RAMÓN BADARACCO
GENERAL EN JEFE
JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERAS
Cumaná, 2014
Autor Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma Ramón Badaracco
Título de la obra:
GENERAL EN JEFE
JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERAS
EL AYAX VENEZOLANO
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
cronista40@hotmail .com
academia.sucre@gmail.com
Cel. 0416-8114374
GENERAL
EN JEFE
JOSÉ
FRANCISCO BERMÚDEZ FIGUERA
EL AYAX VENEZOLANO
El Áyax –dice Homero
“Pero llegó Áyax con su escudo como una torre, se puso al lado de Ulises, y los
espantaron y huyeron a la desbandada. Y el marcial Menelao, haciendo de la mano
al héroe, lo sacó de la turba mientras el escudero acercaba el carro.
Áyax, acometiendo a los
troyanos, mató a Doriclo, hijo bastardo de Príamo, e hirió a Pándoco, Lisandro,
Píraso, y Pílartes…
José Francisco Bermúdez
Figuera, hijo de Francisco Antonio Bermúdez
de Castro y Casanova, y Josefa Antonia Figuera de Cáceres y Sotillo,
descendientes de una vieja familia cumanesa;
sus abuelos paternos fueron Bernardo Bermúdez de Castro y María Manuela
Casanova; y, sus abuelos maternos Pedro
Figueroa de Cáceres y Alfaro y Agustina Sotillo y Verde, naturales de
Barcelona.
El
General en Jefe Francisco de Asís Mejía, en su biografía del héroe, dice que
nació en San José de Areocuar, Municipio Andrés Mata del Estado Sucre, pero en
la partida de Bautismo, publicada por el Dr. Domingo Badaracco Bermúdez, dice:
“Yo,
el infrascripto Presbítero Pedro Level,
cura rector de la Iglesia Parroquial de esta ciudad de Sn. Felipe de Austria,
certifico: que el libro de los de mi cargo en que se lleva el asiento de las
personas blancas que en ella se bautizan, se encuentra una partida del tenor
siguiente: En treinta y un día del mes de enero de mil setecientos ochenta y
dos, años: Yo, el bachiller Don. Silverio Alcalá, cura rector de la iglesia
Parroquial de San Felipe de Austria, certifico: que bautice solemnemente, puse
óleo y crisma a José Francisco, párvulo de ocho días, hijo legítimo de don
Francisco Antonio Bermúdez y de doña Josefa Figuera, fueron sus padrinos don
Francisco Alcalá y doña Rosalía Bermúdez, a quienes advertí su obligación y
espiritual parentesco y para que conste
lo firmé y de ello doy fe. Br. Silverio de Alcalá.
A
la letra con la partida original de su
contenido, a que me refiero, y a pedimento
de parte legítima doy ésta a los diez y nueve días del mes de diciembre de mil ochocientos dos.
Dr. Pedro Level.
El
General Bermúdez contrajo matrimonio en Cumaná con su prima Casimira Guerra de
la Vega, en 1824, a la edad de 42 años,
después de completar su brillante hoja de servicios, con la liberación de Cumaná. No dejó descendencia.
Se distinguió en la guerra de independencia. Su temperamento violento,
tal vez producto de su propia naturaleza, de su propia fortaleza, le hizo
aparecer como un hombre violento, lo que no era precisamente un obstáculo en
aquellos días de guerra, como algunos historiadores lo han presentado,
tildándolo de ignorante y despiadado, lo que es totalmente falso si a la letra
sometemos este arbitrio, el dejó cartas, documentos y acciones de guerra, que
contradicen esa interpretación de la
personalidad del héroe; por otra parte la hoja de servicios del General,
ascendido por incuestionables méritos; más bien creo que su valentía y arrojo,
dio motivos para temerle y
desprestigiarlo, hasta que sus enemigos le dieron muerte.
Del proceso judicial y de las
investigaciones que cursan en autos podemos decir que el general Carrera fue
absuelto, y que el joven oficial, Rafael Berrizbeitia, que disparó contra Bermúdez, según auto de la
Corte Federal y de Casación, librado en marzo de 1.833, se puede saber que se encontraba en libertad en Caracas, y es más,
en esa fecha estudiaba matemáticas. Se hizo correr el rumor, para disuadir a
los amigos de Bermúdez de cualquier
acción violenta, que lo habían arrojado al mar y habría muerto devorado por los
tiburones. Todo fue una maniobra política. El crimen de Bermúdez quedó
archivado entre los papeles de los
tribunales.
Tuvo a su cargo la toma de Caracas en 1821,
con lo cual preparó el terreno al triunfo Patriota en la Batalla de Carabobo,
que nos dio la Independencia; y fue
nombrado por el Libertador, Gobernador
del Departamento Orinoco, capital Cumaná, de la Gran Colombia.
Desde 1813, secundando a Mariño, invadió desde Trinidad por las costas
orientales. Peleó en Guiria, Irapa, Maturín, Carúpano, Cumaná, Barcelona, y
Maturín. Después en Bocachica, Arao,
Carabobo y La Puerta, y en Aragua de Barcelona, El Salado, Urica y otra vez en
Maturín.
Perdida la primera República,
emigró a Cartagena, donde fue nombrado comandante general encargado de la
defensa de la ciudad. Siguió a Haití, tuvo desavenencias con el Libertador.
Actuó luego en la campaña de Guayana, fue comandante general de la provincia de
Cumaná, y del Ejército de Oriente. En 1821 hizo la maniobra de diversión sobre
Caracas, previsto por el Libertador, para dividir el ejército realista, con
tanta precisión que su obra facilitó el triunfo de Carabobo. Este triunfo lo rubricó con la
liberación de Cumaná en ese mismo año de 1821 y culmino su hazañosa gesta con
la toma de Puerto Cabello.
Fue
Intendente y comandante del departamento del Orinoco. En 1830 se retiró a la
vida privada. Murió asesinado, defendiendo la causa del Libertador, por enfrentamiento entre los partidarios de
Páez y Bolívar, en Cumaná el 15 de diciembre de
1831.
Hace
falta un juglar para que cante sus hazañas.
RASGOS BIOGRAFICOS Y LA MUERTE DEL GENERAL EN JEFE JOSE FRANCISCO
BERMUDEZ FIGUERA.
Por Marco Tulio Badaracco Bermúdez
Soy
oriental de esta ciudad de Cumaná, Primogénita del Continente colombino y
quiero hacer propicia esta oportunidad para referirme a uno de aquellos
próceres orientales, seguidores de Bolívar, quien en la épica de esta tierra de
heroísmos llenó con su bravura y su
arrogancia los campos de la lucha, y
comparece en la Gesta-Magna a manera de
aquellos superhombres de la Ilíada de Homero, como difuminado en un ambiente de fábula: es el General en Jefe José
Francisco Bermúdez quien espera el biógrafo erudito que, como a Mariño
y a Montes, lo destaque en su
talla humana, erguido ante la verdad histórica con sus defectos y sus virtudes
marciales, despejada su efigie de esa maraña de malquerencias y desconocimiento
que deforma su personalidad. Arrostrando todo peligro, enfurecido por la
derrota, quedó solo en el desastre de La Puerta sin querer alejarse de aquel
campo donde yacían alanceados por las hordas de Boves sus
batallones de orientales.
Pecó,
es cierto este Cid venezolano contra el semidiós de América; pero debe
reconocerse que en el alma de este púgil, como catarata de hirvientes pasiones,
no cabía la reflexión inmediata, sino
para impulsarlo a la acción y que para
él la ofensa no podía desvanecerse con la súbita naturalidad de la estela de la
luz que raya la noche estrellada sin dejar huellas, sino que como ya lo expresó alguien, la
ofensa en su corazón era como un dardo que se clavan en un roble y queda largo
tiempo vibrando.
Pero
el General en Jefe José Francisco Bermúdez fue leal a Bolívar desde el episodio de Barcelona cuando ganó el
título honroso de “Libertador del Libertador”
por haber acudido a salvarlo del cerco de los realistas; y cuando Mariño se revela en su orgullosa
altivez de Libertador de Oriente luego del sacrificio de Piar y se le ordena a Bermúdez su arresto y
conducción a Guayana para someterlo a juicio, interviene Sucre el ecuánime,
Mariño depone su actitud y Bermúdez estrecha en sus brazos al pundonoroso
expedicionario de Chacachacare que se traslada a Margarita el solar
inexpugnable del apuesto paladín, acreedor por sus hechos a preciadas recompensas y evita en esta forma
por una rivalidad política del momento que cayera otra sombra indeleble y
cruenta en las páginas fulgurantes de la
vida del genio.
Estos
dos hombres, Mariño y Bermúdez, de noble estirpe ambos, recios, violentos y
heroicos, acicateados por un ideal de Patria y Libertad, fueron factores
prominentes en aquella empresa de titanes que se movía por voluntad y bajo la
experta dirección de Bolívar: Mariño acude con su ejército al sacrificio
estoico de la Victoria; Bermúdez acomete
a Caracas para distraer y retener a las tropas realistas que guarnecían la
capital y podían marchar al campo de Carabobo , poniendo en peligro el éxito de
la batalla que culminó en la
Independencia de Venezuela.
Cuando
todos se defeccionan, cuando Páez y el Congreso de Valencia decretan el
destierro del Padre de la Patria, y se rompen las relaciones con la Nueva
Granada hasta tanto su gobierno no
expulse de su territorio al tirano
Bolívar, acá en el
Oriente venezolano hay un Caudillo intrépido
y leal con quien puede contar
Bolívar quien lo sabe y así lo manifiesta y ese es Bermúdez, fiel a su
promesa, íntegro en su admiración por el
Grande hombre. Reconoció la superioridad del Jefe y la sostuvo acaparándose a la
vez bajo el esplendor de tan altísima gloria.
Bermúdez
nació en Cariaco y no en San José de Areocuar como se creyó y se continua
repitiendo por quienes escriben con
referencia a este noble adalid
venezolano. En 1921 el Dr. Badaracco Bermúdez encontró en el archivo colonial del Registro Principal del Estado Sucre el
Acta de nacimiento del Héroe que a la
letra dice: “Presbítero Doctor Pedro
Level Cura Rector de la Iglesia de esta ciudad de San Felipe de Austria
(Cariaco) Certifico: que en uno de los
libros de mi cargo en que se lleva el asiento de las personas blancas que en
ella se bautizan se encuentra una partida del tenor siguiente: “En treinta y un
días del mes de enero de mil setecientos ochenta y dos: Yo el Br. Don Silverio de Alcalá cura Rector de la
Iglesia Parroquial de San Felipe de
Austria, certifico que bautice solemnemente, puse óleo y crisma a José
Francisco, Párvulo de ocho días de nacido, hijo legítimo de Francisco Antonio
Bermúdez y Josefina Figueras, fueron sus padrinos Don Francisco Alcalá y Doña
Rosalía Bermúdez, a quienes advertí su
obligación y parentesco; y para que conste lo firmé y de ello doy fe. Br.
Silverio Alcalá.”
Esta
partida de nacimiento se publicó en copia fotostática, tal como apareció en el
Registro Principal del Estado Sucre en el NUEVO DIARIO de Caracas, periódico de
amplia circulación en todo el territorio nacional que dirigía el ilustrado y
erudito sociólogo Don Laureano Vallenilla Lanz
y debemos dar por seguro que cuantos recibieron para entonces el respectivo
ejemplar, correspondiente a esa edición del martes 21 de junio del año 1921,
leyeron el singular documento.
Entre
esos lectores estarán muchos de los que persisten en darle al General José
Francisco Bermúdez el gentilicio aerocualense en vez del cariaqueño que le es
propio. Entiendo que es el Acta de nacimiento de una persona la que, en primer
término, determina el lugar que la vio
nacer, pero parece que para el párvulo José
Francisco Bermúdez ha fallado ese
testimonio y que hay necesidad de haberlo visto
en pañales trasladado de un cantón a otro, en brazos de doña Josefa
Figueras de Bermúdez de Castro, nada menos, a los ocho días de su alumbramiento
para ir desde San José de Areocuar a bautizarlo en el distante Cariaco,
atravesando caminos selváticos peligrosos, sin una razón ineludible que la obligara a tan ardua
odisea
Es
sin duda muy loable, por el patriotismo que entraña en su amor a la patria
chica, ese sentimiento de aquellos
que para glorificar a Bermúdez quieren hacerlo hijo del rico
Distrito Bermúdez que lleva su nombre en el Estado Sucre; pero es Cariaco su
cuna y también esa ciudad venezolana se
siente orgullosa de haber dado a la
Patria a este esforzado paladín de
nuestra Independencia. Es hora pues de
la rectificación.
También
hay otro error en cuanto a la forma y motivos de su trágica muerte. Corre la
especie, burda por demás, de que Bermúdez, hombre bárbaro, abofeteó a
Berrizbeitia, un niño para él y que éste parapetado tras de un destilador,
ultimó de un balazo a tan terrible adversario. Nada más incierto ni más odioso
para ambos actores de este drama que fue un crimen político como el de la
muerte de Sucre, como el atentado septembrino, en Bogotá, contra el Libertador.
El
General Bermúdez no tuvo jamás ningún encuentro
ofensivo contra Berrizbeitia, y su muerte por manos de este joven, fue algo fortuita, absolutamente
inesperada. Tuve la suerte de leer el
expediente instruido en el juicio que se siguió por los Tribunales de justicia
contra los autores y cómplices de ese crimen, el que me fue facilitado por el
noble amigo Don Emilio Berrizbeitia Guillén, gentilísimo caballero, pasado ya a
mejor vida, a objeto de que yo me impusiera de cómo y por qué se produjo esa muerte y que, como publicista, refiriese la verdad del caso, lo que cumplo
ahora.
En
el expediente se esclarecen los móviles del crimen y su ejecución. En las
luchas políticas que se siguieron a la cruenta guerra emancipadora, virulentas
por demás, la rivalidad de los
prohombres que habían creado la Patria libre,
podía conducir, por manera súbita, a la más áspera violencia, por la
vehemencia de las pasiones caldeadas por la ambición, la ansiedad por el logro
de los altos cargos públicos, la envidia, instigadora principal, la
venganza, y entre ese amasijo de odios y
rencores estalló la tragedia del cariaqueño ilustre.
Bermúdez
se decía cumanés y en esa ciudad se le nombraba José Francisco Pueblo por la
popularidad que lo rodeaba. En esta tierra benemérita, solar de sus mayores y
domicilio de su familia, se formó su eminente personalidad. Por su genio
avasallante, la fama de su nombre, su
valor temerario, su actitud dominadora, naturalmente la influencia de su mando se extendía a toda la
jurisdicción del Estado y hería, sin él quererlo, la susceptibilidad de sus
conmilitones, gobernadores a su vez de
otros distritos. Su forma de gobierno personalista, en Cumaná, disgustaba al Círculo social conservador,
antiguos realistas, que antes de la guerra sustentaban el poder y con Sotillo, actor de nota en la ciudad, a
la cabeza de la conspiración, se había constituido una camarilla hostil al
hombre-pueblo.
Los
componentes de esa camarilla mantenía solapada y activa oposición a Bermúdez y
trabajaban para derrocarlo en connivencia con el general José María Carrera,
quien fungía de Jefe, hombre de méritos, soldado valeroso de la Independencia
que sirvió primero a las órdenes de Mariño y cuando el conato de rebelión de
este caudillo, se enroló en las filas de Bermúdez.
En
la intriga de Sotillo y sus secuaces, Carrera representaba la ambición con su
secuela de odios, la urdimbre de la trama asesina, si eso fuese necesario para
el cambio político que auspiciaban. Residía y gobernaba en Cariaco de donde era
oriundo y cuando viajaba a Cumaná se hospedaba casa de Don Jaime Mayz, su
pariente. A poco de haber estallado la
guerra de Independencia, la familia Berrizbeitia, como tantas otras de país, se
trasladó a Puerto Rico, y finalizado el conflicto bélico, regresó al solar
nativo, contándose entre ellos el joven Rafael Berrizbeitia.
Ya
en Cumaná, entre sus compañeros habituales se sentía deprimido, porque ellos le
censuraban la conducta de los suyos que abandonaron la tierra cuando esta exigía el sacrificio de todos
para lograr la libertad. Por tal motivo solicitó de Bermúdez, su pariente, un
cargo en el ejército, obteniendo el de Inspector, a la orden del comando militar.
Por
un estallido revolucionario en Barcelona, el Jefe de aquella plaza pidió refuerzos a Cumaná y Bermúdez destacó
inmediatamente al General García (Valentín Valiente) con su cuerpo de tropas ligeras para
socorrer al Gobierno de Anzoátegui. Se
aprestaba García a zarpar de la rada de Puerto
Sucre, cuando se
presentó Berrizbeitia pidiendo detener la salida en tanto él practicaba una inspección. García le opuso las razones de urgencia
pertinentes al cumplimiento de su misión
y se produjo entre ellos un violento altercado en el que García golpeó en el rostro a Berrizbeitia, se embarcó y dio
rumbo a su destino. El joven ofendido
acudió al Jefe Superior Bermúdez pidiendo reparación y castigo de la
ofensa, lo que probablemente le fue prometido.
Pero
regresó Valentín Valiente cumplida a cabalidad su comisión volvió a sus
cuarteles y todo adquirió la normalidad, sin que se produjera el acto
admonitorio contra el General. Se supone
que Berrizbeitia insistió en su queja,
sin resultado satisfactorio, por ello, pidió
su baja y se pasó a las filas enemigas, entrando al servicio de Carrera.
Bermúdez
había advertido a Don Jaime Mayz de los manejos dolosos de Carera en contra
suya, exigiéndole que no lo hospedara en
su casa, para evitar encuentros peligrosos toda vez que él, Bermúdez, como su vecino y amigo, concurría allá cada
noche de tertulias. Don Jaime prometió complacerlo y Bermúdez confió en su
palabra.
La
casa de Don Jaime, de construcción
colonial, era semejante a otras que
todavía se conservan en Cumaná, las que inmediatamente después del amplio
Zaguán y dando frente a la puerta de la calle, tienen un aposento, oscuro
siempre para el que entra deslumbrado
del sol, pero no para el que se encuentra en su interior que puede ver con
diáfana claridad cuanto sucede fuera, al alcance de su vista. En ese aposento, de esa casa de Don Jaime, se
hospedaba Carera.
El
día de la tragedia, por la tarde, regresaba el General Bermúdez de la visita a
un buque inglés surto en el puerto, al que acudiera por invitación de la
oficialidad de esa nave para un agasajo a su persona. En el tránsito a la ciudad, uno de esos
áulicos que jamás faltan, le comunicó
que Carrera estaba en la ciudad, que había estado reunido con Sotillo y sus cómplices y que el acuerdo
entre ellos había sido la premura de
suprimirlo, que Carrera estaba en la casa de Don Jaime.
Bermúdez
violentado por el chisme apresuró el paso, dirigiéndose directamente a la casa
de Don Jaime que como de costumbre esa tarde estaba sentado a su puerta y al
ver a Bermúdez se paró para impedir el
paso al Héroe pero este lo increpó: “Don Jaime, aquí está Carrera y me prometió
usted no hospedarlo más e su casa”. No está,
General…” – “Si está”, y penetró airado.
Carrera
no está solo, con él se encuentra Berrizbeitia que le acompaña en sus
preparativos nefandos. Oyen Ambos la voz alterada de Bermúdez y se
preparan…Carera está sentado frente a su
escritorio y a su izquierda, parado, está Berrizbeitia con sus manos sobre el
mueble. Carera rueda la pistola y la
pone junto a la mano del joven, éste la agarra
a tiempo que Bermúdez se detiene, buscando a Carera, en el dintel de la
puerta del cuarto. Berrizbeitia dispara
y el hombre, todo un pueblo, al que respetaron las lanzas de Boves, el que
burlo la escuadra de Morillo huyendo de Margarita, el que acometió a Caracas,
distrayendo las fuerzas realistas, para hacer factible el triunfo de Carabobo
que dio la independencia a Venezuela, cae de espaldas, muerto instantáneamente.
No llevaba armas de ninguna clase. Esto no es fantasía, consta en el
expediente.
Berrizbeitia
huyó, los compañeros de Bermúdez que presenciaron el crimen se dispersan por la
ciudad anunciando el asesinato. El pueblo enardecido se precipita al lugar del suceso, culpan a Carrera,
genio del mal que como instigador es indudablemente el autor s de ese crimen,
lo arrestan y lo arrastran, van a matarlo, nadie oye sus gritos de protesta.
Acuden los hombres prominentes de la urbe y con ayuda de la tropa logran
detener a la multitud que pide venganza.
Bermúdez
no podía tener ninguna saña contra Berrizbeitia, un niño para él, al que no dio
la satisfacción que pedía probablemente por no considerar de trascendencia el reclamo y que el tiempo se encargaría de desvanecer su resentimiento
por la ofensa de García, superior suyo en graduación, Jefe respetado y acatado
por todos. Y bien podemos meditar en la
situación difícil que confrontaba Bermúdez en aquellos días conflictivos en los
que hasta su vida peligraba, y le eran imprescindibles esos oficiales de la
talla de García, para llenar comisiones como esa de Barcelona, con la rapidez y
la responsabilidad y el éxito necesario, como llave de seguridad. ¿Cómo
desagradarlo? ¿Cómo imponerle castigo alguno por el altercado con Berrizbeitia? ¿Acaso iba a ser ese el
premio a su obediencia y al buen resultado de su comisión?
Se
valieron los enemigos de Bermúdez de la inexperiencia y la altivez de un joven,
al que envenenaron de odio injusto al Guerrero glorioso, que en forma alguna lo
había ofendido, armaron su brazo para el crimen y tronchó en un instante de
ofuscación y de temor la vida del Cid venezolano, del pujante defensor de
Cartagena, del soldado heroico, leal amigo de Bolívar, José Francisco Pueblo…
Dejo
así cumplido el honroso encargo de la honorable Sociedad Bolivariana del Estado
Sucre.
Cumaná, 24 de julio de 1955.
VEÁMOSLO EN INTERNET
General
en Jefe José Francisco Bermúdez Figuera,
Nace
en Cariaco-estado Sucre, el 23 de enero de 1782
y muere asesinado en Cumaná,
estado Sucre, el 15 de diciembre de 1831
Fue un
héroe militar venezolano y prócer de la independencia de Venezuela. Recibió
los galones de General en Jefe del Ejército de Venezuela de manos del propio
Libertador después de la toma de Caracas en 1821 1 2 3
Tuvo
una educación esmerada acorde con la ubicación privilegiada de su familia en la
escala social en Cumaná donde lo vemos
actuar y donde se perfila su liderazgo que asume durante los sucesos del 27 de
abril de 1810 José Francisco Pueblo lo llamarón desde entonces
Además
es de suponer por los lazos familiares que demuestran la estima de aquella
familia de cuya nobleza nadie duda Es
indudable el poder de su familia en Cumaná y su educación estuvo de acuerdo con aquellas posibilidades de una
familia mantuana y con lo requerido en el momento para quienes se dedicarían al
cultivo y disfrute de sus haciendas.
Llegado
el 19 de abril de 1810, participa activamente en todos los actos con los cuales
se derriba la autoridad española para constituir un gobierno patriota. En
ellos, a más de su celo, señaló a la atención popular su natural y extravertida
manera campechana, su gran prestancia física; adquiere ascendiente y
popularidad. Uno le dará fieles amigos y soldados. La otra lo bautizará
"Juan Pueblo". Remoquete significativo y con el cual, afectos,
admiradores y envidiosos le proporcionaron.
Tambaleante
la República, amenazadores los realistas, parece crecer el brío ciudadano de
Cuando la afortunadamente fracasada conspiración de los catalanes, (quienes
pretendían apoderarse del Castillo San Antonio de la Eminencia de Cumaná) en 6
de marzo de 1811, se presenta voluntario para tomar las armas.
Amenazada
la Provincia por los sucesos de Barcelona y empeñado el Gobierno en destruir a
los facciosos, Bermúdez recibe el despacho de Subteniente y hace la expedición
en calidad de Ayudante de Don Vicente de Sucre, quien era el Comandante.1
Ocupado
Píritu, las noticias de Caracas, con la terrible novedad de la capitulación,
obligaron al retiro de los expedicionarios.
Bermúdez,
ya en Cumaná, reintegra el despacho de Oficial y se retira a sus posesiones, de
donde lo obligarían a huir las tropelías y persecución de los realistas. Fúgase
a bordo del Bergantín "Botón de Rosa" en compañía de otros patriotas,
llega a las costas de Güiria y
de allí pasa a Trinidad.1
Toma
parte en la expedición de Chacachacare (enero
de 1813). Desembarcados los compañeros de Santiago Mariño, las fuerzas del Jefe
español Juan Gavasso lo abandonan y se incorporan al movimiento libertador.
Mariño con mayores recursos, envía a Bermúdez sobre Irapa y éste, quien partió
con solo 75 hombres, en su primera acción propia, bate al español Francisco Cerveriz el
15 de enero de 1813. Luego concurre a las operaciones sobre Cumaná y a su ocupación.1 3
En
tanto su hermano Bernardo fue capturado por los españoles quienes lo condenan
al fusilamiento, cae herido por la descarga y cuando lo iban a rematar, las
súplicas de algunos llegan a obtener misericordia para el herido. Pero el mismo
Cerveriz, a poco, ordenará matarlo, asesinado ejecutado en el mismo lecho de
dolor.
Esta
noticia exaspera a Bermúdez, hombre de por sí muy fiero, quien "juró
exterminar a cuantos enemigos cayesen en sus manos"; obra a la
cual hasta contribuyó personalmente. En tiempos de Guerra a Muerte propicios a
las mayores crueldades, Bermúdez sobresale por su dureza; hacía ejecutar a
todos los prisioneros, evitando, debe reconocérsele, maltratos o vejaciones. En
lo sucesivo le acompañó fama de inhumano y bárbaro. Y esa barbarie será también
una de las causales de disgustos y rencores con el general Simon Bolívar, pues éste en la
primera batalla de Carabobo, sabedor de la muerte de los oficiales españoles ordenada
por Bermúdez, en público, con fuertes palabras le enrostra la indisciplina y la
barbarie.
Se
necesitarían algunos años para borrar en la muerte de Bermúdez la justa
reprimenda del Libertador.1
Cuando
Mariño se decide a marchar hacia el centro, Bermúdez, ya Coronel, contribuye
con su empuje al éxito y se cubre de gloria en Bocachica, en Aroa, en la
primera Batalla de Carabobo y valientemente, se bate en las desastrosas
acciones de La Puerta y Arao.
De
aquí vuelve a Cumaná en busca de auxilios y pertrechos. El 18 de agosto de
1814, Aragua de Barcelona fue escenario de
una de las más cruentas batallas libradas en todo el conflicto. Alrededor de
2.000 defensores republicanos comandados por el Coronel Bermúdez enfrentaron el
ataque, realizado por cerca de 5.000 realistas liderados por el General Francisco Tomás Morales. Según el historiador
Francisco Alejandro Vargas, durante la refriega, llevada a cabo casa por casa,
perecieron alrededor de 1.700 defensores o pobladores de la ciudad y resultaron
heridos unos 2.000, además de que otros fueron posteriormente ejecutados sin
conmiseración alguna por las tropas de Morales, según instrucciones emitidas
por el Comandante General del ejército realista, José Tomás Boves. En total, alrededor de
4.711 personas murieron entre ambos bandos. Bermúdez logra escapar a Maturín
donde reorganiza el ejército en vista de combatir al general Morales, lo cual
sucede el 12 de septiembre de 1814, obteniendo Bermúdez un triunfo completo.1
La
aproximación de José Tomás Boves y subsiguiente
toma de Cumaná, hace concebir a Bermúdez y a José Félix Ribas (quien era el
superior jerárquico) la idea de combatirlo, más, para ello, dividen sus fuerzas
(la estrategia parece haberla impuesto Ribas) y Bermúdez marcha sobre Boves con
la esperanza de batirlo antes de su segura reunión con Morales. Tópanse en “Los
Magueyes, posición escogida por el ex pilotín, y luego de un combate duro y
sostenido, Bermúdez en la imposibilidad de romperlo, se ve obligado a retirarse
sin que Boves se anime a abandonar sus líneas para perseguirlo. Como en otras
veces, la falta de entendimiento, las concepciones personales, las pequeñas
ambiciones, hacían olvidar la gran estrategia, la de mediante la unión,
esfuerzo conjunto, y destruir al enemigo salvando con ello a la República.
Curiosa disposición de los dioses o curiosa coincidencia. Reunidos Bermúdez y
Ribas quizás se hubiese evitado Urica, pero
la muerte esperaba en aquel nefasto campo, precisamente a Boves y luego a
Ribas.1
Conocedor
Bermúdez de la fuerza de Boves, ahora aumentada por la de Morales, se opuso con
toda la energía de su carácter a la acción propuesta por Ribas, o sea a la
marcha sobre Boves, para combatirlo donde éste precisamente quería. Quizás de
mal talante, sedimento de otros males, la mayor graduación de Ribas lo obliga a
obedecer. El 5 de diciembre de 1814, se sucede la derrota de Urica.1
Bermúdez
se salva y alcanza a llegar con poca gente a Maturín. En
ésta, realiza prodigios de valor, pero sucumbe al número y de nuevo debe huir.
Llega a Güiria a
principios de 1815 y luego de varios combates pasa a la isla de Margarita donde Juan Bautista Arismendi y otros Jefes,
ante el gran despliegue de las fuerzas expedicionarias del general Pablo Morillo se deciden por la
rendición. Solo Bermúdez, el "disidente", está contra esa decisión y
con unos cuantos adeptos escapa a bordo de la flechera "Golondrina";
para lo cual hubo de cruzar por el propio medio de la escuadra española. Luego
de tocar en algunas Antillas llega a la sitiada Cartagena de Indias, en donde recibe el
mando, confiado hasta el momento al indeciso y acaso en vías de entendimiento
con los realistas, Manuel del Castillo y Rada.1 3
Pocos
asedios en la historia de América y aún en la occidental tan dura y terrible.
Basta leer las memorias de algunos de los oficiales españoles para conocer las
penalidades y sacrificios de los sitiados.
El
general Pablo Morillo, quien ha fracasado en sus intentos de asalto, somete la
ciudad a un cerco de hambre. Convencidos los patriotas de la inutilidad de sus
esfuerzos, ya sin pertrechos y con fuerzas muy disminuidas, deciden abandonar
la defensa. Bermúdez sale de Cartagena y de nuevo burla la vigilancia de la
escuadra española.
Con
las goletas "Constitución" y "Sultana" del corsario Luis Aury busca
el rumbo de Jamaica.
Permanece algunos días en Kingston, de
donde es obligado a salir y se dirige a Los Cayos de San Luis (Haití).
Asiste
entonces a la Asamblea del 7 de febrero de 1816, en la cual Bolívar sostuvo la
necesidad de un desembarco en Venezuela. El Comando Supremo a la pregunta de si
consentía en que el General Bolívar fuese el Jefe de la expedición naval,
Bermúdez contestó negativamente. Pero el sentido común de la mayoría, la
influencia del almirante Luis Brión y
su fidelidad bolivariana, imponen aquella solución. Bermúdez será uno de los
cuatro que discutieron el mando del Libertador. Como se ve en minoría, da su
consentimiento pero a medias. Y muy pronto volverá a la desobediencia, atizado
esta vez por sus ambiciones de mando; en efecto había aspirado al Comando
Supremo. La actitud negativa de Bermúdez, sus vacilaciones e intrigas,
obligaron al Libertador a prescindir de su colaboración; al efecto expidió
orden de no permitir su embarque. Tenaz Bermúdez, fletó una goleta y el 9 de
junio de 1816 salió de Los Cayos rumbo a Margarita a donde llega el día 29 de
ese mismo mes. Arismendi le impide desembarcar, permitiéndole solo carenar y la
busca de víveres.
Sabidos
los sucesos de Carúpano,
Bermúdez sigue a Ocumare de la Costa con el Corsario
"Félix" y ofrece sus servicios a Bolívar quien le contestó por
oficio, y en términos durísimos le recordó su desobediencia.
Las
desgracias de Ocumare empujaron al Libertador a Bonaire de donde va a Güiria.
Bermúdez lo sigue en Güiria, cegado por sus rencores, azuzado por la ambición
de mando y el regionalismo, se une a Mariño para apoyarlo y desconocer de nuevo
la autoridad de Bolívar. ¡Obligado el Libertador a partir, cuando se dirigía el
embarcadero entre los gritos de una chusma hostil (parientes espirituales de
quienes más tarde le negarían todo), Bermúdez tira de la espada para herirlo!
Afortunadamente la intervención de algunos amigos evitó a Venezuela un horrendo
crimen.
Mariño
lo utiliza en sus operaciones y en el año de 1817, cuando Bolívar reclama el
auxilio del Libertador de Oriente, éste marcha en su socorro llevando a
Bermúdez como Jefe Divisionario. Tócale ser el primero en abrirse paso. Un
espontáneo abrazo y las frases sinceras de Bolívar quien entre otras le dijo
"Libertador del Libertador", volvieron a Bermúdez a la obediencia y
hasta al afecto.
Sigue
en todas las operaciones de Oriente, combate en Angostura y en octubre de 1
es nombrado Comandante General de la Provincia de Cumaná. En sus acciones sobre
esta plaza debe señalarse una frase feliz dicha a un curioso compañero. Era
éste un oficial bonapartista de nombre Persat, quien voluntario desde
Angostura, al sufrir los rigores de la campaña y ver el trato dado a los
prisioneros, optó por pedir su baja. Bermúdez le dijo: "ya le había dicho,
que entre las guerras hechas por usted y las de nosotros no existe
relación!". En julio de 1818 actúa sobre Güiria en combinación con Brión,
y la ocupa mediante acciones personales de gran valentía.
Fracasa
en Carúpano y Río Caribe (1818); regresa a Angostura y con el nombramiento de
General en Jefe, recibe el Ejército de Mariño. Marcha sobre Barcelona para
reunirse con Urdaneta; más éste había ya abandonado la ciudad y Bermúdez debe
hacerse fuerte en ella para resistir a Pereira que se le encima. Agotadas las
municiones se retira en orden a pesar de la persecución enemiga y aún más, pasa
al alcance del cañón realista en Cumaná y sigue por Cumanacoa, Aragua de
Maturín hasta Maturín.
Cumple
las órdenes concernientes al armisticio y aprovecha para ir a Angostura, donde recibe las
instrucciones para actuar sobre Caracas. Al decir de su edecán Mejía, cuando
supo que debía entrar en Caracas el 15 de mayo de 1821, dijo: "Juro por la
Patria que el mismo quince estoy en la capital o no existo".
El
momento estelar, para decirlo con la frase de Stefan Zweig,
llega para Bermúdez en la preparación de la batalla de Carabobo.
Bolívar
escribía: "Si usted (el Vice-Presidente) logra atraer sobre el Ejército de
Oriente en Caracas o
en los Valles de Aragua y entretener por algún tiempo alguna división
respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor, porque el
resto del ejército español no puede resistirnos".
Nunca
se dieron instrucciones tan celosa y brillantemente cumplidas. Bermúdez con
unos 1.200 hombres cruza el río Unare el 1º de mayo (el mismo día que rezaba en
sus órdenes), evita las fortificaciones realistas de Tacarigua y enfrenta al
Batallón "Hostalrich" (450 hombres) al mando del brigadier Ramón Correa el 8 en la Boca de
Caño Amarillo. Entra en Caucagua el 11 y el 12 vence a los realistas mandados
por Hernández Monagas y De Bolet, en el sitio de El Rodeo, cercano a Guatire.
(Ver: Batalla de El Rodeo) Apresura la marcha y
entra en Caracas el 14 o sea un día antes del límite fijado. Sigue a La Guaira.
Regresa a Caracas y marcha sobre los Valles de Aragua. El 19 y 20 entre
Laguneta y El Consejo bate al Brigadier Correa y ocupa La Victoria. Conocidas
por el mariscal de campo Miguel de la Torre las operaciones de
Bermúdez y la ocupación de Caracas, primero envía al segundo Batallón de
"Valencey" y luego retrocede, es decir, abandona su plan, hacia
Valencia desde donde envía al general Francisco Tomás Morales sobre Caracas. El
24 de mayo éste, con unos 2.000 hombres combate a Bermúdez en Las Lajas. Escaso
de municiones y en inferioridad numérica se retira y abandona Caracas el 26. Es
seguido por el Brigadier Pereira mientras Morales regresa a marcha forzada
llamado por La Torre. Reforzado Bermúdez, cae sobre el Comandante Lucas
González y lo derrota el 14 de junio. El 19 entra en Petare. El 23 combate a
Pereira en El Calvario y tras sangriento combate huyó hacia Guarenas y
Santa Lucía. Pereira no lo persigue pues está mejor informado que Bermúdez
y Soublette (quien
acompañándolo no ha hecho sino reunir críticas), de lo que puede ocurrir en
Valencia. Sabedor de la victoria patriota en Carabobo se dirige a La Guaira, de
donde busca salir para Puerto Cabello. Entre
tanto, Bolívar llega a Caracas el 28 de junio.
La
misión encomendada fue cumplida a cabalidad y pudo ser así gracias a las
cualidades del Jefe Oriental.
De
Caracas, Bermúdez es enviado a cerrar el sitio de Cumaná. Con actividad
increíble y con riesgos personales enormes, lleva el sitio desde septiembre de
1821 hasta rendirla el 16 de octubre.
Dice
Don Vicente Lecuna en su obra “Crónica razonada de las guerras de Bolívar” “Al
otro extremo del Caribe, con escasos medios, logró
el general Bermúdez,
reducir la plaza fuerte de Cumaná, una de las ciudades de
Colombia de mayores servicios y glorias en la lucha de la independencia. Con marina de la heroica
Margarita dominó la de los españoles y cortó los víveres a la plaza. El audaz comandante Boguier, tomó
al abordaje un esquife y tres goletas de guerra, bajo los fuegos de las baterías. Encerrada la guarnición
a consecuencia de combates encarnizados, Bermúdez pido interceptar
las comunicaciones de la Plaza y el fuerte de la Boca. Rendidos
este y siete flecheras de guerra, el Comandante Caturla entregó la ciudad el 16
de octubre 800 soldados españoles negados a quedarse en el país fueron
trasladados Puerto Rico. Dos días más tarde llegó la escuadra de
Laborde con refuerzos y vituallas. Bermúdez
caballerosamente le permitió fondear en el puerto. Varios
oficiales españoles desembarcaron en visita amistosa. La escuadra
española regresó a Puerto Cabello. La
plaza se habia rendido siete años justos de su ocupación por Boves y de las
horribles matanzas ordenadas por este caudillo bárbaro, de los emigrados de Caracas refugiados en la
ciudad y de gran parte de los patriotas cumaneses
El 18
se presentó una escuadra con Laborde a socorrer la plaza ya en poder de
Bermúdez. Se entrevistó éste con el Jefe español y hasta le ofreció un
banquete. ! ¡Que la regularización de la guerra había rescatado la
caballerosidad!
Bermúdez
durante el sitio había recibido sus despachos de General en Jefe. Justo
reconocimiento de tan valiosos servicios. En 1822 lleva auxilios al Ejército
sitiador de Puerto Cabello y
en 1823 abre operaciones en Río Hacha; por la Goajira llega a los Puertos de Altagracia el
13 de agosto. Su presencia obliga a Morales al cumplimiento inmediato de la
capitulación después de haber sido derrotado en la batalla del Lago de Maracaibo. De
regreso colabora con el general Páez en la toma de Puerto Cabello. En 1826
solicita licencia y se retira a su hacienda de La Soledad en Güiria. En 1828 es
llamado al servicio y derrota a los Monagas en Cumanacoa. En 1830 fue de nuevo
Intendente y Comandante General del Departamento. El decreto de 24 de junio lo
coloca en situación de retiro y el 15 de diciembre de 1831 muere víctima de un
pistoletazo que le disparara un joven Berrizbeitia.
Quien
había desafiado con el coraje más firme todos los plomos enemigos de la Patria
debía morir a manos de un coterráneo y por causas todavía discutibles.
Si
jefe es quien está a la cabeza, quien da ejemplo de sacrificio, valor y
tenacidad, Bermúdez es sin duda uno de los grandes jefes de su tiempo.
El
parroquialismo de la época, su complexión sanguínea, una cierta supervaloración
de su yo, su instrucción mediana, lo hicieron en muchas ocasiones reñir con sus
iguales, negar obediencia a quien le era superior, desconocer los peligros a
que su actitud, contraria a la unidad y al principio de masa exponía a la
República. Solo sabía que la guerra era violencia y en ella la moderación cosa
culpable…
Su
crueldad solo mitigaba por lo largo de la guerra, puede meterse, en parte, con
los factores que lo empujaban a la desobediencia. Debemos apuntar el deseo de
vengar la muerte de su hermano como causal de robustecimiento de esos factores.
Recordemos que Bernardo Bermúdez estuvo preso cuatro meses antes de sufrir la
muerte.1
De
todas sus acciones, sin duda alguna, aquella que afirma en sus hombros, delante
de sus contemporáneos y para la historia, las insignias del generalato, es la
conducción de la operación sobre Caracas, llamada Diversión de Bermúdez. Ella
solo basta para su gloria y ella conducida como solo él podía hacerlo,
contribuye en la medida prevista por Bolívar al triunfo de Carabobo.3
Referencias
↑ Pérez
Tenreiro, Tomas. (1968): Los Generales en jefe de la independencia (rasgos
biográficos). Ministerio de la Defensa. Caracas.
Volver arriba↑ Romero Martínez,
Vinicio. (1987): Mis mejores amigos. 110 biografías de venezolanos ilustres.
Editorial Larense, C.A. Caracas. 188p. ISBN 980-211-120-1
2 Hernández
Caballero, Serafín (Editor). 1998: Gran Enciclopedia de Venezuela. Editorial
Globe, C.A. Caracas. 10 volúmenes. ISBN 980-6427-00-9 ISBN 980-6427-10-6
Saludos... Soy descendientes del General Bermúdez, quisiera ponerme en comunicación con usted... Saludos..
ResponderEliminarMuy bueno su artículo. He estado buscando si la esposa de Francisco Tomás Morales, Josefa Bermúdez tenía algún parentesco con el prócer. Josefa Bermúdez vivía en Barcelona (Venezuela). La madre del prócer era Josefa. ¿Sería la hermana?
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