miércoles, 16 de noviembre de 2016

GENERAL EN JEFE JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERA







RAMÓN BADARACCO






GENERAL EN JEFE
JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERAS






Cumaná, 2014




Autor Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título de la obra:

GENERAL EN JEFE
JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERAS
EL AYAX VENEZOLANO

Diseño de la cubierta  R. B.
Ilustración de la cubierta  R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná

cronista40@hotmail .com
academia.sucre@gmail.com
Cel. 0416-8114374















GENERAL EN JEFE 

JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERA

EL AYAX VENEZOLANO
         El Áyax –dice Homero “Pero llegó Áyax con su escudo como una torre, se puso al lado de Ulises, y los espantaron y huyeron a la desbandada. Y el marcial Menelao, haciendo de la mano al héroe, lo sacó de la turba mientras el escudero acercaba el carro.
         Áyax, acometiendo a los troyanos, mató a Doriclo, hijo bastardo de Príamo, e hirió a Pándoco, Lisandro, Píraso, y Pílartes…
         José Francisco Bermúdez Figuera, hijo de Francisco Antonio Bermúdez  de Castro y  Casanova,  y Josefa Antonia Figuera de Cáceres y Sotillo, descendientes de una vieja familia cumanesa;  sus abuelos paternos fueron Bernardo Bermúdez de Castro y María Manuela Casanova; y, sus abuelos maternos  Pedro Figueroa de Cáceres y Alfaro y Agustina Sotillo y Verde, naturales de Barcelona.
         El General en Jefe Francisco de Asís Mejía, en su biografía del héroe, dice que nació en San José de Areocuar, Municipio Andrés Mata del Estado Sucre, pero en la partida de Bautismo, publicada por el Dr. Domingo Badaracco Bermúdez, dice:

         “Yo, el infrascripto  Presbítero Pedro Level, cura rector de la Iglesia Parroquial de esta ciudad de Sn. Felipe de Austria, certifico: que el libro de los de mi cargo en que se lleva el asiento de las personas blancas que en ella se bautizan, se encuentra una partida del tenor siguiente: En treinta y un día del mes de enero de mil setecientos ochenta y dos, años: Yo, el bachiller Don. Silverio Alcalá, cura rector de la iglesia Parroquial de San Felipe de Austria, certifico: que bautice solemnemente, puse óleo y crisma a José Francisco, párvulo de ocho días, hijo legítimo de don Francisco Antonio Bermúdez y de doña Josefa Figuera, fueron sus padrinos don Francisco Alcalá y doña Rosalía Bermúdez, a quienes advertí su obligación y espiritual  parentesco y para que conste lo firmé y de ello doy fe. Br. Silverio de Alcalá.

         A la letra con la partida original  de su contenido, a que me refiero,  y a pedimento de parte legítima doy ésta a los diez y nueve días  del mes de diciembre de mil ochocientos dos. Dr. Pedro Level.

         El General Bermúdez contrajo matrimonio en Cumaná con su prima Casimira Guerra de la Vega, en 1824, a la edad de  42 años, después de completar su brillante hoja de servicios, con la  liberación de Cumaná. No dejó descendencia.

Se distinguió en la guerra de independencia. Su temperamento violento, tal vez producto de su propia naturaleza, de su propia fortaleza, le hizo aparecer como un hombre violento, lo que no era precisamente un obstáculo en aquellos días de guerra, como algunos historiadores lo han presentado, tildándolo de ignorante y despiadado, lo que es totalmente falso si a la letra sometemos este arbitrio, el dejó cartas, documentos y acciones de guerra, que contradicen esa  interpretación de la personalidad del héroe; por otra parte la hoja de servicios del General, ascendido por incuestionables méritos; más bien creo que su valentía y arrojo, dio motivos para temerle y  desprestigiarlo, hasta que sus enemigos le dieron muerte.

          Del proceso judicial y de las investigaciones que cursan en autos podemos decir que el general Carrera fue absuelto, y que el joven oficial, Rafael Berrizbeitia,  que disparó contra Bermúdez, según auto de la Corte Federal y de Casación, librado en marzo de 1.833,  se puede saber que se  encontraba en libertad en Caracas, y es más, en esa fecha estudiaba matemáticas. Se hizo correr el rumor, para disuadir a los amigos de Bermúdez  de cualquier acción violenta, que lo habían arrojado al mar y habría muerto devorado por los tiburones. Todo fue una maniobra política. El crimen de Bermúdez quedó archivado entre  los papeles de los tribunales.  
  
                    Tuvo a su cargo la toma de Caracas en 1821, con lo cual preparó el terreno al triunfo Patriota en la Batalla de Carabobo, que nos dio la Independencia;  y fue nombrado por el Libertador,  Gobernador del Departamento Orinoco, capital Cumaná, de la Gran Colombia.  

Desde 1813, secundando a Mariño, invadió desde Trinidad por las costas orientales. Peleó en Guiria, Irapa, Maturín, Carúpano, Cumaná, Barcelona, y Maturín. Después en  Bocachica, Arao, Carabobo y La Puerta, y en Aragua de Barcelona, El Salado, Urica y otra vez en Maturín.

Perdida la primera  República, emigró a Cartagena, donde fue nombrado comandante general encargado de la defensa de la ciudad. Siguió a Haití, tuvo desavenencias con el Libertador. Actuó luego en la campaña de Guayana, fue comandante general de la provincia de Cumaná, y del Ejército de Oriente. En 1821 hizo la maniobra de diversión sobre Caracas, previsto por el Libertador, para dividir el ejército realista, con tanta precisión que su obra facilitó el triunfo de  Carabobo. Este triunfo lo rubricó con la liberación de Cumaná en ese mismo año de 1821 y culmino su hazañosa gesta con la toma de Puerto Cabello.

         Fue Intendente y comandante del departamento del Orinoco. En 1830 se retiró a la vida privada. Murió asesinado, defendiendo la causa del Libertador,  por enfrentamiento entre los partidarios de Páez y Bolívar, en Cumaná el 15 de diciembre de  1831.
         Hace falta un juglar para que cante sus hazañas.


RASGOS BIOGRAFICOS Y LA MUERTE DEL GENERAL EN JEFE JOSE FRANCISCO BERMUDEZ FIGUERA.

Por Marco Tulio Badaracco Bermúdez

Soy oriental de esta ciudad de Cumaná, Primogénita del Continente colombino y quiero hacer propicia esta oportunidad para referirme a uno de aquellos próceres orientales, seguidores de Bolívar, quien en la épica de esta tierra de heroísmos  llenó con su bravura y su arrogancia los campos de la lucha,  y comparece en la Gesta-Magna  a manera de aquellos superhombres de la Ilíada de Homero, como difuminado en un ambiente  de fábula: es el General en Jefe José Francisco Bermúdez quien espera el biógrafo erudito que,  como a Mariño  y a Montes,  lo destaque en su talla humana, erguido ante la verdad histórica con sus defectos y sus virtudes marciales, despejada su efigie de esa maraña de malquerencias y desconocimiento que deforma su personalidad. Arrostrando todo peligro, enfurecido por la derrota, quedó solo en el desastre de La Puerta sin querer alejarse de aquel campo  donde yacían  alanceados por las hordas de Boves sus batallones de orientales.  
Pecó, es cierto este Cid venezolano contra el semidiós de América; pero debe reconocerse que en el alma de este púgil, como catarata de hirvientes pasiones, no cabía  la reflexión inmediata, sino para impulsarlo a  la acción y que para él la ofensa no podía desvanecerse con la súbita naturalidad de la estela de la luz que raya la noche estrellada sin dejar huellas,  sino que como ya lo expresó alguien, la ofensa en su corazón era como un dardo que se clavan en un roble y queda largo tiempo vibrando.
Pero el General en Jefe José Francisco Bermúdez fue leal a Bolívar  desde el episodio de Barcelona cuando ganó el título honroso de “Libertador del Libertador”  por haber acudido a salvarlo del cerco de los realistas;  y cuando Mariño se revela en su orgullosa altivez de Libertador de Oriente luego del sacrificio de Piar  y se le ordena a Bermúdez su arresto y conducción a Guayana para someterlo a juicio, interviene Sucre el ecuánime, Mariño depone su actitud y Bermúdez estrecha en sus brazos al pundonoroso expedicionario de Chacachacare que se traslada a Margarita el solar inexpugnable del apuesto paladín, acreedor por sus hechos  a preciadas recompensas y evita en esta forma por una rivalidad política del momento que cayera otra sombra indeleble y cruenta en las páginas  fulgurantes de la vida del genio.
Estos dos hombres, Mariño y Bermúdez, de noble estirpe ambos, recios, violentos y heroicos, acicateados por un ideal de Patria y Libertad, fueron factores prominentes en aquella empresa de titanes que se movía por voluntad y bajo la experta dirección de Bolívar: Mariño acude con su ejército al sacrificio estoico de la Victoria;  Bermúdez acomete a Caracas para distraer y retener a las tropas realistas que guarnecían la capital y podían marchar al campo de Carabobo , poniendo en peligro el éxito de la batalla que culminó en  la Independencia de Venezuela.
Cuando todos se defeccionan, cuando Páez y el Congreso de Valencia decretan el destierro del Padre de la Patria, y se rompen las relaciones con la Nueva Granada hasta tanto su gobierno  no expulse de su territorio al tirano
Bolívar, acá en el Oriente venezolano hay un Caudillo intrépido  y leal con quien puede contar  Bolívar quien lo sabe y así lo manifiesta y ese es Bermúdez, fiel a su promesa,  íntegro en su admiración por el Grande hombre. Reconoció la superioridad del Jefe y la sostuvo acaparándose a la vez bajo el esplendor de tan altísima gloria.

Bermúdez nació en Cariaco y no en San José de Areocuar como se creyó y se continua repitiendo por quienes escriben  con referencia  a este noble adalid venezolano. En 1921 el Dr. Badaracco Bermúdez encontró en  el archivo colonial  del Registro Principal del Estado Sucre el Acta de nacimiento del Héroe  que a la letra dice:  “Presbítero Doctor Pedro Level Cura Rector de la Iglesia de esta ciudad de San Felipe de Austria (Cariaco) Certifico:  que en uno de los libros de mi cargo en que se lleva el asiento de las personas blancas que en ella se bautizan se encuentra una partida del tenor siguiente: “En treinta y un días del mes de enero de mil setecientos ochenta y dos: Yo el Br.  Don Silverio de Alcalá cura Rector de la Iglesia Parroquial  de San Felipe de Austria, certifico que bautice solemnemente, puse óleo y crisma a José Francisco, Párvulo de ocho días de nacido, hijo legítimo de Francisco Antonio Bermúdez y Josefina Figueras, fueron sus padrinos Don Francisco Alcalá y Doña Rosalía Bermúdez,  a quienes advertí su obligación y parentesco; y para que conste lo firmé y de ello doy fe. Br. Silverio Alcalá.”  
Esta partida de nacimiento se publicó en copia fotostática, tal como apareció en el Registro Principal del Estado Sucre en el NUEVO DIARIO de Caracas, periódico de amplia circulación en todo el territorio nacional que dirigía el ilustrado y erudito sociólogo Don Laureano Vallenilla Lanz  y debemos dar por seguro que cuantos recibieron para entonces el respectivo ejemplar, correspondiente a esa edición del martes 21 de junio del año 1921, leyeron el singular documento.
Entre esos lectores estarán muchos de los que persisten en darle al General José Francisco Bermúdez el gentilicio aerocualense en vez del cariaqueño que le es propio. Entiendo que es el Acta de nacimiento de una persona la que, en primer término,  determina el lugar que la vio nacer,  pero parece que para el párvulo José Francisco Bermúdez ha fallado  ese testimonio y que hay necesidad de haberlo visto  en pañales trasladado de un cantón a otro, en brazos de doña Josefa Figueras de Bermúdez de Castro, nada menos, a los ocho días de su alumbramiento para ir desde San José de Areocuar a bautizarlo en el distante Cariaco, atravesando caminos selváticos peligrosos, sin una  razón ineludible que la obligara a tan ardua odisea
Es sin duda muy loable, por el patriotismo que entraña en su amor a la patria chica, ese sentimiento  de aquellos que  para glorificar  a Bermúdez quieren hacerlo hijo del rico Distrito Bermúdez que lleva su nombre en el Estado Sucre; pero es Cariaco su cuna y también esa ciudad  venezolana se siente orgullosa de haber dado  a la Patria a este esforzado  paladín de nuestra Independencia. Es hora pues  de la rectificación.
También hay otro error en cuanto a la forma y motivos de su trágica muerte. Corre la especie, burda por demás, de que Bermúdez, hombre bárbaro, abofeteó a Berrizbeitia, un niño para él y que éste parapetado tras de un destilador, ultimó de un balazo a tan terrible adversario. Nada más incierto ni más odioso para ambos actores de este drama que fue un crimen político como el de la muerte de Sucre, como el atentado septembrino, en Bogotá, contra el Libertador.
El General Bermúdez no tuvo jamás ningún encuentro  ofensivo contra Berrizbeitia, y su muerte por manos de este  joven, fue algo fortuita, absolutamente inesperada.  Tuve la suerte de leer el expediente instruido en el juicio que se siguió por los Tribunales de justicia contra los autores y cómplices de ese crimen, el que me fue facilitado por el noble amigo Don Emilio Berrizbeitia Guillén, gentilísimo caballero, pasado ya a mejor vida, a objeto de que yo me impusiera de cómo  y por qué se produjo esa muerte y que, como publicista,  refiriese la verdad del caso, lo que cumplo ahora.
En el expediente se esclarecen los móviles del crimen y su ejecución. En las luchas políticas  que se siguieron  a la cruenta guerra emancipadora, virulentas por demás,  la rivalidad de los prohombres que habían creado la Patria libre,  podía conducir, por manera súbita, a la más áspera violencia, por la vehemencia de las pasiones caldeadas por la ambición, la ansiedad por el logro de los altos cargos públicos, la envidia, instigadora principal, la venganza,  y entre ese amasijo de odios y rencores estalló la tragedia del cariaqueño ilustre.
Bermúdez se decía cumanés y en esa ciudad se le nombraba José Francisco Pueblo por la popularidad que lo rodeaba. En esta tierra benemérita, solar de sus mayores y domicilio de su familia, se formó su eminente personalidad. Por su genio avasallante, la fama de su nombre,  su valor temerario, su actitud dominadora, naturalmente la influencia  de su mando se extendía a toda la jurisdicción del Estado y hería, sin él quererlo, la susceptibilidad de sus conmilitones, gobernadores a su vez  de otros distritos. Su forma de gobierno personalista, en Cumaná,  disgustaba al Círculo social conservador, antiguos realistas, que antes de la guerra sustentaban el poder  y con Sotillo, actor de nota en la ciudad, a la cabeza de la conspiración, se había constituido una camarilla hostil al hombre-pueblo.
Los componentes de esa camarilla mantenía solapada y activa oposición a Bermúdez y trabajaban para derrocarlo en connivencia con el general José María Carrera, quien fungía de Jefe, hombre de méritos, soldado valeroso de la Independencia que sirvió primero a las órdenes de Mariño y cuando el conato de rebelión de este caudillo, se enroló en las filas de Bermúdez.
En la intriga de Sotillo y sus secuaces, Carrera representaba la ambición con su secuela de odios, la urdimbre de la trama asesina, si eso fuese necesario para el cambio político que auspiciaban. Residía y gobernaba en Cariaco de donde era oriundo y cuando viajaba a Cumaná se hospedaba casa de Don Jaime Mayz, su pariente.  A poco de haber estallado la guerra de Independencia, la familia Berrizbeitia, como tantas otras de país, se trasladó a Puerto Rico, y finalizado el conflicto bélico, regresó al solar nativo, contándose entre ellos el joven Rafael Berrizbeitia.
Ya en Cumaná, entre sus compañeros habituales se sentía deprimido, porque ellos le censuraban la conducta de los suyos que abandonaron la tierra  cuando esta exigía el sacrificio de todos para lograr la libertad. Por tal motivo solicitó de Bermúdez, su pariente, un cargo en el ejército, obteniendo el de Inspector, a la orden  del comando militar.
Por un estallido revolucionario en Barcelona, el Jefe de aquella plaza  pidió refuerzos a Cumaná y Bermúdez destacó inmediatamente al General García (Valentín Valiente)  con su cuerpo de tropas ligeras para socorrer  al Gobierno de Anzoátegui. Se aprestaba García a zarpar de la rada de Puerto
Sucre, cuando se presentó Berrizbeitia pidiendo detener la salida  en tanto él practicaba una inspección.  García le opuso las razones de urgencia pertinentes al cumplimiento  de su misión y se produjo entre ellos un violento altercado en el que García golpeó  en el rostro a Berrizbeitia, se embarcó y dio rumbo a su destino. El joven ofendido  acudió al Jefe Superior Bermúdez pidiendo reparación y castigo de la ofensa, lo que probablemente le fue prometido.
Pero regresó Valentín Valiente cumplida a cabalidad su comisión volvió a sus cuarteles y todo adquirió la normalidad, sin que se produjera el acto admonitorio contra el General.  Se supone que Berrizbeitia insistió  en su queja, sin resultado satisfactorio, por ello, pidió  su baja y se pasó a las filas enemigas, entrando al servicio de Carrera.
Bermúdez había advertido a Don Jaime Mayz de los manejos dolosos de Carera en contra suya, exigiéndole que no lo  hospedara en su casa, para evitar encuentros peligrosos toda vez que él, Bermúdez,  como su vecino y amigo, concurría allá cada noche de tertulias. Don Jaime prometió complacerlo y Bermúdez confió en su palabra.
La casa de Don Jaime,  de construcción colonial, era semejante a otras  que todavía se conservan en Cumaná, las que inmediatamente después del amplio Zaguán y dando frente a la puerta de la calle, tienen un aposento, oscuro siempre para el que entra  deslumbrado del sol, pero no para el que se encuentra en su interior que puede ver con diáfana claridad cuanto sucede fuera, al alcance de su vista.  En ese aposento, de esa casa de Don Jaime, se hospedaba Carera.
El día de la tragedia, por la tarde, regresaba el General Bermúdez de la visita a un buque inglés surto en el puerto, al que acudiera por invitación de la oficialidad de esa nave para un agasajo a su persona.  En el tránsito a la ciudad, uno de esos áulicos que jamás faltan,  le comunicó que Carrera estaba en la ciudad, que había estado reunido  con Sotillo y sus cómplices y que el acuerdo entre ellos había sido  la premura de suprimirlo, que Carrera estaba en la casa de Don Jaime.
Bermúdez violentado por el chisme apresuró el paso, dirigiéndose directamente a la casa de Don Jaime que como de costumbre esa tarde estaba sentado a su puerta y al ver a Bermúdez  se paró para impedir el paso al Héroe pero este lo increpó: “Don Jaime, aquí está Carrera y me prometió usted no hospedarlo más e su casa”. No está,  General…” – “Si está”, y penetró airado.
Carrera no está solo, con él se encuentra Berrizbeitia que le acompaña en sus preparativos nefandos. Oyen Ambos la voz alterada de Bermúdez y se preparan…Carera está  sentado frente a su escritorio y a su izquierda, parado, está Berrizbeitia con sus manos sobre el mueble.  Carera rueda la pistola y la pone junto a la mano del joven, éste la agarra  a tiempo que Bermúdez se detiene, buscando a Carera, en el dintel de la puerta del cuarto.  Berrizbeitia dispara y el hombre, todo un pueblo, al que respetaron las lanzas de Boves, el que burlo la escuadra de Morillo huyendo de Margarita, el que acometió a Caracas, distrayendo las fuerzas realistas, para hacer factible el triunfo de Carabobo que dio la independencia a Venezuela, cae de espaldas, muerto instantáneamente. No llevaba armas de ninguna clase. Esto no es fantasía, consta en el expediente.
Berrizbeitia huyó, los compañeros de Bermúdez que presenciaron el crimen se dispersan por la ciudad anunciando el asesinato. El pueblo enardecido  se precipita al lugar del suceso, culpan a Carrera, genio del mal que como instigador es indudablemente el autor s de ese crimen, lo arrestan y lo arrastran, van a matarlo, nadie oye sus gritos de protesta. Acuden los hombres prominentes de la urbe y con ayuda de la tropa logran detener  a la multitud que pide venganza.
Bermúdez no podía tener ninguna saña contra Berrizbeitia, un niño para él, al que no dio la satisfacción que pedía probablemente por no considerar de trascendencia  el reclamo y que el tiempo  se encargaría de desvanecer su resentimiento por la ofensa de García, superior suyo en graduación, Jefe respetado y acatado por todos.  Y bien podemos meditar en la situación difícil que confrontaba Bermúdez en aquellos días conflictivos en los que hasta su vida peligraba, y le eran imprescindibles esos oficiales de la talla de García, para llenar comisiones como esa de Barcelona, con la rapidez y la responsabilidad y el éxito necesario, como llave de seguridad. ¿Cómo desagradarlo? ¿Cómo imponerle castigo alguno por el altercado  con Berrizbeitia? ¿Acaso iba a ser ese el premio a su obediencia y al buen resultado de su comisión?
Se valieron los enemigos de Bermúdez de la inexperiencia y la altivez de un joven, al que envenenaron de odio injusto al Guerrero glorioso, que en forma alguna lo había ofendido, armaron su brazo para el crimen y tronchó en un instante de ofuscación y de temor la vida del Cid venezolano, del pujante defensor de Cartagena, del soldado heroico, leal amigo de Bolívar, José Francisco Pueblo…
Dejo así cumplido el honroso encargo de la honorable Sociedad Bolivariana del Estado Sucre.

Cumaná,  24 de julio de 1955.

 VEÁMOSLO EN INTERNET

General en Jefe José Francisco Bermúdez Figuera,

Nace en Cariaco-estado Sucre, el 23 de enero de 1782  y muere asesinado en  Cumaná, estado Sucre, el 15 de diciembre de 1831 

Fue un héroe militar venezolano y prócer de la independencia de Venezuela. Recibió los galones de General en Jefe del Ejército de Venezuela de manos del propio Libertador después de la toma de Caracas en 1821  1 2 3

Tuvo una educación esmerada acorde con la ubicación privilegiada de su familia en la escala social  en Cumaná donde lo vemos actuar y donde se perfila su liderazgo que asume durante los sucesos del 27 de abril de 1810 José Francisco Pueblo lo llamarón desde entonces

Además es de suponer por los lazos familiares que demuestran la estima de aquella familia de cuya nobleza nadie duda  Es indudable el poder de su familia en Cumaná y su educación estuvo  de acuerdo con aquellas posibilidades de una familia mantuana y con lo requerido en el momento para quienes se dedicarían al cultivo y disfrute de sus haciendas.

Llegado el 19 de abril de 1810, participa activamente en todos los actos con los cuales se derriba la autoridad española para constituir un gobierno patriota. En ellos, a más de su celo, señaló a la atención popular su natural y extravertida manera campechana, su gran prestancia física; adquiere ascendiente y popularidad. Uno le dará fieles amigos y soldados. La otra lo bautizará "Juan Pueblo". Remoquete significativo y con el cual, afectos, admiradores y envidiosos le proporcionaron.

Tambaleante la República, amenazadores los realistas, parece crecer el brío ciudadano de Cuando la afortunadamente fracasada conspiración de los catalanes, (quienes pretendían apoderarse del Castillo San Antonio de la Eminencia de Cumaná) en 6 de marzo de 1811, se presenta voluntario para tomar las armas.
Amenazada la Provincia por los sucesos de Barcelona y empeñado el Gobierno en destruir a los facciosos, Bermúdez recibe el despacho de Subteniente y hace la expedición en calidad de Ayudante de Don Vicente de Sucre, quien era el Comandante.1
Ocupado Píritu, las noticias de Caracas, con la terrible novedad de la capitulación, obligaron al retiro de los expedicionarios.
Bermúdez, ya en Cumaná, reintegra el despacho de Oficial y se retira a sus posesiones, de donde lo obligarían a huir las tropelías y persecución de los realistas. Fúgase a bordo del Bergantín "Botón de Rosa" en compañía de otros patriotas, llega a las costas de Güiria y de allí pasa a Trinidad.1
Toma parte en la expedición de Chacachacare (enero de 1813). Desembarcados los compañeros de Santiago Mariño, las fuerzas del Jefe español Juan Gavasso lo abandonan y se incorporan al movimiento libertador. Mariño con mayores recursos, envía a Bermúdez sobre Irapa y éste, quien partió con solo 75 hombres, en su primera acción propia, bate al español Francisco Cerveriz el 15 de enero de 1813. Luego concurre a las operaciones sobre Cumaná y a su ocupación.1 3
En tanto su hermano Bernardo fue capturado por los españoles quienes lo condenan al fusilamiento, cae herido por la descarga y cuando lo iban a rematar, las súplicas de algunos llegan a obtener misericordia para el herido. Pero el mismo Cerveriz, a poco, ordenará matarlo, asesinado ejecutado en el mismo lecho de dolor.
Esta noticia exaspera a Bermúdez, hombre de por sí muy fiero, quien "juró exterminar a cuantos enemigos cayesen en sus manos"; obra a la cual hasta contribuyó personalmente. En tiempos de Guerra a Muerte propicios a las mayores crueldades, Bermúdez sobresale por su dureza; hacía ejecutar a todos los prisioneros, evitando, debe reconocérsele, maltratos o vejaciones. En lo sucesivo le acompañó fama de inhumano y bárbaro. Y esa barbarie será también una de las causales de disgustos y rencores con el general Simon Bolívar, pues éste en la primera batalla de Carabobo, sabedor de la muerte de los oficiales españoles ordenada por Bermúdez, en público, con fuertes palabras le enrostra la indisciplina y la barbarie.
Se necesitarían algunos años para borrar en la muerte de Bermúdez la justa reprimenda del Libertador.1
Cuando Mariño se decide a marchar hacia el centro, Bermúdez, ya Coronel, contribuye con su empuje al éxito y se cubre de gloria en Bocachica, en Aroa, en la primera Batalla de Carabobo y valientemente, se bate en las desastrosas acciones de La Puerta y Arao.
De aquí vuelve a Cumaná en busca de auxilios y pertrechos. El 18 de agosto de 1814, Aragua de Barcelona fue escenario de una de las más cruentas batallas libradas en todo el conflicto. Alrededor de 2.000 defensores republicanos comandados por el Coronel Bermúdez enfrentaron el ataque, realizado por cerca de 5.000 realistas liderados por el General Francisco Tomás Morales. Según el historiador Francisco Alejandro Vargas, durante la refriega, llevada a cabo casa por casa, perecieron alrededor de 1.700 defensores o pobladores de la ciudad y resultaron heridos unos 2.000, además de que otros fueron posteriormente ejecutados sin conmiseración alguna por las tropas de Morales, según instrucciones emitidas por el Comandante General del ejército realista, José Tomás Boves. En total, alrededor de 4.711 personas murieron entre ambos bandos. Bermúdez logra escapar a Maturín donde reorganiza el ejército en vista de combatir al general Morales, lo cual sucede el 12 de septiembre de 1814, obteniendo Bermúdez un triunfo completo.1
La aproximación de José Tomás Boves y subsiguiente toma de Cumaná, hace concebir a Bermúdez y a José Félix Ribas (quien era el superior jerárquico) la idea de combatirlo, más, para ello, dividen sus fuerzas (la estrategia parece haberla impuesto Ribas) y Bermúdez marcha sobre Boves con la esperanza de batirlo antes de su segura reunión con Morales. Tópanse en “Los Magueyes, posición escogida por el ex pilotín, y luego de un combate duro y sostenido, Bermúdez en la imposibilidad de romperlo, se ve obligado a retirarse sin que Boves se anime a abandonar sus líneas para perseguirlo. Como en otras veces, la falta de entendimiento, las concepciones personales, las pequeñas ambiciones, hacían olvidar la gran estrategia, la de mediante la unión, esfuerzo conjunto, y destruir al enemigo salvando con ello a la República. Curiosa disposición de los dioses o curiosa coincidencia. Reunidos Bermúdez y Ribas quizás se hubiese evitado Urica, pero la muerte esperaba en aquel nefasto campo, precisamente a Boves y luego a Ribas.1
Conocedor Bermúdez de la fuerza de Boves, ahora aumentada por la de Morales, se opuso con toda la energía de su carácter a la acción propuesta por Ribas, o sea a la marcha sobre Boves, para combatirlo donde éste precisamente quería. Quizás de mal talante, sedimento de otros males, la mayor graduación de Ribas lo obliga a obedecer. El 5 de diciembre de 1814, se sucede la derrota de Urica.1
Bermúdez se salva y alcanza a llegar con poca gente a Maturín. En ésta, realiza prodigios de valor, pero sucumbe al número y de nuevo debe huir. Llega a Güiria a principios de 1815 y luego de varios combates pasa a la isla de Margarita donde Juan Bautista Arismendi y otros Jefes, ante el gran despliegue de las fuerzas expedicionarias del general Pablo Morillo se deciden por la rendición. Solo Bermúdez, el "disidente", está contra esa decisión y con unos cuantos adeptos escapa a bordo de la flechera "Golondrina"; para lo cual hubo de cruzar por el propio medio de la escuadra española. Luego de tocar en algunas Antillas llega a la sitiada Cartagena de Indias, en donde recibe el mando, confiado hasta el momento al indeciso y acaso en vías de entendimiento con los realistas, Manuel del Castillo y Rada.1 3
Pocos asedios en la historia de América y aún en la occidental tan dura y terrible. Basta leer las memorias de algunos de los oficiales españoles para conocer las penalidades y sacrificios de los sitiados.
El general Pablo Morillo, quien ha fracasado en sus intentos de asalto, somete la ciudad a un cerco de hambre. Convencidos los patriotas de la inutilidad de sus esfuerzos, ya sin pertrechos y con fuerzas muy disminuidas, deciden abandonar la defensa. Bermúdez sale de Cartagena y de nuevo burla la vigilancia de la escuadra española.
Con las goletas "Constitución" y "Sultana" del corsario Luis Aury busca el rumbo de Jamaica. Permanece algunos días en Kingston, de donde es obligado a salir y se dirige a Los Cayos de San Luis (Haití).
Asiste entonces a la Asamblea del 7 de febrero de 1816, en la cual Bolívar sostuvo la necesidad de un desembarco en Venezuela. El Comando Supremo a la pregunta de si consentía en que el General Bolívar fuese el Jefe de la expedición naval, Bermúdez contestó negativamente. Pero el sentido común de la mayoría, la influencia del almirante Luis Brión y su fidelidad bolivariana, imponen aquella solución. Bermúdez será uno de los cuatro que discutieron el mando del Libertador. Como se ve en minoría, da su consentimiento pero a medias. Y muy pronto volverá a la desobediencia, atizado esta vez por sus ambiciones de mando; en efecto había aspirado al Comando Supremo. La actitud negativa de Bermúdez, sus vacilaciones e intrigas, obligaron al Libertador a prescindir de su colaboración; al efecto expidió orden de no permitir su embarque. Tenaz Bermúdez, fletó una goleta y el 9 de junio de 1816 salió de Los Cayos rumbo a Margarita a donde llega el día 29 de ese mismo mes. Arismendi le impide desembarcar, permitiéndole solo carenar y la busca de víveres.
Sabidos los sucesos de Carúpano, Bermúdez sigue a Ocumare de la Costa con el Corsario "Félix" y ofrece sus servicios a Bolívar quien le contestó por oficio, y en términos durísimos le recordó su desobediencia.
Las desgracias de Ocumare empujaron al Libertador a Bonaire de donde va a Güiria. Bermúdez lo sigue en Güiria, cegado por sus rencores, azuzado por la ambición de mando y el regionalismo, se une a Mariño para apoyarlo y desconocer de nuevo la autoridad de Bolívar. ¡Obligado el Libertador a partir, cuando se dirigía el embarcadero entre los gritos de una chusma hostil (parientes espirituales de quienes más tarde le negarían todo), Bermúdez tira de la espada para herirlo! Afortunadamente la intervención de algunos amigos evitó a Venezuela un horrendo crimen.
Mariño lo utiliza en sus operaciones y en el año de 1817, cuando Bolívar reclama el auxilio del Libertador de Oriente, éste marcha en su socorro llevando a Bermúdez como Jefe Divisionario. Tócale ser el primero en abrirse paso. Un espontáneo abrazo y las frases sinceras de Bolívar quien entre otras le dijo "Libertador del Libertador", volvieron a Bermúdez a la obediencia y hasta al afecto.
Sigue en todas las operaciones de Oriente, combate en Angostura y en octubre de 1 es nombrado Comandante General de la Provincia de Cumaná. En sus acciones sobre esta plaza debe señalarse una frase feliz dicha a un curioso compañero. Era éste un oficial bonapartista de nombre Persat, quien voluntario desde Angostura, al sufrir los rigores de la campaña y ver el trato dado a los prisioneros, optó por pedir su baja. Bermúdez le dijo: "ya le había dicho, que entre las guerras hechas por usted y las de nosotros no existe relación!". En julio de 1818 actúa sobre Güiria en combinación con Brión, y la ocupa mediante acciones personales de gran valentía.
Fracasa en Carúpano y Río Caribe (1818); regresa a Angostura y con el nombramiento de General en Jefe, recibe el Ejército de Mariño. Marcha sobre Barcelona para reunirse con Urdaneta; más éste había ya abandonado la ciudad y Bermúdez debe hacerse fuerte en ella para resistir a Pereira que se le encima. Agotadas las municiones se retira en orden a pesar de la persecución enemiga y aún más, pasa al alcance del cañón realista en Cumaná y sigue por Cumanacoa, Aragua de Maturín hasta Maturín.
Cumple las órdenes concernientes al armisticio y aprovecha para ir a Angostura, donde recibe las instrucciones para actuar sobre Caracas. Al decir de su edecán Mejía, cuando supo que debía entrar en Caracas el 15 de mayo de 1821, dijo: "Juro por la Patria que el mismo quince estoy en la capital o no existo".
El momento estelar, para decirlo con la frase de Stefan Zweig, llega para Bermúdez en la preparación de la batalla de Carabobo.
Bolívar escribía: "Si usted (el Vice-Presidente) logra atraer sobre el Ejército de Oriente en Caracas o en los Valles de Aragua y entretener por algún tiempo alguna división respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor, porque el resto del ejército español no puede resistirnos".
Nunca se dieron instrucciones tan celosa y brillantemente cumplidas. Bermúdez con unos 1.200 hombres cruza el río Unare el 1º de mayo (el mismo día que rezaba en sus órdenes), evita las fortificaciones realistas de Tacarigua y enfrenta al Batallón "Hostalrich" (450 hombres) al mando del brigadier Ramón Correa el 8 en la Boca de Caño Amarillo. Entra en Caucagua el 11 y el 12 vence a los realistas mandados por Hernández Monagas y De Bolet, en el sitio de El Rodeo, cercano a Guatire. (Ver: Batalla de El Rodeo) Apresura la marcha y entra en Caracas el 14 o sea un día antes del límite fijado. Sigue a La Guaira. Regresa a Caracas y marcha sobre los Valles de Aragua. El 19 y 20 entre Laguneta y El Consejo bate al Brigadier Correa y ocupa La Victoria. Conocidas por el mariscal de campo Miguel de la Torre las operaciones de Bermúdez y la ocupación de Caracas, primero envía al segundo Batallón de "Valencey" y luego retrocede, es decir, abandona su plan, hacia Valencia desde donde envía al general Francisco Tomás Morales sobre Caracas. El 24 de mayo éste, con unos 2.000 hombres combate a Bermúdez en Las Lajas. Escaso de municiones y en inferioridad numérica se retira y abandona Caracas el 26. Es seguido por el Brigadier Pereira mientras Morales regresa a marcha forzada llamado por La Torre. Reforzado Bermúdez, cae sobre el Comandante Lucas González y lo derrota el 14 de junio. El 19 entra en Petare. El 23 combate a Pereira en El Calvario y tras sangriento combate huyó hacia Guarenas y Santa Lucía. Pereira no lo persigue pues está mejor informado que Bermúdez y Soublette (quien acompañándolo no ha hecho sino reunir críticas), de lo que puede ocurrir en Valencia. Sabedor de la victoria patriota en Carabobo se dirige a La Guaira, de donde busca salir para Puerto Cabello. Entre tanto, Bolívar llega a Caracas el 28 de junio.
La misión encomendada fue cumplida a cabalidad y pudo ser así gracias a las cualidades del Jefe Oriental.
De Caracas, Bermúdez es enviado a cerrar el sitio de Cumaná. Con actividad increíble y con riesgos personales enormes, lleva el sitio desde septiembre de 1821 hasta rendirla el 16 de octubre.
Dice Don Vicente Lecuna en su obra “Crónica razonada de las guerras de Bolívar” “Al otro extremo del Caribe, con escasos medios, logró el general Bermúdez, reducir la plaza fuerte de Cumaná, una de las ciudades de Colombia de mayores servicios y glorias en la lucha de la independencia. Con marina de la heroica Margarita dominó la de los españoles y cortó los víveres a la plaza. El audaz comandante Boguier, tomó al abordaje un esquife y tres goletas de guerra,  bajo los fuegos de las baterías. Encerrada la guarnición a consecuencia de combates encarnizados, Bermúdez pido interceptar las comunicaciones de la Plaza y el fuerte de la Boca.  Rendidos  este y siete flecheras de guerra,  el Comandante Caturla entregó la ciudad el 16 de octubre 800 soldados españoles negados a quedarse en el país fueron trasladados Puerto Rico.   Dos días más tarde llegó la escuadra de Laborde con refuerzos y vituallas. Bermúdez caballerosamente le permitió fondear en el puerto. Varios oficiales españoles desembarcaron en visita amistosa. La escuadra española regresó a Puerto Cabello. La plaza se habia rendido siete años justos de su ocupación por Boves y de las horribles matanzas ordenadas por este caudillo bárbaro,  de los emigrados de Caracas refugiados en la ciudad y de gran parte de los patriotas cumaneses     

El 18 se presentó una escuadra con Laborde a socorrer la plaza ya en poder de Bermúdez. Se entrevistó éste con el Jefe español y hasta le ofreció un banquete. ! ¡Que la regularización de la guerra había rescatado la caballerosidad!
Bermúdez durante el sitio había recibido sus despachos de General en Jefe. Justo reconocimiento de tan valiosos servicios. En 1822 lleva auxilios al Ejército sitiador de Puerto Cabello y en 1823 abre operaciones en Río Hacha; por la Goajira llega a los Puertos de Altagracia el 13 de agosto. Su presencia obliga a Morales al cumplimiento inmediato de la capitulación después de haber sido derrotado en la batalla del Lago de Maracaibo. De regreso colabora con el general Páez en la toma de Puerto Cabello. En 1826 solicita licencia y se retira a su hacienda de La Soledad en Güiria. En 1828 es llamado al servicio y derrota a los Monagas en Cumanacoa. En 1830 fue de nuevo Intendente y Comandante General del Departamento. El decreto de 24 de junio lo coloca en situación de retiro y el 15 de diciembre de 1831 muere víctima de un pistoletazo que le disparara un joven Berrizbeitia.
Quien había desafiado con el coraje más firme todos los plomos enemigos de la Patria debía morir a manos de un coterráneo y por causas todavía discutibles.
Si jefe es quien está a la cabeza, quien da ejemplo de sacrificio, valor y tenacidad, Bermúdez es sin duda uno de los grandes jefes de su tiempo.
El parroquialismo de la época, su complexión sanguínea, una cierta supervaloración de su yo, su instrucción mediana, lo hicieron en muchas ocasiones reñir con sus iguales, negar obediencia a quien le era superior, desconocer los peligros a que su actitud, contraria a la unidad y al principio de masa exponía a la República. Solo sabía que la guerra era violencia y en ella la moderación cosa culpable…
Su crueldad solo mitigaba por lo largo de la guerra, puede meterse, en parte, con los factores que lo empujaban a la desobediencia. Debemos apuntar el deseo de vengar la muerte de su hermano como causal de robustecimiento de esos factores. Recordemos que Bernardo Bermúdez estuvo preso cuatro meses antes de sufrir la muerte.1
De todas sus acciones, sin duda alguna, aquella que afirma en sus hombros, delante de sus contemporáneos y para la historia, las insignias del generalato, es la conducción de la operación sobre Caracas, llamada Diversión de Bermúdez. Ella solo basta para su gloria y ella conducida como solo él podía hacerlo, contribuye en la medida prevista por Bolívar al triunfo de Carabobo.3
Referencias
  Pérez Tenreiro, Tomas. (1968): Los Generales en jefe de la independencia (rasgos biográficos). Ministerio de la Defensa. Caracas.
Volver arriba Romero Martínez, Vinicio. (1987): Mis mejores amigos. 110 biografías de venezolanos ilustres. Editorial Larense, C.A. Caracas. 188p. ISBN 980-211-120-1

2  Hernández Caballero, Serafín (Editor). 1998: Gran Enciclopedia de Venezuela. Editorial Globe, C.A. Caracas. 10 volúmenes. ISBN 980-6427-00-9 ISBN 980-6427-10-6

2 comentarios:

  1. Saludos... Soy descendientes del General Bermúdez, quisiera ponerme en comunicación con usted... Saludos..

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  2. Muy bueno su artículo. He estado buscando si la esposa de Francisco Tomás Morales, Josefa Bermúdez tenía algún parentesco con el prócer. Josefa Bermúdez vivía en Barcelona (Venezuela). La madre del prócer era Josefa. ¿Sería la hermana?

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