RAMÓN BADARACCO
NOTAS BIOGRAFICAS DE LA HEROÍNA
LUISA CÁCERES DE ARISMEND
Cumaná, 2014
Autor: Ramón Badaracco
Tulio Ramón Badaracco Rivero
Título de la obra: NOTAS BIOGRÁFICAS DE
LUISA CACERES DE ARISMENDI
Diseño de la cubierta R. B.
Ilustración de la cubierta R. B.
Depósito legal
Impreso en Cumaná
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academia.sucre@gmail.com
Cel. 0416-8114374
SOBRE LA OBRA DE LA ARTISTA GREGOINA LUNAR – ALIAS YOYA.
Esta extraordinaria obra de la
pintora Georgina –Yoya- Lunar, que representa a doña Luisa Cáceres de
Arismendi, como una gran mujer, denota mucho conocimiento de la personalidad de
la heroína; y tuvo muy buen cuidado de los detalles, de su vestido y sus
adornos muy vistosos, fueron estudiados con mucho cuidado, adecuándolos a su
época. Sin ningún prejuicio, opino, que el extraordinario Francisco de Goya, al
pintar el atuendo de la Condesa de Carpio en 1791, utiliza una mantilla de
color magenta, que se nos antoja sutilmente imitado por Yoya; y si no es así,
tal vez influyó en ella el colorido del gran Zurbarán en su Anunciación, o
podría ser también de Rodrigo de Osona, en el vestido de la virgen con el
caballero de Montesa, 1476. Pero es indudable que el traje de Luisa Cáceres en
esta obra, es absolutamente de arte hispano colonial, que toma muy en cuenta el
color y la calidad del vestuario de las damas de la época. También es admirable
el marco cuya pintura imita la puntilla de oro usada en el siglo de las
luces.
La leyendaria mujer, imagen de
la venezolana revolucionaria y mártir, nació en Caracas el 25 de
septiembre 1799, fueron sus padres don José Domingo de Cáceres
y doña Carmen Días de Cáceres. Activista de la revolución, apenas había
cumplido los 15 años cuando conoció y se enamoró apasionadamente de Juan
Bautista Arismendi, General en Jefe del Ejército Libertador y gobernador del
Estado Nueva Esparta, viudo de doña María del Rosario Irala; y desde que se
conocieron en la fiesta de Nochebuena no hubo fuerza capaz de separarlos.
Fue la noche de Navidad de 1813, en la cena de Nochebuena en
casa del prócer General José Félix Rivas, donde se reunían algunos patriotas.
Esa noche se conocieron Juan Bautista y Luisa, bailaron, conversaron y se
juraron amor eterno.
Vinieron días felices y días
de espanto. Luisa participaba como cualquier soldado en los quehaceres del
ejército. Su figura galana se destacaba entre la oficialidad. Voluntaria
siempre.
En las campañas en que
participaba, ella era la risa y las lágrimas, vida y muerte de los seres más
amados. Nacía la Patria libre y allí
también fue partera, y desde ese nacimiento los enemigos de la libertad,
luchaban a muerte contra su propio pueblo y su propia libertad, y entonces sus
lágrimas fueron de sangre. El gobierno patriota se derrumbaba, las fuerzas
imperiales se unían y reponían en todo
el territorio nacional. La vida de los enamorados no tuvo paz.
El General español don Domingo
de Monteverde, veterano de Trafalgar, entra por Coro y se une a las fuerzas del comandante Reyes
Vargas, que lideraba las fuerzas regulares de la provincia de Coro, que no
aceptaba la Independencia, y en el centro del país encuentra apoyo de otros
insurrectos. Avanzaban rápidamente hacia Caracas causando espanto entre los
venezolanos, cometían toda clase de ultrajes entre las familias patriotas. Por supuesto
Arismendi tuvo que marchar a Margarita a cumplir con sus obligaciones
militares, y dolor de la despedida y la tragedia asediaba a Luisa Cáceres. El
luto cubrió de negro a la bella infanta.
Entre las victimas de aquella
tragedia está el padre y el hermano de Luisa Cáceres, capturados en un
encuentro con las fuerzas del temible comandante español Rosete en los Valles
del Tuy, son juzgados sumariamente y
pasados por las armas.
La muerte de sus seres amados
fue un golpe mortal para el espíritu de la comandante Luisa Cáceres. Queda sola
en Caracas y tiene que hacerle frente a las necesidades de la familia y ella es
el enemigo.
Ante el avance de las fuerzas
reaccionarias Miranda se rinde, y los gobiernos de todas las provincias que
habían jurado vencer o morir, también se rinden; pero los patriotas de verdad
no, ellos continúan la lucha por sus ideales, ríos de sangre bañan los campos
de la patria. Pero no todo estaba perdido. En ese mismo año de 1813 Bolívar y
Mariño entran victoriosos a Venezuela, el primero por los Andes y el segundo
por Paria. Liberan a Venezuela y fundan la Segunda república. El General Juan
Bautista Arismendi es elegido por Mariño, Gobernador Militar de Margarita.
Luisa Cáceres vuelve a la lucha, y vuelve la esperanza para el apasionado amor
de Luisa y Juan Bautista. El la llama a su lado pero no pueden unirse, ambos
eran soldados de la Patria.
Viene el aciago año de 1814, José Tomás Boves,
el terrible y emblemático caudillo español, perseguido, derrotado y victorioso
tantas veces, reúne un ejercito invencible y triunfa en la mortal y decisiva
batalla de La Puerta, aniquila las fuerzas unidas de Bolívar y Mariño; y los
patriotas de Caracas bajo el mando de Bolívar emprenden la terrible y mortal
Emigración a Oriente, allí va la comandante Luisa Cáceres liderando aquella
marcha suicida, y en busca de su amado, él la espera en Margarita, la ha
llamado tantas veces. Luisa llega Cumaná, donde es recibida por los patriotas
cumaneses que ya la conocían por su temple y por su inteligencia.
Arismendi, que ejercía la
gobernación política y militar de la isla decide casarse con su amada, previendo las terribles circunstancias que se
avecinaban, le ha pedido y le implora
matrimonio, no solo por amor sino para pretejerla, y se casan el 3 de diciembre
de 1814, un día antes de la muerte de Boves en Urica, que fue una luz en las
tinieblas. La pareja tuvo sus días de felicidad y Luisa queda embarazada.
En 1815 arriba a la Isla de
Margarita el General Pablo Morillo al frente de una expedición de 65 barcos de
guerra y 10 mil soldados, que ocupan todo el territorio nacional. Vuelve la
persecución, las sombras, la clandestinidad, donde el amor crece o muere.
Arismendi, con Francisco
Esteban Gómez y todo el pueblo de Margarita, hacen frente a Morillo, a cuyas
fuerzas les hace pagar muy caro su incursión, el mismo Morillo lo escribe,
pero Juan y Luisa son perseguidos, ellos
lideran la revolución; se atrinchera en las montañas del norte, dirigen la
guerra de guerrillas que tanto daño causaba a las fuerzas de Morillo, pero es
descubierto por el Comandante José de Cobain, lugarteniente de Morillo, que
había quedado al mando del ejército, mientras su jefe se traslada con su inmensa flota para sitiar
a Cartagena en Colombia.
Los patriotas se reponen en todo
el país y obtienen importantes victorias contra Morillo, pero Luisa que había concebido y no podía
seguir a su marido, es apresada, sus bienes son saqueados por los soldados
españoles, es llevada prisionera al
castillo de santa Rosa en la Asunción, capital de la Isla. Allí sufrió
estoicamente toda clase de tormentos.
El comandante Cobain sabe que
Luisa esta embarazada, y trata de lograr que le escriba a sus esposo para que
capitule, pero ella le responde “Jamás lograreis de mi que le pida a mi esposo
faltar a sus deberes”. La prisión se hace insoportable, sometida a la burla, al
hambre y la soledad.
Luisa parió, en el calabozo
del Castillo de Santa Rosa, en condiciones infrahumanas y perdió la criatura;
allí, en ese calabozo, los patriotas derramaron, derraman y derramarán lágrimas
de sangre, de impotencia, todos los días, hasta que la Patria dignifique el
santuario de esa mujer, que sufrió tanto como la Virgen María ante su hijo
crucificado.
La guerra tiene altibajos, en
1816 el Comandante Cobain, fue hecho prisionero por las fuerzas de Arismendi. Los españoles se apresuraron a
ofrecerle un canje de prisioneros, su comandante por Luisa Cáceres. Arismendi
respondió: “Sin Patria no quiero esposa”. La respuesta. Los españoles se
ensañaron aun más con su prisionera.
El 22 de marzo de 1816, Luisa
Cáceres de Arismendi, fue trasladada a Caracas
y encerrada en el Convento de Las
Monjas donde permaneció incomunicada sin que se le permitiese asistir a los
oficios religiosos El 24 de ese mismo mes fue trasladada a la prisión de La
Guaira donde murieron tantos patriotas,
entre ellos el Lic. Andrés Antonio
Callejón, sacerdote patriota cumanés, que no pudo soportar el castigo y la
crueldad de los cancerberos. Ella aprendió a pasar hambre y sed. Luego es
trasladada junto con otros prisioneros, sin ninguna consideración, con rumbo a una prisión en Cádiz España. El
galeón fue aprendido por un buque corsario norteamericano, que desembarcó a los pasajeros en las islas
Azores, y desde allí fueron trasladados a Cádiz, donde fue tratada con más
gentileza y pudo comunicarse con sus familiares y amigos, y en especial con su
amado esposo que nunca abandonó la esperanza de unirse con ella.
En 1817, gracias a la
intervención del General cumanés
Francisco Carabaño, viaja a Filadelfia, en Estados Unidos, donde recibe
esmerada atención por parte de las autoridades de ese País, y desde allí por
fin puede viajar clandestinamente, con riesgo de su vida, a Venezuela y
a Margarita, que disfrutaba de una precaria libertad, y, por fin va a unirse con su esposo el general en Jefe
Juan Bautista Arismendi con quien vivió hasta 1841, fecha de la muerte de su
esposo, y luego se trasladó a Caracas.
Esa mujer extraordinaria murió
en Caracas en 1866 y sus restos reposan en el Panteón Nacional.
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