RAMÓN BADARACCO
AN0TACIONES A LA CRONOLOGÍA DEL ESTADO SUCRE DE
PEDRO ELIAS MARCANO.
TOMO II
Cumaná 2014.
Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma: Ramón Badaracco
Título original: AN0TACIONES A LA CRONOLOGÍA DEL ESTADO SUCRE DE PEDRO ELIAS MARCANO.
TOMO II
Nombre
del Autor
Tulio
Ramón Badaracco Rivero
Título de
la Obra: Anotaciones
a la
Cronología del Estado Sucre
De Pedro
Elías Marcano.
SEGUNDO
TOMO
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
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Puede ser difundido y reproducido libremente
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.
27 de
abril de 1810.
EL PRIMER CONSEJO
LEGISLATIVO DE CUMANÁ
Constituido el 15 de mayo de 1811, día
en que se instaló la Asamblea Legislativa, formada por: Representantes de
Cumaná, que fueron: Don Andrés Padilla Morón, Don Domingo de Vallenilla, Dr.
José María Vargas y Pbro. Diego Botino. Por Aragua de Maturín, vino Don Martín
Coronado; por San José de Austria de Cariaco, Don Francisco Javier de Alcalá;
por Carúpano, Don Manuel Marcano; Por Río Caribe, Don José Rauseo y por Guiria,
Don Casimiro Isaba Sucre.
Dice Francisco Javier
Yánez, en su obra sobre la Independencia de la provincia de Cumaná, que en la
segunda quincena de abril de 1810, llegaron a esta capital, los españoles Don Francisco de Paula Moreno y
Don José Antonio Illas y Ferrer, comerciantes y diputados ambos de la Junta de
Caracas, con propuestas e instrucciones
para poner a Cumaná en el mismo orden en
que se hallaba la capital de Venezuela.
Don Francisco de Illas, Alcalde 2º de Cumaná, hermano de don José
Antonio Illas, el 26 de abril se puso de acuerdo con don Miguel Correa,
español, teniente del Rey, y con el
oficial de infantería Carlos Winet, inglés, en la madrugada del 26, facilitó la misión de estos caballeros; y en
el mismo mes de abril se apoderaron del Castillo de San Antonio, la fuerza más importante con que contaba el gobierno español en
Cumaná, y la pusieron bajo el mando del Coronel Don Vicente de Sucre y García
Urbaneja, que viene a ser el guía de la revolución. Luego, al amanecer, se intimó la
rendición del Gobernador y Alcalde de Primera, don Eusebio Escudero;
que fue invitado e intimado a presentarse al Ayuntamiento esa misma
mañana; era un hombre apático, estúpido
y cobarde, que se negó a participar en tan importante acontecimiento; y lo
sustituyó don José Joaquín Maroto, hombre déspota y ordinario, el cual
respondió con arrogancia y desprecio, a cuanto se le preguntó o se le
informó, por las autoridades electas;
pero mucho antes resultaba ya antipático, por muchas ocurrencias en las cuales
participó en la sociedad cumanesa; por lo cual
se había granjeado el desprecio de todo su pueblo.
El capitán General don Eusebio Escudero, ante los hechos no tuvo opción,
convino con los comisionados que fueron a su residencia a participarle las
decisiones del Ayuntamiento, en todo lo que se le ofreció; y a esos
comisionados entregó, tácitamente, el mando del Cabildo; diciéndoles con
amargura que: “Lo único que deseaba era salir de Cumaná”. Procedimiento parecido al de Emparan en Caracas, cuando dijo: “Yo tampoco quiero
mando”. Con este gesto, también entregó Escudero el poder de la provincia al
Ayuntamiento de Cumaná.
Ante este Cabildo público, ampliado y
Abierto –con la participación masiva del pueblo de Cumaná, convocado
para la plaza del Ayuntamiento, porque
escuchó el llamado, desde las primeras horas de la mañana, el toque de
zafarrancho desde las almenas del fuerte de San Antonio de la Eminencia; y
reunido masivamente frente a la Catedral en construcción, más bien en ruinas
después de varios terremotos, en aquella espaciosa plaza que abandonó el río; y
allí se escuchó la voz vibrante del heraldo, Dr. Francisco Javier Mayz, al
frente del Ayuntamiento, que leyó el oficio de Caracas, y el Acta de la Junta
Suprema de Venezuela, sometiéndolo a la consideración de la Asamblea Popular, y
se escucharon los vítores, aclamaciones y vivas a la libertad, que la mayoría de los concurrentes aprobaron y correaron
delirantes: y también pudieron ver a José Francisco “Pueblo” enardecido, frente a una porción de ardientes partidarios
de la Independencia absoluta, que exigían Independencia… porque no todos
estaban decididos, pero se vieron urgidos a prestar juramento de fidelidad y obediencia a la proclamación
de Caracas, y al Cuerpo Capitular Cumanés, aunque persistía en muchos el
sentido de obediencia al Rey; que no aceptaban continuar prestando su
aprobación a la parte in fine de aquel pronunciamiento; aunque todos aspiraban
la independencia, pese a todo, aprobó la mayoría. O sea, los que representaban a la monarquía y
al Rey Fernando VII, y su legítima
sucesión… los sagrados principios en los cuales nacieron, de la religión
católica y el Rey, formaron la mayoría, y el documento hipócritamente terminaba
con las mismas palabras que aborrecían: “para continuar lo conveniente al nuevo
gobierno, la tranquilidad pública y demás providencias que debían acordarse”.
Firmaron, declarando su adhesión a Fernando VII, los obligados y los presentes, el Acta levanta a tal fin.
Terminada la sesión, el
pueblo no abandonó el Ayuntamiento, sino que liderado por José Francisco
Pueblo, permaneció beligerante, vigilante y activo, exigiendo la profundización
de las medidas y un nuevo gobierno; por lo cual se procedió a nombrar al
Brigadier Juan Manuel de Cajigal, ex gobernador de la Provincia, con el
altísimo grado de Mariscal, para que ilustrase
con sus superiores conocimientos y por su jerarquía, en cuanto fuese conforme a las leyes, al orden,
gobierno y fuerzas armadas;
también se procedió al nombramiento de los diputados en representación de las
clases sociales y de los gremios.
Pese a ello, como todos
eran patriotas decididos, procedieron a los nombramientos: se hicieron por
aclamación. El pueblo imponía su voluntad. Bermúdez, trasmutado en un José
Félix Rivas, que lideró al pueblo de Caracas, llevaba la voz cantante, proponía
con recia e inteligible voz: “El pueblo pide...” y el pueblo lo acompañaba con
vítores y decidida adhesión, y el Ayuntamiento acataba, porque reconocía los
méritos de los nombres propuestos. De allí le vino el nombre de José Francisco
Pueblo, con el que lo reconoce nuestra historia particular.
La Junta quedó
constituida así: Don Francisco Javier Mayz,
Presidente y Alcalde de Primer voto; Don Francisco Illas y Ferrer, Vicepresidente y Alcalde de Segundo voto; Don
José Ramírez Guerra, Alférez Real; Don Gerónimo Martínez, Alcalde Mayor
Provincial; Don Francisco Sánchez, Alguacil Mayor; Don José Jesús de Alcalá,
Síndico Procurador General; Don Manuel Millán,
Fiel Ejecutor; Don Domingo Mayz de Brito, Alcalde de la Santa Hermandad;
Don Juan Manuel Cajigal, Comandante General de Armas; Don Andrés Callejón, Diputado del Clero y Estado Eclesiástico; Dr. Don Mariano de La
Cova, Diputado del Pueblo; Don Manuel de Tejada, Diputado del Comercio; Dr.,
Don Juan Bermúdez de Castro, Diputado
del Gremio de Labradores; Don Pedro Mejía,
Diputado de Pardos; Capitán Juan
José Flores, Diputado del Cuerpo de
Veteranos y Milicias Blancas.
Terminada la sesión de
elecciones, el pueblo pidió el castigo del ciudadano don José Joaquín Maroto,
que suplía el cargo de Gobernador y que había despreciado la voluntad popular y
la justicia, cuya moción fue aprobada
por el Ayuntamiento, y se tomó la decisión provisional de separarlo de su cargo;
esta decisión fue protestada enérgicamente por voceros del pueblo, que
intentaron lincharlo, pero Don Francisco Javier Mayz, para salvarle la
vida, ordenó la reducción a prisión del
inculpado, en el fuerte de San Antonio de La Eminencia, a donde fue
llevado, sustituyéndolo en el cargo el patriota Dr. Juan Martínez Alemán.
De todos estos actos se
informó nuevamente al Gobernador don Eusebio de Escudero, el cual, como hemos
dicho, desde el día 26 habia manifestado públicamente que estaba dispuesto a
renunciar, y que solo pedía que lo dejaran abandonar la ciudad. Bien sabía el
Gobernador que el pueblo no lo quería.
El día 27 reiteró sus deseos de partir, solicitó una embarcación para él
y su familia, por lo cual el Cabildo aceptó la renuncia y acordó proveer al
Gobernador don Eusebio Escudero, lo solicitado, y así se hizo, asumiendo el
Cabildo el gobierno provisorio de la Provincia. Todo lo cual consta en el Acta
que se conserva, levantada al efecto, firmada por el Gobernador don Eusebio
Escudero y el Secretario Don José Ramírez de Arellano, también ex Capitán
General de la Provincia.
VOLVAMOS A LAS ANOTACIONES
1810.- Barcelona que
pertenecía a la Provincia de Nueva Andalucía, aprovechándose del movimiento
revolucionario del 19 de abril, se declara en provincia separada constituyéndose
desde entonces la de Cumaná, cuya Junta Suprema de Gobierno reconociendo a la
de Caracas se establece el 27 de abril de 1810.
Notas.- Los sucesos de Caracas del 19 de Abril, repercuten en
Cumaná, que reúne el Ayuntamiento, y destituyen al Capitán General, Coronel Eusebio Escudero.
En la segunda quincena de
abril de 1810, llegaron a Cumaná los españoles Don Francisco de Paula Moreno y
Don José Antonio Illas y Ferrer, comerciante y diputados ambos de la Junta de
Caracas. Con propuestas y las instrucciones
para poner a Cumaná en el mismo orden en
que se hallaba la capital de Venezuela.
Don Francisco de Illas,
Alcalde 2º de Cumaná, el 26 de abril se puso de acuerdo con don Miguel Correa,
español, teniente del Rey, y con el
oficial de infantería Carlos Winet, inglés,
y en la madrugada del 26 de abril se apoderaron del Castillo de San
Antonio, única fuerza con que contaba el gobierno español en Cumaná. Al
amanecer se intimó la rendición del
gobernador don Eusebio Escudero, que al
parecer era un hombre estúpido y cobarde. Ante los hechos no tuvo opción,
convino en todo lo que se le ofreció, y entregó el mando al Cabildo.
Al otro día, 27, se reunió
el Cabildo a las 9 de la mañana, en su
sede que estaba ubicada donde hoy funcional la escuela Santa Teresa, frente a
la plaza Andrés Eloy Blanco, para conocer los documentos que presentaron Illas
y Moreno, enviados por la Suprema Junta
de Gobierno de Venezuela. Impuesto el
Cabildo del contenido de los documentos, se convocó a Cabildo Abierto, al cual fueron llamados el Gobernador y las
demás autoridades de la provincia de Nueva Andalucía.
Ante este Cabildo Abierto
–con la participación masiva del pueblo de Cumaná- se leyó el oficio del
Ayuntamiento de Caracas, y el Acta de la
Junta Suprema de Venezuela, y todos los concurrentes lo aprobaron y prestaron
juramento de fidelidad y obediencia al
Cuerpo Capitular, que representaba al Rey Fernando VII, su legítima sucesión y los sagrados principios de la religión
católica; y así mismo “para continuar lo conveniente al
nuevo gobierno, la tranquilidad pública y demás providencias que debían
acordarse”. Firmaron los obligados
y los presentes, el Acta levanta a tal fin.
Se constituyó una Junta de
Gobierno que la presidió Don Francisco Javier Maiz. Formaron parte de esa junta
don Francisco de Illas, Don José Ramírez, don Jerónimo Martínez, Don José Jesús
de Alcalá, Don Manuel Millán, Don Domingo Maiz, don José de Santos, Don Gabriel de Alcalá y Dr. José Grau.
1810.- El Consejo de Regencia de España, irritado
de un modo indecible, declaró insurgentes y rebeldes a los venezolanos y mandó
que fuesen bloqueados los puertos de Venezuela, encargando de esta operación,
por orden que expidió el 11 de agosto de 1810, al Comisionado don Antonio de
Cortabarría. 1810.
Nota. – La Regencia , destaca al
Brigadier Antonio Ignacio de Cortabarría, con poderes absolutos para pacificar
a Venezuela. Cortabarría tomó contacto con los españoles en Cumaná, y lograron,
el 5 de marzo, que la colonia Catalana, la más poderosa y numerosa de la
ciudad, bajo el mando del Coronel Don Lorenzo Fernández de La Hoz , tomar el Castillo de San
Antonio, sede de la guarnición de la ciudad, poderosa unidad militar armada con
12 cañones de calibre 12 y 18.
Descubierta la conspiración en la misma noche, las autoridades reunieron
dos batallones y el cuerpo de veteranos bajo el mando de Don Vicente de Sucre,
y se dio aviso a la población. A las tres de la mañana, no pudiendo resistirse
al poder del pueblo y de las autoridades revolucionarias, los facciosos se
rindieron. Fue un gran triunfo del pueblo de Cumaná. En el conflicto se destacó el español Don
Juan de Otero, que intimó la rendición, la que se pactó a las 10 de la mañana del día 6, al observar los
facciosos que el pueblo ni la guarnición militar, los respaldaría; lo que se
llamó la Rebelión
de los Catalanes terminó sin pena ni gloria; se rindieron y entregaron a la
clemencia del Ayuntamiento, que se les dispenso el 27 de abril. La conspiración se atribuyó a un platero de
la ciudad, el español Don Salvador de Hoyo, el cual venia conspirando y
reuniéndose en la casa del acaudalado comerciante Don Juan Bautista Montserrat.
Los dos conspiradores fueron enviados presos a La Guaira y se confiscaron sus
bienes.
Cortabarría
envió a Cumaná, bajo el mando del
Comandante Arias Reina, acompañado del gobernador de Margarita Don Joaquín de Puelles, la fragata “Cornelio”, un bergantín y dos goletas fuertemente
armadas con suficientes tropas para bloquear el puerto de Cumaná. Estas fuerzas se dedicaron durante 20 días a
causar el mayor daño posible, sin embargo se retiraron por no haber podido
desembarcar y tomar la ciudad, cuál era su propósito.
Don Vicente de Sucre, Jefe de las fuerzas
armadas en Cumaná, rechaza la intimación de Cortabarría en términos que no
dejan dudas; se conserva la vigorosa respuesta que dio a Don Joaquín de
Puelles, que la procuraba… Trascribimos:
“Si Ud.
Tiene fuerzas para reducirnos a cenizas, si respeta la inocencia de los inculpados como dice ¿a qué fin dirigir
sus hostilidades contra los viajeros pobres y desprevenidos, que no tiene más
culpa que ser libres, que se mantienen de su trabajo personal en el seno de la
virtud, con un eterno horror a los piratas? No: deje Ud., a estos infelices;
venga a buscar a los que llama criminales, porque ilustramos su ignorancia y
protegemos sus justicias; aquí estamos en nuestras playas: desembarque Ud. con
su cuadrilla; ataque nuestras columnas, derrame la sangre de los que llama
rebeldes…las acciones decidirán en su resultado cuál es la causa justa; donde
está el valor, y donde el oprobio de la cobardía. Como solo la perfidia puede
imputar a delito el uso sagrado de nuestros derechos, debo renunciar por mí, y
a nombre de todo este pueblo, el generoso indulto con que Ud. nos brinda, porque es una ignominia de la inocencia
solicitar perdones que no debe buscar sino el profanador de las leyes, y de las
exenciones que ha dejado la naturaleza por patrimonio al hombre en cualquier
estado. Esto es lo que el pueblo me ha inspirado contestar a Ud. Y lo que ejecuto como un deber de mi cargo.
Cumaná, 17 de julio de 1811. Vicente Sucre”. (20) El Mariscal tenía de quien
heredar.
1811.- De las elecciones practicadas, en noviembre para miembros del
Primer Congreso de Venezuela que se instaló el 2 de marzo de 1811, declaró la
independencia el 5 de julio y clausuró sus sesiones el 21 de diciembre del
mismo año, la provincia de Cumaná nombró representantes suyos ante aquel
soberano cuerpo a los señores Coronel Don Francisco Javier Mayz, Don José
Gabriel de Alcalá, Dr. Don Mariano de la Cova y Licenciado Juan Bermúdez de
Castro. 1811.
Nota.- En el Consectario de la Ciudad de Cumaná, hay
una nota que dice: El Coronel Francisco Javier Mayz, nació en 1766 se casó en 1797 con doña Ana Jacinta Mejía y
Márquez, hija de don Luis Fernando Mejía y doña Juna Petronila Márquez
Vallenilla. Procrearon dos hijas María
del Rosario que se casó con su primo hermano Juan Crisóstomo Bermúdez Mayz y
Juana Jacinta que casó con Pedro Lucas
Mayz Alcalá ambas dejaron sucesión.
El coronel Francisco Javier Mayz fue lo más parecido a un héroe de la
mitología griega, aquí prestó servicio
militar, recibió los arreos de subteniente y sirvió bajo las órdenes del
Imperio Español en Cumaná, hasta que alcanzó el grado de Coronel del Ejército
Real.
Al iniciarse el
movimiento emancipador, su estatura política se impone, y ocupa la primera
posición, la Presidencia de la Juna
Suprema de Gobierno, electo con la aprobación del pueblo como tenía que
suceder, por su capacidad y comprensión
del histórico movimiento. Tuvo
el control de la acción, fue el
inspirador, el responsable y el que tomaba las decisiones. Su personalidad y sus conocimientos se
imponían con facilidad porque todo mundo lo acataba. Por todo ello
fue Presidente de la Junta Suprema de
Gobierno establecida en Cumaná en 1810, y después la representó como
Diputado en Caracas y alcanzo la
dignidad de Presidente de la naciente República en 1812.
1811.- Los días cinco y seis de marzo de este año, los catalanes, facción mayoritaria en la
Cumaná de esa época, capitaneados por don Salvador del Hoyo, mal avenidos con
el movimiento Independendentista que se desarrollaba en el país, en una acción
inesperada y muy bien planificada, se apoderaron del Castillo de San Antonio en
Cumaná, donde operaba la única fuerza de la capital de la provincia, durante la
noche del 5 de marzo; pero, inmediatamente fueron derrotados en el mismo fuerte
por los patriotas al mando del Jefe militar de la plaza Coronel don Vicente de Sucre
y García, quedando prisioneros muchos de aquellos.
1811.- Se instala el Poder Supremo Legislativo de la Provincia,
compuesto de los señores Pbros. Don Andrés Padilla Morón, y Don Domingo
Vallenilla; y Dr. José María Vargas, y Pbro. Diego Botino; Diputados por el
Partido Capitular de Cumaná, Don Diego de Vallenilla por el de Cumanacoa, Don
Martín Coronado por la Villa de Aragua; Don Francisco Javier de Alcalá por la
ciudad de Cariaco; Don Manuel Marcano por la de Carúpano; Don José Rauseo por
la de Río Caribe; y Don Casimiro Isaba por la Villa de Guiria, sirviendo de Secretario el Licenciado José
Manuel Graü, el 15 de mayo de 1811.
1811.- El Coronel Don José Fernández de La Hoz,
defensor de la causa realista, invade con la Escuadra de su mando las costas de
Cumaná, en las cuales permanece veintidós días destruyendo los botes que
comerciaban con la ciudad, el 3 de julio de 1811.
1811.- Cumaná se pronuncia por la Independencia que
había declarado el Congreso de la República, el 5 de julio de 1811.
1812.- La Escuadra sutil republicana a las órdenes
del coronel Don Manuel Villapol, zarpa del puerto de Cumaná para someter, en
combinación con los coroneles Francisco González Moreno y Francisco Zolá, a los
pueblos del Orinoco el 12 de enero de 1812, y son derrotados en Sorondo. 1812.
Nota.- ¡Sorondo!... Su solo nombre significaba
“desastre”. No han logrado los que han tocado este tema,
contar lo que significó para Cumaná la derrota de Sorondo.
El General en Jefe Don Vicente Sucre y García, jefe
del gobierno revolucionario de la Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, envió
una flota con una fuerza de 1.100 hombres al mando del
Capitán Manuel de Villapol, a someter la provincia de Guayana, levantada contra
la República. La flota remontó el Orinoco con 32
embarcaciones, ante la cual, los guayaneses leales a la Corona se
retiraron al puerto de Angostura. tras haber perdido una goleta.
Veamos como lo cuenta el
Dr. Bartolomé Tavera Acosta, en su obra Historia de Carúpano: “Al efecto
organízanse tres cuerpos expedicionarios que marcharon en combinación, a las
órdenes, respectivamente de los coroneles Francisco González Moreno, José
Antonio Freites de Guevara, a quien acompañaba su hijo Pedro María, y Manuel
Villapol. El primero a operar sobre Moitaco por el Pao y Santa Cruz, el segundo
por Soledad sobre Angostura, y el último sobre Barrancas para atacar las fortalezas
de Guayana la Vieja, que son los tres únicos puntos que tenían guarnecidos y
fortificados los guayaneses. Todos tres llegan a sus destinos a mediados de
1811.
La división de Villapol se
compone de seiscientos cumaneses, carupaneros y margariteños.. Entre los
cumaneses marchan el Comandante de ingenieros José Francisco Azcue, el
Comandante de artillería Ignacio Certad, los oficiales Carlos Winet, Miguel
Correa, Rafael de Mayz Luis de Vallenilla, que es el primer ayudante de
Villapol, Pedro, Vicente y Francisco Sánchez, Quintín Vallenilla, Manuel
Coronado, Pedro Guevara, José de Cásares, Domingo Jiménez y otros jóvenes
distinguidos: entre los de Carúpano: José Nicolás Salazar Navarro, de 63 años,
Braulio Guerra, Jacinto y Joaquín Goitia, Benito López, Juan Bautista Peña,
Juan del Campo, Nicolás González, Celestino Acosta, Juan Antonio Núñez y
algunos más.
Freites llega a las riberas
del Orinoco (Soledad) antes que los otros. Allí le ataca el coronel Lorenzo
Fernández de La Hoz. Comandante Militar de Angostura, y lo rechaza el 5 de
setiembre. Freites retrocede y se incorpora en el Pao a González Moreno.
Villapol, al tener conocimiento del fracaso de la expedición del centro, se
retira de Barrancas a Tabasca. El Poder Ejecutivo que funciona en Caracas, para
dar unidad a la dirección de la Campaña, nombra en 7 de octubre a González
Moreno, General en Jefe Supremo expedicionario.
González Moreno, en el Pao se refuerza con nuevos
contingentes de tropas cumanesas, que le trae el coronel Francisco Solá quien
había marchado desde el Manzanares a principios de setiembre, y juntos
emprenden la invasión del territorio guayanés. Freites de Guevara, enfermo,
regresa a Barcelona.
González Moreno y Solá atraviesan el Orinoco,
invaden en enero de 1812 y llegan hasta las inmediaciones de Angostura.
Mientras tanto, Villapol, apoyado por la escuadrilla patriota al mando de sus
comandantes, Felipe Esteves y Juan bautista Videau, y por un cuerpo auxiliar
venido con el coronel Juan Bautista Arismendi, el capitán Vicente González y el
oficial Santiago Mariño, establece de nuevo su Cuartel General en Barrancas.
Margarita concurría por segunda vez con sus buques y sus hijos al sometimiento
de la provincia guayanesa en acatamiento de las insinuaciones del Ejecutivo de
Caracas.
Los de Angostura se hallan preparados para
rechazarlos. El Coronel Matías Farrera se sitúa en Borbón, en espera del ataque
del general González Moreno. El Sargento Mayor José de Chastre baja el Orinoco
con una flotilla en auxilio de la guarnición de los Castillos de Guayana la
Vieja. El Gobernador Doctor Farrera queda en la plaza con corta guarnición pero
resuelto a no dejarse quitar la ciudad. Desbaratado como resulto el cuerpo que
operó por Soledad, los realistas concentran su atención sobre los que pretenden
llegar por el Este, y por el Occidente de la capital Guayanesa.
La escuadrilla patriota sale de Barrancas,
aumentada con varios esquifes organizados por Villapol, y se viene sobre los
Castillos; pero antes de llegar a ellos ya Chastre había salido a esperarla,
situándose en Sorondo. Allí se encuentran El 26 de marzo, La de los patriotas
ataca briosamente. La de los realistas se defiende con valor y con pericia y tras rudos choques, sangrientos abordajes y
gallardos episodios múltiples, al empezar a declinar el sol, queda vencida,
dispersos unos y apresada la florilla republicana, y, centenares de prisioneros
en poder del jefe realista el Sargento Mayor Don José de Chastre.
-Ángel Grisanti dice, al referirse a Don Vicente de
Sucre y García Urbaneja, al cual me he dado a la tarea de reconocer y honrar
como Padre de la Emancipación de la Provincia de Cumaná o Nueva Andalucía: “A
mediados de julio de 1812, quizá el 15, fue nombrado por el Ayuntamiento,
General en Jefe del Ejército de Cumaná, destinado a someter al Partido
Capitular de Barcelona”- Pág. 35 de su
obra “Sucre”.
1812.- Congregados
en el Convento de Predicadores de Cumaná la Municipalidad, el Cuerpo Electoral
del Partido Capitular, varios sujetos de instrucción y padres de familia
después de rever, discutir y sancionar la Constitución Federal formada por el
primer congreso de Venezuela, la juraron cumplir el 9 de marzo de 1812.
Nota.- 1) Los Dominicos llamados “Predicadores”, se establecieron en el
suelo cumanés, con fray Pedro de Córdoba al frente, en 1513, en esos tiempos
iniciaron su trabajo evangélico y de construcción de un templo y un monasterio,
que perduraron por siglos; para esta fecha y tal acontecimiento, que
comentamos, su convento estaba en lo que hoy es la Plaza Pichincha. En una nota
de Ramos Martínez ‘(Ob.cit) dice: “Ya existía este convento para 1624 -o sea,
antes de la destrucción de la Nueva Córdoba-1654- cuando se mudaron para este
nuevo monasterio, entonces mantenían los dos monasterios con 11 frailes, que
prestaban un servicio inapreciable a nuestro pueblo. En 1838 fue restaurado el
templo para trasladar la Iglesia Matriz, pero fue efímero el esfuerzo, ya que
todo fue destruido por el terremoto de 1853.
2) En esta asamblea de notables, están presente los miembros de la Junta Suprema de Gobierno: Coronel Don Vicente Sucre
y García, Pbro. Don Diego Gaspar Botino y Salaverría y Don José Miguel de
Alcalá.
Los miembros del Poder Supremo Legislativo fueron: los Pbros.
Andrés Padilla Morón, y Domingo Vallenilla; y Dr. José María Vargas, y Pbro.
Diego Botino.
Los miembros del cabildo fueron: Francisco Javier Mayz, Francisco Illas
y Ferrer, José Ramírez Guerra, Jerónimo Martínez, Francisco Sánchez, José Jesús
Alcalá, Manuel Millán, Domingo Mayz Brito, Juan Manuel Cajigal, Andrés
Callejón, Mariano de La Cova, Juan Manuel de Tejada, Juan Bermúdez de Castro,
Pedro Mejía y Juan José Flores.
El cuerpo electoral del partido Capitular fueron: Diego Vallenilla,
Martín Coronado, Francisco Javier Alcalá, Manuel Marcano, José Rauseo, Casimiro
Isaba, y José Manuel Grau.
1812.- El patriota Don José Rivas introduce la
primera imprenta y funda un periódico. 1812.
Nota.- Manuel José de Rivas, aparece como
fundador y redactor del primer periódico de Cumaná, “El Patriota Venezolano”.
Es un hecho histórico comprobado, que la
imprenta fue introducida en Venezuela, sin incluir Trinidad, el año 1808, y la
primera publicación producida, en lo que el periodismo se refiere, fue la
“Gaceta de Caracas”, de la cual tengo una colección facsimilar y debemos
agregar, que dé las investigaciones de Héctor García Chuecos, sabemos que Don
Andrés Bello, la mente más brillante de América, alumno del maestro cumanés Fr.
Cristóbal de Quesada, fue su primer redactor.
Esta Imprenta vino desde la Isla de Trinidad,
adquirida por Don Mateo Gallagher, asociado con Don Diego Lamb, y fue
trasladada al Puerto de La Guaira, en el navío norteamericano “Fénix”.
La Gaceta de Caracas, se ha convertido en la
Biblia de los historiadores de la revolución venezolana. En ella se pueden
definir los siguientes períodos: Desde su aparición, o sea, desde 1810, es el
órgano de la Capitanía General de Venezuela; desde el 19 de abril de 1810 hasta
el 5 de Julio del mismo año, representa a la Junta Conservadora de los Derechos
de Fernando VII; a partir del 5 de Julio, a la revolución nacionalista hasta
1812; entre el 12 y el 13, ferviente; entre el 13 y 14, pasa al comando del
Libertador Simón Bolívar; del 14 hasta el 21; vuelve a ser realista, y del 21
hasta su desaparición, fue órgano fundamental de la Gran Colombia.
En este taller también se imprimió “El
Patriota Venezolano”, “El Semanario de Caracas”, y “El Publicista”.
Después de esta introducción sobre el inicio
del periodismo en Venezuela, es bueno decir, que la segunda imprenta, de que se
tiene noticia, vino a Cumaná, adquirida por Manuel José de Rivas, el año de
1810, y en ella se imprimió nuestro primer periódico, que también se llamó “El
Patriota Venezolano”, de este periódico se conserva un ejemplar, que conocemos
gracias a la investigación del Dr. Pedro Grases. Archivado en el “Public
Office” de Londres.
De esta imprenta conocemos su Historia,
publicada, por Miguel Ángel Mudarra, Ignacio Rodríguez Mejías y Don Alberto
Sanabria, y es importante, por cuanto de aquella imprenta aún puede existir
algún equipo en servicio. Sus propietarios fueron sucesivamente: Don Manuel
Escalante, Don Pedro Cova, Don Andrés López, Don Miguel Sibila, Don Pedro
Calante, Don Pedro Ezequiel Rojas, Don Juan Milá, Domingo Antonio Martínez,
Félix Serra Ruiz, Ángel Félix Serra, y Marco Tulio Badaracco. La Imprenta de
Don Juan José Acuña, fue adquirida primero por la Sociedad de la Santa Cruz de
la Unión. La época de los grandes talleres en los cuales se imprimen los
diarios modernos, comienzan con Ramón Yánez, y lo siguen Marcos López Inserny y
Luis Marcano Barrios; quienes aún continúan dando guerra.
Esta era la historia de los orígenes de
nuestro periodismo hasta que se supo que existía un periódico más antiguo que
los de Caracas, “El Correo de la Trinidad Española” descubierto en el Archivo
General de Indias que se editaba en
Puerto España, en 1789, cuando esta isla pertenecía a Venezuela. Este dato lo
hemos tomado de la obra del historiador Ildefonso Leal, Titulada Nuevas
Crónicas de Historia de Venezuela, pag.230.
1812.- Para la mejor administración de los diversos estudios que se
cursaban en Cumaná el Concejo Municipal reunió en un solo local todas las
clases y el Poder Legislativo constituyó con ellas una Universidad para lo cual
se congregaron los señores: Pbros. Doctores Pedro Coronado, Don Pedro Level
Alén, Don Diego Antonio Alcalá Mayz, Don José Lorenzo Rendón, y Don José
Martínez de Gordon; doctores Don José Gervasio Rodríguez de Astorga, Don Andrés
Level de Goda, Don Juan Martínez Alemán, Don Mariano de La Cova y Don Ignacio
Rendón; Pbro. Don Martín de La Cova, Licenciado Don José Joaquín Coronado, Don
Pedro Márquez de Valenzuela, Don Felipe Sánchez, Don Antonio Sotillo Verde, Don
Ramón Sánchez, Don Vicente Andrés Sánchez, Don Joaquín Suárez, Don Alonso
Bruzual, Don Antonio José Betancourt y Don José Manuel Grau. Formaron el
Claustro los doctores Mariano de La Cova, Juan Martínez Alemán, Pedro Level
Alén, Rafael Avalos, Pbros. Martín de La Cova, Fray Tomás Garmendia y los licenciados:
José Justo Betancourt, Pbro. Andrés Antonio Callejón, Vicente Andrés Sánchez y
José Manuel Grau. Resultando electos: para Rector el Dr. Juan Martínez Alemán.
para Carcelario Fray Tomás Garmendia y para secretario el licenciado José
Manuel Grau. Dicha Universidad erigida el 11 de mayo de 1812, desapareció poco
después con motivo de la guerra.
Nota. A esa generación de maestros le debe la
ciudad de Cumaná, su fama de tener un magisterio inigualable en toda América.
En esa lista faltan los nombres de Don Juan Crisóstomo Bermúdez de Castro, Blas
de Rivera, María Alcalá de La Guerra, y el formidable Fray Cristóbal de
Quesada. Sus nombres deben ser estampados en bronce a las puertas del Rectorado
de la Universidad de Oriente, para que
se sepa.
1812. Una expedición de 18 buques comandada por el Coronel Don Vicente
Sucre zarpa de Cumaná para someter a los que en la provincia de Barcelona se
habían rebelado contra el nuevo Gobierno y desembarca en Píritu; pero hubo de
regresar bien pronto en fuerza de la Capitulación que celebraron en Valencia
Miranda y Monteverde el 25 de julio de 1812.
Notas.- 1) Don Vicente de Sucre y García, fue
nombrado por el Ayuntamiento revolucionario de Cumaná “General en Jefe” de esa
expedición. La historia debe reconocerle ese grado y además, entre otros
honres, debe considerársele “Padre de la Emancipación de la Provincia de Cumaná
o Nueva Andalucía, porque sin su fortaleza, su decisión, su heroísmo y sacrificio, no se hubiese consolidado el
movimiento emancipador de esta provincia.
2) Antes del
movimiento emancipador Don Vicente, además de ser Jefe de la Fuerza Real,
participó en política, en su casa se ruñían los principales jefes de familia,
jefes militares, políticos y
revolucionarios, era factor de consulta y acatamiento porque además de ser
Comandante de las fuerzas regulares, también fue Regidor y Alcalde Ordinario
del Ayuntamiento de Cumaná en 1799 y 1800, lo que da una idea de sus cualidades
civiles.
Cuando Cumaná entra
en el movimiento emancipador, ocupa la primera línea, siendo el Comandante del
Cuerpo de Nobles Húsares de Fernando VII, le correspondió liderar y proteger,
el movimiento iniciado por la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810,
y lo hizo con entrega total, con conciencia de Patria, a la cual brindó todo su
coraje y todo lo que tenía, aquel grande hombre.
3) Figuró luego
como miembro principal del poder ejecutivo de Cumaná. En efecto, en las elecciones del 14 de mayo de 1812 fue electo
por mayoría de votos, como miembro principal del Poder Ejecutivo de la
provincia, que quedó constituido, por él
mismo, en su condición de Jefe de las fuerzas militares de la Provincia y los
demás méritos que adornaban su personalidad, lo mismo se puede decir de los
otros dos miembros: así quedó constituida la Junta Suprema de Gobierno: por
el Coronel Don Vicente Sucre y García, el presbítero Don Diego Gaspar Botino
y Salaverría, Don José Miguel de
Alcalá. Un triunvirato patriota y
sabio.
Tanto el Padre Botino como Don José Miguel de
Alcalá, merecen un reconocimiento aparte, y se lo daremos.
4)
Don Vicente se educó en Cumaná, como todos sus hermanos; estudió la primaria,
seguramente en el Convento de San Francisco, donde se concentraban los mejores
maestros, y los estudios superiores, también en Cumaná, porque ya el padre Blas
de Rivera, había organizado su escuela, en la cual dictaba la cátedra de
filosofía; luego entró en la academia militar de Cumaná, en la cual recibió el
grado de subteniente, e ingresó en las fuerzas Reales de Cumaná, de las cuales
llegó a ser Jefe con el grado de Coronel.
5) Para conocer el
carácter de Don Vicente tenemos que imaginarlo al frente de la flota patriota
victoriosa que fue destacada para controlar un brote realista en Barcelona.
Entonces lo vemos como General en Jefe
del Ejército de Cumaná, al frente de la expedición punitiva, que va con 18
naves de guerra y 1000 hombres, y partió del puerto de Cumaná a principios de
junio de 1812; su misión fue, someter la
provincia de Barcelona, que se había rebelado contra el nuevo gobierno.
Esta flota surgió
frente al puerto de Píritu, pueblo este que ocupó sin resistencia; y antes de emprender las
acciones contra las fuerzas de la ciudad, tuvo noticias de la capitulación de
Miranda en San Mateo, entonces determinó regresar a Cumaná; todo hace pensar
que José María y Antonio José, sus
hijos, y el héroe barcelonés, José Antonio Anzoátegui, que estaban
cumpliendo una misión encomendada a ellos por Generalísimo Francisco de
Miranda, se le unieron y también combatieron
contra Morales.
6) Don Vicente
continuó prestando servicios en el ejército español hasta el 16 de diciembre de
ese año; en que fue apresado por orden de Cervériz que lo remitió a las bóvedas
del castillo de La Guaira, junto con eminentes cumaneses y sacerdotes como el
padre Botino, el padre Callejón, que murió en esa cárcel, el padre Márquez,
todos ellos fueron vejados y escarnecidos. Volvió Don Vicente a la libertad en
1813 cuando Bolívar entró triunfante en Caracas.
En 1817, se une al
Libertador con el grado de Coronel; en 1818, el mismo Libertador lo nombra jefe
de las fuerzas del Orinoco, cargo en el cual sustituye a su hijo Antonio José,
que a la vez fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la División de Oriente, bajo
el mando del General José Francisco Bermúdez.
En 1821, después de la liberación de Cumaná, regresó con su familia y su
mujer Narcisa Márquez.
7) Don Vicente
cultivó la amistad con el Libertador, no solo por haberlo nombrado gobernador
de Guayana, cuando lo necesitó, sino por el trato amistoso, eso queda
demostrado con la única carta que se conserva de esa amistad y lealtad
absoluta, donde lo llama apreciado amigo; esta carta la escribió el Libertador
desde Lima, el 23 de diciembre de 1824.
1812.- Monteverde envía una comisión al Poder Ejecutivo de Cumaná
ofreciéndole toda clase de garantías, siempre que prestasen obediencia al Rey
de España, y con tal motivo levanta Cumaná un acta aceptando las proposiciones
del vencedor, 23 de agosto de 1812.
1812.- Como violase inicuamente Monteverde lo pactado en la capitulación
de Miranda, escoge al comandante Francisco Javier Cervériz para que pasara a
Cumaná a cumplir la comisión de perseguir a los patriotas, y en efecto,
acompañado de los catalanes y otros realistas exaltados de dicha ciudad, prende
al Coronel Don Vicente Sucre, su hermano Don Juan Manuel Sucre, los Pbros.
Diego Gaspar Botino, Andrés Antonio Callejón, José María Márquez, Andrés
Padilla Morón, Jacob Laguna y Fray Juan Bautista Molinar; Doctores Juan
Martínez Alemán y José María Vargas; Licenciado José Grau, José Jesús Alcalá,
Manuel Millán, Francisco Sánchez de Urrea, Quintín Vallenilla, José María Isaba,
y once individuos más en la noche del 15 al 16 de diciembre de 1812,
remitiéndolos luego a La Guaira. 1812.
1813.- Huyendo de las persecuciones de Cervériz algunos patriotas se
refugiaron en la isla de Trinidad, quienes luego formaron la célebre expedición
de Chacachacare; compusiéronla su jefe Santiago Mariño, José Francisco Azcue,
hermanos José Francisco y Bernardo Bermúdez, Manuel Piar, Manuel Valdés,
Agustín Armario, Juan Bautista Videau, hermanos Manuel y Casimiro Isaba, José
María y Antonio José de Sucre, Pbro. Domingo Bruzual de Beaumont, Licenciado
Gaspar Marcano, Francisco Marcano, José Leonardo Brito Sánchez, Doctor Manuel
Matamoros, Ramón Machado, Mateo Guerra Olivier, Antonio Alcalá, Juan Bautista
Cova, José Manuel Navarro, Ignacio Certad, Luis Marcano, Luis Vallenilla, Pedro
Mejía, Freilan Peralta, Regino Peralta, Jerónimo Carbono, José María Amaya,
José Manuel Torres, Patricio Rubio, un Rivas, un Carreño, José Zerpa Bruzual, y
once individuos más. Por la publicación del señor Carlos A. Villanueva en el Corresponsal de 19 de
noviembre de 1904, se viene en conocimiento de que la empresa de Chacachacare
fue organizada no solo por los principales individuos que en ella figuran, sino
también por el Marqués del Toro y su hermano Don Fernando, los hermanos Mayz,
Don Pepe Alcalá, Don Pablo Cipriani, Don Pablo Pietri, Don José Ramírez y Don
Manuel Marcano. El Acta de los señores que compusieron esta expedición fue
firmada el 11 de enero de 1813.
Nota. - 1) Según el sabio investigador
Bartolomé Tavera Acosta, los hermanos Isaba, Luis Marcano, Luis Vallenilla,
Pedro Mejía, Ramón Machado y Manuel Matamoros, no estuvieron entre los 45,
porque estaban presos en las bóvedas de La Guaira desde diciembre de 1812 y
salieron en libertad a fines de abril de 1813.
2) Entre las obras del Dr. Tavera Acosta,
hemos consultado frecuentemente: Anales de Guayana, Historia de Carúpano, Venezuela
Precoloniana y otros títulos, entre sus 35 obras publicadas.
3) No podemos pasar por alto el Acta de
Chacachacare, que se explica en su texto, que dice así: “Violada por el jefe
español D. Domingo Monteverde la capitulación que celebró con el ilustre
general Miranda, el 25 de julio de 1812; y considerando que las garantías que
se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en cadalsos, cárceles,
persecuciones y secuestros. Que el mismo general Miranda ha sido víctima de la
perfidia de su adversario, y en fin, que la sociedad venezolana se haya herida
de muerte, 45 emigrados nos hemos reunido en esta hacienda, bajo los auspicios
de su dueña, la magnánima señora doña Concepción Mariño, y congregados en
consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo,
resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa patria
querida de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación que el
tirano Monteverde y su terremoto le arrebataron.
Mutuamente nos empeñamos nuestra palabra de
caballeros de vencer o morir en tan gloriosa empresa, y de este compromiso
ponemos a Dios y a nuestras espadas por testigos. Nombramos Jefe Supremo con
plenitud de facultades, al Coronel Santiago Mariño.
Chacachacare 11 de enero de 1813.
Presidente de la Junta Santiago Mariño- El
Secretario, Francisco Azcue- El Secretario José Francisco Bermúdez, -El
Secretario Manuel Piar -El Secretario Manuel Valdés.
1813.- La expresada expedición llega a Guiria (con cinco fusiles), y la
toma; poniendo en fuga al jefe español Don Juan Gabazo que la guarnecía con 400
hombres el 13 de enero de 1813.
Nota. - Bartolomé Tavera Acosta (Ob.cit) nos
lo cuenta: “En la tarde del día siguiente, Mariño y sus compañeros salen en la
goleta “Carlota”, comandada por Juan Bautista Videau, sobre Cauranta, en las
inmediaciones de Guiria; pero el capitán Juan Gavasso, a cuyo conocimiento
habían llegado los propósitos de los asilados, los aguarda allí con la mitad de
sus cincuenta hombres de guarnición. Mariño ataca pretendiendo tomar tierra.
Gavasso lo rechaza. Los expedicionarios se quedan capeando frente a la costa.
Gavasso regresa a su cuartel. Al amanecer del 13 se procede en firme al ataque
de Guiria. Mariño desembarca y ataca por tierra. Piar y Bermúdez por mar. Ante
el ataque combinado Gavasso se sostiene poco tiempo hasta que sale derrotado
camino de Irapa. Los patriotas ocupan la plaza. Mariño establece allí su
cuartel general y Bermúdez sigue sobre Gavasso, a quien ataca en Irapa el 15 y
se apodera a fuego y7 sangre del pueblo. Derrotado Gavasso, llega a Yaguaraparo
y allí se prepara a resistir el empuje de los expedicionarios”.
1813.- El Comandante José Francisco Bermúdez con 75 hombres derrota a
los cuatrocientos que mandaba Cervériz en Irapa el 15 de enero de 1813.
Nota. - Bartolomé Tavera Acosta cuenta la
hazaña de Irapa: “A la noticia de la invasión y toma de Guiria, Cervériz con
cerca de cuatrocientos hombres vuela desde Cumaná sobre los patriotas. En
Yaguaraparo incorpora a Gavasso, sigue a Irapa y ataca a Bermúdez el 25.
Bermúdez infringe tremenda derrota a ambos capitanes realistas, quienes
regresan a Yaguaraparo y allí se hacen firmes”.
1813.- El comandante Bernardo Bermúdez que ocupaba Maturín desde
principios de febrero tuvo desavenencias con Piar, y con este motivo resolvió
incorporarse a Mariño en la costa de Paria. En efecto se embarcó por el puerto
de Caño Colorado y al navegar hacia Guiria lo apresó la escuadrilla española
que comandaba Don Francisco Echeverría, llevándoselo a Yaguaraparo, ocupado por
Cervériz, quien antes de evacuarlo por la aproximación del Comandante José
Francisco Bermúdez, hermano de Bernardo, asesinó a éste haciéndole dar de
puñaladas en el Hospital cuando se hallaba herido y durmiendo.
Nota.- En realidad esto es lo que se cree,
pero dadas las circunstancias deduzco que no hubo tal enfrentamiento entre
Bernardo y Piar, es más es muy poco probable, debido a la estatura de ambos
contendientes. Bernardo salió herido en la refriega por Maturín, y dejó la
plaza en manos del oficial de mayor jerarquía. Eso no tiene otra explicación.
2) Se puede observar que Tavera escribe
“Gavasso” y “Cervériz”, en cambio Marcano, escribe “Gabazo” y “Cervériz”. De
tal suerte que no hay error si lo escribo a veces de una u otra forma. Digo
esto porque en mi novela “Águila Blanca”, lo escribo de ambas formas.
1813.- Mariño pasa de la costa de Paria a Maturín donde encuentra su
ejército y marcha sobre Cumaná y habiendo derrotado a los españoles en los
Corocillos y en Cumanacoa en el mes de julio, se sitúa el 24 en la Chara de
Capuchinos después de diez combates contra los baluartes de Cumaná toma esta
ciudad en la noche del 10 de agosto de 1813.
Nota.- 1) No se pueden pasar por alto las cuatro batallas por Maturín,
clave de la libertad de la Provincia de Cumaná, porque allí terminó el
liderazgo de Monteverde y sus secuaces, aunque entendemos que la Cronología no
lo incluya.
2)
Tavera Acosta también pasa por alto la campaña de Bernardo Bermúdez, el cual
derrota al desertor Vicente González y libera Maturín, recibido por su pueblo
como Libertador.
3) Manuel Piar, enviado por Mariño, sale de
Guiria para reforzar a Bernardo y como ya dijimos, quedó al frente del ejército
en Maturín., al cual, como dice Tavera, se incorporaron los formidables
guerreros de la provincia de Cumaná, veamos: 3 de los Sucre Alcalá, 2 de los
Monagas, 2 de los Pérez de Aguilera, 2 de los Barreto Ramírez, 2 de los
Torres; y Andrés Rojas, Infante, Mago,
Medina,, Lucas Carbajal, Juan Bautista Grisell, Francisco Carmona, Mina, Lara,
Gabino Palacio, Sifontes, García, Mota, Peralta, Villanueva, Betancourt, y
varios centenas más de guerreros curtidos, que dieron al traste con las 8000
tropas españolas de toda la Provincia. Una avanzada de este ejército bajo el
mando de Bermúdez, es derrotada por Zuazola, en una escaramuza, en “Los
Magueyes”, pero no remata su pírrica victoria so pretexto de esperar los
refuerzos de Fernández de la Hoz, disque para atacar juntos a Maturín.
4) El
20 de marzo las fuerzas combinadas de Zuazola y Fernández de la Hoz atacan
Maturín, defendido por el General Manuel Piar. Prodigios de valor de ambas
partes; pero la artillería manejada sabiamente por Sucre causaba espanto a los
españoles; y la caballería patriota desplegada en el llano, a
cuyo frente estaba el valiente comandante
Andrés Rojas, conductor infatigable que, en cargas consecutivas, destrozó y
terminó la moral de los fuerzas españolas asegurando la victoria. Cuenta, entre
ellos Tavera Acosta, que en el primer
ataque, se hizo perseguir por los españoles y luego, cuando parecía que lo
alcanzaban y destrozarían, dio la orden
de volver sobre sus perseguidores, produciéndose algo parecido al “Vuelvan
Caras” de Páez, y con ello destruyó a sus perseguidores.
5)
Los realistas se retiran ordenadamente hacia Aragua de Maturín, donde reciben
los refuerzos del comandante Don Remigio María Bobadilla, y el 11 de abril, los
tres jefes al frente de 1500 hombres, cañones de diferentes calibres, armas
novedosas, municiones, piedras, pólvora y música, vuelven al ataque. Esta vez
los patriotas se han preparado convenientemente y con refuerzos de los
indómitos Caribes, incorporan al Estado
Mayor de Piar a los caciques Taguaza y Guanaguanay, con más de mil lanceros; y
un ejército de mujeres bajo el mando de Juana “La Avanzadora”, algo insólito en
la guerra, donde las mujeres siempre participaron pero nunca como soldados.
Monteverde que no había tomado en serio la
campaña de Mariño, decide intervenir personalmente, y dice, más o menos, “lo disiparé como se disipa el humo al
impulso del viento”. Sale con un poderoso ejército de dos mil hombres de todas
las armas desde La Guiara, el 27 de abril de ese mismo año, para ser más
exactos; desembarca en el puerto de Barcelona. Marchan a pie hasta Maturín y
llegan a sus plantas el 22 de Mayo. El
25 apenas canta el gallo, prende la música y desfila frete al ejército
patriota, que disfruta del espectáculo y hasta lo aplaude. Monteverde
magnánimo, envía su correo diplomático con un pliego ofreciendo el perdón para
todos los que se rindan, o la muerte, para los que persistan en su rebeldía
contra el Rey. Monteverde fue derrotado y diezmado, y con el resto de su
ejército huye despavorido, por el mismo camino que había transitado lleno de
orgullo y soberbia.
Después de esta contundente victoria, Mariño
asume el mando del ejército, nombra a Piar Jefe de la Primera División; a
Bermúdez Jefe de la Segunda División y a Sucre Jefe de Estado Mayor con el
grado de Coronel, y decide atacar a los españoles en Cumaná. Mariño antes de
partir para Cumanacoa, envió a Bermúdez con Sucre y su división, a tomar
Carúpano y limpiar todo el Norte de la Provincia..
Mariño al frente del ejército de Libertadores
de Oriente, entran a Cumanacoa donde los realistas, bajo el mando de Cervériz,
le presentan dura resistencia; pero ya el ejército consolidado de Mariño, se
podría considerar invencible, y los españoles diezmados y derrotados se
dispersan. Zuazola y Cervériz, con algunas tropas huyen hacia Guayana. Mariño
despejando el camino, continúa su avance hasta Cumaná; y después de algunas
escaramuzas en Puerto de la Madera, y el fuerte de Aguasanta, toma la Chara de
Capuchinos, establece su Cuartel General a dos leguas de la ciudad, ubica sus
fuerzas rodeándola e instala su Estado Mayor.
Mariño hizo diez poderosas y convincentes
cargas contra los baluartes de Cumaná, la rendición era inminente. Los
españoles se aprestaron a salir de la ciudad, 1813.
1813.- Mariño abre operaciones en Cumaná sobre la plaza de Barcelona,
que evacuada por el Mariscal de Campo Don Juan Manuel Cajigal, la ocupan los
patriotas al mando de Piar, quedando reconocido Mariño como Jefe de Oriente el
19 de agosto de 1813.
Nota.- 1) La toma de Barcelona no ha debido ser nada fácil, porque con
Cajigal estaban Boves y Morales. Sin embargo no tenemos noticias de alguna
resistencia a Piar en Barcelona, cuyos jefes se retiran con sus tropas, Cajigal
hacia Guayana; Morales y Boves hacia los
llanos.
2) No podemos olvidar
el natalicio del General Jesús Barreto Ramírez, cuya madre es una de las
heroínas patriotas cumanesas, que muere martirizada por partidarios de Boves.
Barreto, su hijo, se incorpora a las
filas nacionales desde los primeros días de la revolución en 181l, y sigue todo el trayecto de la guerra
de independencia participando en 56 acciones bélicas, en las cuales se destacó
siempre por su actividad, inteligencia y comprobado patriotismo.
1813.- Mariño envía de Cumaná la Escuadrilla compuesta de la goletas la
Colombiana, la Federativa, la Arrogante, la Guayanesa, la Perla, la Carlota, la
Mariño y la lancha cañonera Independencia al mando de Piar para auxiliar al
Libertador que sitiaba por tierra a Puerto Cabello, Diciembre de 1813.
Notas.- 1.- En relación con esta escuadrilla
enviada por Mariño, para auxiliar al Libertador en el bloqueo de Puerto Cabello
de 1813, no lo mencionan los historiadores consultados. Debemos tener en
consideración, para esta omisión, las circunstancias y preeminencia de otros
hechos: Monteverde después de la derrota sufrida en Taguanes, ocupó Puerto
Cabello en julio de 1813, y Bolívar ocupo Valencia, el 2 de agosto y el 6 entra
a Caracas de ese mismo año.
2.- La Plaza de Puerto Cabello, construida en
una isla, separada de tierra por un canal, tenía la forma de un cuadrilátero,
tres lados fortificados con murallas y baluartes y el otro protegido por los
manglares y el mar. Cubríala al Norte el fuerte de San Felipe, situado en otra
isla y la batería La Blanquilla en un islote vecino. En el cerro inmediato al
Sur existían a bastante altura el fortín Solano, dominando toda la comarca, dos
reductos al Oeste y una gran batería a la orilla del mar. La plaza contaba 150
piezas de diversos calibres y 10n morteros para arrojar bombas. La guarnición
alcanzaba 1500 hombres.
3.- El General Eleazar López Contreras, en su
obra “Bolívar conductor de tropas y otros ensayos” al referirse al sitio de
Puerto Cabello de 1813, no menciona para nada la flota cumanesa, aunque si
destaca la actuación, al lado del Libertador, del jefe expedicionario el
coronel Don Manuel de Villapol, que es el mismo que lo salva en Carúpano.
4.- Narra E. L. Contreras, como Bolívar,
“penetrado de las ventajas que para sus futuros planes de guerra obtendría con
la toma de Puerto Cabello, esta plaza fuerte, a fines del mes de agosto marchó
a asumir el mando directo de las tropas que actuaban en Puerto Cabello y
seguidamente inició el movimiento ofensivo. El 26 del mismo mes y secundado por
Urdaneta y Girardot, (A Villapol, lo menciona más adelante) lleva sus tropas al interior del poblado,
donde se sostiene con admirable denuedo y tenacidad. El 29, Monteverde lanza
todas sus fuerzas en violento ataque, que también es rechazado con fuertes
pérdidas realistas”.
En estas pinceladas sobre el sitio de Puerto
Cabello del año 13, se deja ver la importancia de tal acción, de la cual se
podría escribir tanto como del sitio de Cartagena; pero esta vez los sitiadores
fueron los patriotas y la actuación de nuestra armada, podría ser encumbrada
como una gesta magnífica, como en efecto lo fue.
5.-
La heroica actuación de Villapol, indudablemente con sus tropas cumanesas,
desde Vigirima y después de Vigirima, Araure, Barinas, etc., se le ve siempre
al frente de sus fuerzas al lado del Libertador.
1814.- Mariño con su ejército sale de Cumaná en auxilio del Libertador,
perseguido y sitiado por Boves en San Mateo. Enero de 1814.
Notas.- A finales del año 13 el Libertador observa el rumbo de la nación
y presiente el peligro que se avecina;
le escribe cartas con urgencia a Mariño que señorea en Oriente,
pidiéndole que acuda al llamado de la Patria, que sucumbe ante la arremetida
del bárbaro Boves y otros, que están sacrificando los pueblos del centro de la
República, y atacan sembrando el terror por diferentes frentes a la vez,
en avance incontenible. Se oyen los
nombres de realistas alzados en armas y con éxito, tales como: Carlos
Blanco, José de la Vega,
Fernando Torrealba, el clérigo
Torrellas, José Antonio Boquillón,
etc.
Mariño envía a Bolívar, además de
la larga carta sobre la liberación de oriente,
dos proyectos relacionados con el gobierno de los departamentos de
oriente y occidente. Bolívar responde a Mariño notificándole haber
recibido sus dos oficios: “El primero me ha llenado de satisfacción, por un
doble motivo: por los liberales principios de V. E. y por haber merecido
aprobación mi modo de pensar con respecto al Gobierno de Venezuela. Así mismo
por ver confirmado en el tratado que V. E.
ha manifestado siempre un decidido interés porque se concluyan y yo no menos he lamentado, las
circunstancias poderosas que reteniéndome en el occidente de esta provincia me
impidieron hallarme o venir a Caracas,
cuando arribaron los Comisionados de V. E. “.
(42)
El año 14 se había
convertido en un infierno para los patriotas en el Centro:
Boves triunfa en Santa Maria de Ipire y Calabozo contra Montilla y Padrón, y
comete atrocidades espantables. Bolívar
triunfa en Bárbula y Las Trincheras.
Campo Elías arremete contra Boves que se
refugia en Guayabal. Urdaneta ataca Coro
y D’Eluyar a Puerto Cabello.
Barquisimeto, Barinas, Guanare y
San Fernando son presa fácil de las hordas de Boves y Morales. Ribas triunfa en Vigirima.
Bolívar triunfa en Araure contra Cevallos y Yánez; y,
vuelve a llamar a Mariño, para que coopere en la salvación de la
República. Mariño acepta expedicionar
hacia el Centro, y se pone al frente de un ejército de 3000 hombres bien
pertrechado; así luce cuando en el mes
de enero se reúne en la Villa de Aragua, organizado en tres divisiones de 1000
hombres cada una. Y el 26 de enero de 1814,
arenga a su ejército.
La primera División, a la derecha
bajo el mando del General Manuel Valdés, formada por 600 hombres de
infantería y 300 de caballería; la
Segunda División, del centro por el
General José Francisco Bermúdez, con el
coronel Antonio José de Sucre y Pedro José de Sucre, su hermano, con el grado
de capitán, con 700 de infantería y 450 de caballería; y la Tercera División, por la
izquierda, bajo el mando del coronel Agustín Arrioja, con 600 de
infantería y 300 de caballería; la reserva bajo el mando del coronel
Manuel Isaba Sucre, formado por 600 de
infantería y 300 de caballería; y un cuerpo de artillería de 300 hombres bajo
el mando del coronel Antonio Freites.
Valdés avanzó por Tucupido, Orituco y Lezama, batiéndose con enemigos
fanatizados, sobre todo los de Tucupido, bajo el mando del cura vasco
Ybarrolaburo. El coronel Arrioja, siguió con su división bordeando el
Orinoco para ocupar Cabruta,
poblado que tomó por asalto después de
fuere oposición. La división de Bermúdez
no encontró oposición, hasta reunirse con las otras divisiones en el
hato “Belén” de Don Juan de Ascanio, cerca de Ocumare, donde se instaló un tribunal
militar para juzgar a los prisioneros.
Puesto en conocimiento, el General Santiago Mariño, que en las
adyacencias de su ejército se movilizaban
fuerzas realistas bajo el mando del coronel Rosete, destacó a Bermúdez con Sucre al
frente de un batallón, para reducirlo.
El encuentro se produjo en el sitio de Los Pilones; dramático combate que duró
desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde de ese día, y luego al
siguiente se reinició con refuerzos que el mismo Mariño condujo a la lid.
Rosete fue derrotado y perseguido por el batallón Valencia, bajo el mando
del coronel Leandro Palacios, hasta su liquidación total. (43)
Después de esta victoria todo el ejército oriental convergió en
Camatagua y Mariño procedió a su reorganización.
Por su grado, sus notables servicios y sus conocimientos, nombró al Coronel Mariano Montilla Jefe de
Estado Mayor y en la jefatura de la
vanguardia, designó al coronel
Leandro Palacios.
BATALLA DE BOCACHICA
El ejército de Oriente se desplazaba hacia Bocachica y al pasar cerca de
San Luis de Cura, el 31 de marzo, tienen noticias de las fuerzas realistas
comandadas por el temible asturiano José Tomás
Boves que perseguía, con 5000 hombres, al patriota coronel Lucas
Ballivián. Mariño sin perder tiempo
ordenó su ejército en las cercanías de
Bocachica para enfrentar al sanguinario realista. Mariño ordenó maniobrar al
valiente coronel Leandro Palacios,
con la vanguardia, sobre una
quebrada seca que dividía el campo, para inquietar al realista. Boves convencido de su superioridad, no esperó y
atacó precipitadamente. Mariño esperó pacientemente el desarrollo de los
acontecimientos y cuando notó que Palacios flaqueaba y podían cortarlo, ordenó
a Bermúdez cargar con todas sus fuerzas contra los realistas, y así lo ejecutó
el Ayax venezolano con la terrible fuerza que poseía y desarrollaba en
circunstancias tales. Mariño ordenó a Valdés atacar por el centro mientras la
caballería desplegada evitaba que las fuerzas de Boves lograran cohesionarse en
las faldas de los cerros. Los realistas,
ante el ímpetu de los patriotas, atropelladamente lograron protegerse en
alturas laterales del escenario de la batalla, pese a los esfuerzos de la
caballería, y en un intento desesperado,
a la derecha prendieron fuego a la paja, con tan mala surte que el viento que
les era favorable, cambio y los rodeó por todas partes. Mariño envió contra
Boves a una brigada de negros libertos que peleaba a su lado, y que
atravesaban el fuego sin temor,
además eran diestros en el manejo de las lanzas. La entrada de estas
tropas fue suficiente, los realistas se dispersaron por los barrancos y montes.
De esta batalla quedan para la
historia actos de entrega heroica, de
patriotismo desbordado y valor. El capitán Tánago que destrozó la caballería de Boves con una sola
pieza de artillería, se inmortalizó;
y el grupo de lanceros, que a las 5 de la tarde, dispuestos a inmolarse
por la Patria, asaltaron una fortificación
realista que hacía mucho daño, con
intrepidez nunca vista, y la destruyeron.
A las 6 de la tarde Valdés advierte a Mariño que ha llegado la hora de
resolver la acción, y ambos se lanzan con todas las fuerzas a su mando contra
el asturiano que está irremisiblemente derrotado; hay que rematar la faena, y
los dos capitanes entran al campo para compartir con sus soldados aquella
heroica victoria; ante su empuje, el asturiano huye desordenadamente.
En los partes de la batalla no se nombra a Sucre, pero sin lugar a dudas esa
batalla lleva el sello del Mariscal.
(44)
BOLIVAR, SUCRE Y MARIÑO EN LA VICTORIA
Bolívar avanza a reunirse con
Mariño. Los realistas están en todas partes y se fortalecen; el 12 de febrero
derrotan a los patriotas en La Victoria; el General Urdaneta se ve obligado a
abandonar San Carlos; pero los patriotas de Mariño repuntan el 20 de marzo en
Ocumare del Tuy, con un resonante triunfo seguido con otro en Los Pilones,
donde reciben refuerzo del ejército de Bolívar para derrotar convincentemente a
las huestes de Boves que se refugian en San Mateo.
Bolívar y Mariño convergen en
San Mateo, y Urdaneta se encierra en Valencia, asediada por el Coronel Don José
de Cevallos con 4000 hombres. Bolívar le escribe a Urdaneta:
“Defenderéis a Valencia,
ciudadano General, hasta morir…”
Por fin a las 5 de la tarde del día 5 de abril se encuentran en la
ciudad de La Victoria, los dos jefes: Bolívar y Mariño. Al parecer, según la
mayor parte de los investigadores, esta fue la oportunidad en que Sucre, a los
20 años, conoció personalmente al Libertador, su ídolo espiritual. A Mariño
lo acompaña su Estado Mayor:
Bermúdez, Valdés, Arrioja, Freites
Montilla y Sucre.
Con Bolívar estaban Ribas, Jalón, Plaza, O’Leary, Soublette, y Salom.
Bolívar ordenó que se le hiciesen a Mariño los honores correspondientes a un
Jefe de Estado. El Boletín que se publicó apenas dice: Boletín No. 9 fechado en
la Victoria el 5 de abril “Sus Excelencias, el General Bolívar y el General
Mariño, se han juntado hoy en esta ciudad”. No hay documentos, no se dice nada
sobre lo que trataron, pero de sus hechos posteriores pueden sacarse
conclusiones. (44)
En la hoja de servicios de Sucre, J. A. Cova asienta la participación de
Sucre en las batallas de El Arao, Sección Cojedes, el 16 de abril de 1814, a
las órdenes del General Mariño, contra el general Don José de Cevallos, donde
los patriotas fueron derrotados; y la Primera de Carabobo, sección
Carabobo, el 28 de mayo de ese mismo
año, a las órdenes del Libertador, contra el general Juan Manuel Cajigal, donde
resultan victoriosos.
ARAO, CARABOBO Y LA PUERTA.
El 5 de abril entran Bolívar y
Mariño a Valencia. Los realistas se congregan en San Carlos. Mariño en calidad de General en Jefe del ejército
unificado ordena atacar al enemigo que
está concentrado en la ciudad de San Carlos.
Sucre es nombrado Jefe de Estado Mayor por el Libertador. La batalla se
dio el día 16 en las cercanías de esa ciudad en el sitio de El Arao, y los patriotas resultaron derrotados, por el
ejército realista bajo el mando del coronel José de Cevallos.
El General Juan Manuel Cajigal sintiéndose victorioso se apresta a
someter a Valencia. En el mes de mayo
Bolívar asume el mando del ejército
y forma tres divisiones con sus fuerzas y las de Mariño; y nombra a
Ribas en el Estado Mayor General. Bermúdez pasa
a la primera división, y a su
lado van Sucre, Manuel Valdés y Leandro Palacios. Rumazo González afirma que
Sucre servía en el Estado Mayor General.
El 28 de mayo a las 8 de la mañana el ejército patriota toma posiciones
en el campo de Carabobo, muy cerca de Valencia; por vez primera los dos
ejércitos, oriente y occidente, lucharan bajo el mando de Bolívar.
A las 9 de la mañana divisan al
poderoso ejército realista bajo el mando de Cajigal y Ceballos; 6000 hombres
desplegados en un semicírculo en las
colinas medianeras del teatro de operaciones.
Por el ala izquierda la caballería y un regimiento de cazadores, por
delante de la serranía Las Hermanas, que divide el campo de Carabobo y
Taguanes. Por el ala derecha despliega la una división de infantería y un
regimiento de caballería, serranías de El Pao;
al centro otro de infantería y cinco piezas artillería. Lo más granado
del ejército realista participó en la contienda al lado de Cajigal: los
coroneles Ceballos, Salomón, Calzada, Melchor de Somarriba, Joaquín de Puelles,
Justo Paz, Gabriel Méndez de Altuna y el
capitán Francisco Vásquez.
Bolívar organizó su ejército en dos bandas paralelas: la primera bajo el
mando de Urdaneta, con los regimientos
de Bermúdez, Valdés y Florencio
Palacios; una segunda banda bajo su
mando, con Mariño y Ribas; y el grueso
de la caballería de Leandro
Palacios y Diego Jalón y Sucre en el
Estado Mayor General. Dos piezas de
artillería bien ubicadas cubrían los flancos.
Los realistas parecían no
aceptar el reto, por qué quizá esperaban refuerzos de Boves.
Las legiones patriotas de Bolívar, Mariño y Ribas, avanzan sobre la
llanura frente a los reales y arengan a la tropa. Bolívar: “Soldados, vosotros
tenéis delante los mismos jefes y los mismos españoles de quienes habéis
triunfado en más de cien combates; este debe ser el último”.
Mariño: “¡Soldados de Oriente!
Mostrad vuestro antiguo valor, y concluyamos hoy con el que se nos
escapó en Barcelona; con Cajigal, que al oír vuestro nombre huirá ahora como
huyó antes despavorido de las provincias orientales. Seguidme y avanzad con
firmeza”.
Ribas: “¡Soldados! Vosotros en
quienes jamás ha podido influir la suerte varia de la guerra, pues que siempre
habéis sido vencedores; vais hoy más que nunca, a mostrar vuestro valor y
disciplina y si se nos presenta algún obstáculo para conseguir hoy la victoria, debéis vencerle”.
A la una de la tarde los 5000 hombres se forman en batalla y la
provocan. El Parte de Muñoz Tébar dice:
“empezó a reforzarse mucho la caballería realista con dos escuadrones que permanecían
escondidos; tenían la intención de flanquear nuestra primera línea arrollando a
nuestros carabineros de la derecha para dispersarlos. Esto se evitó moviendo,
para apoyarlas, a la caballería de Leandro Palacios; sin embargo los reales
avanzaron vigorosamente con su caballería y rebasaron a nuestros carabineros de
la primera línea, y enseguida la infantería realista cargó fuerte sobre nuestra
derecha, y con su caballería impidieron el movimiento de la reserva bajo el
mando de Jalón. Sin embargo, algo les salió mal, las fuerzas enemigas no
contaban con el coraje de los defensores, y los rebasados volvieron al combate
atrapándolos entre las dos líneas estratégicas de Bolívar. La caballería enemiga, acribillada entre dos
fuegos, entró en pánico y fue, de inmediato, alcanzada y acosada por
la nuestra, los invencibles lanceros de los llanos orientales, que si darle
oportunidad de rehacerse la desbandó y persiguió sin tregua. La batalla se
generalizó en todo el campo. Los patriotas victoriosos luchando hombre por hombre, destrozaron todas las líneas realistas, las
desordenaron y desbandaron. El coronel
Palacios causó los más grandes destrozos
entre los despavoridos enemigos. Sin
embargo al llamado de sus jefes procuraron y
se hicieron fuertes en sus
reservas para contraatacar. Pero Bolívar, sin dar descanso a sus oficiales,
enfiló hacia ellos sus baterías y ordenó a Jalón cargar a la bayoneta. Los
reales no esperaron la carga de Jalón sino que se dispersaran hacia el Pao y San Carlos, sin plan y sin concierto, era su única vía libre.
Monagas que sobresalió con sus
invencibles lanceros, les arrebató el pendón español y se lo trajo al
Libertador. Carvajal, Sedeño y Monagas rompieron la izquierda realista.
Urdaneta, Sucre, Palacios, Bermúdez y Valdez,
atacaron con las bayonetas caladas, y en un empuje arrollador destrozaron a la infantería realista, se
llenaron de gloria; tomaron 5 cañones y apresaron a los generales
Somarriba y Puelles.
Después de Carabobo Bolívar está al frente del ejército unido y manda al
General Rafael Urdaneta al frente de 2000 hombres a defender a Barquisimeto; y
al coronel Antonio Jalón, con igual número de tropas, para defender los llanos
centrales donde reinaba Boves.
Boves, taimado estratega, después de la batalla de San Mateo el 28 de
enero se retira hacia el Pao, forma un
ejército y toma posiciones en La Puerta donde había derrotado a Campo Elías el
3 de febrero.
Bolívar y Mariño unen sus fuerzas para atacarlo y el día 15 concretan la
acción. Nadie ha podido explicar lo que sucedió, algunos dicen que fue pánico,
otros, errores de los jefes,
contradicciones, mala estrategia, lo cierto es que Boves derrotó, no solo al
ejército unido que tantas veces lo había vencido, sino que derrotó la esperanza de una patria libre y soberana.
Las tropas patriotas se desbandaron en
huida sin control, el Batallón Cumaná, resistió
a pie firme la carnicería y se
inmoló junto a su jefe José María Freites.
Los patriotas lo pierden todo,
en el campo de batalla, caen prisioneros: Pedro José de Sucre Alcalá, Muñoz
Tébar, Aldao, García de Sena, y son sumariamente pasados por las armas. Boves
invita a una cena en Villa de Cura al
patriota Don Antonio Jalón, y lo manda
decapitar en su presencia. Son indescriptibles los actos de barbarie.
1814. Perdida la campaña de los patriotas en el Centro de la República
regresa Mariño a Cumaná en el mes de julio.
La emigración Caraqueña que en pos del Libertador sale de Caracas el 8
de julio, llega a Cumaná a mediados de Agosto de 1814.
Notas. 1.- Don Vicente Lecuna (Ob.cit), dice:
“Después del combate de la Majada se vio ese oleaje pavoroso de la emigración
de Caracas, esa condenación del dominio español, esa protesta de sacrificar
vidas y hacienda en defensa de la independencia del país; todos los intereses
de la capital rodaban por las calles a merced del público, y ni la palabra de
Bolívar, ni la enérgica acción de Mariano Montilla precipitaba ese oleaje, ni
el abandono de tantos objetos valiosos, en el mismo terror del enemigo, era el
entusiasmo ocupando generosamente los corazones, era el adiós a la servidumbre
española: era la bofetada del patriotismo al rostro del feroz español” Esto
escribía muchos decenios después, José Miguel Rodríguez, honrado comerciante
muy joven en aquella época. Pero además de la decisión ideológica tan
gráficamente expuesta por este testigo presencial, a la sociedad de Caracas la
impulsaba otra causa todavía más poderosa: la de salvarse del degüello.
2.- Las dos terceras partes por lo menos, de
la población de Caracas y una gran cantidad de familias de los llanos,
refugiados durante algunas semanas en la capital, emprendieron la retirada
hacia Oriente sin medios de transporte,
sin víveres, casi sin armas. Bolívar apenas llevaba 1.200 hombres armados custodiando
aquella inmensa muchedumbre, calculada en 20.000 almas por lo menos.
3.- El 30 de Julio, 23 días duró la marcha
trágica, desde Caracas hasta Barcelona. Hambre, cansancio, enfermedades,
lluvias torrenciales, las fieras de los bosques y los facciosos, ávidos de
botín, asomados en diferentes puntos del tránsito. Los corsarios tiroteaban a
los emigrados en su travesía por la orilla del mar, desde más allá de Rio Chico
hasta Barcelona. La travesía de los derrames de la laguna de Tacarigua duró tres
días. Dos goletas enviadas por Mariño al mando de Bianchi y Felipe Esteves en
puntos vulnerables, libraron a los emigrados de algunos corsarios
españoles.
1814.- Mariño despacha de Cumaná para Aragua de Barcelona, en auxilio de
las fuerzas del General José Francisco Bermúdez, mil hombres. 1814.
Notas.- 1) El 24 de junio de 1814, Mariño se
encontraba en Barcelona, mientras Bolívar y Bermúdez, se acercaban a Aragua de
Barcelona, desde ese punto piden refuerzos para enfrentar a Morales. El
ejército patriota apenas logró reunir 4000, hombres. Morales avanzaba con 5000.
El
17 de Agosto fue la batalla y fue terrible, dejó cerca de 5000 muertos; ninguna
otra acción durante, la guerra de independencia, presenta tan tétricos
resultados.
Bermúdez
se adelanta a Bolívar, se encierra en la ciudad con Sucre en su
estado mayor, experto en esta especialidad, y fortifican la plaza con
barricadas y trincheras. Bolívar llega y desaprueba la estrategia porque ve el
peligro que corría el ejército de ser rodeados y aniquilados. Bolívar recomendó
organizar la defensa en las afueras del poblado, situando la artillería en
algunos como boquetes o claros de del
bosque en las orillas del río, donde tendría más posibilidades, pero Bermúdez
no quiso escucharlo.
Otros, con Don Vicente Lecuna, piensan que debido a esta rivalidad,
dividieron infantilmente sus fuerzas ante el avance arrollador de Morales.
Bermúdez se empeñó en librar la batalla dentro del pueblo, y hacia allá condujo
sus fuerzas; y Bolívar, por su parte, tercamente ocupó con las suyas, las
sabanas de Aragua. Morales los batió al detal en medio de una horrorosa
carnicería. Después de esta batalla, Bolívar con algunos oficiales se retiró
por la vía de Barcelona, donde Mariño lidiaba con la anarquía; y Bermúdez con
sus oficiales y algunas tropas, fue a refugiarse a Maturín. Todo parecía
perdido, pero Bolívar soñaba y no descansaba.
2) Veamos cómo lo cuenta José Vallenilla
Marcano en su obra “Patria Vieja”: “Dispone Bolívar la batalla y coloca el ejército
en el paso del río y en la sabana inmediata, a fin de poder utilizar con éxito
la caballería. Bermúdez debe saber que esto es lo lógico, porque es lo militar;
pero lejos de obedecer, se insubordina y se repliega sobre la plaza con su
división, y, lo que es más grave aún, contagia la rebelión a todo el ejército:
usa de la fuerte influencia que sobre él tenía y decídelo a imitar su actitud.
A poco quedan cercados los patriotas por el ejército de Morales; y Bolívar, que
lo da todo por perdido al trabar la batalla en tales condiciones, rompe a
caballo con los pocos leales que le quedan, y se retira a Barcelona. El cumanés
sostiene cuatro horas más la lucha y huye hacia Maturín.
En
este arreglo de cuentas, queda Bermúdez con una enorme deuda por pagar; siempre
será más cara una insubordinación y una derrota, que una reprimenda merecida, y
Bolívar era un acreedor peligroso, Que lo diga Piar”…
3) Pero Bartolomé Tavera Acosta, tomando en
cuanto los sucesos posteriores, no piensa igual: él dice que Bolívar y Mariño,
estando en Barcelona, saben del avance de Morales.
“Bolívar a quien no hace un año se le ha
discernido el noble título de Libertador, vuela con su ejército a esperarle en
Aragua. Para esos días parece que el destino dejándole hubiera de la mano; para
él continua adversa la suerte de las armas. La espantosa hecatombe del 17 de
agosto, en esa ciudad de los llanos
confirma el parecer, y verse precisado a regresar impetuosamente a Barcelona,
antes de decidirse la sangrienta acción.
José Francisco Bermúdez que hace de segundo
del Libertador, se multiplica en la espantosa brega, organiza la confusa
retirada y abre marcha con la mayor parte de los guerreros orientales rumbo a
la gloriosa Maturín. Bolívar con las reliquias del desmedrado ejército patriota,
se dirige a Cumaná. Le acompañan Mariño, Ribas, Soublette, numerosa oficialidad
caraqueña y de otros puntos centrales del país.
Y agrega Tavera Acosta: Quizá a tan adversas
circunstancias, haya venido repitiéndose que Bolívar fue desconocido por la ambición
de mando de Ribas, Piar y de Bermúdez, sin parar mientes en que para esos días
Piar se hallaba en Margarita y Bermúdez en Maturín, en competa ignorancia de lo
que ocurría.
1814.- Una parte de la emigración caraqueña se dirige de Cumaná a Maturín
y la otra parte a la Isla de Margarita. 1814
Notas.-
1) José Mercedes Gómez, Cronista de Cumaná, dice en su obra “José
Francisco Bermúdez, General en Jefe de los Ejércitos de Colombia”, que el
Libertador llegó a Cumaná el 24 de agosto de 1814.
Y Agrega que, en la ciudad no había ningún
gobierno civil ni militar. Los realistas expresaban públicamente su contento y
amenazaban. Comenzó a gestarse la insubordinación que alentaban Ribas y Piar,
muy disgustados desde la derrota de “La Puerta”, no solamente con Mariño sino
con Bolívar, atribuyéndoles la desacertada dirección, como causa de la derrota.
Bolívar y Mariño llegaron a Cumaná
con la flota de Bianchi en cuyos barcos se encontraba el tesoro tomado de las
familias y las iglesias de Caracas, el cual iba a ser destinado para comprar,
material de guerra en las islas del caribe.
Este tesoro fue motivo de dramáticos
desacuerdos entre los jefes patriotas.
La flota se dirigió a Margarita, donde Piar
no los dejó desembarcar. Tomaron rumbo a Carúpano, destino al que arribaron el
2 de septiembre.
Sabemos que la parte del tesoro que tocó al
Libertador, quedó en Cumaná, y fue entregada
al General José Tomás Boves, después de la batalla del Salado, el cual
la documentó y remitió al Arzobispo de Caracas, Monseñor Coll y Prat, bajo riguroso inventario.
2) Detalles de la Emigración. Después del desastre de la batalla de “La
Puerta”, el gobierno civil de la ciudad de Caracas fue asumido a plenitud, el
día 28 de junio, por la Junta de Padres de Familia, cuyas recomendaciones
fueron más de una vez acatadas por el propio Libertador. Esa Junta se empeñó en
esperar al enemigo dentro de las defensas construidas, enarbolando la consigna
de:
«…nadie se va, aquí moriremos todos…» Con ese fin,
se dispuso el refuerzo de las tropas con esclavos previamente liberados.
Sin embargo, el Libertador, en ningún
momento dejó de ejercer la conducción de la guerra, había enviado desde el 25
de junio al general José Félix Ribas para enfrentarse a los realistas que
avanzaban hacia Caracas por los valles de Aragua, bajo el mando del español Ramón González, uno de los
lugartenientes de José Tomás Boves; El General José Félix Ribas logró detener
momentáneamente las avanzadas de González, en el sitio de “Las Cocuizas”.
El 29 de junio, el Libertador
despachó buques desde La Guaira, para traer de vuelta, a ese puerto, las tropas
que sitiaban la plaza de Puerto Cabello, las cuales llegaron a La Guaira hacia
el 2 o 3 de julio y subieron de inmediato a Caracas.
En Caracas, el Libertador creyó que
podía enfrentar la situación, y se preparó para hacer una larga resistencia;
con este fin solicitó la opinión de las “Juntas de Arbitrios y de Guerra”,
creadas el 17 y el 23 del mismo mes de junio, organismos cuyas bases las
formaban personas con experiencia, pero que, por sesionar públicamente, se
ampliaban las asambleas de manera tumultuaria con la presencia espontánea de
los llamados “padres de familia”.
El día 5 de julio se supo que otras
fuerzas realistas de Boves se acercaban a la capital por los valles del Tuy. El
día 6 la vanguardia republicana fue derrotada en el sitio de “La Majada” a 12
km de Caracas y las avanzadas realistas llegaron a Antímano, a donde se dirigió
Bolívar a fin de tratar de batirlos, pero fue rechazado. Esa misma noche, la
platería de los templos caraqueños, que estaba en poder de las autoridades
republicanas, fue enviada a La Guaira en cajones para ser embarcada hacia el
oriente y empezó la emigración en masa.
En la mañana del 7 de julio, salió el
grueso de la emigración, calculada en unas 20.000 personas; Bolívar y las
tropas que le quedaban, unos 1.200 hombres iban a la retaguardia protegiendo la
marcha de los civiles. Esa misma tarde, los primeros destacamentos realistas
penetraron en Caracas: «¿proclamando degüello general contra los blancos?»,
Según testimonio del arzobispo Coll y
Prat. Boves, quien se hallaba entonces sitiando a Valencia, no llegó a Caracas
hasta el 16 de julio.
Los emigrantes que partieron de
Caracas tomaron el camino que lleva a Barcelona por la montaña de “Capaya”. Ese
camino se bifurcaba al salir de La Pica: un sendero iba a salir a Río Chico y
de allí seguía por la orilla del mar, en dirección a Píritu, tocando en Boca de
Uchire; comúnmente era llamado «el camino de la costa»; el otro, denominado «el
camino de afuera», se dirigía por Cúpira a Sabana de Uchire, prosiguiendo de
allí a Clarines por Guanape.
Detrás del Libertador, se fue el
pueblo de Caracas, pero hacia las Antillas emigraron sobre todo los más
comprometidos políticamente; otros se ocultaron, pero no tardaron en ponerse
bajo la protección del arzobispo Narciso Coll y Prat.
María Antonia Bolívar, fue obligada
por su propio hermano a embarcarse hacia Curazao.
El temor del vecindario no era
injustificado, pues en la tarde del 7 de julio, cuando los realistas Fernando
Ascanio (conde de la Granja) y Juan José Marcano salieron de Caracas al
encuentro de las avanzadas de las fuerzas de Boves que mandaban los zambos
Machado y Hurtado con el objeto de felicitarlas, fueron asesinados.
Textos, tomados en parte, del
“Diccionario de Historia de Venezuela”. Tomo II, pp. 209-210
1814.- Por la apremiante situación de los republicanos, publica Mariño
en Cumaná, Ley Marcial, invita por bandos al vecindario de ella y sus cercanías
para emigrar y sale la emigración para Guiria el 23 de agosto de 1814.
1814.- Bolívar llega de Barcelona a Cumaná para acordarse con Mariño en
el nuevo plan de operaciones, la noche del 25 de agosto; y en efecto, reunidos
ellos con Ribas, Piar, Valdez, Soublette, D´ Eluyar, Tomás Mantilla, Azcúe, y
varios oficiales de alta graduación, como Ribero, Villarroel, Peñaloza, Carlos
Núñez y otros, saben que se retiraba del puerto el marino italiano José
Bianchi, a quien se le habían entregado los caudales y 24 cajones de plata labrada
de las recogidas en las iglesias de Caracas, por cuyo motivo el Libertador deja
el mando de las tropas a Ribas, corre al puerto y con Mariño logra embarcarse y
se dan en persecución de Bianchi, quien alcanzado en Pampatar y a pretexto de
resarcirse de una suma de dinero que él
decía le adeudaban en Cumaná y Margarita por presas introducidas en sus
puertos, se resiste a devolver los bajeles y caudales que se llevaba consigo y
después de largas discusiones conviene en devolver al Gobierno de la Isla de
Margarita el parque, dos embarcaciones y dos terceras partes de las alhajas; y
luego Bolívar y Mariño, se dirigen a Carúpano, donde arribaron en las goletas
“Arrogante” y “Culebra” la noche del 3 al 4 de setiembre de 1814.
1814.- Bolívar y Mariño, desconocidos en Carúpano por Ribas y Piar, que
asumen respectivamente el mando de 1º y el 2º Jefes de la Revolución el 5 de
setiembre, se embarcan el 8 del mismo mes para Cartagena en el bergantín
Arrogante mandado por el Capitán de Navío Felipe Esteves.
Nota. - En Carúpano, el Libertador fue arrestado ´por José Félix Ribas,
y en esas circunstancias el Libertador escribe su formidable Manifiesto de
Carúpano, del cual no dice nada Don Pedro Elías Marcano. Transcribo los
comentarios que hace el coronel Arturo Castillo Matche, sobre le Manifiesto:
“Infeliz el magistrado quien
deba defenderse ante un tribunal de las imputaciones que se le hagan por los
crímenes que haya cometido contra su Patria; pero dichosísimo aquel que, sorteando los escollos de la guerra, de la política y de las
desgracias públicas, logre preservar intacto
su honor y se presente a exigir
de sus conciudadanos el testimonio de su
rectitud”.
Con esta aseveración,
Bolívar, empieza por mostrar una profunda seguridad, e que sus actuaciones han
sido siempre en aras de la libertad de la patria, que si bien debe rendir
cuentas ante sus compatriotas también exige de ellos la imparcialidad de sus
opiniones y la pronta restitución de sus derechos. Continúa el Libertador:
“Vuestros hermanos y no los
españoles, han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado
vuestros hogares, y os han condenado a
la expatriación”...
Aquí Bolívar deja entrever,
que por culpa de los venezolanos que siguen bajo las banderas realistas y que
combaten contra los patriotas, es donde se encuentran los males, que llevaron
de nuevo a la República al sepulcro. En otro de sus apartes manifiesta:
“No es justo destruir a los
hombres que no quieren ser libres; ni es libertad la que se logra bajo el
imperio de las armas, contra la opinión de seres fanáticos, cuya depravación de
espíritu los hace amar las cadenas”.
Entraba el Libertador en el
campo psíquico de los hombres, para insistir, que la libertad debía ser una
connotación intrínseca de cada ser, para que a través de ella llegara a la
sublimación del espíritu personal y nacional. Prosigue Bolívar:
“El cielo nos ha humillado
al permitir que hayan sido nuestros hermanos y, únicamente ellos, quienes nos
hayan derrotado”.
Esta aseveración va dirigida
mayormente con el contingente de llaneros que a las órdenes de Boves se
enseñorearon con la geografía venezolana para dejarla cubierta d cadáveres y de
sangre venezolana. Hace ver el profundo amor que siente por la Patria y por los
venezolanos, a pesar de la anarquía imperante, cuando le dice:
Yo aspiro que Libertador o
muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya potestad
humana sobre la tierra que detenga el curso
que me he propuesto seguir hasta
volver a libertaros por la senda de occidente, regada con tanta sangre y
adornada con tantos laureles... pues jamás la libertad ha sido subyugada por la tiranía”.
No dejaba duda alguna que
volvería con los mismos esfuerzos, esta vez desde occidente, a libertar la
Patria, y concluye expresando:
“Vosotros sois hombres,
ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos son esclavos. Combatid, pues y
venceréis: Dios concede la victoria a la constancia”
Motivaba a los venezolanos al concluir su
Manifiesto, con las diferencias entre ellos y los realistas a quienes
combatían, para inducirlos a la lucha y
al combate como única manera de llegar a
la victoria. Nos recordaba que solo la constancia de nuestras luchas, Dios la
coronaría con la victoria. Salió de la prisión, cuando Rivas se descuida en la visita a un pueblo cercano y el coronel Villapol lo libera.
Igualmente a los demás detenidos que se
embarcaron en el “Arrogante” del pirata Bianchi, y se van a Cartagena de
Indias, donde comienza Bolívar su segundo exilio.
Glosas del
coronel Arturo Castillo M.
1814.- Piar repliega de Carúpano sobre la plaza de Cumaná, y en su
cercanía, en la quebrada de Los Frailes, o de los Caneyes, derrota al comandante
Pascualito, ocupando dicha plaza el mismo día 29 de setiembre de 1814. Piar,
que había recibido orden de Rivas para proteger la retirada de la emigración
caraqueña, lejos de cumplirla, y alentado por el triunfo en la Quebrada de Los
Frailes, se quedó en Cumaná, y en la Sabana del Salado esperó a Boves, que
venía triunfante de La Puerta. Grande fue la derrota que sufrieron los
patriotas: una parte de ellos tomó la vía hacia Carúpano, en compañía de Piar,
Azcúe, Rivero, Peñaloza y Carlos Núñez; los demás, al mando de Villarroel,
fueron a situarse a Cumanacoa. Allí murieron los patriotas coroneles Dionisio
Sánchez de Gordón y León Mejía. Entre el combate y vecinos de la ciudad hubo
como mil víctimas de los republicanos, de los cuales se recuerdan: a Pedro
Avendaño y Vicente Sucre, muertos en el Hospital de Lázaros; a Rosa y Carmen
Mercié, sacrificadas por el oficial criollo, al servicio de Boves, Pedro Rondón
(a) Maruto, sobre la tarima del altar del Carmen en la Iglesia de Santa Inés; a
Don Baltazar de la Cova, Domingo Pantaleón García y Carlos Malaret. 16 de
octubre de 1814.
Nota.- Es la más extraordinaria sangrienta
acción de armas realizada en Cumaná. Tuvo como escenario la Sabana de “El
Salado”. El bárbaro José Tomás Boves, derrota al General Manuel Carlos
Piar, y
entra a “sangre y fuego” a la ciudad de Cumaná; 3000 jinetes hambrientos
de sangre contra 1500 defensores, la
mayor parte de infantería.
Piar, cumpliendo órdenes del General en Jefe
Santiago Mariño, Jefe del Ejército libertador de Oriente, que tiene que encargarse de la emigración a
Guiria; previendo la derrota, sale al encuentro de enemigo tan poderoso, en las
sabanas de El Salado, a la entrada de la ciudad.
Va
acompañado de un formidable Estado Mayor, y
contando con los mejores guerreros orientales: José Francisco Bermúdez,
José Maria, Gerónimo y Antonio José de Sucre, Andrés Rojas, Agustín Armario,
los hermanos Ortiz, Azcue, Villarroel, Barreto, José Ribero, José Carlos
Peñaloza, Domingo Montes, Francisco
Mejía, Manuel Vicente Parejo, Zaraza, Garván, Guillermo Román, Juan José
Quintero y sus hermanos, Carlos Núñez, algunos como jefes de batallones y otros de sus propios batallones, y cien
nombres más para la historia.
El
combate se desarrolla entre el brazo del rio que salía por él Oeste, profundos
caños, los humedales propios de la
zona y la sabana de San Luis, que se
extendía por todo el noroeste de Cumaná; Piar trata de contener el avance de
Boves, y le causa considerable daño en emboscadas y atinados avances, que irritan, indignan, y tocan el amor propio del temible guerrero.
Piar con conocimiento del terreno, abre sus fuerzas en pequeños grupos de
fusileros, le impide el paso durante 9
sangrientas horas, con el propósito de que los patriotas abandonaran la ciudad,
como en efecto se logró, lo que se conoce como “La emigración a Guiria”.
Sabiéndose
perdido por el número de muertos y heridos que fueron rematados sin piedad;
pero cumplido su propósito de salvar la vida de miles de ancianos, mujeres y
niños, con aquella estrategia, abandona el combate y sale para Margarita con la
mayor parte de sus combatientes. Los hermanos Sucre con Bermúdez y muchos más van hacia Maturín.
Boves, el sanguinario campeón de España entra a
Cumaná, después de arruinar a Barcelona, bañándola en sangre y fuego; en Cumaná
sacrifica al pueblo realista incrédulo, que sale a recibirlo entre cantos y
aclamaciones. Ríos de sangre corren por sus calles; en la iglesia del Carmen
son acuchilladas en una orgía de sangre, quinientas damas, madres de
respetables familias, por las hordas desatadas
de Boves. Según cuenta el propio capellán de su ejército, el padre
Llamozas, la mayor parte partidarias del realismo. Se calcula en 2000 el total
de sacrificados, ríos de sangre corrió por las calles de Cumaná, que fue
bautizada “Cartago de América”.
Un hermano, Vicente, y
una hermana del Mariscal, Magdalena, que luchó al lado de Piar, se contaron
entre los muertos.
1814.- En Cumaná celebra
Boves un baile en la casa de la familia Andrade al cual asistieron por
apremiante imposición, como parejas, damas escogidas al intento de las familias
que lloraban en ese día de la entrada de Boves la muerte de algunos de sus
deudos. Después de terminado el acto fueron fusilados la mayor parte de los
músicos que eran patriotas, figurando entre los asesinados Juan Landaeta, autor
del Himno Nacional, y Antonio Caro de Boesi, que había venido en la emigración
caraqueña
Notas. - Los himnos nacionales
inspiran siempre en los buenos patriotas un profundo sentimiento de respeto.
Unas veces son, como la dulce voz de la madre, capaz de mitigar los más grandes
dolores, otras como el grito angustioso
con que ella advierte a sus hijos encontrarse en peligro, y siempre, un
acento de la patria que va rectamente al
corazón.
Cuando en un país extranjero llegan
a nuestros oídos los primeros acordes de
nuestro Himno Nacional, parece que nos tocase una corriente eléctrica que pone
en conmoción todas las más delicadas fibras del sentimiento.
El Autor de nuestro Gloria al Bravo Pueblo,
tiene su historia y es bueno hacerla popular. Corría el año 1814, los
patriotas huían espantados ante el asombroso
José Tomás Boves, ángel o demonio,
dominador y exterminador, y fue entonces cuando el caraqueño Juan Landaeta, compuso su épica e inspirada
canción.
La canción que inspiró a nuestros guerreros, v tras ella fue a derramar su
sangre por la patria que nacía en nuestros corazones. Y con ella en los labios
vinieron los vítores y la victoria. Bolívar, Mariño, Bermúdez y Sucre,
derrotaron a Boves y al Mariscal Juan Manuel Cajigal, en Bocachica y la primera
de Carabobo.
Pero en la batalla de “La Puerta” se
esfumaron los laureles del triunfo y vino la derrota y el derrotero. Boves
ocupó todos los rincones de la Patria, y se estableció la barbarie. Landaeta envuelto en el vértigo de pavor de
aquellos días, se acogió a la Emigración,
fue a buscar refugio a Cumaná, junto con otros músicos compañeros suyos:
pero Cumaná cayó también bajo el mando militar del sanguinario José Tomás
Boves; éste conocía la música de Landaeta,
y promovió un baile, que tenía gusto, dijo, “la tocase la orquesta
caraqueña”.
Esta orquesta fue de Monteverde y los patriotas la capturaron en
Maturín. Con ella entró Mariño a Cumana
en 1813, y, Landaeta vino con la emigración liderada por el Libertador.
Empezada la fiesta corrió el rumor
de que Boves abrigaba intenciones siniestras y mientas algunos pudieron
ponerse a salvo, Landaeta fue hecho prisionero y condenado a muerte.
Boves mandó copiar la canción “Gloria al Bravo Pueblo”, en una hoja de
papel que atada a la cabeza de Landaeta,
le servía de mofa, una especie de ridículo adorno o capirote, que lucía
cuándo iba hacia el patíbulo entre la insolente
muchedumbre realista que se había congregado para festejar la criminal
hazaña del bárbaro caudillo; así iba, arrastrado por la brutal soldadesca.
El patíbulo lucía su siniestra imagen frente a la Iglesia del Carmen, hoy
Santa Inés, y es allí, donde debemos colocar una placa con letras de oro,
que lo recuerde y rinda honor permanente al excelso músico, que nos
llama a la vigilia patriótica, y nos inflama de amor y enardece a nuestro pueblo.
Esta anécdota es cierta y fue contada por el mismo capellán de Boves, el
Padre Llamozas; y así fue la muerte de éste caraqueño eternizado por el pueblo
venezolano y admirado por el mundo entero, y,
también es cierto que derramó su sangre por la patria en Cumaná en 1814,
aunque otros autores lo cuentan para sus pueblos.
Juan Landaeta merece contarse entre
los Padres de la Patria, pues en los acordes
que han inmortalizado su nombre supo encerrar el alma de Venezuela.
1814.- En Cumanacoa, Cariaco y otros puntos de la provincia se ejecutan
de orden de Boves muchos asesinatos hasta principios de noviembre de 1814.
Muertos en Cumanacoa: Pedro Barreto González, Don Domingo Márquez que
era Comisario del Ejército de Oriente, fue alanceado en la noche del 3 de
noviembre de 1814, y el licenciado Julián Padilla Morón.
Nota. - Don Pedro Elías Marcano no menciona
para nada la batalla de Urica, no estaba entre sus objetivos, pero yo no puedo
seguir adelante sin tomarla en consideración.
Ésta acción táctica
militar de la Guerra de Independencia venezolana librada en el pueblo de
“Urica”, en la provincia de Cumaná. Donde se enfrentaron el general en jefe José Félix Ribas (por los republicanos) y José Tomás Boves (por los
realistas); donde triunfaron los españoles, pero tuvo como desenlace
final, la muerte de Boves, que ya fue
una mayor victoria para la causa de la independencia.
Dice el manual de la guerra, que luego de la
victoria obtenida por Boves en Los Maguelles (9-11-1814) contra el coronel José
Francisco Bermúdez, que lo obligaba a pelear, el caudillo asturiano se dirigió
con su ejército por la vía de Nuevo
Mundo al sitio de “Urica”, a reunirse
con su segundo, el coronel Francisco Tomás Morales, quien desde “Santa Rosa”
había marchado hacia aquella zona.
Por su parte, Bermúdez, retornaba a Maturín, donde
el general en jefe José Félix Ribas, dispuso la ejecución de la ofensiva contra
los realistas en “Urica”; operación que no se había llevado a cabo debido a la
decisión de Bermúdez de ir a “Los Maguelles” a sorprender a Boves.
Para esta empresa contaba Ribas con 2.000 hombres,
entre los cuales se destacaban varios campeones patriotas: Bermúdez, Antonio
José de Sucre, José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas, Andrés Rojas, Agustín
Armario, Pedro Zaraza, Manuel Cedeño, Francisco Parejo y otros.
Al llegar al sitio de El Areo, procedió Ribas a la
formación de 2 columnas de caballería de 180 hombres, las cuales recibieron el
nombre de “Rompelíneas”, con Monagas y Zaraza de comandantes.
Después de efectuar todos los preparativos para la
batalla, el destacamento patriota marchó durante la noche del 4 al 5 de
diciembre, para amanecer en “Urica” frente a los realistas (ya Boves se había
incorporado al lugar), desplegados en 3 columnas en una extensa sabana. Las
hostilidades fueron iniciadas por Boves, cuando salió con su columna a
enfrentarse a la que mandaba el coronel Bermúdez, al que ya había derrotado,
quien ésta vez pudo rechazar el ataque. Este éxito inicial de los patriotas
permitió a Ribas la colocación de sus hombres en línea de batalla, y con ellos
cargó contra los realistas, quienes respondieron con intenso fuego de su
poderosa artillería.
En este momento, ordenó Ribas que las columnas
Rompelíneas emprendieran el ataque contra la columna derecha enemiga bajo el
mando de Boves.
Cuando Boves advirtió que su columna podía ser
envuelta, salió del centro de su batallón precipitadamente y pereció en el
choque. El Coronel Pedro Zaraza, que se la tenía jurada, y lo vigilaba, se
adelantó hasta el caudillo español y aprovechó que el caballo se le encabritó,
para traspasarlo con su lanza.
El movimiento de la caballería patriotas falló,
porque la caballería bajo el mando de Monagas, no pudo actuar, debido a que
entraron en un pantano y quedaron inmovilizadas, lo que le dio la victoria a
Morales que sustituyó a Boves sobre la marcha
El resto de las fuerzas realistas bajo el mando de
Morales, (centro e izquierda), cargaron contra la línea republicana que
esperaba la entrada de su caballería, la envolvió, y con ello obtuvo la
victoria. Las bajas fueron numerosas.
Tomada esta relación con adiciones mías de Google.
Dice don Vicente Lecuna, que fue la lanza de Zaraza, la que acabó con
la vida de aquel terrible enemigo de nuestra libertad, y si lo dice don Vicente
debe ser verdad, pero hay muchas versiones sobre este lance atribuido a Zaraza.
En Cumanacoa, donde Boves se ensañó contra algunos
distinguidos ciudadanos, me contaba el cronista ex oficio de Cumanacoa, don Tranquilino Saud, que algunos deudos de
aquellos hombres ilustres asesinados por Boves o sus soldados, envenenaron el
caballo de Boves, este inconsolable buscó a los culpables y no los encontró,
total que se fue como “alma que lleva el diablo” expresión de don Tranquilino.
“El indio Zaraza, venia persiguiendo a Boves,
porque dizque le mató la mujer y un ganado en una finca que tenía en Guárico.
Pues, “se juntó el hambre con las ganas de comer”, los hijos de los señores
ajusticiados sumariamente en Cumanacoa
por Boves, se le unieron y se fueron tras “El Taita”, hasta Urica. Dicen
que al Indio no se le perdía un solo movimiento del caudillo español, y dio la
casualidad, que en plena batalla, cantando victoria por todos lados, el caballo que montaba Boves, que era muy
arisco, y no estaba acostumbrado a la guerra, a cada rato se encabritaba, y el
indio Zaraza, se le fue acercando, aprovechando que el caudillo no lo controlaba; y cuando lo tuvo cerca, se le dio la
oportunidad que esperaba, el caballo se
encabritó, se levantó en sus dos patas traseras, y Boves quedó indefenso,
sosteniendo las riendas, cayendo hacia atrás,
entonces el indio Zaraza, como un
tigre, salto de su caballo y le dio un lanzazo que lo atravesó de parte a
parte, es decir, le entró por las costillas, por la espalda, y la lanza salió
por el esternón, Boves y que le gritó: ¿Por qué me tiras por la espalda
cobarde?; y Zaraza le respondió… Y, como mataste tú a mi mujer, acaso la
dejaste que rezara un padrenuestro?... ¡Perro asesino!... Copiado
textualmente.
-Urica fue a batalla más grande por el
número de combatientes de la guerra de Independencia donde intervienen un total
de 11.200 soldados, 7.000 realistas al mando de Boves y Morales y 4.200
patriotas, al mando de José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez. Esta batalla
terminó con el triunfo de los realistas,
pero con la muerte de Boves más perdieron los realistas.
1815.- El General José Francisco Bermúdez que desde Maturín el 11 de
diciembre de 1814, se había refugiado en la Costa de Paria, es derrotado junto
con Juan Bautista Videau en Soro por el Brigadier Francisco Tomás Morales, el
14 de febrero de 1815.
1815.- El mismo día ordena Morales el incendio de Soro y Guiria y hace
fusilar durante algunos días en las poblaciones de la Península de Paria
multitud de patriotas, cuyo número se calcula en 2000. Febrero de 1815.
Nota. - Bermúdez, en una marcha desesperada
llega a Guiria el 16 de enero, donde Videau o Bideau, ejercía el comando de la
ciudad. Entre Tanto Francisco Tomás Morales regresa a Cumaná y sale en
persecución de Bermúdez, con 3000 hombres de refuerzo. Entra a Cariaco,
Carúpano y Rio Caribe, dejando un rastro sangriento. Luego sigue a Soro, y lo
reduce a cenizas, y el 15 de febrero entra a Guiria. Allí está el coloso Ayax,
esperándolo con solo 300 hombres. La resistencia fue agotadora, no había como
sostenerse en aquel pueblo dispuesto a morir por la Patria. Todo se perdió pero
el pueblo de Guiria, embarcó en veloces flecheras, a sus heroicos defensores,
que lograron esquivar a la flota de Gavanzo, y arribar a Margarita que estaba
en poder de los patriotas de Juan Bautista Arismendi, con el cual Bermúdez
siempre se llevó muy bien, y en estas circunstancias también sirvió tres meses
bajo las ordenes de valiente margariteño.
1815.- El Mariscal de Campo Don Pablo Morillo vino como General en Jefe
de la expedición que el Rey Fernando VII le confió sobre Venezuela y Nueva
Granada, compuesta de 65 buques de transporte, 30 buques menores, 3 fragatas y
el navío San Pedro Alcántara de 7 a 74 cañones, con artillería de 18 y 24 y a
cuyo bordo venían los aguerridos regimientos de infantería de “León” “Victoria”
“Extremadura” “Cazadores de Castilla” “Barbastro” y “Unión” conocido después
por “Valencey”
El batallón de General o “Cazadores”, los regimientos de caballería
“Dragones de la Unión” y “Húsares de Fernando VII”, un batallón de artillería
con 18 piezas de campaña, dos compañías de artillería de plaza, tre4s mas de
zapadores y un parque numeroso provisto de todo lo necesario. El total de la
fuerza era de 10.642 y con la tripulación alcanzaba a 15.000 hombres. La
escuadra la mandaba Don Pascual Enrile, Brigadier de la Armada española, quien
traía el cargo de Segundo Jefe de la Expedición que zarpó de Cádiz a mediados
de febrero de 1815, fondeó en Puerto Santo a barlovento de Carúpano el 3 de
abril, desembarcó en Cumaná el 25 del mismo mes y sus tropas empezaron a
invadir las poblaciones de la provincia el 14 de mayo de 1815.
Nota. Bartolomé Tavera Acosta, nos cuenta
que: La expedición de Morillo arriba el 3 de abril, a Puerto Santo, barlovento de Carúpano, donde se embarca Francisco Tomás Morales con
sus fuerzas, y, la expedición se dirige a Margarita; desembarca en el puerto de
Pampatar, sin ningún inconveniente. Morillo no encuentra resistencia y nombra
gobernador de la isla al coronel Antonio Hernáiz. Parte el 20 del mismo mes
para Cumaná, que tampoco ofrece resistencia, y Morillo nombra gobernador de la
Provincia al Brigadier don Tomás de Cires. Morillo deja en paz la provincia y
parte con su expedición para Cartagena de Indias, donde los patriotas
venezolanos se congregaron.
1815.- El Coronel Manuel Inocencio Villarroel con la columna de su mando
triunfa contra el jefe español Francisco de Sales Echeverría en la Rinconada,
sitio de Cumanacoa el 23 de agosto.
Nuevo combate tiene que sostener Villarroel en Guaipia
y obtiene la victoria el 5 de setiembre, pero acosado por fuerzas superiores en
número, logran dispersarlos en las alturas de Salas, Aricagua, el 15 del mismo
mes y por ofrecerle indulto el Gobernador de Cumaná, se presentó al jefe
militar de Areo Comandante Manuel Lorenzo, quien lo hizo fusilar inmediatamente
Nota.- Coronel
Manuel Inocencio Villarroel. Este esforzado paladín de cuando no había más
nadie; nació humildemente en el villorio de Quebrada Seca el 2 de enero de
1793, pueblo cercano de Cumanacoa, en esos tiempos parroquia
foránea de Cumaná. El digno coronel cumanés combatió bajo las
banderas de Mariño desde 1813 en la campaña libertadora de oriente. Demostró su recia personalidad en las cinco
batallas de Maturín en 1813. Asistió con Piar a la batalla de la Sabana del
Salado contra Boves, en Cumaná, el 16 de octubre de 1814. Como en ese día fuese
ocupada a sangre y fuego la plaza de dicha ciudad por las tropas realistas,
pudo escapar con vida de tan horrorosa carnicería, acompañado de algunos
patriotas valerosos. Refugiose luego en Cumanacoa, logró allí organizar una
fuerte columna, y en 1815 en la Rinconada, Cumanacoa, San Fernando, la Acequia
y San Lorenzo, peleó con fortuna, sagacidad y bravura, pero en el cantón o Alturas de Salas, al
sur de
Aricagua, tras una lucha desesperada y heroica que duró cinco horas, salió por
completo derrotado pereciendo casi todos y varios heridos de gravedad, que
junto con unas infelices mujeres y niños que seguían con los independientes
para salvarse de la crueldad de los
españoles, fueron también sacrificadas. Con motivo de tan fatal acontecimiento,
viéndose Villarroel enteramente solo, desprovisto de elementos de guerra y aun
de lo necesario para la subsistencia confiose en un indulto del gobernador de
Cumaná, Brigadier don Tomás de Cires y se presentó al Comandante militar de
Areo: este infeliz lo fusiló en el acto, disque por orden del propio
gobernador, aquel que, en obediencia a Morillo, derribó en Cumaná, la iglesia
de la Divina Pastora, el barrio de Chiclana y mandó incendiar a Cumanacoa y las
parroquias vecinas.
Prisionero de Bermúdez que avanzaba victorioso a unirse con Bolívar en
Carabobo; cayó don Tomás de Cires, en la acción del Consejo, en mayo de 1821, y
el caudillo republicano, que bien sabía la pérfida conducta de dicho jefe
realista, con el desgraciado Villarroel, lo puso a disposición del entonces
vicepresidente de Venezuela general Carlos Soublette, y fue sumariamente pasado
por las armas.
1815.- El Comandante José Carlos
Peñalosa (Y no José Francisco como lo dice la historia) es derrotado y
prisionero en Río Caribe el 25 de setiembre, y conducido a Cumaná lo fusilan en
la Plaza de San Francisco el 7 de octubre de 1815.
El Comandante José Carlos Peñalosa López, nació en Cumaná el 3 de noviembre de 1793, hijo de
don Juan de Dios Peñalosa, portugués, casado en Cumaná con doña Inés María
López de Arjona.
El Comandante Peñalosa, a los 17 años, con el grado de teniente, participó
activamente y desde un principio, en los eventos revolucionarios de 1810. En medio del despotismo implantado en Cumaná
por Cervériz, logra en 1812, viajar a la Isla de Trinidad con los hermanos
Sucre, y se una a Santiago Mariño. Forma parte de los 45 héroes que iniciaron
la campaña libertadora de 1813, liderada por ese héroe leyendario, el General
Santiago Mariño, que partiendo de la Isla de Trinidad y desembarcando por
Guiria, logra la proeza de libertar a todo el oriente venezolano, la Provincia
de Nueva Andalucía.
Se destaca Peñalosa por su valor y arrojo en defensa y las
batallas de Maturín, primero bajo el mando de Bernardo Bermúdez, y luego del
General Manuel Piar, y luego en la jornada victoriosa del General en Jefe
Santiago Mariño, hasta Cumaná, Margarita y Barcelona, combatiendo contra miles
de tropas realistas esparcidas por todo nuestro territorio. Se calcula que los
reales tenían más de 8000 soldados bien entrenados y equipados en esta
Provincia.
Hizo toda esta jornada libertadora, la gran campaña de la liberación de
Oriente, de triunfo en triunfo desde Chacachacari, como lo escribe el sabio
Tavera Acosta, hasta Cumaná; brilló también el año 14, año trágico para la
causa patriota, cuando más se necesitaba de los líderes de la emancipación,
peleando contra Cervériz, Gavasso, Zuazola, Fernández de La Hoz y el invicto
José Tomás Boves, en las batallas del Salado y Urica, donde pudo verlo herido
del lanzazo mortal del indio Saraza.
Luego en 1814, se unió a Domingo Montes y a Villarroel en Cumanacoa y
participó activamente en las guerrillas, único vestigio del poder patriota. Su
nombre glorioso fue clarín de las victorias, se gritaba en las trincheras y se
cantaban sus hazañas.
Fue apresado después de la batalla de Rio Caribe, el primero de septiembre
de 1815. Condenado a morir, aceptó su destino con serenidad. Fue un guerrero
egregio, de augusta presencia, altivo y sereno, sin vacilaciones, como lo fue
en vida. Digno hasta la muerte, y ser otro mártir de la Patria.
Él, como el coronel José Ribero, murió fusilado en Cumaná, en la plaza de
San Francisco, por orden ejecutada por el frio comandante Aldama, por orden de don
Pablo Morillo. Su cuerpo fue mutilado, desmembrado y repartido en lugares
visibles de la ciudad, como escarmiento para los audaces y heroicos paladines
que se multiplicaban en todo el territorio de la Capitanía General de
Venezuela.
Hombres como Peñalosa le dieron sentido a la guerra emancipadora. Espera el
bronce que eternice su valor y su grandeza.
1815.- El Coronel José Rivero combatido en Punta de Piedra el 15 de
setiembre por el Sargento Mayor de Dragones Don Miguel Domínguez, pierde la
acción y perseguido por las tropas realistas cae prisionero en Caño Mapuey, lo
conducen a Cumaná y fusilan en la misma plaza que lo fue el Comandante Peñalosa
el 14 de octubre de 1815. Su cabeza, brazos y piernas se fijaron en diversos
puntos de Cumaná y Cariaco y varios pueblos de la costa de Paria, testigos de
sus hazañas.
Después de la acción de El Salado, en que perdieron los republicanos,
Rivero fue a dar a Carúpano, cuya plaza estaba a su cargo. Amenazada ésta por
el Comandante Quijada, le sale a su encuentro Rivero, derrotándolo en San José,
pero, perseguido Quijada hasta Cariaco, se rehízo y defendió, consiguiendo que
se retirase su contendor. De Carúpano siguió Rivero a Río Caribe y luego se
situó en la Península de Paria.
Aunque escaso de tropas y elementos de guerra, se defendió una vez en
Yaguaraparo, dos veces en los atrincheramientos de Irapa y finalmente el 11 de
setiembre de 1815 en Punta de Piedra, perdiendo la acción; y viéndose casi solo
huyó a los montes de aquella comarca hasta que pocos días después, fue
capturado en caño Mapuey.
Nota.- El
Coronel José Ribero, fue un guerrero inmortal que ofrendó su vida en plena
juventud por la libertad. Desde temprana edad se le encuentra al lado de
Mariño, en Guiria, y también a las órdenes de Bernardo Bermúdez y Piar en
Maturín. Para 1814 acompaña al victorioso Mariño, llamado por Bolívar, a su Campaña del Centro, después de triunfos
inmortales como Bocachica, y la Primera de Carabobo, luego terminó con el desastre
de la batalla de La Puerta. Ribero regresa a la zona Oriental con el mismo
Mariño. Es la hora de Boves, en su campaña infernal y depredadora, llega y
vence en Barcelona, donde asesina al pueblo inocente; y avanza sobre Cumaná, y con una fuerza
superior en todo, derrota al invicto Carlos Manuel Piar, en la batalla de El
Salado; entra a la ciudad el 15 de octubre de l814, y la llena de luto y
espanto. Sus atrocidades hicieron olvidar a los bárbaros Zuazola, Cervériz y
Antoñanzas. Los Patriotas se repliegan, Domingo Montes, Jesús Barreto, los Monagas,
mantienen el pabellón patriota en las sabanas de Maturín. Barreto, el heroico
hijo de Cumanacoa se hace fuerte en las inmensas llanuras donde es invencible.
Mientras tanto el Coronel Ribero, se
ha ganado su grado heroicamente, siempre al lado de los Libertadores de
Oriente; al lado del General Santiago Mariño, gana en cada batalla un jalón, y
el último en 1815, en Punta de Piedra, resiste con sólo 150 hombres, la
embestida del Sargento Mayor de Dragones Miguel Domínguez, jefe realista que lo
derrota con un ejército tres veces superior; entonces se retira hacia Caño
Colorado, cae en una emboscada lo hacen prisionero; es traído a Cumaná y
mediante un juicio sumario es condenado a muerte.
En las primeras horas de la mañana
de un día lluvioso, el 27 de septiembre, desde el campanario de la capilla de
la Venerable Orden Tercera, contigua al Convento de Nuestra Señora de las Aguas
Santas, que así es el nombre de la casa mayor de San Francisco, comenzó el
repique de campanas; el pueblo había sido convocado para el fusilamiento. Desde
Cariaco había llegado toda la familia del Héroe, sumida en profundo dolor y
santa impotencia. A Ribero lo trajeron desde el Castillo de San Antonio, en
cuyas mazmorras pasó sus últimos días; venía amarrado, escarnecido, pero altivo
sin jactancia, lo acompañaba un sacerdote que había abogado por su vida ante el
nuevo Gobernador, Don Tomás de Cires, el mismo inaudito individuo que ordenó la
demolición de la bella iglesia de la Divina Pastora, y arrasó el próspero
barrio de Chiclana. ¿Cómo podía este sujeto tener piedad con el bizarro
patriota?
La plaza de San Francisco que había
sido Plaza Mayor, aunque muy importante, ya que se encontraba frente al
Convento, que presentaba las huellas del tiempo, era considerado el más
importante de la Provincia, era una sábana calichosa usada muchas veces para
festejos, la venta de esclavos y otros eventos.
El Coronel Ribero fue colocado en el
centro de la plaza. Un sargento le ordenó que se hincara de rodillas, no quiso
hacerlo, pero fue obligado. Rechazó la venda y mirando a sus familiares, amigos
y al pueblo, grito con fuerza: ¡Viva Mariño! ¡Viva la Libertad!. Un murmullo
recorrió la multitud. El pueblo contuvo el aliento… Ribero estaba allí de
rodillas. Por la comisura del labio inferior se le escapaba un hilillo de
sangre; sin embargo, se mantenía sereno, con esa serenidad que da el
cumplimento del deber. Atento al menor movimiento, sus ojos buscaban a sus
seres queridos, y al cruzarlos se llenaba de una dulce alegría. Altivo,
tranquilo, de frente al pelotón, atento a los gatillos, tal vez sumido en
profunda oración, convencido que al derramar su sangre contribuía con la causa
a la cual había dedicado todo. El pelotón de fusilamiento bajo el mando del
Coronel Juan de Aldama, estaba preparado. Oyó la orden… Disparen… Recibió la
descarga mortal sin un lamento, ni una queja salió de sus labios. Su boca besó
la tierra que tanto amó y exhaló su último suspiro.
Cayó
hacia delante y luego resbaló lentamente hasta quedar en posición fetal. Tal
vez el engreído Aldama, aquel esbirro que azotó públicamente a Doña Leonor
Guerra, le dio el tiro de gracia. Los verdugos cumplieron con el mandato, pero
¡oh miserables!, no entregaron el cuerpo a sus deudos, que lo imploraban. El
pueblo se tragó sus lágrimas, pero dentro del corazón creció como un árbol la
sed de venganza y el deseo de ser libres. La conciencia de una patria distinta
y más justa.
No había terminado la fiesta. Se
cumplían expresas órdenes del General Pablo Morillo, que señoreaba victorioso
con sus fuerzas infinitas, y que pretendía amedrentar a los patriotas
orientales; y por ello y por escarmiento, el cuerpo del Coronel Ribero fue
descuartizado y sus restos exhibidos en Cumaná, Cariaco y otros pueblos
vecinos. Durante mucho tiempo el cráneo del egregio soldado sirvió como bronce
para el recuerdo de su inmortalidad.
1816.- El 20 de marzo de 1816 se hace a la vela en
el puerto de Acquin a 12 leguas E.N.E. de los Cayos de San Luis, la escuadrilla
gobernada por el marino Luis Brión, rico armador de Curaçao a quien Bolívar le
concedió el nombramiento de Almirante. Siete goletas componían la escuadra: la
Bolívar que hizo de capitana y la mandaba el Capitán de Fragata Renato Beluche;
La Mariño comandada por Tomás Dubouillé; la Constitución, la Piar, la Brión, la
Félix y la Conejo, regidas respectivamente por los tenientes de navío Juan
Morue, J. Pinell, Antonio Rosales, Bernardo Ferrero y Carlos N. Lominé. Con
parque suficiente vinieron en la expedición cuatro generales, catorce
coroneles, veintidós comandantes, once mayores, cuarenta y dos capitanes,
veintiocho tenientes, quince subtenientes, diecisiete aspirantes, once
empleados civiles, y con los demás el total no excedía los 250 hombres. Con
Bolívar, pues, venían además de los capitanes de buques ya nombrados Mariño,
Piar, MacGregor, Manuel Valdés, Francisco Antonio Zea, Pedro Briceño Méndez,
Carlos Soublette, N. Ducoudray-Holstein, Pedro León Torres, José Antonio
Anzoátegui, Bartolomé Salom, Justo Briceño, N. Bisel,
Francisco de Paula Vélez, Miguel Borrás, José Antonio Raposo, Francisco
de Paula Alcántara, Francisco Piñango, Agustín Gustavo Villarret, Bruno del
Rosario Torres, Francisco José del Rosario Torres, Julián Montes de Oca, José
Ucrós, Teodoro Figueredo, Pedro María Freites, Felipe Mauricio Martín, Manuel
M. Quintero, José Ignacio Pulido, José Gabriel Lugo, Juan Manuel Manzo,
Ambrosio Plaza, Mariano Cancino, Judas Tadeo Piñango,
Sebastián Boé (o Boquier), Vicente Landaeta, Dr. Diego B. Urbaneja,
Miguel Marconiss, Ricardo Meza, Enrique Domínguez, Jerónimo Pompa, Juan Antonio
Gutiérrez, N. Araos, Hilario Ibarra, Jacobo Kreidlein, Pedro Martínez Aldao,
José Martínez Lozano, Jorge Meleán, Jenaro Montebrune, José Montes, Cosme
Damián Quintero, Juan Santana, Alejandro A. Urueta, Miguel Ustáriz, Lope María
Buroz, Francisco Vélez, Mauricio Encinoso, Narciso Gonell, Pedro González,
Pedro Alcántara Herrán, José María Flores, Juan Bosa, Juan Muñoz, Manuel
Martínez, Joaquin Gamero, Francisco Martínez, Pedro Romero,
Nota. - Tavera Acosta, continúa narrando La
Expedición, y agrega: “Frente a las Costas de Puerto Rico, celebran los
expedicionarios el aniversario del 19 de abril, empavesándose las naves y
saludando con salva de artillería y fusilería.
El 2 de mayo, en Los Frailes, ya en aguas venezolanas, se avistan dos
buques españoles, que cruzan las costas norte de Margarita. Son el bergantín
“Intrépido” y la goleta “Rita”. El Libertador ordena que “La Bolívar”, donde Él
viene con Brión y otros, y la goleta “Constitución”, ataquen al bergantín; y
que la goleta “Mariño”, “Júpiter” y “Conejo”, carguen sobre la Rita.
Bolívar con Arismendi a su lado, obtuvo la
victoria, aumentó sus fuerzas con estas dos naves y desembarcó triunfante en
Margarita. Las fuerzas españolas abandonan la isla.
El Libertador desde Santa Ana del Norte,
convoca una junta de guerra a la cual concurren, de Margarita: Arismendi,
Francisco Esteban Gómez, José Joaquin Maneiro, Policarpo Mata, Pablo Ruiz
Méndez, Francisco Sánchez y Francisco Morales; y de los Expedicionarios:
Mariño, Piar, MacGregor, Zea, Manuel Valdés, Pedro María Freites, Luis
Ducoudray-Holstein, Carlos Soublette, Sebastián Boé, Pedro Chipia, Miguel
Marconi, Vicente Landaeta, y Pedro Briceño Méndez. Quién actúo de Secretario. Tal Asamblea
reconoció al Libertador como Jefe Supremo
1816.- Bolívar decreta en
Carúpano arriba la abolición de la esclavitud, el 2 de junio de 1816.
Nota. - Decreto del Libertador sobre la
libertad de los esclavos. República de Venezuela. Simón Bolívar. Jefe Supremo y
Capitán General de los ejércitos de Venezuela y Nueva Granada. A los habitantes
de Río Caribe, Carúpano y Cariaco.
Salud.
Considerando que la justicia, la política y
la Patria reclaman imperiosamente los derechos imprescindibles de la
naturaleza, he venido en decretar, como decreto, la libertad absoluta de los
esclavos que han gemido bajo el yugo español en los tres siglos pasados.
Considerando que la República necesita de los servicios de todos sus hijos,
tenemos que imponer a los nuevos ciudadanos las condiciones siguientes:
Artículo primero. Todo hombre robusto, desde la edad de catorce hasta los
sesenta años se presentarán en la parroquia de su Distrito a alistarse en las
banderas de Venezuela, veinticuatro horas después de publicado el presente
decreto.
Artículo segundo. Los ancianos, las mujeres,
los niños y los inválidos, quedarán eximidos desde ahora para siempre del
servicio militar: como igualmente del servicio doméstico y campestre en que
estaban antes empleados a beneficio de sus señores.
Artículo tercero. El nuevo ciudadano que
rehúse tomar las armas para cumplir con el sagrado deber de defender su
libertad quedará sujeto a la servidumbre, no solo él, sino también sus hijos
menores de catorce años, su mujer y sus padres ancianos.
Artículo cuarto. Los parientes de los
militares empleados en el ejército libertador gozarán de los derechos de
Ciudadanos y de la libertad absoluta que le concede este Decreto a nombre de la
República de Venezuela.
El presente reglamento tendrá fuerza de ley y
será fielmente cumplido por las Autoridades Republicanas de Río Caribe,
Carúpano y Cariaco.
Dado en el Cuartel General de Carúpano, a 2
de junio de 1816.
Tavera Acosta hace varios comentarios sobre
este importante decreto, dice: “El siguiente día, 2 de junio, dicta un decreto
anunciando que quedaban libres todos los esclavos que tomasen armas en defensa
de la patria. A tal disposición exigida por Petión a Bolívar en Haití,
corresponde un escaso centenar de los que por allí moran bajo la dependencia de
los navarro y otras familias patriotas, que todo lo ofrendaron en aras de la
causa”.
El 21 de junio dicta otro decreto: “Notándose
la renuencia de los habitantes de Carúpano Arriba para servir a la República, y
que lejos de contribuir al restablecimiento de la libertad de su país, se
alistan voluntariamente en las banderas de los tiranos españoles, y cooperan de
un modo el más activo a nuestra destrucción, sin que hasta ahora ninguno haya
tomado las armas bajo las nuestras, a pesar de las muchas convocatorias con que
han sido llamados por espacio de veintiún días, he venido a decretar, como por
la presente decreto:
Art.. 1.- Por la última vez se invita a los
habitantes de Carúpano Arriba, para que se restituyan a sus casas,
presentándose en este Cuartel General dentro del término preciso de
veinticuatro horas, que se darán por cumplidas mañana a las dos de la tarde.
Art. 2.- El cortijo o guarida de Carúpano
Arriba, será quemado, y destruido absolutamente, con cuanto pertenezca a sus
habitantes, dos horas después de haberse cumplido el término que se señala, sin que jamás pueda ser
reedificado, si no cumplieren con el tenor de este Decreto.
Publíquese por bando y fíjese en los lugares
más públicos, para que llegue a noticia de todos.
Aunque Tavera dice que el pueblo de Carúpano
no respondió al llamado, ni le importó la amenaza; pero todo hace pensar que el
Libertador obtuvo la respuesta adecuada, y salió de Carúpano reafirmado, en
Junta de Guerra, en su jefatura, con una flota de guerra y un ejército
organizado de 800 hombres bien pertrechados, distribuidos así: Artillería, al
mando de Salón; Infantería de Honor, regida por Anzoátegui; Cazadores, por
Justo Briceño; 3l batallón “Girardot”, bajo el mando del comandante Francisco
de Paula Vélez; el batallón “Vencedores en Araure”, bajo el mando del coronel
Pedro León Torres; el batallón “Cumaná”, a cargo del comandante Miguel Borras;
el batallón “Guiria”, bajo el mando del comandante José Antonio Raposo: el
batallón “Soberbios Dragones”, bajo el mando del comandante Francisco de Paula
Alcántara; y la Caballería, bajo el mando del comandante Teodoro Figueredo.
El 30 de junio, dejando a cargo de la plaza
al coronel Brise y al coronel Antonio Acosta, con un esquife para la vigilancia
en el puerto, el Libertador se embarca en quince naves la mayor parte
capturadas en el combate del puerto de Carúpano, con rumbo a Ocumare de la
Costa, desde donde iniciaría la reconquista.
Después de la salida del Libertador de
Carúpano, las fuerzas de Tomas de Cires ocupan la ciudad, pero también Mariño y
Piar, consolidaban sus fuerzas y se mantenían vigilantes en el resto de la
provincia
.
1816.- Al saberse en Cumaná la invasión de Bolívar, el gobernador de la
provincia don Tomás de Cires, le salió al encuentro y lo derrotó en La Esmeralda,
el 3 de junio de 1816.
1816.- En Carlos López es derrotado Mariño el 10 de junio de 1816.
1816.- Mariño enviado por Bolívar con la goleta “Diana” y cuatro
flecheras al mando del marino Domingo Román, se posesionan de Guiria, al propio
tiempo que Piar invade a Maturín por el puerto de Río San Juan, el 16 de junio
de 1816.
1816.- El Comandante Francisco de Paula Alcántara es derrotado a media
legua de Carúpano por Don Tomás de
Cires, volviéndose casi solo a la citada población, el 19 de junio de 1816.
1816.- Don Tomas de Cires toma posesión en las cercanías de Carúpano e
incendia sus alrededores el 20 de junio de
Nota.- Tomás de Cires no derrota a Bolívar,
son avanzadas, diversiones en términos militares, que salen al encuentro del
enemigo y luego regresan a sus bases. Los generales victoriosos no incendian
las ciudades que van a invadir.
Estas escaramuzas fueron fríamente calculadas
para dividir las fuerzas españolas y liberar todo el territorio de la
Provincia, para lo cual salieron Mariño y Piar al frente de sus batallones.
Tavera Acosta tiene otra versión, dice: “A
todo esto el gobernador de la Provincia brigadier Tomás de Cires, que ya tiene
conocimientos del arribo de los expedicionarios se mueve de Cumaná el día 3
marchando lentamente con los batallones Barbastro y Dragones de la Unión, a los
cuales incorpora los batallones “Clarines” y “Reina Isabel”, cuyas compañías
hacen las guarniciones de Cariaco, Carúpano y Río Caribe. El 11 se hallan
situados sus avanzadas en Casanay y la Esmeralda. El 13 derrota en este punto
al comandante Alcántara y más tarde el 19, en Cariaquito; y así mismo Macario
Martínez sorprende en San José a Galindo, quien derrotado, se incorpora a
Alcántara, por cuyas circunstancias son ambos sometidos a juicio.
Las
fuerzas de Cires montan a unas mil plazas, pero el brigadier no activa sus
operaciones, acaso en espera de la escuadrilla que debe obrar en combinación
por el norte, mientras el ataca por el sur. Tal lentitud salva evidentemente al
Libertador, quien se encuentra con graves inconvenientes, no solo por la
escasez de hombres para aumentar sus tropas, sino también por la falta de
recursos de boca. Sin embargo es digno de notarse el extraordinario esfuerzo
que hace Carúpano al ofrecer en tan cortos días un cuerpo de 300 hombres.
Puede ser como lo cuenta Tavera, sin embargo,
conociendo las estrategias de Bolívar, el resultado de la expedición, el tiempo
que pasó en Carúpano -30 días-, más bien creo que el Libertador, que tenía
todas las ventajas dentro de esa ciudad, su Cuartel General, trató de atraer al
Brigadier, a una derrota segura dentro de sus límites; y esto queda demostrado
con los arbitrios de que dispuso para formar el Consejo de Guerra, y la forma y
modo como organizó su ejército que, además del respaldo de los mejores jefes
patriotas, los que estaban con él y
los que se congregaban en diversas
partes de oriente para seguirlo –Arismendi, Monagas, Zaraza y otros; y su
salida airosa con su flota empavesada para la campaña del centro. Bolívar era
impredecible, pero siempre obtenía ventajas que otros jefes ni soñaban.
1816.- Se reúne en Carúpano una Asamblea Popular presidida por el Lic.
Diego Bautista Urbaneja, en la cual se
reconoció a Bolívar como Jefe Supremo y se pidió que el gobierno de la
Republica fuese uno y central, el 28 de junio de 1816.
Nota.- Volviendo a Tavera, que por carupanero
y sabio, dice muchas verdades, veamos:
“Resuelta, al fin, la evacuación de Carúpano,
hace el Libertador, a imitación de lo de Santa Ana del Norte, reunir una
asamblea o junta de guerra. Es de sentirse no haber encontrado documento alguno
que nos indicara las personas concurrentes a ella. Tal Asamblea se reunió el 28
de junio bajo la presidencia del Lcdo. Diego Bautista Urbaneja y es fácil
pensar que asistieron los jefes y oficiales que allí se encontraban. En esa
junta se reconoce otra vez a Bolívar con el carácter de Jefe Supremo de la
República y se declara que el gobierno es uno y central”.
Por nuestra parte creemos, estamos seguros,
que el pueblo patriota de Carúpano, después de convivir con él todo ese mes,
asistió a este evento, porque Bolívar era venerado por todo el pueblo patriota
de Venezuela, y a su paso eran muchos los que caían de rodillas y rezaban por
él. Él encarnaba el espíritu de la Libertad.
1816.- Bolívar se embarca en Carúpano para Ocumare el 1º de julio.
La joven Leonor Guerra, de familia patriota, fue montada sobre un burro
y pasada por las calles de Cumaná, dándosele 200 azotes en las espaldas
desnudas, de cuyas resultas murió. Esta crueldad fue mandada a ejecutar de
orden del coronel Aldama, Gobernador interino de la provincia.
Nota.- Yo dramatice este episodio que escuche
muchas veces en las tertulias de mi padre en la puerta de la casa de San
Francisco, veamos:
El heroico pueblo de Cumaná, desde su
fundación hasta nuestros días, ha sufrido terribles catástrofes naturales y
martirios incontables. Tal vez los de esta generación no tienen una percepción
de estos sufrimientos.
Vinieron las luchas por la independencia, y
durante 11 años, sufrimos el asedio de las tropas libertadoras y la revancha de
las realistas, que se turnaban y ensañaban sobre nuestro pueblo que hacía
pródigos de valor en indescriptibles actos de entrega y heroísmo, de tal suerte
que Cumaná fue llamada “Cartago de América”,
derramó ríos de sangre cuando los cuchillos de Boves descuartizaron niños, mujeres y ancianos, refugiados en las
iglesias. Más tarde, las luchas entre liberales y conservadores, y después
entre federales y oligarcas, que también montaron sitio a la ciudad “Marinera y
Mariscala”. Esta larga historia de 500 años de lucha incesante, ha producido
una raza de hombres y mujeres de temple
que es orgullo de Venezuela y de América.
De esta raza mestiza y fuerte es Leonor
Guerra, la heroína cumanesa, ideal de la mujer venezolana, cuya valentía la
llevó al martirio y a la muerte.
Cuando el General Don Pablo Morillo, llega a Cumaná en 1815, al frente
de 10.000 hombres, la más poderosa expedición que España envió a las cotas
americanas, con el fin de “aliviar” los tormentos que causaron Antoñanzas,
Cervériz, La Hoz, Zuazola, Boves, y estaba de Gobernador y Capitán General, el
inefable Don Gaspar Miguel de Salaverría,
que resultó un tirano de la peor calaña.
Los cumaneses, ante las promesas del Conde de
Cartagena, aunque estaban curados de “buenas intenciones” de paz, bondades y
clemencia, esperaron de Morillo, un mejor trato, en efecto, en principio
destituyó a Salaverría y nombró en su lugar a Don Juan de Cini; también
destituyó al Comandante General de la Guarnición de Cumaná y nombró en su lugar
a Don Juan Bautista Prado, que luego fue Presidente de la Audiencia de Caracas.
En ese mismo año de 1815, al Rey no le gustaron los cambios que hizo Morillo, y
designo a Don Tomás de Cires, famoso por haber destruido las iglesias de Cumaná
y Cumanacoa; y este a su vez nombró al bárbaro de Juan de Aldama, en
sustitución de Prado.
A Morillo no le fue nada bien en sus campañas
contra los patriotas; por todas partes y
sobre todo en la provincia de Nueva
Andalucía, se armaron guerrillas: en Paria, el coronel José Ribero, derrotó varias veces a las
guarniciones de Güiria, Irapa y Yaguaraparo, hasta el punto, que el mismo Cini,
tuvo que salir en persecución del valiente Ribero. En los valles de Cumanacoa,
se destacaba el coronel José Inocencio Villarroel, que con bastante éxito y
singular bravura, derrotó a los españoles en varias acciones. En las llanuras
de Maturín y Guayana, estaban los coroneles Jesús Barreto, Andrés Rojas, los Monagas, Zaraza y Sedeño. Esos héroes
dividieron el ejército de Morillo y lo
mantenían en permanente zozobra. Los jefes españoles estaban desesperados a
pesar de tener las riendas del poder en las dos provincias: Nueva Andalucía y
Venezuela.
En Cumaná, a pesar de la “paz romana” el
pueblo liberal se burlaba de los españoles y una de las damas más distinguidas
y apreciadas de la ciudad, Doña Leonor
Guerra, usaba la banda azul, y cantaba una cuarteta que hería el sentimiento y
orgullo de los españoles.
Las cintas azules
Son el estribillo
Que viva la Patria
Que muera Morillo
Al parecer fue denunciada por algún
confidente, ante las autoridades policiales, tal vez ante el propio Don Tomás de Cires, hombre prepotente,
vengativo, arribista, altanero y criminal; y este le ordenó al Coronel Juan
Aldama, de similar catadura, que apresara a la dama y le
impusiera ejemplar castigo: el cobarde Aldama, no lo pensó dos veces, con un
piquete de soldados, a la hora en que Sevilla va a la misa, esperó que la dama saliera, como lo hacía
todos los días, por ser muy devota de la Virgen de la Soledad, venerada en esos tiempos por nuestro pueblo,
en el Convento de San Francisco. Violentamente salió Aldama con su piquete, al
paso de la dama, y la aprendieron; la sujetaron entre varios, ella trató de
defenderse, pero la fuerza de varios
sicarios la contuvo: la maniataron y amordazaron para que no pudiera pedir
auxilio, que sin duda le hubiesen prestado los vecinos; y la arrastraron hasta
su casa que estaba muy cerca en el propio barrio. Allí convocaron a sus
vecinas, y las obligaron a presenciar la vejación que le inferían. La
desnudaron hasta la cintura, la sacaron a latigazos, la subieron a un borrico,
preparado al efecto, ya sin fuerzas para defenderse; le pusieron una coroza, que es un capirote
burlesco de papel engrudado, como de un metro de alto, de figura cónica, que se le ponía en la
cabeza a los delincuentes, con figuras
alusivas al delito, y que ya tenían preparada para adornar el martirio.
El paso del borrico era lento y los latigazos
rápidos. Sus amigas y familiares lloraban a su paso. Dos hombres se turnaban
para castigarla, casi no había espacio entre uno y otro latigazo. El borrico se
detenía asustado y uno de los esbirros lo halaba para obligarlo. Otro daba voces,
otros empujaban. Todo era un verdadero infierno para Doña Leonor; ella delicada y suplicante,
bañada en sangre, cual un lirio blanco caído en el barro, se dejó llevar en silencio, mientras los
verdugos, tapadas las caras con antifaces grotescos, esgrimían el látigo y
arrancaban jirones de carne de la virgen
martirizada; y cada vez que la golpeaban un murmullo de angustia brotaba de la
procesión que se formaba tras el macabro cortejo. Lastimeros ayes de dolor se
escuchaban de los corazones de sus familiares y amigos, pero de ella ni un solo
quejido sacaron los verdugos. Ya desfallecía sin quebrar su espíritu, cuando
llegó la orden del coronel Juan Aldama de duplicar el castigo en seis de las
esquinas más concurridas de la ciudad. La sangre de la mártir bañaba las
piedras de la calle, sus vestidos empapados, y hechos jirones, caían a pedazo y
el pueblo los recogía y guardaba piadosamente. Leonor alucinaba, en una
esquina pidió agua a una mujer que trató
de aliviarla y se atrevió a limpiarle el rostro; en respuesta los verdugos arreciaron el
castigo y la sangre brotó como un manantial, la ropa que le cubría las piernas
cedieron y Leonor quedo desnuda ante la mirada hiriente, como espadas, de sus
verdugos. Algunas personas bondadosas trataron de cubrirla, pero los esbirros
más bien arrancaron con sus manos lo que quedaba de sus vestiduras. Su cuerpo
flagelado se dobló sobre el borrico, el látigo inclemente continuaba su obra,
cada vez con mayor ensañamiento en cada una de las partes vulnerables del
cuerpo de la digna mujer, hasta hacerla
insensible. Ahora, inmune al dolor, se levantaba como una deidad, el cuerpo
erguido, movió la cabeza con fuerza, la cabellera empapada en sangre se
desbordó cubriendo su espalda y sus pechos; sus ojos retadores buscaron la
mirada de los esbirros, que retrocedieron espantados; un sentimiento de desprecio la poseía,
levantó la cabeza y apretado los labios contuvo el dolor, y con un esfuerzo
inaudito, grito: ¡Viva La Patria! ¡Viva la Patria!... y cayó del borrico sin
fuerzas… El pueblo enardecido gritó con ella ¡Viva la Patria!.. Perdieron el
temor y se acercaron amenazantes a los esbirros, que huyeron despavoridos.
Varias personas recogieron el cuerpo
mancillado de Leonor Guerra, y lo llevaron a su casa, pero casi enseguida llegó
un piquete de soldados a cuyo frente estaba el coronel Juan Romualdo Aldama, el
cual ordenó a los soldados que presentaran el cuerpo de Leonor Guerra en el
balcón de la casa para que el pueblo lo
viera, y supieran como iban a proceder con las otras mujeres que se atrevieran
a ofender a los españoles. El pueblo retrocedió horrorizado, no se atrevieron a
mirar a aquella mujer que veneraban y que ya era su bandera.
Leonor Guerra, herida en lo más profundo de su ser, de sus creencias, de
su patriotismo y su honor, ordenó cerrar
las puertas de su casa y no salió más; no comió ni bebió nada, no aceptó ningún
medicamento y se abandonó en los brazos de la Virgen de la Soledad, hasta
morir.
No quiso escuchar a nadie, no admitió sino la
compañía de sus familiares más allegados. Por más que insistieron sus vecinos,
no claudicó en su decisión, dejó llegar el día y la hora para que su muerte se
convirtiera en bandera de la revolución; no podía permitir que su martirio
fuese solo un pasaje de la historia de la tiranía, solo una fiesta de los
esclavizadores de su pueblo, no podía permitir que pasara como un pequeño
castigo al pueblo insubordinado. No, su muerte debía ser como una resurrección,
como la muerte de Jesús, que su espíritu heroico se elevara en majestad y
gloria, para esa generación y para todas las generaciones. Como un castigo para
los sacrílegos, los cobardes, los torturadores, los impíos; pero también, como
una bandera para los pueblos libres, para los héroes, para los que siempre
están alertas, vigilantes, ante los tiranos.
En la puerta de la casa de Leonor Guerra se
reunieron los vecinos a rezar por ella, a cantar Salmos a la Virgen de la
Soledad; allí levantaron un altar y la honraron
todos los días durante muchos años;
allí se turnaron sus familiares y amigos
en silencio, guardando respeto y el recato que exigía la dignísima mujer, que así ofrendaba la vida
por la libertad de su pueblo.
Leonor Guerra murió a los pocos días del
dramático martirio; sus restos mortales fueron llevados por todo el pueblo de
Cumaná hasta el camposanto de Quetepe, donde reposan para siempre; pero su
espíritu vive y se manifiesta en todas
las mujeres indomables del pueblo de Cumaná.
1816.- Doña Micaela Brito de Machado, Doña Clara Pereira de Vetancourt,
Doña Micaela Mejía de Sucre, Cesárea Sánchez, Teresa Prada y Ana Josefa
Peñalosa de Núñez, fueron las ilustres matronas en quienes Aldama y sus feroces
tenientes descargaron toda su iniquidad, reduciéndolas a inmundo calabozo, sin
luz, sin comunicación y hasta sin alimento durante cuatro días, a fin de los
cuales se les embarcó para la Guaira en confinación a San Fernando de Apure, a
donde una que otra pudo llegar, quedándose las demás en el tránsito
y en Calabozo, sin recursos, casi desnudas, sin amparo, en fin,
abandonadas a la suerte, merced a algunas personas generosas que les
extendieron sus manos. Señora hubo que llevaba en sus brazos a pie, el tierno
hijo en lactancia –Clara Pereira- otras adelantadamente grávidas, algunas de
avanzada edad y todas tristes y acribilladas por el dolor. No faltando también
entre ellas quien derramara sus lágrimas al recordar la desastrosa muerte de su
esposo, dada por los españoles cinco días antes de su confinación. 1816.
Nota. - 1) Mi padre, Marco Tulio Badaracco,
en un discurso, en el centenario de Ayacucho, dijo ¿Se niega acaso que también
la mujer tuvo su contribución de heroísmo y de sacrificios en la contienda
libertaria? ¿Cuántas de ellas dieron
ejemplo de amor tal a la Patria naciente que no temieron ni el deshonor ni el martirio en holocausto a la
Independencia? ¿Para qué citar
nombres? ¿No viven en la memoria de todo
buen ciudadano o se levantan en el culto
americano las figuras ilustras de Luisa Cáceres de Arismendi, Policarpa Salavarieta, Teresa Salcedo
de Márquez y las mil anónimas de nobles hazañas ignotas de un extremo a
otro del Continente, que en seno mismo de hogar
acariciaron y mantuvieron vívido el ideal patrio? ¿Por qué se omite,
pues, y no se le brinda oportunidad a la
mujer en esta hora propicia del Centenario de Ayacucho?
2) En su libro “Heroínas Sucrenses” Arquímedes
Román, Cronista de Marigüitar, agrega a Carmen Mercié, patriota
protestataria, que muere en la Plaza de
San Francisco, ante el pelotón de fusilamiento, al interponerse para evitar el
fusilamiento de su primo Francisco José Mercié. Incluye el perfil biográfico de
muchas heroínas, tales son: Carmen Ramírez de Romero, Concepción Mariño, las
hermanas del Mariscal, Josefa Joaquina Sánchez Bastidas, Leonor Fontaura, Luisa
Arambide, Maria Francisca Barreto, Leonor Guerra, Maria Petronila y María del
Rosario Espín, Margarita Figuera, Marta Cumbale, y Ramona Alvarino.
1816.- Reconocido Bolívar como jefe de la revolución por todos sus
compañeros, menos por Aury, Mariano Montilla, José Francisco Bermúdez, que
opinaron porque la dirección de la guerra se confiase a una junta de tres o
cinco individuos, emprendió Bolívar su expedición del puerto de Acquin, el 20
de marzo, y de la cual ya se ha hablado. Al partir Bolívar les manifestó a las
autoridades del lugar que los buques que no lo seguían no debían salir de los
Cayos; y Petión, Presidente de Haití, cuidó de que se cumplieran estas órdenes.
Viéndose Bermúdez en tierra, dirigiose a Petión impetrando sus favores,
alegando que él no podía quedar en la inacción y condenado al olvido por
resentimientos personales. Habló con tal género de pasión por la libertad de
Costa firme, que Petión le ofreció su cooperación. Pudo, pues, Bermúdez salir
de los Cayos el 9 de junio, siguió las aguas a Bolívar, haciendo rumbo a la
Isla de Margarita, a donde llegó a las 11 de la noche del día 29 del mismo
junio. Al día siguiente cuando trató de desembarcar, recibió una comunicación
de Arismendi negándole la entrada por orden que le había dejado el Libertador.
Entonces Bermúdez busco a Carúpano donde estaba Bolívar para exigirle que lo
dejase desembarcar. En la travesía el corsario Félix, al mando de Lominé le
notificó estar evacuando Carúpano y que la expedición de Bolívar había seguido
para Ocumare. Resolvió Bermúdez trasladarse al Félix con sus compañeros Manuel Isaba
y Patricio Rubio, con el fin de seguir a Ocumare, donde al llegar le pasó una
comunicación a Bolívar suplicándole ir a tierra para tomar parte en la campaña;
pero Bolívar no consintió en ello y el corsario Félix salió a cruzar las aguas
llevándose a Bermúdez y sus compañeros. Después de algunos días recaló a
Bonaire encontrando allí a Bolívar que acababa de llegar derrotado de Ocumare.
Bolívar y Bermúdez no se vieron aunque Brión empleó sus buenos oficios de
amistad con uno y otro. Salió luego Bolívar en el “Indio Libre” con dirección a
Guiria, y Bermúdez logró embarcarse en la goleta de Antonio Rosales que siguió
al miso punto. Casi un mes duró la travesía de Bonaire a Guiria donde llegó el Libertador
el 16 de agosto por la tarde. Dos horas antes había llegado Bermúdez, quien
ofendido, exasperado, pensó en desconocer al Libertador; y en efecto, a los
gritos de ¡Abajo Bolívar! Y vivan Mariño y Bermúdez, éste montado en cólera
tiró la espada contra Bolívar, pero detuviéronle el coronel Manuel Isaba y el
licenciado Gaspar Marcano, en tanto que el Libertador pasando por el medio de
los amotinados, y comprendiendo que su presencia en aquella villa podía ser
motivo de una guerra civil salió para los Cayos, pero Bermúdez lo persiguió
hasta el embarcadero y exigió al capitán de la embarcación que se lo entregase,
y fue menester otra vez la intervención de los amigos para cortar una cuestión
de suyo grave y delicada. 22 de agosto de 1816.
Nota.- En relación con estos episodios,
contados con tanto realismo, no podemos opinar, ya que el Dr. José Mercedes Gómez, Cronista Oficial
de Cumaná, a pesar de que reconoce las desavenencias entre los dos
libertadores, prácticamente desconoce estos eventos o no cree en ellos, como
podemos observar en su obra biográfica, “José Francisco Bermúdez General en
Jefe de los Ejecitos de Colombia”, cuando hace su relación del año 1816.
Sin embargo, conocemos la anécdota de su
reconciliación en Barcelona, veamos; en 1817, el General en
Jefe Santiago Mariño, con un ejército poderoso, unido a Bermúdez y con Sucre
como Jefe del Estado Mayor, se acerca a Cumana.
Bolívar está en Barcelona desde el 1º de enero, asediado por los españoles bajo el mando del competente coronel
español Juan Aldama, que no se andaba con chiquitas, y ya saboreaba la vitoria
por la posible derrota de Bolívar, al que duplicaba en fuerzas. Entonces el
Libertador, que siempre guardaba una baraja en la manga, creyendo en el
patriotismo de los jefes orientales, acude a Mariño, le escribe, y para
atraerlo le ofrece dos cosas que necesitaba el gran jefe margariteño para
completar su campaña libertadora: Mando y Municiones.
Sin
embargo Bolívar, sin esperar respuesta a sus peticiones, enfrenta al detal a
las fuerzas españoles, va con todo lo que tiene contra el Brigadier Real, que
está a cargo de las defensas de la ciudad, lo ataca por varios frentes sin
darle cuartel y lo mantiene a la defensiva, mediante el sistema de ataques de
desgaste bien dosificados, suficiente, en la espera providente de Mariño, para
batir a los españoles en una batalla decisiva.
Doy
por sabidas las desavenencias entre Bolívar y Bermúdez, hasta el punto de la
confrontación en Güiria, y lo difícil
que imaginamos fue para Mariño convencer al Bermúdez que nos pintan los
cronistas de la guerra, para que lo acompañara a salvar al Libertador, no sé
cuáles fueron los argumentos que utilizo, sin embargo conociendo a Mariño y a
Bermúdez, y el alto grado de responsabilidad que caracteriza su carrera,
podemos intuir lo que ocurrió al recibir el SOS del Libertador, pero no lo
vamos a decir en esta anécdota.
Lo
que si vamos a decir es lo que les ocurrió a los españoles cuando supieron la
cercanía de las fuerzas de Mariño a Guanta, simplemente abandonaron la
plaza. El coronel Juan Aldama, en vista
de la endeble oposición de las fuerzas del comandante Real en Guanta, donde fue
materialmente arrollado el ejército español, ordenó abandonar la plaza, de
Barcelona, liberando al Libertador del cerco mortal que habia impuesto, con el
agravante de que al Libertador ya no le quedaban recursos para la defensa de su
ejército. Las condiciones en que se encontraba el ejército libertador, cuando
entraron las fuerzas de Mariño, no daban para soportar ni una hora más… y solo
les quedaba la rendición honorable y una muerte segura.
Entonces
Bolívar, libre del cerco y dueño otra vez de la ciudad, sale con todos sus
oficiales a recibir a los jefes orientales, entre los cuales se distingue
Bermúdez, por el porte imponente de aquel guerrero y la majestad que emanaba de
su personalidad. Bolívar, conjuntamente con sus oficiales, los reciben y
saludan cortésmente a los guerreros que arriesgaron sus vidas para salvarlos,
que corrieron sin descanso tantas leguas que los separaban del teatro de las
operaciones, pero cuando le toca abrazar a Bermúdez, y sintió los poderosos
brazos de aquel gigante sobre su cuerpo, soltó las palabra que inmortalizaron y
santificaron para siempre aquel momento: “Sois el Libertador del Libertador”.
Bermúdez
recibió aquellas palabras en silencio, como un bautismo, una renovación. Guardó
silencio, pero en su corazón ardió y una nueva luz, se abrió a sus ojos de
patriota y mártir de un nuevo destino.
Desde ese momento cambió
por completo la conducta de Bermúdez hacia el hijo providente de la Patria;
pasa a la historia orgulloso de su nuevo destino como “Libertador del
Libertador”, y se dispuso a seguir las huellas del profeta de la libertad,
aunque en ello le fuese la vida.
1816.- Cuando las apacibles brisas del Golfo Triste llevaron al apartado
retiro de Sucre, en la isla de Trinidad, la noticia de que el Libertador con su
expedición de Los Callos había arribado a Carúpano e invadido la costa de
Paria, se apresuró a incorporarse a sus compañeros de armas; y en efecto, en
una piragua que consiguió al acaso, en medio de la oscuridad de la noche se
embarcó junto con el general Francisco Cedeño, Don Manuel Antonio Pereira, Don
José María Márquez, su padre Don Vicente de Sucre y familia, Doña María Guerra
de Sánchez e hija, la niña Petra Guerra, y otras personas. Navegaban con rumbo
al islote de Chacachacare y cuando habían logrado felizmente a las Bocas de
Navíos, como a las tres de la mañana, presentáronse grandes bisontes del Noroeste,
que hicieron zozobrar a la piragua, cayendo todos, tripulación y pasajeros, en
el Océano. Los náufragos, asidos del casco del bajel, hacían esfuerzos por
ganar la orilla. En tan conflictivos momentos, Sucre confiado en habilidad de
nadador, se separó de la embarcación al ver el riesgo que corría su vida, sin
tener en cuenta la violencia de las corrientes, las cuales lo arrastraron hacia
el Norte de las Bocas del Dragón, a media legua de la costa, tropezándose con
un remo de la misma piragua y apoyándose en él logró sostenerse a flote.
Al amanecer puso asirse de un baúl que flotaba sobre las olas y era del
señor Márquez su tío político. Desembarazándose de los pantalones, ató con
ellos el remo en una de las argollas que tenía el mueble en los costados y se
puso a remar con dirección a tierra. Empeño inútil; ¡solo a la providencia le
era dado salvarle! Cuando sintió agotadas sus fuerzas, desengañado y sin
esperanzas de vida, se dejó llevar fiado en Dios, por el empuje de las olas. A
Sucre y demás pasajeros los esperaba en Chacachacare Francisco Javier Gómez,
quien debía servirles de guía para tomar el camino de Guirima, que era una
hacienda de la madre del General Mariño en Chacachacare, pero, habiendo sabido
por unos pescadores que habitaban una choza en los extremos del islote, que por
la punta de este había una embarcación náufraga, presumió fuera la de los que
él esperaba, y dándose a prisa con un moreno de nombre Santiago Calderón en un
bote de don Santiago Carrí, encontró a poco de navegar la mayor parte de los
náufragos, agarrados a los peñascos de arrecifes que aquellos mares abundan
asomados a la superficie de las aguas. Preguntando si habia menos algunos de
sus compañeros, le contestó doña Maria Guerra de Sánchez: “Falta mi hija, falta
Antonio Sucre y otros más”. Entonces Gómez, prometiéndoles volver pronto en su
auxilio, se dirigió hacia el Norte, y a las 8 am. Encontró a Sucre que nadaba
sobre el baúl y ahogada la hija de la señora Guerra de Sánchez. Regresó con las
víctimas del naufragio a la casa de la señora Concepción Mariño de Sanda,
hermana de Mariño, en Chacachacare. El júbilo que produjo la salvación de Sucre
se trocó al instante en profundo duelo a la vista del cadáver de la niña y
saberse que el señor Márquez, tío político de Sucre, había también perecido.
Sucre sin reponerse completamente del cansancio, se embarcó al día siguiente en
el sitio de La Tinta, dirigiéndose al cuartel general de Mariño, a la sazón en
Guiria, donde se hizo cargo del mando del batallón “Colombia” compuesto de orientales
y que más tarde se hizo célebre en la defensa de la independencia. Agosto de
1816.
Nota. - Mi padre, Marco Tulio, lo cuenta
poéticamente, veamos: “Para el año 16, viniendo de Trinidad, naufraga sobre el
piélago del Paria, y a punto estuvo de que pereciera con él en las furiosas
Bocas del Dragón colombino el soldado que dio a nuestra guerra libertadora el
toque de excelencia, el ejemplo más asombroso de serenidad en el vaivén de la
tormenta y de piedad humana en la llamarada sangrienta de las pasiones. Cual
nuevo Cesar sobre liviano esquife prueba fortuna y se salva, se salva para bien
de la humanidad, porque es a él, a su magnanimidad mil veces puesto a prueba, a
quien se debe la primera palabra de perdón en Trujillo y quien va a fijar luego
la capitulación de Ayacucho que es albura de ala sobre negror de garra.
Sin embargo, sin negar la proeza del héroe según la respetable opinión
de Don Laureano Villanueva, Sucre fue recogido exánime cerca de Guiria por
Francisco Javier Gómez y Santiago Calderón,
enviados a socorrerlo, y
conducido al campamento de Mariño, fue
recibido por sus antiguos compañeros con
vivas demostraciones de alegría.
No tenemos otros elementos de
convicción que podamos aportar a estos sucesos.
1816.- Piar, que habia venido con una división del interior de la
provincia, se sitúa en la sabana de Bordones para atacar a Cumaná; pero desiste
de su intento para marchar a Barcelona por llamamiento de MacGregor, entrando
en aquella ciudad el 25 de setiembre de 1816.
Nota. -
Es necesario hacer un paneo de la situación de la guerra para llegar a
este punto. En este año se juntan las fuerzas dispersas bajo el mando de Mariño, con los coroneles Sucre, Jefe de
Estado mayor, y Montes, Valdés, Armario, contando con el apoyo de Arismendi,
desde Margarita, con su flota bajo el mando del Capitán de Navío Antonio Díaz.
Piar, en conocimiento de estos hechos, estando acantonado en Maturín, deja a
cargo al coronel Jesús Barreto, y vuela a unirse a Mariño, para liberar a
Cumaná.
Entre tanto MacGregor, avanzado desde
Ocumare, que ha unido las fuerzas de los coroneles: Soublette, Zaraza, Piñango,
Salom, se dirige a reunirse en Cabrutica con José Tadeo Monagas, para completar
su campaña, entonces vencen en Quebrada Honda, El Alacrán, y el 13 de agosto
entran triunfantes en Barcelona, con un ejército victorioso, completando su
hazaña, de victoria en victoria, pero se cierne sobre ellos el avance de
Morales y Aldama, con fuerza irresistible.
Piar, estrechaba el cerco sobre Cumaná. y
estaba a punto de atacar desde los Bordones, cuando reciben la orden de Mariño
de pasar a Barcelona y colocarse al frente del ejército por su alto grado
militar y consolidar la victoria del ejército Libertador.
1816.- Contra Francisco Jiménez triunfa Mariño en Yaguaraparo el 2 de
septiembre, toma a Río Caribe el 3, a Carúpano el 5 y a Cariaco el 10,
siguiendo su marcha triunfante sobre Cumaná, acampándose en sus cercanías en la
sabana de Catuaro.
Nota.- En otro escenario, en efecto el Teniente Coronel español Francisco
Jiménez, veterano de las huestes de Morillo, después que el Libertador abandonó
Carúpano, obedeciendo las órdenes de don Tomás de Cires, que rápidamente entró
a la ciudad, ocupa Rio Caribe y Yaguaraparo, pueblo mayoritariamente de
españoles, donde se encontraba Mariño, que no estaba preparado para detenerlo,
y pasa con sus fuerzas a Irapa; allí, con el apoyo de ese pueblo de patriotas
valientes, se hace fuerte, y el 2 de setiembre ataca, con coraje inusitado, al
pundonoroso español Francisco Jiménez, y lo derrota olímpicamente en el propio
pueblo de españoles de Yaguaraparo.
Mariño, con los mejores capitanes de la Emancipación de Oriente, entre
los cuales estaban: Bermúdez, Antonio José Sucre, sus hermanos y los hermanos Isaba
Sucre; Valdés, Armario, Olivier Marcano, Fouchet, Betancourt, con una fuerza
victoriosa, prosigue su marcha arrolladora sobre Rio Caribe, Carúpano, donde
reorganiza sus fuerzas y el gobierno reponiendo a las autoridades patriotas, y
luego toma Cariaco y establece su cuartel general en Catuaro.
1816.- Mariño desde su Cuartel General en Catuaro intima la rendición de
la Plaza de Cumaná el 18, la ataca el 19 y después de siete horas de pelea y de
apoderarse del caserío de los cerritos, barrio de Chiclana, de la Casa Fuerte,
tiene que retirarse por escases de pertrechos, a su cuartel el día siguiente,
teniendo que sostener un pequeño combate cuando se retiraba, en el Boquerón de
Catuaro, el 20 de enero de 1817.
Nota. - En el cuaderno No. 12, escrito de la mano de Sucre como dice Don
Vicente Lecuna, nos narra este sitio de Cumaná de 1816.
“Hallábase Mariño más y más empeñado
en estrechar el sitio de Cumaná, cuando los acontecimientos de los pueblos de
Barlovento, en especial Carúpano, llamaron seriamente su atención y le obligaron
a levantar el campo de Catuaro y marchar con todo el ejército, dejando una
pequeña columna al mando del intrépido
coronel Domingo Montes y del teniente coronel Berne con orden de situarse en
Cumanacoa y hacer sus incursiones sobre Cumaná. Llegado que fue Mariño a
Carúpano tomó las más activas y acertadas medidas para destruir la facción del indio
Macario Martínez, realista y de prestigio en aquel cantón; de manera que dentro de pocos días todo quedó
realizado y Mariño regresó a su cuartel general
de Catuaro y restableció el sitio con un ejército que no bajaba de 1600
hombres. En seguida, el 17 de enero de
1817 se propuso atacar y atacó Cumaná defendida por el general Juan Bautista
Prado; entran por el estrecho o ensenada del Peñón vía del puerto del Barbudo,
proponiéndose tomar de paso una casa fuerte bien dispuesta por los españoles,
apoyada por 7 buques mayores y menores y
con fuerzas bien ubicadas en el estrecho mencionado. Mariño, al frente del
batallón de Cazadores, cargó con tal denuedo e intrepidez contra La Casa
Fuerte, que a la hora de combate, los españoles tuvieron que abandonarla arrojándose al mar para tomar a nado los buques, porque ya
habían cortado los cables y perdido las
anclas. La pérdida de los patriotas en este primer encuentro fue insignificante comparada con la de los
realistas. Mariño continuó su marcha
hacia la plaza haciendo alto en la
capilla de los cerritos como a las diez de la mañana, desde donde
atendidas las formalidades y
movimientos a la usanza de la guerra,
dirigió en el acto al gobernador una
nota intimando la rendición de la plaza
y ofreciendo todas las garantías del caso, cuya comunicación fue
conducida por el coronel Antonio José de Sucre, acompañado del coronel Juan
Carlos Fouchet y el teniente coronel Berne; quienes a los pocos momentos
regresaron con la respuesta, cuyo contenido
se reducía a manifestar que, sometido como estaba el Comandante de la
Plaza, general Juan Bautista Pardo, a preceptos
del honor de la carrera de las
armas y obligado a llenar los
deberes que le imponía su lealtad al rey y las órdenes de su
superior, estaba resuelto a sostener
hasta el último trance en la plaza cuya defensa se le había confiado. En tal
estado, Mariño combinó la operación de
ataque de esta manera: al general Valdés lo destinó por la izquierda con el
batallón de Cazadores a tomar la altura de Aguasanta, al general Bermúdez por
la derecha con una fuerte columna sobre
los parapetos del hospital y el propio Mariño con el resto del ejército marchó
por el centro hacia el barrio de Chiclana y la fuerte posición de la Tenaza,
poniendo en la vanguardia el batallón de Granaderos a las órdenes del coronel
Armario. Casi simultáneamente se abrieron los fuegos en los puntos indicados;
Mariño ocupó el barrio de Chiclana con poca pérdida y se mantuvo dentro de las
trincheras y batería de la Tenaza siempre en tiroteo y en tentativas inútiles y
Bermúdez daba repetidas y atrevidas
cargas sobre la línea y centro del hospital, de donde era siempre rechazado, a
tiempo que Valdés empeñaba también con denuedo el asalto a la altura de
Aguasanta. Ya como a las cuatro de la tarde, después de cuatro horas de fuego vivísimo, Mariño concibió que fuera
temeridad continuar y advertido al mismo tiempo
de que las municiones escaseaban y sin esperanzas de repuesto en aquellos momentos dio la orden de cesar el fuego; pero que se
conservaran las posiciones que se ocupaba frente al enemigo”. Mariño se dirige
a Cariaco y nombra a Sucre, con grado de Coronel, Comandante General de la
provincia y Jefe del cuerpo de tropas encargado de contener al ejército
realista.
1817.- El Oficial Francisco Mejía, con el fin de proteger el desembarque
de los elementos de guerra que Mariño esperaba por el Golfo de Cariaco, y era
perseguido por tres buques realistas, se dirige a Marigüitar y poniéndose allí
en expectativa, como observase que desembarcaba la gente de los tres buques
enemigos cae de improviso sobre ellos y los derrota, quedando así libre de todo
peligro la llegada del parque, que el mismo Mejía condujo al campamento de
Mariño. 21 de enero de 1817.
Nota. - El Cronista Jesús Arquímedes Román,
en su obra “De Sucre para la Patria… Próceres y Servidores”, dice en relación
con este evento:
“1817: En enero el general Santiago Mariño
tiene noticias de que en el Golfo de Cariaco surcan las aguas tres barcos de
guerra con bandera española, los cuales venían cargados con armas y prestos al
desembarco por las playas de Marigüitar. El Comandante en Jefe comisión al
teniente Francisco Mejía para que junto a un puñado de hombres regrese al lugar
nativo. En el pueblo toma informaciones y al amanecer del día 21 de enero de
1817, en el sitio conocido hoy como Montecristo, las tropas enemigas inician el
desembarco y se da allí una escaramuza”.
El Historiador Ildefonso Riera Aguinagalde,
en la biografía del General en Jefe Francisco Mejía, dice:
“Ocultándose en el bosque de esta cubierta
marina, esperó cauteloso y prevenido que desembarcaran los contrarios. Apenas
pisaron éstos la costa fueron atacados desde diferentes posiciones con seguro y
espantable tiroteo. Varios de ellos perecieron. Sorprendidos y amedrentados los
otros se arrojaron al mar y en confuso tropel pusiéronse a bordo de sus naves y
dispararon sus cañones”.
El General Francisco Mejía, a la edad de 19
años, demostró en esta escaramuza lo que sería capaz de hacer en la guerra de
Independencia, y después como intelectual, como en efecto lo hizo.
1817. Como el gobernador de la provincia temiese nueva invasión de los
patriotas por el Norte de la ciudad de Cumaná, ordenó y se llevó a efecto la
destrucción de la iglesia de los Cerritos del barrio de Chiclana, inclusive la
Iglesia de la Pastora y construyó con los despojos de los edificios derribados
un muro que fue artillado para la defensa de la ciudad que se denominó “Las
tenazas”.
Nota. - 1) Copiado por el propio Mariscal. Publicado en sus
Memorias. Después de pacificar Carúpano, Mariño vuelve a la ofensiva en su
campaña sobre Cumaná.
Dice Sucre:
“En seguida, el 17 de enero de 1817 se
propuso atacar y atacó Cumaná defendida por el general Juan Bautista Prado;
entran por el estrecho o ensenada del Peñón vía del puerto del Barbudo,
proponiéndose tomar de paso una casa fuerte bien dispuesta por los españoles,
apoyada por 7 buques mayores y menores y
con fuerzas bien ubicadas en el estrecho mencionado. Mariño, al frente del
batallón de Cazadores, cargó con tal denuedo e intrepidez contra La Casa
Fuerte, que a la hora de combate, los españoles tuvieron que abandonarla arrojándose al mar para tomar a nado los buques, porque ya
habían cortado los cables y perdido las
anclas. La pérdida de los patriotas en este primer encuentro fue insignificante comparada con la de los
realistas. Mariño continuó su marcha
hacia la plaza haciendo alto en la
capilla de los cerritos como a las diez de la mañana, desde donde
atendidas las formalidades y
movimientos a la usanza de la guerra,
dirigió en el acto al gobernador una
nota intimando la rendición de la plaza
y ofreciendo todas las garantías del caso, cuya comunicación fue
conducida por el coronel Antonio José de Sucre, acompañado del coronel Juan
Carlos Fouchet y el teniente coronel Berne; quienes a los pocos momentos
regresaron con la respuesta, cuyo contenido
se reducía a manifestar que, sometido como estaba el Comandante de la
Plaza, general Juan Bautista Pardo, a preceptos
del honor de la carrera de las
armas y obligado a llenar los deberes que le imponía su lealtad al rey y las órdenes de su
superior, estaba resuelto a sostener
hasta el último trance en la plaza cuya defensa se le había confiado. En tal
estado, Mariño combinó la operación de ataque de esta manera: al general Valdés
lo destinó por la izquierda con el batallón de Cazadores a tomar la altura de
Aguasanta, al general Bermúdez por la derecha con una fuerte columna sobre los
parapetos del hospital y el propio Mariño con el resto del ejército marchó por
el centro hacia el barrio de Chiclana y la fuerte posición de la Tenaza,
poniendo en la vanguardia el batallón de Granaderos a las órdenes del coronel
Armario. Casi simultáneamente se abrieron los fuegos en los puntos indicados;
Mariño ocupó el barrio de Chiclana con poca pérdida y se mantuvo dentro de las
trincheras y batería de la Tenaza siempre en tiroteo y en tentativas inútiles y
Bermúdez daba repetidas y atrevidas cargas sobre la línea y centro del
hospital, de donde era siempre rechazado, a tiempo que Valdés empeñaba también
con denuedo el asalto a la altura de Aguasanta. Ya como a las cuatro de la
tarde, después de cuatro horas de fuego vivísimo, Mariño concibió que fuera
temeridad continuar y advertido al mismo tiempo de que las municiones
escaseaban y sin esperanzas de repuesto en aquellos momentos dio la orden de
cesar el fuego; pero que se conservaran las posiciones que se ocupaba frente al
enemigo”. (62). Mariño se dirige a Cariaco y nombra a Sucre, con grado de
Coronel, Comandante General de la provincia y Jefe del cuerpo de tropas
encargado de contener al ejército realista.
2) Ramos Martínez, (Ob. cit), en relación con la Iglesia de la Divina
Pastora, dice: “Cuando comenzaba la última década del siglo pasado (XVIII), se
formó el proyecto de levantar una iglesia en el rico barrio de Chiclana. A
pesar de ciertas desavenencias y hostilidades, que llegaron a agriar los
ánimos, Emprendiose la obra y se hizo una capilla. Llamado a predicar en ella
el padre Quintero con motivo de una fiesta a la Santa Cruz, fue tanto el
entusiasmo de los vecinos, que se empeñaron que renunciara el curato de san
Diego que administraba hacia algunos años, para que se encargase de regir el
nuevo templo.
El terremoto vulgarmente llamado de “La
Pastora”, que aconteció a las siete de la noche del jueves 14 de diciembre de
1797, derribó la capilla y el famoso templo que, cubriéndola, se edificaba en
el mismo lugar, sepultando bajo los escombros a la madre de los Quinteros, que
estaba en oración cerca de las gradas del Presbiterio, la que logró con todo
sobrevivir a aquella catástrofe por el esmero con que sus hijos trataron de
salvarla.
No
desmayó el celo del padre Quintero. Redoblando sus esfuerzos, alcanzo la gloria
de edificar de nuevo una bonita iglesia que decoró con gran decencia y
enriqueció con magníficas prendas, buenas alhajas, hermosas efigies y
suficientes ornamentos.
1817.- Mariño, a exigencias del Libertador que se encontraba asediado en
Barcelona por el Brigadier Don Pascual Real, acompañado del comisionado que
había enviado Bolívar General Carlos Soublette, con más de 1200 hombres, marcha
de su Cuartel General, situado en la sabana de Catuaro, y ocupa Barcelona,
abandonada por el enemigo, que había ido a situarse al Carito, 11 de febrero de
1817.
Nota.- En 1817, el
General en Jefe Santiago Mariño, con un ejército poderoso, unido a Bermúdez y
con Sucre como Jefe del Estado Mayor, se acerca a Cumana. Bolívar está en Barcelona desde el 1º de
enero, asediado por los españoles bajo
el mando del competente coronel español Juan Aldama, que no se andaba con
chiquitas, y ya saboreaba la victoria por la posible derrota de Bolívar, al que
duplicaba en fuerzas. Entonces el Libertador, que siempre guardaba una baraja
en la manga, creyendo en el patriotismo de los jefes orientales, acude a
Mariño, le escribe, y para atraerlo le ofrece dos cosas que necesitaba el gran
jefe margariteño para completar su campaña libertadora: Mando y
Municiones.
Sin
embargo Bolívar, sin esperar respuesta a sus peticiones, enfrenta al detal a
las fuerzas españoles, va con todo lo que tiene contra el Brigadier Real, que
está a cargo de las defensas de la ciudad, lo ataca por varios frentes sin
darle cuartel y lo mantiene a la defensiva, mediante el sistema de ataques de
desgaste bien dosificados, suficiente, en la espera providente de Mariño, para
batir a los españoles en una batalla decisiva.
Doy
por sabidas las desavenencias entre Bolívar y Bermúdez, hasta el punto de la
confrontación en Güiria, y lo difícil
que imaginamos fue para Mariño convencer al Bermúdez que nos pintan los
cronistas de la guerra, para que lo acompañara a salvar al Libertador, no sé
cuáles fueron los argumentos que utilizó, sin embargo conociendo a Mariño y a
Bermúdez, y el alto grado de responsabilidad que caracteriza sus carreras,
podemos intuir lo que ocurrió al recibir el SOS del Libertador.
Lo
que si vamos a decir es lo que les ocurrió a los españoles cuando supieron la
cercanía de las fuerzas de Mariño a Guanta, simplemente abandonaron la
plaza. El coronel Juan Aldama, en vista
de la endeble oposición de las fuerzas del comandante Real en Guanta, donde fue
materialmente arrollado el ejército español, ordenó abandonar la plaza, de
Barcelona, liberando al Libertador del cerco mortal que habia impuesto, con el
agravante de que al Libertador ya no le quedaban recursos para la defensa de su
ejército. Las condiciones en que se encontraba el ejército libertador, cuando
entraron las fuerzas de Mariño, no daban para soportar ni una hora más… y solo
les quedaba la rendición honorable y una muerte segura.
Entonces
Bolívar, libre del cerco y dueño otra vez de la ciudad, sale con todos sus
oficiales a recibir a los jefes orientales, entre los cuales se distingue
Bermúdez, por el porte imponente de aquel guerrero y la majestad que emanaba de
su personalidad. Bolívar, conjuntamente con sus oficiales, los reciben y
saludan cortésmente a los guerreros que arriesgaron sus vidas para salvarlos,
que corrieron sin descanso tantas leguas que los separaban del teatro de las
operaciones, pero cuando le toca abrazar a Bermúdez, y sintió los poderosos
brazos de aquel gigante sobre su cuerpo, soltó las palabra que inmortalizaron y
santificaron para siempre aquel momento: “Sois el Libertador del Libertador”.
Bermúdez
recibió aquellas palabras en silencio, como un bautismo, una renovación. Guardó
silencio, pero en su corazón ardió y una nueva luz, se abrió a sus ojos de patriota
y mártir de un nuevo destino.
Desde ese momento cambió
por completo la conducta de Bermúdez hacia el hijo providente de la Patria;
pasa a la historia orgulloso de su nuevo destino como “Libertador del
Libertador”, y se dispuso a seguir las huellas del profeta de la libertad,
aunque en ello le fuese la vida.
1817.- Mariño, retirado de la campaña de Barcelona, en su carácter de
Segundo Jefe de la Revolución, convocó de oficio al Almirante Luis Brión, al
Intendente General Francisco Antonio Zea, Canónigo José Cortés Madariaga,
Coronel José Francisco Javier Máyz, que por turno en 1812 estuvo encargado del
Poder Ejecutivo de la República, coronel Manuel Isaba, Ciudadanos Francisco
Javier de Alcalá, Diego Vallenilla, Diego Antonio Alcalá, Francisco de Paula
Navas, Diego Bautista Urbaneja y Manuel Maneiro, quienes reunidos en Congreso
en Cariaco, para deliberar sobre las medidas más adecuadas que salvaran el País
de las vicisitudes que experimentaba, asumiendo el carácter de representantes
de la Nación, designaron para administrar el Poder Ejecutivo a los ciudadanos
General Fernando Toro, Coronel Don Francisco Javier Mayz, General Simón
Bolívar, Francisco Antonio Zea, José Cortés Madariaga y Diego Vallenilla, bien
entendido que Zea y Cortés ejercerían el poder interinamente hasta que Toro y
Bolívar, ausentes, se dirigieran a desempeñarlo, y para la administración
judicial nombraron al Dr. Juan Martínez Alemán, José España, Licenciado Don
Gaspar Marcano y Ramón Cádiz. Este Congreso sancionó sus trabajos en dos
sesiones durante los días 8 y 9 de mayo de 1817.
Nota.- Tavera Acosta en su obra, “Historia de
Carúpano”, ya citada, sobre el Congreso
de Cariaco, nos dice lo que sigue:
“El Libertador de Oriente, que, como se dijo,
está reconocido como el segundo jefe de la República y de sus ejércitos, sabe
cómo todos los allí presentes, que Bolívar ha logrado incorporarse a Piar en
Guayana y que éste ha ganado una gran victoria en el banco de Chirica (San
Félix), el 11 de abril, sobre el caballero brigadier don Miguel de La Torre.
Piensan de concierto ser propicia la oportunidad para cumplir los deseos del
Libertador, y proceden a instalar el Congreso, que tanto escarnio ha recibido
de algunos escritores sin sentido crítico alguno. Animados por los recientes triunfos,
alentados y autorizados por las indicaciones del Libertador, que acaban de
leerse, y consecuentes con sus anhelos de dar mejor fisonomía política a la
República y establecer un gobierno regular lo más alejado posible del
personalismo. Mariño los convoca, y se constituyen en representantes de los
pueblos independientes. Naturalmente, dadas las excepcionales circunstancias
que por causa de los azares de la guerra atraviesan, tales representaciones se
designan muy irregularmente, de la misma manera que el año siguiente hará
Bolívar con los representantes del Congreso de Angostura, el cual quedará
constituido con la mitad de los del Congreso de Cariaco.
El Congreso se reúne el 8 de mayo de 1817 en
una de las mejores casas de la población, formando esquina, cercana al río
Carinicuao.
El Congreso declara: que desde este día
reasume el carácter nacional representativo a que ha sido restituido por el
eminente general Santiago Mariño, procediendo éste en nombre en nombre del Jefe
Supremo de la República y en el suyo propio, como segundo Jefe encargado al
presente de las riendas del gobierno.
Este Congreso merece más respeto de esta
generación. Esa Casa de Cariaco debe ser reconstruida, para que en ella, ese
pueblo heroico por mil títulos, y toda Venezuela, puedan celebrar el 8 de mayo
del año 2017, con el decoro y la pompa necesaria, los 200 años del segundo
Congreso de la Patria Libre.
1817.- El General don José de Canterac, venido de España, con 2.600
hombres que trajo en dos fragatas de 32 cañones y una corbeta de 22, y 30
pequeños buques de transporte, arribó a Cumaná el 21 de mayo de 1817.
Nota. - Morillo que está en el Virreinato de
Nueva Granada, tiene conocimiento de graves sucesos en la Capitanía General de
Venezuela, sobre todo por la expedición del Libertador que arribó a la isla de
Margarita. Veamos cómo lo cuenta Tavera Acosta:
“Morillo
piensa con claro criterio militar, que con la llegada del Libertador volverá
Venezuela a incendiarse en los horrores de la guerra, y resuelve regresar a fin
de conjurar la tempestad de fuego que su intuición veía aproximarse. En la
tierra de los Zipas y de los Zaques deja establecido el reinado del terror,
sacrificando a gran número de los más notables granadinos. Torna a Venezuela y
arriba a Cumaná el 4 de junio. Allí encuentra al brigadier José Canterac, quien
hace pocos días ha llegado de España al frente de una división compuesta de dos
batallones del regimiento de Navarra, con 800 plazas cada uno; el segundo
batallón del Burgos con 800 soldados; dos escuadrones de lanceros con 360
hombres; dos compañías de caballería constantes de 192 plazas; una compañía de
artillería con 80 hombres y doce piezas montadas. Canterac había entrado a
Cumaná el 22 de mayo anterior.
1817.- Mariño es derrotado por tropas de Canterac en Cariaco; prisionero
entonces el Capitán Francisco de Sucre Alcalá, hermano del Mariscal, fue
fusilado el 10 de junio de 1817.
Nota.- El Capitán Francisco José de Sucre y Alcalá, de la raza de los
inmortales hijos de Don Vicente de Sucre y García Urbaneja y Doña Maria Manuela
de Alcalá y Sánchez de Sucre, nació en Cumaná,
el 23 de enero de 1799.
Desde temprana edad formó filas en el ejército libertador de Santiago
Mariño, que después de ocupada por su
ejército la ciudad de Cumaná, el 2 de agosto de 1813, recibió a Francisco, que
no habia cumplido los 14 años, pero con la vocación de héroe de la Patria
Nueva, que florecía en cada soldado de aquella generación. Después de
escucharlo y observarlo, lo recomendó a
la Junta de Alistamiento de su ejército, donde fue admitido y refrendado por el
propio Mariño, con especial observación,
para que formase en los batallones de su preferencia en su ejército, con
el grado de subteniente, todo ello a
petición del propio joven y la anuencia de su padre don Vicente.
Por su propio comportamiento alcanzó el grado de teniente, después de
participar en varias acciones de guerra, y demostrar lo que se podía esperar de
él. Luego formando parte del ejército, y en acción de guerra contra el formidable
ejército de Morillo reforzado por
Canterac, combatió en Cariaco contra
ellos, el 10 de junio de 1817, donde
herido cayó prisionero y fue
sumariamente ejecutado a los 18 años.
Tavera Acosta narra ese episodio, dentro de la inestabilidad revolucionaria
que vivía el oriente de Venezuela, que le costó la vida al viril teniente,
dice: “Morillo al darse cuenta exacta de
la situación: los patriotas ocupando casi todas las poblaciones de la provincia
y el Gobernador Cires solamente la Capital, abre inmediatamente operaciones con
el nuevo contingente expedicionario de españoles, y como el más inmediato es y
el más fuerte adversario es Mariño, quien se halla en Cariaco después de su
regreso de Barcelona en abril de ese año, dispone que Canterac con 500 hombres
del batallón Navarra, cuyo jefe inmediato es el teniente coronel Ugarte, el
segundo batallón de Burgos y parte de los lanceros, salga sobre Cariaco. Canterac ataca rudamente el 10 de junio y
tras sangriento choque ocupa la plaza. Con el “Burgos” y los lanceros sigue
sobre los derrotados, quienes llevan rumbo a Carúpano.
Ese día 10 de Junio de 1817, el
joven Capitán Francisco de Sucre y Alcalá, herido y prisionero, es
fusilado en Cariaco.
Igual suerte corre en Cumaná, el Teniente Coronel Rafael Jugo,
Secretario del General en Jefe Santiago Mariño, para donde habia sido enviado
en calidad de prisionero de guerra; y
así mismo, en Carúpano, el joven Antonio Herrera, de distinguida familia
patricia, fue ejecutado sumariamente.
Mariño derrotado pero no
vencido, llega con sus fuerzas a las puertas de Carúpano, y sin descansar ni un
momento, ataca al comandante Quijada, Jefe de La Plaza, lo derrota y ocupa la ciudad. Pero allí tiene
apenas tiempo para reponerse y aprestarse a enfrentar a Canterac, quien, al
tener conocimiento del suceso, viene desde Cariaco, impetuosamente sobre él.
1817.- Vuelve Mariño a combatir con fuerzas de Canterac, resultado él
(Mariño) triunfante en Carúpano el 13 de junio de 1817.
Nota.- 1)
El ejército de Morillo se ha impuesto casi por completo en la zona costera, la más ventajosa para
ellos, en la Provincia de Cumaná, veamos el estado de sus fuerzas: en Cumaná,
están el segundo batallón del
“Regimiento de Granada”, bajo el mando del coronel Agustín Noguera; y el “Reina
Isabel”, bajo el mando del coronel Eugenio Arana; en Cariaco, el coronel José
María Fuentes, al frente de dos compañías; en Carúpano, el coronel Juan Armas,
con un batallón; y en Paria, cubriendo Río Caribe, Yaguaraparo, Irapa, Soro y
Guiria, está el coronel Francisco Jiménez, al frente de una guarnición de 400
hombres de los batallones “Reina Isabel” y “Clarines”. Cerca de 3000 hombres
veteranos de guerra.
Sin embargo y a pesar de la terrible situación creada por Morillo, y entre los jefes patriotas, hay
cierto optimismo que se nota en la correspondencia del coronel Sucre, además de
que se logró unificar el ejército Libertador que dominaba gran parte del
territorio de la provincia, y después de resolverse las diferencias entre el
Libertador y Mariño, se habia logrado cierto equilibro en la División de
Oriente, bajo el mando del coronel José Francisco Bermúdez, acompañado del
coronel Sucre, como Jefe de su Estado Mayor.
2) Mariño, derrotado por el comandante
Francisco Jiménez en Guiria, acepta la oferta del Libertador, de trasladarse a
Margarita, lo que facilitó la jefatura de Bermúdez. Además, de ciertos hechos
de armas favorables, que produjeron mucho entusiasmo, como fueron las victorias
obtenidas por el comandante José María Carrera en Catuaro; las guerrillas
victoriosas del comandante Domingo Montes, que avanza con proezas leyendarias
hasta la misma Cumaná, y se apodera de muchos bienes de los reales. El
Comandante José María Carrera, que ataca al que se creía imbatible, el
comandante tocayo suyo, José María
Fuentes, en su fortaleza de Cariaco, lo derrota, y continúa en
persecución de una guerrilla española en Santa Cruz, muy cerca de Cariaco, que
logra dispersar. Por otra parte el Coronel Andrés Rojas, vence toda resistencia
y señorea en Maturín, lo que va creando una base de operaciones muy
significativa. Estas noticias agradan al Libertador, que unido a Piar, ya ha ocupado Guayana, y tiene el mando del
ejército unido.
1817.- Los patriotas ganan la acción de “La Aguada” el 8 de agosto.
1817.
1817.- Incendio de Cumanacoa, Arenas, San Fernando, Aricagua, San
Lorenzo, y San Antonio, por orden de Morillo, 19 de agosto 1817.
Nota.- 1) El
general Pablo Morillo, desesperado ante el constante ataque de las guerrillas
de Domingo Montes -lo llamaban el Diablo-,
en los valles de Cumanacoa, ordena a don Tomás de Cires, gobernador
militar de la provincia, el
desmantelamiento y la quema de los templos de San Fernando, Arenas, Aricagua,
Cumanacoa y San Lorenzo. Humboldt, que los visitó en 1799, los comparó con
“plantaciones inglesas”.
2) Veamos
resumidamente lo que destruyó el fanatismo de Morillo en el valle de Cumanacoa.
Esas joyas que habia reconstruido el Capitán General don Vicente de Emparan y
Orbe, sin escatimar gastos, como nos lo cuenta el eminente cronista José
Antonio Ramos Martínez, en su obra varias veces citada.
“Singular fue, por
el progreso que hubo en la provincia de Cumaná, durante el gobierno del
Brigadier don Vicente de Emparan, en todas partes se hizo sentir el impulso de
ese celoso magistrado que despertaba en los pueblos el deseo de engrandecerse.
Levantáronse bellas y capaces iglesias en las circunscripciones de Cumanacoa,
las de Arenas y Aricagua, eran de orden dórico, señalándose la primera por sus
dos torres, su altar mayor, y el friso de la parte exterior de sus paredes
adornadas con figuras de animales del país, como tigres, iguanas y caimanes, la
de San Fernando, aunque carecía de belleza, tenía bastante solidez; La de San
Lorenzo era espaciosa, todas cuatro fueron incendiadas en 1817, quedando por
muchos años en estado de ruina”.
2) A mi modo de ver, el templo más importante, todo un complejo
misional, era el de Aricagua: artísticamente reconstruido durante el gobierno
de don Vicente de Emparan y Orbe, -1792-1804-, y también es testigo mudo de
aquella barbarie.
Desde entonces, todas esas ruinas, las más interesantes e importantes de
toda la Venezuela, de aquella época, esperan que algún ministro a gobernador
las rescate o se interese en ellas, para
gloria y beneficio de este país. Esas
ruinas son un testimonio inigualable de la formación cultural de este gran
país, pero tienen la mala suerte de estar en el estado Sucre, una pieza
desechable y desagradable de esta sociedad tapada por el manto de Berruecos.
3) Para que se pueda entender esta
observación, traigo un texto tomado del padre Carrocera, -Misión de los
Capuchinos en Cumaná- que a la vez lo copio del padre misionero Lorenzo de
Zaragoza (1703), dice: “Las iglesias muy capaces y muy decentemente adornadas; los
pueblos con sus calles y plazas, las casas al modo de por allá con bastante
decencia; celebrábanse los divinos oficios como si fuera acá en nuestra España,
a que acuden todos los indios, indias, muchachos y muchachas; van los más
vestidos todos vestidos con gran decencia; cantan la misa los muchachos en el
coro, y mientras dura tocan vihuela y violín con mucho concierto y armonía, y
todos generalmente asisten en ella, con gran devoción mientras dura…”Esta
crónica es mucho más extensa e ilustrativa,
pero para a buen entendedor basta un botón”.
Entre las iglesias y los pueblos destruidos,
está San Fernando Rey, fundado por el padre Lorenzo de Zaragoza, en el mes de
febrero de 1689, en el valle de Cuturuntar. El Capitán General de la provincia
don Mateo de Acosta, informó en su vista a esta misión en 1691, que la halló
fundada en buena forma, con calles bien repartidas y pobladas de casas de paja,
a la usanza de estos países, su plaza y su iglesia muy capaz, adornada con
lucimiento: templo, capilla, la casa donde viven los misioneros. Dice que vio
numerosas cartillas donde los sacerdotes dan sus clases a los muchachos
indígenas. De todo ello, dan testimonio
sus ruinas.
La misión de San Lorenzo Mártir de
Caranapuey, situado en el valle de Cumanacoa, fue fundada por el padre Pablo de
Godojos el 4 de septiembre de 1696. Cuenta Godojos, que el cacique de la nación
Coaca, Juan Guripiaca, acompañado por 12 indígenas le pidieron al padre Lorenzo
de Zaragoza, que les doctrinase. Esta misión constaba de 100 familias con 550
miembros. En 1713 fue instituida en doctrina.
1817.- Combate en Yaguaraparo entre el Comandante realista Francisco
Jiménez, que triunfo, y el Comandante patriota José María Hermoso, que murió en
la acción. 27 de agosto de 1817.
1817.- Gran tempestad en las costas de Venezuela. 1817
Nota.-Vemos
cómo nos cuenta los extraordinarios sucesos del año 17, don Jerónimo Ramos, en
su obra “Bermúdez en 1817”, publicada en 1925 en el bisemanario “Sucre”, Nos. 65 y siguientes.
“El héroe de San Félix por temor o
enojo, había partido de Guayana con dirección a la provincia de Cumaná donde
Mariño de por si continuaba la lucha contra la dominación española. Males para
la patria debían temer los partidarios de la revolución, que no querían estorbos
en su marcha, si uno y otro menos atentos al bien común que a sus particulares
resentimientos con el Libertador, se dejaban guiar por los consejos de una mala
inspirada pasión; pero entre ambos no podía efectuarse un perfecto acuerdo de
voluntades, sino en lo que exclusivamente se relaciona con la guerra de
independencia, porque Mariño y Piar se miraban de tiempo atrás con profunda
desconfianza. No obstante, para acallar
todo escrúpulo, el Libertador despachó para Mariño al coronel Agustín Armario,
muy conocido en la provincia, con el encargo de regularizar las relaciones suspensas y de exigir el explícito
reconocimiento de su autoridad.
Prometíase Armario hallar a Mariño
en territorio de Maturín por sucesos en Guiria, provenientes de lo mal que se
comportaban los patriotas encargados de su defensa, obligaron a Mariño a acudir
al remedio y a desentenderse de las operaciones militares sobre la capital,
limitadas por el momento a impedir al enemigo el envío de auxilios a aquella
costa. Marchó Mariño con su guardia de honor, y solo por miramiento a la alta
graduación de Piar, le encomendó el mando
más aparente que efectivo en las tropas que dejaba, compuestas de
oficiales y soldados muy adictos a su
persona. Armario, en pos de Mariño, atravesó en consecuencia el Golfo Triste
(Paria) cuyas aguas no dominaba todavía la escuadrilla española. A poco sucedió
la toma de Guiria que frustró el designio principal de Mariño, pero su
presencia en Paria sirvió a lo menos para evitar que fueren mayores las
pérdidas de los patriotas; pues logró salvar en la derrota el parque y gran
parte de las fuerzas con que se acogió a los montes.
Entonces, juzgando oportuna la ocasión para aniquilar a sus particulares
enemigos, no disimuló el Libertador la alegría que le causaba la toma de
Guiria, que los españoles celebraban como un gran triunfo. Así que creyendo a
Mariño, según estos propalaban, refugiado en Chacachacare imaginó como posible
la aprehensión de Piar, a quien consideró aislado, sin recursos ni siquiera
espacio donde vagar, entre Rojas que por los patriotas mandaba en Maturín y los
realistas que poseían a Cumaná; por lo cual ordenó sin rodeos a Cedeño marchase
a realizarla con un cuerpo de caballería y el apoyo de las tropas que defendían
a Maturín.
En Aragua de Maturín cayó Piar sin defensa en manos de Cedeño. Fácil fue
su captura, como también después el sometimiento de la división que al mando de
aquel había dejado Mariño en Cumanacoa, porque las circunstancias en verdad no
favorecían la resistencia, y porque además se afirmaba como cierto el
avenimiento de Mariño con el Libertador en virtud de las propuestas de Armario.
Más el 3 de octubre (1817), día siguiente de haber llegado Piar a Guayana, el Libertador, prescindiendo de
sus negociaciones con Mariño, previno a Cedeño
apurase todos los recursos y emplease todos los medios por lograr su aprehensión; a la vez que,
fuese o no que la considerase como infalible,
juzgó acertado separar a Bermúdez del mando del ejército del Centro para
enviarlo a Cumaná por Gobernador y Comandante General de la provincia, en
donde, si bien Cedeño había limitado,
carecía de influjo y de prestigio para compactar y dirigir la opinión;
nombramiento poco atinado porque desavenidos para la época Bermúdez y Mariño,
podían llegar a la exaltación de las pasiones en un rompimiento escandaloso por
sus disgustos e intereses particulares; pues Bermúdez era de genio arrebatado, impetuoso y
violento, y Mariño muy celoso de su honra. Uno y otro contaban parciales y eran
al mismo tiempo osados y valientes. Pero esa era la elección que convenía más a
las miras del Libertador, determinado como estaba a no omitir la ocasión que le
ofrecían los nuevos sucesos de la provincia para acabar con Mariño, como había
aprovechado la toma de Guiria para concluir con Piar. Así que, confiado cuando
menos en humillar a Mariño y perderlo en el concepto público, lo calificó sin
embozo de disidente en la proclama con que anunció al mundo el fusilamiento de
aquel jefe.
Cedeño se volvió a Guayana a fines de
octubre, apenas Bermúdez hubo llegado a Maturín, había precedido a éste
en su viaje a la provincia el coronel Antonio José de Sucre, nombrado por el
Libertador para Jefe de Estado Mayor en la división de Cumaná. Juntos caminaron
hasta Aragua: Bermúdez siguió para Cumanacoa a tomar el mando de las tropas que
allí había reconocido al Gobierno; y Sucre se quedó a esperar a Mariño quien
repasando el Golfo Triste, acababa de desembarcar en el puerto de San Juan con
cerca de 400 hombres y no escasas municiones de guerra. Con esta noticia se
desvaneció la esperanza de aprehenderlo: forzoso era entrar con él en pactos de
concordia, para lo cual Sucre estaba autorizado por el Libertador; pero Mariño
había sabido en san Juan, por cartas de Trinidad, tanto la muerte de Piar como
su propia proscripción, por donde recelando no le aconteciera lo que a
aquel en Aragua de Maturín, marchaba con
las mayores precauciones hacia Punceres, resuelto a no pasar de allí sin
informarse bien del curso de los asuntos
y sin reunir su parque, cuya conducción
dificultaba la falta de
acémilas y lo intransitable del camino.
Determinó entonces Sucre, obtenido que hubiera el beneplácito de Mariño,
trasladarse a su campamento. A Punceres llegó Sucre el 3 de noviembre en
concurrencia con la vanguardia de Mariño que avanzaba con lentitud; y aunque
Bermúdez, e su encono contra éste, había dado órdenes precisas a los pueblos
para que negasen a sus tropas todo recurso, Sucre no sólo les suministró víveres aquel día, más exigió de Rojas la
facilitase a Mariño algunos indios para
la conducción de sus pertrechos, era que al contrario de Bermúdez, creía Sucre
que debía concederse algo a la política, preveía que aquel parque y aquellos soldados iban al cabo y a la postre a ser útiles en la defensa de la patria, y sobre todo
quería que su generosidad se tomase
como prenda de buena disposición en el
gobierno.
No pudo lograrse ninguna conveniencia, porque Mariño consideró
inaceptables los términos del ajuste, reducidos a prometer Sucre la gracia y
amistad del Libertador, siempre que Mariño completase la entrada a sus deberes
con la entrega de sus tropas a Bermúdez
y con su presentación ulterior en Guayana a prestar juramento de obediencia y fidelidad al gobierno; pues
así la ruptura de las propuestas de
Armario como el nombramiento de Bermúdez
hacían temer a Mariño por su libertad y
su vida, mucho más cuando, a su juicio,
exento Piar de crimen alguno acababa de expirar en afrentoso patíbulo.
Antes que exponerse voluntariamente de
ese modo a ser vejado, optaba Mariño por abandonar el País, lo que, cierto,
hiciera al punto en las embarcaciones
que tenía en san Juan, sino porque,
celoso de su reputación, creía que su salida, para ser decorosa, debía
efectuarla con permiso del gobierno, a
quien había ofrecido a placer sumisión y
acatamiento.
En abono de estas promesas era menester que Mariño diese explicaciones
al gobierno respecto de su presente negativa. Así lo hizo, depuesto el natural
enfado, en correspondencia que entregó Sucre para el Libertador. Con esto, despedido el uno del otro, encaminose Sucre para Cumanacoa, en
donde por orden general del día 9 fue reconocido en su empleo.
Impropio no nos parece declarar aquí una opinión acerca de las aptitudes
de ese joven de 22 años apenas, para el desempeño de tan delicadas
funciones. En aquella época luminosa no
era fácil subir sin méritos eminentes. Desde Angostura, dice carta de Soublette
a Sucre, fechada el 6 de agosto de 1818: “… me congratulo cada vez que veo a
un Sucre, cuyos cocimientos generales, ideas metódicas, firmeza, amor al
trabajo y al orden, integridad, etc., me hacen prever un oficial de grandes esperanzas en esta parte
importante del servicio de los ejércitos”
Dos años después era Sucre el Jefe de Estado Mayor General.
El territorio ocupado por los patriotas era el más pobre de la
Provincia, no así el que subsistía en poder de los españoles, abundante en
recursos; los pueblos del interior obedecían a aquellos; a estos, los
inmediatos a las costas. Guarnecían a Cumaná cuando menos mil hombres que
componían el segundo batallón del regimiento de Granada y otros del de la Reina
Isabel, al mando, respectivamente de los tenientes coroneles don Agustín
Noguera y don Eugenio Arana, y algunos
dragones y artilleros.
Encontrábanse en Cariaco con 50 hombres el comandante José María
Fuentes, natural y vecino del lugar; en Carúpano, con 300, el teniente coronel,
don Juan de Armas; y con 400 en Güiria, el teniente coronel don Francisco
Jiménez. Las tropas patriotas en número ni en calidad podían echar raya con las
españolas. Rojas, lejos de la acción del enemigo no contaba más que con el
paisanaje de Maturín: como 400 eran en Cumanacoa los soldados de Bermúdez,
escasos de todo si no de entusiasmo patriótico, y calculados quedan atrás los
que acompañaban a Mariño.
Era imprescindible para los patriotas obrara sin dilación contra el
enemigo común; una vez que del esfuerzo
simultaneo de los diferentes cuerpos
desparramados en el territorio de la
República, pendía el éxito de las operaciones que el Libertador en persona iba
a emprender ya sobre la provincia de Caracas. Mariño, preocupado por ahora de
su suerte, no podía prestar mayor apoyo,
y muy débil tenía que ser el de Bermúdez, con tropas escasas y desprovistas de
municiones. Sin embargo hizo cuanto pudo con voluntad y buen suceso.
De Cumanacoa salto para Cariaco con 50 hombres el teniente coronel José
María Carrera, derrotó un destacamento en el pueblo de Catuaro, recogió 20 fusiles
y aumentó a ciento el número de sus soldados, más tuvo que volverse, conforme a
sus instrucciones, sin entrar en aquella villa, por haber sido reforzada su
guarnición con tropas de Cumaná. También con 50 hombres salió con dirección a
Cumaná el coronel Domingo Montes y
penetró hasta el barrio de Guaiqueríes en la noche del 12, pero sin lograr
sorprender las avanzadas del enemigo; bien que,
en amaneciendo, más afortunado en su marcha de regreso, le hizo 13
soldados prisioneros y le tomó 10 bestias
en Zanjón de Maco, como a una milla de la ciudad.
Con doble porción de gente tornó
luego Carrera por Cariaco a Cumaná, y sería el hilo de la media noche del día 20, cuando lanzó sus fuerzas sobre la Casa Fuerte defendida por Fuentes y
escasa guarnición, cuyos defensores aturdidos la abandonaron sin mayor
resistencia. Carrera volvió a Catuaro y el 22, atacó y dispersó, en el pueblo de Santa Cruz, una partida enemiga. Entre una y otra
sorpresa, las pérdidas del enemigo
alcanzaron a 2 soldados heridos, 84 fusiles, 1500 cartuchos embalados, 2000
raciones de galletas, 6 bestias y dos cajas de guerra. Los republicanos no
sufrieron bajas.
Al habérselas con un enemigo diestro y poderoso, los independientes
hubieran recogido más bien cosecha de
reveses como fruto de sus locas desavenencias. Fuéronle por otra parte dañosas;
porque impidieron de presente que al esfuerzo común correspondiera con
mayores la no esquiva fortuna; y porque
produjeron de luego a luego escándalos vergonzosos de sensible y dolorosa
memoria.
Mariño consumidos los víveres de Punceres, descampo de este sitio para
el poco distante de Aguas Blancas. Allá se dirigía Sucre en la alborada del
22 en junta con el teniente coronel José
Manuel Torres. Hallábase Sucre de camino
en Aragua de Maturín cuando en la tarde del 23 se entró Mariño a la imprevista en el pueblo con sus
tropas. Súpolo Bermúdez el 24 y
procediendo cauteloso en la inopinada aproximación de Mariño, comunicó órdenes
a Carrera, que estaba aún por Santa María, a Montes, que con 120 hombres se
enderezaba a Cumanacoa, y cuantas guerrillas se hallaban en comisión para que
sin pérdida de tiempo regresasen al campamento; a la vez que, por escasez de
pertrechos, exigía de prestado a Mariño, por medio de Sucre, vuelto ya a
Guanaguana para la noche de ese día, seis mil cartuchos de fusil, con achaque
de verificar contra el enemigo español una operación urgente.
No fue distinta de la anterior la nueva misión de Sucre cerca de Mariño,
sino que, por insistencia del Libertador, era la misma en intención y
propósitos. Convinieron uno y otro con amistosa franqueza; mal de su agrado,
prometió Mariño a Sucre la entrega del pedido, siempre que Bermúdez se
comprometiera formalmente a facilitarle ante todo a Rojas y encarecerle el
anticipado apresto de la flechera que debía conducir a Mariño, caso que a los
deseos de éste accediese Bermúdez; pues no era para desechar un solo instante
en la patriótica labor de restablecer en
la provincia la apetecida concordia.
Pero Mariño, desconfiando de Bermúdez o deseoso de arriesgar el último esfuerzo en defensa de su comprometido
decoro, no aguardó respuesta de Sucre y se declaró el 25, en Aragua, en abierta
rebelión, desconociendo la autoridad de Bermúdez, cuando nada podía
alentarle en su atrevimiento, ni el
estado de la opinión, dado que muchos de sus amigos, en las ocurrencias que se
siguieron, a la toma de Güiria y a la
prisión de Piar, de grado o por fuerza,
se habían reconciliado con el gobierno; tampoco el de sus tropas, por ser las
menos numerosas, a causa de que vagando
hasta aquellos lugares pobres e insalubres, la deserción y las
enfermedades las habían reducido a una
tercera parte; y ni siquiera por la falta de elementos de guerra en Maturín y Cumanacoa, por estar a punto su remedio con los
envíos desde Guayana por el Libertador. Desesperado fue el
consejo, el arresto inoportuno; la resolución antes gallarda que prudente.
Consecuente con ella, marchó Mariño al instante sobre los patriotas de
Cumanacoa, más informado en Guanaguana que Carrera no había bajado aún para
aquel valle, en la mañana del 26 se desvió
hacia Caripe, en donde presumía
hallarle, con el designio de evitar, de todos modos, su incorporación a
Bermúdez. Lo consiguió en efecto al otro
día, en el cual, Carrera arrastrado por la inclinación de sus tropas a Mariño, se alistó como de propio dictamen
entre los de su bando.
Mientras de esa manera aumentaba Mariño sus fuerzas, vigorar la
disciplina de las suyas era a la vez el mayor de los cuidados de Bermúdez;
porque compuesta en parte la división de Cumaná de los restos de aquel cuerpo de tropas que, como sabemos, dejó
Mariño en Cumanacoa, a su marcha para Guiria y que se dio a partido después de
la aprehensión de Piar, no le inspiraba
a la sazón la fe de una ciega obediencia, entre otros, al general Rafael de
Guevara, el coronel Manuel Isaba, y los tenientes coroneles Montes, Carrera y
León Prado, que a ella pertenecían, estaban comprendidos en sus fundados
recelos. Así que en el interés de Bermúdez por mantener la disciplina con
ejemplos rigurosos, bastaban tamañas inquietudes para justificar de algún modo
la severidad de la pena impuesta al teniente del batallón de Colombia Gregorio
Baca, que por haber repartido entre oficiales de Bermúdez cartas de otros de
Mariño, donde se les alentaba a la rebelión, fue sentenciado a muerte y
fusilado en la tarde del 29 en presencia de la división en la plaza de
Cumanacoa.
Sintiéndose más seguro de sus
tropas, Bermúdez reunió en la mañana siguiente una junta de jefes y oficiales
con el fin de insinuarles su deseo de salir resuelto al encuentro de Mariño que
había retornado a Guanaguana. Aprobada por todos su determinación, la división
rindió su primera jornada de su marcha en el alto de Cocollar; la segunda en
San Antonio, donde fue pasado por las armas un soldado, desertor con otros en
la noche anterior, y la tercera en
Cachimbo, una legua de San Francisco, ahora cuartel general de Mariño. En vano
algunos patriotas del uno y otro bando procuraron iniciar conferencias para
prevenir el uso de las armas homicidas; antes solo sirvieron de ocasión para
que Mariño y Bermúdez, olvidados de su dignidad, se insultaran por medio de
cartas y recados sin ningún modo ni respeto. Anunciaba todo para el 3 de
diciembre un rompimiento inevitable; más por dicha no apareciendo al amanecer
en el campo de Mariño muchos oficiales y soldados que con Carrera habían pasado
en la noche al de Bermúdez, de tal suerte se produjo en la mañana la deserción
en San Francisco, que a las doce del día Mariño y los pocos que le restaban
leales atropelladamente abandonaron el pueblo y a paso largo se encaminaron a
Caripe, bien que perdida toda esperanza de abrigo y defensa.
Bermúdez atravesó sin demora el Guarapiche que tenía por en medio, y
ocupó a San Francisco. Despachó luego en persecución de los fugitivos a Montes
y encomendó a Carrera la custodia de Cumanacoa. Montes alcanzó a la gente de a
pie y la hizo volver, y recogió gran cantidad de armas y pertrechos abandonados
en el camino. En Caripe se le presento el 5
Mariño con algunos oficiales, y también el R. P. Fray Tomás de Caltaseras, que en Catuaro
había hecho prisionero Carera a su regreso de Cariaco.
Penosa ansiedad se manifestaba en la mañana de 6 en el vecindario y la
tropa de la Villa de San Francisco al anunciarse la próxima llegada de Mariño.
Como nadie había averiguado los designios de Bermúdez para con su competidor
abatido, en unos dominaba el temor, en otros la duda de un mal
recibimiento. Bien serían las diez
cuando al fin dejose ver Mariño con
algunos a caballo; a la entrada del pueblo le presenta armas y le bate marcha la división allí formada de antemano:
rompen los aires los vivas y
aclamaciones a la patria y al gobierno, y en estrecho abrazo con Bermúdez, que le cierra el paso, ahogan
ambos y olvidan su ominosa enemistad y
rencores. Comprometiose Mariño a alejarse de la provincia y Bermúdez a
embarcarlo para Margarita cediendo
complaciente a los motivos de delicadeza aducidos por Mariño para no
convenir en presentarse al Libertador en Guayana. Con ese acuerdo, se
separaron al rayar el alba del 8; Mariño tomó la vía de Caripe, Bermúdez la de
Cumanacoa.
Razones de consideración personal, por una parte, de agradecimiento, por otra, respecto de Mariño, fueron sin duda las
que movieron en su favor el ánimo de
Bermúdez. Nacido en la opulencia y favorecido con el don simpático de la
belleza varonil, había además recibido Mariño, con relación a su época, una
educación esmerada, sin descuido, a fuer de caballero, de la equitación y de la
esgrima, en las que llegó a alcanzar insigne destreza. Apuesto en su persona,
culto en sus modales, suave en sus costumbres, arrojado, dadivoso y galante
tenía que ser por fuerza bien quisto de las damas en el estrado como también el
ídolo del soldado en el ejército.
Favorecido así por la naturaleza y la fortuna, no conocía la envidia ni
abrigaba en su pecho pasiones ruines. Por eso Piar, enemistado con él, le busca
y le encuentran benévolo en medio de su deroniano. He aquí por qué no es el
héroe más digno de respeto pero si el
más amable en el drama de la
emancipación. Bermúdez, que conocía su
bondad, no quiso ser un miserable.
No fácil sino muy aventurado era el embarco de Mariño para Margarita,
hallándose el litoral de la provincia dominado por las armas españolas. La Esmeralda fue el punto fijado para verificarlo; pero había que luchar y
vencer en Cariaco, guarnecido con dobles fuerzas por consecuencia de la última excursión de
Carrera; proporcionar buque en una playa poco habitada y sin ningún comercio
exterior y regresarse debían sin tardanza las tropas que fueran a facilitarlo,
por temor de quedar cortadas por las que
acudieran en auxilio del enemigo desde
las plazas inmediatas de Carúpano y Cumaná. Para practicar esas operaciones fue
elegido Montes, de todo el más activo y arrojado. El 11, en amaneciendo, salió de Cumanacoa con 113 hombres hacia Poza Azul donde debía unírsele
Mariño; juntáronse el 12 y en la madrugada del día siguiente emprendieron su
marcha. Puesto aventajado para una
defensa, a la vez que paso forzoso, casi a la mitad del camino entre Cariaco y
La Esmeralda, es el puente echado sobre el río
o caño que comunica la laguna de Campoma con la laguna de Cariaco. De
sobresalto Montes acomete la Villa a las 7 de la mañana. Dispersa al cabo la prevenida guarnición que se defiende por
cortos instantes, envía a su gente de a caballo a posesionarse del puente antes que pudieran hacerlo los
derrotados y sorprende por remate una
avanzada en La Esmeralda. Ninguna embarcación de porte se encontró en el
puerto, fuera de seis canoas: en dos metiéronse Mariño, edecanes y equipajes y
despedazáronse las restantes para impedir que en ellas se les persiguiera
después que Montes abandonara la playa, como lo hizo a las 4 de la tarde, en el
propósito discreto de dormir esa noche enseñoreado del puente referido. Dos
horas duró la lucha del día 14 en
Cariaco, pues vueltos de su asombro los
realistas habían logrado reunir alguna tropa con que oponerse a Montes en ruda
resistencia, vencida la cual, consiguieron los republicanos repasar sin ninguna
dificultad el río que rodea la
población. En esos encuentros le mataron a Montes un soldado y le hirieron a
tres. El enemigo tuvo de pérdida 10 muertos, 9 prisioneros y algunos heridos,
más 11 fusiles y 450 cartuchos. El 16 Montes daba cuenta de su comisión en
Cumanacoa.
Restablecido de esa suerte el orden y la concordia en la provincia.
Bermúdez convierte toda su atención sobre la capital, para donde dispone la marcha el día 21. Había reunido a las
suyas las fuerzas de Mariño, recogido el
parque de éste, y recibido además con su secretario el teniente coronel Ramón Machado 25 mil cartuchos de fusil
enviados por el Libertador. Esperaba con el teniente coronel Torres, caballos y
reses de Guayana, y tropas de Maturín,
con el coronel Pedro Gotilla. La guarnición de Cumaná fuerte de mil
hombres, estaba por tanto en pie brillante. Tenía solo falta de organización y
procediese a repararla hasta con el cambio de nombre de los batallones de que
constaba, llamados Independiente, de Colombia, y de Cazadores, porque estos
últimos carecían de instrucción. Se la dividió en dos brigadas de infantería, y
cada brigada se compuso de dos batallones denominados: primero, segundo,
tercero y cuarto, hasta que honrosamente adquirieran nuevos distintivos en las
ocurrencias de la campaña. Formaban la primera brigada los batallones segundo y
tercero, mientras que los primero y cuarto formaban la segunda. Para primer
jefe de la primera brigada se escogió al general Rafael Guevara, y para segundo
al coronel Francisco Carmona, que se ausentó a poco para Guayana; para primer
jefe de la segunda brigada se escogió al coronel Manuel Isaba, y para segundo,
al teniente coronel José Manuel Torres. Eligiose para comandante del batallón
número 1, (Cazadores), al teniente coronel Calixto Baza, y para Sargento Mayor
al capitán Francisco Guiraud; para comandante del segundo (Colombia) al teniente coronel Ildefonso Paredes, y para
sargento mayor, al capitán José Leonardo Brito; para comandante del número
tercero (Granaderos) al teniente coronel Ignacio Brito, y para sargento mayor
al capitán Vicente Villegas, y para comandante del número cuatro
(independiente), al teniente coronel
José María Carrera, y para Sargento Mayor,
al capitán Santiago España. El teniente coronel Domingo Montes continuó
de comandante del batallón de Dragones.
No ignoraban los realistas de Cumaná la determinación de Bermúdez de
marchar sobre la plaza; por lo cual rehacían las fortificaciones interiores,
desmantelaban las de la Boca del Monte y de Capuchinos que quedaban fuera de la
línea principal de defensa, y tomaban cuantas otras medidas de seguridad les
sugería su discreción o cordura. Desasosegados y medrosos, fincaban su remedio
en la vuelta del brigadier don Tomás de Cires, gobernador propietario porque el
interino, coronel José María Barreiro no había alcanzado para entonces la
reputación militar. Además su circunspección y probidad despertaban sospechas.
No sabemos cuál influencia ejercieron esos recelos; mucha, si se considera que
Cires sucedió luego a Barreiro; poco o ninguna, por el lugar que en seguida
ocupó éste en el ejército. Bravo soldado demostró su valor en jornadas
memorables, pundonoroso caballero, rindió la vida en el cadalso con serenidad y
gallardía. Bogotá fue testigo de su lastimoso martirio.
Pocos días duró la alarma en Cumaná, dado que un acontecimiento extraño
vino a cambiar la intención deliberada de Bermúdez. La pujante división de
Zaraza con la cual contaba el Libertador para dar comienzo a su campaña sobre
Caracas, había sido destruida el 2 por La Torre en el sitio de la Hogaza.
Para reparar en breve las pérdidas sufridas, dictó el Libertador, entre
otras disposiciones, la Ley marcial en que imponía la pena de muerte a todos
los varones de 14 a
60 años que se excusasen de tomar las armas en el actual conflicto de la
patria; y despachó luego comisionados a las provincias libres en solicitud de
tropas para una nueva campaña decisiva.
De una manera vaga supo Bermúdez el 17 aquel desgraciado suceso; y
presumiendo ser parte en el plan de
operaciones consiguiente, redobló su actividad en el apresto del cuerpo a su
obediencia para estar a punto de prestar su ayuda y cooperación a la primera
orden. El 21 recibió Bermúdez, con la confirmación de la fatal noticia, la Ley
marcial, que hizo publicar al momento; y como también se le informara de que el
coronel Juan Francisco Sánchez traía una columna de 200 hombres para coadyuvar
a la recluta general y a la conducción de las tropas con que contribuyera la
provincia, ordenó a Rojas la dejase en Maturín, por temor de que, si pasaba a
delante, se fuesen a leva y a monte los patriotas, cuando el logro apetecido
pendía más bien del engaño que de la fuerza.
El ayudante general coronel Sánchez se presentó solo el 24 en Cumanacoa.
Traía además encargo del Libertador, que ignoraba todavía los acontecimientos
de San Francisco, para arreglar pacíficamente, en términos honrosas para Mariño
y decorosos para el gobierno, los sucesos sediciosos de la provincia. Este era
el medio que indicaba una autoridad flaca y enferma que el más ligero accidente
extenuaba y abatía. La causa nacional, sin vigor, aún tenía interés en conserva
el influjo de Mariño, no en extinguirlo; porque
su concurso era indispensable a la
realización del propósito social, sus servicios útiles al deseado bienestar común.
Una pretensión contrapuesta produjo entonces riñas más o menos lamentables; las
produjo también después, con mengua del mismo principio de autoridad que se
invocaba; pues cuando aquella carece de fuerza para hacerla obedecer, natural
es que se exponga a un ridículo o menosprecio. Solamente la proeza de Boyacá
podía consolidar la autoridad vacilante del Jefe Supremo.
Bermúdez determinó, una vez que hubo conferenciado con Sánchez, sacar
las fuerzas de la provincia en auxilio del Libertador. Para poner por obra su
pensamiento, llamó por la posta a los comandantes de los pueblos menos
cercanos, so pretexto de practicar una correría o una revista general de las
tropas. Penetrado el designio por los que asistían en Cumanacoa, encubrían mal
su descontento, que se manifestó después sin rebozo en el vecindario; porque
Bermúdez lo impuso, como a los demás del contorno, la emigración a Maturín,
para que en su desamparo no quedase a merced del enemigo. Las familias
comenzaron su salida el 27; para el 29 se señaló la salida de la división. El
28 trajo un correo de Guayana 72 despachos para los oficiales, con
felicitaciones del Libertador para Montes por su merecido ascenso a coronel;
pero las muestras de complacencia con que aquellos fueron recibidos por los
agraciados, no alcanzaron a calmar la inquietud de Bermúdez, ocasionadas por el
desagrado con que se miraba su empeño; y en la tarde se recogieron y
depositaron en parque cuantos pertrechos
paraban en poder de los soldados, con el
objeto de evitar alguna funesta tentativa.
Inútil fue la cautela. En 1° noche, sorda y cautelosamente se dispuso
una conspiración. Los conjurados extrajeron parque algunos cartuchos, que se
distribuyeron en el seno del batallón cuarto. Cuando hubo amanecido se formó en
la plaza de Cumanacoa la división de
Cumaná en disposición de marcha, como estaba ordenado; y momentos después se
introdujo en la habitación del Comandante en Jefe el coronel Montes para
anunciarle que las tropas se inclinaban
por la desobediencia. Montando en cólera, la cobija al brazo y la espada
desnuda, se presenta amenazador ante los soldados el general Bermúdez. Quiere conocer el poderío de la insurrección
e interroga a cada cuerpo por sus oficiales. Los soldados del batallón cuarto
hacen pública su rebeldía, y en los otros cuerpos se descubre algunos adictos.
Montes, caudillo de la revuelta, está secundado por Carrera, Prado y varios
oficiales de suposición y de aliento. El
desorden, la confusión reinan; unos aplauden, otros gritan, cuales celebran;
pero todos aclaman al gobierno y al Jefe Supremo. Bermúdez reprime su furor,
por no exponer su autoridad a mayor desacato;
empero persiste en su reprobada resolución. Eran ya las 9 de la mañana. Los comandantes Paredes y
Brito emprenden la marcha con los batallones
segundo y tercero (Colombia y Granaderos), Baza los sigue con una parte del
primero (Cazadores), llevándose el parque. Guevara, Sucre e Isaba acompañan a
Bermúdez. A poco el resto de los cazadores se desmanda. La deserción comienza a
menoscabar reseguidas los otros dos cuerpos. Montes lo ha observado todo,
porque con maliciosa previsión ha venido atisbando el menor movimiento de las
tropas de Bermúdez. Como legua y media habían ya caminado éstas, cuando Montes
se decide a acercárseles. Presentase en la retaguardia; escoltado por algunos
dragones, y exige de Sucre interceda con Bermúdez para que le oiga breve rato.
Bermúdez accede. Montes le advierte la disolución que amenaza a la división: le
insta por que regrese a Cumanacoa a reorganizarla; bien para lanzarla contra el
enemigo en el territorio de la provincia o, de ser imprescindible su presencia
en Guayana, para nombrar jefes de los
soldados renuentes, que los gobernase y dirigiese en su ausencia. En una palabra,
le demostró que en la actualidad urgía especialmente el restablecimiento del
orden. Bermúdez conviniendo con estas razones retornó a Cumanacoa a las 2 de la
tarde.
Sucre, en oficio del mismo 29, después de narrar el acontecimiento de
ese día, con todos sus pormenores, al Jefe del Estado Mayor General; los resume
así, con no escasa elocuencia:
“Son casi inexpresable los sucesos que se atropellan uno sobre otro tan
raros y extraordinarios en una ocurrencia semejante; no podré por consiguiente
detallarlos a usted cómo se han presentado, y me limitaré a decirle que los figure usted en la convulsión más
espantosa, no tanto por la conspiración en sí cuanto por el modo en que fue
desenvuelta la perfidia y mala fe de sus autores, en la que muchos en el acto mismo
del motín y antes de emprender la marcha los cuerpos que lo hicieron, brindaron el exterior más sumiso y hasta
humillante; y otros, que acababan de recibir premios y distinciones con
profusión, desarrollaron los sentimientos de la más negra ingratitud y el
carácter más sedicioso.”
“Por fortuna, añade, no alcanzaron jamás a ultrajar la autoridad
suprema, acaso porque la presencia firme del general lo impedía o porque están
sometidos a ella voluntariamente”.
Hombre de orden y, como militar, amante de la disciplina, repugnábale a
Sucre por educación y por índole, toda turbulencia. Aquella naturaleza no la
dominaba otra pasión que la gloria; por eso la alteza de sus sentimientos
rechazaba cuanto conceptuaba de egoísta o de mezquino; por eso, el reducido
teatro en que se hallaba no satisfacía su noble ambición. Convencido de su
mérito ansiaba un campo más importante. Así es que prefería la plaza de
ayudante general a la equivalente de jefe de estado mayor divisionario. “Yo
había solicitado, continúa, mi salida de la división para ir a donde su
Excelencia, libertándome de ser ni remotamente confundido con el brigandaje;
pero aún no lo he considerado oportuno, y he preferido sacrificarlo todo por el
bien general. No obstante yo espero que V. E. procurará mi incorporación en el
Estado Mayor General, donde con mayores proporciones haré servicios más
visibles, y tendré sobre todo el placer de encontrarme en la gran batalla que va a decidir tal vez nuestro destino. Para cuando V. E. me conteste, con la reserva
posible, habrán ya calmado las agitaciones,
y será la ocasión de separarme de estos
hombres y de unos lugares en que el vicio de los tumultos no puede ser cortado sino arrancado de raíz.
Las apreciaciones de Sucre, respecto del hecho, como hijas de la mala
impresión del momento, no son desapasionadas. La disciplina militar no puede
condenar lo que recomienda la convivencia de la comunidad; porque la fuerza
pública no ha sido instituida sino para la garantía del bien social. El
movimiento de la división de Cumaná facilitaba las operaciones de los realistas
en la provincia; si la una acudía en socorro del ejército republicano, estos
últimos reforzarían al enemigo. La idea de la división no alteraría de modo
considerable los planes del Libertador. Tal movimiento hacia Guayana era
propicio a los realistas y nocivo a los patriotas. Estos perdían graciosamente
la parte de la provincia adquirida,
conservada con grandes sacrificios y
mermaba su fuerza la deserción; porque al soldado más indiferente no le es el
abandono de su hogar y de su familia;
los españoles al contrario dominaban mayor extensión de territorio y podían
aumentar sus tropas con nuevos reclutas. Estas consideraciones, desatendidas
por Bermúdez, determinaron el alzamiento, no por un efecto de extraviado
patriotismo, según dijo el Libertador, sino por amparar intereses muy sagrados.
El gobierno urgía por auxilios: los habitantes de la provincia por la
conservación y defensa del territorio
reconquistado. Lo uno no excluía lo otro. La razón, la prudencia, la política
movían a la conciliación de entrambas necesidades. La desechó Bermúdez por
error, no por capricho, según luego
veremos. Montes la impuso con energía,
no por espíritu de oposición, sino de justicia, sin desvíos en el propósito,
como lo comprueba su conducta. Tampoco el
Libertador la había echado en olvido; pues si es verdad que esperaba de
Bermúdez la marcha con todas las tropas, por creerlas innecesarias en la
provincia; no es menos cierto que se conformaba con que le enviase de ellas una
buena parte. Pero Bermúdez persuadido de que lo primero era la positiva
decisión del Libertador, acaso por escasa claridad en las órdenes superiores
empeñóse ciegamente en obedecerle.
De manera que tanto por el apremiante compromiso de concurrir con sus
fuerzas a Guayana como por el menos formal de proveer también a la defensa de
los pueblos de su gobierno, dióse prisa Bermúdez en el arreglo de su
desconcertada división. Verificado resolvió marchar con los batallones primero,
segundo y tercero, y dejar a Montes con
el mando de un cuerpo de tropas que se
denominó Campo Volante de Cumanacoa. En efecto, el 2 de enero salieron para
Maturín los batallones con instrucciones
de efectuar en los pueblos de su tránsito una recluta general y numerosa como fuese posible; y el 4 tomó la
misma dirección el comandante en jefe.
El 5 de enero de 1818, dice Montenegro,
salió de Cumaná una columna de 450 hombres bajo el mando del teniente
coronel don Eugenio Arana, y en la tarde del 7 intentó inútilmente, por dos
veces, desalojar del parapeto con que el
coronel Domingo Montes cubría su posición en Cumanacoa, en la dirección de aquella ciudad. Rechazado
Arana con pérdida de un capitán y más de 30 hombres que quedaron en el campo y
también con dos oficiales y un crecido
número de heridos; y convencido de que su columna era muy pequeña para desalojar a Montes, el insistía en atacar de frente el
parapeto levantado con acierto en la izquierda del rio Cumaná, a poco más de
una milla de San Fernando, trató de flanquearlo introduciéndose por un bosque
espesísimo, como lo consiguió esa misma tarde, pero sin poder batir los 200 hombres de Montes que le habían
impedido el paso, pues abandonaron oportunamente aquel puesto y lo mismo a Cumanacoa donde
entró Arana el 8, retirándose aquellos
hacia el interior, sin otra pérdida que tres prisioneros, a quienes cupo esta
suerte por haberse retrasado.
Los patriotas no se alejaron mucho de Cumanacoa. Montes, dispuestas sus
tropas en guerrillas, se propuso acabar a porciones al enemigo sorprendiéndolos
por instantes. No muy allá de aquella villa, en Los Dos Ríos, Arana acomete con
éxito a la partida que sobre seguro le disputa el paso; más en viendo
nuevamente los escasos frutos de una lucha en que las adquisiciones, si
algunas, son siempre costosas para los realistas, lejos de proseguir en
pos de los dispersos, contramarcha con
presteza para Cumaná.
Bermúdez ignoraba estos sucesos cuando salió de Maturín en la mañana del
10 después de incorporar a sus tropas
las pocas que pudo suministrarle la diligencia de Rojas. En el Tigre supo la
ocupación de Cumanacoa por los españoles; y más adelante que, abandonada luego,
la habían recuperado los patriotas. Libre con esto de cuidados y a pesar de las
deserciones ocurridas en la marcha, se presentó en Angostura a mediados del
mes, a la cabeza de 600 infantes, en
circunstancias en que la provincia se encontraba por completo desguarnecida;
porque el Jefe Supremo, fiado en la promesa de Bermúdez se había partido ya con
cuantas tropas allegara para el territorio de Apure, ansioso
de realizar junto con Páez se anhelada
campaña. Para mientras durase, el Libertador confió a Bermúdez el empleo de
Jefe de Oriente y le aconsejó muy especialmente como medida muy importante, el
envío de 300 hombres con Sucre en defensa de los castillos de la Vieja Guayana,
para impedir que el enemigo, tomando a bordo de su escuadra la guarnición de
Guiria, invadiera por el Orinoco la provincia, sin riesgo ni embarazo. En
consecuencia, Sucre se encargó de las fortalezas
el 31 de enero, nombrado por Bermúdez, de jefe de ellas y además de Comandante
General del Bajo Orinoco, para que pudiera atender con más eficacia el objeto
de su nuevo destino.
De suerte que Bermúdez, sosegado y tranquilo, permanecería por ahora en
Guayana, en tanto que Montes, falto de medios y desatendido en sus necesidades,
mantendría en alto la bandera de la revolución en el territorio de Cumaná con
heroica firmeza”. Página copiada del bisemanario “SUCRE” No. 75 del 30 de mayo de 1925.
1818.- Morillo venido desde Barcelona en la corbeta de guerra “Bailén” y
acompañado de dos bergantines, destaca inmediatamente tropas contra Cariaco,
Cumanacoa y Carúpano a las órdenes del comandante Francisco Jiménez, quien
logró reducirlos con facilidad, a causa de las discusiones entre los patriotas.
Nota. - Sin embargo, no fue tan sencillo,
finalizando el año 17, Domingo Montes amenaza nada menos que a la capital de la
Provincia, la Ciudad de Cumaná; el comandante José Maria Carrera, el 20 de
octubre, les da un susto a los españoles en Catuaro y en Santa Cruz, donde
obtiene sonoros éxitos, y decididamente atacó Cariaco, donde estaba el invicto
jefe español Francisco Jiménez. Pero, debemos anotar que por la desesperación
de Morillo, Cumanacoa había sido destruida por Tomás de Cires, mientras el comandante
Domingo Montes estaba con sus guerreros a las puertas de Cumaná, e intentaba
tomarla con fuerzas bien pertrechadas y estructuradas, mantenía activadas la
Brigada Número Uno, bajo el mando del general José Rafael Guevara; la Número
Dos, bajo el mando de los coroneles Manuel Isaba y José Manuel Torres; y entre
otros formidables guerreros lo acompañaban: José María Carrera, Calixto Balza,
Ildefonso Paredes e Ignacio Brito.
Entrando en el año 18, las fuerzas
irresistibles de Morillo dominaban todo el territorio Norte de la
provincia, y los patriotas controlan el
centro, los valles de Cumanacoa, Maturín, Barcelona y Guayana, con el
Libertador. Mariño, Piar, los Monagas, Bermúdez y Sucre como protagonistas. .
1818.- Combate en Cariaco entre el Comandante Francisco Jiménez y Mariño
que pierde la acción el 12 de marzo; pero, muriendo en Cumaná Jiménez de
resultas de la herida que recibió entonces.
Nota.- José Mercedes Gómez, en su obra “La
Guerra de independencia en el Oriente”, nos lo cuenta de otra forma, vemos:
“Al saberse la noticia de lo sucedido en
Cumanacoa con Bermúdez y ante la solicitud urgente de su regreso, Mariño partió
de Margarita, con conocimiento de las autoridades de la Isla: Gómez, Arismendi
y Maneiro. A mediados de marzo desembarco por la Esmeralda, cerca de Cariaco.
Notificado
el comandante Armas del desembarco de Mariño lo informó a Carúpano, Cumaná y
Yaguaraparo donde estaba Jiménez, el vencedor de las fueras patriotas desde
Clarines en 1816. El comandante José Guerrero jefe de las fuerzas navales de
Carúpano se dirigió a La Esmeraldas para bloquear la costa e impedir la llegada
de refuerzos de Margarita. En el sitio denominado Manzanillo, se produjo una
escaramuza entre patriotas y realistas, sin resultados positivos de ambas partes.
Los realistas regresaron a Carúpano donde había llegado ya Jiménez, dispuesto a
iniciar una ofensiva contra Mariño, quien nuevamente se identificaba como el
verdadero Jefe de Oriente y el enemigo a vencer.
1818.- Bermúdez encargado del sitio de Cumaná la ataca hasta la cabeza del puente, por el
lado de Altagracia, y es rechazado la noche del 21 de mayo de 1818.
Tropas de Mariño son rechazadas en Catuaro por el comandante Agustín
Noguera el 24 de mayo de 1818. Mariño y Montes derrotan a Noguera el mismo día
en Cariaco. 1818
Bermúdez con 300 hombres es atacado en el Puerto de la Madera por el
batallón de la Reina, prolongándose el combate hasta la misma ciudad de Cumaná,
muriendo de los patriotas 23 hombres y de los realistas 122; y Bermúdez se retira
a Cumanacoa el 30 de mayo 1818
Nota. De la tal derrota de Bermúdez se han
escrito muchas versiones, pero nunca se podrá escribir la hazaña del Ayax en
este ataque a la inexpugnable plaza. Aplacados los ánimos entre los dos
egregios patriotas, Mariño y Bermúdez,
gracias a la intervención de Sucre, el General Mariño establece su cuartel general
en el pueblo de San Francisco, y,
Bermúdez avanza y se ubica con sus fuerzas a legua y media
de Cumaná, estratégicamente ubicado en
Puerto de la Madera; y a la vez que
Mariño, avanzando desde Guiria toma Carúpano; aunque es desalojado rápidamente por el coronel
Francisco Jiménez, y sigue Mariño par4a Cariaco. Bermúdez
también es desalojado de Puerto de la Madera por el propio Gobernador Tomás de Cires, al
frente de fuerzas irresistibles.
Y dicen que Bermúdez, jugueteando con las fuerzas españolas, avanzó
sobre Cumaná, y penetro entre sus defensas hasta el puente Urrutia. Al parecer
se quedó sin provisiones y otros arbitrios. Tuvo que retirarse a sus posiciones
en Puerto de La Madera, donde sufre otro ataque demoledor de fuerzas
superiores, pero Bermúdez les causó
mucho daño a los españoles.
Bermúdez y Sucre pasan a Angostura a unirse con Bolívar. Mariño vuelve a quedar dueño de su patio y de la situación
en la provincia de Cumaná. Se levanta el
sitio de Cumaná de 1818 con pérdidas irreparables para las fuerzas patriotas.
Don Tomás de Cires, muy golpeado pero lleno de sagrado entusiasmo, en el parte de la batalla, dice:
“Establecido el enemigo en el Puerto de la Madera, a legua y media de
esta plaza, determiné atacarlo en sus
trincheras con 700 hombres, que era mucha parte
de nuestra guarnición , y tuvo efecto mi
pensamiento hoy día de nuestro augusto soberano, con tan feliz suceso,
que el enemigo desalojado a la bayoneta de sus fuertes atrincheramientos, dejó
en nuestro poder las dos piezas de artillería que allí tenía, toda su
caballería compuesta de 130 caballos
ensillados, copiosa porción de municiones; un crecido número de fusiles y
lanzas, todas las reses que allí tenían, y el campo cubierto de cadáveres.
Nosotros hemos tenido alguna perdida. Aún no se me ha dado el parte
circunstanciado de todo: cuando lo
reciba lo trasladaré a V. S. Cumaná 30
de mayo de 1818. (73)
José Mercedes Gómez, trae al respecto, un texto del general
Florencio O´Leary, veamos:
“Mariño, ocupó a Cariaco el 10 y el 24
derroto en Catuaro una columna que trató de molestar la espalda de Bermúdez.
Desde el 14 había continuado su marcha con 700 hombres de todas armas. El 16 se
presentó en frente de Cumaná y atacó sin suceso en la noche del 21 la cabeza de
puente que defendía la entrada”. Aquí el traductor no aclara si fue Bermúdez o
Mariño, quién avanzó a Cumaná. Por la lectura se infiere que fue Mariño. Si
esto es cierto, entonces, sí acudió Mariño en auxilio de Bermúdez. Más luego
continúa el párrafo: “Por la mañana del 30, el enemigo con fuerzas iguales a
las sitiadoras, hizo una salida a la plaza y atacando a Bermúdez en su posición
del puerto de La Madera, le puso en completa derrota, después de una
resistencia que costó caro a los agresores. Con los dispersos, se retiró a
Cumanacoa y de allí se trasladó a Angostura, mientras Mariño, se vio
forzado, a replegarse sobre Maturín”…
Son interesantes estas otras aseveraciones
que añade al final del párrafo trascrito el edecán del Libertador, para una
mejor comprensión de los acontecimientos: “Cuando Bermúdez, emprendió sus
operaciones, calculaba encontrar la escuadra del Almirante Brión frente a
Cumaná; pero faltó ésta a la combinación, y por tal motivo, la plaza pudo ser
auxiliada a tiempo por las fuerzas marítimas españolas, muy inferiores, a las
que mandaba el marino republicano
Perdieron Bermúdez, Sucre y Mariño, pero
ganó la naciente Colombia con la
incorporación de tres grandes campeones
de Oriente, que unidos a Urdaneta, Páez, Arismendi y Zea, responderían por la
unidad de Colombia.
1818.- El mismo día se incendia la capilla de la chara de capuchinos.
Nota.- En relación con la chara o finca de
Capuchinos, J. A. Ramos Martínez (Ob. Cit) en relación con la Chara, en su obra
“Memorias para la historia de Cumaná y Nueva Andalucía” dice:
“La casa y capilla rurales que poseía a
orillas del Manzanares (fue una donación del padre Antonio Patricio de
Alcalá), junto con los ornamentos y
enseres necesarios para el culto, las donó para los capuchinos aragoneses, con
el objeto de que éstos tuviesen allí enfermería y hospicio, y de que los
habitantes de las Charas no quedasen privados de la facilidad de oír misa en los
días de precepto, ni de los otros consuelos espirituales que les proporcionaba,
al tenor de las facultades que le habían sido concedidas por los superiores
eclesiásticos.
Esta Chara que sirvió de hospicio, posada e
iglesia, tiene importancia histórica, porque fue ocupada por las fuerzas de
Mariño en 1813, y desde allí intimó la rendición de la plaza, fue el cuartel
general de la libertad, por otra parte sería un lugar sagrado, pero como en
Cumaná nada tiene relevancia, por supuesto, que nadie reclamó ni reclamará para
ese bien histórico, los beneficios que otorgan las leyes de patrimonio
histórico.
1818.-Vuelto Bermúdez de Ciudad Bolívar y en combinación con el
almirante Brión, ataca y ocupa a Guiria, el 26 de agosto de 1818.
Nota.-
J. M. Gómez, en su biografía de Bermúdez “José Francisco Bermúdez
General en Jefe de los Ejércitos de Colombia”, al respecto, dice: “El 14 de
agosto, partió Bermúdez del puerto de Barrancas, con 400 hombres de tropa, en
su mayor parte cumaneses, y el 23 de dicho mes se presentó frente a Guiria. La
sorpresa privó más que el número de tropas y la plaza fue tomada el 24
apoderándose de un material de guerra constituido por 8 cañones, parque y 8
flecheras, y recuperó el bergantín “Colombia” que habia sido tomado por los
realistas antes del asalto. Los españoles decidieron abandonar la plaza y se
retiraron a Río Caribe y Carúpano expandiendo la noticia de la invasión por
toda Paria. De este modo el factor sorpresa tuvo efecto positivo en Guiria. El
resto de la península,
fundamentalmente Carúpano y Río Caribe se aprestaron a la resistencia.
Bermúdez informó al Libertador el 25 la toma de Guiria, informe que fue
recibido con un mes de retraso. En conocimiento del éxito por noticias llegadas
desde Trinidad, Bolívar se apresuró a notificarlo a los demás comandantes
exagerando imaginativamente los resultados. En efecto el 17 de septiembre le
escribe a Páez en estos términos: “El 24 del próximo pasado, tomó el Coronel
Bermúdez la ciudad de Guiria, ocupa el golfo nuestra escuadra sutil y somos
dueños de toda la costa. Los Generales Mariño y Bermúdez están en
comunicación”.
1818.- Retirado Bermúdez del ataque contra Carúpano, se apodera de Río
Caribe derrotando al capitán Ramón Añez el 18 de setiembre; Pero, reforzado
Añez, vuelve sobre Río Caribe y lo toma después de una sangrienta pelea,
saliendo derrotado Bermúdez hacia la Esmeralda el 15 de octubre de 1818.
Nota.-
J. M. Gómez en su obra La guerra de independencia en el Oriente dice al
respecto: Bermúdez había salido de Guiria, con una escuadrilla de once flecheras al
mando del Cap. Antonio Díaz, rumbo a La Esmeralda su puerto de desembarco para de allí, dirigirse al encuentro de Mariño, pero
en el trayecto decidió desembarcar por Carúpano. Informados los realistas de la salida de Bermúdez de Guiria, habían reforzado sus guarniciones de Río
Caribe y las ensenadas de Puerto Santo y
Tío Pedro en Carúpano. Bermúdez intentó desembarcar por este sitio, pero fue derrotado completamente Obligado a retirarse, regresó hacia Guiria, pero
frente a Río Caribe cambió de planes y atacó este puerto. Añez, reforzado con la guarnición de Puerto Santo, también lo derrota.
1818.- Los comandantes Agustín Noguera y
Manuel Lorenzo triunfan de Mariño en
Cariaco. De los prisioneros caídos en poder de los
realistas fueron conducidos a Cumaná: al ayudante Jerónimo
Padilla y se le fusiló en la plaza de la cárcel y el Comandante Rafael Jugo,
maracaibero, fue fusilado en la plaza de San Francisco. Noviembre de 1818.
Nota.- La Plaza de la
Cárcel es ahora la plaza Andrés Eloy Blanco. La Cárcel ocupaba la planta
baja del edificio del Ayuntamiento, que hoy es la escuela
“Santa Teresa” frente a la Catedral. Era de los
edificios más importantes de la ciudad,
constituido
por dos amplias plantas En la planta alta, funcionaba el Ayuntamiento de la
Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, normalmente presidido por el Capitán General
de la provincia. Fue construido, este
edificio, por orden
del Capitán General Don Vicente de Emparan y Orbe, entre los años 1796 y 1799
Antes de su construcción, el
ayuntamiento, tenía su
sede en el castillo de Santa María de La Cabeza. Cumaná, por muchas
razones, fue
favorecida por el Imperio, que
escogía para la provincia y por ende para la ciudad de Cumaná,
a funcionarios de probados méritos,
por ejemplo: Don Carlos de Sucre,
marqués de Preux, Diguja y Villagómez, hombre de
amplia cultura que nos dejó un estudio inapreciable de la provincia. Los gobernadores también presidían al
Ayuntamiento.
1818.- Combate naval en Punta de Araya, en el cual el comandante José Guerrero apresa
cuatro flecheras y un esquife republicanos el 21 de noviembre de 1818.
NOTA.- El capitán de navío español José Guerrero, con 490
combatientes, derrotó al patriota capitán de navío, Pedro Volcán, que solo
tenía 370 combatientes, sin embargo el español sufrió daños de consideración
que le impidieron perseguirlo. Con esta acción tan arriesgada como heroica,
solo se pretendía apoyar las acciones de Bermúdez que atacaba a Cumaná, dividiendo
las fuerzas realistas objetivo que se logró y los patriotas permanecieron
amenazantes en sus posiciones. Aunque Bermúdez
se retiró ordenadamente y perseguido por un fuerte contingente bajo el mando de
Don Tomás de Cires, por el cual según dice en su parte de Guerra fue derrotado
y puesto en fuga en Puerto de La Madera donde se había atrincherado. Sabemos que
Bermúdez avanzo hasta el puente Urrutia, y que en esta batalla final de Puerto
de La madera, cuya victoria se atribuyen, los españoles perdieron 150
hombres y Bermúdez se retiró
ordenadamente hacia Cumanacoa, como lo tenía previsto.
Del Capitán Pedro Volcán y sus épicas campañas casi
no se recuerda nada, porque no se ocuparon de él los historiadores ni cronistas de su época.
Sabemos que sirvió muchos años bajo las banderas de Antonio Díaz, y fue herido gravemente
en Maracaibo en la última gran batalla naval de la Venezuela heroica bajo el mando
del Almirante Padilla.
Nació en Cumanacoa en 1796 y dejó en esa ciudad su
descendencia que siempre ha venerado su recuerdo como gran pater familia,
Mirtiliana Volcán, en las tertulias que se formaban en la puerta de su casa en
el callejón de El Alacrán, siempre hablaba de este patriota olvidado. Su padre
el coronel Volcán, nieto del guerrero, fue muy apreciado tato en Cumanacoa como
en Cumaná.
1818.- La primera embarcación de vapor venida a Venezuela fue un bote
inglés que surcó el golfo de Paria en diciembre de 1818.
NOTA.- Todo hace pensar que se trataba de un barco
de la compañía de Robert Fulton, ingeniero que
nació en Pensilvania. Fulton se
interesó en las máquinas desde 1777, cuando, a la edad de 12 años, visitó al
delegado de Lancaster William Henry, que había estudiado la máquina de vapor en
una visita a Inglaterra y luego
construyó su propia máquina y en 1763. En 1800 conoció a Robert
Livingston, embajador de
los Estados Unidos (padre
de la que luego se convirtió su esposa), y decidieron construir un barco de
vapor para probarlo en el río Sena. Fulton experimentó con la resistencia al agua de
diferentes quillas de barcos, haciendo diseños y modelos e incluso hizo
construir un barco de vapor completo. Su primer prototipo se hundió, pero lo
reconstruyó y fortaleció el armazón. El 9 de agosto de 1803 su barco navegó río arriba bajo la atenta
mirada de una multitud de personas. El barco tenía 20 metros de eslora, 2,4 m
de manga, y alcanzaba una velocidad de entre 5 y 6 km/h contra corriente y a
corriente normal a 7 o 9km/h.
El viaje inicial del monstruo de Fulton se describió en una publicación de
1807 La sorpresa y el miedo se excitaron entre los tripulantes de estos
barcos dado que la apariencia del navío era extrema. Estas personas simples, la
mayoría de los cuales nada había oído hablar de los experimentos de Fulton,
veían lo que les parecía un monstruo inmenso, vomitando fuego y humo por su
garganta, golpeando el agua con sus aletas y haciendo al río templar con su
rugido. Algunos se arrojaron al suelo de la cubierta de sus navíos, mientras
que otros tomaron n sus botes y huyeron a la costa, dejando a sus barcos
flotando a la deriva de la corriente. El terror no lo sintieron sólo los
navegantes. Las personas que paseaban por las orillas se agolpaban para
observar al barco de vapor cuando pasaba. Cuentan que así mismo pasó en Guiria.
1818.- El coronel Montes pierde en Cumanacoa
el 28 de diciembre de 1818. (Ver Jerónimo Ramos, más adelante)
1819.- la viruela invadiendo a
Venezuela aparece en Cumaná de 1818 a 1819.
1819.- El general Rafael Urdaneta con su escuadra en
que venía parte de la Legión inglesa e inteligenciado con las fuerzas terrestres
del Coronel Montes, empeñan combate en Bordones, con el fin de ocupar la plaza
de Cumaná; pero son rechazados. 5 de
agosto de 1819
Vuelve Urdaneta al combate
por el puerto del Barbudo contra el Castillo de Agua Santa, y en momentos de
apoderarse de la fortaleza se ve en la necesidad de retirarse por las nutridas descargas
que de improviso le hiciera el enemigo. 5 de agosto de 1819.
NOTA.- Veamos cómo
nos lo cuenta Silverio González Varela: ¨El fuerte estaba ubicado en los cerros de Caigüire,
hacia el Este y debió haber sido
construido después del año de 1761, porque no lo cita en sus Notas el
gobernador Diguja y Villagómez. Su objeto era defender la plaza por el Este y
Noreste. En él se libraron grandes combates durante la guerra de Independencia,
especialmente en 1819 en que fue atacado por los ingleses unidos a los
patriotas. El 1º de Mayo de 1820, fue comisionado el capitán Rafael Sevilla por
el gobernador de Cumaná D. Antonio Tobar para reedificarlo, pues habia quedado
muy estropeado desde el ataque de los ingleses. “En veintitrés días –dice el
mismo Sevilla- dejé el fuerte convertido
en un verdadero castillo”. Terminada la guerra
y abandonado al poder destructor del tiempo, desapareció por completo,
quedando hoy apenas señales de su emplazamiento”. Fin de la nota.
En los primeros meses de 1819, por
disposición del Libertador Simón Bolívar, salió de Angostura para Margarita a
practicar importantes operaciones militares, el General de División Rafael
Urdaneta, patricio ilustre, que muy temprano empezó a servir a la República, y
que en lides formidables, asedios terribles y brillante retirada que efectuó
desde San Carlos hasta Nueva Granada, se había adquirido ya prez excelsa por su
pericia y ardimiento. El General de Brigada Juan Manuel Valdés, con el carácter
de Segundo Jefe, los coroneles Miguel Borras, Francisco Urdaneta, Francisco
Sánchez, Julián Montesdeoca y José Manuel Torres y varios oficiales extranjeros
y criollos acompañaban entonces al General Urdaneta, que se encontraba en Juan
Griego para el 8 de marzo del citado año. Desplegando en breve actividad y
energía, procuró luego organizar con tropas de la isla y con las que allí
arribaran, hacía poco tiempo, en fuerza de 1500 hombres al manado del general
English y del Coronel Uslar, la expedición necesaria para poner por obra sus
planes de campaña: tropezaba de continuo con su bélico proyecto con
dificultades numerosas que vadeó con destreza; y pasados cerca de tres meses
con el Almirante Luis Brión, el Jefe de Estado mayor Coronel Mariano Montilla,
y demás expedicionarios, en una escuadrilla compuesta de dos corbetas de guerra,
diez bergantines, seis goletas y ocho buques menores, entre los cuales se
encontraban seis flecheras, dirigiose al continente, donde se prometía
encontrar al valioso apoyo de Mariño y Bermúdez y de otros mentados caudillos
que dominaban en puntos de Barcelona y Cumaná.
La noche del 16 de julio del propio
año desembarcó en la ensenada de Pozuelos y al día siguiente sin oposición
alguna ocupó a Barcelona, evacuada con presura por su Gobernador don Juan Saint
Just: choques y contratiempos experimentó con frecuencia en la ciudad del
Neverí, por lo cual ordenó que se reembarcase la división inglesa, ya bastante
disminuida y abandonando dicha plaza hizo rumbo a Cumaná, con esperanza de
hallar en esta provincia compañeros de causa y de conseguir víveres, pedidas de
antemano a Maturín para luego emprender de nuevo las operaciones convenientes.
El día 3 de agosto llegó al puerto de
Bordones, legua y media distante de la plaza de Cumaná, uniose allí con
300 hombres al mando del coronel Domingo
Montes: marchó por la falda de Cerro Colorado y esguazando el río Manzanares
salió al Puerto de La Madera y se situó con su ejército en la sabana de
Cautaro.
“En todo este movimiento la caballería
realista molestó en gran manera a los independientes, que marchaban a tiro de
cañón de la ciudad. La escuadra de Brión, aprovechándose de un viento favorable
ejecutó una maniobra arrojada; pasando bajo el fuego de la artillería de la
plaza fue a ocupar el Golfo de Cariaco. En esta operación el castillo de la
boca del río hizo y recibió un fuego muy vivo pero con poco estrago de una y
otra parte. Tampoco dañaron a la escuadra los fuego continuos de las fuerzas
sutiles españolas”
“En la Plaza de Cumaná manada el
Brigadier don Tomás de Cires, tenía cerca de mil veteranos fuera de las
milicias y los habitantes de la ciudad que tomaron las armas. Así los realistas
amparados por sus fortificaciones, bien vestidos y alimentados e iguales casi
en número a los patriotas, nada debían temer. Estos por el contrario sin
artillería, sin vituallas, desnudos e indisciplinados no podían tener
probabilidad alguna de un feliz suceso.
“El General Monagas llegó con pocos
hombres y ganados alimentado así algún tanto el hambre de las tropas. Empero
llovía incesantemente, mal terrible para los soldados europeos, no
acostumbrados a las copiosas lluvias de la zona tórrida ni a sufrirlas sin
tiendas y sin vestidos. El descontento llegaba a su colmo y la deserción era
continua pasándose los extranjeros al enemigo”
“Después de haber hecho varias
tentativas y reconocimientos sobre la ciudad y sus fortificaciones, Urdaneta
resolvió atacar al fuerte de Aguasanta que dominaba la plaza. Esta posición se
hallaba defendida con gruesa artillería,
buenas estacadas y anchos fosos; además era muy áspera y difícil la
subida al cerro donde yace, y tenía un camino cubierto para comunicarse con la
ciudad
“El 5 de agosto al amanecer fue
embestido el fuerte: componíase la primera columna de ataque de cerca de
cuatrocientos hombres, los doscientos ingleses y los demás alemanes al mando
del teniente coronel Frendental; y la segunda de cuatrocientos venezolanos que
capitaneaba el Coronel Domingo Montes. La vigilancia de los españoles era muy
grande: así vieron oportunamente el avance de las columnas republicanas;
dejándolas acercar, rompieron sobre ellas un fuego destructor de artillería y
granadas. Los invasores sin embargo continuaron sus movimientos con denodado
valor. Los soldados y oficiales llegaron hasta querer arrancar con sus manos
las estacas de las fortificaciones, pues no habían llevado instrumentos para
cortarlas, pero los realistas defendidos por sus casamatas, tiraban con
seguridad a los patriotas, que situados en la pendiente más baja de la altura,
recibían la muerte y no podían herir a sus enemigos. Esto obligo a que Urdaneta
diera la orden para retirarse. Dos horas se prolongó el combate; y nuestros
soldados rechazados tres veces, volvieron al ataque del fuerte con el mayor
denuedo y con un brillante valor. El resto de la división se había situado al
pie del cerro, mientras duraba la refriega. Formada en columnas, recibía los
fuegos de las baterías de la plaza, especialmente del castillo de San Antonio y
de los baluartes de San Fernando y de El Barbudo. Fue, sin embargo muy poco el
daño que le hicieron los realistas, por la mala dirección de sus fuegos. Una
bala, sin embargo, puso en peligro la vida del General en Jefe, pues habiendo
tocado de rebote a su caballo, éste lo derribó aunque sin causarle daño
alguno”.
“El Ejército republicano volvió a sus
posiciones habiendo tenido entre muertos y heridos la pérdida de ciento cincuenta hombres.
Contóse entre los últimos al Teniente Coronel Frendental, cuyo valor y arrojo
en aquel día rayara en temeridad. Los españoles solo tuvieron dos muertos y
seis heridos, según sus partes oficiales”.
“Privado en general Urdaneta de toda
clase de auxilios y desesperado de poder reducir la plaza de Cumaná, determinó
de abandonar la empresa. En consecuencia, la escuadra que proveía en algo la
subsistencia de las tropas, se hizo a la vela para otros puntos. Urdaneta dio
pasaporte para Margarita al General English porque en la división más bien
causaba embarazos que alguna utilidad, él carecía de habitudes de mando militar
y de energía de alma para reprimir los desórdenes de los soldados extranjeros.
Fuese a Margarita donde murió a poco tiempo”.
El General en Jefe trasladó enseguida
su división al Puerto de La Madera: desde allí emprendió el 9 de agosto una
larga marcha por tierra, primero hacia Cumanacoa, para seguir después a Maturín
en lo interior de Llanos”.
En los ocho párrafos anteriores
contenidos en el tomo segundo de su “Historia de Colombia” dejó narrado con
bastante detención el ataque al castillo de Aguasanta en Cumaná, el 5 de agosto
de 1819, don José Manuel Restrepo. Acerca de dicho punto histórico importa leer
las “Memorias del General Rafael Urdaneta”. Montenegro, Baralt y otros
historiógrafos patrios no llegaron a escribir siempre con extensión y exactitud
sobre acontecimientos notables de la guerra de la Independencia ocurridos en
las provincias de Oriente.
1820.- El
comandante republicano Francisco Rojas triunfa en Guiria el 16 de mayo e 1820.
NOTA. - Lo que no pudo hacer el Áyax lo logró este joven y hábil comandante:
derrotar a Morales; cuyas fuerzas parecían invencibles. No tenemos información
suficiente de este hecho tan importante, ni
sobre el comandante Francisco Rojas; pero, de esta batalla, queremos
aprovechar para recoger algunos datos biográficos del Mariscal Francisco
Tomás Morales Guédez, que apareen en Internet,
veamos:
EL Mariscal de Campo don Francisco Tomás Morales
Guédez, oriundo de la puebla de
Carrizal de Aguines, Islas Canarias,
donde nació el 20 de diciembre de 1781. Fueron sus padres Francisco Miguel Morales y María Alonso
Guédez. Llegó a Venezuela el 19 de marzo de 1804, a los 20 años, y se estableció en Píritu (Anzoátegui),
donde tuvo una pulpería,
oficio humilde, de baja estima para los mantuanos caraqueños,
que le produjo suficiente para contraer matrimonio con una señorita de una
familia principal, Josefa Bermúdez, de la familia de los Bermúdez de Castro
Cumaná.
En
1812 se incorpora al ejército realista demostrando valor en varias escaramuzas
contra las fuerzas de Anzoátegui, en las
cuales sale herido por lo cual se gana
las preseas de Capitán. En 1813, se une
al general José
Tomás Boves, convirtiéndose en poco tiempo en su segundo al
mando. Participa bajo las banderas de Boves en la derrota de Bocachica y bajo el mando de Juan Manuel Cajigal en
la primera de Carabobo, donde también muerde el palio de la
derrota; pero luego con Boves va a la Primera Batalla de La Puerta,
donde se llena de gloria. Morales se gana
el nombramiento de Coronel.
El
12 de febrero de 1814 va de segundo con
las huestes de Boves; al frente de la
caballería, y se estrella en la
gloriosa Batalla de La Victoria, contra
el invencible José
Félix Ribas, que defiende la ciudad con imberbes
estudiantes del Seminario de Caracas, que ya para rendir sus vidas reciben los refuerzos de español patriota
Campo Elías, y coronan la más sublime victoria del ejército patriota de ese doloroso año. Boves y Morales huyen avergonzados.
Posteriormente,
entre el 28 de febrero de 1814 y el 25 de marzo de 1814, participa con Boves en
las Batalla de San Mateo,
en las que mandaba el ala derecha realista, cuando tomó el trapiche y la «casa
alta»; durante esta fase de la batalla, se produjo la explosión del parque
republicano, provocada por el capitán Antonio Ricaurte,
que aunado al contraataque de Simón
Bolívar, condujeron a la derrota de Morales, y el
fracaso de la acción general llevada a cabo por Boves. Participa el 31 de marzo
en el mismo año de 1814 en la batalla de Bocachica,
en la cual fueron derrotadas las fuerzas realistas por Santiago Mariño.
El 15 de junio de
1814, comanda una de las columnas con las que Boves infringe una derrota
decisiva a Bolívar en la Segunda Batalla de La Puerta.
En julio de ese mismo año, cuando se llevaba a cabo la retirada de los
republicanos hacia el oriente venezolano, llamada Emigración a Oriente,
Morales encargado de seguir la columna que se retiraba, derrotó nuevamente a
los patriotas el 17 de agosto en Aragua de Barcelona.
A
raíz de la muerte de Boves, ocurrida el 5 de diciembre de
1814 en la batalla de Urica,
Morales se hizo proclamar jefe de las huestes realistas de Oriente, y pasó con
su ejército a Carúpano,
donde ordeno el ajusticiamiento de los patriotas masones, hecho horrible e
injusto, que enlutó a todas las familias de esa heroica ciudad del Estado
Sucre. Luego permaneció en Carúpano y en abril de 1815, recibió en ese
puerto la expedición española que
mandaba el Mariscal de Campo Pablo Morillo.
Morales siguió como jefe subordinado al mando de Morillo en la toma de la Margarita y
de allí continuó bajo su mando hasta la
heroica Cartagena de Indias,
que resistió el sitio más heroico de la historian de América. Allí tuvo que
vérselas con el titán de los guerreros patriotas al general José Francisco
Bermúdez, el Ayax venezolano.
Se
encontraba Morales acompañando a Morillo en operaciones destinadas al
sometimiento en el virreinato de Santa Fe,
pero, ante la preparación de Bolívar en Haití de la expedición de los Cayos sobre
las costas de Venezuela, fue enviado a Valencia para desarrollar una
contraofensiva. En junio de 1816, tras el desembarco de Bolívar en Ocumare,
derrotó al coronel Carlos Soublette en
las alturas de Los Aguacates,
siguiendo hacia Ocumare, donde tomó posesión del material de guerra y de otros
suministros depositados por Bolívar en la playa. Luego de este triunfo,
emprendió una caza feroz de los republicanos que, bajo el mando del general de
brigada Gregor MacGregor,
llevaron a cabo una retirada hacia el oriente de Venezuela (conocida también
como la Retirada de los Seiscientos).
Su
paso incontenible fue detenido el 27 de septiembre de
1816 en la sabana de El Juncal (cerca de Barcelona), donde fue derrotado
por las tropas del general de división Manuel Piar y
del general de brigada MacGregor. Tras este revés, Morales se retira a Uchire y
de allí a Orituco a levantar tropas.
En
1817, Morales fue trasladado al ejército que, bajo el mando de Pascual Real,
debía operar contra Barcelona. El 16 de marzo de 1818, combatió en la batalla del Sémen.
El 20 de mayo del
mismo año derrotó al general de división Manuel Cedeño en
el combate de la laguna de Los Patos. En 1819 participó en la campaña de Apure, conducida por el general Pablo Morillo;
participando en los siguientes combates: El Jobo (4 de febrero), Caujural (8 de
febrero), Cañafístola (11 de febrero) y Queseras del Medio (2
de abril). En 1821, cuando el general José Francisco Bermúdez tomó
Caracas e invadió los valles de Aragua en
mayo durante la ejecución de maniobras previstas en el plan de operaciones de
la campaña de Carabobo, Morales salió con sus fuerzas de Calabozo y mediante una rápida contraofensiva,
recuperó el territorio ocupado por Bermúdez. Luego de esto, Morales marchó
al campo de Carabobo,
donde combatió en la célebre batalla librada allí el 24 de junio de 1821, en la cual fueron derrotadas la fuerzas que
opuso a Bolívar el mariscal de campo y Capitán General Miguel
de la Torre.
El 7 de noviembre de
1821 fue ascendido a mariscal de campo. El 7 de junio de
1822 derrotó de nuevo al general Carlos Soublette en
el combate de Dabajuro (Estado Falcón). El 4 de julio del
mismo año fue investido con el cargo de Capitán General de Venezuela,
encargándose del mando de las fuerzas realistas en Venezuela tras el envío de
Miguel de la Torre a Puerto Rico.
Tan pronto asumió el mando reinició operaciones destinadas a recuperar el
territorio perdido por el ejército español y tratar de restablecer la autoridad
del Rey de España.
En
agosto de 1822, habiendo concentrado sus tropas en Puerto Cabello,
Morales emprendió un ataque contra las fuerzas republicanas, pero fue derrotado
por el general José
Antonio Páez el 11 del mismo mes, en la Sabana de la
Guardia. Tras la derrota, Morales retornó a Puerto Cabello y desde aquella
plaza inició las operaciones de lo que se conoce como "campaña de
Occidente" y que se extendió por Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida;
durante la cual tuvieron lugar las acciones siguientes: Sinamaica (2 de septiembre),
Zuleta (4 de septiembre)
y la toma del castillo de San Carlos (9 de septiembre). En dicha campaña,
Morales logró el éxito en un primer momento, al obtener el control de todo
el Zulia.
No obstante, las operaciones desarrolladas entre diciembre de 1822 y enero de
1823 destinadas a obtener el mismo resultado en Trujillo y Mérida, fracasaron.
Habiendo
agotado todos sus recursos logísticos, el 3 de agosto de 1823 y luego de la
derrota sufrida por la escuadra española el 24 de julio en la Batalla naval del Lago de Maracaibo,
Morales capituló en Maracaibo ante el general de brigada Manuel Manrique y
se marchó a Cuba, desde donde prosiguió hacia España. En 1827
fue nombrado comandante general de las Islas Canarias y presidente de la Real
Audiencia. En 1834 regresó a la península, donde permaneció en cuartel hasta
que volvió a Canarias en 1837, ya retirado de la vida pública.
Con
su capitulación, Morales se convirtió oficialmente en la última autoridad de
gobierno al servicio de la corona española en Venezuela. El Mariscal de campo
Francisco Tomás Morales murió lleno de méritos en Las Palmas
de la Gran Canarias,
el 5 de octubre de 1845. Fue el último funcionario español en ostentar
el cargo de Capitán General de Venezuela,
antes de la Independencia, llegando a
alcanzar el grado de Mariscal de Campo, por sus servicios militares y
políticos al Imperio Español. Gloria al Vencedor, honor al vencido.
1820.-La guarnición criolla
de Carúpano se subleva dando muerte a su comandante y demás españoles que
servían en ella.
Los vecinos del Golfo
de Cariaco, estimulados y apoyados por el coronel Montes, que militaba en sus
inmediaciones, se declaran en favor de la independencia.
NOTA. - Dice Tavera Acosta que: ¨Para 1820 la
guarnición de Carúpano continúa siendo el batallón Clarines de infantería ligera, al mando del ya nombrado comandante
Ferino y del capitán Lamela, y compuesto en casi su totalidad por hijos de las
regiones orientales del país, ya cansados de servir bajo las banderas del Rey.
Un día ocurre la deserción de once de ellos, quienes a
poco son capturados, y, de conformidad con la Ordenanza respectiva condenados a
muerte. En vista de tan extrema medida, resuelven algunos de los compañeros
liberarlos de tan terrible suerte que les aguarda y salvarse todos,
sublevándose. Y mientras las autoridades militares creen cumplir un deber
enviando a aquellos infelices al cadalso, los otros obran sigilosamente con
mucha actividad, preparándose a poner en práctica sus propósitos.
El cabo primero Guillermo Navas, natural de Caracas, es el promotor de la
conspiración, la encabeza audazmente, y a poco, en unión de los cabos Manuel
Hurtado, de Vila de Cura, Rafael Rodríguez, de Cumaná, José Uaramacuto, de San
Lorenzo, Manuel Infante, de Aragua de Barcelona, Rafael Tovar, de San Fernando
de Apure, y José Andrés Coronado, de Villa de Cura; y los soldados Pablo Ortiz,
de Cumaná, Antonio Caricó, de San Lorenzo, y José Arreaza de Barcelona,
conciertan u golpe de mano, que se verificaría a las doce de la noche del 16 de
agosto de ese año de 1820. En consecuencia, conferencian, se hacen promesas y
juramentos y se toman cuantas medidas de prudencia les sugiere su criterio, a
fin de lograr el éxito de la empresa.
Llega la hora. Los jefes nada recelan. La noche es
oscura y
propicia a la realización del plan. Los conjurados se
ponen de pie en el cuartel, a los gritos de ¡Vivan los criollos! ¡Mueran los
opresores! El oficial de guardia teniente Infante y el alférez Torrijo, quienes
duermen tranquilamente, al oír los gritos se lanzan a cumplir con su deber y son
muertos a bayonetazos. En la confusión producida, aumentada por los gritos y
las interjecciones, logran escapar algunos de los que no están en el secreto de
aquella cuartelada. Adueñados del local, los sublevados sin disparar un tiro,
reducen a prisión a otros oficiales españoles, y ponen en libertad a los
compañeros condenados a muerte, quienes se hallan asegurados en un cepo, y acto
continuo éstos se incorporan a sus libertadores. Los pocos oficiales españoles
ocupan en el cepo el puesto que habían tenido los soldados desertores.
1820.- Procedente de la isla de Margarita el coronel
Francisco Javier Gutiérrez se acercó, no obstante estar ocupada por los
españoles, a Cumaná; logra dejar en tierra las comunicaciones para que las
remitiesen a sus compañeros de armas que obraban en el interior de la provincia
y captura un bergantín español que estaba en el puerto y se lo lleva para la
expresada isla. Agosto de 1820.
Don José Guerrero con un
esquife y el falucho ¨Místico Hércules¨ ataca en Punta Gorda (Golfo de Santa
Fe) a la flechera Flor de Mayo, comandada por el coronel Gutiérrez. En la
acción resulta gravemente herido Guerrero y la flechera republicana se lanza al
abordaje para completar la victoria; pero, con tan mala suerte, que,
desprendiéndose y rodándose su cañón, zozobró. Este conflicto favoreció al
enemigo de tal manera que en la lucha murió Gutiérrez con gran parte de sus
soldados, huyendo el resto a la isla de Las Caracas, donde sepultaron el
cadáver de su jefe, entre tanto que las
embarcaciones realistas regresaron a Cumaná con Guerrero, que murió al llegar.
El 25 de agosto de 1820.
NOTA.- Resalta este trágico y heroico hecho naval en
la historia de Cumaná, que se inmortalizó acaecido durante la guerra de Independencia, en el
golfete de Santa Fe, el formidable episodio protagonizado por dos grandes marinos;
probablemente la más dramática batalla naval, notable y portentosa en los mares
de la provincia de Nueva Andalucía.
El español comandaba el bergantín “Místico
Hércules” con el cual se enfrentó al impertérrito cumanés Capitán de Navío
Francisco Javier Gutiérrez, que comandaba la invicta flechera “Flor de Mayo”,
que se destacaba más por sus guerreros que por el poder de sus medios. El honorable y valiente cumanés, hijo de Don
Francisco Javier Gutiérrez, natural de las Islas Canarias, y la cumanesa doña
Bárbara Guerra, ya era muy conocido por sus proezas al lado de conductores de
la talla del margariteño inmortal Capitán de Navío Antonio Díaz, y del cumanés, también Capitán
de Navío, Antonio Garbán.
El ilustre historiador
cumanés Pedro Elías Marcano, nos cuenta
algo de ésta batalla, dice: “Don José Guerrero con un esquife y el falucho
“Místico Hércules” ataca en Punta Gorda (Golfo de Santa Fe) a la flechera “Flor
de Mayo” comandada por el coronel Gutiérrez. En la acción resulta gravemente
herido Guerrero y la flechera republicana se lanza al abordaje para completar
la victoria; pero, con tan mala suerte, que, desprendiéndose y rodándose su
cañón, zozobró. Este conflicto favoreció al enemigo de tal manera que en la
lucha murió Gutiérrez, con la mayor parte de sus soldados, huyendo el resto a
la isla de Las Caracas, donde sepultaron el cadáver de su Jefe, entre tanto que
las embarcaciones realistas regresaron a Cumaná con Guerrero que murió al
llegar”.
En Cumaná, en manos de
los españoles, el entierro del español fue celebrado con toda la pompa fúnebre
acostumbrada, con asistencia de las
autoridades y todas las jerarquías. Hubo funerales y misas y los juglares le
cantaron sus endechas, en tanto, el mar lamia los restos abandonados en las
orillas silenciosas de las islas, que tanto amó el guerrero heroico, hijo
pródigo de la Cumaná irredenta. De él no quedó ni un retrato para mirarlo y
llorar su destierro del corazón de su pueblo.
Algún día, cuando se
estudie la historia de su pueblo inmortal entonces su nombre será honrado.
Recordamos con dolor este fastuoso entierro del Capitán de Navío
español; y el abandono en lugar ignoto
en las arenas del mar del inmortal
marino cumanés Francisco Javier Gutiérrez quedejó una hoja de sus diez años de servicios, impecable. Habia servido
varios años, bajo las órdenes del capitán de navío Antonio Díaz, fue su
escuela, con él participó en muchas acciones ordenadas por el propio
Libertador. Se destacó en varias acciones en el río Orinoco, y en la toma de
Angostura en 1818, donde se ganó sus galones; pero esta vez, en Santa Fe, falló
su pericia y su suerte, cuando patrullaba como parte de la flota sutil
patriota, participando en el sitio de
Cumaná, bajo las ordenes de general Juan Bautista Arismendi, y fue atacado
sorpresiva y violentamente por un bergantín bajo el mando del español coronel
José Guerrero, y en épica lid, en el
golfo de Santa Fe, fue derrotado y perdió la vida. Murió en el mar como vivió
este héroe de leyendas; sus restos quedaron perdidos en una de las islas
Caracas, cercanas a Santa Fe. Casi todos sus hermanos murieron también en la
guerra de Independencia luchando heroicamente por la libertad de su patria-.
(1) Esquife, baro pequeño, que se lleva en la nave para
saltar a tierra u otras alternativas.
(2) Falucho, embarcación costanera con una vela latina.
1821.- Combate en Guirintar
entre tropas del general Agustín armario, que hostilizaba la plaza de Cumaná y
fuerzas de ésta, 2 de julio de 1821
NOTA.- Hemos indagado un poco
sobre esta magnífica acción, que vino a incidir en la liberación definitiva de
Cumaná. El 2 de julio de 1821,
don José Caturla, conociendo la posición de los patriotas en las
cercanías de Cumaná, organiza un ataque a Mariguitar, por tierra y
por mar, bajo el mando del coronel Pio
Sánchez,
Segundo Comandante
del batallón “Granada”,
que avanza por tierra mientras por el mar
también avanza,
con seis flecheras, el capitán
de navío Manuel Cid, asistido con el
teniente Caparres,
segundo a bordo, y al frente de 100 hombres. Los realistas desembarcan directamente en las playas de Guirintar, logrando desalojar a los patriotas que se refugian
en las montañas y en derredor de las playas lo que los hace inaccesibles, en vista de lo cual, sin haber combatido los realistas, cometen la insensatez de retirarse y regresan a Cumaná abandonando su
misión.
Esto permite al General Armario avisado del ataque por tierra por sus
baqueanos de reunir sus tropas y ocupar nuevamente los llanos de Güirintar para
organizar la defensa y además recibe
copiosa ayuda de los pobladores de la zona y
muchos otros refuerzos. Armario espera pacientemente al enemigo y
ubicado estratégicamente, enfrenta al poderoso batallón Granada, del comandante
Pio Sánchez, que lo ataca contundentemente
El Historiador Francisco Javier Yánez, dice de esta acción: “Que el 2 de
julio fue atacado el comandante Armario por una fuerte división por mar y
tierra. Aunque ningún aviso tuvo Armario de esta operación; los realistas creyeron sorprenderle y fueron
completamente abatidos y derrotados en
término, que ninguno de los dispersos hubiera escapado a no ser por el recurso
de las flecheras, en que se embarcaron los que lograron salir a la costa y
puertos inmediatos a Guirintar
Los reales abandonaron en el campo de batalla gran número de sus
soldados muertos o prisioneros lo que contribuyó en parte a la rendición de
Cumaná En la Gaceta de Caracas se publica el siguiente texto
Agustín Armario Gonzáles muere en la ciudad
de Cumaná, estado
de Sucre,
Venezuela, el día 13 de agosto de 1833 y sus restos mortales fueron enterrados en el
cementerio parroquial de Cumaná el 14 de agosto de 1933.
Honores a Agustín
Armario. Condecorado con la Estrella de los Libertadores.
1821.- Reunido el Congreso
de Colombia dicta un decreto manando suprimir los conventos de religiosos,
quedando desde luego eliminados los conventos de franciscanos y dominicos de
Cumaná, el 28 de julio de 1821.
NOTA.-
Las ruinas venerables del Convento de los
Franciscanos de Cumaná, porque las ruinas del convento de los dominicos no
existen, donde reposa el espíritu de
nuestro pueblo, no puede pasar desapercibido, por eso va un resumen de su
historia.-
Los
Conventos, desde las cuales se inició
uno de los procesos más humanos, organizado, proyectado y ejecutado en el
continente Americano, y en el mundo de aquellos tiempos, como fue la
colonización pacífica y evangélica de la tierra firme, tienen una historia
fascinante, que en cierta forma es la misma historia de la fundación de Cumaná.
Desde el 27 de noviembre de
1515, la orden franciscana, inició en Nueva Córdoba –Cumaná- su trabajo
misionero, es factible que haya sido desde un año antes, lo que no viene al
caso.
Bartolomé de Las Casas
encontró a los franciscanos establecidos en la desembocadura del rio
Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas. en 1521; y, la mayor parte
de los cronistas de indias, reconocen que para 1519, “florecían” los
monasterios de los misioneros franciscanos y dominicos en Santa Fe de
Chiribichi, y Cumaná, construidos con los famosos bloques de piedras ciclópea
de las canteras de Araya, que aún podemos observar en sus ruinas.
No se ha podido comprobar
la fecha en que los franciscanos se mudaron o abandonaron su primer convento de
la Nueva Córdoba, o sea del Barbudo;
y construyeron el otro, su
segundo convento, entre los cerros de Quetepe y La Línea, en el barrio de San
Francisco, pero es muy probable que haya sido a mediados del siglo XVII, entre
1641 y 1650, DEBIDO A LA DESTRUCCIÓN DE LA Nueva Córdoba por piratas ingleses y
franceses. Como lo podemos colegir de la obra de Fray Antonio Patricio de
Alcalá, que rescató los archivos de las iglesias de aquel suburbio ubicado en
el puerto del Barbudo
También es probable que
este edificio nuevo se encontrase abandonado para 1641, destruido por
terremotos u otros desastres, por eso
en la solicitud se habla de reconstrucción; pero no podemos darnos el lujo de
inventar.
De este centro de evangelización franciscana sabemos que fue el
primero de la tierra firme, iniciado en 1515, ubicado en principio en la Nueva
Córdoba, -Cumaná- y estuvo en servicio hasta 1654, según nota de Ramos
Martínez, y en “El Consectario” de Pedro Elías Marcano; cuando fue destruido
por corsarios franceses; también sabemos que la reconstrucción de las edificaciones cuyas ruinas conocemos, fue
iniciada a partir de 1641.
Por otra parte de los datos
que nos dejó Las Casas cuando vino a poblar en Cumaná, en 1521, se desprende
que el primer vicario del convento fue fray Juan Garceto, y que estaba aquí con
un grupo de misioneros picardos y de otras naciones, asentado en el pueblo de
la Nueva Córdoba, donde tenían muy buena casa y
huerta.
Igual podríamos decir del
Convento de los Dominicos porque Pedro de Córdoba el 10 de febrero de 1515
trajo al fraile Tomás de Toro y otros frailes como lo prueba don Vicente Rubio
en su extraordinaria investigación de los primeros tiempos de estas misiones
(Tengo para mí que eran Fr. Tomás de Toro
(40) y tres o cuatro dominicos más, cuyos nombres ignoramos, los cuales
marcharon allá con el P. Pedro de Córdoba en fecha posterior al 10 de febrero
de 1515)
En 1562, cuando llega a
Cumaná fray Francisco de Montesinos, encontró el convento en plena actividad
con una comunidad de tres frailes. Nunca dejó de prestar servicios, ni durante
las peores calamidades. Durante muchos años los franciscanos atendieron los dos
conventos, el de la Nueva Córdoba y el de la plaza y barrio de San Francisco.
Como se puede observar San Francisco fue un barrio de misiones o mejor una
misión franciscana El trazado del
convento la plaza y las calles todo concuerda con ese plan
En el primer plano de la
Nueva Córdoba de 1601, enviado por Don Pedro Suárez, a la sazón gobernador de
la provincia de Nueva Andalucía, al Rey;
puede verse en todo su esplendor el primer edificio del convento, por lo
cual no hay conjetura que pueda oponerse a esta realidad. Por otra parte hay cédulas reales, en las
cuales se hace dotación al convento y a la Iglesia hasta 1591.
Además existe toda la
documentación por la cual queda probado -Libro Becerro- Cédula Real de 25 de marzo de 1641, por la
cual se permite la reconstrucción del Convento, y los franciscos continuaban en
Cumaná. Caulin deja constancia de la actividad del convento servido entonces
por 12 frailes, y el culto que daban a Nuestra S
añora de la Soledad.
Para probar su importancia
tenemos el informe dejado por fray Marcelino de Raigada, quien sostenía 94
Memorias de obras pías, cuyo capital ascendía a 29.261 pesos, 4 reales, según
afirma Caulin.
El monasterio estaba formado
por dos iglesias, la de Nuestra Señora de la Soledad y la iglesia de los
Terciarios; el seminario, los claustros,
dos capillas y el cementerio. La riqueza
de este convento puede apreciarse en el inventario levantado por el Dr.
Francisco Javier Mayz, Presidente de la Junta Suprema de Gobierno y el síndico
don Antonio Aldecochea en 1823. La lista de alhajas y ornamentos de oro y plata, los altares de
puntilla de oro, las imágenes y cuadros, los decorados, llenaban muchos folios
enteros.
Fue sede de las cátedras de
Teología Moral y Filosofía Escolástica, fundada por Cédula Real de 20 de
septiembre de 1782, pero venían funcionando desde años atrás, regentadas y
auspiciadas por el padre Blas de Rivera, con el apoyo del gobernador don Pedro
de Urrutia.
El maestro Miguel Ángel
Mudarra dice “Desde los mismos orígenes de la ciudad la institución conventual
echó en ella raíces muy firmes como fecundas Los misioneros a costa de
sacrificios fracasos y penalidades lograron cimentar en los claustros de Santo
Domingo y San Francisco una obra
combinada de culto religioso y educación cuando aún la propia existencia
de la ciudad era incierta Como expresa
el padre Cayetano de Carrocera “no se limitó el clero a la educación religiosa
sino que se consagró a la enseñanza de las letras divinas y humanas alentados
por la esperanza de recoger un gran fruto de las felices disposiciones en que
la Providencia habia favorecido a los hijos de Cumaná”
Y agrega Mudarra “Varios
frailes como Carabantes Francisco de Tauste Torrelosnegros entre muchísimos
otros dejaron obra perdurable y meritoria en tal sentido A propósito no debe
callarse la tarea del padre Matías Ruiz Blanco quien escribió el diccionario
“Español Cumanagoto” y otros libros
Yo agregaría al Padre
Francisco de Tauste el más noble maestro que pasó mucho tiempo en Cumana y
tambien nos dejó una obra en la cual se ve muy clara la devoción de aquel gran
maestro de Cumana
El complejo educacional
desarrollado en San Francisco se convirtió en un faro de luz espiritual y sus
luces llegaron a los más apartados rincones del subcontinente americano No se
justifica la ignorancia de esas ruinas sagradas En toda Venezuela se han reconstruido
conventos que prestaron servicios más o menos importantes a sus pueblos, pero
ninguno tuvo la trascendencia del nuestro y es la hora de reivindicarlo
El 27 de octubre de 1824,
por Decreto Ejecutivo Grancolobiano, firmado por el General F. de P. Santander, fue creado el Colegio
Nacional de Cumaná, con un pensum, que comprendía primaria, secundaria y
universitaria, con cátedras de filosofía, matemáticas, derecho civil y público,
y medicina; para que funcionara en el edificio del convento de San Francisco,
sin embargo no pudo ser una realidad hasta 1934, bajo el rectorado de Don Andrés
Level de Goda.
Las clases mayores de
Medicina y Derecho, fueron creadas en 1850, solicitadas en el Congreso Nacional
por don José Silverio González, regentadas
las primeras por los doctores José Joaquín Hernández, Sulpicio Frías,
Modesto Urbaneja y Mauricio Berrizbeitia; y las de medicina, por el Dr. Calixto
González, el sabio Dr. Luis Daniel Beauperthuy y Dr. Antonio José Sotillo.
Toda esta maravillosa realidad quedó sepultada
bajo el terremoto de 1853; pero el pueblo de Cumaná jamás perdió la esperanza
de tener su universidad el aquel templo de sabiduría y cien años después, en 1958, el Dr. Edgar Sanabria, Presidente de
la Republica, hijo de cumaneses, decretó la creación de la Universidad de
Oriente con sede en Cumaná y se realizó
el milagro y ese milagro se esparció por todo el Oriente venezolano y después de ese largo período de abandono, la
Universidad de Oriente vive el sueño de
rescatar las ruinas del Convento para darle un destino noble, a cuyos efectos
protegió sus muros, construyó una dependencia a donde mudó la dirección de cultura. Algún día lo veremos
ostentar su historia y proseguir en la noble función de iluminar nuestro
gentilicio.
Ver la Nota de 1812, que se
refiere a la creación de la Universidad de Cumaná.
1821.- Se extingue el Santo
Oficio, sometiéndose al cocimiento de las causas de fe a los ordinarios
eclesiásticos. 22 de agosto de 1821.
A fines de julio y
después de la gloriosa campaña de Caracas, regresa Bermúdez al Oriente con
órdenes de Bolívar para tomar a Cumaná. En los primeros días de Agosto Bermúdez
establece formalmente el sitio de la plaza y mantiene en constante alarma con
sus respectivas cargas sobre los puntos fortificados.
El 13 de octubre por
la noche recibe Bermúdez un expreso del general Soublette desde Caracas, por el
cual le participa la salida del
Almirante español don Ángel Laborde de Puerto Cabello, con algunos buques de guerra y mercantes, conduciendo víveres y
tropas de refuerzo para la plaza de Cumaná. El 14 Bermúdez, que con razón temía
el cambio que auxilios, resolvió asaltar la batería de San Carlos en la boca del rio,
puesto que era el principal punto de apoyo del puerto, y dando las órdenes del
caso a las 11 de la mañana se puso la
cabeza de 300 hombre acompañado del
coronel Domingo Montes y cargó contra el punto indicado, pero en vano fueron
sus esfuerzos y al fin tiene que retirarse bajo un fuego horroroso de infantería
y artillería.
El
propio día 14 por tarde y en virtud de
proposiciones del Comandante de la batería enemiga, Bermúdez le dirige una nota
manifestándole que si dentro de dos horas no entraba en arreglo de una
capitulación honrosa asaltaría otra vez el punto. Aún no había transcurrido una
hora cuando recibe Bermúdez contestación,
en la cual el jefe español expresaba su resolución de capitular, así se hizo, quedando por consecuencia el Coronel
Don José Caturla, Gobernador de la plaza,
que el día anterior no se habia
atrevido a salir en auxilio de la fortificación atacada, e ignorando al mismo
tiempo lo que habia respeto del auxilio salido de Puerto Cabello, se presentó
en el campo de los patriotas a las siete de la mañana, e hizo alto con unos cuantos jefes como a tiro
de fusil de una de las baterías, desde donde pidió a Bermúdez una entrevista.
Este la acepta y en el acto sale del puerto
acompañado de su jede de Estado Mayor Ramón Machado, de los coroneles Armario y Montes y su edecán Francisco
Mejía, Una hora después estaba arreglado
todo de la manera más honrosa para ambas partes de suerte que las 4 de la tarde
del siguiente día dieciséis tomó Bermúdez posesión de la ciudad, y los
españoles que no bajaban de 8oo estaban reunidos y acuartelados hasta que fueron
trasladados unos días después a Puerto Rico a costa del gobierno republicano,
conforme a las estipulaciones del tratado. Dos días después de la capitulación avistose
la anunciada expedición que veía de Puerto Cabello mandada por el Almirante
Laborde, y a las 9 de la mañana cuando estaba a tiro de cañón del puerto
dispuso Bermúdez que un parlamentario pasara cerca de dicho Almirante a poner
en sus manos una nota avisándole estar en posesión de la plaza por medio de una
capitulación, pero no obstante podía con toda confianza fondear si lo tenía a
bien, invitándole además a tomar la sopa con él al siguiente día. Al cabo de
dos horas regreso el parlamentario que lo fue el Comandante Juan José Quintero con
la contestación de Laborde, aceptando a la oferta y la invitación; y a las dos
de la tarde todos los buques se hallaban anclando y empavesados en el puerto, habiendo
hecho la salva a la plaza que contestó sin tardanza. El 18 a las 3 de la tarde desembarca
el Almirante con su Estado Mayor; y Bermúdez con el suyo y el exgobernador
Caturla salen a recibirlo y pasan a la Casa Fuerte para el obsequio, el cual se
efectuó con las mayores demostraciones de cultura y cordialidad, habiéndose
terminado a la 11 de la noche, hora en que se embarcó Laborde, y al amanecer de
día 20 con su expedición y los capitulados dio la vela Para Puerto Cabello. 20 de Octubre de 1821.
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