalá, con su tío José  Manuel de Sucre y el ejemplo de Doña María de Alcalá,   que quisieron y le dieron a Antonio José,   una educación a la medida  posible en esa época, inducida por sus excepcionales cualidades, sobresalientes sobre todo en matemáticas, raro espécimen en aquellos tiempos; además educado  dentro de una familia y entorno culto. También tiene que ver con los esfuerzos que se hicieron en la ciudad para mejorar las instituciones educativas  que dio tan buenos resultados, como la creación de las clases de teología y filosofía, que inicio el padre y maestro Blas de Rivera en 1775, y fueron autorizadas por Cédula Real de 20 -09- de 1782 -(13). Jhon P. Hover, en su obra “Sucre, soldado y revolucionario”, dice: “El gobierno mantenía una escuela primaria y dos profesores de educación secundaria uno de latín y otro de filosofía y teología moral”.

 

Fueron  los  padres del General en Jefe Antonio José de Sucre, don Vicente de Sucre García y Urbaneja y doña María Manuela de Alcalá  y Sánchez. Estudió en Cumaná gramática y Latín, en el Convento de San Francisco, y después de pasar por la escuela superior de matemáticas del ing., español José Joaquín Pineda, en Cumaná, continuó sus estudios en la escuela de ingeniería militar  del capitán José de Mires y Correa,  en Caracas, donde salió con el grado militar de Subteniente. También estudió ingles en Trinidad, idioma en el cual se expresaba con soltura.

 

         Inició su carrera militar como cadete de la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná, en 1809. Sirvió bajo las órdenes de Francisco de Miranda en 1811-12, fue comandante de la artillería en Barcelona en 1812. Al capitular Francisco de Miranda, va a Trinidad. En 1813, participa en la campaña comandada por Santiago Mariño, forma parte del grupo invasor de Chacachacare. En 1814 mueren, a manos de Boves, sus hermanos Pedro, Vicente y Magdalena. En 1815, emigra a Cartagena. En 1817 es comandante de la provincia de Cumaná. Se une a Bolívar en Guayana. En agosto de 1819 fue ascendido a general de brigada. Participó y es autor de  los tratados de Trujillo de armisticio y regularización de la guerra. En 1821 está en Guayaquil, y gana la batalla de Yaguachi. Triunfa en mayo de 1822 en la batalla de Pichincha. Intendente del departamento de Quito. En 1823 dirige la campaña del Perú, y obtiene la resonante victoria de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, que sella la independencia de la América del Sur. Bolívar escribe: “El general Sucre es el padre de Ayacucho... La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Cápac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada”. En 1825, los representantes de las provincias del Alto Perú aprueban la creación de Bolivia, con Sucre como su primer Presidente. A poco, renuncia. Se casa con Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda, y se establece en Quito. En 1829 triunfa en la batalla de Tarquí. Es Presidente del Congreso Admirable (Bogotá, 1830), e integra una misión conciliatoria que viaja a Venezuela para evitar la desintegración de la Gran Colombia. De vuelta a Quito, es asesinado en la montaña de Berruecos. Sucre participo en 19 campañas de guerra y 31 batallas.


Durante la guerra de independencia de America participó en 19 campañas militares, 31 acciones de guerra, y centenares  de escaramuzas.




No 6 - GENERAL EN JEFE  JOSE FRANCISCO BERMUDEZ FIGUERA


(Cariaco, 23/1/1782 – Cumaná, 15/12/1831)

         El Ayax venezolano –dice Homero “Pero llegó Ayax con su escudo como una torre, se puso al lado de Ulises, y los espantaron y huyeron a la desbandada. Y el marcial Menelao, haciendo de la mano al héroe, lo sacó de la turba mientras el escudero acercaba el carro.
         Ayax, acometiendo a los troyanos, mató a Doriclo, hijo bastardo de Príamo, e hirió a Pándoco, Lisandro, Píraso, y Pílartes…

         José Francisco Bermúdez Figuera, hijo de Francisco Antonio Bermúdez  de Castro y  Casanova,  y Josefa Antonia Figuera de Cáceres y Sotillo, descendientes de una vieja familia cumanesa;  sus abuelos paternos fueron Bernardo Bermúdez de Castro y María Manuela Casanova; y, sus abuelos maternos  Pedro Figueroa de Cáceres y Alfaro y Agustina Sotillo y Verde, naturales de Barcelona.
         El General en Jefe Francisco de Asís Mejía, en su biografía del héroe, dice que nació en San José de Areocuar, Municipio Andrés Mata del Estado Sucre, pero en la partida de Bautismo, publicada por el Dr. Domingo Badaracco Bermúdez, dice:
         “Yo, el ifracripto  Presbítero Pedro Level, cura rector de la Iglesia Parroquial de esta ciudad de Sn. Felipe de Austria, certifico: que el libro de los de mi cargo  en que se lleva el asiento de las personas blancas  que en ella se bautizan, se encuentra una partida del tenor siguiente: En treinta y un día del mes de enero  de mil seiscientos ochenta  y dos, años: Yo,  el bachiller Dn. Silverio Alcalá, cura rector de la iglesia Parroquial de San Felipe de Austria, certifico: que bautice solemnemente, puse óleo y crisma a José Francisco, párvulo de ocho días, hijo legítimo de don Francisco Antonio Bermúdez y de doña Josefa Figuera , fueron sus padrinos don Francisco Alcalá y doña Rosalía Bermúdez , a quines advertí  su obligación y espiritual  parentesco y para que conste lo firmé y de ello doy fe. Br. Silverio de Alcalá.
         A la letra con la partida original  de su contenido, a que me refiero,  y a pedimento de parte legítima doy esta a los diez y nueve días  del mes de diciembre de mil ochcientos dos. Dr. Pedro Level.

         El General Bermúdez contrajo matrimonio en Cumaná con su prima Casimira Guerra de la Vega, en 1824, a la edad de  42 años, después de completar su brillante hoja de servicios, con la  liberación de Cumaná. No dejó descendencia.

         El General en Jefe José Francisco Bermudez se distinguió en la guerra de independencia. Su temperamento violento, tal vez producto de su propia naturaleza, de su propia fortaleza, le hizo aparecer como un hombre violento, lo que no era precisamente un obstáculo en aquellos días de guerra, como algunos historiadores lo han presentado, tildándolo de ignorante y despiadado, lo que es totalmente falso si a la letra sometemos este arbitrio, el dejó cartas, documentos y acciones de guerra, que contradicen esa  interpretación de la personalidad del héroe; por otra parte la hoja de servicios del General, ascendido por incuestionables méritos; más bien creo que su valentía y arrojo, dio motivos para temerle y  desprestigiarlo, hasta que sus enemigos le dieron muerte.

          Del proceso judicial y de las investigaciones que cursan en autos podemos decir que el general Carrera fue absuelto, y que el joven oficial, Rafael Berrizbeitia,  que disparó contra Bermúdez, según auto de la Corte Federal y de Casación, librado en marzo de 1.833,  se puede saber que se  encontraba en libertad en Caracas, y es más, en esa fecha estudiaba matemáticas. Se hizo correr el rumor, para disuadir a los amigos de Bermúdez  de cualquier acción violenta, que lo habían arrojado al mar y habría muerto devorado por los tiburones. Todo fue una maniobra política. El crimen de Bermúdez quedó archivado entre  los papeles de los tribunales.  
  
                    Tuvo a su cargo la toma de Caracas en 1821, con lo cual preparó el terreno al triunfo Patriota en la Batalla de Carabobo, que nos dio la Independencia;  y fue nombrado por el Libertador,  Gobernador del Departamento Orinoco, capital Cumaná, de la Gran Colombia.  

Desde 1813, secundando a Mariño, invadió desde Trinidad por las costas orientales. Peleó en Güiria, Irapa, Maturín, Carúpano, Cumaná, Barcelona, y Maturín. Después en  Bocachica, Arao, Carabobo y La Puerta, y en Aragua de Barcelona, El Salado, Urica y otra vez en Maturín.
Perdida la primera  República, emigró a Cartagena, donde fue nombrado comandante general encargado de la defensa de la ciudad. Siguió a Haití, tuvo desavenencias con el Libertador. Actuó luego en la campaña de Guayana, fue comandante general de la provincia de Cumaná, y del Ejército de Oriente. En 1821 hizo la maniobra de diversión sobre Caracas, previsto por el Libertador, para dividir el ejército realista, con tanta precisión que su obra facilitó el triunfo de  Carabobo. Este triunfo lo rubricó con la liberación de Cumaná en ese mismo año de 1821.
         Fue Intendente y comandante del departamento del Orinoco. En 1830 se retiró a la vida privada. Murió asesinado, defendiendo la causa del Libertador,  por enfrentamiento entre los partidarios de Páez y Bolívar, en Cumaná el 15 de diciembre de  1831.
         Hace falta un juglar para que cante sus hazañas.



LA MUERTE DEL GENERAL EN JEFE JOSE FRANCISCO BERMUDEZ FIGUERA.

Por Marco Tulio Badaracco Bermúdez

Soy oriental de esta ciudad de Cumaná, Primogénita del Continente colombino y quiero hacer propicia esta oportunidad para referirme a uno de aquellos próceres orientales, seguidores de Bolívar, quien en la épica de esta tierra de heroísmos  llenó con su bravura y su arrogancia los campos de la lucha,  y comparece en la Gesta-Magna  a manera de aquellos superhombres de la Ilíada de Homero, como difuminado en un ambiente  de fábula: es el General en Jefe José Francisco Bermúdez quien espera el biógrafo erudito que,  como a Mariño  y a Montes,  lo destaque en su talla humana, erguido ante la verdad histórica con sus defectos y sus virtudes marciales, despejada su efigie de esa maraña de malquerencias y desconocimiento que deforma su personalidad. Arrostrando todo peligro, enfurecido por la derrota, quedó solo en el desastre de La Puerta sin querer alejarse de aquel campo  donde yacían  alanceados por las hordas de Boves sus batallones de orientales.  
Pecó, es cierto este Cid venezolano contra el semidiós de América; pero debe reconocerse que en el alma de este púgil, como catarata de hirvientes pasiones, no cabía  la reflexión inmediata, sino para impulsarlo a  la acción y que para él la ofensa no podía desvanecerse con la súbita naturalidad de la estela de la luz que raya la noche estrellada sin dejar huellas,  sino que como ya lo expresó alguien, la ofensa en su corazón era como un dardo que se clavan en un roble y queda largo tiempo vibrando.
Pero el General en Jefe José Francisco Bermúdez fue leal a Bolívar  desde el episodio de Barcelona cuando ganó el título honroso de “Libertador del Libertador”  por haber acudido a salvarlo del cerco de los realistas;  y cuando Mariño se revela en su orgullosa altivez de Libertador de Oriente luego del sacrificio de Piar  y se le ordena a Bermúdez su arresto y conducción a Guayana para someterlo a juicio, interviene Sucre el ecuánime, Mariño depone su actitud y Bermúdez estrecha en sus brazos al pundonoroso expedicionario de Chacachacare que se traslada a Margarita el solar inexpugnable del apuesto paladín, acreedor por sus hechos  a preciadas recompensas y evita en esta forma por una rivalidad política del momento que cayera otra sombra indeleble y cruenta en las páginas  fulgurantes de la vida del genio.
Estos dos hombres, Mariño y Bermúdez, de noble estirpe ambos, recios, violentos y heroicos, acicateados por un ideal de Patria y Libertad, fueron factores prominentes en aquella empresa de titanes que se movía por voluntad y bajo la experta dirección de Bolívar: Mariño acude con su ejército al sacrificio estoico de la Victoria;  Bermúdez acomete a Caracas para distraer y retener a las tropas realistas que guarnecían la capital y podían marchar al campo de Carabobo , poniendo en peligro el éxito de la batalla que culminó en  la Independencia de Venezuela.
Cuando todos se defeccionan, cuando Páez y el Congreso de Valencia decretan el destierro del Padre de la Patria, y se rompen las relaciones con la Nueva Granada hasta tanto su gobierno  no expulse de su territorio al tirano Bolívar, acá en el Oriente venezolano hay un Caudillo intrépido  y leal con quien puede contar  Bolívar quien lo sabe y así lo manifiesta y ese es Bermúdez, fiel a su promesa,  íntegro en su admiración por el Grande hombre. Reconoció la superioridad del Jefe y la sostuvo acaparándose a la vez bajo el esplendor de tan altísima gloria.

Bermúdez nació en Cariaco y no en San José de Areocuar como se creyó y se continua repitiendo por quines escriben  con referencia  a este noble adalid venezolano. En 1921 el Dr. Badaracco Bermúdez encontró en  el archivo colonial  del Registro Principal del Estado Sucre el Acta de nacimiento del Héroe  que a la letra dice:  “Presbítero Doctor Pedro Level Cura Rector de la Iglesia de esta ciudad de San Felipe de Austria (Cariaco) Certifico:  que en uno de los libros de mi cargo en que se lleva el asiento de las personas blancas que en ella se bautizan se encuentra una partida del tenor siguiente: “En treinta y un días del mes de enero de mil setecientos ochenta y dos: Yo el Br.  Don Silverio de Alcalá cura Rector de la Iglesia Parroquial  de San Felipe de Austria, certifico que bautice solemnemente, puse óleo y crisma a José Francisco, Párvulo de ocho días de nacido, hijo legítimo de Francisco Antonio Bermúdez y Josefina Figueras, fueron sus padrinos Don Francisco Alcalá y Doña Rosalía Bermúdez,  a quines advertí su obligación y parentesco; y para que conste lo firmé y de ello doy fe. Br. Silverio Alcalá.”  
Esta partida de nacimiento se publicó en copia fotostática, tal como apareció en el Registro Principal del Estado Sucre en el NUEVO DIARIO de Caracas, periódico de amplia circulación en todo el territorio nacional que dirigía el ilustrado y erudito sociólogo Don Laureano Vallenilla Lanz  y debemos dar por seguro que cuantos recibieron para entonces el respectivo ejemplar, correspondiente a esa edición del martes 21 de junio del año 1921, leyeron el singular documento.
Entre esos lectores estarán muchos de los que persisten en darle al General José Francisco Bermúdez el gentilicio aerocualense en vez del cariaqueño que le es propio. Entiendo que es el Acta de nacimiento de una persona la que, en primer término,  determina el lugar que la vio nacer,  pero parece que para el párvulo José Francisco Bermúdez ha fallado  ese testimonio y que hay necesidad de haberlo visto  en pañales trasladado de un cantón a otro, en brazos de doña Josefa Figueras de Bermúdez de Castro, nada menos, a los ocho días de su alumbramiento para ir desde San José de Areocuar a bautizarlo en el distante Cariaco, atravesando caminos selváticos peligrosos, sin una  razón ineludible que la obligara a tan ardua odisea
Es sin duda muy loable, por el patriotismo que entraña en su amor a la patria chica, ese sentimiento  de aquellos que  para glorificar  a Bermúdez quieren hacerlo hijo del rico Distrito Bermúdez que lleva su nombre en el Estado Sucre; pero es Cariaco su cuna y también esa ciudad  venezolana se siente orgullosa de haber dado  a la Patria a este esforzado  paladín de nuestra Independencia. Es hora pues  de la rectificación.
También hay otro error en cuanto a la forma y motivos de su trágica muerte. Corre la especie, burda por demás, de que Bermúdez, hombre bárbaro, abofeteó a Berrizbeitia, un niño para él y que éste parapetado tras de un destilador, ultimó de un balazo a tan terrible adversario. Nada más incierto ni más odioso para ambos actores de este drama que fue un crimen político como el de la muerte de Sucre, como el atentado septembrino, en Bogotá, contra el Libertador.
El General Bermúdez no tuvo jamás ningún encuentro  ofensivo contra Berrizbeitia, y su muerte por manos de este  joven, fue algo fortuita, absolutamente inesperada.  Tuve la suerte de leer el expediente instruido en el juicio que se siguió por los Tribunales de justicia contra los autores y cómplices de ese crimen, el que me fue facilitado por el noble amigo Don Emilio Berrizbeitia Guillén, gentilísimo caballero, pasado ya a mejor vida, a objeto de que yo me impusiera de cómo  y por qué se produjo esa muerte y que, como publicista,  refiriese la verdad del caso, lo que cumplo ahora.
En el expediente se esclarecen los móviles del crimen y su ejecución. En las luchas políticas  que se siguieron  a la cruenta guerra emancipadora, virulentas por demás,  la rivalidad de los prohombres que habían creado la Patria libre,  podía conducir, por manera súbita, a la más áspera violencia, por la vehemencia de las pasiones caldeadas por la ambición, la ansiedad por el logro de los altos cargos públicos, la envidia, instigadora principal, la venganza,  y entre ese amasijo de odios y rencores estalló la tragedia del cariaqueño ilustre.
Bermúdez se decía cumanés y en esa ciudad se le nombraba José Francisco Pueblo por la popularidad que lo rodeaba. En esta tierra benemérita, solar de sus mayores y domicilio de su familia, se formó su eminente personalidad. Por su genio avasallante, la fama de su nombre,  su valor temerario, su actitud dominadora, naturalmente la influencia  de su mando se extendía a toda la jurisdicción del Estado y hería, sin él quererlo, la susceptibilidad de sus conmilitones, gobernadores a su vez  de otros distritos. Su forma de gobierno personalista, en Cumaná,  disgustaba al Circulo social conservador, antiguos realistas, que antes de la guerra sustentaban el poder  y con Sotillo, actor de nota en la ciudad, a la cabeza de la conspiración, se había constituido una camarilla hostil al hombre-pueblo.
Los componentes de esa camarilla mantenía solapada y activa oposición a Bermúdez y trabajaban para derrocarlo en connivencia con el general José María Carrera, quien fungía de Jefe, hombre de méritos, soldado valeroso de la Independencia que sirvió primero a las órdenes de Mariño y cuando el conato de rebelión de este caudillo, se enroló e las filas de Bermúdez.
En la intriga de Sotillo y sus secuaces, Carrera representaba la ambición con su secuela de odios, la urdimbre de la trama asesina, si eso fuese necesario para el cambio político que auspiciaban. Residía y gobernaba en Cariaco de donde era oriundo y cuando viajaba a Cumaná se hospedaba casa de Don Jaime Mayz, su pariente.  A poco de haber estallado la guerra de Independencia, la familia Berrizbeitia, como tantas otras de país, se trasladó a Puerto Rico, y finalizado el conflicto bélico, regresó al solar nativo, contándose entre ellos el joven Rafael Berrizbeitia.
Ya en Cumaná, entre sus compañeros habituales se sentía deprimido, porque ellos le censuraban la conducta de los suyos que abandonaron la tierra  cuando esta exigía el sacrificio de todos para lograra la libertad. Por tal motivo solicitó de Bermúdez, su pariente, un cargo en el ejército, obteniendo el de Inspector, a la orden  del comando militar.
Por un estallido revolucionario en Barcelona, el Jefe de aquella plaza  pidió refuerzos a Cumaná y Bermúdez destacó inmediatamente al General García (Valentín Valiente)  con su cuerpo de tropas ligeras para socorrer  al Gobierno de Anzoátegui. Se aprestaba García a zarpar de la rada de Puerto Sucre, cuando se presentó Berrizbeitia pidiendo detener la salida  en tanto él practicaba una inspección.  García le opuso las razones de urgencia pertinentes al cumplimiento  de su misión y se produjo entre ellos un violento altercado en el que García golpeó  en el rostro a Berrizbeitia, se embarcó y dio rumbo a su destino. El joven ofendido  acudió al Jefe Superior Bermúdez pidiendo reparación y castigo de la ofensa, lo que probablemente le fue prometido.
Pero regresó Valentín Valiente cumplida a cabalidad su comisión volvió a sus cuarteles y todo adquirió la normalidad, sin que se produjera el acto  admonitorio contra el General.  Se supone que Berrizbeitia insistió  en su queja, sin resultado satisfactorio, por ello, pidió  su baja y se pasó a las filas enemigas, entrando al servicio de Carrera.
Bermúdez había advertido a Don Jaime Mayz de los manejos dolosos de Carera en contra suya, exigiéndole que no lo  hospedara en su casa, para evitar encuentros peligrosos toda vez que él, Bermúdez,  como su vecino y amigo, concurría allá cada noche de tertulias. Don Jaime prometió complacerlo y Bermúdez confió en su palabra.
La casa de Don Jaime,  de construcción colonial, era semejante a otras  que todavía se conservan en Cumaná, las que inmediatamente después del amplio Zaguán y dando frente a la puerta de la calle, tienen un aposento, oscuro siempre para el que entra  deslumbrado del sol, pero no para el que se encuentra en su interior que puede ver con diáfana claridad cuanto sucede fuera, al alcance de su vista.  En ese aposento, de esa casa de Don Jaime, se hospedaba Carera.
El día de la tragedia, por la tarde, regresaba el General Bermúdez de la visita a un buque inglés surto en el puerto, al que acudiera por invitación de la oficialidad de esa nave para un agasajo a su persona.  En el tránsito a la ciudad, uno de esos áulicos que jamás faltan,  le comunicó que Carera estaba en la ciudad, que había estado reunido  con Sotillo y sus cómplices y que el acuerdo entre ellos había sido  la premura de suprimirlo, que Carrera estaba en la casa de Don Jaime.
Bermúdez violentado por el chisme apresuró el paso, dirigiéndose directamente a la casa de Don Jaime que como de costumbre esa tarde estaba sentado a su puerta y al ver a Bermúdez  se paró para impedir el paso al Héroe pero este lo increpó: “Don Jaime, aquí está Carrera y me prometió usted no hospedarlo más e su casa”. No está,  General…” – “Si está”, y penetró airado.
Carrera no está solo, con él se encuentra Berrizbeitia que le acompaña en sus preparativos nefandos. Oyen Ambos la voz alterada de Bermúdez y se preparan…Carera está  sentado frente a su escritorio y a su izquierda, parado, está Berrizbeitia con sus manos sobre el mueble.  Carera rueda la pistola y la pone junto a la mano del joven, éste la agarra  a tiempo que Bermúdez se detiene, buscando a Carera, en el dintel de la puerta del cuarto.  Berrizbeitia dispara y el hombre, todo un pueblo, al que respetaron las lanzas de Boves, el que burlo la escuadra de Morillo huyendo de Margarita, el que acometió a Caracas, distrayendo las fuerzas realistas, para hacer factible el triunfo de Carabobo que dio la independencia a Venezuela, cae de espaldas, muerto instantáneamente. No llevaba armas de ninguna clase. Esto no es fantasía, consta en el expediente.
Berrizbeitia huyo, los compañeros de Bermúdez que presenciaron el crimen se dispersan por la ciudad anunciando el asesinato. El pueblo enardecido  se precipita al lugar del suceso, culpan a Carera, genio del mal que como instigador es indudablemente el autor s de ese crimen, lo arrestan y lo arrastran, van a matarlo, nadie oye sus gritos de protesta. Acuden los hombres prominentes de la urbe y con ayuda de la tropa logran detener  a la multitud que pide venganza.
Bermúdez no podía tener ninguna saña contra Berrizbeitia, un niño para él, al que no dio la satisfacción que pedía probablemente por no considerar de trascendencia  el reclamo y que el tiempo  se encargaría de desvanecer su resentimiento por la ofensa de García, superior suyo en graduación, Jefe respetado y acatado por todos.  Y bien podemos meditar en la situación difícil que confrontaba Bermúdez e aquellos días conflictivos en los que hasta su vida peligraba, y le eran imprescindibles esos oficiales de la talla de García, para llenar comisiones como esa de Barcelona, con la rapidez y la responsabilidad y el éxito necesario, como llave de seguridad. ¿Cómo desagradarlo? ¿Cómo imponerle castigo alguno por el altercado  con Berrizbeitia? ¿Acaso iba a ser ese el premio a su obediencia y al buen resultado de su comisión?
Se valieron los enemigos de Bermúdez de la inexperiencia y la altivez de un joven, al que envenenaron de odio injusto al Guerrero glorioso, que en forma alguna lo había ofendido, armaron su brazo para el crimen y tronchó en un instante de ofuscación y de temor la vida del Cid venezolano, del pujante defensor de Cartagena, del soldado heroico, leal amigo de Bolívar, José Francisco Pueblo…
Dejo así cumplido el honroso encargo de la honorable Sociedad Bolivariana del Estado Sucre.

Cumaná,  24 de julio de 1955.



No 7 - GENERAL EN JEFE FRANCISCO MEJIA.

Por Silverio González Varela

         Nació el General en Jefe Francisco Mejía, hijo natural de doña Concepción Mejía, de calidad distinguida, en 1798 en Marigüitar, en esa época parroquia foránea de Cumaná. Se crió y educó al arrimo de su tío presbítero don Francisco Mejía, cura entonces de dicha parroquia. Muy joven en 1813, incorporado como aspirante al ejército del General Santiago Mariño, asistió el 2 de agosto del mismo año, a la toma de la plaza de la ciudad de Cumaná, donde experimentó el 16 de octubre de 1814 en la Sabana del Salado la formidable derrota dada por Boves a Piar. En Juncal fue vencedor. Hallose en más de 36 combates y tres heridas recibió lidiando por la Independencia. Concurrió por Cumaná como Diputado Suplente, al Congreso Constituyente de Venezuela en 1830. Cultivó las letras, ocupó elevados cargos, obtuvo diploma de Libertador de Venezuela en 1819, el Busto del Libertador en 1827, el grado de General en Jefe en 1863 y el título de Ilustre Prócer en 1867. Anciano, pobre y digno murió en El Valle, parroquia foránea de Caracas en 1882, y sin débiles vacilaciones sostuvo en su larga existencia con cívica honradez, los luminosos principios de la bien entendida doctrina liberal. En 1902 publicamos en esta ciudad una noticia biográfica de este notable patrio

PROLOGO DE LA BIOGRAFIA DEL GENERAL EN JEFE FRANCISCO MEJIA, ESCRITA POR ENCARGO DEL CORONEL CARLOS LUIS GRAU GIL, PARA LA EDICIÓN DE 1997 DEL MINISTERIO DE LA DEFENSA.

         Hacer un prólogo para esta edición de la biografía o estudio histórico acerca de la personalidad del General en Jefe Francisco Mejía es una tarea comprometedora, primero porque las notas escritas sobre él, son escasas, y segundo porque hay mucho material que deberíamos estudiar y analizar y no lo tenemos en Cumaná; pero compromiso es compromiso e intentaré, con lo que tengo en mi biblioteca, remontar este caudaloso río.

         Para tener una idea de este ciudadano esclarecido, debemos revisar y fundamentar cualquier juicio, en la obra y notas biográficas escritas por el relevante maestro cumanés Don Silverio González Varela, y tener muy en cuenta la biografía del héroe,  escrita sobre esa base, por  Ildefonso Riera Aginagalde

Dice don Silverio, que Francisco Mejía nació en Marigüitar, parroquia foránea de Cumaná, en el año de 1798, hijo natural de Concepción Mejía, y se educó bajo la protección de su tío materno el presbítero Francisco Mejía, el cual se esmeró para que su sobrino recibiera una buena educación, lo que se verá por los resultados. No se puede extrañar que este guerrero luego se dedicara al periodismo y escalara posiciones como la de Ministro de Guerra y Marina y ostentara el máximo grado militar de General en Jefe, y candidato a la Presidencia de la República.

Francisco Mejía acogió como modelo de su vida  la recomendación que daba el Libertador: “Mi sentir es que, la libertad depende de las virtudes, de la moderación y del amor a la gloria del ciudadano que, por sus talentos y grandes acciones, adquiere la confianza de sus compatriotas y una grande influencia sobre ellos, si emplea estas ventajas solo en enseñarlos a ser libres,  dándoles el ejemplo del respeto y obediencia debida a las leyes, que aseguran los derechos de sus conciudadanos para que sean respetadas de todos”.

   
Aunque suene repetitivo incursionaré en detalles curriculares, que sé muy bien, luego encontraremos en los textos prologados, pero vistos de otra forma; veamos:  Mejía entra en acción bajo la égida de Mariño, pundonoroso militar, altivo en exceso, conductor de firme y decidido carácter, que lo lleva a rivalizar con el Libertador. Bajo el mando de este héroe leyendario, participa a los 15 años,  en el bloqueo y toma de Cumaná, en 1813. No hay noticias de su actuación en esa campaña, pero no ha debido ser ignorada, puesto que se queda prestado servicios a la causa en la zona de guerra hasta 1814, y es noticia en al participar en la aciaga Batalla de la Sabana del Salado, cuando el General Manuel Piar, en inferioridad de condiciones,  enfrentó a aquel terrible  gladiador que fue el general español José Tomás Rodríguez Boves. Este titán victorioso acuchilló a más de dos mil cumaneses, ríos de sangre vertieron entonces los más inocentes, la Cartago de América, fue llamada nuestra ciudad, al paso del furioso Cesar, que se cebó en las mujeres y los niños, cuenta su propio Vicario, que enturbiaron las cristalinas aguas del Manzanares, y no podemos menos que intuir las pesadillas de aquel soldado superior, ante el martirio de su pueblo; pero su coraje no decae, y enseguida, lo encontramos en persecución del Asturiano temible, hasta Urica, su  tumba al fin,  del terrible émulo de Atila; y, continuó luego batallando al lado del invencible “Ayax” venezolano, aquel guerrero inmortal que fue el General en Jefe José Francisco Bermúdez.

Las derrotas de 1814 no hicieron mella en él, pasó a las guerrillas de los llanos de Maturín, en conocimiento de las hazañas de José Tadeo Monagas, Jesús Barreto Ramírez, y otros audaces lanceros, que se batieron en mil escaramuzas contra las partidas realistas que fueron a su encuentro;  y también participa en guerrillas en las intrincadas faldas y montañas del majestuoso Turimiquire, comandadas por el genio guerrero del Coronel Domingo Montes, a quien los españoles llamaban el Diablo, y decían que las balas no lo herían, y cuyas hazañas son cantadas por nuestros trovadores. De tal suerte este guerrero adolecente se destaca, que en 1816  forma parte del Estado Mayor de Mariño, acantonado en Catuaro; y después, en 1818, es segundo del General Antonio José de Sucre, Jefe De Estado Mayor de la División de Oriente,  que comanda el General José Francisco Bermúdez, y asedian la Plaza de Cumaná.

Pero su encuentro definitivo con su destino y la historia, lo alcanza después de adquirir una férrea disciplina, tras duro y diario batallar, dándole el frente a la muerte bajo el hálito de la gloria, cuando el 30 de mayo de 1818, el émulo del formidable “Ayax”, el General José Francisco Bermúdez, lo llama para que ocupe el cargo de Secretario de su Estado Mayor, y desde entonces, lo acompaña en las más extraordinarias acciones de guerra, en importantes y peligrosas misiones y en todas las campañas del gran jefe oriental, que es lo mismo que decir que en la biografía de Bermúdez, escrita por él,  se pinta de cuerpo entero.    

         Para conocer el carácter irreductible de Mejía, mencionaremos un pasaje de su actuación contra Páez, cuando el llanero era jefe todopoderoso en tiempos de la Gran Colombia; por aquellos tiempos se murmuraba, se comentaba que algunos partidos intentaban poner una corona en la cabeza de Bolívar, e imponer  a Colombia la Constitución Boliviana, redactada por el Libertador, eran rumores, pero que produjeron mucho malestar y profundas divisiones en el mundo político y militar del Departamento de Venezuela. Todo ello, además de muchos desaciertos de Páez en el gobierno; entonces Mejía inicia una vigorosa campaña de prensa en Cumaná, contra aquel estado de cosas. Páez alarmado y engreído envía al General Francisco Carabaño, otro insigne Cumanés, para arrestar al general Mejía y llevarlo ante Páez en Caracas. Mejía, no acepta ir en calidad de prisionero, pero se trasladó bajo palabra, y se entrevistó con Páez, que le da explicaciones, Mejía  se da cuenta de la terrible situación por la que atraviesa la Gran Nación, obra cumbre del Libertador, que costó tantos años de sacrificio,  y no solo acepta a Páez, sino que también se incorpora al trabajo político de recuperar la confianza en el Libertador, y en la unión de la Gran Patria;  entonces se trasladarse a Margarita y Cumaná,  para trabajar en favor de concederle al Libertador por tiempo limitado,  el poder total y dictatorial de la Gran Colombia. Cumple al lado del General Bartolomé Salóm, su delicada misión con la dignidad que siempre observó y por la cual fue dignificado. No fue fácil la labor en esta zona oriental que aspiraba la separación del poder central, pero una vez más el egregio soldado supo cumplir con las obligaciones contraídas. 

         Mejía es Bermúdez redivivo. Después de la muerte del gran Jefe cariaqueño, asesinado en Cumaná en 1831, libera su alma y comienza a caminar con el vestido que se había confeccionado al lado del invencible Bermúdez. Llamado el “Ayax” de los Libertadores  por otro cumanés,  J. A. Cova. Entonces Mejía era representante de la provincia de Cumaná en el Congreso Constituyente de 1830 y se estrena en el campo de las grandes biografías históricas. Este libro lo eleva en ese otro campo de la cultura la historiografía, y nos obliga a su estudio, sin él la pátina del tiempo lo hubiera borrado y perdido el rastro de aquel pulcro soldado que solo aspiró en la vida cumplir con su pueblo dentro de las limitaciones de la jerarquía militar.

         J. A. Cova, se pregunta: “¿Dónde está ahora el Áyax oriental? Con su sable va abriendo brechas por las enmarañadas montañas del Tigre. Su esclavina hecha girones es un remedo del desastre que va dejando a sus espaldas.  Por los caños pantanosas de Güiria, en lucha abierta contra la naturaleza inclemente va a salir a las costas de Paria,  para desafiar de nuevo la adversidad  entre los muros humeantes de Cartagena de Indias. Troya de América, que nuevamente lo empuja al mar a pastorear las tormentas que va arrastrando su vida cual si fuera un personaje de Esquilo”

Para conocer el alma de Francisco Mejía, oigámoslo llorar la muerte de Bermúdez: “Adonde está el héroe con quien deba compararte, invicto Bermúdez? Adonde? Quien sino Marte mismo podrá disputarte la intrepidez y el valor? ¡Oh memoria fatal! Tu bañas mis mejillas con copiosas lágrimas y el más intenso dolor embarga mis sentidos! ¡Oh Bermúdez infortunado! ¡Tú has muerto!  Tú reposas en la mansión eterna pero tú vivirás siempre en el corazón de tus compatriotas y de tus amigos. El mío alimentado con el sentimiento del más puro reconocimiento no te olvidará jamás. Sobre la fría losa en que yaces, allí lo juro secretamente”.

En 1835 el incansable soldado participa en la Revolución de las Reformas al lado de Santiago Mariño. Derrotado elije el exilio. Regresa a su Patria y otra vez va al Congreso representado a Cumaná; pero al poco tiempo vuelve a vestirse de soldado y acompaña como Jefe de Estado Mayor a su antiguo camarada de las guerrillas de 1814, el General en Jefe José Tadeo Monagas, y al triunfar se establece en Caracas en forma definitiva. Se dedica a escribir y es llamado para ejercer cargos importantes como el de Juez de Primera Instancia, Jefe de Estado Mayor y Ministro de Guerra y Marina. Luego de aquella magnífica hoja de servicios, en 1863, a los 66 años, el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, le dio el grado de General en Jefe, grado este con el cual es reconocido por la historia.



No 8 - GENERAL  MANUEL VALDES


Trinidad Venezolana, 1780 - Ciudad Bolívar, 31/7/1845

31-07-1845. Murió el GENERAL DE DIVISIÓN JUAN MANUEL VALDES. El 31 de julio de 1845. Desde muy temprano inició Juan Manuel Valdés su brillante carrera de lidiador patriota. Peleó en Sorondo en 1812. En enero de 1813, a las órdenes de Mariño, invadió por la costa de Güiria  la provincia de Cumaná. A la par de los más valientes riñó en 1814 en Lezama, Bocachica, Carabobo y La Puerta. Perteneció a la falange heroica de los expedicionarios de los Cayos de San Luis en 1816. El seis de Junio de 1820 mandó en jefe la acción de Pitayó. Con perspicacia militar y bravura extraordinaria siguió lidiando sin tregua por la libertad de los pueblos: el 7 de abril de 1822 ganó culminante nombradía en la batalla de Bomboná, y  en este campo fue ascendido a General de División por Bolívar, que contemplaba con júbilo a tan bizarro paladín trepando por las faldas del volcán de Pasto con denuedo que causaba insólita admiración.
Era preciso avanzar por aquellas rocas escarpadas y desalojar a los españoles del punto que ocupaban. ¡Y nuestros soldados los desalojaron… subiendo por una escala de bayonetas clavadas en precipicios!  Cuatro compañías escogidas de Aragón defendían aquel punto inexpugnable; pero no resistieron el ímpetu de Valdés, el primero en subir, el primero en destruir con una rabia heroica la resistencia enemiga. La tarde estaba serena y el humo ocultaba a los combatientes. Sin embargo en un momento de claridad, el Libertador, que estaba en el centro, vio la ventaja que obtenía Valdés, y envió entonces al batallón “Vencedor” para que atacase las trincheras y parapetos del terrible centro de los españoles. “! Batallón Vencedor, les dijo, vuestro nombre solo basta para la victoria. Corred y asegurad el triunfo!  El ataque de “Vencedor” se ejecutó con la mayor intrepidez… Era ya la noche y brillaba la luna en su plenitud cuando Bolívar recibió el anuncio de Valdés, que el enemigo huía.  El grito de victoria resonó en el espacio: ¡Viva Colombia! ¡Viva la Libertad! (1) .
Arrostró Valdés en diez y ocho batallas la formidable fiereza de los adversarios de la emancipación. En tres resultó herido: últimamente, otra vez en Venezuela, tomó parte en la Revolución de  Reformas de 1835, la cual ostentaba en su bandera el expresivo y luminoso lema DIOS Y FEDERACION. Sufrió largo ostracismo… Nació en la isla de Trinidad por 1773 y el 31 de julio de 1845 rindió la vida en Angostura en infortunio tristísimo. (2
Cadete de la Compañía Veterana de la isla de Trinidad y del batallón de Infantería de la Reina, en Caracas. Combatió en la primera batalla de Carabobo de 1814. Emigra a Trinidad y participa en la expedición de Los Cayos. Combate en Cumaná, Barcelona, y en las campañas de Guayana y del Centro. Peleó en Bomboná. En 1826 es Comandante general del departamento de Guayana. Después de 1830, se unió a la Revolución de las Reforma

 

 

 

No 9 - GENERAL VALENTÍN GARCÍA, ALIAS VALENTIN VALIENTE.


Cumaná, c. 1790 – Cumaná, 7/10/1856)


Don Alberto Sanabria  nos trae un perfil del valiente entre los valientes capitanes venezolanos de la independencia, dice: “Descendiente de la luchadora raza guaiquerí,  llamada noble y leal por destacado Monarca español, era el ilustre procer  de nuestra independencia General Valentín García.
           Nació el General Valentín García en la ciudad de Cumaná, y según tradición en la historiada parroquia de Altagracia. En los primeros años de la guerra emancipadora, comienza sus servicios militares, pues ya se le nombra nen 1813.
         En numerosas campañas  demostró Valentín  García su valor, sirviendo al  lado de ilustres militares, en largas y difíciles jornadas. En los gloriosos campos  de El  Juncal, San Félix, Boyacá Bomboná, y muchos otros sitios  luchó  denodadamente el inmortal guaiquerí.

         Episodio interesante  en la vida del general  Valentín García, fue aquel ocurrido  en la Quebrada de Semen, cuado en momento conflictivo, salva la vida del Libertador, quine pregunta al humilde  cumanés, como se llama, respondiéndole  que su nombre era Valentín García,  y entonces el Padre de la Patria, con su prodigioso  talento  y natural nobleza, le dice, desde hoy te llamarás Valentín Valiente. Este hermoso  y emocionado episodio  debe destacarse  en las brillantes páginas  de la Venezuela Heroica, que forjó la Independencia  y creó nuestra nacionalidad.
        

         El Libertador le dio el nombre de Valentín Valiente, cuando le salvó la vida  en la Quebrada de Semen. Este soldado ejemplar se inicia desde muy temprano en la guerra de independencia, al lado del general Bermúdez y Sucre, está entre los defensores de Cartagena en 1815. Luego combate en Los Frailes, Juangriego, Carúpano, Ocumare, Los Aguacates, en la Retirada de los Seiscientos, y en  El Juncal; hace las campañas de Guayana, Centro, Apure y Nueva Granada. Después de la independencia cumple misiones en Cuba bajo las órdenes de Sucre. Regresa a Cumaná después de cumplir la misión encomendada, En 1854 aun en servicio,  derrota el alzamiento del general Juan Bautista Rodríguez. Jefe de operaciones de Aragua y fue Comandante de Armas de Cumaná, con la dinastía  de los Monagas. Valentín Valiente murió siendo Comandante de Armas de  Cumaná, con el grado de General de Brigada, el 7 de octubre de 1856.



No 10 - CORONEL JUAN BAUTISTA COVA.

Nació en Carúpano, hijo de Nicolás Antonio de La Cova y de Ana María Betancourt Figueroa, y viudo contrajo segundo matrimonio en 1819 en Guayana.
Se integro al movimiento independentista en 1811. Se refugio en Trinidad en 1912 donde se unió a Mariño, y entra con los 45 en la expedición que parte de Chacachacare hacia Guiria, en las costas de la provincia de Cumana o  Nueva Andalucía en enero de 1813.
Entra en acción en Cauranta, Guiria, Irapa, Yaguaraparo y Maturín. En 1814 entra en combate en Barcelona, Arao, Carabobo y La Puerta. En 1815, 16 y 17, se traslada a Margarita y entra en acción bajo el mando de Francisco Estaban Gómez, José Joaquín Maneiro, Domingo Mesa, Pablo Ruiz,  Cayetano Silva, se enfrentó y sobresalió contra los jefes españoles: Morillo, Canterac, Urreistieta, Pardo, Aldama.
Adquirió Cova renombre en recias batallas, por ello recibió de Bolívar  el grado de Coronel en 1818. En 1819 a la par de los Monagas, de Jesús Barreto Ramírez, José Mires, Jesús Sotillo, y Manuel Arevalo,  triunfo en Cantaura; y bajo el mando de Urdaneta peleo como un león en el Morro de Barcelona; después participó en la campaña ordenada por el propio Bolívar  para liberar a Cumaná, bajo el mando de Urdaneta.  




No 11 - GENERAL JESUS BARRETO RAMÍREZ
Cumanacoa

         Nació en Cumanacoa,  Estado Sucre. Fueron sus padres el Capitán Juan Crisóstomo Barreto, español, y Doña Rosalía Ramírez, heroína cumanesa que murió descuartizada por los fanáticos realistas del pueblo de Santa Bárbara de Maturín, que la tenían prisionera; envalentonados con la presencia en la zona del temible asturiano José Tomás Boves, donde ella tenía fama de activísima patriota, y no se le podía perdonar que de su bendito vientre naciera aquel guerrero indomable, que mantenía la llama revolucionaria en los prados de Maturín, escenario de sus hazañas y prodigios de valor, tenacidad, sagacidad y fervor patriótico.

         Jesús Barreto Ramírez, se incorpora a las filas nacionales desde los primeros días de la revolución de 181l, y sigue todo el trayecto de la guerra de independencia participando en 56 acciones bélicas, en las cuales se destacó siempre por su actividad, inteligencia y comprobado patriotismo.

         Participa bajo las órdenes de Mariño, Piar y Bermúdez en las gloriosas campañas de liberación del Oriente Venezolano, gesta que emula la Campaña Admirable del Libertador, acaudillada por el general Santiago Mariño y los 45 esforzados paladines que firmaron el Acta de Chacachacare, que da al traste con la dominación de esta parte de Venezuela en 1813; entonces se inicia en el islote trinitario de ese mismo nombre y culmina con la liberación del yugo realista en Cumaná, Margarita y Barcelona. 


         En 1814, Jesús Barreto Ramírez, recibe los laureles que corresponden a los héroes en las jornadas de Maturín, donde salva milagrosamente la vida; y hace suyas las sabanas circundantes en las cuales mantienen encendida la llama fervorosa de la Patria, descuartizada y sangrante, sobre todo el 11 de diciembre de aquel año aciago.

         Desde el principio había participado y fortalecido su cuerpo y espíritu en las batallas de Los Magueyes y Aragua de Maturín contra Zuazola; en Maturín bajo el mando de José Francisco Bermúdez, y contra este mismo Vizcaíno y el sanguinario Coronel La Hoz, y sobre todo el 25 de mayo de 1813, en la misma plaza, bajo el mando de Manuel Piar, que corona sus sienes con el laurel de la victoria contra Monteverde.

         Es ascendido a Capitán y se interna en los bosques aledaños del Orinoco, para preparar las guerrillas entre los indios con las cuales, igual que Domingo Montes, va a desestabilizar el poder español en el Oriente, y encender la mecha de la Segunda República abriendo el paso hacia La Guayana.

         Victorioso siempre en la guerra de guerrillas donde fue imbatible, contándose como una leyenda su acción del 24 de marzo de 1814 en La Ceiba, cuando derrotó mediante la acción de tres arriesgadas cargas de caballería, al Coronel realista José Moles, que cometía toda clase de atropellos y asesinatos, contra los individuos y las familias de la zona cercana de Morichal Largo en las infinitas llanuras de Maturín.

         En 1816, con el rango de Teniente Coronel, es electo vocal del Consejo Militar en La Villa de San Diego de Cabrutica, para la administración de la guerra y para actuar como jurado en el Tribunal Militar de la República, lo que da una idea de su valiosa personalidad e ilustración.

         En 1819, el 12 de junio, participa en la acción de Cantaura, entonces Bolívar lo incorpora al ejército liberador de Colombia, y sale del territorio Venezolano a inflamar la llama de la libertad en la guerra del sur. Participa en la terrible y dramática batalla del puente de Bombona,  1821, donde es ascendido por el Libertador a General de Brigada, por el coraje demostrado y sus dotes de mando. Luego se distingue en el paso de Guáytara y Taindala, bajo el mando del Gran Mariscal de Ayacucho, cuando los insurrectos Pastusos avanzan hasta Tulcán; allí vio a Sucre pelear como cualquier soldado y vencer al enemigo y a los elementos que se oponían; y en la quebrada de Yacuanquer, con el batallón Rifles bajos las órdenes de Sandes, y en la persecución del enemigo hasta el puente de Tocha; y en toda la campaña de Pasto, donde le tocó comandar el batallón de Granaderos, bajo las órdenes directas del Libertador.

         Hay tanto que decir de este gran guerrero, que el mismo Libertador, le ofrece en plena campaña del Sur, el mando que ejercía el General Pedro León Torres, aquel digno soldado larense, que le dijo en esa oportunidad al Padre de La Patria, “Si no puedo servirle como jefe déme un fusil y le serviré como el último soldado”.

         Muere el  hijo predilecto de Cumanacoa, en extrañas circunstancias, envenenado, en El Perú, luego de ser intendente del Departamento de Azuay.



No 12 - General de Brigada  JOSE LEAL


Cumaná - La Paz, 1827

         Prócer de la Independencia. Guerrero a tiempo completo. Según Alberto Sanabria nació en Cumaná a fines del siglo XVIII.
En 1813 esta al lado de Mariño entre los 45 que invaden por Chacachacare, en su empeño por reconquistar a Venezuela y es de los libertyadores de Oriente de ese año esperanzador.  Luego lo encontramos peleando en  Taguanes, Bárbula, Las Trincheras y Vigirima, en 1813. Continua al lado de Mariño y acude a la primera batalla de Carabobo, 1814 y a  las batallas de Quebrada Honda. Continua al lado de Piar y se encuentra en  el Juncal, el Alacrán, y hasta San Félix. Luego se enrola con Bolívar y con el libertador se encuentra en  la campaña de Los Andes, y pelea en Pantano de Vargas y Boyacá. Luego sigue con Sucre y triunfa en Pichincha y Ayacucho. El Mariscal Sucre lo llamó “excelente jefe”. Sufrió al lado del bravo Jacinto Lara, en el terrible encuentro de la quebrada de Corpahuaico, y en fin,  fue de los triunfadores de Ayacucho a la cabeza del batallón Pichincha de los libertadores de América. Gloria a sus restos. , QUE MAS PUEDE ACREDITAR A UN VERDADERO HÉROE. Según el general José Félix Blanco, el Libertador le concedió el asenso a general de brigada en 1827, y en ese mismo año muere, según el maestro e historiador Silverio González.
         Citado por Alberto Sanabria, el maestro de maestros cumaneses Siilverio González Varela, nos informa acerca de esos ilustres próceres que “a consecuencia de las penalidades de la guerra feneció tan bizarro patriota  por los años de 1826 a 1827, en la ciudad de la Paz. dejando disposiciones testamentarias. El Mariscal de América dijo, al saber su muerte: “He sentido sobremanera  la muerte del coronel Leal. Colombia ha sufrido  en este excelente jefe una verdadera pérdida”.  Según aparece en la página 566 del Tomo XI de los Documentos  para la Historia de la Vida Pública del Libertador “ por el General José Félix Blanco, el Libertador le confirió el ascenso a General de Brigada en 1827.  El General Leal se merece eternizarse con los honores del broce.









No 13 - Dr. JOSE GRAU MACHADO.

         Era Juez político de Carúpano, y se encargó del gobierno provisorio de la Provincia de Cumaná, a la salida de don Diego de Vallenilla, quien pasó a Caracas. En octubre de ese año se trasladó para Cumaná, donde continuó gobernando, hasta que, organizada la República  de Colombia, se constituyó el departamento de Orinoco.
         El Lcdo. José Grau nació en Cumaná, el 30 de octubre de 1784. Estudió gramática, latín y teología moral. Pasó a Caracas y estudió cánones  y derecho civil. Regresó a Cumaná de pasante del Dr. Juan Martínez Alemán, y se recibió de abogado ante el Poder Judicial en 1812. Fue nombrado por el General Santiago Mariño, fiscal de hacienda en 1813; pasó luego a la isla de Margarita  y revalidó el título de abogado; así mismo lo hizo en Angostura-Guayana, sede de los poderes públicos, ante la Corte Suprema de Justicia, en 1820. En 1821 fue gobernador de Cumaná, Ministro de Fomento y Justicia, fue juez y Presidente  de la Corte Suprema de Justicia, y diputado por Cumaná al Congreso Constituyente  de 1830.
         Indudablemente fue un patriota a tiempo completo, político audaz,  culto, útil, incansable, fue también  jurisconsulto notable de la época independentista. Uno de los grandes hombres de Cumaná.
         Escribió el “Catecismo Constitucional”, obra ésta que se mandó estudiar  en las escuelas por orden del general José Antonio Páez, siendo Presidente de la República, en su primer período;  y aparece en los apuntes estadísticos del Estado de Cumaná, publicado por orden del general Antonio Guzmán Blanco, durante su gobierno. Todo un patriota de la misma estatura espiritual y moral de don Diego de Vallenilla.


No 14 - Coronel JOSE LEONARDO BRITO SANCHEZ,



Natural de Cumaná, prestó valiosos servicios a su Patria desde 1810.   Integró la expedición de Mariño de 1813, llamada de los 45, que desde Trinidad pasaron al islote de  Chacachacare, entraron por Guiria y libertaron todo el Oriente.  Con el  grado de Capitán sirvió bajo las órdenes de Bermúdez, en su avance hacia Cumaná en 1813. Participó en la batalla de Cantaura en 1819 con el grado de coronel. Entró triunfante con Bermúdez a Cumaná en 1821.  Después de la independencia continuó en el ejército, y en 1848, se encontró en la defensa de Carúpano cuando Celis atacó la ciudad. Murió en Cumaná el 28 de diciembre de  1852





No 15 – GENERAL AGUSTÍN ARMARIO


A la calle del Comercio de Cumaná, después del terremoto de 1929, se le dio el nombre del General Agustín Armario, héroe valiente  oriundo de Puerto Cabello, hijo de don Agustín Armario y de doña Agustina María González; casó en Cumaná, donde se había establecido después de la Independencia, en 1821. Casó con doña Josefa Manuela Cova de Alcalá, con la cual procreó cuatro hijos cumanesas. Su hija María de Jesús, casó con don Julián Llamosas, de cuya unión nació el gran músico cumanés, don Salvador Llamosas. Se le tiene por hijo adoptivo de Cumaná,   porque hizo lo mejor de su vida militar en esta provincia.

Armario fue marino desde su nacimiento: en 1813 participa en la formidable y decepcionante batalla fluvial de Sorondo, en el inmenso Orinoco; en ese mismo año forma parte de los 45 que acompañan a Mariño desde Trinidad, y continuó en la gesta independentista a su lado,  en la liberación de la antigua provincia de Nueva Andalucía –Cumaná, Barcelona, Maturín y Nueva Esparta. 

Armario va al exilio en 1814,  está en el sitio de Cartagena bajo el mando de Bermúdez, pasa a Haití y regresa en la expedición de los Cayos bajo el mando de Bolívar. Combate en Los Frailes, frente a Margarita, y en la toma de Carúpano, el 2 de junio de 1816. Supo de las victorias contra los españoles en Bocachica, derrotando a Boves; y,  el amargo sabor de la derrota en La Puerta, contra el mismo Boves Bajo las órdenes de Bolívar va a la campaña de Guayana y a la formación de la Gran Colombia. Luego bajo las órdenes de Bermúdez en 1821 participa en la liberación definitiva de Cumaná. En ese mismo año desempeña la Jefatura de Armas de Carúpano. En 1827  fue jefe del fuerte de Puerto Cabello, una de las plazas más importantes de la nueva República.
Después de la independencia participa activamente en el movimiento  separatista venezolano. Representa a Cumaná en el Congreso Constitucional de 1831 con el empleo de  Senador. Murió en Cumaná, el 14 de agosto de 1833, reconocido por todo su pueblo, como Senador, y con el grado de General de Marina. Cumaná lo acogió como otro de sus héroes más apreciados.




No 16 - DR. DOMINGO BADARACCO BERMUDEZ

Nació en Cumaná,  8/6/ 1871, murió en Cumaná 1935.

         Domingo Badaracco Bermúdez nació en Cumaná el 8 de junio de 1871. Cursó estudios en el Colegio Federal de Cumaná y en la Universidad Central de Venezuela. Se graduó de médico cirujano en el año 1895. Ejerce la medicina durante 40 años y murió en el año 1935. Domingo fue llamado por Andrés Eloy Blanco “El Sócrates de Venezuela”, tenía la virtud de enseñar caminando por las calles polvorientas, por las plazas, bajo los árboles, cada vez que hablaba. Desempeñó la medicatura  de Sanidad en Cumaná, fue miembro correspondiente de la Academia Nacional de Medicina, así como también de muchas Sociedades científicas. Se distinguió por su tratamiento del paludismo, el tifo y el cólera;    maestro, ensayista, crítico de arte, guía espiritual de una generación intelectual. Diego Córdoba lo honra, al llamarlo “Héroe de la cultura cumanesa”. Orador por antonomasia, periodista, fino escritor, gran humanista, educador e historiador.

Por más de 30 años impartió clases en el Colegio Federal.  Fue Presidente del Concejo Municipal del Distrito Sucre y Director del Registro Principal del Estado Sucre, se dedicó con pasión a la investigación histórica y al cuidado de los archivos municipales y del registro  que aun se conservan. 
El pueblo le erigió una de las pocas estatuas que tiene Cumaná.  Alberto Sanabria dice: “Su vida profesional fue todo caridad… Desde su juventud fue apasionado por el cultivo de las letras, y las nuevas generaciones que se han sucedido en la tierra cumanesa siempre encontraron en el Dr.  Badaracco Bermúdez, el paladín que las guiara en el sendero de la cultura… La parte más importante  de su actuación  de pensador  y artista esta en sus discursos, maravillosas gemas de su vida  literaria”.           Domingo Badaracco, escribía y colaboraba en la  redacción de todos los periódicos de su época en Cumaná, especialmente en “La Constitución de Federico Madriz, “El Heraldo Oriental” donde firmaba como el seudónimo de Juan Boheme,  y en “Broches de Flores”, órgano del Club Surge et ambula” del cual era Secretario General.  En su época podría decirse que no había en Cumaná, ninguna actividad en la cual no jugase  papel importante.  Su magisterio se puede apreciar por el juicio de todos sus contemporáneos. Ricardo Archila, acota que “donde brilló con fulgor deslumbrante fue en la oratoria; en tal sentido, se consideran de gran valor sus discursos en el centenario de la batalla de Ayacucho, en el sepelio del inolvidable cumanés Delfín Ponce Córdova, y ante el féretro del inmortal humanista José Antonio Ramos Sucre, y en la inauguración de los Juegos Florales de 1922.     

         Además de médico de gran sabiduría, fue un consumado filólogo y políglota que dominó además del castellano, el latín, el griego, el romance, el esperanto, el francés, el inglés, y el italiano. Sus escritos en prosas y verso, delatan al conocedor profundo de los secretos del lenguaje y al genial repentista que plasma la idea en el eterno mármol del conocimiento. Domingo fue un periodista consagrado que dominó el editorial y la noticia con igual maestría. Los periódicos y revistas de su época dejan el testimonio de su arte; director y redactor de “Filaresia”. Escribe en: “Broches de Flores”, “Claros de Alba”, “Pléyades”, Oriflama”, “El Satiricón”, “Ecos de Sucre”, “Arte y Ciencia”, “El Cóndor”,  “El Heraldo”, “El Iris”, “Prometeo”, “El Sucre” y “El Renacimiento”. Así era Domingo, un hombre de paz, de armonía y trabajo. Sus escritos, sus discursos y su ciencia, calan profundamente en el alma colectiva. Es un médico de cuerpos y espíritus; receta, da la medicina y su palabra amplia y bondadosa. Es un médico a pié que busca al enfermo, que se da íntegro a su vocación apostólica. El pueblo camina a su lado y lo palpa en esa dimensión que se crea entre el hombre sabio, el hombre pueblo que aprehende sin necesidad de hablar.

         Es la época de las grandes endemias: La viruela, el paludismo, la fiebre amarilla, la tifoidea, la tuberculosis, la lepra y la terrorífica fiebre española. Época terrible porque no existen los medios adecuados para combatir los flagelos que arrastran a la muerte segura, al aislamiento y desesperación al hombre atacado. Este es el momento del Doctor Badaracco Bermúdez. Alguien dijo: “Que el hombre está atado a las circunstancias”, esta fue su circunstancia y en ella se agigantó, lo ayudó su espíritu de sacrificio y su vocación, porque él consideraba el ejercicio de la medicina como un apostolado. Domingo como lo llamó su pueblo, se dedica casi con fanatismo al tratamiento y al estudio de las endemias, y el éxito que alcanza, traspone los límites del terruño. Su maestro, el Doctor Razetti, le escribe solicitándole sus experiencias, las cuales se publican para el conocimiento del público. Son sencillas y prácticas las medidas que toma para el tratamiento de los enfermos; sabe de la pobreza reinante y se da cuenta que muchas medidas sanitarias surten mejor efecto que los mismos medicamentos. Muchas veces prefiere el llantén, el jugo de limón o de piña y así se lo escribe al sabio capitalino.

         En Cumaná se ha organizado para principios de siglo un importante movimiento científico: Domingo sobresale por sus trabajos sanitarios, Beauperthuy, por sus investigaciones microbianas, Eliso Silva Díaz, Ponce Córdova, Julio Gómez López, Guevara Blohm, Carlos Bomunto, Urosa Ortiz, Rivas Masa, y otros valiosos médicos constituyen toda una generación extraordinaria que interviene a la vez en el movimiento cultural que paralelamente se desarrolla en Cumaná y en otras importantes ciudades de la República. La palabra de Domingo es tan importante en la época, sus discursos tan sabios y sencillos que el pueblo le da el nombre de “Pico de Oro”.

         En 1897, pronuncia el discurso de inauguración del Colegio González, y en esa oportunidad dijo: “En todo tiempo, déspotas engreídos han intentado apagar con el estruendo de las armas, la voz de las conciencias, y en todo tiempo caracteres enérgicos, haciendo frente a la ira del poder, han vencido luego en esta lucha de la razón contra la noche negra de la barbarie”. Dice Don Alberto Sanabria, en discurso pronunciado en el acto conmemorativo del Centenario del natalicio de Domingo: “La magnífica oración en el centenario de la Batalla de Ayacucho, que nos trae a la mente un grato recuerdo, aquella tarde nos encontrábamos junto al poeta Andrés Eloy Blanco y cuando el Doctor Badaracco, terminó su discurso, Andrés Eloy me abrazó y nos dijo: Alberto, últimamente he oído a dos grandes oradores, Antonio Maura, en España y Domingo Badaracco, en Cumaná”.

                   Sin embargo de todos los dones que adornaron la personalidad de Domingo, el más hermoso fue su humildad, su manera de ser sencillo, su manera de ser amable, bondadoso, apaciguador y sabio. Se ganó el amor de todo el que tuvo la dicha de conocerlo y el que lo conoció lo amó profundamente. De ese amor da diario testimonio el pueblo del Estado Sucre que lo lloró emocionadamente a su muerte y luego para eternizarlo en el recuerdo lo glorifica constantemente en el bronce de la plaza Ribero.



No 17 -  JOSÉ SILVERIO GONZÁLEZ


(Cumaná, 20/6/1820 – Cumaná, 27/9/1886)

Fue el maestro por excelencia de la generación de oro de Cumaná. Él y su hijo Silverito son los verdaderos apóstoles de la educación de los siglos XIX y XX  de Cumaná. Hijo del General Tomás García y doña Maria González y Alcalá. Tomas García, comandante del batallón Valencey, se destacó por su valor en la gran batalla de Carabobo de 1821, por cierto, que este general español, fue siempre respetado en Cumana donde formó su hogar que dio tan relevantes frutos.  1839 Silverio González, funda en Carúpano su primera escuela. En Cumaná, además de Rector del Colegio Nacional,  colabora en los periódicos El Republicano y El Torrente, y luego funda El Renacimiento, el Cumanés, La Diana y las revistas literarias Jardín de Oriente y El Vergel. Diputado provincial de Cumaná, Comandante de la guarnición de Carúpano, diputado a diversos Congresos, presidió la Asamblea Constituyente del estado Guayana. Presidente del estado Nueva Andalucía. Fue Rector del Colegio Nacional de Cumaná desde 1879 hasta su muerte.

                            Maestro de una generación, que bien podría llamarse “La generación dorada de Cumaná”, que sigue la tradición iniciada por Don José Antonio Ramos, en el Colegio Nacional. A mi modo de ver, es el ductor responsable del movimiento literario que se denominó “Modernismo” iniciado y universalizado por el gran aeda nicaragüense  Rubén Darío, del cual fue jurado adepto.

                            En un perfil biografico que publique hace años aqui en Cumaná, dije: Silverio, hijo del General Tomás García, el heroico comandante del batallón “Valencey” -una historia que hay que contar, respetado y admirado después, que es lo más importante- se destaca desde su juventud por su talento y la admiración que despertaba. Su erudición lo elevaba entre sus contemporáneos: fue bueno en matemáticas, filosofía y música. Fue un decoroso guerrero y figuró al lado del margariteño Francisco Esteban Gómez. Se destaca en el periodismo, edita “El Tribuno”, “El Observador”, “El Telégrafo” “La Mosca” “La Diana”, “Renacimiento”  y “El Cumanés”, colaboró intensamente con Estanislao Rendón y el Partido Liberal en “El Republicano” de Blas Bruzual,  en los cuales predica su credo liberal y apoya la candidatura presidencial de Estanislao Rendón y Guzmán Blanco. En sus periódicos La Diana y El Cumanés, publica su tratado de “Política”, “La Sección Filológica”, su tratado de “Culto Divino”, y su “Decapitación de Cumaná” contra la dinastía Monagas, en la cual se queja  de  “La juventud  actual vejeta meticulosa y egoísta, no brinda esperanzas de ventura, no ama la gloria que es una ambición noble de los corazones grades, de los talentos superiores, de las almas elevadas”. …”Los pueblos como los individuos viven una vida moral, que no se alimenta de pan sino de creencias, de verdades, de honor, de heroísmo, de santidad; y cuando esta vida  enflaquece  se pierden los individuos  y los pueblos quedan reducidos a la vida puramente animal o de cálculo”.  Y denuncia valientemente a los agresores de nuestro pueblo, los  Monagas: “todos quisieron remitirnos oportunos socorros –se refiere al terremoto de 1853-    Caracas, La Güaira, Guayana, vivirán eternamente en nuestro corazón  agradecido…. Solo la horrible dinastía lejos de favorecernos, de oír nuestros gemidos estorbó el envío de los subsidios de Barcelona, privó a Cumaná de su Aduana y de los pingües productos de su salina…”

         José Silverio González, fue un espíritu superior, músico, poeta, guerrero, político, todo en grado superlativo,   nos dejó un legado escrito aunque disperso, no solo en los periódicos, boletines, cartas, discursos y revistas, sino también en acciones importantes y trascendentes; varios textos que se conservan sobre “Métrica Castellana”,  “Lexigrafía” “Contabilidad” y su “Teneduría de Libros”, personalmente guardo como un tesoro ejemplares de sus periódicos “La Diana y El Cumanés”, Luis Marcano Barrios tuvo en una época una colección de su semanario “Renacimiento”, probablemente su mejor periódico, y el que tuvo más larga duración, que debe estar en manos de alguien, que seguramente lo conservará como un tesoro;  en esos periódicos, como era costumbre de esa época,  publicó gran parte de su pensamiento político, filosófico y literario, también nos dejó  un pequeño libro que denominó “La Floresta” que recoge sus  himnos  y canciones patrióticas, todo eso nos da una pálida idea de su personalidad; porque los resultados de su trabajo se reflejan más bien en la generación de cumaneses ilustres que surgieron de sus enseñanzas.  

Su talento lo ocupó siempre en causas justas, como es el caso de la Libertad de los Esclavos, cuya defensa asumió en el Congreso Nacional,  convirtiéndose en uno de los más destacados defensores de ella;   en 1854,  después del fracaso de la  causa secesionista en la cual participó activamente al lado de Estanislao Rendón, y aquella culta y orgullosa  generación;  antes del decreto del 24 de marzo que da la libertad a los esclavos, pronuncia el memorable discurso,  que pasa a la historia como uno de los más aplaudidos y oportunos de la historia patria, pidiendo vehementemente la abolición de la esclavitud y la libertad del General Páez, preso en Cumaná.

Pero José Silverio fue sobre todo un apóstol de la educación. Su filosofía particular la desarrolló  en el Colegio Nacional de Cumaná, dictaba varias clases, sobre todo gramática, literatura,  métrica y elocuencia,  hasta su muerte ocurrida en  1886. Miguel Angel Mudarra dice que aprendió Derecho Civil con  Estanislao Rendón; Teneduría de Libros con  Don Pedro Coll; francés, con Don José Manuel Barceló; Inglés, con don Alejandro Máthison. Tambien dominó el italiano y la literatura clásica. Estaba preparado para ser el maestro de aquella generación extraordinaria de la cual Cumaná, se siente tan orgullosa; porque en las lides del saber, fueron de triunfo en triunfo, compitió con Caracas, y fue vencedora,  la primera de Venezuela y sus nombres saltaron   horizontes y se unieron al concierto universal de la cultura. Cumaná se hizo famosa por sus maestros, se crearon cátedras universitarias, entre las cuales figuró la música, la medicina y las ciencias jurídicas.
En Cumaná se quedó el sabio Beauperthuy,  asombrado como Humboldt de la cultura de este pueblo, y con Calixto González funda la cátedra de Medicina;    Gómez Cardiel,  le dio rango universitario a la Música; Estanislao Rendón, Pedro Coll y Mauricio Berrizbeitia, inician las  clases de derecho. Se estudiaba idiomas, matemáticas, latín, filosofía; los exámenes eran públicos y las tesis se discutían con participación del pueblo.
De Cumana se fueron para Caracas: Don Jacinto Gutiérrez, que fue dos veces presidente de la República; Marco Antonio Saluzzo, tal vez el mejor orador de su época; Jacinto Gutiérrez Coll,  el poeta de Caracas; el Dr. Estanislao Rendón, uno de los hombres mas importantes de su tiempo, candidato al a Presidencia de la Republica; el Dr. Salvador Córdoba, fundador de la primera Clínica de Caracas. Podría aportar cien nombres de aquella generación, pero son demasiado conocidos.

 Esa fue la Cumaná de Don José Silverio González, por eso fue llamada por algún cronista “Atenas de América”.




No 18 -JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE




Caupolicán Ovalles dice de él, que es el único poeta muerto que inicia un movimiento poético en el mundo. Brillante, muy destacado exponente de la lírica contemporánea en lengua española. Hijo de Rita Sucre Mora, sobrina nieta del Gran Mariscal Sucre, y de Jerónimo Ramos Martínez. Bachiller, en el Colegio Nacional de Cumaná, y abogado en Caracas, en 1917. Traductor e intérprete en el Ministerio de Relaciones Exteriores, educador en el Liceo Andrés Bello y en el Instituto San Pablo. En 1929 es cónsul general de Venezuela en Ginebra. Su poesía hermética, intimista, culta, y la leyenda de su insania, hicieron que su creación poética quedara sepultada en el olvido durante muchos años. Escribió tres libros, La Torre de Timón (1925), El cielo de esmalte (1929) y Las formas del fuego (1929). A partir de los años 50, la poesía de Ramos Sucre es revalorizada por las jóvenes generaciones.  Se han publicado muchos libros sobre él y sus obras. Para el pueblo de Cumaná, es uno de sus ídolos.

         Ya es difícil buscar las huellas cotidianas del poeta. Aprenderlo desde sus actos se hace cada vez más angustioso, sin embargo los críticos lo renacen desde la palabra y van teniendo conjeturas míticas que lo devuelven inasible. Fernando Paz Castillo lo dice así: “Su manera de vivir, incomprendida y maniática… Muchos de sus poemas, que no otra cosa resultan sus escritos, son reminiscencias, más que de la lectura, de las láminas que ilustran viejos libros… en un temperamento poético. Sólo que carece del dominio de la rima…”.

         Se le puede perdonar a Paz Castillo su modo de decir del poeta porque no lo entendió ni lo conoció verdaderamente, es cierto que lo trató y lo oyó recitar sus poemas, pero no penetró en él.

         Sólo aquellos que lo trataron desde su más tierna infancia pueden decir como era y cuanto sabía. Mis padres lo tuvieron tan cerca y nos trasmiten tanto de él, que sería criminal no dar el testimonio que hemos recibido. Por ejemplo su madre Doña Rita, fue vecina de la mía que aún conserva en el recuerdo muchas de sus celebradas anécdotas. El Dr. Luis Ramos Sucre, padrino de mi hermana Tulia, visitaba cordialmente la casa de mis padres, y cuando éstos iban a Caracas llegaban a su casa, entonces nadie puede como ellos hablar de la personalidad del poeta. Mi padre decía que José Antonio, tenía una memoria de elefante. Cierta vez llegaron a una pensión en la cual las habitaciones estaban separadas con tabiques de madera. Al lado unos estudiantes de medicina intentaban aprenderse de memoria los huesos del pie. José Antonio estaba insomne oyéndolos. Al otro día durante el desayuno, los jóvenes trataron de memorizar las lecturas y no atinaban, entonces el poeta se acercó a la mesa de los estudiantes y les recitó sus lecturas de la noche. Agregaba, y además les corregía la puntuación. José Antonio Ramos Sucre no necesitaba describir láminas de viejos libros, sus lecturas impenitentes las tenía grabadas en su privilegiada memoria, lo que pasa es que los críticos no pueden salvar sus limitaciones, y muchas veces son incapaces de entender la sabiduría. Decir que José Antonio no conocía la rima es desconocer lo que significaba ser el mejor alumno del maestro Silverito.

         Se me ocurre, en relación con el término maniático, empleado por Paz Castillo para definir la personalidad de José Antonio Ramos Sucre, que este término puede utilizarse en dos sentidos: negativo y positivo, en el primer caso puede tratarse de una persona que tenga por costumbre meterse los dedos en la nariz o en el trasero, etc.; y en el segundo, puede tratarse de una persona maniática de la limpieza, de caminar por la noche estrellada en las callejuelas de la antigua Pastora, leer incansablemente en búsqueda de la sabiduría y pasar sus cuarenta días en el desierto; y entonces es cierto, José Antonio era un maniático estupendo que tenía la manía de adquirir sabiduría y escribir bien, de trabajar y enseñar. Por mi parte creo eso, tenía de escribir bien de trabajar y enseñar, de aprender idiomas y otras culturas, y sobre todo, tenía la manía de querer ser sabio. Paz Castillo tampoco entiende el ejercicio de querer ser sabio. Paz Castillo tampoco entiende el ejercicio filológico y gramatical, empleado por José Antonio, Cuando suprime el “que”, y no sólo el “que”, sino que también elige los pronombres cual, cuales, cuanto, etc.; y el crítico debe colocarse ante estas realidades tomándolas como retos del mismo enigma. Me imagino la confusión de Paz Castillo, en su época, leyendo “La Venganza del Dios”, “El Canto Anhelante”, y los demás de ese estilo.

         Pero ahora, estudioso como mi amigo Ludovico Silva, lo ven como un poeta volcado hacia el Siglo XX, es decir, un hombre que escribió en futuro, desamarrado del lastre medioeval o renacentista, proyectado más allá de su tiempo rescatando el don profético como deben hacer los poetas. Y además, dice: “con antecedentes en Baudelaire y Rimbaud”.

         Cuando nos acercamos a Ramón Sucre lo hacemos convencidos absolutamente, que al traducir sus imágenes encontraremos la sabiduría, algo parecido a lo que le sucedía a los iniciados del Hermetismo, descubrían en los veintidós arcanos del templo de Hermes, la iluminación o lo que es lo mismo, la sabiduría.

         Domingo Badaracco Bermúdez, lo llama “sabio coterráneo y amigo inolvidable”, dice que “fue un solitario pero no hosco ni sombrío, sino más bien risueño y locuaz. De esa manera de ser suya, tan concentrada y rara, participaba sus prosa, torturada y fulgente como joya salida de algún taller de Florencia”, y agrega: “Lo ejemplar de su vida; su paciente lucha diaria por abrirse camino, a despecho de la adversa fortuna”. En estas sabias observaciones hay más verdad sobre José Antonio, que en casi todo lo que he leído de los críticos.

         Desde muy temprana edad sus compañeros lo distinguían por su erudición. Pero también es importante el ambiente de la época, la importancia de la poesía, la conducta de la sociedad cumanesa ante el fenómeno poético. No hay que olvidar que esa época de oro de la poesía abonaba el camino del estudio y la praxis. Los periodistas de Cumaná publicaban en primera página poesías de los grandes poetas hispanoamericanos y el pueblo las aprendía de memoria. Vinieron los Juegos Florales, había un ánimo de competencia. La poesía era la protagonista imprescindible de aquel momento tan importante de la historia. Luego nuestros poetas salieron a ganar galardones en el mundo hispánico. No se puede aislar a José Antonio de sus coterráneos, de sus maestros, de la disciplina imperante, de la competencia cultural existente. José Antonio no es un producto aislado, como tampoco lo fue el Mariscal, ni Andrés Eloy. Cumaná como muchas otras ciudades de Venezuela y de América era una escuela importante, y tanto que podemos hacer una supervaloración de ello por sus frutos.

         Pero queremos agregar algo que desmiente muchos mitos insultantes sobre José Antonio; él como Andrés Eloy, era el alma de toda tertulia. Mi padre dice que entre 19ll y 14, José Antonio formaba parte de la tertulia que mantenía el General Eliseo Sarmiento, a la sazón Presidente del Estado, y compartían con el Dr. F. Domínguez Acosta, Secretario General, y “autor de la inimitable leyenda explicativa del blasón de nuestro escudo regional, creado en esa administración”, los poetas Juan Miguel Alarcón, Juan Santaella y los Dr. Antonio Minguet Letteron y Dr. Domingo Badaracco Bermúdez. Todos individuos de amplia cultura. Su conversación cautivaba, sus familiares y amigos íntimos lo amaban. Cuando José Antonio muere, Cumaná llora, testimonio de ello es la oración fúnebre del Dr. Domingo Badaracco Bermúdez, y eso no acontece cuando muere un maniático. José Antonio se quita la vida porque no pudo soportar la idea de frustración y la locura, porque se sentía enfermo y no obtuvo la respuesta médica necesaria. Hay mucho más en sus escritos, sobre su personalidad, su filosofía, su fuerza creadora, de lo que fragmentariamente se ha dicho. Recordamos que él decía: “Es natural que las enseñanzas de los genios sean enigmas, a nadie extraña que el caudal de agua caído desde muy alto sobre la tierra, la hiera profundamente y se envuelva en nieblas evanescentes”.

         Para mí el crítico que más se ha acercado a la poesía de José Antonio, es Cristian Álvarez, sin embargo creo que intentar una explicación de sus poemas es tarea imposible, es como tratar de explicar los cuadros de Picazo. La poesía de José Antonio tiene mucho de abstracción, sin embargo nos deja rastros, pistas, su poesía nace en el subconsciente, es una visión a veces dolorosa, un espejismo que Cristian Álvarez ubica en la edad media. Él dice: “encuentro imágenes de apariencia móvil y mutable que proceden de esa edad. Imágenes que en su mayoría refieren lecturas de temas de la literatura medioeval, asumiendo formas, que aquél mundo de emociones originales y fantásticos sucesos memorables nuevamente retornan a la vida”. Algo en que creo, acierta Cristian Álvarez, para intentar acercarse a José Antonio, y lo dice como alegato de profunda convicción, es que Ramos Sucre como Borges, es poeta lector, y como tal deja traslucir en sus poemas las apasionadas páginas de muchas horas de desvelo.  





No 19 - ANDRÉS ELOY BLANCO


Cumaná, 6 de agosto de 1896 - Ciudad de México, 21 de mayo de 1955).

Fue el poeta más renombrado de su época en el mundo hispano.  Sobresalió en la época, en el momento de mayor desarrollo de la poesía. Recibió en vida elogios de los mejores críticos, y la veneración de su pueblo. Rafael Angarita Arvelo lo sintetiza diciendo que es: “símbolo indiscutido de una generación…”

Marco  Tulio Badaracco lo  veía así: Andrés Eloy que fue un ameno charlista, orador elocuente, escritor de personal estilo, diarista destacado, en su extraordinaria obra de poeta probó todos los ritmos, los múltiples metros del verso; su inspiración desbordada, fluía ligera, fácil y hay momentos en que parece salirse del métrica como si en el golpe de su imaginación creadora una rima se adelantara a otra, disonando:

Los cuatro que aquí estamos,
Nacimos en la pura tierra de Venezuela,
La del signo del éxodo,  la madre de Bolívar
Y de Sucre, y de Bello y de Urdaneta
Y de Gual y de Vargas y de un millón de grandes
Más poblada en la gloria que en la tierra,
La que algo tiene y no se sabe donde,
Si en la leche, en la sangre o la placenta,
Que el hijo vil se le eterniza adentro
Y el hijo grande se le muere afuera…

En su poesía integraba él su alma, con inteligente y sentida interpretación de su amor profundo de la humanidad y de la Patria, la alteza de su espíritu, la inefable generosidad de su corazón. En “LAS UVAS DEL TIEMPO” recuerda a Cumaná, el hogar de sus padres en sugestiva añoranza del amado terruño, y en el SONETO A DIEGO CORDOBA  da la última pincelada, el toque final a ese cuadro patético de su evocadora nostalgia:

Desde que al corazón le dolió un ala
La usó e volar a la ciudad porteña,
La de la luna con que el sueño sueña
La del río de amor con que resbala.
Del mar al pan de miel con que la desala,
Desde el golfo a la chara ribereña,
Cruzo sin pasaporte o contraseña
La ciudad marinera y mariscala.
Tu ciudad, mi ciudad,  la ciudad nuestra
Donde busco al varón en cuya diestra
La espada es flor y la bondad capullo.

Y allí con él digo tu nombre, Diego,
Y al corazón del Mariscal entrego,
Tu corazón tan bueno como el suyo


Nació en Cumaná, fueron sus padres  Luis Felipe Blanco y de Dolores Meaño. Se graduó de abogado en 1918.   En Apure, asesora a dueños de hatos, e ingresa en la Logia Candor 27. Adquiere fama internacional al ganar en 1923,  con su “Canto a España” el laurel  del concurso promovido por la Real Academia Española. En 1928, apoya la rebelión estudiantil contra Gómez, y es preso en La Rotunda y el Castillo Libertador. Confinado a Valera en 1934. Después de la muerte de Gómez milita en el Partido Democrático Nacional (PDN), es concejal del Distrito Federal, diputado al Congreso Nacional y miembro fundador AD. Escribe en El Morrocoy Azul. Es Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (1946-1947), y Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Rómulo Gallegos. Después del golpe de 1948 vive el exilio en México, y allí muere en un accidente de tránsito. Sus versos llegaban con facilidad al público, tal es caso de “Píntame angelitos negros” y “La loca Luz Caraballo”. Su elegía “Giraluna” tiene los sonidos de la mejor poesía clásica castellana. Publicó “Poda” que reúne sus poemas  desde 1921 al 28; Tierras que me oyeron y Barco de Piedra -1928-1932; Baedeker 2000 y Giraluna, que es un libro de su plenitud.  Además de sus poesías, Andrés Eloy escribe ensayos como “Vargas albacea de la angustia”; y comedias como “El Árbol de la noche”, La Aeroplana clueca, Reloj de Piedra. También incursiona en el drama, y escribe El Cristo de las violetas, El pie de la Virgen, Abigail, Los muertos las prefieren negras”, y otras más.

Andrés Eloy es un poeta del pueblo, un poeta pueblo, José Ramón Medina lo dice así: Su pasión de luchar, su ansia de caminar al lado del pueblo es un delirio de acento amoroso que lo acompaña hasta la tumba, que lo lleva hasta ella”.   


No 20 - CRUZ MARIA SALMERÓN ACOSTA


Guarataro, Manicuare  3/1/1892 - Manicuare, 30/7/1929)


Todo el pueblo venezolano ama a Cruz María. Su dolor sigue siendo un dolor anclado en el corazón de todos los que lo conocieron y los que se acercan a su poesía. Compañero de estudios de Ramos Sucre, alumno del maestro Silverito González Varela, compañero y amigo de su pueblo que lo amo con ternura. Hijo de pescadores de Manicuare, don Antonio Salmerón y doña Ana Rosa Acosta.
Arturo Luis Torres Rivero, dedicó muchos años a recopilar los versos de Cruz María, la familia de su Cordera, los Bruzual, colaboraron  con él, sino hubiese sido así, no se logra nunca reunir sus poemas. Arturo se los dio a Dionisio López Orihuela, su amigo, que dice de él: “En él se realiza el tipo humano de excepcional pureza y fuerza y además genuinamente nuestro. El posee física y espiritualmente, en alto grado y en forma armoniosa, las virtudes que van a hacer posible en los últimos años de su vida,  aquella gloriosa transfiguración que hizo de él  no un mártir, sino un héroe y un santo: valor personal, sereno y noble, como condición primaria  indispensable; orgullo e hidalguía, unidos dentro de un sentimiento de humanidad casi mítico, de fraternal alianza; concepto de la dignidad exaltada de ideal caballeresco; amor al bien y a la justicia; rebeldía entre todo lo que represente la falsedad y bajeza.
 

Cruz María estudia primaria en Manicuare y en Toporo, un barrio de Cumaná en su tiempo. Graduado de bachiller en el Colegio Federal de Cumaná, en 1910. Funda, con Ramos Sucre, la revista literaria Broche de Oro. Viaja a Caracas a estudiar Derecho, pero apenas por dos años, a causa del cierre de la Universidad en 1912. Escribe sus primeros versos en 1911. Repentinamente, su vida da un vuelco, al contraer la lepra probablemente en la cárcel de Cumaná. Milita en la Asociación General de Estudiantes, y en 1913 regresa a Cumaná. Escoge a Manicuare como su lugar de aislamiento, y allí transcurre el resto de su vida, en medio de la soledad. En 1952 se publica la primera recopilación de sus versos, ¨Fuente de amargura¨. Como dije, el Dr. Arturo Luis Torres Rivero y Dionisio López Orihuela, se unen en esta tarea. Toda su producción está teñida del dolor que sufrió, de la impotencia y la soledad que lo sepultó en vida. “Azul” es su poema más recordado, uno de los sonetos mas perfectos de la lengua castellana;  pero muy acertados son también “Piedad”, “Cielo y mar”, y “La Nueva Andalucía.

El sentimiento de Cumaná por Cruz María, lo vamos a expresar en una página conmovedora, la entrevista que le hizo el poeta Acisclo Gómez, cuatro años antes de su muerte, que fue publicada en el bisemanario SUCRE el 16 de diciembre de 1925, Que titula: “SALMERÓN ACOSTA”

“Leía con voluptuosa impaciencia y nerviosa fruición intelectual aquellas partículas de emoción y sentimentalidad de “EL CANCIONERO” donde Heine el maravilloso teutón vierte, como en sonoros moldes, todo el encanto artístico de su genio, la dulzura de su alma enferma y el rutilante oro de su estética tan discutida y tan envidiada en el alba del decadentismo, cuando una evocación afín me asaltó de súbito, y de aquella exquisita función de belleza en que mi alma parecía suspensa como sobre  la corola abierta el perfume, hubo cual una misteriosa trasmisión a cuya acción mi pensamiento fundió dos concepciones; y mis ojos se volvieron hacia la playa lejana, donde otro poeta, dulce y mártir, como su obra y su vida, el héroe de un insondable dolor, cultiva sus rosales   y enreda en encantadoras melodías el tesoro musical de su alma –toda poesía y luz- para suprema delectación de los que tenemos la dicha de leerlo y comprenderlo.

Es Salmerón Acosta, el poeta enfermo que ha hecho de todos sus dolores el más excelso florilegio de lirismo en una perenne, religiosa elevación hacia lo ideal. Lo conocí en una mañana azul –como debía serlo para tal hallazgo- en que atado a un amor peregrino llegue a su noble retiro buscando paz a mi inquietud. Me mostró sus dolores y me enseñó como, sobre cada uno de ellos había hecho brotar, a manera de milagroso bálsamo una rosa. Hablome largo de su vida solitaria y conforme: conforme con el destino, conforme con Dios, conforme con la pena. Fraternizamos un poco y me comunicó luego sus sensaciones.
El poeta está dotado de una gran voluntad artística que mueve todo su ser a una excelsa consagración. Sus desmayos vitales han sido tocados con un apasionado estímulo en extraordinarias energías emotivas. Cincela florentinamente el albo marfil de sus quimeras y practica con virtuosa desesperación la gloriosa doctrina de triunfar. Cuando ahondo en su conciencia quedo maravillado de tanto valor. Este es el verdadero poeta –me dije- Martirizado, se aventura a dar alientos a quienes le sobra, y casi alejado de la vida por una funesta elección de la suerte, aconseja vivir, con una fuerza optimista de filósofo franciscano. Laudable templanza de su espíritu.

Esto es Salmerón Acosta. Su personalidad estudiada, cuando esto tenga lugar, legará  a la posteridad un glorioso dechado. En cuanto al poeta, sus versos han proclamado ya, bien sonoramente, que posee el instinto del Genio, la gracia ática y la diestra pulcritud del Artista”.



No 21 - BENIGNO RODRÍGUEZ BRUZUAL


Cumaná, 5-09-1852.


         Nacio en Cumaná el 5 de septiembre de 1852. Fueron sus padres  don Benigno Rodríguez Márquez y doña Carmen Bruzual Maza. Estudió  en Cumaná bajo la protección del eminenete músico  Jossé María Gómez Cardiel.
         Desde temprana edad demostró su inclinación por la música no solo en la interpretacion sino en la composición musical. Don Benigno amó la musica y a ella dedicó por completo su existencia en Cumaná, donde se le considera como el Padre de la Música.
         Figura entre los grandes músicos cumaneses: José María Gómez Cardiel, José Antonio Gómez, Salvador Llamosas, Joaquín Silva Díaz, Benigno Marcano Centeno, José Antonio Ramos y Leopoldo Sucre; y las celebradas pianistas Juana Joefa Espin, Teodorita Badaracco, Carmen Mercedes Nuñez, No mencionamos a  don Bartolomé Bello, aunque creemos que es cumanés, como atestigua el historiador e investigador don Vinicio Romero, porque hay dudas y no lo tenemos comprobado.
Don Benigno, fue un  inspirado compositor y músico; autor de una gran variedad de piezas de todos los géneros, tanto religiosos como profanos; sus piezas  musicales fueron muy populares en su tiempo-  Fundador de la celebrada banda “Santa Cecilia”. Director por muchos años de la “Banda Libertad”, autor de la música del Himno del Estado Sucre; y director de la Escuela de Música “José María Gómez Cardiel”. Discípulo suyo fue el famoso pianista Salvador Llamosas. También escribió el Himno del estado Nueva Esparta. Hizo toda una época en Cumaná.



No 22)  MARCO ANTONIO SALUZZO



Nació en Cumaná el  7 de octubre de 1834 y murió en  Caracas, el veinte (20) de diciembre 1912.  Se destacó como poeta por su educación y sencibilidad,  y como  orador por su erudicción. En Cumaná ejercio el periodismo y se destacó como polemista agudo. Marco Antonio fue amado por el pueblo cumanés.

Después del asesinato de su padre en 1841, se traslada a Angostura, y luego a Barcelona. Liberal, es diputado en la Constituyente de 1863, en los Congresos de 1865, 1866 y 1870 y por el Distrito Federal (1890). Ministro de Relaciones Exteriores y de Fomento. Ministro plenipotenciario en España. Miembro fundador de las Academias de la Lengua y de la Historia, autor de poemas, traducciones, y ensayos de crítica literaria. Poeta de fino estro. Formidable orador. Dejo una densa obra literaria. 


No 23)  MIGUEL SÁNCHEZ PESQUERA


Nació en Cumaná, 12 de noviembre de 1851 y murió en  Barcelona de España, en 5 de noviembre de 1920. Inspirado poeta nos dejó una obra trascendente.

Su abuelo paterno era primo hermano doble de la madre del Mariscal Sucre. Se gradúa en Madrid en jurisprudencia civil y canónica en 1873. Magistrado de la Audiencia de Matanzas, Pinar del Río y Santiago de Cuba. Poeta, autor de Sonetos, Antología de líricos ingleses y angloamericanos, traduce a Shelley y Thomas Moore, a Heine y Schiller.



No 24) ANDRÉS MATA

Nació en Carúpano, el 10 de noviembre de 1870 y murió en   París, el  19 de novieembre de 1931.

Marco Tulio Badaracco que conoció muy bien al poeta Andrés Mata, se refiere a un texto del poeta y nos dice: “Son obras sublimes del genio, las que podríamos titular parabólicamente de dibujos rítmicos, porque son como pinturas de motivos y cada una  encierra una perspectiva, un momento de emoción o de vida del autor.  Y muy bien pudo ser ese el sentimiento que movió a Andrés Mata, el romántico y sensitivo bardo carupanero cuando al evocar la figura del pintor Arturo Michelena, el que plasmó PENTESILEA y tantos cuadros famosos, para elogiarlo,  exclamó e un momento de incontenible sinceridad en esa queja de profunda alabanza: “Cambiaría los acordes de mi lira, por un solo color de su paleta” y precisa decir que Andrés Mata  es uno de nuestros mas exquisitos y celebrados poetas, acogidas sus endechas con entusiasmo en el folklore popular para entonarlas en la copla callejera al pie de la celosía de la novia en el expectante conticinio, a más de periodista, fundador del UNIVERSAL  de Caracas, escritor galano, literato de peso en las letras de la República. Bien conocidas son  sus ARIAS SENTIMENTALES, IDILIO TRAGICO, PENTELICAS y su pluma sabe describir con gráficas y seguras pinceladas:

         Orillaba la abrupta serranía
         El tren con rudo trepidar, sonoro,
         Y sobre el verde campesino, el oro
         De la tarde otoñal, languidecía…

Es como una sutil acuarela tomada  de improviso  del viaje en ferrocarril, sobre el antiguo camino de hierro de la Güayra a Caracas, a lomos del empinado Ávila.

EN INTERNET ENCONTRAMOS ESTE INTERESANTE TRABAJO SOBRE EL POETA
Andrés Mata cursó estudios en Carúpano, donde editó el semanario La Avispa. Más tarde en Ciudad Bolívar, editó el periódico Cabos Sueltos del Orinoco. Se muda a Caracas, fue exiliado en Santo Domingo, donde fue jefe de redacción del periódico El Listín Diario (1893-1895). Vuelve a  Caracas, colabora en El Cojo Ilustrado y forma parte de la redacción de la revista Cosmópolis (1895). En 1909 fundó, junto con Ramón David León, Andrés Jorge Vigas y Luis Teófilo Núñez el diario El Universal. Fue diputado y senador, cónsul en el Vaticano y consejero de la legación en Roma, miembro de la Academia Nacional de la Historia. Sus obras más conocidas son Pentélicas, Arias sentimentales, y sus poemas “Amor y Paisaje”, “Don Juan en Santa Marta”, “Idilio Trágico” y “Música Triste” adquirieron mucha popularidad. Desde 1993 funciona en la sede de El Universal, en Caracas, la Fundación Andrés Mata, para el estímulo del desarrollo cultural del país, especialmente en el ámbito del periodismo investigativo.
Sobre el libro Andrés Mata, su obra y época en versión digital, gracias a un exhaustivo trabajo de investigación, tanto biográfico como literario y hemerográfica .

De acuerdo con la autora de la biografía del fundador de El Universal, Luli Delgado, la idea es hacer un "reconocimiento a la iniciativa del poeta Andrés Mata de crear un periódico hace cien años". Al respecto, "se está preparando una nueva reedición de sus obras completas, que en este momento se encuentra en fase de
Impresión".

A modo de abreboca y para tener una aproximación diferente a la publicación del libro, desde hoy el lector podrá acceder al sitio de Internet de El Universal para ver una selección de los
textos.

Para comenzar, allí está el perfil biográfico de Mata realizado por Delgado: el contexto en el cual nace, su infancia en Carúpano, sus primeras aproximaciones al mundo del periodismo cuando apenas despuntaba la adolescencia.

También se hace referencia a cómo comenzó a abordar la poesía, sus primeros textos literarios y cómo fue reconocido en su época como autor inscrito dentro de la estética posromanticista y modernista, a la par del nicaragüense Rubén Darío. No faltan menciones al entorno nacional en la época que le tocó vivir.

Este perfil biográfico se complementa con una selección de poemas de Mata, cuya obra completa sí aparecerá en el libro impreso que estará próximo a salir al mercado.

Otro texto de interés lo constituye el primer capítulo "de una investigación minuciosa en las ediciones del diario realizadas por la profesora Alba Rosa Hernández Bossio, que arrojó como resultado un interesante trabajo sobre la presencia de la literatura en el periódico y la proyección que en sus ediciones diarias El Universal dio a las corrientes literarias de vanguardia", agrega Delgado.

Con este aporte -primero en digital y luego impreso- las nuevas generaciones de venezolanos podrán tener constancia de quién fue el fundador de un diario ya centenario, sus aportes en el campo periodístico y en el literario.

Intensa vida La vida del poeta Andrés Mata, descrita por Luli Delgado, contiene numerosa información, así como datos proporcionados por notables escritores e intelectuales.

Allí se citan comentarios de Tomás Polanco Alcántara, Ramón J. Velásquez, entre otros; los cuales se van mezclando con lo que fue la población de Carúpano hacia el último tercio del siglo XIX.

Resalta la voz testimonial de una sobrina directa del poeta, Nati Mata de De las Casas, y del cronista de Carúpano, Pedro García Lopenza. Ambos recrean con sus recuerdos al personaje.

"En cuanto a la señora Mata de De las Casas -escribe Luli Delgado-, nos contó: 'Andrés Avelino (el poeta), José Loreto y Hermenilde Mata fueron producto de la unión de Cruz (Mata) y José Loreto Arismendi'"; y agrega: "Paralelamente a su unión con Cruz Mata, José Loreto Arismendi también se unió a su prima hermana, Delfina Arismendi, con quien también tuvo varios hijos y con quien se casó cuando estos hijos ya estaban grandes. De su abuelo, José Loreto Arismendi, la señora Mata de De las Casas sólo recuerda haber oído decir que era elegantísimo y siempre tenía un puesto político".

En cuanto a parte del testimonio aportado por el cronista de Carúpano, se puede constatar el origen humilde del poeta; y en este sentido señala que "Andrés Mata fue muy pobre. Su mamá -Cruz Mata- lo mandaba a llevar dulces y arepas por encargo y Andrés Mata pasaba por el Colegio San Antonio, cuyo director era Martínez Vallenilla, donde se paraba en las ventanas a oír las clases. Después tuvo de maestra a una señora llamada María Cordero, que era vecina de su casa. Él quiso mucho a uno de sus mejores maestros, que fue Jesús Martínez Mata, cumanés".

Delgado refiere lo difícil de la obtención de datos sobre el poeta Mata: "Aparte de esta información, no disponemos de otras referencias acerca de los niveles oficiales de instrucción que Andrés Mata llegó a alcanzar. Esta ausencia de documentación se debe en parte a que en la época no existía un organismo que centralizara registros de instrucción pública. Además de ello, las posibilidades educacionales del país eran escasas y el de Mata no es el único caso que hemos encontrado".

Como la otra parte del libro Andrés Mata, su obra y época se refiere a su poesía, vale la pena compartir sus textos, cuya reproducción se podrá apreciar de mejor manera en la web y en el texto impreso. En ambos casos, el lector contará con un diseño de páginas que aporta elementos ilustrativos.

En el poema A María, destaca su devoción por la madre del Señor, pero también logra un juego que se devela entrelíneas con alguna María de carne y hueso: "Dios te salve, María,/ llena de gracia y de ternura llena./ Porque eres noble, cariñosa y buena,/ ¡Dios te salve, María!/ Esta clara alegría/ que nuestros corazones encadena,/ mañana será toque de agonía./ Fatalmente, María,/ muy cerca de la dicha está la pena./ Mañana mismo al despuntar la aurora/ en nuestras almas sonará la hora/ de decirnos adiós.../ (...)".

Se dice que un creador es hijo de su tiempo, y en el caso de Mata se le ubicó en el modernismo. En Música triste se observan esos detalles estéticos: "¿Un amor que se va?.. ¡Cuántos se han ido!/ Otro amor volverá, más duradero/ y menos doloroso que el olvido./ El alma es como pájaro inseñero/ que roto el nido en el ruinoso alero,/ en otro alero reconstruye el nido./ Puede el último amor ser el primero/ Mientras más torturado y abatido/ el corazón del hombre es más sincero./ Tras de cada nublado hay un lucero,/ y por ruda tormenta sacudido/ florece hasta morir el limonero".



No 25)  JACINTO GUTIÉRREZ COLL



Nació en Cumaná, el  10 de  octubre de 1835 y murió en   Caracas, el  24 de junio de 1901.

Conocido como el poeta de Caracas. Alberto Sanabria lo califica como “Poeta de elevada inspiración  y noble estro…”

Fue Ministro de Relaciones Exteriores en 1864 y Director General de Instrucción Pública. Ejerció cargos diplomáticos en Roma, París, y Nueva York. Miembro fundador de la Academia Nacional de la Historia, redactor de La Entrega Literaria de Caracas, 1882. Sus poemas más conocidos son: “Nocturno”, “Caléndulas”, “Soledad”, “Las golondrinas”.  En París formó parte de la legión de poetas parnasianos. Fue miembro de la Sociedad  de Geografía de París.  Sus poemas se publicaron en 1926 con prólogo del poeta cumanés Juan Arcia. Uno de los mejores discursos de Marco Antonio Saluzzo lo pronunció con motivo de la muerte de Gutiérrez Coll.

Julio Fuentes Serrano, lo considera el mejor poeta parnasiano de Venezuela.

En internet encontramos
Esta nota muy breve sobre el excelso poeta sobresaliente de la lengua castellana 
 
El venezolano Jacinto Gutiérrez Coll (Cumaná, estado de Sucre, 1835-Caracas, 1901) fue historiador, político y poeta. En 1864 y 1870 ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores; también ejerció como funcionario diplomático de Venezuela en París y Nueva York. Sus poesías —que se publicaron en 1926, con prólogo de Juan E. Arcia, secretario de la Academia Venezolana— pueden adscribirse al movimiento parnasiano. Junto a poemas como los titulados «Nocturno», «A mi Ángel guardián», «Caléndulas» o «Sueño de amor», entre otros suyos, destaca el soneto dedicado a «Cervantes», que retoma el motivo clásico de las armas y las letras, concretamente, la gloria de su heroica participación en la batalla de Lepanto y la gloria literaria de la creación de su inmortal novela:

Vertió su sangre en la feral[1] jornada
por su patria y su fe, buen caballero,
y del combate en el tropel guerrero
la frente alzó de lauro coronada.
Con su pluma, feliz más que su espada,
al mundo echó su Hidalgo y su Escudero;
y el error que campaba aventurero
murió bajo su inmensa carcajada.
Pasaron ya las rojas claridades
con que brilló en Lepanto su victoria,
timbre de España y del muslim[2] azote;
pasan los tiempos, mueren las edades;
mas del ingenio humano para gloria
como sol inmortal vive el Quijote[3].
  

No - 26)  DR. ANTONIO RAFAEL MACHADO.



De él dice Dionisio López Orihuela: “Se destacó como escritor vigoroso, satírico, polemista, librepensador. Su pluma acerada rasga y cauteriza con implacable precisión, calando en lo mas hondo el error de su contrario, y, al mismo tiempo, es capaz de ser sutil, fino; de manejar la ironía y el buen humor con una gracia que a veces es cervantina, a veces queirociana  pero siempre deliciosa, y sencillamente noble. Desde hacía mucho tiempo no daba Cumaná un escritor de su talla. Con él perdió un pensador  de relieve y, su pueblo, el más abnegado y generoso de sus protectores. Asombra que a un mismo tiempo  y en unos mismos bancos  se hayan sentado tales hombres. Ellos crearon Broches de Flores, una revista que fue en Cumaná , aunque por corto tiempo, lo que el Cojo Ilustrado para Caracas.

         Se refiere López Orihuela a los discípulos del maestro Silverito, dice:
Andrés Eloy de La Rosa, el más caracterizado, dentro de las nuevas formas, autor de “Carnes y Porcelanas”, prologado por Rufino Blanco Fombona. José Fernando Núñez, Juan Miguel Alarcón, el bardo de las “Rimas de Oro”, romántico excelso; Rafael Bruzual López, a quien le deben las juventudes de hoy la estatua de bronce; Pedro Elías Aristeguieta Rojas, caballero sin tacha; José Santana Bruzual, Pedro de la Cruz Milá González, Luis Teófilo Núñez, Salvador Córdoba, Julián de La Rosa, Rafael Varela, Marco Tulio Badaracco, editor de toso el siglo XX de Cumana, Joaquín Silva Díaz, Andrés Felipe Alarcón y Domingo Serpa Prada.
         Todos estos nombres formaron parte destacada de la generación   de oro de Cumaná, y cada uno de ellos merece un perfil biográfico que conserve su recuerdo y fortalezca su espíritu.



No - 27)  Dr. VICENTE CORONADO


Nació en Cumaná, el 27 de octubre de 1830  y murió en - Caracas, el 23 de marzo de 1896.

Tomado de Don Alberto Sanabria.  “Don Felipe Tejera, en su notable obra  titulada “Perfiles Venezolanos” nos dice lo siguiente: “Como poeta,  Coronado es de los más notables de Venezuela, por lo castigado del estilo, la perfección del plan, lo numeroso de los versos, lo atinado de sus tropos  y lo encumbrado de su poesía. Trabaja mucho sus composiciones sin dejarse arrebatar  por el prurito de aparecer  cada día con una obra nueva en público; de ahí que  Coronado tenga pocas composiciones; pero todas buenas. En sus formas nos recuerda a Baralt. La oda a “Bolívar” es de lo mejor que tenemos en nuestra lírica, y su oda  “Al Cóndor” sostiene el paralelo con las más selectas  sobre el mismo asunto. Como Baralt, nos parece más feliz  en las liras que en las silvas. Coronado dice mucho en sus poesías  y no se anega en un mar  de versos, como acontece por lo general  en nuestros bardos. La concisión la pureza de las formas  y la limpieza y galanura del pensamiento  sus principales cualidades. Cuando vean la luz pública  sus obras poéticas  reunidas, se podrá apreciar  mejor  en lo mucho que vale”.
Agrega Sanabria: Entre sus trabajos en prosa, “bien merece recordarse su brillante elogio de Alejandro de Humboldt”. En la tipografía El Cojo, fue editado un volumen de versos y prosa.
Coronado estudió en el Colegio Nacional de Cumaná bajo el rectorado de Silverio González. Fué Ministro de Hacienda, de Crédito Público, de Relaciones Interiores y de Fomento, con Guzmán Blanco, en los años 70 y 80. fue Miembro fundador de la Academia Venezolana de la Lengua y de la Academia Nacional de la Historia. Escribió Ensayos poéticos, Composiciones literarias y fue colaborador de La Crónica de Caracas, de la revista Vargasia y El Cojo Ilustrado. Fue un digno representante de la Cultura Cumanesa del siglo XIX.




No 28) Dr. LUIS DANIEL BEAUPERTHUY



Nació en la Isla de Guadalupe, el 26 de agosto 1807 y murió en  Bartica Guyana, el 3 de septiembre de 1871.

Hijo de Pierre Beauperthuy, se le considera descubridor del mosquito como vector del virus de la fiebre amarilla. Doctor en Medicina, París, en 1837. Se radica en Cumaná, donde se casa con Ignacia Sánchez Mayz en 1842. Fundador de los estudios médicos en Cumaná, (1850), médico de Sanidad de Cumaná (1853-1866). Director de la Sociedad para la mejora de la sal de las Salinas de Araya, y director del primer hospital experimental del mundo para tratar la lepra, en la isla de Kaow, Guyana, en 1871.

         En 1850 conjuntamente con el Dr. Calixto González y el Dr. Antonio José Sotillo, funda la Escuela de Medicina de Cumaná.



No 28)  ANDRÉS AURELIO LEVEL


Nació en Cumaná, el  16 de junio de 1835 y murió en Caracas  el  30 de marzo de 1894.

Hijo de Andrés Eusebio Level de Goda y de Luisa Antonia de la Guerra Vega. Director General de Estadística, organizó, en 1873, el primer censo nacional de población, y el segundo en 1881. Dirigió el Anuario estadístico de Venezuela y los Apuntes estadísticos de los estados, y escribió Las revoluciones de Venezuela a la luz de la estadística, y el Nomenclator de Venezuela. Fue ministro, Gobernador del Distrito Federal, y diputado. Miembro fundador de la Academia Nacional de la Historia. 



No 29)  Dr. DIEGO CARBONELL


Nació en Cariaco, el 13 de noviembre de 1884  y murió en  Caracas, el 13 de junio de 1945.

Llamado por José Mercedes Gómez, el Arturo Uslar Pietri de su tiempo. Polígrafo, fue un gigante del pensamiento, escritor, psicólogo, diplomático, historiador, educador. Todo en grado de excelencia.  Se graduó de médico en la Universidad de Caracas  en 1910. En Francia lo sorprende la primera guerra mundial  y presta servicios en la Cruz Roja. Fue medico de confianza de Rubén Darío, de esa amistad surge su libro Lo Morboso en Rubén Darío.  Regenta una clínica en San Cristóbal y luego en Mérida. Vuelve a Caracas y regenta la cátedra de Medicina Legal y Deontología. Luego es profesor de Higiene, de psicología experimental. Rector de las  universidades de Caracas y Mérida.  Presidente de la Academia de Medicina; miembro de la academia de Historia y de ciencias Físicas, Matemáticas  y Naturales. Fundador de la Sociedad  Venezolana de la Historia  de la Medicina. Dirigió la Revista de la Conferencia  Sanitaria Nacional. Murió cuando escribía “Autobiografía del Libertador Presidente”.
        
Prolífico autor de más de 30 obras científicas, críticas, y de historia. Y de una importante cantidad de artículos  y ensayos.  Erudito poseía una sólida cultura aunada a una memoria colosal. Investigador incansable, lo que explica  la diversidad y profundidad de sus estudios y producción. Todo en él estuvo señalado por su honestidad y por su estilo.
         Se especializó en París, donde publica su primer libro, Crónicas y siluetas; luego  publicó Psicopatología de Bolívar en 1916, que provocó mucho escándalo. Rector de las Universidades  de Mérida y Caracas, representante diplomático en París, Brasil, Colombia, Bolivia y México. Diputado por Sucre, miembro de la Academias Nacional de la Historia y de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Escribió libros de filosofía, historia, y ciencia, y bocetos de Charles Darwin, Ramón y Cajal, Razetti y José Gregorio Hernández.


No 30)  BARTOLOMÉ TAVERA ACOSTA

Nació en Carúpano, el 24 de marzo de 1865 y murió en  Maracay, el  8 de febrero de 1931.

Sabio historiador, investigador, periodista, cronista y palígrafo  carupanero. Director de los periódicos El Día y El Poder Civil en 1887. Comandante de Armas del Gran Estado Bermúdez (1890). En Juangriego funda el periódico La Aurora y en Ciudad Bolívar, el semanario Ecos y Notas y la revista Horizontes. Gobernador del territorio Amazonas (1900), Juez, diputado, senador, Superintendente de instrucción popular, Secretario de Gobierno. Presidente de Aragua. Estudia a  fondo la historia y la etnología de Guayana. Autor de Antología Venezolana, Amazonas, Impresiones y recuerdos, Apuntes para la historia, revolución de 1902-1903, El caucho en Venezuela, Anales de Guayana, Rionegro, Lo histórico, Sucesos de la Guerra Federal, En el Sur, Dialectos indígenas, de Venezuela, Hitoria de Venezuela, La Monarquia en Colombia, A través de la Historia de Venezuela, Páginas historiales, La batalla de Boyacá,  Anales de Guayana, y Los petroglifos de Venezuela. Historia de Carúpano, Venezuela Precoloniana, Errror hitórico de una pictografía, De la Guerra Universal, Un dogma histórico que va deshaciéndose, Nuevos vocabularios de dialectos indígenas venezolanos, Páginas de Historia Nacional, Los petroglifos de Venezuela, Historia de Carúpano, Venezuela Precoloniana,

                  
No - 31)  ESTANISLAO RENDÓN

Cariaco, 6/5/1806 – Cumaná, 22/1/1874)

  Nació en Cariaco, antigua San Felipe de Austria. El 7 de mayo de 1806, del matrimonio contraído entre don Pedro Rendón y doña Rosalía Blanco del Rosal. Al arrimo de sus tíos el canónigo doctor Don José Lorenzo Rendón y el renombrado causídico doctor Juan Ignacio Rendón estudió con provecho y lucimiento en Sato Domingo y La Habana; vino a Cumaná en 1826, y dejó en la historia un nombre ilustre y respetable por su saber, integridad y patriotismo.
En 1846 se radica en Cumaná para ejercer como abogado, y funda un periódico El Torrente.

Representante de Cumaná en el Congreso de 1833. Apoyó la Revolución de las Reformas, y fue al exilio. Regresó en 1840. Fundó en Cumaná el periódico liberal El Torrente, y La Federación. Uno de los dirigentes más connotados de la Sociedad Liberal, fue senador y candidato a la Presidencia de la República. Apoyó el alzamiento contra José Gregorio Monagas en 1853. Otro exilio por 5 años. Diputado a la Convención de Valencia y Ministro de Relaciones Exteriores en 1859.

Fue uno de los hombres más importantes de su época, En 1835 se une a la revolución de Las Reformas, y vuelve a salir del país con el general Santiago Mariño.

Entre los profundos y contados conocedores del rico y armonioso idioma del Lacio, que ha tenido Cumaná, figura con descuello Don Estanislao Rendón. Anciano, ciego y pobre, en medio de su infortunio se deleitaba con recitar, ya en su retiro solitario, ya rodeado de amigos, preciosas composiciones de Virgilio, Horacio y Ovidio: conocía también las sagradas leras y la patrística latina, y profesaba con humildad y fe el catolicismo. Murió en Cumana en 1874.   

73) No - 32)   PEDRO ELÍAS ARISTEGUIETA

Cumaná, 26/3/1885 – Carúpano, 27/8/1929)

Hijo de Fernando Aristeguieta Sucre, descendiente del Mariscal de Ayacucho, y de Ana Rojas Guerra. En 1909 viaja a Estados Unidos. Participa en diversas conspiraciones antigomecistas, pelea al lado de Sandino en Nicaragua.  Héroe de la frustrada expedición del general Román Delgado Chalvaud en 1929. Forma en tierra un destacamento de apoyo al plan de invasión, pero, por circunstancias adversas y falta fracasa y son derrotadas las fuerzas libertadoras en la plaza de Cumaná; sin embargo Pedro Elías,  toma la ciudad derrotando a las fuerzas del gobierno;  pero debe retirarse a Santa Ana del Pilar. Herido de gravedad, es capturado y fallece en Carúpano.  El capítulo de Pedro Elías, fue el último acto de la tragedia del pueblo venezolano, durante la férrea dictadura de Gómez.


73) No - 33)  ANDRÉS LEVEL DE GODA

Cumaná, 14/6/1777 - Caracas, 19/4/1856)

Hijo de Andrés Level de Goda Alén y de Melchora Limardo. Vivió en Trinidad, y en 1810, regresa a Venezuela, pero vuelve a la isla por oponerse a la Independencia. A partir de allí su vida transcurre en idas y vueltas a la patria y a España, hasta su regreso en 1830. Fue Presidente de la Corte Superior de Oriente, Rector del Colegio Nacional de Cumaná. Apoya en 1835 la Revolución de las Reformas. Se exilia en Nueva Granada. A su regreso, pasó los últimos años de su vida redactando sus Memorias.

 

 

74) No - 34)  LUIS LEVEL DE GODA GUERRA


(Cumaná, 22/1/1838 - Puerto España, 27/3/1899)

Hijo de Andrés Eusebio Level de Goda y de Luisa Antonia de la Guerra Vega. Federalista, acompañó a Falcón. Apoyó la Revolución Azul de 1868. Preso y exiliado cuando triunfa Guzmán Blanco. Regresó durante la reacción del Presidente Linares Alcántara. De nuevo Guzmán en el poder, volvió al exilio. Miembro de la Academia Nacional de la Historia. Fue senador, y embajador en Francia. Volvió al exilio al triunfar Crespo en 1892. En Europa, publica su libro Historia contemporánea  de Venezuela política y militar (1858-1886).


74)  No - 35)  JACINTO GUTIÉRREZ MARTINEZ

Cumaná, 27/9/1808 - Caracas, 16/9/1884)

Fue amanuense de Simón Bolívar, en Caracas, en 1827. Secretario interino de la Corte Superior de Justicia de Oriente, profesor de filosofía del Colegio Nacional de Cumaná. Diputado, senador. Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País. Ministro de Hacienda, de Interior y Justicia y de Relaciones Exteriores. Se asiló en la Legación francesa cuando José Tadeo Monagas fue derrocado en 1858. Ministro en Perú, Brasil y Ecuador. Presidente de Guayana y Barquisimeto, Presidente de la Alta Corte Federal. Jacinto Gutiérrez Coll, llamado el poeta de Caracas;  y Pedro Elías Gutiérrez, el autor del joropo “Alma Llanera” son sus hijos.



 

74) No  - 36) Dr. PEDRO JOSÉ ROJAS


 (Cumaná, 28/6/1818 -  París, 28/5/1874)

Estudió en el Colegio Nacional de Cumaná. Editor del semanario El Manzanares (1843-1845). Diputado al Congreso por Cumaná. Exiliado en Estados Unidos, entabla estrecha amistad con J. A. Páez. Regresa a Venezuela a la caída de los Monagas. Publica El Independiente, y contribuye a fraguar el golpe de Estado que hace dictador a Páez en 1861. Se convierte en la eminencia gris del régimen. Triunfante la Federación, firma el Tratado de Coche, y marcha al exilio. Regresa a Venezuela, cae preso en 1871, y vuelve al exilio. Ramón J. Velásquez dice: que el que no lee los editoriales de Pedro José Rojas, en “El Independiente”, no entenderá nunca la política venezolana.,




75)  No - 37)  Fray CRISTÓBAL DE QUESADA


Cumaná, c. 1750 - Caracas, 1796)

Mejor conocido como el maestro de Andrés Bello, Príncipe de las Letras Americanas. Novicio en el convento de la Merced de Caracas. Fue ordenado sacerdote en Maracaibo, en 1775.

 En Caracas, lideró la protesta de los religiosos de la Merced, y escribió un memorial de agravios, en el cual narra las humillaciones sufridas por los mercedarios por la actuación del comisario visitador. Fue declarado “apóstata y fugitivo”. Fray Cristóbal, hijo de don Domingo Díaz, fue un sabio maestro,  bibliotecario  del Convento de los Mercedarios. Trabajo  con Andrés Bello en la lectura de “La Eneida”, y ya había influido en él para apasionarlo en la lectura de “El Quijote”. Fue maestro en el convento de los Mercedaros en Caracas en 1790. Fue un humanista de los más  versados en letras y latinidad.

 




No  - 38)    SALVADOR LLAMOSAS

(Cumaná, 29/10/1854 – Caracas, 13/1/1940)


Extraordinario músico. Afamado pianista; dio su primer concierto a la edad de 10 años, a beneficio de la iglesia de Santa Inés, en ruinas desde el terremoto de 1853. Bachiller en Ciencias Filosóficas del Colegio Nacional de Cumaná en 1870. Da varios conciertos en Puerto Rico, en 1876. Publicó en Cumaná su famosa revista Álbum Lírico, durante 16 años; en unión de otros músicos fundó “Gimnasio del Progreso”. Afamado crítico de arte publicó buenos trabajos en “La Libertad” y en Puerto Cabello en “El Zancudo”, “El Diario de Avisos”, “El Siglo XIX”, “La Tribuna Liberal”, “El Renacimiento” y otros periódicos de Caracas.  En Caracas,  funda la revista quincenal Lira Venezolana en 1882, con un suplemento musical. Su obra no ha sido revisada. Se dedica a la enseñanza musical y compone valses, nocturnos, fantasías y aires populares, al estilo de “Noches de Cumaná”.





No - 40)  WOLFGANG LARRAZABAL UGUETO


Primeros años hijo de Fabio Larrazábal y de Jerónima Ugueto. Los primeros estudios los cursó en el Instituto Pestalozzi de Maracaibo y luego ingresó a la Escuela Naval, donde estuvo de 1928 a 1932. Después de ser Comandante de la Base Naval de Puerto Cabello, fue nombrado Comandante de las Fuerzas Navales en julio de 1947, y en 1949 fue nombrado agregado naval de la Embajada de Venezuela en Washington. Ocupó otros cargos tales como director del Instituto Nacional de Deportes (1952-1955) o director del Círculo de las Fuerzas Armadas (1957-1958). Fue subinspector de las Fuerzas Navales y comandante de la Marina del 11 al 23 de enero de 1958.
Comienzos en la Política Sostenedor  principal: Golpe de Estado en Venezuela de 1958 Como presidente de la junta de gobierno de 1958 que derrocó al general Marcos Pérez Jiménez, se impuso como líder carismático y populista ayudado por las medidas tomadas durante su gobierno, en particular el Plan de Emergencia o Plan de Obras Extraordinarias que motivó el éxodo de la población campesina a las grandes ciudades particularmente Caracas y Maracaibo  Dentro del nuevo cuadro de las Fuerzas Armadas, fue líder de la Marina de Guerra, la cual había cobrado importancia capital como factor de la política militar. Cuatro meses después de su inesperada aparición en primer plano de la actualidad nacional, Larrazábal se convirtió en una figura de gran importancia en el campo militar y en el mundo de la política. En julio de 1958 un sector importante de las Fuerzas Armadas, pronto está en desacuerdo con las decisiones de la Junta y estalla una crisis política entre las Fuerzas Armadas y el Gobierno. El ministro de la Defensa general Jesús María Castro León prefiere dimitir y abandonar el país.
Candidato presidencial Fue candidato presidencial de los partidos Unión Republicana Democrática (URD), Partido Comunista de Venezuela (PCV) y Movimiento Electoral Nacional Independiente (MENI) en las elecciones de 1958, logró obtener 903.479 votos, llegando al segundo lugar detrás de Rómulo Betancourt. Durante la campaña electoral utilizó el slogan publicitario “Para votar por Wolfgang / se necesita /una amarilla grande / y otra chiquita”. haciendo alusión a la tarjeta grande para sufragar por presidente y tarjeta pequeña para los parlamentarios al congreso nacional.  Retirado del servicio activo en las Fuerzas Armadas, fue nombrado embajador de Venezuela en Chile, cargo que cumplió entre 1959 y 1960. Se presentó nuevamente como candidato presidencial por los partidos Frente Democrático Popular (FDP) y MENI en las elecciones de 1963, logrando obtener en esa oportunidad solo el 9,43% de los sufragios. Fue elegido parlamentario en varias ocasiones.

Carúpano, 1911 - Caracas, 1970) Político y militar venezolano que fue presidente de la Junta de Gobierno de la república (1958). Nombrado comandante general de las fuerzas navales en 1958, participó en el derrocamiento de Pérez Jiménez. Fue candidato de la Unión Republicana Democrática en 1959 (apoyado por el Partido Comunista venezolano) y fundó en 1963 el partido Fuerza Democrática Popular.
Wolfgang Larrazábal realizó sus primeros estudios en la ciudad de Maracaibo. En 1928, cuando contaba diecisiete años, inició su carrera militar en la Escuela Naval, en la que permanecería cuatro años. Posteriormente fue comandante de la base naval de Puerto Cabello. En 1949 fue nombrado agregado naval en la embajada venezolana en Washington (Estados Unidos). A partir de 1952, y durante tres años, dirigió el Instituto Nacional de Deportes. En 1955 fue elegido director del Círculo de las Fuerzas Armadas, cargo que ocupó durante un año. Desde 1957 desempeñó la Subinspección de las Fuerzas Navales y la Comandancia de Marina.
El 23 de enero de 1958 fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno que asumió el poder tras el golpe de Estado militar que acabó con el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Ocuparía este cargo hasta el 13 de noviembre de ese mismo. Larrazábal consiguió imponer su carisma sobre el resto de los dirigentes de la Junta en el apoyo social, gracias a una serie de medidas extraordinarias de contenido netamente populista (como el Plan de Emergencia o el de Obras Extraordinarias) con las que consiguió reducir el desempleo mediante una política acelerada de inversión en infraestructuras.
En las elecciones constitucionales que siguieron a la disolución del gobierno provisional, Larrazábal presentó su candidatura a la Presidencia de la República con el apoyo de la Unión Republicana Democrática (URD), el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento Electoral Nacional Independiente (MENI). Los resultados de los comicios le convirtieron en el segundo político más votado, con 903.479 votos, por detrás del candidato de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, quien asumió la Presidencia.
Tras su paso a la reserva, en 1959 fue nombrado embajador en Chile, puesto que ocupó hasta 1963. En las elecciones de ese año volvió a presentarse como candidato a la Presidencia por los partidos Fuerza Democrática Popular (FDP) y MENI. Aunque en los anteriores comicios había obtenido excelentes resultados, en esta ocasión sólo consiguió el 9,43% de los votos. Posteriormente continuó participando en la vida política venezolana con el cargo honorífico de Senador Vitalicio hasta su muerte, ocurrida a los 59 años.




No – 41) LUIS MARIANO RIVERA

(Canchunchú Florido, 19/8/1906 – 15/3/2002)

         Ramón Martínez Abdenour, dijo: “Ahora Luis Mariano, a sus noventa años, es símbolo de la bondad, de poesía y de cantares, orgullo de Sucre y de Venezuela, porque desde sus versos y música, de autentica belleza, se ilumina el otro país presente en nuestros sueños y por el que trabajamos  para su mejor destino”.
 
         Poeta, compositor y “cantista”; La música de Luis Mariano esta diseminada en varios libros y  discos, publicada por varios sellos  comerciales venezolanos, e interpretada por excelentes aristas: Gualberto Ibarreto,  Simón Díaz, Jesús Sevillano, Morella Muñoz, Lilia Vera, Cecilia Todd, Rafael Montaño, Hernán Marín, Serenata Guayanesa, Contrapunto, Un solo Pueblo, etc. La Orquesta Filarmónica de Londres le rindió homenaje con un preludio de “Canchunchú Florido”, en la versión de Víctor Hugo Márquez y Rafael Salazar, con la voz de Gustavo Rodríguez.  
        
Fundó grupos musicales, como “Alma Campesina” y “Canchunchú Florido”. En 1966 publica Canchunchú Florido, valle mágico. Son famosas sus composiciones, entre ellas “María Antonia”, “Cerecita, “La puerca de Ña Carmen”, y “La Guacharaca”. Escribió también teatro: “La Guácara” “El Cundeamor”;  y publicó varios poemarios. Fundó la Casa de la Cultura de Canchunchú.
        
Es Doctor Honoris Causa de la Universidad Experimental de Guayana y Profesor Honorario de la Universidad de Oriente, del I. U. “Jacinto Navarro Vallenilla” y del I. T. U. “José Antonio Anzoátegui”. Fue designado Patrimonio Cultural Viviente del Estado Sucre, y Premio Nacional de la Cultura Popular.
        
Hoy su nombre inmortal preside el Teatro de Cumaná



No – 42) JOAQUIN SILVA DIAZ.
                                                              

         Afamado músico cumanés que fue saludado en España como el Albéniz Americano. Residió 40 años en París, y actuó en los mejores escenarios del mundo: Alemania, Inglaterra, Italia, Suiza, Austria, Holanda, Bélgica y los Estados Unidos.
En Cumaná se reprodujo parte de la crítica firmada por Riabochinisky: “Se puede decir que Silva Díaz, marca una época en la música de su país. Notemos especialmente su trío para violín, violonchelo y piano, representa una danza la sonoridad casi original y  el ímpetu fogoso lo caracterizan…”

Dejó una copiosa obra según sus propias palabras: Tríos para violín,  cello y piano, melodías para canto, dúos, piezas para instrumentos, entre otras  una Berceuse para cello,  dedicada al eminente artista Pablo Casal que la interpretó con frecuencia en sus recitales.  Sus obras  notables son: Nostalgia, Adiós, Canción de Cuna, Van, Caraqueña, Corrido, Duerme, Negro, Ausencia,  Galerón y muchas más. Silva Díaz, como sus hermanos, tan valiosos como él, se educó en Cumaná. Cuando se fue de Cumaná ya era famosos, de aquí saltó a los escenarios mundiales. 

En mi libro ’’Crónicas de Cumaná’’  lo cito en una de ellas a saber “Otro taller de cultura y aprendizaje fue la casa de la familia Silva Díaz, médico, gramático, orador y latinista. Escribió una novela en latín que lamentablemente nunca llego a publicar. Agustín, el poeta, dejó en los periódicos de esta ciudad, su perfil modernista y erudito; y el pianista Joaquín Silva Díaz, paseó su talento por Europa y triunfó en París, donde vivió muchos años con una dama de la realeza. En Cumaná se reprodujo parte de la crítica firmada por Riabochinisky: “Se puede decir que Silva Díaz, marca una época en la música de su país. Notemos especialmente su trío para violín, violonchelo y piano, representa una danza la sonoridad casi original y  el ímpetu fogoso lo caracterizan..” Cuentan que cuando Joaquín tocaba una fiesta, se corría la voz por todas partes y venían en romería desde los pueblos cercanos, familias enteras a disfrutar del baile, entonces la barra era lo  más importante. Mamá recuerda una fiesta que dio su papá. Don Modesto Rivero Catarini, que según, hizo época. El brindis de las barras duró hasta la madrugada. Modesto navegaba y jugaba en los casinos del Caribe, y esa vez la suerte le tocó, y llegó a Cumaná derrochando cuanto tenía, él era así, derrochador. Joaquín Silva Díaz tocaría el piano… Se corrió la noticia. La barra rebasaba los límites estimados. Las familias ricas llegaban con sus coches de dos caballos, sus mejores atuendos, afuera y adentro sonaba la música y las damas se engarzaban en el vals. Se derrochaba perfumes, flores y champaña. Como disfruta mamá contando sus fantasías de la Cumaná de su época’’.

No – 43) DR MARIANO DE LA COVA

          El origen de Don Mariano de la Cova Planes, se remonta  al matrimonio del alférez  Don Luis de la Cova Ascanio, con la dama cumanesa  Maria Margarita  Márquez de Valenzuela, en 1652. Su hijo don Luis de la Cova Ascanio  Márquez de Valenzuela casó en esta ciudad en 1671, con  Doña Leocadia Planes Ponte,  hija de Don Pablo Planes y Doña Juana Fuentes, con quien procreó cuatro hijos: entre ellos al Doctor Don Mariano de la Cova Planes, paariente del Mariscal por los Rendón Sarmiento.

         El Doctor Mariano de la Cova, rico heredero de una honorable familia, héroe civil que comprometió su vida y  bienes a la causa de la libertad, hijo ilustre de la Cumaná mártir;  estudió gramática y latín en el Convento de los Franciscanos de esta su ciudad natal. Luego pasó a Caracas, y estudio latín y filosofía; en 1786  obtuvo el titulo de Maestro de Filosofía en el seminario Santa Rosa de Lima; se licenció en Derecho Civil en la  Universidad de Caracas el 4 de enero de 1789, y también, el titulo de Doctor en Derecho.  Esta familia ha dejado honda huella en Cumaná, en Caracas, donde un busto de J. A. Cova,  orna el Palacio de las Academias; y en Upata, donde a Don Pedro Cova, se le rinde veneración y se le considera como a un padre y forjador de su cultura, y en la iglesia católica, donde varios sacerdotes han dejado sus huellas luminosas; y en otras ciudades importantes, donde sus vástagos ejercieron diferentes disciplinas.

         Graduado de abogado,  Mariano regresó a Cumaná a ejercer su profesión, en la cual fue tenido y calificado como brillante jurista, orador  y escritor esclarecido, y de cuya influencia benéfica recibió el pueblo, claras luces de libertad y solidaridad. Toda aquella generación magnífica de patriotas, en la cual sobresalieron:  los Sucre,  Alcalá,  Bermúdez,  Mariño,  Arismendi,  Monagas, Anzoátegui,  Avendaño,  Mejía,  Grau,  Alcalá,  Martínez Alemán, Vallenilla, Carrera,  Rendón,    Gordon,  Serpa,  Gutiérrez,  Parejo,  Herrera,  Alarcón,   Vargas; tuvo en Mariano un colaborador y maestro, en el cual confiaron  plenamente.    

         Con motivo de los sucesos de 1810, el  Dr. Mariano de la Cova fue llamado a formar parte del Ayuntamiento revolucionario, y por su relevante actuación  fue designado diputado al Congreso Nacional, conjuntamente con los ilustres ciudadanos: Dr. Juan Crisóstomo Bermúdez de Castro, Dr. Juan Manuel de Tejada, Dr. Diego Bautista Vallenilla y el Presbítero Manuel Antonio Callejón,  para representar a la provincia de Cumaná en el 1er Congreso Nacional de Venezuela, instalado en Caracas el 2 de marzo de 1811.  Por  su  brillante desempeño en las actividades y deliberaciones, de este Congreso, es nombrado su Vice-presidente, y su firma vendrá a rubricar tanto el Acta de Independencia, como la 1era Constitución de la primera  república venezolana.

         En  Caracas participa, Mariano de la Cova, en todo el proceso revolucionario, que parte de la convocatoria  al 1er Congreso del 2 de marzo de 1811. Escuetamente podemos recordar algunos hechos importantes, como fueron los desmanes y políticas herradas de España en relación con sus colonias. Las autoridades Españolas reprobaron la insurgencia patriota y decretan el bloque de nuestras costas, con lo cual se iniciaba una cadena de represiones, incomprensibles  e injustificables, de las cuales también fue víctima Don Mariano. En aquellas circunstancias  la Corte envía a Caracas al consejero Cortabarria, con facultades ilimitadas para la pacificación del País. Muy pronto los efectos de esta política represiva, produjeron acontecimientos en Cumaná donde los catalanes  residentes en ella, comandados por los coroneles Lorenzo Fernández de la Hoz y  Francisco Costa se sublevaron, y en la noche del 5 de marzo de 1811 se apoderaron por sorpresa del castillo San Antonio, de la Batería de San Fernando,  llamada también de la Boca, y la batería de San Justo que estaban ubicadas, la primera en desembocadura de rió Cumaná y la otra en el Dique, al cabo del puerto de Hostia. Sin embargo los sediciosos fueron derrotados. De este movimiento tuvo conocimiento, todo el País, y por supuesto el ilustre prócer, Don Mariano de la Cova, el cual, en el Congreso Nacional  pronunció un discurso que ha pasado a la historia. Entre otras cosas  dijo: “La provincia de Cumaná y principalmente la costa firme cuyos habitantes tengo el honor de representar, son los puertos del continente más expuestos a las invasiones de los Españoles; pero bien se declare nuestra independencia, bien permanezcamos en nuestro estado actual,  ellos siempre serán repelidos con toda la fuerza y energía que distingue a un estado libre del que yace bajo las duras cadenas de la esclavitud. Nuestros patriotas nos esperan con la mayor ansia pronosticándose desde ahora que sufrirán la misma suerte que los sediciosos catalanes. En Cuanto a la materia que nos ocupa yo no podré añadir otra cosa sino que las provincias unidas de Venezuela han debido ser independientes desde el instante en que Feranado VII partió para Ballona y perdió por consiguiente sus derechos. Opino, pues, porque se declare nuestra independencia, deseando solo que ella sirva a consolidar nuestra unión y evitar la discordia con nuestros hermanos.


Don Mariano de la Cova murió antes de cumplir los 60 años, el 29 de agosto de 1812, y mucho antes de consolidarse nuestra independencia; pero su corta vida fue  ejemplo de patriotismo, honradez, hombría,  humildad,  sabiduría,  sacrificio, de humanidad y de fe.


No – 44)  MARCO TULIO BADARACCO BERMUDEZ

Cumaná el 24/04/1883-murió en Cumaná el 8/05/69

         Periodista y poeta a tiempo completo, su trabajo es importante porque cubre casi todo el siglo XX de  Cumaná.  Estudió  bajo la tutela del maestro Silverio González Varela. A los 15 años fundó con el poeta José Maria Milá de la Roca Díaz un periódico clandestino que se imprimía en la cisterna del castillo de San Antonio, que en esa época estaba en  ruinas. En 1907 funda con el pote Rafael Bruzual López el semanario “El Porvenir”,  para 1908 aparece como redactor de El  Látigo, luego funda con su primo hermano y maestro, Domingo Badaracco Bermúdez, la gran revista literaria Broches de Flores, de la cual fue el principal animador, luego con el poeta Juan Miguel Alarcón en 1907, funda la revista “Pléyades”, luego funda  “La Voz de Sucre”, con Joaquín Silva Díaz, el pianista venezolano mas internacional;  en 1909 funda con José Antonio Moreno Cova, la revista “Ritmo e Ideas”, en 1908  con Ramón David León, edita el bisemanario “El Heraldo Oriental”, luego con el Dr. Rodríguez Valdivieso, funda los bisemanarios “El Disco, y el Sucre”. Publicó también cuentos en el “Cojo Ilustrado” y artículos de crítica literaria en la revista de Rubén Darío, con quien mantuvo correspondencia. Fue miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia. Fue uno de los maestros y guía de la generación de oro de Cumaná.     

 Don Alberto Sanabria, escribe sobre su obra, la antología de poetas cumaneses: “Fuego de Blanca Luz”,  publicado en el Universal, Caracas.  Febrero de 1968.

“Con cariñosa dedicatoria nos ha enviado  nuestro viejo y querido coterráneo Don Marco Tulio Badaracco,  la Antología Poética de Cumaná, que en fina edición,  acaba de publicar la “Editorial Universitaria de Oriente”. Lleva dicha antología como verdadero título  “Fuego de Blanca Luz”,  tomado de hermoso poema  de nuestro cordial paisano  el profesor Dionisio López Orihuela.
Más de ciento cincuenta páginas contiene la interesante publicación, que mucho nos ha complacido y la cual comentamos  con señalado placer. Ella recoge el nombre  y la obra, aunque sea en breve muestra, de tantos poetas cumaneses, muchos desaparecidos y algunos vivos, que supieron arrancar a su lira dulces y evocadoras rimas.
Desde los días coloniales de Cumaná semillero fecundo de escritores, poetas y oradores. Después de la guerra de la independencia, en la cual tuvo señalada figuración la ciudad del “Manzanares”, dejando a la posteridad una brillante nómina  de guerreros, con Sucre a la cabeza, dejó también una luminosa pléyade de civilizadores, que supieron honrar a la Patria, unos con sus impecables versos o sus sonoras prosas, y otros con su elocuente y tribunicio verbo; no faltaron artistas de renombre que hicieron de la música un verdadero culto.
Entre esa legión de poetas cumaneses tenemos que recordar  a don Jacinto Gutiérrez Coll y al Dr. Miguel Sánchez Pesquera quienes fueron los que trajeron  a Venezuela, la escuela parnasiana; y en tiempos modernos, al gran aeda, Andrés Eloy Blanco, y al doloroso bardo Cruz Salmerón Acosta, quienes con sus versos llenos de belleza y de armonía,  a cantado en delicadas estrofas los más hermosos motivos y los más hondos recuerdos.
La Antología Poética de Cumaná trae a manera de explicación,  unas interesantes apuntaciones de nuestro muy apreciado amigo el doctor Alfredo Armas Alfonso, quien al frente de la Editorial de la Universidad de Oriente,  ha realizado una labor digna del mayor aplauso.
Don Marco Tulio Badaracco, compilador de la Antología Poética Cumaná,  desde los muy lejanos días de su juventud, ha sido incansable luchador por la cultura. Él fue de os  fundadores del recordado “club Surge et Ambula”,  que tuvo por órgano la magnifica revista  “Broches de Flores”  que constituyó en la capital  del Estado Sucre una verdadera  generación literaria.
En reciente página  que dedicamos a nuestro inolvidable amigo el doctor Salvador Córdoba, con motivo de su dolorosa muerte, decíamos que él, junto con el Dr. Luis Teófilo Núñez, don Marco Tulio Badaracco y don Joaquín Silva Díaz, eran los únicos que quedaban  de aquella brillante legión literaria cumanesa. Numerosas revistas y periódicos han contado unas veces con la dirección y otras con la continua colaboración de Marco Tulio Badaracco. Versos, prosa, crónicas periodísticas, discursos, en gran cantidad han salido  de la pluma, siempre fresca de este brillante escritor  cumanés quien todavía a los ochenta y cuatro años  de edad,  escribe como en los mejores tiempos  de su vida intelectual.
La tarea realizada por Marco Tulio Badaracco ha sido ardua, pues en Cumaná debido en gran parte al terrible terremoto de 1929, se perdieron valiosos archivos y colecciones de revistas y periódicos. Comprendemos que faltan muchos hijos  de la tierra cumanesa, que también escribieron versos, unos de larga obra y otros accidentalmente, pero,  por las razones que apuntamos, no fue posible que figuraran  en la citada Antología. Si lamentamos que no apareciera el nombre glorioso de Don José Silverio González, quien a la vez de notable y sabio educador, entre sus actividades culturales tuvo  la de cultivar la poesía, y son célebres sus Himnos y Canciones Patrióticas, como “Los Milicianos”, “El Barquero”,  “A Cuba”,  “En Honor de la Virgen del Carmen”,  y tantos otros, que encontraron  la magnífica música de don José María  Gómez Cardiel y de otros artitas.   En conversaciones con nuestro inolvidable amigo don Salvador Llamosas, siempre el gran artista cumanés, recordaba los himnos  de Don José Silverio González.
Más de setenta firmas poéticas  adornan el bello trabajo antológico  y por ser grande el número no puedo mencionarlos a todos pero si los recordamos de la manera más cordial.
Para Marco Tulio Badaracco,   a quien nos une una antigua y cordial amistad, tenemos hoy nuestra más sincera  palabra de felicitación, junto con nuestros votos  porque siga muchos años  más cultivando las letras, para las cuales ha tenido  siempre amor y devoción.” Fin de la cita.

                            Maestro de una generación, que bien podría llamarse “La generación dorada de Cumaná”, que sigue la tradición iniciada por Don José Antonio Ramos, en el Colegio Nacional. A mi modo de ver, es el ductor responsable del movimiento literario que se denominó “Modernismo” iniciado y universalizado por el gran aeda nicaragüense  Rubén Darío, del cual fue jurado adepto.



No -45) JOSÉ SILVERIO  GONZALEZ
        


                   Silverio, hijo del general Tomás García, el heroico comandante del batallón “Valencey” -una historia que hay que contar, respetado y admirado después, que es lo más importante- se destaca desde su juventud por su talento y la admiración que despertaba. Su erudición lo elevaba entre sus contemporáneos: fue bueno en matemáticas, filosofía y música. Fue un decoroso guerrero y figuró al lado del margariteño Francisco Esteban Gómez. Se destaca en el periodismo, edita “El Tribuno”, “El Observador”, “El Telégrafo” “La Mosca” “La Diana”, “Renacimiento”  y “El Cumanés”, colaboró intensamente con Estanislao Rendón y el Partido Liberal en “El Republicano” de Blas Bruzual,  en los cuales predica su credo liberal y apoya la candidatura presidencial de Estanislao Rendón y Guzmán Blanco. En sus periódicos La Diana y El Cumanés, publica su tratado de “Política”, “La Sección Filológica”, su tratado de “Culto Divino”, y su “Decapitación de Cumaná” contra la dinastía Monagas, en la cual se queja  de  “La juventud  actual vejeta meticulosa y egoísta, no brinda esperanzas de ventura, no ama la gloria que es una ambición noble de los corazones grades, de los talentos superiores, de las almas elevadas”. …”Los pueblos como los individuos viven una vida moral, que no se alimenta de pan sino de creencias, de verdades, de honor, de heroísmo, de santidad; y cuando esta vida  enflaquece  se pierden los individuos  y los pueblos quedan reducidos a la vida puramente animal o de cálculo”.  Y denuncia valientemente a los agresores de nuestro pueblo, los  Monagas: “todos quisieron remitirnos oportunos socorros –se refiere al terremoto de 1853-    Caracas, La Güaira, Guayana, vivirán eternamente en nuestro corazón  agradecido…. Solo la horrible dinastía lejos de favorecernos, de oír nuestros gemidos estorbó el envío de los subsidios de Barcelona, privó a Cumaná de su Aduana y de los pingues productos de su salina…”

         José Silverio González, fue un espíritu superior, músico, poeta, guerrero, político, todo en grado superlativo,   nos dejó un legado escrito aunque disperso, no solo en los periódicos, boletines, cartas, discursos y revistas, sino también en acciones importantes y trascendentes; varios textos que se conservan sobre “Métrica Castellana”,  “Lexigrafía” “Contabilidad” y su “Teneduría de Libros”, personalmente guardo como un tesoro ejemplares de sus periódicos “La Diana y El Cumanés”, Luis Marcano Barrios tuvo en una época una colección de su semanario “Renacimiento”, probablemente su mejor periódico, y el que tuvo más larga duración, que debe estar en manos de alguien, que seguramente lo conservará como un tesoro;  en esos periódicos, como era costumbre de esa época,  publicó gran parte de su pensamiento político, filosófico y literario, tambien nos dejó  un pequeño libro que denominó “La Floresta” que recoge sus  himnos  y canciones patrióticas, todo eso nos da una pálida idea de su personalidad; porque los resultados de su trabajo se reflejan más bien en la generación de cumaneses ilustres que surgieron de sus enseñanzas.  

Su talento lo ocupó siempre en causas justas, como es el caso de la Libertad de los Esclavos, cuya defensa asumió en el Congreso Nacional,  convirtiéndose en uno de los más destacados defensores de ella;   en 1854,  después del fracaso de la  causa secesionista en la cual participo activamente al lado de Estanislao Rendón, y aquella culta y orgullosa  generación;  antes del decreto del 24 de marzo que da la libertad a los esclavos, pronuncia el memorable discurso,  que pasa a la historia como uno de los más aplaudidos y oportunos de la historia patria, pidiendo vehementemente la abolición de la esclavitud y la libertad del General Páez, preso en Cumaná.

Pero José Silverio fue sobre todo un apóstol de la educación. Su filosofía particular la desarrolló  en el Colegio Nacional de Cumaná, dictaba varias clases, sobre todo gramática, literatura,  métrica y elocuencia,  hasta su muerte ocurrida en  1886. Miguel Ángel Mudarra dice que aprendió Derecho Civil con  Estanislao Rendón; Teneduría de Libros con  Don Pedro Coll; francés, con Don José Manuel Barceló; Inglés, con don Alejandro Máthison. Tambien dominó el italiano y la literatura clásica. Estaba preparado para ser el maestro de aquella generación extraordinaria de la cual Cumaná, se siente tan orgullosa; porque en las lides del saber, fueron de triunfo en triunfo, compitió con Caracas, y fue vencedora,  la primera de Venezuela y sus nombres saltaron   horizontes y se unieron al concierto universal de la cultura. Cumaná se hizo famosa por sus maestros, se crearon cátedras universitarias, entre las cuales figuró la música, la medicina y las ciencias jurídicas.
En Cumaná se quedó el sabio Beauperthuy,  asombrado como Humboldt de la cultura de este pueblo, y con Calixto González funda la cátedra de Medicina;    Gómez Cardiel,  le dio rango universitario a la Música; Estanislao Rendón, Pedro Coll y Mauricio Berrizbeitia, inician las  clases de derecho. Se estudiaba idiomas, matemáticas, latín, filosofía; los exámenes eran públicos y las tesis se discutían con participación del pueblo.
De Cumana se fueron para Caracas: Don Jacinto Gutiérrez, que fue dos veces presidente de la República; Marco Antonio Saluzzo, tal vez el mejor orador de su época; Jacinto Gutiérrez Coll,  el poeta de Caracas; el Dr. Estanislao Rendón, uno de los hombres mas importantes de su tiempo, candidato al a Presidencia de la Republica; el Dr. Salvador Córdoba, fundador de la primera Clínica de Caracas. Podría aportar cien nombres de aquella generación, pero son demasiado conocidos.

 Esa fue la Cumaná de Don José Silverio González, por eso fue llamada por algún cronista “Atenas de América”.

Para entender mejor a este polifacético personaje, les entrego un galerón, escrito por José Silverio González, indudablemente antes de 1886,  que servirá a los estudiosos de la música cumanesa, ahora de moda con motivo de la inauguración del teatro Luis Mariano Rivera, y que, a propósito, un buen barítono como Germán Segura, lo podría interpretar  para deleite del espíritu del maestro, que lo espera.,  y de todo el pueblo de Cumaná. 

CANCION.

Ama todo ser viviente:
El universo es amor,
Da a los cielos esplendor,
Rico perfume al ambiente…
Soberana es la pasión
Del amor que por ti siento;
Tu reino mi pensamiento,
Tu trono mi corazón.

Digna del sabio la gloria,
De lauros digno el guerrero;
A gloria y lauros prefiero
El vivir en tu memoria;
Porque cifro mi ambición
En tu amor, que es mi contento;
Tu reino mi pensamiento,
Tu trono mi corazón.

Si con riquezas creyera
Que yo tu amor conquistara,
A Tiro u Ofir volara
Y opulento volviera.
Más tan vil inclinación,
Al suponértela,  miento;
Tu reino mi pensamiento,
Tu trono mi corazón.

Y luego, de tu presencia,
Único bien de mi vida,
No sufro la despedida,
No sobrevivo a la ausencia,
Para mi tierna afición
Siempre la ausencia es tormento;
Tu reino mi pensamiento,
Tu trono mi corazón.

A cada hora, a cada instante
Tu imagen es mi alegría,
Ocupa mi fantasía,
Velo y sueño delirante.
En mi febril ilusión
Solo tu amor es mi aliento;
Tu reino mi pensamiento,
Tu trono mi corazón

Cuando a Dios elevo el alma,
Por ambos amor le imploro:
Por tí, que eres mi tesoro,
Por mí, que busco la calma;
Y solo tu posesión
Calmará mi sufrimiento;




 No – 46)  JUAN   MIGUEL  ALARCÓN


         El 30 de diciembre de 1932 murió en esta ciudad de Cumaná el poeta Juan Miguel Alarcón Meaño. En el bisemanario “Sucre”, mi padre Marco Tulio Badaracco Bermúdez, gran amigo del poeta, escribió: “de Alarcón pudiera decirse, con toda verdad, ha muerto el último romántico”, aplicándole la frase que es ya lugar común en la literatura universal: pero él es su ideal, en su producción poética, en sus manías, en sus lecturas predilectas, en su apasionamiento unilateral. ¡Cuántas veces!, por una mujer, en su manera insólita de confrontar la vida, fue por entero un romántico… Y es allí seguramente de donde emanaba la belleza de sus versos en los que sabía dejar siempre el toque sentimental, el quid divinum de los antiguos, para hacerlos inmortales”.

         El poeta Juan Miguel Alarcón nació el 29 de septiembre de 1882, hace ll6 años. Sus rimas de oro siguen frescas y fragantes como azahares al viento. De él dice Jacinto Fombona Pachano: “Llevó existencia de bohemio, pero en ella se condujo siempre a lo señor. Acaso fue el último ejemplar de aquel grupo de escritores nuestros, actualizados por Baudelaire, que cultivaban entre paraísos artificiales, jardines de anecdotarios y Decarmerones. Así fueron Emiliano Hernández, Mario Torres Rodríguez y Jesús Semprún”.

         Los padres de Juan Miguel Alarcón fueron Don Andrés Alarcón, maestro de varias generaciones y Carmelita Meaño, fue precisamente en su escuela donde cursó la primaria, luego bajo la rectoría del maestro Silverio González Varela, en el Colegio Federal, se graduó de Bachiller en Filosofía, que era un equipaje suficiente en esa época, para viajar por el mundo en tren de primera clase. Mi padre dice al respecto: “Cursó estudios secundarios en el Colegio Federal de Cumaná, bajo el rigor y sabiduría del Rector José Silverio González Varela, de dura disciplina en la clase, hasta obligar la atención del alumno, indispensable al mejor aprendizaje: Latín, griego, francés, castellano, física, álgebra, geometría, agrimensura, filosofía, cosmografía, retórica y otras materias que formaban el programa del curso de humanidades en los años 1900 a 1904, cuando recibimos la borla del bachillerato”.

         Juan Miguel y mi padre participaron juntos en la fundación y redacción de periódicos y revistas. Inicia su carrera periodística, a los 18 años como redactor en el semanario “Alba”, compartiendo labores con Pedro Arcia, Manuel de Jesús Alvarez y Fortunato Serra Rodríguez. Luego está entre los promotores del club de intelectuales “Surge el Ambula”, del cual era secretario y animador el Dr. Domingo Badaracco Bermúdez. En este club se atrincheraron los intelectuales cumaneses de aquella generación y publicaron la revista “Broches de Flores” – Que constituye un hito en la historia cultural de Cumaná; fue la alborada, el toque de Diana, después de la terrible guerra mal llamada “Libertadora”, que sólo ofreció a nuestro pueblo, hambre y muerte. Cuando dejó de imprimirse esta magnífica producción, que competía con el “Cojo Ilustrado”, el poeta Alarcón, romántico empedernido pero pesimista en sumo grado, se sintió golpeado en el espíritu y aunque continuó colaborando con otras publicaciones y edita la revista “Pléyades”, decide irse de Cumaná.

         Juan Miguel Alarcón fue eternizado en su libro “La Fuente de Castalia”, publicado en 1954, con prólogo y selección de textos de J. A. Cova, introducción de Jacinto Fombona Pachano y epílogo de Marco Tulio Badaracco Bermúdez. De este libro, dice Pascual Venegas Filardo: “La Fuente de Castalia permite apreciar de conjunto las tendencias líricas, la temática preferida, las huellas de algunas influencias en sus creaciones. Por la fecha de su nacimiento, Juan Miguel Alarcón, comenzó a escribir sus poemas cuando ejercía su reinado la rica orfebrería del lenguaje rubendariano. De allí, que algunos de sus cantos se advierte el influjo de este colorido de Darío. Peso sin duda sabía liberarse de esa corriente para darnos poemas donde se hace presente su  propia vena de poeta. Unas veces, se nos aparece como cantor que rinde loa a la epopeya, y en otras la nota romántica, el inevitable tono amoroso, aflora su poesía”.

         Esta es la presentación de Juan Miguel Alarcón en estricto lenguaje académico, en el cual se le conoce; pero aquella personalidad orgullosa, romántica y participativa que promovió tantos eventos artístico-culturales en esta su tierruca, tiene también mucho de anecdótica. Veamos:

         Mi padre contaba, que Juan Miguel Alarcón pasó mucho tiempo fuera de Cumaná disfrutando su vida bohemia. Cuando partió para Caracas era un joven distinguido, bien preparado, buen orador, de estatura más que mediana, muy delgado, atildado y hermoso, que se había ganado la simpatía general de su pueblo. Cuando regresó, muchos años después, vino muy gordo, abatido y desaliñado. En su casa paterna aún vivía Tomasa, una mujer que había sido su segunda madre. Juan Miguel se bajó trabajosamente del automóvil, entró a la casa paterna, y allí estaba ella esperándolo. Al verlo, al punto rompió a llorar… y le dijo:
         -¡Juan Miguel… mijito!.. ¡Estás gordo como un cochino!
         Juan Miguel la tomó entre sus brazos y sollozando, atinó decirle:
         -¡No seas prosaica Tomasa!... dime: ¡Estás gordo como Honorato de Balzac!

         Considero suficiente esta anécdota, para que se advierta la cumanecidad de aquella hermosa personalidad, que nunca cambió su estilo ni negoció su gentilicio. Poeta Cumanés por excelencia, en su dimensión humana; poeta universal por el don de la palabra y la escritura. Le debemos el bronce ejemplificador en “El Paseo de los Poetas”, donde deben darse la mano los mil nombres que ha consagrado la fama.

Transcribo para mis lectores el soneto “Ayacucho”, “publicado el 4 de enero de 1933, en el número 801 del bisemanario Sucre” y que no aparece en su libro “La Fuente de Castalia”.

         Dijo en su orgullo el César: -“¿logra ponerse acaso el
         sol en los dominios que me legó el Señor…?
         La Eternidad empuja los siglos paso a paso,
         como acatando el dicho del fiero Emperador.
         Y el sol languidecía: América, su vaso
         de claridad y fuerza, de virtud y amor,
         crispándose en sus cruces miraba el triste ocaso,
         de aquella luz que al Inca lo exalta en su fervor

         Tres siglos… Pero surge de la extensión airada
         -el rayo de Bolívar vibrándole en la espada-
         un hombre a quien los triunfos escoltan en tropel.

         Y el Sol, ante el asombro del fulgurante día
         de Sucre en Ayacucho, como el cenit subía,
         agrandó la pupila, para fijarla en Él.

No – 47) JOSE   ANTONIO   RAMOS   MARTÍNEZ

         La obra de Ramos Martínez es el manantial dulcísimo en el cual vamos a beber los que amamos la historia de Cumaná. Su legado, constituido por sus investigaciones históricas, recogidas amorosamente por el Padre Cayetano de Carrocera, con la colaboración de mi tío Domingo Badaracco Bermúdez y Don Alberto Sanabria, es un bien inapreciable que nos sirve de guía para introducirnos en nuestro honrado y heroico pasado.
        
         Por ello, después de haber leído y estudiado su obra, y  guiado por la monografía del ilustre sacerdote, publicada por Don Alberto Sanabria y las notas de Don Pedro Elías Marcano, he logrado hilvanar un perfil del eminente maestro cumanés, que sirva para reflexionar sobre su tránsito entre nosotros.

         Nació el padre Ramos Martínez, en Cumaná el 8 de diciembre de 1837; hijo dilectote padres ilustres, el meritorio maestro cumanacoense Dr. José Antonio Ramos González y la matrona cumanesa Doña Trinidad Martínez Ballenilla.

         Desde muy joven se distinguió por su inteligencia y aplicación al estudio; recién tonsurado regresó a Cumaná, a servir la Vicaría Forense y el curato de Santa Inés, donde prestó servicios por 14 años, desde 1862 hasta 1876. En este tiempo su actividad fue prodigiosa, fue el animador social y cultural que el pueblo anhelaba, y un líder sin igual en todos los campos de la actividad pública; brilló en el pulpito, en el periodismo, en la organización de eventos de toda índole; era incansable en la búsqueda del bien público y en el rescate de la historia, la cual conocía y trasmitía con entusiasmo inigualable. Cumaná toda lo amó ingenuamente.

         Le debemos la construcción de la santa iglesia de Santa Inés, fue su empeño, su constancia; nadie creía posible construirla, las condiciones, al parecer no estaban dadas, eran tiempos muy difíciles desde el punto de vista financiero, y Cumaná, vivía el espanto del último terremoto; la grey católica le debe su empecinamiento, su optimismo y su trabajo tesonero y comunitario, para lograr su empeño; Cumaná toda se volcó tras el pastor, y cuando los ánimos estaban decaídos, sin esperanzas, él vino al rescate y lo hizo, su palabra fue entonces el vino embriagante que condujo al bravo pueblo; y ese pueblo fue abriendo caminos, tocando corazones dormidos, y así se hizo el milagro de los campanarios que mueven montañas.

         Sus primeros años de sacerdocio, el pastor novicio los dedicó a esa obra y lo logró, una casa grande para la patrona bendita, la que nos protege de la inminente tragedia; esa de las torres gemelas cuyas aristas apuntan al cielo, esa que cantan nuestros poetas, de las escalinatas que ascienden hacia la casa de la poesía y el milagro, esa tranquila y sosegada celda donde aprendimos a rezar, a elevarnos espiritualmente, donde reina María, en la gruta bajo las trinitarias, la madre del Señor.

         Cada vez que oramos ante el altar de María, musitamos el nombre de nuestro benefactor, el padre José Antonio Ramos Martínez. Cumaná había quedado sin iglesia después del terremoto de 1853: la iglesia de Altagracia, la Ermita del Carmen y la Divina Pastora, los conventos de San Francisco y Santo Domingo, todo estaba en ruinas. José Antonio se dedicó en cuerpo y alma a la reconstrucción de la Ermita del Carmen y a levantar la iglesia de Santa Inés, y Cumaná se llenó de júbilo con la inauguración de esos santos espacios; y cuando todo era fiesta en Cumaná, vino la separación forzada de José Antonio, imprevistamente enviado a servir en otros pueblos, tal vez más necesitados de él. Fue un trauma que el pueblo de Cumaná tardó en asimilar, y para el mismo fue duro, porque era un hombre apegado a su grey, y aceptaba difícilmente los cambios a los que estaba obligado, por muy honoríficos que fueran, pero el juramento de obediencia se impuso y acató la orden superior.

         El Padre Ramos Martínez, era un constructor de la Iglesia de Cristo y así lo entendió, inició su peregrinaje, sirvió en Porlamar, Arenas, Mariguitar, Santo Tomás de Guayana, cuyo obispado no quiso aceptar; y sirvió sus últimos años en Carúpano. Murió este noble sacerdote el 23 de octubre de 1903 y está enterrado en el corazón del Estado Sucre, en la iglesia de Santa Rosa de Lima, desde el 13 de agosto de 1905, donde recibe todos los días, las oraciones e invocaciones de aquel pueblo tan amado por él. En todas partes dejó su olor a santidad y el recuerdo perdurable de su trabajo y sus servicios.


         Ramos Martínez aportó a la iglesia no solo su vida, sino su sabiduría y espíritu de servicio, si fuésemos a hablar de sus obras en la iglesia tendríamos que ocupar mucho espacio y el tiempo que no tenemos y además los historiadores mencionados ya han escrito sobre este aspecto.

         En mi caso particular, lo tengo conmigo a cada instante. Amante como era de la historia de su pueblo natal escribió muchas obras, cuya publicación constituye el mejor aporte del que pueblo alguno pueda ufanarse. El padre Cayetano de Carrocera recogió sus trabajos en un tomo que titulo “Memorias para la Historia de Cumaná y Nueva Andalucía”, que luego la Universidad de Oriente, y el Dr. José Mercedes Gómez, publicaron en dos volúmenes, que todo mundo conoce. Además de este trabajo colaboró en el Consectario de Cumaná, iniciado por Antonio Patricio de Alcalá, y que luego fue terminado por don Pedro Elías Marcano. Esta “Historia de Cumaná” y el “Consectario”, proveen y alumbran por los siglos de los siglos, la investigación de los orígenes de nuestro pueblo, como si fuese un nuevo Génesis Bíblico para la Primogénita de América.

         La laboriosidad del Dr. Ramos Martínez fue constante y fecunda: el tiempo que le dejaba libre su santo ministerio lo dedicaba a estudiar y escribir. Dio a luz pública una traducción del francés de la edificante obra filosófica de Tomás de Kempis, intitulada “El Jardín de las Rosas”, infinidad de artículos relativos a la historia de Cumaná, de sus sacerdotes, de la formación de sus pueblos, de la historia de sus iglesias, sus gobernadores, alcaldes, cabildos, regidores, de la iglesia de Barcelona, Carúpano, Guayana, Cumanacoa, también publicó “Anales Eclesiásticos”, “La Iglesia en América durante la dominación Española”, y muchas monografías de sacerdotes cumaneses; y por el sabemos de nuestras tradiciones y de muchas instituciones y otras cosas históricas de Cumaná. Sus investigaciones son insustituibles.

         El padre Ramos Martínez, fue uno de los hombres más cultos, inteligentes, sabios y eficientes que han nacido en nuestro pueblo. Su magisterio no terminará nunca, de ello se encargará no solo su obra, sino la diosa fama, que irá unida por siempre a la de su discípulo el poeta José Antonio Ramos Sucre, cada días más elevado, cada día más imitado en Venezuela y en todo el mundo. Yo invito a conmemorar con entusiasmo el centenario de la muerte de José Antonio Ramos Martínez, nuestro gran héroe civil.



No – 48) RAMON DAVID LEON.



Rufino Blanco Fombona dijo de él. “ En su nombre auna al rey de la poesia y al rey de la selva. Qué pues de extraño que cante como el uno y ruja como el otro”.

El autor de la letra del Himno del Estado Sucre, que escuchamos con devoción casi  todos los días, nació en Cumaná y se educó en Cumaná. Fue alumno aventajado de Silveriio Gonzalez Varela, trabajó en la imprenta de su tio Ramón Madriz Otero, donde por cierto se iniciaron gran parte de los periodistas de Cumana y Caracas, porque alli trabajo y aprendieron su oficio, Enrique Otero Vizcarrondo, su primo, el poeta Andrés Mata, Luis Teofilo Nuñez, cuya amistad nace tras los tipos,  donde comparten con mi padre Marco Tulio Badaracco Bermudez, y el Dr Domingo Badaracco Bermúdez, que en cierta forma fueron sus maestros. Fueron grades camaradas, del movimiento cultural de la época que dio tantos valores.
Dedicó su vida al periodismo, adquirió una vasta cultura, Funda en Cumaná, con el Dr. Antonio Machado su revista Pluma y Tinta, donde publicó su novela “Chyiquita”, también juntos publicaron “El Satiricón”, del cual dejó una colección que debe estar en la biblioteca del Dr. José Mercedes Gómez, a quien se la cedió el señor Aquiles Machado, que la heredó de su padre. Luego fundó con mi padre Marco Tulio Badaracco Bermúdez  “El Heraldo Oriental”, de cuyo semanario conservo algunos números;  y juntos  adquirieron una imprenta, en la cual mi padre publicó su bisemanario “El Disco” y el bisemanario “El Sucre”, desde 1923 hasta 1937. Ramón David, casado en Cumana, enviudó y decide irse para Caracas,  le vende a Marco Tulio la imprenta y algunas propiedades y se asocia con Edmundo Suegart, Jose Rafael Mendoza y Martin Garnes Mac Pherson, y funda en Caracas “La Esfera”. Donde demuestra su talento sobre todo en la crítica política, desde 1936 hasta 1939.
Ramón David aboga por la emigración europea, por la agricultura y el mejor aprovechamiento del producto petrolero. Sus editoriales fueron recogidos en una obra que titula “Campañas de La Esfera”, y otra que titula “Por Donde Vamos”, con prólogo de Rufino Blanco Fombona.
En 1936 publica su obra “Adonde Llegamos” otra obra fue “El hombre misterioso de Macarigua”
Ramón David, como Sucre, nunca separó a Cumaná de su Corazón, y en carta a Mauricio Berrizbeitia le escribe “La Cumaná Eterna”, crónica en la cual recuerda  a toda su generación.
También escribió Poesías, que nos recuerdan las lecciones del maestro Silverito, y por supuesto a Rubén Darío, la pura escuela cumanesa,   se publicaron en un volumen “Sol de Invierno” con prólogo de Adolfo Salvi. . Escribió magníficos dramas  “Teatro sin espectadores”,
De otras materias que conocía escribió “De agropecuario a Petrolero”, y “Geografía Gastrónomica de Venezuela”, con prólogo del poeta Pedro Sotillo, tal vez su libro mas conocido.

         Los tres grandes diarios de Caracas “El Nacional”, “El Universal” y “La Esfera”, fueron fundados por grandes periodistas orientales, muy vinculados a familias y empresarios cumaneses: Enrique Otero Vizcarrondo, barcelonés; Andrés Mata y Luis Teófilo Núñez (carupanero y cumanés) y Ramón David León, cumanés, autor de la letra del himno del Estado Sucre.
        
Nació Ramón David León en Cumaná a finales del siglo XIX y murió en Caracas en 1978, estudio en el colegio federal bajo la rectoría de Silverio González Varela. Se inicia en el periodismo en 1908 como Administrador del “Heraldo Oriental” de Marco Tulio Badaracco. Luego es redactor de  “Pluma y Tinta” y del “Satiricón”, todos en Cumaná, Se va a Caracas y asociado con Edmundo Suegart, José Rafael Mendoza y Martin Gornes Mac Pherson funda el gran diario La Esfera.   Sus editoriales en este gran diario fueron recogidos en su obra “Campañas de la Esfera”.  Otros libros: “Por Donde Vamos”, con prólogo de Rufino Blanco Fombona. “Hombres y sucesos de Venezuela”, apretada síntesis de los gobiernos  de Venezuela desde Páez hasta Rómulo Gallegos.  “Adonde llegamos” -sobre el destino político del país. Escribió  sobre Juan Vicente Gómez “El hombre misterioso de Macarigua”. Ramón David León, autor de la letra del Himno del Estado Sucre, se muestra muy enamorado de Cumaná, en su gran crónica  “Cumaná Eterna”. Otros títulos “Teatro sin espectadores”, “De agropecuario a petrolero”. Escribió para el cine  el argumento de la película “Ayarí, el veneno del indio”. Por ultimo y creo que es lo más importante de su obra literaria, Adolfo Salvi recogió en libro sus poemas bajo el título  “Sol del Invierno”.


No - 49) VICTORIA ORTIZ MARRUFFO -T O T O Y A-

                   La iglesia de Santa Inés ha sido siempre teatro de la vida de nuestra amada ciudad, y allí reina Totoya; a ella concurrimos desde niños y formamos parte del rito; ya lo dije antes, Cumaná es una ciudad de viejos ritos. Recuerdo con devoción la gruta de la Virgen de Lourdes, construida por el Padre Arteaga, cuando fue Parroco de nuestra iglesia,  luego fue cardenal Primado de La Habana. Él viajó a Lourdes y la copió para eternizarla en Cumaná. Veneramos esa imagen linda durante todo el mes de mayo, hasta que la veíamos descender milagrosamente por su escalera blanca, bordada de luces y flores; en aquellos momentos conteníamos la respiración, nuestros ojos se llenaban de asombro y nuestro corazón de gozo crístico. Ese era el momento de pedir nuestros deseos más fervientes, por supuesto, todos pedíamos salir bien en los exámenes y luego entrábamos en el convencimiento de que no habría fuerza capaz de “rasparnos”.

         El hermoso panorama que forma la iglesia, las viejas murallas de Santa María de la Cabeza, los enormes robles, las trinitarias siempre florecidas, el olor de jazmines, lirios y azahares; aquella gruta, réplica de Lourdes, la escalera y la enorme y misteriosa puerta que da acceso al Castillo, todo ello hacían de nuestro teatro algo muy especial.

         Las muchachas vestidas de blanco y los muchachos luciendo sus mejores galas, aprovechaban la ocasión para mirarse, las más de las veces de lejos, vigilados por la tía, porque casi todas las muchachas bonitas de Cumaná tenían su tía, que cuidaba con más rigor que la mamá. Entre rezo y rezo las miradas se encontraban y en el corazón algo se quemaba entonces, entre el primer deseo y la esperanza del más bello amor. En esa iglesia de cuentos de hadas, que levanta sus torres en el patio de armas del más antiguo castillo colonial de Venezuela y tal vez de toda América, esa casa de tantos varones verticales y mujeres santas, allí conocí a Totoya con su olor de santidad, el torrente de su voz, su vitalidad y energía. Era la época del padre Camilo, Celso, Leonardo, el Lego, y el eterno Tinoco; el catecismo, los primeros viernes, las correrías, las pandillas, los patines. Quien no recuerda a Chafardet, volando por las escalinatas, haciendo piruetas imposibles y nosotros, boquiabiertas contándonos sus hazañas.

         Victoria Ortiz Marruffo, Totoya, maestra de Primeras letras, Quijote de la enseñanza, de sonrisa pura como el Padre Nuestro, de palabra queda, de amor superior. Su vida fue ejemplo de entrega y su cosecha, como la del buen sembrador, cayó en tierra propicia y, hoy los árboles son fuertes y vigorosos.

         Totoya heredó la escuela de otra gran tutora cumanesa, Teresita Ortiz, maestra de las generaciones que nos antecedieron, que ejercía su magisterio en la misma casita humilde de la calle de Comercio o General Armario, como reza la nomenclatura municipal; recibía la muchachada del vecindario y de otras áreas donde su fama se acrisolaba; Los hijos de Francisco José Berrizbeitia, Luis Núñez Morales, Luis José Silva, Octavio López, Mundo Figuera, Arturo Torres, el Mocho Fabián, Luis Fuentes, y tantísimos más que mi memoria no recuerda.

         Para Totoya todos los muchachos iban a ser Presidente de la República, y por eso no podían faltar a las buenas costumbres. Exigía pulcritud en el. vestir, aseo personal, modales, no aceptaba groserías ni vulgaridades; pero su forma de corregir era inigualable, quería parecerse al inigualable Maestro, San Juan Bosco. La palabra acariciante y el gesto manso, no había malacrianza que pudiese resistir tanta bondad y dulzura.

         Totoya tenía una amplia formación humanística, recuerdo sus constantes citas de sus personajes favoritos: El caballero de la triste figura, Dulcinea, Sancho, Camacho, Padanfilando de la Fosca Vista; y los evangelios, especialmente Mateo y las Epístolas de Pablo.

         Totoya se recreaba en los Libros Sagrados, entre los cuales prefería a Isaías. También citaba y contaba anécdotas de los grandes maestros de Cumaná, a los cuales conoció personalmente: Silverio González, Silverio Córdova, Silva Díaz, Bartolomé Milá de La Roca, Juan Arcia, Napoleón Blanco, Luis Beltrán Sanabria, Losada, Peñalver, Bolivita y tantos otros que valdría la pena nombrar.

         Tenía una idea del mundo que penetraba en lo más hondo de la conciencia del niño, mundo todo amor, toda paz; mundo de alegría sin límites; del conocimiento, de la admiración permanente, de la  santidad.


No – 50) JOSE EUSEBIO ACOSTA PEÑA


El General en Jefe José Eusebio Acosta Peña, genial y valeroso patricio carupanero, nació el 14 de agosto de 1824 y murió en Caracas  en 1882 a los 58 años. Fueron sus padres: el  prócer Antonio Acosta Jiménez y Doña María Isidra  Peña González.

Bartolomé Tavera Acosta, en su obra Historia de Carúpano, brevemente dice: “Empezó sus servicios militares en 1848, a las órdenes del valentísimo comandante Nicolás Brito Cova con el grado de Subteniente. Para fines de ese mismo año era ya Teniente; en 1853, Capitán; en 1855, Comandante; Para comienzo de la guerra federalista ejerció de Coronel; en 1860, General de Brigada; en 1861, General de División; y para 1863, General en Jefe.  Al correr de los años  se destacó Acosta como jefe político más caracterizado  de las regiones orientales de Venezuela y como la figura militar  más notable que ha tenido Carúpano en el siglo XIX. Fue Presidente de Estado, Comandante en Jefe  de los ejércitos de oriente. Jefe de E. M. G. de los ejércitos de la República, candidato a la Presidencia de la República de Venezuela, Ministro de Guerra, etc.”

         El tiempo de  José Eusebio Acosta Peña, se desarrolla dentro de los conflictos entre caudillos, que ya había previsto el Libertador, por los que atravesaba la naciente nacionalidad.  El abuso del poder central sobre las provincias, que violaba expresas disposiciones constitucionales; el sistema colonial imperante aun, las diferencias sociales, la esclavitud,  el caudillismo, fueron, entre otras, las causas de interminables revueltas  armadas.

          Páez y los Monagas imponen un régimen autocrático y detestable.  Páez vuelve una y otra vez, logra desplazarlos y establece la dictadura; Julián Castro in surge,  crea un caos, es destituido, nombran al Dr. Martín Tovar y todo queda igual. Se encarga de la Presidencia Don Pedro Gual que abre de nuevo las posibilidades de Páez, que  con el gran periodista y político cumanés, Pedro José Rojas, procuran gobernar sabiamente. Sin embargo, la corrupción, el nepotismo, la oligarquía incubada más la falta de oportunidades, etc.,  traen como consecuencia inevitable la Guerra Federal y a Ezequiel Zamora, el gran líder revolucionario.

La vida, el caudillismo de Páez  arrastra a la nación que  se desarrolla dentro de una guerra interminable, él mismo auspició cinco campañas para adueñarse del poder y enfrentó más de ochenta movimientos revolucionarios que intentaron deponerlo. Solo los Monagas acaudillan nueve movimientos insurrecciónales contra Páez. Venezuela fue devastada entonces. La Guerra Federal, criticada por Salcedo Bastardo, que la llama “La gran estafa” era la única alternativa: Coro se alza el 20 de febrero en 1859,  surge Zamora financiado por Falcón desde Curazao; el 23 de marzo de ese año triunfa en Puerto Cabello, luego toma Yaracuy, dispone el sitio de Barquisimeto cuyos defensores se rinden; y el 10 de diciembre triunfa en Santa Inés, en Barinas, donde hubo más de 4000 bajas.  Muere de un tiro de sombra el gran Zamora, en San Carlos y Falcón asume el poder. De la guerra Federal solo quedó un cuantioso botín que se reparten entre los Generales, a Falcón le dieron 148.000,oo pesos, a Sotillo 40.000,oo. A la viuda de Zamora le dieron 82 bolívares. En 1870 asume el poder el general Antonio Guzmán Blanco, el autócrata civilizado, que emprende una obra que podría llamarse de adecentamiento nacional. En ese marco se desarrolla el líder oriental, pero lo hace con dignidad, creyendo en los postulados de la federación   a los cuales dedica su vida, sus esfuerzos, su valor a toda prueba, su talento y disciplina.

         En Cumaná a finales del siglo XIX y principios del XX predominaban  hombres de armas y de letras, porque los oficios más solicitados  eran de la guerra y de las artes; esto lo afirmo porque era la época de notables guerreros, tales como:  Nicolás Rolando, Manuel Morales,  Ramón Castillo,  Calixto Escalante, Francisco Antonio Vásquez, Pedro Ducharne, Adolfo Olivo, Facundo Camero, José Loreto Arismendi, Rafael Velásquez, Carlos Herrera,   Bartolomé Milá de la Roca Valenzuela,  Pedro Daniel Beauperthuy, Julio Sarría, Andrés Flores, Juan José Rojas Peñalosa, Nicolás Coraspe, Delfín Ponce,  etc., y grades tribunos como Estanislao Rendón, Silverio González, Baldomero Benítez, Manuel López Alcalá, Marco Antonio Saluzzo, etc., de periodistas, poetas y maestros. Entonces Acosta, jefe indiscutido de aquella pléyada y  coadyuvaba en el sometimiento  de esta parte del País.

Era, como hemos visto,  el momento de Zamora y Falcón. Acosta era un guerrero y dio con sus victorias en Oriente el aporte definitivo para el triunfo que se logra en los campos de Barinas, Portuguesa y Barquisimeto, y las campañas que culminan en Santa Inés el 31 de diciembre  de 1859, rubricada luego con la toma de Caracas.

El Estado Nueva Andalucía vivía momentos críticos. La reacción nacional contra la hegemonía de los Monagas se generalizaba: el 28 de mayo de 1853 se subleva Valencia y el 4 de Junio, lo hace Cumaná.  En Cumaná, cansado de los Monagas, se nombra un gobierno federal provisorio integrado por José del Carmen Guevara, Pedro Lucas Mayz y Estanislao Rendón, que había sido candidato a la Presidencia de la República en el Congreso, compitiendo con José Gregorio Monagas (Electo Presidente en 1951) Antonio Leocadio Guzmán, Fermín Toro y José María Vargas. Carúpano se suma bajo el liderazgo de  Justo Silva y José Leonardo Brito.
El 15 de Julio  sufre Cumaná un terrible terremoto, la ciudad queda en ruinas, la mayor parte de la guarnición sucumbe. José Tadeo Monagas toma Barcelona  y Maturín. Cumaná queda aislada, destruida y  se rinde,  la mayor parte de los líderes son perseguidos, encarcelados o van al exilio.  El 20 de febrero estalla la revolución federal en Coro. 

          Ha llegado la hora de José Eusebio Acosta.  El Dr. Aníbal Dominicci,  dice de Acosta:   “Después de Sucre y Bermúdez, fue la personalidad más destacada del oriente de Venezuela”; y José Concepción Cova, acota: “La figura de Acosta  representa las glorias Épicas de la Federación en Oriente”.

         Tavera Acosta, para que advirtamos la envergadura del héroe, nos trae los nombres gloriosos de los brillantes y heroicos oficiales, que fueron jefes de su Estado Mayor: coronel José Maria Otero Padilla, en 1861; general Saturio Acosta, en 1862; general José Vitorio Guevara, en 1869;  general José Loreto Arismendi, 1870;  general Víctor Rodríguez, en 1870; general Pedro Vallenilla, en 1879.

         Durante los cinco años de la Guerra Federal, gobernaron la provincia de Cumana: el Dr. José Antonio Ramos, el Dr. José María Betancourt, el General Bartolomé Milá de la Roca y Valenzuela, el general Julián Llamosas Cova,  el Dr. Antonio Machado,  el Dr. Joaquín Carera, el Dr. Andrés  Eloy  Meaño, pero en realidad el  Caudillo de  todo  Oriente era  el General en Jefe José Eusebio Acosta Peña.  

         Y una lista de sus oponentes, en servicio del gobierno Nacional,  sirve a los historiadores de la época, a los mismos efectos laudatorios; fueron los generales: José Miguel Barreto, Manuel Narvarte, José Southerland, Andrés Avelino Pinto,  Pedro Elías Rojas,  Facundo Camero y Adolfo Antonio Olivo, que constituían “la flor y nata” de los jefes militares de la Venezuela posindependentista. sé Mercedes Gómez en La Historia de la Provincia de Cumaná,   dice que: El 13 de octubre de 1859 es atacado Carúpano  por las fuerzas federalistas, que son derrotadas.  Ante este fracaso, el comandante de la plaza abandona Cumaná y José Eusebio Acosta, entonces con rango de Coronel, se declara por la Federación, tomando las montañas de Caripe;  derrota al  Com. José Miguel Barreto y continúa hostigando las fuerzas del gobierno en Cumanacoa, San Fernando y Quebrada Seca, donde se enfrenta al valiente  com.  Juan Southerland. Acosta persigue a las fuerzas del gobierno y las derrota  en el Rincón, San Antonio de Maturín y Río Colorado. Toda esta serie de triunfos  federalistas obligan  al gobierno a reorganizar su ejército.

         Para 1861 Acosta sitia Cumaná, pero no logra tomarla en vista de los refuerzos que traen el Com. Southerland y Narvarte  desde Cariaco y  Maturín. Acosta se dirige con sus tropas hacia Carúpano y en el sitio de Manzaspare, el 17 de agosto, derrota a las fuerzas combinadas de Southerland y Narvarte. Acosta los persigue hasta Cariaco, donde el gobierno recibe los refuerzos del General Pinto, y en la batalla de El Toro cerca de Catuaro, vuelve Acosta  a derrotarlos, allí muere el bravo general Pinto. Acosta, invencible en Sucre, logra el apoyo de Sotillo y Monagas, vencedores de Barcelona y Maturín.

         Falcón y Páez logran, en octubre, la suspensión de hostilidades por muy breve tiempo,  y al reanudarse la guerra, Zamora, el verdadero líder de la Federación, derrota al gobierno, el 9 de diciembre de ese año, en la batalla decisiva de Santa Inés, que le abre el camino de Caracas. Zamora no pudo celebrar el triunfo de la Federación, porque una bala perdida, un 9 de febrero de 1862, le quitó la vida en la ciudad de San Carlos. Por lo  traumático de esa muerte, quedó en el aire un tufillo de traición sobre Falcón y Guzmán,  que estaban distanciados del indomable Caudillo.

         Entre tanto Acosta trataba de tomar Carúpano, defendida por el general Pedro Elías Rojas,  como no pudo, sus hombres se vengaron en los prisioneros, y dejaron una estela de sangre en Guasimilla, de la cual no ha podido librarse nunca el pulquérrimo hijo de Carúpano. Son cosas de la guerra. El 15 de mayo de 1863 Acosta ataca Cumaná y la toma el 16, después de una honrosa capitulación con el General Pedro Elías Rojas. El 2 de junio se rinde Carúpano y Acosta organiza el gobierno federal en todo Oriente. Acosta adquiere  entonces la aureola de los Libertadores.

Derrotado el Gobierno de Páez en todo el País se firmó el Tratado de Coche, que acordó convocar una Asamblea Nacional Constituyente, el 24 de diciembre de 1863. Esta Asamblea bajo la presidencia del General Antonio Guzmán Blanco, aprobó una nueva Constitución, convocó a elecciones, creó el Estado Nueva Andalucía, con el territorio de los actuales estados Sucre y Monagas y nombró al General José Eusebio Acosta, su Presidente.

El Gobierno de Acosta no fue nada tranquilo, las guerrillas conservadoras en el Estado Nueva Andalucía, a cuyo frente estaban los generales Adolfo Olivo, Facundo Camero y Pedro Ducharne, estaban mas activas que nunca sobre todo en la zona de Paria. Pedro Ducharne era un hombre valiente y decidido. Cuentan que después de la derrota  cerca de Guiria, se  metió en  la carpa de Acosta,  cansado y herido,  y le pidió asilo por una  noche. Acosta, después de saludarlo y atenderlo como acostumbraba,  le dijo: “Duerma Ud. general, hasta las 6 de la mañana, después de una hora voy por usted.  Pedro Ducherne acorralado en Yaguaraparo, se entablilló el brazo derecho y pido pasaje al capitán de una piragua que salía hacia Trinidad. El capitán y dos marineros trataron de apresarlo. Ducharne había escondido la pistola entre el yeso previendo una celada, disparó a quemarropa, dio  muerte a los dos marineros y obligó al Capitán a llevarlo hasta Trinidad. Ramón David León, que me contó esas anécdotas,  decía,  que Pedro era una fiera.

Acosta y su hermano el también General Saturio Acosta, siempre  actuaron juntos. Desde Cumaná se dirigen a Barcelona en poder de los rebeldes, y el 10 de julio de 1870 los derrota en el sitio de La Cruz. Sin embargo el General Pedro Ducharne domina en la parte Oriental del Estado de Nueva Andalucía, derrota con fuerzas superiores al General José Loreto Arismendi, que muere heroicamente. Ducharne amenaza a Carúpano y Cumaná. Defendidos por Pedro Elías Rojas y los Hermanos Acosta. La situación es tan delicada que el propio ministro de Guerra y Marina, General José Ignacio Pulido se traslada al escenario de la guerra en el Estado Nueva Andalucía  y derrotan al General Olivo en San Isidro, cerca de Maturín. Seguidamente Acosta y las fuerzas expedicionarias  se unen en Cumaná. El 15 de septiembre toman Barcelona y el 1 de junio  de 1872 toman Maturín. En 1873 vuelve Acosta al gobierno de la provincia pero la guerra continúa hasta 1875, cuado muere el General Pedro Ducharne y la resistencia conservadora pierde su mejor caudillo.

Ignacio Rodríguez Mejia, que dirigía el Archivo del Estado y tomó sus notas de esa fuente indubitable, dice: Estado Cumaná.- 1864-1865.- General José Eusebio Acosta. Estado Nueva Andalucía.- 1865 -1866.- Don Antonio Russián  (Designado). 1866-1867 Don Manuel López de Alcalá.- 1868.- Coronel José Silverio González.

Para que entendamos aquella época en permanente ebullición, continuemos con las notas de Ignacio Rodríguez Mejía,  dice que en:  “1868, el movimiento de la revolución azul, envolvía al Estado Nueva Andalucía; el conflicto era incontenible y el Gobierno se encontraba sin seguridad en su posición, a este respecto,  el General José Eusebio Acosta, al referirse a aquel momento  político, en su mensaje presentado a la Asamblea Legislativa con fecha 15 de enero  de 1873”, alegaba que el edificio del gobierno había perdido su base por la traición y la perfidia y lo obligaban a la sumisión del partido liberal  a sus vencidos o a su propia ruina, lo cual no ocurrió, sino que al contrario fue ratificado en el gobierno.

  La Constitución Nacional de 1863,  creó el Estado Nueva Andalucía, lo que al parecer no fue acatado en Cumaná.  

Acosta fue un gran estratega en la guerra y en la política. También fue un buen padre de familia, casó en Carúpano, en primeras nupcias, con Doña Eustaquia Benítez, de quien hubo descendencia, enviudó y casó en segundas nupcias con Rosa,  hermana  de Eustaquia.  De la primera tuvo descendencia: Eustaquia Corina, casada en primeras nupcias con Don Jaime Maiz Vigas, y en segundas con el General en Jefe  Julio Sarria Hurtado; María  que casó con José Antonio Ponte, y Josefina que casó en primeras nupcias con Don Alberto Falcón, natural del Perú, y en segundas con el norteamericano Montgomery  Berry
Ramón J Velásquez, en conferencia dictada en Cumaná, afirmó, que Acosta  fue el mejor estratega militar de la Federación. Pedro García Lopenza, Cronista de Carúpano, menciona  algunas de las acciones de armas que hicieron famoso al General Acosta: Quebrada Seca, Cumanacoa, el Rincón, La Fantasma, San Antonio, Río Colorado,  el Carmen, el Murciélago, San Pedro, Cumaná y Yaguaraparo. Le faltaron muchas.

         “Su brillante actuación habíale alcanzado  el alto grado de General en Jefe, con que coronó su larga carrera, tan llena de episodios  y sucesos memorables. Guzmán Blanco  pidió para sus restos  los honores del panteón Nacional, y el Senado los concedió  por acuerdo del 4 de mayo  de 1882” (Nota tomada del Boletín del Archivo Histórico de Mira flores. (No. 1-2, Pág. 18. 1959. Año 1)

José Eusebio Acosta fue Jefe de Estado Mayor  General  de los ejércitos  de la República, Ministro de Guerra  y candidato a la Presidencia de la República. 58 años de historia, de duro e incesante batallar  Sus proezas seguirán contándose.



No – 51) DON  B L A S  B R U Z U A L   Y   VELOZ, 
  

         De la investigación heráldica de la familia Bruzual, que puso en mis manos el Dr. Andrés Suels Bruzual, se puede afirmar que Don Blas Bruzual y Veloz, hijo de Don Antonio Bruzual y Beaumont y Margarita Veloz, nació en Cumaná. Aunque nuestros viejos cronistas no lo tienen por tal; sólo sabíamos de él que fundó, en 1835, la Cátedra de matemáticas en el Colegio Nacional de Cumaná, y mudó de Barcelona para esta ciudad su periódico “El Republicano”, cuyo primer número salió el 29 de junio de 1847.

         Blas Bruzual fue un aventurero fanático, se inició en las filas del Ejército Libertador bajo las órdenes directas del General Páez en las operaciones del sitio de Puerto Cabello, en donde recibió una honrosa herida poco antes de la toma de la plaza del Batallón Primero de Antioquia, con el grado de Subteniente de la Tercera Compañía. En 1830, en Valencia, figura entre los oficiales de la Brigada formada por los  Batallones Anzoátegui y Junín que declaran estar dispuestos a “sostener la dignidad de Venezuela en su augusta Representación Nacional”. En 1831, asiste en Caracas a los cursos de Cagigal y Acevedo en la Academia Militar de matemáticas recién creada, donde tiene por compañeros a Rafael María Baralt, Olegario Meneses, Manuel María Urbaneja y Juan Aguerrevere. Entra en 1832, en contacto con el integro republicano Tomás Lander, el patriarca del liberalismo venezolano. En 1834, Bruzual se traslada a Cumaná, con Don Andrés Level de Goda, y se dedica a la enseñanza; entonces con su amigo Gutiérrez Coll y del músico Pedro Elías Gutiérrez, autor del himno popular “Alma Llanera”; redacta la “Revista Oriental”. Poco dura esa etapa, pues al estallar en 1835 la revolución llamada “Las Reformas”, Bruzual se adhiere a ella con entusiasmo. Vencidos los reformistas, es expulsado de Venezuela.

         Halla asilo en la Nueva Granada bajo la protección del General José María Obando, alzado en armas contra el gobierno de Herrán. Derrotado Obando es reducido a prisión en Bogotá pero logra fugarse, y a través de la cordillera marcha a reunirse nuevamente con Obando, que se encontraba en Popayán. Obando lo nombra jefe del Estado Mayor General del Ejército del Sur, con el grado de Coronel. Pero la revolución fracasa, y Bruzual tiene que abandonar el país; pasa a Guayaquil, y de allí sigue a Costa Rica en donde presta servicio militar por algún tiempo. Regresa al suelo nativo en 1843, se establece en Barcelona, en donde inicia el año siguiente la publicación del semanario El Republicano, que habrá de perdurar, con diversos avatares en cuento a la residencia, hasta octubre de 1852.

         Blas Bruzual, es ante todo un gran periodista, defiende con inteligencia y energía los principios de la oposición liberal. Lanzado de lleno a la lucha política, sostiene fogosas polémicas tanto en el plano local como en el ámbito nacional, y contribuye a la creación de la agrupación Liberal de Barcelona, que funciona bajo el título de “Sociedad Promovedora”. Se dedica también a la enseñanza de las matemáticas rivalidades de carácter profesional, que vienen a unirse a las divergencias políticas, le enfrentan públicamente, a fines de 1845, con el Doctor Nicanor Bolet Peraza, Vicerrector del Colegio Nacional de Barcelona y miembro conspicuo del partido denominado “Oligarca”, en las afueras de la ciudad, ante un nutrido grupo de curiosos y los alumnos del Colegio Nacional en batalla, con la Bandera Nacional desplegada en medio de varias banderolas, Bruzual y Bolet se entregan en una curiosa confrontación, provisto aquél de un teodolito y éste de un octante: se trata de demostrar cuál de estos instrumentos es más apropiado para proceder a una triangulación al terreno. Después de varias demostraciones, los adversarios se retiran convencidos cada uno de que ha  logrado la victoria en esa confrontación que en verdad es poco común en los anales de la política venezolana.

         Otros aumentos eclipsan el desafío del teodolito y el octante. La campaña para las elecciones presidenciales de 1846 presentado a sus conciudadanos el nombre del General José Gregorio Monagas para la Vicepresidente de la República, se lanza esta vez de lleno a sostener el mismo candidato para la primera Magistratura. Desde las columnas del Republicano el futuro Libertador de los esclavos es presentado como el hombre más apropiado dadas las circunstancias para desempeñar la Presidencia de Venezuela durante el período 1847-1851. Para defender esta tesis, Bruzual ha de combatir con la pluma a los llamados oligarcas, quienes lanzan la candidatura del hermano J. Tadeo Monagas, quien como es sabido, resulta triunfante; pero Bruzual también debe enfrentarse a sus correligionarios liberales de Caracas, cuyo vocero más destacado es El Patriota de Felipe Larrazábal, empeñados en elevar hasta la Primera Magistratura a Antonio Leocadio  Guzmán.

         Mientras El Republicano difunde su prédica doctrinaria con un lenguaje de altura, El Rebenque, periódico satírico cuyo nombre es ya como un latigazo a los personajes del partido conservador, quienes se defienden y contraatacan con no menor virulencia desde las columnas de “El Piloto” y “La Lumbrera”. Según el primer estudioso de la prensa Barcelonesa, José Bernardo Gómez Uzcátegui (en su Crónica del Periodismo en Barcelona, 1834 a 1895, publicada en el “Diario de Caracas” del 1, 17, 18 y 22 de abril de 1895), Blas Bruzual era uno de los “muchos colaboradores” de El Rebenque. Dato que no he podido confirmar documentalmente, pero que no tendría nada de extraño, pues se trataría de un caso similar al de Antonio Leocadio Guzmán con “El Venezolano” y “El Relámpago” en la Caracas de los años 1843-1844.

         El triunfo de J. Tadeo Monagas, el proceso seguido contra Guzmán, su condena y la conmutación de la pena, los sucesos del 24 de enero de 1848, el fracaso de las insurrecciones acaudilladas por Páez, son eslabones en la cadena que van afirmando más y más el predominio autocrático del caudillo oriental, Blas Bruzual, que al principio ha permanecido a la expectativa, acaba por sumarse a la nueva situación, en 1848 desempeña durante cinco meses la Gobernación de la recién creada provincia de Calabozo (Guárico). Por enero de 1849, el Congreso le designa Consejero de Gobierno. Hacia esa época sostiene en El Republicano que aparece en Caracas una virulenta campaña contra el General Mariño a quien acusa de fomentar el militarismo en el país. Esto da lugar a un altercado entre el periodista y el joven hijo del General Eusebio Mariño, también choca Bruzual a mediados de 1849, cuando desempeña interinamente la Gobernación de Caracas, con su antecesor en este cargo, Marcelino de La Plaza. Luego, es poco la que de él sabemos al suspenderse la publicación de El Republicano, Bruzual parece haber abandonado el periodismo, por lo menos como actividad continua, En 1833 participa en la revolución contra su antiguo ídolo, José Gregorio Monagas, la cual fracasa a causa del terremoto que destruye a Cumaná. Bruzual es reducido a prisión, pero a poco es liberado al mismo tiempo que el General Santiago Mariño y Jacinto Gutiérrez, en agosto de 1859, cuando el Presidente Julián Castro es depuesto en Caracas, los desorientados vencedores acuden en busca de consejo a Bruzual, quien les sugiere aventurar el carácter popular del movimiento no se le oye durante los años de la guerra larga, coadyuve al triunfo de la causa federal, Falcón lo nombra, en julio de 1863, Consejero de Estado.

         Poco después, el nuevo régimen lo designa Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de la Unión Norteamericana que preside Abraham Lincol, en septiembre de 1863 viaja a los Estados Unidos, entonces en plena guerra de secesión entre sus instrucciones figura la de ofrecer al Gobierno de Washington un contingente de oficiales y soldados de caballería venezolanos a fin de que luchen al lado de los de la unión contra los Confederales o de ser necesario contra los ejércitos franceses y españoles que están apoyando en México al Emperador Maximiliano, el gobierno de Falcón promueve una alianza continental incluyendo a los Estados Unidos contra cualquier intervención Europea en América. Pero, al llegar a Washington, Bruzual se encuentra con la desagradable sorpresa de que aquel Gobierno en lucha dentro de su propia casa con una “revolución” retrasa con firme cortesía el reconocimiento del régimen del Mariscal Falcón, porque lo considera a su vez fruto de una “revolución”, en 1864 se produce el reconocimiento, y Bruzual entra a desempeñar oficialmente sus funciones. La oferta de ayuda militar no es aceptada en cuanto a la alianza continental…“se tomará en consideración”, alrededor de este proyecto, el diplomático venezolano desarrolla una intensa actividad, también promueve la publicación en Nueva York de un periódico en español. En abril de 1865 presenta las condolencias del gobierno de Venezuela por el asesinato de Lincoln; en julio de ese mismo año, sugiere la convocatoria de una Confederación Postal Internacional, y en mayo de 1867 interviene en las gestiones para la creación de una nueva línea de vapores entre Nueva York y los puertos Venezolanos, todo esto, y mucho más, lo relata Benjamín A. Franklin en su excelente monografía Venezuela y los Estados Unidos (1810-1888).

         En julio y agosto de 1868, Blas Bruzual continuaba ejerciendo sus funciones diplomáticas en el Norte, y hacía esfuerzos para disuadir al Gobierno de los Estados Unidos de reconocer a J. Tadeo Monagas y demás caudillos de la “Revolución Azul” alzados contra el sucesor de Falcón, General Manuel Ezequiel Bruzual. Los “Azules” habían entrado a sangre y fuego en Caracas, y el General Bruzual, que resistía en Puerto Cabello, recibió una grave herida y fue a morir a la isla de Curazao el 15 de agosto. Era, según Frankel, hijo de Blas Bruzual. Según Francisco González Guinán (Historia Contemporánea de Venezuela, IX, p. 155), Blas era sitio.

         En todo caso, la carrera de Blas Bruzual se acerca también a su fin. Ha entrado en la fase final de su vida, sus días de gloria están ya lejos; aquellos en los que pasaba de la cárcel a la jefatura de un Estado Mayor. O aquellos, sobre todo, que le vieron contribuir a darle a la prensa de la Provincia Venezolana un lustre y un vigor ideológico que en nada desmerecían al lado de la prensa capitalina. Los años cuarenta del pasado siglo fueron, en efecto, una época de oro del periodismo doctrinario en el interior del país, como lo demuestran, para mencionar sólo algunos: El independiente de Barquisimeto, El Patriota de Valencia, El Manzanares de Cumaná, en este grupo, ocupa lugar destacado El Republicano de Barcelona.
 
         El Republicano vio la luz el 22 de mayo de 1844, le servían de epígrafe unas palabras de Bolívar: “El alma de un servo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad”. Tenía frecuencia semanal. Hasta el Nº 97, de 20 de febrero de 1846, se editó en Barcelona los números 98 a 104 (Marzo de 1846) se publicaron en Caracas, a donde se había dirigido Bruzual en el momento culminante de la campaña pre-eleccionaria. Luego, regreso a Barcelona, y allí continuó apareciendo El Republicano desde el Nº 105, de 15 de abril, hasta el Nº 133 de 12 de octubre de 1846, cuando se suspendió temporalmente por haber sido expulsado su redactor de Barcelona; Bruzual se avecindó en Cumaná, y allí reinició la publicación del periódico, cuyo Nº 134 llevaba la fecha 29 de junio de 1847, y databa del “primer año del desconcierto de la oligarquía”, su epígrafe decía ahora: “Sé muy bien la suerte que les espera a los defensores de los derechos del hombre si los opresores llegan a dominar la tierra; pero sufriré gustoso las cadenas de la muerte, si se me impusiere por defender la libertad civil y política de mi patria” Blas Bruzual”. Más tarde, a fines de ese mismo año los comienzos del siguiente, Bruzual se estableció en Caracas, en donde El Republicano continuo publicándose hasta que cesó definitivamente, fue un periódico ambulante, tan íntimamente vinculado a la persona de su redactor-editor, que podía seguir a éste sin dificultades en sus desplazamientos. Caso curioso en los anales del periodismo venezolano. Se dice, también que fue El Republicano el primer periódico que publicó caricaturas en Venezuela, durante su primera época en Barcelona, alcanzó gran difusión en todo el país, si hemos de juzgar por la larga lista de agendas que Bruzual colocaba a la cabeza del título, en la cual figuraban más de cuarenta ciudades y pueblos de Venezuela, desde Acarigua a Yare, el nombre de la señora Merced Bruzual, madre del periodista, se mencionaba como agente en Caracas.

         La efectividad en la práctica del principio alternativo; la reducción, el interés del dinero al 6% anual; el establecimiento de una moneda nacional; la modificación de la ley del 10 de abril de 1834 sobre la libertad de contratos; la reestructuración del Poder Judicial, y la plena rehabilitación de los militares que habían participado en la Revolución de las Reformas; tales eran los “Principios Políticos” que declaraba El Republicano, en su número 1, estar dispuesto a sostener, en realidad, más que políticos, la mayoría de tales objetivos eran de carácter económico, pero sólo podrían lograrse, en opinión de Bruzual compartida por muchos en Venezuela con un cambio radical del equipo gobernante esto se le da entonces tanta importancia al llamado “Principio Alternativo”, primero de los enunciados por Bruzual en su declaración.

         Para este volumen se han seleccionado algunos de los más notables editoriales de El Republicano durante los años 1844 a 1846,escritos por Bruzual, en ellos se enfrenta doctrinariamente a Soublette, a Páez y a los estamentos económicos-sociales que ellos representan. Polemiza también, como se ha dicho antes, con los liberales caraqueños que en 1846 auspician la candidatura presidencial de Antonio Leocadio Guzmán, el conjunto constituye una valiosa síntesis de la oposición liberal en el Oriente de Venezuela, tal como la entendía y predicaba Blas Bruzual desde las columnas de aquel gran periódico de Provincia que complace repetirlo nada tenía que envidiarle a los de Caracas.

         Vivía retirado de toda actividad pública cuando el Presidente Guzmán Blanco le concedió el 1º de febrero de 1881 una pensión de 400 bolívares mensuales en recompensa de sus importantes servicios a la causa liberal de Venezuela, el 9 de marzo de 1885 ya había muerto pues ese día el Presidente Crespo envío un mensaje al Congreso pidiendo los honores del Panteón Nacional para Bruzual, que le fueron acordados el día 16.


No – 52)  MARIA RODRÍGUEZ


La Sirena de Cumaná, nació en el barrio Plaza Bolívar, el 22 de julio de 1924. Desde pequeñita dio muestras de su pasión por la música y el baile folclórico, formando parte de las parrandas  y comparsas navideñas de su barrio, donde muy pronto se destaca por su intuición y  pasión musical, que la convierte en referencia en toda la ciudad. Es tan solicitada que abandona la escuela en su búsqueda de escenarios para la pasión de su arte.

Como suele decirse “cuando el alumno está listo aparece el maestro” y en efecto en su camino aparece la maestra Aurelia Rodríguez, de su propia familia, que la llama a formar fila en sus comparsas “La Mariposa” y  “La Sirena”, en la cual se destaca tanto, que de allí sale su primer sobrenombre con el cual la conocemos todos.

Cuando su sobrino Morochito Rodríguez ganó la primera medalla olímpica y toda Venezuela lo aclamó, ella vio su oportunidad para mostrarse cual ella era, Maria tomó el micrófono y dijo “!Yo también canto!”…, se le abrieron las puertas de la radio, donde trabajo al lado del poeta y declamador Santos Barrio, que se lucía en todo el País con su inigualable “Juanita Mayo”. María demostró entonces con sus aguinaldos el poder de su galillo, su pícara voz caló en el alma colectiva y desde entonces su crecimiento se universaliza cada día más.

          Premio Nacional de Danza y Patrimonio Cultural Viviente 1994. Lleva su nombre el premio Municipal de Música Popular, de la Alcaldía de Sucre. Posee la Orden “Antonio José de Sucre”. Ha grabado Comparsas y música folclórica, joropo estribillo, fulías, galerones,  merengues, etc. Tiene en discos: “María Rodríguez, la voz de Cumaná, 4 volúmenes; María la tremenda, y el ­CD María por siempre. Ha actuado en Cuba, Jamaica, Barbados, Trinidad, Estados Unidos, Inglaterra y Portugal. Se escucha en todo el mundo de habla hispana.



No – 53) CRUZ ALEJANDRO QUINAL


Botucal Municipio Montes del Estado Sucre. , 3/5/1934 - San Lorenzo, 17/7/1987)

         Artesano, compositor y músico, es considerado el rey del bandolín, y el mejor intérprete del joropo con estribillo de la región de Cumanacoa. Fabricó más de diez mil cuatros de sonido perfecto, guitarras, mandolinas, violines, maracas, tambores, marimbas, marimbolas, escarpándolas, la bandola oriental, el tres y el bandolín morocho, su creación maestra, un instrumento de doble trastera, afinado con un tono de diferencia en cada diapasón, que le permitió cambiar de tonalidad sin modificar la digitación de su mano izquierda.




No – 54) LUISA CACERES DE ARISMENDI


Esta extraordinaria obra de la pintora Georgina –Yoya- Lunar, que representa a doña Luisa Cáceres de Arismendi, como una gran mujer, denota mucho conocimiento de la personalidad de la heroína; y tuvo muy buen cuidado de los detalles, de  su vestido y sus adornos muy vistosos, fueron estudiados con mucho cuidado, adecuándolos a su época. Sin ningún prejuicio, opino, que el extraordinario Francisco de Goya, al pintar el atuendo de la Condesa de Carpio en 1791, utiliza una mantilla de color magenta, que se nos antoja sutilmente imitado por Yoya; y si no es así, tal vez influyó en ella el colorido del gran Zurbarán en su Anunciación, o podría ser también de Rodrigo de Osona, en el vestido de la virgen con el caballero de Montesa, 1476. Pero es indudable que el traje de Luisa Cáceres en esta obra, es absolutamente de arte hispano colonial, que toma muy en cuenta el color y la calidad del vestuario de las damas de la época. También es admirable el marco cuya pintura imita la puntilla de oro usada en el siglo de las luces.   

La leyendaria mujer, imagen de la venezolana revolucionaria y mártir, nació en Caracas el 25 de setiembre 1799, fueron sus padres don José Domingo de Cáceres y doña Carmen Días de Cáceres. Activista de la revolución, apenas había cumplido los 15 años cuando conoció y se enamoró apasionadamente de Juan Bautista Arismendi, General en Jefe del Ejército Libertador y gobernador del Estado Nueva Esparta, viudo de doña María del Rosario Irala; y desde que se conocieron en la fiesta de Nochebuena no hubo fuerza capaz de separarlos.
Fue la noche de Navidad de 1813, en la cena de Nochebuena en casa del prócer General José Félix Rivas, donde se reunían algunos patriotas. Esa noche se conocieron Juan Bautista y Luisa, bailaron, conversaron y se juraron amor eterno.
Vinieron días felices y días de espanto. Luisa participaba como cualquier soldado en los quehaceres del ejército. Su figura galana se destacaba entre la oficialidad. Voluntaria siempre. 
En las campañas en que participaba, ella era la risa y las lágrimas, vida y muerte de los seres más amados.  Nacía la Patria libre y allí también fue partera, y desde ese nacimiento los enemigos de la libertad, luchaban a muerte contra su propio pueblo y su propia libertad, y entonces sus lágrimas fueron de sangre. El gobierno patriota se derrumbaba, las fuerzas imperiales se unían y reponían en todo el territorio nacional. La vida de los enamorados no tuvo paz.
El General español don Domingo de Monteverde, veterano de Trafalgar, entra por Coro y se une a las fuerzas del comandante Reyes Vargas, que lideraba las fuerzas regulares de la provincia de Coro, que no aceptaba la Independencia, y en el centro del país encuentra apoyo de otros insurrectos. Avanzaban rápidamente hacia Caracas causando espanto entre los venezolanos, cometían toda clase de ultrajes entre las familias patriotas. Por supuesto Arismendi tuvo que marchar a Margarita a cumplir con sus obligaciones militares, y dolor de la despedida y la tragedia asediaba a Luisa Cáceres. El luto cubrió de negro a la bella infanta.
Entre las victimas de aquella tragedia está el padre y el hermano de Luisa Cáceres, capturados en un encuentro con las fuerzas del temible comandante español Rosete en los Valles del Tuy,  son juzgados sumariamente y pasados por las armas.
La muerte de sus seres amados fue un golpe mortal para el espíritu de la comandante Luisa Cáceres. Queda sola en Caracas y tiene que hacerle frente a las necesidades de la familia y ella es el enemigo.
Ante el avance de las fuerzas reaccionarias Miranda se rinde, y los gobiernos de todas las provincias que habían jurado vencer o morir, también se rinden; pero los patriotas de verdad no, ellos continúan la lucha por sus ideales, ríos de sangre bañan los campos de la patria. Pero no todo estaba perdido. En ese mismo año de 1813 Bolivar y Mariño entran victoriosos a Venezuela, el primero por los Andes y el segundo por Paria. Liberan a Venezuela y fundan la Segunda república. El General Juan Bautista Arismendi es elegido por Mariño, Gobernador Militar de Margarita. Luisa Cáceres vuelve a la lucha, y vuelve la esperanza para el apasionado amor de Luisa y Juan Bautista. El la llama a su lado, pero no pueden unirse, ambos eran soldados de la Patria.
 Viene el aciago año de 1814, José Tomás Boves, el terrible y emblemático caudillo español, perseguido, derrotado y victorioso tantas veces, reúne un ejército invencible y triunfa en la mortal y decisiva batalla de La Puerta, aniquila las fuerzas unidas de Bolívar y Mariño; y los patriotas de Caracas bajo el mando de Bolívar emprenden la terrible y mortal Emigración a Oriente, allí va la comandante Luisa Cáceres liderando aquella marcha suicida, y en busca de su amado, él la espera en Margarita, la ha llamado tantas veces. Luisa llega Cumaná, donde es recibida por los patriotas cumaneses que ya la conocían por su temple y por su inteligencia.

Arismendi, que ejercía la gobernación política y militar de la isla decide casarse con su amada, previendo las terribles circunstancias que se avecinaban, le ha pedido y le implora  matrimonio, no solo por amor sino para protegerla, y se casan el 3 de diciembre de 1814, un día antes de la muerte de Boves en Urica, que fue una luz en las tinieblas. La pareja tuvo sus días de felicidad y Luisa queda embarazada.

En 1815 arriba a la Isla de Margarita el General Pablo Morillo al frente de una expedición de 65 barcos de guerra y 10 mil soldados, que ocupan todo el territorio nacional. Vuelve la persecución, las sombras, la clandestinidad, donde el amor crece o muere.

Arismendi, con Francisco Esteban Gómez y todo el pueblo de Margarita, hacen frente a Morillo, a cuyas fuerzas les hace pagar muy caro su incursión, el mismo Morillo lo escribe, pero  Juan y Luisa son perseguidos, ellos lideran la revolución; se atrinchera en las montañas del norte, dirigen la guerra de guerrillas que tanto daño causaba a las fuerzas de Morillo, pero es descubierto por el Comandante José de Cobain, lugarteniente de Morillo, que había quedado al mando del ejército, mientras su jefe  se traslada con su inmensa flota para sitiar a Cartagena en Colombia.

Los patriotas se reponen en todo el país y obtienen importantes victorias contra Morillo, pero Luisa que había concebido y no podía seguir a su marido, es apresada, sus bienes son saqueados por los soldados españoles,   es llevada prisionera al castillo de santa Rosa en la Asunción, capital de la Isla. Allí sufrió estoicamente toda clase de tormentos.

El comandante Cobain sabe que Luisa esta embarazada, y trata de lograr que le escriba a su esposo para que capitule, pero ella le responde “Jamás lograreis de mi que le pida a mi esposo faltar a sus deberes”. La prisión se hace insoportable, sometida a la burla, al hambre y la soledad. 

Luisa parió, en el calabozo del Castillo de Santa Rosa, en condiciones infrahumanas y perdió la criatura; allí, en ese calabozo,  los patriotas derramaron, derraman y derramarán lágrimas de sangre,  de impotencia, todos los días, hasta que la Patria dignifique el santuario de esa mujer, que sufrió tanto como la Virgen María ante su hijo crucificado.
La guerra tiene altibajos, en 1816 el Comandante Cobain, fue hecho prisionero por las fuerzas de Arismendi. Los españoles se apresuraron a ofrecerle un canje de prisioneros, su comandante por Luisa Cáceres. Arismendi respondió: “Sin Patria no quiero esposa”. La respuesta. Los españoles se ensañaron aun más con su prisionera.

En 1816, Luisa Cáceres de Arismendi, fue llevada a las bóvedas de la Guaira, donde murieron tantos patriotas, entre ellos el Lic. Andrés Antonio Callejón, sacerdote patriota cumanés, que no pudo soportar el castigo y la crueldad de los cancerberos. Ella aprendió a pasar hambre y sed. Luego es trasladada junto con otros prisioneros, sin ninguna consideración, con rumbo a una prisión en Cádiz España. El galeón fue aprendido por un buque corsario norteamericano, que desembarcó a los pasajeros en las islas Azores, y desde allí fueron trasladados a Cádiz, donde fue tratada con más gentileza y pudo comunicarse con sus familiares y amigos, y en especial con su amado esposo que nunca  abandonó la esperanza de unirse con ella.
En 1817, gracias a la intervención del  General cumanés Francisco Carabaño, viaja a Filadelfia, en Estados Unidos, donde recibe esmerada atención por parte de las autoridades de ese País, y desde allí por fin puede viajar clandestinamente, con riesgo de su vida,  a Venezuela y  a Margarita, que disfrutaba de una precaria libertad, y, por fin va  a unirse con su esposo el general en Jefe Juan Bautista Arismendi con quien vivió hasta 1841, fecha de la muerte de su esposo, y luego se trasladó a Caracas.
Esa mujer extraordinaria murió en Caracas en 1866 y sus restos reposan en el Panteón Nacional.



No – 55) PEDRO ELÍAS MARCANO



Nació don Pedro Elías Marcano  en Cumaná, el día 5 de diciembre de 1855,  siendo sus padres don José Félix Marcano y la señora Rosario Acuña  Estudió las primeras letras  en su tierra natal,  y el Bachillerato  en el antiguo Colegio Nacional de Cumaná,  cuyo rector era el notable educador e íntegro republicado don José Silverio González, maestro de tantas generaciones cumanesas,   y quien a su muerte nos dejó el recuerdo de su vida y de su obra, ambas admirables. El 19 de diciembre de 1878 recibe el título de Farmacéutico, profesión ésta en la cual descolló, dada su constancia y sus no comunes conocimientos científicos.

Su vida la dedicó por completo a las letras,  fino y laureado pota, pero dedicado especialmente al cultivo de la Historia, que tuvo en don Pedro Elías Marcano, un verdadero apóstol, incansable en su labor de investigador de nuestra historia, a cuya pasión   dedicó las horas de que podía disponer, pues, una veces atendía alguna Farmacia y en otras ocasiones desempeñaba algún modesto cargo público, entonces las empleaba en hurgar en los olvidados archivos cumaneses, en examinar viejos y carcomidos infolios,  estudiar la vida de nuestros grandes hombres. Estos honrosos trabajos también los compartía con las atenciones a su honorable hogar.

Escribió mucho en revistas y periódicos, hoy desaparecidos,  editó numerosos opúsculos acerca de interesantes temas históricos, entre los cuales recordamos algunos, como “La Defensa Patriótica de Maturín”, “Biografías del Coronel Juan José Quintero y del Coronel Ramón Pérez”, publicó trabajos sobre la fundación de Maturín y de otros pueblos orientales.

 Sobre los próceres de nuestra gloriosa independencia escribió hermosas páginas relacionadas con el Gran Mariscal de Ayacucho, el general en jefe José Francisco Bermúdez, el general Domingo Montes,, y tantos otros paladines orientales.

 Miembro fundador de la “Junta de la Historia” realizaba en dicho cuerpo las labores de Secretario y Archivero, y a él, se deben los pocos números de las magníficas memorias que publicara tan útil Asociación.      

También estuvo don Pedro Elías Marcano, en contacto con las musas, ya que escribió diversas poesías tales como un canto a Colón, dedicado a don Felipe Tejera; un poema en honor de Antonio José de Sucre, con motivo de la inauguración de la estatua ecuestre que se le erigió en esta ciudad, una poética ofrenda en la muerte del brillante poeta orador y periodista cumanés Juan Manuel González Varela, y ¨La Cruz en América¨, esta poesía, del 31 de diciembre de 1887. oda premiada en el certamen literario promovido en Ciudad Bolívar,  para celebrar el Jubileo Sacerdotal de su Santidad el Papa León XIII, y muchos otros versos de clásico estilo y de hermoso numen.

Amigo de la instrucción pública, también desempeñó cátedras en algunas ocasiones; y escribió un texto de gramática Castellana,  hoy desgraciadamente desaparecido.

En la ciudad de Maturín vivió largos años, y allí contrajo nupcias, con la señorita Liduvina Balderrama, y en su matrimonio tuvieron varios hijos.

Ahora queremos referirnos a su obra de mayor importancia y a la cual dedicó especial afecto y empeño.  El Consectario de la ciudad de Cumaná,  en la que trabajo con paciencia benedictina, con incansable tenacidad, con señalado esfuerzo hasta verla finalizada.

Eran los días en que se celebraban el ¨Centenario de la batalla de Ayacucho¨ el 9 de diciembre de 1924.  Cumaná revivía sus gloriosas tradiciones, su culto por la historia y su amor con el héroe sin tacha, el Bayardo Americano, Antonio José de Sucre, Gobierno y pueblo, corporaciones y ciudadanía, se esmeraban en glorificar al hijo máximo de nuestra legendaria tierra; todos querían aportar la ofrenda al recuerdo del inmortal paladín. Don Pedro Elías Marcano trabajaba silenciosamente en la obra de sus afanes, y de sus más caros ideales; se trataba de ¨El Consectario de la ciudad de Cumaná¨, el cual había comenzado el ilustre sacerdote y noble filántropo cumanés,  Arcediano de la Catedral de Caracas, fray don Antonio Patricio de Alcalá.  Don Pedro Elías Marcano, completó la obra, y como brillante complemento, escribió una serie de biografías de importantes hijos de la ciudad del Manzanares, en las cuales encontramos el dato preciso y la información oportuna, acerca de tantos varones que fueron gloria de la tierra que los vio nacer,  la primera edición del Consectario de la ciudad de Cumaná, se realizó en la imprentas ¨El Heraldo¨ de Marco Tulio Badaracco, en 1924.

En la advertencia de la primera edición nos dice don Pedro Elías Marcano lo siguiente “Ahora bien si toda ocasión es oportuna  para exhibirse cualquier trabajo ninguna como el presente en que se festeja el centenario de la batalla de Ayacucho es más propicia para dar a luz pública este libro una vez que reunidas en el historia mente las familias cumanesas cual si se hubiesen dado cita para asistir en espíritu a la edificante apoteosis Cumana toda aviva su amor patrio al contemplar en el horizonte mortal de su vida la figura luminosa de su hijo el Gran mariscal Antonio José de sucre que selló con hidalguía en aquel campo épico la emancipación política de Suramérica.  Tan hermosas frases revelan la íntima satisfacción que experimentaba Don Pedro Elías Marcano al publicar el Consectario de la Ciudad de Cumaná.  
Hombre de gran espíritu religioso lo vimos formar filas en las sociedades de nuestra tierra, y por eso fue honrado con el cargo de Mayordomo de Fábrica, del hermoso templo de Santa Inés
Algunos años después de publicar se notable trabajo histórico se trasladó con su familia, a Ciudad Bolívar; donde lo sorprendió la muerte el día 27 de diciembre de 1930. noticia esta que fue recibida con gran pesar en el seno de la sociedad cumanesa.
El terremoto del 17 de enero de 1929, que destruyó a Cumaná, causó gran dolor a don Pedro Elías Marcano, y en carta que dirigiera a su querido amigo y compañero, el Dr. José Silverio Gonzales Varela, le decía que ¨él deseaba bañar con sus lágrimas las ruinas de su amada tierra cumanesa¨: tal era el amor del anciano historiador por la ciudad que lo vio nacer.


144 - No. – 55) GENERAL ANDRES ROJAS.-
Nació en San Sebastián de los Reyes en el Estado Aragua. Desde 1811 fue patriota. Como Comandante de la Infantería peleó en la famosa batalla del 25 de mayo de 1813 en Maturín, en la cual salió desbaratado por completo, el capitán general don Domingo de Monteverde. A las órdenes de Mariño sirvió en 1814, y en Tucupido, Altagracia, Lezama, Bocachica, Arao, Carabobo y La Puerta se Condujo siempre a la altura de su patriótico deber. En Magueyes, Maturín y Urica, donde mandaba la infantería, que pereció toda, y sucumbió el terrible Boves, añadió brillo mayor a su hoja de servicios. Convirtióse en atrevido guerrillero después de esta última jornada, funesta en extremo a la República: con los Monagas, Cedeño, Sarasa, Barreto, Parejo, y otros bravos adalides de la contienda magna, mantuvo enhiesta en los llanos la enseña redentora, y en Chirbatal, Bendición, Caura, La Mesa, El Tigre y otros puntos de combate no deslustró su valentía. Perteneció al Consejo Militar, organizado en 1816, en San Diego de Cabrutica; cuyos demás miembros eran los tenientes coroneles Jesús Barreto y Carlos Padrón; y los capitanes, su hermano Francisco Rojas y Jerónimo Urquiola. Incorporado después a los expedicionarios de Los Cayos de San Luis, segó laureles en Quebrada Honda, Alacrán y Juncal. Era de raza africana. Con méritos positivos obtuvo el alto grado de General de División y recorrió con gallardía el camino de la gloria defendiendo heroicamente la independencia de la Patria. Siendo gobernador militar de Cumana y sostenedor decidido de la integridad de Colombia, pereció en dicha ciudad el 8 de abril de 1831 en la tarde, al sublevarse en el antigua cuartel de artillería, el batallón de milicias cumanesas, que, ya en formación y cuando iba a ser embarcado para Barcelona, hizo sobre él una descarga que le arrebató al punto la vida, al Grito de ¡Viva Venezuela! ¡Viva el General Bermúdez nuestro Libertador!
Resentido de ella  (La muerte de Rojas) dice el Dr. Francisco Javier Mármol en la biografía del señor obispo, Talavera, el coronel Arévalo, que era su segundo, había resuelto vengarla impíamente, haciendo fuego sobre la ciudad desde el Castillo de San Antonio, que la domina”
“Previene al señor Talavera su separación de la capital para entregarse a la ceguedad de su furor; más el prelado impugna enérgicamente tal pretensión, le protesta que  por ninguna causa abandonará la población, dispuesto como estaba a correr su propia suerte”.
“Le aconsejó al contrario, que sacase sus tropas fuera de la ciudad para libertarla de los estragos de un combate, caso de verificarse la invasión que se temía del General Bermúdez”.
“Fortuna fue que Arévalo, hombre de tanto arrojo comon tenacidad no desatendiese los consejos del piadoso pastor que a la cabeza de su pueblo  imitaba al noble ejemplo de San León cuando salvó a Roma de los horrores de Atila.
El retiró sus tropas, desistió de su violento propósito, y el General Bermúdez entró a la capital sin ninguna desgracia que lamentar”
“La casa del prelado fue el único sitio de las familias desoladas en tan conflictiva situación”.
El Coronel Manuel Arévalo murió en acción de guerra en Urica el 8 de octubre de 1833, y nació en Pariaguán, en la antigua provincia de Barcelona.”
Cuando Arévalo corrió al castillo de San Antonio, para de allí destruir a cañonazos la ciudad de Cumaná, por la muerte del general Andrés Rojas, estaba de jefe en dicha fortaleza, el Capitán don José Molinar, cumanés. Tenía este levantado el puente levadizo: empeñóse Arévalo con él en que lo hiciese bajar para poder así ejecutar su atroz designio; y don José le repetía con firmeza “Ahí te mueres, Arévalo”. Este dicho llegó a ser un refrán, que se usa entre algunos para significar una negativa persistente.


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