domingo, 6 de noviembre de 2016

AN0TACIONES A LA CRONOLOGÍA DEL ESTADO SUCRE. TOMO II


RAMÓN BADARACCO





 AN0TACIONES A LA CRONOLOGÍA DEL ESTADO SUCRE DE PEDRO   ELIAS MARCANO.



TOMO II





Cumaná 2014.









Autor: Tulio Ramón Badaracco Rivero
Que firma: Ramón Badaracco
Título original: AN0TACIONES A LA CRONOLOGÍA DEL ESTADO SUCRE DE PEDRO ELIAS MARCANO.
TOMO II
Nombre del Autor
Tulio Ramón Badaracco Rivero
Título de la Obra: Anotaciones
a la Cronología del Estado Sucre
De Pedro Elías Marcano. 
SEGUNDO TOMO
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
Puede ser difundido y reproducido libremente

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27 de abril de 1810.

EL PRIMER CONSEJO LEGISLATIVO DE CUMANÁ

Constituido el 15 de mayo de 1811, día en que se instaló la Asamblea Legislativa, formada por: Representantes de Cumaná, que fueron: Don Andrés Padilla Morón, Don Domingo de Vallenilla, Dr. José María Vargas y Pbro. Diego Botino. Por Aragua de Maturín, vino Don Martín Coronado; por San José de Austria de Cariaco, Don Francisco Javier de Alcalá; por Carúpano, Don Manuel Marcano; Por Río Caribe, Don José Rauseo y por Guiria, Don Casimiro Isaba Sucre.
  
            Dice Francisco Javier Yánez, en su obra sobre la Independencia de la provincia de Cumaná, que en la segunda quincena de abril de 1810, llegaron a esta capital,  los españoles Don Francisco de Paula Moreno y Don José Antonio Illas y Ferrer, comerciantes y diputados ambos de la Junta de Caracas, con propuestas  e instrucciones para poner a Cumaná en el mismo orden  en que se hallaba la capital de Venezuela.

Don Francisco de Illas, Alcalde 2º de Cumaná, hermano de don José Antonio Illas, el 26 de abril se puso de acuerdo con don Miguel Correa, español, teniente del Rey,  y con el oficial de infantería Carlos Winet, inglés, en la madrugada del 26,  facilitó la misión de estos caballeros; y en el mismo mes de abril se apoderaron del Castillo de San Antonio, la  fuerza más importante  con que contaba el gobierno español en Cumaná, y la pusieron bajo el mando del Coronel Don Vicente de Sucre y García Urbaneja, que viene a ser el guía de la revolución.  Luego, al amanecer, se intimó la rendición  del Gobernador  y Alcalde de Primera, don Eusebio Escudero; que fue invitado e intimado a presentarse al Ayuntamiento esa misma mañana;  era un hombre apático, estúpido y cobarde, que se negó a participar en tan importante acontecimiento; y lo sustituyó don José Joaquín Maroto, hombre déspota y ordinario, el cual respondió con arrogancia y desprecio, a cuanto se le preguntó o se le informó,  por las autoridades electas; pero mucho antes resultaba ya antipático, por muchas ocurrencias en las cuales participó en la sociedad cumanesa; por lo cual  se había granjeado el desprecio de todo su pueblo. 

El capitán General don Eusebio Escudero, ante los hechos no tuvo opción, convino con los comisionados que fueron a su residencia a participarle las decisiones del Ayuntamiento, en todo lo que se le ofreció; y a esos comisionados entregó, tácitamente, el mando del Cabildo; diciéndoles con amargura que: “Lo único que deseaba era salir de Cumaná”.  Procedimiento parecido al de Emparan en   Caracas, cuando dijo: “Yo tampoco quiero mando”. Con este gesto, también entregó Escudero el poder de la provincia al Ayuntamiento de Cumaná.

Ante este Cabildo público, ampliado y  Abierto –con la participación masiva del pueblo de Cumaná, convocado para  la plaza del Ayuntamiento, porque escuchó el llamado, desde las primeras horas de la mañana, el toque de zafarrancho desde las almenas del fuerte de San Antonio de la Eminencia; y reunido masivamente frente a la Catedral en construcción, más bien en ruinas después de varios terremotos, en aquella espaciosa plaza que abandonó el río; y allí se escuchó la voz vibrante del heraldo, Dr. Francisco Javier Mayz, al frente del Ayuntamiento, que leyó el oficio de Caracas, y el Acta de la Junta Suprema de Venezuela, sometiéndolo a la consideración de la Asamblea Popular, y se escucharon los vítores, aclamaciones y vivas a la libertad,  que la mayoría de  los concurrentes aprobaron y correaron delirantes: y también pudieron ver a José Francisco “Pueblo” enardecido,  frente a una porción de ardientes partidarios de la Independencia absoluta, que exigían Independencia… porque no todos estaban decididos, pero se vieron urgidos a prestar juramento  de fidelidad y obediencia a la proclamación de Caracas, y al Cuerpo Capitular Cumanés, aunque persistía en muchos el sentido de obediencia al Rey; que no aceptaban continuar prestando su aprobación a la parte in fine de aquel pronunciamiento; aunque todos aspiraban la independencia, pese a todo, aprobó la mayoría.  O sea, los que representaban a la monarquía y al Rey Fernando VII,   y su legítima sucesión… los sagrados principios en los cuales nacieron, de la religión católica y el Rey, formaron la mayoría, y el documento hipócritamente terminaba con las mismas palabras que aborrecían: “para continuar lo conveniente al nuevo gobierno, la tranquilidad pública y demás providencias que debían acordarse”. Firmaron, declarando su adhesión a Fernando VII,  los obligados y  los presentes,  el Acta levanta a tal fin. 

            Terminada la sesión, el pueblo no abandonó el Ayuntamiento, sino que liderado por José Francisco Pueblo, permaneció beligerante, vigilante y activo, exigiendo la profundización de las medidas y un nuevo gobierno; por lo cual se procedió a nombrar al Brigadier Juan Manuel de Cajigal, ex gobernador de la Provincia, con el altísimo grado de Mariscal, para que ilustrase  con sus superiores conocimientos y por su jerarquía,  en cuanto fuese conforme a las leyes,  al orden,  gobierno y  fuerzas armadas; también se procedió al nombramiento de los diputados en representación de las clases sociales y de los gremios.
 
            Pese a ello, como todos eran patriotas decididos, procedieron a los nombramientos: se hicieron por aclamación. El pueblo imponía su voluntad. Bermúdez, trasmutado en un José Félix Rivas, que lideró al pueblo de Caracas, llevaba la voz cantante, proponía con recia e inteligible voz: “El pueblo pide...” y el pueblo lo acompañaba con vítores y decidida adhesión, y el Ayuntamiento acataba, porque reconocía los méritos de los nombres propuestos. De allí le vino el nombre de José Francisco Pueblo, con el que lo reconoce nuestra historia particular.

            La Junta quedó constituida así: Don Francisco Javier Mayz,  Presidente y Alcalde de Primer voto; Don Francisco Illas y Ferrer,  Vicepresidente y Alcalde de Segundo voto; Don José Ramírez Guerra,  Alférez Real;  Don Gerónimo Martínez, Alcalde Mayor Provincial; Don Francisco Sánchez, Alguacil Mayor; Don José Jesús de Alcalá, Síndico Procurador General; Don Manuel Millán,  Fiel Ejecutor; Don Domingo Mayz de Brito, Alcalde de la Santa Hermandad; Don Juan Manuel Cajigal, Comandante General de Armas; Don Andrés Callejón,  Diputado del Clero  y Estado Eclesiástico; Dr. Don Mariano de La Cova, Diputado del Pueblo; Don Manuel de Tejada, Diputado del Comercio; Dr., Don Juan Bermúdez de Castro,  Diputado del Gremio de Labradores; Don Pedro Mejía,  Diputado de  Pardos; Capitán Juan José Flores,  Diputado del Cuerpo de Veteranos  y Milicias Blancas.

            Terminada la sesión de elecciones, el pueblo pidió el castigo del ciudadano don José Joaquín Maroto, que suplía el cargo de Gobernador y que había despreciado la voluntad popular y la justicia,  cuya moción fue aprobada por el Ayuntamiento, y se tomó la decisión provisional de separarlo de su cargo; esta decisión fue protestada enérgicamente por voceros del pueblo, que intentaron lincharlo, pero Don Francisco Javier Mayz, para salvarle la vida,  ordenó la reducción a prisión del inculpado,  en el fuerte de  San Antonio de La Eminencia, a donde fue llevado, sustituyéndolo en el cargo el patriota Dr. Juan Martínez Alemán.

            De todos estos actos se informó nuevamente al Gobernador don Eusebio de Escudero, el cual, como hemos dicho, desde el día 26 habia manifestado públicamente que estaba dispuesto a renunciar, y que solo pedía que lo dejaran abandonar la ciudad. Bien sabía el Gobernador que el pueblo no lo quería.  El día 27 reiteró sus deseos de partir, solicitó una embarcación para él y su familia, por lo cual el Cabildo aceptó la renuncia y acordó proveer al Gobernador don Eusebio Escudero, lo solicitado, y así se hizo, asumiendo el Cabildo el gobierno provisorio de la Provincia. Todo lo cual consta en el Acta que se conserva, levantada al efecto, firmada por el Gobernador don Eusebio Escudero y el Secretario Don José Ramírez de Arellano, también ex Capitán General de la Provincia.


VOLVAMOS A LAS ANOTACIONES 

1810.- Barcelona que pertenecía a la Provincia de Nueva Andalucía, aprovechándose del movimiento revolucionario del 19 de abril, se declara en provincia separada constituyéndose desde entonces la de Cumaná, cuya Junta Suprema de Gobierno reconociendo a la de Caracas se establece el 27 de abril de 1810.

Notas.- Los sucesos de Caracas del 19 de Abril, repercuten en Cumaná, que reúne el Ayuntamiento, y destituyen al Capitán General,  Coronel Eusebio Escudero.           

En la segunda quincena de abril de 1810, llegaron a Cumaná los españoles Don Francisco de Paula Moreno y Don José Antonio Illas y Ferrer, comerciante y diputados ambos de la Junta de Caracas.  Con propuestas y las instrucciones para poner a Cumaná en el mismo orden  en que se hallaba la capital de Venezuela.

Don Francisco de Illas, Alcalde 2º de Cumaná, el 26 de abril se puso de acuerdo con don Miguel Correa, español, teniente del Rey,  y con el oficial de infantería Carlos Winet, inglés,  y en la madrugada del 26 de abril se apoderaron del Castillo de San Antonio, única fuerza con que contaba el gobierno español en Cumaná. Al amanecer se intimó la rendición  del gobernador don Eusebio Escudero,  que al parecer era un hombre estúpido y cobarde. Ante los hechos no tuvo opción, convino en todo lo que se le ofreció, y entregó el mando al Cabildo.
Al otro día, 27, se reunió el Cabildo a las 9 de la  mañana, en su sede que estaba ubicada donde hoy funcional la escuela Santa Teresa, frente a la plaza Andrés Eloy Blanco, para conocer los documentos que presentaron Illas y Moreno,  enviados por la Suprema Junta de Gobierno  de Venezuela. Impuesto el Cabildo del contenido de los documentos, se convocó a Cabildo Abierto,  al cual fueron llamados el Gobernador  y las  demás autoridades de la provincia de Nueva Andalucía.
Ante este Cabildo Abierto –con la participación masiva del pueblo de Cumaná- se leyó el oficio del Ayuntamiento de Caracas,  y el Acta de la Junta Suprema de Venezuela, y todos los concurrentes lo aprobaron y prestaron juramento  de fidelidad y obediencia al Cuerpo Capitular, que representaba al Rey Fernando VII,   su legítima sucesión y  los sagrados principios de la religión católica;  y  así mismo “para continuar lo conveniente al nuevo gobierno, la tranquilidad pública y demás providencias que debían acordarse”.  Firmaron los obligados y  los presentes,  el Acta levanta a tal fin. 
Se constituyó una Junta de Gobierno que la presidió Don Francisco Javier Maiz. Formaron parte de esa junta don Francisco de Illas, Don José Ramírez, don Jerónimo Martínez, Don José Jesús de Alcalá, Don Manuel Millán, Don Domingo Maiz, don José de Santos,  Don Gabriel de Alcalá y Dr. José Grau.

1810.- El Consejo de Regencia de España, irritado de un modo indecible, declaró insurgentes y rebeldes a los venezolanos y mandó que fuesen bloqueados los puertos de Venezuela, encargando de esta operación, por orden que expidió el 11 de agosto de 1810, al Comisionado don Antonio de Cortabarría. 1810. 

Nota. La Regencia, destaca al Brigadier Antonio Ignacio de Cortabarría, con poderes absolutos para pacificar a Venezuela. Cortabarría tomó contacto con los españoles en Cumaná, y lograron, el 5 de marzo, que la colonia Catalana, la más poderosa y numerosa de la ciudad, bajo el mando del Coronel Don Lorenzo Fernández de La Hoz, tomar el Castillo de San Antonio, sede de la guarnición de la ciudad, poderosa unidad militar armada con 12 cañones de calibre 12 y 18.  Descubierta la conspiración en la misma noche, las autoridades reunieron dos batallones y el cuerpo de veteranos bajo el mando de Don Vicente de Sucre, y se dio aviso a la población. A las tres de la mañana, no pudiendo resistirse al poder del pueblo y de las autoridades revolucionarias, los facciosos se rindieron. Fue un gran triunfo del pueblo de Cumaná.  En el conflicto se destacó el español Don Juan de Otero, que intimó la rendición, la que se pactó a las   10 de la mañana del día 6, al observar los facciosos que el pueblo ni la guarnición militar, los respaldaría; lo que se llamó la Rebelión de los Catalanes terminó sin pena ni gloria; se rindieron y entregaron a la clemencia del Ayuntamiento, que se les dispenso el 27 de abril.  La conspiración se atribuyó a un platero de la ciudad, el español Don Salvador de Hoyo, el cual venia conspirando y reuniéndose en la casa del acaudalado comerciante Don Juan Bautista Montserrat. Los dos conspiradores fueron enviados presos a La Guaira y se confiscaron sus bienes.

Cortabarría envió a Cumaná,  bajo el mando del Comandante Arias Reina, acompañado del gobernador de Margarita  Don Joaquín de Puelles,   la fragata “Cornelio”,  un bergantín y dos goletas fuertemente armadas con suficientes tropas para bloquear el puerto de Cumaná.  Estas fuerzas se dedicaron durante 20 días a causar el mayor daño posible, sin embargo se retiraron por no haber podido desembarcar y tomar la ciudad, cuál era su propósito.     

 Don Vicente de Sucre, Jefe de las fuerzas armadas en Cumaná, rechaza la intimación de Cortabarría en términos que no dejan dudas; se conserva la vigorosa respuesta que dio a Don Joaquín de Puelles, que la procuraba… Trascribimos:

“Si Ud. Tiene fuerzas para reducirnos a cenizas, si respeta la inocencia de  los inculpados como dice ¿a qué fin dirigir sus hostilidades contra los viajeros pobres y desprevenidos, que no tiene más culpa que ser libres, que se mantienen de su trabajo personal en el seno de la virtud, con un eterno horror a los piratas? No: deje Ud., a estos infelices; venga a buscar a los que llama criminales, porque ilustramos su ignorancia y protegemos sus justicias; aquí estamos en nuestras playas: desembarque Ud. con su cuadrilla; ataque nuestras columnas, derrame la sangre de los que llama rebeldes…las acciones decidirán en su resultado cuál es la causa justa; donde está el valor, y donde el oprobio de la cobardía. Como solo la perfidia puede imputar a delito el uso sagrado de nuestros derechos, debo renunciar por mí, y a nombre de todo este pueblo, el generoso indulto con que Ud. nos brinda,   porque es una ignominia de la inocencia solicitar perdones que no debe buscar sino el profanador de las leyes, y de las exenciones que ha dejado la naturaleza por patrimonio al hombre en cualquier estado. Esto es lo que el pueblo me ha inspirado contestar a Ud.  Y lo que ejecuto como un deber de mi cargo. Cumaná, 17 de julio de 1811. Vicente Sucre”. (20) El Mariscal tenía de quien heredar.   

1811.- De las elecciones practicadas, en noviembre para miembros del Primer Congreso de Venezuela que se instaló el 2 de marzo de 1811, declaró la independencia el 5 de julio y clausuró sus sesiones el 21 de diciembre del mismo año, la provincia de Cumaná nombró representantes suyos ante aquel soberano cuerpo a los señores Coronel Don Francisco Javier Mayz, Don José Gabriel de Alcalá, Dr. Don Mariano de la Cova y Licenciado Juan Bermúdez de Castro. 1811.

Nota.-  En el Consectario de la Ciudad de Cumaná, hay una nota que dice: El Coronel Francisco Javier Mayz, nació en 1766  se casó en 1797 con doña Ana Jacinta Mejía y Márquez, hija de don Luis Fernando Mejía y doña Juna Petronila Márquez Vallenilla.  Procrearon dos hijas María del Rosario que se casó con su primo hermano Juan Crisóstomo Bermúdez Mayz y Juana Jacinta que casó con  Pedro Lucas Mayz Alcalá ambas dejaron sucesión.  

 El coronel  Francisco Javier Mayz  fue lo más parecido a un héroe de la mitología griega, aquí  prestó servicio militar, recibió los arreos de subteniente y sirvió bajo las órdenes del Imperio Español en Cumaná, hasta que alcanzó el grado de Coronel del Ejército Real.

  Al iniciarse el movimiento emancipador, su estatura política se impone, y ocupa la primera posición, la Presidencia  de la Juna Suprema de Gobierno, electo con la aprobación del pueblo como tenía que suceder, por su capacidad y comprensión  del histórico movimiento. Tuvo  el  control de la acción, fue el inspirador, el responsable y el que tomaba las decisiones.  Su personalidad y sus conocimientos se imponían con facilidad porque todo mundo lo acataba. Por todo ello fue  Presidente de la Junta Suprema de Gobierno establecida en Cumaná en 1810, y después la representó como Diputado  en Caracas y alcanzo la dignidad de Presidente de la naciente República en 1812.


1811.- Los días cinco y seis de marzo de este año, los catalanes, facción mayoritaria en la Cumaná de esa época, capitaneados por don Salvador del Hoyo, mal avenidos con el movimiento Independendentista que se desarrollaba en el país, en una acción inesperada y muy bien planificada, se apoderaron del Castillo de San Antonio en Cumaná, donde operaba la única fuerza de la capital de la provincia, durante la noche del 5 de marzo; pero, inmediatamente fueron derrotados en el mismo fuerte por los patriotas al mando del Jefe militar de la plaza Coronel don Vicente de Sucre y García, quedando prisioneros muchos de aquellos.

1811.- Se instala el Poder Supremo Legislativo de la Provincia, compuesto de los señores Pbros. Don Andrés Padilla Morón, y Don Domingo Vallenilla; y Dr. José María Vargas, y Pbro. Diego Botino; Diputados por el Partido Capitular de Cumaná, Don Diego de Vallenilla por el de Cumanacoa, Don Martín Coronado por la Villa de Aragua; Don Francisco Javier de Alcalá por la ciudad de Cariaco; Don Manuel Marcano por la de Carúpano; Don José Rauseo por la de Río Caribe; y Don Casimiro Isaba por la Villa de Guiria,  sirviendo de Secretario el Licenciado José Manuel Graü, el 15 de mayo de 1811.

1811.- El Coronel Don José Fernández de La Hoz, defensor de la causa realista, invade con la Escuadra de su mando las costas de Cumaná, en las cuales permanece veintidós días destruyendo los botes que comerciaban con la ciudad, el 3 de julio de 1811.

1811.- Cumaná se pronuncia por la Independencia que había declarado el Congreso de la República, el 5 de julio de 1811.

1812.- La Escuadra sutil republicana a las órdenes del coronel Don Manuel Villapol, zarpa del puerto de Cumaná para someter, en combinación con los coroneles Francisco González Moreno y Francisco Zolá, a los pueblos del Orinoco el 12 de enero de 1812, y son derrotados en Sorondo. 1812.

Nota.- ¡Sorondo!... Su solo nombre significaba “desastre”. No han logrado los que han tocado este tema, contar lo que significó para Cumaná la derrota de Sorondo.

El General en Jefe Don Vicente Sucre y García, jefe del gobierno revolucionario de la Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná, envió una flota con una fuerza de 1.100 hombres al mando del Capitán Manuel de Villapol, a someter la provincia de Guayana, levantada contra la República. La flota remontó el Orinoco con 32 embarcaciones, ante la cual, los guayaneses leales a la Corona se retiraron al puerto de Angostura. tras haber perdido una goleta.

Veamos como lo cuenta el Dr. Bartolomé Tavera Acosta, en su obra Historia de Carúpano: “Al efecto organízanse tres cuerpos expedicionarios que marcharon en combinación, a las órdenes, respectivamente de los coroneles Francisco González Moreno, José Antonio Freites de Guevara, a quien acompañaba su hijo Pedro María, y Manuel Villapol. El primero a operar sobre Moitaco por el Pao y Santa Cruz, el segundo por Soledad sobre Angostura, y el último sobre Barrancas para atacar las fortalezas de Guayana la Vieja, que son los tres únicos puntos que tenían guarnecidos y fortificados los guayaneses. Todos tres llegan a sus destinos a mediados de 1811.

La división de Villapol se compone de seiscientos cumaneses, carupaneros y margariteños.. Entre los cumaneses marchan el Comandante de ingenieros José Francisco Azcue, el Comandante de artillería Ignacio Certad, los oficiales Carlos Winet, Miguel Correa, Rafael de Mayz Luis de Vallenilla, que es el primer ayudante de Villapol, Pedro, Vicente y Francisco Sánchez, Quintín Vallenilla, Manuel Coronado, Pedro Guevara, José de Cásares, Domingo Jiménez y otros jóvenes distinguidos: entre los de Carúpano: José Nicolás Salazar Navarro, de 63 años, Braulio Guerra, Jacinto y Joaquín Goitia, Benito López, Juan Bautista Peña, Juan del Campo, Nicolás González, Celestino Acosta, Juan Antonio Núñez y algunos más.

Freites llega a las riberas del Orinoco (Soledad) antes que los otros. Allí le ataca el coronel Lorenzo Fernández de La Hoz. Comandante Militar de Angostura, y lo rechaza el 5 de setiembre. Freites retrocede y se incorpora en el Pao a González Moreno. Villapol, al tener conocimiento del fracaso de la expedición del centro, se retira de Barrancas a Tabasca. El Poder Ejecutivo que funciona en Caracas, para dar unidad a la dirección de la Campaña, nombra en 7 de octubre a González Moreno, General en Jefe Supremo expedicionario.          

González Moreno, en el Pao se refuerza con nuevos contingentes de tropas cumanesas, que le trae el coronel Francisco Solá quien había marchado desde el Manzanares a principios de setiembre, y juntos emprenden la invasión del territorio guayanés. Freites de Guevara, enfermo, regresa a Barcelona.
González Moreno y Solá atraviesan el Orinoco, invaden en enero de 1812 y llegan hasta las inmediaciones de Angostura. Mientras tanto, Villapol, apoyado por la escuadrilla patriota al mando de sus comandantes, Felipe Esteves y Juan bautista Videau, y por un cuerpo auxiliar venido con el coronel Juan Bautista Arismendi, el capitán Vicente González y el oficial Santiago Mariño, establece de nuevo su Cuartel General en Barrancas. Margarita concurría por segunda vez con sus buques y sus hijos al sometimiento de la provincia guayanesa en acatamiento de las insinuaciones del Ejecutivo de Caracas. 

Los de Angostura se hallan preparados para rechazarlos. El Coronel Matías Farrera se sitúa en Borbón, en espera del ataque del general González Moreno. El Sargento Mayor José de Chastre baja el Orinoco con una flotilla en auxilio de la guarnición de los Castillos de Guayana la Vieja. El Gobernador Doctor Farrera queda en la plaza con corta guarnición pero resuelto a no dejarse quitar la ciudad. Desbaratado como resulto el cuerpo que operó por Soledad, los realistas concentran su atención sobre los que pretenden llegar por el Este, y por el Occidente de la capital Guayanesa.

La escuadrilla patriota sale de Barrancas, aumentada con varios esquifes organizados por Villapol, y se viene sobre los Castillos; pero antes de llegar a ellos ya Chastre había salido a esperarla, situándose en Sorondo. Allí se encuentran El 26 de marzo, La de los patriotas ataca briosamente. La de los realistas se defiende con valor y con pericia  y tras rudos choques, sangrientos abordajes y gallardos episodios múltiples, al empezar a declinar el sol, queda vencida, dispersos unos y apresada la florilla republicana, y, centenares de prisioneros en poder del jefe realista el Sargento Mayor Don José de Chastre.  

-Ángel Grisanti dice, al referirse a Don Vicente de Sucre y García Urbaneja, al cual me he dado a la tarea de reconocer y honrar como Padre de la Emancipación de la Provincia de Cumaná o Nueva Andalucía: “A mediados de julio de 1812, quizá el 15, fue nombrado por el Ayuntamiento, General en Jefe del Ejército de Cumaná, destinado a someter al Partido Capitular de Barcelona”-  Pág. 35 de su obra “Sucre”.

1812.- Congregados en el Convento de Predicadores de Cumaná la Municipalidad, el Cuerpo Electoral del Partido Capitular, varios sujetos de instrucción y padres de familia después de rever, discutir y sancionar la Constitución Federal formada por el primer congreso de Venezuela, la juraron cumplir el 9 de marzo de 1812.

Nota.- 1) Los Dominicos llamados “Predicadores”, se establecieron en el suelo cumanés, con fray Pedro de Córdoba al frente, en 1513, en esos tiempos iniciaron su trabajo evangélico y de construcción de un templo y un monasterio, que perduraron por siglos; para esta fecha y tal acontecimiento, que comentamos, su convento estaba en lo que hoy es la Plaza Pichincha. En una nota de Ramos Martínez ‘(Ob.cit) dice: “Ya existía este convento para 1624 -o sea, antes de la destrucción de la Nueva Córdoba-1654- cuando se mudaron para este nuevo monasterio, entonces mantenían los dos monasterios con 11 frailes, que prestaban un servicio inapreciable a nuestro pueblo. En 1838 fue restaurado el templo para trasladar la Iglesia Matriz, pero fue efímero el esfuerzo, ya que todo fue destruido por el terremoto de 1853.
2) En esta asamblea de notables, están presente los miembros de la Junta Suprema de Gobierno: Coronel Don Vicente Sucre y García, Pbro. Don Diego Gaspar Botino y Salaverría y Don José Miguel de Alcalá.  
Los miembros del Poder Supremo Legislativo fueron: los Pbros. Andrés Padilla Morón, y Domingo Vallenilla; y Dr. José María Vargas, y Pbro. Diego Botino.
Los miembros del cabildo fueron: Francisco Javier Mayz, Francisco Illas y Ferrer, José Ramírez Guerra, Jerónimo Martínez, Francisco Sánchez, José Jesús Alcalá, Manuel Millán, Domingo Mayz Brito, Juan Manuel Cajigal, Andrés Callejón, Mariano de La Cova, Juan Manuel de Tejada, Juan Bermúdez de Castro, Pedro Mejía y Juan José Flores.
El cuerpo electoral del partido Capitular fueron: Diego Vallenilla, Martín Coronado, Francisco Javier Alcalá, Manuel Marcano, José Rauseo, Casimiro Isaba, y José Manuel Grau.

1812.- El patriota Don José Rivas introduce la primera imprenta y funda un periódico. 1812.

Nota.- Manuel José de Rivas, aparece como fundador y redactor del primer periódico de Cumaná, “El Patriota Venezolano”.  

Es un hecho histórico comprobado, que la imprenta fue introducida en Venezuela, sin incluir Trinidad, el año 1808, y la primera publicación producida, en lo que el periodismo se refiere, fue la “Gaceta de Caracas”, de la cual tengo una colección facsimilar y debemos agregar, que dé las investigaciones de Héctor García Chuecos, sabemos que Don Andrés Bello, la mente más brillante de América, alumno del maestro cumanés Fr. Cristóbal de Quesada, fue su primer redactor.

Esta Imprenta vino desde la Isla de Trinidad, adquirida por Don Mateo Gallagher, asociado con Don Diego Lamb, y fue trasladada al Puerto de La Guaira, en el navío norteamericano “Fénix”.

La Gaceta de Caracas, se ha convertido en la Biblia de los historiadores de la revolución venezolana. En ella se pueden definir los siguientes períodos: Desde su aparición, o sea, desde 1810, es el órgano de la Capitanía General de Venezuela; desde el 19 de abril de 1810 hasta el 5 de Julio del mismo año, representa a la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII; a partir del 5 de Julio, a la revolución nacionalista hasta 1812; entre el 12 y el 13, ferviente; entre el 13 y 14, pasa al comando del Libertador Simón Bolívar; del 14 hasta el 21; vuelve a ser realista, y del 21 hasta su desaparición, fue órgano fundamental de la Gran Colombia.

En este taller también se imprimió “El Patriota Venezolano”, “El Semanario de Caracas”, y “El Publicista”.

Después de esta introducción sobre el inicio del periodismo en Venezuela, es bueno decir, que la segunda imprenta, de que se tiene noticia, vino a Cumaná, adquirida por Manuel José de Rivas, el año de 1810, y en ella se imprimió nuestro primer periódico, que también se llamó “El Patriota Venezolano”, de este periódico se conserva un ejemplar, que conocemos gracias a la investigación del Dr. Pedro Grases. Archivado en el “Public Office” de Londres.

De esta imprenta conocemos su Historia, publicada, por Miguel Ángel Mudarra, Ignacio Rodríguez Mejías y Don Alberto Sanabria, y es importante, por cuanto de aquella imprenta aún puede existir algún equipo en servicio. Sus propietarios fueron sucesivamente: Don Manuel Escalante, Don Pedro Cova, Don Andrés López, Don Miguel Sibila, Don Pedro Calante, Don Pedro Ezequiel Rojas, Don Juan Milá, Domingo Antonio Martínez, Félix Serra Ruiz, Ángel Félix Serra, y Marco Tulio Badaracco. La Imprenta de Don Juan José Acuña, fue adquirida primero por la Sociedad de la Santa Cruz de la Unión. La época de los grandes talleres en los cuales se imprimen los diarios modernos, comienzan con Ramón Yánez, y lo siguen Marcos López Inserny y Luis Marcano Barrios; quienes aún continúan dando guerra.

Esta era la historia de los orígenes de nuestro periodismo hasta que se supo que existía un periódico más antiguo que los de Caracas, “El Correo de la Trinidad Española” descubierto en el Archivo General de Indias  que se editaba en Puerto España, en 1789, cuando esta isla pertenecía a Venezuela. Este dato lo hemos tomado de la obra del historiador Ildefonso Leal, Titulada Nuevas Crónicas de Historia de Venezuela, pag.230. 


1812.- Para la mejor administración de los diversos estudios que se cursaban en Cumaná el Concejo Municipal reunió en un solo local todas las clases y el Poder Legislativo constituyó con ellas una Universidad para lo cual se congregaron los señores: Pbros. Doctores Pedro Coronado, Don Pedro Level Alén, Don Diego Antonio Alcalá Mayz, Don José Lorenzo Rendón, y Don José Martínez de Gordon; doctores Don José Gervasio Rodríguez de Astorga, Don Andrés Level de Goda, Don Juan Martínez Alemán, Don Mariano de La Cova y Don Ignacio Rendón; Pbro. Don Martín de La Cova, Licenciado Don José Joaquín Coronado, Don Pedro Márquez de Valenzuela, Don Felipe Sánchez, Don Antonio Sotillo Verde, Don Ramón Sánchez, Don Vicente Andrés Sánchez, Don Joaquín Suárez, Don Alonso Bruzual, Don Antonio José Betancourt y Don José Manuel Grau. Formaron el Claustro los doctores Mariano de La Cova, Juan Martínez Alemán, Pedro Level Alén, Rafael Avalos, Pbros. Martín de La Cova, Fray Tomás Garmendia y los licenciados: José Justo Betancourt, Pbro. Andrés Antonio Callejón, Vicente Andrés Sánchez y José Manuel Grau. Resultando electos: para Rector el Dr. Juan Martínez Alemán. para Carcelario Fray Tomás Garmendia y para secretario el licenciado José Manuel Grau. Dicha Universidad erigida el 11 de mayo de 1812, desapareció poco después con motivo de la guerra.    

Nota. A esa generación de maestros le debe la ciudad de Cumaná, su fama de tener un magisterio inigualable en toda América. En esa lista faltan los nombres de Don Juan Crisóstomo Bermúdez de Castro, Blas de Rivera, María Alcalá de La Guerra, y el formidable Fray Cristóbal de Quesada. Sus nombres deben ser estampados en bronce a las puertas del Rectorado de la Universidad de Oriente,  para que se sepa. 

1812. Una expedición de 18 buques comandada por el Coronel Don Vicente Sucre zarpa de Cumaná para someter a los que en la provincia de Barcelona se habían rebelado contra el nuevo Gobierno y desembarca en Píritu; pero hubo de regresar bien pronto en fuerza de la Capitulación que celebraron en Valencia Miranda y Monteverde el 25 de julio de 1812.

Notas.- 1) Don Vicente de Sucre y García, fue nombrado por el Ayuntamiento revolucionario de Cumaná “General en Jefe” de esa expedición. La historia debe reconocerle ese grado y además, entre otros honres, debe considerársele “Padre de la Emancipación de la Provincia de Cumaná o Nueva Andalucía, porque sin su fortaleza, su decisión, su heroísmo  y sacrificio, no se hubiese consolidado el movimiento emancipador de esta provincia.    

2) Antes del movimiento emancipador Don Vicente, además de ser Jefe de la Fuerza Real, participó en política, en su casa se ruñían los principales jefes de familia, jefes militares, políticos  y revolucionarios, era factor de consulta y acatamiento porque además de ser Comandante de las fuerzas regulares, también fue Regidor y Alcalde Ordinario del Ayuntamiento de Cumaná en 1799 y 1800, lo que da una idea de sus cualidades civiles.

Cuando Cumaná entra en el movimiento emancipador, ocupa la primera línea, siendo el Comandante del Cuerpo de Nobles Húsares de Fernando VII, le correspondió liderar y proteger, el movimiento iniciado por la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810, y lo hizo con entrega total, con conciencia de Patria, a la cual brindó todo su coraje y todo lo que tenía, aquel grande hombre.  

3) Figuró luego como miembro principal del poder ejecutivo de Cumaná. En efecto, en las elecciones del 14 de mayo de 1812  fue electo  por mayoría de votos, como miembro principal del Poder Ejecutivo de la provincia, que  quedó constituido, por él mismo, en su condición de Jefe de las fuerzas militares de la Provincia y los demás méritos que adornaban su personalidad, lo mismo se puede decir de los otros dos miembros: así quedó constituida la Junta Suprema de Gobierno: por el  Coronel Don Vicente Sucre y  García, el presbítero Don Diego Gaspar Botino y Salaverría,   Don José Miguel de Alcalá.   Un triunvirato patriota y sabio.

Tanto el Padre Botino como Don José Miguel de Alcalá, merecen un reconocimiento aparte, y se lo daremos.

            4) Don Vicente se educó en Cumaná, como todos sus hermanos; estudió la primaria, seguramente en el Convento de San Francisco, donde se concentraban los mejores maestros, y los estudios superiores, también en Cumaná, porque ya el padre Blas de Rivera, había organizado su escuela, en la cual dictaba la cátedra de filosofía; luego entró en la academia militar de Cumaná, en la cual recibió el grado de subteniente, e ingresó en las fuerzas Reales de Cumaná, de las cuales llegó a ser Jefe con el grado de Coronel. 
   
5) Para conocer el carácter de Don Vicente tenemos que imaginarlo al frente de la flota patriota victoriosa que fue destacada para controlar un brote realista en Barcelona. Entonces lo vemos como  General en Jefe del Ejército de Cumaná, al frente de la expedición punitiva, que va con 18 naves de guerra y 1000 hombres, y partió del puerto de Cumaná a principios de junio de 1812;  su misión fue, someter la provincia de Barcelona, que se había rebelado contra el nuevo gobierno.

Esta flota surgió frente al puerto de Píritu, pueblo este que ocupó sin  resistencia; y antes de emprender las acciones contra las fuerzas de la ciudad, tuvo noticias de la capitulación de Miranda en San Mateo, entonces determinó regresar a Cumaná; todo hace pensar que José María y  Antonio José, sus hijos,  y el héroe barcelonés,  José Antonio Anzoátegui, que estaban cumpliendo una misión encomendada a ellos por Generalísimo Francisco de Miranda,  se le unieron y también combatieron contra Morales. 


6) Don Vicente continuó prestando servicios en el ejército español hasta el 16 de diciembre de ese año; en que fue apresado por orden de Cervériz que lo remitió a las bóvedas del castillo de La Guaira, junto con eminentes cumaneses y sacerdotes como el padre Botino, el padre Callejón, que murió en esa cárcel, el padre Márquez, todos ellos fueron vejados y escarnecidos. Volvió Don Vicente a la libertad en 1813 cuando Bolívar entró triunfante en Caracas.

En 1817, se une al Libertador con el grado de Coronel; en 1818, el mismo Libertador lo nombra jefe de las fuerzas del Orinoco, cargo en el cual sustituye a su hijo Antonio José, que a la vez fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la División de Oriente, bajo el mando del General José Francisco Bermúdez.  En 1821, después de la liberación de Cumaná, regresó con su familia y su mujer Narcisa Márquez.

7) Don Vicente cultivó la amistad con el Libertador, no solo por haberlo nombrado gobernador de Guayana, cuando lo necesitó, sino por el trato amistoso, eso queda demostrado con la única carta que se conserva de esa amistad y lealtad absoluta, donde lo llama apreciado amigo; esta carta la escribió el Libertador desde Lima, el 23 de diciembre de 1824.


1812.- Monteverde envía una comisión al Poder Ejecutivo de Cumaná ofreciéndole toda clase de garantías, siempre que prestasen obediencia al Rey de España, y con tal motivo levanta Cumaná un acta aceptando las proposiciones del vencedor, 23 de agosto de 1812.

1812.- Como violase inicuamente Monteverde lo pactado en la capitulación de Miranda, escoge al comandante Francisco Javier Cervériz para que pasara a Cumaná a cumplir la comisión de perseguir a los patriotas, y en efecto, acompañado de los catalanes y otros realistas exaltados de dicha ciudad, prende al Coronel Don Vicente Sucre, su hermano Don Juan Manuel Sucre, los Pbros. Diego Gaspar Botino, Andrés Antonio Callejón, José María Márquez, Andrés Padilla Morón, Jacob Laguna y Fray Juan Bautista Molinar; Doctores Juan Martínez Alemán y José María Vargas; Licenciado José Grau, José Jesús Alcalá, Manuel Millán, Francisco Sánchez de Urrea, Quintín Vallenilla, José María Isaba, y once individuos más en la noche del 15 al 16 de diciembre de 1812, remitiéndolos luego a La Guaira. 1812.

1813.- Huyendo de las persecuciones de Cervériz algunos patriotas se refugiaron en la isla de Trinidad, quienes luego formaron la célebre expedición de Chacachacare; compusiéronla su jefe Santiago Mariño, José Francisco Azcue, hermanos José Francisco y Bernardo Bermúdez, Manuel Piar, Manuel Valdés, Agustín Armario, Juan Bautista Videau, hermanos Manuel y Casimiro Isaba, José María y Antonio José de Sucre, Pbro. Domingo Bruzual de Beaumont, Licenciado Gaspar Marcano, Francisco Marcano, José Leonardo Brito Sánchez, Doctor Manuel Matamoros, Ramón Machado, Mateo Guerra Olivier, Antonio Alcalá, Juan Bautista Cova, José Manuel Navarro, Ignacio Certad, Luis Marcano, Luis Vallenilla, Pedro Mejía, Freilan Peralta, Regino Peralta, Jerónimo Carbono, José María Amaya, José Manuel Torres, Patricio Rubio, un Rivas, un Carreño, José Zerpa Bruzual, y once individuos más. Por la publicación del señor Carlos  A. Villanueva en el Corresponsal de 19 de noviembre de 1904, se viene en conocimiento de que la empresa de Chacachacare fue organizada no solo por los principales individuos que en ella figuran, sino también por el Marqués del Toro y su hermano Don Fernando, los hermanos Mayz, Don Pepe Alcalá, Don Pablo Cipriani, Don Pablo Pietri, Don José Ramírez y Don Manuel Marcano. El Acta de los señores que compusieron esta expedición fue firmada el 11 de enero de 1813.  

Nota. - 1) Según el sabio investigador Bartolomé Tavera Acosta, los hermanos Isaba, Luis Marcano, Luis Vallenilla, Pedro Mejía, Ramón Machado y Manuel Matamoros, no estuvieron entre los 45, porque estaban presos en las bóvedas de La Guaira desde diciembre de 1812 y salieron en libertad a fines de abril de 1813.
2) Entre las obras del Dr. Tavera Acosta, hemos consultado frecuentemente: Anales de Guayana, Historia de Carúpano, Venezuela Precoloniana y otros títulos, entre sus 35 obras publicadas.
3) No podemos pasar por alto el Acta de Chacachacare, que se explica en su texto, que dice así: “Violada por el jefe español D. Domingo Monteverde la capitulación que celebró con el ilustre general Miranda, el 25 de julio de 1812; y considerando que las garantías que se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en cadalsos, cárceles, persecuciones y secuestros. Que el mismo general Miranda ha sido víctima de la perfidia de su adversario, y en fin, que la sociedad venezolana se haya herida de muerte, 45 emigrados nos hemos reunido en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña, la magnánima señora doña Concepción Mariño, y congregados en consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa patria querida de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación que el tirano Monteverde y su terremoto le arrebataron.
Mutuamente nos empeñamos nuestra palabra de caballeros de vencer o morir en tan gloriosa empresa, y de este compromiso ponemos a Dios y a nuestras espadas por testigos. Nombramos Jefe Supremo con plenitud de facultades, al Coronel Santiago Mariño.
Chacachacare 11 de enero de 1813.

Presidente de la Junta Santiago Mariño- El Secretario, Francisco Azcue- El Secretario José Francisco Bermúdez, -El Secretario Manuel Piar -El Secretario Manuel Valdés.

1813.- La expresada expedición llega a Guiria (con cinco fusiles), y la toma; poniendo en fuga al jefe español Don Juan Gabazo que la guarnecía con 400 hombres el 13 de enero de 1813.

Nota. - Bartolomé Tavera Acosta (Ob.cit) nos lo cuenta: “En la tarde del día siguiente, Mariño y sus compañeros salen en la goleta “Carlota”, comandada por Juan Bautista Videau, sobre Cauranta, en las inmediaciones de Guiria; pero el capitán Juan Gavasso, a cuyo conocimiento habían llegado los propósitos de los asilados, los aguarda allí con la mitad de sus cincuenta hombres de guarnición. Mariño ataca pretendiendo tomar tierra. Gavasso lo rechaza. Los expedicionarios se quedan capeando frente a la costa. Gavasso regresa a su cuartel. Al amanecer del 13 se procede en firme al ataque de Guiria. Mariño desembarca y ataca por tierra. Piar y Bermúdez por mar. Ante el ataque combinado Gavasso se sostiene poco tiempo hasta que sale derrotado camino de Irapa. Los patriotas ocupan la plaza. Mariño establece allí su cuartel general y Bermúdez sigue sobre Gavasso, a quien ataca en Irapa el 15 y se apodera a fuego y7 sangre del pueblo. Derrotado Gavasso, llega a Yaguaraparo y allí se prepara a resistir el empuje de los expedicionarios”.


1813.- El Comandante José Francisco Bermúdez con 75 hombres derrota a los cuatrocientos que mandaba Cervériz en Irapa el 15 de enero de 1813.

Nota. - Bartolomé Tavera Acosta cuenta la hazaña de Irapa: “A la noticia de la invasión y toma de Guiria, Cervériz con cerca de cuatrocientos hombres vuela desde Cumaná sobre los patriotas. En Yaguaraparo incorpora a Gavasso, sigue a Irapa y ataca a Bermúdez el 25. Bermúdez infringe tremenda derrota a ambos capitanes realistas, quienes regresan a Yaguaraparo y allí se hacen firmes”.

1813.- El comandante Bernardo Bermúdez que ocupaba Maturín desde principios de febrero tuvo desavenencias con Piar, y con este motivo resolvió incorporarse a Mariño en la costa de Paria. En efecto se embarcó por el puerto de Caño Colorado y al navegar hacia Guiria lo apresó la escuadrilla española que comandaba Don Francisco Echeverría, llevándoselo a Yaguaraparo, ocupado por Cervériz, quien antes de evacuarlo por la aproximación del Comandante José Francisco Bermúdez, hermano de Bernardo, asesinó a éste haciéndole dar de puñaladas en el Hospital cuando se hallaba herido y durmiendo.

Nota.- En realidad esto es lo que se cree, pero dadas las circunstancias deduzco que no hubo tal enfrentamiento entre Bernardo y Piar, es más es muy poco probable, debido a la estatura de ambos contendientes. Bernardo salió herido en la refriega por Maturín, y dejó la plaza en manos del oficial de mayor jerarquía. Eso no tiene otra explicación.

2) Se puede observar que Tavera escribe “Gavasso” y “Cervériz”, en cambio Marcano, escribe “Gabazo” y “Cervériz”. De tal suerte que no hay error si lo escribo a veces de una u otra forma. Digo esto porque en mi novela “Águila Blanca”, lo escribo de ambas formas.

1813.- Mariño pasa de la costa de Paria a Maturín donde encuentra su ejército y marcha sobre Cumaná y habiendo derrotado a los españoles en los Corocillos y en Cumanacoa en el mes de julio, se sitúa el 24 en la Chara de Capuchinos después de diez combates contra los baluartes de Cumaná toma esta ciudad en la noche del 10 de agosto de 1813.

  Nota.- 1) No se pueden pasar por alto las cuatro batallas por Maturín, clave de la libertad de la Provincia de Cumaná, porque allí terminó el liderazgo de Monteverde y sus secuaces, aunque entendemos que la Cronología no lo incluya.

 2) Tavera Acosta también pasa por alto la campaña de Bernardo Bermúdez, el cual derrota al desertor Vicente González y libera Maturín, recibido por su pueblo como Libertador.

3) Manuel Piar, enviado por Mariño, sale de Guiria para reforzar a Bernardo y como ya dijimos, quedó al frente del ejército en Maturín., al cual, como dice Tavera, se incorporaron los formidables guerreros de la provincia de Cumaná, veamos: 3 de los Sucre Alcalá, 2 de los Monagas, 2 de los Pérez de Aguilera, 2 de los Barreto Ramírez, 2 de los Torres;  y Andrés Rojas, Infante, Mago, Medina,, Lucas Carbajal, Juan Bautista Grisell, Francisco Carmona, Mina, Lara, Gabino Palacio, Sifontes, García, Mota, Peralta, Villanueva, Betancourt, y varios centenas más de guerreros curtidos, que dieron al traste con las 8000 tropas españolas de toda la Provincia. Una avanzada de este ejército bajo el mando de Bermúdez, es derrotada por Zuazola, en una escaramuza, en “Los Magueyes”, pero no remata su pírrica victoria so pretexto de esperar los refuerzos de Fernández de la Hoz, disque para atacar juntos a Maturín.       

 4) El 20 de marzo las fuerzas combinadas de Zuazola y Fernández de la Hoz atacan Maturín, defendido por el General Manuel Piar. Prodigios de valor de ambas partes; pero la artillería manejada sabiamente por Sucre causaba espanto a los españoles; y la caballería patriota desplegada en el llano, a
cuyo frente estaba el valiente comandante Andrés Rojas, conductor infatigable que, en cargas consecutivas, destrozó y terminó la moral de los fuerzas españolas asegurando la victoria. Cuenta, entre ellos Tavera Acosta,  que en el primer ataque, se hizo perseguir por los españoles y luego, cuando parecía que lo alcanzaban y destrozarían,  dio la orden de volver sobre sus perseguidores, produciéndose algo parecido al “Vuelvan Caras” de Páez, y con ello destruyó a sus perseguidores.

  5) Los realistas se retiran ordenadamente hacia Aragua de Maturín, donde reciben los refuerzos del comandante Don Remigio María Bobadilla, y el 11 de abril, los tres jefes al frente de 1500 hombres, cañones de diferentes calibres, armas novedosas, municiones, piedras, pólvora y música, vuelven al ataque. Esta vez los patriotas se han preparado convenientemente y con refuerzos de los indómitos Caribes,  incorporan al Estado Mayor de Piar a los caciques Taguaza y Guanaguanay, con más de mil lanceros; y un ejército de mujeres bajo el mando de Juana “La Avanzadora”, algo insólito en la guerra, donde las mujeres siempre participaron pero nunca como soldados.

Monteverde que no había tomado en serio la campaña de Mariño, decide intervenir personalmente, y dice, más o menos,  “lo disiparé como se disipa el humo al impulso del viento”. Sale con un poderoso ejército de dos mil hombres de todas las armas desde La Guiara, el 27 de abril de ese mismo año, para ser más exactos; desembarca en el puerto de Barcelona. Marchan a pie hasta Maturín y llegan a sus plantas el 22 de Mayo.  El 25 apenas canta el gallo, prende la música y desfila frete al ejército patriota, que disfruta del espectáculo y hasta lo aplaude. Monteverde magnánimo, envía su correo diplomático con un pliego ofreciendo el perdón para todos los que se rindan, o la muerte, para los que persistan en su rebeldía contra el Rey. Monteverde fue derrotado y diezmado, y con el resto de su ejército huye despavorido, por el mismo camino que había transitado lleno de orgullo y soberbia.        

Después de esta contundente victoria, Mariño asume el mando del ejército, nombra a Piar Jefe de la Primera División; a Bermúdez Jefe de la Segunda División y a Sucre Jefe de Estado Mayor con el grado de Coronel, y decide atacar a los españoles en Cumaná. Mariño antes de partir para Cumanacoa, envió a Bermúdez con Sucre y su división, a tomar Carúpano y limpiar todo el Norte de la Provincia..


Mariño al frente del ejército de Libertadores de Oriente, entran a Cumanacoa donde los realistas, bajo el mando de Cervériz, le presentan dura resistencia; pero ya el ejército consolidado de Mariño, se podría considerar invencible, y los españoles diezmados y derrotados se dispersan. Zuazola y Cervériz, con algunas tropas huyen hacia Guayana. Mariño despejando el camino, continúa su avance hasta Cumaná; y después de algunas escaramuzas en Puerto de la Madera, y el fuerte de Aguasanta, toma la Chara de Capuchinos, establece su Cuartel General a dos leguas de la ciudad, ubica sus fuerzas rodeándola e instala su Estado Mayor.
 
Mariño hizo diez poderosas y convincentes cargas contra los baluartes de Cumaná, la rendición era inminente. Los españoles se aprestaron a salir de la ciudad, 1813.


1813.- Mariño abre operaciones en Cumaná sobre la plaza de Barcelona, que evacuada por el Mariscal de Campo Don Juan Manuel Cajigal, la ocupan los patriotas al mando de Piar, quedando reconocido Mariño como Jefe de Oriente el 19 de agosto de 1813.

Nota.- 1) La toma de Barcelona no ha debido ser nada fácil, porque con Cajigal estaban Boves y Morales. Sin embargo no tenemos noticias de alguna resistencia a Piar en Barcelona, cuyos jefes se retiran con sus tropas, Cajigal hacia Guayana;  Morales y Boves hacia los llanos. 

            2) No podemos olvidar el natalicio del General Jesús Barreto Ramírez, cuya madre es una de las heroínas patriotas cumanesas, que muere martirizada por partidarios de Boves. Barreto, su hijo,  se incorpora a las filas nacionales desde los primeros días de la revolución en  181l, y sigue todo el trayecto de la guerra de independencia participando en 56 acciones bélicas, en las cuales se destacó siempre por su actividad, inteligencia y comprobado patriotismo.

1813.- Mariño envía de Cumaná la Escuadrilla compuesta de la goletas la Colombiana, la Federativa, la Arrogante, la Guayanesa, la Perla, la Carlota, la Mariño y la lancha cañonera Independencia al mando de Piar para auxiliar al Libertador que sitiaba por tierra a Puerto Cabello, Diciembre de 1813.

Notas.- 1.- En relación con esta escuadrilla enviada por Mariño, para auxiliar al Libertador en el bloqueo de Puerto Cabello de 1813, no lo mencionan los historiadores consultados. Debemos tener en consideración, para esta omisión, las circunstancias y preeminencia de otros hechos: Monteverde después de la derrota sufrida en Taguanes, ocupó Puerto Cabello en julio de 1813, y Bolívar ocupo Valencia, el 2 de agosto y el 6 entra a Caracas de ese mismo año.

2.- La Plaza de Puerto Cabello, construida en una isla, separada de tierra por un canal, tenía la forma de un cuadrilátero, tres lados fortificados con murallas y baluartes y el otro protegido por los manglares y el mar. Cubríala al Norte el fuerte de San Felipe, situado en otra isla y la batería La Blanquilla en un islote vecino. En el cerro inmediato al Sur existían a bastante altura el fortín Solano, dominando toda la comarca, dos reductos al Oeste y una gran batería a la orilla del mar. La plaza contaba 150 piezas de diversos calibres y 10n morteros para arrojar bombas. La guarnición alcanzaba 1500 hombres. 

3.- El General Eleazar López Contreras, en su obra “Bolívar conductor de tropas y otros ensayos” al referirse al sitio de Puerto Cabello de 1813, no menciona para nada la flota cumanesa, aunque si destaca la actuación, al lado del Libertador, del jefe expedicionario el coronel Don Manuel de Villapol, que es el mismo que lo salva en Carúpano.

4.- Narra E. L. Contreras, como Bolívar, “penetrado de las ventajas que para sus futuros planes de guerra obtendría con la toma de Puerto Cabello, esta plaza fuerte, a fines del mes de agosto marchó a asumir el mando directo de las tropas que actuaban en Puerto Cabello y seguidamente inició el movimiento ofensivo. El 26 del mismo mes y secundado por Urdaneta y Girardot, (A Villapol, lo menciona más adelante)  lleva sus tropas al interior del poblado, donde se sostiene con admirable denuedo y tenacidad. El 29, Monteverde lanza todas sus fuerzas en violento ataque, que también es rechazado con fuertes pérdidas realistas”.
En estas pinceladas sobre el sitio de Puerto Cabello del año 13, se deja ver la importancia de tal acción, de la cual se podría escribir tanto como del sitio de Cartagena; pero esta vez los sitiadores fueron los patriotas y la actuación de nuestra armada, podría ser encumbrada como una gesta magnífica, como en efecto lo fue.   

            5.- La heroica actuación de Villapol, indudablemente con sus tropas cumanesas, desde Vigirima y después de Vigirima, Araure, Barinas, etc., se le ve siempre al frente de sus fuerzas al lado del Libertador. 

1814.- Mariño con su ejército sale de Cumaná en auxilio del Libertador, perseguido y sitiado por Boves en San Mateo. Enero de 1814.

Notas.- A finales del año 13 el Libertador observa el rumbo de la nación y presiente el peligro que se avecina;  le escribe cartas con urgencia a Mariño que señorea en Oriente, pidiéndole que acuda al llamado de la Patria, que sucumbe ante la arremetida del bárbaro Boves y otros, que están sacrificando los pueblos del centro de la República, y atacan sembrando el terror por diferentes frentes a la vez, en  avance incontenible. Se oyen los nombres de realistas alzados en armas y con éxito, tales como: Carlos Blanco,  José de  la Vega,  Fernando Torrealba,  el clérigo Torrellas,  José Antonio Boquillón, etc. 

Mariño envía a Bolívar,  además de la larga carta sobre la liberación de oriente,  dos proyectos relacionados con el gobierno de los departamentos de oriente y occidente.  Bolívar  responde a Mariño notificándole haber recibido sus dos oficios: “El primero me ha llenado de satisfacción, por un doble motivo: por los liberales principios de V. E. y por haber merecido aprobación mi modo de pensar con respecto al Gobierno de Venezuela. Así mismo por ver confirmado en el tratado que V. E.  ha manifestado siempre un decidido interés porque se concluyan  y yo no menos he lamentado, las circunstancias poderosas que reteniéndome en el occidente de esta provincia me impidieron hallarme  o venir a Caracas, cuando arribaron  los Comisionados  de V. E. “.  (42)

El año 14  se había convertido  en un  infierno para los patriotas en el Centro: Boves triunfa en Santa Maria de Ipire y Calabozo contra Montilla y Padrón, y comete atrocidades espantables.  Bolívar triunfa en Bárbula  y Las Trincheras. Campo Elías  arremete contra Boves que se refugia en Guayabal.  Urdaneta ataca Coro y D’Eluyar a Puerto Cabello.  Barquisimeto,  Barinas, Guanare y San Fernando son presa fácil de las hordas de Boves y Morales.  Ribas triunfa en Vigirima.

Bolívar triunfa en Araure contra Cevallos  y Yánez; y,  vuelve a llamar a Mariño, para que coopere en la salvación de la República.  Mariño acepta expedicionar hacia el Centro,  y  se pone al frente de  un ejército de 3000 hombres bien pertrechado;   así luce cuando en el mes de enero se reúne en la Villa de Aragua, organizado en tres divisiones de 1000 hombres cada una. Y el 26 de enero de 1814,  arenga a su ejército.

  La primera División,  a la derecha  bajo el mando del General Manuel Valdés, formada por 600 hombres de infantería y 300 de caballería;  la Segunda División,  del centro por el General José Francisco  Bermúdez, con el coronel Antonio José de Sucre y Pedro José de Sucre, su hermano, con el grado de capitán, con 700 de infantería y 450 de caballería;  y la Tercera División,  por la  izquierda, bajo el mando del coronel Agustín Arrioja, con 600 de infantería y 300 de caballería; la reserva bajo el mando del coronel Manuel  Isaba Sucre, formado por 600 de infantería y 300 de caballería; y un cuerpo de artillería de 300 hombres bajo el mando del coronel Antonio Freites.
  
Valdés avanzó por Tucupido, Orituco y Lezama, batiéndose con enemigos fanatizados, sobre todo los de Tucupido, bajo el mando del cura vasco Ybarrolaburo. El coronel Arrioja, siguió con su división bordeando el Orinoco  para ocupar Cabruta, poblado  que tomó por asalto después de fuere oposición. La división de Bermúdez  no encontró oposición, hasta reunirse con las otras divisiones en el hato “Belén” de Don Juan de Ascanio, cerca de Ocumare, donde se instaló un tribunal militar para juzgar a los prisioneros.

Puesto en conocimiento, el General Santiago Mariño, que en las adyacencias de su ejército se movilizaban  fuerzas realistas bajo el mando del coronel  Rosete, destacó a Bermúdez con Sucre al frente de un batallón,  para reducirlo. El encuentro se produjo en el sitio de Los Pilones; dramático combate que duró desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde de ese día, y luego al siguiente se reinició con refuerzos que el mismo Mariño condujo a la lid. Rosete fue derrotado y perseguido por el batallón Valencia, bajo el mando del  coronel Leandro Palacios,  hasta su liquidación total. (43)

Después de esta victoria todo el ejército oriental convergió en Camatagua y Mariño procedió a su reorganización.
 
Por su grado, sus notables servicios y sus conocimientos,   nombró al Coronel Mariano Montilla Jefe de Estado Mayor y en la jefatura de la  vanguardia, designó  al coronel Leandro Palacios.




BATALLA DE BOCACHICA

El ejército de Oriente se desplazaba hacia Bocachica y al pasar cerca de San Luis de Cura, el 31 de marzo, tienen noticias de las fuerzas realistas comandadas por el temible asturiano José Tomás  Boves que perseguía, con 5000 hombres, al patriota coronel Lucas Ballivián.  Mariño sin perder tiempo ordenó  su ejército en las cercanías de Bocachica para enfrentar al sanguinario realista. Mariño ordenó maniobrar al valiente coronel Leandro Palacios,  con  la vanguardia, sobre una quebrada seca que dividía el campo, para inquietar al realista.   Boves convencido de su superioridad,  no esperó y  atacó precipitadamente. Mariño esperó pacientemente el desarrollo de los acontecimientos y cuando notó que Palacios flaqueaba y podían cortarlo, ordenó a Bermúdez cargar con todas sus fuerzas contra los realistas, y así lo ejecutó el Ayax venezolano con la terrible fuerza que poseía y desarrollaba en circunstancias tales. Mariño ordenó a Valdés atacar por el centro mientras la caballería desplegada evitaba que las fuerzas de Boves lograran cohesionarse en las faldas de los cerros.  Los realistas, ante el ímpetu de los patriotas, atropelladamente lograron protegerse en alturas laterales del escenario de la batalla, pese a los esfuerzos de la caballería,  y en un intento desesperado, a la derecha prendieron fuego a la paja, con tan mala surte que el viento que les era favorable, cambio y los rodeó por todas partes. Mariño envió contra Boves a una brigada de negros libertos que peleaba a su lado, y que atravesaban  el fuego sin  temor,  además eran diestros en el manejo de las lanzas. La entrada de estas tropas fue suficiente, los realistas se dispersaron por los barrancos y  montes. 

 De esta batalla quedan para la historia  actos de entrega heroica, de patriotismo  desbordado y valor. El   capitán Tánago que destrozó  la caballería de Boves con una sola pieza  de artillería, se inmortalizó; y  el grupo de lanceros, que  a las 5 de la tarde, dispuestos a inmolarse por la Patria,  asaltaron una fortificación realista que hacía mucho daño,  con intrepidez nunca vista, y la destruyeron.
 
A las 6 de la tarde Valdés advierte a Mariño que ha llegado la hora de resolver la acción, y ambos se lanzan con todas las fuerzas a su mando contra el asturiano que está irremisiblemente derrotado; hay que rematar la faena, y los dos capitanes entran al campo para compartir con sus soldados aquella heroica victoria; ante su empuje, el asturiano huye desordenadamente. 
En los partes de la batalla no se nombra a Sucre, pero sin lugar a dudas esa batalla lleva el sello del Mariscal.   (44)



BOLIVAR, SUCRE Y MARIÑO EN LA VICTORIA

  Bolívar avanza a reunirse con Mariño. Los realistas están en todas partes y se fortalecen; el 12 de febrero derrotan a los patriotas en La Victoria; el General Urdaneta se ve obligado a abandonar San Carlos; pero los patriotas de Mariño repuntan el 20 de marzo en Ocumare del Tuy, con un resonante triunfo seguido con otro en Los Pilones, donde reciben refuerzo del ejército de Bolívar para derrotar convincentemente a las huestes de Boves que se refugian en San Mateo.

  Bolívar y Mariño convergen en San Mateo, y Urdaneta se encierra en Valencia, asediada por el Coronel Don José de Cevallos con 4000 hombres. Bolívar le escribe a Urdaneta:

 “Defenderéis a Valencia, ciudadano General, hasta morir…”

Por fin a las 5 de la tarde del día 5 de abril se encuentran en la ciudad de La Victoria, los dos jefes: Bolívar y Mariño. Al parecer, según la mayor parte de los investigadores, esta fue la oportunidad en que Sucre, a los 20 años, conoció personalmente al Libertador, su ídolo espiritual.  A Mariño   lo acompaña  su Estado Mayor: Bermúdez, Valdés, Arrioja, Freites  Montilla y Sucre. 
Con Bolívar estaban Ribas, Jalón, Plaza, O’Leary, Soublette, y Salom. Bolívar ordenó que se le hiciesen a Mariño los honores correspondientes a un Jefe de Estado. El Boletín que se publicó apenas dice: Boletín No. 9 fechado en la Victoria el 5 de abril “Sus Excelencias, el General Bolívar y el General Mariño, se han juntado hoy en esta ciudad”. No hay documentos, no se dice nada sobre lo que trataron, pero de sus hechos posteriores pueden sacarse conclusiones. (44) 

En la hoja de servicios de Sucre, J. A. Cova asienta la participación de Sucre en las batallas de El Arao, Sección Cojedes, el 16 de abril de 1814, a las órdenes del General Mariño, contra el general Don José de Cevallos, donde los patriotas fueron derrotados; y la Primera de Carabobo, sección Carabobo,  el 28 de mayo de ese mismo año, a las órdenes del Libertador, contra el general Juan Manuel Cajigal, donde resultan victoriosos.

ARAO, CARABOBO Y LA PUERTA.

 El 5 de abril entran Bolívar y Mariño a Valencia. Los realistas se congregan en San Carlos. Mariño en  calidad de General en Jefe del ejército unificado ordena atacar al enemigo  que está concentrado en la ciudad de San Carlos.  Sucre es nombrado Jefe de Estado Mayor por el Libertador. La batalla se dio el día 16 en las cercanías de esa ciudad en el sitio de El Arao,  y los patriotas resultaron derrotados, por el ejército realista bajo el mando del coronel José de Cevallos.    

El General Juan Manuel Cajigal sintiéndose victorioso se apresta a someter a Valencia. En el mes de mayo  Bolívar asume el mando del ejército   y forma tres divisiones con sus fuerzas y las de Mariño; y nombra a Ribas en el Estado Mayor General. Bermúdez pasa  a la primera división, y  a su lado van Sucre, Manuel Valdés y Leandro Palacios. Rumazo González afirma que Sucre servía en el Estado Mayor General.

El 28 de mayo a las 8 de la mañana el ejército patriota toma posiciones en el campo de Carabobo, muy cerca de Valencia; por vez primera los dos ejércitos, oriente y occidente, lucharan bajo el mando de Bolívar.

A las 9 de la mañana  divisan al poderoso ejército realista bajo el mando de Cajigal y Ceballos; 6000 hombres desplegados en un semicírculo  en las colinas medianeras del teatro de operaciones.  Por el ala izquierda la caballería y un regimiento de cazadores, por delante de la serranía Las Hermanas, que divide el campo de Carabobo y Taguanes. Por el ala derecha despliega la una división de infantería y un regimiento de caballería, serranías de El Pao;  al centro otro de infantería y cinco piezas artillería. Lo más granado del ejército realista participó en la contienda al lado de Cajigal: los coroneles Ceballos, Salomón, Calzada, Melchor de Somarriba, Joaquín de Puelles, Justo Paz, Gabriel Méndez de Altuna y  el capitán Francisco Vásquez. 

Bolívar organizó su ejército en dos bandas paralelas: la primera bajo el mando de Urdaneta, con los regimientos  de  Bermúdez, Valdés y Florencio Palacios;  una segunda banda bajo su mando, con Mariño  y Ribas; y el grueso de la caballería  de Leandro Palacios  y Diego Jalón y Sucre en el Estado Mayor General.   Dos piezas de artillería bien ubicadas cubrían los flancos.

  Los realistas parecían no aceptar el reto, por qué quizá esperaban refuerzos de Boves.

Las legiones patriotas de Bolívar, Mariño y Ribas, avanzan sobre la llanura frente a los reales y arengan a la tropa. Bolívar: “Soldados, vosotros tenéis delante los mismos jefes y los mismos españoles de quienes habéis triunfado en más de cien combates; este debe ser el último”.
 
Mariño: “¡Soldados de Oriente!  Mostrad vuestro antiguo valor, y concluyamos hoy con el que se nos escapó en Barcelona; con Cajigal, que al oír vuestro nombre huirá ahora como huyó antes despavorido de las provincias orientales. Seguidme y avanzad con firmeza”.

 Ribas: “¡Soldados! Vosotros en quienes jamás ha podido influir la suerte varia de la guerra, pues que siempre habéis sido vencedores; vais hoy más que nunca, a mostrar vuestro valor y disciplina y si se nos presenta algún obstáculo para conseguir hoy  la victoria, debéis vencerle”. 

A la una de la tarde los 5000 hombres se forman en batalla y la provocan.  El Parte de Muñoz Tébar dice: “empezó a reforzarse mucho la caballería realista con dos escuadrones que permanecían escondidos; tenían la intención de flanquear nuestra primera línea arrollando a nuestros carabineros de la derecha para dispersarlos. Esto se evitó moviendo, para apoyarlas, a la caballería de Leandro Palacios; sin embargo los reales avanzaron vigorosamente con su caballería y rebasaron a nuestros carabineros de la primera línea, y enseguida la infantería realista cargó fuerte sobre nuestra derecha, y con su caballería impidieron el movimiento de la reserva bajo el mando de Jalón. Sin embargo, algo les salió mal, las fuerzas enemigas no contaban con el coraje de los defensores, y los rebasados volvieron al combate atrapándolos entre las dos líneas estratégicas de Bolívar.  La caballería enemiga, acribillada entre dos fuegos,  entró en pánico  y fue, de inmediato, alcanzada y acosada por la nuestra, los invencibles lanceros de los llanos orientales, que si darle oportunidad de rehacerse la desbandó y persiguió sin tregua. La batalla se generalizó en todo el campo. Los patriotas victoriosos luchando  hombre por hombre,  destrozaron todas las líneas realistas, las desordenaron y desbandaron.  El coronel Palacios causó los más  grandes destrozos entre los despavoridos enemigos.  Sin embargo al llamado de sus jefes procuraron y  se hicieron fuertes  en sus reservas para contraatacar. Pero Bolívar, sin dar descanso a sus oficiales, enfiló hacia ellos sus baterías y ordenó a Jalón cargar a la bayoneta. Los reales no esperaron la carga de Jalón sino que se dispersaran  hacia el Pao y San Carlos, sin plan  y sin concierto, era su única vía libre.

Monagas  que sobresalió con sus invencibles lanceros, les arrebató el pendón español y se lo trajo al Libertador. Carvajal, Sedeño y Monagas rompieron la izquierda realista. Urdaneta,  Sucre, Palacios, Bermúdez y Valdez, atacaron con las bayonetas caladas, y en un empuje arrollador  destrozaron a la infantería realista, se llenaron de gloria;  tomaron  5 cañones y apresaron a los generales Somarriba y Puelles.
 
Después de Carabobo Bolívar está al frente del ejército unido y manda al General Rafael Urdaneta al frente de 2000 hombres a defender a Barquisimeto; y al coronel Antonio Jalón, con igual número de tropas, para defender los llanos centrales donde reinaba Boves. 

Boves, taimado estratega, después de la batalla de San Mateo el 28 de enero se retira hacia  el Pao, forma un ejército y toma posiciones en La Puerta donde había derrotado a Campo Elías el 3 de febrero.

Bolívar y Mariño unen sus fuerzas para atacarlo y el día 15 concretan la acción. Nadie ha podido explicar lo que sucedió, algunos dicen que fue pánico, otros, errores de los  jefes, contradicciones, mala estrategia, lo cierto es que Boves derrotó, no solo al ejército unido que tantas veces lo había vencido,  sino que derrotó  la esperanza de una patria libre y soberana. Las  tropas patriotas se desbandaron en huida sin control, el Batallón Cumaná, resistió  a pie firme la carnicería  y se inmoló junto a su jefe José María Freites.

  Los patriotas lo pierden todo, en el campo de batalla, caen prisioneros: Pedro José de Sucre Alcalá, Muñoz Tébar, Aldao, García de Sena, y son sumariamente pasados por las armas. Boves invita a una cena en Villa de Cura  al patriota Don Antonio Jalón,  y lo manda decapitar en su presencia. Son indescriptibles los actos de barbarie.


1814. Perdida la campaña de los patriotas en el Centro de la República regresa Mariño a Cumaná en el mes de julio.
La emigración Caraqueña que en pos del Libertador sale de Caracas el 8 de julio, llega a Cumaná a mediados de Agosto de 1814.

Notas. 1.- Don Vicente Lecuna (Ob.cit), dice: “Después del combate de la Majada se vio ese oleaje pavoroso de la emigración de Caracas, esa condenación del dominio español, esa protesta de sacrificar vidas y hacienda en defensa de la independencia del país; todos los intereses de la capital rodaban por las calles a merced del público, y ni la palabra de Bolívar, ni la enérgica acción de Mariano Montilla precipitaba ese oleaje, ni el abandono de tantos objetos valiosos, en el mismo terror del enemigo, era el entusiasmo ocupando generosamente los corazones, era el adiós a la servidumbre española: era la bofetada del patriotismo al rostro del feroz español” Esto escribía muchos decenios después, José Miguel Rodríguez, honrado comerciante muy joven en aquella época. Pero además de la decisión ideológica tan gráficamente expuesta por este testigo presencial, a la sociedad de Caracas la impulsaba otra causa todavía más poderosa: la de salvarse del degüello.    

2.- Las dos terceras partes por lo menos, de la población de Caracas y una gran cantidad de familias de los llanos, refugiados durante algunas semanas en la capital, emprendieron la retirada hacia Oriente  sin medios de transporte, sin víveres, casi sin armas. Bolívar apenas llevaba 1.200 hombres armados custodiando aquella inmensa muchedumbre, calculada en 20.000 almas por lo menos.

3.- El 30 de Julio, 23 días duró la marcha trágica, desde Caracas hasta Barcelona. Hambre, cansancio, enfermedades, lluvias torrenciales, las fieras de los bosques y los facciosos, ávidos de botín, asomados en diferentes puntos del tránsito. Los corsarios tiroteaban a los emigrados en su travesía por la orilla del mar, desde más allá de Rio Chico hasta Barcelona. La travesía de los derrames de la laguna de Tacarigua duró tres días. Dos goletas enviadas por Mariño al mando de Bianchi y Felipe Esteves en puntos vulnerables, libraron a los emigrados de algunos corsarios españoles.   


1814.- Mariño despacha de Cumaná para Aragua de Barcelona, en auxilio de las fuerzas del General José Francisco Bermúdez, mil hombres. 1814.

Notas.- 1) El 24 de junio de 1814, Mariño se encontraba en Barcelona, mientras Bolívar y Bermúdez, se acercaban a Aragua de Barcelona, desde ese punto piden refuerzos para enfrentar a Morales. El ejército patriota apenas logró reunir 4000, hombres. Morales avanzaba con 5000.

            El 17 de Agosto fue la batalla y fue terrible, dejó cerca de 5000 muertos; ninguna otra acción durante, la guerra de independencia, presenta tan tétricos resultados. 
           
            Bermúdez se adelanta a  Bolívar,  se encierra en la ciudad con Sucre en su estado mayor, experto en esta especialidad, y fortifican la plaza con barricadas y trincheras. Bolívar llega y desaprueba la estrategia porque ve el peligro que corría el ejército de ser rodeados y aniquilados. Bolívar recomendó organizar la defensa en las afueras del poblado, situando la artillería en algunos como boquetes o claros de  del bosque en las orillas del río, donde tendría más posibilidades, pero Bermúdez no quiso escucharlo.     

Otros, con Don Vicente Lecuna,  piensan que debido a esta rivalidad, dividieron infantilmente sus fuerzas ante el avance arrollador de Morales. Bermúdez se empeñó en librar la batalla dentro del pueblo, y hacia allá condujo sus fuerzas; y Bolívar, por su parte, tercamente ocupó con las suyas, las sabanas de Aragua. Morales los batió al detal en medio de una horrorosa carnicería. Después de esta batalla, Bolívar con algunos oficiales se retiró por la vía de Barcelona, donde Mariño lidiaba con la anarquía; y Bermúdez con sus oficiales y algunas tropas, fue a refugiarse a Maturín. Todo parecía perdido, pero Bolívar soñaba y no descansaba.       

2) Veamos cómo lo cuenta José Vallenilla Marcano en su obra “Patria Vieja”: “Dispone Bolívar la batalla y coloca el ejército en el paso del río y en la sabana inmediata, a fin de poder utilizar con éxito la caballería. Bermúdez debe saber que esto es lo lógico, porque es lo militar; pero lejos de obedecer, se insubordina y se repliega sobre la plaza con su división, y, lo que es más grave aún, contagia la rebelión a todo el ejército: usa de la fuerte influencia que sobre él tenía y decídelo a imitar su actitud. A poco quedan cercados los patriotas por el ejército de Morales; y Bolívar, que lo da todo por perdido al trabar la batalla en tales condiciones, rompe a caballo con los pocos leales que le quedan, y se retira a Barcelona. El cumanés sostiene cuatro horas más la lucha y huye hacia Maturín.

            En este arreglo de cuentas, queda Bermúdez con una enorme deuda por pagar; siempre será más cara una insubordinación y una derrota, que una reprimenda merecida, y Bolívar era un acreedor peligroso, Que lo diga Piar”…

3) Pero Bartolomé Tavera Acosta, tomando en cuanto los sucesos posteriores, no piensa igual: él dice que Bolívar y Mariño, estando en Barcelona, saben del avance de Morales.

“Bolívar a quien no hace un año se le ha discernido el noble título de Libertador, vuela con su ejército a esperarle en Aragua. Para esos días parece que el destino dejándole hubiera de la mano; para él continua adversa la suerte de las armas. La espantosa hecatombe del 17 de agosto, en esa ciudad de  los llanos confirma el parecer, y verse precisado a regresar impetuosamente a Barcelona, antes  de decidirse la sangrienta acción.
José Francisco Bermúdez que hace de segundo del Libertador, se multiplica en la espantosa brega, organiza la confusa retirada y abre marcha con la mayor parte de los guerreros orientales rumbo a la gloriosa Maturín. Bolívar con las reliquias del desmedrado ejército patriota, se dirige a Cumaná. Le acompañan Mariño, Ribas, Soublette, numerosa oficialidad caraqueña y de otros puntos centrales del país. 

Y agrega Tavera Acosta: Quizá a tan adversas circunstancias, haya venido repitiéndose que Bolívar fue desconocido por la ambición de mando de Ribas, Piar y de Bermúdez, sin parar mientes en que para esos días Piar se hallaba en Margarita y Bermúdez en Maturín, en competa ignorancia de lo que ocurría. 



1814.- Una parte de la emigración caraqueña se dirige de Cumaná a Maturín y la otra parte a la Isla de Margarita. 1814

Notas.-  1) José Mercedes Gómez, Cronista de Cumaná, dice en su obra “José Francisco Bermúdez, General en Jefe de los Ejércitos de Colombia”, que el Libertador llegó a Cumaná el 24 de agosto de 1814.

Y Agrega que, en la ciudad no había ningún gobierno civil ni militar. Los realistas expresaban públicamente su contento y amenazaban. Comenzó a gestarse la insubordinación que alentaban Ribas y Piar, muy disgustados desde la derrota de “La Puerta”, no solamente con Mariño sino con Bolívar, atribuyéndoles la desacertada dirección, como causa de la derrota.

            Bolívar y Mariño llegaron a Cumaná con la flota de Bianchi en cuyos barcos se encontraba el tesoro tomado de las familias y las iglesias de Caracas, el cual iba a ser destinado para comprar, material de guerra en las islas del caribe.

Este tesoro fue motivo de dramáticos desacuerdos entre los jefes patriotas. 

La flota se dirigió a Margarita, donde Piar no los dejó desembarcar. Tomaron rumbo a Carúpano, destino al que arribaron el 2 de septiembre.

Sabemos que la parte del tesoro que tocó al Libertador, quedó en Cumaná, y fue entregada  al General José Tomás Boves, después de la batalla del Salado, el cual la documentó y remitió al Arzobispo de Caracas, Monseñor Coll y Prat, bajo riguroso inventario.

2) Detalles de la Emigración.  Después del desastre de la batalla de “La Puerta”, el gobierno civil de la ciudad de Caracas fue asumido a plenitud, el día 28 de junio, por la Junta de Padres de Familia, cuyas recomendaciones fueron más de una vez acatadas por el propio Libertador. Esa Junta se empeñó en esperar al enemigo dentro de las defensas construidas, enarbolando la consigna de:
«…nadie se va, aquí moriremos todos…» Con ese fin, se dispuso el refuerzo de las tropas con esclavos previamente liberados.
Sin embargo, el Libertador, en ningún momento dejó de ejercer la conducción de la guerra, había enviado desde el 25 de junio al general José Félix Ribas para enfrentarse a los realistas que avanzaban hacia Caracas por los valles de Aragua, bajo el  mando del español Ramón González, uno de los lugartenientes de José Tomás Boves; El General José Félix Ribas logró detener momentáneamente las avanzadas de González, en el sitio de “Las Cocuizas”.
El 29 de junio, el Libertador despachó buques desde La Guaira, para traer de vuelta, a ese puerto, las tropas que sitiaban la plaza de Puerto Cabello, las cuales llegaron a La Guaira hacia el 2 o 3 de julio y subieron de inmediato a Caracas.
En Caracas, el Libertador creyó que podía enfrentar la situación, y se preparó para hacer una larga resistencia; con este fin solicitó la opinión de las “Juntas de Arbitrios y de Guerra”, creadas el 17 y el 23 del mismo mes de junio, organismos cuyas bases las formaban personas con experiencia, pero que, por sesionar públicamente, se ampliaban las asambleas de manera tumultuaria con la presencia espontánea de los llamados “padres de familia”.
El día 5 de julio se supo que otras fuerzas realistas de Boves se acercaban a la capital por los valles del Tuy. El día 6 la vanguardia republicana fue derrotada en el sitio de “La Majada” a 12 km de Caracas y las avanzadas realistas llegaron a Antímano, a donde se dirigió Bolívar a fin de tratar de batirlos, pero fue rechazado. Esa misma noche, la platería de los templos caraqueños, que estaba en poder de las autoridades republicanas, fue enviada a La Guaira en cajones para ser embarcada hacia el oriente y empezó la emigración en masa.
En la mañana del 7 de julio, salió el grueso de la emigración, calculada en unas 20.000 personas; Bolívar y las tropas que le quedaban, unos 1.200 hombres iban a la retaguardia protegiendo la marcha de los civiles. Esa misma tarde, los primeros destacamentos realistas penetraron en Caracas: «¿proclamando degüello general contra los blancos?»,
Según testimonio del arzobispo Coll y Prat. Boves, quien se hallaba entonces sitiando a Valencia, no llegó a Caracas hasta el 16 de julio.
Los emigrantes que partieron de Caracas tomaron el camino que lleva a Barcelona por la montaña de “Capaya”. Ese camino se bifurcaba al salir de La Pica: un sendero iba a salir a Río Chico y de allí seguía por la orilla del mar, en dirección a Píritu, tocando en Boca de Uchire; comúnmente era llamado «el camino de la costa»; el otro, denominado «el camino de afuera», se dirigía por Cúpira a Sabana de Uchire, prosiguiendo de allí a Clarines por Guanape.
Detrás del Libertador, se fue el pueblo de Caracas, pero hacia las Antillas emigraron sobre todo los más comprometidos políticamente; otros se ocultaron, pero no tardaron en ponerse bajo la protección del arzobispo Narciso Coll y Prat.
María Antonia Bolívar, fue obligada por su propio hermano a embarcarse hacia Curazao.
El temor del vecindario no era injustificado, pues en la tarde del 7 de julio, cuando los realistas Fernando Ascanio (conde de la Granja) y Juan José Marcano salieron de Caracas al encuentro de las avanzadas de las fuerzas de Boves que mandaban los zambos Machado y Hurtado con el objeto de felicitarlas, fueron asesinados.
            Textos, tomados en parte, del “Diccionario de Historia de Venezuela”. Tomo II, pp. 209-210

1814.- Por la apremiante situación de los republicanos, publica Mariño en Cumaná, Ley Marcial, invita por bandos al vecindario de ella y sus cercanías para emigrar y sale la emigración para Guiria el 23 de agosto de 1814. 

1814.- Bolívar llega de Barcelona a Cumaná para acordarse con Mariño en el nuevo plan de operaciones, la noche del 25 de agosto; y en efecto, reunidos ellos con Ribas, Piar, Valdez, Soublette, D´ Eluyar, Tomás Mantilla, Azcúe, y varios oficiales de alta graduación, como Ribero, Villarroel, Peñaloza, Carlos Núñez y otros, saben que se retiraba del puerto el marino italiano José Bianchi, a quien se le habían entregado los caudales y 24 cajones de plata labrada de las recogidas en las iglesias de Caracas, por cuyo motivo el Libertador deja el mando de las tropas a Ribas, corre al puerto y con Mariño logra embarcarse y se dan en persecución de Bianchi, quien alcanzado en Pampatar y a pretexto de resarcirse  de una suma de dinero que él decía le adeudaban en Cumaná y Margarita por presas introducidas en sus puertos, se resiste a devolver los bajeles y caudales que se llevaba consigo y después de largas discusiones conviene en devolver al Gobierno de la Isla de Margarita el parque, dos embarcaciones y dos terceras partes de las alhajas; y luego Bolívar y Mariño, se dirigen a Carúpano, donde arribaron en las goletas “Arrogante” y “Culebra” la noche del 3 al 4 de setiembre de 1814.

1814.- Bolívar y Mariño, desconocidos en Carúpano por Ribas y Piar, que asumen respectivamente el mando de 1º y el 2º Jefes de la Revolución el 5 de setiembre, se embarcan el 8 del mismo mes para Cartagena en el bergantín Arrogante mandado por el Capitán de Navío Felipe Esteves.   

Nota. - En Carúpano, el Libertador fue arrestado ´por José Félix Ribas, y en esas circunstancias el Libertador escribe su formidable Manifiesto de Carúpano, del cual no dice nada Don Pedro Elías Marcano. Transcribo los comentarios que hace el coronel Arturo Castillo Matche, sobre le Manifiesto:
“Infeliz el magistrado quien deba defenderse ante un tribunal de las imputaciones que se le hagan por los crímenes que haya cometido contra su Patria; pero dichosísimo  aquel que, sorteando los escollos  de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, logre preservar intacto  su honor  y se presente a exigir de sus conciudadanos  el testimonio de su rectitud”.
Con esta aseveración, Bolívar, empieza por mostrar una profunda seguridad, e que sus actuaciones han sido siempre en aras de la libertad de la patria, que si bien debe rendir cuentas ante sus compatriotas también exige de ellos la imparcialidad de sus opiniones y la pronta restitución de sus derechos. Continúa el Libertador:
“Vuestros hermanos y no los españoles, han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares,  y os han condenado a la expatriación”...
Aquí Bolívar deja entrever, que por culpa de los venezolanos que siguen bajo las banderas realistas y que combaten contra los patriotas, es donde se encuentran los males, que llevaron de nuevo a la República al sepulcro. En otro de sus apartes manifiesta:
“No es justo destruir a los hombres que no quieren ser libres; ni es libertad la que se logra bajo el imperio de las armas, contra la opinión de seres fanáticos, cuya depravación de espíritu los hace amar las cadenas”.
Entraba el Libertador en el campo psíquico de los hombres, para insistir, que la libertad debía ser una connotación intrínseca de cada ser, para que a través de ella llegara a la sublimación del espíritu personal y nacional. Prosigue Bolívar:
“El cielo nos ha humillado al permitir que hayan sido nuestros hermanos y, únicamente ellos, quienes nos hayan derrotado”.
Esta aseveración va dirigida mayormente con el contingente de llaneros que a las órdenes de Boves se enseñorearon con la geografía venezolana para dejarla cubierta d cadáveres y de sangre venezolana. Hace ver el profundo amor que siente por la Patria y por los venezolanos,  a pesar de la anarquía imperante,  cuando le dice:
Yo aspiro que Libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso  que me he propuesto seguir  hasta volver a libertaros por la senda de occidente, regada con tanta sangre y adornada con tantos laureles... pues jamás la libertad ha sido  subyugada por la tiranía”.
No dejaba duda alguna que volvería con los mismos esfuerzos, esta vez desde occidente, a libertar la Patria, y concluye expresando:
“Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos son esclavos. Combatid, pues y venceréis: Dios concede la victoria a la constancia”
Motivaba a los venezolanos al concluir su Manifiesto, con las diferencias entre ellos y los realistas a quienes combatían, para inducirlos a la lucha  y al combate  como única manera de llegar a la victoria. Nos recordaba que solo la constancia de nuestras luchas, Dios la coronaría con la victoria. Salió de la prisión, cuando Rivas se descuida  en la visita a un pueblo  cercano y el coronel Villapol lo libera. Igualmente a los demás detenidos  que se embarcaron en el “Arrogante” del pirata Bianchi, y se van a Cartagena de Indias, donde comienza Bolívar su segundo exilio.
Glosas del coronel Arturo Castillo M.
1814.- Piar repliega de Carúpano sobre la plaza de Cumaná, y en su cercanía, en la quebrada de Los Frailes, o de los Caneyes, derrota al comandante Pascualito, ocupando dicha plaza el mismo día 29 de setiembre de 1814. Piar, que había recibido orden de Rivas para proteger la retirada de la emigración caraqueña, lejos de cumplirla, y alentado por el triunfo en la Quebrada de Los Frailes, se quedó en Cumaná, y en la Sabana del Salado esperó a Boves, que venía triunfante de La Puerta. Grande fue la derrota que sufrieron los patriotas: una parte de ellos tomó la vía hacia Carúpano, en compañía de Piar, Azcúe, Rivero, Peñaloza y Carlos Núñez; los demás, al mando de Villarroel, fueron a situarse a Cumanacoa. Allí murieron los patriotas coroneles Dionisio Sánchez de Gordón y León Mejía. Entre el combate y vecinos de la ciudad hubo como mil víctimas de los republicanos, de los cuales se recuerdan: a Pedro Avendaño y Vicente Sucre, muertos en el Hospital de Lázaros; a Rosa y Carmen Mercié, sacrificadas por el oficial criollo, al servicio de Boves, Pedro Rondón (a) Maruto, sobre la tarima del altar del Carmen en la Iglesia de Santa Inés; a Don Baltazar de la Cova, Domingo Pantaleón García y Carlos Malaret. 16 de octubre de 1814.

Nota.- Es la más extraordinaria sangrienta acción de armas realizada en Cumaná. Tuvo como escenario la Sabana de “El Salado”. El bárbaro José Tomás Boves, derrota al General Manuel Carlos Piar,  y  entra a “sangre y fuego” a la ciudad de Cumaná; 3000 jinetes hambrientos de sangre  contra 1500 defensores, la mayor parte de infantería. 
Piar, cumpliendo órdenes del General en Jefe Santiago Mariño, Jefe del Ejército libertador de Oriente,  que tiene que encargarse de la emigración a Guiria; previendo la derrota, sale al encuentro de enemigo tan poderoso, en las sabanas de El Salado, a la entrada de la ciudad.
Va acompañado de un formidable Estado Mayor, y  contando con los mejores guerreros orientales: José Francisco Bermúdez, José Maria, Gerónimo y Antonio José de Sucre, Andrés Rojas, Agustín Armario, los hermanos Ortiz, Azcue, Villarroel, Barreto, José Ribero, José Carlos Peñaloza, Domingo Montes,  Francisco Mejía, Manuel Vicente Parejo, Zaraza, Garván, Guillermo Román, Juan José Quintero y sus hermanos, Carlos Núñez, algunos como jefes de batallones  y otros de sus propios batallones, y cien nombres más para la historia.
El combate se desarrolla entre el brazo del rio que salía por él Oeste, profundos caños,  los humedales propios de la zona  y la sabana de San Luis, que se extendía por todo el noroeste de Cumaná; Piar trata de contener el avance de Boves, y le causa considerable daño en emboscadas y atinados avances,  que irritan, indignan,  y tocan el amor propio del temible guerrero. Piar con conocimiento del terreno, abre sus fuerzas en pequeños grupos de fusileros,  le impide el paso durante 9 sangrientas horas, con el propósito de que los patriotas abandonaran la ciudad, como en efecto se logró, lo que se conoce como “La emigración a Guiria”.
Sabiéndose perdido por el número de muertos y heridos que fueron rematados sin piedad; pero cumplido su propósito de salvar la vida de miles de ancianos, mujeres y niños, con aquella estrategia, abandona el combate y sale para Margarita con la mayor parte de sus combatientes. Los hermanos Sucre con Bermúdez  y muchos más van hacia Maturín. 
Boves, el   sanguinario campeón de España entra a Cumaná, después de arruinar a Barcelona, bañándola en sangre y fuego; en Cumaná sacrifica al pueblo realista incrédulo, que sale a recibirlo entre cantos y aclamaciones. Ríos de sangre corren por sus calles; en la iglesia del Carmen son acuchilladas en una orgía de sangre, quinientas damas, madres de respetables familias, por las hordas desatadas  de Boves. Según cuenta el propio capellán de su ejército, el padre Llamozas, la mayor parte partidarias del realismo. Se calcula en 2000 el total de sacrificados, ríos de sangre corrió por las calles de Cumaná, que fue bautizada “Cartago de América”.
Un hermano, Vicente, y una hermana del Mariscal, Magdalena, que luchó al lado de Piar, se contaron entre los muertos.
         1814.- En Cumaná celebra Boves un baile en la casa de la familia Andrade al cual asistieron por apremiante imposición, como parejas, damas escogidas al intento de las familias que lloraban en ese día de la entrada de Boves la muerte de algunos de sus deudos. Después de terminado el acto fueron fusilados la mayor parte de los músicos que eran patriotas, figurando entre los asesinados Juan Landaeta, autor del Himno Nacional, y Antonio Caro de Boesi, que había venido en la emigración caraqueña

            Notas. - Los himnos nacionales inspiran siempre en los buenos patriotas un profundo sentimiento de respeto. Unas veces son, como la dulce voz de la madre, capaz de mitigar los más grandes dolores, otras como el grito angustioso  con que ella advierte a sus hijos encontrarse en peligro, y siempre, un acento de la patria  que va rectamente al corazón.

            Cuando en un país extranjero llegan a nuestros oídos los primeros acordes  de nuestro Himno Nacional, parece que nos tocase una corriente eléctrica que pone en conmoción todas las más delicadas fibras del sentimiento.
           
El Autor de nuestro Gloria al Bravo Pueblo,  tiene su historia y es bueno hacerla popular. Corría el año 1814, los patriotas huían espantados ante el asombroso  José Tomás Boves, ángel o demonio,  dominador y exterminador, y fue entonces cuando el caraqueño Juan  Landaeta, compuso su épica e inspirada canción.

La canción que inspiró a nuestros guerreros, v tras ella fue a derramar su sangre por la patria que nacía en nuestros corazones. Y con ella en los labios vinieron los vítores y la victoria. Bolívar, Mariño, Bermúdez y Sucre, derrotaron a Boves y al Mariscal Juan Manuel Cajigal, en Bocachica y la primera de  Carabobo. 

Pero en la batalla de  “La Puerta” se esfumaron los laureles del triunfo y vino la derrota y el derrotero. Boves ocupó todos los rincones de la Patria, y se estableció la barbarie.  Landaeta envuelto en el vértigo de pavor de aquellos días, se acogió a la Emigración,  fue a buscar refugio a Cumaná, junto con otros músicos compañeros suyos: pero Cumaná cayó también bajo el mando militar del sanguinario José Tomás Boves; éste conocía la música de Landaeta,  y promovió un baile, que tenía gusto, dijo, “la tocase la orquesta caraqueña”.

Esta orquesta fue de Monteverde y los patriotas la capturaron en Maturín.  Con ella entró Mariño a Cumana en 1813, y, Landaeta vino con la emigración liderada por el Libertador.

Empezada la fiesta corrió el rumor  de que Boves abrigaba intenciones siniestras y mientas algunos pudieron ponerse a salvo, Landaeta fue hecho prisionero y condenado a muerte.

            Boves mandó copiar la canción  “Gloria al Bravo Pueblo”, en una hoja de papel que atada a la cabeza de Landaeta,  le servía de mofa, una especie de ridículo adorno o capirote, que lucía cuándo iba hacia el patíbulo entre la insolente  muchedumbre realista que se había congregado para festejar la criminal hazaña del bárbaro caudillo; así iba, arrastrado por la brutal soldadesca.

El patíbulo lucía su siniestra imagen frente a la Iglesia del Carmen, hoy Santa Inés, y es allí, donde debemos colocar una placa con letras de oro, que  lo recuerde y rinda  honor permanente al excelso músico, que nos llama a la vigilia patriótica, y nos inflama de amor y enardece a  nuestro pueblo.

Esta anécdota es cierta y fue contada por el mismo capellán de Boves, el Padre Llamozas; y así fue la muerte de éste caraqueño eternizado por el pueblo venezolano y admirado por el mundo entero, y,  también es cierto que derramó su sangre por la patria en Cumaná en 1814, aunque otros autores lo cuentan para sus pueblos.   

            Juan Landaeta merece contarse entre los Padres de la Patria, pues en los acordes  que han inmortalizado su nombre supo encerrar el alma de Venezuela. 

1814.- En Cumanacoa, Cariaco y otros puntos de la provincia se ejecutan de orden de Boves muchos asesinatos hasta principios de noviembre de 1814.

Muertos en Cumanacoa: Pedro Barreto González, Don Domingo Márquez que era Comisario del Ejército de Oriente, fue alanceado en la noche del 3 de noviembre de 1814, y el licenciado Julián Padilla Morón.

Nota. - Don Pedro Elías Marcano no menciona para nada la batalla de Urica, no estaba entre sus objetivos, pero yo no puedo seguir adelante sin tomarla en consideración. 
Ésta acción táctica militar de la Guerra de Independencia venezolana librada en el pueblo de “Urica”, en la provincia de Cumaná. Donde se enfrentaron el general en jefe José Félix Ribas (por los republicanos) y José Tomás Boves (por los realistas); donde triunfaron los españoles, pero tuvo como desenlace final,  la muerte de Boves, que ya fue una mayor victoria para la causa de la independencia.
Dice el manual de la guerra, que luego de la victoria obtenida por Boves en Los Maguelles (9-11-1814) contra el coronel José Francisco Bermúdez, que lo obligaba a pelear, el caudillo asturiano se dirigió con su ejército  por la vía de Nuevo Mundo al sitio de  “Urica”, a reunirse con su segundo, el coronel Francisco Tomás Morales, quien desde “Santa Rosa” había marchado hacia aquella zona.
Por su parte, Bermúdez, retornaba a Maturín, donde el general en jefe José Félix Ribas, dispuso la ejecución de la ofensiva contra los realistas en “Urica”; operación que no se había llevado a cabo debido a la decisión de Bermúdez de ir a “Los Maguelles” a sorprender a Boves.
Para esta empresa contaba Ribas con 2.000 hombres, entre los cuales se destacaban varios campeones patriotas: Bermúdez, Antonio José de Sucre, José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas, Andrés Rojas, Agustín Armario, Pedro Zaraza, Manuel Cedeño, Francisco Parejo y otros.
Al llegar al sitio de El Areo, procedió Ribas a la formación de 2 columnas de caballería de 180 hombres, las cuales recibieron el nombre de “Rompelíneas”, con Monagas y Zaraza de comandantes.
Después de efectuar todos los preparativos para la batalla, el destacamento patriota marchó durante la noche del 4 al 5 de diciembre, para amanecer en “Urica” frente a los realistas (ya Boves se había incorporado al lugar), desplegados en 3 columnas en una extensa sabana. Las hostilidades fueron iniciadas por Boves, cuando salió con su columna a enfrentarse a la que mandaba el coronel Bermúdez, al que ya había derrotado, quien ésta vez pudo rechazar el ataque. Este éxito inicial de los patriotas permitió a Ribas la colocación de sus hombres en línea de batalla, y con ellos cargó contra los realistas, quienes respondieron con intenso fuego de su poderosa artillería.
En este momento, ordenó Ribas que las columnas Rompelíneas emprendieran el ataque contra la columna derecha enemiga bajo el mando de Boves.
Cuando Boves advirtió que su columna podía ser envuelta, salió del centro de su batallón precipitadamente y pereció en el choque. El Coronel Pedro Zaraza, que se la tenía jurada, y lo vigilaba, se adelantó hasta el caudillo español y aprovechó que el caballo se le encabritó, para traspasarlo con su lanza.
El movimiento de la caballería patriotas falló, porque la caballería bajo el mando de Monagas, no pudo actuar, debido a que entraron en un pantano y quedaron inmovilizadas, lo que le dio la victoria a Morales que sustituyó a Boves sobre la marcha
El resto de las fuerzas realistas bajo el mando de Morales, (centro e izquierda), cargaron contra la línea republicana que esperaba la entrada de su caballería, la envolvió, y con ello obtuvo la victoria. Las bajas fueron numerosas.
Tomada esta relación con adiciones mías de Google.
Dice don Vicente Lecuna,  que fue la lanza de Zaraza, la que acabó con la vida de aquel terrible enemigo de nuestra libertad, y si lo dice don Vicente debe ser verdad, pero hay muchas versiones sobre este lance atribuido a Zaraza.

En Cumanacoa, donde Boves se ensañó contra algunos distinguidos ciudadanos, me contaba el cronista ex oficio de Cumanacoa,  don Tranquilino Saud, que algunos deudos de aquellos hombres ilustres asesinados por Boves o sus soldados, envenenaron el caballo de Boves, este inconsolable buscó a los culpables y no los encontró, total que se fue como “alma que lleva el diablo” expresión de don Tranquilino.

“El indio Zaraza, venia persiguiendo a Boves, porque dizque le mató la mujer y un ganado en una finca que tenía en Guárico. Pues, “se juntó el hambre con las ganas de comer”, los hijos de los señores ajusticiados sumariamente en Cumanacoa  por Boves, se le unieron y se fueron tras “El Taita”, hasta Urica. Dicen que al Indio no se le perdía un solo movimiento del caudillo español, y dio la casualidad, que en plena batalla, cantando victoria por todos lados,  el caballo que montaba Boves, que era muy arisco, y no estaba acostumbrado a la guerra, a cada rato se encabritaba, y el indio Zaraza, se le fue acercando, aprovechando que el caudillo no lo controlaba;  y cuando lo tuvo cerca, se le dio la oportunidad que esperaba,  el caballo se encabritó, se levantó en sus dos patas traseras, y Boves quedó indefenso, sosteniendo las riendas, cayendo hacia atrás,  entonces el indio Zaraza,  como un tigre, salto de su caballo y le dio un lanzazo que lo atravesó de parte a parte, es decir, le entró por las costillas, por la espalda, y la lanza salió por el esternón, Boves y que le gritó: ¿Por qué me tiras por la espalda cobarde?; y Zaraza le respondió… Y, como mataste tú a mi mujer, acaso la dejaste que rezara un padrenuestro?... ¡Perro asesino!... Copiado textualmente. 
-Urica fue a batalla más grande por el número de combatientes de la guerra de Independencia donde intervienen un total de 11.200 soldados, 7.000 realistas al mando de Boves y Morales y 4.200 patriotas, al mando de José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez. Esta batalla terminó  con el triunfo de los realistas, pero con la muerte de Boves más perdieron los realistas.
 
1815.- El General José Francisco Bermúdez que desde Maturín el 11 de diciembre de 1814, se había refugiado en la Costa de Paria, es derrotado junto con Juan Bautista Videau en Soro por el Brigadier Francisco Tomás Morales, el 14 de febrero de 1815.

1815.- El mismo día ordena Morales el incendio de Soro y Guiria y hace fusilar durante algunos días en las poblaciones de la Península de Paria multitud de patriotas, cuyo número se calcula en 2000. Febrero de 1815.

Nota. - Bermúdez, en una marcha desesperada llega a Guiria el 16 de enero, donde Videau o Bideau, ejercía el comando de la ciudad. Entre Tanto Francisco Tomás Morales regresa a Cumaná y sale en persecución de Bermúdez, con 3000 hombres de refuerzo. Entra a Cariaco, Carúpano y Rio Caribe, dejando un rastro sangriento. Luego sigue a Soro, y lo reduce a cenizas, y el 15 de febrero entra a Guiria. Allí está el coloso Ayax, esperándolo con solo 300 hombres. La resistencia fue agotadora, no había como sostenerse en aquel pueblo dispuesto a morir por la Patria. Todo se perdió pero el pueblo de Guiria, embarcó en veloces flecheras, a sus heroicos defensores, que lograron esquivar a la flota de Gavanzo, y arribar a Margarita que estaba en poder de los patriotas de Juan Bautista Arismendi, con el cual Bermúdez siempre se llevó muy bien, y en estas circunstancias también sirvió tres meses bajo las ordenes de valiente margariteño.        

1815.- El Mariscal de Campo Don Pablo Morillo vino como General en Jefe de la expedición que el Rey Fernando VII le confió sobre Venezuela y Nueva Granada, compuesta de 65 buques de transporte, 30 buques menores, 3 fragatas y el navío San Pedro Alcántara de 7 a 74 cañones, con artillería de 18 y 24 y a cuyo bordo venían los aguerridos regimientos de infantería de “León” “Victoria” “Extremadura” “Cazadores de Castilla” “Barbastro” y “Unión” conocido después por “Valencey” 
El batallón de General o “Cazadores”, los regimientos de caballería “Dragones de la Unión” y “Húsares de Fernando VII”, un batallón de artillería con 18 piezas de campaña, dos compañías de artillería de plaza, tre4s mas de zapadores y un parque numeroso provisto de todo lo necesario. El total de la fuerza era de 10.642 y con la tripulación alcanzaba a 15.000 hombres. La escuadra la mandaba Don Pascual Enrile, Brigadier de la Armada española, quien traía el cargo de Segundo Jefe de la Expedición que zarpó de Cádiz a mediados de febrero de 1815, fondeó en Puerto Santo a barlovento de Carúpano el 3 de abril, desembarcó en Cumaná el 25 del mismo mes y sus tropas empezaron a invadir las poblaciones de la provincia el 14 de mayo de 1815.

Nota. Bartolomé Tavera Acosta, nos cuenta que: La expedición de Morillo arriba el 3 de abril,  a Puerto Santo, barlovento de Carúpano,  donde se embarca Francisco Tomás Morales con sus fuerzas, y, la expedición se dirige a Margarita; desembarca en el puerto de Pampatar, sin ningún inconveniente. Morillo no encuentra resistencia y nombra gobernador de la isla al coronel Antonio Hernáiz. Parte el 20 del mismo mes para Cumaná, que tampoco ofrece resistencia, y Morillo nombra gobernador de la Provincia al Brigadier don Tomás de Cires. Morillo deja en paz la provincia y parte con su expedición para Cartagena de Indias, donde los patriotas venezolanos se congregaron.

1815.- El Coronel Manuel Inocencio Villarroel con la columna de su mando triunfa contra el jefe español Francisco de Sales Echeverría en la Rinconada, sitio de Cumanacoa el 23 de agosto.

Nuevo combate tiene que sostener Villarroel en Guaipia y obtiene la victoria el 5 de setiembre, pero acosado por fuerzas superiores en número, logran dispersarlos en las alturas de Salas, Aricagua, el 15 del mismo mes y por ofrecerle indulto el Gobernador de Cumaná, se presentó al jefe militar de Areo Comandante Manuel Lorenzo, quien lo hizo fusilar inmediatamente  


Nota.- Coronel Manuel Inocencio Villarroel. Este esforzado paladín de cuando no había más nadie; nació humildemente en el villorio de Quebrada Seca el 2 de enero de 1793, pueblo cercano de Cumanacoa, en esos tiempos parroquia foránea de Cumaná. El digno coronel cumanés combatió bajo las banderas de Mariño desde 1813 en la campaña libertadora de oriente.  Demostró su recia personalidad en las cinco batallas de Maturín en 1813. Asistió con Piar a la batalla de la Sabana del Salado contra Boves, en Cumaná, el 16 de octubre de 1814. Como en ese día fuese ocupada a sangre y fuego la plaza de dicha ciudad por las tropas realistas, pudo escapar con vida de tan horrorosa carnicería, acompañado de algunos patriotas valerosos. Refugiose luego en Cumanacoa, logró allí organizar una fuerte columna, y en 1815 en la Rinconada, Cumanacoa, San Fernando, la Acequia y San Lorenzo, peleó con fortuna, sagacidad y bravura, pero en el cantón o Alturas de Salas, al
sur de Aricagua, tras una lucha desesperada y heroica que duró cinco horas, salió por completo derrotado pereciendo casi todos y varios heridos de gravedad, que junto con unas infelices mujeres y niños que seguían con los independientes para salvarse de la crueldad  de los españoles, fueron también sacrificadas. Con motivo de tan fatal acontecimiento, viéndose Villarroel enteramente solo, desprovisto de elementos de guerra y aun de lo necesario para la subsistencia confiose en un indulto del gobernador de Cumaná, Brigadier don Tomás de Cires y se presentó al Comandante militar de Areo: este infeliz lo fusiló en el acto, disque por orden del propio gobernador, aquel que, en obediencia a Morillo, derribó en Cumaná, la iglesia de la Divina Pastora, el barrio de Chiclana y mandó incendiar a Cumanacoa y las parroquias vecinas.
Prisionero de Bermúdez que avanzaba victorioso a unirse con Bolívar en Carabobo; cayó don Tomás de Cires, en la acción del Consejo, en mayo de 1821, y el caudillo republicano, que bien sabía la pérfida conducta de dicho jefe realista, con el desgraciado Villarroel, lo puso a disposición del entonces vicepresidente de Venezuela general Carlos Soublette, y fue sumariamente pasado por las armas.

1815.- El Comandante José Carlos Peñalosa (Y no José Francisco como lo dice la historia) es derrotado y prisionero en Río Caribe el 25 de setiembre, y conducido a Cumaná lo fusilan en la Plaza de San Francisco el 7 de octubre de 1815.


El Comandante José Carlos Peñalosa López, nació en Cumaná el 3 de noviembre de 1793, hijo de don Juan de Dios Peñalosa, portugués, casado en Cumaná con doña Inés María López de Arjona.

El Comandante Peñalosa, a los 17 años, con el grado de teniente, participó activamente y desde un principio, en los eventos revolucionarios de 1810.  En medio del despotismo implantado en Cumaná por Cervériz, logra en 1812, viajar a la Isla de Trinidad con los hermanos Sucre, y se una a Santiago Mariño. Forma parte de los 45 héroes que iniciaron la campaña libertadora de 1813, liderada por ese héroe leyendario, el General Santiago Mariño, que partiendo de la Isla de Trinidad y desembarcando por Guiria, logra la proeza de libertar a todo el oriente venezolano, la Provincia de Nueva Andalucía.

 Se destaca Peñalosa  por su valor y arrojo en defensa y las batallas de Maturín, primero bajo el mando de Bernardo Bermúdez, y luego del General Manuel Piar, y luego en la jornada victoriosa del General en Jefe Santiago Mariño, hasta Cumaná, Margarita y Barcelona, combatiendo contra miles de tropas realistas esparcidas por todo nuestro territorio. Se calcula que los reales tenían más de 8000 soldados bien entrenados y equipados en esta Provincia.

Hizo toda esta jornada libertadora, la gran campaña de la liberación de Oriente, de triunfo en triunfo desde Chacachacari, como lo escribe el sabio Tavera Acosta, hasta Cumaná; brilló también el año 14, año trágico para la causa patriota, cuando más se necesitaba de los líderes de la emancipación, peleando contra Cervériz, Gavasso, Zuazola, Fernández de La Hoz y el invicto José Tomás Boves, en las batallas del Salado y Urica, donde pudo verlo herido del lanzazo mortal del indio Saraza.

Luego en 1814, se unió a Domingo Montes y a Villarroel en Cumanacoa y participó activamente en las guerrillas, único vestigio del poder patriota. Su nombre glorioso fue clarín de las victorias, se gritaba en las trincheras y se cantaban sus hazañas.
 
Fue apresado después de la batalla de Rio Caribe, el primero de septiembre de 1815. Condenado a morir, aceptó su destino con serenidad. Fue un guerrero egregio, de augusta presencia, altivo y sereno, sin vacilaciones, como lo fue en vida. Digno hasta la muerte, y ser otro mártir de la Patria.

Él, como el coronel José Ribero, murió fusilado en Cumaná, en la plaza de San Francisco, por orden ejecutada por el frio comandante Aldama, por orden de don Pablo Morillo. Su cuerpo fue mutilado, desmembrado y repartido en lugares visibles de la ciudad, como escarmiento para los audaces y heroicos paladines que se multiplicaban en todo el territorio de la Capitanía General de Venezuela.

Hombres como Peñalosa le dieron sentido a la guerra emancipadora. Espera el bronce que eternice su valor y su grandeza.




1815.- El Coronel José Rivero combatido en Punta de Piedra el 15 de setiembre por el Sargento Mayor de Dragones Don Miguel Domínguez, pierde la acción y perseguido por las tropas realistas cae prisionero en Caño Mapuey, lo conducen a Cumaná y fusilan en la misma plaza que lo fue el Comandante Peñalosa el 14 de octubre de 1815. Su cabeza, brazos y piernas se fijaron en diversos puntos de Cumaná y Cariaco y varios pueblos de la costa de Paria, testigos de sus hazañas. 

Después de la acción de El Salado, en que perdieron los republicanos, Rivero fue a dar a Carúpano, cuya plaza estaba a su cargo. Amenazada ésta por el Comandante Quijada, le sale a su encuentro Rivero, derrotándolo en San José, pero, perseguido Quijada hasta Cariaco, se rehízo y defendió, consiguiendo que se retirase su contendor. De Carúpano siguió Rivero a Río Caribe y luego se situó en la Península de Paria. 
Aunque escaso de tropas y elementos de guerra, se defendió una vez en Yaguaraparo, dos veces en los atrincheramientos de Irapa y finalmente el 11 de setiembre de 1815 en Punta de Piedra, perdiendo la acción; y viéndose casi solo huyó a los montes de aquella comarca hasta que pocos días después, fue capturado en caño Mapuey. 

Nota.- El Coronel José Ribero, fue un guerrero inmortal que ofrendó su vida en plena juventud por la libertad. Desde temprana edad se le encuentra al lado de Mariño, en Guiria, y también a las órdenes de Bernardo Bermúdez y Piar en Maturín. Para 1814 acompaña al victorioso Mariño, llamado por Bolívar,  a su Campaña del Centro, después de triunfos inmortales como Bocachica, y la Primera de Carabobo, luego terminó con el desastre de la batalla de La Puerta. Ribero regresa a la zona Oriental con el mismo Mariño. Es la hora de Boves, en su campaña infernal y depredadora, llega y vence en Barcelona, donde asesina al pueblo inocente;  y avanza sobre Cumaná, y con una fuerza superior en todo, derrota al invicto Carlos Manuel Piar, en la batalla de El Salado; entra a la ciudad el 15 de octubre de l814, y la llena de luto y espanto. Sus atrocidades hicieron olvidar a los bárbaros Zuazola, Cervériz y Antoñanzas. Los Patriotas se repliegan, Domingo Montes, Jesús Barreto, los Monagas, mantienen el pabellón patriota en las sabanas de Maturín. Barreto, el heroico hijo de Cumanacoa se hace fuerte en las inmensas llanuras donde es invencible.
            Mientras tanto el Coronel Ribero, se ha ganado su grado heroicamente, siempre al lado de los Libertadores de Oriente; al lado del General Santiago Mariño, gana en cada batalla un jalón, y el último en 1815, en Punta de Piedra, resiste con sólo 150 hombres, la embestida del Sargento Mayor de Dragones Miguel Domínguez, jefe realista que lo derrota con un ejército tres veces superior; entonces se retira hacia Caño Colorado, cae en una emboscada lo hacen prisionero; es traído a Cumaná y mediante un juicio sumario es condenado a muerte.
            En las primeras horas de la mañana de un día lluvioso, el 27 de septiembre, desde el campanario de la capilla de la Venerable Orden Tercera, contigua al Convento de Nuestra Señora de las Aguas Santas, que así es el nombre de la casa mayor de San Francisco, comenzó el repique de campanas; el pueblo había sido convocado para el fusilamiento. Desde Cariaco había llegado toda la familia del Héroe, sumida en profundo dolor y santa impotencia. A Ribero lo trajeron desde el Castillo de San Antonio, en cuyas mazmorras pasó sus últimos días; venía amarrado, escarnecido, pero altivo sin jactancia, lo acompañaba un sacerdote que había abogado por su vida ante el nuevo Gobernador, Don Tomás de Cires, el mismo inaudito individuo que ordenó la demolición de la bella iglesia de la Divina Pastora, y arrasó el próspero barrio de Chiclana. ¿Cómo podía este sujeto tener piedad con el bizarro patriota?
            La plaza de San Francisco que había sido Plaza Mayor, aunque muy importante, ya que se encontraba frente al Convento, que presentaba las huellas del tiempo, era considerado el más importante de la Provincia, era una sábana calichosa usada muchas veces para festejos, la venta de esclavos y otros eventos.
            El Coronel Ribero fue colocado en el centro de la plaza. Un sargento le ordenó que se hincara de rodillas, no quiso hacerlo, pero fue obligado. Rechazó la venda y mirando a sus familiares, amigos y al pueblo, grito con fuerza: ¡Viva Mariño! ¡Viva la Libertad!. Un murmullo recorrió la multitud. El pueblo contuvo el aliento… Ribero estaba allí de rodillas. Por la comisura del labio inferior se le escapaba un hilillo de sangre; sin embargo, se mantenía sereno, con esa serenidad que da el cumplimento del deber. Atento al menor movimiento, sus ojos buscaban a sus seres queridos, y al cruzarlos se llenaba de una dulce alegría. Altivo, tranquilo, de frente al pelotón, atento a los gatillos, tal vez sumido en profunda oración, convencido que al derramar su sangre contribuía con la causa a la cual había dedicado todo. El pelotón de fusilamiento bajo el mando del Coronel Juan de Aldama, estaba preparado. Oyó la orden… Disparen… Recibió la descarga mortal sin un lamento, ni una queja salió de sus labios. Su boca besó la tierra que tanto amó y exhaló su último suspiro.
Cayó hacia delante y luego resbaló lentamente hasta quedar en posición fetal. Tal vez el engreído Aldama, aquel esbirro que azotó públicamente a Doña Leonor Guerra, le dio el tiro de gracia. Los verdugos cumplieron con el mandato, pero ¡oh miserables!, no entregaron el cuerpo a sus deudos, que lo imploraban. El pueblo se tragó sus lágrimas, pero dentro del corazón creció como un árbol la sed de venganza y el deseo de ser libres. La conciencia de una patria distinta y más justa.
            No había terminado la fiesta. Se cumplían expresas órdenes del General Pablo Morillo, que señoreaba victorioso con sus fuerzas infinitas, y que pretendía amedrentar a los patriotas orientales; y por ello y por escarmiento, el cuerpo del Coronel Ribero fue descuartizado y sus restos exhibidos en Cumaná, Cariaco y otros pueblos vecinos. Durante mucho tiempo el cráneo del egregio soldado sirvió como bronce para el recuerdo de su inmortalidad.
1816.- El 20 de marzo de 1816 se hace a la vela en el puerto de Acquin a 12 leguas E.N.E. de los Cayos de San Luis, la escuadrilla gobernada por el marino Luis Brión, rico armador de Curaçao a quien Bolívar le concedió el nombramiento de Almirante. Siete goletas componían la escuadra: la Bolívar que hizo de capitana y la mandaba el Capitán de Fragata Renato Beluche; La Mariño comandada por Tomás Dubouillé; la Constitución, la Piar, la Brión, la Félix y la Conejo, regidas respectivamente por los tenientes de navío Juan Morue, J. Pinell, Antonio Rosales, Bernardo Ferrero y Carlos N. Lominé. Con parque suficiente vinieron en la expedición cuatro generales, catorce coroneles, veintidós comandantes, once mayores, cuarenta y dos capitanes, veintiocho tenientes, quince subtenientes, diecisiete aspirantes, once empleados civiles, y con los demás el total no excedía los 250 hombres. Con Bolívar, pues, venían además de los capitanes de buques ya nombrados Mariño, Piar, MacGregor, Manuel Valdés, Francisco Antonio Zea, Pedro Briceño Méndez, Carlos Soublette, N. Ducoudray-Holstein, Pedro León Torres, José Antonio Anzoátegui, Bartolomé Salom, Justo Briceño, N. Bisel,          
Francisco de Paula Vélez, Miguel Borrás, José Antonio Raposo, Francisco de Paula Alcántara, Francisco Piñango, Agustín Gustavo Villarret, Bruno del Rosario Torres, Francisco José del Rosario Torres, Julián Montes de Oca, José Ucrós, Teodoro Figueredo, Pedro María Freites, Felipe Mauricio Martín, Manuel M. Quintero, José Ignacio Pulido, José Gabriel Lugo, Juan Manuel Manzo, Ambrosio Plaza, Mariano Cancino, Judas Tadeo Piñango,   
Sebastián Boé (o Boquier), Vicente Landaeta, Dr. Diego B. Urbaneja, Miguel Marconiss, Ricardo Meza, Enrique Domínguez, Jerónimo Pompa, Juan Antonio Gutiérrez, N. Araos, Hilario Ibarra, Jacobo Kreidlein, Pedro Martínez Aldao, José Martínez Lozano, Jorge Meleán, Jenaro Montebrune, José Montes, Cosme Damián Quintero, Juan Santana, Alejandro A. Urueta, Miguel Ustáriz, Lope María Buroz, Francisco Vélez, Mauricio Encinoso, Narciso Gonell, Pedro González, Pedro Alcántara Herrán, José María Flores, Juan Bosa, Juan Muñoz, Manuel Martínez, Joaquin Gamero, Francisco Martínez, Pedro Romero,         

Nota. - Tavera Acosta, continúa narrando La Expedición, y agrega: “Frente a las Costas de Puerto Rico, celebran los expedicionarios el aniversario del 19 de abril, empavesándose las naves y saludando con salva de artillería y fusilería.  El 2 de mayo, en Los Frailes, ya en aguas venezolanas, se avistan dos buques españoles, que cruzan las costas norte de Margarita. Son el bergantín “Intrépido” y la goleta “Rita”. El Libertador ordena que “La Bolívar”, donde Él viene con Brión y otros, y la goleta “Constitución”, ataquen al bergantín; y que la goleta “Mariño”, “Júpiter” y “Conejo”, carguen sobre la Rita. 

Bolívar con Arismendi a su lado, obtuvo la victoria, aumentó sus fuerzas con estas dos naves y desembarcó triunfante en Margarita. Las fuerzas españolas abandonan la isla.

El Libertador desde Santa Ana del Norte, convoca una junta de guerra a la cual concurren, de Margarita: Arismendi, Francisco Esteban Gómez, José Joaquin Maneiro, Policarpo Mata, Pablo Ruiz Méndez, Francisco Sánchez y Francisco Morales; y de los Expedicionarios: Mariño, Piar, MacGregor, Zea, Manuel Valdés, Pedro María Freites, Luis Ducoudray-Holstein, Carlos Soublette, Sebastián Boé, Pedro Chipia, Miguel Marconi, Vicente Landaeta, y Pedro Briceño Méndez.  Quién actúo de Secretario. Tal Asamblea reconoció al Libertador como Jefe Supremo

         1816.- Bolívar decreta en Carúpano arriba la abolición de la esclavitud, el 2 de junio de 1816.

Nota. - Decreto del Libertador sobre la libertad de los esclavos. República de Venezuela. Simón Bolívar. Jefe Supremo y Capitán General de los ejércitos de Venezuela y Nueva Granada. A los habitantes de Río Caribe, Carúpano y  Cariaco. Salud.

Considerando que la justicia, la política y la Patria reclaman imperiosamente los derechos imprescindibles de la naturaleza, he venido en decretar, como decreto, la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo el yugo español en los tres siglos pasados. Considerando que la República necesita de los servicios de todos sus hijos, tenemos que imponer a los nuevos ciudadanos las condiciones siguientes: Artículo primero. Todo hombre robusto, desde la edad de catorce hasta los sesenta años se presentarán en la parroquia de su Distrito a alistarse en las banderas de Venezuela, veinticuatro horas después de publicado el presente decreto.
Artículo segundo. Los ancianos, las mujeres, los niños y los inválidos, quedarán eximidos desde ahora para siempre del servicio militar: como igualmente del servicio doméstico y campestre en que estaban antes empleados a beneficio de sus señores.

Artículo tercero. El nuevo ciudadano que rehúse tomar las armas para cumplir con el sagrado deber de defender su libertad quedará sujeto a la servidumbre, no solo él, sino también sus hijos menores de catorce años, su mujer y sus padres ancianos.

Artículo cuarto. Los parientes de los militares empleados en el ejército libertador gozarán de los derechos de Ciudadanos y de la libertad absoluta que le concede este Decreto a nombre de la República de Venezuela.

El presente reglamento tendrá fuerza de ley y será fielmente cumplido por las Autoridades Republicanas de Río Caribe, Carúpano y Cariaco.

Dado en el Cuartel General de Carúpano, a 2 de junio de 1816.


Tavera Acosta hace varios comentarios sobre este importante decreto, dice: “El siguiente día, 2 de junio, dicta un decreto anunciando que quedaban libres todos los esclavos que tomasen armas en defensa de la patria. A tal disposición exigida por Petión a Bolívar en Haití, corresponde un escaso centenar de los que por allí moran bajo la dependencia de los navarro y otras familias patriotas, que todo lo ofrendaron en aras de la causa”.

El 21 de junio dicta otro decreto: “Notándose la renuencia de los habitantes de Carúpano Arriba para servir a la República, y que lejos de contribuir al restablecimiento de la libertad de su país, se alistan voluntariamente en las banderas de los tiranos españoles, y cooperan de un modo el más activo a nuestra destrucción, sin que hasta ahora ninguno haya tomado las armas bajo las nuestras, a pesar de las muchas convocatorias con que han sido llamados por espacio de veintiún días, he venido a decretar, como por la presente decreto: 

Art.. 1.- Por la última vez se invita a los habitantes de Carúpano Arriba, para que se restituyan a sus casas, presentándose en este Cuartel General dentro del término preciso de veinticuatro horas, que se darán por cumplidas mañana a las dos de la tarde.
Art. 2.- El cortijo o guarida de Carúpano Arriba, será quemado, y destruido absolutamente, con cuanto pertenezca a sus habitantes, dos horas después de haberse cumplido el término  que se señala, sin que jamás pueda ser reedificado, si no cumplieren con el tenor de este Decreto.
Publíquese por bando y fíjese en los lugares más públicos, para que llegue a noticia de todos. 

Aunque Tavera dice que el pueblo de Carúpano no respondió al llamado, ni le importó la amenaza; pero todo hace pensar que el Libertador obtuvo la respuesta adecuada, y salió de Carúpano reafirmado, en Junta de Guerra, en su jefatura, con una flota de guerra y un ejército organizado de 800 hombres bien pertrechados, distribuidos así: Artillería, al mando de Salón; Infantería de Honor, regida por Anzoátegui; Cazadores, por Justo Briceño; 3l batallón “Girardot”, bajo el mando del comandante Francisco de Paula Vélez; el batallón “Vencedores en Araure”, bajo el mando del coronel Pedro León Torres; el batallón “Cumaná”, a cargo del comandante Miguel Borras; el batallón “Guiria”, bajo el mando del comandante José Antonio Raposo: el batallón “Soberbios Dragones”, bajo el mando del comandante Francisco de Paula Alcántara; y la Caballería, bajo el mando del comandante Teodoro Figueredo.

El 30 de junio, dejando a cargo de la plaza al coronel Brise y al coronel Antonio Acosta, con un esquife para la vigilancia en el puerto, el Libertador se embarca en quince naves la mayor parte capturadas en el combate del puerto de Carúpano, con rumbo a Ocumare de la Costa, desde donde iniciaría la reconquista.

Después de la salida del Libertador de Carúpano, las fuerzas de Tomas de Cires ocupan la ciudad, pero también Mariño y Piar, consolidaban sus fuerzas y se mantenían vigilantes en el resto de la provincia
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1816.- Al saberse en Cumaná la invasión de Bolívar, el gobernador de la provincia don Tomás de Cires, le salió al encuentro y lo derrotó en La Esmeralda, el 3 de junio de 1816.

1816.- En Carlos López es derrotado Mariño el 10 de junio de 1816.

1816.- Mariño enviado por Bolívar con la goleta “Diana” y cuatro flecheras al mando del marino Domingo Román, se posesionan de Guiria, al propio tiempo que Piar invade a Maturín por el puerto de Río San Juan, el 16 de junio de 1816.

1816.- El Comandante Francisco de Paula Alcántara es derrotado a media legua de Carúpano por Don Tomás de Cires, volviéndose casi solo a la citada población, el 19 de junio de 1816.

1816.- Don Tomas de Cires toma posesión en las cercanías de Carúpano e incendia sus alrededores el 20 de junio de

Nota.- Tomás de Cires no derrota a Bolívar, son avanzadas, diversiones en términos militares, que salen al encuentro del enemigo y luego regresan a sus bases. Los generales victoriosos no incendian las ciudades que van a invadir.  

Estas escaramuzas fueron fríamente calculadas para dividir las fuerzas españolas y liberar todo el territorio de la Provincia, para lo cual salieron Mariño y Piar al frente de sus batallones.

Tavera Acosta tiene otra versión, dice: “A todo esto el gobernador de la Provincia brigadier Tomás de Cires, que ya tiene conocimientos del arribo de los expedicionarios se mueve de Cumaná el día 3 marchando lentamente con los batallones Barbastro y Dragones de la Unión, a los cuales incorpora los batallones “Clarines” y “Reina Isabel”, cuyas compañías hacen las guarniciones de Cariaco, Carúpano y Río Caribe. El 11 se hallan situados sus avanzadas en Casanay y la Esmeralda. El 13 derrota en este punto al comandante Alcántara y más tarde el 19, en Cariaquito; y así mismo Macario Martínez sorprende en San José a Galindo, quien derrotado, se incorpora a Alcántara, por cuyas circunstancias son ambos sometidos a juicio.

            Las fuerzas de Cires montan a unas mil plazas, pero el brigadier no activa sus operaciones, acaso en espera de la escuadrilla que debe obrar en combinación por el norte, mientras el ataca por el sur. Tal lentitud salva evidentemente al Libertador, quien se encuentra con graves inconvenientes, no solo por la escasez de hombres para aumentar sus tropas, sino también por la falta de recursos de boca. Sin embargo es digno de notarse el extraordinario esfuerzo que hace Carúpano al ofrecer en tan cortos días un cuerpo de 300 hombres.
     
Puede ser como lo cuenta Tavera, sin embargo, conociendo las estrategias de Bolívar, el resultado de la expedición, el tiempo que pasó en Carúpano -30 días-, más bien creo que el Libertador, que tenía todas las ventajas dentro de esa ciudad, su Cuartel General, trató de atraer al Brigadier, a una derrota segura dentro de sus límites; y esto queda demostrado con los arbitrios de que dispuso para formar el Consejo de Guerra, y la forma y modo como organizó su ejército que, además del respaldo de los mejores jefes patriotas,  los que estaban con él y los  que se congregaban en diversas partes de oriente para seguirlo –Arismendi, Monagas, Zaraza y otros; y su salida airosa con su flota empavesada para la campaña del centro. Bolívar era impredecible, pero siempre obtenía ventajas que otros jefes ni soñaban.

1816.- Se reúne en Carúpano una Asamblea Popular presidida por el Lic. Diego Bautista Urbaneja,  en la cual se reconoció a Bolívar como Jefe Supremo y se pidió que el gobierno de la Republica fuese uno y central, el 28 de junio de 1816.

Nota.- Volviendo a Tavera, que por carupanero y sabio, dice muchas verdades, veamos:

“Resuelta, al fin, la evacuación de Carúpano, hace el Libertador, a imitación de lo de Santa Ana del Norte, reunir una asamblea o junta de guerra. Es de sentirse no haber encontrado documento alguno que nos indicara las personas concurrentes a ella. Tal Asamblea se reunió el 28 de junio bajo la presidencia del Lcdo. Diego Bautista Urbaneja y es fácil pensar que asistieron los jefes y oficiales que allí se encontraban. En esa junta se reconoce otra vez a Bolívar con el carácter de Jefe Supremo de la República y se declara que el gobierno es uno y central”. 

Por nuestra parte creemos, estamos seguros, que el pueblo patriota de Carúpano, después de convivir con él todo ese mes, asistió a este evento, porque Bolívar era venerado por todo el pueblo patriota de Venezuela, y a su paso eran muchos los que caían de rodillas y rezaban por él. Él encarnaba el espíritu de la Libertad.   


1816.- Bolívar se embarca en Carúpano para Ocumare el 1º de julio.

La joven Leonor Guerra, de familia patriota, fue montada sobre un burro y pasada por las calles de Cumaná, dándosele 200 azotes en las espaldas desnudas, de cuyas resultas murió. Esta crueldad fue mandada a ejecutar de orden del coronel Aldama, Gobernador interino de la provincia.

Nota.- Yo dramatice este episodio que escuche muchas veces en las tertulias de mi padre en la puerta de la casa de San Francisco, veamos: 

El heroico pueblo de Cumaná, desde su fundación hasta nuestros días, ha sufrido terribles catástrofes naturales y martirios incontables. Tal vez los de esta generación no tienen una percepción de estos sufrimientos.
Vinieron las luchas por la independencia, y durante 11 años, sufrimos el asedio de las tropas libertadoras y la revancha de las realistas, que se turnaban y ensañaban sobre nuestro pueblo que hacía pródigos de valor en indescriptibles actos de entrega y heroísmo, de tal suerte que Cumaná fue llamada “Cartago de América”,  derramó ríos de sangre cuando los cuchillos de Boves  descuartizaron  niños, mujeres y ancianos, refugiados en las iglesias. Más tarde, las luchas entre liberales y conservadores, y después entre federales y oligarcas, que también montaron sitio a la ciudad “Marinera y Mariscala”. Esta larga historia de 500 años de lucha incesante, ha producido una raza de hombres y mujeres de temple  que es orgullo de Venezuela y de América.

De esta raza mestiza y fuerte es Leonor Guerra, la heroína cumanesa, ideal de la mujer venezolana, cuya valentía la llevó al martirio y a  la muerte.

  Cuando el General Don Pablo Morillo, llega a Cumaná en 1815, al frente de 10.000 hombres, la más poderosa expedición que España envió a las cotas americanas, con el fin de “aliviar” los tormentos que causaron Antoñanzas, Cervériz, La Hoz, Zuazola,  Boves, y  estaba de Gobernador y Capitán General, el inefable Don Gaspar Miguel de Salaverría,  que resultó un tirano de la peor calaña.

Los cumaneses, ante las promesas del Conde de Cartagena, aunque estaban curados de “buenas intenciones” de paz, bondades y clemencia, esperaron de Morillo, un mejor trato, en efecto, en principio destituyó a Salaverría y nombró en su lugar a Don Juan de Cini; también destituyó al Comandante General de la Guarnición de Cumaná y nombró en su lugar a Don Juan Bautista Prado, que luego fue Presidente de la Audiencia de Caracas. En ese mismo año de 1815, al Rey no le gustaron los cambios que hizo Morillo, y designo a Don Tomás de Cires, famoso por haber destruido las iglesias de Cumaná y Cumanacoa; y este a su vez nombró al bárbaro de Juan de Aldama, en sustitución de Prado.

A Morillo no le fue nada bien en sus campañas contra  los patriotas; por todas partes y sobre todo  en la provincia de Nueva Andalucía, se armaron guerrillas: en Paria, el coronel  José Ribero, derrotó varias veces a las guarniciones de Güiria, Irapa y Yaguaraparo, hasta el punto, que el mismo Cini, tuvo que salir en persecución del valiente Ribero. En los valles de Cumanacoa, se destacaba el coronel José Inocencio Villarroel, que con bastante éxito y singular bravura, derrotó a los españoles en varias acciones. En las llanuras de Maturín y Guayana, estaban los coroneles Jesús Barreto, Andrés Rojas, los  Monagas, Zaraza y Sedeño. Esos héroes dividieron el ejército de  Morillo y lo mantenían en permanente zozobra. Los jefes españoles estaban desesperados a pesar de tener las riendas del poder en las dos provincias: Nueva Andalucía y Venezuela.

En Cumaná, a pesar de la “paz romana” el pueblo liberal se burlaba de los españoles y una de las damas más distinguidas y apreciadas de  la ciudad, Doña Leonor Guerra, usaba la banda azul, y cantaba una cuarteta que hería el sentimiento y orgullo de los españoles.

Las cintas azules
Son el estribillo
Que viva la Patria
Que muera Morillo


Al parecer fue denunciada por algún confidente, ante las autoridades policiales, tal vez ante el propio  Don Tomás de Cires, hombre prepotente, vengativo, arribista, altanero y criminal; y este le ordenó al Coronel Juan Aldama,  de similar  catadura, que apresara a la dama y le impusiera ejemplar castigo: el cobarde Aldama, no lo pensó dos veces, con un piquete de soldados, a la hora en que Sevilla va a la misa,  esperó que la dama saliera, como lo hacía todos los días, por ser muy devota de la Virgen de la Soledad,  venerada en esos tiempos por nuestro pueblo, en el Convento de San Francisco. Violentamente salió Aldama con su piquete, al paso de la dama, y la aprendieron; la sujetaron entre varios, ella trató de defenderse,  pero la fuerza de varios sicarios la contuvo: la maniataron y amordazaron para que no pudiera pedir auxilio, que sin duda le hubiesen prestado los vecinos; y la arrastraron hasta su casa que estaba muy cerca en el propio barrio. Allí convocaron a sus vecinas, y las obligaron a presenciar la vejación que le inferían. La desnudaron hasta la cintura, la sacaron a latigazos, la subieron a un borrico, preparado al efecto, ya sin fuerzas para defenderse;  le pusieron una coroza, que es un capirote burlesco de papel engrudado, como de un metro de alto,  de figura cónica, que se le ponía en la cabeza  a los delincuentes, con figuras alusivas al delito, y que ya tenían preparada para adornar el martirio.

El paso del borrico era lento y los latigazos rápidos. Sus amigas y familiares lloraban a su paso. Dos hombres se turnaban para castigarla, casi no había espacio entre uno y otro latigazo. El borrico se detenía asustado y uno de los esbirros lo halaba para obligarlo. Otro daba voces, otros empujaban. Todo era un verdadero infierno para  Doña Leonor; ella delicada y suplicante, bañada en sangre, cual un lirio blanco caído en el barro,  se dejó llevar en silencio, mientras los verdugos, tapadas las caras con antifaces grotescos, esgrimían el látigo y arrancaban jirones de  carne de la virgen martirizada; y cada vez que la golpeaban un murmullo de angustia brotaba de la procesión que se formaba tras el macabro cortejo. Lastimeros ayes de dolor se escuchaban de los corazones de sus familiares y amigos, pero de ella ni un solo quejido sacaron los verdugos. Ya desfallecía sin quebrar su espíritu, cuando llegó la orden del coronel Juan Aldama de duplicar el castigo en seis de las esquinas más concurridas de la ciudad. La sangre de la mártir bañaba las piedras de la calle, sus vestidos empapados, y hechos jirones, caían a pedazo y el pueblo los recogía y guardaba piadosamente. Leonor alucinaba, en una esquina  pidió agua a una mujer que trató de aliviarla y se atrevió a limpiarle el rostro;  en respuesta los verdugos arreciaron el castigo y la sangre brotó como un manantial, la ropa que le cubría las piernas cedieron y Leonor quedo desnuda ante la mirada hiriente, como espadas, de sus verdugos. Algunas personas bondadosas trataron de cubrirla, pero los esbirros más bien arrancaron con sus manos lo que quedaba de sus vestiduras. Su cuerpo flagelado se dobló sobre el borrico, el látigo inclemente continuaba su obra, cada vez  con mayor ensañamiento  en cada una de las partes vulnerables del cuerpo  de la digna mujer, hasta hacerla insensible.  Ahora, inmune al dolor,  se levantaba como una deidad, el cuerpo erguido, movió la cabeza con fuerza, la cabellera empapada en sangre se desbordó cubriendo su espalda y sus pechos; sus ojos retadores buscaron la mirada de los esbirros, que retrocedieron espantados;  un sentimiento de desprecio la poseía, levantó la cabeza y apretado los labios contuvo el dolor, y con un esfuerzo inaudito, grito: ¡Viva La Patria! ¡Viva la Patria!... y cayó del borrico sin fuerzas… El pueblo enardecido gritó con ella ¡Viva la Patria!.. Perdieron el temor y se acercaron amenazantes a los esbirros, que huyeron despavoridos.
Varias personas recogieron el cuerpo mancillado de Leonor Guerra, y lo llevaron a su casa, pero casi enseguida llegó un piquete de soldados a cuyo frente estaba el coronel Juan Romualdo Aldama, el cual ordenó a los soldados que presentaran el cuerpo de Leonor Guerra en el balcón de la casa para que el pueblo  lo viera, y supieran como iban a proceder con las otras mujeres que se atrevieran a ofender a los españoles. El pueblo retrocedió horrorizado, no se atrevieron a mirar a aquella mujer que veneraban y que ya era su bandera. 
   Leonor Guerra, herida en lo más profundo de su ser, de sus creencias, de su patriotismo y  su honor, ordenó cerrar las puertas de su casa y no salió más; no comió ni bebió nada, no aceptó ningún medicamento y se abandonó en los brazos de la Virgen de la Soledad, hasta morir.

No quiso escuchar a nadie, no admitió sino la compañía de sus familiares más allegados. Por más que insistieron sus vecinos, no claudicó en su decisión, dejó llegar el día y la hora para que su muerte se convirtiera en bandera de la revolución; no podía permitir que su martirio fuese solo un pasaje de la historia de la tiranía, solo una fiesta de los esclavizadores de su pueblo, no podía permitir que pasara como un pequeño castigo al pueblo insubordinado. No, su muerte debía ser como una resurrección, como la muerte de Jesús, que su espíritu heroico se elevara en majestad y gloria, para esa generación y para todas las generaciones. Como un castigo para los sacrílegos, los cobardes, los torturadores, los impíos; pero también, como una bandera para los pueblos libres, para los héroes, para los que siempre están alertas, vigilantes, ante los tiranos. 
En la puerta de la casa de Leonor Guerra se reunieron los vecinos a rezar por ella, a cantar Salmos a la Virgen de la Soledad; allí levantaron un altar y la honraron  todos los días durante muchos años;  allí se turnaron sus familiares y amigos  en silencio, guardando respeto y el recato que exigía  la dignísima mujer, que así ofrendaba la vida por la libertad de su pueblo.
Leonor Guerra murió a los pocos días del dramático martirio; sus restos mortales fueron llevados por todo el pueblo de Cumaná hasta el camposanto de Quetepe, donde reposan para siempre; pero su espíritu   vive y se manifiesta en todas las mujeres indomables del pueblo de Cumaná. 

1816.- Doña Micaela Brito de Machado, Doña Clara Pereira de Vetancourt, Doña Micaela Mejía de Sucre, Cesárea Sánchez, Teresa Prada y Ana Josefa Peñalosa de Núñez, fueron las ilustres matronas en quienes Aldama y sus feroces tenientes descargaron toda su iniquidad, reduciéndolas a inmundo calabozo, sin luz, sin comunicación y hasta sin alimento durante cuatro días, a fin de los cuales se les embarcó para la Guaira en confinación a San Fernando de Apure, a donde una que otra pudo llegar, quedándose las demás en el tránsito
y en Calabozo, sin recursos, casi desnudas, sin amparo, en fin, abandonadas a la suerte, merced a algunas personas generosas que les extendieron sus manos. Señora hubo que llevaba en sus brazos a pie, el tierno hijo en lactancia –Clara Pereira- otras adelantadamente grávidas, algunas de avanzada edad y todas tristes y acribilladas por el dolor. No faltando también entre ellas quien derramara sus lágrimas al recordar la desastrosa muerte de su esposo, dada por los españoles cinco días antes de su confinación. 1816.

Nota. - 1) Mi padre, Marco Tulio Badaracco, en un discurso, en el centenario de Ayacucho, dijo ¿Se niega acaso que también la mujer tuvo su contribución de heroísmo y de sacrificios en la contienda libertaria?  ¿Cuántas de ellas dieron ejemplo  de amor tal a la Patria  naciente que no temieron ni el deshonor  ni el martirio en holocausto a la Independencia?  ¿Para qué citar nombres?  ¿No viven en la memoria de todo buen ciudadano  o se levantan en el culto americano las figuras  ilustras  de Luisa Cáceres de  Arismendi, Policarpa Salavarieta, Teresa Salcedo de Márquez  y las mil anónimas  de nobles hazañas ignotas de un extremo a otro del Continente, que en seno mismo de hogar  acariciaron y mantuvieron vívido el ideal patrio? ¿Por qué se omite, pues,  y no se le brinda oportunidad a la mujer en esta hora propicia del Centenario de Ayacucho?

2) En su libro “Heroínas Sucrenses” Arquímedes Román, Cronista de Marigüitar, agrega a Carmen Mercié, patriota protestataria,  que muere en la Plaza de San Francisco, ante el pelotón de fusilamiento, al interponerse para evitar el fusilamiento de su primo Francisco José Mercié. Incluye el perfil biográfico de muchas heroínas, tales son: Carmen Ramírez de Romero, Concepción Mariño, las hermanas del Mariscal, Josefa Joaquina Sánchez Bastidas, Leonor Fontaura, Luisa Arambide, Maria Francisca Barreto, Leonor Guerra, Maria Petronila y María del Rosario Espín, Margarita Figuera, Marta Cumbale, y Ramona Alvarino. 

1816.- Reconocido Bolívar como jefe de la revolución por todos sus compañeros, menos por Aury, Mariano Montilla, José Francisco Bermúdez, que opinaron porque la dirección de la guerra se confiase a una junta de tres o cinco individuos, emprendió Bolívar su expedición del puerto de Acquin, el 20 de marzo, y de la cual ya se ha hablado. Al partir Bolívar les manifestó a las autoridades del lugar que los buques que no lo seguían no debían salir de los Cayos; y Petión, Presidente de Haití, cuidó de que se cumplieran estas órdenes. Viéndose Bermúdez en tierra, dirigiose a Petión impetrando sus favores, alegando que él no podía quedar en la inacción y condenado al olvido por resentimientos personales. Habló con tal género de pasión por la libertad de Costa firme, que Petión le ofreció su cooperación. Pudo, pues, Bermúdez salir de los Cayos el 9 de junio, siguió las aguas a Bolívar, haciendo rumbo a la Isla de Margarita, a donde llegó a las 11 de la noche del día 29 del mismo junio. Al día siguiente cuando trató de desembarcar, recibió una comunicación de Arismendi negándole la entrada por orden que le había dejado el Libertador. Entonces Bermúdez busco a Carúpano donde estaba Bolívar para exigirle que lo dejase desembarcar. En la travesía el corsario Félix, al mando de Lominé le notificó estar evacuando Carúpano y que la expedición de Bolívar había seguido para Ocumare. Resolvió Bermúdez trasladarse al Félix con sus compañeros Manuel Isaba y Patricio Rubio, con el fin de seguir a Ocumare, donde al llegar le pasó una comunicación a Bolívar suplicándole ir a tierra para tomar parte en la campaña; pero Bolívar no consintió en ello y el corsario Félix salió a cruzar las aguas llevándose a Bermúdez y sus compañeros. Después de algunos días recaló a Bonaire encontrando allí a Bolívar que acababa de llegar derrotado de Ocumare. Bolívar y Bermúdez no se vieron aunque Brión empleó sus buenos oficios de amistad con uno y otro. Salió luego Bolívar en el “Indio Libre” con dirección a Guiria, y Bermúdez logró embarcarse en la goleta de Antonio Rosales que siguió al miso punto. Casi un mes duró la travesía de Bonaire a Guiria donde llegó el Libertador el 16 de agosto por la tarde. Dos horas antes había llegado Bermúdez, quien ofendido, exasperado, pensó en desconocer al Libertador; y en efecto, a los gritos de ¡Abajo Bolívar! Y vivan Mariño y Bermúdez, éste montado en cólera tiró la espada contra Bolívar, pero detuviéronle el coronel Manuel Isaba y el licenciado Gaspar Marcano, en tanto que el Libertador pasando por el medio de los amotinados, y comprendiendo que su presencia en aquella villa podía ser motivo de una guerra civil salió para los Cayos, pero Bermúdez lo persiguió hasta el embarcadero y exigió al capitán de la embarcación que se lo entregase, y fue menester otra vez la intervención de los amigos para cortar una cuestión de suyo grave y delicada. 22 de agosto de 1816.

Nota.- En relación con estos episodios, contados con tanto realismo, no podemos opinar, ya que  el Dr. José Mercedes Gómez, Cronista Oficial de Cumaná, a pesar de que reconoce las desavenencias entre los dos libertadores, prácticamente desconoce estos eventos o no cree en ellos, como podemos observar en su obra biográfica, “José Francisco Bermúdez General en Jefe de los Ejecitos de Colombia”, cuando hace su relación del año 1816.           
Sin embargo, conocemos la anécdota de su reconciliación en Barcelona, veamos; en 1817, el General en Jefe Santiago Mariño, con un ejército poderoso, unido a Bermúdez y con Sucre como Jefe del Estado Mayor, se acerca a Cumana.  Bolívar está en Barcelona desde el 1º de enero, asediado por   los españoles bajo el mando del competente coronel español Juan Aldama, que no se andaba con chiquitas, y ya saboreaba la vitoria por la posible derrota de Bolívar, al que duplicaba en fuerzas. Entonces el Libertador, que siempre guardaba una baraja en la manga, creyendo en el patriotismo de los jefes orientales, acude a Mariño, le escribe, y para atraerlo le ofrece dos cosas que necesitaba el gran jefe margariteño para completar su campaña libertadora: Mando y Municiones.    

            Sin embargo Bolívar, sin esperar respuesta a sus peticiones, enfrenta al detal a las fuerzas españoles, va con todo lo que tiene contra el Brigadier Real, que está a cargo de las defensas de la ciudad, lo ataca por varios frentes sin darle cuartel y lo mantiene a la defensiva, mediante el sistema de ataques de desgaste bien dosificados, suficiente, en la espera providente de Mariño, para batir a los españoles en una batalla decisiva.

            Doy por sabidas las desavenencias entre Bolívar y Bermúdez, hasta el punto de la confrontación en Güiria,  y lo difícil que imaginamos fue para Mariño convencer al Bermúdez que nos pintan los cronistas de la guerra, para que lo acompañara a salvar al Libertador, no sé cuáles fueron los argumentos que utilizo, sin embargo conociendo a Mariño y a Bermúdez, y el alto grado de responsabilidad que caracteriza su carrera, podemos intuir lo que ocurrió al recibir el SOS del Libertador, pero no lo vamos a decir en esta anécdota.

            Lo que si vamos a decir es lo que les ocurrió a los españoles cuando supieron la cercanía de las fuerzas de Mariño a Guanta, simplemente abandonaron la plaza.  El coronel Juan Aldama, en vista de la endeble oposición de las fuerzas del comandante Real en Guanta, donde fue materialmente arrollado el ejército español, ordenó abandonar la plaza, de Barcelona, liberando al Libertador del cerco mortal que habia impuesto, con el agravante de que al Libertador ya no le quedaban recursos para la defensa de su ejército. Las condiciones en que se encontraba el ejército libertador, cuando entraron las fuerzas de Mariño, no daban para soportar ni una hora más… y solo les quedaba la rendición honorable y una muerte segura.

            Entonces Bolívar, libre del cerco y dueño otra vez de la ciudad, sale con todos sus oficiales a recibir a los jefes orientales, entre los cuales se distingue Bermúdez, por el porte imponente de aquel guerrero y la majestad que emanaba de su personalidad. Bolívar, conjuntamente con sus oficiales, los reciben y saludan cortésmente a los guerreros que arriesgaron sus vidas para salvarlos, que corrieron sin descanso tantas leguas que los separaban del teatro de las operaciones, pero cuando le toca abrazar a Bermúdez, y sintió los poderosos brazos de aquel gigante sobre su cuerpo, soltó las palabra que inmortalizaron y santificaron para siempre aquel momento: “Sois el Libertador del Libertador”.

            Bermúdez recibió aquellas palabras en silencio, como un bautismo, una renovación. Guardó silencio, pero en su corazón ardió y una nueva luz, se abrió a sus ojos de patriota y mártir de un nuevo destino.

Desde ese momento cambió por completo la conducta de Bermúdez hacia el hijo providente de la Patria; pasa a la historia orgulloso de su nuevo destino como “Libertador del Libertador”, y se dispuso a seguir las huellas del profeta de la libertad, aunque en ello le fuese la vida.  

1816.- Cuando las apacibles brisas del Golfo Triste llevaron al apartado retiro de Sucre, en la isla de Trinidad, la noticia de que el Libertador con su expedición de Los Callos había arribado a Carúpano e invadido la costa de Paria, se apresuró a incorporarse a sus compañeros de armas; y en efecto, en una piragua que consiguió al acaso, en medio de la oscuridad de la noche se embarcó junto con el general Francisco Cedeño, Don Manuel Antonio Pereira, Don José María Márquez, su padre Don Vicente de Sucre y familia, Doña María Guerra de Sánchez e hija, la niña Petra Guerra, y otras personas. Navegaban con rumbo al islote de Chacachacare y cuando habían logrado felizmente a las Bocas de Navíos, como a las tres de la mañana, presentáronse grandes bisontes del Noroeste, que hicieron zozobrar a la piragua, cayendo todos, tripulación y pasajeros, en el Océano. Los náufragos, asidos del casco del bajel, hacían esfuerzos por ganar la orilla. En tan conflictivos momentos, Sucre confiado en habilidad de nadador, se separó de la embarcación al ver el riesgo que corría su vida, sin tener en cuenta la violencia de las corrientes, las cuales lo arrastraron hacia el Norte de las Bocas del Dragón, a media legua de la costa, tropezándose con un remo de la misma piragua y apoyándose en él logró sostenerse a flote.
Al amanecer puso asirse de un baúl que flotaba sobre las olas y era del señor Márquez su tío político. Desembarazándose de los pantalones, ató con ellos el remo en una de las argollas que tenía el mueble en los costados y se puso a remar con dirección a tierra. Empeño inútil; ¡solo a la providencia le era dado salvarle! Cuando sintió agotadas sus fuerzas, desengañado y sin esperanzas de vida, se dejó llevar fiado en Dios, por el empuje de las olas. A Sucre y demás pasajeros los esperaba en Chacachacare Francisco Javier Gómez, quien debía servirles de guía para tomar el camino de Guirima, que era una hacienda de la madre del General Mariño en Chacachacare, pero, habiendo sabido por unos pescadores que habitaban una choza en los extremos del islote, que por la punta de este había una embarcación náufraga, presumió fuera la de los que él esperaba, y dándose a prisa con un moreno de nombre Santiago Calderón en un bote de don Santiago Carrí, encontró a poco de navegar la mayor parte de los náufragos, agarrados a los peñascos de arrecifes que aquellos mares abundan asomados a la superficie de las aguas. Preguntando si habia menos algunos de sus compañeros, le contestó doña Maria Guerra de Sánchez: “Falta mi hija, falta Antonio Sucre y otros más”. Entonces Gómez, prometiéndoles volver pronto en su auxilio, se dirigió hacia el Norte, y a las 8 am. Encontró a Sucre que nadaba sobre el baúl y ahogada la hija de la señora Guerra de Sánchez. Regresó con las víctimas del naufragio a la casa de la señora Concepción Mariño de Sanda, hermana de Mariño, en Chacachacare. El júbilo que produjo la salvación de Sucre se trocó al instante en profundo duelo a la vista del cadáver de la niña y saberse que el señor Márquez, tío político de Sucre, había también perecido. Sucre sin reponerse completamente del cansancio, se embarcó al día siguiente en el sitio de La Tinta, dirigiéndose al cuartel general de Mariño, a la sazón en Guiria, donde se hizo cargo del mando del batallón “Colombia” compuesto de orientales y que más tarde se hizo célebre en la defensa de la independencia. Agosto de 1816.     

Nota. - Mi padre, Marco Tulio, lo cuenta poéticamente, veamos: “Para el año 16, viniendo de Trinidad, naufraga sobre el piélago del Paria, y a punto estuvo de que pereciera con él en las furiosas Bocas del Dragón colombino el soldado que dio a nuestra guerra libertadora el toque de excelencia, el ejemplo más asombroso de serenidad en el vaivén de la tormenta y de piedad humana en la llamarada sangrienta de las pasiones. Cual nuevo Cesar sobre liviano esquife prueba fortuna y se salva, se salva para bien de la humanidad, porque es a él, a su magnanimidad mil veces puesto a prueba, a quien se debe la primera palabra de perdón en Trujillo y quien va a fijar luego la capitulación de Ayacucho que es albura de ala sobre negror de garra.
Sin embargo, sin negar la proeza del héroe según la respetable opinión de Don Laureano Villanueva, Sucre fue recogido exánime cerca de Guiria  por Francisco Javier Gómez y Santiago Calderón,  enviados a socorrerlo, y conducido  al campamento de Mariño, fue recibido por sus antiguos compañeros  con vivas demostraciones de alegría.

 No tenemos otros elementos de convicción que podamos aportar a estos sucesos.

1816.- Piar, que habia venido con una división del interior de la provincia, se sitúa en la sabana de Bordones para atacar a Cumaná; pero desiste de su intento para marchar a Barcelona por llamamiento de MacGregor, entrando en aquella ciudad el 25 de setiembre de 1816.

Nota. -  Es necesario hacer un paneo de la situación de la guerra para llegar a este punto. En este año se juntan las fuerzas dispersas bajo el mando de  Mariño, con los coroneles Sucre, Jefe de Estado mayor, y Montes, Valdés, Armario, contando con el apoyo de Arismendi, desde Margarita, con su flota bajo el mando del Capitán de Navío Antonio Díaz. Piar, en conocimiento de estos hechos, estando acantonado en Maturín, deja a cargo al coronel Jesús Barreto, y vuela a unirse a Mariño, para liberar a Cumaná.

Entre tanto MacGregor, avanzado desde Ocumare, que ha unido las fuerzas de los coroneles: Soublette, Zaraza, Piñango, Salom, se dirige a reunirse en Cabrutica con José Tadeo Monagas, para completar su campaña, entonces vencen en Quebrada Honda, El Alacrán, y el 13 de agosto entran triunfantes en Barcelona, con un ejército victorioso, completando su hazaña, de victoria en victoria, pero se cierne sobre ellos el avance de Morales y Aldama, con fuerza irresistible.

Piar, estrechaba el cerco sobre Cumaná. y estaba a punto de atacar desde los Bordones, cuando reciben la orden de Mariño de pasar a Barcelona y colocarse al frente del ejército por su alto grado militar y consolidar la victoria del ejército Libertador.

1816.- Contra Francisco Jiménez triunfa Mariño en Yaguaraparo el 2 de septiembre, toma a Río Caribe el 3, a Carúpano el 5 y a Cariaco el 10, siguiendo su marcha triunfante sobre Cumaná, acampándose en sus cercanías en la sabana de Catuaro.

Nota.- En otro escenario, en  efecto el Teniente Coronel español Francisco Jiménez, veterano de las huestes de Morillo, después que el Libertador abandonó Carúpano, obedeciendo las órdenes de don Tomás de Cires, que rápidamente entró a la ciudad, ocupa Rio Caribe y Yaguaraparo, pueblo mayoritariamente de españoles, donde se encontraba Mariño, que no estaba preparado para detenerlo, y pasa con sus fuerzas a Irapa; allí, con el apoyo de ese pueblo de patriotas valientes, se hace fuerte, y el 2 de setiembre ataca, con coraje inusitado, al pundonoroso español Francisco Jiménez, y lo derrota olímpicamente en el propio pueblo de españoles de Yaguaraparo.  Mariño, con los mejores capitanes de la Emancipación de Oriente, entre los cuales estaban: Bermúdez, Antonio José Sucre, sus hermanos y los hermanos Isaba Sucre; Valdés, Armario, Olivier Marcano, Fouchet, Betancourt, con una fuerza victoriosa, prosigue su marcha arrolladora sobre Rio Caribe, Carúpano, donde reorganiza sus fuerzas y el gobierno reponiendo a las autoridades patriotas, y luego toma Cariaco y establece su cuartel general en Catuaro.   
  
1816.- Mariño desde su Cuartel General en Catuaro intima la rendición de la Plaza de Cumaná el 18, la ataca el 19 y después de siete horas de pelea y de apoderarse del caserío de los cerritos, barrio de Chiclana, de la Casa Fuerte, tiene que retirarse por escases de pertrechos, a su cuartel el día siguiente, teniendo que sostener un pequeño combate cuando se retiraba, en el Boquerón de Catuaro, el 20 de enero de 1817.

Nota. - En el cuaderno No. 12, escrito de la mano de Sucre como dice Don Vicente Lecuna, nos narra este sitio de Cumaná de 1816.

            “Hallábase Mariño más y más empeñado en estrechar el sitio de Cumaná, cuando los acontecimientos de los pueblos de Barlovento, en especial Carúpano, llamaron seriamente su atención y le obligaron a levantar el campo de Catuaro y marchar con todo el ejército, dejando una pequeña columna  al mando del intrépido coronel Domingo Montes y del teniente coronel Berne con orden de situarse en Cumanacoa y hacer sus incursiones sobre Cumaná. Llegado que fue Mariño a Carúpano  tomó las más activas  y acertadas medidas  para destruir la facción  del indio  Macario Martínez, realista y de prestigio en aquel cantón;  de manera que dentro de pocos días todo quedó realizado y Mariño regresó a su cuartel general  de Catuaro y restableció el sitio con un ejército que no bajaba de 1600 hombres. En seguida, el 17  de enero de 1817 se propuso atacar y atacó Cumaná defendida por el general Juan Bautista Prado; entran por el estrecho o ensenada del Peñón vía del puerto del Barbudo, proponiéndose tomar de paso una casa fuerte bien dispuesta por los españoles, apoyada por 7 buques  mayores y menores y con fuerzas bien ubicadas en el estrecho mencionado. Mariño, al frente del batallón de Cazadores, cargó con tal denuedo e intrepidez contra La Casa Fuerte, que a la hora de combate, los españoles tuvieron que abandonarla  arrojándose al mar  para tomar a nado los buques, porque ya habían cortado los cables  y perdido las anclas. La pérdida de los patriotas en este primer encuentro  fue insignificante comparada con la de los realistas.  Mariño continuó su marcha hacia la plaza haciendo alto  en la capilla de los cerritos como a las diez de la mañana, desde donde atendidas  las formalidades y movimientos  a la usanza de la guerra, dirigió en el acto al gobernador  una nota intimando la rendición de la plaza  y ofreciendo todas las garantías del caso, cuya comunicación fue conducida por el coronel Antonio José de Sucre, acompañado del coronel Juan Carlos Fouchet y el teniente coronel Berne; quienes a los pocos momentos regresaron con la respuesta, cuyo contenido  se reducía a manifestar que, sometido como estaba el Comandante de la Plaza, general Juan Bautista Pardo, a preceptos  del honor  de la carrera de las armas  y obligado a llenar los deberes  que le imponía  su lealtad al rey y las órdenes de su superior, estaba resuelto  a sostener hasta el último trance en la plaza cuya defensa se le había confiado. En tal estado, Mariño  combinó la operación de ataque de esta manera: al general Valdés lo destinó por la izquierda con el batallón de Cazadores a tomar la altura de Aguasanta, al general Bermúdez por la derecha  con una fuerte columna sobre los parapetos del hospital y el propio Mariño con el resto del ejército marchó por el centro hacia el barrio de Chiclana y la fuerte posición de la Tenaza, poniendo en la vanguardia el batallón de Granaderos a las órdenes del coronel Armario. Casi simultáneamente se abrieron los fuegos en los puntos indicados; Mariño ocupó el barrio de Chiclana con poca pérdida y se mantuvo dentro de las trincheras y batería de la Tenaza siempre en tiroteo y en tentativas inútiles y Bermúdez daba repetidas y  atrevidas cargas sobre la línea y centro del hospital, de donde era siempre rechazado, a tiempo que Valdés empeñaba también con denuedo el asalto a la altura de Aguasanta. Ya como a las cuatro de la tarde, después de cuatro horas  de fuego vivísimo, Mariño concibió que fuera temeridad continuar y advertido al mismo tiempo  de que las municiones escaseaban y sin esperanzas de repuesto  en aquellos momentos  dio la orden de cesar el fuego; pero que se conservaran las posiciones que se ocupaba frente al enemigo”. Mariño se dirige a Cariaco y nombra a Sucre, con grado de Coronel, Comandante General de la provincia y Jefe del cuerpo de tropas encargado de contener al ejército realista. 

1817.- El Oficial Francisco Mejía, con el fin de proteger el desembarque de los elementos de guerra que Mariño esperaba por el Golfo de Cariaco, y era perseguido por tres buques realistas, se dirige a Marigüitar y poniéndose allí en expectativa, como observase que desembarcaba la gente de los tres buques enemigos cae de improviso sobre ellos y los derrota, quedando así libre de todo peligro la llegada del parque, que el mismo Mejía condujo al campamento de Mariño. 21 de enero de 1817. 

Nota. - El Cronista Jesús Arquímedes Román, en su obra “De Sucre para la Patria… Próceres y Servidores”, dice en relación con este evento:

“1817: En enero el general Santiago Mariño tiene noticias de que en el Golfo de Cariaco surcan las aguas tres barcos de guerra con bandera española, los cuales venían cargados con armas y prestos al desembarco por las playas de Marigüitar. El Comandante en Jefe comisión al teniente   Francisco Mejía para que junto a un puñado de hombres regrese al lugar nativo. En el pueblo toma informaciones y al amanecer del día 21 de enero de 1817, en el sitio conocido hoy como Montecristo, las tropas enemigas inician el desembarco y se da allí una escaramuza”.
El Historiador Ildefonso Riera Aguinagalde, en la biografía del General en Jefe Francisco Mejía, dice:
“Ocultándose en el bosque de esta cubierta marina, esperó cauteloso y prevenido que desembarcaran los contrarios. Apenas pisaron éstos la costa fueron atacados desde diferentes posiciones con seguro y espantable tiroteo. Varios de ellos perecieron. Sorprendidos y amedrentados los otros se arrojaron al mar y en confuso tropel pusiéronse a bordo de sus naves y dispararon sus cañones”.
El General Francisco Mejía, a la edad de 19 años, demostró en esta escaramuza lo que sería capaz de hacer en la guerra de Independencia, y después como intelectual, como en efecto lo hizo.


1817. Como el gobernador de la provincia temiese nueva invasión de los patriotas por el Norte de la ciudad de Cumaná, ordenó y se llevó a efecto la destrucción de la iglesia de los Cerritos del barrio de Chiclana, inclusive la Iglesia de la Pastora y construyó con los despojos de los edificios derribados un muro que fue artillado para la defensa de la ciudad que se denominó “Las tenazas”.

Nota. - 1) Copiado por el propio Mariscal. Publicado en sus Memorias. Después de pacificar Carúpano, Mariño vuelve a la ofensiva en su campaña sobre Cumaná.
Dice Sucre: “En seguida, el 17  de enero de 1817 se propuso atacar y atacó Cumaná defendida por el general Juan Bautista Prado; entran por el estrecho o ensenada del Peñón vía del puerto del Barbudo, proponiéndose tomar de paso una casa fuerte bien dispuesta por los españoles, apoyada por 7 buques  mayores y menores y con fuerzas bien ubicadas en el estrecho mencionado. Mariño, al frente del batallón de Cazadores, cargó con tal denuedo e intrepidez contra La Casa Fuerte, que a la hora de combate, los españoles tuvieron que abandonarla  arrojándose al mar  para tomar a nado los buques, porque ya habían cortado los cables  y perdido las anclas. La pérdida de los patriotas en este primer encuentro  fue insignificante comparada con la de los realistas.  Mariño continuó su marcha hacia la plaza haciendo alto  en la capilla de los cerritos como a las diez de la mañana, desde donde atendidas  las formalidades y movimientos  a la usanza de la guerra, dirigió en el acto al gobernador  una nota intimando la rendición de la plaza  y ofreciendo todas las garantías del caso, cuya comunicación fue conducida por el coronel Antonio José de Sucre, acompañado del coronel Juan Carlos Fouchet y el teniente coronel Berne; quienes a los pocos momentos regresaron con la respuesta, cuyo contenido  se reducía a manifestar que, sometido como estaba el Comandante de la Plaza, general Juan Bautista Pardo, a preceptos  del honor  de la carrera de las armas  y obligado a llenar los deberes  que le imponía  su lealtad al rey y las órdenes de su superior, estaba resuelto  a sostener hasta el último trance en la plaza cuya defensa se le había confiado. En tal estado, Mariño combinó la operación de ataque de esta manera: al general Valdés lo destinó por la izquierda con el batallón de Cazadores a tomar la altura de Aguasanta, al general Bermúdez por la derecha con una fuerte columna sobre los parapetos del hospital y el propio Mariño con el resto del ejército marchó por el centro hacia el barrio de Chiclana y la fuerte posición de la Tenaza, poniendo en la vanguardia el batallón de Granaderos a las órdenes del coronel Armario. Casi simultáneamente se abrieron los fuegos en los puntos indicados; Mariño ocupó el barrio de Chiclana con poca pérdida y se mantuvo dentro de las trincheras y batería de la Tenaza siempre en tiroteo y en tentativas inútiles y Bermúdez daba repetidas y atrevidas cargas sobre la línea y centro del hospital, de donde era siempre rechazado, a tiempo que Valdés empeñaba también con denuedo el asalto a la altura de Aguasanta. Ya como a las cuatro de la tarde, después de cuatro horas de fuego vivísimo, Mariño concibió que fuera temeridad continuar y advertido al mismo tiempo de que las municiones escaseaban y sin esperanzas de repuesto en aquellos momentos dio la orden de cesar el fuego; pero que se conservaran las posiciones que se ocupaba frente al enemigo”. (62). Mariño se dirige a Cariaco y nombra a Sucre, con grado de Coronel, Comandante General de la provincia y Jefe del cuerpo de tropas encargado de contener al ejército realista. 
2) Ramos Martínez, (Ob. cit), en relación con la Iglesia de la Divina Pastora, dice: “Cuando comenzaba la última década del siglo pasado (XVIII), se formó el proyecto de levantar una iglesia en el rico barrio de Chiclana. A pesar de ciertas desavenencias y hostilidades, que llegaron a agriar los ánimos, Emprendiose la obra y se hizo una capilla. Llamado a predicar en ella el padre Quintero con motivo de una fiesta a la Santa Cruz, fue tanto el entusiasmo de los vecinos, que se empeñaron que renunciara el curato de san Diego que administraba hacia algunos años, para que se encargase de regir el nuevo templo.

El terremoto vulgarmente llamado de “La Pastora”, que aconteció a las siete de la noche del jueves 14 de diciembre de 1797, derribó la capilla y el famoso templo que, cubriéndola, se edificaba en el mismo lugar, sepultando bajo los escombros a la madre de los Quinteros, que estaba en oración cerca de las gradas del Presbiterio, la que logró con todo sobrevivir a aquella catástrofe por el esmero con que sus hijos trataron de salvarla.

            No desmayó el celo del padre Quintero. Redoblando sus esfuerzos, alcanzo la gloria de edificar de nuevo una bonita iglesia que decoró con gran decencia y enriqueció con magníficas prendas, buenas alhajas, hermosas efigies y suficientes ornamentos.

1817.- Mariño, a exigencias del Libertador que se encontraba asediado en Barcelona por el Brigadier Don Pascual Real, acompañado del comisionado que había enviado Bolívar General Carlos Soublette, con más de 1200 hombres, marcha de su Cuartel General, situado en la sabana de Catuaro, y ocupa Barcelona, abandonada por el enemigo, que había ido a situarse al Carito, 11 de febrero de 1817. 

Nota.- En 1817, el General en Jefe Santiago Mariño, con un ejército poderoso, unido a Bermúdez y con Sucre como Jefe del Estado Mayor, se acerca a Cumana.  Bolívar está en Barcelona desde el 1º de enero, asediado por   los españoles bajo el mando del competente coronel español Juan Aldama, que no se andaba con chiquitas, y ya saboreaba la victoria por la posible derrota de Bolívar, al que duplicaba en fuerzas. Entonces el Libertador, que siempre guardaba una baraja en la manga, creyendo en el patriotismo de los jefes orientales, acude a Mariño, le escribe, y para atraerlo le ofrece dos cosas que necesitaba el gran jefe margariteño para completar su campaña libertadora: Mando y Municiones.    

            Sin embargo Bolívar, sin esperar respuesta a sus peticiones, enfrenta al detal a las fuerzas españoles, va con todo lo que tiene contra el Brigadier Real, que está a cargo de las defensas de la ciudad, lo ataca por varios frentes sin darle cuartel y lo mantiene a la defensiva, mediante el sistema de ataques de desgaste bien dosificados, suficiente, en la espera providente de Mariño, para batir a los españoles en una batalla decisiva.

            Doy por sabidas las desavenencias entre Bolívar y Bermúdez, hasta el punto de la confrontación en Güiria,  y lo difícil que imaginamos fue para Mariño convencer al Bermúdez que nos pintan los cronistas de la guerra, para que lo acompañara a salvar al Libertador, no sé cuáles fueron los argumentos que utilizó, sin embargo conociendo a Mariño y a Bermúdez, y el alto grado de responsabilidad que caracteriza sus carreras, podemos intuir lo que ocurrió al recibir el SOS del Libertador.

            Lo que si vamos a decir es lo que les ocurrió a los españoles cuando supieron la cercanía de las fuerzas de Mariño a Guanta, simplemente abandonaron la plaza.  El coronel Juan Aldama, en vista de la endeble oposición de las fuerzas del comandante Real en Guanta, donde fue materialmente arrollado el ejército español, ordenó abandonar la plaza, de Barcelona, liberando al Libertador del cerco mortal que habia impuesto, con el agravante de que al Libertador ya no le quedaban recursos para la defensa de su ejército. Las condiciones en que se encontraba el ejército libertador, cuando entraron las fuerzas de Mariño, no daban para soportar ni una hora más… y solo les quedaba la rendición honorable y una muerte segura.

            Entonces Bolívar, libre del cerco y dueño otra vez de la ciudad, sale con todos sus oficiales a recibir a los jefes orientales, entre los cuales se distingue Bermúdez, por el porte imponente de aquel guerrero y la majestad que emanaba de su personalidad. Bolívar, conjuntamente con sus oficiales, los reciben y saludan cortésmente a los guerreros que arriesgaron sus vidas para salvarlos, que corrieron sin descanso tantas leguas que los separaban del teatro de las operaciones, pero cuando le toca abrazar a Bermúdez, y sintió los poderosos brazos de aquel gigante sobre su cuerpo, soltó las palabra que inmortalizaron y santificaron para siempre aquel momento: “Sois el Libertador del Libertador”.

            Bermúdez recibió aquellas palabras en silencio, como un bautismo, una renovación. Guardó silencio, pero en su corazón ardió y una nueva luz, se abrió a sus ojos de patriota y mártir de un nuevo destino.

Desde ese momento cambió por completo la conducta de Bermúdez hacia el hijo providente de la Patria; pasa a la historia orgulloso de su nuevo destino como “Libertador del Libertador”, y se dispuso a seguir las huellas del profeta de la libertad, aunque en ello le fuese la vida.  


1817.- Mariño, retirado de la campaña de Barcelona, en su carácter de Segundo Jefe de la Revolución, convocó de oficio al Almirante Luis Brión, al Intendente General Francisco Antonio Zea, Canónigo José Cortés Madariaga, Coronel José Francisco Javier Máyz, que por turno en 1812 estuvo encargado del Poder Ejecutivo de la República, coronel Manuel Isaba, Ciudadanos Francisco Javier de Alcalá, Diego Vallenilla, Diego Antonio Alcalá, Francisco de Paula Navas, Diego Bautista Urbaneja y Manuel Maneiro, quienes reunidos en Congreso en Cariaco, para deliberar sobre las medidas más adecuadas que salvaran el País de las vicisitudes que experimentaba, asumiendo el carácter de representantes de la Nación, designaron para administrar el Poder Ejecutivo a los ciudadanos General Fernando Toro, Coronel Don Francisco Javier Mayz, General Simón Bolívar, Francisco Antonio Zea, José Cortés Madariaga y Diego Vallenilla, bien entendido que Zea y Cortés ejercerían el poder interinamente hasta que Toro y Bolívar, ausentes, se dirigieran a desempeñarlo, y para la administración judicial nombraron al Dr. Juan Martínez Alemán, José España, Licenciado Don Gaspar Marcano y Ramón Cádiz. Este Congreso sancionó sus trabajos en dos sesiones durante los días 8 y 9 de mayo de 1817.

Nota.- Tavera Acosta en su obra, “Historia de Carúpano”,  ya citada, sobre el Congreso de Cariaco, nos dice lo que sigue:

“El Libertador de Oriente, que, como se dijo, está reconocido como el segundo jefe de la República y de sus ejércitos, sabe cómo todos los allí presentes, que Bolívar ha logrado incorporarse a Piar en Guayana y que éste ha ganado una gran victoria en el banco de Chirica (San Félix), el 11 de abril, sobre el caballero brigadier don Miguel de La Torre. Piensan de concierto ser propicia la oportunidad para cumplir los deseos del Libertador, y proceden a instalar el Congreso, que tanto escarnio ha recibido de algunos escritores sin sentido crítico alguno. Animados por los recientes triunfos, alentados y autorizados por las indicaciones del Libertador, que acaban de leerse, y consecuentes con sus anhelos de dar mejor fisonomía política a la República y establecer un gobierno regular lo más alejado posible del personalismo. Mariño los convoca, y se constituyen en representantes de los pueblos independientes. Naturalmente, dadas las excepcionales circunstancias que por causa de los azares de la guerra atraviesan, tales representaciones se designan muy irregularmente, de la misma manera que el año siguiente hará Bolívar con los representantes del Congreso de Angostura, el cual quedará constituido con la mitad de los del Congreso de Cariaco.

El Congreso se reúne el 8 de mayo de 1817 en una de las mejores casas de la población, formando esquina, cercana al río Carinicuao.

El Congreso declara: que desde este día reasume el carácter nacional representativo a que ha sido restituido por el eminente general Santiago Mariño, procediendo éste en nombre en nombre del Jefe Supremo de la República y en el suyo propio, como segundo Jefe encargado al presente de las riendas del gobierno.                

Este Congreso merece más respeto de esta generación. Esa Casa de Cariaco debe ser reconstruida, para que en ella, ese pueblo heroico por mil títulos, y toda Venezuela, puedan celebrar el 8 de mayo del año 2017, con el decoro y la pompa necesaria, los 200 años del segundo Congreso de la Patria Libre. 

1817.- El General don José de Canterac, venido de España, con 2.600 hombres que trajo en dos fragatas de 32 cañones y una corbeta de 22, y 30 pequeños buques de transporte, arribó a Cumaná el 21 de mayo de 1817.

Nota. - Morillo que está en el Virreinato de Nueva Granada, tiene conocimiento de graves sucesos en la Capitanía General de Venezuela, sobre todo por la expedición del Libertador que arribó a la isla de Margarita. Veamos cómo lo cuenta Tavera Acosta:

            “Morillo piensa con claro criterio militar, que con la llegada del Libertador volverá Venezuela a incendiarse en los horrores de la guerra, y resuelve regresar a fin de conjurar la tempestad de fuego que su intuición veía aproximarse. En la tierra de los Zipas y de los Zaques deja establecido el reinado del terror, sacrificando a gran número de los más notables granadinos. Torna a Venezuela y arriba a Cumaná el 4 de junio. Allí encuentra al brigadier José Canterac, quien hace pocos días ha llegado de España al frente de una división compuesta de dos batallones del regimiento de Navarra, con 800 plazas cada uno; el segundo batallón del Burgos con 800 soldados; dos escuadrones de lanceros con 360 hombres; dos compañías de caballería constantes de 192 plazas; una compañía de artillería con 80 hombres y doce piezas montadas. Canterac había entrado a Cumaná el 22 de mayo anterior.  

1817.- Mariño es derrotado por tropas de Canterac en Cariaco; prisionero entonces el Capitán Francisco de Sucre Alcalá, hermano del Mariscal, fue fusilado el 10 de junio de 1817.

Nota.- El Capitán Francisco José de Sucre y Alcalá, de la raza de los inmortales hijos de Don Vicente de Sucre y García Urbaneja y Doña Maria Manuela de Alcalá y Sánchez de Sucre, nació en Cumaná,  el 23 de enero de 1799.

Desde temprana edad formó filas en el ejército libertador de Santiago Mariño,  que después de ocupada por su ejército la ciudad de Cumaná, el 2 de agosto de 1813, recibió a Francisco, que no habia cumplido los 14 años, pero con la vocación de héroe de la Patria Nueva, que florecía en cada soldado de aquella generación. Después de escucharlo y observarlo, lo  recomendó a la Junta de Alistamiento de su ejército, donde fue admitido y refrendado por el propio Mariño, con especial observación,  para que formase en los batallones de su preferencia en su ejército, con el grado de subteniente, todo ello  a petición del propio joven y la anuencia de su padre don Vicente.

Por su propio comportamiento alcanzó el grado de teniente, después de participar en varias acciones de guerra, y demostrar lo que se podía esperar de él.  Luego formando parte del ejército,  y en acción de guerra contra el formidable ejército  de Morillo reforzado por Canterac,  combatió en Cariaco contra ellos,  el 10 de junio de 1817, donde herido cayó prisionero y  fue sumariamente ejecutado a los 18 años.

Tavera Acosta narra ese episodio, dentro de la inestabilidad revolucionaria que vivía el oriente de Venezuela, que le costó la vida al viril teniente, dice:  “Morillo al darse cuenta exacta de la situación: los patriotas ocupando casi todas las poblaciones de la provincia y el Gobernador Cires solamente la Capital, abre inmediatamente operaciones con el nuevo contingente expedicionario de españoles, y como el más inmediato es y el más fuerte adversario es Mariño, quien se halla en Cariaco después de su regreso de Barcelona en abril de ese año, dispone que Canterac con 500 hombres del batallón Navarra, cuyo jefe inmediato es el teniente coronel Ugarte, el segundo batallón de Burgos y parte de los lanceros, salga sobre Cariaco.  Canterac ataca rudamente el 10 de junio y tras sangriento choque ocupa la plaza. Con el “Burgos” y los lanceros sigue sobre los derrotados, quienes llevan rumbo a Carúpano.

Ese día 10 de Junio de 1817, el  joven Capitán Francisco de Sucre y Alcalá, herido y prisionero, es fusilado en Cariaco.

Igual suerte corre en Cumaná, el Teniente Coronel Rafael Jugo, Secretario del General en Jefe Santiago Mariño, para donde habia sido enviado en calidad de prisionero de guerra;  y así mismo, en Carúpano, el joven Antonio Herrera, de distinguida familia patricia, fue ejecutado sumariamente.

  Mariño derrotado pero no vencido, llega con sus fuerzas a las puertas de Carúpano, y sin descansar ni un momento,  ataca al comandante  Quijada, Jefe de La Plaza,  lo derrota y ocupa la ciudad. Pero allí tiene apenas tiempo para reponerse y aprestarse a enfrentar a Canterac, quien, al tener conocimiento del suceso, viene desde Cariaco,  impetuosamente sobre él.

1817.- Vuelve Mariño a combatir con fuerzas de Canterac, resultado él (Mariño) triunfante en Carúpano el 13 de junio de 1817.


Nota.- 1) El ejército de Morillo se ha impuesto casi por completo  en la zona costera, la más ventajosa para ellos, en la Provincia de Cumaná, veamos el estado de sus fuerzas: en Cumaná, están  el segundo batallón del “Regimiento de Granada”, bajo el mando del coronel Agustín Noguera; y el “Reina Isabel”, bajo el mando del coronel Eugenio Arana; en Cariaco, el coronel José María Fuentes, al frente de dos compañías; en Carúpano, el coronel Juan Armas, con un batallón; y en Paria, cubriendo Río Caribe, Yaguaraparo, Irapa, Soro y Guiria, está el coronel Francisco Jiménez, al frente de una guarnición de 400 hombres de los batallones “Reina Isabel” y “Clarines”. Cerca de 3000 hombres veteranos de guerra.
 
Sin embargo y a pesar de la terrible situación creada por Morillo, y entre los jefes patriotas,  hay cierto optimismo que se nota en la correspondencia del coronel Sucre, además de que se logró unificar el ejército Libertador que dominaba gran parte del territorio de la provincia, y después de resolverse las diferencias entre el Libertador y Mariño, se habia logrado cierto equilibro en la División de Oriente, bajo el mando del coronel José Francisco Bermúdez, acompañado del coronel Sucre, como Jefe de su Estado Mayor.  

2) Mariño, derrotado por el comandante Francisco Jiménez en Guiria, acepta la oferta del Libertador, de trasladarse a Margarita, lo que facilitó la jefatura de Bermúdez. Además, de ciertos hechos de armas favorables, que produjeron mucho entusiasmo, como fueron las victorias obtenidas por el comandante José María Carrera en Catuaro; las guerrillas victoriosas del comandante Domingo Montes, que avanza con proezas leyendarias hasta la misma Cumaná, y se apodera de muchos bienes de los reales. El Comandante José María Carrera, que ataca al que se creía imbatible, el comandante tocayo suyo, José María  Fuentes, en su fortaleza de Cariaco, lo derrota, y continúa en persecución de una guerrilla española en Santa Cruz, muy cerca de Cariaco, que logra dispersar. Por otra parte el Coronel Andrés Rojas, vence toda resistencia y señorea en Maturín, lo que va creando una base de operaciones muy significativa. Estas noticias agradan al Libertador, que unido a Piar,  ya ha ocupado Guayana, y tiene el mando del ejército unido. 
 

1817.- Los patriotas ganan la acción de “La Aguada” el 8 de agosto. 1817.

1817.- Incendio de Cumanacoa, Arenas, San Fernando, Aricagua, San Lorenzo, y San Antonio, por orden de Morillo, 19 de agosto 1817.

Nota.- 1) El general Pablo Morillo, desesperado ante el constante ataque de las guerrillas de Domingo Montes -lo llamaban el Diablo-,  en los valles de Cumanacoa, ordena a don Tomás de Cires, gobernador militar de la provincia,  el desmantelamiento y la quema de los templos de San Fernando, Arenas, Aricagua, Cumanacoa y San Lorenzo. Humboldt, que los visitó en 1799, los comparó con “plantaciones inglesas”.
2) Veamos resumidamente lo que destruyó el fanatismo de Morillo en el valle de Cumanacoa. Esas joyas que habia reconstruido el Capitán General don Vicente de Emparan y Orbe, sin escatimar gastos, como nos lo cuenta el eminente cronista José Antonio Ramos Martínez, en su obra varias veces citada.
“Singular fue, por el progreso que hubo en la provincia de Cumaná, durante el gobierno del Brigadier don Vicente de Emparan, en todas partes se hizo sentir el impulso de ese celoso magistrado que despertaba en los pueblos el deseo de engrandecerse. Levantáronse bellas y capaces iglesias en las circunscripciones de Cumanacoa, las de Arenas y Aricagua, eran de orden dórico, señalándose la primera por sus dos torres, su altar mayor, y el friso de la parte exterior de sus paredes adornadas con figuras de animales del país, como tigres, iguanas y caimanes, la de San Fernando, aunque carecía de belleza, tenía bastante solidez; La de San Lorenzo era espaciosa, todas cuatro fueron incendiadas en 1817, quedando por muchos años en estado de ruina”. 
2) A mi modo de ver, el templo más importante, todo un complejo misional, era el de Aricagua: artísticamente reconstruido durante el gobierno de don Vicente de Emparan y Orbe, -1792-1804-, y también es testigo mudo de aquella barbarie.
Desde entonces, todas esas ruinas, las más interesantes e importantes de toda la Venezuela, de aquella época, esperan que algún ministro a gobernador las rescate o se interese en ellas,  para gloria y beneficio  de este país. Esas ruinas son un testimonio inigualable de la formación cultural de este gran país, pero tienen la mala suerte de estar en el estado Sucre, una pieza desechable y desagradable de esta sociedad tapada por el manto de Berruecos.
3) Para que se pueda entender esta observación, traigo un texto tomado del padre Carrocera, -Misión de los Capuchinos en Cumaná- que a la vez lo copio del padre misionero Lorenzo de Zaragoza (1703), dice: “Las iglesias muy capaces y muy decentemente adornadas; los pueblos con sus calles y plazas, las casas al modo de por allá con bastante decencia; celebrábanse los divinos oficios como si fuera acá en nuestra España, a que acuden todos los indios, indias, muchachos y muchachas; van los más vestidos todos vestidos con gran decencia; cantan la misa los muchachos en el coro, y mientras dura tocan vihuela y violín con mucho concierto y armonía, y todos generalmente asisten en ella, con gran devoción mientras dura…”Esta crónica es mucho más extensa e ilustrativa,  pero para a buen entendedor basta un botón”.
    
             Entre las iglesias y los pueblos destruidos, está San Fernando Rey, fundado por el padre Lorenzo de Zaragoza, en el mes de febrero de 1689, en el valle de Cuturuntar. El Capitán General de la provincia don Mateo de Acosta, informó en su vista a esta misión en 1691, que la halló fundada en buena forma, con calles bien repartidas y pobladas de casas de paja, a la usanza de estos países, su plaza y su iglesia muy capaz, adornada con lucimiento: templo, capilla, la casa donde viven los misioneros. Dice que vio numerosas cartillas donde los sacerdotes dan sus clases a los muchachos indígenas.  De todo ello, dan testimonio sus ruinas. 

La misión de San Lorenzo Mártir de Caranapuey, situado en el valle de Cumanacoa, fue fundada por el padre Pablo de Godojos el 4 de septiembre de 1696. Cuenta Godojos, que el cacique de la nación Coaca, Juan Guripiaca, acompañado por 12 indígenas le pidieron al padre Lorenzo de Zaragoza, que les doctrinase. Esta misión constaba de 100 familias con 550 miembros. En 1713 fue instituida en doctrina.

 
1817.- Combate en Yaguaraparo entre el Comandante realista Francisco Jiménez, que triunfo, y el Comandante patriota José María Hermoso, que murió en la acción. 27 de agosto de 1817.

1817.- Gran tempestad en las costas de Venezuela. 1817

Nota.-Vemos cómo nos cuenta los extraordinarios sucesos del año 17, don Jerónimo Ramos, en su obra “Bermúdez en 1817”, publicada en 1925 en el bisemanario “Sucre”,  Nos. 65 y siguientes.

            “El héroe de San Félix por temor o enojo, había partido de Guayana con dirección a la provincia de Cumaná donde Mariño de por si continuaba la lucha contra la dominación española. Males para la patria debían temer los partidarios de la revolución, que no querían estorbos en su marcha, si uno y otro menos atentos al bien común que a sus particulares resentimientos con el Libertador, se dejaban guiar por los consejos de una mala inspirada pasión; pero entre ambos no podía efectuarse un perfecto acuerdo de voluntades, sino en lo que exclusivamente se relaciona con la guerra de independencia, porque Mariño y Piar se miraban de tiempo atrás con profunda desconfianza.  No obstante, para acallar todo escrúpulo, el Libertador despachó para Mariño al coronel Agustín Armario, muy conocido en la provincia, con el encargo de regularizar las  relaciones suspensas y de exigir el explícito reconocimiento de su autoridad.
            Prometíase Armario hallar a Mariño en territorio de Maturín por sucesos en Guiria, provenientes de lo mal que se comportaban los patriotas encargados de su defensa, obligaron a Mariño a acudir al remedio y a desentenderse de las operaciones militares sobre la capital, limitadas por el momento a impedir al enemigo el envío de auxilios a aquella costa. Marchó Mariño con su guardia de honor, y solo por miramiento a la alta graduación de Piar, le encomendó el mando  más aparente que efectivo en las tropas que dejaba, compuestas de oficiales y soldados muy adictos  a su persona. Armario, en pos de Mariño, atravesó en consecuencia el Golfo Triste (Paria) cuyas aguas no dominaba todavía la escuadrilla española. A poco sucedió la toma de Guiria que frustró el designio principal de Mariño, pero su presencia en Paria sirvió a lo menos para evitar que fueren mayores las pérdidas de los patriotas; pues logró salvar en la derrota el parque y gran parte de las fuerzas con que se acogió a los montes.

Entonces, juzgando oportuna la ocasión para aniquilar a sus particulares enemigos, no disimuló el Libertador la alegría que le causaba la toma de Guiria, que los españoles celebraban como un gran triunfo. Así que creyendo a Mariño, según estos propalaban, refugiado en Chacachacare imaginó como posible la aprehensión de Piar, a quien consideró aislado, sin recursos ni siquiera espacio donde vagar, entre Rojas que por los patriotas mandaba en Maturín y los realistas que poseían a Cumaná; por lo cual ordenó sin rodeos a Cedeño marchase a realizarla con un cuerpo de caballería y el apoyo de las tropas que defendían a Maturín.
           
En Aragua de Maturín cayó Piar sin defensa en manos de Cedeño. Fácil fue su captura, como también después el sometimiento de la división que al mando de aquel había dejado Mariño en Cumanacoa, porque las circunstancias en verdad no favorecían la resistencia, y porque además se afirmaba como cierto el avenimiento de Mariño con el Libertador en virtud de las propuestas de Armario.

Más el 3 de octubre (1817), día siguiente de haber llegado Piar  a Guayana, el Libertador, prescindiendo de sus negociaciones con Mariño, previno a Cedeño  apurase todos los recursos y emplease todos los medios  por lograr su aprehensión; a la vez que, fuese o no que la considerase como  infalible, juzgó acertado separar a Bermúdez del mando del ejército del Centro para enviarlo a Cumaná por Gobernador y Comandante General de la provincia, en donde,  si bien Cedeño había limitado, carecía de influjo y de prestigio para compactar y dirigir la opinión; nombramiento poco atinado porque desavenidos para la época Bermúdez y Mariño, podían llegar a la exaltación de las pasiones en un rompimiento escandaloso por sus disgustos e intereses particulares; pues Bermúdez  era de genio arrebatado, impetuoso y violento, y Mariño muy celoso de su honra. Uno y otro contaban parciales y eran al mismo tiempo osados y valientes. Pero esa era la elección que convenía más a las miras del Libertador, determinado como estaba a no omitir la ocasión que le ofrecían los nuevos sucesos de la provincia para acabar con Mariño, como había aprovechado la toma de Guiria para concluir con Piar. Así que, confiado cuando menos en humillar a Mariño y perderlo en el concepto público, lo calificó sin embozo de disidente en la proclama con que anunció al mundo el fusilamiento de aquel jefe.

Cedeño se volvió a Guayana a fines de  octubre, apenas Bermúdez hubo llegado a Maturín, había precedido a éste en su viaje a la provincia el coronel Antonio José de Sucre, nombrado por el Libertador para Jefe de Estado Mayor en la división de Cumaná. Juntos caminaron hasta Aragua: Bermúdez siguió para Cumanacoa a tomar el mando de las tropas que allí había reconocido al Gobierno; y Sucre se quedó a esperar a Mariño quien repasando el Golfo Triste, acababa de desembarcar en el puerto de San Juan con cerca de 400 hombres y no escasas municiones de guerra. Con esta noticia se desvaneció la esperanza de aprehenderlo: forzoso era entrar con él en pactos de concordia, para lo cual Sucre estaba autorizado por el Libertador; pero Mariño había sabido en san Juan, por cartas de Trinidad, tanto la muerte de Piar como su propia proscripción, por donde recelando no le aconteciera lo que a aquel  en Aragua de Maturín, marchaba con las mayores precauciones hacia Punceres, resuelto a no pasar de allí sin informarse bien del curso  de los asuntos y sin reunir su parque, cuya conducción  dificultaba  la falta de acémilas  y lo intransitable del camino. Determinó entonces Sucre, obtenido que hubiera el beneplácito de Mariño, trasladarse a su campamento. A Punceres llegó Sucre el 3 de noviembre en concurrencia con la vanguardia de Mariño que avanzaba con lentitud; y aunque Bermúdez, e su encono contra éste, había dado órdenes precisas a los pueblos para que negasen a sus tropas todo recurso, Sucre no sólo les suministró  víveres aquel día, más exigió de Rojas la facilitase a Mariño algunos indios  para la conducción de sus pertrechos, era que al contrario de Bermúdez, creía Sucre que debía concederse algo a la política, preveía que aquel parque  y aquellos soldados iban al cabo  y a la postre a ser útiles  en la defensa de la patria, y sobre todo quería que su generosidad  se tomase como  prenda de buena disposición en el gobierno.

No pudo lograrse ninguna conveniencia, porque Mariño consideró inaceptables los términos del ajuste, reducidos a prometer Sucre la gracia y amistad del Libertador, siempre que Mariño completase la entrada a sus deberes con la entrega de sus tropas  a Bermúdez y con su presentación ulterior en Guayana a prestar juramento  de obediencia y fidelidad al gobierno; pues así la ruptura  de las propuestas de Armario  como el nombramiento de Bermúdez hacían temer a Mariño  por su libertad y su vida, mucho más cuando, a su juicio,  exento Piar de crimen alguno acababa de expirar en afrentoso patíbulo. Antes que exponerse  voluntariamente de ese modo a ser vejado, optaba Mariño por abandonar el País, lo que, cierto, hiciera al punto en las embarcaciones  que tenía en san Juan, sino porque,  celoso de su reputación, creía que su salida, para ser decorosa, debía efectuarla  con permiso del gobierno, a quien había ofrecido  a placer sumisión y acatamiento.

En abono de estas promesas era menester que Mariño diese explicaciones al gobierno respecto de su presente negativa. Así lo hizo, depuesto el natural enfado, en correspondencia que entregó Sucre para el Libertador.  Con esto, despedido el uno  del otro, encaminose Sucre para Cumanacoa, en donde por orden general del día 9 fue reconocido en su empleo.

Impropio no nos parece declarar aquí una opinión acerca de las aptitudes de ese joven de 22 años apenas, para el desempeño de tan delicadas funciones.  En aquella época luminosa no era fácil subir sin méritos eminentes. Desde Angostura, dice carta de Soublette a Sucre,  fechada el 6 de agosto  de 1818: “… me congratulo cada vez que veo a un Sucre, cuyos cocimientos generales, ideas metódicas, firmeza, amor al trabajo y al orden, integridad, etc., me hacen prever un oficial  de grandes esperanzas en esta parte importante del servicio  de los ejércitos” Dos años después era Sucre el Jefe de Estado Mayor General.

El territorio ocupado por los patriotas era el más pobre de la Provincia, no así el que subsistía en poder de los españoles, abundante en recursos; los pueblos del interior obedecían a aquellos; a estos, los inmediatos a las costas. Guarnecían a Cumaná cuando menos mil hombres que componían el segundo batallón del regimiento de Granada y otros del de la Reina Isabel, al mando, respectivamente de los tenientes coroneles don Agustín Noguera  y don Eugenio Arana, y algunos dragones y artilleros.

Encontrábanse en Cariaco con 50 hombres el comandante José María Fuentes, natural y vecino del lugar; en Carúpano, con 300, el teniente coronel, don Juan de Armas; y con 400 en Güiria, el teniente coronel don Francisco Jiménez. Las tropas patriotas en número ni en calidad podían echar raya con las españolas. Rojas, lejos de la acción del enemigo no contaba más que con el paisanaje de Maturín: como 400 eran en Cumanacoa los soldados de Bermúdez, escasos de todo si no de entusiasmo patriótico, y calculados quedan atrás los que acompañaban a Mariño.

Era imprescindible para los patriotas obrara sin dilación contra el enemigo común;  una vez que del esfuerzo simultaneo de los diferentes  cuerpos desparramados  en el territorio de la República, pendía el éxito de las operaciones que el Libertador en persona iba a emprender ya sobre la provincia de Caracas. Mariño, preocupado por ahora de su suerte,  no podía prestar mayor apoyo, y muy débil tenía que ser el de Bermúdez, con tropas escasas y desprovistas de municiones. Sin embargo hizo cuanto pudo con voluntad y buen suceso.

De Cumanacoa salto para Cariaco con 50 hombres el teniente coronel José María Carrera, derrotó un destacamento en el pueblo de Catuaro, recogió 20 fusiles y aumentó a ciento el número de sus soldados, más tuvo que volverse, conforme a sus instrucciones, sin entrar en aquella villa, por haber sido reforzada su guarnición con tropas de Cumaná. También con 50 hombres salió con dirección a Cumaná  el coronel Domingo Montes y penetró hasta el barrio de Guaiqueríes en la noche del 12, pero sin lograr sorprender las avanzadas del enemigo; bien que,  en amaneciendo, más afortunado en su marcha de regreso, le hizo 13 soldados prisioneros y le tomó 10 bestias  en Zanjón de Maco, como a una milla de la ciudad.

Con doble porción de gente tornó  luego Carrera por Cariaco a Cumaná, y sería  el hilo de la media noche  del día 20, cuando lanzó sus fuerzas  sobre la Casa Fuerte defendida por Fuentes y escasa guarnición, cuyos defensores aturdidos la abandonaron sin mayor resistencia. Carrera volvió a Catuaro y el 22, atacó y  dispersó, en el pueblo de Santa Cruz,  una partida enemiga. Entre una y otra sorpresa, las pérdidas del  enemigo alcanzaron a 2 soldados heridos, 84 fusiles, 1500 cartuchos embalados, 2000 raciones de galletas, 6 bestias y dos cajas de guerra. Los republicanos no sufrieron bajas.

Al habérselas con un enemigo diestro y poderoso, los independientes hubieran recogido más  bien cosecha de reveses como fruto de sus locas desavenencias. Fuéronle por otra parte dañosas; porque impidieron de presente que al esfuerzo común correspondiera con mayores  la no esquiva fortuna; y porque produjeron de luego a luego escándalos vergonzosos de sensible y dolorosa memoria.

Mariño consumidos los víveres de Punceres, descampo de este sitio para el poco distante de Aguas Blancas. Allá se dirigía Sucre en la alborada del 22  en junta con el teniente coronel José Manuel Torres.  Hallábase Sucre de camino en Aragua de Maturín cuando en la tarde del 23 se entró  Mariño a la imprevista en el pueblo con sus tropas. Súpolo Bermúdez el 24  y procediendo cauteloso en la inopinada aproximación de Mariño, comunicó órdenes a Carrera, que estaba aún por Santa María, a Montes, que con 120 hombres se enderezaba a Cumanacoa, y cuantas guerrillas se hallaban en comisión para que sin pérdida de tiempo regresasen al campamento; a la vez que, por escasez de pertrechos, exigía de prestado a Mariño, por medio de Sucre, vuelto ya a Guanaguana para la noche de ese día, seis mil cartuchos de fusil, con achaque de verificar contra el enemigo español una operación urgente.

No fue distinta de la anterior la nueva misión de Sucre cerca de Mariño, sino que, por insistencia del Libertador, era la misma en intención y propósitos. Convinieron uno y otro con amistosa franqueza; mal de su agrado, prometió Mariño a Sucre la entrega del pedido, siempre que Bermúdez se comprometiera formalmente a facilitarle ante todo a Rojas y encarecerle el anticipado apresto de la flechera que debía conducir a Mariño, caso que a los deseos de éste accediese Bermúdez; pues no era para desechar un solo instante en la patriótica  labor de restablecer en la provincia la apetecida concordia.

Pero Mariño, desconfiando de Bermúdez o deseoso de arriesgar  el último esfuerzo en defensa de su comprometido decoro, no aguardó respuesta de Sucre y se declaró el 25, en Aragua, en abierta rebelión, desconociendo la autoridad de Bermúdez, cuando nada podía alentarle  en su atrevimiento, ni el estado de la opinión, dado que muchos de sus amigos, en las ocurrencias que se siguieron,  a la toma de Güiria y a la prisión de Piar,  de grado o por fuerza, se habían reconciliado con el gobierno; tampoco el de sus tropas, por ser las menos numerosas, a causa de que vagando  hasta aquellos lugares pobres e insalubres, la deserción y las enfermedades  las habían reducido a una tercera parte; y ni siquiera por la falta de elementos  de guerra en Maturín y Cumanacoa,   por estar a punto su remedio con los envíos  desde  Guayana por el Libertador. Desesperado fue el consejo, el arresto inoportuno; la resolución antes gallarda que prudente.

Consecuente con ella, marchó Mariño al instante sobre los patriotas de Cumanacoa, más informado en Guanaguana que Carrera no había bajado aún para aquel valle, en la mañana del 26  se desvió hacia Caripe, en donde presumía  hallarle, con el designio de evitar, de todos modos, su incorporación a Bermúdez.  Lo consiguió en efecto al otro día, en el cual, Carrera arrastrado por la inclinación de sus tropas  a Mariño, se alistó como de propio dictamen entre los de su bando.

Mientras de esa manera aumentaba Mariño sus fuerzas, vigorar la disciplina de las suyas era a la vez el mayor de los cuidados de Bermúdez; porque compuesta en parte la división de Cumaná de los restos de aquel  cuerpo de tropas que, como sabemos, dejó Mariño en Cumanacoa, a su marcha para Guiria y que se dio a partido después de la aprehensión de Piar,  no le inspiraba a la sazón la fe de una ciega obediencia, entre otros, al general Rafael de Guevara, el coronel Manuel Isaba, y los tenientes coroneles Montes, Carrera y León Prado, que a ella pertenecían, estaban comprendidos en sus fundados recelos. Así que en el interés de Bermúdez por mantener la disciplina con ejemplos rigurosos, bastaban tamañas inquietudes para justificar de algún modo la severidad de la pena impuesta al teniente del batallón de Colombia Gregorio Baca, que por haber repartido entre oficiales de Bermúdez cartas de otros de Mariño, donde se les alentaba a la rebelión, fue sentenciado a muerte y fusilado en la tarde del 29 en presencia de la división en la plaza de Cumanacoa.

Sintiéndose más seguro  de sus tropas, Bermúdez reunió en la mañana siguiente una junta de jefes y oficiales con el fin de insinuarles su deseo de salir resuelto al encuentro de Mariño que había retornado a Guanaguana. Aprobada por todos su determinación, la división rindió su primera jornada de su marcha en el alto de Cocollar; la segunda en San Antonio, donde fue pasado por las armas un soldado, desertor con otros en la noche anterior, y la  tercera en Cachimbo, una legua de San Francisco, ahora cuartel general de Mariño. En vano algunos patriotas del uno y otro bando procuraron iniciar conferencias para prevenir el uso de las armas homicidas; antes solo sirvieron de ocasión para que Mariño y Bermúdez, olvidados de su dignidad, se insultaran por medio de cartas y recados sin ningún modo ni respeto. Anunciaba todo para el 3 de diciembre un rompimiento inevitable; más por dicha no apareciendo al amanecer en el campo de Mariño muchos oficiales y soldados que con Carrera habían pasado en la noche al de Bermúdez, de tal suerte se produjo en la mañana la deserción en San Francisco, que a las doce del día Mariño y los pocos que le restaban leales atropelladamente abandonaron el pueblo y a paso largo se encaminaron a Caripe, bien que perdida toda esperanza de abrigo y defensa.

Bermúdez atravesó sin demora el Guarapiche que tenía por en medio, y ocupó a San Francisco. Despachó luego en persecución de los fugitivos a Montes y encomendó a Carrera la custodia de Cumanacoa. Montes alcanzó a la gente de a pie y la hizo volver, y recogió gran cantidad de armas y pertrechos abandonados en el camino. En Caripe se le presento el 5  Mariño con algunos oficiales, y también el R. P.  Fray Tomás de Caltaseras, que en Catuaro había hecho prisionero Carera a su regreso de Cariaco.

Penosa ansiedad se manifestaba en la mañana de 6 en el vecindario y la tropa de la Villa de San Francisco al anunciarse la próxima llegada de Mariño. Como nadie había averiguado los designios de Bermúdez para con su competidor abatido, en unos dominaba el temor, en otros la duda de un mal recibimiento.  Bien serían las diez cuando al fin dejose ver Mariño  con algunos a caballo; a la entrada del pueblo le presenta armas y le bate  marcha la división allí formada de antemano: rompen los aires  los vivas y aclamaciones a la patria y al gobierno, y en estrecho abrazo  con Bermúdez, que le cierra el paso, ahogan ambos  y olvidan su ominosa enemistad y rencores. Comprometiose Mariño a alejarse de la provincia y Bermúdez a embarcarlo  para Margarita cediendo complaciente a los motivos de delicadeza aducidos por Mariño para no convenir  en presentarse  al Libertador en Guayana. Con ese acuerdo, se separaron al rayar el alba del 8; Mariño tomó la vía de Caripe, Bermúdez la de Cumanacoa.

Razones de consideración personal, por una parte,  de agradecimiento, por otra,  respecto de Mariño, fueron sin duda las que  movieron en su favor el ánimo de Bermúdez. Nacido en la opulencia y favorecido con el don simpático de la belleza varonil, había además recibido Mariño, con relación a su época, una educación esmerada, sin descuido, a fuer de caballero, de la equitación y de la esgrima, en las que llegó a alcanzar insigne destreza. Apuesto en su persona, culto en sus modales, suave en sus costumbres, arrojado, dadivoso y galante tenía que ser por fuerza bien quisto de las damas en el estrado como también el ídolo del soldado en el ejército.  Favorecido así por la naturaleza y la fortuna, no conocía la envidia ni abrigaba en su pecho pasiones ruines. Por eso Piar, enemistado con él, le busca y le encuentran benévolo en medio de su deroniano. He aquí por qué no es el héroe  más digno de respeto pero si el más amable  en el drama de la emancipación.  Bermúdez, que conocía su bondad, no quiso ser un miserable.

No fácil sino muy aventurado era el embarco de Mariño para Margarita, hallándose el litoral de la provincia dominado por las armas españolas.  La Esmeralda fue el punto fijado  para verificarlo; pero había que luchar y vencer en Cariaco, guarnecido con dobles fuerzas  por consecuencia de la última excursión de Carrera; proporcionar buque en una playa poco habitada y sin ningún comercio exterior y regresarse debían sin tardanza las tropas que fueran a facilitarlo, por temor de quedar  cortadas por las que acudieran en auxilio  del enemigo desde las plazas inmediatas de Carúpano y Cumaná. Para practicar esas operaciones fue elegido Montes, de todo el más activo y arrojado. El 11,  en amaneciendo,  salió de Cumanacoa con 113  hombres hacia Poza Azul donde debía unírsele Mariño; juntáronse el 12 y en la madrugada del día siguiente emprendieron su marcha.  Puesto aventajado para una defensa, a la vez que paso forzoso, casi a la mitad del camino entre Cariaco y La Esmeralda, es el puente echado sobre el río  o caño que comunica la laguna de Campoma con la laguna de Cariaco. De sobresalto Montes acomete la Villa a las 7 de la mañana.  Dispersa al cabo  la prevenida guarnición que se defiende por cortos instantes, envía a su gente de a caballo a posesionarse  del puente antes que pudieran hacerlo los derrotados y sorprende  por remate una avanzada en La Esmeralda. Ninguna embarcación de porte se encontró en el puerto, fuera de seis canoas: en dos metiéronse Mariño, edecanes y equipajes y despedazáronse las restantes para impedir que en ellas se les persiguiera después que Montes abandonara la playa, como lo hizo a las 4 de la tarde, en el propósito discreto de dormir esa noche enseñoreado del puente referido. Dos horas duró la lucha  del día 14 en Cariaco, pues vueltos de su asombro  los realistas habían logrado reunir alguna tropa con que oponerse a Montes en ruda resistencia, vencida la cual, consiguieron los republicanos repasar sin ninguna dificultad  el río que rodea la población. En esos encuentros le mataron a Montes un soldado y le hirieron a tres. El enemigo tuvo de pérdida 10 muertos, 9 prisioneros y algunos heridos, más 11 fusiles y 450 cartuchos. El 16 Montes daba cuenta de su comisión en Cumanacoa.

Restablecido de esa suerte el orden y la concordia en la provincia. Bermúdez convierte toda su atención sobre la capital, para donde dispone  la marcha el día 21. Había reunido a las suyas las fuerzas de  Mariño, recogido el parque de éste, y recibido además con su secretario el teniente coronel  Ramón Machado 25 mil cartuchos de fusil enviados por el Libertador. Esperaba con el teniente coronel Torres, caballos y reses de Guayana, y tropas de Maturín,  con el coronel Pedro Gotilla. La guarnición de Cumaná fuerte de mil hombres, estaba por tanto en pie brillante. Tenía solo falta de organización y procediese a repararla hasta con el cambio de nombre de los batallones de que constaba, llamados Independiente, de Colombia, y de Cazadores, porque estos últimos carecían de instrucción. Se la dividió en dos brigadas de infantería, y cada brigada se compuso de dos batallones denominados: primero, segundo, tercero y cuarto, hasta que honrosamente adquirieran nuevos distintivos en las ocurrencias de la campaña. Formaban la primera brigada los batallones segundo y tercero, mientras que los primero y cuarto formaban la segunda. Para primer jefe de la primera brigada se escogió al general Rafael Guevara, y para segundo al coronel Francisco Carmona, que se ausentó a poco para Guayana; para primer jefe de la segunda brigada se escogió al coronel Manuel Isaba, y para segundo, al teniente coronel José Manuel Torres. Eligiose para comandante del batallón número 1, (Cazadores), al teniente coronel Calixto Baza, y para Sargento Mayor al capitán Francisco Guiraud; para comandante del segundo (Colombia)  al teniente coronel Ildefonso Paredes, y para sargento mayor, al capitán José Leonardo Brito; para comandante del número tercero (Granaderos) al teniente coronel Ignacio Brito, y para sargento mayor al capitán Vicente Villegas, y para comandante del número cuatro (independiente),  al teniente coronel José María Carrera, y para Sargento Mayor,  al capitán Santiago España. El teniente coronel Domingo Montes continuó de comandante del batallón de Dragones.

No ignoraban los realistas de Cumaná la determinación de Bermúdez de marchar sobre la plaza; por lo cual rehacían las fortificaciones interiores, desmantelaban las de la Boca del Monte y de Capuchinos que quedaban fuera de la línea principal de defensa, y tomaban cuantas otras medidas de seguridad les sugería su discreción o cordura. Desasosegados y medrosos, fincaban su remedio en la vuelta del brigadier don Tomás de Cires, gobernador propietario porque el interino, coronel José María Barreiro no había alcanzado para entonces la reputación militar. Además su circunspección y probidad despertaban sospechas. No sabemos cuál influencia ejercieron esos recelos; mucha, si se considera que Cires sucedió luego a Barreiro; poco o ninguna, por el lugar que en seguida ocupó éste en el ejército. Bravo soldado demostró su valor en jornadas memorables, pundonoroso caballero, rindió la vida en el cadalso con serenidad y gallardía. Bogotá fue testigo de su lastimoso martirio.

Pocos días duró la alarma en Cumaná, dado que un acontecimiento extraño vino a cambiar la intención deliberada de Bermúdez. La pujante división de Zaraza con la cual contaba el Libertador para dar comienzo a su campaña sobre Caracas, había sido destruida el 2 por La Torre en el sitio de  la Hogaza.

Para reparar en breve las pérdidas sufridas, dictó el Libertador, entre otras disposiciones, la Ley marcial en que imponía la pena de muerte a todos los varones de 14 a 60 años que se excusasen de tomar las armas en el actual conflicto de la patria; y despachó luego comisionados a las provincias libres en solicitud de tropas para una nueva campaña decisiva. 

De una manera vaga supo Bermúdez el 17 aquel desgraciado suceso; y presumiendo ser parte  en el plan de operaciones consiguiente, redobló su actividad en el apresto del cuerpo a su obediencia para estar a punto de prestar su ayuda y cooperación a la primera orden. El 21 recibió Bermúdez, con la confirmación de la fatal noticia, la Ley marcial, que hizo publicar al momento; y como también se le informara de que el coronel Juan Francisco Sánchez traía una columna de 200 hombres para coadyuvar a la recluta general y a la conducción de las tropas con que contribuyera la provincia, ordenó a Rojas la dejase en Maturín, por temor de que, si pasaba a delante, se fuesen a leva y a monte los patriotas, cuando el logro apetecido pendía más bien del engaño que de la fuerza.

El ayudante general coronel Sánchez se presentó solo el 24 en Cumanacoa. Traía además encargo del Libertador, que ignoraba todavía los acontecimientos de San Francisco, para arreglar pacíficamente, en términos honrosas para Mariño y decorosos para el gobierno, los sucesos sediciosos de la provincia. Este era el medio que indicaba una autoridad flaca y enferma que el más ligero accidente extenuaba y abatía. La causa nacional, sin vigor, aún tenía interés en conserva el influjo de Mariño, no en extinguirlo; porque  su concurso era indispensable  a la realización del propósito social, sus servicios útiles al deseado bienestar común. Una pretensión contrapuesta produjo entonces riñas más o menos lamentables; las produjo también después, con mengua del mismo principio de autoridad que se invocaba; pues cuando aquella carece de fuerza para hacerla obedecer, natural es que se exponga a un ridículo o menosprecio. Solamente la proeza de Boyacá podía consolidar la autoridad vacilante del Jefe Supremo.

Bermúdez determinó, una vez que hubo conferenciado con Sánchez, sacar las fuerzas de la provincia en auxilio del Libertador. Para poner por obra su pensamiento, llamó por la posta a los comandantes de los pueblos menos cercanos, so pretexto de practicar una correría o una revista general de las tropas. Penetrado el designio por los que asistían en Cumanacoa, encubrían mal su descontento, que se manifestó después sin rebozo en el vecindario; porque Bermúdez lo impuso, como a los demás del contorno, la emigración a Maturín, para que en su desamparo no quedase a merced del enemigo. Las familias comenzaron su salida el 27; para el 29 se señaló la salida de la división. El 28 trajo un correo de Guayana 72 despachos para los oficiales, con felicitaciones del Libertador para Montes por su merecido ascenso a coronel; pero las muestras de complacencia con que aquellos fueron recibidos por los agraciados, no alcanzaron a calmar la inquietud de Bermúdez, ocasionadas por el desagrado  con que se miraba  su empeño; y en la tarde se recogieron y depositaron en parque  cuantos pertrechos paraban  en poder de los soldados, con el objeto de evitar alguna funesta tentativa.

Inútil fue la cautela. En 1° noche, sorda y cautelosamente se dispuso una conspiración. Los conjurados extrajeron parque algunos cartuchos, que se distribuyeron en el seno del batallón cuarto. Cuando hubo amanecido se formó en la plaza  de Cumanacoa la división de Cumaná en disposición de marcha, como estaba ordenado; y momentos después se introdujo en la habitación del Comandante en Jefe el coronel Montes para anunciarle que las tropas  se inclinaban por la desobediencia. Montando en cólera, la cobija al brazo y la espada desnuda, se presenta amenazador ante los soldados el general Bermúdez.  Quiere conocer el poderío de la insurrección e interroga a cada cuerpo por sus oficiales. Los soldados del batallón cuarto hacen pública su rebeldía, y en los otros cuerpos se descubre algunos adictos. Montes, caudillo de la revuelta, está secundado por Carrera, Prado y varios oficiales de suposición y de aliento.  El desorden, la confusión reinan; unos aplauden, otros gritan, cuales celebran; pero todos aclaman al gobierno y al Jefe Supremo. Bermúdez reprime su furor, por no exponer su autoridad a mayor desacato;  empero persiste en su reprobada resolución. Eran ya  las 9 de la mañana. Los comandantes Paredes y Brito emprenden la marcha  con los batallones segundo y tercero (Colombia y Granaderos), Baza los sigue con una parte del primero (Cazadores), llevándose el parque. Guevara, Sucre e Isaba acompañan a Bermúdez. A poco el resto de los cazadores se desmanda. La deserción comienza a menoscabar reseguidas los otros dos cuerpos. Montes lo ha observado todo, porque con maliciosa previsión ha venido atisbando el menor movimiento de las tropas de Bermúdez. Como legua y media habían ya caminado éstas, cuando Montes se decide a acercárseles. Presentase en la retaguardia; escoltado por algunos dragones, y exige de Sucre interceda con Bermúdez para que le oiga breve rato. Bermúdez accede. Montes le advierte la disolución que amenaza a la división: le insta por que regrese a Cumanacoa a reorganizarla; bien para lanzarla contra el enemigo en el territorio de la provincia o, de ser imprescindible su presencia en Guayana, para nombrar jefes   de los soldados renuentes, que los gobernase y dirigiese en su ausencia. En una palabra, le demostró que en la actualidad urgía especialmente el restablecimiento del orden. Bermúdez conviniendo con estas razones retornó a Cumanacoa a las 2 de la tarde.

Sucre, en oficio del mismo 29, después de narrar el acontecimiento de ese día, con todos sus pormenores, al Jefe del Estado Mayor General; los resume así, con no escasa elocuencia:

“Son casi inexpresable los sucesos que se atropellan uno sobre otro tan raros y extraordinarios en una ocurrencia semejante; no podré por consiguiente detallarlos a usted cómo se han presentado, y me limitaré a decirle que  los figure usted en la convulsión más espantosa, no tanto por la conspiración en sí cuanto por el modo en que fue desenvuelta la perfidia y mala fe de sus autores, en la que muchos en el acto mismo del motín y antes de emprender la marcha los cuerpos que lo hicieron,  brindaron el exterior más sumiso y hasta humillante; y otros, que acababan de recibir premios y distinciones con profusión, desarrollaron los sentimientos de la más negra ingratitud y el carácter más sedicioso.”

“Por fortuna, añade, no alcanzaron jamás a ultrajar la autoridad suprema, acaso porque la presencia firme del general lo impedía o porque están sometidos a ella voluntariamente”.

Hombre de orden y, como militar, amante de la disciplina, repugnábale a Sucre por educación y por índole, toda turbulencia. Aquella naturaleza no la dominaba otra pasión que la gloria; por eso la alteza de sus sentimientos rechazaba cuanto conceptuaba de egoísta o de mezquino; por eso, el reducido teatro en que se hallaba no satisfacía su noble ambición. Convencido de su mérito ansiaba un campo más importante. Así es que prefería la plaza de ayudante general a la equivalente de jefe de estado mayor divisionario. “Yo había solicitado, continúa, mi salida de la división para ir a donde su Excelencia, libertándome de ser ni remotamente confundido con el brigandaje; pero aún no lo he considerado oportuno, y he preferido sacrificarlo todo por el bien general. No obstante yo espero que V. E. procurará mi incorporación en el Estado Mayor General, donde con mayores proporciones haré servicios más visibles, y tendré sobre todo el placer de encontrarme en la gran batalla  que va a decidir  tal vez nuestro destino.  Para cuando V. E. me conteste, con la reserva posible, habrán ya calmado  las agitaciones, y será la ocasión de separarme  de estos hombres  y de unos lugares  en que el vicio  de los tumultos no puede ser cortado  sino arrancado de raíz.

Las apreciaciones de Sucre, respecto del hecho, como hijas de la mala impresión del momento, no son desapasionadas. La disciplina militar no puede condenar lo que recomienda la convivencia de la comunidad; porque la fuerza pública no ha sido instituida sino para la garantía del bien social. El movimiento de la división de Cumaná facilitaba las operaciones de los realistas en la provincia; si la una acudía en socorro del ejército republicano, estos últimos reforzarían al enemigo. La idea de la división no alteraría de modo considerable los planes del Libertador. Tal movimiento hacia Guayana era propicio a los realistas y nocivo a los patriotas. Estos perdían graciosamente la parte de la provincia  adquirida, conservada  con grandes sacrificios y mermaba su fuerza la deserción; porque al soldado más indiferente no le es el abandono de su hogar y  de su familia; los españoles al contrario dominaban mayor extensión de territorio y podían aumentar sus tropas con nuevos reclutas. Estas consideraciones, desatendidas por Bermúdez, determinaron el alzamiento, no por un efecto de extraviado patriotismo, según dijo el Libertador, sino por amparar intereses muy sagrados.

El gobierno urgía por auxilios: los habitantes de la provincia por la conservación y defensa  del territorio reconquistado. Lo uno no excluía lo otro. La razón, la prudencia, la política movían a la conciliación de entrambas necesidades. La desechó Bermúdez por error,  no por capricho, según luego veremos.  Montes la impuso con energía, no por espíritu de oposición, sino de justicia, sin desvíos en el propósito, como lo comprueba su conducta. Tampoco  el Libertador la había echado en olvido; pues si es verdad que esperaba de Bermúdez la marcha con todas las tropas, por creerlas innecesarias en la provincia; no es menos cierto que se conformaba con que le enviase de ellas una buena parte. Pero Bermúdez persuadido de que lo primero era la positiva decisión del Libertador, acaso por escasa claridad en las órdenes superiores empeñóse ciegamente en obedecerle.

De manera que tanto por el apremiante compromiso de concurrir con sus fuerzas a Guayana como por el menos formal de proveer también a la defensa de los pueblos de su gobierno, dióse prisa Bermúdez en el arreglo de su desconcertada división. Verificado resolvió marchar con los batallones primero, segundo y tercero, y dejar a Montes  con el mando  de un cuerpo de tropas que se denominó Campo Volante de Cumanacoa. En efecto, el 2 de enero salieron para Maturín los batallones  con instrucciones de efectuar en los pueblos de su tránsito una recluta general  y numerosa como fuese posible; y el 4 tomó la misma dirección el comandante en jefe.

El 5 de enero de 1818, dice Montenegro,  salió de Cumaná una columna de 450 hombres bajo el mando del teniente coronel don Eugenio Arana, y en la tarde del 7 intentó inútilmente, por dos veces,  desalojar del parapeto con que el coronel Domingo Montes cubría su posición en Cumanacoa,  en la dirección de aquella ciudad. Rechazado Arana con pérdida de un capitán y más de 30 hombres que quedaron en el campo y también con dos oficiales  y un crecido número de heridos; y convencido de que su columna  era muy pequeña  para desalojar  a Montes, el insistía en atacar de frente el parapeto levantado con acierto en la izquierda del rio Cumaná, a poco más de una milla de San Fernando, trató de flanquearlo introduciéndose por un bosque espesísimo, como lo consiguió esa misma tarde, pero sin poder batir  los 200 hombres de Montes que le habían impedido el paso, pues abandonaron oportunamente  aquel puesto y lo mismo a Cumanacoa donde entró Arana el 8,  retirándose aquellos hacia el interior, sin otra pérdida que tres prisioneros, a quienes cupo esta suerte por haberse retrasado.
Los patriotas no se alejaron mucho de Cumanacoa. Montes, dispuestas sus tropas en guerrillas, se propuso acabar a porciones al enemigo sorprendiéndolos por instantes. No muy allá de aquella villa, en Los Dos Ríos, Arana acomete con éxito a la partida que sobre seguro le disputa el paso; más en viendo nuevamente los escasos frutos de una lucha en que las adquisiciones, si algunas, son siempre costosas para los realistas, lejos de proseguir en pos  de los dispersos, contramarcha con presteza para Cumaná.

Bermúdez ignoraba estos sucesos cuando salió de Maturín en la mañana del 10  después de incorporar a sus tropas las pocas que pudo suministrarle la diligencia de Rojas. En el Tigre supo la ocupación de Cumanacoa por los españoles; y más adelante que, abandonada luego, la habían recuperado los patriotas. Libre con esto de cuidados y a pesar de las deserciones ocurridas en la marcha, se presentó en Angostura a mediados del mes,  a la cabeza de 600 infantes, en circunstancias en que la provincia se encontraba por completo desguarnecida; porque el Jefe Supremo, fiado en la promesa de Bermúdez se había partido ya con cuantas  tropas  allegara para el territorio de Apure, ansioso de realizar  junto con Páez se anhelada campaña. Para mientras durase, el Libertador confió a Bermúdez el empleo de Jefe de Oriente y le aconsejó muy especialmente como medida muy importante, el envío de 300 hombres con Sucre en defensa de los castillos de la Vieja Guayana, para impedir que el enemigo, tomando a bordo de su escuadra la guarnición de Guiria, invadiera por el Orinoco la provincia, sin riesgo ni embarazo. En consecuencia, Sucre se encargó  de las fortalezas el 31 de enero, nombrado por Bermúdez, de jefe de ellas y además de Comandante General del Bajo Orinoco, para que pudiera atender con más eficacia el objeto de su nuevo destino.

De suerte que Bermúdez, sosegado y tranquilo, permanecería por ahora en Guayana, en tanto que Montes, falto de medios y desatendido en sus necesidades, mantendría en alto la bandera de la revolución en el territorio de Cumaná con heroica firmeza”. Página copiada del bisemanario “SUCRE”  No. 75 del 30 de mayo de 1925.

1818.- Morillo venido desde Barcelona en la corbeta de guerra “Bailén” y acompañado de dos bergantines, destaca inmediatamente tropas contra Cariaco, Cumanacoa y Carúpano a las órdenes del comandante Francisco Jiménez, quien logró reducirlos con facilidad, a causa de las discusiones entre los patriotas.

Nota. - Sin embargo, no fue tan sencillo, finalizando el año 17, Domingo Montes amenaza nada menos que a la capital de la Provincia, la Ciudad de Cumaná; el comandante José Maria Carrera, el 20 de octubre, les da un susto a los españoles en Catuaro y en Santa Cruz, donde obtiene sonoros éxitos, y decididamente atacó Cariaco, donde estaba el invicto jefe español Francisco Jiménez. Pero, debemos anotar que por la desesperación de Morillo, Cumanacoa había sido destruida por Tomás de Cires, mientras el comandante Domingo Montes estaba con sus guerreros a las puertas de Cumaná, e intentaba tomarla con fuerzas bien pertrechadas y estructuradas, mantenía activadas la Brigada Número Uno, bajo el mando del general José Rafael Guevara; la Número Dos, bajo el mando de los coroneles Manuel Isaba y José Manuel Torres; y entre otros formidables guerreros lo acompañaban: José María Carrera, Calixto Balza, Ildefonso Paredes e Ignacio Brito.
Entrando en el año 18, las fuerzas irresistibles de Morillo dominaban todo el territorio Norte de la provincia,  y los patriotas controlan el centro, los valles de Cumanacoa, Maturín, Barcelona y Guayana, con el Libertador. Mariño, Piar, los Monagas, Bermúdez y Sucre como protagonistas. . 

1818.- Combate en Cariaco entre el Comandante Francisco Jiménez y Mariño que pierde la acción el 12 de marzo; pero, muriendo en Cumaná Jiménez de resultas de la herida que recibió entonces.  

Nota.- José Mercedes Gómez, en su obra “La Guerra de independencia en el Oriente”, nos lo cuenta de otra forma, vemos:
“Al saberse la noticia de lo sucedido en Cumanacoa con Bermúdez y ante la solicitud urgente de su regreso, Mariño partió de Margarita, con conocimiento de las autoridades de la Isla: Gómez, Arismendi y Maneiro. A mediados de marzo desembarco por la Esmeralda, cerca de Cariaco.

            Notificado el comandante Armas del desembarco de Mariño lo informó a Carúpano, Cumaná y Yaguaraparo donde estaba Jiménez, el vencedor de las fueras patriotas desde Clarines en 1816. El comandante José Guerrero jefe de las fuerzas navales de Carúpano se dirigió a La Esmeraldas para bloquear la costa e impedir la llegada de refuerzos de Margarita. En el sitio denominado Manzanillo, se produjo una escaramuza entre patriotas y realistas, sin resultados positivos de ambas partes. Los realistas regresaron a Carúpano donde había llegado ya Jiménez, dispuesto a iniciar una ofensiva contra Mariño, quien nuevamente se identificaba como el verdadero Jefe de Oriente y el enemigo a vencer.
           
1818.- Bermúdez encargado del sitio de Cumaná  la ataca hasta la cabeza del puente, por el lado de Altagracia, y es rechazado la noche del 21 de mayo de 1818.
Tropas de Mariño son rechazadas en Catuaro por el comandante Agustín Noguera el 24 de mayo de 1818. Mariño y Montes derrotan a Noguera el mismo día en Cariaco. 1818
Bermúdez con 300 hombres es atacado en el Puerto de la Madera por el batallón de la Reina, prolongándose el combate hasta la misma ciudad de Cumaná, muriendo de los patriotas 23 hombres y de los realistas 122; y Bermúdez se retira a Cumanacoa el 30 de mayo 1818

Nota. De la tal derrota de Bermúdez se han escrito muchas versiones, pero nunca se podrá escribir la hazaña del Ayax en este ataque a la inexpugnable plaza. Aplacados los ánimos entre los dos egregios patriotas, Mariño y Bermúdez,  gracias a la intervención de Sucre, el General Mariño establece su cuartel general  en el pueblo de  San Francisco, y, Bermúdez avanza y se ubica con sus fuerzas a  legua y media de Cumaná, estratégicamente ubicado en Puerto de la Madera; y a la vez que   Mariño, avanzando desde Guiria toma Carúpano; aunque  es desalojado rápidamente por el coronel Francisco Jiménez, y sigue Mariño par4a Cariaco.  Bermúdez  también es desalojado de Puerto de la Madera  por el propio Gobernador Tomás de Cires, al frente de fuerzas irresistibles.

Y dicen que Bermúdez, jugueteando con las fuerzas españolas, avanzó sobre Cumaná, y penetro entre sus defensas hasta el puente Urrutia. Al parecer se quedó sin provisiones y otros arbitrios. Tuvo que retirarse a sus posiciones en Puerto de La Madera, donde sufre otro ataque demoledor de fuerzas superiores, pero Bermúdez  les causó mucho daño a los españoles. 

Bermúdez y Sucre pasan a Angostura a unirse con Bolívar.  Mariño vuelve a  quedar dueño de su patio y de la situación en  la provincia de Cumaná. Se levanta el sitio de Cumaná de 1818 con pérdidas irreparables para las fuerzas patriotas. Don Tomás de Cires, muy golpeado pero lleno de sagrado entusiasmo,  en el parte de la batalla, dice:

“Establecido el enemigo en el Puerto de la Madera, a legua y media de esta plaza, determiné atacarlo  en sus trincheras con 700 hombres, que era mucha parte  de nuestra guarnición , y tuvo efecto mi  pensamiento hoy día de nuestro augusto soberano, con tan feliz suceso, que el enemigo desalojado a la bayoneta de sus fuertes atrincheramientos, dejó en nuestro poder las dos piezas de artillería que allí tenía, toda su caballería compuesta  de 130 caballos ensillados, copiosa porción de municiones; un crecido número de fusiles y lanzas, todas las reses que allí tenían, y el campo cubierto de cadáveres. Nosotros hemos tenido alguna perdida. Aún no se me ha dado el parte circunstanciado  de todo: cuando lo reciba lo trasladaré  a V. S. Cumaná 30 de mayo de 1818. (73)

José Mercedes Gómez, trae  al respecto, un texto del general Florencio  O´Leary, veamos:

“Mariño, ocupó a Cariaco el 10 y el 24 derroto en Catuaro una columna que trató de molestar la espalda de Bermúdez. Desde el 14 había continuado su marcha con 700 hombres de todas armas. El 16 se presentó en frente de Cumaná y atacó sin suceso en la noche del 21 la cabeza de puente que defendía la entrada”. Aquí el traductor no aclara si fue Bermúdez o Mariño, quién avanzó a Cumaná. Por la lectura se infiere que fue Mariño. Si esto es cierto, entonces, sí acudió Mariño en auxilio de Bermúdez. Más luego continúa el párrafo: “Por la mañana del 30, el enemigo con fuerzas iguales a las sitiadoras, hizo una salida a la plaza y atacando a Bermúdez en su posición del puerto de La Madera, le puso en completa derrota, después de una resistencia que costó caro a los agresores. Con los dispersos, se retiró a Cumanacoa y de allí se trasladó a Angostura, mientras Mariño, se vio forzado,  a replegarse sobre Maturín”…
Son interesantes estas otras aseveraciones que añade al final del párrafo trascrito el edecán del Libertador, para una mejor comprensión de los acontecimientos: “Cuando Bermúdez, emprendió sus operaciones, calculaba encontrar la escuadra del Almirante Brión frente a Cumaná; pero faltó ésta a la combinación, y por tal motivo, la plaza pudo ser auxiliada a tiempo por las fuerzas marítimas españolas, muy inferiores, a las que mandaba el marino republicano

Perdieron Bermúdez, Sucre y Mariño, pero ganó  la naciente Colombia con la incorporación de  tres grandes campeones de Oriente, que unidos a Urdaneta, Páez, Arismendi y Zea, responderían por la unidad de Colombia.    

1818.- El mismo día se incendia la capilla de la chara de capuchinos.

Nota.- En relación con la chara o finca de Capuchinos, J. A. Ramos Martínez (Ob. Cit) en relación con la Chara, en su obra “Memorias para la historia de Cumaná y Nueva Andalucía” dice:
 
“La casa y capilla rurales que poseía a orillas del Manzanares (fue una donación del padre Antonio Patricio de Alcalá),  junto con los ornamentos y enseres necesarios para el culto, las donó para los capuchinos aragoneses, con el objeto de que éstos tuviesen allí enfermería y hospicio, y de que los habitantes de las Charas no quedasen privados de la facilidad de oír misa en los días de precepto, ni de los otros consuelos espirituales que les proporcionaba, al tenor de las facultades que le habían sido concedidas por los superiores eclesiásticos.     

Esta Chara que sirvió de hospicio, posada e iglesia, tiene importancia histórica, porque fue ocupada por las fuerzas de Mariño en 1813, y desde allí intimó la rendición de la plaza, fue el cuartel general de la libertad, por otra parte sería un lugar sagrado, pero como en Cumaná nada tiene relevancia, por supuesto, que nadie reclamó ni reclamará para ese bien histórico, los beneficios que otorgan las leyes de patrimonio histórico. 

1818.-Vuelto Bermúdez de Ciudad Bolívar y en combinación con el almirante Brión, ataca y ocupa a Guiria, el 26 de agosto de 1818.

Nota.-  J. M. Gómez, en su biografía de Bermúdez “José Francisco Bermúdez General en Jefe de los Ejércitos de Colombia”, al respecto, dice: “El 14 de agosto, partió Bermúdez del puerto de Barrancas, con 400 hombres de tropa, en su mayor parte cumaneses, y el 23 de dicho mes se presentó frente a Guiria. La sorpresa privó más que el número de tropas y la plaza fue tomada el 24 apoderándose de un material de guerra constituido por 8 cañones, parque y 8 flecheras, y recuperó el bergantín “Colombia” que habia sido tomado por los realistas antes del asalto. Los españoles decidieron abandonar la plaza y se retiraron a Río Caribe y Carúpano expandiendo la noticia de la invasión por toda Paria. De este modo el factor sorpresa tuvo efecto positivo en Guiria. El resto de la península, fundamentalmente Carúpano y Río Caribe se aprestaron a la resistencia. Bermúdez informó al Libertador el 25 la toma de Guiria, informe que fue recibido con un mes de retraso. En conocimiento del éxito por noticias llegadas desde Trinidad, Bolívar se apresuró a notificarlo a los demás comandantes exagerando imaginativamente los resultados. En efecto el 17 de septiembre le escribe a Páez en estos términos: “El 24 del próximo pasado, tomó el Coronel Bermúdez la ciudad de Guiria, ocupa el golfo nuestra escuadra sutil y somos dueños de toda la costa. Los Generales Mariño y Bermúdez están en comunicación”.
 

1818.- Retirado Bermúdez del ataque contra Carúpano, se apodera de Río Caribe derrotando al capitán Ramón Añez el 18 de setiembre; Pero, reforzado Añez, vuelve sobre Río Caribe y lo toma después de una sangrienta pelea, saliendo derrotado Bermúdez hacia la Esmeralda el 15 de octubre de 1818.

Nota.-  J. M. Gómez en su obra La guerra de independencia en el Oriente dice al respecto: Bermúdez había salido de Guiria, con una escuadrilla de once flecheras al mando del Cap.  Antonio Díaz, rumbo a La Esmeralda su puerto de desembarco para de allí,  dirigirse al encuentro de Mariño,  pero en el trayecto decidió desembarcar por Carúpano. Informados los realistas de la salida de Bermúdez de Guiria, habían reforzado sus guarniciones de Río Caribe y las  ensenadas de Puerto Santo y Tío Pedro en Carúpano. Bermúdez intentó desembarcar por este sitio, pero fue derrotado completamente  Obligado a retirarse,  regresó hacia Guiria,  pero frente a Río Caribe cambió de planes y atacó este puerto. Añez, reforzado con la guarnición de Puerto Santo,  también lo derrota  

1818.- Los comandantes Agustín Noguera y Manuel Lorenzo triunfan de Mariño  en Cariaco. De los prisioneros caídos en poder de los realistas fueron conducidos a Cumaná: al ayudante Jerónimo Padilla y se le fusiló en la plaza de la cárcel y el Comandante Rafael Jugo, maracaibero, fue fusilado en la plaza de San FranciscoNoviembre de 1818  
Nota.- La Plaza de la Cárcel es ahora la plaza Andrés Eloy Blanco. La Cárcel ocupaba la planta baja del edificio del Ayuntamiento, que hoy es la escuela “Santa Teresa” frente a la Catedral. Era  de los  edificios más importantes de la ciudad, constituido  por dos amplias  plantas  En la planta alta,     funcionaba el Ayuntamiento de la Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná,    normalmente presidido por el Capitán General de la provincia. Fue construido,  este edificio, por orden del Capitán General Don Vicente de Emparan y Orbe, entre los años  1796 y 1799 Antes de su construcción, el ayuntamiento, tenía su sede en el castillo de Santa María de La Cabeza. Cumaná, por muchas razones, fue favorecida por el Imperio, que escogía para la provincia y por ende para la ciudad de Cumaná, a funcionarios de probados méritos, por ejemplo: Don Carlos de Sucre, marqués de Preux, Diguja y Villagómez, hombre de amplia cultura que nos dejó un estudio inapreciable de la provincia. Los gobernadores también presidían al Ayuntamiento.      
1818.- Combate naval en Punta de Araya, en el  cual el comandante José Guerrero apresa cuatro flecheras y un esquife republicanos el 21 de noviembre de 1818.  

NOTA.- El capitán de navío español José Guerrero, con 490 combatientes, derrotó al patriota capitán de navío, Pedro Volcán, que solo tenía 370 combatientes, sin embargo el español sufrió daños de consideración que le impidieron perseguirlo. Con esta acción tan arriesgada como heroica, solo se pretendía apoyar las acciones de Bermúdez que atacaba a Cumaná, dividiendo las fuerzas realistas objetivo que se logró y los patriotas permanecieron amenazantes en sus posiciones.  Aunque Bermúdez se retiró ordenadamente y perseguido por un fuerte contingente bajo el mando de Don Tomás de Cires, por el cual según dice en su parte de Guerra fue derrotado y puesto en fuga en Puerto de La Madera donde se había atrincherado. Sabemos que Bermúdez avanzo hasta el puente Urrutia, y que en esta batalla final de Puerto de La madera, cuya victoria se atribuyen, los españoles perdieron 150 hombres  y Bermúdez se retiró ordenadamente hacia Cumanacoa, como lo tenía previsto.

Del Capitán Pedro Volcán y sus épicas campañas casi no se recuerda nada, porque no se ocuparon de él  los historiadores ni cronistas de su época. Sabemos que sirvió muchos años bajo las banderas de Antonio Díaz, y fue herido gravemente en Maracaibo en la última gran batalla naval de la Venezuela heroica bajo el mando del  Almirante Padilla.

Nació en Cumanacoa en 1796 y dejó en esa ciudad su descendencia que siempre ha venerado su recuerdo como gran pater familia, Mirtiliana Volcán, en las tertulias que se formaban en la puerta de su casa en el callejón de El Alacrán, siempre hablaba de este patriota olvidado. Su padre el coronel Volcán, nieto del guerrero, fue muy apreciado tato en Cumanacoa como en Cumaná.            

1818.- La primera embarcación de vapor venida a Venezuela fue un bote inglés que surcó el golfo de Paria en diciembre de 1818.  
NOTA.- Todo hace pensar que se trataba de un barco de la compañía de Robert Fulton, ingeniero que  nació en Pensilvania. Fulton se interesó  en las máquinas desde 1777, cuando, a la edad de 12 años, visitó al delegado de Lancaster William Henry, que había estudiado la máquina de vapor en una  visitaInglaterra y luego construyó su propia máquina y en 1763.  En 1800 conoció a Robert Livingstonembajador de los Estados Unidos (padre de la que luego se convirtió su esposa), y decidieron construir un barco de vapor para probarlo en el río Sena. Fulton experimentó con la resistencia al agua de diferentes quillas de barcos, haciendo diseños y modelos e incluso hizo construir un barco de vapor completo. Su primer prototipo se hundió, pero lo reconstruyó y fortaleció el armazón. El 9 de agosto de 1803 su barco navegó río arriba bajo la atenta mirada de una multitud de personas. El barco tenía 20 metros de eslora, 2,4 m de manga, y alcanzaba una velocidad de entre 5 y 6 km/h contra corriente y a corriente normal a 7 o 9km/h.
El viaje inicial del monstruo de Fulton se describió en una publicación de 1807  La sorpresa y el miedo se excitaron entre los tripulantes de estos barcos dado que la apariencia del navío era extrema. Estas personas simples, la mayoría de los cuales nada había oído hablar de los experimentos de Fulton, veían lo que les parecía un monstruo inmenso, vomitando fuego y humo por su garganta, golpeando el agua con sus aletas y haciendo al río templar con su rugido. Algunos se arrojaron al suelo de la cubierta de sus navíos, mientras que otros tomaron n sus botes y huyeron a la costa, dejando a sus barcos flotando a la deriva de la corriente. El terror no lo sintieron sólo los navegantes. Las personas que paseaban por las orillas se agolpaban para observar al barco de vapor cuando pasaba. Cuentan que así mismo pasó en Guiria.
                                                               
1818.- El coronel Montes pierde en Cumanacoa el 28 de diciembre de 1818. (Ver Jerónimo Ramos, más adelante)
1819.-  la viruela invadiendo a Venezuela aparece en Cumaná de 1818 a 1819.
1819.-  El general Rafael Urdaneta con su escuadra en que venía parte de la Legión inglesa e inteligenciado con las fuerzas terrestres del Coronel Montes, empeñan combate en Bordones, con el fin de ocupar la plaza de Cumaná; pero son rechazados.  5 de agosto de 1819
Vuelve Urdaneta al combate por el puerto del Barbudo contra el Castillo de Agua Santa, y en momentos de apoderarse de la fortaleza se ve en la necesidad de retirarse por las nutridas descargas que de improviso le hiciera el enemigo. 5 de agosto de 1819.
NOTA.- Veamos cómo nos lo cuenta Silverio González Varela:  ¨El fuerte estaba ubicado en los cerros de Caigüire, hacia el Este  y debió haber sido construido después del año de 1761, porque no lo cita en sus Notas el gobernador Diguja y Villagómez. Su objeto era defender la plaza por el Este y Noreste. En él se libraron grandes combates durante la guerra de Independencia, especialmente en 1819 en que fue atacado por los ingleses unidos a los patriotas. El 1º de Mayo de 1820, fue comisionado el capitán Rafael Sevilla por el gobernador de Cumaná D. Antonio Tobar para reedificarlo, pues habia quedado muy estropeado desde el ataque de los ingleses. “En veintitrés días –dice el mismo Sevilla-  dejé el fuerte convertido en un verdadero castillo”. Terminada la guerra  y abandonado al poder destructor del tiempo, desapareció por completo, quedando hoy apenas señales de su emplazamiento”. Fin de la nota.
En los primeros meses de 1819, por disposición del Libertador Simón Bolívar, salió de Angostura para Margarita a practicar importantes operaciones militares, el General de División Rafael Urdaneta, patricio ilustre, que muy temprano empezó a servir a la República, y que en lides formidables, asedios terribles y brillante retirada que efectuó desde San Carlos hasta Nueva Granada, se había adquirido ya prez excelsa por su pericia y ardimiento. El General de Brigada Juan Manuel Valdés, con el carácter de Segundo Jefe, los coroneles Miguel Borras, Francisco Urdaneta, Francisco Sánchez, Julián Montesdeoca y José Manuel Torres y varios oficiales extranjeros y criollos acompañaban entonces al General Urdaneta, que se encontraba en Juan Griego para el 8 de marzo del citado año. Desplegando en breve actividad y energía, procuró luego organizar con tropas de la isla y con las que allí arribaran, hacía poco tiempo, en fuerza de 1500 hombres al manado del general English y del Coronel Uslar, la expedición necesaria para poner por obra sus planes de campaña: tropezaba de continuo con su bélico proyecto con dificultades numerosas que vadeó con destreza; y pasados cerca de tres meses con el Almirante Luis Brión, el Jefe de Estado mayor Coronel Mariano Montilla, y demás expedicionarios, en una escuadrilla compuesta de dos corbetas de guerra, diez bergantines, seis goletas y ocho buques menores, entre los cuales se encontraban seis flecheras, dirigiose al continente, donde se prometía encontrar al valioso apoyo de Mariño y Bermúdez y de otros mentados caudillos que dominaban en puntos de Barcelona y Cumaná.
La noche del 16 de julio del propio año desembarcó en la ensenada de Pozuelos y al día siguiente sin oposición alguna ocupó a Barcelona, evacuada con presura por su Gobernador don Juan Saint Just: choques y contratiempos experimentó con frecuencia en la ciudad del Neverí, por lo cual ordenó que se reembarcase la división inglesa, ya bastante disminuida y abandonando dicha plaza hizo rumbo a Cumaná, con esperanza de hallar en esta provincia compañeros de causa y de conseguir víveres, pedidas de antemano a Maturín para luego emprender de nuevo las operaciones convenientes.
El día 3 de agosto llegó al puerto de Bordones, legua y media distante de la plaza de Cumaná, uniose allí con 300  hombres al mando del coronel Domingo Montes: marchó por la falda de Cerro Colorado y esguazando el río Manzanares salió al Puerto de La Madera y se situó con su ejército en la sabana de Cautaro.
“En todo este movimiento la caballería realista molestó en gran manera a los independientes, que marchaban a tiro de cañón de la ciudad. La escuadra de Brión, aprovechándose de un viento favorable ejecutó una maniobra arrojada; pasando bajo el fuego de la artillería de la plaza fue a ocupar el Golfo de Cariaco. En esta operación el castillo de la boca del río hizo y recibió un fuego muy vivo pero con poco estrago de una y otra parte. Tampoco dañaron a la escuadra los fuego continuos de las fuerzas sutiles españolas”
“En la Plaza de Cumaná manada el Brigadier don Tomás de Cires, tenía cerca de mil veteranos fuera de las milicias y los habitantes de la ciudad que tomaron las armas. Así los realistas amparados por sus fortificaciones, bien vestidos y alimentados e iguales casi en número a los patriotas, nada debían temer. Estos por el contrario sin artillería, sin vituallas, desnudos e indisciplinados no podían tener probabilidad alguna de un feliz suceso.
“El General Monagas llegó con pocos hombres y ganados alimentado así algún tanto el hambre de las tropas. Empero llovía incesantemente, mal terrible para los soldados europeos, no acostumbrados a las copiosas lluvias de la zona tórrida ni a sufrirlas sin tiendas y sin vestidos. El descontento llegaba a su colmo y la deserción era continua pasándose los extranjeros al enemigo”
“Después de haber hecho varias tentativas y reconocimientos sobre la ciudad y sus fortificaciones, Urdaneta resolvió atacar al fuerte de Aguasanta que dominaba la plaza. Esta posición se hallaba defendida con gruesa artillería,  buenas estacadas y anchos fosos; además era muy áspera y difícil la subida al cerro donde yace, y tenía un camino cubierto para comunicarse con la ciudad
“El 5 de agosto al amanecer fue embestido el fuerte: componíase la primera columna de ataque de cerca de cuatrocientos hombres, los doscientos ingleses y los demás alemanes al mando del teniente coronel Frendental; y la segunda de cuatrocientos venezolanos que capitaneaba el Coronel Domingo Montes. La vigilancia de los españoles era muy grande: así vieron oportunamente el avance de las columnas republicanas; dejándolas acercar, rompieron sobre ellas un fuego destructor de artillería y granadas. Los invasores sin embargo continuaron sus movimientos con denodado valor. Los soldados y oficiales llegaron hasta querer arrancar con sus manos las estacas de las fortificaciones, pues no habían llevado instrumentos para cortarlas, pero los realistas defendidos por sus casamatas, tiraban con seguridad a los patriotas, que situados en la pendiente más baja de la altura, recibían la muerte y no podían herir a sus enemigos. Esto obligo a que Urdaneta diera la orden para retirarse. Dos horas se prolongó el combate; y nuestros soldados rechazados tres veces, volvieron al ataque del fuerte con el mayor denuedo y con un brillante valor. El resto de la división se había situado al pie del cerro, mientras duraba la refriega. Formada en columnas, recibía los fuegos de las baterías de la plaza, especialmente del castillo de San Antonio y de los baluartes de San Fernando y de El Barbudo. Fue, sin embargo muy poco el daño que le hicieron los realistas, por la mala dirección de sus fuegos. Una bala, sin embargo, puso en peligro la vida del General en Jefe, pues habiendo tocado de rebote a su caballo, éste lo derribó aunque sin causarle daño alguno”.
“El Ejército republicano volvió a sus posiciones habiendo tenido entre muertos y heridos  la pérdida de ciento cincuenta hombres. Contóse entre los últimos al Teniente Coronel Frendental, cuyo valor y arrojo en aquel día rayara en temeridad. Los españoles solo tuvieron dos muertos y seis heridos, según sus partes oficiales”.
“Privado en general Urdaneta de toda clase de auxilios y desesperado de poder reducir la plaza de Cumaná, determinó de abandonar la empresa. En consecuencia, la escuadra que proveía en algo la subsistencia de las tropas, se hizo a la vela para otros puntos. Urdaneta dio pasaporte para Margarita al General English porque en la división más bien causaba embarazos que alguna utilidad, él carecía de habitudes de mando militar y de energía de alma para reprimir los desórdenes de los soldados extranjeros. Fuese a Margarita donde murió a poco tiempo”.   
El General en Jefe trasladó enseguida su división al Puerto de La Madera: desde allí emprendió el 9 de agosto una larga marcha por tierra, primero hacia Cumanacoa, para seguir después a Maturín en lo interior de Llanos”.
En los ocho párrafos anteriores contenidos en el tomo segundo de su “Historia de Colombia” dejó narrado con bastante detención el ataque al castillo de Aguasanta en Cumaná, el 5 de agosto de 1819, don José Manuel Restrepo. Acerca de dicho punto histórico importa leer las “Memorias del General Rafael Urdaneta”. Montenegro, Baralt y otros historiógrafos patrios no llegaron a escribir siempre con extensión y exactitud sobre acontecimientos notables de la guerra de la Independencia ocurridos en las provincias de Oriente.
1820.- El comandante republicano Francisco Rojas triunfa en Guiria el 16 de mayo e 1820.
NOTA. - Lo que no pudo hacer el Áyax lo logró este joven y hábil comandante: derrotar a Morales; cuyas fuerzas parecían invencibles. No tenemos información suficiente de este hecho tan importante, ni  sobre el comandante Francisco Rojas; pero, de esta batalla, queremos aprovechar para recoger algunos datos biográficos del Mariscal Francisco Tomás   Morales Guédez, que apareen en Internet, veamos: 
EL Mariscal de Campo don Francisco Tomás Morales Guédez, oriundo de la puebla de  Carrizal de Aguines, Islas Canarias, donde nació  el  20 de diciembre de 1781. Fueron sus padres  Francisco Miguel Morales y María Alonso Guédez. Llegó a Venezuela el 19 de marzo de 1804, a los 20 años, y se estableció en Píritu (Anzoátegui), donde tuvo una pulpería, oficio humilde, de baja estima para los mantuanos caraqueños, que le produjo suficiente para contraer matrimonio con una señorita de una familia principal, Josefa Bermúdez, de la familia de los Bermúdez de Castro Cumaná.
En 1812 se incorpora al ejército realista demostrando valor en varias escaramuzas contra las fuerzas de Anzoátegui,  en las cuales sale  herido por lo cual se gana las preseas de  Capitán. En 1813, se une al general  José Tomás Boves, convirtiéndose en poco tiempo en su segundo al mando. Participa bajo las banderas de Boves en la derrota de Bocachica  y bajo el mando de Juan Manuel Cajigal en la  primera de  Carabobo, donde también muerde el palio de la derrota; pero luego con Boves va a la  Primera Batalla de La Puerta, donde se llena de gloria. Morales se gana  el nombramiento de Coronel.
El 12 de febrero de 1814 va de segundo  con las huestes de Boves;  al frente de la caballería, y  se estrella en la  gloriosa Batalla de La Victoria, contra el invencible  José Félix Ribas, que defiende la ciudad con imberbes estudiantes del Seminario de Caracas, que ya para rendir sus vidas  reciben los refuerzos de español patriota Campo Elías, y coronan la más sublime victoria del ejército patriota  de ese doloroso  año. Boves y Morales huyen avergonzados. 
Posteriormente, entre el 28 de febrero de 1814 y el 25 de marzo de 1814, participa con Boves en las Batalla de San Mateo, en las que mandaba el ala derecha realista, cuando tomó el trapiche y la «casa alta»; durante esta fase de la batalla, se produjo la explosión del parque republicano, provocada por el capitán Antonio Ricaurte, que aunado al contraataque de Simón Bolívar, condujeron a la derrota de Morales, y el fracaso de la acción general llevada a cabo por Boves. Participa el 31 de marzo en el mismo año de 1814 en la batalla de Bocachica, en la cual fueron derrotadas las fuerzas realistas por Santiago Mariño.
El 15 de junio de 1814, comanda una de las columnas con las que Boves infringe una derrota decisiva a Bolívar en la Segunda Batalla de La Puerta. En julio de ese mismo año, cuando se llevaba a cabo la retirada de los republicanos hacia el oriente venezolano, llamada Emigración a Oriente, Morales encargado de seguir la columna que se retiraba, derrotó nuevamente a los patriotas el 17 de agosto en Aragua de Barcelona.
A raíz de la muerte de Boves, ocurrida el 5 de diciembre de 1814 en la batalla de Urica, Morales se hizo proclamar jefe de las huestes realistas de Oriente, y pasó con su ejército  a  Carúpano, donde ordeno el ajusticiamiento de los patriotas masones, hecho horrible e injusto, que enlutó a todas las familias de esa heroica ciudad del Estado Sucre. Luego permaneció en Carúpano y en abril de 1815, recibió en ese puerto  la expedición española que mandaba el Mariscal de Campo Pablo Morillo. Morales siguió como jefe subordinado al mando de Morillo en la toma de la Margarita y de allí continuó bajo su mando  hasta la heroica  Cartagena de Indias, que resistió el sitio más heroico de la historian de América. Allí tuvo que vérselas con el titán de los guerreros patriotas al general José Francisco Bermúdez, el Ayax venezolano.  
Se encontraba Morales acompañando a Morillo en operaciones destinadas al sometimiento en el virreinato de Santa Fe, pero, ante la preparación de Bolívar en Haití de la expedición de los Cayos sobre las costas de Venezuela, fue enviado a Valencia para desarrollar una contraofensiva. En junio de 1816, tras el desembarco de Bolívar en Ocumare, derrotó al coronel Carlos Soublette en las alturas de Los Aguacates, siguiendo hacia Ocumare, donde tomó posesión del material de guerra y de otros suministros depositados por Bolívar en la playa. Luego de este triunfo, emprendió una caza feroz de los republicanos que, bajo el mando del general de brigada Gregor MacGregor, llevaron a cabo una retirada hacia el oriente de Venezuela (conocida también como la Retirada de los Seiscientos).
Su paso incontenible fue detenido el 27 de septiembre de 1816 en la sabana de El Juncal (cerca de Barcelona), donde fue derrotado por las tropas del general de división Manuel Piar y del general de brigada MacGregor. Tras este revés, Morales se retira a Uchire y de allí a Orituco a levantar tropas.
En 1817, Morales fue trasladado al ejército que, bajo el mando de Pascual Real, debía operar contra Barcelona. El 16 de marzo de 1818, combatió en la batalla del Sémen. El 20 de mayo del mismo año derrotó al general de división Manuel Cedeño en el combate de la laguna de Los Patos. En 1819 participó en la campaña de Apure, conducida por el general Pablo Morillo; participando en los siguientes combates: El Jobo (4 de febrero), Caujural (8 de febrero), Cañafístola (11 de febrero) y Queseras del Medio (2 de abril). En 1821, cuando el general José Francisco Bermúdez tomó Caracas e invadió los valles de Aragua en mayo durante la ejecución de maniobras previstas en el plan de operaciones de la campaña de Carabobo, Morales salió con sus fuerzas de Calabozo y mediante una rápida contraofensiva, recuperó el territorio ocupado por Bermúdez. Luego de esto, Morales marchó al campo de Carabobo, donde combatió en la célebre batalla librada allí el 24 de junio de 1821, en la cual fueron derrotadas la fuerzas que opuso a Bolívar el mariscal de campo y Capitán General Miguel de la Torre.
El 7 de noviembre de 1821 fue ascendido a mariscal de campo. El 7 de junio de 1822 derrotó de nuevo al general Carlos Soublette en el combate de Dabajuro (Estado Falcón). El 4 de julio del mismo año fue investido con el cargo de Capitán General de Venezuela, encargándose del mando de las fuerzas realistas en Venezuela tras el envío de Miguel de la Torre a Puerto Rico. Tan pronto asumió el mando reinició operaciones destinadas a recuperar el territorio perdido por el ejército español y tratar de restablecer la autoridad del Rey de España.
En agosto de 1822, habiendo concentrado sus tropas en Puerto Cabello, Morales emprendió un ataque contra las fuerzas republicanas, pero fue derrotado por el general José Antonio Páez el 11 del mismo mes, en la Sabana de la Guardia. Tras la derrota, Morales retornó a Puerto Cabello y desde aquella plaza inició las operaciones de lo que se conoce como "campaña de Occidente" y que se extendió por CoroMaracaiboTrujillo y Mérida; durante la cual tuvieron lugar las acciones siguientes: Sinamaica (2 de septiembre), Zuleta (4 de septiembre) y la toma del castillo de San Carlos (9 de septiembre). En dicha campaña, Morales logró el éxito en un primer momento, al obtener el control de todo el Zulia. No obstante, las operaciones desarrolladas entre diciembre de 1822 y enero de 1823 destinadas a obtener el mismo resultado en Trujillo y Mérida, fracasaron.
Habiendo agotado todos sus recursos logísticos, el 3 de agosto de 1823 y luego de la derrota sufrida por la escuadra española el 24 de julio en la Batalla naval del Lago de Maracaibo, Morales capituló en Maracaibo ante el general de brigada Manuel Manrique y se marchó a Cuba, desde donde prosiguió hacia España. En 1827 fue nombrado comandante general de las Islas Canarias y presidente de la Real Audiencia. En 1834 regresó a la península, donde permaneció en cuartel hasta que volvió a Canarias en 1837, ya retirado de la vida pública.
Con su capitulación, Morales se convirtió oficialmente en la última autoridad de gobierno al servicio de la corona española en Venezuela. El Mariscal de campo Francisco Tomás Morales murió lleno de méritos en Las Palmas de la Gran  Canarias, el  5 de octubre de 1845. Fue el último funcionario español en ostentar el cargo de Capitán General de Venezuela, antes de la Independencia,  llegando a alcanzar el grado de Mariscal de Campo, por sus servicios militares y políticos al Imperio Español. Gloria al Vencedor, honor al vencido.

1820.-La guarnición criolla de Carúpano se subleva dando muerte a su comandante y demás españoles que servían en ella.
Los vecinos del Golfo de Cariaco, estimulados y apoyados por el coronel Montes, que militaba en sus inmediaciones, se declaran en favor de la independencia.
NOTA. - Dice Tavera Acosta que: ¨Para 1820 la guarnición de Carúpano continúa siendo el batallón Clarines de infantería  ligera, al mando del ya nombrado comandante Ferino y del capitán Lamela, y compuesto en casi su totalidad por hijos de las regiones orientales del país, ya cansados de servir  bajo las banderas del Rey.
Un día ocurre la deserción de once de ellos, quienes a poco son capturados, y, de conformidad con la Ordenanza respectiva condenados a muerte. En vista de tan extrema medida, resuelven algunos de los compañeros liberarlos de tan terrible suerte que les aguarda y salvarse todos, sublevándose. Y mientras las autoridades militares creen cumplir un deber enviando a aquellos infelices al cadalso, los otros obran sigilosamente con mucha actividad, preparándose a poner en práctica sus propósitos.
El cabo primero Guillermo Navas, natural  de Caracas, es el promotor de la conspiración, la encabeza audazmente, y a poco, en unión de los cabos Manuel Hurtado, de Vila de Cura, Rafael Rodríguez, de Cumaná, José Uaramacuto, de San Lorenzo, Manuel Infante, de Aragua de Barcelona, Rafael Tovar, de San Fernando de Apure, y José Andrés Coronado, de Villa de Cura; y los soldados Pablo Ortiz, de Cumaná, Antonio Caricó, de San Lorenzo, y José Arreaza de Barcelona, conciertan u golpe de mano, que se verificaría a las doce de la noche del 16 de agosto de ese año de 1820. En consecuencia, conferencian, se hacen promesas y juramentos y se toman cuantas medidas de prudencia les sugiere su criterio, a fin de lograr el éxito de la empresa.
Llega la hora. Los jefes nada recelan. La noche es oscura y
propicia a la realización del plan. Los conjurados se ponen de pie en el cuartel, a los gritos de ¡Vivan los criollos! ¡Mueran los opresores! El oficial de guardia teniente Infante y el alférez Torrijo, quienes duermen tranquilamente, al oír los gritos se lanzan a cumplir con su deber y son muertos a bayonetazos. En la confusión producida, aumentada por los gritos y las interjecciones, logran escapar algunos de los que no están en el secreto de aquella cuartelada. Adueñados del local, los sublevados sin disparar un tiro, reducen a prisión a otros oficiales españoles, y ponen en libertad a los compañeros condenados a muerte, quienes se hallan asegurados en un cepo, y acto continuo éstos se incorporan a sus libertadores. Los pocos oficiales españoles ocupan en el cepo el puesto que habían tenido los soldados desertores.
 1820.-  Procedente de la isla de Margarita el coronel Francisco Javier Gutiérrez se acercó, no obstante estar ocupada por los españoles, a Cumaná; logra dejar en tierra las comunicaciones para que las remitiesen a sus compañeros de armas que obraban en el interior de la provincia y captura un bergantín español que estaba en el puerto y se lo lleva para la expresada isla. Agosto de 1820.
Don José Guerrero con un esquife y el falucho ¨Místico Hércules¨ ataca en Punta Gorda (Golfo de Santa Fe) a la flechera Flor de Mayo, comandada por el coronel Gutiérrez. En la acción resulta gravemente herido Guerrero y la flechera republicana se lanza al abordaje para completar la victoria; pero, con tan mala suerte, que, desprendiéndose y rodándose su cañón, zozobró. Este conflicto favoreció al enemigo de tal manera que en la lucha murió Gutiérrez con gran parte de sus soldados, huyendo el resto a la isla de Las Caracas, donde sepultaron el cadáver de su jefe, entre tanto que  las embarcaciones realistas regresaron a Cumaná con Guerrero, que murió al llegar. El 25 de agosto de 1820.   
NOTA.-  Resalta este trágico y heroico hecho naval en la historia de Cumaná, que se inmortalizó acaecido  durante la guerra de Independencia, en el golfete de Santa Fe, el formidable episodio protagonizado por dos grandes marinos; probablemente la más dramática batalla naval, notable y portentosa en los mares de la provincia de Nueva Andalucía.     
El español comandaba el bergantín “Místico Hércules” con el cual se enfrentó al impertérrito cumanés Capitán de Navío Francisco Javier Gutiérrez, que comandaba la invicta flechera “Flor de Mayo”, que se destacaba más por sus guerreros que por el poder de sus medios.  El honorable y valiente cumanés, hijo de Don Francisco Javier Gutiérrez, natural de las Islas Canarias, y la cumanesa doña Bárbara Guerra, ya era muy conocido por sus proezas al lado de conductores de la talla del margariteño inmortal Capitán de Navío  Antonio Díaz, y del cumanés, también Capitán de Navío,  Antonio Garbán.  
El ilustre historiador cumanés Pedro Elías Marcano, nos  cuenta algo de ésta batalla, dice: “Don José Guerrero con un esquife y el falucho “Místico Hércules” ataca en Punta Gorda (Golfo de Santa Fe) a la flechera “Flor de Mayo” comandada por el coronel Gutiérrez. En la acción resulta gravemente herido Guerrero y la flechera republicana se lanza al abordaje para completar la victoria; pero, con tan mala suerte, que, desprendiéndose y rodándose su cañón, zozobró. Este conflicto favoreció al enemigo de tal manera que en la lucha murió Gutiérrez, con la mayor parte de sus soldados, huyendo el resto a la isla de Las Caracas, donde sepultaron el cadáver de su Jefe, entre tanto que las embarcaciones realistas regresaron a Cumaná con Guerrero que murió al llegar”.
En Cumaná, en manos de los españoles, el entierro del español fue celebrado con toda la pompa fúnebre acostumbrada,  con asistencia de las autoridades y todas las jerarquías. Hubo funerales y misas y los juglares le cantaron sus endechas, en tanto, el mar lamia los restos abandonados en las orillas silenciosas de las islas, que tanto amó el guerrero heroico, hijo pródigo de la Cumaná irredenta. De él no quedó ni un retrato para mirarlo y llorar su destierro del corazón de su pueblo.
Algún día, cuando se estudie la historia de su pueblo inmortal entonces  su nombre será honrado.
Recordamos con dolor este fastuoso entierro del Capitán de Navío español;  y el abandono en lugar ignoto en las arenas del mar  del inmortal marino cumanés Francisco Javier Gutiérrez quedejó una hoja de sus diez años de servicios, impecable. Habia servido varios años, bajo las órdenes del capitán de navío Antonio Díaz, fue su escuela, con él participó en muchas acciones ordenadas por el propio Libertador. Se destacó en varias acciones en el río Orinoco, y en la toma de Angostura en 1818, donde se ganó sus galones; pero esta vez, en Santa Fe, falló su pericia y su suerte, cuando patrullaba como parte de la flota sutil patriota,  participando en el sitio de Cumaná, bajo las ordenes de general Juan Bautista Arismendi, y fue atacado sorpresiva y violentamente por un bergantín bajo el mando del español coronel José Guerrero,  y en épica lid, en el golfo de Santa Fe, fue derrotado y perdió la vida. Murió en el mar como vivió este héroe de leyendas; sus restos quedaron perdidos en una de las islas Caracas, cercanas a Santa Fe. Casi todos sus hermanos murieron también en la guerra de Independencia luchando heroicamente por la libertad de su patria-. 
(1) Esquife, baro pequeño, que se lleva en la nave para saltar a  tierra u otras alternativas.
(2) Falucho, embarcación costanera con una vela latina.

1821.- Combate en Guirintar entre tropas del general Agustín armario, que hostilizaba la plaza de Cumaná y fuerzas de ésta, 2 de julio de 1821   
NOTA.- Hemos  indagado un poco sobre esta magnífica acción, que vino a incidir en la liberación definitiva de Cumaná. El 2 de julio de 1821, don José Caturla, conociendo la posición de los patriotas en las cercanías de Cumaná, organiza un ataque a Mariguitar,  por tierra y por mar,   bajo el mando del coronel Pio Sánchez, Segundo Comandante del batallón “Granada”,  que avanza por tierra mientras por el mar también avanza,  con seis flecheras,  el capitán de navío Manuel Cid,  asistido con el teniente Caparres,  segundo a bordo, y al frente de 100 hombres. Los realistas desembarcan directamente en las playas de Guirintar, logrando desalojar a los patriotas que se refugian en las montañas y en derredor de las playas lo que los hace inaccesibles, en vista de lo cual, sin haber combatido los realistas, cometen la insensatez de retirarse y regresan a Cumaná abandonando su misión.        
Esto permite al General Armario avisado del ataque por tierra por sus baqueanos de reunir sus tropas y ocupar nuevamente los llanos de Güirintar para organizar la defensa  y además recibe copiosa ayuda de los pobladores de la zona y  muchos otros refuerzos. Armario espera pacientemente al enemigo y ubicado estratégicamente, enfrenta al poderoso batallón Granada, del comandante Pio Sánchez, que lo ataca contundentemente
El Historiador Francisco Javier Yánez, dice de esta acción: “Que el 2 de julio fue atacado el comandante Armario por una fuerte división por mar y tierra. Aunque ningún aviso tuvo Armario de esta operación;  los realistas creyeron sorprenderle y fueron completamente abatidos y derrotados  en término, que ninguno de los dispersos hubiera escapado a no ser por el recurso de las flecheras, en que se embarcaron los que lograron salir a la costa y puertos inmediatos a Guirintar
Los reales abandonaron en el campo de batalla gran número de sus soldados muertos o prisioneros lo que contribuyó en parte a la rendición de Cumaná En la Gaceta de Caracas se publica el siguiente texto        
Agustín Armario Gonzáles muere en la ciudad de Cumaná, estado de Sucre, Venezuela, el día 13 de agosto de 1833 y sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio parroquial de Cumaná el 14 de agosto de 1933. Honores a Agustín Armario. Condecorado con la Estrella de los Libertadores.

1821.- Reunido el Congreso de Colombia dicta un decreto manando suprimir los conventos de religiosos, quedando desde luego eliminados los conventos de franciscanos y dominicos de Cumaná, el 28 de julio de 1821.
NOTA.-  Las  ruinas venerables del Convento de los Franciscanos de Cumaná, porque las ruinas del convento de los dominicos no existen,  donde reposa el espíritu de nuestro pueblo, no puede pasar desapercibido, por eso va un resumen de su historia.-

 Los Conventos, desde las cuales  se inició uno de los procesos más humanos, organizado, proyectado y ejecutado en el continente Americano, y en el mundo de aquellos tiempos, como fue la colonización pacífica y evangélica de la tierra firme, tienen una historia fascinante, que en cierta forma es la misma historia de la fundación de Cumaná.

Desde el 27 de noviembre de 1515, la orden franciscana, inició en Nueva Córdoba –Cumaná- su trabajo misionero, es factible que haya sido desde un año antes, lo que no viene al caso.

Bartolomé de Las Casas encontró a los franciscanos establecidos en la desembocadura del rio Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas. en 1521; y, la mayor parte de los cronistas de indias, reconocen que para 1519, “florecían” los monasterios de los misioneros franciscanos y dominicos en Santa Fe de Chiribichi, y Cumaná, construidos con los famosos bloques de piedras ciclópea de las canteras de Araya, que aún podemos observar en sus ruinas.

No se ha podido comprobar la fecha en que los franciscanos se mudaron o abandonaron su primer convento de la Nueva Córdoba, o sea del Barbudo;  y  construyeron el otro, su segundo convento, entre los cerros de Quetepe y La Línea, en el barrio de San Francisco, pero es muy probable que haya sido a mediados del siglo XVII, entre 1641 y 1650, DEBIDO A LA DESTRUCCIÓN DE LA Nueva Córdoba por piratas ingleses y franceses. Como lo podemos colegir de la obra de Fray Antonio Patricio de Alcalá, que rescató los archivos de las iglesias de aquel suburbio ubicado en el puerto del Barbudo

También es probable que este edificio nuevo se encontrase abandonado para 1641, destruido por terremotos u otros desastres,   por eso en la solicitud se habla de reconstrucción; pero no podemos darnos el lujo de inventar.

De este centro de  evangelización franciscana sabemos que fue el primero de la tierra firme, iniciado en 1515, ubicado en principio en la Nueva Córdoba, -Cumaná- y estuvo en servicio hasta 1654, según nota de Ramos Martínez, y en “El Consectario” de Pedro Elías Marcano; cuando fue destruido por corsarios franceses; también sabemos que la reconstrucción de las  edificaciones cuyas ruinas conocemos, fue iniciada  a partir de 1641.

Por otra parte de los datos que nos dejó Las Casas cuando vino a poblar en Cumaná, en 1521, se desprende que el primer vicario del convento fue fray Juan Garceto, y que estaba aquí con un grupo de misioneros picardos y de otras naciones, asentado en el pueblo de la Nueva Córdoba, donde tenían muy buena casa y  huerta.

Igual podríamos decir del Convento de los Dominicos porque Pedro de Córdoba el 10 de febrero de 1515 trajo al fraile Tomás de Toro y otros frailes como lo prueba don Vicente Rubio en su extraordinaria investigación de los primeros tiempos de estas misiones
(Tengo para mí que eran Fr. Tomás de Toro (40) y tres o cuatro dominicos más, cuyos nombres ignoramos, los cuales marcharon allá con el P. Pedro de Córdoba en fecha posterior al 10 de febrero de 1515)

En 1562, cuando llega a Cumaná fray Francisco de Montesinos, encontró el convento en plena actividad con una comunidad de tres frailes. Nunca dejó de prestar servicios, ni durante las peores calamidades. Durante muchos años los franciscanos atendieron los dos conventos, el de la Nueva Córdoba y el de la plaza y barrio de San Francisco. Como se puede observar San Francisco fue un barrio de misiones o mejor una misión franciscana  El trazado del convento la plaza y las calles todo concuerda con ese plan 

En el primer plano de la Nueva Córdoba de 1601, enviado por Don Pedro Suárez, a la sazón gobernador de la provincia de Nueva Andalucía, al Rey;  puede verse en todo su esplendor el primer edificio del convento, por lo cual no hay conjetura que pueda oponerse a esta realidad.  Por otra parte hay cédulas reales, en las cuales se hace dotación al convento y a la Iglesia hasta 1591.

Además existe toda la documentación por la cual queda probado -Libro Becerro-  Cédula Real de 25 de marzo de 1641, por la cual se permite la reconstrucción del Convento, y los franciscos continuaban en Cumaná. Caulin deja constancia de la actividad del convento servido entonces por 12 frailes, y el culto que daban a Nuestra S
añora de la Soledad.

Para probar su importancia tenemos el informe dejado por fray Marcelino de Raigada, quien sostenía 94 Memorias de obras pías, cuyo capital ascendía a 29.261 pesos, 4 reales, según afirma Caulin.

El monasterio estaba formado por dos iglesias, la de Nuestra Señora de la Soledad y la iglesia de los Terciarios;  el seminario, los claustros, dos capillas  y el cementerio. La riqueza de este convento puede apreciarse en el inventario levantado por el Dr. Francisco Javier Mayz, Presidente de la Junta Suprema de Gobierno y el síndico don Antonio Aldecochea en 1823. La lista de alhajas  y ornamentos de oro y plata, los altares de puntilla de oro, las imágenes y cuadros, los decorados, llenaban muchos folios enteros.

Fue sede de las cátedras de Teología Moral y Filosofía Escolástica, fundada por Cédula Real de 20 de septiembre de 1782, pero venían funcionando desde años atrás, regentadas y auspiciadas por el padre Blas de Rivera, con el apoyo del gobernador don Pedro de Urrutia.

El maestro Miguel Ángel Mudarra dice “Desde los mismos orígenes de la ciudad la institución conventual echó en ella raíces muy firmes como fecundas Los misioneros a costa de sacrificios fracasos y penalidades lograron cimentar en los claustros de Santo Domingo y San Francisco  una obra combinada  de culto religioso  y educación cuando aún la propia existencia de la ciudad era incierta  Como expresa el padre Cayetano de Carrocera “no se limitó el clero a la educación religiosa sino que se consagró a la enseñanza de las letras divinas y humanas alentados por la esperanza de recoger un gran fruto de las felices disposiciones en que la Providencia habia favorecido a los hijos de Cumaná”

Y agrega Mudarra “Varios frailes como Carabantes Francisco de Tauste Torrelosnegros entre muchísimos otros dejaron obra perdurable y meritoria en tal sentido A propósito no debe callarse la tarea del padre Matías Ruiz Blanco quien escribió el diccionario “Español Cumanagoto” y otros libros 

Yo agregaría al Padre Francisco de Tauste el más noble maestro que pasó mucho tiempo en Cumana y tambien nos dejó una obra en la cual se ve muy clara la devoción de aquel gran maestro de Cumana

El complejo educacional desarrollado en San Francisco se convirtió en un faro de luz espiritual y sus luces llegaron a los más apartados rincones del subcontinente americano No se justifica la ignorancia de esas ruinas sagradas En toda Venezuela se han reconstruido conventos que prestaron servicios más o menos importantes a sus pueblos, pero ninguno tuvo la trascendencia del nuestro y es la hora de reivindicarlo        

El 27 de octubre de 1824, por Decreto Ejecutivo Grancolobiano, firmado por el General  F. de P. Santander, fue creado el Colegio Nacional de Cumaná, con un pensum, que comprendía primaria, secundaria y universitaria, con cátedras de filosofía, matemáticas, derecho civil y público, y medicina; para que funcionara en el edificio del convento de San Francisco, sin embargo no pudo ser una realidad hasta 1934, bajo el rectorado de Don Andrés Level de Goda.

Las clases mayores de Medicina y Derecho,  fueron creadas  en 1850, solicitadas en el Congreso Nacional por don José Silverio González, regentadas  las primeras por los doctores José Joaquín Hernández, Sulpicio Frías, Modesto Urbaneja y Mauricio Berrizbeitia; y las de medicina, por el Dr. Calixto González, el sabio Dr. Luis Daniel Beauperthuy y Dr. Antonio José Sotillo.

Toda  esta maravillosa realidad quedó sepultada bajo el terremoto de 1853; pero el pueblo de Cumaná jamás perdió la esperanza de tener su universidad el aquel templo de sabiduría  y cien años después,  en 1958, el Dr. Edgar Sanabria, Presidente de la Republica, hijo de cumaneses, decretó la creación de la Universidad de Oriente con sede en Cumaná  y se realizó el milagro y ese milagro se esparció por todo el Oriente venezolano y  después de ese largo período de abandono, la Universidad de Oriente  vive el sueño de rescatar las ruinas del Convento para darle un destino noble, a cuyos efectos protegió sus muros, construyó una dependencia a donde mudó  la dirección de cultura. Algún día lo veremos ostentar su historia y proseguir en la noble función de iluminar nuestro gentilicio.

Ver la Nota de 1812, que se refiere a la creación de la Universidad de Cumaná.


1821.- Se extingue el Santo Oficio, sometiéndose al cocimiento de las causas de fe a los ordinarios eclesiásticos. 22 de agosto de 1821.
A fines de julio y después de la gloriosa campaña de Caracas, regresa Bermúdez al Oriente con órdenes de Bolívar para tomar a Cumaná. En los primeros días de Agosto Bermúdez establece formalmente el sitio de la plaza y mantiene en constante alarma con sus respectivas cargas sobre los puntos fortificados.
El 13 de octubre por la noche recibe Bermúdez un expreso del general Soublette desde Caracas, por el cual le participa la salida  del Almirante  español  don Ángel Laborde de Puerto  Cabello, con algunos buques de  guerra y mercantes, conduciendo víveres y tropas de refuerzo para la plaza de Cumaná. El 14 Bermúdez, que con razón temía el cambio que auxilios,  resolvió asaltar  la batería de San Carlos en la boca del rio, puesto que era el principal punto de apoyo del puerto, y dando las órdenes del caso a las 11 de la mañana se puso  la cabeza de 300  hombre acompañado del coronel Domingo Montes y cargó contra el punto indicado, pero en vano fueron sus esfuerzos y al fin tiene que retirarse bajo un fuego horroroso de infantería y artillería.
                                                El propio día 14 por  tarde y en virtud de proposiciones del Comandante de la batería enemiga, Bermúdez le dirige una nota manifestándole que si dentro de dos horas no entraba en arreglo de una capitulación honrosa asaltaría otra vez el punto. Aún no había transcurrido una hora cuando recibe Bermúdez  contestación, en la cual el jefe español expresaba su resolución de capitular, así  se hizo, quedando por consecuencia el Coronel Don José Caturla, Gobernador de la plaza,  que el día anterior  no se habia atrevido a salir en auxilio de la fortificación atacada, e ignorando al mismo tiempo lo que habia respeto del auxilio salido de Puerto Cabello, se presentó en el campo de los patriotas a las siete de la mañana, e  hizo alto con unos cuantos jefes como a tiro de fusil de una de las baterías, desde donde pidió a Bermúdez una entrevista. Este la acepta y en el acto sale  del puerto acompañado de su jede de Estado Mayor Ramón Machado, de  los coroneles Armario y Montes y su edecán Francisco Mejía, Una hora después estaba  arreglado todo de la manera más honrosa para ambas partes de suerte que las 4 de la tarde del siguiente día dieciséis tomó Bermúdez posesión de la ciudad, y los españoles que no bajaban de 8oo estaban reunidos y acuartelados hasta que fueron trasladados unos días después a Puerto Rico a costa del gobierno republicano, conforme a las estipulaciones del tratado.  Dos días después de la capitulación avistose la anunciada expedición que veía de Puerto Cabello mandada por el Almirante Laborde, y a las 9 de la mañana cuando estaba a tiro de cañón del puerto dispuso Bermúdez que un parlamentario pasara cerca de dicho Almirante a poner en sus manos una nota avisándole estar en posesión de la plaza por medio de una capitulación, pero no obstante podía con toda confianza fondear si lo tenía a bien, invitándole además a tomar la sopa con él al siguiente día. Al cabo de dos horas regreso el parlamentario que lo fue el Comandante Juan José Quintero con la contestación de Laborde, aceptando a la oferta y la invitación; y a las dos de la tarde todos los buques se hallaban anclando y empavesados en el puerto, habiendo hecho la salva a la plaza que contestó sin tardanza. El 18 a las 3 de la tarde desembarca el Almirante con su Estado Mayor; y Bermúdez con el suyo y el exgobernador Caturla salen a recibirlo y pasan a la Casa Fuerte para el obsequio, el cual se efectuó con las mayores demostraciones de cultura y cordialidad, habiéndose terminado a la 11 de la noche, hora en que se embarcó Laborde, y al amanecer de día 20 con su expedición y los capitulados  dio la vela Para Puerto Cabello.  20 de Octubre de 1821.





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